Resúmenes
La posición sexual analizada por Jacques Lacan en su Seminario XX (1973) muestra la estructura de la heterosexualidad normativa: un orden binario de los cuerpos sexuados que asumen dos modos excluyentes de la sexualidad. Esta economía sexual se cifra en la ecuación tener/ser el falo. Frente a esta ética corporal lacaniana, el pensamiento feminista ha planteado otras posiciones sexuales. Propongo analizar el feminismo radical de Monique Wittig, interpretando su El cuerpo lesbiano (1973) como un modo crítico de ser el falo lacaniano, y examinar la crítica de Judith Butler con su falo lesbiano (Cuerpos que importan, de 1993). Butler rompe la lógica binaria excluyente, abriendo la posibilidad a un cuerpo sexuado de ser y tener el falo al mismo tiempo. Por último, analizaré la propuesta de los dildos que Beatriz Preciado plantea en su Manifiesto contra-sexual (2002).
ética sexual; cuerpo lesbiano; dildo; falo; sujeto transgénero
The sexual position analyzed by Jacques Lacan in his Seminar XX (1973) shows the structure of normative heterosexuality: a binary order of the sexed bodies assuming two exclusive modes of sexuality. This sexual economy encodes the equation having/being the phallus. Facing the lacanian body ethics, feminist thought has posed other sexual positions. I propose to analyze Monique Wittig's radical feminism, interpreting The Lesbian Body (1973) as a critical mode of being the lacanian phallus, and to examine Judith Butler's critique in her discussion of the lesbian phallus (Bodies that Matter, 1993). Butler breaks the exclusive binary logic, opening the possibility for a sexed body to be and to have the phallus simultaneously. Lastly, I will examine the proposal of dildoes that Beatriz Preciado raises in her Manifesto contra-sexual (2002).
Sexual Ethics; Lesbian Body; Dildo; Phallus; Transgender Subject
ARTIGOS
Ética corporal y sexuación: plasticidad y fluidez en el sujeto del postfeminismo
Ethics of the body and sexuation: plasticity and flow in the subject of postfeminism
Isabel Balza
Universidade de Jaén, España
RESUMEN
La posición sexual analizada por Jacques Lacan en su Seminario XX (1973) muestra la estructura de la heterosexualidad normativa: un orden binario de los cuerpos sexuados que asumen dos modos excluyentes de la sexualidad. Esta economía sexual se cifra en la ecuación tener/ser el falo. Frente a esta ética corporal lacaniana, el pensamiento feminista ha planteado otras posiciones sexuales. Propongo analizar el feminismo radical de Monique Wittig, interpretando su El cuerpo lesbiano (1973) como un modo crítico de ser el falo lacaniano, y examinar la crítica de Judith Butler con su falo lesbiano (Cuerpos que importan, de 1993). Butler rompe la lógica binaria excluyente, abriendo la posibilidad a un cuerpo sexuado de ser y tener el falo al mismo tiempo. Por último, analizaré la propuesta de los dildos que Beatriz Preciado plantea en su Manifiesto contra-sexual (2002).
Palabras clave: ética sexual; cuerpo lesbiano; dildo; falo; sujeto transgénero.
ABSTRACT
The sexual position analyzed by Jacques Lacan in his Seminar XX (1973) shows the structure of normative heterosexuality: a binary order of the sexed bodies assuming two exclusive modes of sexuality. This sexual economy encodes the equation having/being the phallus. Facing the lacanian body ethics, feminist thought has posed other sexual positions. I propose to analyze Monique Wittig's radical feminism, interpreting The Lesbian Body (1973) as a critical mode of being the lacanian phallus, and to examine Judith Butler's critique in her discussion of the lesbian phallus (Bodies that Matter, 1993). Butler breaks the exclusive binary logic, opening the possibility for a sexed body to be and to have the phallus simultaneously. Lastly, I will examine the proposal of dildoes that Beatriz Preciado raises in her Manifesto contra-sexual (2002).
Key words: Sexual Ethics; Lesbian Body; Dildo; Phallus; Transgender Subject.
"La luz es la mano izquierda de la oscuridad, y la oscuridad es la mano derecha de la luz. Las dos son una, vida y muerte, juntas como amantes en kémmer, como manos unidas, como el término y el camino"
(Ursula LE GUIN, 2000)
Lacan, o ser y tener el falo
En 1973 Jacques Lacan expone en el Seminario XX cuales son las fórmulas de la sexuación. Aquí aparecen las, en palabras de Lacan, "únicas definiciones posibles de la parte llamada hombre y de la parte llamada mujer, para lo que se encuentra en la posición de habitar el lenguaje".1 1 Jacques LACAN, 1981, p. 97. El ser de lenguaje puede inscribirse en la parte hombre, distinguida por la función fálica, o bien en la parte mujer, distinguida por el no-todo, en tanto que veta la universalidad. Lacan afirma que todo ser que habla, más allá de su anatomía, puede ocupar el lado mujer,2 2 "A todo ser que habla, sea cual fuere, esté o no provisto de los atributos de la masculinidad " aún por determinar " le está permitido, tal como lo formula expresamente la teoría freudiana, inscribirse en esta parte. Si se inscribe en ella, vetará toda universalidad, será el no-todo, en tanto puede elegir estar o no en Öx" (LACAN, 1981, p. 97). y, aunque Lacan no lo afirme explícitamente, podemos añadir que también el lado hombre. Para entender estas fórmulas de la sexuación hay que remitirse a la lógica edípica, lógica que aparece ya en textos anteriores.
