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Riesgos cardiovasculares en adolescentes con diferentes grados de obesidad

Resúmenes

FUNDAMENTO: Existen pocos estudios sobre riesgos cardiovasculares en adolescentes con diferentes grados de obesidad. OBJETIVO: Evaluar repercusiones metabólicas asociadas a diferentes grados de obesidad en adolescentes y su impacto en los riesgos cardiovasculares. MÉTODOS: Estudio transversal con 80 adolescentes obesos, divididos en dos grupos: 2<z-IMC<2,5 y z-IMC>2,5, denominados obesos con menor y mayor grado de obesidad, respectivamente. Se llevaron a cabo examen físico y evaluación bioquímica y de composición corporal. Para el análisis estadística, se aplicaron las pruebas t-Student y chi-cuadrado, con la finalidad de comparar los dos grupos. Modelo logístico múltiple se utilizó para verificar las asociaciones entre variables bioquímicas y grado de obesidad. Se desarrollaron scores de riesgo para enfermedad cardiovascular, de acuerdo con el número de alteraciones encontradas en las siguientes variables: glucemia de ayuno, triglicéridos, HDL y PA. Se verificaron asociaciones entre estos scores y el grado de obesidad. RESULTADOS: Los dos grupos difirieron en valores de peso, circunferencia de la cintura, glucemia e insulina de ayuno, HOMA-IR, triglicéridos, HDL, PA y mediciones de composición corporal (p<0,05). Los adolescentes con mayor grado de obesidad presentaron mayores frecuencias de alteraciones para glucemia, HOMA-IR, triglicéridos, HDL y presión arterial (p<0,05). El modelo logístico mostró asociaciones entre el grado de obesidad y las variables: HDL (OR=5,43), PA (OR=4,29), TG (OR=3,12). El score de riesgo reveló que un 57,7% de los adolescentes con mayores grados de obesidad tenían dos o más alteraciones metabólicas para un 16,7% del otro grupo (p<0,001). CONCLUSIÓN: El grado de la obesidad influenció en la aparición de alteraciones que componen el síndrome metabólico, aumentando el riesgo cardiovascular.

Índice de masa corporal; obesidad; adolescente; cardiovascular; factores de riesgo


FUNDAMENTO: Há poucos estudos sobre riscos cardiovasculares em adolescentes com diferentes graus de obesidade. OBJETIVO: Avaliar repercussões metabólicas associadas a diferentes graus de obesidade em adolescentes e seu impacto nos riscos cardiovasculares. MÉTODOS: Estudo transversal com 80 adolescentes obesos, divididos em dois grupos: 2<z-IMC<2,5 e z-IMC>2,5, denominados obesos com menor e maior grau de obesidade, respectivamente. Foram realizados exame físico e avaliação bioquímica e de composição corporal. Para a análise estatística, foram aplicados os testes t-Student e qui-quadrado, com a finalidade de comparar os dois grupos. Modelo logístico múltiplo foi utilizado para verificar as associações entre variáveis bioquímicas e grau de obesidade. Foram desenvolvidos escores de risco para doença cardiovascular, de acordo com o número de alterações encontradas nas seguintes variáveis: glicemia de jejum, triglicérides, HDL e PA. Foram verificadas associações entre esses escores e o grau de obesidade. RESULTADOS: Os dois grupos diferiram em valores de peso, circunferência da cintura, glicemia e insulina de jejum, HOMA-IR, triglicérides, HDL, PA e medidas de composição corporal (p<0,05). Os adolescentes com maior grau de obesidade apresentaram maiores frequências de alterações para glicemia, HOMA-IR, triglicérides, HDL e pressão arterial (p<0,05). O modelo logístico mostrou associações entre o grau de obesidade e as variáveis: HDL (OR=5,43), PA (OR=4,29), TG (OR=3,12). O escore de risco demonstrou que 57,7% dos adolescentes com maiores graus de obesidade tinham duas ou mais alterações metabólicas para 16,7% do outro grupo (p<0,001). CONCLUSÃO: O grau da obesidade influenciou no aparecimento de alterações que compõem a síndrome metabólica, aumentando o risco cardiovascular.

