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La discontinuidad entre lo humano y lo animal en la Historia natural de Buffon

Resumen

Según Buffon, la diferencia entre las capacidades cognitivas del hombre y las de los demás animales no podía ser explicada por causas naturales. La constatación de esas diferencias obligaba a aceptar que el Creador había dotado al hombre de un alma inmaterial que no tenía parangón en los animales. Aquí se pretende mostrar que esa claudicación del naturalismo buffoniano no responde a un presupuesto teológico, sino a la imposibilidad de compatibilizar esa supuesta heterogeneidad existente entre las facultades cognitivas animales y humanas con la explicación materialista del origen de las especies que Buffon fue delineando a lo largo de sus escritos. Si se piensa al hombre como algo excepcional, su origen también tendrá que ser entendido como algo milagroso.

Georges-Louis Leclerc, conde de Buffon (1707-1788); animalidad; Dios; humanidad; materialismo

Abstract

According to Buffon, the difference between man’s cognitive abilities and those of other animals could not be attributed to natural causes. Noting these differences necessarily meant accepting that the Creator had endowed man with an immaterial soul that was unparalleled among animals. This article seeks to show that Buffon’s abandonment of naturalism was not the result of a theological premise but of the impossibility of reconciling the presumed heterogeneity between animal and human cognitive faculties with the materialist explanation of the origin of species that Buffon outlined in the course of his writings. If man is assumed to be an exceptional being, the origin of the human race must also be seen as miraculous.

Georges-Louis Leclerc, Comte de Buffon (1707-1788); animality; God; humanity; materialism

Cenando con Buffon

En septiembre de 1785, Buffon recibió en su residencia de Montbard, cerca de Dijon, a Marie-Jean Hérault de Séchelles: un joven y reconocido abogado de ideas revolucionarias, pero aún vinculado a la corte y con alguna fama de libertino (Varloot, 1984VARLOOT, Jean. Note sur Marie-Jean Herault de Séchelles. In: Varloot, Jean (Ed.). Buffon: histoire naturelle. Paris: Gallimard. p.287. 1984., p.287). Esa visita, de varios días, dio lugar al libro: Visite à Buffon (Hérault de Séchelles, 1984HERAULT DE SÉCHELLES, Marie-Jean. Visite à Buffon [1785]. In: Varloot, Jean (Ed.). Buffon: “Historie naturelle”. Paris: Gallimard. p.287-302.1984.), publicado anónimamente ese mismo año (Varloot, 1984VARLOOT, Jean. Note sur Marie-Jean Herault de Séchelles. In: Varloot, Jean (Ed.). Buffon: histoire naturelle. Paris: Gallimard. p.287. 1984., p.287). En dicha obra se describe la rutina doméstica del intendente del Jardín Real; y también son reportadas las definiciones sobre distintos asuntos que el anfitrión le habría confiado a su huésped a lo largo de las veladas que jalonaron la visita (Hérault de Séchelles, 1984HERAULT DE SÉCHELLES, Marie-Jean. Visite à Buffon [1785]. In: Varloot, Jean (Ed.). Buffon: “Historie naturelle”. Paris: Gallimard. p.287-302.1984., p.288).1 1 Cuatro años después, de hecho al año siguiente de la muerte de Buffon, Hérault de Séchelles se plegó a la revolución; llegando a cumplir un papel destacado dentro del (así llamado) Comité de Salud Pública: el organismo ejecutor de la política de terror patrocinada por Robespierre. En el ejercicio de esas funciones, Hérault redactó la constitución de 1793 y guillotinó copiosamente; aunque quizá sin el suficiente entusiasmo: por orden del propio Robespierre, y bajo la acusación de indiferencia y moderación, fue llevado al cadalso junto con Danton, de donde ambos descendieron decapitados (Dupiney de Vorepierre, 1876, p.266; Varloot, 1984, p.287). Póstumamente, en 1802, su Visite à Buffon fue republicada bajo el título de Voyage à Montbard (Dupiney de Vorepierre, 1876, p.266; Varloot, 1984, p.287). Entre esas definiciones, hay una particularmente impactante que alude al lugar que Buffon le daba a la divinidad en sus reflexiones como naturalista. Según Hérault de Séchelles (p.293), el autor de la monumental Histoire naturelle générale et particulière le habría confesado: “siempre aludí al Creador; pero hay que ignorar esa palabra y simplemente suplantarla por la potencia de la naturaleza, que resulta de las dos grandes leyes: la atracción y la impulsión”.2 2 En esta y en las demas citas literales de textos publicados en otros idiomas la traducción es libre.

El reporte de Hérault de Séchelles pudo estar sesgado por sus propias convicciones. También puede ser que el señor conde, conocedor de las inclinaciones filosóficas de su joven admirador, simplemente haya exagerado sus convicciones materialistas con el simple objetivo de hacer que la cena fuese más llevadera (Hérault de Séchelles, 1984HERAULT DE SÉCHELLES, Marie-Jean. Visite à Buffon [1785]. In: Varloot, Jean (Ed.). Buffon: “Historie naturelle”. Paris: Gallimard. p.287-302.1984., p.290). En tales circunstancias, excesos retóricos inocentes de ese tipo no son infrecuentes. No hay que olvidar que, conforme Kant (1991KANT, Immanuel. Antropología en sentido pragmático. Traducción José Gaos. Alianza: Madrid. [1798] 1991., §29) diría unos cuantos años después, “el beber desata la lengua”; y el pensamiento pierde las riendas del decir. Lo que sí es seguro, es que la obra de Buffon no carece de pasajes en los que esa atrevida substitución no es posible; y esos pasajes están vinculados, creo que casi exclusivamente, con la diferencia entre el hombre y los demás animales.

Esa diferencia, según Buffon, no podía ser explicaba por la simple mediación de causas naturales: sólo quedaba aceptar que el Creador había dotado al hombre de un alma inmaterial que no tenía parangón en los animales; y lo que aquí pretendo es señalar el porqué de esa claudicación, o autolimitación, del naturalismo buffoniano. Ella, diré, no responde a un presupuesto teológico; sino a la imposibilidad de compatibilizar la supuesta heterogeneidad existente entre las facultades cognitivas animales y humanas, con la explicación materialista del origen de las especies que Buffon fue delineando a lo largo de sus escritos. Si se piensa al hombre como algo excepcional, su origen también tendrá que ser entendido como algo excepcional: de eso no hay escapatoria. Si se refuerzan unilateralmente las peculiaridades de nuestra especie, o de nuestro género, su vinculación con el resto de la naturaleza se perderá de vista.

El origen de las especies según Buffon

Salvando esa cuestión, es verdad, casi todo en la Histoire naturelle générale et particulière podría confirmar el reporte de Hérault de Séchelles. Hasta puede pensarse que, en ocasiones, Buffon solo cita a Dios de forma puramente retórica (Martínez, 1992MARTÍNEZ, Jorge. Des moeurs des singes: Buffon et ses contemporains. In: Gayon, Jean (Ed.). Buffon 88. Paris: Vrin. p.557-568. 1992., p.567). Conforme el prestigio y el buen posicionamiento político de su autor, fueron consolidándose las eventuales referencias al Creador que pueden encontrarse en esas páginas, también se tornaron menos frecuentes y más fácilmente interpretables como metáforas de la legalidad natural. Por ejemplo: no muy lejos de la censura eclesiástica de la que había sido objeto en 1751 en virtud de sus tesis sobre la historia de la Tierra y de los planetas (Buffon, 1749bBUFFON, Georges. Histoire naturelle générale et particulière, t.1. Paris: L‘Imprimerie Royal. 1749b.),3 3 Una edición parcial del documento condenatorio de las tesis de Buffon, emitido por la Facultad de Teología de París, en enero de 1751, puede encontrarse en las “Obras escogidas” de Buffon, editadas por Stéphane Schmitt (2007, p.413-414). Ahí mismo se puede también encontrar el texto de la retractación de Buffon (2007f). Al respecto de ese episodio, véase Roger (1989, p.252). Buffon (1868BUFFON, Georges. L’âne. In: Pizzetta, Jules (Ed.). Oeuvres de Buffon, t.3. Paris: Parent-Desbarres. p.35-43. (Histoire naturelle, t.4). [1753] 1868., p.35) tomó distancia de una conjetura transformista, que él mismo había dejado deslizar, diciendo que “todas las especies surgieron plenamente formadas de las manos del creador” (Caponi, 2010CAPONI, Gustavo. Buffon. México: Universidad Autónoma Metropolitana. 2010., p.69-72);4 4 Samuel Butler (1882, p.91), Emile Guyenot (1941, p.394), y Patrick Tort (1983, p.118) no deben haber sido los únicos en pensar que esa concesión de Buffon al creacionismo haya sido un simple recurso retórico: se propone una conjetura audaz, luego se la descalifica en nombre de la verdad revelada, pero la sugerencia ya queda ahí escrita. El seductor tímido, que dice haberse insinuado “en broma”, recurre a una estratagema semejante que ya no es menos demodé que la de Buffon. pero, diez años más tarde, en De la dégénération des animaux (Buffon, 1766BUFFON, Georges. Histoire naturelle générale et particulière, t.14. Paris: L‘Imprimerie Royale. 1766., p.311-374), comenzó a articular una teoría materialista sobre el origen de las especies (Caponi, 2010CAPONI, Gustavo. Buffon. México: Universidad Autónoma Metropolitana. 2010., p.127-128) cuyas últimas piezas pueden encontrarse en Les époques de la nature (Buffon, 1988BUFFON, Georges. Les époques de la nature. Ed. critique, Jacques Roger. Paris: Muséum National de Histoire Naturelle. [1778] 1988.).

