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Cuerpos deseados / machos representados: aphrodisia, fórmulas representacionales y fotografía en la interacción homoerótica mediada por internet

Corpos desejados / machos representados: afrodisia, fórmulas representacionais e fotografia na interação homoerótica mediada pela internet

Desired Bodies / represented Machos: aphrodisia, representational formulae and photography in the context of internet-mediated homoerotic interaction

Resúmenes

Este artículo reflexiona sobre las relaciones entre estética visual, presentación personal, cambio tecnológico y social. Se revisan análisis publicados en La Pampa y el Chat (2011), focalizando en la producción de presentaciones fotográficas personales mediante fórmulas representacionales comunes a la pornografía, el periodismo y las artes; y en la relación entre cambio tecnológico y transformación de los patrones de homosocialización. Se procura persuadir al lector sobre la utilidad de estudiar los vínculos entre diversas tradiciones representacionales occidentales, la producción de imágenes personales y la siempre cambiante búsqueda tecnológicamente mediada de placeres homoeróticos.

masculinidades; homoerotismo; iconología; fotografía; Internet; Aphrodisia


Este artigo reflete sobre as relações entre estética visual, apresentação pessoal, mudança tecnológica e social. Revisam-se análises publicadas em La Pampa y el Chat (2011), focalizando a produção de apresentações fotográficas pessoais mediante fórmulas representacionais comuns à pornografia, ao jornalismo e às artes; e a relação entre mudança tecnológica e transformação dos padrões de homossocialização. Procura-se persuadir o leitor sobre a utilidade de estudar os vínculos entre diversas tradições representacionais ocidentais, a produção de imagens pessoais e a sempre cambiante busca tecnologicamente mediada de prazeres homoeróticos.

masculinidades; homoerotismo; iconologia; fotografia; Internet; aphrodisia


In this article I discuss the connections between visual aesthetics, personal presentation, and technological and social change. I revise analyses published in La Pampa y el Chat (2011), focusing on the production of photographic personal presentations through the use of representational formulae common to pornography, journalism, and the arts; and on the relationship between technological change and the transformation of homo-socialization patterns. I try to persuade the reader about the utility to study the links between different Western representational traditions, the production of personal images, and the ever changing technologically mediated search for homoerotic pleasures.

Masculinities; Homoerotism; Iconology; Photography; Internet; Aphrodisia


ARTÍCULOS

Cuerpos deseados / machos representados. Aphrodisia, fórmulas representacionales y fotografía en la interacción homoerótica mediada por internet

Desired Bodies / represented Machos. Aphrodisia, representational formulae and photography in the context of internet-mediated homoerotic interaction

Corpos desejados / machos representados. Afrodisia, fórmulas representacionais e fotografia na interação homoerótica mediada pela internet

Sigifredo Leal Guerrero

Magister en Antropología Social. Doctorando del Instituto de Etnología de la Universidad de Frankfurt. Becario de la Rosa-Luxemburg Stiftung Frankfurt, Alemania. < sigifredo.leal@stud.uni-frankfurt.de

RESUMEN

Este artículo reflexiona sobre las relaciones entre estética visual, presentación personal, cambio tecnológico y social. Se revisan análisis publicados en La Pampa y el Chat (2011), focalizando en la producción de presentaciones fotográficas personales mediante fórmulas representacionales comunes a la pornografía, el periodismo y las artes; y en la relación entre cambio tecnológico y transformación de los patrones de homosocialización. Se procura persuadir al lector sobre la utilidad de estudiar los vínculos entre diversas tradiciones representacionales occidentales, la producción de imágenes personales y la siempre cambiante búsqueda tecnológicamente mediada de placeres homoeróticos.

Palabras clave: masculinidades; homoerotismo; iconología; fotografía; Internet; Aphrodisia.

ABSTRACT

In this article I discuss the connections between visual aesthetics, personal presentation, and technological and social change. I revise analyses published in La Pampa y el Chat (2011), focusing on the production of photographic personal presentations through the use of representational formulae common to pornography, journalism, and the arts; and on the relationship between technological change and the transformation of homo-socialization patterns. I try to persuade the reader about the utility to study the links between different Western representational traditions, the production of personal images, and the ever changing technologically mediated search for homoerotic pleasures.

Keywords: Masculinities; Homoerotism; Iconology; Photography; Internet; Aphrodisia

RESUMO

Este artigo reflete sobre as relações entre estética visual, apresentação pessoal, mudança tecnológica e social. Revisam-se análises publicadas em La Pampa y el Chat (2011), focalizando a produção de apresentações fotográficas pessoais mediante fórmulas representacionais comuns à pornografia, ao jornalismo e às artes; e a relação entre mudança tecnológica e transformação dos padrões de homossocialização. Procura-se persuadir o leitor sobre a utilidade de estudar os vínculos entre diversas tradições representacionais ocidentais, a produção de imagens pessoais e a sempre cambiante busca tecnologicamente mediada de prazeres homoeróticos.

Palavras-chave: masculinidades; homoerotismo; iconologia; fotografia; Internet; aphrodisia

"...las imágenes se parecen mucho a las tablillas de cera o a papiros. [...]

La disposición y el orden de las imágenes se parecen a la escritura."

Marco Tulio Cicerón, La República.

El análisis de la socialización tecnológicamente mediada y los sentidos que en ese contexto construimos sus protagonistas constituye un fértil campo de actividad científica, pues ofrece la posibilidad de abordar, en un terreno relativamente nuevo, aspectos de la vida social que han constituido los objetos de estudio de las ciencias de cultura: el cambio social, la construcción de identidades, las relaciones de género, la representación pictórica de las emociones, y los roles sociales.1 1 Piénsese, por ejemplo, en las obras de Geertz (2005), Hermitte (1970) y Bourdieu (2006); Leach (1977) y Douglas (1966); Mead (2000) y Archetti (2003), así como Warburg (2007) y Pratt (1997). Esa posibilidad de pensar problemas clásicos en contextos -que hace apenas un par de décadas comenzaron a emerger a escala global- deriva fundamentalmente del hecho de que los modos de ser y relacionarse a los que ha dado lugar la generalización de la interacción tecnológicamente mediada son nuevos, pero sólo en sentido relativo.

Como han mostrado diversas investigaciones (Tattelmann,1999; Livia, 2005 y Leal Guerrero, 2011)., poner en contexto histórico y cultural los fenómenos que muchos investigadores y opinadores han calificado superficialmente de inéditos permite reconocer en ellos la presencia transformada de fenómenos de la cultura que anteceden largamente a las masificación de los dispositivos de comunicación que hoy los sustentan. Posibilita, en esa medida, valorarlos dialécticamente como desarrollos de aspectos de las culturas que los enmarcan, adaptaciones de formas precedentes de expresión e interacción que los sujetos de nuestra reflexión trasponen en contextos emergentes de la vida social, y adaptan a las nuevas posibilidades tecnológicas disponibles. Permite, en síntesis, romper la ilusión de que son novedades en el sentido impresionista y espontaneísta que algunos académicos y la mayoría de los periodistas le conceden al término.

Reconocer esa condición dialéctica de los objetos de nuestro estudio por muy tecnológicamente novedosos que parezcan parece tomar partido por una verdad de perogrullo, y sin duda así lo sería si el diletantismo no hubiera abandonado en los años noventa la penumbra de los cafetines, instalándose masivamente en las comunidades científicas en las que hoy en día coexistimos (no siempre pacíficamente) científicos y charlatanes. Por eso, dada esa composición mixta de nuestras comunidades tomar partido por la "perogrullada" en cuestión constituye hoy día una declaración de principios epistemológicos. También refleja una postura metodológica que quiero explicitar antes de continuar: la de que la comprensión sociocientífica de los fenómenos a los que da lugar la generalización de la socialización tecnológicamente mediada reclama analizarlos detenidamente y sin apasionamientos tecnoutópicos, a fin de caracterizar de la manera más precisa posible los modos en los que, en ese contexto, se han desarrollado viejos elementos de la cultura y se han gestado otros novedosos.

Se trata en sentido estricto de analizar en contexto esas formas de socialización y los sentidos construidos por sus participantes para establecer, siguiendo a Hegel,2 2 Véase, por ejemplo, la Fenomenología del espíritu (1996 [1807]). Un análisis sobre el lugar que ocupa la relación entre cantidad, cualidad y cambio en la obra de Hegel puede ser consultado en el trabajo de Rainer Scháfer (2001). cuáles transformaciones de la cultura pueden ser definidas como fundamentalmente cuantitativas -en tanto transposiciones a ámbitos novedosos de fenómenos pre existentes-, y cuáles han alcanzado el grado de transformaciones cualitativas -como el surgimiento de sistemas disruptivos de valores o nuevas formas de exploración del placer.

Una aproximación como la que propongo supone abordar lo que la gente hace a través de computadores, smartphones y tabletas como una dimensión más de la vida social cultivada por la misma gente en contextos en los que no usa esos aparatos. Implica, en consecuencia, no adherir a la opinión de quienes afirman que se puede investigar la realidad social a través del computador o el celular ejerciendo desde la oficina la llamada ciberetnografía o netgrafía, a buen resguardo de las contingencias físicas e intelectuales que impone el trabajo de campo clásico. Buena parte de la literatura científica de la que disponemos y mi propia experiencia de investigación permiten dar cuenta de que si bien en la actualidad sería equivocado no considerar la influencia de las tecnologías electrónicas de la transmisión de la información cuando se analiza la vida social en contextos urbanos, también es incorrecto analizar la vida social y los sentidos cultivados en internet sin considerar centralmente lo que sus protagonistas hacen en la socialización cotidiana cara a cara, en el marco de tradiciones relacionales y representacionales de larga data. Una aproximación y otra, pero quizá más la segunda que la primera, son innecesariamente parciales, y resulta razonable dudar de la complejidad sociocientífica de los análisis a los que dan lugar, al margen de la sofisticación retórica que éstos exhiban.

