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Percepción social del riesgo y dinâmicas de género en la producción agrícola basada en plaguicidas en la pampa húmeda Argentina

Social risk perception and gender dynamics in pesticide-based agricultural production in the Argentine pampas

Percepção social do risco e dinâmicas de gênero na produção agrícola baseada em pesticidas na pampa úmida Argentina

Resumen

El objetivo de este trabajo es analizar las vinculaciones entre las identidades de género y las lógicas de la organización social del cuidado, relacionadas con los riesgos ambientales-sanitarios a partir de los significados y prácticas relativas a la producción agrícola basada en plaguicidas en la pampa húmeda argentina. Realizamos dos trabajos de campo etnográficos de largo alcance y analizamos, por una parte, el proceso de identificación y denuncia de los riesgos relativos a los plaguicidas por mujeres y su relación con la construcción social de femineidades y con la organización generizada del cuidado. En segundo lugar, indagamos un posible vínculo entre la exposición a los plaguicidas y una estrategia de reafirmación de la virilidad.

Palabras clave:
género; rural; herbicidas; riesgos; salud

Abstract

This paper analyzes the connections between gender identities and the logics surrounding the social organization of care related to the environmental and health risks that stem from meanings and practices of pesticide-based agricultural production in the Argentine Pampas. After conducting two long-reach ethnographic field-work, we explore the process of women’s identifying and denouncing of pesticides related risks and its relationship both with the social construction of femininities and with the gendered organization of care. Furthermore, we study a possible link between the exposure to pesticides and a strategy of reaffirmation of virility.

Keywords:
gender; rural; herbicides; risk; health

Resumo

O objetivo deste trabalho é analisar as vinculações entre as identidades de gênero e as lógicas da organização social do cuidado, em relação com os riscos ambientais-sanitáriosa partir dos significados e práticas relativas à produção agrícola baseada em pesticidas nos pampas da Argentina. Realizamos dois trabalhos de campo etnográficos de amplo alcance e analisamos, por um lado, o processo de identificação e denúncia dos riscos relacionados coma construção social de feminilidades e com a organização generificada do cuidado. Por outro lado, indagamos sobre um vínculo possível entre a exposição aos pesticidas e uma estratégia de reafirmação da virilidade.

Palavras-chave:
gênero; rural; herbicidas; riscos; saúde

El objetivo de este trabajo es analizar las vinculaciones entre las identidades de género y las lógicas de la organización social del cuidado, relacionadas con los riesgos ambientales-sanitarios a partir de los significados y prácticas relativas a la producción agrícola basada en plaguicidas en la pampa húmeda argentina. Identificamos, describimos y analizamos los modos en que las feminidades y masculinidades hegemónicas y/o alternativas (Connell, 1995) inciden directa o indirectamente en los sentidos y experiencias de los cuidados y de los riesgos ambientales-sanitarios en la región estudiada.

Antecedentes

El total de la producción agropecuaria representa aproximadamente el 32% del PBI argentino, el 60% de las exportaciones, y el 90% de los alimentos que se consumen en el país (Pórfido, 2014PÓRFIDO, Osvaldo Daniel, et al. 2014. Los plaguicidas en la República Argentina. Ministerio de Salud de la Nación, Argentina. Serie Temas de Salud Ambiental; 192 p.). De acuerdo con Gómez Lende (2015GÓMEZ LENDE, Sebastián. 2015. “El modelo sojero en la Argentina (1996-2014), un caso de acumulación por desposesión”. Mercator-Revista de Geografia da UFC. Septiembre 2015. Vol. 14, n° 3, p. 7-25.), la superficie sembrada con soja aumentó en Argentina un 196,6% entre 1996 y 2014. Dicha oleaginosa representa actualmente el 60% del área implantada del país, así como también la mitad de la producción de granos. La Argentina se convirtió, después de Estados Unidos y Brasil, en el tercer productor mundial de porotos de soja, así como también en el principal comercializador de aceites (81%) y harinas (36%) de esa oleaginosa y más del 95% de la producción se destina a los mercados internacionales (Gómez Lende, 2015GÓMEZ LENDE, Sebastián. 2015. “El modelo sojero en la Argentina (1996-2014), un caso de acumulación por desposesión”. Mercator-Revista de Geografia da UFC. Septiembre 2015. Vol. 14, n° 3, p. 7-25.). La variedad transgénica de la soja, dotada por ingeniería genética de tolerancia al plaguicida glifosato -utilizado para controlar malezas- es el 99% de la superficie sembrada con esa oleaginosa en Argentinay el 90,1% del área está implantada con organismos genéticamente modificados (Gómez Lende, 2015GÓMEZ LENDE, Sebastián. 2015. “El modelo sojero en la Argentina (1996-2014), un caso de acumulación por desposesión”. Mercator-Revista de Geografia da UFC. Septiembre 2015. Vol. 14, n° 3, p. 7-25.).

Al ver a la Argentina como el “granero del mundo”, de acuerdo con Leguizamón (2014LEGUIZAMON, Amalia. 2014. Roundup Ready Nation: The Political Ecology of Genetically Modified Soy in Argentina. CUNY Academic Works; 209. p.), se ve a la agricultura en tanto actividad rentable y a la tecnología como la manera más eficiente de controlar la naturaleza e incrementar la producción. La innovación tecnológica es vista además como un camino seguro a la modernidad y al progreso. La contaminación, para la autora, es vista nacionalmente como un problema de las grandes ciudades y se piensa al “campo”como la vidaen la naturaleza y con aire limpio. Sin embargo, el incremento exponencial en el uso de plaguicidas que acompañó la expansión sojera ha provocado importantes impactos ambientales al producir contaminación de suelos, aguas superficiales y subterráneas y aire, a la vez que causa la intoxicación de seres vivos, inclusive de las poblaciones de áreas rurales, que concentran más de 12 millones de habitantes (Arancibia, 2018ARANCIBIA, Florencia, BOCLES, Ignacio, MASSARINI, Aliciay, VERZEÑASSI, Damian. 2018. “Tensiones entre los saberes académicos y los movimientos sociales en las problemáticas ambientales”. Metatheoria-Revista de Filosofía e Historia de la Ciencia. Enero de 2018. Vol. 8, no 2, p. 105-123.).

Autores como Verzeñassi (2014VERZEÑASSI, Damián. 2014. “El modelo agrosojero y su impacto en nuestras vidas”. En MELÓN, D. (eds) La patria sojera. El modelo agrosojero en el Cono Sur. Buenos Aires. Editorial El colectivo. 1221p.), Bernardi (2015BERNARDI, Natalí Gisela; GENTILE, Natalia Elena; MAÑAS, Fernando Javier; MÉNDEZ, Álvaro; GORLA, Nora Bibiana Maria; AIASSA, Delia Elba. 2015. “Assessment of the level of damage to the genetic material of children exposed to pesticides in the province of Córdoba”. Arch Argent Pediatr. 113(2):126-132.) o Mac Loughlin et al. (2017MAC LOUGHLIN, Tomás M.; PELUSO, Leticia; MARINO, Damián JG. 2017.“Pesticide impact study in the peri-urban horticultural area of Gran La Plata, Argentina”. Science of the Total Environment, November, 2017. Vol. 598, p. 572-580.) señalan que el glifosato tiene probadas capacidades biocidas y que propicia la aparición de cáncer, alergias, daño genético y otras afecciones graves. Un informe de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC) de la OMS (2015INTERNATIONAL AGENCY FOR RESEARCH ON CANCER, et al. 2015. IARC Monographs Volume 112: evaluation of five organophosphate insecticides and herbicides. World Health Organization, Lyon.) indica que el glifosato “puede provocar cáncer en seres humanos”. Los marcos regulatorios que deberían proteger a la población de las fumigaciones terrestres o aéreas son débiles o no suelen ejecutarse. De acuerdo con el Ministerio de Salud nacional, sólo en el 10% de los establecimientos agrarios se protegen debidamente quienes aplican plaguicidas. Según el mismo organismo, la información existente no evidencia la magnitud real del impacto de los plaguicidas en la salud y el ambiente,

no existiendo políticas sanitarias nacionales acorde a la gravedad del problema y los sistemas de vigilancia existentes, tienen importantes subregistros, subdiagnósticos y subnotificaciones por desconocimiento en la población, déficit en los equipos de salud para la detección, manejo y prevención, burocracia y otras razones (Pórfido, 2013: 36PÓRFIDO, Osvaldo Daniel, et al. 2014. Los plaguicidas en la República Argentina. Ministerio de Salud de la Nación, Argentina. Serie Temas de Salud Ambiental; 192 p.).

