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El lugar de los pibes y las pibas. Experiencias espaciales de niños y niñas en un barrio popular del conurbano bonaerense

Children's place. Spatial experiences of children in a neighbourhood on the outskirts of Buenos Aires

O lugar das crianças. Experiências espaciais de meninos e meninas em um bairro da periferia de Buenos Aires

Resumen:

En este trabajo se recuperaron algunas percepciones sobre el barrio que habitan los niños y niñas que asisten al Merendero Los Pibes de Villa París, en el cordón conurbano de Buenos Aires. La preocupación por elaborar una memoria propia que retomara sus opiniones se disparó a partir de las obras públicas municipales que se iniciaron a mediados de 2021. En este proceso, no se consideraron las dinámicas propias de los niños y su uso de los espacios comunales; ni se promovió su participación en la toma de decisiones. En el artículo, se dio cuenta de los conocimientos cotidianos de niños y niñas, así como de las distintas formas de apropiación de espacios públicos y comunitarios, de acuerdo a la idea de “sitios para, con y de los chicos y chicas” (Gülgönen y Corona 2019Gülgönen, Tuline, y Yolanda Corona. 2019. ¿Jugar en la ciudad? La percepción de niñas y niños de la Ciudad de México sobre su entorno urbano. Cadernos de Pesquisa em Educação 21: 60-80. https://doi.org/10.22535/cpe.v21i49.26101.
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). Los aportes de la geografía de la infancia y la antropología de la niñez estructuraron la pesquisa, a partir de una metodología de investigación comprometida.

Palabras clave:
Niños y niñas; Barrio; Experiencia espacial; Participación; Adultocentrismo

Abstract:

In this paper we recovered some perceptions about the neighbourhood inhabited by the children who attend the Merendero Los Pibes from Villa París, on the outskirts of Buenos Aires. The concern to register their own memory about their spatial experiences was triggered by the municipal public works that began in mid-2021. In this process, children's own dynamics and their use of communal spaces were not considered, nor was their participation in decision-making promoted. In the article, children's everyday knowledge and the different forms of appropriation of public and community spaces were reported, following the idea of “places for, with and of the children's” (Gülgönen y Corona 2019Gülgönen, Tuline, y Yolanda Corona. 2019. ¿Jugar en la ciudad? La percepción de niñas y niños de la Ciudad de México sobre su entorno urbano. Cadernos de Pesquisa em Educação 21: 60-80. https://doi.org/10.22535/cpe.v21i49.26101.
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). The contributions of the geography of childhood and the anthropology of childhood structured the research, based on a committed-research methodology.

Keywords:
Children; Neighbourhood; Spatial experiences; Participation; Adultcentrism

Resumo:

Neste artigo recuperamos algumas percepções sobre o bairro habitado pelas crianças que frequentam o Merendero Los Pibes em Villa París, na conurbação de Buenos Aires. A preocupação de elaborar uma memória própria, que retomou as opiniões dessas crianças, foi desencadeada pelas obras públicas municipais que começaram em meados de 2021. A dinâmica própria das crianças e o seu uso nos espaços comunitários não foram considerados, nem a participação delas na tomada de decisões foi promovida. Neste artigo, apressentam-se os conhecimentos cotidianos de meninos e meninas, bem como as distintas formas de apropriação de espaços públicos e comunitários, seguindo a ideia de “lugares para, com e das crianças” (Gülgönen y Corona 2019Gülgönen, Tuline, y Yolanda Corona. 2019. ¿Jugar en la ciudad? La percepción de niñas y niños de la Ciudad de México sobre su entorno urbano. Cadernos de Pesquisa em Educação 21: 60-80. https://doi.org/10.22535/cpe.v21i49.26101.
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). As contribuições da geografia da infância e da antropologia da infância estruturaram a pesquisa, com base em uma metodologia de pesquisa-comprometida.

Palavras-chave:
Crianças; Bairro da periferia; Experiência espacial; Participação; Adultocentrismo

Actores y tramas2 2 Agradecimientos: este artículo no podría haberse escrito sin la participación y colaboración en la investigación de Mariano E. Lois, estudiante de la carrera de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y educador popular.

Ubicamos el presente estudio en el Merendero y Centro Cultural Los Pibes3 3 Es necesario aclarar que en este trabajo se utilizará de manera indistinta la categoría “niño/niña” o “chico/chica”, aunque la palabra “pibe” o “piba” recupera a la manera en que los/as niños/as de la organización. se autodenominan (por eso forma parte del nombre del Merendero y Centro Cultural). de Villa París, originado en una toma ilegal de tierras en el año 1997, en Glew (Provincia de Buenos Aires, Argentina).4 4 Nombre ficticio para mantener el anonimato del espacio y los niños y niñas. A partir de 2008, comienza a funcionar en este espacio un proyecto de Educación Popular con niños, niñas y adolescentes (NNyA), en el cual dos de los/as educadores/as llevamos adelante nuestras investigaciones en los campos de la Antropología de las Niñeces (Colángelo 2003Colángelo, María Adelaida. 2003. La mirada antropológica sobre la infancia, reflexiones y perspectivas de abordaje. Mesa: Infancias y Juventudes. Pedagogía y formación. Encuentros y Seminários:la formación del docente entre el siglo XIX y siglo XXI. Buenos Aires: Argentina.; Nunes 2012Nunes, Eduardo Netto. 2012. La infancia latinoamericana y el Instituto InternacionalAmericano de Protección a la Infancia (1916-1940). En Nuevas miradas a la historia de la infancia en América Latina: entre prácticas y representaciones, editado por Susana Sosenski y Elena Jackson Albarran, 293-325. Ciudad de México: Unam-Instituto de Investigaciones Históricas.; Niñez Plural 2019Niñez Plural, Equipo. 2019. Niñez, alteridad y cuidado: reflexiones para un campo en construcción. Desidades 25: 48-58. https://doi.org/10.54948/desidades.v0i25.32407.
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) y la Sociología Ambiental. Esta doble pertenencia (académica y política) se anida en el paradigma metodológico de la investigación activista o comprometida, de larga tradición e intensa vigencia en Sudamérica, sobre todo a partir de los trabajos pioneros de Orlando Fals Borda en la década de 1970s (Fals Borda 1979Fals Borda, Orlando. 1979. El problema de cómo investigar la realidad para transformarla. Bogotá: Tercer Mundo.; Rea Ángeles 2013Rea Ángeles, Patricia. 2013. Educación superior, etnicidad y género. Zapotecas universitarios, profesionistas e intelectuales en el Istmo de Tehuantepec en las ciudades de Oaxaca y México. Tesis doctoral em Antropologia, Centro de Investigaciones y Estudios Superiores en Antropología Social (Ciesas).; Shabel 2018Shabel, Paula. 2018. “Estamos luchando por lo nuestro”. Construcciones de conocimiento sobre la política de niños y niñas en organizaciones sociales. Tesis doctoral, Universidad de Buenos Aires.; Torres Carrillo 2015Torres Carrillo, Alfonso. 2015. La investigación acción participativa: entre las ciencias sociales y la educación popular. La Piragua 41: 11-20.).

