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Paper animals

Animales de papel

LIVROS E REDES

Irina Podgorny

Investigadora del Museo de La Plata/Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de Argentina; investigadora del Instituto Max Planck de Historia de la Ciencia de Berlín. podgorny@mpiwg-berlin.mpg.de

El historiador Juan Pimentel, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, de Madrid, es bien conocido por sus aportes renovadores desde España a la historia de la ciencia escrita, sobre todo por sus artículos y libros acerca de las expediciones científicas, la historia natural, la Edad de Oro y el Iluminismo español. Este nuevo libro de Pimentel retoma la tradición del ensayo paleontológico que Stephen Jay Gould supo consolidar con maestría y exportarlo a otros idiomas. Mientras Claudine Cohen lo sigue cultivando en francés, hasta ahora estaba ausente entre los autores del habla castellana. En este caso, se trata de un ensayo de morfología histórica que reúne la historia de dos grandes cuadrúpedos - el rinoceronte y el megaterio - para entender cómo fueron 'imaginados'. Parábola de la ciencia moderna, los derroteros de estas dos entidades animales se constituyen en una historia de cómo se da forma a los hechos, cómo se los configura y cómo se los universaliza en un mundo donde, como Pimentel muestra, la cosa en sí es mucho más inasequible que la solidez que estas 'poderosas' bestias esconden. Por eso, esta recensión contiene una pequeña reseña de las fuentes y el método de análisis de Pimentel para hablar de la debilidad de las cosas versus la fuerza de estos animales de papel (Rudwick, 2000).

Para la historiografía de las ciencias de España y del continente americano, el megaterio es un viejo conocido y sufre, aún hoy, una especie de condena. Así como en el siglo XIX fue protegido para que nadie se le acercara y Madrid conservara la gloria de poseer el único esqueleto completo, las historiografías nacionales y regionales lo encerraron en un relato fundacional de grandezas, independencias y despojos. Pimentel menciona los que le atañen, pero aquí vale la pena mencionar que el hallazgo y envío del animal 'corpulento y raro' a Madrid representa el hito siempre repetido en el inicio de la historia de la paleontología rioplatense. Por otro lado, como ha relatado Francisco Pelayo, los descubrimientos de huesos gigantescos por jesuitas, clérigos ilustrados e ingenieros militares españoles abundan en el siglo XVIII americano. Pero el 'hallazgo del megaterio' en Luján, enmarcado en el envío de muestras de la naturaleza americana al Real Gabinete de Madrid, clausurando todas esas historias, ayudó a abonar una historia española de abandonos. Gracias a las glorias de Georges Cuvier, quien en base a unas láminas, en 1796, bautizaba con ese nombre - y creaba - al animal, el poderoso esqueleto del Paraguay era arrancado del universo de la curiosidad y de los debates sobre la existencia de gigantes en el Nuevo Mundo, idea que empezó a verse como una tradición indígena (Pelayo Lopez, 2002; Podgorny, 2001, 2007). El megaterio iniciaría un derrotero más que célebre en el mundo de la anatomía comparada. Allí el especimen cobró sentido gracias al estudio de las leyes de la organización de los animales y de sus modificaciones en las diferentes especies. Basada en los principios de 'condiciones de existencia' (las relaciones entre las diferentes partes del organismo y las relaciones de éste con el medio que lo rodea) y 'subordinación de caracteres', la anatomía comparada cimentó las prácticas clasificatorias de los vertebrados mucho más allá de la filosofía natural en la que estaba imbuida. Cuvier y el megaterio se unirían, además, en la defensa del concepto de extinción: estas osamentas se volvían el testimonio mudo, pero elocuente, de mundos desaparecidos, sepultados por el tiempo y los cambios geológicos. Nadie vio ni verá jamás a un megaterio. Sin embargo, allí están, algo olvidados, pero poblando las pampas del pasado.