En lo que sigue de este artículo presentaré algunas observaciones sobre los modos en los que se articulan la socialización homoerótica, ciertas tradiciones representacionales visuales occidentales y la presentación de la persona en el contexto de la comunicación mediada por internet de la que participan hombres de Buenos Aires, Argentina.3 3 Buena parte de esas observaciones tiene base la investigación que dio lugar a mi tesis de maestría en Antropología Social, cuyos principales resultados fueron publicados en Leal Guerrero, 2011. Como se trata en buena medida de una relectura del análisis que presento en La Pampa y el Chat, espero contar con la indulgencia de los lectores por el carácter sumario con el que refiero aspectos de la filigrana del trabajo de campo y de la caracterización del objeto de estudio, los cuales pueden ser consultados extensamente allí. Al mismo tiempo ojalá cuente con la dispensa de los conocedores de esa obra, quienes por su parte probablemente encontrarán esos detalles aburridamente reiterativos. Finalmente, espero triunfar en mi propósito de persuadir a unos y otros de la necesidad de hacer de la pornografía y su uso en la vida cotidiana objetos de la libido sciendi al menos tan importantes como lo son hoy para la libido sentiendi, superando el viejo pánico platonizante que, incluso entre algunos de nosotros, suele llevar a ver la representación realista de la vida sexual como algo que debe quedar confinado a la clandestinidad de los inofensivos "vicios" personales.

Trabajo de campo etnográfico entre hombres que se buscan y encuentran mediante Internet

De mayo de 2004 a diciembre de 2007 desarrollé observación participante en las salas de chat y los perfiles de usuarios de Gay.com y Gaydar (en adelante sin cursiva), los portales web de socialización homoerótica más usados entonces en Buenos Aires.4 4 Desde el cierre del trabajo de campo he continuado desarrollando participación observante en diversos portales y aplicaciones para smartphone y tableta que he usado con propósitos homoeróticos en Argentina, Colombia y Alemania, mis lugares de residencia desde entonces. También lo he hecho en otros países latinoamericanos, europeos y asiáticos que he visitado en el mismo periodo por razones académicas o recreativas. A finales de 2011 Gay.com había perdido en Buenos Aires su protagonismo como portal de contactos, y había sido desplazado por Manhunt.net y Planetromeo.com, dos portales que no tenían presencia masiva entre los habitantes de Buenos Aires en la época del trabajo de campo referido, y coexistían con las aplicaciones para dispositivos móviles articuladas a sistemas de posicionamiento global. Entonces Gaydar ocupaba un lugar prácticamente exclusivo como espacio de publicación de perfiles personales y, en consecuencia, en este artículo considero centralmente los perfiles allí presentados, cuya composición se observa en la lámina 1 .5 5 En otro trabajo (Leal Guerrero, 2013) he reflexionado extensamente sobre las tensiones éticas que hacen emerger investigaciones como aquella de la que aquí doy cuenta, principalmente en relación con el uso de imágenes personales exhibidas por sus protagonistas en espacios electrónicos públicos y recontextualizadas por nosotros en artículos como éste. Al comparar en el mencionado artículo esas tensiones con las que impone mi investigación doctoral sobre las luchas por la memoria de la violencia política en Colombia, he señalado que aunque la investigación sobre la vida social sostenida en Internet plantea problemas asociados a la representación visual, dichos problemas no son radicalmente distintos de los que plantean otros trabajos en relación con la representación narrativa, y que en unos casos y otros resulta necesario tomar decisiones que atiendan, al mismo tiempo, a la obligación de proteger la integridad de los sujetos de la investigación y a la necesidad de presentar en nuestros textos los elementos centrales de las realidades analizadas. A fin de resguardar la identidad de los protagonistas de las imágenes tomadas de perfiles personales para ilustrar este artículo he intervenido digitalmente la mayoría, alterando elementos de las locaciones o difuminado y/o borrado rostros, accesorios y otros soportes de la identidad individual. Mis exploraciones consistieron principalmente en la lectura de perfiles de usuario, la participación en salas de chat y el sostenimiento de episodios de interacción mediada por internet o cara a cara con otros frecuentadores.

Focalicé allí la observación, mientras recorría diversos circuitos geográficos y electrónicos de persecución del ejercicio de las aphrodisia en Buenos Aires, por la frecuencia con que emergían en conversaciones sostenidas in situ mediante internet y cara a cara en los puntos geográficos de dichos circuitos.6 6 El análisis de la interacción erótica sostenida mediante el empleo de tecnologías electrónicas de transmisión de la información exige reflexionar sobre la vida sexual sostenida en ausencia del contacto cuerpo-a-cuerpo. Por eso, a fin de superar ciertos obstáculos epistemológicos impuestos tanto por la teoría social como por algunas variedades del sentido común, recurro a la noción de aphrodisia (en adelante sin cursiva) para denominar las actividades a través de las cuales los sujetos de mi reflexión persiguen el intercambio de placeres eróticos. Ésta proviene de la obra de Foucault, quien señaló el carácter indeterminado de las acciones que se le asociaban entre los griegos clásicos, englobadas de manera general como "actos, gestos, [o] contactos que buscan cierta forma de placer [...] [en los cuales] La atracción ejercida por el placer y la fuerza del deseo que lleva a él constituyen, con el acto mismo de la aphrodisia, una unidad sólida" (2002 [1984]: 39). El desplazamiento de la mirada y la definición permite evitar aproximaciones que al hacer énfasis en el contacto corporal resultan excesivamente restrictivas, dado que éste dejó de ser imprescindible hace mucho en numerosas sociedades urbanas. Una discusión más amplia sobre las posibilidades y límites de la categoría en contextos como el que me ocupa se encuentra en Leal Guerrero (2011; 2013). 7 Todos los nicks y nombres de pila referidos en este artículo han sido compuestos por el investigador, manteniendo en la medida de lo posible el sentido de los originales. El trabajo de campo también incluyó el desarrollo de entrevistas y, hacia el cierre de las exploraciones, la aplicación de una prueba de lectura de fotografías publicadas en perfiles personales sobre la que volveré más adelante.

Entonces, la deriva por el campo dio lugar a la focalización en los portales, pero debo decir que también hizo parte importante de mi socialización inicial en Buenos Aires. Se trató de un proceso complejo en el que el uso de chats y portales aportó información parcial acerca de otros espacios de socialización, y tanto la concurrencia a parques, calles, baños, salas de cine pornográfico, clubes sexuales, discotecas y saunas, como el uso de una línea de chat telefónico, permitieron dimensionar la importancia que tenían los portales web entre los sujetos de mi reflexión, y reconstruir el contexto cultural amplio de la vida social sostenida a través de ellos.

A la hora de componer sus perfiles personales o ingresar a salas de chat, los usuarios de los portales suelen elegir nombres que resulten atractivos para sus destinatarios ideales y refieran sintéticamente a alguna característica considerada relevante para la interacción. En ese contexto, tal como en los circuitos geográficos de persecución de las aphrodisia recorridos por ellos mismos, el nombre de pila resulta irrelevante y es sustituido por nicks o nombres ficticios. En consecuencia con ese rasgo del referente empírico de la investigación, en este artículo uso la expresión nombre para referir al adoptado situacionalmente por los sujetos de mi reflexión, y no a su nombre de pila. Las particularidades de la dimensión de la vida social que analizo casi siempre imposibilitan establecer si quienes usan nombres situacionales coincidentes con nombres de personas (como Lucasbien o Mati027) han mantenido sus nombres de pila, y tampoco intenté averiguarlo pues ello habría supuesto violentar su intimidad. Por otra parte, esa abusiva indagación no habría aportado sustancialmente a la investigación, cosa que sí hizo el análisis etnográfico del empleo de los nombres situacionales.

Al respecto de esa relación entre nombres de pila y nombres situacionales puedo plantear varias observaciones. Primero, que el intercambio entre uno y otro se relaciona con que la presentación del nombre de pila no es imprescindible para el establecimiento de episodios de interacción erótica, mientras el situacional puede aportar datos fundamentales como la contextura física, las preferencias eróticas, la ubicación geográfica o la edad. Segundo, que ese uso escindido de los nombres suele expresar la distinción de las dimensiones pública y privada de la identidad social. Por ejemplo, si algunos evitan el uso del nombre de pila en contextos de interacción homoerótica es porque las prácticas compartidas y presenciadas por los miembros de la comunidad erótica (clandestina o semiclandestina) pueden servir para que testigos directos o indirectos aporten, en contextos como el familiar o el laboral, lo que Erving Goffman (2003) denomina información destructiva respecto de la presentación de la persona ejecutada en ellos.

