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EÇA DE QUEIRÓS Y LA CENSURA FRANQUISTA: OBRAS INMORTALES (EDAF, 1962)

Resumen

En el presente estudio se aborda un capítulo significativo en la evolución de las traducciones españolas de Eça de Queirós a lo largo de la dictadura de Franco. Hay que destacar, a este respecto, que el extraordinario novelista fue el autor portugués de todos los tiempos más castigado por la censura en España durante aquella etapa. Se presta atención especial a los avatares del volumen Obras inmortales, organizado por la editorial Edaf en 1962, en el cual se ofrecía a los lectores cinco famosas novelas de Eça de Queirós, varias de ellas traducidas por Ramón M.ª del Valle-Inclán: El crimen del padre Amaro, El primo Basilio, La reliquia, Los Maias y El mandarín. La importancia principal de esta publicación radica en que constituyó un hito histórico, puesto que recogía textos de Eça de Queirós reiteradamente prohibidos hasta entonces. Los factores fundamentales que influyeron en la postura favorable de las autoridades franquistas fueron el carácter lujoso de la edición y la condición indiscutiblemente canónica del narrador luso.

Palabras clave
Eça de Queirós; Traducción Literaria; Censura Franquista; Obras Inmortales ; Edaf; Ramón M.ª del Valle-Inclán

Abstract

This study addresses a significant chapter in the evolution of the Spanish translations of Eça de Queirós throughout the Franco dictatorship. It should be noted, in this regard, that the extraordinary novelist was the Portuguese author of all time most punished by censorship in Spain during that time. Special attention is paid to the vicissitudes of the volume Obras inmortales, organized by the Edaf publishing house in 1962, in which five famous novels by Eça de Queirós were offered to readers, several of them translated by Ramón M. ª del Valle-Inclán: El crimen del padre Amaro, El primo Basilio, La reliquia, Los Maias and El mandarín. The main importance of this publication lies in the fact that it was a historical milestone, since it included texts by Eça de Queirós that had been repeatedly prohibited until then. The fundamental factors that influenced the favorable position of the Francoist authorities were the luxurious nature of the edition and the indisputably canonical condition of the Portuguese narrator.

Keywords
Eça de Queirós; Literary Translation; Franco’s Censorship; Obras Inmortales ; Edaf; Ramón M.ª del Valle-Inclán

Eça de Queirós fue perseguido con particular insistencia en el transcurso de la dictadura de Franco, hasta el extremo de convertirse, sin ninguna clase de duda, en el escritor portugués de cualquier período más perjudicado por el despótico régimen. La censura española tendió a ver en el autor de Os Maias, en numerosas oportunidades, un peligro gravemente pernicioso desde el punto de vista tanto religioso como moral. Además, algunas connotaciones políticas esparcidas por sus textos también se consideraron a menudo subversivas. No es complicado advertir, en ese sentido, una sustancial disparidad entre el franquismo y el salazarismo, a pesar de la vecindad geográfica y la cercanía ideológica de las dos tiranías ibéricas.

En verdad, Eça de Queirós no supuso, por lo regular, una amenaza exageradamente preocupante para los censores portugueses (Rodrigues 69-81Rodrigues, Graça Almeida. Breve história da censura literária em Portugal. Lisboa: Instituto de Cultura e Língua Portuguesa, 1980.; Alvim; Azevedo, A Censura de Salazar, 545-584Alvim, Mª Luísa. Livros Portugueses Proibidos no Regime Fascista: Bibliografia. Braga, 1992.). En esta circunstancia repercutió en medida crucial, con entera seguridad, la posición incontestable que se le confería en el canon artístico luso. Como muestra ilustrativa de esa benevolencia, es adecuado reparar en lo que se expresaba en una nota suscrita por el Director Geral da Censura a propósito del informe del censor de A Missão, de Ferreira de Castro, a mediados de 1957: “Este livro, com o seu realismo imundo, mereceu justos reparos ao Sr. Censor, mas sob este aspecto não é pior do que os de outros corifeus da escola realista e neo-realista, como alguns de Abel Botelho, de Eça, etc., que por aí circulam, até em edição popular, patrocinada pelo Estado” (Azevedo, Mutiladas e Proibidas, 75Azevedo, Cândido de. Mutiladas e Proibidas. Para a história da censura literária em Portugal nos tempos do Estado Novo. Lisboa: Editorial Caminho, 1997.).

