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Las casas como procesos colectivos. Reflexiones etnográficas sobre prácticas políticas de mujeres de la economía popular

Houses as collective processes. Ethnographic reflections on the political practices of women in the popular economy

Casas como processos coletivos: reflexões etnográficas sobre práticas políticas de mulheres da economia popular

RESUMEN

En este artículo, propongo un análisis etnográfico de las conexiones entre procesos de construcción y reforma material de las casas y una serie de prácticas políticas colectivas protagonizadas por mujeres de sectores populares en el marco de la implementación de programas estatales y de la acción de organizaciones sociales. Planteo que la puesta en marcha de prácticas colectivas ejerce influencia sobre las casas, al tiempo que la materialidad de estos espacios y la posibilidad de transformarlos, pueden constituir una base relevante desde la cual construir modalidades de organización política y formas de militancia. Procurando contribuir a una reflexión más amplia acerca de los límites de aquello que definimos como político y tomando distancia de miradas duales, sostengo que las casas pueden ser pensadas como procesos políticos colectivos desde dónde se politizan asuntos comúnmente definidos como parte de la vida “privada” o “doméstica”.

PALABLAS CLAVE
casas; procesos colectivos; economía popular; mujeres; etnografía

ABSTRACT

In this article, I propose an ethnographic analysis of the connections between houses construction and material reform processes and a set of collective political practices carried out by women from popular sectors in relation with the implementation of state programs and the action of social organizations. I show that the development of collective practices influences houses, while their materiality and the possibility of transforming them, can constitute a relevant base to build modalities of political organization and forms of militancy. Trying to contribute to a broader reflection on the limits of what we define as political and taking distance from dual gazes, I argue that houses can be thought of as collective political processes from where issues commonly defined as part of "private" or "domestic" life are politicized.

KEYWORDS
Houses; collective process; popular economy; ethnography; women

RESUMO

Neste artigo proponho uma análise etnográfica das conexões entre processos de construção e reforma material das casas e uma série de práticas políticas coletivas protagonizadas por mulheres de classes populares no marco da implementação de programas estatais e de ações de mobilizações sociais. Argumento as práticas coletivas colocadas em jogo influenciam as casas ao mesmo tempo que a materialidade de tais espaços e as possibilidades de transformá-los podem constituir-se como bases relevantes a partir das quais se constroem modalidades de organização política e formas de militância. Em busca de contribuir com uma reflexão mais ampla sobre os limites daquilo que definimos como político e distanciando-me de perspectivas duais, sustento que as casas podem ser pensadas como processos políticos coletivos a partir dos quais se politizam assuntos comuns, definidos como parte da vida “privada” ou “doméstica”.

PALAVRAS-CHAVE
Houses; collective process; popular economy; ethnography; women

INTRODUCCIÓN

“Hace 18 años que vivimos en una casilla y ahora que tengo la cooperativa, creo que ya sería hora de progresar”1 1 Utilizo comillas para citas textuales y palabras que corresponden al discurso de mis interlocutores y letra cursiva cuando se trata de categorías sociales me dijo una integrante de la cooperativa Juntos Podemos cuando la encontré casualmente en el tren y mantuvimos una breve conversación sobre las reformas que quería hacer en su casa. Hacía pocos meses, ella había ingresado al Programa Argentina Trabaja, una política de transferencia de ingresos que promovía la creación de cooperativas de trabajo. Junto a sus compañeros, participaba de jornadas laborales dedicadas a la construcción y refacción de casas propias y de sus vecinos y a la realización de tareas de mantenimiento en espacios públicos barriales. Con el dinero que recibía a partir de su titularidad en el programa, ella planificaba comprar los primeros insumos necesarios para edificar una habitación “de material”, compuesta por ladrillos y cemento.

Durante el tiempo que realicé trabajo de campo junto a titulares del Argentina Trabaja que participaban de la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, la construcción y transformación material de las casas constituyó un tema de conversación recurrente. A menudo, los integrantes de las cooperativas solían intercambiar opiniones acerca de cómo transformar el espacio que habitaban, debatían qué obras era mejor priorizar en función de los usos que le darían y rememoraban las distintas jornadas de construcción de las que habían participado. Tuve la oportunidad de acompañar de primera mano el modo en que las casas de mis interlocutores se iban transformando y estos cambios quedaron registrados en mis notas de campo. En particular, las palabras con las que elijo comenzar este artículo, ilustran con claridad un aspecto sobre el cual me interesa profundizar en estas páginas: la articulación entre los procesos de organización colectiva, la reforma material de las casas y la proyección de transformaciones en las formas de vida. Para mi interlocutora, el mejoramiento de su casa suponía afirmar deseos de progreso, modelando las perspectivas de futuro propias y de su familia. Asimismo, la posibilidad de concretar estas transformaciones tenía lugar a partir de su participación en procesos de organización colectiva en el marco de un programa social, en sus palabras: “tener la cooperativa”.

En este artículo, propongo analizar etnográficamente las conexiones entre procesos de construcción y reforma material de las casas y una serie de prácticas políticas colectivas protagonizadas por mujeres de sectores populares en el marco de la implementación de programas estatales y de la acción de organizaciones sociales. Desde mediados de la década de 1990, se han desarrollado desde la antropología interesantes aportes que problematizaron el abordaje de las casas como contextos pasivos u objetos fijos, para proponer una mirada de ellas como procesos dinámicos e inacabados. Esta mirada se construyó a partir de aportes realizados desde distintos ejes de análisis abordados por la disciplina, tales como los estudios del parentesco y el enfoque de la cultura material. El trabajo de Carsten y Hugh Jones (1995)CARSTEN, Jane; HUGH- JONES, Stephen. 1995. About the House: Lévi-Strauss and Beyond. Cambridge, Cambridge University Press. constituye una referencia fundamental en esta dirección. Los autores plantean une recuperación crítica del concepto levistraussiano de “sociedad de casas”, desafiando la visión de permanencia y estabilidad que los estudios clásicos sobre parentesco les dieron a las casas, para proponer focalizar en los vínculos entre su significado arquitectónico, simbólico y social. Siguiendo esta propuesta, las casas pueden ser pensadas como una extensión de las personas, como una capa extra de piel; que pueden ser estudiadas bajo el mismo cuadro analítico que a las personas que las habitan, considerando que ambos se encuentran atravesados por continuos procesos de transformación. El trabajo pionero de Louis Marcelin, (1999)MARCELIN, Louis Herns. 1999. “A linguagem da casa entre os negros no Recôncavo Baiano”. Mana - Estudos de Antropologia Social, vol. 5, n. 2: 31-60. DOI 10.1590/S0104-93131999000200002
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también resultó fundante a la hora de señalar la posibilidad de aprehender el sentido de las relaciones de parentesco y familiaridad a través de un estudio de la construcción de viviendas y los modos de habitar de las personas. Según el autor, para llevar adelante un estudio antropológico de las experiencias familiares en clases populares, resulta productivo focalizar articuladamente en las nociones de “casa” y de “configuración de casas”, reconstruyendo el sentido nativo de estas categorías. El análisis de Marcelin procuró discutir visiones normativas y legalistas de la familia y resultó particularmente productivo para contrarrestar la imagen de las casas como unidades aisladas, evidenciando los lazos de cooperación e intercambio que se generan entre ellas. Desde los estudios de la cultura material, Daniel Miller (2001)MILLER, Daniel. 2001. Home Possessions: Material Culture Behind Closed Doors. New York, Berg Publishers. también señaló la importancia de observar cómo las casas y sus habitantes se transforman mutuamente. Según el autor, las relaciones entre las personas y sus casas están atravesadas por contradicciones y desigualdades de poder; y por mutuos procesos de acomodación: así como procuramos transformar nuestras viviendas para que se ajusten a nuestras metas y necesidades; las características materiales de estos espacios pueden condicionar las vidas humanas y requerir que nos adaptemos a ellas (Miller, 2013MILLER, Daniel. 2013. Trecos, troços e coisas: Estudos antropológicos sobre a cultura material. Rio de Janeiro, Zahar.).

Estos aportes han sentado las bases para un abordaje holístico y dinámico de las relaciones entre las personas y sus casas, consolidando la apuesta por abordar procesos sociales a partir de la exploración de las prácticas y sentidos que giran en torno a aquellos espacios utilizados como viviendas. Particularmente, cobraron relevancia aquellos aportes que señalaron la relación constitutiva entre casa y gobierno, permitiendo un abordaje político de estos espacios (de L´Estoile, 2014DE L’ESTOILE, Benoit. 2014. “Money is good, but a friend is better”. Uncertainty, Orientation to the Future, and ‘the Economy’”. Current Anthropology, vol. 55, n. 59: 562-573. DOI 10.1086/676068
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; de L’Estoile y Neiburg, 2020DE L’ESTOILE, Benoit; NEIBURG, Federico. 2020. “Governing the house: an ethnographic approach”. Etnográfica, vol. 24, n. 3: 655664. DOI 10.4000/etnografica.9341
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). Una serie de etnografías recientes en la antropología brasileña han recogido los avances de esta línea analítica y ha explorado diversos significados que aparecen asociados a la noción de casa, problematizando así la tendencia a definirla como sinónimo de “unidad residencial” o como espacio restringido al desarrollo de la vida familiar (Bustamante y McCallum, 2011BUSTAMANTE, Vania; MCCALLUM, Cecília. (2011). “Parentesco y casas en un barrio de bajos ingresos asistido por el Programa Salud Familiar en Salvador, Bahia, Brasil”. Salud Colectiva, vol. 7, n.3: 365- 376. DOI 10.18294/sc.2011.271
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; Wiggers, 2013WIGGERS, Raquel. 2013. “Casa, família e pertencimento: A construção da pessoa em uma localidade no sul do Brasil”. Tematicas, vol. 21, n. 42: 151-172.; Motta, 2014MOTTA, Eugenia. 2014. “Houses and economy in the favela”. Vibrant: Virtual Brazilian Anthropology. Vol. 11, n. 1: 118-158. DOI 10.1590/S1809-43412014000100005
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). Un interesante eje de análisis de estas etnografías ha sido el señalamiento de las conexiones entre procesos de construcción y reforma de las casas y cambios en las formas de vida de las personas que las habitan, evidenciando que al transformar materialmente estos espacios, se proyectan horizontes de un mejor futuro (Cavalcanti, 2009CAVALCANTI, Mariana. 2009. “Do barraco à casa: tempo, espaço e valor(es) em uma favela consolidada”. Revista Brasileira de Ciências Sociais, vol. 24, n. 69: 69-80. DOI 10.1590/S0102-69092009000100005
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), se desarrollan arreglos económicos (Motta, 2014MOTTA, Eugenia. 2014. “Houses and economy in the favela”. Vibrant: Virtual Brazilian Anthropology. Vol. 11, n. 1: 118-158. DOI 10.1590/S1809-43412014000100005
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), se construye la percepción de una vida más estable y sosegada (Dumans Guedes, 2017DUMANS GUEDES, Andre. 2017. “Construindo e estabilizando cidades, casas e pessoas”. Mana - Estudos de Antropologia Social, vol. 23, n.3: 403-435. DOI 10.1590/1678-49442017v23n3p403
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) y se promueven formas de privacidad e independencia para la vida familiar (Cortado, 2020CORTADO, Thomas. 2020. “Casas feitas de olhares: uma etnografia dos muros em um loteamento periférico do Rio de Janeiro”. Etnográfica, vol. 24, n. 3, 665682. DOI 10.4000/etnografica.9357
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).2 2 Vale la pena destacar que este conjunto de trabajos, que algunos autores han dado en catalogar como parte de la “nueva antropología de la casa” (Cortado, 2020; Dumans Guedes, 2017), recogen asimismo la inspiración de trabajos clásicos en la antropología brasilera sobre relaciones de clase, parentesco y economía a partir de etnografías centradas en las vidas de trabajadores rurales (Palmeira, 1977; Heredia, 1979) y urbanos (Woortman, 1981)

