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DINÁMICA VOCACIONAL DE LOS EJERCICIOS ESPIRITUALES

Vocational Dynamics of the Spiritual Exercises

RESUMO

En el marco de los 500 años de la experiencia que dio base a los Ejercicios Espirituales de Ignacio de Loyola, este artículo se aproxima a los Ejercicios desde su dinámica vocacional. Para ello, se presenta en una primera parte la vocación como un concepto inclusivo, integrador y dinámico que busca articular identidad, libertad personal y llamado de Dios. En la segunda parte, se abordan algunas dimensiones de los Ejercicios y de la antropología que subyace a ellos. La dinámica vocacional se muestra en el encuentro personal del ejercitante con Dios como su principio y fin, en el reconocimiento y valoración de la libertad humana, en la dimensión comunitaria del discernimiento vocacional y en la relación personal con Jesús como modelo y maestro para la propia vocación. Se ofrece, así, una perspectiva transversal para contemplar los Ejercicios Espirituales que puede ser de mucha pertinencia para la cultura contemporánea.

PALABRAS CLAVE
Vocación; Ejercicios Espirituales; Ignacio de Loyola; Karl Rahner

ABSTRACT

In the context of the 500th anniversary of the experience that inspired the Spiritual Exercises of Ignatius of Loyola, the present article approaches the Exercises from their vocational dynamic. To do so, vocation is presented, in the first part, as an inclusive, integrating and dynamic concept that seeks to articulate identity, personal freedom and God’s call. In the second part, some dimensions of the Exercises and of the anthropology that underlies them are presented. The vocational dynamic is shown in the personal encounter of the retreatant with God as their own origin and destiny, in the recognition and valuing of human freedom, in the communitarian dimension of vocational discernment and in the personal relationship with Jesus as model and teacher for their own vocation. It thus offers a transversal perspective for contemplating the Spiritual Exercises that can be very relevant to contemporary culture.

KEYWORDS
Vocation; Spiritual Exercises; Ignatius of Loyola; Karl Rahner

Introducción

El Año Ignaciano convocado por la Compañía de Jesús con ocasión de 500° centenario de la conversión de Ignacio de LoyolaIGNACIO DE LOYOLA. Ejercicios. En: IPARRAGUIRRE, Ignacio; DALMASES, Cándido; RUIZ JURADO, Manuel (Eds.). Obras de San Ignacio de Loyola. 6.ed. Madrid: Biblioteca de Autores Cristianos, 1997. p. 179-306. y el 400° centenario de su canonización dio pie a numerosas iniciativas de reflexión en torno a la figura del santo vasco y su legado1 1 La Compañía de Jesús difundió muchas de las iniciativas a través de la página web Ignatius 500. Disponible en: http://www.ignatius500.org/es. Acceso en: 7 jun. 2023. . En una perspectiva mayor, la reflexión promovida para este jubileo debe comprenderse enmarcada en un movimiento más amplio de recuperación y estudio de las fuentes espirituales ignacianas que se reconoce ya desde fines del siglo XIX (por ejemplo, con la edición de la Monumenta Historica Societatis Iesu) y en el impulso eclesial que se plasmó en el Concilio Vaticano IICONCILIO VATICANO II. Constitución dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium (1964). Disponible en: https://www.vatican.va/archive/hist_councils/ii_vatican_council/documents/vat-ii_const_19641121_lumen-gentium_sp.html. Acceso en: 7 de junio 2023.
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para volver a las fuentes carismáticas de las distintas formas de vida religiosa (PC, n. 2). Este impulso ha mostrado su fecundidad en la puesta en valor de la sabiduría espiritual cristiana de cara a los desafíos de la cultura contemporánea.

En particular, los Ejercicios Espirituales han sido indagados en la reflexión teológica, especialmente del siglo XX, por grandes pensadores como Gaston Fessard, Erich Przywara, Hans Urs von Balthasar y Karl Rahner. Esta indagación ha sido el resultado de la toma de consciencia de que, como juzga Manfred Scheuer, “la teología subyacente a los Ejercicios es uno de los fundamentos más importantes del cristianismo occidental de la modernidad” (SCHEUER, 1995SCHEUER, M. Exerzitien: IV. Exerzitien und Systematische Theologie. En: KASPER, W. et. al. (Eds.), Lexikon für Theologie und Kirche. 3. ed. Freiburg: [s.n.], 1995. v. 3. p. 1110-1111., p. 1110).

En el presente artículo quisiera profundizar en un aspecto de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio, a saber, su dinámica vocacional. Ya Gabino Uríbarri señala que “la antropología que surge de los Ejercicios es una antropología explícitamente vocacional” y le sorprende que “el término ‘vocación’ haya pasado bastante desapercibido en los estudios sobre S. Ignacio” (URÍBARRI, 2007URÍBARRI, G. Vocación. En: GARCÍA DE CASTRO, J. (Ed.). Diccionario de espiritualidad ignaciana. 2. ed. Bilbao: Mensajero, 2007. v. 2. p. 1779-1786., p. 1785; 1779). Y si bien se encuentran diversos estudios que recurren a los Ejercicios para abordar el fenómeno de la vocación en general (por ejemplo: BALTHASAR, 2005BALTHASAR, H. U. V. Berufung. Die Antwort des Glaubens. Freiburg: Johannes-Verlag, 2005. p. 175-203.; GRESHAKE, 2009GRESHAKE, G. Hören auf den Ruf. …wie man in der Welt leben soll. Grundfragen christlicher Spiritualität. Würzburg: [s.n.], 2009. p. 57-90.; HAHNENBERG, 2010HAHNENBERG, E. Awakening vocation. Collegeville: Liturgical Press, 2010., p. 47-90; HARMAN, 2004HARMAN, P. Vocation and the Spiritual Exercises of St. Ignatius of Loyola. En: HAUGHEY, John (Ed.). Revisiting the idea of vocation. Theological explorations. Washington: Catholic University of America Press, 2004. p. 97-118.; SCHEUER, 2002SCHEUER, M. Der Mensch ist Ruf Gottes. Theologisch-praktische Quartalschrift, v. 150, p. 53-62, 2002.; SCHNEIDER, 2001SCHNEIDER, M. Lebensprojekt Berufung. En: KRIEGER, W.; SIEBERER, B. (Eds.). Alle sind Berufene. Christen in Kirche und Gesellschaft. Linz: [s.n.], 2001. p. 38-91.; SIMMONDS, 2013SIMMONDS, G. The Spiritual Exercises of Ignatius of Loyola and their contribution to a theology of vocation. En: JAMISON, Chr. (Ed.). The disciples’ call. London: [s.n.], 2013. p. 85-93.; WITWER, 1995WITWER, A. Die Gnade der Berufung. Würzburg: [s.n.], 1995.) y otros que se concentran particularmente en la elección o en la consolación sin causa precedente en los Ejercicios (GARCÍA DE CASTRO, 2001GARCÍA DE CASTRO, J. El Dios emergente. Bilbao: Mensajero, 2001.; GIL, 1969aGIL, D. Algunas reflexiones sobre la consolación sin causa I. Manresa, v. 41, p. 39-64, 1969a., bGIL, D. Algunas reflexiones sobre la consolación sin causa II. Manresa, v. 41, p. 121-140, 1969b.; KNAUER, 1991KNAUER, P. Die Wahl in den Exerzitien des Ignatius von Loyola. Vom Geistlichen Tagebuch und anderen ignatianischen Schriften her gesehen. Theologie und Philosophie, v. 66, p. 321-337, 1991.; SAMPAIO, 2004SAMPAIO, A. Los tiempos de elección. Bilbao: Mensajero, 2004.; THEOBALD, 2015THEOBALD, Ch. Karl Rahner et les Exercices Spirituels de saint Ignace. Selon l’Esprit de sainteté. Genèse d’une théologie systématique. Paris: Cerf, 2015. p. 71-87.), la deuda con el asunto de la vocación en la espiritualidad ignaciana parece continuar sin ser saldada. Este artículo quiere ser un pequeño aporte a este respecto.