Otra prueba patente del trato condescendiente otorgado a Eça de Queirós podría ser el informe del censor que supervisó la colección de crónicas O Novo Conde de Abranhos, del escritor y periodista Artur Portela Filho, en 1971. En el documento mencionado, no se hace costoso observar otra vez el puesto de privilegio conquistado por Eça de Queirós en la historia literaria portuguesa: “Apresenta-se este livro como uma espécie de continuação, de sequência da obra de Eça de Queiroz O Conde Abranhos. Mas não tendo o autor a qualificação de Eça, a sua crítica política e social é, sob todos os pontos de vista, duma inferioridade manifesta e censurável, sem as qualidades que caracterizam a obra de Eça” (Azevedo, Mutiladas e Proibidas, 78Azevedo, Cândido de. Mutiladas e Proibidas. Para a história da censura literária em Portugal nos tempos do Estado Novo. Lisboa: Editorial Caminho, 1997.).

En contraposición a lo sucedido al otro lado de la frontera, la situación en España fue radicalmente distinta, y más si se tiene en cuenta que Eça de Queirós gozaba aquí de amplio renombre. Es forzoso resaltar que Eça de Queirós había alcanzado durante las tres primeras décadas del siglo XX, hasta el estallido de la Guerra Civil, en 1936, una popularidad bastante elevada. A principios de los años 20, el crítico literario Enrique Díez Canedo afirmaba sin vacilar que Eça de Queirós representaba, para el público literario español, “casi un escritor nacional” (Díez Canedo 160Díez Canedo, Enrique. “Eça de Queiroz”. Conversaciones literarias (1915-1920). Madrid: Editorial América, 1921, pp. 160-163.). Y sin demora añadía: “Sus libros fundamentales, traducidos todos, han dado a conocer al gran humorista lusitano a cuantos no pueden o no se deciden a leerle en su propia lengua”. La escritora y periodista Carmen de Burgos, por su parte, aseveraba fervorosamente, en la misma altura, que “una de las admiraciones que subsisten, cuando llega la época en que se empieza a dejar de admirar, es la que inspira Eça de Queiroz” (Burgos 5Burgos, Carmen de. “Eça de Queiroz”. Traducción de Andrés González-Blanco. Cartas de Inglaterra, Queirós, Eça de. Madrid: Biblioteca Nueva, 1921, pp. 5-74.).

Más aún, el novelista Wenceslao Fernández Flórez, traductor de Eça de Queirós durante su juventud, delineaba este balance inmejorable a mediados de los años 40 sobre la inmensa fama cosechada por el narrador en el espacio español: “Entonces ocurrió un fenómeno asombroso: el nombre de Eça de Queirós se difundió, se extendió, se incorporó al conocimiento popular, e innumerables lectores españoles lo colocaron entre los de sus primeras y más queridas preferencias” (Fernández Flórez 245Fernández Flórez, Wenceslao. “Eça de Queirós, traducido. VV. AA. Eça de Queirós no centenário do seu nascimento. Lisboa: SNI, 1950, pp. 243-248.). Años antes, Andrés González-Blanco, traductor queirosiano del mismo modo, ya había testimoniado con entusiasmo que poseía “este genial humorista devotos e idólatras como pocos autores peninsulares los han tenido” (González-Blanco 8González Blanco, Andrés. “Prólogo”. La decadencia de la risa, Queiroz, Eça de. Madrid: Biblioteca Nueva, 1917, pp. 5-10. Traducción y prólogo de Andrés González-Blanco.).

Tras el desenlace de la Guerra Civil, en 1939, Eça de Queirós pasó abruptamente a contar, por desgracia, con una difusión bastante más restringida como consecuencia de la acción represiva ejercida por el franquismo. Así se desprende del hecho de que las ediciones de sus libros se continuasen prodigando por entonces en varios países hispanoamericanos, como Argentina y México, a diferencia de lo que pasaba en España. Y lo mismo se comprueba, empíricamente, a partir de la consulta de los expedientes de censura relativos a sus obras, conservados todavía hoy en los fondos oficiales que custodia el Archivo General de la Administración, en Alcalá de Henares.