En consecuencia con las dos características anteriores, los nombres adoptados hacen referencia principalmente a características autoatribuidas (duraverga, sexyman, machocoherente) y/o a las de los sujetos del deseo del autor (machoXmacho ["macho para macho"], neneXpapi ["nene para papi"]). Además, en Buenos Aires muchas de esas elecciones reflejan la presencia simultánea de lo que Eduardo Archetti (2003:43) denominó "el poderoso imaginario rural" referido a las masculinidades argentinas, y del imaginario psicoanalítico ampliamente extendido en la cultura popular.8 8 Otros nombres que reflejan esos sistemas de representaciones son buenlomo34, potro22cm, pamperoduro, y freudiano69. En el habla cotidiana, además del uso recurrente de la categoría "histérico" y sus derivadas sobre las que volveré luego, son comunes las referencias a "la construcción subjetiva" del otro, la importancia de "serle fiel al deseo" y "tramitar" los conflictos, o el hecho de que cierta gente comportaba "Edipos mal curados". Sería un error asumir, sin embargo, que el uso de expresiones procedentes de esos sistemas es exclusivo de los sujetos de mi reflexión, ya que se trata de elementos de la cultura porteña que emergen en los modos en los que éstos reflexionan sobre su vida y su universo de relaciones sociales. La obra de Plotkin (2002) presenta un análisis detallado de las condiciones históricas y sociales que propiciaron la articulación del discurso psicoanalítico y la cultura popular argentina. Es de destacar, sin embargo, que la imaginación psicoanalítica, cuya presencia en otro ámbito de la cultura argentina ha sido señalada por Daniel Pécaut (apud Álvarez, 2004:27) en relación con la comprensión de la experiencia de la violencia política, emerge menos en los nombres que en las categorías con las que los protagonistas de este artículo clasifican a sus pares y a las prácticas que comparten con ellos.

Estética corporal, representación fotográfica e interacción erótica

Por lo general, los frecuentadores de los portales se remiten a salas de chat o perfiles asociados a su área geográfica a fin de incrementar sus posibilidades de establecer contactos cara a cara. Esa elección suele llevar aparejada la búsqueda de perfiles en los que se presenten fotografías personales, y ambas expresan la preocupación por contactar sujetos respecto de los cuales -al menos teóricamente- las posibilidades de concretar encuentros sean elevadas tanto debido a su proximidad geográfica como al hecho de que sean visualmente atractivos. Es decir, lo importante es moverse en un radio en el cual se pueda "hacer algo" sin dilaciones con alguien que esté "bueno", un topo en el que coinciden los frecuentadores y el eslogan de Gaydar: "lo que quieras, cuando quieras". Sin embargo, ocasionalmente también frecuentan salas temáticas asociadas a apariencias físicas diversas pero específicas,9 9 Según la oferta de Gay.com : Asiáticos, Osos (hombres robustos y velludos), Big dicks, Latinos/Hispanos/Mejicanos, Hombres de color, entre otros. formas claramente pautadas de interacción erótica para ejercer las aphrodisia con otros concurrentes mediante internet,10 10 Bareback, Blackmen4Whitemen, CamlCam [interacción mediada por el empleo de cámaras web], Dad/Son, Humiliation & Roleplay, Love & Relationships, entre otros, según la oferta del mismo portal. o salas asociadas a lugares distantes para practicar el uso de una lengua extranjera.

En el contexto que me ocupa tanto las fotografías personales publicadas en perfiles como las producidas en la rama pornográfica de la industria cultural, la publicidad y las artes, propician la contemplación estética o, como diría Deborah Poole (2000:27), son objetos vinculados al placer de mirar. Por eso, además de la búsqueda de oportunidades para ejercer las aphrodisia cuerpo a cuerpo, la recreación erótica visual es uno de los principales propósitos de la exploración de perfiles, de modo que además de navegar por perfiles de usuarios geográficamente próximos los frecuentadores pueden contemplar los de usuarios de regiones del mundo en las que ciertos fenotipos de su agrado son frecuentes, o que convergen en salas de chat orientadas a personas con determinadas constituciones corporales o preferencias estéticas y eróticas, como las referidas en la nota al pie número 9. Por esas razones en el contexto que me ocupa, el placer de mirar es a la vez estético y erótico, de modo que admirar fotografías eróticas personales o producidas por la industria cultural constituye en sí mismo un modo de ejercer las aphrodisia- ?os portales son, entonces, lugares antropológicos en los cuales la vida social se articula alrededor de la exploración erótica dependiente de la producción, circulación y consumo de fotografías.

A hora bien, si las fotografías personales tienen allí una importancia de primer orden es porque usualmente se les atribuye la condición de representaciones realistas. Sin embargo, la confianza que se deposita en ellas no es automática ni incondicional, sino que depende de que comporten atributos objetivos (locación, apariencia del protagonista, definición, iluminación) que permitan diferenciarlas de las producidas en la industria cultural. Así, si ese tipo de fotografías es tan importante que los usuarios incluyen en sus perfiles o en los anuncios que emiten en las salas de chat expresiones del estilo "no pic [por picture] no chat" o "si no tenés foto no te gastés" (vuélvase sobre la lámina 1 ), es porque su pretendida autenticidad propicia que las valoren como garantía de primera instancia en el establecimiento de contactos.

En ese orden, tanto la búsqueda de usuarios que estén dispuestos a respaldar fotográficamente su presentación personal como el desarrollo de las habilidades que permitan presentarse a uno mismo y leer las fotos exhibidas por los otros, confluyen para darle forma al sentido del juego que organiza las decisiones que toman con arreglo a los fines que les son comunes. Ese sentido del juego y el continuum de operaciones al que da lugar (producción, exhibición e intercambio de fotografías) pueden ser comprendidos como totalidad si se los analiza como parte de lo que Poole denomina una economía visual de imágenes, y que define de la siguiente manera:

La palabra

economía

sugiere que el campo de la visión está organizado en una forma sistemática [y] que esta organización tiene mucho que hacer con relaciones sociales, desigualdad y poder, así como con significados y comunidad compartida. En el sentido más específico de una economía política, también sugiere que esta organización lleva consigo una relación -no necesariamente directa- con la estructura política y de clase de la sociedad, así como con la producción e intercambio de bienes materiales o mercancías, que forman el alma de la modernidad. Finalmente, el concepto de economía visual nos permite pensar más claramente en los canales globales -o por lo menos transatlánticos- a través de los cuales las imágenes -y los discursos sobre las imágenes- han fluido [...]. Es relativamente fácil imaginar que personas de París y Perú, por ejemplo, participan en la misma "economía". Pero imaginar o hablar de ellos como parte de una "cultura" compartida es considerablemente más difícil. Utilizo el término

economía

para aprehender mejor el sentido del entrecruzamiento entre las imágenes visuales y las fronteras nacionales y culturales (Poole, 2000:16).

Reconocer la existencia de esa economía visual de imágenes permite entender las maneras en las que sobre el escenario de los portales se articulan sus administradores, anunciantes y frecuentadores como agentes de dos procesos relacionados: el de producción, circulación y consumo de imágenes, y el de construcción de sentidos sobre éstas y sobre la amplia dimensión de la vida social que las enmarca. La aproximación propuesta por Poole permite sopesar la existencia, en esa economía visual, de lo que la autora denomina "una organización sistemática de la visión como hecho social" y "una comunidad de sentidos vinculada a dicha organización", y por esa vía comprender etnográficamente la utilidad de las fotografías en tanto textos que permiten presentarse con propósitos eróticos y caracterizar más o menos detalladamente a los otros que se presentan. Es en ese marco de articulaciones objetivas y reflexividades donde los sujetos de mi reflexión producen y se apropian de fotografías, aprehenden y dan forma a los códigos necesarios para comunicarse con propósitos homoeróticos empleándolas como recurso privilegiado, y construyen sentidos a propósito de la vida social que comparten y sus implicaciones con respecto a otros terrenos de sus existencias.

En lo que resta de este trabajo volveré sobre esas consideraciones de las que me ocupé extensamente en La Pampa y el Chat (Leal Guerrero,2011). Como allí, seguiré la propuesta analítica de Poole, quien señala la existencia de "por lo menos tres niveles de organización" (2000:18, 19) en la economía visual, que deben ser tomados en cuenta tanto en lo que atañe a sus particularidades como en lo que tiene que ver con sus relaciones.

[p]rimero, debe haber una organización de la producción que comprenda tanto a los individuos como a las tecnologías que producen imágenes. [...]

Un segundo nivel [...] implica la circulación de mercancías o, en este caso, de imágenes-objeto visuales. Aquí el aspecto tecnológico de la producción juega un rol determinante. [.]

Esta cuestión de la circulación se sobrepone con el tercer y último nivel sobre el cual se debe evaluar una economía de la visión: los sistemas culturales y discursivos a través de los cuales las imágenes gráficas se aprecian, se interpretan, y se les asigna valor [.] . En este nivel de análisis de la economía visual hay que dejar de lado la cuestión del significado de las imágenes específicas para preguntarnos cómo es que ellas adquieren valor.

A diferencia de lo que hice en La Pampa y el Chat, aquí tomo en cuenta esos tres niveles no tanto con el propósito de comprender el sentido del juego que ordena la interacción en los portales, sino para proponer una reflexión sobre el modo en el que ciertas tradiciones estéticas y semióticas occidentales contribuyen a darle forma tanto a las imágenes producidas por los frecuentadores como a la interacción en cuyo marco éstas son dotadas de sentido y valor.

Las condiciones de producción y circulación de las fotografías

En este artículo hablo de "producción" para referirme en sentido amplio a las operaciones a mediante las cuales un sujeto produce fotografías personales. Esas operaciones pueden ser la toma de fotografías propias, la selección de fotografías propias tomadas por otros en contextos independientes de los circuitos de socialización homoerótica como fiestas o viajes, o la apropiación de fotografías de otros con el fin de presentarlas como propias. Incluyo en la misma categoría operaciones tan distintas, que en dos de tres casos no suponen la toma de las fotografías por quien las selecciona, pues cuando alguien se apropia de una imagen en el contexto del que me ocupo introduce cambios en su valor de uso, de modo que de ahí en adelante éstas son empleadas por él como herramientas, objetos con una utilidad específica: la presentación personal con propósitos homoeróticos.11 11 Se trata de una forma de producción dependiente del cambio de valor de uso, equivalente a la que tiene lugar cuando un objeto de la naturaleza es usado como herramienta.