Para abordar la dinámica vocacional de los Ejercicios Espirituales de san Ignacio procederé en dos pasos. Lo primero será proponer una conceptualización de la vocación, pues una de las dificultades del término puede ser un uso excesivamente restrictivo o, a la inversa, tremendamente vago. En un segundo momento, intentaré mostrar cómo la temática vocacional está presente a lo largo de todo el proceso de los Ejercicios Espirituales.

1 La vocación

Entiendo por vocación la disposición de la vida de una persona en todas sus coordenadas (forma de vida, relaciones con otras personas, ocupación, lugar de residencia, relación con los bienes, valores y propósitos fundamentales, formas de compromiso con la sociedad, opciones políticas, equilibrio de trabajo y descanso, ocupación del tiempo libre, etc.), en tanto que esta disposición es asumida libremente como la más adecuada para quien esa persona es, dadas sus circunstancias particulares, y – desde una mirada religiosa cristiana – contemplada como respuesta al diálogo “cara a cara” que Dios sostiene con esa persona a lo largo de la vida.

A continuación, destaco algunos aspectos de la vocación así comprendida.

1.1 Inclusividad del concepto

La vocación atañe a cada persona; no existen personas sin vocación. El concepto no se vuelve por ello vago, si se atiende a que la vida de cada persona es mirada desde una perspectiva suficientemente especificada: la disposición adecuada para ella dadas sus circunstancias y comprendida cristianamente como respuesta personal a la invitación que Dios le hace. En ocasiones, se suele reducir el concepto de vocación a los relatos vocacionales de la Escritura con su carácter extraordinario o bien a algunas “vocaciones a una consagración especial” (al ministerio, a la vida según los consejos evangélicos) (CV, n. 274-277). Sin embargo, es importante considerar que la Escritura considera “llamados” a todos los miembros de la comunidad cristiana (Rom 1,6-7; 8,28; 1Cor 1,2) y el último Concilio habló de la universal vocación a la santidad (LG, n. 39-42). Del mismo modo, el Sínodo de los Obispos recordó en 2018 las palabras de dos sumos pontífices para reforzar esta idea: “San Pablo VI ya había afirmado que «toda vida es vocación» (PP, n. 15), y Benedicto XVI insistió en que el ser humano es creado como ser en diálogo: la palabra creadora «llama a cada uno personalmente, manifestando así que la vida misma es vocación en relación con Dios» (VD, n. 77)” (SÍNODO DE LOS OBISPOS, 2018SÍNODO DE LOS OBISPOS. Documento final «Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional» (2018). Disponible en: https://www.vatican.va/roman_curia/synod/documents/rc_synod_doc_20181027_doc-final-instrumentum-xvassemblea-giovani_sp.html. Acceso en: 7 de junio 2023.
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, n. 79).

Por supuesto, decir que la vocación atañe a cada ser humano no implica que toda persona comparta esta conceptualización, sea porque no aparece como un tema significativo para ella o bien porque –pudiendo ser significativo– la persona no comparte uno o varios de los presupuestos que implica esa perspectiva específica para contemplar su existencia (por ejemplo, la existencia de Dios y la comprensión de la vida como un diálogo permanente con él, la existencia de la libertad humana para modelar al menos parcialmente las dimensiones de la propia vida, la posibilidad o la deseabilidad de aunar las distintas dimensiones de la persona humana en una mirada integradora, etc.). Y, sin embargo, se afirma que –mirado cristianamente– no existen personas a las que no se les pueda atribuir una vocación, esto es, un deseo de Dios para que vayan configurando su vida de la manera más adecuada a su carácter y sus circunstancias.

1.2 Integralidad

Tal como se ha formulado, la vocación es un concepto totalizante de las diversas dimensiones de la existencia personal (SÍNODO DE LOS OBISPOS, 2017SÍNODO DE LOS OBISPOS. Documento preparatorio XV Asamblea General Ordinaria del Sínodo de los Obispos «Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional» (2017). Disponible en: https://www.vatican.va/roman_curia/synod/documents/rc_synod_doc_20170113_documento-preparatorio-xv_sp.html. Acceso en: 7 de junio 2023.
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, pt. Introducción). Cada persona vive y toma decisiones en una serie de planos diversos que no necesariamente están alineados unos con otros. En cierto modo, hay un irreductible pluralismo interno de cada ser humano, propio de su finitud creatural, que no podrá nunca ser reducido a un único “nombre” o “sistema” (RAHNER, 2002RAHNER, K. Pluralismus (Lexikon für Theologie und Kirche). Sämtliche Werke 17/1. Freiburg: Herder, 2002. p. 363-365., p. 364). No obstante, el ser humano busca integración y no contradicción entre las distintas dimensiones de su vida. Como señala Eva-Maria Faber, la persona busca un “centro de gravedad” que no anulará todas las disonancias, pero permitirá tolerarlas y, en el mejor de los casos, que esa pluralidad armonice de alguna manera (FABER, 2012FABER, E.-M. Berufungspastoral für heute. Wegbereiter, v. 2, p. 18-19, 2012.; CV, n. 248).

Una mirada integral de la vocación debe considerar sin duda la forma o estado de vida como un elemento importante de ella, pero en ningún caso el único elemento. Es evidente que en la vida de una persona hay decisiones de diversa magnitud. Entre las decisiones más importantes, porque atraviesan muchas dimensiones de la vida y porque buscan ser definitivas, están, por ejemplo, decisiones acerca de contraer matrimonio, hacer promesas perpetuas, etc. Pero aún después de tomadas tales decisiones la persona tiene mucho que discernir y elegir acerca del modo en que dispone su existencia. Por lo mismo, es evidente que no pueden comprenderse determinados estados de vida (matrimonio, vida religiosa, sacerdocio) como categorías a las que se reducirían las posibilidades vocacionales de una persona.