Es pertinente indicar que António Eça de Queirós, hijo del novelista, no pudo evitar el hostigamiento del franquismo a la producción de su progenitor. Con un papel relevante en el SNI (Secretariado Nacional de Informação, Cultura Popular e Turismo), ente decisivo para el funcionamiento de la censura en el Estado Novo salazarista, pronunció una conferencia, el 28 de febrero de 1947, en el Ateneo de Madrid, que estaba presidido por Pedro Rocamora Valls, dirigente de la censura española, en la cual intentaba transmitir una imagen propicia de la literatura de Eça de Queirós. En tal tarea, seguía con claridad la estela de António Ferro, cabeza visible del SNI, quien un año antes había pretendido apropiarse del escritor, con motivo de su centenario (Torgal y Homem 1453Torgal, Luis Reis y Homem, Amadeu de Carvalho. “Ideologia salazarista e ‘cultura popular’ –análise da biblioteca de uma casa do povo”. Análise Social, XVIII, 72-73-74 (1982): 1427-1464.), sobre la base de este mensaje central: “Não! Eça de Queirós não foi político, nem conservador, nem avançado, mas sim grande artista, um grande escritor portugués” (Ferro 17Ferro, António. Eça de Queiroz e o Centenário do seu Nascimento. Lisboa: Edições SIN, 1949.). António Eça de Queirós sintetizaba en estos términos la aspiración pareja de su conferencia:

Responderé que vengo a contaros la historia simple de un gran hombre sin historia, a cumplir una misión que era necesaria y a hacer obra de justicia, contestando con el léxico de la verdad –a la que él tanto amó– a cuanto la fantasía y liviandad de críticos-biógrafos arrastró, poco a poco, dentro y fuera de Portugal, hacia sendas tortuosas, en las cuales, los que conocen y admiran la obra del novelista, se encuentran con una figura, en múltiples aspectos, deformada; aspectos absolutamente errados y falsos del gran hombre.

(Queirós, 9-10Díez Canedo, Enrique. “Eça de Queiroz”. Conversaciones literarias (1915-1920). Madrid: Editorial América, 1921, pp. 160-163.)

Bajo la sombra del franquismo, probablemente el primer título de Eça de Queirós para el que se recabó permiso, con el fin de que pudiese llegar a las librerías, fue La ilustre casa de Ramírez, en una edición importada de Hispanoamérica, cuya instancia se formalizó el 19 de diciembre de 1941. No tuvo problemas infranqueables, al igual que tampoco hallaron estorbos otras ediciones foráneas de El misterio de la carretera de Cintra, La ciudad y las sierras y El conde de Abraños, todas en el curso de 1946. Ese año, sin embargo, opuesta totalmente resultó la decisión adoptada en lo concerniente a una solicitud para editar El primo Basilio, presentada por la editorial Aguilar, que se rechazó sin remisión.

Esta editorial, en 1947, demandaba autorización para lanzar, dividida en dos tomos, una magna edición de las obras completas de Eça de Queirós en versión de Julio Gómez de la Serna, responsable además de un pormenorizado estudio introductorio. El ambicioso proyecto tropezó con una serie de trabas por parte de la Subsecretaría de Educación Popular, que en su resolución prohibía taxativamente la inclusión de La capital en el segundo volumen. Ya en 1948, no se obstaculizó la importación de la edición de Los Maias publicada por Argos poco antes en Argentina. No obstante, por acuerdo del 13 de noviembre del mismo año, se impedía la entrada de ejemplares de La reliquia estampados en Argentina por la editorial Corinto.

En 1950, la iniciativa de la editorial Aguilar para dar a la luz El mandarín también se proscribió. Al año siguiente, la petición de este sello para una nueva edición de las Obras completas, publicadas en 1948, se veía frustrada completamente por mandato expreso del máximo cargo de la Dirección General de Propaganda, dependiente del Ministerio de Educación Nacional. En 1953, se paralizó análogamente la comercialización de ejemplares de La reliquia impresos en Buenos Aires por la editorial Tor, una de las más pujantes en el ámbito hispanoamericano. Por otra parte, al comienzo de la década de los 60 se volvía a entorpecer de manera inapelable la importación de La capital.