En 1958 Lacan dedica tanto un capítulo del Seminario de aquel año como uno de los textos recogidos en sus Escritos a la cuestión del falo. Ambos textos llevan por título "La significación del falo". En ellos analiza el complejo de Edipo. Atravesar el Edipo se cifra, en definitiva, en tener el falo o en ser el falo. Aquel que ocupa la posición sexuada 'hombre' es quien tiene el falo. La posición sexuada 'mujer' se define por ser el falo. Ahora bien, ¿qué significa tener el falo y ser el falo? Lacan deja claro que el falo al que se refiere no puede identificarse con el órgano (ni pene, ni clítoris) que simboliza, ni es una fantasía (esto es, un efecto imaginario), ni un objeto. Ni órgano, ni fantasía, ni objeto, ¿qué es entonces el falo? El falo, nos dice Lacan, es un significante destinado a designar los efectos del significado.3 3 "El falo aquí se esclarece por su función. El falo en la doctrina freudiana no es una fantasía, si hay que entender por ella un efecto imaginario. No es tampoco como tal un objeto (parcial, interno, bueno, malo, etc.) en la medida en que ese término tiende a apreciar la realidad interesada en una relación. Menos aún es el órgano, pene o clítoris, que simboliza. Y no sin razón tomó Freud su referencia del simulacro que era para los antiguos. Pues el falo es un significante, un significante cuya función, en la economía intrasubjetiva del análisis, levanta tal vez el velo de la que tenía en los misterios. Pues es el significante destinado a designar en su conjunto los efectos del significado, en cuanto el significante los condiciona por su presencia de significante" (LACAN, 1984, p. 669-670).
Una de las interpretaciones más acertadas de lo que significa tener el falo y ser el falo la construye Gayle Rubin, en 1975, en "El tráfico de mujeres: notas sobre la 'economía política' del sexo". Rubin elabora el concepto de 'intercambio de mujeres' para analizar qué tipo de derechos permiten las relaciones sociales de los sistemas de parentesco estudiados por Claude Lévi-Strauss. Rubin entiende que en estos sistemas de parentesco los hombres tienen derechos sobre las mujeres, no teniendo las mujeres ningún derecho ni sobre los hombres ni sobre sí mismas.4 4 Gayle RUBIN, 1996, p. 56. En este sentido, para Rubin aquél que tiene el falo es quien posee la prenda simbólica intercambiable por una mujer. Y estar desposeída del falo significa no tener ningún derecho al intercambio. De modo que los varones al tener el falo lo que se aseguran es ser sujetos de una serie de derechos y privilegios sobre sus parientes mujeres, mientras que las mujeres, al ser el falo, son mero objeto de intercambio por parte de los hombres.5 5 "Como la niña no tiene 'falo', no tiene 'derecho' a amar a su madre ni a ninguna otra mujer, puesto que ella misma está destinada a algún hombre. No tiene la prenda simbólica que se puede cambiar por una mujer" (RUBIN, 1996, p. 72). Tener el falo significará ser sujeto poseedor de una serie de derechos, mientras que ser el falo significará ser objeto desposeído de derecho alguno. Este orden económico es posible dentro de una estructura heterosexual de la sociedad que las relaciones de parentesco permiten. Porque para Rubin los sistemas de parentesco requieren de una división diádica de los sexos, que incluyen una serie de normas. La heterosexualidad obligatoria es la asunción de esa serie de leyes y normas. De modo que las relaciones de parentesco se fundamentan en una diferencia radical entre los derechos de los hombres y los de las mujeres, otorgando al varón los derechos masculinos, y obligando a las mujeres a ajustarse a sus derechos menguados. Por ello, para subvertir tal economía sexual será necesario subvertir el orden heterosexual.
El cuerpo lesbiano de Monique Wittig
"LESBOS: según la opinión de todas, Lesbos es un lugar particular. Una dicen que sólo las lesbianas frecuentan Lesbos. Otras son de la opinión de que todas las amantes van alguna vez. Las portadoras de fábulas dicen que también ellas van a Lesbos"
(Monique WITTIG, 1981)
Una de las críticas mejor elaboradas a la economía sexual que el orden heterosexual produce la encontramos en la escritora francesa Monique Wittig. En El cuerpo lesbiano, publicado en 1973, están esbozadas las tesis teóricas que, años más tarde, Wittig va a desarrollar en diversos ensayos recogidos en un volumen con el título genérico El pensamiento heterosexual. Esos textos posteriores nos ayudan a interpretar el libro de 1973. Recordemos cuál es la posición teórica de Monique Wittig. El fundamento de su pensamiento es la crítica a lo que denomina pensamiento heterosexual, constituyendo éste "la relación obligatoria social entre el 'hombre' y la 'mujer'".6 6 Monique WITTIG, 2005a, p. 51. Para Wittig, en la crítica a la supuesta naturalidad del género pervive un nudo sin examinar: la relación heterosexual.
