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EL “PROCESO DE SINGULARIZACIÓN” Y LOS INICIOS DE LA HISTORIOGRAFÍA DEL HOLOCAUSTO (1960-1980)1 1 Artículo no publicado en plataforma de preprint. En el artículo se hace referencia a todas las fuentes y bibliografía utilizadas. Este trabajo fue realizado en el marco de una Beca Post-Doctoral de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Argentina).

THE “SINGULARIZATION PROCESS” AND THE BEGINNINGS OF THE HOLOCAUST HISTORIOGRAPHY (1960-1980)

Resumo

En este trabajo indagaremos en las condiciones sociales, políticas y culturales en las que se han enmarcado los inicios de la historiografía académica del Holocausto (1960-1980). Inicios que, como intentaremos mostrar, estuvieron condicionados de diversas maneras por la cuestión de la “uniqueness” (unicidad/singularidad), en términos de lo que denominaremos “proceso de singularización” del Holocausto. Para eso, primero, analizaremos e historizaremos la problemática de la “uniqueness” y desarrollaremos teóricamente la idea-noción de “proceso de singularización”. Luego, propondremos una historización de los fenómenos, actores, textos y debates que han sido hitos fundamentales, tanto académicos como extra-académicos, en el devenir de ese proceso en la etapa 1960-1980, y en los inicios de la historiografía académica del Holocausto, especialmente en los casos de Estados Unidos, Alemania, Francia e Israel, en los cuales nos focalizaremos.

Palavras-chave
Holocausto; Unicidad/Singularidad; Proceso de Singularización; Historiografía del Holocausto; Etapa 1960-1980

Abstract

In this paper we will look into the social, political, and cultural conditions in which the beginnings of academic historiography of the Holocaust (1960-1980) have been framed. Those beginnings, as we will try to demonstrate, were conditioned in various ways by the question of “uniqueness”, in terms of what we will call the “singularization process” of the Holocaust. For that, first, we will analyze and historicize the problem of “uniqueness” and we will theoretically develop the idea-notion of “singularization process”. Then, we will propose a historicization of the phenomena, actors, texts, and debates that have been fundamental milestones, both academic and extra-academic, in the evolution of this process in the 1960-1980 stage, and in the beginnings of the academic historiography of the Holocaust, especially in the cases of the United States, Germany, France, and Israel, on which we will focus.

Keywords
Holocaust; Uniqueness; Singularization Process; Holocaust Historiography; 1960-1980 Stage

Introducción

En la disciplina histórica, la representación del Holocausto ha partido aguas entre posicionamientos éticos, morales y políticos, además de epistemológicos y teórico-metodológicos. Pero, en líneas generales, la historiografía académica se ha colocado en una posición afirmativa respecto de la posibilidad, e incluso necesidad, de representar e intentar explicar este evento. La representabilidad del horror no ha sido un problema específico a tratar para los historiadores, salvo en algunas ocasiones.2 2 Ver Friedlander, 2007a [1992]; Kansteiner; Pressner; Fogu, 2016. Generalmente, han tenido la convicción de que la tarea historiográfica era la más justa para sortear las dificultades de dar cuenta sobre aquel evento, muchas veces en desmedro de otro tipo de representaciones, como por ejemplo del cine y la literatura, a no ser que se ajustaran a los rigores de la disciplina.

A la luz de estas consideraciones, el interrogante disparador que nos ocupa es: ¿en cuáles condiciones sociales, políticas y culturales se ha dado el trabajo de los historiadores y de qué modos han influido ellas en lo decible sobre este acontecimiento extremo en la historia del siglo XX? La trama compleja de hechos, fuentes, interpretaciones, disputas al interior del campo historiográfico, posicionamientos éticos, estéticos, etc., ha evolucionado a lo largo de las décadas y ha habilitado discusiones que ampliaron o restringieron la construcción del conocimiento, por un lado, y su divulgación o no, por otro. Los inicios y las transformaciones al interior de la historiografía del Holocausto dan una muestra cabal de hasta qué punto el conocimiento histórico es el resultado de disputas de fguración. Esto no significa descreer de lo factual, sino afirmar que lo factual nos llega siempre tramado por narraciones y esas narraciones, atravesadas por las formas y fguras que se erigen como válidas en determinados momentos bajo ciertas circunstancias.

En este trabajo propondremos entonces una historización de esos hechos, fuentes, discusiones e interpretaciones para destacar aquellos fenómenos, actores, textos y debates que han sido hitos fundamentales en la confguración del “discurso social” (ANGENOT, 2010ANGENOT, Marc. El discurso social: los límites históricos de lo pensable y lo decible. Traducción de Hilda García. Buenos Aires: Siglo XXI, 2010.) en el que se incardinaron los inicios de la historiografía académica del Holocausto (1960-1980), y que formaron parte de la construcción del conocimiento histórico sobre este evento. Inicios que, como intentaremos mostrar, estuvieron condicionados de diversas maneras por la cuestión de la “uniqueness” (unicidad/singularidad), en términos de lo que aquí denominaremos “proceso de singularización”. En este sentido, sostenemos que es necesario pensar la idea de uniqueness también en relación a la historia del propio desarrollo de la construcción del conocimiento histórico sobre el Holocausto, y de cómo la forma, carácter y las significaciones atribuidas a este evento se fueron moldeando y disputando en ese mismo desarrollo, tanto al interior como al exterior de la historiografía académica, de manera interconectada. Intentaremos mostrar entonces cómo la idea de la “singularidad” del Holocausto fue constituyéndose a través de un “proceso de singularización” y que su “contenido manifesto” fue variando, al confrontarse las posturas que implícita o explícitamente la defendían o rechazaban. Para abordar todas estas problemáticas, primero, analizaremos e historizaremos la cuestión de la “uniqueness” y desarrollaremos teóricamente la idea-noción de “proceso de singularización”. Luego, haremos un recorrido también histórico que exprese el devenir de ese proceso, atendiendo sus principales hitos, tanto académicos como extra-académicos, y los inicios de la historiografía académica del Holocausto, focalizándonos en la etapa 1960-1980, y en los casos de Estados Unidos, Alemania, Francia e Israel.

La cuestión de la “uniqueness” y el “proceso de singularización”

La pregunta acerca de la unicidad y singularidad que presenta el Holocausto constituye una cuestión teórica y metodológica fundamental. Nos llama a revisar las formas que las ciencias humanas y sociales tienen para abordar el estudio del pasado y ponderar los distintos tipos de representaciones. En líneas generales, existe un acuerdo en la disciplina histórica respecto de los desafíos que este evento ha suscitado y suscita a la investigación y representación historiográficas, pero también a la filosofía, la antropología, la memoria, a las distintas ciencias y artes que pretendan abordarlo y explicarlo en sus causas, desarrollos, características, dimensiones, efectos y consecuencias. En este sentido, Saul Friedlander señala que:

El exterminio de los judíos de Europa es tan accesible a la representación y la interpretación como cualquier otro suceso histórico. Solo que en este caso tratamos con un hecho que pone a prueba nuestras tradicionales categorías de conceptualización y representación: un ‘suceso límite’. Lo que hace de la Solución Final un suceso límite es el hecho de ser la forma más radical de genocidio que encontramos en la historia: el intento voluntario, sistemático, industrialmente organizado y ampliamente exitoso de exterminar por completo un grupo humano en el marco de la sociedad occidental del siglo XX. (FRIEDLANDER, 2007b [1992], p. 23FRIEDLANDER, Saul. Introducción. In: FRIEDLANDER, Saul (comp.). En torno a los límites de la representación: el nazismo y la solución final. Buenos Aires: UNQui, 2007b [1992].)

Esta caracterización de la “Solución Final” como un “suceso límite” conlleva la discusión del problema de la “uniqueness” o “unicidad/singularidad” de este evento y a nuestro necesario posicionamiento respecto de ella, dado que la cuestión en torno de si la campaña genocida de los nazis fue “única” o “sin precedentes”, y exclusivamente contra los judíos europeos, ha surgido como uno de los temas más polémicos en los estudios del Holocausto.

En el período inmediatamente posterior a la guerra, sostiene Wulf Kansteiner, la noción de singularidad ayudó a reconocer la enorme responsabilidad moral y política de los alemanes y el Estado de Alemania Occidental, pero también afirmó la diferencia esencial entre el nazismo y la República Federal, entre los ex perpetradores y bystanders y los ciudadanos de la nueva democracia. Inicialmente, los alemanes recordaron sobre todo la dimensión excepcional de la catástrofe nacional caracterizada por la derrota, la destrucción, la ocupación, la pérdida de territorio y la división del Estado. Recién durante la década de 1960, a raíz de las primeras investigaciones sobre el tema, el concepto se reservó gradualmente para la “Solución Final” (KANSTEINER, 1994, p. 170KANSTEINER, Wulf. From exception to exemplum: the new approach to Nazism and the ‘Final Solution’. History and Theory, [s.l.], v. 33, n. 2, p. 145-171, 1994.). Asimismo, durante los ‘60, cuando el término “Holocausto” adquirió un estatus normativo, la singularidad del evento fue vista como derivada de su incomprensibilidad, ya que “la relativa proximidad de los sucesos en un pasado no tan lejano aumentó su magnitud insondable y lo hizo aparecer como algo que estaba completamente fuera de la historia” (ROSENFELD, 1999, p. 30ROSENFELD, Gavriel. The politics of uniqueness: reflections on the recent polemical turn in Holocaust and genocide scholarship. Holocaust and Genocide Studies, [s.l.], v. 13, n. 1, p. 28-61, 1999. ISSN 1476-7937. Disponible en: htps://www.researchgate.net/ publication/31172721_The_Politics_of_Uniqueness_Reflections_on_the_Recent_Polemical_Turn_in_Holocaust_and_Genocide_Scholarship. Acceso en: 15 mayo 2022. DOI: htps://doi.org/10.1093/hgs/13.1.28.
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).3 3 “Académicos tan dispares como Isaac Deutscher y Elie Wiesel se desesperaron por lograr una comprensión histórica adecuada del Holocausto, concluyendo que la respuesta más apropiada era el silencio” (ROSENFELD, 1999, p. 30). Por eso, la idea de la imposibilidad de representación “se encuentra profundamente imbricada con la idea de uniqueness del Holocausto” (ZYLBERMAN, 2013, p. 2ZYLBERMAN, Lior. Ararat: mundos sociales en el cine de Atom Egoyan. In: JORNADAS INTERESCUELAS/DEPARTAMENTOS DE HISTORIA, 14., 2013, Mendoza. Actas. Mendoza: Departamento de Historia, FFyL, Universidad Nacional de Cuyo, 2013. p. 1-16.). Pero la irrepresentabilidad e incomprensibilidad han sido solo una cara de las acepciones que ha tenido la idea de singularidad, ya que con el tiempo siguió siendo entendida por muchos como el carácter fundamental de este evento, aunque visto entonces como representable, explicable y demostrable empíricamente mediante la investigación histórica.