Cabe establecer que se produjo un giro realmente esencial en el acoso de la censura española a Eça de Queirós en 1962, cuando la editorial Edaf tramitó la preceptiva licencia para poner en manos de los lectores, en un tomo conjunto, El crimen del padre Amaro, El primo Basilio, La reliquia, Los Maias y El mandarín. La instancia se registró en las dependencias ministeriales el 26 de noviembre, acompañada de un ejemplar de una edición recientemente impresa en Argentina. El volumen formaba parte de la prestigiosa colección Obras inmortales, reservada a autores insignes de las principales literaturas del mundo. Entre otros muchos nombres, acogió a Cervantes, Shakespeare, Molière, Goethe, Víctor Hugo, Charles Dickens, Oscar Wilde, León Tolstói o Máximo Gorki. La principal relevancia de la edición de Eça de Queirós promovida por Edaf se asienta en que las autoridades, a la hora de inspeccionarla, consintieron sin ningún reparo insalvable la divulgación de textos combatidos con obstinación anteriormente.

Los primeros cimientos de la editorial Edaf habían sido puestos por Antonio Fossatti Calvi, de ascendencia italiana, nacido en Buenos Aires en 1901, quien comenzó a publicar libros en España en torno a 1921. Tras desplazarse a Argentina durante la Guerra Civil, regresó en la inmediata posguerra para dedicarse primordialmente a la distribución de catálogos de aquel país. En 1957, Fossati creó con sus hijos precisamente la empresa Edaf, sigla de la marca Ediciones y Distribuciones Antonio Fossati, utilizada hasta la fecha. La colección Obras inmortales surgió en 1959 primero en Argentina, con sendos volúmenes de Fiódor Dostoyevski y Honoré de Balzac. Muy pronto, gracias a su notable éxito, se expandió a España. La línea editorial estaba orientada hacia libros de formato de lujo, destinados a la venta a crédito, los cuales se hicieron bastante conocidos durante la década de los 60 y la primera mitad de los 70.

Efectivamente, el tomo de Edaf consagrado a Eça de Queirós ofrecía una apariencia cuidada, con tapa dura en símil piel con relieves y dorados, papel biblia, corte dorado superior y caja protectora. Con casi mil cuatrocientas páginas, en la página de los créditos se indicaba que los traductores habían sido Ramón M.ª del Valle-Inclán, en las tres primeras entregas (El crimen del padre Amaro, El primo Basilio y La reliquia), y Augusto Riera en las restantes (Los Maias y El mandarín). En el volumen, se reproducían alrededor de una quincena de ilustraciones a color fuera de texto, que evocaban determinadas escenas de las narraciones, y un retrato de Eça de Queirós. La edición de Edaf se reeditó en 1970 y 1973, lo que avala la excelente aceptación que mereció.

Las cinco obras seleccionadas estaban encabezadas por un preámbulo firmado por el escritor Ramón Ledesma Miranda. De mediano tamaño, se llevaba a cabo en él sobre todo una condensada presentación de los avatares biográficos de Eça de Queirós. El último parágrafo reviste notorio interés, porque corrobora su imagen como escritor ya clásico: “Visto en su conjunto sorprende, en su arte de novelar, la claridad, la lucidez con que circunda y modela las situaciones más complejas, la luz que esparce en los segundos términos, la animación de sus cuadros, la creadora novedad de sus conexiones imaginativas…” (Ledesma Miranda, XXXIII-XXXIVLedesma Miranda, Ramón: “José Maria Eça de Queiroz”. Obras inmortales: El crimen del padre Amaro, El primo Basilio, La reliquia, Los Maias, El mandarín, Queiroz, Eça de. Madrid/Buenos Aires: Edaf, 1962, pp. XIII-XXXIV.). Sin pausa se agregaba: “Aún están frescas, después de un siglo, todas sus soberbias máscaras. Y no hay en el más circunstancial de sus escritos ni una sombra de caducidad”.