Técnicamente la producción y exhibición de las fotografías que me ocupan depende de la tecnología digital de producción, reproducción y transmisión de imágenes. Los que se exhiben en perfiles personales o mediante los sistemas de mensajería instantánea son principalmente autorretratos fotográficos producidos mediante cámaras digitales autónomas o anexas a teléfonos celulares o computadoras, aunque también circulan marginalmente algunas cuya de calidad se puede inferir un origen análogo previo a su digitalización.12 12 Éstas presentan menor definición, más limitada gama de colores y detalles, contornos y límites entre planos difusos. Esas diferencias eran consideradas por mis interlocutores, quienes sin descartar la posibilidad de equivocarse, afirmaban que algunas fotografías parecían escaneadas, y subsecuentemente inferían que podrían ser viejas, falsas o de una persona sin medios suficientes para acceder a una cámara digital.

Como señalé en La Pampa y el Chat, las fotografías personales funcionan como "tarjetas de presentación", que pueden ser leídas por aquellos a quienes se las haga llegar personalmente o a través de su exhibición en perfiles públicos. Pero si en el caso de las tarjetas convencionales la estandarización de los formatos limita las posibilidades creativas a pocos aspectos como la calidad del papel, la tipografía y los colores, quienes producen fotografías personales tienen más opciones, y pueden tomar decisiones orientadas a lo que Omar Calabrese denomina "construir estrategias textuales" que respalden su presentación personal y les permitan seducir a los espectadores (1989:97). La efectividad de esas estrategias construidas fotográficamente se asienta en decisiones creativas como el encuadre, la locación, la pose o la indumentaria presente o ausente, y deriva su efectividad del modo en el que "den en el blanco" de los criterios estéticos de los espectadores.

Una segunda diferencia entre las "tarjetas de presentación fotográficas" y las tradicionales tiene que ver con que mientras las segundas deben ser producidas a costos variables dependientes del contenido, la mano de obra y los insumos, las fotografías digitales suelen ser auto-producidas y se las exhibe electrónicamente, por lo cual resultan gratuitas e infinitamente reproducibles mientras se disponga de medios técnicos apropiados. Las mismas ventajas cuentan en comparación con las fotografías análogas, y a ellas se suma el hecho de que la tecnología fotográfica digital permite prescindir del revelado y en esa medida ofrece la posibilidad de producir domésticamente fotografías sexualmente explícitas controlando dos elementos de vital importancia. El primero es la puesta en escena, pues las tomas pueden ser repetidas ad infinitum hasta lograr la composición deseada ya que el proceso se encuentra liberado de las limitaciones impuestas por el uso de película fotográfica. El segundo es la posibilidad de controlar mejor la exhibición de las fotografías, que en el caso de las análogas se encuentran inevitablemente a disposición del personal que desarrolle el proceso de revelado o sus intermediarios, con quienes resulta imprescindible entrar en contacto cara a cara a la hora de dejar la película y retirar las copias. Otra ventaja estriba en que las imágenes digitales pueden ser intervenidas con programas de uso corriente hoy disponibles incluso en los teléfonos celulares, de modo que se pueden recortar, distorsionar o borrar a voluntad rasgos físicos u otros elementos que no se desee exponer, como las facciones propias o terceras personas, generalmente presentes en fotos tomadas en reuniones sociales.

Si bien las condiciones de producción antes descritas refuerzan el uso de fotografías como formas de presentación personal, las amplias posibilidades de simulación que ofrecen ponen en cuestión la condición de verosimilitud que a efectos de la interacción se les atribuye a esas imágenes siempre de manera inestable.13 13 Atendiendo a esa posibilidad de engañar a los otros con fotografías ajenas, aquí hablo preferentemente de "imágenes asociadas a [los participantes]", y no de "imágenes de [ellos]". La segunda expresión introduce errores empíricamente inevitables ya que en contextos como el que me ocupa no siempre se puede verificar la autenticidad de las imágenes que alguien presenta como propias. En síntesis, las fotografías proporcionan certezas meramente provisionales respecto de que el tiempo empleado interactuando con otros se encuentra bien invertido, pues gracias a ellas se supone sobre terreno muy inestable que la persona con la que uno interactua es alguien con quien podría entablar episodios de interacción erótica cuerpo a cuerpo.

Esa posibilidad de poner en dinámica lo que Goffman denomina actuaciones ideadas (2001:81) suele ser explotada por quienes por diversas razones detentan atributos corporales o sociales de los que carecen, y es ampliamente reconocida en el campo. Ésta constituye, al mismo tiempo, la principal fuente de la desconfianza de muchos respecto de la utilidad de buscar mediante internet hombres para entablar episodios de interacción erótica cuerpo a cuerpo, lo cual ocasionalmente se expresa en el desprecio absoluto de esa forma de socialización por considerarla inefectiva. Así, hay quienes prescinden de la internet en sus búsquedas y frecuentan exclusivamente los circuitos geográficos de socialización homoerótica que encadenan establecimientos comerciales, instalaciones sanitarias, plazas, calles, parques y otros puntos de la geografía urbana.

No hay que perder de vista, de todos modos, que si bien el intercambio de fotografías constituye sólo una garantía de primera instancia, es un recurso de primera línea en la mayoría de los episodios de interacción sostenidos mediante internet. La consideración de ese lugar fundamental permite comprender el énfasis con el que los sujetos de mi reflexión señalan que aprender a producir e interpretar fotografías es parte del "abecé" de la dimensión de la vida social que comparten. Como se verá más adelante, la incorporación y el empleo de esas habilidades supone el recurso a dimensiones particulares de la conciencia práctica y discursiva cultivadas en la interacción cotidiana a través de los portales y fuera de ellos.

Presentación fotográfica de la persona

La utilidad principal de las fotografías real o pretendidamente personales que se intercambian reside en lo que Walter Benjamin (2003 [1936]:31-32), denominó el valor exhibitivo de la imagen que, según el autor, desplazó al valor cultual debido al desarrollo de formas relativamente baratas de reproducción técnica a gran escala.

El problema reclama desarrollar la distinción formulada por Benjamin entre dos tipos de valor exhibitivo de los que puede ser dotada una fotografía en el contexto que me ocupa, diferenciando entre el valor exhibitivo de la identidad personal y el valor exhibitivo de la identidad de rol.14 14 Goffman define la identidad personal como "las marcas positivas o soportes de la identidad, y la combinación única de los ítems de la historia vital, adherida al individuo por medio de esos soportes de la identidad" (2003:73). Por otra parte, plantea que la identidad de rol es la que asume situacionalmente alguien que ocupa una posición determinada durante, y a través de, el desarrollo de una actuación (2001:18). Entre los sujetos de mi reflexión, los roles sexuales se organizan en un continuum cuyos extremos son ocupados por quienes prefieren desempeñar el rol activo (insertivo), o el pasivo (receptivo), y cuyos puntos intermedios son los roles de activo versátil, versátil, y pasivo versátil. Esos tipos ideales refieren las múltiples elecciones que puede hacer un actor a lo largo de su vida o de un episodio de interacción, y no deben entenderse como lugares fijos de corte estructural-funcionalista. El segundo tipo de valor exhibitivo, que es el que me interesa en este contexto, se refiere a la ubicación del sujeto en el continuum de lugares que puede ocupar en la interacción social y sexual homoeróticas, organizadas de acuerdo al sistema de oposiciones binarias e independientes "macho/loca - pasivo/activo" y, ocasionalmente, también al tipo de vida o estilo que éste afirma comportar.15 15 Entiendo por estilo un conjunto de rasgos intencionalmente definidos y observables, a partir de los cuales un sujeto puede declarar su adherencia a una determinada categoría de personas, y demandar de otros que dicha pertenencia sea reconocida. En el caso que me ocupa se pueden citar, por ejemplo, deportista, pibe de barrio, relajado, entre otros. Ese tipo de valor exhibitivo es el que ocupa el lugar central en el proceso de producción de fotografías destinadas a ser presentadas a potenciales compañeros eróticos, y su centralidad determina el hecho de que el elemento más importante a ser exhibido u observado sea el cuerpo y no el rostro, asiento por antonomasia de la identidad personal.

En consecuencia con esa preeminencia del cuerpo sobre el rostro en la representación, frecuentemente las fotografías intercambiadas presentan personas a las que no se les ve la cara, bien sea porque la pose lo impide o porque ha sido ocultada mediante la edición digital de la imagen. Ese es un desplazamiento coherente con la lógica de los modelos expresivos que ordenan la acción social de quienes producen, intercambian y se apropian de fotografías personales con arreglo a fines eróticos, pues como ya lo he planteado, en las formas de interacción que protagonizan la identidad individual es menos importante que los atributos corporales o las expectativas y habilidades sexuales. A diferencia de lo analizado por Archetti acerca de la preeminencia de la moralidad sobre la belleza en las masculinidades heterosexuales argentinas (2003:19), entre los sujetos de mi reflexión la belleza física es más importante que los atributos subjetivos, y esa jerarquía determina el valor del que son dotadas las fotografías personales que se intercambian.

