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¿Nuevas familias para un nuevo siglo?

New families for a new century

Resúmenes

In this text it is briefly analyzed the great tendencies of recent globalization and the process, that are already enduring some time, referring to a weak modernization without modernity in Latin America; this has relation with changes in Latin-American's families structure and functioning, having the economical order as the fundamentals; it can be observed un great number of consequences for the socialization of new generations; on the other side, cultural factors give the base for adaptations e delimitations of idiosyncratic values of each country.

Family; Globalization; Modernity


Este texto examina brevemente as grandes tendências da globalização recente e os processos que vêm de algum tempo referentes à uma modernização frágil sem modernidade na América Latina, relacionando-as com as mudanças nas famílias latino-americanas, alterando sua estrutura e funcionamento, tendo como base as questões de ordem econômica; há um conjunto de conseqüências para a socialização das gerações mais novas e por outro lado, fatores culturais estariam na base de adaptações e delimitação de particularidades a cada país envolvido.

Família; Globalização; Modernidade


Family; Globalization; Modernity

Família; Globalização; Modernidade

RELATOS DE PESQUISA

¿Nuevas familias para un nuevo siglo?

New families for a new century

Irma Arriagada

Endereço para Correspondência Endereço para Correspondência: Irma Arrigada División de Desarollo Social de la Comisión Econômica para América Latina y Caribe (CEPAL) e-mail iarriaga@eclac.cl

RESUMO

Este texto examina brevemente as grandes tendências da globalização recente e os processos que vêm de algum tempo referentes à uma modernização frágil sem modernidade na América Latina, relacionando-as com as mudanças nas famílias latino-americanas, alterando sua estrutura e funcionamento, tendo como base as questões de ordem econômica; há um conjunto de conseqüências para a socialização das gerações mais novas e por outro lado, fatores culturais estariam na base de adaptações e delimitação de particularidades a cada país envolvido.

Palavras chave: Família - Globalização - Modernidade

ABSTRACT

In this text it is briefly analyzed the great tendencies of recent globalization and the process, that are already enduring some time, referring to a weak modernization without modernity in Latin America; this has relation with changes in Latin-American's families structure and functioning, having the economical order as the fundamentals; it can be observed un great number of consequences for the socialization of new generations; on the other side, cultural factors give the base for adaptations e delimitations of idiosyncratic values of each country.

Key words: Family - Globalization - Modernity

Procesos de Globalización o Mundialización

Al igual que los países más desarrollados, la región latinoamericana se encuentra inserta en la globalización, con diversos grados de profundidad según los países. Entre las principales características de este proceso están los grandes avances tecnológicos que revolucionan las comunicaciones, la información y el transpone; la mayor apertura del comercio internacional y la existencia de redes de producción de carácter internacional. Estos procesos han generado nuevas formas de organización social que han sido denominadas de "sociedad en red" (Castells, 1998) las que paradojalmente en América Latina se acompañan con el aumento de las brechas sociales (CEPAL, 2000a; 2000b).

La globalización se basa en la creciente flexibilidad de los procesos económicos (Abreu, 1995; Lagos, 1994). Un primer tipo de flexibilidad se produce en la forma de producción, con alteración de la división técnica del trabajo, lo que ha generado nuevos modelos de especialización y división internacional del trabajo, con fuertes impactos en el mercado de trabajo y específicamente en el empleo. Este cambio técnico permite la mayor dispersión geográfica de los distintos eslabones de producción, originando una mayor heterogeneidad en el mercado de trabajo. De esta forma, se genera un bajo ritmo de crecimiento de puestos de alta productividad y la disminución de ocupaciones en pequeñas o medianas empresas que son las que absorben más mano de obra. Se gesta así, un modelo de crecimiento económico que no genera empleo.

Otra forma de flexibilidad se manifiesta en la estructura organizacional de las empresas que utilizan las redes de subcontratación y sociedades entre firmas; y en la flexibilidad del mercado de trabajo, con crecientes desregulaciones en los contratos, costumbres y prácticas que lo reorganizan, facilitando la contratación y el despido de los trabajadores. Junto con la creciente desprotección laboral se produce una importante asimetría: los empleadores pueden movilizar sus capitales y desconcentrar su producción hacia otros mercados extranjeros, pero los trabajadores no tienen la misma movilidad espacial.

