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Carta de los Editores

En septiembre de este año se cumplieron 37 años desde que se suscribió la Declaración sobre Atención Primaria de Salud (APS), uno de los documentos más importantes de la historia de la salud pública internacional. Entre el 6 y el 12 de septiembre de 1978, más de tres mil delegados de distintos países se reunieron en una conferencia, organizada por la Organización Mundial de la Salud (OMS) y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef), en Alma Ata, una ciudad en la antigua URSS, para discutir y aprobar la APS que subsecuentemente se convirtió en ícono de la salud pública.

En los años siguientes, diferentes agencias reivindicaron los principios de la APS. Ejemplos recientes fueron la OMS y el informe anual de 2008 que tuvo como título “La Atención Primaria de Salud, más necesaria que nunca”. La propuesta de cobertura universal en salud, promovida durante los últimos diez años por los directivos del Banco Mundial, y de otras agencias, está inspirada en la APS, según aseguran sus idealizadores. En el informe de la OMS y en esta propuesta, la APS es asociada con una modernización del primer nivel de atención, con la asignación de mayores recursos sanitarios para las zonas rurales y urbano-marginales, con el reclutamiento de agentes comunitarios de salud, con el acceso universal a los servicios de salud básicos y con un mayor énfasis en la prevención de enfermedades (que generalmente recibe menos atención en los presupuestos nacionales de los Ministerios de Salud que el tratamiento de los enfermos). Es verdad que la APS de 1978 abogaba por todo lo anterior. Pero no era solamente eso. Tenía una connotación política transformadora que se fue desdibujando en el contexto conservador y neoliberal que predominó a partir de los años 1980.

Algunos documentos de la salud internacional defendieron y revitalizaron el significado político original de la APS. Los casos más notorios fueron la Carta de Ottawa, aprobada en 1986 en la primera Conferencia Internacional sobre Promoción de la Salud, y las publicaciones producidas, entre 2005 y 2008, por la Comisión sobre Determinantes Sociales de la Salud. Estos documentos sugerían, y a veces proponían, abiertamente, que la APS fuese el centro de un programa de desarrollo socialmente inclusivo en los países en vías de desarrollo y una herramienta para forjar sociedades más equitativas y solidarias en los países industrializados. Asimismo, aspiraban a que los trabajadores de salud se conviertan en agentes de cambio y progreso social, articulando – junto con líderes sindicales, comunitarios y de organismos no gubernamentales progresistas – demandas y soluciones dirigidas a resolver la injusticia social, la discriminación y la pobreza. Para los defensores de esta versión holística, la APS no podía resignarse a una política tecnocrática que fuese parte del modelo de sociedad que promovían las políticas neoliberales; es decir, una sociedad con menos Estado y menos servicios sociales y con una salud pública para los más pobres entendida como un paliativo a la miseria. En cambio, esta perspectiva estaba en favor de la APS como parte de una reforma o inclusive una revolución social. Sin embargo, y desgraciadamente, una discusión explícita y profunda sobre la dimensión política de la APS nunca ocurrió y todavía está pendiente. ¿Podrá darse este debate en los próximos años? Ojalá. Los recortes a los sistemas de salud en países ricos, de medianos ingresos y pobres así como las protestas que estos generaban nos hacen abrigar la esperanza que avance la versión más progresista y menos tecnocrática de la APS.

Hablando de recortes, no podemos dejar de manifestar en esta carta nuestra grave preocupación y firme protesta por el drástico recorte del apoyo financiero a las revistas brasileñas que tradicionalmente brindaban agencias federales como el CNPq. Es un recorte sin precedentes y que obligará a las revistas a retrasar el crecimiento, la modernización y la visibilidad nacional e internacional que estábamos alcanzando. A pesar de estas dificultades, História, Ciências, Saúde – Manguinhosviene avanzando en su reconocimiento internacional. Recientemente, el Comité Científico Asesor del Sistema de Información Científica Redalyc – una importante red de Revistas Científicas de América Latina y el Caribe, España y Portugal basado en México (http://www.redalyc.org/) – nos comunicó que nuestra revista formará parte de su valioso acervo. Asimismo, la revista ganó una propuesta presentada al British Academy, en conjunto con el Journal of Latin American Studies, para investigar los desafíos en el siglo XXI de las revistas académicas de historia, de ciencias humanas y de ciencias sociales. Como parte de ese programa estamos preparado unworkshop de editores y miembros del cuerpo editorial de revistas británicas, brasileñas y de otros países latinoamericanos para mediados del próximo año (que será anunciado, próximamente, en el blog y Facebook de la revista). Es importante mencionar que el éxito de este proyecto no hubiera sido posible sin la valiosa contribución de Paulo Drinot quien es coeditor del Journal of Latin American Studies y editor adjunto de nuestra revista.

Marcos Cueto, editor científico
André Felipe Cândido da Silva, editor científico

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    Oct-Dec 2015
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