Las fotografías de las que me ocupo son, entonces, textos visuales que tienen una doble utilidad. En primer lugar, son argumentativos pues con ellos se intenta persuadir a los sujetos del deseo propio acerca de que uno es un buen candidato para una "encamada". En segundo lugar son expositivos pues son usados para transmitir información que respalde la presentación personal efectuada por otros medios como el escrito a través del perfil o el chat.16 16 El trabajo de Brown y otros (2005) sobre residentes en Australia autoidentificados como gay que buscaban contactos eróticos por internet analiza en detalle la importancia concedida a las fotografías personales como "carnada".

La presentación escrita y fotográfica constituyen, entonces, dos partes del mismo tipo de realización dramática, como llama Goffman (2001:42) a esas líneas de conducta, propio de quienes participan de la búsqueda de contactos eróticos en los

portales. Allí las fotos constituyen recursos expresivos que posibilitan "transmitir de manera vívida las cualidades y atributos que alega el actuante" (Goffman, 2001:42), y que en encuentros cara a cara serían movilizados mediante el manejo corporal de las impresiones. A efectos de la presentación de la persona realizada con la mediación de dispositivos conectados a internet, las fotografías real o pretendidamente personales sustituyen al cuerpo distante, que sólo puede ser imaginado por el interlocutor a partir de las descripciones e imágenes provistas por su contraparte. De todos modos se trata de una sustitución provisional cuyo límite se encuentra en el contacto cara a cara o en el uso de cámaras web, que permiten contrastar en tiempo real la coherencia entre los atributos referidos y los comportados.

Tomando en cuenta su valor exhibitivo de la identidad de rol y su valor de uso como textos simultáneamente argumentativos y expositivos, se puede afirmar que producir fotografías destinadas a ser exhibidas en el contexto que me ocupa supone desarrollar lo que Anthony Giddens (1998) denomina "una conducta estratégica": ejecutar una realización que implica poner en escena valores y atributos que posibiliten presentar de manera coherente la imagen que se desea transmitir. En ese contexto, se trata principal pero no exclusivamente de exponer la contextura física y dos aspectos independientes de la identidad de rol a los que ya me he referido: por un lado, el lugar que se ocupa en el espectro de posiciones asumibles en la interacción sexual organizada según el esquema insertivo-receptivo y, por otro, el grado de adaptación del aspecto y conducta propios con respecto a los estereotipos de virilidad que predominan entre los habitantes de Buenos Aires,17 17 Estudios particularmente relevantes sobre las masculinidades heterosexuales y homosexuales rioplatenses pueden ser consultados, respectivamente, en las obras de Archetti (2003) y Garriga & Moreira (2003), y Sívori (2005). y en la tradición representacional pornográfica y no pornográfica occidental.18 18 Las continuidades existentes entre la representación fotográfica y las estéticas propagandizadas por la industria pornográfica se encuentra prácticamente inexploradas en el contexto latinoamericano. Trabajos en el área aportarían a la comprensión de los modos en los que esa dimensión del consumo cultural contribuye a darle forma no solamente a la sensibilidad estética y a la experiencia erótica, sino incluso a la representación de las relaciones de poder entre los géneros y las clases sociales. Posibilitarían, al mismo tiempo, construir un corpus analítico útil para el análisis comparativo de los hallazgos de investigadores que han abordado ese universo de relaciones principalmente en contextos europeos occidentales y estadounidenses. Entre esos trabajos merecen especial consideración, por la diversidad de problemas tratados y enfoques elegidos, los de Falk (1993), Lane (2001), Ogien (2005), Paasonen (2006), Tétreault (2006), Healey (2010), Eaton et al. (2011) y Maes y Levinson (2012). Los atributos que conforman esos estereotipos están ligados sobre todo a la virilidad evidente, es decir a la puesta en escena de valores como la rudeza y el vigor, y contribuyen a darle forma al macho como sujeto ideal hegemónico de deseo, al mismo tiempo que configuran a su opuesto: la loca. Por otro lado, como ya he señalado y se puede observar en las láminas 4 y 5 , esa realización fotográfica de conductas estratégicas también puede apuntar a la representación de un determinado modo de ser o estilo que se afirma comportar.

Mientras la representación de virilidad y/o el estilo se realiza exhibiendo fotografías de medio cuerpo o cuerpo entero, la declaración de los roles sexuales suele realizarse mediante planos detalle, y en la producción de unas y otras se apela a lo que en La Pampa y el Chat denominé vagamente "topoi fotográficos", pero que sería más correcto definir como "fórmulas representacionales"19 19 Burucúa & Kwiatkowski (2010) señalan que "[u]na fórmula representacional es un juego de dispositivos culturales que han sido históricamente moldeados y son, al mismo tiempo, relativamente estables. [...] Es, por definición, más amplia que una metáfora [...] y que un topos -un método estandarizado de construir o tratar un argumento- y hace uso de ambos para presentar cierto tema" (La traducción me pertenece). En el caso que me ocupa es importante tener en cuenta que si bien el mayor peso expresivo está puesto en las fotografías, éstas son exhibidas en perfiles personales o durante sesiones de chat en cuyo marco se articulan al resto de la información transmitida alfabética y pictóricamente, de modo que el contexto refuerza el sentido que se busca transmitir mediante el empleo de las fórmulas representacionales. . En ambos casos, según la evidencia producida a través de una prueba de lectura de fotografías tomadas de perfiles públicos de Gaydar de la que participaron varios de mis interlocutores permanentes, el conocimiento del que dependen tales formas de expresión se encuentra incorporado al sentido práctico, pero hace parte de la conciencia discursiva.20 20 Información detallada sobre la prueba y sus resultados puede ser consultada en Leal Guerrero, 2011.

Poner en escena la identidad: fórmulas representacionales, fotografía y seducción

Como ilustra la lámina 2 , la identidad de rol es usualmente representada apelando a fórmulas que forman parte del universo estético y semiótico de la pornografía. Dichas fórmulas permiten representar los extremos del continuum de roles sexuales (activo y pasivo) mediante la exposición de las áreas frontal o posterior del cuerpo respectivamente, en planos enteros, de tres cuartos, o planos detalle de las áreas pélvica o de los glúteos, destacando casi siempre erecciones o glúteos redondeados, según el caso.21 21 Como se observa en la lámina 2, la orientación de quienes se reclaman versátiles-algo suele expresarse en los perfiles mediante la combinación de planos anteriores y posteriores. La lámina 3 permite observar cómo las fotografías posibilitan también expresar la inclinación por formas pautadas de interacción erótica como los juegos de dominación y el sadomasoquismo, mediante la exhibición de indumentaria asociada a ellas. Sin embargo, a la par que los sujetos componensus fotografías siguiendo tales fórmulas representacionales, también se apartan del estilo canónico de la pornografía al excluir frecuentemente el rostro u otras partes del cuerpo y elaborar, de ese modo, representaciones metonímicas de sí.

Lo que no se ve en la lámina -pero también hay que considerar- es que el recurso a esas fórmulas representacionales coincide con lo relevado por Ira Tattelman (1999) sobre las formas de expresión corporal de los frecuentadores de un sauna homosexual neoyorquino, y que esa continuidad expresa el carácter transnacional de la economía visual que me ocupa.22 22 Su trabajo sobre la comunicación entre los frecuentadores del sauna New St. Mark ofrece un interesante contrapunto de mis observaciones. A la larga, tomando en cuenta que las habilidades para producir y leer ese tipo de textos visuales son aprehendidas a medio camino entre el consumo de producciones pornográficas y el universo de la homosocialización tecnológicamente mediada y cara a cara, de lo que hablan esos modos de expresión corrientes entre los sujetos de nuestra reflexión es de la existencia de lo que Poole (2000:30) denomina un régimen alternativo de la visión.

Retomando uno de los enunciados con los que abrí este artículo, hay que subrayar el hecho de que el caso del que me ocupo no se caracteriza por la emergencia de formas de expresión radicalmente nuevas sino del recurso, en un contexto tecnológico y culturalmente novedoso, a modos históricamente decantados de representar aspectos de la vida social, un fenómeno del que se han ocupado autores como Aby Warburg (2007) y Ernst Gombrich (1999) en otros terrenos de la cultura. Se trata, en síntesis, de la reapropiación de formas históricamente estandarizadas de representar aspectos de la identidad que, como ha dicho José Emilio Burucúa (2007:10), pueden ser comprendidas en tanto se las interprete en el contexto de "las mallas de propósitos, intereses y otras representaciones" en las que se encuentran entretejidas.

Lo que me interesa poner en primer plano en este punto es que si esas fórmulas representacionales posibilitan efectivamente la comunicación entre los usuarios de los portales es porque éstos comparten el mismo horizonte de sentidos: el construido cotidianamente por hombres que no sólo tienen en común el habitar geográfica y simbólicamente Buenos Aires y la cultura occidental en sentido amplio, sino su condición de consumidores de pornografía e integrantes de la comunidad de ocasión conformada por quienes transitan circuitos geográficos y comunicacionales en busca de oportunidades para ejercer las aphrodisia. En ese orden, si la correcta interpretación de las fotografías personales resulta difícil al margen de ese universo de relaciones sociales y significados, su consideración como textos discretos, desvinculados de los perfiles y episodios de interacción en los que circulan, no puede ser más que incompleta, pues supone separarlas de procesos complejos de interacción y construcción de sentidos asentados en el uso correlativo de textos escritos e imágenes fotográficas.