Al Merendero (como será referido el espacio de aquí en más) asisten semanalmente NNyA de las manzanas aledañas, de entre 4 y 18 años, provenientes de familias de bajos ingresos y, parcialmente, migrantes de países limítrofes o de provincias del norte del país. Se realizan talleres deportivos, artísticos y recreativos, así como actividades vinculadas a la salud comunitaria y la educación ambiental. Se llevan adelante también tareas de acompañamiento escolar, actividad intensificada durante la pandemia por Covid-19 y la consiguiente virtualización de la escolaridad debido a la cuarentena. Por otra parte, se está diagramando un proyecto de trabajo comunitario que promueve la creación de brigadas sanitarias, permitiendo un abordaje integral en relación a las condiciones medioambientales barriales, comprendiendo la determinación social de la salud desde los aportes que realiza la epidemiología crítica (Breilh 2010Breilh, Jaime. 2010. La epidemiología crítica: una nueva forma de mirar la salud en el espacio urbano. Salud colectiva 6 (1): 83-101. https://doi.org/10.18294/sc.2010.359.
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).

La situación particular que motiva este trabajo se vincula a las modificaciones en el espacio urbano, ocasionadas por un proyecto municipal que tuvo su origen en el año 2017, pero que comenzó a implementarse con apoyo del gobierno nacional en junio de 2021. Éste implicó la remodelación de una zona “baldía” de dos hectáreas, ubicada a 200 metros del Merendero, que incluyó la creación de una plaza de cemento para NNyA; así como la pavimentación y mejorado de las principales calles del barrio (que eran de tierra).5 5 Para ver el plan ambiental municipal. Aceceso 28 oct. 2021. https://bit.ly/3DIwgjW. El Merendero se emplaza en una de ellas. Se entrecomilla el término “baldío”, dado que un grupo de vecinos (sobre todo varones) utilizaba el predio, por ejemplo, para jugar al fútbol y al vóley en canchas de tierra que ellos mismos habían construido. También jugaban NNyA de diversas edades, muchos de los cuales asisten regularmente al Merendero. Utilizaban fundamentalmente la cancha (a la que denominan “la canchita”), dado que si bien existen espacios deportivos con mejor infraestructura en las cercanías de la plaza, éstos son pagos y no todos pueden acceder. Por otro lado, desde el año 2020, se había instalado una chatarrería6 6 Estos espacios se dedican a juntar chatarra (residuos de metal, sobre todo hierro), clasificando dichos descartes y vendiéndolos. en una de las hectáreas, gestionada por un vecino del barrio, lo que ocasionó tensiones entre las familias. Algunas apoyaban su presencia dado que representaba una posibilidad laboral (para adultos/as pero también para NNyA), mientras otras la criticaban por las condiciones higiénicas y las consecuencias ambientales negativas que ocasionaría, añadiendo además que era un proyecto de lucro individual llevado a cabo en tierras públicas.

Como vemos, el espacio “baldío” en los planos municipales contaba, antes de las modificaciones, con un uso amplio y variado, no libre de conflictos. Las metáforas espaciales sobre el “vacío” tienen su propia historia en la construcción moderna de la nación argentina. Por ejemplo, hablar del “desierto” en el siglo 19 implicó negar la existencia de poblaciones nativas en los territorios que poco a poco, y bajo la fuerza de las armas, se fueron anexando al proyecto de país (urbano) orquestado en Buenos Aires (Greene 2020Greene, Ricardo. 2020. A line in the sand. Race, purity and comfort in Argentine gated communities. Tesis en Antropologia, Goldsmiths College, University of London. https://doi.org/10.25602/GOLD.00030130.
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).

Esta desconexión entre el uso comunitario del espacio y los planes oficiales de urbanización de las dependencias estatales nos interesa fundamentalmente para mirar qué lugar ocuparon los NNyA en este proceso. Por ejemplo, la creación de una plaza de cemento con juegos los tenía como población objetivo, pero en ningún momento fueron consultados al respecto. En paralelo, se desplazó la cancha de tierra en la que jugaban al fútbol cotidianamente.7 7 Aún no se sabe a ciencia cierta cuál será el destino final de la cancha de tierra. Esto generó malestar, sobre todo entre los y las adolescentes, que fueron quienes comenzaron a expresar su preocupación ante los cambios que estaban viendo. Por ejemplo, empezaron a sucederse conversaciones de este tenor:

Hugo (13 años): Hola

H: Conpas

H: la cancha estare fea

Greta (Educadora/Investigadora, 30 años): la cancha de ahí en frente de lo de Norma?

H: Si

G: que están haciendo?

H: cagada

G: pero que? cuenta que está pasando

Mariano (Educador/Investigador 30 años) : no va estar mas la cancha ahi

M: y la plaza la van a hacer en belgrano y misiones

G: o sea que la plaza quedará donde estaba antes ese rejunte de chatarra?

M: si

Eliana (13 años): de la chatarra van a salir una banda de ratas.

(Conversación de WhatsApp del grupo que compartimos educadores/as y niños/as del Merendero, 29 jun. 21).8 8 Los nombres de los adolescentes y la vecina del barrio son ficticios.

A medida que este tipo de diálogos se iban haciendo cotidianos, se producían en paralelo reuniones vecinales en el predio a remodelar, convocadas por la Subsecretaría de Tierras y Hábitat del municipio (entre junio y julio de 2021). Si bien eran presentadas como mesas participativas para escuchar las voces de los/as vecinos/as del barrio, lo cierto es que no hubo demasiadas modificaciones del plan original que el municipio había trazado. Los/as educadores/as del Merendero participamos en esas reuniones, y elevamos la preocupación surgida de nuestras conversaciones con los pibes y pibas de nuestro espacio. La respuesta obtenida por una de las funcionarias municipales apuntó a que el terreno era público, y no podían atenderse los reclamos privados del Merendero (registro de reunión, 29 jun. 21). Cabe aclarar que sí se permitió que la chatarrería cotinuara funcionando dentro de las hectáreas públicas, y en los meses subsiguientes se le construyeron muros de contención, habilitándola oficialmente como espacio de reciclado privado.