En este trabajo recupero los aportes que estos análisis etnográficos centrados en las casas han brindado no sólo en dirección a tensionar la fijeza de estos espacios; sino también al problematizar a través de ellas, aquellos modelos interpretativos que dan por sentada la escisión entre los dominios público y privado (Borges, 2011BORGES, Antonadia. 2011. “Mujeres y sus casas: retrospectiva y perspectiva de un sendero en antropología y sociología”. Estudios Sociológicos, vol. 29, n. 87: 981-1000.; Motta, 2014MOTTA, Eugenia. 2014. “Houses and economy in the favela”. Vibrant: Virtual Brazilian Anthropology. Vol. 11, n. 1: 118-158. DOI 10.1590/S1809-43412014000100005
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). Recuperando el abordaje de las casas como “hechos sociales totales” en las que “todo se mixtura” (Cavalcanti, 2009CAVALCANTI, Mariana. 2009. “Do barraco à casa: tempo, espaço e valor(es) em uma favela consolidada”. Revista Brasileira de Ciências Sociais, vol. 24, n. 69: 69-80. DOI 10.1590/S0102-69092009000100005
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), quiero explorar los entrecruzamientos entre las prácticas de construcción y reforma material de las casas, y el desarrollo de procesos de organización colectiva de los que participan mujeres de sectores populares. Particularmente, quiero aportar al campo de discusiones sobre las casas, destacando los modos en que su materialidad y posibilidad de transformarlas constituyen una base relevante para la producción de prácticas políticas colectivas por parte de mujeres de sectores populares. Esta afirmación, ancla en una mirada de la política colectiva a la que hemos venido aportando desde el equipo de investigación en el que este trabajo se inscribe3 3 Proyectos UBACYT “Prácticas políticas colectivas, modos de agremiación y experiencia cotidiana: etnografía de prácticas de organización de trabajadores de sectores populares” (2018-2020) y PICT 0659-2015. “Prácticas políticas colectivas, modos de gobierno y vida cotidiana: etnografía de la producción de bienes, servicios y cuidados en sectores subalternos”. Ambos están dirigidos por la Dra. María Inés Fernández Álvarez y radicados en el Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, UBA. , desde la cual enfatizamos en el carácter dinámico e indeterminado de su transcurrir (Fernández Álvarez, 2016aFERNANDEZ ALVAREZ, María Inés. 2016a. “Introducción: El desafío de hacer juntos(as)”. En: FERNANDEZ ALVAREZ, María Inés (eds.). Hacer juntos (as). Contornos, relieves y dinámicas de las prácticas políticas colectivas en sectores subalternos. Buenos Aires, Biblos, pp- 11-30). El abordaje etnográfico de las formas de organización generadas por sectores populares permite trascender miradas dicotómicas sobre los límites entre “economía” y “política”, para revelar el modo en que estos procesos organizativos no sólo generan “trabajo”, sino que permiten la reproducción de la vida, contorneando incluso los sentidos otorgados a las nociones de “vida digna” o “buena vida” (Fernández Álvarez, 2016bFERNÁNDEZ ÁLVAREZ, María Inés. 2016b. “Experiencias de precariedad, creación de derechos y producción colectiva de bienestar(es) desde la economía popular”. Ensambles, vol. 3, n. 4 y 5: 72- 89.; 2020FERNANDEZ ALVAREZ, María Inés. 2020. “Building from heterogeneity: the decomposition and recomposition of the working class viewed from the “popular economy” in Argentina”. Dialectical Anthropology, vol. 44, n. 1: 57-68. DOI 10.1007/s10624-018-9509-6
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; Fernández Álvarez et. al, 2019FERNANDEZ ALVAREZ, María Inés; WOLANSKI, Sandra, SEÑORANS, Dolores; PACIFICO, Florencia . . . C. Cavigliasso. 2019. “Introducción”. En: Bajo sospecha. Debates urgentes sobre las clases trabajadoras en la Argentina actual. Buenos Aires, Editorial Callao.; Señorans, 2020SEÑORANS, Dolores. 2020. “Economías populares, economías plurales. Sobre la organización gremial de los trabajadores costureros en Buenos Aires, Argentina”. Cuadernos de Antropología Social, n. 51: 189- 206. DOI 10.34096/cas.i51.8240
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). Aquí, quiero señalar los modos en que estos procesos de organización colectiva ejercen influencia sobre las casas, no sólo dando lugar a mejoras en las condiciones habitacionales, sino también habilitando y potenciando la proyección de nuevos horizontes de vida y construcción política que se encuentran entrelazados a las posibilidades y limites que ofrece la materialidad de dichos espacios.

Organizo mis reflexiones en tres apartados. En primer lugar, reconstruyo una serie de procesos recientes en torno a la implementación de programas sociales y dinámicas de organización" impulsadas desde la economía popular en la Argentina reciente. En segundo lugar, analizo el modo en que la proyección de progresos o mejoras en las vidas de las personas constituye un horizonte de organización política que se entrelaza con la transformación material de espacios de vivienda. En tercer lugar, focalizaré en los modos en que la materialidad de las casas y la reforma de estos espacios, provee bases para el desarrollo de procesos de organización colectiva, permitiendo arrojar nuevas luces sobre el debate en torno a la participación política de mujeres de sectores populares. Por último, propongo pensar a las casas como procesos políticos colectivos desde las que pueden generarse procesos de politización que interpelan asuntos comúnmente definidos como parte de la vida “privada” o “doméstica”, contribuyendo así a problematizar miradas duales sobre la política.

PROGRAMAS ESTATALES, COOPERATIVAS Y PROCESOS ORGANIZATIVOS EN TORNO A LA ECONOMÍA POPULAR EN LA ARGENTINA RECIENTE

Este artículo recupera resultados de una investigación doctoral dirigida al análisis etnográfico de prácticas cotidianas de mujeres que integraron cooperativas creadas en el marco de la implementación de programas sociales dirigidos a intervenir sobre problemáticas vinculadas al desempleo y la “vulnerabilidad socio ocupacional”. Entre los años 2003 y 2015 se desarrollaron en Argentina una serie de iniciativas estatales que pusieron el acento en fomentar el asociativismo y la economía social, como forma de generar trabajo genuino y favorecer la inclusión social, medidas que fueron presentadas como contrapuestas a los “planes de empleo” de carácter focalizado implementados en la década de 1990 (Hintze, 2007HINTZE, Susana. 2007. Políticas sociales argentinas en el cambio de siglo. Conjeturas sobre lo posible. Buenos Aires, Espacio Editorial.; Grassi, 2012GRASSI, Estela. 2012. “Política sociolaboral en la Argentina contemporánea. Alcances, novedades y salvedades”. Revista Ciencias Sociales, n. 135-136: 185-198. DOI 10.15517/rcs.v0i135-136.3676
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).4 4 La categoría “planes” fue una forma coloquial de hacer referencia a múltiples programas de empleo transitorio implementados Argentina desde 1993, los cuales fueron a menudo gestionados por movimientos sociales. Estos programas tenían como objetivo fomentar la inserción laboral de trabajadores y trabajadoras desocupadas en obras y tareas de utilidad pública, transfiriendo un ingreso monetario mensual. Entre algunos de estos programas podemos mencionar a los planes Trabajar I, II y III, el programa de Servicios Comunitarios- posteriormente reemplazado por el programa de Empleo comunitario- y el Programa de Emergencia Laboral, el Programa Barrios Bonaerense y, a partir del año 2002, el Plan Jefes y Jefas de Hogar (PJJHD). El Programa de Ingreso Social con Trabajo Argentina Trabaja (Prist- AT), lanzado en 2009, formó parte de este conjunto de políticas y ha cobrado gran relevancia debido a la magnitud de su extensión y los recursos involucrados. Esta política estuvo vigente hasta inicios del 2018 y buscó fomentar la actividad económica e incrementar los ingresos y la calidad de vida de los “sectores más vulnerables” través del “trabajo organizado y comunitario” y del incentivo al “desarrollo local” (Res. 3182/09).5 5 Al momento de su lanzamiento, el monto del ingreso transferido por este programa superaba ampliamente el de otros implementados anteriormente, alcanzando una proporción del 85% en relación al salario mínimo. Para 2016, dicha proporción había descendido al 56% (Arcidiácono y Bermúdez, 2018). El carácter novedoso del Argentina Trabaja con respecto a las políticas implementadas en las décadas precedentes, consistió en la apuesta por formar cooperativas de trabajo integradas por personas sin empleos formales, las cuales llevasen adelante “obras de mediana y baja complejidad con un fuerte impacto en los barrios” (MDSN, 2010MDSN. 2010 Guía informativa del programa de Ingreso Social Con Trabajo. Ministerio de Desarrollo Social de la Nación, Argentina.).6 6 Estas cooperativas fueron formalizadas a través de la resolución 3026, que les otorgó rápida salida administrativa a la creación de dichas entidades. Al igual que otras cooperativas de trabajo y según establece la Ley 20.337, las cooperativas creadas a partir de este programa tuvieron matrícula y un consejo administrativo compuesto por los roles de presidente, secretario y tesorero. Distintos trabajos han analizado los alcances y limitaciones en el funcionamiento de estas entidades señalando que sus procesos de formación, la organización centralizada de las tareas, la percepción individual de los ingresos monetarios y la dependencia de recursos provistos por el Estado han tensionado la posibilidad de generar modalidades de trabajo autónomas y auto gestionadas (Arcidiacono, Kalpschtrej y Bermúdez, 2014; Hopp, 2015).