Superar esa relación heterosexual obligatoria de carácter cultural supone para Wittig la eliminación de los hombres y las mujeres "en tanto clases y en tanto categorías de pensamiento y de lenguaje".7 7 WITTIG, 2005a, p. 54. La transformación de los conceptos clave por la que aboga Wittig exige pensar una nueva categoría subjetiva que no sea ya ni hombre ni mujer. En este sentido, la tesis principal que Wittig desarrolla es la posibilidad de hallar "una nueva y subjetiva definición de la persona y del sujeto para toda la humanidad",8 8 WITTIG, 2005b, p. 42. pero teniendo en cuenta que esta nueva subjetividad sólo puede estar, a juicio de la autora, "más allá de las categorías de sexo (mujer y hombre)".9 9 WITTIG, 2005b, p. 42. Y Wittig encuentra que es el lesbianismo el lugar social y ontológico adecuado para pensar esta nueva categoría subjetiva. Porque que "las lesbianas no son mujeres", tal y como Wittig proclamó al final de su conferencia de 1980,10 10 Este es el final del texto: "¿Qué es la mujer? Pánico, zafarrancho general de la defensa activa. Francamente es un problema que no tienen las lesbianas, por un cambio de perspectiva, y sería impropio decir que las lesbianas viven, se asocian, hacen el amor con mujeres porque 'la-mujer' no tiene sentido más que en los sistemas heterosexuales de pensamiento y en los sistemas económicos heterosexuales. Las lesbianas no son mujeres" (WITTIG, 2005a, p. 57). supone que las lesbianas se encuentran al margen del sistema social, económico y político de la heterosexualidad, puesto que, para Wittig, la lesbiana se halla más allá de las categorías 'mujer' y 'hombre'. La lesbiana ya no puede ser considerada mujer económicamente, en tanto que ha traspasado las fronteras de la economía heterosexual, en el sentido en el que Rubin explicaba la estructura de esta economía, ya que la lesbiana no es el objeto sexual del intercambio. Pero tampoco se la puede considerar ya mujer ni social ni políticamente, pues la ideología cultural no entiende que la lesbiana adopte los roles de género que se asignan a las mujeres. Y no es tampoco hombre, pues no posee los derechos del intercambio, ni lo es por la corporalidad que encarna, ni por los privilegios políticos que no comparte con los varones. Por ello, en tanto que las lesbianas ocupan una posición descentrada u oblicua en el sistema político, permiten poder pensar un nuevo modo de constitución subjetiva.11 11 La lesbiana de Wittig, como afirma Teresa de Lauretis, no es un individuo con una preferencia sexual determinada, sino una figura conceptual que permite una práctica cognitiva y una forma de conciencia: "Ces critiques échouèrent principalement à voir que 'la lesbienne' n'était pas simplement un individu avec une 'préference sexuelle' personelle ou bien un sujet social avec une simple priorité politique, mais le terme ou la figure conceptuelle pour le sujet d'une pratique cognitive et une forme de conscience qui ne sont pas primordiaux, universels, ou coextensifs à la pensée humaine comme aurait pu le dire Beauvoir, mais qui sont historiquement déterminés et pourtant subjectivement assumés; un sujet excentrique constitué à travers un processus de lutte et d'interprétation; de traduction et de détraduction et de retraduction; une réécriture du soi en relation avec une nouvelle interprétation de la societé, de l'histoire et de la culture" (DE LAURETIS, 2002, p. 44). En este sentido, como veremos, se tratará de lesbianizar a todo sujeto (incluidos los hombres).
Éstas son de modo resumido las tesis principales que Wittig va a desarrollar en textos posteriores a El cuerpo lesbiano. Y estas tesis las encontramos esbozadas y materializadas en el libro de 1973. El cuerpo lesbiano es un texto, podríamos decir, de prosa poética. Aquí, Wittig va a descomponer y a diseccionar el cuerpo femenino, va a desmembrar ese cuerpo, para luego poder construir una nueva corporalidad. Esta destrucción del cuerpo femenino representa la destrucción del lugar que ha ocupado el cuerpo de la mujer en el sistema de la heterosexualidad, es una destrucción de los modos de la subjetividad femenina que han sido posibles en la historia del pensamiento. El libro es además una búsqueda de un nuevo cuerpo que soporte una nueva subjetividad: se trata de la persecución del cuerpo lesbiano que dé cabida al nuevo sujeto lesbiano.