A lo largo de nuestra investigación sobre estas problemáticas, pudimos constatar que casi todas las controversias han girado alrededor de esta misma cuestión. Por un lado, la defensa de la singularidad o unicidad del Holocausto es manifestación de las distintas respuestas defensivas4 4 Ver Bauer, 1978, 1982; Dawidowicz, 1981; Friedlander, 1987; Katz, 1981. tanto contra la tendencia creciente, con el correr de la posguerra, a historizar el Holocausto dentro de las teorías del “totalitarismo”, “fascismo”, “funcionalismo”, “modernidad” y “genocidio”5 5 Ver Arendt, 1998 [1951]; Bauman, 2015 [1989]; Broszat, 1989; Burleigh; Wippermann, 1991; Milton, 1991; Nolte, 1966. , como contra los intentos conservadores de “disminuir” el evento con fines apologéticos o revisionistas.6 6 Ver Hillgruber, 1989; Nolte, 2012 [1986]. Y, por el otro, la singularidad fue cuestionada y en ocasiones rechazada7 7 Ver Bauman, 2015 [1989]; Finkelstein, 2014 [2000]; Stannard, 2009 [1996]; Vidal-Naquet, 1994 [1987]. como parte de una tendencia también creciente a politizar el Holocausto para obtener una ventaja partidista, caracterizada por muchos como la expresión de intereses políticos judíos. Como sostiene Gavriel Rosenfeld, estas dos tendencias crecientes de historización y politización fueron las que, a fines de los años ‘70 y principios de los ‘80, despertaron el interés académico en el concepto de uniqueness y los abundantes intentos de contrarrestarlas (ROSENFELD, 1999, p. 30ROSENFELD, Gavriel. The politics of uniqueness: reflections on the recent polemical turn in Holocaust and genocide scholarship. Holocaust and Genocide Studies, [s.l.], v. 13, n. 1, p. 28-61, 1999. ISSN 1476-7937. Disponible en: htps://www.researchgate.net/ publication/31172721_The_Politics_of_Uniqueness_Reflections_on_the_Recent_Polemical_Turn_in_Holocaust_and_Genocide_Scholarship. Acceso en: 15 mayo 2022. DOI: htps://doi.org/10.1093/hgs/13.1.28.
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). Entre los muchos estudiosos que defendieron la singularidad, la mayoría vio el Holocausto desde la posición teórica del “intencionalismo”8 8 Ver Kershaw, 2006 [1985], p. 144-145. , y lo definió como el primer y único intento de exterminio intencional y total de un grupo humano —los judíos europeos—, por parte de un Estado moderno occidental —el Tercer Reich—, que elaboró y perpetró un plan sistemático para lograr ese fin, la llamada “solución final de la cuestión judía”. Si bien esta definición de unicidad como una combinación de intención e ideología no era la única, su concisión le valió un amplio apoyo entre los académicos, así como un estatus más o menos normativo en un discurso más amplio (ROSENFELD, 1999, p. 36ROSENFELD, Gavriel. The politics of uniqueness: reflections on the recent polemical turn in Holocaust and genocide scholarship. Holocaust and Genocide Studies, [s.l.], v. 13, n. 1, p. 28-61, 1999. ISSN 1476-7937. Disponible en: htps://www.researchgate.net/ publication/31172721_The_Politics_of_Uniqueness_Reflections_on_the_Recent_Polemical_Turn_in_Holocaust_and_Genocide_Scholarship. Acceso en: 15 mayo 2022. DOI: htps://doi.org/10.1093/hgs/13.1.28.
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).

Luego, a raíz de las discusiones en torno de la “normalización” del Holocausto en Alemania Occidental durante el Historikerstreit (1986-1987)9 9 Ver Habermas; Nolte; Mann, 2012; Maier, 1988; Traverso, 2012 [2011]. , los académicos comprometidos con el concepto de unicidad resolvieron redoblar su defensa y comenzaron a aparecer así nuevos estudios que lo reafirmaron durante la década de 1990.10 10 Ver Goldhagen, 1997 [1996]; Katz, 1994, 2009 [1996]; Lipstadt, 1993. La obra The Holocaust in Historical Context de Steven Katz (1994)KATZ, Steven. The Holocaust in historical context. New York: Oxford University Press, 1994. es quizás el más extenso trabajo que defende la comprensión del Holocausto como un evento histórico único, sin precedentes y posteriormente incomparable (SHANDLER, 1999, p. 305SHANDLER, Jeffrey. While America watches: televising the Holocaust. New York: Oxford University Press, 1999.). A diferencia de eruditos como Friedlander (1987)FRIEDLANDER, Saul. Réfexions sur l’historisation du national-socialisme. Vingtième Siècle, revue d’histoire, París, n. 16, p. 43-54, 1987. ISSN 1950-6678. Disponible en: htps://www. persee.fr/doc/xxs_0294-1759_1987_num_16_1_1922. Acceso en: 15 mayo 2022. DOI: htps://doi.org/10.3406/xxs.1987.1922.
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, quien inicialmente vio la singularidad del Holocausto como una barrera para su historización, Katz quería específicamente historizar el Holocausto para demostrar fenomenológica y empíricamente su singularidad, contrastándolo con otros casos de asesinatos masivos, y sosteniendo que el concepto de genocidio se aplica solo cuando hay una intención materializada, por más exitosa que sea o no, de destruir físicamente a un grupo entero (definido como tal por los perpetradores). Katz elevó así al Holocausto como el único caso verdadero de genocidio que ha ocurrido, excluyendo de esta categoría a todos los otros casos que han sido interpretados de este modo, lo cual generó fuertes reacciones críticas a su proyecto (ROSENFELD, 1999, p. 37ROSENFELD, Gavriel. The politics of uniqueness: reflections on the recent polemical turn in Holocaust and genocide scholarship. Holocaust and Genocide Studies, [s.l.], v. 13, n. 1, p. 28-61, 1999. ISSN 1476-7937. Disponible en: htps://www.researchgate.net/ publication/31172721_The_Politics_of_Uniqueness_Reflections_on_the_Recent_Polemical_Turn_in_Holocaust_and_Genocide_Scholarship. Acceso en: 15 mayo 2022. DOI: htps://doi.org/10.1093/hgs/13.1.28.
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). Por ejemplo, en 1996 apareció el desafío más contundente a la noción de unicidad con la publicación de la primera edición de la antología de Alan Rosenbaum, Is the Holocaust Unique?: Perspectives on Comparative Genocide (2009 [1996]). Allí, Katz (2009 [1996])KATZ, Steven. The uniqueness of the Holocaust: the historical dimension. In: ROSENBAUM, Alan (ed.). Is the Holocaust unique?: perspectives on comparative genocide. Boulder: Westview Press, 2009 [1996]. expresa sintéticamente su defensa de la uniqueness, y el resto de los académicos participantes la desafían, basándose también en argumentaciones empíricas, mediante el estudio de muchos de los casos a los que Katz y otros autores les habían negado la categoría de genocidio y/o el derecho de incluirse como parte de las víctimas del Holocausto a la par de los judíos europeos (tal como el caso gitano, la esclavización de africanos para el comercio atlántico, el armenio, la gran hambruna en Ucrania, el ruandés y el camboyano, entre otros). Las críticas no se quedan allí: cuestionan los usos de la noción, sus límites teóricos e implicancias éticas, políticas y epistemológicas.11 11 Por ejemplo, Stannard denuncia la “unicidad como negacionismo” de otros genocidios (STANNARD, 2009 [1996], p. 330). Asimismo, como sostiene Kansteiner, desde la década de 1990, a raíz de los desafíos presentados principalmente por la microhistoria y los estudios de orientación posestructuralista, se puede ver un progresivo cambio paradigmático en la concepción del nazismo y el Holocausto. Desde entonces pasan de ser considerados eventos excepcionales y únicos a ser entendidos como ejemplares y comparables, esto es, se afirma que “caen dentro del espectro continuo de los mundos modernos posibles, un espectro que contiene nuestras propias prácticas sociales” (KANSTEINER, 1994, p. 147KANSTEINER, Wulf. From exception to exemplum: the new approach to Nazism and the ‘Final Solution’. History and Theory, [s.l.], v. 33, n. 2, p. 145-171, 1994.). Lior Zylberman plantea que en la actualidad encontramos un nuevo consenso que concibe el Holocausto como el prototipo, paradigma, de los genocidios; a la vez que, junto con este carácter, la Shoah también “se ha vuelto un símbolo transnacional, siendo apropiada por las di versas comunidades internacionales para legitimar sus propias luchas sociales —pasadas y futuras— y para sustentar las propias demandas morales de reconocimiento y justicia” (ZYLBERMAN, 2015, p. 62ZYLBERMAN, Lior. La construcción de la Shoah como paradigma de los genocidios del siglo XX. Sociales en debate, Buenos Aires, n. 8, p. 57-63, 2015.).

De este proceso de emergencia y cuestionamiento a la noción de uniqueness, en este trabajo se retoma y subraya que, a partir de la década de 1960, se puede ver un importante giro en la conciencia pública sobre el genocidio judío, ya que en los Estados Unidos, Alemania, Francia e Israel suceden distintos eventos, así como aparecen distintos actores y representaciones que “destacan y singularizan la catástrofe y que tienen resonancias globales” (BAER, 2006, p. 69BAER, Alejandro. Holocausto, recuerdo y representación. Madrid: Losada, 2006.). Ahora bien, para explicitar y desarrollar nuestra perspectiva general, consideramos fundamental distinguir entre la noción de “unicidad/singularidad” y lo que denominamos “proceso de singularización” del evento. Aquí atendemos al proceso en que se produjo esta “singularización”, en sus distintas formas, y no a la asignación de un carácter per se al evento, que conllevan tanto la noción de “uniqueness” como la visión opuesta que defende la “comparabilidad”. Justamente, consideramos que hablar de “proceso de singularización” implica indagar en cómo a través del tiempo fue dándosele un lugar y carácter específicos a los eventos que comenzaron denominándose “atrocidades nazis”, a los que luego fueron adjudicándoseles otros nombres —Auschwitz, Holocausto, Shoah, genocidio, etc.— que conllevaban distintas implicancias ético-políticas, estéticas y epistemológicas, diferentes significados y periodizaciones en conficto. Todos estos nombres expresan a su vez cambios en el “discurso social” en que se han incardinado según las épocas.12 12 Sobre las definiciones y usos de los términos Holocausto, Shoah, “Solución Final”, exterminio y genocidio, entre otros, ver Sneh, 2012.

Así, intentaremos mostrar cómo (más allá de si pueden y/o deben ser entendidos o no como únicos, exclusivos y singulares) estos eventos fueron singularizados a lo largo de todo un proceso histórico, social, político y cultural (1960-1980), mediante diversas estrategias, artefactos, dispositivos, fguras y formas. Este proceso de singularización dio pie y acompañó lo que muchos han llamado “mitificación” y “universalización”, esto es, la globalización del discurso del Holocausto como “tropos universal del trauma histórico” (HUYSSEN, 2007 [2001], p. 17HUYSSEN, Andreas. En busca del futuro perdido: cultura y memoria en tiempos de globalización. Traducción de Silvia Fehrmann. Buenos Aires: FCE, 2007 [2001].), caracterizaciones ampliamente debatidas y cuestionadas desde mediados de la década de 1990. Entendida así, la “singularidad” deviene entonces de un proceso histórico discursivo y representacional de “singularización” —que, por un lado, diferencia y distingue el evento respecto de otros previos y posteriores y pone el énfasis en su carácter judío y único, y que, por otro, cuestiona y refuta ese carácter, historizando el evento y comparándolo con otros— y no del “descubrimiento” de una naturaleza o carácter esencial del evento per se.

Es interesante recuperar ahora los aportes que realiza Kansteiner a esta cuestión, primero, al analizar la noción de singularidad a la luz de la teoría de la escritura histórica de Hayden White (2014 [1973])WHITE, Hayden. Metahistoria: la imaginación histórica en la Europa del siglo XIX. Traducción de Stella Mastrangelo. México: Fondo de Cultura Económica, 2014 [1973]. y señalar, por ejemplo, que este concepto puede ser entendido como “una forma específica de entramado que excluye todo tipo de equivalencias fgurativas entre el nazismo y su contexto histórico, como la continuidad histórica y la similitud cualitativa” (KANSTEINER, 1994, p. 167KANSTEINER, Wulf. From exception to exemplum: the new approach to Nazism and the ‘Final Solution’. History and Theory, [s.l.], v. 33, n. 2, p. 145-171, 1994.). Y, segundo, al presentar y analizar la uniqueness como una “metáfora” que tuvo su emergencia y caída en la historiografía alemana, la cual estaba caracterizada predominantemente por la forma metonímica del discurso. Según el autor, los historiadores alemanes de la República Federal importaron, temporalmente (desde principios de la década del ‘80 hasta su desmantelamiento después del Historikerstreit), el concepto de singularidad del Holocausto como una “muleta metafórica” que les ayudó a definir un terreno común más allá de las divisiones internas, y a alinearse con gustos interpretativos de otros países occidentales, especialmente Estados Unidos e Israel. Esta adopción fue uno de los signos más visibles de una crisis de identidad, porque puso en duda tanto los protocolos lingüísticos tradicionales para hacer historia como la ilusión referencial sostenida por la prosa historiográfica convencional, en la medida en que las preocupaciones metalingüísticas y la búsqueda de símbolos ocuparon un lugar central, aunque breve. Entonces, las discusiones sobre la teoría histórica en la década de 1970 y la aceptación temporal del “símil negativo” — que el Holocausto es diferente a cualquier otro evento — marcaron “la intrusión perturbadora de la metáfora en un ambiente discursivo decididamente metonímico” (KANSTEINER, 2009 [1996], p. 272-273KANSTEINER, Wulf. The rise and fall of metaphor: German historians and the uniqueness of the Holocaust. In: ROSENBAUM, Alan (ed.). Is the Holocaust unique?: perspectives on comparative genocide. Boulder: Westview Press, 2009 [1996].), a la vez que un evento mediático, la emisión en 1979 de la serie de TV estadounidense Holocausto (Chomsky, 1978), reveló que los historiadores ya no eran los guardianes de la conciencia histórica nacional (KANSTEINER, 2006, p. 42KANSTEINER, Wulf. In persuit of German Memor y: histor y, television, and politics after Auschwitz. Ohio: Ohio University Press, 2006.).