Más que de retraducciones en sí –es decir, nuevas versiones en español de estas obras de Eça de QueirósQueirós, António Eça de. “Evocación filial de Eça de Queiroz”. Revista Nacional de Educación, 70 (1947): 9-28.–, lo cierto es que habría que calificar los productos albergados en el tomo de Edaf de reediciones. De tal modo, las tres primeras novelas figuraban de acuerdo con la labor desarrollada por Valle-Inclán a principios del siglo XX. He aquí las referencias originales: La reliquia, Barcelona – Buenos Aires – México, Casa Editorial Maucci – Maucci Hermanos, 1902; El primo Basilio, Barcelona – Buenos Aires, Casa Editorial Maucci – Maucci Hermanos, 1904, 2 tomos; y El crimen del padre Amaro, Barcelona, Casa Editorial Maucci, sin fecha, 2 tomos. Las dos últimas novelas, trasplantadas por Riera, disponían de estas ediciones previas: Los Maias. Episodios de la vida romántica, Barcelona – Buenos Aires, Casa Editorial Maucci – Maucci Hermanos, 1904, 3 tomos; y El mandarín, Barcelona, Casa Editorial Maucci, sin fecha.

Como se comprueba sin dificultad, todas las traducciones habían sido alentadas por Maucci. Esta editorial se hizo cargo de dos libros más de Eça de Queirós: La ciudad y las sierras, Barcelona – Buenos Aires – México, Casa Editorial Maucci, 1903, en versión de Eduardo Marquina; y Epistolario de Fradique Mendes, Barcelona, Casa Editorial Maucci, sin fecha, por Juan José Morato. Se necesita puntualizar que en las versiones de Riera no aparecía su nombre en ningún lugar, al contrario de las de Valle-Inclán, si bien existen evidencias fehacientes de la vinculación estable que aquel mantenía con Maucci. En el umbral de la centuria, ya asomaba como traductor de estos libros para la editorial: Fecundidad, de Émile Zola; La carroza di tutti / Una novela en tranvía, de Edmundo de Amicis; Resurrección, de León Tolstói; y El inocente, de Gabriele d’Annunzio.

En cuanto a las versiones de Valle-Inclán, un somero ejercicio de comparación entre las primeras ediciones y el volumen de Edaf conduce a verificar que no fueron corregidas, sino tan solo revisadas superficialmente. Se practicó sin más, conforme se constata con rapidez, una actualización de orden ortográfico, aparte de que se intercalaron modificaciones esporádicas y se corrigieron erratas manifiestas. El aspecto de mayor relieve es que se prescindió de una “Nota del traductor” que sobresalía en la versión primigenia, donde llama la atención poderosamente este parágrafo final: “La presente traducción está hecha teniendo a la vista la última edición portuguesa y la traducción francesa revisada por el autor” (Valle-InclánValle-Inclán, Ramón M.ª. “Nota del traductor”. La reliquia. Barcelona/Buenos Aires/México: Casa Editorial Maucci – Maucci Hermanos, 1902.).