Obesidade; adolescente; fatores de risco; síndrome metabólica; índice de massa corporal


BACKGROUND: There have been few studies on cardiovascular risk factors in adolescents with different degrees of obesity. OBJECTIVE: To evaluate metabolic effects associated with different degrees of obesity in adolescents and their impact on cardiovascular risks. METHODS: Cross-sectional study of 80 obese adolescents, divided in two groups: 2<z-BMI<2.5 and z-BMI >2.5, classified as obese with lower or higher degree of obesity, respectively. Physical examination was carried out, as well as biochemical and body composition assessment. The statistical analysis was performed with t-Student and Chi-square tests, aiming at comparing both groups. A multiple logistic model was used to verify the associations between the biochemical variables and the degree of obesity. Risk scores were developed for cardiovascular disease, according to the number of alterations found in the following variables: fasting glycemia, triglycerides, HDL and blood pressure. Association between these scores and degree of obesity were verified. RESULTS: The two groups differed regarding weight, waist circumference, fasting glycemia and insulin, HOMA-IR, triglycerides, HDL, blood pressure (BP) and body composition measurements (p<0.05). The adolescents with the higher degree of obesity presented higher frequencies of alterations for glycemia, HOMA-IR, triglycerides, HDL and BP (p<0.05). The logistic model showed associations between the degree of obesity and the variables: HDL (OR=5.43), BP (OR=4.29), TG (OR=3.12). The risk score demonstrated that 57.7% of the adolescents with higher degrees of obesity had two or more metabolic alterations versus 16.7% from the other group (p<0.001). CONCLUSION: The degree of obesity influenced the onset of alterations that comprise the metabolic syndrome, increasing the cardiovascular risk.

Obesity; adolescent; risk factors; metabolic syndrome; body mass index


ARTÍCULO ORIGINAL

IUniversidade Federal de São Paulo, São Paulo, SP

IIUniversidade Federal do Amazonas, Manaus, AM - Brasil

Correspondencia

RESUMEN

FUNDAMENTO: Existen pocos estudios sobre riesgos cardiovasculares en adolescentes con diferentes grados de obesidad.

OBJETIVO: Evaluar repercusiones metabólicas asociadas a diferentes grados de obesidad en adolescentes y su impacto en los riesgos cardiovasculares.

MÉTODOS: Estudio transversal con 80 adolescentes obesos, divididos en dos grupos: 2<z-IMC<2,5 y z-IMC>2,5, denominados obesos con menor y mayor grado de obesidad, respectivamente. Se llevaron a cabo examen físico y evaluación bioquímica y de composición corporal. Para el análisis estadística, se aplicaron las pruebas t-Student y chi-cuadrado, con la finalidad de comparar los dos grupos. Modelo logístico múltiple se utilizó para verificar las asociaciones entre variables bioquímicas y grado de obesidad. Se desarrollaron scores de riesgo para enfermedad cardiovascular, de acuerdo con el número de alteraciones encontradas en las siguientes variables: glucemia de ayuno, triglicéridos, HDL y PA. Se verificaron asociaciones entre estos scores y el grado de obesidad.

RESULTADOS: Los dos grupos difirieron en valores de peso, circunferencia de la cintura, glucemia e insulina de ayuno, HOMA-IR, triglicéridos, HDL, PA y mediciones de composición corporal (p<0,05). Los adolescentes con mayor grado de obesidad presentaron mayores frecuencias de alteraciones para glucemia, HOMA-IR, triglicéridos, HDL y presión arterial (p<0,05). El modelo logístico mostró asociaciones entre el grado de obesidad y las variables: HDL (OR=5,43), PA (OR=4,29), TG (OR=3,12). El score de riesgo reveló que un 57,7% de los adolescentes con mayores grados de obesidad tenían dos o más alteraciones metabólicas para un 16,7% del otro grupo (p<0,001).