Tomando los aportes de Kansteiner y de White, por un lado, podemos entender y analizar la noción de singularidad también como una metáfora. En este punto, es importante explicar la diferencia entre metáfora y metonimia para ver por qué la singularización es metafórica y no metonímica. Es decir, la diferencia entre estrategias reductivas, científicas metonímicas y estrategias dispersivas metafóricas. En otras palabras, la fguración metafórica está dirigida a mostrar que, aun cuando demos todas las características objetivas del evento Holocausto que lo hacen único, esto no lo diferencia de otros eventos pues todos los eventos son únicos en ese sentido. La fguración metafórica llama la atención sobre algo que excede la unicidad objetiva u ontológica para implicar algo moral. La singularidad es metafórica porque implica, por ejemplo, el imperativo moral de la memoria, de no banalizar ni minimizar el sufrimiento de las víctimas de la “Solución Final”, y de la no repetición en el presente y en el futuro del horror. Por otra parte, en la fguración metonímica, lo moral puede quedar encubierto. Kansteiner pone de ejemplo al discurso histórico, que se construye sobre el principio de que su lenguaje y temas refejan contigüidades existenciales reales de mundos pasados, entendidas como caracterizaciones objetivas (no morales) de esos mundos, que pueden ser explicadas mediante relaciones de causa y efecto. Desde nuestra óptica, lo que singulariza el Holocausto es una fguración moral y no características ontológicas. Por otro lado, los aportes de Kansteiner y de White también nos dejan constatar que las diversas disputas en torno a la noción de singularidad y a las fguraciones de estos eventos a lo largo del tiempo están estrechamente vinculadas al problema de la representación. Es decir, a la búsqueda de una correspondencia o adecuación directa entre los eventos y sus representaciones, “correspondencias” que varían, a su vez, según lo que se conciba como “lo adecuado” (estética, ético-política y epistemológicamente) en cada momento del discurso social en el que cada representación se incardina.

Finalmente, encontramos que la cuestión de la “singularidad” se expresa también en las inquietudes que recuperamos de Friedlander acerca de si se puede discutir teóricamente sobre el exterminio de los judíos en Europa y si no es inaceptable que se debatan de manera formal y abstracta las cuestiones referidas a esta catástrofe. Friedlander sostiene que esto sería inaceptable:

Si estos abstractos asuntos no guardaran una relación directa con la forma en que la cultura contemporánea remodela la imagen del pasado. El recuerdo actual del nazismo y sus crímenes está bajo la influencia directa de los giros intelectuales que se dan en el mundo. (FRIEDLANDER, 2007b [1992], p. 22FRIEDLANDER, Saul. Introducción. In: FRIEDLANDER, Saul (comp.). En torno a los límites de la representación: el nazismo y la solución final. Buenos Aires: UNQui, 2007b [1992].)

Por eso, identificar y analizar las influencias y giros de la cultura contemporánea en el análisis y representación de estos eventos es parte fundamental de la construcción del conocimiento histórico acerca de ellos. A su vez, entendemos que no es posible seguir pensando seriamente en estos eventos desde la disciplina histórica sin incluir las múltiples formas en que se vinculan con la mercantilización y la espectacularización en películas, programas de T V, museos, fotografías, sitios de Internet, historietas, etc. (HUYSSEN, 2007 [2001], p. 24HUYSSEN, Andreas. En busca del futuro perdido: cultura y memoria en tiempos de globalización. Traducción de Silvia Fehrmann. Buenos Aires: FCE, 2007 [2001].). Algunas de estas múltiples formas serán presentadas en lo que sigue.

El proceso de singularización y los inicios de la historiografía del Holocausto (1960-1980)

Como ya adelantamos, a partir de inicios de la década de 1960 podemos encontrar un importante giro en la conciencia pública occidental sobre el genocidio judío. En Estados Unidos, Alemania, Francia e Israel sucedieron distintos fenómenos fundamentales en el proceso de singularización del evento, su difusión y la apropiación pública general, más allá de las manifestaciones expresadas intracomunitariamente por las respectivas comunidades judías. Los primeros años de esta década fueron claves para la construcción del conocimiento histórico sobre el Holocausto y el inicio y devenir de la historiografía especializada por la emergencia de diversos acontecimientos, la aparición de dos textos específicos, y de otros fenómenos que les sucedieron, como veremos a continuación.

En primer lugar, uno de los criminales de guerra nazi más buscados en la posguerra, Adolf Eichmann, fue localizado en el Gran Buenos Aires, en 1960, gracias al aviso de un anciano judío sobreviviente, Lothar Hermann, al Mossad, que con sus investigaciones secretas y mediante la “Operación Garibaldi” logró capturarlo y deportarlo clandestinamente hacia Israel, donde fue juzgado, sentenciado a muerte y ejecutado. Entre abril y mediados de diciembre de 1961, se desarrolló el juicio en Jerusalén.13 13 Sobre la captura y el juicio a Eichmann, ver Arendt, 2003 [1963]; Cesarani, 2011; Rein, 2010. Este acontecimiento tuvo una relevancia muy importante por varios motivos. Por empezar, como señala Alejandro Baer, en Estados Unidos, se tradujo la palabra hebrea Shoah (destrucción o catástrofe) que fue empleada en el juicio por “Holocausto”, marcando la primera vez que este término se usó para describir la persecución y asesinato de los judíos europeos. Al mismo tiempo, en Israel, el juicio se tradujo como un “acto de pedagogía nacional de la memoria”, y en el inicio de un proceso en que el Holocausto penetró la identidad de los israelíes gestando “una memoria compartida por todos los ciudadanos del Estado judío, y no solo por los supervivientes” (BAER, 2006, p. 69BAER, Alejandro. Holocausto, recuerdo y representación. Madrid: Losada, 2006.).

La difusión internacional por radio y televisión del juicio dio lugar, a su vez, al comienzo de una amplia refexión académica y extra-académica sobre la singularidad del Holocausto en el contexto de la Segunda Guerra. Contribuyó a reformular el relato sobre lo ocurrido en Europa entre 1933 y 1945 originado en los Juicios de Núremberg porque “logró que se superaran los estereotipos de héroe-mártir, traidor-colaborador, víctima que se entrega sin luchar, al exponer las duras experiencia de todos los sobrevivientes” (ALBARRACÍN; PERIS, 2012, p. 12ALBARRACÍN, Andrea; PERIS, Alejandra. A 50 años del juicio a Adolf Eichmann: reflexiones históricas sobre el proceso judicial. In: JORNADAS DE HISTORIA MODERNA Y CONTEMPORÁNEA, 8., 2012, Buenos Aires. Actas. Buenos Aires: Departamento de Historia, FFyL-UBA, 2012. p. 1-17.).14 14 Es importante tener en cuenta que el Holocausto —entendido como el exterminio de los judíos europeos— no fue el centro de atención en Núremberg. Ver Bazyler, 2017; Douglas, 1995; Marrus, 1998. Como sostiene Jeffrey Shandler, el juicio a Eichmann fue “el primer gran esfuerzo público para conceptualizar el Holocausto como un capítulo discreto de la historia (…) que se definió como un fenómeno centrado en los esfuerzos nazis para exterminar a los judíos europeos” (SHANDLER, 1999, p. 84SHANDLER, Jeffrey. While America watches: televising the Holocaust. New York: Oxford University Press, 1999.). A su vez, el juicio representó un momento catártico de liberación de la palabra, porque un gran número de sobrevivientes acudieron allí para brindar su testimonio, gracias al cual el mundo tomaba conciencia de la amplitud del genocidio judío que aparecería desde entonces como un “crimen monstruoso y sin precedentes”, ya que esos testimonios dramáticos mostraban que “la herida aún estaba abierta y todavía sangraba” (TRAVERSO, 2011 [2005], p. 46-47TRAVERSO, Enzo. El pasado, instrucciones de uso. Traducción de Lucía Vogelfang. Buenos Aires: Prometeo, 2011 [2005].).

Annete Wieviorka sostiene que el juicio a Eichmann abrió una nueva era en la cual la memoria del genocidio se volvió fundamental para la forma en que muchos definieron la identidad judía, cuando el Holocausto empezó a ser admitido en la esfera pública. La autora denominó este momento crucial como “el advenimiento del testigo”, inicio del proceso que desembocará a mediados de los ’90 en “la era del testigo”, que fue poderosamente innovador. Fue la primera vez en que un juicio se propusiera explícitamente dar una lección de historia: el Holocausto fue vinculado a cuestiones de pedagogía y transmisión, y se convirtió en un tema de estudio importante, ya que ahora estaba presente en muchos países y de varias formas. También, por primera vez, un historiador, Salo Baron, fue llamado para proporcionar un marco histórico al proceso judicial (WIEVIORKA, 2006 [1998], p. 56-57WIEVIORKA, Annete. The era of the witness. Nueva York: Cornell University Press, 2006 [1998].).

El juicio a Eichmann, a la vez que incitó a las víctimas a hablar públicamente, creó una demanda social de testimonios, tal como lo harían otros juicios en Francia y Alemania. Con este juicio, los sobrev iv ientes adquirieron la “identidad social de sobrev ivientes”. La sociedad los reconoció como tales, lo que conllevaba una nueva función: ser los “portadores de la historia”. El “advenimiento del testigo” transformó profundamente las condiciones mismas para escribir la historia del genocidio, a la vez que la fgura del testigo se convirtió en una “encarnación de la memoria”, atestiguando el pasado y su presencia continua, y el genocidio quedó en el imaginario social como una “sucesión de experiencias individuales con las que se suponía que el público debía identificarse” (WIEVIORKA, 2006 [1998], p. 87-88WIEVIORKA, Annete. The era of the witness. Nueva York: Cornell University Press, 2006 [1998].). Aunque las polémicas que siguieron al juicio de Eichmann dieron un impulso decisivo a la investigación histórica, el advenimiento de la fgura del testigo como aspecto principal del juicio no había sido percibido en general por los historiadores (WIEVIORKA, 2006 [1998], p. 95WIEVIORKA, Annete. The era of the witness. Nueva York: Cornell University Press, 2006 [1998].).

En Alemania Occidental también se dieron cambios importantes durante esta etapa. La víctima ya no será la población alemana, sino los perseguidos por el nazismo, lo cual no hubiera sido posible sin un relevo generacional que reaccionara y planteara preguntas sobre la responsabilidad de los padres y adultos durante el nazismo, lo cual también tuvo un correlato en los nuevos historiadores que comenzaron a indagar más específicamente sobre la “Solución Final”, como sostiene Kansteiner (2009 [1996])KANSTEINER, Wulf. The rise and fall of metaphor: German historians and the uniqueness of the Holocaust. In: ROSENBAUM, Alan (ed.). Is the Holocaust unique?: perspectives on comparative genocide. Boulder: Westview Press, 2009 [1996].. Estos cambios pueden verse también, según Wieviorka, en dos fenómenos entrelazados: 1) la extensión del debate sobre la Vergangenheitsbewältigung (superación o doma del pasado), un término nuevo que refeja la existencia de un pasado de culpabilización y un trauma irresuelto; y 2) los primeros juicios alemanes contra criminales nazis que comienzan a dirigir la atención pública sobre las víctimas y a hacerlas visibles (WIEVIORKA, 2006 [1998], p. 96WIEVIORKA, Annete. The era of the witness. Nueva York: Cornell University Press, 2006 [1998].). Por ejemplo, en los Procesos de Auschwitz, que tuvieron lugar en Frankfurt entre diciembre de 1963 y agosto de 1965, testificaron cuatrocientos supervivientes procedentes de diecinueve países, y tuvieron una importante repercusión mediática (BAER, 2006, p. 70BAER, Alejandro. Holocausto, recuerdo y representación. Madrid: Losada, 2006.).