Lo que Wittig pone de manifiesto es que si la identidad subjetiva es una identidad sexuada (tal y como desde la perspectiva psicoanalítica se afirma) y esta identidad sexual pasa por la 'unidad' que la categoría de sexo permite pensar, entonces la integridad corporal que un sistema ideológico permite construir puede ser cambiada. Siguiendo a Diane Chisholm,12 12 Diane CHISHOLM citada por Namascar SHAKTINI, 2002, p. 76. podemos afirmar que el cuerpo lesbiano de Wittig es un anti-cuerpo, puesto que, del mismo modo que su lesbiana no es una mujer, su cuerpo lesbiano tampoco es un cuerpo femenino, pero menos aún lo es de varón. Lo que Wittig afirma con su libro es que el cuerpo femenino ha sido erotizado de un modo determinado (focalizando las zonas erógenas en senos, vagina, incluso clítoris), y que esa erotogeneidad que la ideología heterosexual permite puede ser variada, y que ella en su libro la va a cambiar. Como dice Butler, si la categoría de 'sexo' heterosexual fragmenta el cuerpo reduciendo su erotogeneidad, entonces:
El derrocamiento lésbico del "sexo" pone la mira en las normas sexualmente diferenciadas de integridad corporal, por ser modelos de dominación que dictan lo que "unifica" y hace coherente al cuerpo como cuerpo sexuado. En su teoría y sus obras literarias, Wittig muestra que la "integridad" y la "unidad" del cuerpo, a menudo considerados ideales positivos, sirven a los objetivos de fragmentación, restricción y dominación.13 13 Judith BUTLER, 2001, p. 146. Dice también Butler: "Este es evidentemente el fundamento teórico de El cuerpo lesbiano de Monique Wittig, que sugiere que el cuerpo femenino heterosexualizado se compartimentaliza y se insensibiliza sexualmente. El proceso de desmembrar y remembrar ese cuerpo mediante la relación sexual lesbiana realiza la 'inversión' que revela que el cuerpo supuestamente integrado está totalmente desintegrado y deserotizado, y el cuerpo 'literalmente' desintegrado es capaz de sentir placer sexual en todas las superficies del cuerpo. Es significativo que no haya ninguna superficie estable en estos cuerpos, dado que se considera que el principio político de la heterosexualidad obligatoria determina lo que cuenta como un cuerpo íntegro, completo y anatómicamente discreto. La narración de Wittig (que es a la vez una antinarración) pone en duda esas nociones culturalmente construidas de integridad cultural" (BUTLER, 2001, p. 104).
De lo que se trata es de construir un lugar posible para la constitución del nuevo sujeto lesbiano, más allá de la división diádica de los sexos. Por eso Wittig le desea a su amada ya hacia el final del libro: "[…] que pierdas el sentido de la mañana y la noche de la estúpida dualidad con todo lo que de ella se deriva […] que la estrella negra te corone al fin dándote asiento a m/i lado en el apogeo de la figuración del amor lesbiano m/i más desconocida".14 14 WITTIG, 1977, p. 135.
El anti-cuerpo o cómo construir un sujeto transgenérico
Tras desmembrar el cuerpo de su amada/lectora, afirma Wittig: "Y/o soy la que tiene el secreto de tu nombre".15 15 WITTIG, 1977, p. 121. Estos son algunos de los nombres que la narradora da a su amada: "monstruo adorado"; "m/i muy atroz"; "comedora m/ía de podredumbre m/i más nefasta m/ i más inquietante"; "m/i inmunda"; "monstruo de todos el más cruel"; "abominable dueña"; "monstruo de podredumbre"; "m/i más bello monstruo"; "m/i más atroz"; "m/i desventurada dueña". Ella es quien tiene el secreto del nombre de la amada, pues el cuerpo desmembrado debe ser reconstruido, eso que no tiene nombre hasta ahora debe encontrar su nombre: el cuerpo lesbiano necesita ser denominado para existir y hallar su lugar en lo simbólico.
Estamos de acuerdo con Butler cuando afirma que en esta estrategia de renominación
El nombre confiere un carácter morfológicamente distintivo, y los nombres que rechazan explícitamente el linaje patronímico se convierten en oportunidades de desintegrar la versión (paternal) de integridad corporal así como de reintegrar y reformar otras versiones de coherencia corporal.16 16 BUTLER, 2002, p. 115.
Wittig erotiza lo abyecto dando un lugar al cuerpo lesbiano exiliado de lo simbólico. Ahora bien, ese nuevo nombre que busca la narradora debe señalar la diferencia que mantiene con el cuerpo femenino que en el relato se ha analizado, criticado, deconstruido y rechazado. Porque lo que rechaza Wittig es un modo de gozar de ser el falo en el lenguaje lacaniano para erotizar de otro modo el cuerpo. Los nuevos nombres hablan de los goces silenciados y de los otros cuerpos. Por eso el cuerpo de la amada es un monstruo, porque es ajeno al universo simbólico aceptado por lo social, mas ese monstruo es un monstruo adorado y bello, en tanto que está atravesado por el deseo. El nuevo cuerpo es un cuerpo ambivalente, un cuerpo que debe mantener la distancia con las categorías sexuales que Wittig trata de superar.
Siguiendo a Diane Chisholm,17 17 CHISHOLM citada por SHAKTINI, 2002, p. 76-77. podemos afirmar que el cuerpo lesbiano de Wittig es un cuerpo metáfora, en tanto que no representa un cuerpo real físico o político, puesto que no imagina lesbianas reales ni una relación erótica. Se trataría de una metáfora sin referente literal, que piensa un cuerpo totalmente diferente, un cuerpo político más allá del cuerpo naturalizado históricamente.