CONCLUSIÓN: El grado de la obesidad influenció en la aparición de alteraciones que componen el síndrome metabólico, aumentando el riesgo cardiovascular.

Palabras clave: Índice de masa corporal; obesidad; adolescente; cardiovascular; factores de riesgo.

Introducción

La adolescencia es uno de los períodos críticos para el inicio o la persistencia de la obesidad y para el desarrollo de sus complicaciones1. Aunque factores genéticos predisponen al desarrollo de la obesidad, estudios destacan factores ambientales y comportamentales -como la disminución de la actividad física con aumento de actividades sedentarias2-, asociados al mayor consumo de alimentos como principales causas del aumento de la prevalencia de la obesidad.

La predominancia de obesidad en la niñez y en la adolescencia crece drásticamente y representa problema de salud pública relevante en los países desarrollados y en muchos países en desarrollo. En los EE.UU. , durante las últimas tres décadas, la prevalencia de obesidad en niños y adolescentes alcanzó más que el doble, con prevalencias de un 31,9% y un 16,3% de sobrepeso y obesidad, respectivamente, entre los años de 2003 y 20063. En Brasil, las tasas de adolescentes con exceso de peso siguieron las misma tendencia en los últimos 20 años, con prevalencia de un 7,7% en la década de 804 para ambos sexos. Esa tasa alcanzó un 17,9% para niños y un 15,4% para niñas en la última investigación nacional en 2002-20035.

La obesidad está asociada a problemas relevantes de salud en la población pediátrica6,7 y se constituyó como factor de riesgo para muchas morbilidades y mortalidad en la vida adulta8. El estudio de Freedman et al9 con la utilización de datos del Bogalusa Heart Study, correlacionó el índice de masa corporal (IMC) de la niñez con el de la fase adulta y obtuvo el valor 0,58. Este estudio demostró que el 77% de los niños con exceso de peso se convirtieron en obesas en la vida adulta. Estudio de cohorte realizado en Brasil, con tres evaluaciones a lo largo de 17 años, que comprendía la niñez hasta el inicio de la fase adulta, constató que los niños con IMC elevado en todas las fases del estudio, o sea, permanentemente obesos, presentaron en la fase adulta mayores prevalencias en las alteraciones de glucosa, presión arterial y HDL comparados al grupo con IMC normal (p<0,05)10.

Comorbidades, como hipertensión arterial, dislipidemia, diabetes mellitus (DM) tipo 2 - cada vez más evidentes en la población pediátrica11 -acometen cerca del 40% de los adolescentes estadounidense12, y la coexistencia de estas alteraciones metabólicas llega a ser siete veces mayor en el obeso12,13.

La concomitancia de alteraciones metabólicas vinculadas a la obesidad y a las enfermedades crónicas recibió la denominación de síndrome metabólico. Estudio comparativo de criterios diagnósticos para síndrome metabólico en niños y adolescentes - caucasianos y negros estadounidenses - evidenció variaciones en las tasas de prevalencia del 18% al 25%. Estos números se elevaron de modo significativo en aquellos con exceso de peso (24% al 51%)14. Aunque los criterios utilizados para caracterizar el síndrome metabólico no sean necesariamente los mismos entre los estudios, su prevalencia aumenta gradualmente en paralelo al crecimiento de la obesidad en la población joven15.

Sin embargo, hay pocos estudios sobre riesgos metabólicos y sus consecuencias en adolescentes con diferentes grados de obesidad8,15,16. En este artículo, se estudió complicaciones metabólicas y cardiovasculares asociadas a grados de obesidad en adolescentes, describiendo su impacto en los factores de riesgo cardiovasculares y metabólicos precoces, así como en el síndrome metabólico.