Como sintetiza Kansteiner (2009 [1996])KANSTEINER, Wulf. The rise and fall of metaphor: German historians and the uniqueness of the Holocaust. In: ROSENBAUM, Alan (ed.). Is the Holocaust unique?: perspectives on comparative genocide. Boulder: Westview Press, 2009 [1996]., el “silencio de la era de la posguerra”15 15 Ver Bier, 1980; Gay, 2020; Sebald, 2010 [1999]. terminó aquí a fines de los ‘50 y principios de los ‘60, cuando el legado de los crímenes nazis y la cuestión del antisemitismo alemán de la posguerra se plantearon a través de una serie de escándalos y juicios: una ola de grafftis antisemitas, el juicio a Eichmann y más tarde los Procesos de Auschwitz, entre otros incidentes, causaron importantes transformaciones en la cultura histórica de Alemania Occidental. Por primera vez, la cuestión de cómo llegar a un “acuerdo con el nazismo” encabezó la agenda política nacional y una nueva generación de historiadores, que habían sido adultos jóvenes al final de la guerra, participaron en este punto de infexión. Varios especialistas en el área de la historia contemporánea, en su mayoría asociados con el Institut für Zeitgeschichte en Múnich, escribieron como expertos para los tribunales alemanes con el fin fde ayudar en disputas legales sobre la restitución a las víctimas del régimen nazi, y sobre la restitución de ex funcionarios que habían perdido sus cargos durante la ocupación aliada. Y, especialmente en la década del ‘60, apoyaron esfuerzos renovados para llevar a juicio a los perpetradores nazis. Esos estudios formaron el núcleo de las primeras investigaciones alemanas sistemáticas sobre el desarrollo de la “Solución Final” y el universo de los campos de concentración nazis. No obstante, la investigación de la década de 1960 se vio restringida por las necesidades de los tribunales. Por eso, señala Kansteiner, en sus esfuerzos por ayudar a determinar la culpa y la inocencia, los historiadores se centraron en los procesos administrativos de toma de decisiones y, especialmente, en el papel del escalón más alto del liderazgo nazi, lo cual resultó en que las víctimas del Holocausto no aparecieron en el campo de investigación historiográfica de entonces, y las estrechas conexiones e interdependencias entre las diversas campañas nazis de limpieza étnica, guerra racial y asesinatos en masa eludieron el escrutinio histórico (KANSTEINER, 2009 [1996], p. 276KANSTEINER, Wulf. The rise and fall of metaphor: German historians and the uniqueness of the Holocaust. In: ROSENBAUM, Alan (ed.). Is the Holocaust unique?: perspectives on comparative genocide. Boulder: Westview Press, 2009 [1996].).

Otro fenómeno relevante para la historiografía académica, sucedido en el año 1961, fue la publicación de La destrucción de los judíos europeos de Raul Hilberg (2005 [1961])HILBERG, Raul. La destrucción de los judíos europeos. Traducción de Cristina Piña Aldao. Madrid: Akal, 2005 [1961].. Una obra monumental que tuvo dificultades en los años previos para ser editada16 16 Hilberg envió el manuscrito a diferentes editoriales, pero la mayoría lo rechazó. Una fue Princeton University Press, la cual “le había pedido a una ‘experta’ que lo revisara. La revisora rechazó el potencial del libro con el argumento de que no agregaba nada nuevo al conocimiento del tema. Esta ‘experta’ era Hannah Arendt”. Años después, Arendt utilizó la obra de Hilberg casi como fluente primaria para su obra de 1963 (FINCHELSTEIN, 2010, p. 42). y que luego, principalmente a partir de mediados de los ‘80, fue elevada a obra de referencia sobre el tema (TRAVERSO, 2011 [2005], p. 44-46TRAVERSO, Enzo. El pasado, instrucciones de uso. Traducción de Lucía Vogelfang. Buenos Aires: Prometeo, 2011 [2005].). El devenir del tiempo y las investigaciones la transformaron en “canónica”, en “narrativa maestra”, y hoy en día se reconoce a Hilberg como “fundador del campo” (FINCHELSTEIN, 2010, p. 24-26FINCHELSTEIN, Federico. El canon del Holocausto. Buenos Aires: Prometeo, 2010.), dada la magnitud y longevidad de su empresa: en términos de indagación e investigación espacio-temporal, de las fluentes primarias y secundarias estudiadas, de su originalidad e influencia de largo plazo en el campo historiográfico especializado, en las ciencias humanas y sociales, y en la cultura y el arte que han representado los eventos en cuestión. Además, como señala Federico Finchelstein, esta obra fue el primer paso hacia el abandono — nunca total ni definitivo, cabe aclarar — de las categorías del antisemitismo y la ideología para interrogar al Holocausto.17 17 Según Finchelstein, la originalidad de Hilberg no radicaba en ser el primer académico en trabajar el tema, sino en su amplio trabajo con archivos, y en que “la forma y el contenido del libro sugerían una narrativa más abarcadora, sustentada por aparatos narrativos más totalizadores y un énfasis metodológico en el historicismo”, “una morfología del proceso de exterminio que superó los esfuerzos tanto de Poliakov [1954 [1951]] como de Reitlinger [1953] por entender las características particulares del acontecimiento” (FINCHELSTEIN, 2010, p. 27-28). Casi ninguno de los enfoques historiográficos posteriores logró desprenderse de la estructura binaria interpretativa que se expresó, por un lado, con la obra de Hilberg, y por otro, con la de León Poliakov (1954 [1951])POLIAKOV, León. Breviario del odio: el Tercer Reich y los judíos. Buenos Aires: Stilcograf, 1954 [1951]., de los primeros historiadores de Yad Vashe m y de autores como Lucy Dawidowicz (1986 [1975])DAWIDOWICZ, Lucy. The War against the Jews 1933-1945. New York: CBS Educational and Professional Publishing, 1986 [1975]., que también enfatizaron el rol de la ideología antisemita para explicar el exterminio. Finchelstein señala que los dos paradigmas representados por estos dos conjuntos de obras se presentaban como “narrativas totalizadoras”, y que muchas de las perspectivas historiográficas y polémicas posteriores se encontraron “incrustadas” en estos dos paradigmas, denominados “estructuralistas” (o “funcionalistas”) e “intencionalistas” (FINCHELSTEIN, 2010, p. 21-22FINCHELSTEIN, Federico. El canon del Holocausto. Buenos Aires: Prometeo, 2010.).

En La destrucción de los judíos europeos se distinguen y desarrollan profundamente distintas etapas de esta destrucción, que estructuran el libro: 1) los precedentes: acontecimientos y patrones de épocas previas que se repitieron durante 1933-1945; 2) los antecedentes: actividades diseñadas para crear el clima en el que comenzó el proceso de destrucción y el estado de disposición para la acción antijudía en 1933; 3) presentación y descripción de la estructura de la destrucción de los judíos europeos; y, a partir del siguiente capítulo, de las etapas del despliegue de ese proceso: 4) definición por decreto y leyes de Núremberg; 5) expropiación económica; 6) concentración y “guetización”; 7) operaciones móviles de exterminio, los Einsatzgruppen; 8) deportaciones en masa, desde distintos puntos de Europa, a los campos de concentración y exterminio; 9) operaciones de los campos de exterminio. Es interesante destacar algunas observaciones vertidas por Hilberg en los “Prefacios” que nos permiten vislumbrar ciertos aspectos del contexto en el que se enmarca esta obra y con los cuales dialoga. En el primero (octubre de 1960) el autor destaca cuál es el alcance y carácter de su libro:

Este no es un libro sobre los judíos. Es un libro sobre aquellos que destruyeron a los judíos. No se leerá mucho acerca de las víctimas. El objetivo enfoca a los perpetradores. Los siguientes capítulos describirán la enorme organización de la máquina destructiva alemana y los hombres que desempeñaron importantes funciones en dicha máquina. (HILBERG, 2005 [1961], p. 21HILBERG, Raul. La destrucción de los judíos europeos. Traducción de Cristina Piña Aldao. Madrid: Akal, 2005 [1961].)

Volvemos a ver aquí la metáfora de la “máquina” que apareció, en los ’40, en los primeros escritos de Hannah Arendt (2005aARENDT, Hannah. Culpa organizada y responsabilidad universal. In: ARENDT, Hannah. Ensayos de comprensión (1930-1954). Traducción de Agustín Serrano de Haro. Madrid: Caparrós, 2005a., 2005bARENDT, Hannah. La imagen del inferno. In: ARENDT, Hannah. Ensayos de comprensión (1930-1954). Traducción de Agustín Serrano de Haro. Madrid: Caparrós, 2005b.) sobre el tema. Hilberg plantea con esta metáfora un tipo diferente de causalidad histórica, la de la “maquinaria de destrucción”, que desplaza la responsabilidad humana. Así entendida, la burocracia se erige como un actor tan o más importante que Hitler y los responsables directos de las políticas de exterminación en masa. El autor da así un rol explicativo fundamental a la “estructura” en detrimento de las “intenciones” individuales de los sujetos y sus distintas ideologías o preferencias religiosas. Hay en el texto, además, una declaración interesante, el reconocimiento explícito de que, para la época de esta primera edición, “no se ha explorado aún la total importancia de las medidas alemanas; la destrucción de los judíos europeos no ha sido asimilada todavía como acontecimiento histórico” (HILBERG, 2005 [1961], p. 21HILBERG, Raul. La destrucción de los judíos europeos. Traducción de Cristina Piña Aldao. Madrid: Akal, 2005 [1961].). Y también acerca de cuál fue, es y será el eje de la investigación que atraviesa y tomará toda su vida: “no basta con saber que los judíos han sido destruidos; es necesario también comprender cómo se realizó esta empresa. Esa es la historia que se cuenta en este libro” (HILBERG, 2005 [1961], p. 22HILBERG, Raul. La destrucción de los judíos europeos. Traducción de Cristina Piña Aldao. Madrid: Akal, 2005 [1961].). Esta elección de la pregunta por el “cómo” va a ser más tarde cuestionada por la omisión del “porqué”.18 18 Ver Goldhagen, 1997 [1996].

En el “Prefacio a la edición revisada” (septiembre de 1984), Hilberg historiza los cambios de su labor investigativa y del contexto de recepción de su obra:

La atmosfera de trabajo ha cambiado considerablemente. En las décadas de los cuarenta y cincuenta (…) el mundo académico no se acordaba del tema, y las editoriales no lo recibían bien. De hecho, recibí más a menudo consejos de que abandonara el tema que de que lo continuara.19 19 “Aunque el libro fue reseñado en la prensa, el contenido no era fácil de digerir. Yo no había hecho concesiones en mi descripción, de la que no había eliminado la complejidad del proceso a medida que era aplicado por los perpetradores, ni la desprevención de las víctimas enfrentadas a la matanza. Ante todo, los lectores estadounidenses no estaban aun preparados para el tema; debían transcurrir muchos más años antes de que se convirtiera en un tema de enseñanza y comentario generalizados”. Es interesante también lo que Hilberg plantea sobre la primera traducción del libro al alemán en 1983: “No debería sorprender que los alemanes, que habían roto con su propio pasado, no hubieran contemplado antes este capítulo de la Segunda Guerra Mundial pero tampoco es accidental que desde mediados de la década de 1980 los alemanes no se mostraran solo dispuestos a leer este material, sino que también desarrollaran un sustancial cuerpo propio de historiadores del Holocausto. La sociedad alemana tiene algo en común con la judía. En ambas el tema es una historia familiar. Al tiempo que los judíos estadounidenses se interesaban gradualmente por el destino de sus parientes perdidos en Europa, también los hijos y los nietos de los perpetradores tenían que enfrentarse al ineludible hecho de que durante el régimen nazi sus padres y abuelos habían contribuido al proceso de destrucción. La hazaña no había sido solo producto de las acciones de las SS o de la policía. Estuvo modelada también por un enjambre de oscuros participantes del ejército, el funcionariado civil, la industria y los Mucho después, en los mal iluminados archivos judiciales de Dusseldorf o Viena, seguía copiando testimonios en un cuaderno, pero el aislamiento había desaparecido. El tema, que había dejado de ser inmencionable, ha atraído al público. (HILBERG, 2005 [1961], p. 18HILBERG, Raul. La destrucción de los judíos europeos. Traducción de Cristina Piña Aldao. Madrid: Akal, 2005 [1961].)