Por otro lado, como ya señalé, los perfiles y fotografías también aportan información sobre dos dimensiones de la identidad de rol no menos importantes que la sexual: el grado de aproximación del sujeto con respecto a los atributos predominantemente asociados con la masculinidad en Buenos Aires y, ocasionalmente, su tipo de vida o estilo (atlético, relajado, pibe de barrio, cool). En relación con los atributos asociados a la virilidad, ya referidos en la sección anterior, hay que decir que éstos coinciden en tanto valores simultáneamente estéticos y escénicos, como los ha caracterizado Sívori (2005), con los que se constituyen las representaciones sobre la masculinidad analizadas por él entre homosexuales de Rosario, y por Archetti (2003) y Garriga & Moreira (2003) entre los heterosexuales de Buenos Aires.

Sin embargo, existe una diferencia entre lo relevado por Archetti y Garriga & Moreira en espacios de socialización predominantemente heterosexual, y las observaciones de Sívori y mías entre los frecuentadores de espacios de socialización homosexual. Mientras entre los sujetos de la reflexión de Archetti (aficionados al fútbol, al polo y al tango), la masculinidad aparece relacionada más íntimamente con la moralidad que con la belleza física, y entre los de Garriga & Moreira (miembros de dos hinchadas de fútbol) se asocia simultáneamente a la moralidad del "aguante" y a la gordura, entre los protagonistas del trabajo de Sívori y del mío la apariencia física constituye el elemento central y casi exclusivo alrededor del cual se articula, al menos en primera instancia, la virilidad. Esa diferencia se expresa en el hecho de que entre los sujetos de nuestra reflexión lo central a la hora de valorar qué tan macho es alguien es si luce o no como tal (es decir rudo y vigoroso),23 23 A diferencia de lo relevado en el trabajo de Garriga & Moreira (2003) sobre el cuerpo gordo como tipo ideal entre los barristas de futbol, entre los sujetos de mi reflexión no predomina un solo tipo ideal. Si bien sería un error plantear que todos los tipos ideales de cuerpo que circulan entre ellos gozan de la misma popularidad, hay que reconocer que al lado del más comúnmente perseguido, el hombre lampiño formado en el gimnasio o en la piscina, se encuentran -entre otros- los twinks (lampiños y delgados), osos (velludos y robustos), patovicas (musculosos, formados frecuentemente por la combinación de ejercicio, dieta y esteroides), de rugby, independientemente de si practican o no ese deporte). y deriva de la especificidad de la vida social que cultivamos: dado que los episodios de interacción erótica entablados en los circuitos metropolitanos de persecución de las aphrodisia son usualmente irrepetibles por su carácter furtivo o anónimo, éstos no dejan lugar para la elaboración de caracterizaciones morales detalladas respecto de aquellos con los que se interactua cuerpo a cuerpo o mediante dispositivos electrónicos.

La imagen fotográfica adquiere en ese contexto su valor exhibitivo de la virilidad en la medida en que posibilita expresar o caracterizar qué tanto se aproxima su protagonista al macho ideal con el que, en palabras de Manuel, uno de mis interlocutores permanentes, "cualquiera se quiere encamar". En ese terreno, coherentemente con lo relevado por Sívori (2003), el macho ocupa el lugar dominante en el orden moral excluyente que enmarca las identidades opuestas de éste y la loca, y presentarse como tal "en tanto actitud estratégica y como un ethos o estilo aprendido [proporciona ventajas, dado que el rol del macho] tiene un valor de cambio instituido en el mercado sexual y social del ambiente" (2005:103). Pero a diferencia de lo relevado por este autor entre frecuentadores del circuito de espacios públicos de homosociabilidad del microcentro de Rosario, dado que los frecuentadores de los portales dan por sentada la identidad homosexual de sus pares, la realización de una presentación personal acorde a la identidad de rol del macho no está ligada a "pasar por heterosexual", sino a ejecutar una presentación viril de la persona a la que suele ir asociado un determinado modo de vida o estilo. A diferencia de lo que sucede con la presentación de la identidad de rol sexual, en este caso no se suele apelar a fórmulas representacionales ligadas a la industria pornográfica. Se apela, en otro terreno, a un repertorio relativamente discreto de modos en los que tradicionalmente han sido representados visualmente la virilidad y ciertos rasgos del carácter en las sociedades occidentales desde la antigüedad clásica, mediante la asociación de gestos, posturas corporales y valores, cuya circulación es posible rastrear hoy día también en la publicidad, las artes y el periodismo gráfico, entre otros (véanse las láminas 4 y 5 ).

Así, entre el recurso a fórmulas representacionales y la puesta en escena de valores tradicionalmente asociados a la virilidad y a ciertos estilos de vida, el uso dado por los sujetos de mi reflexión a las fotografías real o pretendidamente personales da cuenta del aprovechamiento del valor textual e intertextual de la representación naturalista, que ha constituido el objeto de la reflexión de autores con especificidades disciplinares tan diversas como los ya citados Warburg, Gombrich y Calabrese, o Sigmund Freud (2003 [1914]), y Mary-Lousie Pratt (1997). Remite, al mismo tiempo, a la observación de Cicerón que abre este artículo, acerca de que "las imágenes se parecen mucho a las tablillas de cera o a papiros. Las imágenes (simulacris) se parecen a las letras (litteris). La disposición y el orden de las imágenes se parecen a la escritura" (citado por Quignard, 2005: 110).

El histeriqueo revisitado

En La Pampa y el Chat (2011:97-101) planteé que entre los sujetos de mi reflexión el sustantivo "histeriqueo" y el verbo "histeriquear", de origen psicoanalítico, son usados para referir el ejercicio de las aphrodisia que se realiza sin recurrir al contacto cuerpo a cuerpo. Es necesario precisar esa definición demasiado vaga, aclarando que histeriquear implica más específicamente ejercer las aphrodisia en el marco de los juegos de seducción y evitar no sólo el contacto cuerpo a cuerpo, sino también otras prácticas homoeróticas en las que igualmente se prescinde de éste pero se trasciende la seducción como el cibersexo, el sexo telefónico y el voyeurismo o exhibicionismo. En relación con la socialización mediada por Internet, en esa obra señalé que histeriquear es económicamente razonable pues demanda menos esfuerzo, tiempo y dinero -y suele ser más seguro biológicamente, y más aceptable moralmente- que desplazarse por la ciudad para encontrarse con alguien que probablemente realizó, mediante fotografías falsas, una presentación engañosa de su persona. Quien histeriquea entonces, por un lado, evita incurrir en prácticas que muchos consideran tontas como el cibersexo o el sexo telefónico y, por otro, no corre el riesgo de "perder el viaje" al tiempo que se pone a salvo del contagio de enfermedades de transmisión sexual y de cometer ciertos tipos de transgresiones morales.26 26 El histeriqueo y otras formas de ejercicio de las aphrodisia que prescinden del contacto corporal frecuentemente son vistos como prácticas moralmente aceptables por quienes sostienen relaciones de pareja en las que el repertorio de comportamientos considerados como actos de infidelidad se limita a los asociados al contacto cuerpo a cuerpo con terceros.

De cualquier manera, en un contexto en el que la mayoría de las veces la socialización está enmarcada por el propósito manifiesto (si bien no siempre inmediato) de concretar encuentros eróticos cuerpo a cuerpo, la posibilidad de reunirse en un espacio físico propicio para ese tipo de interacción suele mantenerse abierta, lo cual se expresa en la ya referida preocupación por contactar sujetos cuya localización geográfica sea lo más próxima posible respecto de la de uno.

Por esas razones, a pesar de que en los portales web el histeriqueo constituye la forma privilegiada y más económica de ejercer las aphrodisia, la localización geográfica es junto con la belleza física uno de los criterios centrales a partir de los cuales los frecuentadores seleccionan hombres para entablar episodios de interacción mediada por internet. La centralidad de este criterio se encuentra a la base del acelerado y constante desplazamiento de los portales web al que ha dado lugar la popularización de aplicaciones para smartphones y tabletas como Grindr,27 27 Hasta el momento no contamos con estudios en los que se compare la popularidad de unas aplicaciones frente a otras. Mi experiencia indica que Grindr es la más popular al menos en Argentina, Colombia, Alemania, Austria e Italia. De propiedad de Grindr LLC, la aplicación fue lanzada en 2009 y según información oficial disponible en su página web ( http://grindr.com/learn-more), tiene al rededor de 4 millones de usuarios en 192 países. Scruff o GuySpy, que permiten ubicar potenciales compañeros eróticos en radios geográficos más reducidos y precisos gracias a la articulación de la comunicación mediada por internet y el empleo de sistemas de posicionamiento global GPS (véase la lámina 6 ). De acuerdo a mis observaciones, los espacios de socialización introducidos por ese desarrollo tecnológico cuyo uso se setenta en buena medida en la popularización de los smartphones, las tabletas y las conexiones a internet mediante la red celular, tienden a debilitar la preeminencia del histeriqueo. dichas aplicaciones reducen y precisan el radio en el que son realizadas las búsquedas. Por otro, de que las limitadas posibilidades ofrecidas por los sistemas multitasking de los dispositivos en los que funcionan dan lugar a que la gente tienda a emplear tales aplicaciones en circunstancias en las que busca principalmente concretar encuentros y no, por ejemplo, mientras consulta el correo electrónico o lee la prensa, como hacen muchos de los usuarios de los portales cuando los usan. Actualmente carecemos, al menos en los contextos latinoamericano y centroeuropeo, de investigaciones específicas que trasciendan las limitadas observaciones que aventuramos los usuarios-sociocientíficos, y si bien algunos trabajos han abordado el problema en otras regiones, por ahora los desarrollos son sumamente limitados a escala global.28 28 Tudor (2012) y Parsons & Grov (2013) reseñan el uso contemporáneo de Grindr en Suecia y a escala global, pero no analizan su impacto en la transformación de los patrones de socialización homoerótica ni en la construcción de sentidos desde y sobre el ejercicio de las aphrodisia. Un contraste notable con esas aproximaciones se encuentra en el trabajo de Raj (2011) sobre las economías racial y afectiva entre los usuarios de la aplicación. Por otra parte, el trabajo de Landovitz et al. (2012) presenta un análisis de la relación entre el uso de Grindr, las prácticas sexuales de riesgo y la prevención del contagio de enfermedades de transmisión sexual entre hombres que ejercen las aphrodisia con hombres en Los Ángeles. Nos enfrentamos, pues, a un rico campo de indagación que podría dar lugar a numerosos trabajos.