Creo que no abuso de la primera persona del plural, si digo que a los americanos el rinoceronte nos suena más lejano. Sin embargo, además de enterarnos en la página 116 de la presencia de rinocerontes en los frescos de una finca colonial de la Nueva Granada, este libro nos propone unir a estos mamíferos en un mundo integrado por la imprenta, la circulación de imágenes, las mercancías, los presentes diplomáticos y los despachos de plantas y animales en los barcos y en el comercio que atraviesa los océanos Índico y Atlántico. El libro se transforma así en un recorrido por los grandes imperios de España y Portugal, encarnados, respectivamente, por el megaterio (armado como un elefante en el Real Gabinete) y por el rinoceronte índico. Reflexionando sobre el impacto de los datos y hechos americanos y asiáticos, surgen los destinos de unas imágenes que alimentan un complejo mecanismo de circulación y creación de objetos naturales y artificiales. Y si bien, el rinoceronte se ubica en el relato principalmente en el siglo XVI y el megaterio en las décadas que cercanas a la Revolución Francesa se adentrarán en la primera mitad del siglo XIX, el ensayo también es un intento por recorrer los siglos a través de temas e imágenes que se independizan de sus autores y de sus épocas.

El rinoceronte protagonista de este ensayo es aquel que habría inspirado - a través de un dibujo - el famoso grabado de Durero y que llegó a Europa en los inicios del siglo XVI. Presente real, moriría ahogado en el mar, en su camino entre Portugal y Roma. Este tipo de rinoceronte, similar al de Java (Rhinoceros sondaicus) pero bien distinto del africano de dos cuernos (Diceros y Ceratotherium) o al de Sumatra (Dicerorhinus), a partir de Linneo se atribuiría a Rhinoceros unicornis. En alemán ostenta un nombre aún más descriptivo de su anatomía: Panzernashorn. Esta denominación remite a tres elementos conspicuos del animal: su cuerno nasal (Nashorn) y su carácter acorazado (Panzer), ausente en los otros géneros de la sistemática acuñada entre el siglo XVIII y XIX. La coraza, tan destacada por Durero, haría del rinoceronte de la India y de Java un animal armado, modelo de defensa y de ataque, más poderoso que el africano que - a falta de piel plegada como placas de armadura - ostenta dos cuernos.

Para ello Pimentel se sirvió de una batería bibliográfica sofisticada que refleja las tendencias que caracterizan la historia contemporánea de la ciencia. Con inteligencia, supo resumir los distintos aportes de la producción de los últimos 25 años para discutir viejas fuentes y la bibliografía secundaria que dan sustento empírico a su ensayo. Pimentel no 'descubrió' fuentes nuevas sino, más bien, ha condensado y concentrado miradas en fenómenos vistos y descriptos por otros. No por nada; como este ensayo y la historiografía reciente nos recuerda: la ciencia es una empresa colectiva. Las 120 páginas que constituyen la primera parte - destinada al rinoceronte - se han basado en dos fuentes principales: la obra de Damião de Góis, Crónica do felicíssimo rei D. Manuel (publicado en Coimbra, 1955), y la de Abel Fontoura da Costa, Les déambulations du rhinoceros de Modofar, roi de Cambaye, de 1514 à 1516 (publicado en Lisboa, 1937). Las 170 páginas de la segunda parte, en las observaciones recogidas y publicadas por el numismático Manuel Trelles y el sacerdote Guillermo Furlong, en la obra de Garriga y Bru, en los manuscritos del Archivo de Indias y en las obras de Richard Owen, William Buckland, William Clift, Henri Ducrotait de Blainville, Christian Pander, Eduard D'Alton y, sobre todo, Georges Cuvier, en un camino bastante clásico para quienes convivimos con el megaterio como objeto y fetiche. Para ese reducido círculo - que me incluye, lo mismo que a Pimentel y, quizás, a otro centenar de seguidores, entre los que se destaca José María López Piñero como uno de los renovadores de los, permítaseme la licencia, 'estudios megaterianos' - a esta altura del siglo XXI es inmensa la deuda que tenemos con los trabajos de Martin Rudwick, quien en los dos monumentales volúmenes publicados en el último quinquenio logró condensar su obra de reflexión iniciada hace unos cuarenta años. Pimentel articula, con cuidadoso fraseo, la anatomía metamórfica del megaterio (cf. Ramírez Rozzi, Podgorny, 2001) con varios de los tópicos y temas acuñados por Rudwick. Entre ellos, el lenguaje visual y los mundos de papel (Rudwick, 1976, 2000), la búsqueda de aliados internacionales (Rudwick, 1997), la relación con la anticuaria (Rudwick, 2005), la importancia de Megatherium en la carrera de Cuvier y en el afianzamiento de la mera idea de extinción (Rudwick, varias oportunidades). Asimismo, también recuerda que esa bestia fue sumamente popular en la imaginería científica de los mundos victorianos (Rudwick, 1992) hasta que los dinosaurios hallados en los Estados Unidos empezaron a destronar, a fines del siglo XIX, el atractivo de los mamíferos fósiles (Rupke, 1994).