Jäger et al. (2016JÄGER, Mariano; PELLIZZARI, Cecilia; FEITO, María Carolina; BATTISTA, Susana; SOLARI, Camila. 2016. “Percepción Social del Riesgo Ambiental y Vulnerabilidad”. En JÄGER, M. compilador. En JÄGER, M (ed.) Gobernabilidad, percepción, controly efectos del uso de agroquímicos en la región metropolitana de Buenos Aires. San Justo: Universidad Nacional de La Matanza; 224p.) explican que hay una gran brecha entre lo que puede considerarse un riesgo socialmente inaceptable que procura ser erradicado, y un riesgo ambiental aceptado que pretende ser controlado a partir de la aplicación de una serie de mecanismos o normas de seguridad y control. Sin embargo, advierten que la tecnología aplicada en la actividad agropecuaria se desarrolla bajo el criterio clásico de búsqueda tecnocrática de la eficiencia desde el punto de vista económico, es decir que “su racionalidad está basada únicamente en la búsqueda del beneficio microeconómico y no repara en aspectos sociales o ambientales” (2016: 54JÄGER, Mariano; PELLIZZARI, Cecilia; FEITO, María Carolina; BATTISTA, Susana; SOLARI, Camila. 2016. “Percepción Social del Riesgo Ambiental y Vulnerabilidad”. En JÄGER, M. compilador. En JÄGER, M (ed.) Gobernabilidad, percepción, controly efectos del uso de agroquímicos en la región metropolitana de Buenos Aires. San Justo: Universidad Nacional de La Matanza; 224p.). De acuerdo con Lantieri et al. (2009LANTIERI, María Josefina; MEYER PAZ, Roberto; BUTINOF, Mariana; FERNÁNDEZ, Ricardo; STIMOLO, M. Inés; y Díaz, M. Pilar. 2009. “Exposición a plaguicidas en agroaplicadores terrestres de la provincia de Córdoba, Argentina: factores condicionantes”. Agriscientia, Diciembre 2009. Vol 2. n° 26:43-54.) la exposición laboral que ocurre en el ámbito rural configura un escenario complejo en el cual su población resulta con alta exposición y gran vulnerabilidad. Señalan que nuestro país reporta una elevada incidencia de intoxicaciones agudas por plaguicidas y creen que pueden ser atribuidas a insuficiente legislación y de medios para cumplirla; a deficiencias educacionales que generan escasa percepción de riesgos; a falta de comprensión de las pautas de alerta de los productos; al uso de productos prohibidos en países industrializados; y a la ingesta de agua y alimentos contaminados. La proximidad de los campos fumigados con las viviendas familiares de los trabajadores rurales implica que una vez terminada la jornada laboral, la exposición tiene probabilidades de prolongarse. En muchos casos, la familia del productor aporta mano de obra propia al sistema productivo, lo que trae aparejado una exposición ocupacional y para-ocupacional de todo el grupo familiar. Esto incorpora grupos altamente vulnerables, como son la mujer en edad fértil y los niños, en todas sus etapas de crecimiento (Lantieri et al, 2009LANTIERI, María Josefina; MEYER PAZ, Roberto; BUTINOF, Mariana; FERNÁNDEZ, Ricardo; STIMOLO, M. Inés; y Díaz, M. Pilar. 2009. “Exposición a plaguicidas en agroaplicadores terrestres de la provincia de Córdoba, Argentina: factores condicionantes”. Agriscientia, Diciembre 2009. Vol 2. n° 26:43-54.).

La percepción de los riesgos es un producto social, y no individual, regulado por las prácticas e interacciones sociales, al tiempo que manifiesta los sentidos asignados a esas prácticas y por tanto expresa los grados de aceptabilidad frentea sus consecuencias. La percepción del riesgo no está relacionada necesariamente con conductas de autoprotección y tiene una relación limitada con los conocimientos que se tengan acerca de la seguridad (Arcury et al., 2002ARCURY, Thomas A.; QUANDT, Sara A.; RUSSELL, Gregory B. 2002. “Pesticidesafety among farmworkers: perceived risk and perceived control as factors reflecting environmental justice”. Environmental Health Perspectives. April, 2002. Vol. 110, no suppl 2, p. 233-240.). Análisis técnicosdel riesgo relativos a la teoría de la elección racional donde se plantea que la gente decide en contextos ideales y aislados no dejan ver las dimensiones sociales del riesgo. Hacer frente a un peligro en su trabajo implica para el agricultor actuar de acuerdo con sus creencias, experiencias e informaciones construidas a lo largo de su vida (Peres, et al. 2005PERES, Frederico; ROZEMBERG, Brani; LUCCA, Sérgio Roberto de. 2005. “Percepção de riscos no trabalho rural em uma região agrícola do Estado do Rio de Janeiro, Brasil: agrotóxicos, saúde e ambiente”. Cadernos de Saúde Pública. Novembro 2005. Vol. 6, n°21 p. 1836-1844.).

Douglas (1992DOUGLAS, Mary.1992. Risk and Blame. London: Routledge; 323. p.) explicitó que son las nociones culturales las que nos dicen intuitivamente qué es potencialmente peligroso y dañino y qué no representa riesgo. La cultura -y esto incluye a las relaciones e identidades de género-, nos provee modelos explicativos que nos indican por qué las cosas se suceden de una determinada manera y nos da guías morales acerca de por qué ciertas cosas o acciones son buenas o malas. Como dice FonsecaFONSECA, Claudia. 2007. “O anominato e o texto antropológico: Dilemas éticos e políticos da etnografia’em casa’”. Teoria e cultura. Junho, 2007. Vol. 2, n° 1 e 2. (2007FONSECA, Maria das Graças Uchoa, et al. 2007. “Percepção de risco: maneiras de pensar e agir no manejo de agrotóxicos”. Ciência & Saúde Coletiva, vol. 12, p. 39-50.): lo que todo el mundo hace, y hace con frecuencia, provee “sensación de inmunidad” aunque sea potencialmente dañino. Douglas (1986DOUGLAS, Mary. 1986. Risk Acceptability According to the Social Sciences. New York: Russell Sage Foundation; 115 p.) se refería al respecto con el sentido de inmunidad subjetiva o Dejours (citado en Guivant, 2003GUIVANT, Julia. 2003. “Pesticide use, risk perception and hybrid knowledge: a case-study from southern Brazil”. International Journal of Food and Agriculture, Vol. 11, n° 1, p. 41-51.) a la noción de estrategia defensiva.

La principal función de esta ideología defensiva sería propiciar al trabajador la supervivencia en un ambiente de trabajo injurioso, por medio de la constitución de un valor simbólico donde el trabajador domina al peligro y no viceversa (Peres, et al. 2005: 1842PERES, Frederico; ROZEMBERG, Brani; LUCCA, Sérgio Roberto de. 2005. “Percepção de riscos no trabalho rural em uma região agrícola do Estado do Rio de Janeiro, Brasil: agrotóxicos, saúde e ambiente”. Cadernos de Saúde Pública. Novembro 2005. Vol. 6, n°21 p. 1836-1844.).

Otros trabajos han indagado cuestiones de género en el ámbito rural en América Latina pero señalando una relación natural, esencial y determinista entre desarrollo sustentable y mujeres o el crecimiento del trabajo formal rural realizado por mujeres que continuaban siendo “doblemente explotadas”. En nuestro caso no pensamos que haya una esencia femenina protectora de la naturaleza como proponen algunos ecofeminismos ni una esencia masculina destructora de la vida o productora de cultura. Estamos frente a construcciones históricas sociosimbólicas de femineidades y masculinidades.