Según dicha teoría, existe un conjunto de especies originarias, algunas de ellas ya extintas – como es el caso del mamut (Buffon, 1988BUFFON, Georges. Les époques de la nature. Ed. critique, Jacques Roger. Paris: Muséum National de Histoire Naturelle. [1778] 1988., p.144) –, que la naturaleza habría parido, ya completamente configuradas, en sucesivas andanadas (p.77, 142);5 5 Al respecto, ver Roger (1988, p.LXVIII), Beltrán (1997, p.105), y Alsina (2007, p.227). existiendo otras especies que son formas derivadas, o degeneradas, de algunas de esas especies originarias (Buffon, 1766BUFFON, Georges. Histoire naturelle générale et particulière, t.14. Paris: L‘Imprimerie Royale. 1766., p.360-363).6 6 Al respecto, ver Bowler (1973, p.270), Roger (1989, p.435), y Caponi (2010, p.87). Aunque no de todas ellas; porque, entre estas últimas, hay 14 a las que Buffon (p.335-356) reputa “nobles” o mayores (p.29),7 7 Además del hombre, las especies nobles que Buffon identifica son 13 (Roger, 1989, p.435): siete del Viejo Continente que son el elefante, el rinoceronte, el hipopótamo, la jirafa, el camello, el león y el tigre (Buffon, 1766, p.362). Dos comunes a ambos continentes que son el oso y el topo (p.362); y cuatro propias del Nuevo Mundo que son el tapir, la llama, el pecarí, y el capibara (p.363). Pero, salvando lo que pueda decirse en relación al hombre, nada en el razonamiento de Buffon lleva a pensar que la lista no sea revisable, incluyendo otras especies y/o excluyendo algunas de las ahí enumeradas. que son inmunes a la degeneración: tal es el caso del elefante que no es un mamut degenerado8 8 Al respecto, ver Roger (1989, p.434), Blanckaert (1994, p.62), y Caponi (2010, p.90). y diferentemente del puma que sí es una forma degenerada de pantera (p.369) o del asno que, como uno puede sospechar, es un caballo degenerado por los efectos del clima y de la alimentación acumulados a lo largo de generaciones (p.335).

Esa teoría, por supuesto, nos propone cosas para nosotros tan inconcebibles como la generación espontánea de mamuts, de elefantes o de caballos (Roger, 1983ROGER, Jacques. Buffon et le transformisme. In: Biezunski, Michel (Ed.). La recherche en histoire des sciences. Paris: Seuil. p.149-172. 1983., p.165; Caponi, 2010CAPONI, Gustavo. Buffon. México: Universidad Autónoma Metropolitana. 2010., p.107); y la idea de degeneración que la complementa (Aréchiga, 1999ARÉCHIGA, Violeta. El concepto de “degeneración” en Buffon. In: Gutiérrez Lombardo, Raul; Martínez Contreras, Jorge; Vera Cortés, José (Ed.). Estudios en historia y filosofía de la biología, v.1. México: Centro Vicente Lombardo Toledano. p.1-20. 1999.) presupone una teoría de la generación y de la herencia que sabemos definitivamente falsa (Caponi, 2010CAPONI, Gustavo. Buffon. México: Universidad Autónoma Metropolitana. 2010., p.41; Galfione, 2013GALFIONE, María. Historia natural y temporalización: consideraciones sobre la “Historia natural” de Buffon. História, Ciências, Saúde – Manguinhos, v.20, n.3, p.813-829. 2013., p.823). Pero, aun así, todo eso apuntaba a la posibilidad de explicar el origen de las especies y de la vida, sin ningún recurso a nada que fuese ajeno a la pura legalidad natural (Caponi, 2010CAPONI, Gustavo. Buffon. México: Universidad Autónoma Metropolitana. 2010., p.139); y esto vale hasta para el propio concepto de “especie noble” (Buffon: 2007eBUFFON, Georges. Le chien. In: Schmitt, Stéphane (Ed.). Buffon: Œuvres. Paris: Gallimard. p.640-688. (Histoire naturelle, v.5). [1755] 2007e., p.646; 1765BUFFON, Georges. Histoire naturelle générale et particulière, t.13. Paris: L‘Imprimerie Royale. 1765., p.X).9 9 Sobre el concepto buffoniano de “especie noble”, ver Caponi (2010, p.91-93).

Buffon, en efecto, había delineado un esquema explicativo para dichos fenómenos en donde, prima facie, la divinidad no tenía otra función a cumplir que no fuese la de un gran legislador que, una vez creado el mundo e instituida su legalidad, podía dejar que la máquina cósmica funcionase por sí misma, sin precisar de sus intervenciones.10 10 Sobre el modo en que Buffon entendía la divinidad, ver Martínez (2002, p.31), Hoquet (2007, p.140), Alsina (2009, p.249), y Caponi (2010, p.140). En su Première vue de la nature, Buffon (1764BUFFON, Georges. Histoire naturelle générale et particulière, t.12. Paris: L’Imprimerie Royale. 1764., p.III) había dicho que “la naturaleza es el sistema de leyes establecidas por el creador”; y había agregado que ella, la naturaleza, puede “alterar, cambiar, destruir, desarrollar, renovar, producir”, por sí misma, todo los cuerpos y fenómenos del mundo, incluidos los seres organizados (p.IV). Su teoría sobre el origen de la vida y las especies era coherente con ese presupuesto; y, en cierto sentido, ni siquiera sus tesis sobre el alma humana traicionaban ese aspecto de su pensamiento. La dimensión animal del hombre, a la cual el alma se sobreañadía, se encajaba perfectamente en esa teoría.

Para nosotros, es verdad, la vía más razonable para explicar el origen de las especies sería la evolucionista (Caponi, 2010CAPONI, Gustavo. Buffon. México: Universidad Autónoma Metropolitana. 2010., p.110). Así, aunque también la sepamos falsa, la postulación de una generación espontánea de infusorios, seguida de procesos evolutivos de incrementos de la complejidad, que encontramos en Lamarck (1802)LAMARCK, Jean. Recherches sur l’organisation des corps vivants. Paris: Maillard. 1802., nos parecería mucho más verosímil: más próxima de las perspectivas darwinistas hoy vigentes (Caponi, 2010CAPONI, Gustavo. Buffon. México: Universidad Autónoma Metropolitana. 2010., p.139). Pero Buffon (1766BUFFON, Georges. Histoire naturelle générale et particulière, t.14. Paris: L‘Imprimerie Royale. 1766., p.368-373) tenía sus razones para desechar esa alternativa (Caponi, 2010CAPONI, Gustavo. Buffon. México: Universidad Autónoma Metropolitana. 2010., p.119); y también es pertinente recordar que, aún en la primera mitad del siglo XIX (Rupke, 2009RUPKE, Nicolaas. Richard Owen: biology without Darwin. Chicago: Chicago University Press. 2009., p.147; Caponi, 2014CAPONI, Gustavo. La génesis de las especies según Jean-Claude Delamétherie. Llul, v.37, n.79, p.13-38. 2014., p.29) hasta el liminar mismo de la revolución darwinista (Rupke, 2010RUPKE, Nicolaas. Darwin’s choice. In: Alexander, Denis; Numbers, Ronald (Ed.). Biology and ideology from Descartes to Dawkins. Chicago: Chicago University Press. p.139-164. 2010., p.150; Caponi, 2014CAPONI, Gustavo. La génesis de las especies según Jean-Claude Delamétherie. Llul, v.37, n.79, p.13-38. 2014., p.29), una perspectiva como la que Buffon había sostenido sobre el origen de la vida y de las especies, todavía era considerada plausible (Peisse, 1844PEISSE, Jean Louis. Note. In: Cabanis, Pierre. Rapports du physique et du moral de l’homme. Paris: Baillière. p.480-485. 1844., p.480-481).

