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El tercermundismo en el campo cultural argentino: una sensibilidad hegemónica (1961-1987)

Resúmenes

El artículo estudia el recorrido del Tercer Mundo y del tercermundismo en Argentina e intenta explicar cómo éste logró constituirse en una sensibilidad hegemónica al interior del campo intelectual de ese país entre las décadas del sesenta y setenta. Con ese fin, se revisaron las disciplinas, las tendencias políticas y los movimientos culturales que pusieron el Tercer Mundo entre sus preocupaciones centrales.

tercer mundo; tercermundismo; campo intelectual argentino


Este artigo estuda a trajetória do Terceiro Mundo e do terceiro-mundismo na Argentina e tenta explicar como isso se constitui em uma sensibilidade hegemônica ao interior do campo intelectual de tal país, entre as décadas de 1960 e 1970. Com este objetivo, foram examinadas as disciplinas, as tendências políticas e os movimentos culturais que colocaram o Terceiro Mundo no centro de suas preocupações.

terceiro mundo; terceiro-mundismo; campo intelectual argentino


Cet article étudie la trajectoire du tiers-monde et du tiers-mondisme en Argentine et décrit comment il est devenu une sensibilité hégémonique dans le domaine intellectuel du pays dans les années 1960 et 1970. Pour ça, on a examiné les disciplines, les tendances politiques et les mouvements culturels qui ont mis le tiers-monde au centre des préoccupations.

tiers-monde; tiers-mondisme; domaine culturel argentin


This article studies the trajectory of the Third World and third-worldism in Argentina and tries to explain how its sensibility occupied a decisive place in the Argentinian intellectual field in the 1960s and 1970s. With this purpose, the disciplines, political tendencies, and cultural movements that put the Third World between their main worries were reviewed.

third world; third-worldism; Argentinian intellectual field


ARTÍCULOS

El tercermundismo en el campo cultural argentino: una sensibilidad hegemónica (1961-1987)1 1 Este artículo es el resultado del Proyecto del Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (FONDECYT) de Pósdoctorado 3110156.

Le tiers-mondisme dans le domaine culturel argentin: sensibilité hégémonique (1961-1987)

Germán Alburquerque

Universidad de Santiago de Chile – Santiago (Región Metropolitana) – Chile. E-mail: german.alburquerque@usach.cl

RESUMEN

El artículo estudia el recorrido del Tercer Mundo y del tercermundismo en Argentina e intenta explicar cómo éste logró constituirse en una sensibilidad hegemónica al interior del campo intelectual de ese país entre las décadas del sesenta y setenta. Con ese fin, se revisaron las disciplinas, las tendencias políticas y los movimientos culturales que pusieron el Tercer Mundo entre sus preocupaciones centrales.

Palabras clave: tercer mundo; tercermundismo; campo intelectual argentino.

RÉSUMÉ

Cet article étudie la trajectoire du tiers-monde et du tiers-mondisme en Argentine et décrit comment il est devenu une sensibilité hégémonique dans le domaine intellectuel du pays dans les années 1960 et 1970. Pour ça, on a examiné les disciplines, les tendances politiques et les mouvements culturels qui ont mis le tiers-monde au centre des préoccupations.

Mots-clés: tiers-monde; tiers-mondisme; domaine culturel argentin.

Cuando hoy se habla de Tercer Mundo y de tercermundismo, se piensa en referentes ya fenecidos, propios del pasado, en una ideología que, por desconocer el ejemplo de los países desarrollados e intentar un camino opuesto, selló su destino enredándose en una crítica encaprichada e inconducente contra el capitalismo. Otra visión recela del tercermundismo en cuanto discurso creado por los países ricos para mantener al resto en perenne subdesarrollo, ofreciendo en el fondo un desarrollismo solo conveniente a sus intereses. Lo que aquí se propone es una revisión del concepto Tercer Mundo y del pensamiento tercermundista en su dimensión histórica original y en sus raíces latinoamericanas. Si bien es cierto que el concepto nació en Europa, en 1952, pronto fue apropiado y re-significado por los continentes aludidos, África, Latinoamérica y Asia, adquiriendo peso reivindicativo e identitario y constituyéndose finalmente en ideología. Dentro del área de nuestro estudio, Latinoamérica, nos hemos concentrado en el Cono Sur y, específicamente, en Argentina.

¿Cómo y cuándo fue recibido el tercermundismo en Argentina? Averiguarlo no es sencillo, pues no existen trabajos que hayan avanzado en la materia. Si bien el estudio del pensamiento argentino ha merecido un creciente cultivo en los últimos años, aun hay zonas oscuras que precisan ser iluminadas, sobre todo considerando los giros adoptados por las ideas a la luz de los procesos globales en curso. Es así como, en momentos signados por el llamado pensamiento único, el neoliberalismo y la globalización, se han erigido discursos alternativos que han puesto en cuestión tales paradigmas intentando minar la hegemonía occidental a través de un retorno culturalista afincado en reafirmaciones locales y el respeto por la diversidad. En este marco se torna imperativa la revisión de discursos e ideologías que en el pasado se hallaron en encrucijadas similares y elaboraron salidas ante la presión de los poderes mundiales que amenazaban la autodeterminación y la cultura autóctona. El tercermundismo fue una de esas salidas, entendido como reacción no solo contra la Guerra Fría y la sombra estadounidense y soviética que se cernía sobre el planeta, sino también contra un proceso de más largo aliento y de mayor penetración aún, el imperialismo. La propuesta es, entonces, escudriñar ese tercermundismo como una forma de entender las claves del debate actual.

La historia de las ideas en Argentina ha asumido ya una labor afín al abocarse al pensamiento alternativo. Dentro de una tradición de estudios que han emprendido un exhaustivo examen del pensamiento nacional y que han tenido entre sus representantes más conspicuos a Óscar Terán, Carlos Altamirano, Beatriz Sarlo y Arturo Andrés Roig, se ha alzado el trabajo de Hugo Biagini y del propio Roig para historiar el pensamiento alternativo en Argentina, liderando equipos de trabajo que aun no concluyen su faena.2 2 Hugo Biagini y Arturo Roig (directores), El pensamiento alternativo en la Argentina del siglo XX, 2 vols., Buenos Aires, Biblos, 2004-2006. Convengamos en que la categoría "alternativo" es ambigua y cuestionable, por lo pronto porque todo pensamiento que se precie de original debe ser alternativo a lo preexistente. Simplificando, Roig ha señalado que el pensamiento oficial, al cual se opone el alternativo, es el de los tiranos en política, de los mercaderes insaciables en economía y de los dogmáticos en universidades e iglesias.3 3 Arturo Roig, "A manera de prólogo. Hacia una acotación teórico-crítica del pensamiento alternativo como esperanza", In: Hugo Biagini y Arturo Roig (directores), El pensamiento alternativo en la Argentina del siglo XX. Tomo II: Obrerismo, vanguardia, justicia social (1930-1960), Buenos Aires, Biblos, 2006, p. 11-12.

En paralelo, se ha desarrollado en el último tiempo lo que se conoce como opción descolonial (o decolonial), de la cual los aportes de Zulma Palermo son buenos indicios. Con la colaboración tutelar de Walter Mignolo y en sintonía con corrientes como los estudios poscoloniales, subalternos y culturales, la decolonialidad brega por emancipar el pensamiento y la ciencia del centro de gravedad nordoccidental, que por siglos ha ejercido su predominio. Palermo, en la necesidad de reconstruir la genealogía de la decolonialidad, acude a corrientes de ideas que concurrieron en esa dirección:

Se trata de la producción de un pensamiento alternativo al oficial, de diversa procedencia, que vio con claridad el funcionamiento del poder, denunciándolo, aunque limitado por su todavía inestable pertenencia a occidente. Desde él es posible tensar una línea que va desde el pensamiento "nacional" a los movimientos de liberación emergentes de la teoría de la dependencia, muchos de ellos con una proyección más allá de los límites nacionales, "a través de fronteras culturales", con efectos de larga duración en toda América Latina.4 4 Zulma Palermo, "Introducción. Del pensamiento nacional a la opción descolonial: aportes desde el Cono Sur", In: ______. (comp.), Pensamiento argentino y opción descolonial, Buenos Aires, Ediciones del Signo, 2010, p. 36. El subrayado es del autor de este artículo.

Es justamente en esa línea entre el pensamiento nacional y la teoría de la dependencia que pretendemos ubicar el tercermundismo.

Volviendo a la pregunta inicial, sobre la fertilidad del campo intelectual argentino al recibir la semilla del Tercer Mundo, pese a las favorables condiciones, estimo que dicha semilla germinó con dificultades. Si la comparamos con Brasil, veremos que aquí el tercermundismo dio frutos con mayor fuerza y rapidez, por varios motivos, primero que nada por la cercanía cultural, étnica e incluso geográfica con África.5 5 Véase Germán Alburquerque, "Tercer Mundo y tercermundismo en Brasil: hacia su constitución como sensibilidad hegemónica en el campo cultural brasileño – 1958-1990", Estudos Ibero-Americanos, v. 37, n. 2, Porto Alegre, 2011, p. 176-195. En el plano de las ideas había sintonía por la presencia de un nacionalismo antiimperialista vinculado al Instituto Superior de Estudios Brasileños (ISEB) y, más remotamente, al populismo de Getulio Vargas. Además en los años cincuenta, un grupo de estudiosos de las relaciones internacionales ligado a labores diplomáticas se cuestionó tempranamente la posibilidad de dialogar con los continentes periféricos. Así, el tercermundismo se propagó por diversas disciplinas y supuso una sensibilidad preeminente, con pocas voces discordantes. En Argentina también existía toda una línea de pensamiento en apariencia bien dispuesta para el Tercer Mundo, pero pese a ello éste no prendió sino hasta el segundo lustro de los sesenta.

En definitiva, el objetivo de este trabajo es demostrar que el tercermundismo se instaló en Argentina y se diseminó profusamente por el campo intelectual del país, convirtiéndose en una sensibilidad hegemónica. Concebimos el tercermundismo en un sentido amplio, esto es, como ideología, sensibilidad y paradigma. Como ideología, en tanto un conjunto coherente de ideas sobre las realidades nacional e internacional que comporta una explicación o diagnóstico de la misma y una estrategia para transformarla. El tercermundismo califica como ideología solo si empleamos una noción flexible de ésta. En ese sentido, hay que reconocer que no se trató de un conjunto sistemático y duro, como podría ser el socialismo, el marxismo o el liberalismo, sino de enunciados dispersos que formaron parte de otras líneas de pensamiento. Como sensibilidad, en tanto una determinada actitud frente a la sociedad, una disposición positiva o negativa ante referentes políticos, económicos, culturales, religiosos, etc., que se encarna en opiniones, tomas de posición, gustos, preferencias e intereses, integrando elementos emotivos y subjetivos. Como paradigma, en tanto un modo particular de conocer la realidad basado en preceptos teóricos y procedimientos metodológicos. Si bien el tercermundismo generó elementos que avanzaban en esa dirección, no logró plasmar un paradigma riguroso y compacto. Sería, en consecuencia, más apropiado hablar de un "proto-paradigma" o de un paradigma blando.