Por otro lado, si bien no negamos la presencia de “dobles jornadas”, sostenemos que son justamente las visiones émicas dicotómicas que asocian “mujer” a cuidados de forma esencialista (Kunin, 2019aKUNIN, Johana. 2019a. “Women are those who lose their sense of shame”: resistance and fulfilment of gender expectations in dissident initiatives in a rural district of Argentina”. L’Ordinaire des Amériques (ORDA). Juillet 2019. n°224.), las que permiten, por ejemplo, percepciones sociales diferenciales de los riesgos. Cercano a la perspectiva aquí presentada, el trabajo de Leguizamón (2018LEGUIZAMÓN, Amalia. 2018. “The Gendered Dimensions of Resource Extractivism in Argentina’s Soy Boom”. Latin American Perspectives. March 2019, Vol. 46, n° 2, p. 199-216.) analiza a un grupo de madres de un barrio limítrofe alas plantaciones de soja en las afueras de la Ciudad de Córdoba, conocidas como “Madres de Ituzaingó”. Iniciaron un relevamiento en 2001 cuando una vecina advirtió que muchas mujeres en el pueblo llevaban pañuelos para cubrir sus cabezas y muchos niños usaban barbijo. Buscaron así determinar si realmente eran “demasiados” los enfermos y pedir ayuda a las autoridades. En las entrevistas se autodefinen como mujeres, madres y abuelas con “instinto” femenino que las lleva a movilizarse dada su “obligación” para protegerlos. Para la autora, la maternidad cataliza la oposición a la soja transgénica a partir de expectativas e identidades tradicionalmente asociadas con la mujer que performa una feminidad acentuada o un esencialismo estratégico. Por otra parte, los hombres minimizaban la situación en el marco de lo que Leguizamón (2018LEGUIZAMÓN, Amalia. 2018. “The Gendered Dimensions of Resource Extractivism in Argentina’s Soy Boom”. Latin American Perspectives. March 2019, Vol. 46, n° 2, p. 199-216.) llama bio-hegemonía masculina: las prácticas discursivas, materiales e institucionales que crean y mantienen el control patriarcal bajo el cual el neoliberalismo capitalista ha asumido esta particular forma extractiva con la adopción de biotecnología. Para Leguizamón (2018) hay un sesgo cognitivo en relacióncon los riesgos percibidos de los plaguicidas: diferentes estatus y expectativas para los hombres (“productores”, “proveedores”, “expertos”) frente a los de las mujeres (“cuidadoras”, “mujeres”, “amas de casa”). Vecchioli, (2005VECCHIOLI, Virginia. 2005. “La nación como familia. Metáforas políticas en el movimiento argentino por los derechos humanos”. En FREDERIC, S. y Soprano, G. (eds.) Cultura y política en etnografías sobre la Argentina, Buenos Aires Argentina: UNQ/Prometeo. 344p.), sin embargo, no cree como suficiente el análisis que indica que el tema de la generación y el cuidado de la vida humana es lo que explica la constitución de las mujeres-madres, en actores políticos. Para la autora: “El apelo a la familia está basado en la creencia compartida por el Estado y por quienes integran los organismos de la sociedad civil acerca de la fuerza y el valor positivo del parentesco y del lugar que se le atribuye a la familia dentro de la nación” (2005: 19VECCHIOLI, Virginia. 2005. “La nación como familia. Metáforas políticas en el movimiento argentino por los derechos humanos”. En FREDERIC, S. y Soprano, G. (eds.) Cultura y política en etnografías sobre la Argentina, Buenos Aires Argentina: UNQ/Prometeo. 344p.). Así, la maternidad es eficiente cuando las mujeres interpelan al Estado puesto que el sujeto público femenino se (re)presenta como la reproductora de la sociedad y cuidadora por excelencia de la prole (Russo, 2007RUSSO, M. 2007. “La maternidad como excusa. Participación política y social de mujeres Jefas de Comedores en una villa de la Ciudad de Buenos Aires”. VII Jornadas de Sociología ; 2007. Buenos Aires: Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires.).

Metodología

Esta investigación se enmarca en otras más amplias que indagaron en la relación entre organización social del cuidado, poder y agencia de las mujeres en la pampa húmeda argentina y en el análisis de las prácticas y discursos sobre los agrotóxicos en la misma zona de estudio (Kunin, 2019aKUNIN, Johana. 2019a. “Women are those who lose their sense of shame”: resistance and fulfilment of gender expectations in dissident initiatives in a rural district of Argentina”. L’Ordinaire des Amériques (ORDA). Juillet 2019. n°224. y 2019bLANTIERI, María Josefina; MEYER PAZ, Roberto; BUTINOF, Mariana; FERNÁNDEZ, Ricardo; STIMOLO, M. Inés; y Díaz, M. Pilar. 2009. “Exposición a plaguicidas en agroaplicadores terrestres de la provincia de Córdoba, Argentina: factores condicionantes”. Agriscientia, Diciembre 2009. Vol 2. n° 26:43-54.; Lucero, 2019LUCERO, Paula. 2019. Fumigado o no fumigado, todos los días me voy alcampo:etnografía sobre los sentidos nativos del riesgo de enfermar por agrotóxicos en Morse, provincia de Buenos Aires. Tesis para optar al título de Magister en Antropología Social. IDAES, Universidad de San Martín.). Privilegiamos un enfoque cualitativo centrado en la perspectiva etnográfica multisituada (Marcus, 2001MARCUS, George E. 2001. Etnografía en/del sistema mundo. El surgimiento de la etnografía multilocal. Alteridades. Julio 2001. Vol 11, n° 22, p. 111-127.). Buscamos analizar la diversidad de lo real y aprehenderla tras un análisis estratégico de las perspectivas de los actores. En el caso de las mujeres se trabajó con madres de niños afectados por los pesticidas y de niños que asisten a establecimientos educativos rurales; maestras rurales; pequeñas productoras agroecológicas; técnicas rurales; y algunas ingenieras rurales en la pampa húmeda, especialmente en la zona noroeste de la Provincia de Buenos Aires. Para el caso de los hombres, estudiamos las perspectivas de peones rurales, fumigadores, productorespropietarios de agricultura convencional, pequeños productores agroecológicos e ingenieros agrónomos. Desarrollamos como complemento del enfoque etnográfico, actividades de dibujo, fotografía, cartografía social y focus group de debate con adolescentes y adultos en las escuelas rurales y otras instituciones comunitarias de la zona. Realizamos entrevistas antropológicas informales (Guber, 2004GUBER, Rosana. 2004. El salvaje metropolitano: reconstrucción del conocimiento social en el trabajo de campo. Buenos Aires: Paidós. 323 p.), donde las preguntas del investigador fueron construidas con elementos del universo de sentidos del informante para luegoanalizarlas en “diálogo”con las teoríasacadémicas.

Zonas de estudio

El trabajo de campo se realizó en dos partidos de la Provincia de Buenos Aires localizados en la zona núcleo1 1 Se denomina “zona núcleo” de la región pampeana a los partidos que, por las característicasde sus suelos y climas, presentan las mejores condiciones para el desarrollo de cultivos como los cereales y las oleaginosas (Neiman, 2017). de la pampa húmeda cuyaprincipal actividad esla producción agrícola de exportación, especialmente del monocultivo de la soja transgénica.

Un partido analizado es ficticiamente nombrado aquí como La Laguna. Es un distrito localizado a 260 km de la capital argentina, ubicado en el noroeste del interior de la provincia de Buenos Aires. Tiene en total 47 mil habitantes. Su ciudad cabecera se llama también La Laguna y tiene unos 36 mil. Además de ésta, hay 12 pueblos que componen el distrito. La población de cada uno no suele superar los mil o a veces los cien habitantes. La principal actividad de la zona es la producción agroexportadora. Por ejemplo, en la campaña 2016/17 en La Laguna se sembraron 293.000 has (69% de la superficie del distrito), correspondiendo 35.000 ha de trigo, 40.000 ha de maíz, 5000 has de girasol y 205.000 ha de soja transgénica tolerante al glifosato. Tal como expresaron en comunicaciones personales ingenieros agrónomos de la zona, se utilizan para la soja aproximadamente 8 litros/ha entre herbicidas e insecticidas: de esta manera, sólo para el cultivo de soja se están aplicando aproximadamente 1.640.000 litros de pesticidas en el distrito.

Los Ciruelos es otro nombre ficticio que hemos dado al segundo lugar de estudio. Se ubica también a unos 260 Km de la Capital Federal, cercano a La Laguna y se dedica a la producción de commodities para la exportación. El trabajo de campo se realizó en una localidad del distrito de 563 habitantes al que llamaremos Edison. Los datos del distrito Los Ciruelos son similares a La Laguna, para la campaña 2016/2017 se sembraron en total 168.859 ha, (el 74% de la superficie del partido) de los cuales 25.300 corresponden a trigo, 34.800 a maíz, 200 ha de girasol y 100. 000 ha de soja. Siguiendo la misma línea que La Laguna, se aplicaron 1.350.872 litros de agroquímicos.

La región de La Laguna y Los Ciruelos se caracteriza por sus tintes conservadores: no suelen haber movimientos sociales de protesta y las relaciones de género están signadas por construcciones de femineidad hegemónicas donde la mujer es de “la casa” y “ayuda” -es decir, suele mayoritariamente trabajar sin recibir remuneración ni reconocimiento en el ámbito doméstico y en la producción familiar de animales y verduras para el autoconsumo y la venta. Al mismo tiempo, las construcciones de masculinidad que priman son aquellas donde el hombre “trabaja” “afuera”, tal como también han mostrado los trabajos de Stølen (2004STØLEN, Kristi Anne. 2004. La decencia de la desigualdad: género y poder en el campo argentino. Antropofagia. 256p.) y de Heredia (2003DE HEREDIA, Beatriz Maria Alásia. 2003. La Morada de la Vida: Trabajo familiar de pequeños productores del noreste de Brasil. Editorial La Colmena.). Son las maestras de las escuelas emplazadas en medios rurales, las madres de niños que viven aún hoy en campos, las horticultoras agroecológicas y las técnicas en desarrollo y algunas pocas ingenieras agrónomas las que se alzan contra las fumigaciones terrestres y áreas con glifosato en el distrito.