Anti-cuerpo, monstruo, cuerpo-metáfora, cuerpo político: el cuerpo lesbiano de Wittig es un cuerpo renombrado que construye así un lugar que permite alojarse al cuerpo femenino en el universo simbólico e histórico. Porque nominar el nuevo cuerpo permite construir un nuevo lugar para el amor lesbiano, un lugar posible hasta ahora negado por la cultura heterosexual. Unos años más tarde, Wittig afirmará la continuidad entre el orden simbólico y el orden político y económico, señalando el modo en que el lenguaje y la abstracción dan forma al cuerpo de aquéllos a quienes oprime. Lo que vemos en El cuerpo lesbiano es entonces un acto de resistencia, un ejercicio filosófico, literario y político en el que se conforma el nuevo cuerpo lesbiano, aquél que no tenía ni lugar (económico, simbólico y político), ni nombre.
El discurso radical del libro de Monique Wittig se cifra en el intento de transfigurar el cuerpo de la amada/lectora, para conseguir una redefinición radical de las mujeres en tanto que sujetos políticos. El amor lesbiano transforma a las amantes y les permite reconstruir sus cuerpos despedazados.18 18 Dice Wittig: "Un vómito m/e domina, y/o m/e ahogo, y/o grito, y/o te hablo, y/o te quiero con una fuerza tan maravillosa que de pronto los fragmentos se unen, no te falta ni un dedo ni un pedazo" (WITTIG, 1977, p. 106). La nueva unidad que el nuevo nombre otorga a las amantes viene dada por el cuerpo lesbiano. La letanía de todas las partes del cuerpo desmembradas comienza con El cuerpo lesbiano, pero su final es también este nuevo nombre que reconstruye y da unidad al nuevo cuerpo político y erótico. Aunque, como afirma Catherine Écarnot, esta nueva unidad mantenga la pluralidad de la sexualidad lesbiana: "Il y a dans Le Corps lesbien une sorte de pluralité infinie, monstrueuse, de la sexualité, qui la désigne comme sexualité lesbienne, une multiplicité qui donne forme à 'ce qui n'a pas de nom'".19 19 Catherine ÉCARNOT, 2002, p. 78.
Además, para Wittig se trata de lesbianizar a todos los sujetos.20 20 Dice Wittig: "[…] estableciendo un sujeto lesbiano como sujeto absoluto donde el amor lesbiano es el amor absoluto" (WITTIG, 2005c, p. 115). Lesbianizar los cuerpos significa, como vimos, construir una nueva posición política y sexual más allá de las categorías binarias de las posiciones sexuales dadas: hombre y mujer. En este sentido, recordemos que Wittig interpreta la barra en el 'y/o' de su libro como signo de exceso que ataca el orden heterosexual en los textos, para transformar lo que se llama amor, "y lesbianizarlos, lesbianizar los símbolos, lesbianizar los dioses y las diosas, lesbianizar a los hombres y a las mujeres".21 21 WITTIG, 2005c, p. 114-115.
El libro de Wittig es un ejercicio de ética sexual en tanto que construye un lugar posible para una posición sexual no simbolizada en la historia del pensamiento. Wittig permite con su texto erotizar el cuerpo abyecto del lesbianismo, construyendo un nuevo cuerpo político, filosófico y erótico. Un cuerpo lesbiano que como el cuerpo cyborg de Donna Haraway pretende abolir y superar la diferencia sexual. Aquélla que encarna el cuerpo lesbiano no es ya mero objeto de intercambio y de goce por parte de los otros, poseedores del falo, del derecho de intercambio. La lesbiana es sujeto y objeto de goce a la vez:22 22 "C'est ce nouveau principe d'integrité du corps qui devient le principe directeur du Corps lesbien. Celle qui habite ce corps lesbien est celle dont le corps est sujet, et non objet. Elle n'est plus un 'corps féminin' avec une destinée biologique imposée, mais une participante active dans un corps à corps égalitaire. N'étant plus confinée dans le statut de l'Autre par rapport à l'homme, comme ne pas avoir par rapport à avoir, ou ne-pas-être par rapport à être, elle est au contraire définie comme lesbienne, et se reflète dans une autre qui est aussi lesbienne. Au lieu d'une annihilation du moi dans l'acte sexuel, il y a récupération du moi; et ce moi n'est pas fétichisé mais construit par la totalité de ses organes, sécretions, fonctions et sensations, tous d'importance égale" (Hélène Vivienne WENZEL, 1985, p. 49). es participante activa en un cuerpo a cuerpo igualitario. En este sentido, podemos decir que es el falo, en tanto que ocupa una posición de goce femenina (todo su cuerpo participa del goce, todo su cuerpo está erotizado), pero que también tiene el falo, en tanto que ha recuperado sus derechos de intercambio: los derechos sobre sí misma. Para Wittig la elección lesbiana es un rechazo de la identidad sexual, en tanto que el nuevo cuerpo y sujetos lesbianos abren una nueva posibilidad de elección que pone en cuestión la dicotomía de las posiciones sexuales establecidas en la cultura heterosexual.