Finalmente, en el “Prefacio a la edición en castellano” (agosto de 2004), Hilberg aclara que ha mantenido, hasta la presente edición, el armazón original de esta obra y que, en este proceso investigativo, también se dio cuenta de la necesidad de consultar fluentes judías y de su escasez, dado que la mayoría se había perdido o destruido durante la guerra, a la vez que reconoce que sí abundaban los relatos de los supervivientes. Hilberg explicita así su opinión sobre este tipo de fluentes y las consecuencias que tenía, para su propia investigación y escritura histórica, su escasa valoración sobre éstas:

Contenían información valiosa sobre las reacciones de las víctimas, pero no iluminaban la evolución de los acontecimientos. Me parecía evidente que los judíos no veían claramente más allá de las vallas de los guetos. Solo los perpetradores tenían una visión general. Me di cuenta de que, solo por esta razón, una historia global debía basarse, en primer lugar, en los registros contemporáneos de aquellos que habían iniciado o puesto en práctica las medidas antijudías. (…) Inevitablemente, de esa forma adoptaría una perspectiva alemana y vería el avance de los sucesos a través de los ojos alemanes. (HILBERG, 2005 [1961], p. 10-11HILBERG, Raul. La destrucción de los judíos europeos. Traducción de Cristina Piña Aldao. Madrid: Akal, 2005 [1961].)

Este foco en el punto de vista de los perpetradores, también explicitado en una obra posterior de Hilberg (2001)HILBERG, Raul. Sources of Holocaust research: an analysis. Chicago: Ivan R. Dee, 2001., fue compartido por un sector historiográfico mayoritario, pero también más adelante cuestionado, en sintonía con la ya mencionada “era del testigo”.20 20 Ver Friedlander, 2016 [2007]. Hilberg mismo consideraba su obra como inaugural del campo académico de conocimiento sobre el Holocausto, dado que entendía que su enfoque —basado en una crítica aséptica y distanciada de su objeto mediante el análisis riguroso de una gran masa de documentos— le permitió distinguir su reconstrucción histórica objetiva de otros enfoques que consideraba “no académicos”, y de aquellos que también menospreciaba englobándolos en el rubro de “historia judía”, a los que reprochaba el énfasis que ponían en el odio y la victimización o las posturas afectivas y testimoniales presentes en ellos (FINCHELSTEIN, 2010, p. 28FINCHELSTEIN, Federico. El canon del Holocausto. Buenos Aires: Prometeo, 2010.).

Otro fenómeno crucial de esta época fue la publicación en 1963 de Eichmann en Jerusalén. Un estudio sobre la banalidad del mal, de Arendt. Esta obra dio lugar a la tercera y última etapa de las refexiones de la autora sobre el horror nazi, según la clasificación de Enzo Traverso (2001 [1997])TRAVERSO, Enzo. La historia desgarrada: ensayo sobre Auschwitz y los intelectuales. Traducción de David Chiner. Barcelona: Herder, 2001 [1997].. La categoría de totalitarismo, desarrollada ferrocarriles, que habían contribuido con su experiencia indispensable al resultado final. Yo había estudiado precisamente esta implicación” (HILBERG, 2005 [1961], p. 11HILBERG, Raul. La destrucción de los judíos europeos. Traducción de Cristina Piña Aldao. Madrid: Akal, 2005 [1961].).

en la segunda, perdió la centralidad, recuperada por el exterminio judío21 21 Para la segunda etapa, ver Arendt, 1998 [1951]. A diferencia de sus primeros escritos de los ’40, en la tercera etapa no ponía su atención sobre las víctimas sino sobre el victimario. Adoptaba lo que Hilberg definió como “la perspectiva del ejecutor” (TRAVERSO, 2011 [2005], p. 47). , pero ahora con una ayuda mayor de los estudios históricos que comenzaban a desarrollarse.22 22 “Me he servido de la obra de Gerald Reitlinger, The Final Solution [1953], y todavía más me he basado en la de Raul Hilberg, The Destruction of the European Jews, que fue publicada después del juicio, y que constituye el más exhaustivo y el más fundamentado estudio de la política judía del Tercer Reich” (ARENDT, 2003 [1963], p. 168). En primer lugar, podemos ver que la refexión ética y política que realizaba la autora sobre la naturaleza de este crimen, su lugar en la civilización y su memoria, se alejaba de la interpretación que se daba en Israel por ese entonces. Para Arendt, “el objeto del juicio fue la actuación de Eichmann, no los sufrimientos de los judíos, no el pueblo alemán, ni tampoco el género humano, ni siquiera el antisemitismo o el racismo” (ARENDT, 2003 [1963], p. 8ARENDT, Hannah. Eichmann en Jerusalén: un estudio sobre la banalidad del mal. Traducción de Carlos Ribalta. 4. ed. Barcelona: Lumen, 2003 [1963].). Según ella, el tribunal no había comprendido la novedad radical del evento y el crimen juzgado no era más que la continuación de las antiguas persecuciones, siendo ésta la última y la mayor de todas. En cambio, retomando las posiciones de sus primeros escritos, Arendt sostenía que:

Si el tribunal de Jerusalén hubiera comprendido que existen ciertas diferencias entre expulsión, genocidio y discriminación, hubiera quedado inmediatamente aclarado que el mayor crimen que ante sí tenía, a saber, el exterminio físico del pueblo judío, era un delito contra la humanidad, perpetrado en el cuerpo del pueblo judío, y que únicamente la elección de las víctimas, no la naturaleza del delito, podía ser consecuencia de la larga historia de antisemitismo y odio hacia los judíos. En tanto en cuanto las víctimas eran judíos, resultaba justo y pertinente que los jueces fueran judíos; pero, en tanto en cuanto el delito era un delito contra la humanidad, exigía que fuera un tribunal internacional el que asumiera la función de hacer justicia. (…) La monstruosidad de los hechos ocurridos queda ‘minimizada’ ante un tribunal que únicamente representa a un Estado. (ARENDT, 2003 [1963], p. 160-161ARENDT, Hannah. Eichmann en Jerusalén: un estudio sobre la banalidad del mal. Traducción de Carlos Ribalta. 4. ed. Barcelona: Lumen, 2003 [1963].)

Es bien sabido que la recepción de este libro no fue buena en Israel y por el público judío en general. Las controversias desatadas por sus ideas han sido varias. Por ejemplo, una de las que ocasionó más polémicas fue el durísimo juicio sobre el papel de los Judenräte (consejos judíos).23 23 “Para los judíos, el papel que desempeñaron los dirigentes judíos en la destrucción de su propio pueblo constituye, sin duda alguna, uno de los más tenebrosos capítulos de la tenebrosa historia de los padecimientos de los judíos en Europa” (ARENDT, 2003 [1963], p. 73). Sobre la complejidad de la cuestión de los “consejos judíos”, ver Levi, 2012. Otra de ellas, que también tuvo grandes repercusiones, se sintetiza en el subtítulo de la obra: “un estudio sobre la banalidad del mal”. Este término indignó a muchos, para quienes implicaba una definición que banalizaba el crimen en sí mismo. En cambio, para Arendt, lo más significativo y amenazante era que el horror había sido perpetrado por hombres y mujeres “normales”, como ya había indicado en el ensayo en que definía a Himmler (ARENDT, 2005aARENDT, Hannah. Culpa organizada y responsabilidad universal. In: ARENDT, Hannah. Ensayos de comprensión (1930-1954). Traducción de Agustín Serrano de Haro. Madrid: Caparrós, 2005a.):

Lo más grave, en el caso de Eichmann, era precisamente que hubo muchos hombres como él, y que estos hombres no fueron pervertidos ni sádicos, sino que fueron, y siguen siendo, terrible y terroríficamente normales. Desde el punto de vista de nuestras instituciones jurídicas y de nuestros criterios morales, esta normalidad resultaba mucho más terrorífica que todas las atrocidades juntas, por cuanto implicaba que este nuevo tipo de delincuente —tal como los acusados y sus defensores dijeron hasta la saciedad en Núremberg—, que en realidad merece la calificación de hostis humani generis, comete sus delitos en circunstancias que casi le impiden saber o intuir que realiza actos de maldad. (ARENDT, 2003 [1963], p. 165ARENDT, Hannah. Eichmann en Jerusalén: un estudio sobre la banalidad del mal. Traducción de Carlos Ribalta. 4. ed. Barcelona: Lumen, 2003 [1963].)

Como podemos ver en esta cita y en lo desarrollado previamente sobre la obra fundacional de Hilberg, ambos autores se alejan de la interpretación del Holocausto que erigía a la ideología antisemita como factor explicativo preponderante, al focalizarse en el rol fundamental que para éstos tuvo el carácter del Estado occidental moderno en el nacimiento de la maquinaria de destrucción con sus burócratas perpetradores. En definitiva, ambos:

(…) estaban de acuerdo en criticar la apelación a la ideología y el antisemitismo no sólo como móviles principales de la maquinaria de destrucción nazi sino también como herramientas conceptuales para la comprensión del Holocausto. (FINCHELSTEIN, 2010, p. 45FINCHELSTEIN, Federico. El canon del Holocausto. Buenos Aires: Prometeo, 2010.)

Durante la década social y políticamente turbulenta de 1960, como señala Rosenfeld, el concepto de fascismo desplazó al de totalitarismo para explicar la dinámica del Estado nazi en el ámbito académico. Esta noción refejó una especie de retorno a la interpretación marxista del Tercer Reich sostenida durante la década de 1930, que lo concebía como “la dictadura terrorista de los elementos más reaccionarios del capital financiero”, y ganó prestigio político radical gracias a uno de los líderes de la Escuela de Frankfurt, Max Horkheimer, que en un famoso díctum advirtió que quien no quiera hablar acerca del capitalismo debería callarse también respecto del fascismo. A la vez, esta noción halló una encarnación conservadora en Ernst Nolte (1966)NOLTE, Ernst. Three faces of fascism. New York: Holt, Rinehart, and Winston, 1966., quien identificó la esencia del fascismo en su anti-bolchevismo. Pero, al igual que la noción de totalitarismo, el fascismo (en sus dos interpretaciones) fue un marco teórico en el que el Holocausto fue puesto por completo entre paréntesis (ROSENFELD, 1999, p. 31ROSENFELD, Gavriel. The politics of uniqueness: reflections on the recent polemical turn in Holocaust and genocide scholarship. Holocaust and Genocide Studies, [s.l.], v. 13, n. 1, p. 28-61, 1999. ISSN 1476-7937. Disponible en: htps://www.researchgate.net/ publication/31172721_The_Politics_of_Uniqueness_Reflections_on_the_Recent_Polemical_Turn_in_Holocaust_and_Genocide_Scholarship. Acceso en: 15 mayo 2022. DOI: htps://doi.org/10.1093/hgs/13.1.28.
htps://www.researchgate.net/ publication...
).24 24 Acerca del rol de ambas nociones en la historiografía sobre el nazismo, ver Kershaw, 2006 [1985].