Las crisis económicas recurrentes de los últimos años y las tendencias estructurales del desarrollo se han manifestado como creciente desempleo abierto e informalidad en el mercado de trabajo en América Latina (CEPAL, 2000a). La mayor heterogeneidad de las estructuras productivas y el aumento de la diferencia entre las remuneraciones de los trabajadores han afectado la distribución del ingreso, la que muestra un creciente deterioro de largo plazo en la región. Estas tendencias se encuentran en la base de los problemas de cohesión social y gobernabilidad que afectan a muchos países de la región.

Además, los procesos de globalización provocan una serie de contradicciones: aumenta la desprotección laboral, lo que incide en un aumento de la necesidad de seguridad social para la población -en especial la de mayor edad -, que se produce junto con la dificultad de los gobiernos para proveer esa seguridad (Rodrik, 1997). Esta tendencia a su vez profundiza la segmentación social entre incluidos en el sistema (con trabajo, con seguridad social, educación y salud por ejemplo) y aquellos que quedan fuera del empleo, fuente principal de exclusión de la cobertura de los servicios sociales. Al mismo tiempo, importantes sectores de trabajadores y trabajadoras transitan entre uno y otro tipo de ocupación provocando discontinuidades en los sistemas de cobertura de la previsión social y de la salud.

La globalización profundiza la participación asimétrica en el orden económico global y aumenta las distancias entre países y al interior de ellos al generarse una mayor concentración del ingreso tanto en países industrializados como en desarrollo. Asimismo, los cambios en los medios de comunicación han producido la contradicción de una mayor integración de las peculiaridades regionales a un modelo cultural homogéneo. Esta situación acentúa la existencia de grandes diversidades en la satisfacción de las necesidades y en las aspiraciones de consumo que ese modelo plantea, es decir, se ha ampliado la brecha entre la integración simbólica y la integración material.

Desde una perspectiva positiva, también cabe destacar el marco ético que se ha ido configurando con la extensión gradual de ideas y valores globales, como los derechos humanos, el desarrollo social, la equidad de género, el respeto a la diversidad étnica y cultural, la protección del medio ambiente y otros consagrados en las Cumbres Mundiales de las Naciones Unidas, aspectos que suelen dejarse de lado en los análisis (CEPAL, 2000a).

Modernización frágil sin Modernidad en América Latina

El proceso de globalización tiene repercusiones no sólo en lo económico sino que está acompañado por grandes transformaciones en los ámbitos sociales, laborales y culturales.

La situación que vive en la actualidad Latinoamérica se le puede denominar de modernización frágil sin modernidad (Calderón, Hopenhayn & Ottone, 1993).

El recuadro 1 sintetiza los principales aspectos donde se manifiestan los cambios producidos por esta modernización sin modernidad y sus posibles efectos en la familia. Algunos de los elementos que impulsan la creciente modernización se han desarrollado de manera segmentada, sin ser acompañados por procesos de modernidad, que aluden principalmente a las dimensiones culturales de esos cambios.

Estas modificaciones de las condiciones básicas de vida producidas por los grandes procesos asociados a la globalización y a la modernización (en especial, las migraciones, los nuevos patrones de consumo y las nuevas formas de inserción laboral) influyen de manera importante en la percepción que las familias tienen de sí mismas, así como de la percepción de los sujetos en tanto esposo / a hijos / as y respecto de su familia extensa.

Crecientemente con los procesos de modernidad en curso se produce una gran diversidad de formas y estilos de vida, heterogeneidad de influencias en cuanto a hábitos, valores, imágenes, modos de pensar y entretenerse fuertemente potenciados por los procesos de globalización que ha afectado los vínculos sociales entre grupos y con fuertes efectos sobre los aspectos más personales de nuestra experiencia y donde la seguridad que proporcionaban las tradiciones y costumbres no ha sido sustituidas por la certidumbre del conocimiento racional (Giddens, 1995).