Antes de Darwin, como lo ha dicho Nicolaas Rupke (2009RUPKE, Nicolaas. Richard Owen: biology without Darwin. Chicago: Chicago University Press. 2009., p.147) con alguna inexactitud, no todo era “creación o evolución” (Caponi, 2014CAPONI, Gustavo. La génesis de las especies según Jean-Claude Delamétherie. Llul, v.37, n.79, p.13-38. 2014., p.32-33): la “teoría de la autogénesis”, que es el nombre que Rupke (2009RUPKE, Nicolaas. Richard Owen: biology without Darwin. Chicago: Chicago University Press. 2009., p.147) le da a la postulación de un origen abrupto de especies complejas como elefantes o leones, también tenía sus defensores (Caponi, 2014CAPONI, Gustavo. La génesis de las especies según Jean-Claude Delamétherie. Llul, v.37, n.79, p.13-38. 2014., p.27). Entre ellos se puede contar a Pierre Cabanis (1844CABANIS, Pierre. Rapports du physique et du moral de l’homme. Paris: Baillière. [1802] 1844., p.480);11 11 Al respecto, ver Peisse (1844, p.483), y Caponi (2014, p.28). a Jean-Claude Delamétherie (1805DELAMÉTHERIE, Jean-Claude. De la nature des êtres existants. Paris: Courcier. 1805., p.161);12 12 Al respecto, ver Rupke (2010, p.148), y Caponi (2014, p.22). a Herman Burmeister;13 13 Al respecto, ver Salgado y Navarro Floria (2004, p.58), y Podgorny (2004, p.21). y hasta a Prosper Lucas (1847LUCAS, Prosper. Traité philosophique et physiologique de l’hérédité naturelle, t.1. Paris: Baillière. 1847., p.22). El propio Lyell (1832LYELL, Charles. Principles of geology, t.2. London: Murray. 1832., p.179), incluso, llegó a sugerirla en el segundo tomo de sus Principles of geology (Ruse, 1983RUSE, Michael. La revolución darwinista. Madrid: Alianza. 1983., p.107; Alsina, 2006ALSINA, José. Historia de la geología. Barcelona: Montesinos. 2006., p.191).

Pero, independientemente de la plausibilidad de la que esa teoría podía gozar en el siglo XVIII o, incluso, en la primera mitad del siglo XIX, lo cierto es que Buffon no quiso apelar a ella para explicar el origen del hombre; o dicho con mayor con exactitud: lo cierto es que Buffon no podía apelar a ella para explicar el origen de lo que él consideraba como lo específicamente humano. Como ya lo señalé al inicio, sus ideas sobre las diferencias existentes entre las facultades cognitivas del resto de los animales y las del hombre no le dejaban mucho margen para eso. Como Daniel Dennett (1996DENNETT, Daniel. Darwin’s dangerous idea. London: Penguin. 1996., p.74-75) diría: si se establece un hiato muy grande entre “el hombre y la bestia”, siempre será necesario postular un skyhook, un guinche celestial, para así explicar el surgimiento de aquello que consideremos como privativo de los seres humanos.

Cuerpo humano y cuerpo simiesco

En De la manière d’étudier et de traiter l’historie naturelle, que es el discurso de abertura de la Histoire naturelle générale et particulière, Buffon (2007aBUFFON, Georges. De la manière d’étudier et de traiter l’historie naturelle. In: Schmitt, Stéphane (Ed.). Buffon: Œuvres. Paris: Gallimard. p.29-66. (Histoire naturelle, v.1). [1749] 2007a., p.35) había afirmado que “la primera verdad que surge de este examen serio de la naturaleza, es una verdad quizá humillante para el hombre: él debe incluirse a sí mismo en la clase de los animales a los cuales se asemeja por todo lo que es material”; y esa idea es refrendada en De la nature de l’homme: en lo atinente a su dimensión material, corpórea, el hombre es un animal (Buffon, 2007bBUFFON, Georges. De la nature de l’homme. In: Schmitt, Stéphane (Ed.). Buffon: Œuvres. Paris: Gallimard. p.181-190. (Histoire naturelle, v.3). [1749] 2007b., p.186-187). Además, en lo referente a su morfología física, el parecido entre el hombre y los simios es innegable (Tinland, 1992TINLAND, Frank. Les limites de l’animalité et de l´humanité selon Buffon et leur pertinence pour l’anthropologie contemporaine. In: Gayon, Jean (Ed.). Buffon 88. Paris: Vrin. p.543-556. 1992., p.546): “disecando al simio”, dice incluso Buffon (1766BUFFON, Georges. Histoire naturelle générale et particulière, t.14. Paris: L‘Imprimerie Royale. 1766., p.28), “se podría dar la anatomía del hombre” (Martínez, 1999MARTÍNEZ, Jorge. Primates humanos y no humanos en la obra de Buffon. In: Gutiérrez, Raul; Martínez, Jorge; Vera Cortés, José (Ed.). Estudios en historia y filosofía de la biología, t.1. México: Centro Lombardo Toledano. p.247-262. 1999., p.256; 2002, p.21); y eso merece una explicación que Buffon no hesitará en ofrecernos.

Pero no nos apuremos a proyectar en el texto de Buffon ideas que, en realidad, son de raigambre darwiniana (Caponi, 2010CAPONI, Gustavo. Buffon. México: Universidad Autónoma Metropolitana. 2010., p.131-132). Para él, la primera explicación de la “unidad de tipo” no está en la filiación común (p.134). Ése es el caso de las familias que se forman por la degeneración de una especie originaria (Buffon, 1766BUFFON, Georges. Histoire naturelle générale et particulière, t.14. Paris: L‘Imprimerie Royale. 1766., p.335): en gran medida, el caballo, el burro y la cebra se parecen porque estas dos últimas especies son degeneraciones de la primera (p.335). Pero, eso no se aplica a la semejanza que existe entre el caballo y la jirafa (Caponi, 2010CAPONI, Gustavo. Buffon. México: Universidad Autónoma Metropolitana. 2010., p.133): cada una de estas especies originarias es el producto de procesos independientes de organización de la materia orgánica (Roger, 1988ROGER, Jacques. Introduction. In: Roger, Jacques (Ed.). Georges Buffon: les époques de la nature. Paris: Muséum National de Histoire Naturelle. p.IX-CLII. 1988., p.LXX); y es eso lo que explica sus semejanzas y sus diferencias (Roger, 1989ROGER, Jacques. Buffon. Paris: Fayard. 1989., p.546; 1993, p.580).

Ambas especies se parecen, primariamente, porque las leyes que rigen los procesos de amalgamamiento de la materia orgánica, responsables por la configuración de las diferentes especies originarias, son siempre las mismas (Roger, 1993ROGER, Jacques. Les sciences de la vie dans la pensée française au XVIII siècle. Paris: Albin Michel. 1993., p.580). Eso es lo que explica la unidad de tipo, o de plan de composición, que se exhibe en la variedad de las especies animales (Buffon, 1868BUFFON, Georges. L’âne. In: Pizzetta, Jules (Ed.). Oeuvres de Buffon, t.3. Paris: Parent-Desbarres. p.35-43. (Histoire naturelle, t.4). [1753] 1868., p.35-36; 1766BUFFON, Georges. Histoire naturelle générale et particulière, t.14. Paris: L‘Imprimerie Royale. 1766., p.28-29);14 14 Al respecto, ver Caponi (2010, p.69-70). y las diferencias más importantes entre esas especies tienen que ver con las diferentes condiciones iniciales en las que ocurren esos procesos de organización de la materia que dan lugar a las distintas formas de vida (Buffon, 1775BUFFON, Georges. Histoire naturelle générale et particulière, 2º suppl. Paris: L’Imprimerie Royale. 1775., p.509-510).15 15 Al respecto, ver Roger (1989, p.546), Bowler (1998, p.135), y Caponi (2010, p.137). Siendo la degeneración la que explica las diferencias secundarias que existen en los linajes que, en algunos casos, ella misma produce (Caponi, 2010CAPONI, Gustavo. Buffon. México: Universidad Autónoma Metropolitana. 2010., p.137-138).

Para entender el significado que para Buffon podía tener la semejanza corporal entre el hombre y el simio, hay que situarse en ese horizonte: esa similitud es un caso extremo de una unidad de plano general a la que se ajustan todas las formas vivas (Buffon, 1766BUFFON, Georges. Histoire naturelle générale et particulière, t.14. Paris: L‘Imprimerie Royale. 1766., p.28). El cuerpo del hombre, dice Buffon (p.32) en la Nomenclature des singes sigue “el plan común fijado por el creador para todos los seres organizados”; y aquí la palabra “creador” puede, en efecto, ser substituida por “potencia de la naturaleza”: el cuerpo de los hombres obedece a la misma legalidad que obedece la configuración del cuerpo de todos los animales, incluidos los simios. Pero, además de eso, en este caso, también tenemos que evitar recurrir a la teoría de la degeneración. El universo de los simios, según Buffon (p.368), está compuesto por tres familias derivadas de tres cepas diferentes: una es la familia de todos los monos del Viejo Mundo; las otras dos son familias del Nuevo Mundo, la de los sapajúes y la de los tamarinos (Roger, 1989ROGER, Jacques. Buffon. Paris: Fayard. 1989., p.435); y el hombre no pertenece a ninguna de ellas (Buffon, 1766BUFFON, Georges. Histoire naturelle générale et particulière, t.14. Paris: L‘Imprimerie Royale. 1766., p.335).