Métodos

Se trata de un estudio transversal, cuyos datos son parte de la investigación "Factores de riesgo y comorbidades asociados a la obesidad en adolescentes de escuelas públicas de la ciudad de São Paulo" que evaluó a adolescentes obesos (IMC> P95)17, pospúberes18, entre 14 y 19 años, estudiantes en el período matutino y vespertino, con frecuencia escolar regular en el período 2006-2007. Los criterios para la no inclusión en el estudio fueron: la presencia de enfermedades agudas u otras enfermedades crónicas, estado de tratamiento medicamentoso o nutricional para la pérdida de peso, embarazo y lactación para las niñas.

El tamaño de la muestra se calculó para α 0,05 y β 0,20, conformado por dos obesos con menor grado. Para cada obeso con mayor grado de obesidad y OR estimada de 3,00 para la desviación metabólica hipertrigliceridemia en la comparación de los dos grupos. Se asume una prueba unicaudal, las muestras de valores de los dos grupos serian de 48 y 24 respectivamente.

En la selección de la muestra se evaluaron a 2.330 adolescentes de cuatro escuelas públicas de Vila Mariana, con 150 alumnos (6%) diagnosticados como obesos, entre los cuales, 26 (17,33%) presentaban los criterios de no inclusión citados anteriormente. De los 124 alumnos restantes, 42 (33,87%) se negaron a participar, y dos (1,61%) abandonaron el proyecto en el desarrollo del estudio de campo. Llegaron al final del protocolo 80 adolescentes obesos, es decir, el 64,5% de la muestra inicial. Cuando comparados los promedios de los IMCs -estratificados por edad y sexo de la muestra analizada- con la media de los IMCs de los 44 que no participaron en el estudio, no se encontraron diferencias significativas entre los grupos, evidencia de que las muestras perdidas no deben haber introducido sesgos de selección.

Los adolescentes se clasificaron en score-z de IMC (z-IMC), y todos se mantuvieron con el diagnóstico de obesidad, superior a + 2,0 escore-z19. A partir del z-IMC, los adolescentes fueron distribuidos en dos grupos: 2<z-IMC<2,5 y z-IMC>2,5. Este punto de corte se utilizó para diferenciar los adolescentes obesos con mayor o menor grado de obesidad, ya que no hay criterios establecidos para diagnosticar diferentes grados de obesidad en la adolescencia.

La evaluación antropométrica se realizó por dos nutricionistas, de acuerdo con protocolos recomendados20. El peso se obtuvo en balanza digital marca Kratos®, modelo "Linea", con capacidad mínima de 1,25kg y máxima para 150kg, con variación de 50g, en local firme y plano. Para la estatura, se utilizó el antropómetro portátil Alturaexata®, con escalas en milímetros, dispuesto en superficie firme y plana. La circunferencia de la cintura se medió con el uso de cinta métrica no extensible, en el punto medio entre la última costilla y la cresta ilíaca21.

La medición de la presión arterial se llevó a cabo por dos médicos del equipo debidamente entrenados, utilizando esfigmomanómetro de mercurio (marca Thycos®) con manguito apropiado para cada individuo, con la consideración del valor medio de tres mediciones22. Hipertensión arterial se definió como presión arterial sistólica o diastólica mayores o iguales al percentil 95 para edad, sexo y altura23. Los adolescentes con edad entre 18 y 19 años se clasificaron como hipertensos cuando presentaban media mayor o igual a 140/90mmHg24. Las muestras de sangre se recolectaron por medio de punción venosa, tras 12 horas de ayuno. Para las dosificaciones, se utilizaron técnicas laboratoriales enzimáticas y colorimétricas convencionales, a excepción de los niveles de LDL que se calcularon por medio de la ecuación de Friedewald25. Los valores de colesterol total y fracciones, triglicéridos y glucemia de ayuno se clasificaron de acuerdo con la I Directriz de Prevención de Aterosclerosis en la Niñez y Adolescencia, de la Sociedad Brasileña de Cardiología26. El valor de la insulina de ayuno se consideró alterado cuando estaba superior o igual a 20mg/dl. 27 El índice HOMA-IR(homeostasis model assessment for insulin resistance), utilizado para la clasificación de resistencia insulínica (RI), se obtuvo con el cálculo del producto de la insulina plasmática de ayuno (µU/mL) y de la glucemia de ayuno (mmol/L) dividido por 22,5. El punto de corte utilizado fue mayor o igual a 3,43 para ambos sexos27.