1.3 Discernimiento permanente y talante escatológico

Lo anterior implica que el proceso de discernimiento vocacional, si bien puede tener etapas significativas marcadas por decisiones más gravitantes, debe comprenderse en último término como permanentemente abierto. Por supuesto, hay decisiones que por su propio carácter apuntan a ser definitivas: al tomarlas, la persona se define a sí misma de manera imborrable2 2 Esto se ve, por ejemplo, en la doctrina de la Iglesia que considera que quien ha dejado el ministerio ordenado sigue siendo sacerdote. En el fondo, cuando una persona toma decisiones gravitantes acerca de sí mismo, esas decisiones dejan una huella en su historia y ya no hay vuelta atrás, incluso si luego –por razones justas o injustas– se dejaran los compromisos adquiridos. . Y, con todo, a lo largo de toda su vida el ser humano es un peregrino (SÍNODO DE LOS OBISPOS, 2018SÍNODO DE LOS OBISPOS. Documento final «Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional» (2018). Disponible en: https://www.vatican.va/roman_curia/synod/documents/rc_synod_doc_20181027_doc-final-instrumentum-xvassemblea-giovani_sp.html. Acceso en: 7 de junio 2023.
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, n. 77). El discernimiento de la propia vocación está siempre aconteciendo, si bien en distinta medida. La integración de todas las dimensiones de la vida en esa armonía está siempre inconclusa. Por eso, la vocación se va desarrollando progresivamente a lo largo de la vida.

De allí que se pueda considerar la vocación como un concepto, en último término, escatológico. Como afirma Karl Rahner, el pluralismo propio de lo creado, no reducible a nivel mundano, le recuerda al ser humano que el único punto de unión definitivo se encuentra en su punto de fuga en el horizonte: en Dios mismo (RAHNER, 2002RAHNER, K. Pluralismus (Lexikon für Theologie und Kirche). Sämtliche Werke 17/1. Freiburg: Herder, 2002. p. 363-365., p. 364; RAHNER; VORGRIMLER, 1966RAHNER, K.; VORGRIMLER, H. Diccionario teológico. Barcelona: Herder, 1966., p. 561s). Si en su pluralismo le parece al ser humano que viene como de varias fuentes, en la eternidad se le revelará que, como dice el salmista, “todas mis fuentes están en ti” (Sal 87,7). El camino de la vida es, en el mejor de los casos, el camino asintótico hacia la propia vocación: el modo propio de participación en la vida divina, que no diluye la identidad personal, sino que la hace definitiva. Como en el pasaje de los discípulos de Emaús, la historia personal se revela en el encuentro definitivo con el Cristo Resucitado (Lc 24,27).

1.4 Búsqueda de sí mismo y llamado de Dios

Esta comprensión de la vocación permite también articular dos aspectos que podrían aparecer tensionados: la vocación como búsqueda de sí mismo y la vocación como respuesta al llamado de Dios. Ya la imagen bíblica de ser llamado por el propio nombre (Is 43,1; Jn 20,16) indica que estos dos aspectos van de la mano. Si el Dios que llama es el Dios creador –el que según la Escritura crea llamando a la existencia–, entonces el llamado de Dios debe sintonizar con quien la persona es.

Estos dos aspectos de la vocación aparecen conjugados naturalmente, por ejemplo, en el Documento Final del Sínodo de los Obispos sobre “Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional”. Refiriendo a la historia bíblica del llamado de Samuel, se dice: “Para el joven Samuel, así como para cada hombre y mujer, la vocación, aunque tenga momentos fuertes y privilegiados, conlleva un largo viaje. La palabra del Señor exige tiempo para ser comprendida e interpretada; la misión a la que llama se va desvelando gradualmente. A los jóvenes les fascina la aventura del descubrimiento progresivo de sí mismos.” (SÍNODO DE LOS OBISPOS, 2018SÍNODO DE LOS OBISPOS. Documento final «Los jóvenes, la fe y el discernimiento vocacional» (2018). Disponible en: https://www.vatican.va/roman_curia/synod/documents/rc_synod_doc_20181027_doc-final-instrumentum-xvassemblea-giovani_sp.html. Acceso en: 7 de junio 2023.
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, n. 77). El llamado de Dios y el descubrimiento de sí mismo van de la mano3 3 Otros ejemplos de conciliación de ambas perspectivas los ofrecen Herbert Alphonso con su concepto de vocación y Gisbert Greshake con su binomio de la vocación como llamado a lo propio y llamado a lo otro (ALPHONSO, 2001; GRESHAKE, 2009). .

Al mismo tiempo, la conciliación de estos dos aspectos supone una mirada no esencialista de la identidad personal. La identidad no es una magnitud fija; por lo tanto, una persona no se descubre a sí misma como quien desentierra un tesoro escondido hace mucho en una playa. Descubrirse a sí mismo es un proceso dinámico de ir explorando posibilidades, desarrollando destrezas, entablando lazos con otras personas, etc. Es precisamente un proceso dialógico en el que el llamado de Dios –escuchado en voces muy diversas a lo largo de la propia vida– va catalizando tal descubrimiento y desarrollo.

1.5 Libertad y vocación

Al hablar de la vocación como la disposición de la vida libremente asumida por la persona se quiere poner énfasis en que la idea de un llamado de Dios no debe comprenderse como una amenaza a la libre determinación del sujeto (HÖFFNER, 2009HÖFFNER, M. Berufung im Spannungsfeld. Würzburg: Echter, 2009.). Al llamar, Dios no fuerza, sino que invita al ser humano a participar de su obra. Incluso en la formulación dramática de Jeremías –“Me has seducido, Señor, y me dejé seducir” (20,7)– se advierte el asentimiento del profeta a la llamada. En este sentido, la vocación se distingue del hado griego clásico que acontecería lo quiera o no la persona.

En palabras de Robert Adams, la vocación es participación humana en el amor omniabarcante de Dios (ADAMS, 1999ADAMS, R. M. Vocation. Finite and infinite goods: a Framework for Ethics. New York: Oxford University Press, 1999. p. 292-317.). Al mismo tiempo, una característica fundamental de la libertad humana, que también destaca Adams, es su limitación. La libertad humana no es absoluta, sino que está cualificada por las condiciones en las que acontece. Karl Rahner destacó que ese mundo entorno no es, no obstante, mera limitación de la libertad, sino precisamente su condición de posibilidad (RAHNER, 2008RAHNER, K. La gracia como libertad. 2. ed. Barcelona: Herder, 2008., p. 64). Cada persona tiene determinadas características personales – desde su material genético y cualidades personales hasta su historia de vida – y también un contexto determinado – época en la que vive, cultura, lenguaje, familia, etc. –; todos estos factores harán que no le sea posible hacer de su vida cualquier cosa. Pero justamente todas esas determinaciones son las posibilidades para hacer algo con su vida. De ellas se vale también el llamado de Dios. Una persona no es un bloque de piedra homogéneo que puede esculpirse a sí mismo: el “material” de la libertad está marcado por vetas, fisuras, formas y colores diversos. Y esa piedra nada homogénea será esculpida a muchas manos. Se podría decir por eso que la libertad humana – y, con ello, la vocación – es una libertad responsiva o dialógica.