En relación con la popularización de esas nuevas posibilidades de socialización vale la pena considerar que nos encontramos en un momento de transición, y que casi con seguridad los estudios centrados en los portales web como el que sustenta parte de este artículo, más temprano que tarde van a salir del corpus de los trabajos "de actualidad" para entrar en el de aquellos con los que se podrá escribir una historia de la socialización homoerótica tecnológicamente mediada. Por lo pronto lo que se observa es el empleo sincrónico de ambos sistemas, y se puede afirmar que mientras el uso de aplicaciones para smartphones y tabletas que se apoyan en sistemas GPS se populariza de manera creciente y suele dar lugar al establecimiento de mayores episodios de interacción cuerpo a cuerpo, restándole en consecuencia espacio social al histeriqueo, el de los portales web se mantiene vigente, y sigue estando caracterizado por la relativa infrecuencia con la que se concreta ese tipo de contactos aunque sus protagonistas se encuentren en lugares cercanos de la ciudad. En el contexto de la socialización homoerótica tecnológicamente mediada, como en otros terrenos de la vida social, el sentido del juego se ajusta a la regla de hierro de la practicidad, porque "es mejor histeriquear que perder el viaje, pero si la distancia es corta más vale correr el riesgo y conseguir un buen garche". Como lo ha señalado Bourdieu (con Wacquant, 2005:52), "la lógica de la práctica es ser lógica hasta el punto donde ser lógico cesaría de ser práctico".

Conclusiones

A lo largo de este artículo he mostrado la utilidad de poner en contexto histórico y cultural los modos en los que muchos hombres buscamos y encontramos placeres homoeróticos mediante perfiles personales, salas de chat y aplicaciones para dispositivos móviles que se apoyan en sistemas de posicionamiento global. Como se recordará, estoy convencido de que hacerlo posibilita reconocer en ese aspecto de la realidad tanto la presencia transformada de fenómenos de la cultura que anteceden largamente a la internet, como elementos novedosos cuyo desarrollo ha estado inducido por el cambio tecnológico. He dado cuenta, por ejemplo, de la incorporación de categorías propias de la cultura popular argentina al proceso de construcción de sentidos que analizo, y de la producción de imágenes fotográficas mediante el uso de fórmulas representacionales propias de la pornografía o del repertorio no pornográfico decantado históricamente en las sociedades occidentales desde la antigüedad clásica, al que también apelan hoy día publicistas, artistas y reporteros. Así espero haber triunfado en mi propósito de persuadir al lector sobre la utilidad de analizar las relaciones que existen entre el consumo de pornografía y la formación de la sensibilidad erótica, y los modos en que quienes nos buscamos y encontramos en internet con propósitos homoeróticos producimos imágenes personales apelando, no siempre intencionalmente, a tradiciones representacionales profundamente ancladas en la historia de las sociedades occidentales.

La consideración de esa articulación y el reconocimiento del hecho de que el cambio tecnológico no solamente da lugar a la reformulación de elementos tradicionales, sino también a la emergencia de otros novedosos, sustentan mi planteo de que entre los sujetos de mi reflexión existe un régimen alternativo de la visión, el cual es coherente con el sentido del juego y la economía visual que organizan sus búsquedas. En ese marco, hay que considerar que si bien es posible encontrar antecedentes de ese régimen alternativo en muchos lugares, entre ellos la vieja sensibilidad para el flirteo gestual extensamente documentada en estudios clásicos sobre la socialización homosexual, la masificación del uso de tecnologías digitales de producción y transmisión de imágenes ha contribuido a complejizarlo, al ampliar el repertorio de formas expresivas y diversificar las habilidades requeridas para valerse eficientemente de él.

También he abordado esa relación entre el cambio tecnológico y la transformación de los patrones de socialización, la experiencia y la sensibilidad homoeróticas al reseñar la entrada en escena de las aplicaciones para dispositivos móviles que se apoyan en sistemas de posicionamiento global. Al dar cuenta de cómo éstas permiten hoy día realizar búsquedas mucho más precisas y expeditas que lo que era posible imaginar en la todavía no muy lejana época del trabajo de campo de mi tesis de maestría, he manifestado mi opinión sobre la necesidad de reorientar nuestros esfuerzos para "sintonizar" los desarrollos de nuestras investigaciones con los del acelerado cambio social que caracteriza a nuestro objeto de estudio. He lanzado, dicho sea de paso, una invitación que queda sobre la mesa.