Ante este escenario, dos de los/as educadores/as del Merendero, que llevamos adelante investigaciones que tienen como referente empírico el barrio y particularmente nuestro espacio de niñez, decidimos relevar cómo los cambios introducidos en el predio de la cancha de tierra estaban siendo percibidos por los NNyA y qué lugares tenían para expresar sus opiniones al respecto. Para ello, se recuperaron los registros de las y los educadores/investigadores durante las reuniones convocadas por el municipio, en las que además participaron funcionarios del Ministerio de Desarrollo nacional, miembros de cooperativas de reciclado zonales, vecinos/as del barrio que a veces concurrían con sus hijos/as menores de edad, y dos jóvenes del barrio de 17 y 19 años (en aquel momento) que tienen contacto estrecho con el Merendero. Si bien en estos espacios a veces había NNyA que acompañaban a sus padres/madres, aquéllos no intervenían en las conversaciones ni tampoco se les hacían preguntas directas.

Por otro lado, entre julio y octubre se trabajó con entrevistas semi-estructuradas y conversaciones informales durante talleres dentro del Merendero, en las que participaron en total 15 pibes/as de entre 6 y 18 años. Además, analizamos ciertos materiales gráficos que se habían producido a lo largo de los talleres que llevamos adelante educadores/as y pibes/as en nuestras actividades semanales, aprovechando que la temática que se había propuesto estaba en directa relación con los cambios barriales experimentados. Con esto último no sólo se refieren las remodelaciones planificadas por el estado local, sino también al proceso de toma gradual de terrenos que aconteció entre 2017 y 2021, en el marco de la problemática habitacional del Área Metropolitana de Buenos Aires (Marcús 2014Marcús, Juliana. 2014. “Vos (no) sos bienvenido”: el control y la regulación del espacio urbano en la Ciudad de Buenos Aires. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales 18 (493): 15.). En pocos años, la fisonomía barrial se había modificado de modo sustancial, sumándole a esto una mayor permanencia dentro de los perímetros barriales debido a la cuarentena establecida por la pandemia de Covid-19.

Las voces de los pibes y las pibas

Para recuperar las opiniones de los/as pibes/as y plantear qué cuestiones debatir, se tomaron en cuenta algunas de las investigaciones realizadas dentro del campo de la geografía de la infancia, de raíz anglosajona (Christensen y O’Brien 2003Christensen, Pia, y Margaret O’Brien, eds. 2003. Children in the city. Home, neighbourhood and community. London: Routledge Falmer.; Matthews et al. 2000Matthews, Hugh, Mark Taylor, Barry Percy-smith, y Melanie Limb. 2000. The unacceptable flaneur: the shopping mall as a teenage hangout. Childhood 7 (3): 279-94. https://doi.org/10.1177/0907568200007003003.
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; Ortiz 2007Ortiz, Anna. 2007. Geografías de la infancia: descubriendo “nuevas formas” de ver y de entender el mundo. Documents d'anàlisi geogràfica 49: 197-216.). Particularmente, se revisaron algunas de las preguntas que Louise Chawla y Karen Malone destacan del proyecto internacional Growing Up in Cities (Guic) iniciado por el diseñador urbano Kevin Lynch en la década de 1970s, que promovía la participación de jóvenes de bajos ingresos para reflexionar y generar propuestas sobre los entornos urbanos donde residían (Chawla y Malone 2003Chawla, Louise, y Karen Malone. 2003. Neighbourhood quality in children's eyes. En Children in the city. Home, neighbourhood and community, editado por Pia Christensen y Margaret O’Brien, 118-41. London: Routledge Falmer.). De este modo, se pudieron reconstruir algunas concepciones y sensaciones de los/as pibes/as relativas al barrio y los cambios que se están dando actualmente, es decir, sus “experiencias espaciales” (Flandes, Tângari y Azevedo 2020Flandes, Alain, Vera Regina Tângari, y Giselle A. N. Azevedo. 2020. O habitar das infâncias na cidade: territórios educativos como uma forma de resistência. Desidades 28 (8): 111-26. https://doi.org/10.54948/desidades.v0i28.40425.
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, 112). Los NNyA referidos que participaron en estas conversaciones (15) asisten hace varios años al merendero. Algunos de ellos, incluso, viven en frente del predio en donde estará la futura plaza. Cuando las obras comenzaron, uno de ellos (que en ese momento tenía 17 años) fue fotografiando el proceso diario y compartiendo las fotos con los/as educadores/as (por ejemplo ver Figura 1).

Figura 1
Fotografía enviada por uno de los adolescentes del barrio cuando comenzó la obra (23 jun. 21)

Además, en uno de los primeros talleres artísticos realizados al retornar la actividad presencial al Merendero, se realizaron dos murales en cartón con pibes/as-que participaron también de las entrevistas- de entre 6 y 13 años para “registrar” las casas nuevas, producto de la toma de tierras y loteo recientes (Figura 2). Esto no implica pensar una objetividad neutra de lo observado, sino además dar lugar a la capacidad de NNyA de imaginar y expresar sus deseos respecto del espacio urbano circundante. Por ejemplo, Tiara (10 años), una de las niñas que participó del taller, comentó, una vez terminado el mural, que era más lindo el dibujo que ellos habían hecho que lo que realmente se veía frente al Merendero (registro personal, 16 oct. 21).9 9 Ese día, uno de los educadores había colocado el mural -devenido cuadro- en la flamante cocina del Merendero. El nombre de la niña que comentó el cuadro es ficticio.

Figura 2
Confección del mural en el marco de las actividades semanales del Merendero.