Quiero insistir en el aspecto de libertad que tiene la propia vocación: la libertad, al menos, de asumir positivamente esas condiciones de base y, respondiendo a la llamada de Dios, hacer algo con ellas. Esta afirmación de la propia libertad humana es fundamental, precisamente en contextos donde los condicionamientos ambientales parecen amenazar y restringir más fuertemente la libertad del sujeto4 4 Véase el valor que otorga Vanistendael a un proyecto de vida o Cyrulnik a una historia o un sueño para la propia vida (CYRULNIK, 2013, p. 19; VANISTENDAEL, 2018, p. 44s). .

1.6 Encontrarse a sí mismo y perderse a sí mismo

El carácter dialógico de la vocación – identidad y llamado – se puede expresar también como la paradoja entre encontrarse a sí mismo, que es la búsqueda de identidad, y perderse a sí mismo, que es el horizonte del Evangelio. Como en los relatos bíblicos de llamada, la vocación va de la mano con el envío. La vocación conlleva un descentramiento de la persona: el “encontrarse a sí mismo” no se trata de un ensimismamiento egoísta, sino de un ponerse a disposición para una misión que trasciende a la persona.

Hay aquí una dinámica propia del ser humano, que precisamente encuentra su identidad saliendo de sí mismo. En las palabras del papa Francisco: la pregunta “¿quién soy yo?” puede volverse estéril, si no se plantea a la luz de la pregunta “¿Para quién soy yo?”. “Eres para Dios, sin duda. Pero Él quiso que seas también para los demás, y puso en ti muchas cualidades, inclinaciones, dones y carismas que no son para ti, sino para otros” (CV, n. 286). Eva-Maria Faber lo sintetiza, diciendo: “Es cierto que cada persona es amada e interpelada por Dios en razón de sí misma, pero no es llamada al seguimiento solamente para bien de sí misma”(FABER, 2003FABER, E.-M. Berufung in der Balance von objektiver und subjektiver Dimension. Geist und Leben, v. 76/3, p. 161-170, 2003., p. 162). Esta dimensión de servicio y descentramiento propio de la vocación se mantiene también en la utilización secular del término: “hacer algo por vocación” o “tener vocación para una actividad” normalmente indica que se hace en pos del bien común e incluso en desmedro del propio beneficio.

2 Los Ejercicios Espirituales y su dinámica vocacional

En esta segunda parte, quisiera presentar cómo esta idea de vocación se desarrolla en los Ejercicios Espirituales de san Ignacio y cómo ellos mismos son un método que ayuda a la persona a ir dando forma a esa respuesta personal a Dios conforme a sus propias características y en diálogo con Él. La idea fundamental que me gustaría desarrollar es la siguiente: los Ejercicios Espirituales ofrecen a los hombres y mujeres de hoy una propuesta de cómo dar cauce a sus búsquedas de identidad y vocación al comprender a cada persona –y ayudarle a hacer experiencia de ello– como alguien llamado/a personalmente por Dios a participar de su vida divina siguiendo a Jesucristo.

Como es sabido, los Ejercicios ofrecen primeramente un método de oración: un encuadre (el aislamiento, el silencio, el acompañante, cuatro o cinco momentos de oración diarios, el examen diario), un programa (las cuatro semanas con sus meditaciones y contemplaciones clave) y una didáctica (modos de orar, adiciones, puntos). Ese método, sin embargo, se sostiene en una comprensión del ser humano como ser llamado por Dios. El método, por su parte, permite que esa comprensión del ser humano se haga palpable al ejercitante: que haga experiencia de su propio ser llamado personalmente o, mejor, que caiga en la cuenta de que siempre está siendo llamado por Dios a lo largo de su historia de vida.

A continuación, destaco algunos elementos de los Ejercicios desde esta perspectiva.

2.1 Dios es el origen y fin del ser humano

El Principio y Fundamento de los Ejercicios comienza diciendo que el ser humano “es criado para alabar, hacer reverencia y servir a Dios nuestro Señor” (EE, n. 23). Con esto, se comprende al ser humano desde un comienzo en relación con Dios, que es su origen por la creación y su fin en cuanto orientación. Los Ejercicios buscan ayudar a la persona a “ordenar su vida”. Se trata de buscar el mejor modo de disponer la vida y sus coordenadas fundamentales de acuerdo con lo que la persona reconoce como llamado personal de Dios.

Al poner a Dios como origen y fin del ser humano, los Ejercicios ofrecen desde el comienzo una clave fundamental para esta búsqueda: el ser humano sólo puede entenderse a sí mismo cuando se desentiende de sí mismo y se reconoce vuelto hacia fuera, hacia un Otro que es su origen y el horizonte último de su existencia. Para los Ejercicios no es que el ser humano se ponga en relación con otros y con Dios como algo secundario y posterior de su existencia. Esa es su orientación fundamental, lo que lo hace ser humano. Por eso, el ser humano no se encuentra a sí mismo al mirarse al espejo, sino sólo “en salida” – la expresión del Papa FranciscoFRANCISCO, Papa. Exhortación apostólica postsinodal Christus vivit (2019). Disponible en: https://www.vatican.va/content/francesco/es/apost_exhortations/documents/papa-francesco_esortazione-ap_20190325_christus-vivit.html. Acceso en: 7 de junio 2023.
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para la Iglesia – hacia el mundo, los demás y Dios. Sólo así vuelve la persona a sí misma5 5 Esta orientación fundamental del ser humano hacia fuera de sí misma es lo que Rahner llama “trascendencia”. Para el movimiento de vuelta a sí mismo luego de la salida hacia el mundo, los demás y Dios, Rahner utiliza la expresión latina reditio completa in seipsum (RAHNER, 1963a, p. 387; 2009, p. 167s). .