No obstante, en esta misma década, aunque por fuera del ámbito académico, se dio en los Estados Unidos el inicio de la “proyección pública del Holocausto”, que fue parte del proceso de su singularización. Según Baer, este fenómeno comenzó a partir de la apropiación del evento como un “elemento identitario de la comunidad judía americana”, antes limitado sólo a los ámbitos intracomunitarios de sobrevivientes. Esta apropiación ocurrió en el contexto de un clima político-cultural crítico, agitado entre otros factores por el devenir del movimiento por los Derechos Civiles y la Guerra de Vietnam, marcado por la desilusión y el final de la narrativa optimista e incluyente de la posguerra, que dio lugar a la emergencia y redescubrimiento de identidades étnicas y religiosas entre las minorías estadounidenses: “mientras que los afroamericanos recordaban su esclavitud y los indios americanos su genocidio, los judíos americanos comenzaron a recordar el Holocausto como el eje de su herencia común” (BAER, 2006, p. 70-71BAER, Alejandro. Holocausto, recuerdo y representación. Madrid: Losada, 2006.).

En este proceso de singularización también fue muy significativo el estreno en 1959 del film El diario de Ana Frank, dirigido por George Stevens, uno de los directores más importantes del Hollywood de la época, que a su vez había sido uno de los cineastas-soldados de la Segunda Guerra que habían filmado la liberación de los campos de concentración nazis. La película fue un éxito de taquilla y marcó un hito muy importante en el camino hacia la “americanización” del Holocausto. Para muchos, con este film, Hollywood rompió su “silencio” respecto del exterminio judío durante la guerra, aunque lo hiciera al “modo americano”, con un relato en el que triunfaba el optimismo por encima del recuerdo del genocidio (WIEVIORKA, 2006 [1998], p. 120-123WIEVIORKA, Annete. The era of the witness. Nueva York: Cornell University Press, 2006 [1998].).25 25 Ver Doneson, 2002 [1987]; Insdorf, 2003 [1983]; Mintz, 2001.

En el inicio de la proyección pública del Holocausto como un evento judío singular, Norman Finkelstein destaca la guerra árabe-israelí de junio de 1967, la “Guerra de los Seis Días”, como el factor que modificó radicalmente el panorama.26 26 Huyssen también señala que, “tan sólo desde la Guerra de los Seis Días de 1967, el Holocausto cobró en Israel y en la conciencia de los judíos norteamericanos aquel significado público que culminó en los debates de las décadas de 1980 y 1990” (HUYSSEN, 2007 [2001], p. 137). La explicación que suele darse sobre este cambio, según el autor, es que la vulnerabilidad y el aislamiento extremos de Israel durante esta guerra reavivaron el recuerdo del exterminio nazi. Pero, para él, este análisis “falsea tanto la realidad del equilibrio de poderes existente a la sazón en Oriente Medio, como la manera en que evolucionó la relación entre las elites judeo-estadounidenses e Israel” (FINKELSTEIN, 2014 [2000], p. 27-28FINKELSTEIN, Norman. La industria del Holocausto: refexiones sobre la explotación del sufrimiento judío. Traducción de María Corniero. Madrid: Akal, 2014 [2000].). Uno de los fenómenos que paradójicamente llama la atención es que, a partir de junio de 1967, Israel facilitó la asimilación en Estados Unidos: “desde entonces, los judíos pasaron a formar parte de la vanguardia defensiva de Estados Unidos —e incluso de la ‘civilización Occidental’— en contra de las retrógradas hordas árabes”. Para Finkelstein, es crucial el pasaje del miedo a hablar de Israel antes de 1967, por la invocación del “fantasma de la doble lealtad”, a hablar de “lealtad máxima” después de esta guerra y la alineación con este país. Según el autor, las elites judeo-estadounidenses descubrieron repentinamente a Israel, cuyas armas apuntaban en la dirección correcta, en contra de los enemigos de Estados Unidos, por lo cual ahora podían presentarse como un interlocutor natural: “Israel se convirtió en un valor estratégico no solo para Estados Unidos, sino también para la comunidad judía estadounidense” (FINKELSTEIN, 2014 [2000], p. 31FINKELSTEIN, Norman. La industria del Holocausto: refexiones sobre la explotación del sufrimiento judío. Traducción de María Corniero. Madrid: Akal, 2014 [2000].). Fue entonces cuando estas elites “recordaron” el Holocausto con objeto de proteger el nuevo valor estratégico de Israel. Suele decirse convencionalmente que obraron así porque, durante la Guerra de los Seis Días, temían por Israel y por que se produjera un “segundo Holocausto”.27 27 Ver Mintz, 2001; Novick, 1999; Wieviorka, 2006 [1998]. Pero, Finkelstein sostiene que una explicación más coherente aunque menos caritativa (y más polémica, agregamos) es que, antes de junio de 1967, dichas elites:

(…) solo recordaban el holocausto nazi cuando les resultaba políticamente conveniente. Israel, su nueva patrona, había sacado provecho del holocausto nazi durante el juicio de Eichmann. Demostrada así su utilidad, la comunidad judeo-estadounidense organizada se lanzó a explotar el holocausto nazi después de la guerra de los Seis Días. (FINKELSTEIN, 2014 [2000], p. 39FINKELSTEIN, Norman. La industria del Holocausto: refexiones sobre la explotación del sufrimiento judío. Traducción de María Corniero. Madrid: Akal, 2014 [2000].)

Para el autor, el Holocausto (con mayúscula), remodelado ahora ideológicamente, era el escudo defensivo perfecto para desviar las críticas a Israel. Por eso, concluye que lo que determinó a las elites judías a poner en marcha lo que llama “industria del Holocausto”, después de junio de 1967, no fueron el aislamiento y la debilidad supuestos de Israel, ni tampoco el miedo a un “segundo Holocausto”, sino, justamente, el poder demostrado por ese Estado y su alianza estratégica con los Estados Unidos. Y señala que Novick es quien, sin proponérselo, le proporciona la mejor evidencia para respaldar esta conclusión:

Queriendo demostrar que eran las consideraciones relativas al poder, y no la solución final nazi, las que determinaban la política estadounidense hacia Israel, Novick [1999, p. 166]NOVICK, Peter. The Holocaust in American life. New York: Houghton Mifin Company, 1999. afirma: ‘Cuando el Holocausto estaba más vivo en la mente de los dirigentes estadounidenses —durante los primeros veinticinco años que siguieron a la guerra—, fue precisamente cuando Estados Unidos apoyó menos a Israel (…). No fue cuando se consideraba que Israel era débil y vulnerable cuando el apoyo estadounidense a Israel dejó de ser un goteo para convertirse en un torrente, sino después de que Israel demostrara su fuerza en la Guerra de los Seis Días’. Este argumento es igualmente aplicable a las elites judías de Estados Unidos. (FINKELSTEIN, 2014 [2000], p. 39FINKELSTEIN, Norman. La industria del Holocausto: refexiones sobre la explotación del sufrimiento judío. Traducción de María Corniero. Madrid: Akal, 2014 [2000].)

El Holocausto pasó a desempeñar, para Finkelstein, una función fundamental en esta ofensiva ideológica, dado que evocar la persecución histórica de los judíos servía para desviar toda crítica presente y la cuestión fundamental era que, de este modo, se rechazaba la posibilidad de que las críticas a los líderes judíos pudieran basarse en confictos de intereses reales. No obstante, en definitiva, tanto para él como para Novick, durante la década de 1960, la apropiación y proyección pública del Holocausto en la vida social, cultural y política de los Estados Unidos implicó un cambio visible de las estrategias de la comunidad judía: ahora lo importante era fogonear la distinción de los judíos como cultura e identidad preeminentes y acrecentar su influencia política, a diferencia de la década anterior en la que primó el interés en la integración-asimilación en la sociedad estadounidense.

A diferencia de Finkelstein, pero más cerca de Novick, Wieviorka sostiene la interpretación según la cual, durante el período que precedió a la victoria israelí en la Guerra de los Seis Días, la ansiedad se apoderó tanto de la población de Israel, que vivió este conficto en “modo genocida”, como de los judíos estadounidenses y franceses, con una intensidad casi idéntica: se temía que el Estado de Israel fuera destruido, y este temor trajo a la mente la destrucción del pueblo judío durante la Segunda Guerra.28 28 Wieviorka brinda algunos ejemplos de declaraciones públicas de personalidades judías expresando esas ansiedades y miedos: Raymond Aron, Richard Marienstras y Wladimir Rabi (WIEVIORKA, 2006 [1998], p. 104-105). Entonces, para la autora, la guerra de 1967 y la de Yom Kippur de 1973 provocaron en estos países reacciones de distinto tipo, entre las que destaca el hecho de que por primera vez las organizaciones judeo-estadounidenses más importantes incluyeron en sus agendas la necesidad de preservar la memoria del Holocausto, por lo cual comenzaron a proliferar publicaciones y programas académicos en las universidades. También, trajeron otro efecto paradójico para los judíos estadounidenses: el sionismo que hasta entonces había generado lazos poderosos, orientando las identidades judías no relig iosas, se volvió más problemático y confictivo, ya que Israel se había convertido en un país real ocupando territorios conquistados en la guerra de 1967 y que, con la intervención en Libia y con la emergencia de la Intifada, había logrado la ruptura de la unanimidad del apoyo del mundo judío con respecto al Estado judío. Así, el corazón de la identidad judía viró del apoyo y la identificación con Israel a la revitalización de la memoria del genocidio judío (WIEVIORKA, 2006 [1998], p. 104-105WIEVIORKA, Annete. The era of the witness. Nueva York: Cornell University Press, 2006 [1998].).

Ciertas acciones del presidente Jimmy Carter fueron también decisivas para los cambios en la percepción del Holocausto, según Wieviorka. Carter intentó reparar sus vínculos con la comunidad judía estadounidense, que habían entrado en crisis cuando declaró la necesidad de trabajar para el establecimiento de un Estado palestino y demandó la reinstalación de las fronteras israelíes en su lugar previo a la Guerra de los Seis Días. Para eso, tomó una serie de medidas de acercamiento que tuvieron un impacto profundo creciente: en 1977, Estados Unidos estableció una organización encargada de localizar a los criminales de guerra nazis que habían ingresado legalmente al país luego de la rendición alemana; un mes después de la emisión de la serie Holocausto, reconociendo la emoción que ésta había despertado, anunció la creación de una comisión presidencial del Holocausto a cargo de Elie Wiesel — quien encarnaba entonces la fgura del sobreviviente en los Estados Unidos —, lo cual coincidió con el 30º aniversario de la creación del Estado de Israel; y el 7 de octubre de 1980, mediante una ley enviada al Congreso, se estableció el American Memorial Council of the Holocaust, para la instauración de un memorial nacional. Wieviorka cree que estas iniciativas de Carter no fueron una respuesta a las presiones de los grupos judíos, sino la primera intervención política significativa en lo que hasta entonces había pertenecido al dominio privado. La memoria del genocidio, un tema ya clave para las organizaciones judías, se había convertido ahora también en un “tema político” (WIEVIORKA, 2006 [1998], p. 105-107WIEVIORKA, Annete. The era of the witness. Nueva York: Cornell University Press, 2006 [1998].).

Como factores fundamentales de este proceso de singularización, situados a fines de los ‘70, encontramos así el fenómeno mediático extraordinario, dentro y fuera de los Estados Unidos, que provocó la emisión de la serie Holocausto y la creación de la comisión gubernamental para la construcción del Museo Memorial en la capital estadounidense. Ambos tuvieron como efecto la consolidación de otro proceso: el paso hacia la “globalización” o “universalización” del Holocausto mediante su “americanización”. Wieviorka entiende que la americanización:

(…) no puede ser reducida a un mero cambio en la localización de las instituciones que producen historia y memoria. También genera su propia visión del Holocausto, una visión que ha sido exportada ampliamente, principalmente en films. (WIEVIORKA, 2006 [1998], p. 119WIEVIORKA, Annete. The era of the witness. Nueva York: Cornell University Press, 2006 [1998].)