El trabajo a partir del registro audiovisual es frecuente en las investigaciones sobre el espacio urbano, sobre todo cuando participan niños y niñas (Rasmussen y Smidt 2003Rasmussen, Kim, y Søren Smidt. 2003. Children in the neighbourhood. The neighbourhood in the children. En Children in the city. Home, neighbourhood and community, editado por Pia Christensen, y Margaret O’Brien, 82-100. New York: Routledge Falmer.). En dichos registros se deja entrever qué tipo de conocimiento construyen sobre sus entornos o incluso la expresión de sus expectativas. Al igual que en algunas observaciones realizadas por Kim Rasmussen y Søren Smidt (2003)Rasmussen, Kim, y Søren Smidt. 2003. Children in the neighbourhood. The neighbourhood in the children. En Children in the city. Home, neighbourhood and community, editado por Pia Christensen, y Margaret O’Brien, 82-100. New York: Routledge Falmer., que trabajaron en distintos espacios (rurales y urbanos) habitados por NNyA en Dinamarca, notamos que al hablar del barrio, los/as pibes/as contemplaban no sólo los espacios públicos -como lo hacíamos los/as educadores/as adultos/as-, sino también las casas de conocidos y familiares que viven en esas mismas manzanas y que suelen frecuentar.

Los interrogantes disparadores que se discutieron en el Merendero partieron de una descripción del barrio, un señalamiento de los lugares a los que les gustaba o no ir, y los cambios que harían si tuvieran la posibilidad de elegir. Es importante notar que este ejercicio conjunto no tenía fines operativos viables, dado que sólo implicaba recuperar sus ideas y confeccionar una memoria propia de cómo se estaban experimentando los cambios barriales. Esto fue aclarado ante ellos para evitar malos entendidos o frustraciones al no poder concretarse sus deseos e ideales, como son los casos que analiza, por ejemplo, Claudio Baraldi (2003)Baraldi, Claudio. 2003. Planning childhood. Children's social participation in the town of adults. En Children in the city. Home, neighbourhood and community, editado por Pia Christensen y Margaret O’Brien, 184-205. London: Routledge Falmer., en los que la participación infantil deviene en una suerte de “simulacro” (Baraldi 2003Baraldi, Claudio. 2003. Planning childhood. Children's social participation in the town of adults. En Children in the city. Home, neighbourhood and community, editado por Pia Christensen y Margaret O’Brien, 184-205. London: Routledge Falmer., 203).

El barrio desde la perspectiva niña

Greta: si viniera alguien que no conoce el barrio, ¿cómo se lo describirías? ¿Qué hay acá?

Tiara (10 años): tiene un merendero, una iglesia…

Tiara y Azul (14 años) a coro: una cancha

A: va a tener una plaza

T: sí, va a tener una plaza

A: tenía un campo. (Registro de campo, 23 oct. 2021).

Este fragmento de la entrevista que sostuve con dos niñas nos permite recuperar algunas concepciones sobre el espacio barrial. En primer lugar, para describirlo, las chicas comienzan mencionando instituciones que transitan todo el tiempo. En el caso de la Iglesia y del Merendero, están hablando de espacios cuyas actividades están dirigidas a NNyA. Si bien la Iglesia tiene un uso más amplio, a partir de 2020 comenzó a brindar el almuerzo a los/as chicos/as, que reciben mientras tanto instrucción religiosa (“las tareas de dios”, como comentó una de las niñas).

El Merendero por otra parte es un espacio que se vincula hace más de una década con las infancias del barrio. Las vecinas y vecinos adultos raramente se acercan al espacio, pese a que sus hijos/as asisten semanalmente, y en algunos casos -sobre todo en las nuevas casas- desconocen quiénes somos los/as educadores/as que trabajamos allí. Excepto por el espacio de salud abierto a toda la comunidad, y de reciente institución, el Merendero se aboca a actividades pensadas con niños y niñas, y no sólo para ellos. Este punto final es importante en el debate actual que se está dando respecto del paradigma adultocentrista que rige nuestra vida cotidiana (Morales y Magistris 2018Morales, Santiago, y Gabriela Magistris, eds. 2018. Niñez en movimiento. Del adultocentrismo a la emancipación. Buenos Aires: Chirimbote y El Colectivo.).

Desde la Convención Internacional por los Derechos del Niño (1989), las leyes y los programas estatales llevaron adelante iniciativas pensadas para los chicos y chicas, pero rara vez con ellos (Gülgönen y Corona 2019Gülgönen, Tuline, y Yolanda Corona. 2019. ¿Jugar en la ciudad? La percepción de niñas y niños de la Ciudad de México sobre su entorno urbano. Cadernos de Pesquisa em Educação 21: 60-80. https://doi.org/10.22535/cpe.v21i49.26101.
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; Magistris 2020Magistris, Gabriela. 2020. La(s) infancia(s) en la era de los derechos. Balances y desafíos a 30 años de la Convención Internacional sobre los Derechos del Niño. En Infancias y juventudes a 30 años de la Convención sobre los Derechos del Niño : políticas, normativas y prácticas en tensión, 87-120. Buenos Aires: Edunpaz.), empezando por la propia letra de la ley. La disputa por el espacio urbano no es ajena a esta mirada. Por caso, la construcción de una plaza en el barrio apela a la población infantil, pero no recurre a ella para planificar las características que debería tener. También hay que distinguir entre espacios para las infancias de aquellos que son de ellas (Gülgönen 2016Gülgönen, Tuline. 2016. Espacio urbano, ciudadanía e infancia: apuntes para pensar la integración de los niños en la ciudad. En La reinvención del espacio público en la ciudad fragmentada, editado por P. Ramírez Kuri, 409-38. México: NAM., 420). Si bien la canchita original, creada por los vecinos, no fue pensada para los/as niños/as, ellos se apropiaron de ese espacio y hasta lo han compartido con los adultos. Por eso mismo el destino de la cancha de tierra a partir de la construcción de la plaza reviste un interés especial. Esto no quiere decir que no haya diversas apreciaciones al respecto. Dos niños varones (11 y 12 años) comentaron que ellos querrían que la cancha continuara siendo de tierra, porque para jugar al fútbol es más seguro y se lastiman menos. Pero una de las jóvenes de 19 años, que participó de las reuniones vecinales con los adultos, se alegró de que la futura “canchita” fuera de cemento alisado, dado que podrían patinar (conversación telefónica, 23. oct.21).