El camino de los Ejercicios espirituales es paradójico a este respecto: lleva a la persona a la vez hacia dentro y hacia fuera. Hacia dentro, pues la hace poner atención a sus sentimientos y movimientos interiores en el silencio de la oración. Los Ejercicios apuestan a que los movimientos internos pueden prestarle su voz al deseo de Dios para cada persona. Pero al mismo tiempo, esa atención al interior quiere sacar al ejercitante de su propio amor, querer e interés (EE, n. 189) para hacer espacio a un Otro que lo llama, moviéndolo hacia fuera. Por una parte, el movimiento hacia dentro da peso propio al ejercitante, haciéndolo menos voluble a la ansiedad por la propia imagen externa o por la valoración que otros hagan de él. Por otra parte, el movimiento hacia fuera libera al ejercitante de perderse en una búsqueda interior obsesiva.

2.2 Cada persona se encuentra siempre personalmente ante el llamado de Dios

Los Ejercicios, en segundo lugar, comprenden al ser humano como un interlocutor de Dios. Dios, origen y fin de la existencia humana, no quiere permanecer a distancia y silencioso, sino que quiere hablar a cada uno/a directamente al corazón. Por eso, quien da los Ejercicios no debe hablar demasiado, sino dejar que el Creador obre inmediatamente con su criatura (EE, nn. 15). Todo el método de los Ejercicios se funda en la confianza en que Dios quiere decir y está diciendo algo a cada persona6 6 Se podría argumentar contra esta afirmación con la reserva de san Ignacio a dar los Ejercicios más allá de la Primera Semana a personas menos formadas o de las que se espera poco fruto (EE, n. 18). Sin embargo, creo que esta precaución de san Ignacio no es “de principios” (que Dios quiera hablar solo a algunos), sino más bien pedagógica: que esta herramienta particular (los Ejercicios) supone ciertas disposiciones en la persona que los hace. Si tales disposiciones no están, serán otros los modos de los que Dios se valdrá para comunicarse a la persona. .

No se trata de la comunicación de cualquier ser creado – aunque Ignacio ocupe imágenes como la de un amigo que habla con otro amigo (EE, nn. 54) –, sino de una comunicación del Misterio último de toda la realidad, del origen y sostén de todo, de Aquel que conoce el corazón de cada persona mejor que ella misma, de Aquel que la espera en la muerte y que la llama ya ahora para que participe en esta vida de las primicias de esa vida definitiva junto a él. Ese Misterio último de la existencia es el que, según los Ejercicios, quiere obrar y de hecho obra con cada ser humano inmediatamente, es decir, directamente y sin mediación.

Por supuesto, esa comunicación no se da en palabras o de forma evidente. Por eso, las reglas de discernimiento de espíritus buscan ayudar al/a la ejercitante a comprender ese lenguaje. Pero esto no quita que, en último término y aun sin las reglas de discernimiento, todo ser humano es fundamentalmente capaz de recibir esa comunicación de Dios como la fuente de su vida.

Es importante reconocer aquí que esta confianza en la comunicación personal de Dios vale para cada persona: niño, joven o adulto; hombre o mujer, rico o pobre, cristiano o no, haga Ejercicios o no. Como Rahner reflexiona, Dios ama a cada persona con un amor único, pues su amor es comunicación de sí mismo y él es infinito. Por eso,

“si Dios hace entrega gratuita de sí mismo no de un modo global, como si se tratase de una realidad igual para cada uno, accesible y dada a cada uno en la misma medida; si, por el contrario, el acto por el cual Dios se da a sí mismo en herencia a cada [persona] singular, es la maravilla que toma cada vez vías nuevas e imprevisibles y que tiene un carácter siempre y constantemente único, el de un amor personalísimo con divina radicalidad y particularidad… entonces [quien] es objeto de tal amor es, por el mero hecho de este amor, con toda verdad, un ser absolutamente único. Es, pues, muy cierto que Dios ha llamado a cada uno por su nombre

(RAHNER, 1966RAHNER, K. Misión y gracia I. San Sebastián: Dinor, 1966., p. 147)7 7 (Traducción corregida por el autor de este artículo.) También: “La Escritura, en su alto optimismo, no conoce ninguna vida de ser humano adocenado, que no merezca hacerse definitiva. La Escritura no conoce la muchedumbre. Puesto que cada persona es llamada por su nombre por Dios, puesto que cada persona se halla en el tiempo ante el Dios que es salvación y juicio, por eso cada uno es un ser humano de la eternidad, y no lo son sólo los espíritus sublimes de la historia.” (RAHNER, 1998, p. 506 traducción corregida). De hecho, en una meditación sobre los Ejercicios, Rahner reflexiona: “[N]os cuesta comprender que cualquier hombre, incluso el fulano más infeliz e ingenuo, disponga de sí de forma radical y válida para la eternidad” (RAHNER, 2014, p. 38). .

Los Ejercicios toman en serio ese ser único de cada persona, pues único es el amor con que Dios la ama. Todo el método de los Ejercicios apunta a caer en la cuenta de ese diálogo personal que Dios quiere tener con cada uno/a.

2.3 A lo largo de su vida, cada persona es un peregrino

Los Ejercicios comprenden al ser humano, en tercer lugar, como un peregrino. Ignacio ocupó en su Autobiografía esa denominación para hablar de sí mismo: el peregrino. También los Ejercicios son un itinerario a través de las cuatro semanas y lo son, especialmente, en la Tercera Semana, donde se ha hecho notar que las contemplaciones siempre se presentan como un intervalo del recorrido de Jesús en su pasión: precisamente ahí, se trata de seguir el camino de Jesús (EE, nn. 200.208).

Comprender al ser humano como peregrino significa que la pregunta por la identidad, el proyecto de vida o por la propia vocación no se resolverá en un momento único. Requiere permanente discernimiento, estar atento a las mociones que Dios va despertando en el interior de la persona. Por eso para los Ejercicios el discernimiento y el examen diario son fundamentales. En cambio, la pretensión de la persona de ya saber quién es y lo que Dios quiere de ella de una vez para siempre puede llevarla a desatender lo que Dios va haciendo en su vida. Las reglas de discernimiento plantean recomendaciones para diversas situaciones: para cuando se va progresando y para cuando se retrocede, para cuando se está consolado o seco, para cuando se está al comienzo de un camino de seguimiento de Jesús y para cuando se lleva un tiempo en él y se corre el riesgo de ser tentado bajo apariencia de bien. Y es que, en la antropología de los Ejercicios, la persona no es guiada por un concepto de su identidad personal ni por un proyecto construido por ella misma; más bien, va siguiendo a un Viviente.

Ante la búsqueda de felicidad y la dificultad de proyectarse hacia el futuro en un contexto tan incierto como el actual, los Ejercicios invitan a los hombres y mujeres de hoy a recorrer el camino de su vida no desde la ansiedad ante el futuro incierto, sino desde la confianza en el Dios que llama, guía, acompaña y provee con la gracia suficiente en las adversidades (EE, nn. 320). No se busca “domesticar” el futuro, quitándole su carácter de incierto o pretendiendo que no habrá dificultades, sino que se lo sabe envuelto en el amor de Dios que llama. En último término, el Dios que resucitó a Jesús es el garante de que, de su mano, lo que haya de venir tendrá un final fecundo.