El PRIST- AT tuvo una modalidad de gestión descentralizada organizada a partir de convenios con gobiernos locales, entidades de la economía social como federaciones y mutuales y otras organizaciones sociales que ya tenían una amplia trayectoria de participación en la gestión de programas estatales dirigidos a intervenir sobre la problemática del desempleo. En 2016, a partir de la asunción de la Alianza Cambiemos al gobierno Nacional tuvieron lugar una serie de transformaciones en la lógica y lineamientos de estos programas, las cuales implicaron una creciente interpelación de los titulares de manera individualizada quitándole peso a las cooperativas de trabajo como formas de organizar la contraprestación y retornando a un enfoque centrado en la empleabilidad y las teorías del capital humano.7 7 Para un análisis más detallado de estos cambios, ver Hopp (2017), Arcidiacono y Bermudez (2018), Hintze (2018), entre otros. Estas transformaciones se dieron en un marco de aplicación de políticas económicas de corte neoliberal, que tendieron hacia la redistribución regresiva del ingreso, la apertura de los mercados y el desfinanciamiento del gasto público, dando lugar al desarrollo de distintas medidas de protesta por parte de movimientos y organizaciones sociales que buscaron visibilizar el profundo deterioro de las condiciones de vida y trabajo de grandes porciones de la población ocasionado por estas medidas. Una de las demandas que cobró fuerza y vitalidad en este contexto, consistió en la lucha por el reconocimiento de derechos laborales para el sector de la población excluido del mercado laboral formal. Esta construcción política venía siendo sostenida por un conjunto de organizaciones que desde el año 2011 con formaron la Confederación de Trabajadores de la Economía Popular, definida como el “sindicato” de los trabajadores de la economía popular.

La CTEP surgió a partir de la confluencia de un conjunto de organizaciones que habían protagonizado luchas contra políticas neoliberales en los 1990, muchas de las cuales tenían vasta trayectoria en la gestión de programas sociales y en la generación de iniciativas de trabajo. Desde el planteo de la CTEP, la economía popular constituye un sector de la clase obrera que fue expropiado de la posibilidad de acceder a un empleo estable y protegido y que sobrevive gracias a “inventarse” el propio trabajo. Bajo esta categoría, se incluyen tanto quienes generan ingresos económicos a través de la realización de una variedad de trabajos no registrados- entre los que se encuentran la venta ambulante, la confección de indumentaria o la recuperación de materiales reciclables- como quienes participan de tareas comunitarias no remuneradas en los barrios o quienes desarrollan obras de infraestructura en el marco de la implementación de programas sociales.8 8 Siguiendo la estructura de un sindicato la CTEP se organiza en ramas de actividad entre las que se encuentran la rama la Rama Textil, Cartonera, Trabajadores de los Espacios Públicos y SocioComunitaria, entre otras. Entre 2016 y 2018 y en un contexto de intensa conflictividad con el gobierno la CTEP pasó a ser incluida como parte de los entes ejecutores del PRIST- AT.

En estas páginas, recuperaré resultados del trabajo de campo realizado entre julio de 2016 y julio de 2018 en dos distritos de la zona noroeste del conurbano bonaerense junto a mujeres titulares del Programa Argentina Trabaja que participan del Movimiento Evita, una de las organizaciones integrantes de la CTEP. Como busco mostrar a continuación, el análisis de las experiencias cotidianas de estas mujeres, evidencia vínculos entre el desarrollo de procesos colectivos de organización que buscan mejorar las vidas de trabajadores de la economía popular y la transformación material de sus casas.

REFACCIONES SOCIALES, PROGRESOS Y MEJORAS COLECTIVAS EN LAS VIDAS.

El primer día que acompañé una jornada de trabajo de Juntos Podemos, en junio de 2016, recorrí junto a Silvia, su presidenta, las calles del barrio y ella se ocupó de compartir conmigo la historia de la cooperativa, repasando los distintos trabajos realizados a lo largo del tiempo. Estábamos en un barrio de casas bajas ubicado a unas diez cuadras de una estación de trenes, a unos 50 km de la Capital Federal en el distrito bonaerense de Pilar, zona noroeste del Gran Buenos Aires. Nos dirigíamos hacia la casa de una integrante de la cooperativa, en donde sus compañeros planeaban trabajar en la refacción de los daños ocasionados meses atrás producto de un incendio. Al caminar por el barrio, Silvia me señaló, entre otras obras, una escuela que habían pintado, una sala de primeros auxilios en la que habían hecho reparaciones y una cancha que mantenían periódicamente. Por entonces, la tarea a la que estaban principalmente abocados consistía en la construcción y refacción de las casas de los integrantes de la cooperativa y de vecinos del barrio. También gestionaban un merendero que funcionaba en la casa de Silvia y huertas en los terrenos de varios de sus integrantes. Habitualmente, los tra bajos realizados en las casas comprendían distintos tipos de arreglos que iban desde la construcción completa de una casa “de material” para reemplazar a una “casilla” de chapa y madera; hasta la realización de trabajos de terminación como revocar las paredes, pegar azulejos; instalar de redes de agua y conexiones eléctricas o la ampliación de viviendas construyendo nuevos ambientes. En la mayoría de los casos, las personas habitaban terrenos que habían sido loteados entre las décadas de 1980 y 1990 y habían accedido a ellos mediante distintos mecanismos que combinaban la compra realizada en cuotas por parte de inmobiliarias locales, la ocupación de hecho de tierras que se encontraban ociosas o la compra a través de intermediarios que habían ocupado previamente estos terrenos y luego los revendían como parte del mercado informal. De este modo, si bien no todos los habitantes del barrio poseían documentos legales que certificaran su posesión, la permanencia durante varias décadas en un mismo terreno otorgaba la estabilidad necesaria como para planificar allí procesos de construcción a largo plazo.9 9 Para un análisis histórico de las distintas etapas de ocupación, conflictos territoriales y dinámicas de organización del espacio urbano en esta zona del Gran Buenos Aires, ver Cravino (2011).

Quienes integraban la cooperativa me explicaron que, para organizar el orden de las obras a realizar, solían darles prioridad a aquellas refacciones consideradas “más urgentes”, entre las cuales se destacaba la construcción de casas “de material”, con paredes de ladrillo y piso de cemento para aquellos que habitaban en “casillas”. El recuerdo de la primera casa “de material” que habían levantado “desde cero” solía ser evocado frecuentemente en las conversaciones cotidianas como una especie de hito fundacional que los había motivado a proyectar la realización de trabajos de albañilería y construcción en sus propias casas. Se trataba de la vivienda de una señora mayor, a quien habían conocido por medio de una trabajadora social que ejercía en un centro de salud del barrio. La señora habitaba una “casilla” de chapa y madera y, si bien había obtenido un subsidio para comprar materiales, no poseía recursos para contratar mano de obra.10 10 A lo largo del trabajo de campo, se observaron diferentes modalidades de financiamiento para las obras realizadas en las viviendas, que combinaban el acceso a subsidios, créditos por parte del Estado y la compra con fondos propios. En este caso en particular, el financiamiento correspondía a un subsidio particular otorgado por única vez a través del Ministerio de Desarrollo Social para situaciones excepcionales de emergencia. En otras oportunidades, también se registraron casos de acceso a materiales a través de créditos otorgados individualmente a las familias desde organismos estatales, como ocurrió a partir del lanzamiento del Programa “Mejor Hogar”, gestionado a través de la Administración Nacional de Seguridad Social y destinado a grupos familiares que cuenten con ingresos mensuales inferiores a la suma de tres salarios mínimos y que permitía la compra de materiales de construcción destinados a realizar mejoras en la vivienda.

Al referirse al proyecto que impulsaban desde Juntos Podemos, Silvia solía utilizar la expresión refacciones sociales, remarcando que sus destinatarios eran vecinos de sus barrios, quienes necesitaban mejorar sus casas, pero no podrían costear la mano de obra:

A nosotros siempre nos falta mejorar la vivienda. Los que tenemos casa de material, nos falta revocar o la instalación de agua, de luz. No tenemos piso. Hay otros compañeros que tienen casilla y les falta todo. La mano de obra es muy cara y hay una necesidad real, en nuestros vecinos, en lo que son las refacciones y terminación de las viviendas (Silvia, entrevista realizada el 12/10/17)

El antecedente directo de esta iniciativa ella lo ubicaba en un proyecto previamente llevado adelante desde la Juventud del Movimiento Evita, bajo el nombre “Una mano por tu rancho” y que consistía en convocar a vecinos a participar de jornadas so lidarias de trabajo en la refacción de las casas de la gente del barrio. Esta apuesta por mejorar las vidas propias y de vecinos, se proyectaba tanto en las reformas de las casas como en la demanda por mejores condiciones para espacios barriales tales como las calles, las instituciones públicas de salud y educación, los espacios verdes. “Este asfalto lo conseguimos gracias a la lucha de los vecinos”, me dijo una tarde mientras pisaba la calle en la que estaba ubicada su propia casa y a continuación, comenzó a reconstruir las protestas a partir de las cuales habían logrado que el municipio llevara adelante la obra.

Tal como ha sido destacado por una serie de estudios académicos, el espacio barrial y las relaciones de vecindad constituyeron aspectos centrales en la construcción de prácticas políticas y reivindicaciones desde los sectores populares en Argentina reciente (Frederic, 2004FREDERIC, Sabina. 2004. Buenos vecinos, malos políticos: moralidad y política en el Gran Buenos Aires. Buenos Aires, Prometeo Libros.; Cravino, 2004CRAVINO, Cristina. 2004. “El barrio concebido como comunidad: reflexiones acerca de algunos supuestos presentes en la focalización territorial de políticas asistenciales”. Cuaderno Urbano: Espacio, Cultura y Sociedad, n. 4: 75-98. DOI /10.30972/crn.441759
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; Grimson, 2009GRIMSON, Alejandro. 2009. “Introducción: clasificaciones espaciales y territorialización de la política en Buenos Aires”. En: GRIMSON, Alejandro (ed.). La vida política en los barrios populares de Buenos Aires. Buenos Aires, Prometeo, pp. 11-38.; Ferraudi Curto, 2013FERRAUDI CURTO, María Cecilia. 2013. “La territorialización de las políticas públicas asistenciales en Buenos Aires después de 2001”. Sociais e Humanas, vol. 26, n. 2: 260-273.). Según distintos estudios, este proceso adquirió nuevas dimensiones a partir de la década de 1990, en consonancia con los crecientes índices de desempleo e informalidad laboral y con la aplicación de políticas neoliberales de corte focalizado que tomaron al espacio barrial como unidad de implementación (Cravino, 2004CRAVINO, Cristina. 2004. “El barrio concebido como comunidad: reflexiones acerca de algunos supuestos presentes en la focalización territorial de políticas asistenciales”. Cuaderno Urbano: Espacio, Cultura y Sociedad, n. 4: 75-98. DOI /10.30972/crn.441759
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; Vommaro, 2006; Grimson, 2009GRIMSON, Alejandro. 2009. “Introducción: clasificaciones espaciales y territorialización de la política en Buenos Aires”. En: GRIMSON, Alejandro (ed.). La vida política en los barrios populares de Buenos Aires. Buenos Aires, Prometeo, pp. 11-38.). Algunos trabajos, interrogaron esta emergencia del barrio en la producción de prácticas políticas por parte de sectores populares, haciendo hincapié en los cruces entre moralidad y política y reconociendo en la centralidad de categorías como las de “vecino” y “mujer” la instauración de una división del trabajo político, desde la que “el trabajo barrial” o “social” constituyeron sus formas “despolitizadas” (Frederic y Masson, 2006FREDERIC, Sabina; Masson, Laura. 2006. “Hacer política en la provincia de Buenos Aires: cualidades sociales, políticas públicas y profesión política en los 90”. Anuario de Estudios en Antropología Social, vol. 1, n. 1: 129-138.). Por su parte, otros estudios procuraron poner en suspenso la definición de estas prácticas políticas como formas de “mediación”, para capturar el modo en que las políticas sociales se fueron territorializando permitiendo la incorporación de conocimientos locales (Ferraudi Curto, 2013FERRAUDI CURTO, María Cecilia. 2013. “La territorialización de las políticas públicas asistenciales en Buenos Aires después de 2001”. Sociais e Humanas, vol. 26, n. 2: 260-273.) y señalando que la producción misma del espacio constituye un aspecto relevante en la producción de prácticas políticas (Manzano, 2013MANZANO, Virginia. 2013. La política en movimiento. Movilizaciones colectivas y políticas estatales en la vida del Gran Buenos Aires. Rosario, ProHistoria.; Moreno, 2017MORENO, Lucila. 2017. Producir lugares, regular la vida y crear política: Etnografía de procesos de urbanización en barrios populares de la zona norte del Gran Buenos Aires. Buenos Aires, Tesis de doctorado, Universidad de Buenos Aires). Estos trabajos permitieron desplazar la mirada de los barrios como espacios contenedores de las prácticas o sentidos políticos, para colocar el foco del análisis en los modos en que las acciones colectivas producen urbanización (Moreno, 2017MORENO, Lucila. 2017. Producir lugares, regular la vida y crear política: Etnografía de procesos de urbanización en barrios populares de la zona norte del Gran Buenos Aires. Buenos Aires, Tesis de doctorado, Universidad de Buenos Aires).