La idea de “universalización” que tuvo lugar en el United States Holocaust Memorial Museum evidenciaba no tanto el reconocimiento de todos los grupos que fueron víctimas como la interpretación del Holocausto en clave “liberal y democrática”. Así fue expresado por el ex director de investigación del Museo, Michael Berenbaum, quien definió explícitamente la “americanización” del Holocausto como el intento de situar el hecho histórico en un diálogo con la ética y valores centrales estadounidenses. Según sus propias palabras, “el Holocausto se convierte en la manifestación paradigmática del mal que choca contra esos valores” (BERENBAUM apud BAER, 2006, p. 76-78BAER, Alejandro. Holocausto, recuerdo y representación. Madrid: Losada, 2006.).

La emisión de la serie Holocausto tuvo además un rol fundamental en la generación de la idea de que era necesario grabar testimonios en video de los “sobrevivientes”. A su vez, Wieviorka llama también la atención respecto de la novedad que implicó entonces la ampliación de la definición de “sobreviviente”, dado que ahora incluía no solo a las víctimas directas (internados en campos y/o guetos), sino también personas cuyas vidas habían sido amenazadas, pero que no necesariamente habían sufrido en carne propia las atrocidades nazis (WIEVIORKA, 2006 [1998], p. 98WIEVIORKA, Annete. The era of the witness. Nueva York: Cornell University Press, 2006 [1998].).29 29 Finkelstein es crítico respecto de esta ampliación, sus implicancias y efectos (FINKELSTEIN, 2014 [2000], p. 75-77). Así, en los Estados Unidos, entre muchos de los sobrevivientes, la emisión de la serie provocó la necesidad de contar sus historias públicamente, de manera similar a aquella generada en los sobrevivientes en Israel por el juicio a Eichmann.30 30 Fue creado el Cinematic Project on Holocaust Survivors en New Haven, Connecticut, asistido por sobrevivientes, más adelante rebautizado Yale Video Archive for Holocaust Testimonies (WIEVIORKA, 2006 [1998], p. 108). Más tarde, Shoah (LANZMANN, 1985) reavivó el interés en las grabaciones de testimonios y, luego, La lista de Schindler (SPIELBERG, 1993) generó la creación de otra institución dedicada a desarrollar un archivo audiovisual con testimonios de sobrevivientes de todo el mundo, el Survivor of the Shoah Visual History Fundation (WIEVIORKA, 2006 [1998], p. 110-115). Ver también Shandler, 1999. Holocausto expuso dramáticamente las transformaciones en el paisaje de la memorialización y los nuevos elementos que entran en éste: “la imagen cambiante del sobreviviente, nociones alteradas de la identidad judía, y los nuevos usos políticos del genocidio” (WIEVIORKA, 2006 [1998], p. 107WIEVIORKA, Annete. The era of the witness. Nueva York: Cornell University Press, 2006 [1998].).

Además, el estreno de esta serie tuvo un rol fundamental en la historiografía de Alemania Occidental en su paso transitorio hacia el estudio del Holocausto como un evento singular. En la década del ‘70, se refejó un consenso sobre el papel central del antisemitismo en la ideología y la política nacionalsocialista en monografías y manuales de la época, pese a las distintas ideas acerca de la práctica política y los procesos de toma de decisiones propios del Tercer Reich. No obstante, el consenso en torno a lo central de la “Solución Final” se manifestó solo secundariamente, dado que ésta no fue objeto de una investigación original. Y esta circunstancia podría haber continuado, sostiene Kansteiner, si los expertos académicos no hubieran sido agitados en 1979 por la estruendosa recepción de la serie Holocausto. Por su parte, los principales referentes de la disciplina en aquel país admitieron que habían prestado escasa atención al problema de la “Solución Final” y a la tarea de difundir, al público general, sus ideas sobre el régimen nazi y sus crímenes. El sorprendente interés popular en la historia del Holocausto se encontró con una oleada de publicaciones que ilustraron que la autocrítica académica había sido atinada. Pero, en lugar de ir a los archivos, los historiadores se centraron en las pocas contribuciones originales a los estudios alemanes sobre el Holocausto en la década del ’70, y comenzaron una discusión teórica sobre los méritos de las interpretaciones funcionalistas e intencionalistas de los orígenes de la “Solución Final” (KANSTEINER, 2009 [1996], p. 280KANSTEINER, Wulf. The rise and fall of metaphor: German historians and the uniqueness of the Holocaust. In: ROSENBAUM, Alan (ed.). Is the Holocaust unique?: perspectives on comparative genocide. Boulder: Westview Press, 2009 [1996].). Para finalizar, en Francia, a partir de los años ‘70, tuvo lugar una revisión historiográfica que permitió “reconocer las raíces autóctonas del régimen de Vichy, su carácter autoritario incluso fascista, su parte activa en la colaboración y su complicidad en el genocidio de los judíos” (TRAVERSO, 2011 [2005], p. 108TRAVERSO, Enzo. El pasado, instrucciones de uso. Traducción de Lucía Vogelfang. Buenos Aires: Prometeo, 2011 [2005].). Pero, es interesante señalar, siguiendo a Vicky Caron, que la primera interpretación sobre hasta qué punto la ciudadanía francesa apoyó las normas antisemitas de Vichy se encuentra en el film La tristeza y la piedad (Ophüls, 1969), en el cual se sostiene que la población apoyó abiertamente el antisemitismo y la colaboración franco-alemana (CARON, 2005 [2003], p. 429CARON, Vicki. La opinión pública francesa y la “cuestión judía”, 1930-1942: el papel de las asociaciones profesionales de clase media. In: BANKIER, David; GUTMAN, Israel (ed.). La Europa nazi y la Solución Final. Traducción de Daniel Sarasola. Primera edición. Buenos Aires: Losada, 2005 [2003].). En este sentido, según Henry Rousso, este tipo de anticipaciones del cine en relación a la historiografía no debe sorprendernos. Aunque se presentan a priori mejor documentados, señala el autor, los libros de historia están frecuentemente atrasados respecto de otras representaciones explícitas del pasado que se les adelantan:

(…) por la fuerza de la imagen y por la receptividad más amplia, fuerte e inmediata de su audiencia, algunos cineastas cuya sensibilidad sobre el pasado ha sido muy aguda, lograron transformar la visión que la sociedad francesa tenía acerca de la última guerra. (ROUSSO, 2012 [1991], p. 5ROUSSO, Henry. Para una historia de la memoria colectiva: el post-Vichy. Aletheia, Buenos Aires, v. 3, n. 5, p. 1-14, 2012 [1991].)

Para el autor, un ejemplo contundente de esta transformación también fue La tristeza y la piedad y, más tarde, Shoah (LANZMANN, 1985), aunque, vale decir, este último film no abordó como el primero la cuestión del colaboracionismo francés, sino que le dio un nuevo impulso a la valoración de lo testimonial.31 31 Ver también Bevilacqua, 2017.

Conclusión

El “proceso de singularización” descripto para la etapa 1960-1980 implicó la adjudicación de una naturaleza única y singular a los horrores vividos por los judíos europeos durante el Tercer Reich y la progresiva adopción de términos específicos para nombrarla: “Holocausto”, “Shoah” y “Auschwitz” comenzaron a aparecer y extenderse en esos años, resignificando el acontecimiento —antes denominado generalmente “atrocidades nazis”— como algo separado del resto de los hechos relacionados con el nazismo, dejando de ser un evento trágico más para ser considerado “único e incomparable”. Pero, como sostiene Baer, a la vez que se especificaba esta singularidad, el exterminio nazi de los judíos europeos “se convertía en un mito, vaciado de su contingencia histórica y dotado de una naturaleza inmutable” (BAER, 2006, p. 72-73BAER, Alejandro. Holocausto, recuerdo y representación. Madrid: Losada, 2006.). Así, con el paso del tiempo, el Holocausto se convertiría en una “tragedia arquetípica” precisamente por ser considerada radicalmente diferente a cualquier otro mal. La mitificación tuvo dos consecuencias, que todavía conllevan arduos debates: “su universalización y, en no pocas ocasiones, su banalización” (BAER, 2006, p. 75BAER, Alejandro. Holocausto, recuerdo y representación. Madrid: Losada, 2006.). Este proceso de mitificación y universalización cristalizó en la etapa siguiente, que comenzó a mediados de la década de 1980, y generó profundas reacciones críticas a la noción de “singularidad”, como vimos en el segundo apartado de nuestro trabajo. Críticas que aún persisten en la medida en que los debates en torno a la uniqueness no han sido saldados de manera definitiva.

Por otra parte, también es necesario advertir que el abordaje de la cuestión de la singularidad tiene implicancias en el análisis y periodizaciones de los corpus historiográficos y en sus relaciones con otras representaciones, como las literarias y cinematográficas, por ejemplo. En nuestro caso, nos encontramos con muchos posicionamientos y debates, algunos ya mencionados, que hicieron que, por un lado, tuviéramos que ampliar la mirada al constatar las disputas en torno al carácter de los eventos estudiados, y por otro, que pudiéramos concluir que es fundamental tener en cuenta cómo se piensan estos eventos (si singulares, únicos, incomparables, irrepresentables o no, etc.) porque, según cómo se conciban, las representaciones en torno a éstos se analizarán, valorarán y periodizarán de distintos modos.

Queremos señalar así que —tanto para percibir y analizar cómo se fue concibiendo, nombrando y representando el Holocausto en los distintos contextos, como para identificar y describir los modos a partir de los que se fue construyendo el conocimiento histórico sobre éste desde 1945 en adelante — es necesario correrse de las valoraciones respecto de si hay representaciones mejores, peores, más adecuadas o menos, en relación a si cumplen o no con el “mandato” de la uniqueness, o con algún otro, como si fuera posible lograr una correspondencia o adecuación directa entre los eventos del pasado y sus representaciones.

Por estos motivos, consideramos que no se trata de posicionarse sobre la uniqueness, sino de historizar y analizar el discurso de la unicidad/singularidad y el proceso de singularización a partir del cual fue tomando formas diversas, a la vez que fue difundiéndose en los distintos ámbitos, tanto legos como académicos. Historizaciones y análisis que nos permitirán entender los procesos de construcción del conocimiento histórico sobre el Holocausto, a la vez que también las disputas actuales en torno de su memoria e historia y la importancia que todas estas cuestiones tienen para las futuras generaciones, adentro y afuera de la academia.