El caso del Merendero podría pensarse como perteneciendo a las tres categorías: se constituye como espacio para niños desde 2008, pero también se construye con ellos y se tornó un espacio de ellos. Esto también se desprende de las producciones fotográficas propias del Merendero, exhibiendo sus modificaciones edilicias, iniciadas en 2018 e intensificadas en 2020. Los NNyA participaron activamente de ese proceso, ya sea para desmontar la estructura original, construir la nueva o realizar las pinturas murales en su exterior (figura 3). A diferencia de lo que ocurre en el espacio público, atravesado por las obras municipales, en el Merendero los NNyA coadyuvan a construir y dar sentido al entorno material, siendo este repertorio parte vital del proyecto político-pedagógico. Construir el espacio no es sólo una actividad de “refacción”: es construir un vínculo intergeneracional distinto, contraponiéndose a la lógica adultocéntrica que escinde el universo infantil del adulto. El espacio es la relación, y su construcción no es sólo material sino que apunta a formas de habitar juntos los territorios compartidos.

Figura 3
Fotografías compartidas en las redes sociales del Merendero. En ellas se ven los distintos tipos de participación conjunta entre niños y adultos en la construcción y remodelación del espacio edilicio

En el fragmento citado al inicio de este apartado, también aparece la dimensión temporal del espacio. “Va a haber una plaza” (futuro) y “había un campo” (pasado). Estas dos frases encierran el proceso de cambio urbano que el barrio sufrió en muy poco tiempo. La plaza como parte de una obra municipal y la transformación del campo en casas como parte de la toma de terrenos. Respecto del “campo”, debe aclarase que es una categoría que utilizan tanto adultos/as como pibes/as para referirse a un determinado loteo, de aproximadamente 3 manzanas de extensión, en las inmediaciones del Merendero; esto no implica que sea un espacio verde ahora, aunque lo fue antes de la toma de tierras en 2017. Existen diversas maneras de entender y percibir cómo es “el campo” y sobre todo, qué cambios habrían de darse a partir de la pavimentación de las calles que lo recorren. Algunas niñas (9, 12,14 años) creen que el campo era “más lindo” porque ahora hay mucha gente (“que molesta”). Incluso, una de ellas quiere que haya más huertas.10 10 En este caso, cabe destacar que la madre de la niña trabaja en una granja municipal y tiene una huerta en su propia casa. Pero al mismo tiempo sostienen que hay que cortar el pasto y limpiar “la mugre”. Otros niños y niñas en cambio (8, 11, 12 años) prefieren que haya más asfalto, sintiéndose contentos con las obras que se están llevando a cabo actualmente (“yo siempre soñé que haya asfalto”), más allá de no haber sido nunca consultados.

Una de las niñas (11 años) piensa que con el asfalto podrían ser finalmente “un barrio de moda”, con salón de baile y casa de belleza (“para hacerse las uñas”), “como el barrio de La Boca”. El barrio que menciona pertenece a la ciudad capital (Ciudad Autónoma de Buenos Aires), no al distrito donde ella vive (Provincia de Buenos Aires). Lo curioso es que ese barrio, de la zona sur porteña, no es usualmente observado como un sitio “de moda”. La Capital tiene una división muy clara entre el norte (de mayores ingresos) y el sur, y La Boca se corresponde al segundo grupo. No obstante, en comparación al barrio donde está el Merendero, el barrio capitalino cuenta con mayor acceso a servicios públicos, pavimentación de las calles y conexión con el resto de la ciudad y la zona conurbana. Para algunas de las niñas (6,8 y 11 años) ser un “barrio de moda” implicaría tener casas más lindas (“casas de dos pisos y muchas ventanas”), aunque eso signifique que haya más gente.

La mención de La Boca nos remite a una distinción entre la Provincia y la Ciudad que ha operado dentro del espacio merendero, con distintos matices, a lo largo de los 13 años de trabajo. En primer lugar, el Merendero tiene una particularidad poco frecuente que es que sus educadores/as adultos/as no vivimos en la zona aledaña, sino que provenimos casi todos de la Capital.11 11 Insistimos en usar el término “Capital”, pese a que el nombre oficial es Ciudad Autónoma, para respetar la categoría nativa. Esta distinción fue remarcada constantemente desde el inicio del proyecto en 2008, por varios motivos. En primer lugar, porque la distancia (algunos educadores/as tienen casi 3 horas de viaje desde sus hogares hasta el Merendero) implica que haya una limitación en las actividades que pueden desarrollarse y los días en que el Merendero abre sus puertas. Esto hace que sea un espacio vinculado a un tiempo (los días sábados, cuando se realizan los talleres). Pero además responde a una distinción simbólica. La Capital opera aún como un símbolo de progreso, aunque con el correr de los años la intensidad de este tipo de comentarios fue modificándose. De hecho, en 2008, cuando comienza el proyecto de Educación Popular, los/as adolescentes que en aquel momento asistían hablaban de los/as educadores/as que vivíamos en la Capital usando el término “extranjeros”. Hoy en día esto ya no sucede, pero sigue habiendo un desconocimiento de qué es exactamente la Capital (sus límites) y dónde quedan sus barrios.

El “campo”, entonces, se ve revestido de sentidos ambivalentes. Es notorio que a diferencia de otros estudios realizados con NNyA en entornos urbanos, en este caso no hay una valoración positiva global respecto de poder contar con espacios “más naturales”, es decir, espacios verdes. Los/as pibes/as “que viven en el campo” no ven como algo positivo que haya más verde/pasto, y prefieren el asfalto. Esto se puede contrastar con el caso de México, en el cual los NNyA consultados respecto de cómo querrían que fuera la ciudad donde vivían armaron maquetas donde prácticamente no había viviendas ni edificios, sino espacios verdes y lagos. El modelo de ciudad ideal se tornó en algo que las autoras denominan “anti-ciudad” (Gülgönen y Corona 2019Gülgönen, Tuline, y Yolanda Corona. 2019. ¿Jugar en la ciudad? La percepción de niñas y niños de la Ciudad de México sobre su entorno urbano. Cadernos de Pesquisa em Educação 21: 60-80. https://doi.org/10.22535/cpe.v21i49.26101.
https://doi.org/10.22535/cpe.v21i49.2610...
).

Ahora bien, la preocupación por la “mugre” atraviesa los relatos de los/as pibes/as, no sólo respecto del campo, sino también de la chatarrería instalada en 2020, percibida negativamente también por vecinos/as adultos/as. Es un espacio que asocian a la contaminación, “las ratas” y la suciedad. En el caso de los adultos/as además se reconoce algún tipo de connivencia política entre el dueño de la chatarrería y las autoridades locales, dado su privilegio al disponer para su negocio privado de tierras públicas. Asimismo, los trabajadores de ese espacio son percibidos negativamente por parte de los/as pibes/as, que dijeron cosas como: “quiero echar a los cartoneros” o “se van a robar los juegos para vender el metal en la chatarrería”, advirtiendo una futura amenaza a la propia plaza. Solamente una niña (11 años) lo mencionó como espacio de trabajo para gente con hijos/as, y si se eliminara la chatarrería “algunos no tendrían ni para comer”. Esto no quiere decir que se perciba como un espacio deseado (de hecho, la misma niña reconoce que al menos ahora hay paredones que delimitan la chatarrería, que antes era “más crota”). La valoración negativa prima por sobre la positiva.