Recibido: 15/01/2013

Aceptado para publicación: 03/03/2013

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  • WARBURG, Aby. 2007. El renacimiento del paganismo: aportaciones a la historia cultural del Renacimiento europeo. 1a. ed. Madrid: Alianza Editorial. 624 p.
  • 1
    Piénsese, por ejemplo, en las obras de Geertz (2005), Hermitte (1970) y Bourdieu (2006); Leach (1977) y Douglas (1966); Mead (2000) y Archetti (2003), así como Warburg (2007) y Pratt (1997).
  • 2
    Véase, por ejemplo, la
    Fenomenología del espíritu (1996 [1807]). Un análisis sobre el lugar que ocupa la relación entre cantidad, cualidad y cambio en la obra de Hegel puede ser consultado en el trabajo de Rainer Scháfer (2001).
  • 3
    Buena parte de esas observaciones tiene base la investigación que dio lugar a mi tesis de maestría en Antropología Social, cuyos principales resultados fueron publicados en Leal Guerrero, 2011.
  • 4
    Desde el cierre del trabajo de campo he continuado desarrollando participación observante en diversos portales y aplicaciones para smartphone y tableta que he usado con propósitos homoeróticos en Argentina, Colombia y Alemania, mis lugares de residencia desde entonces. También lo he hecho en otros países latinoamericanos, europeos y asiáticos que he visitado en el mismo periodo por razones académicas o recreativas. A finales de 2011 Gay.com había perdido en Buenos Aires su protagonismo como portal de contactos, y había sido desplazado por Manhunt.net y Planetromeo.com, dos portales que no tenían presencia masiva entre los habitantes de Buenos Aires en la época del trabajo de campo referido, y coexistían con las aplicaciones para dispositivos móviles articuladas a sistemas de posicionamiento global.
  • 5
    En otro trabajo (Leal Guerrero, 2013) he reflexionado extensamente sobre las tensiones éticas que hacen emerger investigaciones como aquella de la que aquí doy cuenta, principalmente en relación con el uso de imágenes personales exhibidas por sus protagonistas en espacios electrónicos públicos y recontextualizadas por nosotros en artículos como éste. Al comparar en el mencionado artículo esas tensiones con las que impone mi investigación doctoral sobre las luchas por la memoria de la violencia política en Colombia, he señalado que aunque la investigación sobre la vida social sostenida en Internet plantea problemas asociados a la representación visual, dichos problemas no son radicalmente distintos de los que plantean otros trabajos en relación con la representación narrativa, y que en unos casos y otros resulta necesario tomar decisiones que atiendan, al mismo tiempo, a la obligación de proteger la integridad de los sujetos de la investigación y a la necesidad de presentar en nuestros textos los elementos centrales de las realidades analizadas. A fin de resguardar la identidad de los protagonistas de las imágenes tomadas de perfiles personales para ilustrar este artículo he intervenido digitalmente la mayoría, alterando elementos de las locaciones o difuminado y/o borrado rostros, accesorios y otros soportes de la identidad individual.
  • 6
    El análisis de la interacción erótica sostenida mediante el empleo de tecnologías electrónicas de transmisión de la información exige reflexionar sobre la vida sexual sostenida en ausencia del contacto cuerpo-a-cuerpo. Por eso, a fin de superar ciertos obstáculos epistemológicos impuestos tanto por la teoría social como por algunas variedades del sentido común, recurro a la noción de aphrodisia (en adelante sin cursiva) para denominar las actividades a través de las cuales los sujetos de mi reflexión persiguen el intercambio de placeres eróticos. Ésta proviene de la obra de Foucault, quien señaló el carácter indeterminado de las acciones que se le asociaban entre los griegos clásicos, englobadas de manera general como "actos, gestos, [o] contactos que buscan cierta forma de placer [...] [en los cuales] La atracción ejercida por el placer y la fuerza del deseo que lleva a él constituyen, con el acto mismo de la aphrodisia, una unidad sólida" (2002 [1984]: 39).
    El desplazamiento de la mirada y la definición permite evitar aproximaciones que al hacer énfasis en el contacto corporal resultan excesivamente restrictivas, dado que éste dejó de ser imprescindible hace mucho en numerosas sociedades urbanas. Una discusión más amplia sobre las posibilidades y límites de la categoría en contextos como el que me ocupa se encuentra en Leal Guerrero (2011; 2013).
    7 Todos los nicks y nombres de pila referidos en este artículo han sido compuestos por el investigador, manteniendo en la medida de lo posible el sentido de los originales.
  • 8
    Otros nombres que reflejan esos sistemas de representaciones son buenlomo34, potro22cm, pamperoduro, y freudiano69. En el habla cotidiana, además del uso recurrente de la categoría "histérico" y sus derivadas sobre las que volveré luego, son comunes las referencias a "la construcción subjetiva" del otro, la importancia de "serle fiel al deseo" y "tramitar" los conflictos, o el hecho de que cierta gente comportaba "Edipos mal curados". Sería un error asumir, sin embargo, que el uso de expresiones procedentes de esos sistemas es exclusivo de los sujetos de mi reflexión, ya que se trata de elementos de la cultura porteña que emergen en los modos en los que éstos reflexionan sobre su vida y su universo de relaciones sociales. La obra de Plotkin (2002) presenta un análisis detallado de las condiciones históricas y sociales que propiciaron la articulación del discurso psicoanalítico y la cultura popular argentina.
  • 9
    Según la oferta de Gay.com :
    Asiáticos, Osos (hombres robustos y velludos),
    Big dicks, Latinos/Hispanos/Mejicanos, Hombres de color, entre otros.
  • 10
    Bareback, Blackmen4Whitemen, CamlCam [interacción mediada por el empleo de cámaras web],
    Dad/Son, Humiliation &
    Roleplay, Love & Relationships, entre otros, según la oferta del mismo portal.
  • 11
    Se trata de una forma de producción dependiente del cambio de valor de uso, equivalente a la que tiene lugar cuando un objeto de la naturaleza es usado como herramienta.
  • 12
    Éstas presentan menor definición, más limitada gama de colores y detalles, contornos y límites entre planos difusos. Esas diferencias eran consideradas por mis interlocutores, quienes sin descartar la posibilidad de equivocarse, afirmaban que algunas fotografías
    parecían escaneadas, y subsecuentemente inferían que podrían ser viejas, falsas o de una persona sin medios suficientes para acceder a una cámara digital.
  • 13
    Atendiendo a esa posibilidad de engañar a los otros con fotografías ajenas, aquí hablo preferentemente de "imágenes asociadas a [los participantes]", y no de "imágenes de [ellos]". La segunda expresión introduce errores empíricamente inevitables ya que en contextos como el que me ocupa no siempre se puede verificar la autenticidad de las imágenes que alguien presenta como propias.
  • 14
    Goffman define la
    identidad personal como "las marcas positivas o soportes de la identidad, y la combinación única de los ítems de la historia vital, adherida al individuo por medio de esos soportes de la identidad" (2003:73). Por otra parte, plantea que la
    identidad de rol es la que asume situacionalmente alguien que ocupa una posición determinada durante, y a través de, el desarrollo de una actuación (2001:18). Entre los sujetos de mi reflexión, los roles sexuales se organizan en un
    continuum cuyos extremos son ocupados por quienes prefieren desempeñar el rol
    activo (insertivo), o el pasivo (receptivo), y cuyos puntos intermedios son los roles de
    activo versátil, versátil, y
    pasivo versátil. Esos tipos ideales refieren las múltiples elecciones que puede hacer un actor a lo largo de su vida o de un episodio de interacción, y no deben entenderse como lugares fijos de corte estructural-funcionalista.
  • 15
    Entiendo por estilo un conjunto de rasgos intencionalmente definidos y observables, a partir de los cuales un sujeto puede declarar su adherencia a una determinada categoría de personas, y demandar de otros que dicha pertenencia sea reconocida. En el caso que me ocupa se pueden citar, por ejemplo, deportista, pibe de barrio, relajado, entre otros.
  • 16
    El trabajo de Brown y otros (2005) sobre residentes en Australia autoidentificados como gay que buscaban contactos eróticos por internet analiza en detalle la importancia concedida a las fotografías personales como "carnada".
  • 17
    Estudios particularmente relevantes sobre las masculinidades heterosexuales y homosexuales rioplatenses pueden ser consultados, respectivamente, en las obras de Archetti (2003) y Garriga & Moreira (2003), y Sívori (2005).
  • 18
    Las continuidades existentes entre la representación fotográfica y las estéticas propagandizadas por la industria pornográfica se encuentra prácticamente inexploradas en el contexto latinoamericano. Trabajos en el área aportarían a la comprensión de los modos en los que esa dimensión del consumo cultural contribuye a darle forma no solamente a la sensibilidad estética y a la experiencia erótica, sino incluso a la representación de las relaciones de poder entre los géneros y las clases sociales. Posibilitarían, al mismo tiempo, construir un
    corpus analítico útil para el análisis comparativo de los hallazgos de investigadores que han abordado ese universo de relaciones principalmente en contextos europeos occidentales y estadounidenses. Entre esos trabajos merecen especial consideración, por la diversidad de problemas tratados y enfoques elegidos, los de Falk (1993), Lane (2001), Ogien (2005), Paasonen (2006), Tétreault (2006), Healey (2010), Eaton et al. (2011) y Maes y Levinson (2012).
  • 19
    Burucúa & Kwiatkowski (2010) señalan que "[u]na fórmula representacional es un juego de dispositivos culturales que han sido históricamente moldeados y son, al mismo tiempo, relativamente estables. [...] Es, por definición, más amplia que una metáfora [...] y que un topos -un método estandarizado de construir o tratar un argumento- y hace uso de ambos para presentar cierto tema" (La traducción me pertenece). En el caso que me ocupa es importante tener en cuenta que si bien el mayor peso expresivo está puesto en las fotografías, éstas son exhibidas en perfiles personales o durante sesiones de chat en cuyo marco se articulan al resto de la información transmitida alfabética y pictóricamente, de modo que el contexto refuerza el sentido que se busca transmitir mediante el empleo de las fórmulas representacionales.
  • 20
    Información detallada sobre la prueba y sus resultados puede ser consultada en Leal Guerrero, 2011.
  • 21
    Como se observa en la
    lámina 2 , la orientación de quienes se reclaman versátiles-algo suele expresarse en los perfiles mediante la combinación de planos anteriores y posteriores.
  • 22
    Su trabajo sobre la comunicación entre los frecuentadores del sauna New St. Mark ofrece un interesante contrapunto de mis observaciones.
  • 23
    A diferencia de lo relevado en el trabajo de Garriga & Moreira (2003) sobre el cuerpo gordo como tipo ideal entre los barristas de futbol, entre los sujetos de mi reflexión no predomina un solo tipo ideal. Si bien sería un error plantear que todos los tipos ideales de cuerpo que circulan entre ellos gozan de la misma popularidad, hay que reconocer que al lado del más comúnmente perseguido, el hombre lampiño formado en el gimnasio o en la piscina, se encuentran -entre otros- los twinks (lampiños y delgados), osos (velludos y robustos), patovicas (musculosos, formados frecuentemente por la combinación de ejercicio, dieta y esteroides), de rugby, independientemente de si practican o no ese deporte).
  • 24
    Los derechos de uso de la fotografía de la escultura fueron liberados por su autor, "Wtin", a través del Proyecto Wikipedia. Los derechos de las imágenes de Tobey Maguire y David Beckham son propiedad respectivamente de Columbia Pictures, Marvel Enterprises y Laura Ziskin Productions, y H & M - Hennes & Mauritz AB. Fueron tomadas de los portales IMDB y Style Intel (
  • 25
    Los derechos de la fotografía de Pablo Echarry son propiedad de la revista Caras, y los de la publicidad de Hugo Boss son propiedad de la firma. Fueron tomadas de los portales Latinoparaiso y Mandulis (
  • 26
    El histeriqueo y otras formas de ejercicio de las aphrodisia que prescinden del contacto corporal frecuentemente son vistos como prácticas moralmente aceptables por quienes sostienen relaciones de pareja en las que el repertorio de comportamientos considerados como actos de infidelidad se limita a los asociados al contacto cuerpo a cuerpo con terceros.
  • 27
    Hasta el momento no contamos con estudios en los que se compare la popularidad de unas aplicaciones frente a otras. Mi experiencia indica que
    Grindr es la más popular al menos en Argentina, Colombia, Alemania, Austria e Italia. De propiedad de Grindr LLC, la aplicación fue lanzada en 2009 y según información oficial disponible en su página web (
    http://grindr.com/learn-more), tiene al rededor de 4 millones de usuarios en 192 países.
  • 28
    Tudor (2012) y Parsons & Grov (2013) reseñan el uso contemporáneo de Grindr en Suecia y a escala global, pero no analizan su impacto en la transformación de los patrones de socialización homoerótica ni en la construcción de sentidos desde y sobre el ejercicio de las aphrodisia. Un contraste notable con esas aproximaciones se encuentra en el trabajo de Raj (2011) sobre las economías racial y afectiva entre los usuarios de la aplicación. Por otra parte, el trabajo de Landovitz et al. (2012) presenta un análisis de la relación entre el uso de Grindr, las prácticas sexuales de riesgo y la prevención del contagio de enfermedades de transmisión sexual entre hombres que ejercen las aphrodisia con hombres en Los Ángeles.
  • Fechas de Publicación

    • Publicación en esta colección
      18 Abr 2013
    • Fecha del número
      Abr 2013

    Histórico

    • Recibido
      15 Ene 2013
    • Acepto
      03 Mar 2013
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