Segun Buffon, ni los monos eran hombres degenerados, ni éstos eran una variante de aquellos (Buffon, 1766BUFFON, Georges. Histoire naturelle générale et particulière, t.14. Paris: L‘Imprimerie Royale. 1766., p.30). Según Buffon, el hombre es una de las especies originarias: no surgió por degeneración de ninguna otra (Roger, 1989ROGER, Jacques. Buffon. Paris: Fayard. 1989., p.244); aunque su origen sea de hecho posterior al de cualquiera de las demás especies originarias (Buffon, 1988BUFFON, Georges. Les époques de la nature. Ed. critique, Jacques Roger. Paris: Muséum National de Histoire Naturelle. [1778] 1988., p.150),16 16 Al respecto, ver Roger (1989, p.549), y Alsina (2009, p.234). incluidas aquellas que podamos considerar como cepas fundadoras de las diferentes familias de monos (p.161). Pero, además de ser una de las especies originarias, el hombre pertenece al conjunto de las especies nobles: esas que no degeneran (Buffon, 1766BUFFON, Georges. Histoire naturelle générale et particulière, t.14. Paris: L‘Imprimerie Royale. 1766., p.335). En Variétés dans la espéce humaine, Buffon (1749aBUFFON, Georges. Histoire naturelle générale et particulière, t.3. Paris: L‘Imprimerie Royal. 1749a., p.371-530) había reconocido que el clima y la alimentación producen diferencias notorias entre los diferentes linajes de seres humanos; pero esas diferencias no serían degeneraciones como las que produjeron al puma a partir de la pantera (p.529-530).

En la lógica de Buffon (1988BUFFON, Georges. Les époques de la nature. Ed. critique, Jacques Roger. Paris: Muséum National de Histoire Naturelle. [1778] 1988., p.144), la semejanza corporal entre el hombre y el orangután sería un caso semejante al de la semejanza, por él también percibida, entre el elefante y el mamut. Bajo su punto de vista, esa analogía de formas tampoco respondía a un vínculo genealógico (Caponi, 2010CAPONI, Gustavo. Buffon. México: Universidad Autónoma Metropolitana. 2010., p.108); sino que se explicaba por la semejanza entre las condiciones en las que ambas especies habían surgido y por la identidad de las leyes y de las fuerzas fundamentales que había regido ambos procesos de aglomeración de la materia orgánica (p.152).17 17 Al respecto, ver también Jacques Roger (1983, p.167; 1988, p.LXX; 1989, p.546; 1993, p.580). Para Buffon, en síntesis, no hay ningún nexo especial entre el hombre y los simios. Ellos no son más próximos a él que las otras especies de animales; y su semejanza es puramente corporal: no denota ninguna proximidad en lo atinente a capacidades cognitivas (Martínez, 2009MARTÍNEZ, Jorge. Les primates de Buffon 250 ans après. In: Bernez, Marie-Odile (Ed.). L’héritage de Buffon. Dijon: Editions Universitaires de Dijon. p.325-346. 2009., p.326). Los simios, decía Buffon (1766BUFFON, Georges. Histoire naturelle générale et particulière, t.14. Paris: L‘Imprimerie Royale. 1766., p.38), pese a ser los animales corporalmente más semejantes a nosotros, no son los más inteligentes: el elefante, según él consideraba, sería mucho más inteligente que cualquier mono (p.37); aunque el parecido corporal de los simios nos haga pensar lo contrario (p.38).

Sensibilidad animal y alma humana

En el primer patio había un aljibe con un sapo en el fondo; nunca se le ocurrió pensar que el tiempo del sapo, que linda la eternidad, era lo que buscaba.

Jorge Luis Borges (1980bBORGES, Jorge. El libro de arena [1975]. In: Borges, Jorge. Prosa completa, t.2. Barcelona: Bruguera. p.455-537. 1980b., p.526)

Ocurre que según Buffon (1766BUFFON, Georges. Histoire naturelle générale et particulière, t.14. Paris: L‘Imprimerie Royale. 1766., p.30), “el alma, el pensamiento y la palabra no dependen de la forma o de la organización del cuerpo”. Así, decía Buffon (p.32), aunque el hotentote se parezca corporalmente con el simio, los separa el pensamiento y el lenguaje (Tinland, 1992TINLAND, Frank. Les limites de l’animalité et de l´humanité selon Buffon et leur pertinence pour l’anthropologie contemporaine. In: Gayon, Jean (Ed.). Buffon 88. Paris: Vrin. p.543-556. 1992., p.548; Martínez, 1999MARTÍNEZ, Jorge. Primates humanos y no humanos en la obra de Buffon. In: Gutiérrez, Raul; Martínez, Jorge; Vera Cortés, José (Ed.). Estudios en historia y filosofía de la biología, t.1. México: Centro Lombardo Toledano. p.247-262. 1999., p.259). En ese punto consideraba también Buffon (1766BUFFON, Georges. Histoire naturelle générale et particulière, t.14. Paris: L‘Imprimerie Royale. 1766., p.32), la diferencia entre el hotentote y el más cultivado de los hombres civilizados, es muchísimo menor que la enorme diferencia existente entre un elefante y un gusano. Todos los hombres, pensaba Buffon (2007bBUFFON, Georges. De la nature de l’homme. In: Schmitt, Stéphane (Ed.). Buffon: Œuvres. Paris: Gallimard. p.181-190. (Histoire naturelle, v.3). [1749] 2007b., p.188), desde el más salvaje al más civilizado, están dotados de una capacidad reflexiva, totalmente ausente en los animales (Roger, 1989ROGER, Jacques. Buffon. Paris: Fayard. 1989., p.326; Martínez, 1999MARTÍNEZ, Jorge. Primates humanos y no humanos en la obra de Buffon. In: Gutiérrez, Raul; Martínez, Jorge; Vera Cortés, José (Ed.). Estudios en historia y filosofía de la biología, t.1. México: Centro Lombardo Toledano. p.247-262. 1999., p.252); y es esa capacidad que les da el don de la palabra (Buffon, 2007bBUFFON, Georges. De la nature de l’homme. In: Schmitt, Stéphane (Ed.). Buffon: Œuvres. Paris: Gallimard. p.181-190. (Histoire naturelle, v.3). [1749] 2007b., p.187-188). Ésta, la palabra, es la evidencia empírica más clara y elocuente de esa diferencia entre el hombre y la bestia; y sobre ella se insistirá en De la nature de l’homme (Buffon, 2007bBUFFON, Georges. De la nature de l’homme. In: Schmitt, Stéphane (Ed.). Buffon: Œuvres. Paris: Gallimard. p.181-190. (Histoire naturelle, v.3). [1749] 2007b.), en el Discours sur la nature des animaux (Buffon, 2003BUFFON, Georges. Discours sur la nature des animaux. Paris: Rivages. (Histoire naturelle, t.4). [1753] 2003.), y en la ya mencionada Nomenclature des singes de 1766.

Buffon no afirmaba que los animales fuesen autómatas insensibles (Roger, 1989ROGER, Jacques. Buffon. Paris: Fayard. 1989., p.325; Martínez, 1999MARTÍNEZ, Jorge. Primates humanos y no humanos en la obra de Buffon. In: Gutiérrez, Raul; Martínez, Jorge; Vera Cortés, José (Ed.). Estudios en historia y filosofía de la biología, t.1. México: Centro Lombardo Toledano. p.247-262. 1999., p.251). Lejos de eso, les atribuía la capacidad de sentir placer y dolor (Buffon, 2003BUFFON, Georges. Discours sur la nature des animaux. Paris: Rivages. (Histoire naturelle, t.4). [1753] 2003., p.56), cierta conciencia de su existencia actual (p.64), sueños (p.73), y hasta algunas pasiones simples como el miedo y el afecto (p.91). Pero es interesante apuntar que, ya en lo atinente a los propios sentidos, Buffon (p.46) haya planteado algunas diferencias significativas entre los hombres y los animales (Roger, 1989ROGER, Jacques. Buffon. Paris: Fayard. 1989., p.323; Martínez, 1999MARTÍNEZ, Jorge. Primates humanos y no humanos en la obra de Buffon. In: Gutiérrez, Raul; Martínez, Jorge; Vera Cortés, José (Ed.). Estudios en historia y filosofía de la biología, t.1. México: Centro Lombardo Toledano. p.247-262. 1999., p.248). Buffon (2003BUFFON, Georges. Discours sur la nature des animaux. Paris: Rivages. (Histoire naturelle, t.4). [1753] 2003., p.63) suponía que mientras la vista y el tacto estaban más desarrollados en el hombre, el olfato y el sabor estaban mejor desarrollados en los animales.