Un punto final a destacar se relaciona al uso de la calle. Dado que el barrio en sí no cuenta con un afluente de autos constante, es común ver niños/as jugando en la calle, sin alejarse demasiado de sus hogares. De hecho, tanto el espacio público como gran parte de las casas están a la vista de los demás vecinos/as, sobre todo las viviendas que no cuentan con paredes de material que ocluyen la mirada hacia su interior. Esta porosidad entre las casas y las calles también abarca al Merendero. Pero la pavimentación de las calles representa un doble desliz en el espacio público.

A futuro, emerge la incertidumbre respecto de cómo será el tráfico automotor, lo cual recortaría el juego autónomo de los/as pibes/as y su libre deambular. Y en el presente, se presenta como un territorio de juego infantil, para andar en bicicleta o patinar. Este tipo de uso se entiende como “no programado”, y hace de lugares no pensados para niños/as un espacio de ellos/as (Gülgönen 2016Gülgönen, Tuline. 2016. Espacio urbano, ciudadanía e infancia: apuntes para pensar la integración de los niños en la ciudad. En La reinvención del espacio público en la ciudad fragmentada, editado por P. Ramírez Kuri, 409-38. México: NAM., 420). Dado que las veredas nuevas son muy angostas, el hecho de inhabilitar las calles como sitio de juego por el riesgo que implicaría el tráfico de autos presentará un desafío para los/as pibes/as y el uso de los espacios comunitarios barriales. Es probable que la plaza pueda pensarse como el nuevo destino de estas infancias, respondiendo a un parámetro urbano occidental de “insularización” de la niñez (Zeiher 2003Zeiher, Helga. 2003. Shaping daily life in urban environments. En Children in the city. Home, neighbourhood and community, editado por Pia Christensen, y Margaret O’Brien, 66-81. New York: Routledge Falmer.). Es decir, con terrenos recortados específicamente para ellos, y distintos del “universo adulto”, lo cual responde al proceso de “domesticación de la niñez” y su privatización al interior de instituciones concretas o los propios hogares (Zeiher 2003Zeiher, Helga. 2003. Shaping daily life in urban environments. En Children in the city. Home, neighbourhood and community, editado por Pia Christensen, y Margaret O’Brien, 66-81. New York: Routledge Falmer., 67).

La pregunta por la calle además nos remite a los patrones de movilidad de los chicos y chicas en sus territorios (Hernández 2020Hernández, María Celeste. 2020. De espacios y tramas: re-pensar la espacialidad infantil. Desidades 28: 26-39. https://doi.org/10.54948/desidades.v0i28.40422.
https://doi.org/10.54948/desidades.v0i28...
). En estas actividades, cercanas a sus casas, los NNyA no necesitan supervisión adulta. Esto se contrapone con la ida a la escuela o la plaza tradicional que se encuentra a unos 700 metros del barrio. De hecho, ni la institución escolar ni la plaza adyacente son entendidas como parte del barrio cuando los/as niños/as hablan de él: son externos. Allí el acompañamiento adulto se vuelve obligatorio. La única plaza cercana existente (hasta el diseño de la nueva) no es un espacio al que puedan asistir sólo entre pares, por eso la creación de la nueva plaza en pleno barrio representa una nueva oportunidad de estar en el espacio público de manera autónoma. Este tipo de lugares no abunda en los entornos que los/as chicos/as frecuentan, dado que tanto la Iglesia como el Merendero tienen horarios y días para asistir, a diferencia de la plaza que dependerá de la disposición de ellos mismos y de sus familias. Asimismo, el concepto de “seguridad” cobra relevancia a medida que nos alejamos del centro barrial. La conjunción entre “autonomía” y “seguridad” es uno de los elementos centrales en los estudios urbanos de la geografía de la infancia (Matthews et al. 2000Matthews, Hugh, Mark Taylor, Barry Percy-smith, y Melanie Limb. 2000. The unacceptable flaneur: the shopping mall as a teenage hangout. Childhood 7 (3): 279-94. https://doi.org/10.1177/0907568200007003003.
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).

Pero además de estos usos lúdicos del espacio callejero, la relación con la calle al hablar de preadolescentes o adolescentes toma un matiz distinto. Una de las niñas (11 años) mencionó como actividad de su tiempo libre el hecho de “vaguear”, juntando dos conceptos: no hacer nada productivo y estar en la calle. Tradicionalmente, la relación entre las infancias de los sectores populares urbanos y el uso de la calle ha sido percibida de manera negativa (Freidenraij 2016Freidenraij, Claudia. 2016. Intervenciones policiales sobre la infancia urbana. Ciudad de Buenos Aires, 1885-1920. Revista Historia y Justicia 6: 164-97. https://doi.org/10.4000/rhj.583.
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; Matthews et al. 2000Matthews, Hugh, Mark Taylor, Barry Percy-smith, y Melanie Limb. 2000. The unacceptable flaneur: the shopping mall as a teenage hangout. Childhood 7 (3): 279-94. https://doi.org/10.1177/0907568200007003003.
https://doi.org/10.1177/0907568200007003...
; Parodi 2021Parodi, Camila. 2021. Entre la calle y el ajuste: experiencias de vida en la calle de pibes y pibas en el centro urbano del municipio de Morón. Tesis de Licenciatura, Universidad de Buenos Aires.; Stagno 2010Stagno, Leandro. 2010. Una infancia aparte: la minoridad en la provincia de Buenos Aires (1930-1943). Libros Libres. Buenos Aires: Flacso.; Zapiola 2008Zapiola, María Carolina. 2008. Niños en las calles: imágenes literarias y representaciones oficiales en la Argentina del Centenario. En Formas de Historia cultural, editado por Sandra Gayol, y Marta Madero, 305-32. Buenos Aires: Prometeo-UNGS.). Las prácticas de “vagabundeo” de los adolescentes se perciben de dos modos: peligrosas para la comunidad pero también para los/as propios/as chicos/as. “Estar en la calle” no se toma por su proposición asertiva sino por la negativa: quiere decir que no están en la casa ni en la escuela, espacios que el modelo de infancia moderna hegemónico estableció como propios para las niñeces (Jenks 1996Jenks, Chris. 1996. Childhood. London: Routledge.; Magistris y Morales 2021Magistris, Gabriela, y Santiago Morales, eds. 2021. Educar hasta la ternura siempre. Del adultocentrismo al protagonismo de las niñeces. Buenos Aires: Chirimbote.; Szulc 2006Szulc, Andrea. 2006. Antropología y niñez: de la omisión a las ‘culturas infantiles’. En Cultura, comunidades y procesos contemporáneos, editado por Guillermo Wilde, y Pablo Schamber, 25-50. Buenos Aires: Editorial Sb.; Vincent, Lahire y Thin 2001Vincent, Guy, Bernard Lahire, y Daniel Thin. 2001. Sobre a história e a teoria da forma escolar. Educação em revista 33: 7-47.).