  • 1
    Artículo no publicado en plataforma de preprint. En el artículo se hace referencia a todas las fuentes y bibliografía utilizadas. Este trabajo fue realizado en el marco de una Beca Post-Doctoral de la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación, el Desarrollo Tecnológico y la Innovación (Argentina).
  • 2
    Ver Friedlander, 2007a [1992]FRIEDLANDER, Saul (comp.). En torno a los límites de la representación: el nazismo y la solución fnal. Traducción de Marcelo Burello. Primera edición. Buenos Aires: UNQui, 2007a [1992].; Kansteiner; Pressner; Fogu, 2016KANSTEINER, Wulf; PRESSNER, Todd; FOGU, Claudio. Probing the ethics of Holocaust culture. Cambridge: Harvard University Press, 2016..
  • 3
    “Académicos tan dispares como Isaac Deutscher y Elie Wiesel se desesperaron por lograr una comprensión histórica adecuada del Holocausto, concluyendo que la respuesta más apropiada era el silencio” (ROSENFELD, 1999, p. 30ROSENFELD, Gavriel. The politics of uniqueness: reflections on the recent polemical turn in Holocaust and genocide scholarship. Holocaust and Genocide Studies, [s.l.], v. 13, n. 1, p. 28-61, 1999. ISSN 1476-7937. Disponible en: htps://www.researchgate.net/ publication/31172721_The_Politics_of_Uniqueness_Reflections_on_the_Recent_Polemical_Turn_in_Holocaust_and_Genocide_Scholarship. Acceso en: 15 mayo 2022. DOI: htps://doi.org/10.1093/hgs/13.1.28.
    htps://www.researchgate.net/ publication...
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    htps://www. persee.fr/doc/xxs_0294-1759_...
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    Por ejemplo, Stannard denuncia la “unicidad como negacionismo” de otros genocidios (STANNARD, 2009 [1996], p. 330STANNARD, David. Uniqueness as denial: the politics of genocide scholarship. In: ROSENBAUM, Alan (ed.). Is the Holocaust unique?: perspectives on comparative genocide. Boulder: Westview Press, 2009 [1996].).
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    Sobre las definiciones y usos de los términos Holocausto, Shoah, “Solución Final”, exterminio y genocidio, entre otros, ver Sneh, 2012SNEH, Perla. Palabras para decirlo: lenguaje y exterminio. Buenos Aires: Paradiso, 2012..
  • 13
    Sobre la captura y el juicio a Eichmann, ver Arendt, 2003 [1963]ARENDT, Hannah. Eichmann en Jerusalén: un estudio sobre la banalidad del mal. Traducción de Carlos Ribalta. 4. ed. Barcelona: Lumen, 2003 [1963].; Cesarani, 2011CESARANI, David. The trial of Adolf Eichmann. In: NACHAMA, Andreas (ed.). Facing justice: Adolf Eichmann on trial. Berlín: Stiftung Topographie des Terrors, 2011.; Rein, 2010REIN, Raanan. Siguiendo el rastro de un secuestro: escritos sobre el ‘Caso Eichmann’ cincuenta años después. Nuestra Memoria, Buenos Aires, año 16, n. 34, p. 79-88, 2010..
  • 14
    Es importante tener en cuenta que el Holocausto —entendido como el exterminio de los judíos europeos— no fue el centro de atención en Núremberg. Ver Bazyler, 2017BAZYLER, Michael. The Holocaust at Nuremberg: what the record reveals. 39 Loy. L.A. Int’l & Comp. L. R., Los Angeles, n. 35, p. 35-61, 2017.; Douglas, 1995DOUGLAS, Lawrence. Film as witness: screening Nazi Concentration Camps before the Nuremberg Tribunal. The Yale Law Journal, New Haven, v. 105, n. 2, p. 449-481, 1995.; Marrus, 1998MARRUS, Michael. The Holocaust at Nuremberg. Yad-Vashem Studies, [s.l.], v. 26, p. 5-41, 1998..
  • 15
    Ver Bier, 1980BIER, Jean-Paul. The Holocaust and West Germany: strategies of oblivion 1947-1979. New German Critique, New York, n. 19, p. 9-29, 1980.; Gay, 2020GAY, María Eugenia. La historia tras el desastre: historiografía alemana de posguerra. Rosario: Prohistoria, 2020.; Sebald, 2010 [1999]SEBALD, Winfried G. Sobre la historia natural de la destrucción. Traducción de Miguel Sáenz. Buenos Aires: La Página, 2010 [1999]..
  • 16
    Hilberg envió el manuscrito a diferentes editoriales, pero la mayoría lo rechazó. Una fue Princeton University Press, la cual “le había pedido a una ‘experta’ que lo revisara. La revisora rechazó el potencial del libro con el argumento de que no agregaba nada nuevo al conocimiento del tema. Esta ‘experta’ era Hannah Arendt”. Años después, Arendt utilizó la obra de Hilberg casi como fluente primaria para su obra de 1963 (FINCHELSTEIN, 2010, p. 42FINCHELSTEIN, Federico. El canon del Holocausto. Buenos Aires: Prometeo, 2010.).
  • 17
    Según Finchelstein, la originalidad de Hilberg no radicaba en ser el primer académico en trabajar el tema, sino en su amplio trabajo con archivos, y en que “la forma y el contenido del libro sugerían una narrativa más abarcadora, sustentada por aparatos narrativos más totalizadores y un énfasis metodológico en el historicismo”, “una morfología del proceso de exterminio que superó los esfuerzos tanto de Poliakov [1954 [1951]]POLIAKOV, León. Breviario del odio: el Tercer Reich y los judíos. Buenos Aires: Stilcograf, 1954 [1951]. como de Reitlinger [1953]REITLINGER, Gerald. The Final Solution: the atempt to exterminate the Jews of Europe, 1939-1945. London: Vallentine, Mitchell & Co., 1953. por entender las características particulares del acontecimiento” (FINCHELSTEIN, 2010, p. 27-28FINCHELSTEIN, Federico. El canon del Holocausto. Buenos Aires: Prometeo, 2010.).
  • 18
    Ver Goldhagen, 1997 [1996]GOLDHAGEN, Daniel Jonah. Los verdugos voluntarios de Hitler: los alemanes corrientes y el Holocausto. Traducción de Jordi Fibla. Primera edición. Madrid: Taurus, 1997 [1996]..
  • 19
    “Aunque el libro fue reseñado en la prensa, el contenido no era fácil de digerir. Yo no había hecho concesiones en mi descripción, de la que no había eliminado la complejidad del proceso a medida que era aplicado por los perpetradores, ni la desprevención de las víctimas enfrentadas a la matanza. Ante todo, los lectores estadounidenses no estaban aun preparados para el tema; debían transcurrir muchos más años antes de que se convirtiera en un tema de enseñanza y comentario generalizados”. Es interesante también lo que Hilberg plantea sobre la primera traducción del libro al alemán en 1983: “No debería sorprender que los alemanes, que habían roto con su propio pasado, no hubieran contemplado antes este capítulo de la Segunda Guerra Mundial pero tampoco es accidental que desde mediados de la década de 1980 los alemanes no se mostraran solo dispuestos a leer este material, sino que también desarrollaran un sustancial cuerpo propio de historiadores del Holocausto. La sociedad alemana tiene algo en común con la judía. En ambas el tema es una historia familiar. Al tiempo que los judíos estadounidenses se interesaban gradualmente por el destino de sus parientes perdidos en Europa, también los hijos y los nietos de los perpetradores tenían que enfrentarse al ineludible hecho de que durante el régimen nazi sus padres y abuelos habían contribuido al proceso de destrucción. La hazaña no había sido solo producto de las acciones de las SS o de la policía. Estuvo modelada también por un enjambre de oscuros participantes del ejército, el funcionariado civil, la industria y los
  • 20
    Ver Friedlander, 2016 [2007]FRIEDLANDER, Saul. El Tercer Reich y los judíos: los años del exterminio, 1939-1945. Traducción de Ana Herrera. Primera edición. Barcelona: Galaxia Gutenberg, 2016 [2007]..
  • 21
    Para la segunda etapa, ver Arendt, 1998 [1951]ARENDT, Hannah. Los orígenes del totalitarismo. Traducción de Guillermo Solana. Madrid: Taurus-Santillana, 1998 [1951]. 3 v.. A diferencia de sus primeros escritos de los ’40, en la tercera etapa no ponía su atención sobre las víctimas sino sobre el victimario. Adoptaba lo que Hilberg definió como “la perspectiva del ejecutor” (TRAVERSO, 2011 [2005], p. 47TRAVERSO, Enzo. El pasado, instrucciones de uso. Traducción de Lucía Vogelfang. Buenos Aires: Prometeo, 2011 [2005].).
  • 22
    “Me he servido de la obra de Gerald Reitlinger, The Final Solution [1953], y todavía más me he basado en la de Raul Hilberg, The Destruction of the European Jews, que fue publicada después del juicio, y que constituye el más exhaustivo y el más fundamentado estudio de la política judía del Tercer Reich” (ARENDT, 2003 [1963], p. 168ARENDT, Hannah. Eichmann en Jerusalén: un estudio sobre la banalidad del mal. Traducción de Carlos Ribalta. 4. ed. Barcelona: Lumen, 2003 [1963].).
  • 23
    “Para los judíos, el papel que desempeñaron los dirigentes judíos en la destrucción de su propio pueblo constituye, sin duda alguna, uno de los más tenebrosos capítulos de la tenebrosa historia de los padecimientos de los judíos en Europa” (ARENDT, 2003 [1963], p. 73ARENDT, Hannah. Eichmann en Jerusalén: un estudio sobre la banalidad del mal. Traducción de Carlos Ribalta. 4. ed. Barcelona: Lumen, 2003 [1963].). Sobre la complejidad de la cuestión de los “consejos judíos”, ver Levi, 2012LEVI, Primo. Trilogía de Auschwitz. Traducción de Pilar Gómez Bedate. Barcelona: Océano, 2012..
  • 24
    Acerca del rol de ambas nociones en la historiografía sobre el nazismo, ver Kershaw, 2006 [1985]KERSHAW, Ian. La dictadura nazi: problemas y perspectivas de interpretación. Traducción de Julio Sierra. Buenos Aires: Siglo XXI, 2006 [1985]..
  • 25
    Ver Doneson, 2002 [1987]DONESON, Judith. The Holocaust in American film. New York: Syracuse University Press, 2002 [1987].; Insdorf, 2003 [1983]INSDORF, Annete. Indelible shadows: film and the Holocaust. Cambridge: Cambridge University Press, 2003 [1983].; Mintz, 2001MINTZ, Alan. Popular Culture and the Shaping of Holocaust Memory in America. Seatle: University of Washington Press, 2001..
  • 26
    Huyssen también señala que, “tan sólo desde la Guerra de los Seis Días de 1967, el Holocausto cobró en Israel y en la conciencia de los judíos norteamericanos aquel significado público que culminó en los debates de las décadas de 1980 y 1990” (HUYSSEN, 2007 [2001], p. 137HUYSSEN, Andreas. En busca del futuro perdido: cultura y memoria en tiempos de globalización. Traducción de Silvia Fehrmann. Buenos Aires: FCE, 2007 [2001].).
  • 27
    Ver Mintz, 2001MINTZ, Alan. Popular Culture and the Shaping of Holocaust Memory in America. Seatle: University of Washington Press, 2001.; Novick, 1999NOVICK, Peter. The Holocaust in American life. New York: Houghton Mifin Company, 1999.; Wieviorka, 2006 [1998]WIEVIORKA, Annete. The era of the witness. Nueva York: Cornell University Press, 2006 [1998]..
  • 28
    Wieviorka brinda algunos ejemplos de declaraciones públicas de personalidades judías expresando esas ansiedades y miedos: Raymond Aron, Richard Marienstras y Wladimir Rabi (WIEVIORKA, 2006 [1998], p. 104-105WIEVIORKA, Annete. The era of the witness. Nueva York: Cornell University Press, 2006 [1998].).
  • 29
    Finkelstein es crítico respecto de esta ampliación, sus implicancias y efectos (FINKELSTEIN, 2014 [2000], p. 75-77FINKELSTEIN, Norman. La industria del Holocausto: refexiones sobre la explotación del sufrimiento judío. Traducción de María Corniero. Madrid: Akal, 2014 [2000].).
  • 30
    Fue creado el Cinematic Project on Holocaust Survivors en New Haven, Connecticut, asistido por sobrevivientes, más adelante rebautizado Yale Video Archive for Holocaust Testimonies (WIEVIORKA, 2006 [1998], p. 108WIEVIORKA, Annete. The era of the witness. Nueva York: Cornell University Press, 2006 [1998].). Más tarde, Shoah (LANZMANN, 1985) reavivó el interés en las grabaciones de testimonios y, luego, La lista de Schindler (SPIELBERG, 1993) generó la creación de otra institución dedicada a desarrollar un archivo audiovisual con testimonios de sobrevivientes de todo el mundo, el Survivor of the Shoah Visual History Fundation (WIEVIORKA, 2006 [1998], p. 110-115WIEVIORKA, Annete. The era of the witness. Nueva York: Cornell University Press, 2006 [1998].). Ver también Shandler, 1999SHANDLER, Jeffrey. While America watches: televising the Holocaust. New York: Oxford University Press, 1999..
  • 31
    Ver también Bevilacqua, 2017BEVILACQUA, Gilda. Figuras resistentes/fguras colaborantes: la Francia ocupada y la Francia de vichy en la Historiografía, el cine y el film La Redada. Revista Expedições: Teoria da História e Historiografia, Goiás, v. 8, n. 2, p. 69-97, 2017..

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Editado por

Editores Responsáveis
Miriam Dolhnikoff e Miguel Palmeira

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    14 Nov 2022
  • Fecha del número
    2022

Histórico

  • Recibido
    17 Ene 2022
  • Acepto
    29 Abr 2022
Universidade de São Paulo, Faculdade de Filosofia, Letras e Ciências Humanas, Departamento de História Av. Prof. Lineu Prestes, 338, 01305-000 São Paulo/SP Brasil, Tel.: (55 11) 3091-3701 - São Paulo - SP - Brazil
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