De un modo similar al que desarrollaron estos trabajos etnográficos y aún sin construir específicamente sus demandas en torno a la urbanización, mis interlocutores también tenían acumulada una larga experiencia y conocimiento orientado a construir colectivamente mejoras en sus casas y espacios barriales. En la historia de vida de Silvia, esta relación entre lo barrial, los vínculos de vecindad y el involucramiento político resultaba central. Al reconstruir los inicios de su militancia, ella solía rememorar la etapa de su adolescencia, cuando a mediados de la década de 1990 habían impulsado con su madre demandas dirigidas a conseguir el acceso a servicios, mercadería y mejores condiciones para el barrio que habitaban.

En 2016, Silvia tenía 36 años de edad y hacía 13 que vivía en aquel barrio de Pilar que recorríamos esa mañana de junio. Su infancia había transcurrido en un barrio de San Miguel que por ese entonces era un asentamiento precario. Ante la pérdida del trabajo que su padre tenía como chofer de colectivo, ella y su familia atravesaron una etapa que recuerda como muy difícil, marcada por la escasez de recursos básicos para la subsistencia. En ese contexto y desde muy temprana edad, ella comenzó a trabajar en la venta ambulante en el ferrocarril. A los 18 años, obtuvo la titularidad de un programa de transferencia de ingresos llamado Barrios Bonaerenses. Las tareas de “contraprestación” previstas por dicha política también estaban orientadas a mejorar el barrio y Silvia fue elegida como “capataz” de su grupo de trabajo. A los 23 años, Silvia se juntó con su actual pareja, también vendedor del ferrocarril y ambos se mudaron a Pilar. Allí, una vecina la invitó a las reuniones del MTD, una organización de desocupados que luego derivó en el Movimiento Evita y así comenzó una trayectoria de militancia que compartía con su marido. En los últimos años, como parte de la CTEP su militancia se fue centrando específicamente en la lucha por derechos y mejoras en las condiciones de vida para los trabajadores de la economía popular, constituyéndose en una referente central del proceso de organización de los vendedores ambulantes.

Así, la pugna por mejorar las vidas de integrantes de la cooperativa y habitantes de los barrios a partir de los procesos de construcción y reforma de las casas debe ser comprendida a la luz de su trayectoria política: su experiencia temprana en distintos procesos de organización y militancia y como titular de programas de transferencia de ingresos y su protagonismo como parte de la CTEP. La lucha por promover el acceso a derechos para quienes son parte de la economía popular, supone procesar colectivamente experiencias de vida precarias y proyectar hacia el futuro formas de bienestar, tal como lo ha mostrado Fernández Álvarez (2016) en su etnografía sobre procesos de organización gremial impulsados por trabajadores del espacio público. La autora destaca que en los procesos de organización impulsados desde CTEP los sentidos sociales e históricamente construidos sobre el trabajo asalariado (estable y protegido) operan más como un horizonte para disputar derechos que como un paraíso perdido al cual nostálgicamente se busca retornar. Siguiendo este planteo, las reivindicaciones construidas desde la CTEP recuperan y al mismo tiempo desafían aquellos sentidos clásicos acerca de la relación entre acceso a derechos y trabajo asalariado, destacando el carácter cada vez más excepcional de dicha condición laboral. Así, la demanda se orienta hacia el reconocimiento como trabajadores y el acceso a derechos laborales para un sector amplio de la población que incluye tanto a quienes generan ingresos monetarios por fuera del mercado laboral formal, como a quienes realizan trabajos comunitarios y no remunerados en los barrios. Volviendo a nuestro caso de análisis, la construcción y refacción colectiva de las casas formaba parte de una lucha política más amplia en la que se entrelazaban la demanda por derechos para trabajadores de la economía popular, con la disputa por el reconocimiento de la importancia de una serie de trabajos comunitarios realizados en los barrios. Las escenas etnográficas relatadas hasta aquí también confirman, siguiendo las reflexiones compartidas por Señorans (2020)SEÑORANS, Dolores. 2020. “Economías populares, economías plurales. Sobre la organización gremial de los trabajadores costureros en Buenos Aires, Argentina”. Cuadernos de Antropología Social, n. 51: 189- 206. DOI 10.34096/cas.i51.8240
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que los deseos de progreso individuales y familiares no se encuentran escindidos ni son necesariamente contradictorios con la puesta en marcha de luchas colectivas o formas de organización comunitaria.

En coincidencia con lo que han identificado distintos trabajos etnográficos sobre sectores populares en Brasil, en la proyección y concreción de transformaciones materiales en las casas solían cristalizarse deseos y voluntades por alcanzar progresos o mejoras en las vidas. Específicamente, la metamorfosis de una “casilla”- barraco- a una casa de albañilería ha sido analizada enfatizando su carácter proyectivo, en tanto acto que construye a las personas como sujetos de su propia historia, generando la promesa de un futuro mejor y haciendo emerger narrativas de progreso (Cavalcanti, 2009CAVALCANTI, Mariana. 2009. “Do barraco à casa: tempo, espaço e valor(es) em uma favela consolidada”. Revista Brasileira de Ciências Sociais, vol. 24, n. 69: 69-80. DOI 10.1590/S0102-69092009000100005
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) y ascenso social (Dumans Guedes, 2017DUMANS GUEDES, Andre. 2017. “Construindo e estabilizando cidades, casas e pessoas”. Mana - Estudos de Antropologia Social, vol. 23, n.3: 403-435. DOI 10.1590/1678-49442017v23n3p403
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; Cortado, 2020CORTADO, Thomas. 2020. “Casas feitas de olhares: uma etnografia dos muros em um loteamento periférico do Rio de Janeiro”. Etnográfica, vol. 24, n. 3, 665682. DOI 10.4000/etnografica.9357
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). Estos deseos de progreso ligados a la construcción de las casas y a la participación en prácticas colectivas ya aparecían evocados en la cita con la que iniciamos este artículo. Puntualmente, al poner en relación “tener la cooperativa”, con la posibilidad de transformar su vivienda y su forma de vida, mi interlocutora parecía justamente evocar el carácter difuso y no contradictorio entre el progreso propio, los ingresos económicos individuales obtenidos a partir de su titularidad en un programa estatal y la llegada de un momento afín a realizar cambios en las formas de vida, el cual era posible concretar a partir de su participación en proceso de organización colectiva. La “hora de progresar” llegaba no sólo gracias a contar con un ingreso monetario que permitiría comprar materiales, sino impulsada por el “animarse mutuamente” (Dumans Guedes, 2017DUMANS GUEDES, Andre. 2017. “Construindo e estabilizando cidades, casas e pessoas”. Mana - Estudos de Antropologia Social, vol. 23, n.3: 403-435. DOI 10.1590/1678-49442017v23n3p403
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) que tenía lugar entre compañeros de cooperativa y la ayuda concreta que podían brindarle aportando su tiempo de trabajo.

En reuniones durante jornadas de trabajo y otros intercambios cotidianos, circulaban información y conocimientos acerca de las obras y también solía ocurrir que objetos que quedaban en desuso en una casa, como electrodomésticos o materiales de construcción, fueran reutilizados por otros compañeros, evidenciando que, tal como lo sugieren conceptos como los de “configuración de casas” (Marcelin, 1999MARCELIN, Louis Herns. 1999. “A linguagem da casa entre os negros no Recôncavo Baiano”. Mana - Estudos de Antropologia Social, vol. 5, n. 2: 31-60. DOI 10.1590/S0104-93131999000200002
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) o vecinalidad (Webster, 1976WEBSTER, David. 1976. A Sociedade Chope: Indívíduo e Aliança no Sul de Moçambique. Lisboa, Imprensa de Ciências Sociais.; Pina Cabral, 1991PINA- CABRAL, João. 1991. Os Contextos da Antropologia. Lisboa, Difel.), las casas no constituyen unidades residenciales cerradas sobre sí mismas: están insertas en lazos de cooperación, intercambios y jerarquías (Marcelin, 1999MARCELIN, Louis Herns. 1999. “A linguagem da casa entre os negros no Recôncavo Baiano”. Mana - Estudos de Antropologia Social, vol. 5, n. 2: 31-60. DOI 10.1590/S0104-93131999000200002
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) que las constituyen y les otorgan una existencia particular (Pina-Cabral y Godoi, 2014PINA-CABRAL, João; Godoi, Emília Pietrafesa. 2014. “Apresentação: Dossiê Vicinalidades e Casas Partíveis”. Revista de Antropologia, vol. 57, n. 2: 11-20. DOI 10.11606/2179-0892.ra.2014.89105
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).