La evaluación de la composición corporal por el DXA, que consiste en método de doble emisión de haz de energía por medio del aparato LUNARTM DPX-L/PED, Winconsin, USA, (versión 1.5), se llevó a cabo por una única técnica debidamente entrenada.

En el análisis estadístico, las diferencias de promedios de las variables independientes entre los dos grupos de adolescentes obesos se evaluaron por la prueba t-Student. Para verificarse las asociaciones de los dos grupos con los valores dicotomizados, se aplicó la prueba chi-cuadrado. El análisis de regresión logística múltiple se llevó a cabo con la consideración de las variables que presentaron p<0,20 en el análisis bivariado. Permanecieron en el modelo final las variables con p< 0,05. En el desarrollo del modelo, no se identificaron entre las variables dependientes modificadores de efecto o factores de confusión para la asociación a los grados de obesidad28.

Se creó un score de riesgo para síndrome metabólico y enfermedades cardiovasculares asociadas que atribuía valores de 0 a 4 a cada uno de los individuos obesos, de acuerdo con el número de alteraciones metabólicas: glucemia de ayuno, triglicéridos, HDL y presión arterial. Para la escoja de las variables con la finalidad de formación de los scores, se consideraron los estudios anteriores con adolescentes8,12,16,29 y síndrome metabólico, así como los resultados de los análisis bivariados. Se aplicó la prueba chi-cuadrado para evaluar la asociación del número de alteraciones metabólicas en los dos grupos de adolescentes, segundo grados de obesidad.

El nivel de significancia usado fue p< 0,05. Los datos se analizaron por medio de los programas Epi info 6.04 (Atlanta, Georgia, USA: CDC; 1996) y Stata versión 10.0 (College Station, Texas, USA: Stata Corporation; 2007).

El estudio fue aprobado por el Comité de Ética en Investigación de la Universidad Federal de São Paulo, y los datos se recolectaron después del formulario de consentimiento informado (FCI) de todos los adolescentes y sus responsables. Los adolescentes fueron seguidos por el equipo multidisciplinar del Ambulatorio de Obesidad de la Asignatura de Nutrología del Departamento de Pediatría de la Universidad Federal de São Paulo.

Resultados

El grupo conformado por los individuos con mayores grados de obesidad (> 2,5 z-IMC) se constituyó por 26 adolescentes - 15 (57,7%) del sexo femenino. El otro grupo fue conformado por 54 adolescentes con menores grados de obesidad -32 (59,3%) del sexo femenino. Los promedios de las variables antropométricas, metabólicas y de composición corporal para los dos grupos de adolescentes obesos con mayores y menores grados de obesidad están representados en la Tabla 1. Los promedios de edad, sexo y altura no presentaron diferencias estadísticas significantes. Tal como se esperaba, las mediciones de peso, circunferencia de la cintura, así como las mediciones de composición corporal (tejido adiposo total y tejido adiposo del tronco en kilogramos), difirieron de modo significativo. Con relación a las variables metabólicas, todas presentaron diferencias relevantes entre los grados de obesidad, a excepción del colesterol total y la fracción LDL (Tabla 1).

Como demostrado en la Tabla 2, los adolescentes, independientemente del grado de la obesidad, presentaron porcentuales elevados de repercusiones metabólicas que variaron de un 37,5%, para la resistencia insulínica, al 15%, para la hipertensión arterial. Como no hubo diferencias significantes entre los sexos en las frecuencias de las alteraciones, los datos no se presentan según el sexo.