2.4 El ser humano está siempre ante el reto de la libertad

Un cuarto elemento de la mirada vocacional de los Ejercicios: cada persona a lo largo de su vida debe ir decidiendo progresivamente qué va a hacer de sí misma. En lenguaje ignaciano, se trata de elegir. Ya el Principio y Fundamento introduce esta temática (“solamente deseando y eligiendo”), que luego se volverá central en el proceso de la elección (EE, nn. 135.169-189). El llamado de Dios a lo largo de la vida es siempre una interpelación a la libertad humana: es llamado a una respuesta que, a su vez, no puede sino reconocerse también misteriosamente como gracia divina8 8 Hay una polaridad compleja entre llamado divino y respuesta humana: si, por una parte, se debe considerar al ser humano capaz y con una libertad real ante Dios, por otra, se debe también reconocer que nada tiene el ser humano en cuanto a méritos que no provenga de Dios mismo (DENZINGER; HÜNERMANN, 2006, n. 1548). Es fundamental el axioma que Karl Rahner formuló a este respecto, arraigado en la larga tradición de la Iglesia: la libertad humana y la dependencia de Dios no son magnitudes inversas, sino que crecen proporcionalmente (sobre esto véase: LANGENFELD, 2021). .

La libertad humana como capacidad de elegir, si bien tiene una dimensión objetiva que escoge entre alternativas concretas (hacer esto o lo otro, elegir este objeto u otro), es sobre todo la capacidad subjetiva de elegirse: la persona decide quién quiere ser. Mediante decisiones particulares, cada persona va siempre decidiendo acerca de sí misma (RAHNER, 2008RAHNER, K. La gracia como libertad. 2. ed. Barcelona: Herder, 2008., p. 51). Esa consciencia de que las decisiones particulares no dejan incólume a la persona, sino que la van configurando internamente, atraviesa los Ejercicios.

El aprecio por la libertad humana y por su capacidad de ir constituyendo a la persona puede ser fundamental ante una cultura actual que valora especialmente la libertad, al tiempo que las personas reconocen su libertad amenazada por condicionamientos sociales, económicos y culturales. Precisamente en tales contextos en que pareciera haber poco margen de acción para la propia libertad, puede ser importante el mensaje de los Ejercicios: cada uno y cada una puede, con sus decisiones, ir dando forma a su vida.

Los Ejercicios, no obstante, no son ingenuos respecto a la libertad humana. Ella no es una capacidad fija ni absoluta, sino afectada de muchas maneras. Así como hay condicionantes y limitaciones externas a la libertad –que es necesario reconocer, habérselas con ellas y, en muchas ocasiones, aceptar9 9 El problema de los condicionamientos de la libertad es complejo. En muchos casos, se puede y se debe luchar contra aquello que restringe la libertad. En otras ocasiones, debe haber una necesaria cuota de aceptación (no solo respecto a condicionantes externos, sino también p. e. a las propias cualidades personales), que –si se asume bien– puede ser liberadora. En último término, permanece misterioso dónde acontece la libertad y dónde las condicionantes ajenas a la propia libertad (RAHNER, 2008, p. 110-112). –, hay también limitaciones internas a la libertad. De hecho, estas últimas parecen ser las que más preocupan a Ignacio. Por eso, los Ejercicios son también un camino para ganar libertad o indiferencia respecto a todo tipo de apegos, por ejemplo, en la meditación de los Tres binarios de hombres (EE, nn. 149-157). En la medida que la persona gana en libertad, se va haciendo más capaz de responder a los llamados divinos.

El camino de ganar libertad es evidentemente un camino contra el pecado personal, del que los Ejercicios están muy conscientes. No se presenta en ellos la ilusión de una persona ideal, que no comete errores o sin afectos desordenados. El pecado, por una parte, quita fuerza a la persona para llevar a cabo lo decidido y, por otra, hace que la persona eventualmente decida equivocadamente. Pero toda persona, puesta ante Dios y –por gracia– reconociendo la propia falta, puede ser sanada, reconciliada y así seguir adelante.

2.5 El ser humano no está solo en el camino de su vocación

La exigencia moderna de que cada persona debe definirse a sí misma desde su propia libertad puede ser agobiante. Ante esto, puede ayudar un quinto elemento de la propuesta de Ignacio: la persona nunca está sola en el camino de su vocación. No se trata sólo de que Dios le dé fuerzas y la acompañe de una manera misteriosa: Dios ha puesto a su lado, en el camino de su vida, a muchos y muchas otras. En la contemplación de las Dos Banderas Ignacio recomienda “contemplar cómo el Señor de todo el mundo escoge tantas personas, apóstoles, discípulos, etcétera” y considerar el sermón que hace “a todos sus siervos y amigos” (EE, nn. 145-146). Durante los Ejercicios aparecen diversas formas de ayudar al/a la ejercitante a reconocer que no está solo/a: quien acompaña, la Iglesia, María y la Corte Celestial.

Puede ser importante para los hombres y mujeres de hoy saber que, sea lo que sea que estén buscando, no lo están haciendo solos/as. Hay otros/as como ellos que también buscan y hay otros/as –también buscadores/as– que están dispuestos a acompañarlos y ayudarlos en sus búsquedas10 10 Christoph Theobald ha destacado el rol de figuras de identificación y “pasadores” (passeurs) que ayudan a otros/as a atravesar encrucijadas en los procesos vocacionales (THEOBALD, 2018, p. 63-70). . Así, el camino de la vocación se revela en los Ejercicios como un camino de individuación y responsabilidad personal, pero en ningún caso de soledad. La individualidad y la comunidad se reclaman en los Ejercicios mutuamente.

2.6 El ser humano encuentra en Jesucristo un modelo y un maestro para su propia vida

Por último, hay un elemento central de los Ejercicios que atañe a la búsqueda de la vocación de cada persona: las contemplaciones de la vida, pasión, muerte y resurrección de Jesús. El o la ejercitante se ve confrontado a la historia de vida de una persona particular, Jesús de Nazareth, y pide a Dios conocerlo para más amarlo y seguirlo (EE, n. 104).

Las mujeres y hombres de hoy podrían preguntarse qué sentido tiene mirar a Jesús. No buscan imitar a otra persona, sino hacer su propio camino. A esto habría que contestar de dos modos complementarios. Por una parte, el cristianismo reconoce a la vida de Jesús un valor paradigmático: Jesús, la Palabra eterna de Dios que asumió plenamente la naturaleza humana, revela el caso plenamente logrado de una vida humana. Mirándolo a él –sus opciones, sus alegrías, sus esfuerzos, sus amigas y amigos, también su pasión y muerte–, se cae en la cuenta de cómo es una vida plenamente realizada. Así, de Jesús se toma un modelo para la vida de cada uno/a.