En esta oportunidad, nos dedicaremos a la segunda dimensión del tercermundismo, la sensibilidad (que contiene también rasgos ideológicos y de paradigma), una sensibilidad hegemónica pero no excluyente al interior del campo intelectual argentino. Si entendemos por campo el espacio donde circulan y se relacionan — estableciendo supremacías, oposiciones, complicidades, neutralidades, etc. — fuerzas (tendencias ideológicas, paradigmas científicos, corrientes artísticas, estéticas), bienes simbólicos (obras artísticas y científicas, discursos, manifiestos) y actores (individuales, colectivos o institucionales), obtenemos que el tercermundismo se hizo presente en todas esas dimensiones (en ese sentido es hegemónico), pero en sintonía con otras sensibilidades, como el liberacionismo, el antiimperialismo, el dependentismo, el revolucionarismo o, en términos más globales, el izquierdismo. En otras palabras: en el campo intelectual argentino de los sesenta y setenta predominó una sensibilidad de izquierda, y dentro de ella es posible reconocer otras más acotadas, como el tercermundismo y las otras mencionadas.

El campo intelectual argentino: décadas del cincuenta y sesenta

Hacia mediados de siglo, es posible reconocer en Argentina una tradición de estudios político-sociales dedicados a la denuncia del imperialismo y al reclamo por una soberanía auténtica. Pensadores como Raúl Scalabrini Ortiz, Arturo Jauretche, Juan José Hernández Arregui, Jorge Abelardo Ramos o Rodolfo Puiggrós fueron reconocidos en los cincuenta como exponentes de un nacionalismo que en algunos casos tomaba del marxismo instrumentos de análisis, aunque sin dogmatismos.6 6 Hugo Chumbita, "Patria y revolución: la corriente nacionalista de izquierda", In: Hugo Biagini y Arturo Roig (directores), El pensamiento alternativo en la Argentina del siglo XX, vol. 2, Buenos Aires, Biblos, 2006; Oscar Terán, Historia de las ideas en la Argentina: Diez lecciones iniciales, 1810-1980, Buenos Aires, Siglo XXI, 2008. Otro grupo, más o menos contemporáneo, elaboró una reflexión en profundidad sobre el ser y la identidad de los argentinos, desde una postura telurista, como la de Ezequiel Martínez Estrada, o desde una búsqueda más existencialista, como la de Héctor Alvarez Murena o Rodolfo Kusch, cultivando un ensayo determinista o esencialista basado en una interpretación "ontológico-intuicionista" de la realidad.7 7 Oscar Terán, op cit., p. 267.

Si bien ambos grupos siguieron publicando con igual o mayor trascendencia, pronto debieron compartir el campo con nuevas generaciones de cientistas sociales con perfiles más profesionales.8 8 Para Terán, "así se pasó a disputar el espacio del ensayo de interpretación ontológico-intuicionista dominante desde la década de 1930. Ahora, o bien el estudio de la sociedad debía ser científico como condición de neutralidad, y debía incluir un análisis no valorativo, alejado de toda ideología, incluida la política, o bien debía comprenderse con una fuerte impregnación político-social." – Oscar Terán, op cit., p. 277. Economistas, sociólogos y cientistas políticos irrumpieron en el campo cultural argentino, modificando el lenguaje — menos retórico y más técnico —, dialogando con el extranjero — muchos estudian fuera —, ampliando el horizonte temático e intentando intervenir en la conducción del país – son más cercanos al establishment. Pensemos, por ejemplo, en Raúl Prebisch, economista que preside el Banco Central y elabora una obra académica de proyección internacional incluso antes de la fundación de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL), o en el ítalo-argentino Gino Germani, quien promovió la profesionalización de la sociología, el conocimiento de escuelas y autores europeos y norteamericanos, la incorporación y aplicación de métodos foráneos "científicos", y el impulso a una ciencia social modernizante dispuesta a cambiar la sociedad.9 9 Alejandro Blanco, Razón y modernidad: Gino Germani y la sociología en la Argentina, Buenos Aires, Siglo XXI, 2006. Dentro de su amplia obra, Germani se ocupó del Tercer Mundo, algo tangencialmente, en "¿Pertenece América Latina al Tercer Mundo?", Aportes, n. 10, Buenos Aires, octubre de 1968.

En los sesenta, entonces, se suscitó una gran eclosión que se manifestó en la proliferación de revistas político-culturales, en la fecundidad editorial y en el surgimiento de centros culturales como el Instituto Di Tella o el Instituto de Desarrollo Económico y Social (IDES).10 10 Lo que ocurre en las universidades es ambivalente. Por un lado, ellas se benefician del auge de las ciencias sociales y de la extensión de la matrícula; por otro, la autonomía se debilita ante un poder político que, llegado el caso, no vacila en intervenir las casas de estudio. El fenómeno tuvo sus raíces en factores tanto externos como internos. Las noticias provenientes de Cuba generaron la convicción de que la revolución era posible en América Latina y que, incluso, podía adoptar su propia fisonomía, ajena a los moldes teóricos. En plena Guerra Fría, el interés de Estados Unidos por América Latina motivó la financiación de la investigación científica y la creación artística. Los organismos internacionales — CEPAL, Facultad Latinoamericana de Ciencias Sociales (FLACSO) y Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO) — dieron vitalidad a las ciencias sociales. Al interior, los conflictos políticos y la cuestión peronista llevaron a los intelectuales a un creciente compromiso ideológico.

Es bien sabido que frente al gobierno de Juan Domingo Perón los escritores e intelectuales asumieron posiciones diversas. Un número importante lo apoyó — como los ya nombrados Jauretche, Scalabrini, Hernández Arregui o Puiggrós —, mientras otros, la mayoría, lo repudiaron o se mostraron escépticos. Tras la salida de Perón en 1955 las cosas comenzaron a cambiar. Se valoró el movimiento social, escindiéndolo de la resistida figura de Perón, y se pasó a considerar el peronismo como una posibilidad real de emancipación popular. De esta manera, tomó forma la "nueva izquierda", concebida como una superación de los partidos tradicionales, el comunista y el socialista, que se aglutinó en torno a principios básicos originando lo que Sigal ha llamado "unificación ideológica".11 11 Silvia Sigal, Intelectuales y poder en la década del sesenta, Buenos Aires, Puntosur, 1991, p. 193. En esta obra, Sigal hace un reconocimiento a la ola de tercermundismo que recorrió Argentina en los sesenta y que alcanzó un "sitio de honor en las publicaciones intelectuales. El progresismo argentino no había estado nunca cerrado al exterior pero, antes de 1960, su interés era atraído particularmente por episodios ligados a la dominación norteamericana en América Latina. Ahora, en cambio, están atentos a movimientos nacionalistas o revolucionarios en países del planeta que habían sido, hasta esos tiempos, prácticamente desconocidos para los argentinos" (p. 193). La intelectualidad — en términos generales — pasó a ser antiimperialista (y nacionalista) y revolucionaria, apoyó el movimiento popular (pretendió acercarse o pertenecer al pueblo) y a la lucha anticolonial (vocación, agreguemos, tercermundista). Por último, fue, en mayor o menor grado, marxista.12 12 Sobre intelectuales y ciencias sociales en la Argentina del periodo: Oscar Terán, Nuestros años sesentas, Buenos Aires, Puntosur, 1991; Silvia Sigal, op cit.; Beatriz Sarlo, La batalla de las ideas (1943-1973), Buenos Aires, Emecé, 2007; Bibiana G. García, Las ciencias sociales y el pensamiento crítico: ideas, prácticas e instituciones en el campo de la sociología latinoamericana de Brasil y Argentina, Documento CLACSO-Argentina, 2007; José Luis de Diego, "Los intelectuales y la izquierda en la Argentina (1955-1975)", In: Carlos Altamirano (ed.), Historia de los intelectuales en América Latina II: Los avatares de la "ciudad letrada" en el siglo XX, Buenos Aires, Katz, 2010, p. 395-416; Pablo Ponza, "Comprometidos, orgánicos y expertos: intelectuales, marxismo y ciencias sociales en Argentina (1955-1973)", A Contra corriente, vol. 5, n. 2, 2008, p. 74-98; Ana María Barletta y María Laura Lenci, "Politización de las Ciencias Sociales en la Argentina. Incidencia de la revista Antropología 3er. Mundo 1868-1973", Sociohistórica, n. 8, La Plata, 2001, p. 177-199; Anabela Ghilini, "Sociología y liberación nacional: la experiencia del grupo universitario de las 'Cátedras Nacionales'", Question, vol. 1, n. 29, La Plata, 2011, p. 1-14.

En lo que sigue, revisaremos en paralelo y divididos en etapas dos procesos: uno, el modo en que el tercermundismo se desplegó por distintas dimensiones; dos, la forma en que tal tercermundismo fue madurando y alcanzando solidez conceptual.

Primera etapa: inicios y expansión del tercermundismo argentino (1961–1967)

En el escenario politizado y radicalizado recién bosquejado aterrizó el tercermundismo, lo cual ocurrió algo tarde, el año 1961. Pudo ser antes si los pensadores nacionales y antiimperialistas vigentes en la década del cincuenta hubieran empleado el concepto, ya que la estructura de sus ideas coincidía con el enfoque tercermundista (podría decirse que fueron tercermundistas sin saberlo o, en otros términos, proto-tercermundistas). Es el caso, por ejemplo, de Arturo Frondizi, que ya en 1955 evocaba la Conferencia de Colombo, una de las raíces del No-Alineamiento (un concepto parecido pero no idéntico al Tercer Mundo, aunque algunos lo entendieron así);13 13 Arturo Frondizi, La lucha antiimperialista: etapa fundamental del proceso democrático en América Latina, Buenos Aires, Debate, 1955, p. 70. o de Abraham Guillén, quien anunciaba con encendido tono el fin del imperialismo;14 14 Abraham Guillén, La agonía del imperialismo, vols. 1 y 2, Buenos Aires, Sophos, 1956-1957. o de Hernández Arregui, para quien "el insurgir de las colonias, en Asia, África, la inestabilidad creciente de la América Latina, favorecen la lucha por la liberación nacional, que es a su vez, parte de la política mundial";15 15 Juan José Hernández Arregui, La formación de la conciencia nacional (1930-1960), Buenos Aires, Hachea, 1960, p. 450. o de Ezequiel Martínez Estrada, que reconocía mayor afinidad cultural con África que con Europa.16 16 Ezequiel Martínez Estrada, Diferencias y semejanzas entre los países de la América Latina, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1990 (1962). Con Rodolfo Puiggrós sucedió algo interesante, pues saludaba un nuevo internacionalismo que "se va generando de abajo hacia arriba en la coincidencia de los pueblos que se desenajenan de ideologías fetichizadas y de sistemas opresivos".17 17 Rodolfo Puiggrós, Integración de América Latina, Buenos Aires, Jorge Álvarez Editor, 1965, p. 80. No nombra el Tercer Mundo, pero sí lo hace el autor del prólogo, el mexicano Álvaro de Faría.18 18 Idem, Ibidem, p. 16. De Faría aboga por la integración regional como primer paso de la unión global del Tercer Mundo. Estamos en 1965 y por alguna razón Puiggrós ignoró el concepto. ¿No lo conoce o se resiste a usarlo?

Lo cierto es que no se encuentran menciones explícitas al Tercer Mundo. Tal vez la palabra se conocía y hasta se usaba en la prensa o en el ámbito de las relaciones internacionales, pero en textos académicos e intelectuales no se le halla sino hasta que el historiador y ensayista Sergio Bagú, en un texto sobre la situación argentina en el escenario internacional, no solo "introduce" el Tercer Mundo, sino también decreta la pertenencia de su país al mismo:.

Frente a ambos tipos de prosperidad económica [soviética y occidental], el Tercer Mundo — la inmensa franja del infradesarrollo y del infraconsumo a la cual pertenece Argentina — se encuentra en un periodo crítico, con sus índices de crecimiento económico apenas por arriba o bien por debajo, de los índices de crecimiento demográfico.19 19 Sergio Bagú, Argentina en el mundo, Buenos Aires, FCE, 1961, p. 175.