El falo lesbiano de Judith Butler
En un texto publicado en 1993 titulado "El falo lesbiano y el imaginario morfológico",23 23 Texto que forma parte del libro Cuerpos que importan: sobre los límites materiales y discursivos del 'sexo'. Judith Butler analiza la figura de la lesbiana como aquella posición subjetiva en la que se conjugan las dos posiciones sexuadas que Lacan analiza: la de ser el falo, como corresponde al lado sexuado 'mujer', pero también la de tener el falo, como corresponde al lado 'hombre'. Insistiendo en la afirmación lacaniana de que el falo no se corresponde con ninguno de los órganos a los que simboliza, Butler defiende que, por ello mismo, el falo puede identificarse con cualquier órgano: un brazo, una lengua, una mano (o dos), una rodilla, un muslo o un hueso pelviano.24 24 "Consideremos que el hecho de 'tener' el falo puede simbolizarse mediante un brazo, una lengua, una mano (o dos), una rodilla, un muslo, un hueso pelviano, una multitud de cosas semejantes al cuerpo deliberadamente instrumentalizadas" (BUTLER, 2002, p. 139). Butler ahonda en la intuición lacaniana de que la sexuación no se corresponde con la anatomía corporal y analiza las consecuencias éticas y políticas que se derivan de la idea defendida por Lacan de que el sujeto sexuado no está determinado por su sexo anatómico, de que el imaginario corporal se construye al margen de la realidad anatómica. Esta es quizá una de las propuestas teóricas más originales de Butler. Y una de las más criticadas desde posiciones teóricas feministas. Así, por ejemplo, la filósofa y psicoanalista española Natividad Corral25 25 Dice Natividad Corral: " Para Lacan el sujeto es sexuado, sí, pero no está determinado por su sexo, y esto tiene consecuencias. Dicho de otra manera, se trata de un sujeto que no se encuentra representado ni determinado por su imagen sexual anatómica. En él la sexuación no se ve limitada ni condicionada por la anatomía, pues la sexuación es el efecto de una elección de goce relativa al falo" (CORRAL, 2005, p. 161). critica la afirmación lacaniana (y, por ende, está aquí implícita su crítica a las afirmaciones de Butler) de que el sujeto sexuado lo sea al margen de su anatomía. Corral considera que este 'falocentrismo aclínico' es peligroso en tanto que no limita la locura de los sujetos al negar la diferencia sexual y estar, entonces, más allá de los límites que la imagen corporal sexuada proporciona.
El hecho de que el falo no coincida con ninguno de los órganos a los que simboliza muestra su carácter transferible, dúctil y desplazable. Por ello, ningún cuerpo puede apropiarse de la característica de tener el falo porque, al no estar naturalizado su vínculo con la morfología masculina (ha quedado claro que el falo no es el pene), la cuestión de tener el falo remitirá siempre a una idealización de la morfología real de los cuerpos. Por ello Butler afirmará que "una resignificación lesbiana del falo, que depende de los cruces de identificación fantasmática, cuestiona la estabilidad tanto de la morfología 'masculina' como de la femenina".26 26 BUTLER, 2002, p. 137.
En este sentido, Butler construye el concepto de 'falo lesbiano' como aquello que "combina el orden de tener el falo y el de ser el falo; ejerce la amenaza de castración (que en ese sentido es una manera de 'ser' el falo, como las mujeres 'son') y sufre la angustia de castración (y así se dice que 'tiene' el falo y teme su pérdida)".27 27 BUTLER, 2002, p. 133. Creo que la noción de 'falo lesbiano' condensa la crítica a un orden heterosexual, orden encarnado tanto en el orden simbólico como en la morfogénesis corporal, en tanto que postulan dos únicas posiciones sexuales y corporales opuestas. Dado que ningún cuerpo posee el órgano que de modo exclusivo simbolice el falo, cualquier cuerpo puede simbolizarlo. Ahora multitud de órganos pueden encarnar el falo simbólico. La estrategia de Butler consiste en criticar el falomorfismo, al mismo tiempo que trata de producir un nuevo imaginario sexual antiheterosexista. De modo que tanto la integridad del imaginario masculino como del femenino van a quedar afectadas.28 28 BUTLER, 2002, p. 124.
El carácter dúctil y transferible del falo, su plasticidad, es lo que va a permitir construir un nuevo imaginario corporal que pone en cuestión tanto el imaginario corporal masculino dado, como el femenino. Que los cuerpos son plásticos y dúctiles significa que cualquier territorialización del goce que fija los placeres estableciendo qué es lo que corresponde a cada categoría de las sexualidades es fruto de un constructo ideológico. Butler critica así la norma heterosexual de los placeres, pero, en el mismo giro, critica "la ortodoxia feminista sobre la sexualidad lesbiana", en su intento de "circunscribir una morfología específicamente femenina del lesbianismo".29 29 BUTLER, 2002, p. 136. En este sentido, la estrategia teórica de Butler se enmarca en la vía crítica abierta por Monique Wittig con El cuerpo lesbiano.