Femenidades y agrotóxicos en la pampa húmeda argentina

Central para nuestra perspectiva es la teoría acerca de la organización social del cuidado: es decir, todas las actividades y prácticas necesarias para la supervivencia cotidiana de las personas en la sociedad en que viven e incluye el autocuidado, el cuidado directo de otras personas (la actividad interpersonal de cuidado), la provisión de las precondiciones en que se realiza el cuidado y la gestión del cuidado (Rodríguez Enríquez, 2015). Las prácticas de cuidado, en distintas medidas, suelen ser realizadas por mujeres o por personas vistas como feminizadas, desjerarquizadas y que merecen nula o poca remuneración (Epele, 2017EPELE, María Esther. 2017. “Neoliberal Care: Intimacy, Romance, and Drug Use in Argentine Dispossessed Populations”. The Journal of Latin American and Caribbean Anthropology. June 2017. Vol. 23, n° 1, p. 152-168.). Si bien esta perspectiva fue muy utilizada para pensar la división sexual del trabajo dentro de los hogares o fuera para quien trabaja con personas dependientes, por su edad o por sus condiciones/capacidades, desde este trabajo, extendemos la noción a otros tipos de cuidado mucho menos explorados: al cuidado de los hijos o los alumnosen el marco de lo que se considera riesgos ambientales-sanitarios.

Es fundamental la importancia de la organización social del cuidado para entender las perspectivas de las mujeres que perciben un alto riesgo ambientalsanitario ligado a los pesticidas en la pampa húmeda argentina. Así valores tradicionalmente asociados con las mujeres (Tronto, 2009TRONTO, Joan C. 2009. Moral Boundaries: A Political Argument for an Ethic of Care. Nueva York: Routledge, 226 p.) hacen que ellas vean riesgos ambientales y sientan la obligación moral de “conservar la vida” y extiendan sus preocupaciones, sentidas como naturales, del bienestar de sus familias hacia el cuidado de sus alumnos en el caso de las maestras rurales, por ejemplo.

Comencemos analizando los casos de varias madres en la zona. Eugenia2 2 La mayoría de los nombres que aparecen en este trabajo han sido modificados para salvaguardar la intimidad de los informantes. Se utiliza la cursiva para hacer referencia a categorías nativas. Las comillas se usan para designar frases o expresiones literales usadas en el marcode conversaciones y/o entrevistas. Para facilitar la lectura y evitarla la sobrecarga gráfica, se utiliza el género masculino como genérico no marcado. Cada vez que las interlocutoras sean mujeres o entre los interlocutores haya mayoría de mujeres, quedará explicitado en la redacción. En lo personal no compartimos la visión binaria de los géneros. es oriunda de Edison, vivió su embarazo al lado de una casa dónde se guardaban agrotóxicos, su hija nació con una malformación congénita (atresia de esófago).A pesar del diagnóstico, ninguno de los médicos le preguntó cómo había sido la gestación de la niña en relación a alguna exposición a problemáticas ambientales. Recién Marcelo, un médico neonatólogo amigo de su familia, le dijo un día: “Vos tenés una cantidad enorme de herbicidas acá junto a tu casa”. Ahí Eugenia “empezó a atar cabos”:

en el lote de al lado, tenían tipo un galpón chiquito y en el resto del lote, sobre la pared de mi casa, el depósito de los tarros vacíos, no dos o tres: ¡un montón! Y dentro del galpón un montón de bidones vacíos y el mosquito3 3 Fumigadores propulsados mecánicamente. . Yo, una ignorancia total, por eso hay que tratar de comprender desde qué lugar está el otro. Yotampoco me daba cuenta, cuando Marcelo me dijoque había muchos bidones de herbicidas pensé: ¡pero están vacíos! Una ignorancia total (Diario de campo, septiembre 2017).

Para comenzar destacamos que los médicos que la atendieron en primer lugar estaban buscando evidencias de enfermedad, de un agente biológico causal de enfermedad (Susser, 1998SUSSER, Mervyn. 1998. “Does risk factor epidemiology put epidemiology at risk?” Peering into the future. Journal of Epidemiology & Community Health. October 1998. Vol. 52, n° 10, p. 608-611.): la forma en la que abordaron la malformación de la niña y la forma en que percibían el riesgo de Eugenia y de su hija en gestación y nacida estaba relacionada con la forma en la que lo ha construido el Modelo Médico Hegemónico (Menéndez, 1985MENÉNDEZ, Eduardo L. 1985. Aproximación crítica al desarrollo de la antropología médica en América Latina. Nueva Antropología. Octubre 1985. Vol. 7, n° 28, p. 11-28.): no hay enfermedad sin un agente causal directo. Estos profesionales no reparaban en los datos contextuales ni de la historia de vida de Eugenia que pudieran explicar la condición de su hija. Por otro lado, para Eugenia, descubrir que los bidones vacíos tenían algo que ver en su experiencia de vida, le reveló algo más que una afección individual en su hija. Le permitió analizar el riesgo del modelo basado en agrotóxicos que no había tenido en cuenta previamente y que había naturalizado como un elemento más del paisaje del pueblo. La forma de comprender y expresar sus emociones en tanto mujer-madre le permitió ubicarse en un lugar de contrahegemonía al agronegocio, luchando por la franja de no fumigación en su localidad. Esa experiencia de vida le permitió desnaturalizar prácticas que allí son cotidianas:

todos somos en algún punto víctimas de este modelo. También como unoes víctima de un montón de cuestiones desde la ignorancia y desde el sometimiento hay toda una cosa armada. También con el descreimiento, porque claro…tenés tan naturalizado, que me pasaba el tipo [hombre] con el coso [vehículo fumigador autopropulsado] chorreando por ahí; y olor, y vos sentís el olor y hasta naturalizás el olor. Y así todo el pueblo, todo el pueblo. (Diario de campo, septiembre 2017).

En el mismo sentido, hay mujeres-madres que intentan cuidar reparando lo que consideran ya dañado, previniendo e intentando controlar peligros y haciendo frente a lo que consideran indefensión. En este sentido, afloran sentidos asociados a los roles clásicos de la mujer como protectora pero son roles que potencialmente permiten ejercer la capacidad de agencia de las mujeres a partir del cuidado legitimado por una construcción clásica de valores de género. Mercedes, por ejemplo,es actualmente una horticultora agroecológica que solía dedicarse únicamente al trabajo reproductivo y a eventuales trabajos como empleada doméstica en La Laguna. Su marido había trabajado quince años como fumigador en los campos de la zona cuando tuvieron a Clara, su primera hija. La niña nació con una discapacidad y Mercedes, tras informarse acerca de las potenciales consecuencias del uso de agrotóxicos (en las capacitaciones brindadas por las coordinadoras4 4 Las coordinadoras son un grupo de trabajadoras sociales municipales, técnicas del Ministeriode Agricultura nacional y docentes de la escuela rural de alternancia de La Laguna. Esta última es un tipo de escuela agraria que articula educación y desarrollo rural y donde los alumnos viven con los docentes una semana entera en la institución y vuelven a sus casas dos semanas, para poner en práctica lo aprendido. Es una escuela pública, gratuita y oficial de nivel medio de la Provincia de Buenos Aires. Hoy existen más de 35 centros similares en la región bonaerense. del programa local de promoción de la horticultura agroecológica y por la y a través de sus propias lecturas en internet), comenzó a sospechar que la salud de Clara había sido afectada por el trabajo de su padre. Así, Mercedes lo convenció para que cambiara de oficio y él comenzó a trabajar de camionero, en el transporte cereales. Aunque de esta manera su marido permanece alejado de su familia por mayores períodos de tiempo, Mercedes siente que así están cuidando a su descendencia y a sí mismos. Dentro de una oferta limitada de posibilidades laborales, la capacidad de agencia de Mercedes le permitió influir en que su pareja se decidiera a cambiar de trabajo, cuidando a los suyos.