Sea como fuere, en esta tímida primera etapa es claro que el tercermundismo no es de uso corriente, aunque ya es distinguible una predisposición positiva.

A partir de 1964, el tercermundismo empezó a afincar y propagarse. En ese año apareció el libro firmado por la Logia ANAEL20 20 Logia ANAEL, La razón del Tercer Mundo, Buenos Aires, 1964. y el artículo de Héctor Schmucler.21 21 Héctor Schmucler, "Problemas del Tercer Mundo", Pasado y Presente, n. 4, Córdoba, 1964. Al año siguiente circularía la revista La voz del Tercer Mundo, que, en su presentación, escrita por el director Diógenes Garibaldi, expresaba su razón de ser asociando de inmediato el Tercer Mundo con no-alineamiento y celebrando que la política de bloques y los intereses del imperialismo y el colonialismo tuvieran ahora un contrapeso:

Felizmente esta situación llega a su fin. Los pueblos en vías de desarrollo [...] se han agrupado para formar, no un nuevo Bloque, sino un verdadero mundo propio: el Tercero; el del no-alineamiento [...].22 22 "Nuestra misión y su alcance", La voz del Tercer Mundo, n. 1, Buenos Aires, 1965, p. 1.

No tenemos más antecedentes de esta efímera publicación, aunque su publicidad, cargada al comercio exterior, podría dar señas de una política de acercamiento cultural tendiente a estrechar vínculos mercantiles. Como veremos, esta sería solo la primera de cuatro revistas que llevaron en su denominación el concepto Tercer Mundo.

El auge del tercermundismo también se vio reflejado en la industria editorial. Numerosas editoriales iniciaron colecciones relativas al Tercer Mundo, por ejemplo Libros para el Tercer Mundo; Problemas latinoamericanos y del Tercer Mundo; Biblioteca de Asia y África, de Eudeba; Tercer Mundo de Editorial Sur. Circularon, asimismo, las Guías del Tercer Mundo, almanaques que informaban los pormenores de los países periféricos; en la misma línea figuraron obras como Hechos del Tercer Mundo y Hombres del Tercer Mundo dentro de la serie Transformaciones en el Tercer Mundo del Centro Editor de América Latina. Todo indica la existencia de un público relativamente masivo interesado en el tema, y es que, en definitiva, el ambiente estaba preparado para la época de mayor injerencia del Tercer Mundo en el campo cultural argentino.

Segunda etapa: esplendor y madurez (1968–1974)

La difusión del tercermundismo en Argentina en este periodo fue tal que alcanzó esferas en principio ajenas a un concepto e ideología, identificados con política internacional y cultivados sobre todo por cientistas sociales. Son estas esferas las que certifican en última instancia la constitución del tercermundismo en sensibilidad hegemónica.

No debería sorprender, en todo caso, que el tercermundismo se filtrara en una expresión artística de tanta resonancia social como el cine, todavía más teniendo en cuenta el precedente de Brasil, donde el cineasta Glauber Rocha había filmado y teorizado con el Tercer Mundo fijo en su mente. En Argentina, un acontecimiento como la Segunda Reunión del Comité de Cine del Tercer Mundo, organizada por el Instituto del Tercer Mundo de la Universidad de Buenos Aires, en 1974, marcó la energía de una tendencia que hacía varios años había visto sus primeros frutos. Octavio Getino y Fernando Solanas realizaron su documental La hora de los hornos (1968) inspirados por una vocación tercermundista y antiimperialista a toda prueba. En 1969, ellos redactaron un documento donde anunciaron el nacimiento de un Tercer Cine

La lucha antimperialista de los pueblos del tercer mundo y de sus equivalentes en el seno de sus metrópolis constituye hoy por hoy el ojo de la revolución mundial. Tercer cine es para nosotros aquel que reconoce en esa lucha la más gigantesca manifestación cultural, científica y artística de nuestro tiempo, la gran posibilidad de construir desde cada pueblo una personalidad liberada: la descolonización de la cultura.23 23 Octavio Getino y Fernando Solanas, "Hacia un tercer cine. Apuntes y experiencias para el desarrollo de un cine de liberación en el Tercer Mundo", Hojas de cine: testimonios y documentos del nuevo cine latinoamericano, México, UAM, 1988 (1969), p. 33-34.

El Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo emergió como otra manifestación más de la sensibilidad tercermundista que se diseminó por la Argentina de los años sesenta y setenta. Se enraizaba en un célebre manifiesto de obispos del Tercer Mundo — con presencia y liderazgo de religiosos brasileños encabezados por Helder Cámara —, el cual en 1967 tuvo gran repercusión en la opinión pública internacional. Aunque contó con cientos de integrantes, nunca adoptó una institucionalidad formal, más bien se fue definiendo con el tiempo y hasta se dice que el nombre se lo colocó la prensa. Convengamos que su preocupación principal fue la realidad política argentina y en ese contexto emitió un sinnúmero de declaraciones, respondiendo por lo general a una perspectiva de izquierda, liberacionista y peronista. Por cierto que también miraba al exterior e insertaba el devenir nacional en la lucha tricontinental. En 1969, en un documento dado a conocer en Córdoba titulado "Nuestras coincidencias básicas", explicitaba su noción de Tercer Mundo:

Una realidad innegable: la existencia de países (sobre todo en Asia, África y América Latina) y de sectores dentro de todos los países, que padecen una situación de injusticia, oprimidos por una situación y víctimas de las secuelas del hambre, analfabetismo, inseguridad, marginación, etc. Realidad que se ha dado en llamar del tercer mundo [...] Una toma de posición: nosotros, hombres cristianos y sacerdotes de Cristo, [...] nos sentimos solidarios de ese tercer mundo y servidores de sus necesidades.24 24 En Gabriel Seisdedos, Hasta los oídos de Dios: la historia de los Sacerdotes del Tercer Mundo, Buenos Aires, San Pablo, 1999, p. 84.

La afloración del tercermundismo en el ámbito de la sicología fue ya un paso más audaz. Óscar Calvo se ocupó de la dinámica grupal, técnica terapéutica y educativa que, importada de los países centrales, fuera acogida con entusiasmo en el Tercer Mundo. Pero Calvo advirtió en la dinámica grupal clásica una de las tantas armas de dominación cultural del imperialismo, que operaba anestesiando las posibilidades críticas, distrayendo de la praxis y desplazando las fuerzas grupales hacia el reformismo institucional. Evocando la pedagogía liberadora del brasileño Paulo Freire, apostaba por una dinámica concientizadora que negara la anterior

asumiendo sus objetivos limitados pero siempre valederos, zarandeándolos con los 'para qué existes', que todo un Tercer Mundo saqueado y menospreciado lanza a cualquier grupo humano, opresor y oprimido.25 25 Oscar Calvo, Dinámica grupal para el Tercer Mundo, Buenos Aires, Ediciones Paulinas, 1973, p. 21.

Pero donde el tercermundismo conquistaría un terreno verdaderamente excéntrico sería en su faz esotérica. La Logia ANAEL, de misteriosos origen y trayectoria, comienza su derrotero tercermundista, si damos crédito al ya mencionado opúsculo La razón del Tercer Mundo (1964),26 26 Logia ANAEL, La razón del Tercer Mundo, Buenos Aires, 1964. hacia 1956, en São Paulo. En esta ciudad se reunió el Doctor Anael, también de oscuro perfil, con representantes latinoamericanos y dos afroasiáticos, fijándose los lineamientos a seguir con miras a la elevación del Tercer Mundo a la cima del planeta. Para lograrlo, la Logia confiaba en Perón y en el brasileño Ademar de Barros.27 27 Gobernador de São Paulo y candidato presidencial. La Logia y el peronismo estaban conectados a través de José López Rega, hombre allegado a Perón y a Estela Martínez que terminaría en los setenta como ministro de bienestar social.28 28 Véase Ernesto Milá, La vertiente ocultista del peronismo. La Logia Anael, Disponible en: < http://infokrisis.blogia.com>, Acceso en 22 de septiembre de 2012. Dentro del plan, Brasil y Argentina deberían convertir a Sudamérica en una sola gran federación y de esa manera formar, en el mapa, una ele inclinada (Lima-Buenos Aires-São Paulo), que a su vez correspondía a uno de los vértices del triángulo escaleno de la triple A (inicial de América, África y Asia)

El primer Vértice — Pekín — está posibilitando que los pueblos del Tercer Mundo inicien la marcha de su liberación. La consolidación del segundo — Argelia — acelerará la marcha. Cuando los tres actúen en acción paralela, las estructuras imperialistas comenzarán a resquebrajarse por todas partes.29 29 Logia ANAEL, El Tercer Mundo en acción. La estructura latinoamericana, Buenos Aires, 1965, p. 8.

En 1974, la Logia reforzaba el trasfondo espiritual que guiaba la acción de los anaelistas, pues anunciaba el advenimiento de un nuevo hombre social liberado, el hombre Moral.30 30 Julio César Urién, El camino del hombre: La liberación del Tercer Mundo, Buenos Aires, ANAEL, 1973, p. 402. Pero las buenas intenciones degenerarían en la Alianza Anticomunista Argentina, la famosa Triple A (la sigla ya aludida), grupo paramilitar de extrema derecha, vinculado a López Rega, que sembró el terror en la Argentina de los setenta.31 31 Podemos mencionar otros brotes no tradicionales. Marcos Aguinis entregó una exploración original en La cuestión judía vista desde el Tercer Mundo, Buenos Aires, Librería Superior, 1974. También, aunque años más tarde, Alcira Argumedo se refirió, desde una perspectiva tercermundista, al problema tecnológico y más precisamente al de las comunicaciones en Los laberintos de la crisis. América Latina: poder transnacional y comunicaciones (1984), citado por Susana Barbosa, "Sobre la dependencia tecnológica: Alcira Argumedo", Juan Carlos Agulla, Ideologías políticas y ciencias sociales, Buenos Aires, Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, 1996.

El tercermundismo expandía sus fronteras con el cine, la religión, la psicología, el esoterismo; sin embargo, estas expresiones no suponían una profundización en la elaboración conceptual del Tercer Mundo. A ésta nos dedicaremos a continuación, enunciando que se desarrolló fundamentalmente en el plano político-ideológico, recogiendo el aporte de revistas militantes, de las ciencias sociales — que también reflexionaron problemas epistemológicos — y de actores políticos determinados. Fue al calor de estas discusiones que el tercermundismo alcanzó su madurez, produciéndose las ideas más originales que constituyeron finalmente una ideología.32 32 Acerca del problema de si podemos considerar el tercermundismo argentino como una ideología, he dedicado otro trabajo, "La ideología del Tercer Mundo en Argentina. 1961-1977", Inédito.

Tanto la Revista de Problemas del Tercer Mundo como Antropología 3er Mundo contrastaron con la ya nombrada La voz del Tercer Mundo al mostrar una línea editorial más comprometida y discursiva.33 33 Finalmente, la Revista Tercer Mundo apareció en 1974, aunque con un sello más divulgativo que declarativo. Solo los primeros números se editaron en Argentina. Desde 1976 su director, Pablo Piacentini, se exilió en México, donde prosiguió con la revista, rebautizada como Cuadernos del Tercer Mundo. La primera hacía gala de un equipo editorial de peso, con reconocidos intelectuales de izquierda, los cuales, en parte, habían dado vida a Contorno, importante publicación de los años cincuenta.34 34 Se anotan los nombres de Roberto Cossa, Ricardo Piglia, David e Ismael Viñas, Roberto Walsh, Francisco Urondo, Raúl Sciarreta, León Rozitchner, Jorge y Andrés Rivera y Juan Carlos Portantiero. En la editorial del primer número fijaba su posición ideológica:

La seguridad en la necesidad de contribuir al entierro de un sistema, el capitalismo en su faz imperialista, que ya ha perdido globalmente todo rasgo positivo para ser hoy solamente una fuerza opresora y destructora, aun allí donde es aparentemente más benigno.35 35 "Editorial", Revista Problemas del Tercer Mundo, n. 1, Buenos Aires, 1968, p. 3.