Esa no era una simple diferencia entre capacidades alternativas diferentemente desar-rolladas. Ahí no hay nada análogo a la diferencias entre murciélagos que no ven nada, pero escuchan mucho, y lechuzas que quizá no escuchan tanto, pero ven muy bien. Lejos de eso, la distinción de Buffon (2003BUFFON, Georges. Discours sur la nature des animaux. Paris: Rivages. (Histoire naturelle, t.4). [1753] 2003., p.46) ya propone una jerarquía: según él, el olfato y el gusto son sentidos más vinculados con el apetito, y es por eso que los animales los tienen más aguzados (p.64). La vista y el tacto, en cambio, están más vinculados con el conocimiento (p.46); y por eso no es sorprendente que en el hombre estén más desarrollados. Como también lo está el oído en virtud de su importancia para el habla (p.47).

Pero vale detenerse un poco en los sentidos del tacto y de la vista: creo que no es casual que Buffon (2003BUFFON, Georges. Discours sur la nature des animaux. Paris: Rivages. (Histoire naturelle, t.4). [1753] 2003., p.46) considerase que el primero era el sentido más importante para el hombre; afirmando, incluso, que era sólo por su intermediación que se podían “adquirir conocimientos completos y reales” (Buffon, 2007cBUFFON, Georges. Des sens en général. In: Schmitt, Stéphane (Ed.). Buffon: Œuvres. Paris: Gallimard. p.295-306. (Histoire naturelle, v.3). [1749] 2007c., p.302). Digo esto pensando en esa distinción entre cualidades primarias y cualidades secundarias que los profesores de filosofía remiten siempre a Locke (O’Connor, 1968O’CONNOR, Daniel. Locke. In: O’Connor, Daniel (Ed.). Historia crítica de la filosofía occidental: el empirismo inglés. Buenos Aires: Paidós. p.66-118. 1968.); pero que, como Edwin Burtt (1925)BURTT, Edwin. The metaphysical foundations of modern physical science. London: Kegan Paul, Trench Trübner. 1925. mostró en los sucesivos capítulos de The metaphysical foundations of modern physical science, fue percibida y apuntada de diferentes modos por todos los arquitectos de la física clásica. En todos ellos, esa dualidad está presente, y las cualidades primarias, en cuya delimitación y percepción la vista y el tacto tienen un papel privilegiado, son consideradas como las únicas que pueden ser objeto de verdadero conocimiento, o como aquellas cuyo conocimiento es más fundamental y seguro.

En efecto, las cualidades secundarias, como el sabor, el olor, el sonido y el color tienen la peculiaridad de ser percibidas por un único sentido: que podrá ser el gusto, el olfato, el oído o la vista. El sabor solo es percibido por el gusto; el olor por el olfato, el sonido por el oído y el color por la vista (Locke, 1939LOCKE, John. An essay concerning human understanding [1690]. In: Burtt, Edwin (Ed.). The English philosophers from Bacon to Mill. New York: Random House. p.238-402. 1939., II, VII, §10). Ya, las cualidades primarias como la extensión, la figura, la textura, el movimiento, el reposo, el número y la solidez (§9), claves para el conocimiento físico, pueden ser percibidas, o por más de un sentido que en el caso del hombre son siempre la vista y el tacto;18 18 No sería así en el de los murciélagos. Pero Buffon (2007d), Locke y todos los filósofos modernos desconocían su sistema de ecolocalización. Buffon murió en 1788; y los experimentos de Spallanzani sobre la orientación de los murciélagos, de hecho muy poco conocidos en su momento, fueron realizados sólo en 1793 (Dijkgraaf, 1960, p.9). o por un único sentido que es el propio tacto: precisamente aquel que para Buffon era el más importante de esos dos sentidos cuyo desarrollo, según él, sería mayor en el hombre que en los animales. Para Buffon, ahora lo podemos ver con claridad, el hombre estaba sensorialmente mejor dotado y predispuesto para el desarrollo de la ciencia; mientras que los animales estaban sensorialmente mejor dotados y predispuestos para satisfacer sus apetitos.

No era esa, de todos modos, la brecha realmente decisiva en la separación entre las capacidades cognitivas del hombre y las capacidades cognitivas de los animales. Para Buffon lo fundamental estaba en el hecho de que en el animal no existiese nada semejante a lo que él llamaba reflexión; es decir: la capacidad de distinguir, comparar y combinar sensaciones de todo tipo, formando nuevas representaciones. Sosteniendo algo que, en definitiva, no estaba muy lejos de Descartes, Buffon reducía las capacidades cognitivas de todos los animales a un sentido interno más a menos desarrollado, en donde todas las sensaciones se combinaban mecánicamente: asociándose, reforzándose o contrabalanceándose (Roger, 1989ROGER, Jacques. Buffon. Paris: Fayard. 1989., p.327; Martínez, 1999MARTÍNEZ, Jorge. Primates humanos y no humanos en la obra de Buffon. In: Gutiérrez, Raul; Martínez, Jorge; Vera Cortés, José (Ed.). Estudios en historia y filosofía de la biología, t.1. México: Centro Lombardo Toledano. p.247-262. 1999., p.253).

La diferencia que Buffon establece entre reflexión y sensación no es muy difícil de explicar. Lo primero que tenemos que decir a ese respecto es que, según su modo de entender dicha distinción, la reflexión supone la capacidad de representarnos lo antes percibido o sentido (Buffon, 2003BUFFON, Georges. Discours sur la nature des animaux. Paris: Rivages. (Histoire naturelle, t.4). [1753] 2003., p.69-70). Alguien ve el rostro de una mujer que lo seduce para robarle la billetera; y después, con dolor, lo recuerda: se lo representa, pudiendo ayudar a reconstruirlo en un identikit. La mujer usaba, además, un perfume intenso, inquietante, inconfundible y en algún sentido inolvidable (Buffon, 2003BUFFON, Georges. Discours sur la nature des animaux. Paris: Rivages. (Histoire naturelle, t.4). [1753] 2003., p.73); pero, en otro sentido, el desdichado no puedo recordarlo: no puede representárselo como sí puede representarse el rostro que lo sedujo y lo humilló. Aunque, si volviese a percibir ese perfume, se daría cuenta inmediatamente de que ése fue, sin ninguna duda, el aroma de su perdición. Para el animal buffoniano, podemos decir, todo es como ese perfume; y nada es como el rostro de la mujer.

Pero del mismo modo en que al volver a sentir ese perfume, el hombre volvería a sentir toda la inquietud y hasta la vergüenza resultante de aquel episodio lamentable, percibiendo la voz, el rostro y el olor de Rusty, Rin-tin-tin puede recuperar todas las sensaciones agradables a eso asociadas (Buffon, 2003BUFFON, Georges. Discours sur la nature des animaux. Paris: Rivages. (Histoire naturelle, t.4). [1753] 2003., p.68). Rin-tin-tin moverá la cola feliz; y el hombre se dispondrá a volver a perder su billetera. Pero ahí ya habrá una diferencia importante entre el hombre y la bestia. El hombre se entregará asociando ese perfume inconfundible, pero irrepresentable, con una situación pasada que él sí puede representarse, recordar y narrar, perfectamente; y también hará eso previendo algunas de las consecuencias de su comportamiento irresponsable: algo de lo que pasó antes puede volver a ocurrirle. Rin-tin-tin, en cambio, no podrá hacer esas asociaciones; porque para él todas las percepciones son igualmente irrepresentables: escuchar la voz de Rusty no le traerá representaciones de encuentros pasados; él solo sentirá que se le “llena de nuevo el corazón”, como a nosotros nos lo puede volver a llenar “un perfume de yuyos y de alfalfa”, aun sin evocar ninguna representación definida.

Es decir: estas consideraciones sobre la imposibilidad de representarnos perfumes – que ratifican lo que William Hudson (1893HUDSON, William Henry. Idle days in Patagonia. London: Chapman and Hall. 1893., p.247-251) ya dijo al respecto de aromas y sabores en las cinco páginas finales de Idle days in Patagonia – no van en desmedro de su capacidad evocadora de esas sensaciones: el sabor de la célebre madeleine de À la recherche du temps perdu (Proust, 1988PROUST, Marcel. Du côté de chez Swann: à la recherche du temps perdu, v.1. Paris: Gallimard. 1988., p.46) rescata representaciones nítidas de un pasado durante mucho tiempo olvidado, perdido; aunque él mismo, el propio sabor, sea en sí mismo irrepresentable. Pero además de eso, un sabor o un aroma pueden permitirnos recuperar sentimientos de placer, de dolor, de calma – asociados a ellos – de miedo, que también son irrepresentables; y, según Buffon, eso es lo que ocurre con los animales: las impresiones pueden evocarles sensaciones agradables o desagradables, que son ajenas a cualquier representación. Como lo que nos ocurre con ese aroma del humo de un cigarrillo que, muy fugazmente, nos hace recuperar una tentadora e indefinida sensación de placer que no llegamos a identificar, que no llegamos a asociar con ninguna representación; pero que quizá, muy vagamente, asociamos con cierto “tiempo perdido”, de alegría despreocupada.