En agosto de 2016, tan sólo algunos días después de que tuviera lugar una masiva movilización en la cual las distintas organizaciones que formaban parte de la CTEP marcharon junto a otros movimientos bajo la consigna de “Tierra, techo y trabajo”, los integrantes de la cooperativa estaban reunidos en el patio de la casa de Silvia. Uno de ellos, comentó que, durante la movilización, había estado ofreciendo estampitas de San Cayetano y espigas “a voluntad” y que con lo que había recaudado había conseguido comprar 200 ladrillos. Sus compañeros lo felicitaron por la buena noticia y calcularon a ojo cuantos necesitaría para construir la primera habitación, rememorando obras realizadas previamente. “Con eso, ya podés levantar una primera pared, para armar la piecita”, calculó Silvia y le aconsejo utilizar esa primera habitación como espacio para dormir. Enseguida, recordó cómo habían sido las distintas etapas de reforma en las casas que había habitado. “Cuando tenía a mi hija bebé era así, tenía mi piecita, toda de material y la cocina era de madera. De todo esto que ven ahora acá, había solamente una piecita de chapa”, dijo señalando el espacio en el que actualmente estaban reunidos y recordando su llegada al barrio junto a su actual pareja, cuando, estando embarazada del primer hijo de ambos y con dos hijas de una pareja previa se instaló en una vivienda a medio construir.

No fue esta la única vez que escuché a Silvia reponer los cambios que había hecho en su casa y compartir en detalle los distintos pasos a partir de los que había logrado mejorar el espacio que habitaba. Al reponer este recorrido, ella ponía especial énfasis en señalar la productividad de los procesos de organización colectiva que llevaban adelante para mejorar sus condiciones de vida compartiendo mensajes de ánimo y consejos que buscaban motivar en otros la proyección de transformaciones similares.11 11 La particular vehemencia con la que Silvia y otros de mis interlocutores destacaban la relevancia de las acciones desarrolladas por parte de las cooperativas y la insistencia por promover el involucramiento de sus integrantes en los distintos proyectos que se llevaban adelante deben ser comprendidas en relación a una serie de debates morales y discursos estigmatizantes que adquirieron particular virulencia en el debate público en el contexto analizado y que tendieron a asociar a los beneficiarios de programas estatales con estereotipos morales negativos como los de la “vagancia” o “pasividad”, buscando a menudo la legitimación para acciones políticas regresivas y distintas modalidades de violencia para con los sectores populares. Como analicé en otro lado (Pacífico, 2021), mis interlocutores también solían afirmar su condición de trabajadores, recuperando criterios de merecimiento que buscaban contrarrestar aquellos discursos que enfatizaban en su pasividad y falta de voluntad. Estas clasificaciones morales también modelaban relaciones entre integrantes de la cooperativa, en un proceso que no estaba exento de tensiones y desacuerdos en torno a cuál era la forma esperada de participar.

Aun para ella, que habitaba una casa “de material”, con cocina, sala y varias habitaciones, la construcción de dicho espacio estaba lejos de darse por terminada. En 2017, Silvia y su familia iniciaron una nueva etapa de reformas que se extendió durante los siguientes dos años y para la cual contó con la ayuda del trabajo de su cooperativa y también participaron distintos integrantes de su familia. Las nuevas transformaciones suponían la construcción de un segundo piso con habitaciones para que cada uno de sus cuatro hijos, la reubicación de la cocina y la ampliación de la sala. Con estas modificaciones, Silvia procuraba darles a sus hijos adolescentes mayor comodidad y autonomía para que puedan estudiar en un lugar tranquilo y separado de la sala, en donde habitualmente se desarrollaban reuniones de la cooperativa. Este ciclo de reformas contempló también la instalación de la red de agua corriente en la vivienda, un insumo que hasta entonces extraían a través de una bomba en el fondo del terreno y transportaban en baldes hacia el interior de la casa. Al ofrecerme, un vaso de agua proveniente de esta instalación, Silvia me compartió sus proyecciones de replicar estas reformas en las casas de los compañeros, calculando costos y los conocimientos alcanzados a partir de su experiencia.

Como lo ilustran estos análisis etnográficos y como también ha sido señalado por estudios sobre el tema, la concreción de reformas habitacionales requiere a menudo de aguardar el momento preciso en el que el dinero, los materiales de construcción y el tiempo estén disponibles; haciendo de la espera una acción constitutiva de estos procesos de construcción (Dumans Guedes, 2017DUMANS GUEDES, Andre. 2017. “Construindo e estabilizando cidades, casas e pessoas”. Mana - Estudos de Antropologia Social, vol. 23, n.3: 403-435. DOI 10.1590/1678-49442017v23n3p403
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). Los procesos de organización colectiva analizados permitían construir condiciones de posibilidad que hicieran posible la reproducción y mejora de las vidas, en un proceso paulatino que interpelaba aspectos específicos de la materialidad de las casas. Una mañana, asistimos junto a la cooperativa a realizar una serie de arreglos en la casa de uno de sus integrantes. Entre los arreglos que nos disponíamos a realizar, se encontraba la realización de un camino de cemento en la entrada a la vivienda, reforma que había sido especialmente pensada en relación a que se acercaba el cumple años de quince de una de las hijas de la familia y que querían evitar que ella tuviera que pisar el barro al salir de su casa vestida con zapatos de taco y vestido largo.

La lucha por mejorar las vidas trascendía la cuestión del “acceso a una vivienda”, como si ésta fuera una unidad con bordes fijos y construida a priori, para poner en el centro una serie de acciones y reformas que iban desarrollándose a lo largo del tiempo, habilitando cuestiones tales como la posibilidad de tomar un vaso del agua disponible en la propia casa o proyectar momentos de celebración. Tal como ha sido señalado por Ingold (2011)INGOLD, Tim. 2011. Being Alive: Essays on Movement, Knowledge and Description. London, New York, Routledge, Taylor and Francis group., las casas no son nunca la cristalización de un diseño pre existente, sino que están siendo hechas y rehechas a medida que son habitada. El autor propone problematizar la división dicotómica entre acciones dirigidas a construir una casa y aquellas orientadas a vivir en ella, para poner en práctica una mirada que focalice justamente en los modos en que las prácticas de habitar (dwelling) suponen un hacer y rehacer que se produce a partir de una relación de involucramiento con el entorno. La propia noción de refacciones sociales, con la que Silvia sintetizaba el trabajo que realizaban, parecía evocar estos procesos constantes y abiertos de transformación del espacio material a través del tiempo, resaltando la potencia creativa de las prácticas colectivas y la posibilidad de readecuarse a situaciones vitales emergentes o de proyectar nuevas acciones a la luz de las posibilidades brindadas por estas reformas. Si el desarrollo de prácticas políticas colectivas tornaba posible imaginar y poner en marcha mejoras en las condiciones de vida a partir del desarrollo de procesos de construcción y reforma en las casas, estas transformaciones materiales a menudo incluían también la posibilidad de generar espacios para el desarrollo de prácticas políticas, tal como nos referiremos en el segundo apartado.

PRODUCIR POLÍTICA DESDE Y CON LAS CASAS

Con la ampliación de su casa, Silvia buscaba no sólo mejorar las condiciones de vida propias y de su familia, sino también tener mayor espacio disponible para otras actividades que tenían lugar allí, permitiendo gestar proyectos políticos en esos espacios. La casa de Silvia, era a menudo el punto de encuentro desde donde comenzaban las jornadas laborales y escenario de jornadas de formación y reuniones políticas. Allí también funcionaba el merendero que recibía a niños y niñas del barrio y la huerta en la que producían alimentos que luego repartían entre los integrantes. Estos múltiples usos asignados a los espacios dentro de su casa se hicieron visibles desde la primera vez que la visité. Silvia me había citado en “el obrador”, aclarando que allí solían reunirse al inicio de cada jornada laboral para retirar herramientas y organizar los trabajos del día. Tal como comprendí durante el transcurso del día, el espacio al cual ella se refería como “el obrador” era un galpón de chapa y madera ubicado al fondo de su casa, en donde se almacenaban aquellas herramientas que utilizaban para realizar sus trabajos.

La experiencia de Cristina, presidenta de la cooperativa “El Nuevo Renacer de Manuelita” en San Miguel, otro distrito ubicado en la zona noroeste del conurbano bonaerense también resulta también ilustrativa del modo en que la participación en organizaciones sociales puede producir transformaciones en las casas. Cuando en marzo de 2017 la visité luego de pasar algunos meses sin verla, encontré su vivienda tan diferente que casi sigo de largo sin reconocerla. Lo que anteriormente había sido un patio de entrada, ahora estaba techado y tenía paredes y ventanas, conformando un ambiente más donde funcionaba el merendero. Al abrirme la puerta, Cristina me mostró modificaciones del interior- la pieza de una de las hijas se había reducido para dar lugar a una pequeña despensa en donde se almacenaba mercadería- y me comentó que todavía faltaban detalles decorativos. En la fachada, pintarían un mural con la cara de Eva Perón y los logos del Movimiento Evita y de la CTEP, organizaciones a las que pertenecía su cooperativa. Estas transformaciones, se sumaban a otras que Cristina había puesto en marcha algunos años atrás, cuando construyeron un taller de carpintería y un local donde comercializar los muebles de madera producidos desde la cooperativa. Al reconstruir estas transformaciones, Cristina mencionó que antes de las reformas, el fondo de su casa estaba ocupado por un parque con algunos árboles frutales, pero que, al poner su terreno a disposición de la cooperativa, todo había quedado “puro cemento: sin árboles, sin pasto, sin parque”

Las casas de Cristina y Silvia, así como la de otras de mis interlocutoras son “mutables”, en el sentido en que Eugenia Motta (2014)MOTTA, Eugenia. 2014. “Houses and economy in the favela”. Vibrant: Virtual Brazilian Anthropology. Vol. 11, n. 1: 118-158. DOI 10.1590/S1809-43412014000100005
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propuso para su análisis etnográfico. La autora plantea que además de aquello que habían sostenido otros estudios, al respecto del vínculo entre las reformas habitacionales y la voluntad de dar respuesta a cambios en la composición familiar como nacimientos y casamientos, (Cavalcanti, 2009CAVALCANTI, Mariana. 2009. “Do barraco à casa: tempo, espaço e valor(es) em uma favela consolidada”. Revista Brasileira de Ciências Sociais, vol. 24, n. 69: 69-80. DOI 10.1590/S0102-69092009000100005
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; Bustamante y McCallum, 2011BUSTAMANTE, Vania; MCCALLUM, Cecília. (2011). “Parentesco y casas en un barrio de bajos ingresos asistido por el Programa Salud Familiar en Salvador, Bahia, Brasil”. Salud Colectiva, vol. 7, n.3: 365- 376. DOI 10.18294/sc.2011.271
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), la mutabilidad de las casas torna posible la combinación de diferentes actividades para ganar dinero, permitiendo la utilización de algunos de sus ambientes como locales comerciales. Constatar el carácter mutable de las casas, le permitió a Motta (2014)MOTTA, Eugenia. 2014. “Houses and economy in the favela”. Vibrant: Virtual Brazilian Anthropology. Vol. 11, n. 1: 118-158. DOI 10.1590/S1809-43412014000100005
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observar la complejidad de las prácticas económicas cotidianas y la porosidad de las fronteras entre economía y parentesco. En nuestro caso, la construcción del local y taller de carpintería en la casa de Cristina, no era tanto una estrategia comercial individual; sino que se encontraba enmarcada en las modalidades de organización derivadas tanto de la acción de programas estatales como de las prácticas políticas promovidas por la CTEP.