Entre los adolescentes del grupo con IMC mayor o igual que 2,5 z-IMC, el 30% presentó tanto hiperglicemia como hiperinsulinemia (OR 3,55 y 2,56), comparados con el 11% y el 14% del grupo con menor grado obesidad, respectivamente. La mitad de los adolescentes con IMC > 2,5 z-IMC presentó resistencia insulínica, mientras que cerca del 30% del otro grupo presentaron dicha desviación metabólica. Con relación al perfil lipídico, el grupo con mayores valores de IMC tuvo el 50% de resultados alterados para triglicéridos y el 57% para HDL con OR de 3,5 y 4,3, respectivamente, cuando comparado al grupo con IMC menor que 2,5 z-IMC. La presencia de hipertensión arterial fue de un 26,9% en el grupo con mayor grado de la obesidad y un 9,2% en el otro grupo. Los adolescentes con mayores grados de obesidad presentaron, por tanto, mayores frecuencias de las alteraciones evaluadas, con diferencias significantes para glucemia de ayuno, resistencia insulínica, triglicéridos, HDL y presión arterial.

Las variables seleccionadas para el modelo logístico fueron: HDL, triglicéridos y glucemia de ayuno, presión arterial. La insulina basal y el índice HOMA-IR no fueron incluidos en el modelo, porque se optó por solamente un examen relacionado al perfil glucídico. La glucemia se escogió por presentar asociación más fuerte con los grados de obesidad en el análisis bivariado. La Tabla 3 muestra las OR ajustadas para alteraciones metabólicas entre adolescentes con diferentes grados de obesidad, siendo fuerte la asociación con la HDL (OR= 5,43 IC 1,80-16,39), seguida de presión arterial (4,29 IC 1,06-17,28) y triglicéridos (OR= 3,12 IC 1,04-9,37). La glucemia no permaneció en el modelo, ya que perdió significancia estadística cuando analizada conjuntamente con otras variables independientes.

En el Gráfico 1, se evidencia la presencia de un factor de riesgo como mínimo para ECV en más del 60% de la muestra y un 30% ya presentaban al menos dos alteraciones. Más de la mitad del grupo de los adolescentes con mayor grado de obesidad presentaron dos o más exámenes positivos (57,7%), y solamente 1/6 (16,7%) del grupo con menor grado de obesidad presentó el mismo resultado, con la diferencia estadísticamente significativa (p< 0,001).


Discusión

La mayoría de las repercusiones metabólicas estudiadas presenta asociaciones relevantes con el grado de obesidad entre adolescentes pospúberes. El uso del IMC en el diagnóstico de la obesidad en adolescentes está bien establecido en la literatura, ya que tiene una buena aplicabilidad clínica. Además de ello, su uso demuestra una asociación con grasa visceral, mejor correlación que otros parámetros antropométricos con presión arterial y niveles hematológicos de lípidos30,31.

Trabajos anteriores ya han evidenciados la relación de la obesidad con anormalidades metabólicas13,14, sin embargo pocos relacionan el grado de obesidad a la presencia de dichas alteraciones8,15,16. Nuestros resultados muestran que, cuanto mayor la severidad de la obesidad, mayor el riesgo de haber alteraciones glucídicas, lipídicas y de presión arterial. Como en el análisis multivariado, ninguna de las variables se identificó como factor de confusión o modificador de efecto. Los riesgos identificados pueden atribuirse a cada una de las variables, independientemente del efecto de las otras variables incluidas en el modelo.