Así, sin negar que los animales puedan asociar las impresiones presentes con sensaciones pasadas (Buffon, 2003BUFFON, Georges. Discours sur la nature des animaux. Paris: Rivages. (Histoire naturelle, t.4). [1753] 2003., p.39), también puede decir que ellos no tienen recuerdos (Roger, 1989ROGER, Jacques. Buffon. Paris: Fayard. 1989., p.324; Martínez, 1999MARTÍNEZ, Jorge. Primates humanos y no humanos en la obra de Buffon. In: Gutiérrez, Raul; Martínez, Jorge; Vera Cortés, José (Ed.). Estudios en historia y filosofía de la biología, t.1. México: Centro Lombardo Toledano. p.247-262. 1999., p.249); y con los mismos argumentos también podría haber dicho que ellos tampoco sienten saudades. Los animales, arguye Buffon (2003BUFFON, Georges. Discours sur la nature des animaux. Paris: Rivages. (Histoire naturelle, t.4). [1753] 2003., p.65-68), solo están dotados de ese sentido interno que permite que una sensación presente evoque una sensación previa, pero trayéndola a un presente sin fisuras en el que no hay representaciones que remitan al pasado. La voz de Rusty produce agrado en Rin-tin-tin; pero él no tiene representación de Rusty con la cual asociarla: para él, recordemos, todo es sensación irrepresentable, como lo son los aromas y los sabores. Así, sin poder asociar ese agrado con ninguna representación, Rin-tin-tin solo puede disfrutarlo como si fuese la primera y la última vez que lo siente.

Algo quizá parecido, pero ciertamente no idéntico, a una paramnesia en la cual una sensación ahora percibida parece hacernos revivir una alegría vivida en el pasado sin que podamos acertar a decir cuál. Solo que, en ese caso, nosotros nos quedamos buscando ese supuesto recuerdo, esa representación, que no llegamos a identificar. El animal buffoniano, en cambio, no mancha ese rescate del placer pretérito que le está permitiendo la percepción del presente: simplemente lo vive, lo disfruta, sin empañar su sentimiento con el esfuerzo vano por recuperar un dudoso recuerdo perdido. Para Buffon un animal es algo así como un “autómata sentimental” que solo registra su presente, que nada sabe de su existencia pasada y que ignora todo porvenir. Siendo también esos los límites de su estrechísima conciencia de sí: el animal solo siente su existir presente (Buffon, 2003BUFFON, Georges. Discours sur la nature des animaux. Paris: Rivages. (Histoire naturelle, t.4). [1753] 2003., p.67).

Como ocurre con el sapo que Borges (1980b)BORGES, Jorge. El libro de arena [1975]. In: Borges, Jorge. Prosa completa, t.2. Barcelona: Bruguera. p.455-537. 1980b. imagina flotando en el aljibe de la casa de Abelino Arredondo, el animal buffoniano no puede tener noción del tiempo (Buffon, 2003BUFFON, Georges. Discours sur la nature des animaux. Paris: Rivages. (Histoire naturelle, t.4). [1753] 2003., p.64-66): vive en un presente perpetuo que hasta puede parecerse a la eternidad y que abarca, indistintamente, tanto al sueño cuanto a la vigilia (Martínez, 1999MARTÍNEZ, Jorge. Primates humanos y no humanos en la obra de Buffon. In: Gutiérrez, Raul; Martínez, Jorge; Vera Cortés, José (Ed.). Estudios en historia y filosofía de la biología, t.1. México: Centro Lombardo Toledano. p.247-262. 1999., p.250-252). Buffon (2003BUFFON, Georges. Discours sur la nature des animaux. Paris: Rivages. (Histoire naturelle, t.4). [1753] 2003., p.67), ya lo dije, consideraba que los animales soñaban; pero también afirmaban que al despertar no percibían la diferencia entre las sensaciones que antes habían sufrido o disfrutado con aquellas que comenzaban a registrar en el momento de despertarse (p.79). Así, sus imágenes oníricas se integraban al registro de su sentido interno con los mismos derechos, y con el mismo peso que aquellas percibidas en la vigilia (Martínez, 1999MARTÍNEZ, Jorge. Primates humanos y no humanos en la obra de Buffon. In: Gutiérrez, Raul; Martínez, Jorge; Vera Cortés, José (Ed.). Estudios en historia y filosofía de la biología, t.1. México: Centro Lombardo Toledano. p.247-262. 1999., p.251).

Es también importante notar que mientras la sensación es algo puramente pasivo, la representación supone una actividad: las sensaciones son pasiones de la sensibilidad; y las representaciones son producciones del alma, generadas a partir de esas sensaciones. Por eso, decir que el animal no forma representaciones es también decir que no imagina (Buffon, 2003BUFFON, Georges. Discours sur la nature des animaux. Paris: Rivages. (Histoire naturelle, t.4). [1753] 2003., p.80) y que tampoco puede figurarse, conforme ya lo dije, el futuro más inmediato (p.80). Y es por lo mismo que el animal no puede formarse ideas de las cosas que percibe. Comparando lugares en los que nos sentimos protegidos del sol abrasador, los seres humanos nos vamos formando la idea de “sombra”; y, así, conforme crecemos y aprendemos, vamos dejando de ser como animalitos y nos humanizamos (p.82-83). En cambio un perro, según lo que Buffon (p.79) nos dice, no puede formarse una idea como la de “sombra”, aun cuando perciba y sienta atracción por la penumbra en la que sintió fresco durante la tarde anterior (Martínez, 1999MARTÍNEZ, Jorge. Primates humanos y no humanos en la obra de Buffon. In: Gutiérrez, Raul; Martínez, Jorge; Vera Cortés, José (Ed.). Estudios en historia y filosofía de la biología, t.1. México: Centro Lombardo Toledano. p.247-262. 1999., p.250); y menos puede comparar la idea de “sombra” con la de “sequedad”, la de “ignorancia”, y la de “pobreza” para así formarse la idea de “privación”.

El Homo duplex

Pero esa última limitación, esa incapacidad de formarse ideas abstractas también afecta a la mayoría de los seres humanos: conforme Buffon (2003BUFFON, Georges. Discours sur la nature des animaux. Paris: Rivages. (Histoire naturelle, t.4). [1753] 2003., p.80) lo reconoce, la capacidad reflexiva de la mayor parte de toda la humanidad, sólo llega a las ideas concretas; y la prueba que de ello nos da puede no ser conclusiva, pero es dolorosamente atendible. Buffon (2003BUFFON, Georges. Discours sur la nature des animaux. Paris: Rivages. (Histoire naturelle, t.4). [1753] 2003., p.80) dice que:

si todos los hombres fuesen igualmente capaces de comparar ideas, de generalizarlas y de formar con ellas nuevas combinaciones, todos manifestarían su genio por producciones nuevas, siempre diferentes a las de los otros, y a menudo más perfectas; todos tendrían el don de inventar, o por lo menos el talento de perfeccionar. Pero no: reducidos a una imitación servil, la mayoría de los hombres únicamente hacen lo que ven hacer, sólo piensan de memoria y en el mismo orden que los otros han pensado; las fórmulas, los métodos, los oficios agotan toda la capacidad de su entendimiento, y los dispensan de reflexionar lo suficiente como para crear.

Como sea, aunque para desarrollar esas rutinas y aun para limitarse a la formación esas simples representaciones concretas, debemos suponer que el hombre está dotado de capacidades que Buffon reputa totalmente ausentes en todos los animales; y esa capacidad, que es la capacidad de reflexionar, o de pensar, supone que los hombres están dotados de un alma inmaterial:19 19 Sobre el carácter inmaterial que Buffon le atribuye al alma humana, ver Flourens (1850, p.269), Roger (1989, p.336), Burkhardt (1992, p.571), y Mengal (1992, p.607). un alma que es explícitamente caracterizada como un souffle divin: un soplo divino (Buffon, 1766BUFFON, Georges. Histoire naturelle générale et particulière, t.14. Paris: L‘Imprimerie Royale. 1766., p.32).20 20 Al respecto, ver Flourens (1850, p.268), Roger (1989, p.340), y Tinland (1992, p.547). Buffon (2003BUFFON, Georges. Discours sur la nature des animaux. Paris: Rivages. (Histoire naturelle, t.4). [1753] 2003., p.81) apela así a la idea del Homo duplex (Roger, 1989ROGER, Jacques. Buffon. Paris: Fayard. 1989., p.330); que no está muy lejos del dualismo cartesiano. La misma ya había sido introducida en De la nature de l’homme (Buffon, 2007bBUFFON, Georges. De la nature de l’homme. In: Schmitt, Stéphane (Ed.). Buffon: Œuvres. Paris: Gallimard. p.181-190. (Histoire naturelle, v.3). [1749] 2007b., p.182-3); pero fue mejor enunciada en el Discours sur la nature des animaux. Buffon (2003BUFFON, Georges. Discours sur la nature des animaux. Paris: Rivages. (Histoire naturelle, t.4). [1753] 2003., p.81) dice ahí:

El hombre interior es doble: está compuesto de dos principios diferentes por su naturaleza, y contrarios por su accionar. El alma, ese principio espiritual, ese principio de todo conocimiento, está siempre en oposición con ese otro principio animal y puramente material: el primero es una luz pura que acompaña la calma y la serenidad, una fuente saludable de la que emanan la ciencia, la razón, la sabiduría; la otra es un falso resplandor que sólo brilla por la tempestad y en la obscuridad, un torrente impetuoso que corre entrañando pasiones y errores.