Las historias de vida de Silvia y Cristina tienen puntos en común con las de muchas otras mujeres de sectores populares que comenzaron a participar de distintas formas de organización política hacia fines de la década de 1990, acompañando demandas en torno al trabajo digno y la asistencia alimentaria que desarrollaban los movimientos sociales en un contexto de profunda crisis económica en Argentina. Con dos hijos a cargo y dificultades económicas, Cristina había comenzado a participar de cortes de ruta impulsadas por un movimiento de desocupados de su barrio, a través del cual lograba acceso a alimentos y la titularidad en un programa de transferencia de ingresos. Tras la muerte de su suegro, deciden con su pareja mudarse a un barrio nuevo, a vivir en la casa que éste había dejado desocupada y en ese nuevo barrio entra en contacto con referentes del Evita, movimiento por medio del cual accede en 2009 al Programa Argentina Trabaja. Junto a la cooperativa creada por medio de dicha política, Cristina participó de diferentes trabajos entre los que se encontraron la realización de obras en viviendas y espacios barriales, la producción de alimentos para niños/as del barrio, la elaboración de muebles y juguetes de madera y la organización de eventos de celebración para el día del niño, reyes y navidad. Además, fue involucrándose en asambleas y espacios formativos organizados desde el Movimiento Evita y la CTEP. Al momento que la conocí, hacia fines de 2016 varios militantes del Movimiento se refirieron a ella como una “gran referente”, alguien que tenía “incorporada la lucha” y estaba “creciendo” en la organización.

La presencia mayoritariamente femenina en los procesos de organización gestados desde mediados de 1990 ha sido un asunto ampliamente documentado que llamó la atención de distintos análisis académicos (Andujar, 2005ANDUJAR, Andrea. 2005. Mujeres piqueteras: la repolitización de los espacios de resistencia en la Argentina (1996-2001). Buenos Aires, Clacso.; Causa y Ojam, 2008CAUSA, Adriana. 2008. “Mujeres Piqueteras: Travesías, biografías y piquetes”. En: CAUSA, Adriana; OJAM, Julieta (comp.) Mujeres Piqueteras: Trayectorias, identidades, participación y redes. Buenos Aires, Baobab, pp. 19-46.; Di Marco, 2011DI MARCO, Graciela. 2011. “Las demandas en torno al aborto legal en Argentina y la constitución de nuevas identidades políticas”. En: DI MARCO, Graciela; TABBUSH, Constanza (orgs.), Feminismos, democratización y democracia radical. Estudios de caso de América del Sur, Central, Medio Oriente y Norte de África. San Martin, UNSAM Edita, pp. 177- 200.). Distintos análisis señalaron que, si bien su protagonismo solía a menudo quedar relegado a las bases de los movimientos, reproduciendo jerarquías de género que obstaculizaban su llegada a puestos de conducción (Svampa y Pereyra, 2003SVAMPA, Maristella; Pereyra, Sebastian. 2003. Entre la ruta y el barrio, la experiencia de las organizaciones piqueteras. Buenos Aires, Biblos.; Andujar, 2005ANDUJAR, Andrea. 2005. Mujeres piqueteras: la repolitización de los espacios de resistencia en la Argentina (1996-2001). Buenos Aires, Clacso.; Cross y Freytes Frey, 2007CROSS, Cecilia; FREYTES FREY, Ada. 2007. “Movimientos piqueteros tensión de género en la definición del liderazgo”. Argumentos, vol. 20, n. 55: 77-94.), estos procesos organizativos trajeron aparejados tensiones y rupturas en las vidas de las mujeres, implicando cambios irreversibles (Bidaseca, 2003BIDASECA, Karina. 2003. “Piqueteras: identidad, política y resistencia”. VII Jornadas de Historia de las Mujeres. II Congreso Iberoamericano de Estudios de Género. Salta, IADE.; Cross y Freytes Frey, 2007CROSS, Cecilia; FREYTES FREY, Ada. 2007. “Movimientos piqueteros tensión de género en la definición del liderazgo”. Argumentos, vol. 20, n. 55: 77-94.). Se destacó que la participación en asambleas y distintos espacios comunitarios por fuera de los hogares constituyeron “bisagras” que hicieron posible la dinamización de lazos sociales y la adquisición de una mayor autonomía (Causa, 2008CAUSA, Adriana. 2008. “Mujeres Piqueteras: Travesías, biografías y piquetes”. En: CAUSA, Adriana; OJAM, Julieta (comp.) Mujeres Piqueteras: Trayectorias, identidades, participación y redes. Buenos Aires, Baobab, pp. 19-46.), habilitando mayores grados de libertad, generando un punto de partida para desnaturalizar roles tradicionales de género (Rifkin, 2008RIFKIN, Debora. 2008. “Mujeres piqueteras en el Barrio María Elena”. En A CAUSA, Adriana y OJAM, Julieta (comp.) Mujeres Piqueteras: Trayectorias, identidades, participación y redes. Buenos Aires, Baobab, pp. 47-77.), permitiendo la apropiación de un discurso de derechos (Di Marco, 2011DI MARCO, Graciela. 2011. “Las demandas en torno al aborto legal en Argentina y la constitución de nuevas identidades políticas”. En: DI MARCO, Graciela; TABBUSH, Constanza (orgs.), Feminismos, democratización y democracia radical. Estudios de caso de América del Sur, Central, Medio Oriente y Norte de África. San Martin, UNSAM Edita, pp. 177- 200.) y una relectura de sus propias trayectorias (Cross y Partenio, 2011CROSS, Cecilia; PARTENIO, Florencia. 2011. “¿Cuál cambio social?: La articulación colectiva de experiencias de menosprecio y la conformación de un espacio de mujeres en un movimiento social”. Punto Género, n. 1: 187-209.).

Más recientemente, el debate acerca de la participación política de mujeres de sectores populares se centró en la pregunta acerca de la potencialidad de articular las demandas por trabajo digno con otras históricamente puestas en agenda por el feminismo tales como como la violencia de género y los derechos sexuales y reproductivos (Tarducci y Rifkin, 2010TARDUCCI, Mónica y Rifkin, Debora. 2010. “Fragmentos de historia del feminismo en Argentina”. En: CHAHER, Sandra; SANTORO, Sonia, (comps.) Las palabras tienen sexo II: herramientas para un periodismo de género. Buenos Aires, Artemisa Comunicaciones, pp. 17- 39.; Di Marco, 2011DI MARCO, Graciela. 2011. “Las demandas en torno al aborto legal en Argentina y la constitución de nuevas identidades políticas”. En: DI MARCO, Graciela; TABBUSH, Constanza (orgs.), Feminismos, democratización y democracia radical. Estudios de caso de América del Sur, Central, Medio Oriente y Norte de África. San Martin, UNSAM Edita, pp. 177- 200.; Korol, 2016KOROL, Claudia. 2016. “Feminismos populares. Las brujas necesarias en los tiempos de cólera”. Nueva Sociedad, n. 265: 142-152.). El desarrollo de masivas movilizaciones en repudio a los femicidios y distintas expresiones de violencia machista y la apropiación de medidas de protesta tales como la huelga, a partir de los paros de mujeres, fueron reconocidos como “momentos de apertura” (Sciortino, 2018SCIORTINO, Silvana. 2018. “Consideraciones sobre el movimiento amplio de mujeres a partir del ‘Ni una menos’: Continuidad histórica, diversidad y trayectorias locales”. Publicar, vol. 16, n. 24: 27-47.) que permitieron la articulación de reivindicaciones del feminismo con las de la economía popular, desafiando los límites de aquello que se entiende por trabajo y visibilizando la centralidad de los trabajos no remunerados para la sostenibilidad de la vida (Gago, 2018GAGO, Verónica. 2018. “#Nosotras Paramos: notas hacia una teoría política de la huelga feminista”. En: GAGO, Verónica, GUTIÉRREZ AGUILAR, Raquel; DRAPER, Susana, MENENDEZ, Mariana, MONTANELLI, Marina y ROLNIK, Sueli (orgs.) 8M Constelación Feminista. Buenos Aires, Tinta Limón, pp. 7- 24.).

En efecto, tanto Silvia como Cristina se reconocían como trabajadoras de la economía popular y solían reivindicarse como parte de aquellos sectores de la población que “inventan su propio trabajo” para sobrevivir. A menudo, estas reivindicaciones solían hacerse presentes como parte de un planteo político más amplio que destacaba el valor de una serie de trabajos comunitarios- como las tareas de asistencia alimentaria, la refacción de viviendas, las huertas- desarrollados bajo dinámicas alternativas a lo mercantil y el trabajo asalariado, en las cuales las mujeres tenían un protagonismo particular. Consignas como “si nuestro trabajo no vale, produzcan sin nosotras” o “el ajuste es violencia”, solían levantarse en pancartas durante distintas movilizaciones evidenciando esta confluencia entre las demandas de la economía popular y los feminismos. Como lo señalan las experiencias de Silvia y Cristina, el desarrollo de esas formas de organización colectiva, la reivindicación del valor de los trabajos comunitarios no remunerados y el despliegue de arreglos para hacer frente a los efectos de las crisis económicas en las vidas de los sectores populares se articulaba con una serie de prácticas que tenían lugar en las casas de las mujeres impulsando la transformación material de estos espacios. Al reconstruir aspectos importantes de sus trayectorias políticas tanto Silvia como Cristina solían aludir a los modos en que habían transformado sus casas y recordar los distintos espacios que habían habitado. La reconstrucción de los cambios en las casas proveía un soporte desde el cual narrar el pasado (Cavalcanti, 2009CAVALCANTI, Mariana. 2009. “Do barraco à casa: tempo, espaço e valor(es) em uma favela consolidada”. Revista Brasileira de Ciências Sociais, vol. 24, n. 69: 69-80. DOI 10.1590/S0102-69092009000100005
https://doi.org/10.1590/S0102-6909200900...
; Motta, 2014MOTTA, Eugenia. 2014. “Houses and economy in the favela”. Vibrant: Virtual Brazilian Anthropology. Vol. 11, n. 1: 118-158. DOI 10.1590/S1809-43412014000100005
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). Como señalamos en el apartado previo, al contrastar su casa actual con las condiciones en las que estaba al momento de su mudanza- “sólo una piecita de chapa y madera”- Silvia no sólo reconstruía sus logros personales; sus palabras se proyectaban hacia sus compañeros, inscribiendo estos cambios como parte de aquello que era posible conseguir a partir de sus luchas políticas.

Cristina también hacía mención a su experiencia de participación en procesos de organización colectiva al señalar los cambios en su casa. Cuando evocaba su vínculo con el Movimiento Evita, ella remarcaba sentirse “orgullosa” y “agradecida” por todo lo que había sido posible “conseguir” a partir del desarrollo de formas de organización colectiva:

Yo le tengo mucho amor a esta organización. Y a parte del amor, el respeto se lo ganó con todo lo que nos dio y con las posibilidades que nos da en los barrios. (…) Para mí es un orgullo ser del Movimiento Evita. Siempre muy agradecida a mi organización porque sin mi organización hoy yo hubiera estado en la calle. Yo estuve a punto de perder mi casa” (Cristina, entrevista realizada el 25-1-2019).