Conviene introducir una acotación, aunque sea sucinta, en lo referente a estas versiones de Valle-Inclán, primer traductor queirosiano de origen gallego dentro de una apreciable nómina con esta característica (BorobóBorobó. “Los traductores de Eça de Queiroz”. La Noche, 18-III-1946.; Dasilva 62Dasilva, Xosé Manuel. “A presença de Eça de Queirós no sistema literário galego”. Actas do Congresso de Estudos Queirosianos - IV Encontro Internacional de Queirosianos, vol. II. Coimbra: Livraria Almedina, 2002, pp. 885-908.). No muy atendidas de forma específica en comparación con la ingente cifra de estudios sobre el excelso autor (Serrano Alonso y Juan Bolufer 152Serrano Alonso, Javier; Juan Bolufer, Amparo de. Bibliografía general de Ramón del Valle-Inclán. Santiago de Compostela: Universidad de Santiago de Compostela, 1995.; Álvarez Ruiz de Ojeda 38Álvarez Ruiz de Ojeda, Victoria. “Valle-Inclán, traductor de Eça de Queiróz ou un aspecto do ‘galeguismo’ de Valle-Inclán”. Grial, 223 (2019): 38-41.), hay que resaltar, en cualquier caso, algunas aproximaciones de indudable atractivo (ClementeClemente, Alice. “Valle-Inclán, translator”. Ramón María del Valle-Inclán. An Appraisal of His Life and Works, Zahareas, Anthony (Ed.). New York: Las Américas, 1968, pp. 241-247.; ClarkeClarke, Shirley. “A Study of Valle-Inclán’s Translations of Three Novels by Eça de Queiroz”. Hispanic Studies in Honor of Joseph Manson, Atkinson, Dorothy M. y Clarke, Anthony H. (Eds.). Oxford: Dolphin, 1972, pp. 65-83.; Losada SolerLosada Soler, Elena. “Eça de Queirós a través de Valle-Inclán: el problema de las traducciones”. Queirosiana, 2, (1992): 61-76., “Eça de Queirós a través de Valle-Inclán”; Losada SolerLosada Soler, Elena. “La (mala) fortuna de Eça de Queiroz en España: las traducciones de Valle-Inclán”. La traducción en la Edad de Plata, Pegenaute, Luis (Ed.). Barcelona: PPU, 2001, pp. 171-186., “La (mala) fortuna de Eça de Queirós en España”; Núñez SabarísNúñez Sabarís, Xaquín. “La recepción de Eça de Queirós en Valle-Inclán: las traducciones”. Queirosiana. Estudos sobre Eça de Queirós e a Sua Geração, 18-19-20, 2011, pp. 19-28.). Tempranamente, Julio Casares, en su colectánea de ensayos Crítica profana (Valle-Inclán, Azorín, Ricardo LeónValle-Inclán, Ramón M.ª. “Nota del traductor”. La reliquia. Barcelona/Buenos Aires/México: Casa Editorial Maucci – Maucci Hermanos, 1902.), cuya primera edición data de no muchos años después de las traducciones valleinclanescas, señaló su nivel insatisfactorio (Casares, 60-63Casares, Julio. Crítica profana (Valle-Inclán, Azorín, Ricardo León), Madrid: Espasa-Calpe, 1944.). Más tarde, Wenceslao Fernández Flórez, por fuentes mayormente orales, y Julio Gómez de la Serna, por impresiones subjetivas, pusieron en entredicho la auténtica paternidad de las mismas (Fernández Flórez, 245-246Fernández Flórez, Wenceslao. “Eça de Queirós, traducido. VV. AA. Eça de Queirós no centenário do seu nascimento. Lisboa: SNI, 1950, pp. 243-248., Gómez de la Serna, 220Gómez de la Serna, Julio. “Prefacio”. Obras completas, Queiroz, Eça de. t. I. Madrid: M. Aguilar Editor, 1948, pp. 9-224. Recopilación, traducción, prefacio, acotaciones marginales y notas explicativas de Julio Gómez de la Serna.), pese a que el propio traductor las había asumido en alguna ocasión poco antes de fallecer (Bergua, 8-9Bergua, Juan B. “El porqué de este libro”. Flores de almendro, Valle-Inclán, Ramón M.ª. Madrid: Librería Bergua, 1936, pp, 8-9.). Ernesto Guerra da Cal, eminente especialista en Eça de Queirós, llegó a comprometer un estudio para demostrar que estas versiones no pertenecían en puridad a Valle-Inclán, pero lamentablemente no prosperó (Guerra da Cal, 28-77Guerra da Cal, Ernesto. Lengua y estilo de Eça de Queiroz. Apéndice. Bibliografía queirociana sistemática y anotada e iconografía artística del hombre y la obra, tomo 1. Coimbra: Universidade de Coimbra, 1975.).

Importa recordar, sea como fuere, que el jesuita Pablo Ladrón de Guevara, censor religioso, en el repertorio Novelistas malos y nuevos, editado en 1910 y con reediciones corregidas, atacaba sin piedad a Eça de Queirós y, como traductor suyo, a Valle-Inclán:

El primo Basilio (1904, en dos tomos). El traductor no podía menos de ser un tal para cual, como efectivamente lo es D. Ramón del Valle-Inclán, novelista, según consta en su lugar, en alto grado deshonesto y antirreligioso. Grandes pecados deshonestos, de especie distinta, faltando infamemente, con invenciones escandalosas, al debido respeto al sacerdote. Incrédulo, irreligioso, impío, repugnante. […]

El crimen del padre Amaro. Este no es ningún religioso, sino un sacerdote seglar inventado por Eça para causar escándalo. No es otro el fin del novelista y de la novela que el de cubrir de ignominia al clero. Para este malvado propósito no pierde página, mezclando las cosas sagradas, y manchándolo todo con su baba volteriana en descarado e indecente lenguaje, indigno de un portugués, que fueron siempre tipos de nobleza y de valor. A nada respeta este desventurado Eça de Queiroz, amador de escándalos. Tradujo también esta novela Valle-Inclán.