La mayoría de las mujeres que vive en los campos y trabaja contra los pesticidas suele hacer huerta junto a sus casas -en terrenos mayoritariamente cedidos por los patrones de sus maridos- mientras que sus esposos muchas veces trabajan como peones en campos que no son nada agroecológicos. Dicen que cultivan porque son madres y quieren darles alimentos sanos a sus hijos. Micaela es huertera agroecológica en La Laguna. Vende sus productos en la feria quincenal que se realiza en la plaza central de la ciudad cabecera del partido y cultiva en el pequeño terreno de su propia casa, en un pueblo de 2.000 habitantes rodeado de plantaciones de soja. Antes de ser convocada por las docentes coordinadoras de la escuela rural y porlas técnicas promotoras para participar de la feria agroecológica, Micaela ya tenía su propia huerta. Lo que hizo, al comenzar a trabajar para la venta, fue ampliarla. Ella explica que lo que la motivó a combinar el trabajo reproductivo en su casa, su trabajo como cocinera de la escuela secundaria rural y como empleada doméstica en casas ajenas con su labor de horticultora fue su rol de madre: “Primero pienso qué calidad de vida tengo para mis hijos, a quienes alimento como mamá. Es la mujer la que toma conciencia de lo que se está consumiendo y la que elige la nutrición [de la familia]”.Si bien lo que dice Micaela se basa en una división sexualdel trabajo muytradicional (dondela mujeres la encargada de la alimentaciónde sus hijos),esta división le permite decidir qué tipo de alimentos se consumeny evaluar cuán sanos son. Cultivar alimentos propios implica un poder sobre la propia salud y la de los hijos; fundamentalmente, en un ámbito donde se convive con plaguicidas. Uno de los días que la visitamos, su vecino de la esquina estaba tirando glifosato en los pastizales para quemarlos, en lugar de usar una cortadora de césped para podar. Micaela advirtió la situación y les ordenó a sus hijos meterse en la casa. Teníamiedo de que Cacho, su vecino de enfrente, saliera con un armay matara al que estaba tirando RoundUp5 5 nombre comercial del herbicida producido por Monsanto cuyo principio activo es el glifosato. a los yuyos salvajes. Quemar los pastosy malezas con herbicidas, en vez de cortarlos con una cortadora de césped, es una técnica muy habitual de la zona, que incluso se utiliza en espacios públicos como plazas y canchas de fútbol. Cacho estaba sumamente alerta porque su hija estaba enferma de cáncer, y al hombre que manipulaba glifosato parecía no preocuparle (o desconocer) la relación entre el químico y la enfermedad. En este contexto rural, prestar atención al uso de químicos peligrosos, e intentar (dentro de lo posible) evitarlo, es ejercer un gran poder de cuidado (Kunin, 2019bKUNIN, Johana. 2019b. El poder del cuidado. Mujeres y agencia en la pampa sojera argentina. Tesis para optar al título de Doctora en Antropología Social. IIAC, EHESS e IDAES, Universidad Nacional de San Martín. 6 6 Llamamos “poder del cuidado” (Kunin, 2019b) para resaltar que, en ciertos casos, una organización material, social y sexual del cuidado puede brindar capacidad agentiva y no sólo opresiva a quienes lo llevan a cabo. En ese sentido, cuando hablamos de cuidado no sólo hacemos referencia al mundo privado o doméstico, si no a prácticas y trabajo de cuidado que llamamos de “amplio espectro”: prácticas y trabajo de cuidado de las hijas y los hijos; prácticasy trabajo de cuidado global (que impulsan una transformación social del espacio territorial de los barrios periurbanos periféricos y de los campos del distrito y de sus poblaciones); prácticas y trabajo de cuidado verde; y prácticas y trabajo de (auto)cuidado paradójico. ) con los hijos y la comunidad. Por su puesto que la división sexual del trabajo es desigual entre Micaela y su marido (respecto de lo que cada uno se ve obligado a hacer con los hijos y las tareas de la casa) pero eso no anula la capacidad de agencia de Micaela al actuar para proteger a sus hijos plantando su comida de manera agroecológica. Así, tener una huerta propia le permite cuidar la nutrición de sus hijos, vendérsela a otros y ganar reconocimiento y dinero gracias a ello. Todo esto es de gran valor moral y político para una mujer que vivió toda su vida invisibilizada en sus trabajos productivos y reproductivos.

Otro caso destacable es el de un taller sobre medioambiente que realizamos en una escuela primaria en Edison en el marco del trabajo de campo. Allí asistieron20 alumnos y 8 “mamás”. Durante la dinámica propuesta no se osó hablar públicamente sobre riesgo y agrotóxicos, pero una vez culminado el taller pudimos dialogar con madres y maestras que nos comentaron sobre casos de intoxicaciones y sus opiniones. Éstas fueron expresadas en privado y de forma confidencial. Aquí el discurso oculto (Scott, 1996SCOTT, James C. 2004. Los dominados y el arte de la resistencia. Ediciones Era.) cobra sentido como forma de resistencia al modelo. Una de las madres refería “mi cuñado se intoxicó con randap7 7 En referencia al RoundUp. ”. Cuando le pedimos el contacto nos lo negó porque dijo que él “no iba a querer hablar”.Unade las maestras señala que “elavión fumigador pasa por el pueblosin problemasy nadie dice nada”. La voz de las mujeres habla “en privado” pero habla. Muchos varones “no quieren hablar”.

Como indica Arancibia (2018ARANCIBIA, Florencia, BOCLES, Ignacio, MASSARINI, Aliciay, VERZEÑASSI, Damian. 2018. “Tensiones entre los saberes académicos y los movimientos sociales en las problemáticas ambientales”. Metatheoria-Revista de Filosofía e Historia de la Ciencia. Enero de 2018. Vol. 8, no 2, p. 105-123.), este modelo productivo se estableció en ausencia de debate social y creció acompañado de un discurso exitista que lo presentó como “estrategia de salvación de la humanidad” y a las tecnologías implicadas como un bien en sí mismo. Caisso (2017CAISSO, Lucía. 2017. “¿Una temática “en boga” o un problema silencioso? Primeras reflexiones sobre el abordaje etnográfico de una problemática socioambiental en una localidad rural (Córdoba, Argentina)”. Runa: archivo para las ciencias del hombre. Agosto 2018. Vol. 38, n° 1, p. 57-73.) refiere al silencio social presente en los distritos de la pampa húmeda acerca de este tema. La autora propone que esos silencios, antes que ausencias de relato o vacíos de sentido, son más bien relatos indecibles. En ellos se trama la culpabilización que los sujetos hacen recaer sobre sí mismos, en caso de estar contaminados, para explicar de ese modo un fracaso que no puede ser leído en términos de transformaciones estructurales que emanan de las políticas de Estado. Leguizamón (2014LEGUIZAMON, Amalia. 2014. Roundup Ready Nation: The Political Ecology of Genetically Modified Soy in Argentina. CUNY Academic Works; 209. p.) ha escuchado repetidamente “de eso no se habla”8 8 Durante la última dictadura argentina se decía “por algo será” [que han secuestrado, “desaparecido” o asesinado a determinadas personas], “algo habrán hecho” y “de eso no se habla”. Ambos en el mismo sentido que la primera expresión. Todas son proposiciones que, funcionando como velo del hecho traumático, después darían lugar a “yo no sabía nada”, “qué terrible,qué horror”. Y, más tarde, “ahora hay que olvidar, mirar para el futuro” (Careaga, 2012). cuando preguntaba por el impacto de los plaguicidas en la región referida. Podría pensarse también en el “espiral de negación” del que habla Zerubavel (2006ZERUBAVEL, Eviatar. 2006. The elephant in the room: Silence and denial in everyday life. Oxford University Press. 162 p.). No es sólo entonces un déficit informacional oeducacional.Como Auyero y Swistun (2008AUYERO, Javier; SWISTUN, Debora. 2008. “The social production of toxic uncertainty”. American sociological review. April, 2008. Vol. 73, no 3, p. 357-379.) señalan, el modelo marxista clásico de la conciencia y su “despertar” mediante reflexión colectiva e interacciones no siempre funciona para entender este tipo de casos. “La estimación de los riesgos es afectada por la disponibilidad de información y por la capacidad que ésta tenga para atraer la atención así como por cómo se enmarque cognitivamente la situación” (Auyero y Swistun, 2008: 359AUYERO, Javier; SWISTUN, Debora. 2008. “The social production of toxic uncertainty”. American sociological review. April, 2008. Vol. 73, no 3, p. 357-379.). Las intoxicaciones, entonces, no es que no sean consideradas tales,sino que están atravesadas por lo indecible, el “noquerer hablar” y la negación,y no necesariamente la falta de información. Las lógicas de género vía el cuidado entran justamente en tensión con lo indecible.

Varias de las maestras de Edison son esposas de productores agrarios y trabajan en escuelas rurales. Las contradicciones que sienten oscilan entre el cuidado a la salud de sus familias y alumnos y lo que califican necesario para la producción agraria del agronegocio que, de manera bastante directa y significativa, contribuye a la reproducción material de su unidad doméstica y la de sus estudiantes.