Por otra parte, sin embargo, habría que reconocer que los Ejercicios no pretenden producir calcos de la vida de Jesús. Se busca, en cambio, un “conocimiento interno del Señor”: que, en la medida que se contempla su vida, por su gracia, se vaya transformando el corazón del ejercitante –su sensibilidad, modo de reaccionar, deseos– en un corazón más parecido al suyo11 11 Pedro Arrupe lo formula brevemente en su invocación a Jesucristo modelo: “Quisiera conocerte como eres: tu imagen sobre mí bastará para cambiarme” (ARRUPE, 1981, n. 82). . La transformación que buscan los Ejercicios va de dentro hacia fuera, del corazón hacia las actitudes.

Se trata de que, por la identificación con Jesús, surja lo más propio de cada persona: el modo único en que esa persona es amada por Dios y responde libremente a ese amor divino. Que el seguimiento de Jesús conduce a lo más propio de cada persona es posible porque, como ha destacado Karl Rahner, la gracia de Dios que constituye lo más hondo de cada persona –sea cristiana o no– es siempre “gracia de Cristo” (gratia Christi): gracia que viene por Cristo, que une a él y configura con él (RAHNER, 2015RAHNER, K. De gratia Christi / Über die Gnade Christi. Sämtliche Werke 5/1. Freiburg: Herder, 2015. p. 239-491., p. 293-311).

En el proceso de discernimiento a partir de la Segunda Semana de los Ejercicios, las consolaciones juegan un rol fundamental: son ellas las que deben ser especialmente discernidas (BUCKLEY, 2007BUCKLEY, M. J. Discernimiento. En: GARCÍA DE CASTRO, J. (Ed.). Diccionario de espiritualidad ignaciana. 2. ed. Bilbao: Mensajero, 2007. v. 1. p. 607-611., p. 610). En el modelo ignaciano, las “verdaderas consolaciones” –aquellas que no corresponden a engaños del mal espíritu– son las que irán permitiendo reconocer determinados rasgos de Jesús que entran en resonancia en el interior de la persona y le muestran quién ella es o quién está llamada a ser12 12 Cómo ocurre esta compleja experiencia de congruencia entre la orientación fundamental de la persona hacia Dios y unos medios concretos que son objeto de la elección es la pregunta que Rahner aborda en su artículo “La lógica del conocimiento existencial en san Ignacio de Loyola” (RAHNER, 1963b, p. 93-181). . Así, este discernimiento de las consolaciones da forma a un “seguimiento personal” de Jesús. Se trata de un discernimiento que –si bien se da en el marco de una moral general– es propiamente espiritual antes que moral. En los Ejercicios se escoge siempre entre opciones moralmente buenas; la pregunta es cuál es la voluntad de Dios para mí. Este índice personal del discernimiento es fundamental.

Hasta aquí se ha destacado sobre todo el valor paradigmático de Jesús para toda vida humana. Esto, sin embargo, hay que complementarlo con el carácter relacional del discernimiento vocacional de los Ejercicios. No se hace discernimiento sólo mirando a Jesús como un modelo, sino ante todo en relación y diálogo con él, siguiéndolo (“¡Detrás de mí!”; Mc 8,33). Se trata en último término de una relación de amor con él, en ambas direcciones (RAHNER, 1983RAHNER, K. Amar a Jesús. Amar al hermano. Santander: Sal Terrae, 1983.). Jesús se vuelve así el compañero de camino a lo largo de la vida. Por eso, la vocación que se va constituyendo en la dinámica de los Ejercicios no consiste en una definición conceptual de determinados rasgos de Jesús a imitar, sino en la experiencia de una relación viva con él, que va mostrando su camino a lo largo de la vida.

Junto a Jesús es posible asumir también las dificultades y dolores que pueda significar la propia vocación. La pasión de Jesús es el modelo que permite confiar en que si es el grano de trigo muere, da mucho fruto (Jn 12,24). Jesús mismo es quien acompaña y fortalece en la dificultad.

Conclusión

En este artículo he intentado presentar los Ejercicios Espirituales de san Ignacio en clave vocacional. He comprendido la vocación como el modo en que una persona dispone de su vida en las distintas dimensiones, buscando que ellas se integren armónicamente según su propio carácter y lo que reconoce como llamado personal de Dios. Desde la mirada cristiana, tal concepto de vocación abarca a toda persona, incluso a la que no lo formula de la misma manera. La vocación integra las diversas dimensiones de la vida humana y es un camino continuo de discernimiento de la voluntad de Dios que, en último término, llegará a su plenitud en el encuentro definitivo con el Resucitado. Así comprendida, la vocación muestra que la búsqueda de sí mismo y el llamado de Dios lejos de oponerse, se concilian y crecen juntos. La libertad humana, limitada pero real, juega un rol fundamental en el asentimiento al llamado de Dios. Finalmente, la vocación en clave cristiana está marcada por la paradoja de que la realización personal se da en el perderse a sí mismo en bien de los demás.

Esta es la comprensión de la vocación que he buscado rastrear en los Ejercicios Espirituales. Ellos ayudan a caer en la cuenta de que Dios quiere tener y de hecho está teniendo siempre un diálogo único y personalísimo con cada persona. Dios es origen y fin, que saca a la persona de sí misma para que realice su vocación (trascendencia). Él la acompaña a lo largo de toda su vida en un camino de discernimiento permanente. Él agracia la libertad humana para que elija lo que más la conduce a su fin, que es el amor. Él ofrece a cada persona compañeros y compañeras de camino, pues nadie puede ni debiera vivir su vocación solo. Él, finalmente, ha querido acompañar el camino de vida de cada ser humano, compartiéndolo en su Hijo Jesús, volviéndose así maestro y amigo para cada persona.

La renovación de la teología durante el siglo XX y las transformaciones culturales han hecho evidente que algunas conceptualizaciones antiguas de la vocación ya no son viables. Con todo, una comprensión más compleja, reflexionada y pertinente para las mujeres y hombres de hoy –especialmente para los y las más jóvenes–, todavía está en proceso de fraguarse en la Iglesia. La riqueza de la tradición cristiana a este respecto tiene mucho que aportar al mundo contemporáneo, pero debe mostrarse de manera adecuada a la cultura actual.

Más aún, la riqueza de la sabiduría espiritual de la Iglesia se muestra no sólo en una mejor conceptualización de la vocación, sino en ofrecer experiencias concretas que ayuden a las personas a buscar y seguir su vocación, que las ejerciten en el discernimiento y les muestren a Jesucristo como modelo y compañero de camino. En todo esto los Ejercicios, en sus diversas modalidades, pueden ser una herramienta de mucha ayuda para los hombres y mujeres de hoy.