(Ladrón de Guevara, 152-153Ladrón de Guevara, Pablo. Novelistas malos y buenos. Bilbao: El Mensajero del Corazón de Jesús, sin fecha.)

Como ya se anticipó, la virtud capital del volumen de Edaf estriba en que supuso una experiencia poco menos que pionera para brindar obras de Eça de Queirós mal vistas hasta ese momento. No carece de trascendencia que en el expediente de censura se encuentre una hoja suelta, con informaciones relativas a los antecedentes de cada uno de los títulos. Así, se consignaba en primer lugar que nunca se había gestionado ningún requerimiento de índole individual en lo que atañe a El crimen del padre Amaro, tal vez por el temor a que se viese frustrado. Inversamente, en aquellos años se sacaban estas ediciones hispanoamericanas: Buenos Aires, Editorial Sopena Argentina, 1941; Buenos Aires, Editorial Molino, 1943; Buenos Aires, Editorial Albatros, 1945; Buenos Aires, Emecé Editora, 1961.

En cuanto a Los Maias, en la referida hoja suelta se hacía constar que se le había concedido el visto bueno en 1948. Divergente era el caso de El primo Basilio, pues una pretensión inicial cursada por Aguilar en 1946 se había frenado. Por ese tiempo, en Argentina se ponían en circulación estas ediciones: Buenos Aires, Editorial Sopena Argentina, 1941; Buenos Aires, Editorial Molino, 1943. En 1957, otro empeño de la editorial AHR, para reeditar justamente la versión de Valle-Inclán, si se toleró con indulgencia, a partir de este informe rubricado por el religioso Saturnino Álvarez Turienzo el 15 de noviembre: “Novela centrada en el relato de un episodio familiar dramático. El eje de la trama es un adulterio, aunque, al menos implícitamente, condenado por el autor. Hay en ella algunos pasajes menos convenientes (t. I, págs. 103, 180-187, 190-193; t. II, págs. 218-219), pero en ellos domina más la frivolidad que la maldad”. De esta suerte finalizaba el dictamen favorable: “Aunque el asunto no sea edificante tampoco lo es menos que lo corriente entre este tipo de novela. Puede publicase”. Por mera curiosidad, se transcribe uno de los pasajes que suscitaban el disgusto del censor en el tomo primero:

Furiosa por quedarse sola, sentía sublevarse el corazón a la idea de su cubil abrasado. Musitando baja al cuarto de Luisa. Apagó las luces, y abrió la ventana. La atmósfera estaba sombría, pesada. Sacó al balcón una butaca, y se dispuso a pasar la noche con los brazos cruzados, bien repantingada. [...]

El vestido de Juliana era de una tela clara, y dos individuos que estaban delante de la puerta del estanco, levantaban de tiempo en tiempo la vista hacia el balcón donde se destacaba la forma blanca de una mujer. Esto regocijaba a Juliana. Sin duda la tomaban por dueña de la casa, por la mujer del ingeniero. La miraban, la deseaban y bromeaban a propósito de ella. Uno de aquellos hombres llevaba sombrero de paja y pantalón blanco. Eran dos gomosos.

Con los brazos cruzados y los pies extendidos, Juliana saboreaba aquella contemplación.

(Queiroz, 103Queiroz, Eça de. El primo Basilio. Traducción de Ramón del Valle-Inclán. Barcelona/Buenos Aires: Casa Editorial Maucci – Maucci Hermanos, 1904, Tomo 1.)