Consideraba un deber evidenciar "las vinculaciones de nuestra batalla nacional con el conjunto de las luchas antiimperialistas que se libran en el mundo",36 36 "Por qué Tercer Mundo", Revista Problemas del Tercer Mundo, n. 2, Buenos Aires, 1968, p. 83. así como aclarar enfáticamente que la lucha contra el imperialismo no excluía la opción revolucionaria por el socialismo, camino obligado una vez cercenada la dependencia: "Ninguna excepcionalidad histórica coloca a las sociedades del Tercer Mundo al margen de la dialéctica de las clases".37 37 Idem, Ibidem, p. 84. Como veremos, esta aserción remitía a la discusión más ardorosa en torno al tercermundismo argentino, aquella de la centralidad de las clases en relación a nación y al pueblo.

Por lo pronto, terciando en esta polémica nacería Antropología 3er Mundo, quizá la más consistente de las revistas que comentamos, tanto por su persistencia en el tiempo, de 1968 a 1973, como por la coherencia de sus enunciados. Obra de un grupo de académicos de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Buenos Aires, de declarada orientación peronista de izquierda, sostenía, en oposición al marxismo clásico, que el único internacionalismo viable era el que unía a los pueblos dependientes que luchaban por su liberación, y no la comunión de las clases proletarias de países ricos y pobres, a la que tildaban de abstracción sin sentido. Pero tampoco pretendía una tercera vía entre capitalismo y socialismo, apostando por una salida de izquierda que requería, eso sí, la suma de todos los esfuerzos.

La afirmación de un Tercer Mundo implica tanto la existencia de un campo diferenciado dentro del juego de bloques internacional, como la ruta hacia el fin de la dependencia: la unificación de los pueblos que componen el Tercer Mundo en un bloque solidario en lucha por la liberación nacional y social, es el camino efectivo para lograr el fin de la dominación.38 38 "La idea de la revista Antropología 3er mundo", Antropología 3er mundo, n. 2, Buenos Aires, 1969, p. 2.

Las ciencias sociales fueron influenciadas por el tercermundismo tanto como éste fue influenciado por las ciencias sociales argentinas. Fue sin dudas una relación dialéctica de mutua alimentación. Como es lógico, fueron los cientistas sociales argentinos los que dieron la bienvenida al Tercer Mundo, dado el carácter económico y geopolítico original del concepto. Sin embargo, la aproximación que realizaron fue menos "científica" que en Brasil, donde muchas disciplinas se hicieron cargo del Tercer Mundo según su particular perspectiva teórico-metodológica. En Argentina el tratamiento fue más político y ensayístico, con una mediación disciplinar débil. Quienes teorizaron sobre el Tercer Mundo se esforzaron por entregar una interpretación desde sus presupuestos políticos o ideológicos, más allá de que, personalmente, fueran efectivamente profesionales de la sociología, la economía, la antropología, la historia, la politología o la sicología.

El Tercer Mundo supuso para las ciencias sociales argentinas, y en especial para la sociología, un revulsivo que trastocó sus principios. De paso, le permitió elaborar una respuesta al cientificismo que se hacía fuerte en las universidades. Para los cientistas sociales tercermundistas, la rebelión ante el colonialismo comportaba la necesidad de adecuar la teoría y la metodología a este movimiento y, consecuentemente, abandonar los paradigmas de la ciencia occidental. Así se expresaba Roberto Carri:

reivindicamos un conocimiento singular o particular que sea expresión de la lucha antiimperialista de los pueblos del Tercer Mundo y especialmente de las mayorías argentinas.39 39 Roberto Carri, "El formalismo en las ciencias sociales (2ª parte)", Antropología 3er Mundo, n. 2, Buenos Aires, 1969, p. 63.

Gonzalo Cárdenas, en tanto, ahondaba sobre la necesidad de la renovación:

Una nueva corriente sociológica que aborde problemas nacionales y latinoamericanos, y que busque su correlación con otros fenómenos de Asia y África (luchas sociales contemporáneas) irá superando la versión de la sociología tradicional.40 40 Gonzalo Horacio Cárdenas, "La sociología neocolonialista en la Argentina", Ciencias sociales: ideología y realidad nacional, selección de Rosalía Cortés, Buenos Aires, Editorial Tiempo Contemporáneo, 1970, p. 140.

Carlos Mastrorilli clamaba directamente por un cambio de paradigma: "Así como Galileo y Colón impusieron la revisión de la ciencia de Occidente, así también el Tercer Mundo debe provocar la imprescindible adecuación ideológica en el centro".41 41 Carlos Mastrorilli y Fernando Álvarez, Marcuse, Sartre, Nizan, Gorz y el Tercer Mundo, Buenos Aires, Carlos Pérez Editor, 1969, p. 22.

Se trataba de formular una ciencia al servicio de la liberación y que encontrara en la misma lucha las claves del conocimiento. De la lucha revolucionaria derivarían, de un modo nunca explicitado, los elementos fundantes.42 42 Este nuevo paradigma no fue invención exclusiva de Argentina, sino que se desarrolló también en otros espacios, destacando la figura del colombiano Orlando Fals Borda, quien identificaba una reversión en la transmisión general del conocimiento: ahora sería el Sur quien enseñaría al Norte el camino epistemológico. Siguiendo esta línea, el argentino Pedro Negre Rigol apostaba por una sociología de liberación: "La sociología del cambio en el Tercer Mundo desemboca por fin en la teoría de la revolución que implica a la vez desarrollo y liberación [...] La teoría o teorías revolucionarias no se pueden formular en abstracto [...] Se debe buscar su formulación en un nivel más concreto, con una serie de preguntas de tipo analítico: ¿Quiénes son los sujetos de la revolución?, ¿cuáles son los obstáculos, ¿qué condiciones existen?, ¿cómo se realiza el tránsito ideológico de la liberación nacional a la liberación de América latina, de la del Tercer Mundo a la del mundo?" – Sociología del Tercer Mundo, Buenos Aires, Paidós, 1975, p. 133-134. La ciencia social tercermundista se presenta como fruto de un esfuerzo más voluntarista que auténticamente epistemológico. Con todo, es evidente que el Tercer Mundo fungió como pivote de nuevas conceptualizaciones que entendieron que la verdadera liberación requería también de una ciencia propia, en ruptura con aquella del centro, calificada como cómplice del imperialismo.

El tercermundismo no era una ideología excluyente, al contrario, podía coexistir armónicamente con otras. Desde el momento en que el Tercer Mundo supuso una reivindicación que buscaba la subversión del orden existente y la superación de la desigualdad económica, el tercermundismo devino un pensamiento de izquierda y, como tal, dialogó con el comunismo, el marxismo, el antiimperialismo, el populismo, el socialismo y sus variantes. En territorio argentino este diálogo incluyó, además, al peronismo, al dependentismo43 43 La teoría de la dependencia tuvo una gran acogida en Argentina y, aunque no aportó con cultores demasiado relevantes, logró posicionar el dependentismo en el lenguaje cotidiano. Con el tercermundismo, tuvo relaciones estrechas y casi nunca contradictorias, aunque debe señalarse que el dependentismo tuvo un carácter más teórico, mientras que el tercermundismo hacía una aplicación más directa de sus planteamientos con la realidad histórica y contingente de los continentes periféricos. y al liberacionismo.44 44 Liberacionismo y tercermundismo tuvieron por lo general un rico intercambio, y perfectamente se podía ser tanto lo uno como lo otro. Esta corriente tomó una notable fuerza en Argentina, sobre todo con la filosofía de la liberación que prácticamente nace en este país. El pensamiento de Rodolfo Kusch y Enrique Dussel alcanzó proyección internacional y, en especial este último, hizo aportes relevantes al debate sobre el colonialismo. Ambos, pese a que no se consagraron expresamente al Tercer Mundo, no estuvieron inmunes a su influjo, incorporándolo en sus tratados. A manera de ejemplo, Kusch ante la "saturación ontológica de Occidente", declaró: "La solución brota [...] a partir de la propia cultura, en la dilución del ser en medio de la cohabitación con lo absoluto, asumiendo todo el estar-siendo. Pero desde el estar-siendo se infiere también [...] que el acceso a lo absoluto se ha desplazado al Tercer Mundo, donde ha quedado la posibilidad de una salvación que solucione, o si se quiere a la inversa, una solución que salve" ( Esbozo de una antropología filosófica americana, Buenos Aires, Castañeda, 1978, p. 99). En tanto, Dussel, recordando a Bartolomé de Las Casas, sostiene que éste "supo descubrir en pleno siglo XVI el pecado que tiñe ya cinco siglos de historia universal: el pecado de la dominación imperial europea sobre sus colonias del Tercer Mundo (América Latina, mundo árabe, África negra, India, sudeste asiático, China). El pecado originario de la modernidad fue el haber ignorado en el indio, en el africano, en el asiático 'el Otro' sagrado, y el haberlo cosificado como un instrumento dentro del mundo de la dominación nordatlántica" ( América latina: dependencia y liberación, Buenos Aires, Fernando García Cambeiro, 1973, p. 194).

La corriente con la que mejor se entendió el tercermundismo fue el "socialismo nacional", un socialismo que combinaba socialización de los medios de producción, estatización y ruptura radical con las metrópolis. Si a ello se le suma el antiimperialismo — casi omnipresente en la política del periodo — y la exaltación de la solidaridad con los pueblos de África y Asia, obtenemos que el socialismo nacional se vuelve tercermundista. Según Eduardo Astesano,

el socialismo nacional apunta hacia una internacionalización liberadora tercermundista, que busca la socialización mundial de los medios de producción, para superar la desigualdad nacional y el subdesarrollo.45 45 Eduardo Astesano, Nacionalismo histórico o materialismo, Buenos Aires, Pleamar, 1972, p. 206.

Como vemos, al socialismo nacional subyacía un internacionalismo radical, lo que se interpretó como algo contradictorio, pero que encontraba sentido si se remitía a los conceptos claves de pueblo, nación y clase, y, finalmente, al marxismo, con el cual polemizó. Para el tercermundismo, el protagonismo histórico recaía en los pueblos de los continentes periféricos en pugna por la liberación total del colonialismo. Esos pueblos y esas naciones — conceptos que pueden asimilarse — debían concertar sus esfuerzos para asegurar el fin de la dependencia, cobrando así, el internacionalismo, razón de ser. La lucha nacional, por lo tanto, se anteponía a la de clases, pero el tercermundismo-socialista-nacional no renunciaba a ésta, pues asumía que, una vez consumada la liberación nacional, las clases proletarias debían conducir el proceso. Se corroboraba que el etapismo marxista perdía validez, pues los hechos demostraban lo contrario

[Los pueblos del Tercer Mundo], con sus luchas, han hecho manifiesto que no hay evolución de un todo social unitario, ni tal superioridad de una etapa; son esos pueblos quienes obligaron a la sociedad industrial a "planetizarse", sin confiar en la necesidad científica; quienes proclamaron que la proclamada universalización de la etapa capitalista es el resultado de una planificación política instaurada y mantenida por medio de la violencia; y que entre centros imperiales y sociedades dependientes la única relación lógica verdadera es la escisión.46 46 Amelia Podetti, "Racionalidad, irracionalidad y Tercer Mundo", prólogo a Norberto Wilner, Ser social y Tercer Mundo: elementos para una lógica de lo nacional, Buenos Aires, Galerna, 1969, p. 42.