La resistencia insulínica fue la alteración metabólica más común entre adolescentes obesos de este estudio. Lee et al32 analizaron una submuestra representativa de adolescentes entre 12 y 19 años que participaron en el estudio NHANES 1999-2002 y mostraron que el factor que más influenció los niveles de resistencia insulínica fue la obesidad. En niños y adolescentes, la resistencia insulínica también ha sido asociada a la dislipidemia, DM tipo 2 y complicaciones cardiovasculares en largo plazo33,34. Nuestros resultados señalan, en concordancia con estudios anteriores16, que la resistencia insulínica está fuertemente asociada a la severidad de la obesidad, lo que sugiere gradiente dosis-respuesta en la relación entre resistencia insulínica y adiposidad.

La severidad de la obesidad, en nuestra muestra, también presentó asociación significante con otros parámetros metabólicos y clínicos, como hipertrigliceridemia, HDL alterado, hiperglucemia de ayuno e hipertensión. Caranti et al16 analizaron alteraciones metabólicas en 509 adolescentes obesos brasileños (n=110) e italianos (n=399) pospúberes y encontraron resultados semejantes para HDL alterado, resistencia insulínica e hipertensión. Un estudio de cohorte con 115 individuos de la ciudad de Rio de Janeiro, Brasil, realizado en tres evaluaciones -período que comprendió niñez, adolescencia e inicio de la fase adulta- reveló que el grupo con IMC elevado presentó mayor prevalencia de hipertensión arterial (p<0,001) que los demás grupos compuestos por adolescentes con IMC normal o con diagnóstico del IMC diferente durante el estudio10.

Otro estudio constató que la prevalencia de la intolerancia a la glucosa, hiperinsulinemia, hipertrigliceridemia, hipertensión arterial y bajo HDL fue significativamente mayor en obesos severos (>2,5 z) con relación a los obesos moderados, concordando con los hallazgos de este estudio8.

Bell et al35 estudiaron la relación de las alteraciones metabólicas en niños de 6 a 13 años, con el aumento del z-IMC. La regresión con la presión arterial reveló aspecto lineal; la regresión con triglicéridos y HDL, forma curvilínea, lo que señala que el aumento del Z-IMC en el extremo superior del espectro (>2 z-IMC) tiene mayor impacto en perfiles lipídicos desfavorables. Con este abordaje, los autores demostraron que el riesgo de comorbidades durante la niñez aumenta continuamente en todo espectro, con el aumento z-IMC y acentuadamente superior a 2,0 z-IMC.

El modelo de regresión logística muestra significante una asociación de triglicéridos, HDL y presión arterial con la severidad de la obesidad. Los estudios con poblaciones que prueban hipótesis similares a las de este estudio no desarrollaron modelos de análisis múltiples, lo que imposibilita la comparación de nuestros resultados.

La presencia de la obesidad parece jugar un papel-clave en el desencadenamiento de los factores de riesgo para el desarrollo de las enfermedades cardiovasculares y DM tipo 2. Los parámetros más utilizados para componerse el grupo de factores de riesgo para la enfermedad cardiovascular viene siendo: obesidad, hipertrigliceridemia, bajo HDL, hipertensión arterial y algún parámetro relacionado al perfil glucídico, en este estudio, la glucemia de ayuno14.

En el presente estudio, la severidad de la obesidad tuvo asociación positiva y estadísticamente significativo con la frecuencia de estos factores de riesgo. Otros estudios también evaluaron la presencia de factores de riesgo cardiovasculares en adolescentes obesos y la presencia de dos o más factores de riesgo que también se asocian, de modo significativo, al grado de la obesidad15.

La presencia concomitante de alteraciones metabólicas y obesidad se denominó síndrome metabólico, debido a sus interrelaciones y a la importancia como factor de riesgo para la enfermedad cardiovascular y DM tipo 236. A pesar de hasta el momento no existir un consenso que defina el síndrome metabólico para niños y adolescentes, ya existen estudios reveladores de que las alteraciones metabólicas, cuando establecidas en la infancia, tienden a permanecer en la fase adulta, además de provocar precozmente daños cardiovasculares37.