La escritura cuidadosa del autor sirve de trampolín para recorrer una historia de imágenes de animales figurados pero nunca vistos. Megatherium y - agrego yo - Glyptodon, las ruinas de Palenque o la fauna fósil patagónica descripta por Florentino Ameghino a fines del siglo XIX surgen de dibujos recibidos por correo o, por lo menos, por algún tipo de canal que salva la distancia entre lo que alguien vio en ciertos rincones del mundo y quien recibe ese dibujo con lo visto. Y aquí es donde reside la fuerza principal del ensayo: ¿cómo referirse a esa relación entre esas cosas vistas - o jamás vistas - y la emergencia de esos animales, de esas ruinas, de esos objetos difíciles de transportar, de estabilizar, de ver? La relación entre la mano y el ojo, como Pimentel nos recuerda, es constitutiva de la ciencia moderna pero tanto el rinoceronte como el megaterio aparecen aquí para enfatizar que ambas partes pudieron haber pertenecido, como el esqueleto del megaterio, a cuerpos y cabezas separadas. Hoy, mirando las fotos de Rhinoceros unicornis, sin mucho esfuerzo - pero con cierta cultura general - vemos a Durero. Este ensayo, sin dudas, ayudará a comprender que lo que vemos está compuesto de innumerables estratos de papel.

  • PELAYO LOPEZ, Francisco. El orden natural y los gigantes: la Gigantologia Spagnola Vendicata (1760) de José Torrubia. Archivo Teológico Granadino, Granada, v.65, p.129-186. 2002.
  • PODGORNY, Irina. De ángeles, gigantes y megaterios. Saber, dinero y honor en el intercambio de fósiles en las provincias del Plata en la primera mitad del Siglo XIX. In: Salvatore, Ricardo (Ed.). Los lugares del saber: contextos locales y redes transnacionales en la formación del conocimiento moderno. Rosario: Beatriz Viterbo. p.125-157. 2007.
  • PODGORNY, Irina. El camino de los fósiles: las colecciones de mamíferos pampeanos en los museos franceses e ingleses. Asclepio, Madrid, v.53, n.2, p.97-116. 2001.
  • RAMÍREZ ROZZI, Fernando; PODGORNY, Irina. La metamorfosis del megaterio. Ciencia Hoy, Buenos Aires, v.11, n.61, p.12-19. 2001.
  • RUDWICK, Martin J.S. Bursting the limits of time: the reconstruction of geohistory in the age of revolution. Chicago: The Chicago University Press. 2005.
  • RUDWICK, Martin J.S. Georges Cuvier's paper museum of fossil bones. Archives of Natural History, Edinburgh, v.27, n.1, p.51-68. 2000.
  • RUDWICK, Martin J.S. Recherches sur les ossements fossiles: George Cuvier et la collecte d'alliés internationaux. In: Blanckaert, Claude et al. (Ed.). Le muséum au premier siècle de son histoire Paris: Muséum National d'Histoire Naturelle. p.591-606. 1997.
  • RUDWICK, Martin J.S. Scenes from the deep time: early pictorial representations of the prehistoric world. Chicago: The Chicago University Press. 1992.
  • RUDWICK, Martin J.S. The emergence of a visual language for geological science, 1760-1840. History of Science, Cambridge, v.14, n.3, p.149-195. 1976.
  • RUPKE, Nicolaas. Richard Owen: victorian naturalist. New York: Yale University Press. 1994.
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  • Fechas de Publicación

    • Publicación en esta colección
      01 Nov 2011
    • Fecha del número
      Set 2011
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