El tercermundismo, en su invocación al pueblo, mostró como una constante su vocación popular. Y en esa dirección confluyó con el peronismo, con el cual tenía un vínculo histórico y casi fortuito. Juan Domingo Perón enarboló, aun antes de la creación del Tercer Mundo y del No-Alineamiento, la bandera de la Tercera Posición, una política internacional post Segunda Guerra Mundial que eludía el alineamiento con Estados Unidos y la Unión Soviética, alzando una alternativa estratégica pero también ideológica (o más precisamente económica), que optaba por un modelo intermedio respecto del capitalismo y el socialismo. Perón, ya fuera del poder, tuvo la habilidad de presentarse como pionero del tercermundismo, por más que la Tercer Posición no haya contenido algunos rasgos clásicos de aquél, como la unidad entre los continentes periféricos:.

El Justicialismo, hace casi veinte años, fijó como posición ideológica una "tercera posición", convencido de que el camino del imperialismo capitalista conducía, por defecto, al imperialismo soviético. Después de veinte años parece que las dos terceras partes del mundo lo entienden así, lo que ha dado lugar al enunciado de un "Tercer Mundo" cuya posición es la misma que esbozó el Justicialismo ya en 1945.47 47 Juan Domingo Perón, La hora de los pueblos, Buenos Aires, Ediciones de la Liberación, 1973, p. 128.

El grupo de la revista Antropología 3er Mundo, también asociado a las "Cátedras Nacionales" y al socialismo nacional y de declarada filiación peronista, hizo explícita la comunión de objetivos entre tercermundismo y tercera posición:.

Al ubicarse a sí mismo como "tercera posición" [...] el Justicialismo se convierte en una doctrina de total fidelidad a las luchas de afirmación nacional, porque, al afirmar que existe una "tercera posición", está afirmando la irreductibilidad de un "Tercer Mundo"; y con la afirmación de esta irreductibilidad, se cierran todas las puertas al desprecio por dichas luchas, táctica tradicional de los imperialismos.48 48 Norberto Wilner, "La tercera posición justicialista y el marxismo", Antropología 3er Mundo, n. 9, Buenos Aires, 1972, p. 29.

Recapitulando, creemos que en esta fase el tercermundismo argentino termina por expandirse en el campo cultural y se constituye en sensibilidad hegemónica, lo que ha quedado certificado por su presencia en disciplinas diversas como teología, sicología, esoterismo, estética, etc.; por su centralidad en revistas; por su influencia en las ciencias sociales (el Tercer Mundo no solo es un tópico de éstas, sino que altera su método y teoría); por su ubicuidad en el debate político, dialogando con tendencias afines de gran relevancia en la sociedad argentina, como el peronismo y el socialismo nacional. La sensibilidad tercermundista, al mismo tiempo, ha alcanzado su maduración en el sentido de que ya no se reduce a la repetición de frases hechas — por ejemplo, de simple solidaridad con el resto del Tercer Mundo — sino que avanza en la formulación de conceptos propios que entran en tensión con otros sistemas de ideas (con el marxismo, por lo pronto).

Tercera etapa: crítica y decadencia (1975–1987)

Así como el anticomunismo creció en la medida que el comunismo se hizo fuerte, el anti-tercermundismo que surgió en Argentina reflejó el éxito de la expansión de un tercermundismo que, como casi toda ideología, creaba también anticuerpos.

Si bien la crítica al tercermundismo logra una expresión acabada en 1975 con Juan José Sebrelli, los ataques contra la doctrina venían de años atrás. El primer brote corrió por cuenta de Mariano Grondona. Analítico y desapasionado, tras recorrer las distintas posturas políticas frente al Tercer Mundo, llegaba a la conclusión de que América Latina no podía incurrir en una total alianza tercermundista, porque simplemente su identidad era distinta:.

Desde el punto de vista del "tercer mundo", América Latina es un "proletario conformista": sometida, como las naciones afro-asiáticas, a la "plusvalía" internacional, pero incapaz de portar, como ellas, la energía del resentimiento antiblanco, anticristiano, anticolonial. ¿No es ésta, en verdad, una desconcertante posición? Pobres en lo material y ricos en lo espiritual, los pueblos latinoamericanos deben cortar de una vez el nudo de esta crucial disyuntiva. Y lo harán mediante el pleno acceso en Occidente a través del desarrollo o, por el contrario, hundiéndose definitivamente en el proletariado internacional.49 49 Mariano Grondona, La Argentina en el tiempo y en el mundo, Buenos Aires, Primera Plana, 1967, p. 217.

Menos elaborados, o simplemente burdos, fueron los intentos de Manuel Tagle y Carlos Sacheri, cuya virulencia obedecía a motivos religiosos. Tagle, en una conferencia dictada en el simbólico Jockey Club, arremetía contra las ficciones sobre las que se sostenía el Tercer Mundo: la ficción del subdesarrollo, desmentido por la presencia de la misma Argentina, más próxima a los desarrollados que a los pobres; o la ficción ideológica, ya que simulaba prescindencia de capitalismo y comunismo, cuando en realidad guardaba rencor al primero y simpatía al segundo. Es aquí donde llega al fondo de su argumento: la conspiración comunista contra la Iglesia que ha engañado a muchos clérigos "embarcados en una aventura política de filiación comunizante recubierta con la maliciosa máscara de una seudo religiosidad".50 50 Manuel Tagle, ¿Qué es el Tercer Mundo?, Buenos Aires, Centro de Estudios sobre la Libertad, 1974, p. 11. Años atrás, Sacheri había denunciado cómo el tercermundismo instrumentaba una iglesia clandestina internacional que tenía en el Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo su correlato argentino. Para Sacheri, era evidente que socialismo, marxismo y tercermundismo eran la misma cosa.51 51 Carlos Sacheri, La iglesia clandestina, Buenos Aires, Ediciones del Cruzamante, 1971.

El ataque más duro y riguroso provino, sin embargo, desde la izquierda. Juan José Sebrelli, ensayista de dilatada carrera, salió en defensa del marxismo ante los embates del tercermundismo peronista mencionados. Acusaba a sus rivales de presentar el Tercer Mundo como "un mundo en sí, como una entidad personal dotada de razón, perfectamente limitada y clasificable, como una formación económico social determinada y específica"; lo han personificado, siendo que en realidad "no es una realidad objetiva, no es una categoría histórica, no es sino una figura ideológica entendiendo por ideología una sublimación de la realidad en provecho de una determinada praxis política".52 52 Juan José Sebrelli, Tercer Mundo, mito burgués, Buenos Aires, Siglo Veinte, 1975, p. 34.

Luego descreía del nacionalismo que animaba a los países pobres y que desvirtuaba el camino revolucionario. Para Sebrelli, en el tercermundismo, lo nacional escondía lo social al fundarse en una falacia: la unidad de intereses entre las oligarquías nativas y el proletariado. Si lo urgente era la cruzada nacional por la liberación, y si esta cruzada se presentaba como una misión que aglutinaba a la sociedad en su conjunto, se desplazaba la lucha de clases y finalmente se perpetuaba la opresión. Para culminar, al exaltar la mancomunión entre los pueblos dependientes se incurría en un falso internacionalismo: "La lucha revolucionaria es una sola en todo el mundo, existiendo condiciones objetivas para la solidaridad de los oprimidos del Primero, Segundo y Tercer Mundo, aunque éstos no tengan todavía conciencia de esa unidad de intereses".53 53 Idem, Ibidem, p. 32. Así, mientras desde el tercermundismo se abandonaba la fe en las clases proletarias de los países ricos, Sebrelli revalidaba la solidaridad internacional del marxismo clásico. Si para los primeros la nueva lucha de clases era la que animaban los pueblos periféricos contra los países del centro, para Sebrelli aún era pertinente esperar que las cosas decantaran.

El imperialismo no reemplaza tampoco a la lucha de clases por la de naciones; por el contrario al unificar el mundo por la difusión del sistema capitalista hasta el último rincón, universaliza la contradicción entre capital y trabajo, planteando la revolución socialista a escala mundial. Las tesis esenciales del marxismo no han perdido, por lo tanto, su universalidad.54 54 Idem, Ibidem.

Si bien, como buen polemista, Sebrelli desarrollaba su crítica simplificando el discurso tercermundista, que por lo general entrañaba sinceros ideales revolucionarios, e incurría en la práctica de no identificar a sus oponentes, lo suyo fue un anti-tercermundismo que no negaba la justicia de la lucha de los países colonizados; fraternizaba con ellos y condenaba el imperialismo, claro que con estrategias y fundamentos divergentes.

De todos modos, el tercermundismo argentino comenzaría a decaer justo después del texto de Sebrelli. En 1976 un golpe de Estado barrería con una democracia ya deteriorada, dificultando la vida política y académica de forma dramática. En las ciencias sociales se observa el declive de los análisis comprometidos con la causa del Tercer Mundo, para en cambio surgir un estudio más técnico enfocado hacia la dimensión internacional del referente. Proliferan en las revistas académicas dedicadas a las relaciones internacionales, a la economía y a las ciencias sociales, en general, artículos acerca del Tercer Mundo en relación a procesos y sucesos de la época, como la lucha por instaurar el Nuevo Orden Económico Internacional — impulsada por los países no alineados y el Grupo de los 77 —, la nueva división del orbe en Norte/Sur, la cooperación Sur-Sur o, en el plano local, la política exterior argentina (discutiéndose, por ejemplo, la vuelta de espalda del gobierno militar al no-alineamiento).55 55 Algunos ejemplos: Aldo Ferrer, "La crisis del sistema trilateral y América Latina", Estudios Internacionales, n. 42, Santiago, 1978; Cesare Augusto Carazzini, "Primero, Segundo y Tercer Mundo: hacia un nuevo orden económico mundial", Cuadernos de planeamiento, n. 2, Buenos Aires, 1977; Cesare Augusto Carazzini, "Relaciones entre el Primer y el Tercer Mundo: planes para una solución", Cuadernos de planeamiento, n. 1, Buenos Aires, 1976; Eduardo Rabinovich, El nuevo orden económico internacional: una visión del poder en el sistema internacional, Buenos Aires, El Cid, 1984; Guillermo O'Donnell, "El aparato estatal en los países del tercer mundo y su relación con el cambio socioeconómico", Revista Internacional de Ciencias Sociales, n. 4, París, 1980; Roberto Russell y Mónica Hirst, "Democracia y política exterior: los casos de Argentina y Brasil", Estudios Internacionales, n. 80, Santiago, 1987; Roberto Russell y Teresa Carballal, "América Latina: ¿Hacia qué nuevo orden internacional?", Estudios Internacionales, n. 46, Santiago, 1979; Salvador Lozada, "Ubicarnos en el Tercer Mundo y los No Alineados", Realidad Económica, n. 52-53, Buenos Aires, 1983. Anteriormente, pero en el mismo sentido: Carlos Pérez Llana, "América Latina y los países no alineados", Estudios Internacionales, n. 24, Santiago, 1973.