Para Lacan la sexuación es "el efecto de una elección de goce relativa al falo".30 30 CORRAL, 2005, p. 161. Lo que significa que es el modo de gozar y nunca su morfología lo que sitúa al sujeto en el 'lado hombre' o en el 'lado mujer'. Quien tiene el falo es sujeto del goce, además de poseer los derechos del intercambio; quien es el falo es objeto del goce, no teniendo ningún derecho sobre sí misma. Al confundir el tener y el ser, Butler pretende desestabilizar la lógica de oposición excluyente en la que se basa el intercambio heterosexual. Al construir el concepto de falo lesbiano, Butler recupera para las mujeres los derechos del intercambio y abre la posibilidad de diseñar nuevas formas de goce. Los nuevos erotismos que la plasticidad de los cuerpos permiten desplazan el falo apartándolo de la norma heterosexual.
El dildo translésbico de Beatriz Preciado
"Ser máquina, sentir, pensar, saber distinguir el bien del mal, como el azul del amarillo, en una palabra, haber nacido con inteligencia y un instinto seguro sobre moral, y no ser más que un animal, son, por tanto, cosas no más contradictorias que ser un mono o un loro y saber procurarse placer"
(Julien Offroy LA METTRIE, 2000)
Por último, voy a comentar los análisis que la filósofa española Beatriz Preciado lleva a cabo en su Manifiesto contra-sexual sobre el dildo. La propuesta del Manifiesto contra-sexual de Beatriz Preciado es heredera y sintetiza, de algún modo, el planteamiento de Haraway, de Butler y de Wittig.31 31 Así reivindica Beatriz Preciado su filiación teórica: "La contrasexualidad reivindica su filiación con los análisis de la heterosexualidad como régimen político de Monique Wittig, la investigación de los dispositivos sexuales modernos llevada a cabo por Foucault, los análisis de la identidad performativa de Judith Butler y la política del cyborg de Donna Haraway" (PRECIADO, 2002, p. 21). Preciado construye un concepto, el de 'prótesis de género', que le sirve para pensar la no naturalidad del sexo y el género, su carácter artificial o construido, fruto de procesos de transformación. Preciado estudia la aparición de las prótesis en el periodo de entreguerras, y recuerda que en ese momento la masculinidad se vuelve prostética, dado que los mutilados deben ser reconstruidos para que puedan servir a la industria, tal y como en la guerra habían servido a la industria bélica. Las prótesis representan el momento de paso del modelo del robot al modelo del cyborg. Su definición de prótesis es: "una noción contemporánea de la emergencia de la filosofía moderna, que aparece en torno a 1553 para referirse tanto al suplemento de una palabra con un prefijo, como a la reconstrucción de un cuerpo gracias a un miembro artificial".32 32 PRECIADO, 2002, p. 128. Preciado analiza cómo la incorporación alucinatoria de la prótesis, lo que se llama la sensibilidad del miembro fantasma, rompe con el modelo mecánico del robot, modelo en el que la prótesis es sólo un instrumento que reemplaza a un miembro ausente. Porque lo novedoso de la prótesis es que no sólo reemplaza al miembro tal y como se representa en el modelo mecánico , sino que es la modificación y el desarrollo de un órgano vivo: "El estatuto bordeline de la prótesis expresa la imposibilidad de trazar límites nítidos entre lo 'natural' y lo 'artificial', entre el 'cuerpo' y la 'máquina'".33 33 "La prótesis muestra que la relación cuerpo/máquina no puede comprenderse simplemente como un ensamblaje de partes anodinas y articuladas conjuntamente que cumplen una labor específica. En lo que concierne a la modificación de las actividades vivas del cuerpo orgánico, la prótesis sobrepasa el orden mecánico. La prótesis alucinatoria ya es un cyborg" (PRECIADO, 2002, p. 132).
Un ejemplo excelente de prótesis es para Preciado el dildo. Preciado va a examinar este ejemplo de prótesis para construir una crítica radical a la sexualidad heterosexista.
Para Preciado el dildo es el primer indicador de la plasticidad sexual del cuerpo. El dildo le permite examinar la no naturalidad de los órganos, el carácter construido que éstos presentan.
El concepto de falo que maneja Preciado no es ni el de Butler, ni, por lo tanto, el lacaniano. El falo de Preciado es más bien un instrumento-órgano de goce privilegiado por la cultura. Para criticar este privilegio cultural, Preciado examina el carácter extremo que el concepto de dildo presenta. El dildo se halla entre el pene y el falo, ocupa, dice Preciado, "un lugar estratégico entre el falo y el pene. Va a actuar como un filtro y a denunciar la pretensión del pene de hacerse pasar por un falo".34 34 PRECIADO, 2002, p. 60. Lo que el dildo permite es poner en evidencia que no hay ningún órgano corporal privilegiado para representar el falo. En este sentido, ya Butler en su texto de 1993 sobre el falo lesbiano había señalado que el pene no ocupa una posición orgánicamente privilegiada para representar el falo simbólico. El dildo, artefacto no natural, reemplaza el pene, artefacto natural, y así, también puede simbolizar el falo. El privilegio del pene, añado, le viene dado por el imaginario corporal construido por la cultura.