Por otro lado, pasar todo el día en la calle, sin que los/as adultos/as se pregunten dónde están esos/as adolescentes, implica una idea de “abandono”, que permea los imaginarios colectivos sobre las infancias populares (Stagno 2010Stagno, Leandro. 2010. Una infancia aparte: la minoridad en la provincia de Buenos Aires (1930-1943). Libros Libres. Buenos Aires: Flacso.; Zapiola 2008Zapiola, María Carolina. 2008. Niños en las calles: imágenes literarias y representaciones oficiales en la Argentina del Centenario. En Formas de Historia cultural, editado por Sandra Gayol, y Marta Madero, 305-32. Buenos Aires: Prometeo-UNGS.). En una de las reuniones sostenidas con las autoridades del municipio, se esgrimió la preocupación por el trabajo infantil sin protección en los basurales, y las enfermedades dermatológicas que muchos/as niños/as sufrían a causa de ello. La respuesta de uno de los vecinos adultos fue “¿y dónde está la madre de ese niño?”, sin tomar en cuenta la crítica no sólo a la gestión de basura descontrolada, sino a los riesgos que implicaba tener un basural a cielo abierto en el barrio (registro de reunión, 29 jun. 21).

La culpabilización de la familia, y sobre todo de la figura materna, se enraíza en prácticas moralizantes que afectan sobre todo a los sectores populares, descontextualizando la crianza de las niñeces de las tensiones políticas y sociales globales (Lugones 2012Lugones, María Gabriela. 2012. Actuaciones de “pequeñas juezas” en tribunales de menores en lo prevencional y civil de Córdoba, Argentina, a comienzos del siglo XXI. Scripta Nova. Revista Electrónica de Geografía y Ciencias Sociales 16 (395): 10.; Stagno 2010Stagno, Leandro. 2010. Una infancia aparte: la minoridad en la provincia de Buenos Aires (1930-1943). Libros Libres. Buenos Aires: Flacso.; Campoamor 2016Campoamor, Leigh. 2016. “Who are you calling exploitative?” defensive motherhood, child labor, and urban poverty in Lima, Peru. The Journal of Latin American and Caribbean Anthropology 21 (1): 151-72. https://doi.org/10.1111/jlca.12169.
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). Desde ya que estos modelos morales, provenientes de zonas urbanas de clases medias blancas europeas, no se condicen con las condiciones de vida de los NNyA con quienes trabajamos y las dinámicas de cuidado. Pero su operatividad no ha perdido vigencia (Liebel 2020Liebel, Manfred. 2020. Infancias dignas, o cómo descolonizarse. Buenos Aires: Editorial El colectivo.), sobre todo al pensar algunos temores adultos respecto del “deambular” (Ramírez 2013Ramírez, Romina. 2013. El barrio, la Iglesia y la escuela: instituciones donde los jóvenes construyen sus biografías. En Quiero escribir mi historia. Vidas de jóvenes en barrios populares, editado por Pablo Francisco Di Leo, y Ana Clara Camarotti, 69-88. Buenos Aires: Biblos.) y la responsabilidad atribuida a ciertos adultos/as (sobre todo, mujeres) por dicha práctica.

A modo de cierre

En este trabajo se recuperaron algunas percepciones de los pibes y las pibas que asisten al Merendero Los Pibes de Villa París, en el cordón conurbano de Buenos Aires, respecto de su barrio. La preocupación por elaborar una memoria propia que retomara sus opiniones se disparó a partir de las obras públicas municipales que se iniciaron a mediados de 2021, sin tener en consideración las dinámicas propias de NNyA y el uso de los espacios comunales. Si bien el proyecto de urbanización en líneas generales fue y es bienvenido por actores niños y adultos, algunos elementos dan cuenta del recorrido que aún falta para que las comunidades puedan participar realmente en el diseño de los espacios que habitan. Sobre todo, si esos vecinos son NNyA, cuya voz es sistemáticamente desoída en sociedades adultocéntricas como la nuestra.

No es menor que esta búsqueda por publicitar las voces niñas haya nacido de uno de los pocos espacios barriales pensado para los/as pibes/as y con ellos/as. Al interior del Merendero, muchas de las actividades que se realizan se piensan en conjunto entre niños/as y adultos/as, siendo esta práctica de excepción, dado que ni en el barrio, ni en los hogares ni en la escuela los NNyA participan de las decisiones que modifican esos entornos. Si bien su presencia es innegable, su voz parece no tener nada que decir o contar de valor para las decisiones que los/as adultos/as luego toman (Szulc 2006Szulc, Andrea. 2006. Antropología y niñez: de la omisión a las ‘culturas infantiles’. En Cultura, comunidades y procesos contemporáneos, editado por Guillermo Wilde, y Pablo Schamber, 25-50. Buenos Aires: Editorial Sb.). Es decir, es una voz sin eficacia política. Para esta investigación, por el contrario, se reconocieron los “conocimientos cotidianos” (Ortiz 2007Ortiz, Anna. 2007. Geografías de la infancia: descubriendo “nuevas formas” de ver y de entender el mundo. Documents d'anàlisi geogràfica 49: 197-216., 201) de los/as pibes/as como valiosos y dignos de consideración. Sus palabras fueron recuperadas en distintas instancias (incluyendo charlas informales, conversaciones telefónicas o entrevistas pautadas), así como su producción visual, que ocurre dentro del espacio merendero. No sólo las propuestas gráficas que nacen en los talleres, sino también su imbricación en la construcción edilicia y estética del Merendero mismo, que permite materializar las elecciones de los/as pibes/as.