Esta actividad — que no fue modificada con el retorno de la democracia — se diluye a su vez hacia 1987. En adelante las apariciones del Tercer Mundo serían muy aisladas, siguiendo una tendencia global que se acentuaría con el fin de la Guerra Fría.

Conclusiones

En su época dorada, que hemos fijado entre 1968 y 1974, el tercermundismo logró constituirse en una de las sensibilidades hegemónicas al interior del campo intelectual argentino, lo cual fue demostrado por la amplia recepción disciplinaria e ideológica que tuvieron sus postulados, así como por emprendimientos editoriales y movimientos culturales que se verificaron bajo su inspiración. Fue también un aporte al debate de ideas que se escenificó en un periodo singularmente activo del pensamiento político argentino, entre los sesenta y setenta, agregándole una perspectiva internacional.

Haber sido una sensibilidad dominante — no excluyente — pudo incidir en la evolución posterior de la historia de las ideas. Talvez los autores que teorizaron sobre el Tercer Mundo no fueron leídos ni aparecieron luego citados, pero ese aparente olvido en que cayeron no anula la posibilidad de que hayan preparado el terreno para una reflexión mayor sobre problemas relacionados. Si la opción decolonial o el pensamiento alternativo a la globalización se han destacado en los últimos años en Argentina, bien puede ser debido a aquella sensibilidad que logró instalar en la palestra la realidad de los pueblos periféricos en su conjunto.

Artículo recibido el enero 12, 2013 y aprobado para publicación el marzo 25, 2013.