En lo tocante a La reliquia, el deseo de importar en 1948 una versión de Valentín de Pedro patrocinada por la editorial Corinto, con prólogo de Newton Freitas, se había visto desestimado. Otro tanto aconteció en 1953 con la voluntad de poner en el mercado la traducción de Quintana Solé impulsada dos años antes por la editorial Tor. Atiéndase a lo que se aducía en el informe de censura para fundamentar el veredicto adverso: “Es una novela escrita con un espíritu y tendencia plenamente anticlerical; se burla de las cosas más sagradas de la Iglesia y llega en ocasiones a ser casi blasfemo. Creo que esta novela cae de lleno dentro de las normas prohibitivas del Derecho Canónico”. Mientras tanto, más allá del Atlántico aparecían estas versiones que se sumaban a las ya citadas de Corinto y Tor: Buenos Aires, Editorial Sopena Argentina, 1945; Buenos Aires, Emecé Editora, 1961.

Con relación a El mandarín, por último, se dejaba constancia en la hoja suelta de que no se había admitido una propuesta de Aguilar, en 1950, para integrar esta ficción en la emblemática colección Crisol. En varios países americanos, en cambio, el inventario de versiones fue bastante generoso, especialmente en Argentina: Buenos Aires, Editorial Molino, 1944; Buenos Aires, Sociedad Editora Latino-Americana, 1945; Buenos Aires, W. M. Jackson, 1946; Buenos Aires, Editorial de Ediciones Selectas, 1946; México, Editora Nacional, 1958; Buenos Aires, Emecé Editora, 1961; Buenos Aires, Editorial Tor, 1963.

El censor al que se le encargó el cometido de fiscalizar la propuesta de Edaf fue el padre Francisco Aguirre Cuervo. En su informe, datado el 8 de enero de 1963, altamente esclarecedor a pesar de tener una extensión breve, no ocultaba en un principio los profundos recelos que le provocaba Eça de Queirós: “Todas estas obras son inmorales y anticlericales atacando a los ministros de la Iglesia, aunque no directamente al Dogma”. Con todo, se mostraba sin dilación plenamente consciente de que entrañaba una insensatez prolongar el veto a un escritor que disfrutaba de reputación internacional: “Como obras literarias tienen valor mundialmente reconocido como lo demuestran las numerosas ediciones en diversas lenguas”. A la vista de ello, el padre Francisco Aguirre Cuervo daba su visto bueno al volumen con el argumento de que formaba parte de una colección elitista: “Por esta razón creo que se puede permitir su publicación en colección de obras completas y con precio caro para personas adultas”.

Según se percibe, para que el tomo de Edaf lograse el beneplácito de la censura fueron determinantes tanto el formato de lujo de la edición como la categoría canónica de Eça de Queirós. Antes de concluir, se impone identificar un paralelismo entre los padecimientos ante la censura del escritor portugués y el asedio que sufrieron algunos creadores españoles vinculados a la corriente naturalista (Hibbs-LissorguesHibbs-Lissorgues, Solange. “La iglesia católica española frente al naturalismo: un debate literario e ideológico”. Ínsula, 514 (1989): 12-14.). Por ejemplo, diversas aportaciones de Benito Pérez Galdós y Leopoldo Alas, Clarín, únicamente consiguieron transitar con normalidad ya avanzado el franquismo (ServénServén, Carmen. “Benito Pérez Galdós y Leopoldo Alas frente a la censura franquista”. Congreso Internacional Galdosiano, Galdós y la escritura de la modernidad. Arencibia, Yolanda; Escobar, María del Prado y Quintana, Rosa María (Eds.). Las Palmas de Gran Canaria: Casa Museo Pérez Galdós, 2001, pp. 743-756.), cuando resultaba un despropósito insostenible silenciar a dos voces trascendentales de la novelística del siglo XIX.

Referencias

  • Álvarez Ruiz de Ojeda, Victoria. “Valle-Inclán, traductor de Eça de Queiróz ou un aspecto do ‘galeguismo’ de Valle-Inclán”. Grial, 223 (2019): 38-41.
  • Alvim, Mª Luísa. Livros Portugueses Proibidos no Regime Fascista: Bibliografia Braga, 1992.
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Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    19 Jun 2023
  • Fecha del número
    2022

Histórico

  • Recibido
    18 Ene 2022
  • Acepto
    06 Abr 2022
  • Publicado
    Ago 2022
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