Pero, si nos queda alguna duda de la naturaleza de esa duplicidad, podemos remitirnos al cierre de ese mismo discurso. Ahí leeremos: “quítese al hombre esa luz divina, y su ser será apagado y obscurecido, solo quedará el animal; él ignorará el pasado, no sospechará el futuro, y ni sabrá qué es el presente” (Buffon, 2003BUFFON, Georges. Discours sur la nature des animaux. Paris: Rivages. (Histoire naturelle, t.4). [1753] 2003., p.118). Y esa excepcionalidad del hombre, ese hurtarse de lo humano al resto de la naturaleza, se hará también presente en la Nomenclature des singes (Buffon, 1766BUFFON, Georges. Histoire naturelle générale et particulière, t.14. Paris: L‘Imprimerie Royale. 1766., p.33), perdurando hasta Les époques de la nature, donde Buffon (1988BUFFON, Georges. Les époques de la nature. Ed. critique, Jacques Roger. Paris: Muséum National de Histoire Naturelle. [1778] 1988., p.160) dirá que “en el hombre la conducta es regida por el espíritu”.

En la primera y en la segunda visión de la naturaleza se nos había dicho que todo en la naturaleza debía explicarse por cuatro factores o elementos: las fuerzas de atracción y de impulsión que actuaban sobre los cuerpos brutos; y el calor y las moléculas orgánicas vivientes que explicaban los fenómenos propios de los seres organizados (Buffon, 1764BUFFON, Georges. Histoire naturelle générale et particulière, t.12. Paris: L’Imprimerie Royale. 1764., p.IV; 1765BUFFON, Georges. Histoire naturelle générale et particulière, t.3. Paris: L‘Imprimerie Royal. 1749a., p.XX). Y casi toda la Histoire naturelle générale et particulière le fue fiel a esa idea. Pero, a la hora de explicar la diferencia entre el hombre y el animal Buffon rompió sus propias reglas: rompió su compromiso naturalista, devolviéndonos al pensamiento teológico.

Ahí él apeló a un elemento ajeno a las fuerzas naturales y a la legalidad que supuestamente las regía, atribuyendo la peculiaridad humana a la intervención directa de un dios que ya no actuaba como mero legislador.21 21 Al respecto, ver Tinland (1992, p.552), Martínez (1992, p.567), y Roger (1993, p.538). El espíritu, el alma, no es mera materia bruta sometida a las fuerzas de atracción y de impulsión, ni tampoco es materia orgánica amalgamada por el calor: es “soplo divino”; y Buffon estaba forzado a pensarlo así: no tenía alternativa. Si la corporeidad humana, que fue producida por la misma materia y la misma legalidad que produjo la corporeidad de los otros animales, está imbuida y sometida a un principio totalmente ausente en cualquier otro ser vivo, esa excepcionalidad debe obedecer a algo ajeno a toda materia. En caso contrario, sería muy difícil de explicar que ese sentido interno, común a todos los animales, fuese tan incapaz de cualquier cosa mínimamente semejante a la capacidad de pensar.

Como vimos, la unidad de tipo corporal, que por lo que nos dice Buffon (2003BUFFON, Georges. Discours sur la nature des animaux. Paris: Rivages. (Histoire naturelle, t.4). [1753] 2003., p.81) incluye a la propia capacidad sensitiva, se explica por el sometimiento de todos los cuerpos organizados a una misma legalidad conformadora que no excluye a las fuerzas de atracción y repulsión que también rigen a los cuerpos brutos. Y si el pensamiento humano no guarda ninguna analogía con la pobre sensibilidad animal, su origen debe buscarse fuera de toda esa legalidad; que es como decir que tenemos que buscarlo fuera de la naturaleza: en la propia divinidad que creó la materia del mundo e instituyó la legalidad que rige sus movimientos y sus transformaciones. Buffon, en suma, postuló una brecha insalvable entre el hombre y el animal; y eso lo obligó a traicionar su propio compromiso naturalista. Tuvo que invocar a un Creador cuya mención ya no podía suplantarse por un recurso a la naturaleza.

Consideraciones finales

En cierto sentido, el tratamiento que Buffon le da a la “subjetividad animal” es intachable. Buffon asume un punto de vista deflacionista, fiel a la “navaja de Occam”: procura explicar el comportamiento animal en base a una “vida anímica” lo más pobre y lo más simple posible. Puede ser, y de hecho tiendo a creerlo, que los desarrollos de la primatología (Cheney, Seyfarth, 2007CHENEY, Dorothy; SEYFARTH, Robert. Baboon metaphysics. Chicago: University of Chicago Press. 2007.) y de la etología cognitiva (Allen, Bekoff, 1997ALLEN, Colin; BEKOFF, Marc. Species of mind: the philosophy and biology of cognitive ethology. Cambridge: MIT Press. 1997.) no corroboran esos análisis, mostrándonos que las exiguas capacidades cognitivas que Buffon atribuye a las demás especies de animales, son totalmente insuficientes para explicar, no ya los comportamientos de un chimpancé o de un perro, sino hasta los de un pulpo o una iguana. Pero creo que eso no sirve para entender la claudicación del naturalismo que está implicada en la idea del Homo duplex: Buffon creía haber conseguido su cometido explicativo. El problema de Buffon fue otro y ya lo apunté al inicio: postular una brecha muy grande entre el hombre y los demás animales, siempre va a obligarnos a recurrir a algún tipo de “guinche celestial” para así poder explicar el salto ahí implicado. Lo que “natura non da”, el cielo lo presta.

La historia no da lecciones, pero sí promueve reflexiones: si queremos mantenernos dentro de los márgenes de una perspectiva naturalista, tendremos que aceptar que todo carácter homínido, o humano – sea el corporal, cognitivo o emotivo – sólo puede ser una variante, quizá una acentuación, de un carácter atribuible a un ancestro no-humano (Caponi, 2012CAPONI, Gustavo. Tipología y filogenia de lo humano. Ludus Vitalis, v.20, n.37, p.175-191. 2012., p.183). Por eso, antes de preguntar qué es lo que nos separa de nuestros ancestros, tenemos que determinar qué es lo que nos asemeja; para después sí entender nuestra peculiaridad como siendo solo el desvío, más o menos brusco y pronunciado, de una “unidad de tipo” debidamente identificada. En este caso por lo menos, la diferencia tiene que verse siempre perfilada en un horizonte de semejanza. Eso fue lo que Buffon no hizo; y eso es lo que Darwin (1870DARWIN, Charles. The descent of man, t.1. London: Murray. 1870.; 1872DARWIN, Charles. The expression of emotions in man and animals. London: Murray. 1872.) sí se ocupó de hacer, mostrando que la “unidad de tipo” morfológica que nos remitía a nuestros ancestros no-humanos, no era más notoria que la “unidad de tipo” cognitiva y emotiva. Darwin puso al hombre al alcance de la ciencia: Buffon lo puso demasiado más allá. Esa parece ser la alternativa: o bien nos reconocemos en nuestras raíces animales; o bien nos arrogamos una prosapia divina. La opción, de todos modos, ya fue hecha.

Lo que sí todavía podemos hacer es preguntarnos por las razones que Buffon tenía para insistir en postular una brecha entre el hombre y el animal que lo obligaba a traicionar su propio materialismo. Se puede pensar, en este sentido, que Buffon procuró deliberadamente esa traición; y que la distinción hombre-animal fue el pretexto que él encontró para tender un puente entre sus ideas y la religión. Pero creo que cabe concebir otra respuesta: el alma humana no puede estar integrada en la naturaleza porque ella es el teatro, o el espejo, en el que esa naturaleza es representada (Rorty, 1983RORTY, Richard. La filosofía y el espejo de la naturaleza. Madrid: Cátedra. 1983., p.13-14). Ya vimos que, en De la manière d’étudier et de traiter l’historie naturelle, Buffon (2007aBUFFON, Georges. De la manière d’étudier et de traiter l’historie naturelle. In: Schmitt, Stéphane (Ed.). Buffon: Œuvres. Paris: Gallimard. p.29-66. (Histoire naturelle, v.1). [1749] 2007a., p.35) había admitido que por su corporeidad el hombre debía incluirse a sí mismo en la naturaleza; pero la posible humillación allí implicada después se mitigaba porque el verdadero sujeto de esa representación estaba excluido de la naturaleza: el sujeto representante no formaba parte de lo representado.