  • 1 Este artigo é resultado do Proyecto del Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (FONDECYT) de Pós-Doutorado 3110156.2 Hugo Biagini y Arturo Roig (directores), El pensamiento alternativo en la Argentina del siglo XX, 2 vols., Buenos Aires, Biblos, 2004-2006.
  • 3 Arturo Roig, "A manera de prólogo. Hacia una acotación teórico-crítica del pensamiento alternativo como esperanza", In: Hugo Biagini y Arturo Roig (directores), El pensamiento alternativo en la Argentina del siglo XX. Tomo II: Obrerismo, vanguardia, justicia social (1930-1960), Buenos Aires, Biblos, 2006, p. 11-12.
  • 4 Zulma Palermo, "Introducción. Del pensamiento nacional a la opción descolonial: aportes desde el Cono Sur", In: ______. (comp.), Pensamiento argentino y opción descolonial, Buenos Aires, Ediciones del Signo, 2010, p. 36.
  • O sublinhado é do autor deste artigo.5 Véase Germán Alburquerque, "Tercer Mundo y tercermundismo en Brasil: hacia su constitución como sensibilidad hegemónica en el campo cultural brasileño 1958-1990", Estudos Ibero-Americanos, v. 37, n. 2, Porto Alegre, 2011, p. 176-195.
  • 6 Hugo Chumbita, "Patria y revolución: la corriente nacionalista de izquierda", In: Hugo Biagini y Arturo Roig (directores), El pensamiento alternativo en la Argentina del siglo XX, vol. 2, Buenos Aires, Biblos, 2006;
  • Oscar Terán, Historia de las ideas en la Argentina: Diez lecciones iniciales, 1810-1980, Buenos Aires, Siglo XXI, 2008.
  • 7 Oscar Terán, op cit., p. 267.8 Para Terán, "isso aconteceu ao disputar o espaço do ensaio de interpretação ontológico-intuicionista dominante desde a década de 1930. Agora, o estudo da sociedade devia ser científico como condição de neutralidade, e deveria incluir uma análise valorativa, distante de toda ideología, inclusive em termos de política, ou deveria compreender uma forte impregnação político-social." Oscar Terán, op cit., p. 277.9 Alejandro Blanco, Razón y modernidad: Gino Germani y la sociología en la Argentina, Buenos Aires, Siglo XXI, 2006.
  • Em sua grande obra, Germani se ocupou do Terceiro Mundo tangencialmente em "¿Pertenece América Latina al Tercer Mundo?", Aportes, n. 10, Buenos Aires, octubre de 1968.10 O que ocorre nas universidades é ambivalente. Por um lado, elas se beneficiam do auge das ciências sociais e da extensão da matrícula; por outro, a autonomia fica debilitada frente a um poder político que, no caso, não deixa de intervir nos locais de estudo.11 Silvia Sigal, Intelectuales y poder en la década del sesenta, Buenos Aires, Puntosur, 1991, p. 193.
  • Nesta obra, Sigal reconhece a onda do terceiro-mundismo que percorreu a Argentina nos anos sesenta e que alcançou um "estado de horror nas publicações intelectuais. O progressismo argentino nunca tinha estado fechado ao exterior, porém, antes de 1960, seu interesse era voltado particularmente a episódios ligados à dominação norteamericana na América Latina. Agora, por sua vez, estão atentos a movimentos nacionalistas ou revolucionários em países que eran, até então, praticamente desconhecidos para os argentinos" (p. 193).12 Sobre intelectuais e ciências sociais na Argentina do período: Oscar Terán, Nuestros años sesentas, Buenos Aires, Puntosur, 1991;
  • Silvia Sigal, op cit.; Beatriz Sarlo, La batalla de las ideas (1943-1973), Buenos Aires, Emecé, 2007;
  • Bibiana G. García, Las ciencias sociales y el pensamiento crítico: ideas, prácticas e instituciones en el campo de la sociología latinoamericana de Brasil y Argentina, Documento CLACSO-Argentina, 2007;
  • José Luis de Diego, "Los intelectuales y la izquierda en la Argentina (1955-1975)", In: Carlos Altamirano (ed.), Historia de los intelectuales en América Latina II: Los avatares de la "ciudad letrada" en el siglo XX, Buenos Aires, Katz, 2010, p. 395-416;
  • Pablo Ponza, "Comprometidos, orgánicos y expertos: intelectuales, marxismo y ciencias sociales en Argentina (1955-1973)", A Contra corriente, vol. 5, n. 2, 2008, p. 74-98;
  • Ana María Barletta y María Laura Lenci, "Politización de las Ciencias Sociales en la Argentina. Incidencia de la revista Antropología 3er. Mundo 1868-1973", Sociohistórica, n. 8, La Plata, 2001, p. 177-199;
  • Anabela Ghilini, "Sociología y liberación nacional: la experiencia del grupo universitario de las 'Cátedras Nacionales'", Question, vol. 1, n. 29, La Plata, 2011, p. 1-14.
  • 13 Arturo Frondizi, La lucha antiimperialista: etapa fundamental del proceso democrático en América Latina, Buenos Aires, Debate, 1955, p. 70.
  • 14 Abraham Guillén, La agonía del imperialismo, vols. 1 y 2, Buenos Aires, Sophos, 1956-1957.
  • 15 Juan José Hernández Arregui, La formación de la conciencia nacional (1930-1960), Buenos Aires, Hachea, 1960, p. 450.
  • 16 Ezequiel Martínez Estrada, Diferencias y semejanzas entre los países de la América Latina, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1990 (1962).
  • 17 Rodolfo Puiggrós, Integración de América Latina, Buenos Aires, Jorge Álvarez Editor, 1965, p. 80.
  • 18Idem, Ibidem, p. 16. De Faría aboga por la integración regional como primer paso de la unión global del Tercer Mundo.19 Sergio Bagú, Argentina en el mundo, Buenos Aires, FCE, 1961, p. 175.
  • 20 Logia ANAEL, La razón del Tercer Mundo, Buenos Aires, 1964.21 Héctor Schmucler, "Problemas del Tercer Mundo", Pasado y Presente, n. 4, Córdoba, 1964.
  • 22 "Nuestra misión y su alcance", La voz del Tercer Mundo, n. 1, Buenos Aires, 1965, p. 1.
  • 23 Octavio Getino y Fernando Solanas, "Hacia un tercer cine. Apuntes y experiencias para el desarrollo de un cine de liberación en el Tercer Mundo", Hojas de cine: testimonios y documentos del nuevo cine latinoamericano, México, UAM, 1988 (1969), p. 33-34.
  • 24 Em Gabriel Seisdedos, Hasta los oídos de Dios: la historia de los Sacerdotes del Tercer Mundo, Buenos Aires, San Pablo, 1999, p. 84.
  • 25 Oscar Calvo, Dinámica grupal para el Tercer Mundo, Buenos Aires, Ediciones Paulinas, 1973, p. 21.
  • 26 Logia ANAEL, La razón del Tercer Mundo, Buenos Aires, 1964.27 Governador de São Paulo e candidato à presidência.28 Ver Ernesto Milá, La vertiente ocultista del peronismo. La Logia Anael, Disponible en: <http://infokrisis.blogia.com>, Acceso en 22 de septiembre de 2012.
  • 29 Logia ANAEL, El Tercer Mundo en acción. La estructura latinoamericana, Buenos Aires, 1965, p. 8.30 Julio César Urién, El camino del hombre: La liberación del Tercer Mundo, Buenos Aires, ANAEL, 1973, p. 402.
  • 31 Podemos mencionar outros conflitos não tradicionais. Marcos Aguinis fez uma exploração original em La cuestión judía vista desde el Tercer Mundo, Buenos Aires, Librería Superior, 1974. Também, ainda que anos mais tarde, Alcira Argumedo se referiu, a partir de uma perspectiva terceiro-mundista, ao problema tecnológico e, mais precisamente, às comunicações em Los laberintos de la crisis. América Latina: poder transnacional y comunicaciones (1984), citado por Susana Barbosa, "Sobre la dependencia tecnológica: Alcira Argumedo", Juan Carlos Agulla, Ideologías políticas y ciencias sociales, Buenos Aires, Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, 1996.
  • 32 Sobre o problema, podemos considerar o terceiro-mundismo argentino como uma idelogia, e dedicou outro trabalho, , "La ideología del Tercer Mundo en Argentina. 1961-1977", Inédito.33 Finalmente, a Revista Tercer Mundo surgiu em 1974, ainda que com um padrão mais de divulgação do que de declaração. Somente os primeiros números foram editados na Argentina. A partir de 1976 seu diretor, Pablo Piacentini, exilou-se no México, de onde continuou a produzir a revista, rebatizada de Cuadernos del Tercer Mundo.34 Observam-se os nomes de Roberto Cossa, Ricardo Piglia, David e Ismael Viñas, Roberto Walsh, Francisco Urondo, Raúl Sciarreta, León Rozitchner, Jorge y Andrés Rivera e Juan Carlos Portantiero.35 "Editorial", Revista Problemas del Tercer Mundo, n. 1, Buenos Aires, 1968, p. 3.36 "Por qué Tercer Mundo", Revista Problemas del Tercer Mundo, n. 2, Buenos Aires, 1968, p. 83.37Idem, Ibidem, p. 84.38 "La idea de la revista Antropología 3er mundo", Antropología 3er mundo, n. 2, Buenos Aires, 1969, p. 2. 39 Roberto Carri, "El formalismo en las ciencias sociales (2ª parte)", Antropología 3er Mundo, n. 2, Buenos Aires, 1969, p. 63.
  • 40 Gonzalo Horacio Cárdenas, "La sociología neocolonialista en la Argentina", Ciencias sociales: ideología y realidad nacional, selección de Rosalía Cortés, Buenos Aires, Editorial Tiempo Contemporáneo, 1970, p. 140.
  • 41 Carlos Mastrorilli y Fernando Álvarez, Marcuse, Sartre, Nizan, Gorz y el Tercer Mundo, Buenos Aires, Carlos Pérez Editor, 1969, p. 22.
  • 42 Este novo paradigma não foi invenção exclusiva da Argentina, mas também se desenvolveu em outros espaços, destacando a figura do colombiano Orlando Fals Borda, que identificava uma reversão na transmissão geral do conhecimento: agora seria o Sul a ensinar o Norte o caminho epistemológico. Seguindo esta linha, o argentino Pedro Negre Rigol apostava em uma sociología de libertação: "A sociologia da mudança no Terceiro Mundo desemboca, por fim, na teoria da revolução, que implica no desenvolvimento e na libertação [...] A teoria ou teorias revolucionárias não são formuladas no abstrato [...] Debe-se buscar sua formulação em um nível mais concreto, com uma série de perguntas de tipo analítico: quem são os sujeitos da revolução? Quais são os obstáculos? Que condições existem? Como acontece o trânsito ideológico da libertação nacional e da libertação da América Latina, do Terceiro Mundo e do mundo?" Sociología del Tercer Mundo, Buenos Aires, Paidós, 1975, p. 133-134.             43 A teoria da dependência foi bem aceita na Argentina, e mesmo que não tenha producido criadores muito relevantes, conseguiu posicionar o dependentismo na linguagem cotidiana. Com o terceiro-mundismo, teve relações estreitas e quase nunca contraditórias, ainda que seja importante apontar que o dependentismo teve um caráter mais teórico, enquanto o terceiro-mundismo fazia uma aplicação mais direta de seus planejamentos com a realidade histórica e contingente dos continentes periféricos.44 Liberacionismo e terceiro-mundismo em geral fizeram uma grande troca, e perfeitamente era possível apreciar um ou outro. Esta corrente ganhou notável força na Argentina, sobretudo com a filosofía da libertação, que praticamente nascia neste país. O pensamento de Rodolfo Kusch e Enrique Dussel alcançou projeção internacional e, especialmente o último, fez contribuições relevantes ao debate sobre o colonialiso. Ambos, a pesar de não terem consagrado expressamente o Terceiro Mundo, não ficaram imunes à sua influencia, incorporando-o em seus tratados. Como exemplo, Kusch, frente à "saturação ontológica do Ocidente", declarou: "A solução nasce [...] a partir da própria cultura na diluição do ser em medo, da cohabitação com o absoluto, assumindo todo o estar-sendo. Porém, a partir do estar-siendo se deduz também [...] que o acesso ao absoluto se locomoveu ao Terceiro Mundo, onde ficou a possibilidade de uma salvação que solucionasse, ou ao contrario, uma solução que salve" (Esbozo de una antropología filosófica americana, Buenos Aires, Castañeda, 1978, p. 99). No entanto, Dussel, recordando Bartolomé de Las Casas, sustenta que ele "supôs descubrir em pleno século XVI, o pecado que existe há cinco séculos na história universal: o pecado da dominação imperial europeia sobre suas colônias do Terceiro Mundo (América Latina, mundo árabe, África negra, Índia, sudeste asiático, China). O pegado originário da modernidade foi ter ignorado o índio, o africano, o asiático, o "outro" sagrado, tendo-os coisificado como um instrumento dentro do mundo da dominação norte-atlântica" (América latina: dependencia y liberación, Buenos Aires, Fernando García Cambeiro, 1973, p. 194).45 Eduardo Astesano, Nacionalismo histórico o materialismo, Buenos Aires, Pleamar, 1972, p. 206.
  • 46 Amelia Podetti, "Racionalidad, irracionalidad y Tercer Mundo", prólogo a Norberto Wilner, Ser social y Tercer Mundo: elementos para una lógica de lo nacional, Buenos Aires, Galerna, 1969, p. 42.
  • 47 Juan Domingo Perón, La hora de los pueblos, Buenos Aires, Ediciones de la Liberación, 1973, p. 128.
  • 48 Norberto Wilner, "La tercera posición justicialista y el marxismo", Antropología 3er Mundo, n. 9, Buenos Aires, 1972, p. 29.
  • 49 Mariano Grondona, La Argentina en el tiempo y en el mundo, Buenos Aires, Primera Plana, 1967, p. 217.
  • 50 Manuel Tagle, ¿Qué es el Tercer Mundo?, Buenos Aires, Centro de Estudios sobre la Libertad, 1974, p. 11.
  • 51 Carlos Sacheri, La iglesia clandestina, Buenos Aires, Ediciones del Cruzamante, 1971.
  • 52 Juan José Sebrelli, Tercer Mundo, mito burgués, Buenos Aires, Siglo Veinte, 1975, p. 34.
  • 53Idem, Ibidem, p. 32.54Idem, Ibidem.55 Alguns exemplos: Aldo Ferrer, "La crisis del sistema trilateral y América Latina", Estudios Internacionales, n. 42, Santiago, 1978;
  • Cesare Augusto Carazzini, "Primero, Segundo y Tercer Mundo: hacia un nuevo orden económico mundial", Cuadernos de planeamiento, n. 2, Buenos Aires, 1977;
  • Cesare Augusto Carazzini, "Relaciones entre el Primer y el Tercer Mundo: planes para una solución", Cuadernos de planeamiento, n. 1, Buenos Aires, 1976;
  • Eduardo Rabinovich, El nuevo orden económico internacional: una visión del poder en el sistema internacional, Buenos Aires, El Cid, 1984;
  • Guillermo O'Donnell, "El aparato estatal en los países del tercer mundo y su relación con el cambio socioeconómico", Revista Internacional de Ciencias Sociales, n. 4, París, 1980;
  • Roberto Russell y Mónica Hirst, "Democracia y política exterior: los casos de Argentina y Brasil", Estudios Internacionales, n. 80, Santiago, 1987;
  • Roberto Russell y Teresa Carballal, "América Latina: ¿Hacia qué nuevo orden internacional?", Estudios Internacionales, n. 46, Santiago, 1979;
  • Salvador Lozada, "Ubicarnos en el Tercer Mundo y los No Alineados", Realidad Económica, n. 52-53, Buenos Aires, 1983.
  • Anteriormente, mas no mesmo sentido: Carlos Pérez Llana, "América Latina y los países no alineados", Estudios Internacionales, n. 24, Santiago, 1973.
  • 1
    Este artículo es el resultado del Proyecto del Fondo Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (FONDECYT) de Pósdoctorado 3110156.
  • 2
    Hugo Biagini y Arturo Roig (directores),
    El pensamiento alternativo en la Argentina del siglo XX, 2 vols., Buenos Aires, Biblos, 2004-2006.
  • 3
    Arturo Roig, "A manera de prólogo. Hacia una acotación teórico-crítica del pensamiento alternativo como esperanza", In: Hugo Biagini y Arturo Roig (directores),