Siglas
  • CV  = Exhortación Apostólica Postsinodal Christus Vivit
  • EE  = Ejercicios Espirituales
  • LG  = Constitución Dogmática Lumen Gentium
  • PC  = Decreto Perfectae Caritatis
  • PP  = Carta Encíclica Populorum progressio
  • 1
    La Compañía de Jesús difundió muchas de las iniciativas a través de la página web Ignatius 500. Disponible en: http://www.ignatius500.org/es. Acceso en: 7 jun. 2023.
  • 2
    Esto se ve, por ejemplo, en la doctrina de la Iglesia que considera que quien ha dejado el ministerio ordenado sigue siendo sacerdote. En el fondo, cuando una persona toma decisiones gravitantes acerca de sí mismo, esas decisiones dejan una huella en su historia y ya no hay vuelta atrás, incluso si luego –por razones justas o injustas– se dejaran los compromisos adquiridos.
  • 3
    Otros ejemplos de conciliación de ambas perspectivas los ofrecen Herbert Alphonso con su concepto de vocación y Gisbert Greshake con su binomio de la vocación como llamado a lo propio y llamado a lo otro (ALPHONSO, 2001ALPHONSO, H. Discovering your personal vocation: the Search for Meaning through the Spiritual Exercises. New Jersey: Paulist Press, 2001.; GRESHAKE, 2009GRESHAKE, G. Hören auf den Ruf. …wie man in der Welt leben soll. Grundfragen christlicher Spiritualität. Würzburg: [s.n.], 2009. p. 57-90.).
  • 4
    Véase el valor que otorga Vanistendael a un proyecto de vida o Cyrulnik a una historia o un sueño para la propia vida (CYRULNIK, 2013CYRULNIK, B. La résilience : un processus multicausal. Revue française des affaires sociales, v. 1, p. 15-19, 2013., p. 19; VANISTENDAEL, 2018VANISTENDAEL, S. Hacia la puesta en práctica de la resiliencia. Paris: [s.n.], 2018., p. 44s).
  • 5
    Esta orientación fundamental del ser humano hacia fuera de sí misma es lo que Rahner llama “trascendencia”. Para el movimiento de vuelta a sí mismo luego de la salida hacia el mundo, los demás y Dios, Rahner utiliza la expresión latina reditio completa in seipsum (RAHNER, 1963aRAHNER, K. Espíritu en el mundo. Barcelona: Herder, 1963a., p. 387; 2009RAHNER, K. Oyente de la palabra. Barcelona: Herder, 2009., p. 167s).
  • 6
    Se podría argumentar contra esta afirmación con la reserva de san Ignacio a dar los Ejercicios más allá de la Primera Semana a personas menos formadas o de las que se espera poco fruto (EE, n. 18). Sin embargo, creo que esta precaución de san Ignacio no es “de principios” (que Dios quiera hablar solo a algunos), sino más bien pedagógica: que esta herramienta particular (los Ejercicios) supone ciertas disposiciones en la persona que los hace. Si tales disposiciones no están, serán otros los modos de los que Dios se valdrá para comunicarse a la persona.
  • 7
    (Traducción corregida por el autor de este artículo.) También: “La Escritura, en su alto optimismo, no conoce ninguna vida de ser humano adocenado, que no merezca hacerse definitiva. La Escritura no conoce la muchedumbre. Puesto que cada persona es llamada por su nombre por Dios, puesto que cada persona se halla en el tiempo ante el Dios que es salvación y juicio, por eso cada uno es un ser humano de la eternidad, y no lo son sólo los espíritus sublimes de la historia.” (RAHNER, 1998RAHNER, Karl. Curso fundamental. 5. ed. Barcelona: Herder, 1998., p. 506 traducción corregida). De hecho, en una meditación sobre los Ejercicios, Rahner reflexiona: “[N]os cuesta comprender que cualquier hombre, incluso el fulano más infeliz e ingenuo, disponga de sí de forma radical y válida para la eternidad” (RAHNER, 2014RAHNER, K. Meditaciones. 4.ed. Barcelona: Herder, 2014., p. 38).
  • 8
    Hay una polaridad compleja entre llamado divino y respuesta humana: si, por una parte, se debe considerar al ser humano capaz y con una libertad real ante Dios, por otra, se debe también reconocer que nada tiene el ser humano en cuanto a méritos que no provenga de Dios mismo (DENZINGER; HÜNERMANN, 2006DENZINGER, H; HÜNERMANN, P. El magisterio de la Iglesia. Barcelona: Herder, 2006., n. 1548). Es fundamental el axioma que Karl Rahner formuló a este respecto, arraigado en la larga tradición de la Iglesia: la libertad humana y la dependencia de Dios no son magnitudes inversas, sino que crecen proporcionalmente (sobre esto véase: LANGENFELD, 2021LANGENFELD, A. Frei im Geist. Innsbruck: Tyrolia, 2021.).
  • 9
    El problema de los condicionamientos de la libertad es complejo. En muchos casos, se puede y se debe luchar contra aquello que restringe la libertad. En otras ocasiones, debe haber una necesaria cuota de aceptación (no solo respecto a condicionantes externos, sino también p. e. a las propias cualidades personales), que –si se asume bien– puede ser liberadora. En último término, permanece misterioso dónde acontece la libertad y dónde las condicionantes ajenas a la propia libertad (RAHNER, 2008RAHNER, K. La gracia como libertad. 2. ed. Barcelona: Herder, 2008., p. 110-112).
  • 10
    Christoph Theobald ha destacado el rol de figuras de identificación y “pasadores” (passeurs) que ayudan a otros/as a atravesar encrucijadas en los procesos vocacionales (THEOBALD, 2018THEOBALD, Chr. Hören, wer ich sein kann. Ostfildern: Matthias Grünewald Verlag, 2018., p. 63-70).
  • 11
    Pedro Arrupe lo formula brevemente en su invocación a Jesucristo modelo: “Quisiera conocerte como eres: tu imagen sobre mí bastará para cambiarme” (ARRUPE, 1981ARRUPE, P. «El modo nuestro de proceder» (18. 1. 79). La identidad del jesuita en nuestros tiempos. Santander: Sal Terrae, 1981. p. 49-82., n. 82).
  • 12
    Cómo ocurre esta compleja experiencia de congruencia entre la orientación fundamental de la persona hacia Dios y unos medios concretos que son objeto de la elección es la pregunta que Rahner aborda en su artículo “La lógica del conocimiento existencial en san Ignacio de Loyola” (RAHNER, 1963bRAHNER, K. Lo dinámico. Barcelona: Herder, 1963b., p. 93-181).

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Datas de Publicação

  • Publicação nesta coleção
    23 Out 2023
  • Data do Fascículo
    May-Aug 2023

Histórico

  • Recebido
    04 Dez 2022
  • Aceito
    07 Jun 2023
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