Desde una perspectiva social y cultural podemos señalar algunos aspectos preocupantes del relativo deterioro económico y distributivo que afecta a las familias. A partir de la crisis de la deuda y de los programas de ajuste estructural aplicados en la región, la carga más pesada de estos cambios ha recaído de manera desproporcionada sobre las familias pobres. Aunque en América Latina entre 1994 y 1997 la proporción de hogares pobres disminuyó de 38% a 36%, la población pobre latinoamericana aumentó en 2.5 millones. Hacia el 2000, se estima que la pobreza alcanzará a 220 millones de personas en América Latina (CEPAL, 2000c; 1999).

El sistema productivo ha generado una gran desigualdad y heterogeneidad en términos de acceso al consumo de bienes y servicios básicos como educación, salud y seguridad social, producto de la desigual oferta ocupacional junto a procesos de creciente privatización y encarecimiento de servicios básicos y de la concentración de ingresos. En las áreas urbanas de 12 países latinoamericanos, el nivel de concentración del ingreso empeoró en siete países: Argentina, Brasil, Costa Rica, Ecuador, Panamá, Paraguay y Venezuela; se mantuvo en Chile y sólo mejoró en cuatro: Bolivia, Honduras, México y Uruguay (CEPAL, 1999).

En la mayoría de los países de América Latina se han desarrollado procesos de desregulación del mercado laboral, que se han traducido en desempleo e inestabilidad laboral, ampliación de las jornadas laborales y disminución de los salarios. Ello ha significado un mayor número de personas que aportan económicamente al hogar (mujeres, jóvenes y niños) para cubrir las necesidades básicas de las familias, modificando la organización al interior del hogar.

Asimismo, estimaciones de CEPAL indican que en el período comprendido entre 1990 y 1997 de 100 nuevos empleos que se generaron, 69 correspondían a sectores de baja productividad o sector informal, es decir, que generan bajos salarios, no tienen contratos o carecen de cobertura social (CEPAL, 2000b).

De manera que la capacidad de organización de trabajadores y trabajadoras se ha visto disminuida por la nueva normativa laboral de flexibilización de contratos y despidos. La capacidad de negociación se ha visto reducida también por los niveles crecientes de desempleo, por la inestabilidad laboral de las personas y por la mala calidad del trabajo generado.(cuadro 1).


El sistema económico que se ha implementado con preeminencia del mercado ha generado nuevas necesidades de consumo que para la mayoría de las familias no es posible satisfacer, ya que se acompaña de reducción de los salarios medios. Así, en América Latina el salario medio real urbano de un índice de 100 en 1980, había descendido a 70 en 1997 (OIT, 1998).

Este crecimiento de las necesidades de consumo con dificultades para satisfacerlas, genera fenómenos de creciente frustración y promueve la búsqueda de alternativas no lícitas que se expresan en creciente delincuencia, tráfico de drogas y corrupción, entre otros fenómenos de violencia y exclusión social. La pérdida de sentido comunitario y familiar está erosionando la convivencia de una parte importante de los latinoamericanos y latinoamericanas, los que enfrentan condiciones de alta inseguridad y precariedad ( Arraigada & Godoy, 1999). Fenómenos como la aparición de pandillas juveniles ligadas a la cultura de la droga erosionan los lazos comunitarios. En Chile estos fenómenos se traducen en miedo de las familias al desplazamiento en ciertos barrios; miedo por la sueñe que puedan correr sus hijos y cuestionamiento a los factores de movilidad social tradicionales (educación y trabajo) y su reemplazo por mecanismos ilegales para la obtención de dinero fácil ( Weinstein, 1999). En otros países se han constituido tempranamente formas perversas de inclusión al sistema económico que incluyen la corrupción y tráfico de drogas.