    El pensamiento alternativo en la Argentina del siglo XX. Tomo II: Obrerismo, vanguardia, justicia social (1930-1960), Buenos Aires, Biblos, 2006, p. 11-12.
  • 4
    Zulma Palermo, "Introducción. Del pensamiento nacional a la opción descolonial: aportes desde el Cono Sur", In: ______. (comp.),
    Pensamiento argentino y opción descolonial, Buenos Aires, Ediciones del Signo, 2010, p. 36. El subrayado es del autor de este artículo.
  • 5
    Véase Germán Alburquerque, "Tercer Mundo y tercermundismo en Brasil: hacia su constitución como sensibilidad hegemónica en el campo cultural brasileño – 1958-1990",
    Estudos Ibero-Americanos, v. 37, n. 2, Porto Alegre, 2011, p. 176-195.
  • 6
    Hugo Chumbita, "Patria y revolución: la corriente nacionalista de izquierda", In: Hugo Biagini y Arturo Roig (directores),
    El pensamiento alternativo en la Argentina del siglo XX, vol. 2, Buenos Aires, Biblos, 2006; Oscar Terán,
    Historia de las ideas en la Argentina: Diez lecciones iniciales, 1810-1980, Buenos Aires, Siglo XXI, 2008.
  • 7
    Oscar Terán, op cit., p. 267.
  • 8
    Para Terán, "así se pasó a disputar el espacio del ensayo de interpretación ontológico-intuicionista dominante desde la década de 1930. Ahora, o bien el estudio de la sociedad debía ser científico como condición de neutralidad, y debía incluir un análisis no valorativo, alejado de toda ideología, incluida la política, o bien debía comprenderse con una fuerte impregnación político-social." – Oscar Terán, op cit., p. 277.
  • 9
    Alejandro Blanco,
    Razón y modernidad: Gino Germani y la sociología en la Argentina, Buenos Aires, Siglo XXI, 2006. Dentro de su amplia obra, Germani se ocupó del Tercer Mundo, algo tangencialmente, en "¿Pertenece América Latina al Tercer Mundo?",
    Aportes, n. 10, Buenos Aires, octubre de 1968.
  • 10
    Lo que ocurre en las universidades es ambivalente. Por un lado, ellas se benefician del auge de las ciencias sociales y de la extensión de la matrícula; por otro, la autonomía se debilita ante un poder político que, llegado el caso, no vacila en intervenir las casas de estudio.
  • 11
    Silvia Sigal,
    Intelectuales y poder en la década del sesenta, Buenos Aires, Puntosur, 1991, p. 193. En esta obra, Sigal hace un reconocimiento a la ola de tercermundismo que recorrió Argentina en los sesenta y que alcanzó un "sitio de honor en las publicaciones intelectuales. El progresismo argentino no había estado nunca cerrado al exterior pero, antes de 1960, su interés era atraído particularmente por episodios ligados a la dominación norteamericana en América Latina. Ahora, en cambio, están atentos a movimientos nacionalistas o revolucionarios en países del planeta que habían sido, hasta esos tiempos, prácticamente desconocidos para los argentinos" (p. 193).
  • 12
    Sobre intelectuales y ciencias sociales en la Argentina del periodo: Oscar Terán,
    Nuestros años sesentas, Buenos Aires, Puntosur, 1991; Silvia Sigal, op cit.; Beatriz Sarlo,
    La batalla de las ideas (1943-1973), Buenos Aires, Emecé, 2007; Bibiana G. García,
    Las ciencias sociales y el pensamiento crítico: ideas, prácticas e instituciones en el campo de la sociología latinoamericana de Brasil y Argentina, Documento CLACSO-Argentina, 2007; José Luis de Diego, "Los intelectuales y la izquierda en la Argentina (1955-1975)", In: Carlos Altamirano (ed.),
    Historia de los intelectuales en América Latina II: Los avatares de la "ciudad letrada" en el siglo XX, Buenos Aires, Katz, 2010, p. 395-416; Pablo Ponza, "Comprometidos, orgánicos y expertos: intelectuales, marxismo y ciencias sociales en Argentina (1955-1973)",
    A Contra corriente, vol. 5, n. 2, 2008, p. 74-98; Ana María Barletta y María Laura Lenci, "Politización de las Ciencias Sociales en la Argentina. Incidencia de la revista Antropología 3er. Mundo 1868-1973",
    Sociohistórica, n. 8, La Plata, 2001, p. 177-199; Anabela Ghilini, "Sociología y liberación nacional: la experiencia del grupo universitario de las 'Cátedras Nacionales'",
    Question, vol. 1, n. 29, La Plata, 2011, p. 1-14.
  • 13
    Arturo Frondizi,
    La lucha antiimperialista: etapa fundamental del proceso democrático en América Latina, Buenos Aires, Debate, 1955, p. 70.
  • 14
    Abraham Guillén,
    La agonía del imperialismo, vols. 1 y 2, Buenos Aires, Sophos, 1956-1957.
  • 15
    Juan José Hernández Arregui,
    La formación de la conciencia nacional (1930-1960), Buenos Aires, Hachea, 1960, p. 450.
  • 16
    Ezequiel Martínez Estrada,
    Diferencias y semejanzas entre los países de la América Latina, Caracas, Biblioteca Ayacucho, 1990 (1962).
  • 17
    Rodolfo Puiggrós,
    Integración de América Latina, Buenos Aires, Jorge Álvarez Editor, 1965, p. 80.
  • 18
    Idem, Ibidem, p. 16. De Faría aboga por la integración regional como primer paso de la unión global del Tercer Mundo.
  • 19
    Sergio Bagú,
    Argentina en el mundo, Buenos Aires, FCE, 1961, p. 175.
  • 20
    Logia ANAEL,
    La razón del Tercer Mundo, Buenos Aires, 1964.
  • 21
    Héctor Schmucler, "Problemas del Tercer Mundo",
    Pasado y Presente, n. 4, Córdoba, 1964.
  • 22
    "Nuestra misión y su alcance",
    La voz del Tercer Mundo, n. 1, Buenos Aires, 1965, p. 1.
  • 23
    Octavio Getino y Fernando Solanas, "Hacia un tercer cine. Apuntes y experiencias para el desarrollo de un cine de liberación en el Tercer Mundo",
    Hojas de cine: testimonios y documentos del nuevo cine latinoamericano, México, UAM, 1988 (1969), p. 33-34.
  • 24
    En Gabriel Seisdedos,
    Hasta los oídos de Dios: la historia de los Sacerdotes del Tercer Mundo, Buenos Aires, San Pablo, 1999, p. 84.
  • 25
    Oscar Calvo,
    Dinámica grupal para el Tercer Mundo, Buenos Aires, Ediciones Paulinas, 1973, p. 21.
  • 26
    Logia ANAEL,
    La razón del Tercer Mundo, Buenos Aires, 1964.
  • 27
    Gobernador de São Paulo y candidato presidencial.
  • 28
    Véase Ernesto Milá,
    La vertiente ocultista del peronismo. La Logia Anael, Disponible en: <
    http://infokrisis.blogia.com>, Acceso en 22 de septiembre de 2012.
  • 29
    Logia ANAEL,
    El Tercer Mundo en acción. La estructura latinoamericana, Buenos Aires, 1965, p. 8.
  • 30
    Julio César Urién,
    El camino del hombre: La liberación del Tercer Mundo, Buenos Aires, ANAEL, 1973, p. 402.
  • 31
    Podemos mencionar otros brotes no tradicionales. Marcos Aguinis entregó una exploración original en
    La cuestión judía vista desde el Tercer Mundo, Buenos Aires, Librería Superior, 1974. También, aunque años más tarde, Alcira Argumedo se refirió, desde una perspectiva tercermundista, al problema tecnológico y más precisamente al de las comunicaciones en
    Los laberintos de la crisis. América Latina: poder transnacional y comunicaciones (1984), citado por Susana Barbosa, "Sobre la dependencia tecnológica: Alcira Argumedo", Juan Carlos Agulla,
    Ideologías políticas y ciencias sociales, Buenos Aires, Academia Nacional de Ciencias de Buenos Aires, 1996.
  • 32
    Acerca del problema de si podemos considerar el tercermundismo argentino como una ideología, he dedicado otro trabajo, "La ideología del Tercer Mundo en Argentina. 1961-1977", Inédito.
  • 33
    Finalmente, la
    Revista Tercer Mundo apareció en 1974, aunque con un sello más divulgativo que declarativo. Solo los primeros números se editaron en Argentina. Desde 1976 su director, Pablo Piacentini, se exilió en México, donde prosiguió con la revista, rebautizada como
    Cuadernos del Tercer Mundo.
  • 34
    Se anotan los nombres de Roberto Cossa, Ricardo Piglia, David e Ismael Viñas, Roberto Walsh, Francisco Urondo, Raúl Sciarreta, León Rozitchner, Jorge y Andrés Rivera y Juan Carlos Portantiero.
  • 35
    "Editorial",
    Revista Problemas del Tercer Mundo, n. 1, Buenos Aires, 1968, p. 3.
  • 36
    "Por qué Tercer Mundo",
    Revista Problemas del Tercer Mundo, n. 2, Buenos Aires, 1968, p. 83.
  • 37
    Idem, Ibidem, p. 84.
  • 38
    "La idea de la revista Antropología 3er mundo",
    Antropología 3er mundo, n. 2, Buenos Aires, 1969, p. 2.
  • 39
    Roberto Carri, "El formalismo en las ciencias sociales (2ª parte)",
    Antropología 3er Mundo, n. 2, Buenos Aires, 1969, p. 63.
  • 40
    Gonzalo Horacio Cárdenas, "La sociología neocolonialista en la Argentina",
    Ciencias sociales: ideología y realidad nacional, selección de Rosalía Cortés, Buenos Aires, Editorial Tiempo Contemporáneo, 1970, p. 140.
  • 41
    Carlos Mastrorilli y Fernando Álvarez,
    Marcuse, Sartre, Nizan, Gorz y el Tercer Mundo, Buenos Aires, Carlos Pérez Editor, 1969, p. 22.
  • 42
    Este nuevo paradigma no fue invención exclusiva de Argentina, sino que se desarrolló también en otros espacios, destacando la figura del colombiano Orlando Fals Borda, quien identificaba una reversión en la transmisión general del conocimiento: ahora sería el Sur quien enseñaría al Norte el camino epistemológico. Siguiendo esta línea, el argentino Pedro Negre Rigol apostaba por una sociología de liberación: "La sociología del cambio en el Tercer Mundo desemboca por fin en la teoría de la revolución que implica a la vez desarrollo y liberación [...] La teoría o teorías revolucionarias no se pueden formular en abstracto [...] Se debe buscar su formulación en un nivel más concreto, con una serie de preguntas de tipo analítico: ¿Quiénes son los sujetos de la revolución?, ¿cuáles son los obstáculos, ¿qué condiciones existen?, ¿cómo se realiza el tránsito ideológico de la liberación nacional a la liberación de América latina, de la del Tercer Mundo a la del mundo?" –
    Sociología del Tercer Mundo, Buenos Aires, Paidós, 1975, p. 133-134.
  • 43
    La teoría de la dependencia tuvo una gran acogida en Argentina y, aunque no aportó con cultores demasiado relevantes, logró posicionar el dependentismo en el lenguaje cotidiano. Con el tercermundismo, tuvo relaciones estrechas y casi nunca contradictorias, aunque debe señalarse que el dependentismo tuvo un carácter más teórico, mientras que el tercermundismo hacía una aplicación más directa de sus planteamientos con la realidad histórica y contingente de los continentes periféricos.
  • 44
    Liberacionismo y tercermundismo tuvieron por lo general un rico intercambio, y perfectamente se podía ser tanto lo uno como lo otro. Esta corriente tomó una notable fuerza en Argentina, sobre todo con la filosofía de la liberación que prácticamente nace en este país. El pensamiento de Rodolfo Kusch y Enrique Dussel alcanzó proyección internacional y, en especial este último, hizo aportes relevantes al debate sobre el colonialismo. Ambos, pese a que no se consagraron expresamente al Tercer Mundo, no estuvieron inmunes a su influjo, incorporándolo en sus tratados. A manera de ejemplo, Kusch ante la "saturación ontológica de Occidente", declaró: "La solución brota [...] a partir de la propia cultura, en la dilución del ser en medio de la cohabitación con lo absoluto, asumiendo todo el
    estar-siendo. Pero desde el estar-siendo se infiere también [...] que el acceso a lo absoluto se ha desplazado al Tercer Mundo, donde ha quedado la posibilidad de una salvación que solucione, o si se quiere a la inversa, una solución que salve" (
    Esbozo de una antropología filosófica americana, Buenos Aires, Castañeda, 1978, p. 99). En tanto, Dussel, recordando a Bartolomé de Las Casas, sostiene que éste "supo descubrir en pleno siglo XVI el pecado que tiñe ya cinco siglos de historia universal: el pecado de la dominación imperial europea sobre sus colonias del Tercer Mundo (América Latina, mundo árabe, África negra, India, sudeste asiático, China). El pecado originario de la modernidad fue el haber ignorado en el indio, en el africano, en el asiático 'el Otro' sagrado, y el haberlo cosificado como un instrumento dentro del mundo de la dominación nordatlántica" (
    América latina: dependencia y liberación, Buenos Aires, Fernando García Cambeiro, 1973, p. 194).
  • 45
    Eduardo Astesano,
    Nacionalismo histórico o materialismo, Buenos Aires, Pleamar, 1972, p. 206.
  • 46
    Amelia Podetti, "Racionalidad, irracionalidad y Tercer Mundo", prólogo a Norberto Wilner,
    Ser social y Tercer Mundo: elementos para una lógica de lo nacional, Buenos Aires, Galerna, 1969, p. 42.
  • 47
    Juan Domingo Perón,
    La hora de los pueblos, Buenos Aires, Ediciones de la Liberación, 1973, p. 128.
  • 48
    Norberto Wilner, "La tercera posición justicialista y el marxismo",
    Antropología 3er Mundo, n. 9, Buenos Aires, 1972, p. 29.
  • 49
    Mariano Grondona,
    La Argentina en el tiempo y en el mundo, Buenos Aires, Primera Plana, 1967, p. 217.
  • 50
    Manuel Tagle,
    ¿Qué es el Tercer Mundo?, Buenos Aires, Centro de Estudios sobre la Libertad, 1974, p. 11.
  • 51
    Carlos Sacheri,
    La iglesia clandestina, Buenos Aires, Ediciones del Cruzamante, 1971.
  • 52
    Juan José Sebrelli,
    Tercer Mundo, mito burgués, Buenos Aires, Siglo Veinte, 1975, p. 34.
  • 53
    Idem, Ibidem, p. 32.
  • 54
    Idem, Ibidem.
  • 55
    Algunos ejemplos: Aldo Ferrer, "La crisis del sistema trilateral y América Latina",
    Estudios Internacionales, n. 42, Santiago, 1978; Cesare Augusto Carazzini, "Primero, Segundo y Tercer Mundo: hacia un nuevo orden económico mundial",
    Cuadernos de planeamiento, n. 2, Buenos Aires, 1977; Cesare Augusto Carazzini, "Relaciones entre el Primer y el Tercer Mundo: planes para una solución",
    Cuadernos de planeamiento, n. 1, Buenos Aires, 1976; Eduardo Rabinovich,
    El nuevo orden económico internacional: una visión del poder en el sistema internacional, Buenos Aires, El Cid, 1984; Guillermo O'Donnell, "El aparato estatal en los países del tercer mundo y su relación con el cambio socioeconómico",
    Revista Internacional de Ciencias Sociales, n. 4, París, 1980; Roberto Russell y Mónica Hirst, "Democracia y política exterior: los casos de Argentina y Brasil",
    Estudios Internacionales, n. 80, Santiago, 1987; Roberto Russell y Teresa Carballal, "América Latina: ¿Hacia qué nuevo orden internacional?",
    Estudios Internacionales, n. 46, Santiago, 1979; Salvador Lozada, "Ubicarnos en el Tercer Mundo y los No Alineados",
    Realidad Económica, n. 52-53, Buenos Aires, 1983. Anteriormente, pero en el mismo sentido: Carlos Pérez Llana, "América Latina y los países no alineados",
    Estudios Internacionales, n. 24, Santiago, 1973.
  • Fechas de Publicación

    • Publicación en esta colección
      23 Ene 2014
    • Fecha del número
      Dic 2013

    Histórico

    • Recibido
      12 Ene 2013
    • Acepto
      25 Mar 2013
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