El grupo con síndrome metabólico se caracterizó en el estudio por la presencia de obesidad y más dos factores de riesgo cardiovascular: altos niveles de triglicéridos, glucosa de ayuno, presión arterial y bajos niveles de HDL. De esta forma, un 57,7% del grupo de los adolescentes con obesidad severa tenían el síndrome metabólico en comparación a un 16,7% del otro grupo. Otro estudio, con adolescentes obesos brasileños e italianos, que adoptó criterios semejantes a los nuestros, también constató prevalencia mayor del síndrome metabólico en adolescentes obesos con mayor z-IMC, y la prevalencia aumentó de un 9,5% para un 19,7%16.

En el estudio de Weiss et al8 que evaluó a 439 niños y adolescentes estadounidenses obesos, se establecieron como grupo de factores de riesgo cardiovascular los componentes del síndrome metabólico: obesidad, presión arterial, triglicéridos, glucemia de ayuno y HDL. El síndrome metabólico también se caracterizó por la presencia de tres o más factores de riesgo (obesidad más dos riesgos metabólicos o clínico) y presentaba tasas mayores con el aumento de la severidad de la obesidad, un 38,7% en obesos moderados y un 49,7% en obesos severos.

En Sen Y et al15 el número de adolescentes obesos con tres o más factores de riesgo aumentó paralelamente con el grado de la obesidad. Los adolescentes con IMC superior a 3 z-IMC tenían 2,6 veces más riesgo de desarrollar el síndrome metabólico que aquellos con IMC entre 2 y 3 z-IMC.

Algunos estudios muestran que, independientemente del criterio utilizado, la obesidad fue la característica más común del síndrome metabólico en sus poblaciones14,15. Además de esto, sugieren que la obesidad se debería considerar componente esencial en el conjunto de factores de riesgo cardiovascular, a fin de identificar adolescentes con mayor riesgo en desarrollar comorbidades y enfermedad cardiovascular precoz14.

Por ser el IMC indicador de fácil obtención por equipamientos disponibles en escuelas, la identificación de adolescentes con z-IMC >2,0 o >2,5 se podrían constituir en pruebas de triaje para la identificación de adolescentes para acciones preventivas y educativas.

Debido a la complejidad de la etiología de la obesidad y de sus consecuencias a lo largo de la vida, su tratamiento debe ocurrir de forma multidisciplinar con seguimiento médico, nutricional, psicológico y de educador físico. Se hacen necesarias políticas y programas de promoción de estilo de vida saludables que difundan entre niños, adolescentes y sus familiares hábitos de escoja alimentaria saludable y de actividad física.

A pesar de la mejor precisión de las estimaciones de riesgo, permanecen las limitaciones inherentes a todos los estudios transversales en el que concierne a las dificultades para determinar secuencia temporal de la línea de causalidad investigada.

Fuentes de Financiación

El presente estudio fue financiado por la Fundación de Amparo a la Investigación del Estado de São Paulo (FAPESP), Proceso nº 0754490-8.

Potencial Conflicto de Intereses

Declaro no haber conflicto de intereses pertinentes.

Fuentes de Financiación

El presente estudio no tuve fuentes de financiación externas.

Vinculación Académica

Este artículo forma parte de Disertación de Maestría de Maria Silvia Ferrari Lavrador, por la Universidad Federal de São Paulo.

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  • Riesgos cardiovasculares en adolescentes con diferentes grados de obesidad

    Maria Silvia Ferrari LavradorI; Priscila Trapp AbbesII; Maria Arlete Meil Schimith EscrivãoI; José Augusto de Aguiar Carrazedo TaddeiI
  • Fechas de Publicación

    • Publicación en esta colección
      22 Dic 2010
    • Fecha del número
      Mar 2011

    Histórico

    • Recibido
      24 Feb 2010
    • Revisado
      25 Mayo 2010
    • Acepto
      06 Jul 2010
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