Grandes cambios en las familias latinoamericanas

Los procesos antes reseñados en su dinamismo y aparente anarquía están modificando muy radicalmente las formas de constituirse y de funcionar de las distintas estructuras familiares. El cambio más fundamental ocurrido en las últimas décadas en la América Latina es la declinación de las bases de sustentación de un modelo patriarcal de familia que se caracteriza por la autoridad ejercida por el padre sobre la esposa y los hijos (Castells, 1998). Esta declinación se asocia con los siguientes hechos:

La incorporación masiva de las mujeres al mercado de trabajo ha modificado los patrones habituales de funcionamiento del hogar, produciéndose una nueva distribución del tiempo, poder y trabajo al interior de la familia que afecta especialmente a las mujeres y que significa una sobrecarga de trabajo para ellas. Cabe indicar que estos procesos no son simultáneos, el aumento en la participación laboral femenina no se asocia directamente con un aumento en el poder de negociación al interior del hogar. Hasta el momento el mayor logro de las mujeres latinoamericanas ha sido la posibilidad de ejercer su derecho a trabajar, pero en términos de compartir el cuidado de los hijos y el trabajo doméstico, estudios cualitativos muestran que no han ocurrido cambios importantes, lo que tiende a sobrecargar extremadamente la jornada de trabajo femenina.

También el debilitamiento del sistema patriarcal se asocia con el agotamiento del sistema de aportante único al hogar y cambio en la valoración de los nuevos aportantes económicos del hogar (mujeres, jóvenes y niños). Asimismo, surgen nuevos arreglos familiares. Los hogares encabezados por mujeres - que en su mayoría corresponden a los hogares con ausencia del cónyuge/padre - han crecido entre 1990 y 1997 en todos los paises, constituyéndose entre un cuarto y un tercio de los hogares según los países: en 1998 fluctuaban entre 19% en México y 37% en 1997 en Nicaragua ( tabla 1).

Hay recordar que el registro estadístico de las encuestas de hogares considera como jefe del hogar a la persona que es reconocida como tal por los miembros de la familia. Así, la definición de carácter subjetivo, responde a expectativas culturales sobre quién se considera la autoridad en la toma de decisiones, o sobre quién es el dueño de los bienes económicos, y está mediada por normas sociales que moldean los roles femeninos y masculinos como actores económicos, proveedores y responsables del cuidado y de la crianza de los hijos. Por lo tanto, empresencia de un adulto hombre en el hogar, será definido por los demás miembros como jefe de hogar.

Pese a la leve disminución entre 1986 y 1997 de las familias nucleares, éstas continúan siendo predominantes en América Latina y oscilaban entre 53% (República Dominicana) y 71% (México) del total de las familias (tabla 2 y gráfico 1 anexos). Sin embargo, las familias nucleares tienen una gran diversidad que se refleja en distintas estructuras familiares: familias reconstituidas, familias que declaran ser de jefatura femenina, familias sin hijos.


Además, en el período comprendido entre 1986 y 1997 han crecido los hogares unipersonales, reflejo en parte del envejecimiento de la población en los países de transición demográfica avanzada y han disminuido los extensos y compuestos, como parte del proceso de urbanización.

Igualmente, en términos de ciclo de vida han ocurrido cambios muy importantes en la magnitud de familias que se ubican en cada etapa. Este es un fenómeno atribuible a los importantes cambios demográficos, en especial al descenso de las tasas de natalidad durante los años setenta. Han crecido de manera importante las familias cuyo hijo mayor tiene más de 13 años y se han reducido el número de familias cuyos hijos mayores tienen menos de esa edad (tabla 3 y gráfico 2 anexos). De esta forma, la proporción más importante de las familias en América Latina está en la etapa en que el hijo mayor tiene 19 años o más. Es posible relacionar este cambio con la disminución de la proporción de hogares pobres por la presencia de mayor número de aportantes económicos al hogar, puesto que una proporción importante de población mayor de 15 años ya está incorporada al mercado de trabajo.


Desde otra perspectiva, se han producido cambios substanciales y una mayor complejidad en las funciones familiares, ya que éstas a diferencia del pasado, no se realizan exclusivamente al interior de las familias, es decir, la familia no monopoliza estas funciones. En la actualidad las familias cumplen las funciones reproductivas biológicas, aun cuando muchos nacimientos se efectúan fuera del matrimonio. En especial, llama la atención el aumento de la fecundidad adolescente, como un fenómeno cultural no sólo ligado a la extrema pobreza, sino que cruza todos los grupos sociales.

