La piel es nuestra frontera con el mundo, realizando cambios y contacto con el entorno. Así, ¿no sería ella capaz de señalar, a través de sus alteraciones, nuestro anhelo por el otro, la necesidad de "cambios afectivos"? Los autores presentan la observación de la evolución clínica y emocional de un niño de 2 años de edad, portadora de dermatitis atópica, participante del Grupo de Apoyo a la Dermatitis Atópica, con su formación innovadora interdisciplinaria, durante 9 meses de acompañamiento del niño en el grupo. Como resultados, se evidenciaron cambios en el comportamiento del niño frente al libre jugar, una interacción social más concreta, con la disminución de la irritabilidad y agresividad y, principalmente, mayor y mejor vinculación entre la dupla madre-niño, así como una acentuada mejora en el cuadro dermatológico. Se concluye que la abarcadura, proporcionada por la atención interdisciplinaria, posibilita una intervención precoz en la relación madre-niño, pudiendo considerarse como una estrategia de prevención en salud mental materno-infantil, evitando posibles patologías futuras.
Dermatitis atópica; psicodermagología; grupoterapia