Aunque Preciado no maneja el concepto de falo en su sentido lacaniano, lo que me interesa de sus análisis es que con su concepto de dildo permite pensar el carácter plástico y fluido de los cuerpos. El dildo de Preciado se corresponde más bien con el falo lesbiano de Butler, añadiendo a esta noción el carácter material que el falo lesbiano de Butler no tenía. A mi juicio, el estatuto fronterizo del dildo, en tanto que situado entre el pene y el falo, es conceptualmente potente si interpretamos el pene como el órgano material y el falo como el significante ubicuo. Lo que quiero resaltar es que este juguete sexual comparte con el pene su carácter material-orgánico, y comparte con el falo y esto es lo que a Preciado se le escapa su carácter simbólico. La potencia del concepto de prótesis viene dada entonces porque presenta un estatuto límite, que impide delimitar con claridad entre lo natural y lo artificial, entre el cuerpo y la máquina, entre lo orgánico y lo inorgánico.
Del órgano material-corporal (pene) y del significante simbólico (falo) pasamos al artefacto material-simbólico (dildo). El dildo está entre el pene y el falo, porque comparte con el pene-órgano el ser material y con el falo-significante el ser plástico, ubicuo y transferible. El dildo como tecnología sexual de resistencia que muestra la plasticidad sexual del cuerpo sitúa la sexualidad, con su carácter prostético, más allá y al margen de la lógica excluyente heterosexual.
Al igual que el falo lesbiano de Butler, el dildo traiciona al órgano anatómico y cualquier cosa puede devenir dildo: "Todo es dildo. Incluso el pene",35 35 PRECIADO, 2002, p. 65. pero del falo lesbiano hemos pasado al dildo translésbico, en tanto que el concepto de dildo trata de borrar las fronteras de los cuerpos sexuados.
Wittig construye a partir del sujeto lesbiano un nuevo sujeto político que se halla más allá de la dicotomía genérica y sexual. Butler quiere multiplicar los sexos, reivindicando la posibilidad de múltiples sexuaciones, al margen de la anatomía corporal. Preciado, por su parte, afirma que la sexuación es móvil, transferible, que las sexualidades son plásticas y prostéticas, pero recuerda que el género no se da sino en la materialidad de los cuerpos.36 36 Lo que Preciado defiende es lo siguiente: "Lo que estoy sugiriendo aquí, es que el sexo y el género deberían considerarse como formas de incorporación prostética que se hacen pasar por naturales, pero que, pese a su resistencia anatómico-política, están sujetos a procesos constantes de transformación y de cambio" (PRECIADO, 2002, p. 134). Los nuevos cuerpos cyborg-wittig son prostéticos y mutantes.
Estas otras éticas corporales desafían el esquema binario que la lógica lacaniana representa, permitiendo nuevas y críticas posiciones sexuales. Ahora no oímos ya el disgusto que las prácticas sexuales de la Jael de El hombre hembra provocan: "Las que se habían escandalizado de que hiciera el amor con un hombre de esa manera, ahora se escandalizan de que haga el amor con una máquina; no hay modo de complacerlas".37 37 Joanna RUSS, 1987, p. 263.
Para terminar quiero esbozar los vínculos teóricos entre el feminismo de Monique Wittig y el feminismo cyborg de Donna Haraway. Podemos afirmar que el cuerpo lesbiano que Wittig construye y propone es afín al cuerpo cyborg que Haraway piensa. Recordemos que el cyborg permite pensar las fronteras que se establecen entre diversas dicotomías tales como las dicotomías entre la mente y el cuerpo, lo animal y lo humano, el organismo y la máquina, la naturaleza y la cultura o los hombres y las mujeres, entre otras. Estos límites son puestos en cuestión por el cuerpo cyborg, en tanto que híbrido que señala "apretados acoplamientos inquietantes y placenteros".38 38 Donna HARAWAY, 1995, p. 257. Es la ironía del cuerpo cyborg la que genera, para Haraway, dualismos antagónicos sin fin.
El cuerpo cyborg de Haraway no acaba en los límites físicos que la piel del cuerpo señala.39 39 Esta es la cuestión para Haraway: "¿Por qué nuestros cuerpos deberían terminarse en la piel o incluir como mucho otros seres encapsulados por ésta? […] Para nosotras, en la imaginación y en otras prácticas, las máquinas pueden ser artefactos protésicos, componentes íntimos, partes amigables de nosotras mismas. No necesitamos un holismo orgánico que nos dé una totalidad impermeable, la mujer total y sus variantes feministas (¿mutantes?)" (HARAWAY, 1995, p. 305-306). Por ello, el cuerpo cyborg es fluido, mostrando la elasticidad de la identidad y de la encarnación sexual: "Los cyborgs pueden considerar más seriamente el aspecto parcial, fluidos del sexo y de la encarnación sexual. El género, después de todo, podría no ser la identidad global, incluso si tiene anchura y calado histórico". La elasticidad y fluidez son también notas que definen el cuerpo lesbiano. Por ello, al igual que el cuerpo lesbiano de Wittig, el cuerpo cyborg de Haraway es un cuerpo monstruoso que permite "el sueño utópico de la esperanza de un mundo monstruoso sin géneros".40 40 HARAWAY, 1995, p. 310.
[Recebido em outubro de 2010 e aceito para publicação em dezembro de 2010]
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Fechas de Publicación
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Publicación en esta colección
18 Mayo 2011 -
Fecha del número
Abr 2011
Histórico
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Acepto
Dic 2010 -
Recibido
Oct 2010