Cuando le pregunté a qué se refería con “perder su casa”, Cristina me comentó que hacía algunos años, había recibido una carta de desalojo producto de una deuda que habían acumulado unos parientes que habían vivido allí antes que ella. En esos momentos difíciles, contar con “la cooperativa” y el ingreso monetario que percibía por el Argentina Trabaja, habían sido apoyos fundamentales para poder saldar sus deudas y evitar el desalojo. Según ella reconstruía, la cooperativa y la organización tornaban la propia existencia de su casa como posible. Los sentimientos- de gratitud, orgullo, amor, - con los que ella evocaba su vínculo con el Movimiento, estaban asociados tanto a la posibilidad de haber logrado mejoras en sus condiciones de vida- conservar y mejorar su casa- como a la proyección colectiva de mejoras en las vidas de compañeros y vecinos: “todas las posibilidades que nos da en los barrios”. Si la organización y la cooperativa, le habían permitido conservar su vivienda, era poniendo éste espacio a disposición que se afianzaba su compromiso y participación en las luchas del movimiento y la confederación.

Podría pensarse que personas como Cristina o Silvia llevan adelante transformaciones en sus casas procurando hacer en ellas un espacio para desarrollar proyectos políticos. Es decir, que la reforma y construcción de las casas tienen como meta el despliegue de estas prácticas de militancia. Sin embargo, si atendemos al modo en que estos cambios se van dando de forma paulatina a lo largo del tiempo, esta explicación teleológica de las reformas puede ser complejizada. Al abordar las prácticas políticas colectivas como un transcurrir, cuyos horizontes y modalidades van definiéndose en el proceso (Fernández Álvarez, 2016FERNANDEZ ALVAREZ, María Inés. 2016a. “Introducción: El desafío de hacer juntos(as)”. En: FERNANDEZ ALVAREZ, María Inés (eds.). Hacer juntos (as). Contornos, relieves y dinámicas de las prácticas políticas colectivas en sectores subalternos. Buenos Aires, Biblos, pp- 11-30), podemos observar que dichas transformaciones no implican solamente la resolución de objetivos previamente determinados -hacer funcionar un merendero, una carpintería-. Muy a menudo, algunas mujeres comienzan “haciendo merendero” en sus patios y jardines y, una vez que estas actividades ya están desarrollándose con regularidad, al aumentar la afluencia niños, se identifica la necesidad de un espacio cerrado en el cual refugiarse del frío y la lluvia. Ya al disponer de salones bajo techo, estos se constituyen en escenarios de actividades nuevas, como actividades formativas, de recreación, entre otras. Recuperando a Miller (2013)MILLER, Daniel. 2013. Trecos, troços e coisas: Estudos antropológicos sobre a cultura material. Rio de Janeiro, Zahar., no son solo las personas las que reforman sus casas para dar curso a metas; la materialidad de los objetos tiene sus propios efectos y tiene la potencia de impulsar a las personas a hacer cosas. Esta transformación de los espacios materiales no estaba exenta de contradicciones y ambivalencias para mis interlocutoras, ya que podía involucrar la pérdida de árboles y pasto, como comentaba Cristina, o la necesidad de establecer límites entre aquellos espacios utilizados para reuniones, asambleas y aquellos en los que otros habitantes de la casa comían, estudiaban, descansaban.

Tiempo después de las últimas reformas que realizó en su casa, las cuales brindaron un espacio bajo techo para el funcionamiento del merendero, Cristina decidió mudarse junto a su marido y su hijo menor a una casa recién construida en el terreno de su suegra en otro barrio del distrito, dejando la vivienda en donde funcionaban el merendero y el taller de carpintería a sus hijos mayores y “como sede del movimiento”. Al comentar la decisión de su mudanza, ella destacó que buscaba “descansar un poco” de todo lo que sucedía en su casa y poder estar más cerca de su madre que había quedado sola tras la muerte de uno de sus hermanos. En enero de 2019, la visité en este nuevo barrio. Una mujer que vestía una remera de la CTEP me fue a buscar a la parada del colectivo para guiarme hacia el lugar. Entré por un patio delantero que estaba cerrado con un techo de chapa. Tres mujeres revolvían una olla apoyada en una cocina del tipo industrial y conectada a una garrafa. Al interior de la casa, sobre la mesa, ya estaba listo el mate y un aroma a guiso acompañó nuestra charla, en la cual Cristina me contaba que, al mudarse, se había encontrado con “mucha necesidad” y se había puesto en movimiento para poder “mejorar un poco el barrio” y poner en funcionamiento un comedor que atendiera las necesidades alimentarias de sus vecinos. El cerramiento del patio, por el cual yo había ingresado y en donde varias mujeres cocinaban la cena de la noche había sido una reforma reciente, dispuesta para acompañar esta iniciativa.

Si en su casa nueva, una vez más, los patios se techaban para albergar grandes ollas y poner en marcha prácticas de asistencia alimentaria, era tal vez porque la “política” no se producía en un lugar fijo, sino que se generaba justamente a partir de las relaciones y el compromiso práctico (Ingold, 2011INGOLD, Tim. 2011. Being Alive: Essays on Movement, Knowledge and Description. London, New York, Routledge, Taylor and Francis group.) establecido con el entorno. En estos casos, ese entorno estaba atravesado por profundas necesidades y privaciones materiales que caracterizaban a las vidas de los vecinos. Un conjunto de condiciones que, al ser leídas a partir de trayectorias de militancia hacían que se regeneren procesos ya conocidos impulsando el desarrollo de nuevos procesos de organización.

REFLEXIONES FINALES

En este artículo reconstruí las experiencias cotidianas y trayectorias de mujeres que formaron parte de cooperativas creadas a partir del Argentina Trabaja, nucleadas en el Movimiento Evita, dentro de la CTEP. Mi análisis se inscribe y busca aportar a una serie de hallazgos recientes desarrollados por la antropología de las casas, orientados a capturar la complejidad de procesos sociales y prácticas generadas en estos espacios destacando su centralidad en la producción de formas particulares de vida y en la proyección de horizontes a futuro. Específicamente, aquí busqué destacar los entrecruzamientos e influencia mutua entre los procesos de construcción y reforma material de las casas de mujeres de sectores populares y el desarrollo de prácticas de organización colectiva dirigidos a la reproducción y mejora de las vidas.

Recuperando articuladamente los aportes que brinda la mirada antropológica en cuanto al estudio de la política colectiva y la revisión que la disciplina ha hecho del concepto de casa, propongo pensar a estas últimas como procesos políticos colectivos que participan del desarrollo de prácticas de militancia y tornan difusos los límites entre la política y la vida. Para mis interlocutoras, vincularse a un movimiento social y desarrollar prácticas de militancia implicó no solamente participar de actividades fuera de los hogares -movilizaciones, reuniones, asambleas, trabajos-, sino también hacer cosas en sus casas; transformando los espacios materiales, habilitando el acceso a mejores condiciones de vida y la posibilidad de generar formas de trabajo en ellas. En el transcurrir de las prácticas políticas colectivas, sus acciones se pusieron en relación con las posibilidades y limitantes que introducían las materialidades de las casas. La disponibilidad de terrenos permitía proyectar el desarrollo de huertas, la construcción de “obradores” o talleres productivos y de salones para llevar adelante prácticas de ayuda alimentaria y estos espacios eran luego ocupados para nuevos fines, trascendiendo los usos para los que inicialmente habían sido pensados.

Atender a la articulación entre procesos de transformación material de las casas y la participación política de mujeres de sectores populares permite poner en suspenso miradas duales que presuponen la existencia de fronteras tajantes entre lo público y lo privado. Así, estos hallazgos etnográficos pueden brindar claves para aportar a un objetivo común tanto dentro de la antropología política como feminista: la problematización de los límites de aquello que es definido como “político”. Los estudios feministas han realizado un gran aporte en pos de repensar estas dicotomías, resaltando los supuestos androcéntricos y jerárquicos que derivan de ellas. En particular, las revisiones que desde estas miradas se han hecho de la economía ortodoxa permitieron tensionar la escisión entre actividades productivas y reproductivas (Federici, 2010FEDERICI, Silvia. [2004] 2010. Calibán y la bruja. Mujeres, cuerpo y acumulación originaria (Segunda ed.). Buenos Aires, Tinta Limón.), visibilizando el valor económico y social de los trabajos no remunerados (Carrasco, 2003CARRASCO, Cristina. 2003. “La sostenibilidad de la vida humana, ¿un asunto de mujeres?”. En: LEON, Magdalena (comp.) Mujeres y trabajo, cambios impostergables. Porto Alegre, Veraz Comunicação, pp- 11-49, Picchio, 2009PICCHIO, Antonella. 2009. “Condiciones de vida: Perspectivas, análisis económico y políticas públicas”. Revista de Economía Crítica, n. 7: 27-54.), evidenciando la complejidad y desigualdades de género involucradas en aquello que ocurre en los hogares (Rodríguez Enríquez, 2015RODRIGUEZ ENRIQUEZ, Corina. 2015. “Economía feminista y economía del cuidado. Aportes conceptuales para el estudio de la desigualdad”. Nueva Sociedad, 256: 30-44.) y contribuyendo así a problematizar aquellas estructuras de pensamiento binarias y con pretensión de universalidad que dan por sentada la existencia de un dominio privado-doméstico, ajeno a la política y a la producción y asociado a lo femenino (Pérez Orozco, 2014PÉREZ OROZCO, Amaia. 2014. Subversión feminista de la economía. Aportes para un debate. Madrid, Traficantes de Sueños.). Asimismo, estas reflexiones dialogan con observaciones que han sido puestas de relieve por algunas autoras dentro del feminismo negro, en relación al significado político que las casas pueden albergar en tanto espacio de dignidad y resistencia (hooks, 1990HOOKS, bell. 1990. “Homeplace [a site for resistance]”. En hooks, bell.. Yearning: Race, Gender and Cultural Politics. Boston, South and Press, pp. 45-53.). Siguiendo a bell hooks, Iris Young (2005)YOUNG, Iris. 2005. “House and home: Feminist variations on a theme”. En: YOUNG, Iris. On female body experience “Throwing like a girl” and other essays. Nueva York, Oxford University Press, pp. 123-154 ha colocado interesantes reflexiones al resaltar que el excesivo énfasis puesto en la relación entre las casas y la opresión de las mujeres, implicó muchas veces desatender su lugar como expresión de valores humanos únicos, como sostén a identidades personales y colectivas y de trabajos creativos que trascienden a la asociación entre lo doméstico y la mera preservación o reproducción de lo existente. En este sentido, la autora llama la atención acerca de los procesos de subjetivación y creación que se ponen en juego al trabajar e intervenir sobre las casas.

