El autor describe las relaciones entre el psicoanálisis y la cultura, más precisamente la tendencia a la inmediatez que la cultura actual instala frente a la idea de proceso. Frente a las exigencias provenientes desde la cultura (tiempo y dinero, tiempo y eficacia), ¿puede el psicoanálisis desentenderse de ella? Y, si lo hace, ¿no estará así ayudando a generar a las terapias alternativas? Cree que la nueva crisis por la que atraviesa actualmente el psicoanálisis obedece a las dificultades e intentos de dar cuenta de los efectos de la cultura, en una sociedad consumista que ha abolido el valor de la palabra y ya no tiene tiempo para pensar ni para pensarse. Para tanto, el autor cree que es necesario repensar el psicoanálisis, no sólo en torno a la noción de proceso sino también de lo que él denominó acto analítico. Hace reflexiones sobre el analizando y el analista de hoy y también hace consideraciones metapsicológicas y técnicas referidas al concepto de acto analítico, junto a la idea de proceso. Respeto al primero aspecto, el autor cree que el analizando de hoy no "cumple" con las expectativas clásicas de la técnica. Cuanto al segundo, piensa que sea posible que la continuidad de estos actos analíticos se transforme en un proceso analítico: cuando un acto analítico posibilita el descubrimiento de un falso enlace, la corrección de un desplazamiento temporal y de persona, estará estimulando, en el sujeto que padece, el interés acerca de su propio funcionamiento psíquico. Concluye diciendo que el problema de la cura analítica en relación con las exigencias de la cultura actual se define en un punto esencial: el psicoanálisis debe montar un encuadre lo suficientemente amplio como para que la fuerza transformadora de la pulsión encuentre su representación.
Psicoanálisis; cultura; historización; proceso analítico