Por otra parte, en una de las charlas que tuvimos en el colegio de Edison, Alejandra, una maestra señalaba su preocupación sobre lo que émicamente considera “desconocimiento” y sobre falta de protocolos ante las fumigaciones en escuelas rurales:

en Lisandro [un pueblo cerca de Edison], yo estuve el año pasado de maestra y te fumigan al lado. Yo entraba a los chicos a la escuela, pero no porque nadie me dijo, sino porque me parecía a mí, cada vez que fumigaban a los dos o tres días las hojas de los árboles estaban medio secas. Cuando vas en el auto como para Arando [otro pueblo cercano], cuando fumigan yo, que conozco el olor porque soy del campo, les digo cierren todo porque se siente.

Hasta ese momento nunca habíamos tenido una conversación sobre los agrotóxicos, pero claramente la postura de Alejandra no era ingenua. “Entrar” a los chicos, “cerrar todo” es una forma de cuidado ligada a lo que ella considera que se extendía su rol docente en las escuelas fumigadas. Rol docente ejercido en la mayoría de los casos por identidades femeninas o feminizadas y que encuentra natural “cuidar” “entrando a los chicos”.

Por último, es clave subrayar que, si bien en nuestros casos de estudio no hay organización colectiva fuerte contra el modelo del agronegocio, sí es habitual encontrar entre las mujeres entrevistadas, una tensión entre el binomio veneno/remedio:

Mi amiga que es casera [en un campo donde siembran soja] está muy en contacto con los agroquímicos y tiene un bebé. Un día de mayo estaba tomando mate en el campo con ella y el bebé que “tenía dos meses, había soja sembrada y la curan [fumigan] con el famoso camioncito fumigador. Envolvimos al bebé y salimos corriendo porque con la puerta cerrada nos ahogaba el olor. Salimos las dos tosiendo. El campo de ella está todo el sembradío adelante y el campo, la casa atrás y la rodea el campo o sea la casa está en el medio donde fumigaron”. No solo fumigan alrededor sino que cuando van a curar ahí, el veneno lo guardan en el galponcito de enfrente de la casa, cuando fumigan se siente el olor y los nenes tosen (Diario de campo, septiembre 2016).

En el discurso de nuestra informante, la soja era curada (con agrotóxicos)pero a ellas y al bebé los ahogaba el olor (veneno). En términos émicos, la misma sustancia que cura (a la planta), enferma (a las personas). Entendemos que esta aparente contradicción es recurrente en los pueblos y ciudades de la zona núcleo. La manifestación de la tensión entre remedio y veneno evidencia el rol e identidad genérica de las mujeres en las prácticas de cuidado: no importa cuánto se cure ala planta (necesaria para la subsistencia del modelo del agronegocio en el campo), ellas suelen poner en este caso por delante la salud de los niños, aún en detrimento de la reproducción material de su unidad doméstica (vía el cuestionamiento del trabajo de sus maridos, padres, hermanos, o vecinos).

Las mujeres de nuestro estudio son a menudo criticadas por su falta de “discreción”, porque se “quejan mucho”, son “fundamentalistas”, “creadoras de pánico”, entre otras cosas, y algunas hasta han tenido que dejar su pueblo, como Eugenia:

Yo me fui de Los Manzanos, tenía trabajo y hacía fotografía social, pero empezaron a pasarse un mensaje por WhatsApp para que no me contraten más, tuve repercusiones a nivel laboral y también en la escuela de mi hijo, porque por esa cuestión de pertenecer, muchos compañeros le decían cosas. Yo no había contemplado este tipo de consecuencia que podía llegar a tener en algún momento mi hijo en relación al pararme en este lugar [se refiere al lugar de ser denunciante de las consecuencias del uso de agrotóxicos en la salud]. Porque te afecta cuando tu hijo sufre, este tipo de ataques bastantes violentos de parte de algunos compañeros. Mañana es el día de la primavera y él está peleado con sus compañeros. Le han dicho: “Decile a tu mamá que se ocupe de dar clases y se deje de andar” o “nos tuvimos que comer todo el verano con mosquitos por culpa de tu vieja que hizo que aprobaran la ordenanza esa, que no vienen a fumigar nunca, nos están matando los mosquitos (Diario de campo, septiembre 2017).

Las docentes también encuentran resistencia a sus iniciativas contra los pesticidas y a favor de la agroecología en los padres de sus alumnos, en la comisión directiva de la escuela rural o en sus propios compañeros de trabajo. Por ejemplo, la mayoría de los docentes varones ingenieros agrónomos -cuyos hijos suelen vivir en la ciudad cabecera de distrito y no pisar los campos- están a favor de las fumigaciones con agroquímicos porque creen que todo se soluciona con “buenas prácticas”9 9 Las llamadas “Buenas Prácticas Agrícolas” son los métodos específicos que, una vez aplicados a la agricultura, producen alimentos para el consumo o el procesado de forma supuestamente segura y saludable. Los detractores de los pesticidas indican que no hay “buena práctica” posible. Los defensores del uso de pesticidas indican que el único problema que traen es si son mal aplicados, es decir, si no se llevan a cabo “buenas prácticas” agrícolas. . En la misma línea, ellos ven la promoción de la huerta o de la agroecología como algo “femenino” y no una “verdadera tarea” como las grandes producciones de soja, los novillos o los chanchos. Las mujeres con las que trabajamos se quejan a menudo: “Nos estamos muriendo por las fumigaciones y nadie sale ala calle”.“Cuidar” evitando fumigaciones es una tarea “femenina”, pero solitaria.La sensación es que están ellas solas y, en simultáneo, son sólo ellas.

La reafirmación de la virilidad y las fumigaciones

Por otro lado, las nociones de cuidado desde perspectivas relativas a las masculinidades, han sido muchísimo menos analizadas académicamente. Los productores y trabajadores agrarios varones no son un grupo heterogéneo y los clasificamos teniendo en cuenta de manera combinada niveles de capitalización y autopercepción de riesgos. Entendemos como por productores chicos a aquellos que poseen menos de 300 hectáreas, y ningún o escaso grado de capitalización (maquinaria agrícola); medianos a productores que poseen entre 300 y 8000 ha y algún grado de capitalización; y grandes a productores con más de 8000 ha capitalizados. Los propietarios de 1000 ha y más con altos niveles de capitalización, contratan mano de obra durante todo el año, son dueños de su maquinaria, compran y almacenan agrotóxicos a granel. Estos propietarios suelen contar con asesoramiento constante de un ingeniero agrónomo y enfatizan la necesidad de operar bajo las Buenas Prácticas Agrícolas (BPA)10 10 Ver nota 9. , señalando que la única responsabilidad a la hora de intoxicación por agrotóxicos es individual de la persona que aplica. En el estrato de productores “medianos” encontramos propietarios con un menor grado de capitalización, el trabajo en la explotación es primariamente familiar y tienen uno o dos trabajadores permanentes, no cuentan con asesoramiento profesional en la explotación ni compran agrotóxicos a granel, y su discurso oscila entre el énfasis en las BPA y la crítica al modelo agroexportador “no nos queda otra que producir lo que se puede exportar”. Dentro de los productores “pequeños” la escala oscila entre las 50 y 150 ha. La mano de obra es familiar en su totalidad, sólo se contratan trabajadores temporales en ocasiones como la siembra o la cosecha, algunos tercerizan el servicio. En general, son los encargados de fumigar, por lo que han tenido “accidentes” fumigando, tienen una postura más crítica en cuanto a “cuidar” la tierra y no “echarle veneno”, los problemas asociados a la salud o intoxicaciones por agrotóxicos los analizan en tanto individuales, es decir, son responsabilidad de una mala manipulación o el no uso de los elementos de protección necesarios. La mirada de los ingenieros agrónomos entrevistados se orienta al hincapié en la aplicación de las Buenas Prácticas Agrícolas y al análisis de las bondades del modelo en relación a los rindes por hectárea por cultivo. Por último, en los trabajadores entrevistados se pudo observar una mirada más crítica en cuanto a los “venenos”, pero se sienten rehenes en su propia condición de trabajadores, es decir no les queda “otra que hacerlo”.

Sostenemos que para entender la relación entre hombres y riesgos es necesario estudiar la masculinidad hegemónica dentro del sistema de relaciones de género (Connell, 1995). Se la describe con algunos de los siguientes atributos: la asunción de riesgos, la resistencia, la productividad, la iniciativa, la heterosexualidad, la capacidad para tomar decisiones, la autonomía, la racionalidad, la disposición de mando, la heroicidad, la valorización de lo que se conoce como” tecnología”, el solapamiento de emociones -al menos, frente a otros hombres y en el mundo de lo público- (Valdés y Olavarría, 1997VALDÉS, Teresa; OLAVARRÍA, José (ed.). 1997. Masculinidad/es: poder y crisis. Isis Internacional, (No. 24). Isis Internacional . 172. p.).

