La creciente tendencia a la inseguridad alimentaria observada en los últimos años se ha visto favorecida por la pandemia de COVID-19, provocando consecuencias en la salud mental, tales como el estrés. Nuestro objetivo fue analizar la prevalencia de inseguridad alimentaria en el hogar antes y durante la pandemia de COVID-19 y su asociación con el estrés percibido. Analizamos datos de dos estudios poblacionales realizados en 2019 y 2020-2021 con adultos en Criciúma, Santa Catarina, Sur de Brasil. La inseguridad alimentaria y el estrés percibido se evaluaron con la Escala Brasileña de Inseguridad Alimentaria y la Escala de Estrés Percibido. Las covariables fueron sexo, edad, color de piel, escolaridad, ingresos, situación laboral, estado civil, hacinamiento en el hogar, sobrepeso y calidad de la dieta. Las asociaciones crudas y ajustadas entre la inseguridad alimentaria y el estrés percibido se evaluaron mediante regresión de Poisson. Se evaluó a un total de 1.683 personas. La prevalencia de la inseguridad alimentaria fue del 25,8% en 2019, disminuyendo al 21,6% en 2020. La prevalencia del estrés percibido fue de alrededor del 38% en ambos años. Antes de la pandemia, la inseguridad alimentaria aumentaba la prevalencia del estrés percibido en un 29% (RP = 1,29; IC95%: 1,02; 1,63), pero no se encontró ninguna asociación con COVID-19. Encontramos una prevalencia preocupante de inseguridad alimentaria antes y después de la pandemia, aunque la inseguridad alimentaria y el estrés percibido solo se asociaron en 2019. Es necesaria una evaluación de estos aspectos después del COVID-19 para garantizar los derechos básicos vitales para todos.
Palabras-clave:
Inseguridad Alimentaria; Estrés Fisiológico; Salud Mental; COVID-19