Para cerrar, compartimos un episodio suscitado a raíz de las obras señaladas, que motivaron la aparición en el barrio de un móvil de televisión de un importante canal argentino. El periodista quería hablar con los/as vecinos/as para que expresaran sus opiniones sobre estas obras, que se llevaron a cabo gracias a una medida económica del gobierno nacional, conocida como “Aporte solidario y extraordinario para ayudar a morigerar los efectos de la pandemia”.12 12 Ley 27605. Aporte solidario y extraordinario para ayudar a morigerar los efectos de la pandemia. Boletin oficial República Argentina, 18 dic. 2020. Acceso 26 oct. 2021. https://bit.ly/3zYvvT0. Una de las jóvenes de 19 años, que estaba allí presente, se ofreció para dialogar con él, pero el reportero arguyó que ella era “muy chiquita”, que no sabía todo (pese a que nació en ese barrio) y que era mejor hablar con su madre (conversación telefónica, 17 ago. 21). Más allá de las intenciones del periodista, su expresión singular grafica a la perfección el rol que les es dado a NNyA y jóvenes y sus saberes dentro de comunidades que tienen como modelo ideal a la figura del adulto. Esto quedó también expresado en un señalamiento que realizó Marisa Graham, la Defensora de Niños, Niñas y Adolescentes al asumir su gestión en febrero de 2020:

Yo creo que tenemos en relación a niños, niñas y adolescente un corsi e ricorsi, vamos y venimos, hay momentos en que están en la agenda pública y política, siempre con recursos escasos, porque la niñez tiene que pelear el espacio fiscal porque no tiene capacidad de lobby […] Y hay otros momentos en que la niñez y la adolescencia desaparecen hasta de los discursos y de las imágenes, y solo aparecen en momentos de retrocesos cuando son víctimas o victimarios, entonces aparecen “los menores”, desaparecen los niños. Desaparecen como ciudadanos y aparece de nuevo “la minoridad”.13 13 Santoro, Sônia. Entrevista a la nueva Defensora de Niñas, Niños y Adolescentes - Marisa Graham: “La niñez no tiene capacidad de lobby”. Página 12, 29 feb. de 2020. Acceso 26 Oct. de 2021. https://bit.ly/3UIdaS9.

Citamos este fragmento in extenso dado que da cuenta de las distinciones existentes al interior del “universo infantil” (niños vs menores), y sobre todo porque menciona a las infancias populares, a la que pertenecen los niños y niñas con quienes a diario trabajamos. Esta falta de “capacidad de lobby” a la que refiere la funcionaria se vincula con los ideales de participación política, que han dejado de lado a los/as niños/as como actores políticos. Afortunadamente, se están recuperando en la actualidad experiencias de las niñeces organizadas y las historias de los espacios en los que llevan adelante estas prácticas (Morales 2020Morales, Santiago. 2020. Movimientos sociales y participación política de niñas y niños. Crítica y Resistencias. Revista De Conflictos Sociales Latinoamericanos 10: 22-38.; Shabel 2018Shabel, Paula. 2018. “Estamos luchando por lo nuestro”. Construcciones de conocimiento sobre la política de niños y niñas en organizaciones sociales. Tesis doctoral, Universidad de Buenos Aires.; Winckler 2022Winckler, Greta. 2022. Cruce de repertorios: colectivos de niñeces y sus formas políticas. Un aporte desde la Antropología de la Imagen. En Memorias delVI Congreso de la Asociación Latinoamericana de Antropología. Uruguay: ALA.). En esta dirección apunta este trabajo, hilvanado por voces niñas y adultas, con la esperanza de expandir la frontera merendera y repensar “el lugar de los/as pibes/as”, para que la escucha de sus opiniones deje de ser un acto excepcional.

  • 2
    Agradecimientos: este artículo no podría haberse escrito sin la participación y colaboración en la investigación de Mariano E. Lois, estudiante de la carrera de Sociología de la Facultad de Ciencias Sociales de la Universidad de Buenos Aires y educador popular.
  • 3
    Es necesario aclarar que en este trabajo se utilizará de manera indistinta la categoría “niño/niña” o “chico/chica”, aunque la palabra “pibe” o “piba” recupera a la manera en que los/as niños/as de la organización. se autodenominan (por eso forma parte del nombre del Merendero y Centro Cultural).
  • 4
    Nombre ficticio para mantener el anonimato del espacio y los niños y niñas.
  • 5
    Para ver el plan ambiental municipal. Aceceso 28 oct. 2021. https://bit.ly/3DIwgjW.
  • 6
    Estos espacios se dedican a juntar chatarra (residuos de metal, sobre todo hierro), clasificando dichos descartes y vendiéndolos.
  • 7
    Aún no se sabe a ciencia cierta cuál será el destino final de la cancha de tierra.
  • 8
    Los nombres de los adolescentes y la vecina del barrio son ficticios.
  • 9
    Ese día, uno de los educadores había colocado el mural -devenido cuadro- en la flamante cocina del Merendero. El nombre de la niña que comentó el cuadro es ficticio.
  • 10
    En este caso, cabe destacar que la madre de la niña trabaja en una granja municipal y tiene una huerta en su propia casa.
  • 11
    Insistimos en usar el término “Capital”, pese a que el nombre oficial es Ciudad Autónoma, para respetar la categoría nativa.
  • 12
    Ley 27605. Aporte solidario y extraordinario para ayudar a morigerar los efectos de la pandemia. Boletin oficial República Argentina, 18 dic. 2020. Acceso 26 oct. 2021. https://bit.ly/3zYvvT0.
  • 13
    Santoro, Sônia. Entrevista a la nueva Defensora de Niñas, Niños y Adolescentes - Marisa Graham: “La niñez no tiene capacidad de lobby”. Página 12, 29 feb. de 2020. Acceso 26 Oct. de 2021. https://bit.ly/3UIdaS9.
  • Os textos deste artigo foram revisados pela Poá Comunicação e submetidos para validação da autora antes da publicação.

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Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    23 Jun 2023
  • Fecha del número
    Jan-Dec 2023

Histórico

  • Recibido
    28 Oct 2021
  • Acepto
    22 Jun 2022
  • Publicado
    29 Mayo 2023
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