En nuestro trabajo de campo, cuando hemos consultado sobre padecimientos relacionados con las tareas “del campo” como sembrar, cosechar y fumigar, muchos varones no mencionan el miedo a enfermarse por las tareas de fumigación, sí hacen referencia a “dolor de cintura”, “dolores musculares”, “cansancio”; pero no aparecía como un riesgo el hecho de realizar tareas de fumigación. En ese sentido, Keijzer (2005DE KEIJZER, Benno. 2003. “Hasta donde el cuerpo aguante: género, cuerpo y salud masculina. La salud como derecho ciudadano: perspectivas y propuestas desde América Latina”. Lima, Perú: Foro Internacional en Ciencias Sociales y Salud, 2003, p. 137-152.) plantea que los hombres solo consultan sobre dolencias y enfermedades cuando no les es posible seguir trabajando.

Siguiendo la lógica argumental de Garriga Zucal (2004GARRIGA ZUCAL, José. 2004. “Soy Macho porque me la aguanto”. Etnografía de las prácticas violentas y la conformación de identidades de género masculino. VI Jornadas de Sociología. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.) en su estudio de las hinchadas de fútbol, la manipulación diaria de plaguicidas sin los recaudos y controles suficientes y necesarios podría tratarse de un bien simbólico del “aguante”, de notable relevancia ya que instaura a los sujetos como “verdaderos hombres”y les confiere honor y prestigio. Como señala Segato (2017SEGATO, Rita. 2017 (02/09/2017) Una falla del pensamiento feminista es creer que la violencia de género es un problema de hombres y mujeres (online). Disponible en: Disponible en: https://www.elciudadano.cl/entrevistas/rita-segato-una-falla-del-pensamiento-feminista-es-creer-que-la-violencia-de-genero-es-un-problema-de-hombres-y-mujeres/09/02/ [Acceso 30/11/2019]
https://www.elciudadano.cl/entrevistas/r...
), en el marco de una vida que se ha vuelto precaria, los hombres son las primeras víctimas del mandato de masculinidad.

En todas las entrevistas y observaciones a productores y trabajadores rurales preguntábamos si se habían intoxicado con pesticidas o si algún trabajador que conocían le había pasado. Uno de los entrevistados contó que un trabajador de su explotación:

“Estaba en el taller con el hermano y no sé por qué tenía un bidón de 2.4D11 11 El 2.4D pertenece al grupo de los derivados de ácidos fenoxi-alifáticos que son denominados herbicidas hormonales. Ellos son utilizados para combatir las malezas (Almeida, 1974:1) en la camioneta. Se les cayó el bidón, él lo limpió con un pullover o con una remera y se ve que después no se lavó las manos y se tocó la cara. Al tiempo empezó a sentirse mal, nadie sabía que tenía, se descomponía, tenía las defensas bajas hasta que le dijo al médico lo que le había pasado y empezaron a tratarlo. Ahora tiene las defensas bajas por lo que se enferma seguido. Yo le dije que tiene prohibido acercarse a los agroquímicos” (Diario de campo, septiembre 2017).

En relación al autocuidado un entrevistado que es empleado rural en un establecimiento hace 20 años, cuenta que él “aprendió solo a cuidarse” porque nadielo iba a hacer por él. En el mismo sentido, un trabajador de una empresa semillera12 12 Una semillera es una empresa que vende y almacena semillas. de la zona cuenta que no se suelen utilizar guantes, ni máscara: “Haber hay,el que se la quiere poner se la pone”.Un trabajador rural explicitó los motivosde esta falta de motivación hacia el autocuidado: “Sólo los putos usan esos trajesde astronauta”. Para él, la vestimenta de protección frente a plaguicidas sólo es usada por quienes carecen de virilidad. Comúnmente en Argentina se designa denigratoriamente como “puto” al varón homosexual. Con la expresión émica “puto” el señalamiento no remite a la sexualidad de la persona marcada sino a su comportamiento social, designando su “poca jerarquía” dentro de las relacionesde dominación del grupo en el que la acusación se expresa. “Puto” condensa uma acusación o una sospecha de no poseer hombría “completa”. El término intenta denunciar un supuesto borramiento de los límites sexogenéricos y simbólicos del varón “puto” (está cerca del universo femenino). “Puto” pretende designar una corporalidad feminizada (que no sobrecompensa lamasculinidad)que,aunque no asuma una identidad ni prácticas homosexuales, hace cosas “raras” que “los hombres de verdad no hacen”.Según la perspectiva de quien acusa, el “puto”noes un “hombre de verdad”. Guivant (2003GUIVANT, Julia. 2003. “Pesticide use, risk perception and hybrid knowledge: a case-study from southern Brazil”. International Journal of Food and Agriculture, Vol. 11, n° 1, p. 41-51.), de hecho, sugiere que se debería informar sobre los efectos de los plaguicidas en la reducción de esperma y consecuentemente en la reproducción sexual en campañas públicas, más que hacer foco enel potencial riesgo del cáncer dada la pregnancia de la masculinidad hegemónica en esta industria.

Podría pensarse siguiendo a Le Breton (2011LE BRETON, David. 2011. Conductas de riesgo: de los juegos de la muerte a los juegos de vivir. Topia. 117p.) que empleos que presentan algún tipo de riesgo (como la intoxicación por agrotóxicos) “remiten a una masculinidad fundada sobre el coraje, la fuerza, la resistencia y la destreza” (2011: 25LE BRETON, David. 2011. Conductas de riesgo: de los juegos de la muerte a los juegos de vivir. Topia. 117p.). El ejercicio de la masculinidad en los trabajadores y productores agrarios de nuestro estudio no sólo no les permite -como analizamos que sucede con las mujeres- priorizar el cuidado de otros, sino que tampoco les deja procurar los medios necesarios para su autocuidado utilizando los elementos de seguridad correspondientes.

Uno de los ingenieros agrónomos entrevistados afirmaba que para él las intoxicaciones, la contaminación y las enfermedades “no son la rutina, son accidentes”. Al igual que en la tesis de Diez (2014DIEZ, Carolina. 2014 Tabacaleros: Salud y padecimientos en el trabajo rural. Tesis de Maestría en Antropología Social. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Misiones.) sobre salud y padecimientos en los tabacaleros de Misiones, los casos de incidentes e intoxicaciones son reelaborados como accidentes e imprudencias o descuidos” (Diez, 2014:71DIEZ, Carolina. 2014 Tabacaleros: Salud y padecimientos en el trabajo rural. Tesis de Maestría en Antropología Social. Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales. Universidad Nacional de Misiones.) atribuyéndose toda la responsabilidad a los mismos trabajadores y a una “Mala Práctica Agrícola”13 13 Ver nota al pie número 10. .

Es notable lo que Peres et al. (2005PERES, Frederico; ROZEMBERG, Brani; LUCCA, Sérgio Roberto de. 2005. “Percepção de riscos no trabalho rural em uma região agrícola do Estado do Rio de Janeiro, Brasil: agrotóxicos, saúde e ambiente”. Cadernos de Saúde Pública. Novembro 2005. Vol. 6, n°21 p. 1836-1844.) explica acerca de las estrategias defensivas: si bien aumentan la vulnerabilidad de la población masculina -principalmente- en el campo, ellas hacen posible que este grupo soporte un proceso de trabajo dañino y arriesgado (Peres, et al. 2005PERES, Frederico; ROZEMBERG, Brani; LUCCA, Sérgio Roberto de. 2005. “Percepção de riscos no trabalho rural em uma região agrícola do Estado do Rio de Janeiro, Brasil: agrotóxicos, saúde e ambiente”. Cadernos de Saúde Pública. Novembro 2005. Vol. 6, n°21 p. 1836-1844.). En ese sentido, Guivant (2003GUIVANT, Julia. 2003. “Pesticide use, risk perception and hybrid knowledge: a case-study from southern Brazil”. International Journal of Food and Agriculture, Vol. 11, n° 1, p. 41-51.) señala como se suele culpar al trabajador agrícola contaminado (seriamente enfermo o no) y se absuelve a la tecnología (los pesticidas). Quien trabaja sería responsable por la mala utilización de los químicos y por no seguir las recomendaciones de seguridad. Así la víctima suele ser culpada y los pesticidas no son criticados (Guivant, 2003GUIVANT, Julia. 2003. “Pesticide use, risk perception and hybrid knowledge: a case-study from southern Brazil”. International Journal of Food and Agriculture, Vol. 11, n° 1, p. 41-51.), son parte de su vida cotidiana y recurso “natural”, obvio e incuestionable. De hecho, tanto en Brasil como en nuestro caso, suelen ser llamados “remedio”. Eso, como explica Guivant (2003GUIVANT, Julia. 2003. “Pesticide use, risk perception and hybrid knowledge: a case-study from southern Brazil”. International Journal of Food and Agriculture, Vol. 11, n° 1, p. 41-51.), refuerza la imagen de que son un recurso que está del lado de los agricultores.