Las funciones afectivas y de conyugalidad también se realizan fuera del matrimonio y las funciones de cuidado y socialización temprana de los hijos se comparten cada vez más con otros agentes sociales: escuela, parvulario, otros familiares, otros no familiares, según las posibilidades económicas de los distintos estratos sociales y la presencia o no de familias extensas. Por último, en las funciones de ocio, recreación y del uso del tiempo libre se aprecia una búsqueda de patrones de recreación como individuos y no como familia.

De esta forma, los acelerados cambios sociales, económicos y culturales afectan de manera importante las relaciones internas de las familias. Cabe indicar la importancia que ha adquirido en la década de los noventa un fenómeno muy antiguo pero de reciente presencia en el ámbito público, como es el de la violencia intrafamiliar. En algunos casos esta violencia se ha acentuado por la oposición masculina que han encontrado las mujeres para ejercer los nuevos roles económicos que la propia familia demanda y que se reflejan en conflictos para ejercer su derecho a trabajar o en la difícil negociación sobre trabajo doméstico compartido.

A pesar que las bases de sustentación del modelo patriarcal se han modificado fuertemente, persisten formas de representación e imágenes culturales de dominación y normas sustentadas en esas imágenes que ayudan a comprender la ausencia de concordancia entre los discursos tradicionales y las nuevas prácticas de las familias.

Estos modelos tradicionales de familia también sirven de base para la toma de decisiones en el diseño y aplicación de las políticas públicas, acentuando en muchos casos las dificultades para compatibilizar del trabajo doméstico y en el mercado de trabajo o recargando de más responsabilidades a las mujeres.

Se ha ido produciendo una nueva definición de roles conyugales donde el principio de igualdad se manifiesta lentamente y se relaciona con el aporte económico que realizan al hogar mujeres e hijos. Se aprecian nuevas relaciones paterno-filiales con aumento de los derechos de los niños y pérdida de importancia de las relaciones de jerarquía y de sumisión. Se observan también, aunque de manera incipiente, procesos de individuación con afirmación del derecho individual por sobre el familiar y énfasis en la realización personal por sobre los intereses familiares.

Las grandes modificaciones en las prácticas laborales de las mujeres, escindidas entre sus responsabilidades domésticas y su trabajo remunerado, se han traducido en lentos cambios de género tanto en la distribución del poder y en las políticas públicas como al interior de la familia. Pese a la velocidad del cambio social en la última década del siglo, la transformación en la participación de los varones en la asunción de sus responsabilidades familiares y domésticas se ha modificado levemente.

Los continuos cambios de fronteras entre los ámbitos públicos y privados sugieren la urgencia de diseñar políticas que enfrenten las crecientes necesidades de la economía del cuidado. La presencia cada vez mayor de las mujeres en el mercado de trabajo, el envejecimiento de la población y el aumento de la esperanza de vida, plantea la necesidad de cubrir funciones y tareas que tradicionalmente han sido desempeñadas por las mujeres sin retribución económica y privadamente en sus hogares. Si las políticas sociales están orientadas al bienestar de las personas y de las familias la necesidad de diseñar nuevas formas de cuidado es esencial.

De la misma forma, en este nuevo siglo existe un amplio campo de acción para el desarrollo de nuevas representaciones, normativas y prácticas sociales y familiares democráticas tendientes a una mayor equidad en el ejercicio pleno de la ciudadanía de hombres y mujeres. Esto repercutirá en el logro de una cultura de la convivencia basada en la aceptación frente a la diferencia y en la solución negociada de los conflictos. Enfrentar las oportunidades y riesgos inherentes a la globalización requiere modificaciones del modelo económico y social tendientes a superar segmentaciones y desigualdades en el mundo laboral y familiar. Los cambios en las prácticas de los jóvenes hombres y mujeres sugieren que aunque lentamente, los modelos de género al interior de la familia también están cambiando hacia una mayor democratización de la vida personal.

Artigo recebido para publicação em junho de 2000; aceito em novembro de 2000.

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  • Endereço para Correspondência:

    Irma Arrigada
    División de Desarollo Social de la Comisión Econômica
    para América Latina y Caribe (CEPAL)
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  • Fechas de Publicación

    • Publicación en esta colección
      30 Jul 2009
    • Fecha del número
      Jul 2000

    Histórico

    • Recibido
      Jun 2000
    • Acepto
      Nov 2000
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