En este artículo, mostré que la transformación material de las casas puede proporcionar bases para la generación de procesos de organización colectiva, reinventando creativamente los límites entre lo público y privado y miradas restringidas sobre “la política”. Sin pasar por alto el hecho de que las casas pueden ser también espacios inseguros para muchas mujeres, donde transcurren distintas formas de violencia e injusticias en torno a la distribución de trabajos de cuidado; las escenas reconstruidas en estas páginas dan cuenta de los modos en que experiencias atravesadas por privaciones materiales y asimetrías pueden ser politizadas a través de la transformación de las casas. Lejos de ser únicamente el terreno de la naturalización de los roles de género, mis interlocutoras construyeron a partir de las reformas en sus casas, posibilidades para construir distintas formas de liderazgo político, constituyéndose en referentes centrales de sus organizaciones.

En síntesis, la evidencia recogida en estas páginas sugiere que las prácticas políticas colectivas pueden generar nuevos sentidos para la relación entre las mujeres y sus casas que no quedan definidos a partir de exclusión directa con respecto al ámbito público. Asimismo, estos procesos de organización habilitaron formas de politización de asuntos convencionalmente definidos como privados o domésticos, tales como las condiciones de las viviendas o las posibilidades de proyectar cambios o “progresos” en las formas de vida.

  • 1
    Utilizo comillas para citas textuales y palabras que corresponden al discurso de mis interlocutores y letra cursiva cuando se trata de categorías sociales
  • 2
    Vale la pena destacar que este conjunto de trabajos, que algunos autores han dado en catalogar como parte de la “nueva antropología de la casa” (Cortado, 2020CORTADO, Thomas. 2020. “Casas feitas de olhares: uma etnografia dos muros em um loteamento periférico do Rio de Janeiro”. Etnográfica, vol. 24, n. 3, 665682. DOI 10.4000/etnografica.9357
    https://doi.org/10.4000/etnografica.9357...
    ; Dumans Guedes, 2017DUMANS GUEDES, Andre. 2017. “Construindo e estabilizando cidades, casas e pessoas”. Mana - Estudos de Antropologia Social, vol. 23, n.3: 403-435. DOI 10.1590/1678-49442017v23n3p403
    https://doi.org/10.1590/1678-49442017v23...
    ), recogen asimismo la inspiración de trabajos clásicos en la antropología brasilera sobre relaciones de clase, parentesco y economía a partir de etnografías centradas en las vidas de trabajadores rurales (Palmeira, 1977PALMEIRA, Moacir. 1977. “Casa e trabalho: nota sobre as relações sociais na plantation tradicional”. Contraponto, vol. 2, n. 2: 103- 114.; Heredia, 1979HEREDIA, Beatriz. 1979. A morada da vida: trabalho familiar de pequenos produtores do Nordeste do Brasil. Rio de Janeiro, Paz e terra.) y urbanos (Woortman, 1981WOORTMANN, Klaas. 1981. “Casa e família operária”. Anuário antropológico, vol. 5, n. 1: 119-150.)
  • 3
    Proyectos UBACYT “Prácticas políticas colectivas, modos de agremiación y experiencia cotidiana: etnografía de prácticas de organización de trabajadores de sectores populares” (2018-2020) y PICT 0659-2015. “Prácticas políticas colectivas, modos de gobierno y vida cotidiana: etnografía de la producción de bienes, servicios y cuidados en sectores subalternos”. Ambos están dirigidos por la Dra. María Inés Fernández Álvarez y radicados en el Instituto de Ciencias Antropológicas, Facultad de Filosofía y Letras, UBA.
  • 4
    La categoría “planes” fue una forma coloquial de hacer referencia a múltiples programas de empleo transitorio implementados Argentina desde 1993, los cuales fueron a menudo gestionados por movimientos sociales. Estos programas tenían como objetivo fomentar la inserción laboral de trabajadores y trabajadoras desocupadas en obras y tareas de utilidad pública, transfiriendo un ingreso monetario mensual. Entre algunos de estos programas podemos mencionar a los planes Trabajar I, II y III, el programa de Servicios Comunitarios- posteriormente reemplazado por el programa de Empleo comunitario- y el Programa de Emergencia Laboral, el Programa Barrios Bonaerense y, a partir del año 2002, el Plan Jefes y Jefas de Hogar (PJJHD).
  • 5
    Al momento de su lanzamiento, el monto del ingreso transferido por este programa superaba ampliamente el de otros implementados anteriormente, alcanzando una proporción del 85% en relación al salario mínimo. Para 2016, dicha proporción había descendido al 56% (Arcidiácono y Bermúdez, 2018ARCIDIACONO, Pilar; BERMUDEZ, Ángela. 2018. “¿Cooperativismo como oportunidad perdida? Problemas estructurales y coyunturales del cooperativismo bajo programas”. Ciudadanías. Revista de Políticas Sociales Urbanas, n. 2: 83- 111.).
  • 6
    Estas cooperativas fueron formalizadas a través de la resolución 3026, que les otorgó rápida salida administrativa a la creación de dichas entidades. Al igual que otras cooperativas de trabajo y según establece la Ley 20.337, las cooperativas creadas a partir de este programa tuvieron matrícula y un consejo administrativo compuesto por los roles de presidente, secretario y tesorero. Distintos trabajos han analizado los alcances y limitaciones en el funcionamiento de estas entidades señalando que sus procesos de formación, la organización centralizada de las tareas, la percepción individual de los ingresos monetarios y la dependencia de recursos provistos por el Estado han tensionado la posibilidad de generar modalidades de trabajo autónomas y auto gestionadas (Arcidiacono, Kalpschtrej y Bermúdez, 2014ARCIDIACONO, Pilar; Kalpschtrej, Karina; Bermúdez, Ángeles. 2014. “¿Transferencias de ingresos, cooperativismo o trabajo asalariado? El Programa Argentina Trabaja”. Trabajo y Sociedad, n. 22: 341-356.; Hopp, 2015HOPP, Malena. 2015. “Identidades laborales de destinatarios del Programa Ingreso Social con Trabajo “Argentina Trabaja””. Trabajo y Sociedad, n. 24: 207- 223.).
  • 7
    Para un análisis más detallado de estos cambios, ver Hopp (2017)HOPP, Malena. 2017. “Transformaciones en las políticas sociales de promoción de la economía social y del trabajo en la economía popular en la Argentina actual”. Cartografías del Sur, n. 6: 19-41. DOI 10.35428/cds.v0i6.86
    https://doi.org/10.35428/cds.v0i6.86...
    , Arcidiacono y Bermudez (2018)ARCIDIACONO, Pilar; BERMUDEZ, Ángela. 2018. “¿Cooperativismo como oportunidad perdida? Problemas estructurales y coyunturales del cooperativismo bajo programas”. Ciudadanías. Revista de Políticas Sociales Urbanas, n. 2: 83- 111., Hintze (2018)HINTZE, Susana. 2018. “Políticas, asociatividad y autogestión en la Argentina post 2015. El punto de vista de los sujetos”. Otra Economía, vol. 11, n. 20: 136-155., entre otros.
  • 8
    Siguiendo la estructura de un sindicato la CTEP se organiza en ramas de actividad entre las que se encuentran la rama la Rama Textil, Cartonera, Trabajadores de los Espacios Públicos y SocioComunitaria, entre otras.
  • 9
    Para un análisis histórico de las distintas etapas de ocupación, conflictos territoriales y dinámicas de organización del espacio urbano en esta zona del Gran Buenos Aires, ver Cravino (2011)CRAVINO, Cristina. 2011. Organización territorial y conflictos urbanos del Partido General Sarmiento. Una mirada desde la historia. Buenos Aires, Universidad Nacional General Sarmiento..
  • 10
    A lo largo del trabajo de campo, se observaron diferentes modalidades de financiamiento para las obras realizadas en las viviendas, que combinaban el acceso a subsidios, créditos por parte del Estado y la compra con fondos propios. En este caso en particular, el financiamiento correspondía a un subsidio particular otorgado por única vez a través del Ministerio de Desarrollo Social para situaciones excepcionales de emergencia. En otras oportunidades, también se registraron casos de acceso a materiales a través de créditos otorgados individualmente a las familias desde organismos estatales, como ocurrió a partir del lanzamiento del Programa “Mejor Hogar”, gestionado a través de la Administración Nacional de Seguridad Social y destinado a grupos familiares que cuenten con ingresos mensuales inferiores a la suma de tres salarios mínimos y que permitía la compra de materiales de construcción destinados a realizar mejoras en la vivienda.
  • 11
    La particular vehemencia con la que Silvia y otros de mis interlocutores destacaban la relevancia de las acciones desarrolladas por parte de las cooperativas y la insistencia por promover el involucramiento de sus integrantes en los distintos proyectos que se llevaban adelante deben ser comprendidas en relación a una serie de debates morales y discursos estigmatizantes que adquirieron particular virulencia en el debate público en el contexto analizado y que tendieron a asociar a los beneficiarios de programas estatales con estereotipos morales negativos como los de la “vagancia” o “pasividad”, buscando a menudo la legitimación para acciones políticas regresivas y distintas modalidades de violencia para con los sectores populares. Como analicé en otro lado (Pacífico, 2021PACÍFICO, Florencia. 2021. “Un lugar en la cooperativa. Emociones e imágenes morales en la producción de prácticas colectivas a partir de programas sociales”. Revista del Museo de Antropología, vol. 14, n. 2: 135-148. DOI 10.31048/1852.4826.v14.n2.28539
    https://doi.org/10.31048/1852.4826.v14.n...
    ), mis interlocutores también solían afirmar su condición de trabajadores, recuperando criterios de merecimiento que buscaban contrarrestar aquellos discursos que enfatizaban en su pasividad y falta de voluntad. Estas clasificaciones morales también modelaban relaciones entre integrantes de la cooperativa, en un proceso que no estaba exento de tensiones y desacuerdos en torno a cuál era la forma esperada de participar.
  • FINANCIACIÓN: Este trabajo presenta avances de una investigación realizada con financiamiento del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET) (Becas internas doctorales. Convocatoria 2014; Beca Postdoctoral. Convocatoria 2019). Asimismo, se enmarca en proyectos de investigación financiados por la Universidad de Buenos Aires (UBACyT 20020170100374BA) y la Agencia Nacional de Promoción de la Investigación Científica y Tecnológica (PICT PICT-2018-03095 y 2016- 2043)

BIBLIOGRAFÍA

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Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    06 Jul 2022
  • Fecha del número
    2022

Histórico

  • Recibido
    18 Nov 2020
  • Acepto
    18 Oct 2021
Universidade de São Paulo - USP Departamento de Antropologia. Faculdade de Filosofia, Letras e Ciências Humanas. Universidade de São Paulo. Prédio de Filosofia e Ciências Sociais - Sala 1062. Av. Prof. Luciano Gualberto, 315, Cidade Universitária. , Cep: 05508-900, São Paulo - SP / Brasil, Tel:+ 55 (11) 3091-3718 - São Paulo - SP - Brazil
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