Se culpa a quien no sabe cuidarse -por parte de las patronales del agro en caso de un incidente, generalmente-, y en simultáneo, se deslegitima, burla y hostiga a los que eligen protegerse de los agroquímicos ya que son tildados de afeminados, es decir no hombres “verdaderos”. Habría que elegir entre la virilidad y la salud. “No protegerse” y “cuidarse” son prácticas diferencialmente castigadas. La única manera de salir socialmente indemne es exponerse a los agrotóxicos como “hombre verdadero” y pensar que no hacen daño ni a sí mismos ni al resto.

Como indica Palermo (2015PALERMO, Hernán M. 2015. “Machos que se la bancan: masculinidad y disciplina fabril en la industria petrolera argentina”. Desacatos. Enero 2015. N° 47, p. 100-115.) para su caso, los hombres terminan siendo prisioneros de una disciplina que se vale de la masculinidad para garantizar un trabajador resistente, resolutivo y supuestamente invulnerable. La actual falta de empleos en el campo, la inestabilidad de los que sí existen y la identidad masculina aún asociada al mundo del trabajo tienen también su importancia para explicar esto.

En ese sentido los varones deben elegir entre su salud y la de los suyos y el mandato de masculinidad. Salud y masculinidad hegemónica se presentan en este caso como polos opuestos y en conflicto. Esto es graficado claramente por Eugenia:

Yo pienso que esta gente cree realmente que no hace daño. Yo no creo que querían enfermarnos. Ellos también tienen hijas, que estaban jugando ahí, porque viven en esa cuadra. Mis vecinos eran dos hermanos, uno de elloses ingeniero agrónomo. Es de esos ingenieros agrónomos que dicen que el glifosato es inocuo y que con las Buenas Prácticas14 14 Ver nota 9. está todo bien (Diariode campo, septiembre 2017).

Como Eugenia, en vez de asumir una posición punitivista en relación a los aplicadores y productores, proponemos comprender que el sentido que le atribuyen al riesgo de aplicar con agrotóxicos está basado en una racionalidad y prácticas en un contexto de significados construidos históricamente (Suárez, et al. 2006SUÁREZ, Roberto; BELTRÁN, Elsa María; SÁNCHEZ, Tatiana. 2006. “El sentido del riesgo desde la antropología médica: consonancias y disonancias con la salud pública en dos enfermedades transmisibles”. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología. Noviembre 2006. n° 3, p. 123-154.).

Desde este trabajo sostenemos que hay complejas y múltiples maneras de entender la femineidad y la masculinidad -que no pueden definirse fuera del contexto en el cual se inscriben- y que éstas moldean las percepciones de los riesgos ambientales así como las reacciones individuales y colectivas que son respuesta a ellos, como, por ejemplo, distintas responsabilidades y posibilidades de acción que generan. Sostenemos que debemos alejarnos de una teoría del riesgo con sujetos genéricamente neutros (Hannah-Moffat et al. 2007)HANNAH-MOFFAT, K. et al. (eds.). 2007. Gendered risks. Routledge. 256 p. y que hay que tener en cuenta también otras formas de desigualdad y su relación con el nexo entre riesgo y género.

Reflexiones finales

En conclusión, este trabajo vincula situadamente las relaciones de género y los sentidos y usos de los pesticidas en la pampa húmeda argentina. Las mujeres ostentan prácticas a partir de valores tradicionalmente asociados con lo femenino y eso hace que ellas “vean” riesgos ambientales y sientan la obligación moral de “conservar la vida” y extiendan sus preocupaciones, sentidas émicamente como naturales y esenciales por el hecho de “ser mujeres”, por el bienestar de sus familias en el caso de las madres; por el de sus alumnos en el caso de las maestras rurales; o por el del ambiente de una región. Los hombres velan por su hombría en un sistemade relaciones de género que los penaliza socialmente si “se cuidan” y no “asumen riesgos” al tiempo que son puestos en situaciones de certero peligro por un sistema productivo basado en plaguicidas y expansión del desempleo rural.

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  • 1
    Se denomina “zona núcleo” de la región pampeana a los partidos que, por las característicasde sus suelos y climas, presentan las mejores condiciones para el desarrollo de cultivos como los cereales y las oleaginosas (Neiman, 2017NEIMAN, Melina. 2017. “L’herència en les empreses familiars de la regió pampeana argentina durant l’actual període d’auge econòmic de l’activitat agrícola”. Papers: Revista de sociología, Vol. 102, n° 3, p. 509-531.).
  • 2
    La mayoría de los nombres que aparecen en este trabajo han sido modificados para salvaguardar la intimidad de los informantes. Se utiliza la cursiva para hacer referencia a categorías nativas. Las comillas se usan para designar frases o expresiones literales usadas en el marcode conversaciones y/o entrevistas. Para facilitar la lectura y evitarla la sobrecarga gráfica, se utiliza el género masculino como genérico no marcado. Cada vez que las interlocutoras sean mujeres o entre los interlocutores haya mayoría de mujeres, quedará explicitado en la redacción. En lo personal no compartimos la visión binaria de los géneros.
  • 3
    Fumigadores propulsados mecánicamente.
  • 4
    Las coordinadoras son un grupo de trabajadoras sociales municipales, técnicas del Ministeriode Agricultura nacional y docentes de la escuela rural de alternancia de La Laguna. Esta última es un tipo de escuela agraria que articula educación y desarrollo rural y donde los alumnos viven con los docentes una semana entera en la institución y vuelven a sus casas dos semanas, para poner en práctica lo aprendido. Es una escuela pública, gratuita y oficial de nivel medio de la Provincia de Buenos Aires. Hoy existen más de 35 centros similares en la región bonaerense.
  • 5
    nombre comercial del herbicida producido por Monsanto cuyo principio activo es el glifosato.
  • 6
    Llamamos “poder del cuidado” (Kunin, 2019bKUNIN, Johana. 2019b. El poder del cuidado. Mujeres y agencia en la pampa sojera argentina. Tesis para optar al título de Doctora en Antropología Social. IIAC, EHESS e IDAES, Universidad Nacional de San Martín.) para resaltar que, en ciertos casos, una organización material, social y sexual del cuidado puede brindar capacidad agentiva y no sólo opresiva a quienes lo llevan a cabo. En ese sentido, cuando hablamos de cuidado no sólo hacemos referencia al mundo privado o doméstico, si no a prácticas y trabajo de cuidado que llamamos de “amplio espectro”: prácticas y trabajo de cuidado de las hijas y los hijos; prácticasy trabajo de cuidado global (que impulsan una transformación social del espacio territorial de los barrios periurbanos periféricos y de los campos del distrito y de sus poblaciones); prácticas y trabajo de cuidado verde; y prácticas y trabajo de (auto)cuidado paradójico.
  • 7
    En referencia al RoundUp.
  • 8
    Durante la última dictadura argentina se decía “por algo será” [que han secuestrado, “desaparecido” o asesinado a determinadas personas], “algo habrán hecho” y “de eso no se habla”. Ambos en el mismo sentido que la primera expresión. Todas son proposiciones que, funcionando como velo del hecho traumático, después darían lugar a “yo no sabía nada”, “qué terrible,qué horror”. Y, más tarde, “ahora hay que olvidar, mirar para el futuro” (Careaga, 2012CAREAGA, Ana María. 2012 “Consecuencias subjetivas del Terrorismo de Estado”. XVIII Jornadas de Investigación de la Fac. de Psicología de la UBA. Ponencia, 2012.).
  • 9
    Las llamadas “Buenas Prácticas Agrícolas” son los métodos específicos que, una vez aplicados a la agricultura, producen alimentos para el consumo o el procesado de forma supuestamente segura y saludable. Los detractores de los pesticidas indican que no hay “buena práctica” posible. Los defensores del uso de pesticidas indican que el único problema que traen es si son mal aplicados, es decir, si no se llevan a cabo “buenas prácticas” agrícolas.
  • 10
    Ver nota 9.
  • 11
    El 2.4D pertenece al grupo de los derivados de ácidos fenoxi-alifáticos que son denominados herbicidas hormonales. Ellos son utilizados para combatir las malezas (Almeida, 1974:1ALMEIDA, Waldemar F. 1974. “Acúmulo de inseticidas no homem e sua significação epidemiológica”. Biológico, Vol. 40; n° 6; PP. 171-183;)
  • 12
    Una semillera es una empresa que vende y almacena semillas.
  • 13
    Ver nota al pie número 10.
  • 14
    Ver nota 9.

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    05 Oct 2020
  • Fecha del número
    May-Aug 2020

Histórico

  • Recibido
    02 Ene 2020
  • Acepto
    29 Jul 2020
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