En “Magias parciales del Quijote”, Borges (1980aBORGES, Jorge. Otras inquisiciones [1952]. In: Borges, Jorge. Prosa completa, t.2. Barcelona: Bruguera. p.129-306. 1980a., p.175) alude a la inquietud que puede suscitarnos el hecho de que un mapa está incluido en sí mismo, o que en el Quijote se hable del libro sobre el Quijote y en Las mil y una noches se hable del libro Las mil y una noches. Es inquietante cuando la representación se integra a lo representado; y eso es lo que puede ocurrir si el hombre del que habla la historia natural resulta ser el mismo hombre que la escribe. Pero, si se concluye que el sujeto que enuncia la historia natural es un alma ajena a la naturaleza, aun cuando ella esté encarnada en un cuerpo que sí sea natural; entonces, la distinción entre lo representante y lo representado se restablece, y la inquietud se disipa.

En el sistema buffoniano, podemos entonces decir, la distinción entre el hombre y animal juega un lugar análogo a la distinción entre la res cogitans y la res extensa en el cartesianismo. Del mismo modo en que, para Descartes (1927DESCARTES, René. Discours de la méthode. In: Descartes, René. Oeuvres choisies. Paris: Garnier. p.1-59. [1637] 1927., p.35), lo corporal del hombre forma parte de esa res extensa que la res cogitans está llamada a representar sin nunca confundirse con ella; en Buffon la dimensión corporal del hombre puede ser asunto de historia natural, sin que eso valga para el alma en la que esa representación de la naturaleza habrá de tramarse. En este sentido, el pensamiento de Buffon es tributario de un modo de entender al conocimiento que es típico de la filosofía moderna y cuya consagración, como Richard Rorty (1983RORTY, Richard. La filosofía y el espejo de la naturaleza. Madrid: Cátedra. 1983., p.128) mostró, fue la obra de Kant.

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  • 1
    Cuatro años después, de hecho al año siguiente de la muerte de Buffon, Hérault de Séchelles se plegó a la revolución; llegando a cumplir un papel destacado dentro del (así llamado) Comité de Salud Pública: el organismo ejecutor de la política de terror patrocinada por Robespierre. En el ejercicio de esas funciones, Hérault redactó la constitución de 1793 y guillotinó copiosamente; aunque quizá sin el suficiente entusiasmo: por orden del propio Robespierre, y bajo la acusación de indiferencia y moderación, fue llevado al cadalso junto con Danton, de donde ambos descendieron decapitados (Dupiney de Vorepierre, 1876DUPINEY DE VOREPIERRE, Jean. Dictionnaire des noms propres. Paris: Michel Lévy. 1876., p.266; Varloot, 1984VARLOOT, Jean. Note sur Marie-Jean Herault de Séchelles. In: Varloot, Jean (Ed.). Buffon: histoire naturelle. Paris: Gallimard. p.287. 1984., p.287). Póstumamente, en 1802, su Visite à Buffon fue republicada bajo el título de Voyage à Montbard (Dupiney de Vorepierre, 1876DUPINEY DE VOREPIERRE, Jean. Dictionnaire des noms propres. Paris: Michel Lévy. 1876., p.266; Varloot, 1984VARLOOT, Jean. Note sur Marie-Jean Herault de Séchelles. In: Varloot, Jean (Ed.). Buffon: histoire naturelle. Paris: Gallimard. p.287. 1984., p.287).
  • 2
    En esta y en las demas citas literales de textos publicados en otros idiomas la traducción es libre.
  • 3
    Una edición parcial del documento condenatorio de las tesis de Buffon, emitido por la Facultad de Teología de París, en enero de 1751, puede encontrarse en las “Obras escogidas” de Buffon, editadas por Stéphane Schmitt (2007SCHMITT, Stéphane (Ed.). Buffon: Œuvres. Paris: Gallimard. 2007., p.413-414). Ahí mismo se puede también encontrar el texto de la retractación de Buffon (2007f)BUFFON, Georges. Réponse de M. de Buffon, à MM. les députés et syndic de la Faculté de Theologie [1751]. In: Schmitt, Stéphane (Ed.). Buffon: Œuvres. Paris: Gallimard. p.415-417. 2007f.. Al respecto de ese episodio, véase Roger (1989ROGER, Jacques. Buffon. Paris: Fayard. 1989., p.252).
  • 4
    Samuel Butler (1882BUTLER, Samuel. Evolution, old and new. New York: Dutton. 1882., p.91), Emile Guyenot (1941GUYENOT, Emile. Les sciences de la vie aux XVIIe et XVIIIe siècles: l’idée d’évolution. Paris: Albin Michel. 1941., p.394), y Patrick Tort (1983TORT, Patrick. La pensée hiérarchique et l’évolution. Paris: Aubier. 1983., p.118) no deben haber sido los únicos en pensar que esa concesión de Buffon al creacionismo haya sido un simple recurso retórico: se propone una conjetura audaz, luego se la descalifica en nombre de la verdad revelada, pero la sugerencia ya queda ahí escrita. El seductor tímido, que dice haberse insinuado “en broma”, recurre a una estratagema semejante que ya no es menos demodé que la de Buffon.
  • 5
    Al respecto, ver Roger (1988ROGER, Jacques. Introduction. In: Roger, Jacques (Ed.). Georges Buffon: les époques de la nature. Paris: Muséum National de Histoire Naturelle. p.IX-CLII. 1988., p.LXVIII), Beltrán (1997BELTRAN, Antonio. La historia natural de Buffon: la eternidad en la historia. In: Beltrán Marí, Antonio (Ed.). Georges Buffon: las épocas de la naturaleza. Madrid: Alianza. p.11-122. 1997., p.105), y Alsina (2007ALSINA, José. Buffon y el descubrimiento del tiempo geológico. Barcelona: Nueva República. 2007., p.227).
  • 6
    Al respecto, ver Bowler (1973BOWLER, Peter. Bonnet and Buffon: theories of generation and the problem of species. Journal of the History of Biology, v.6, n.2, p.259-281. 1973., p.270), Roger (1989ROGER, Jacques. Buffon. Paris: Fayard. 1989., p.435), y Caponi (2010CAPONI, Gustavo. Buffon. México: Universidad Autónoma Metropolitana. 2010., p.87).
  • 7
    Además del hombre, las especies nobles que Buffon identifica son 13 (Roger, 1989ROGER, Jacques. Buffon. Paris: Fayard. 1989., p.435): siete del Viejo Continente que son el elefante, el rinoceronte, el hipopótamo, la jirafa, el camello, el león y el tigre (Buffon, 1766BUFFON, Georges. Histoire naturelle générale et particulière, t.14. Paris: L‘Imprimerie Royale. 1766., p.362). Dos comunes a ambos continentes que son el oso y el topo (p.362); y cuatro propias del Nuevo Mundo que son el tapir, la llama, el pecarí, y el capibara (p.363). Pero, salvando lo que pueda decirse en relación al hombre, nada en el razonamiento de Buffon lleva a pensar que la lista no sea revisable, incluyendo otras especies y/o excluyendo algunas de las ahí enumeradas.
  • 8
    Al respecto, ver Roger (1989ROGER, Jacques. Buffon. Paris: Fayard. 1989., p.434), Blanckaert (1994BLANCKAERT, Claude. Le temps, grand ouvrier de la nature. In: Duris, Pascal (Ed.). Buffon, du grand livre de la nature à la grande galerie. Paris: Les Cahiers de Science et Vie. p.58-73. 1994., p.62), y Caponi (2010CAPONI, Gustavo. Buffon. México: Universidad Autónoma Metropolitana. 2010., p.90).
  • 9
    Sobre el concepto buffoniano de “especie noble”, ver Caponi (2010CAPONI, Gustavo. Buffon. México: Universidad Autónoma Metropolitana. 2010., p.91-93).
  • 10
    Sobre el modo en que Buffon entendía la divinidad, ver Martínez (2002MARTÍNEZ, Jorge. El descubrimiento europeo de los póngidos y sus repercusiones en la filosofía ilustrada. In: Martínez, Jorge; Veá, Joaquim (Ed.). Primates: evolución, cultura y diversidad. México: Centro Lombardo Toledano. p.17-34. 2002., p.31), Hoquet (2007HOQUET, Thierry. Buffon et Linné. Paris: Dunod. 2007., p.140), Alsina (2009ALSINA, José. De la teoría de la tierra a las épocas de la naturaleza de Buffon: análisis de una mutación conceptual. Llull, v.32, n.69, p.5-32. 2009., p.249), y Caponi (2010CAPONI, Gustavo. Buffon. México: Universidad Autónoma Metropolitana. 2010., p.140).
  • 11
    Al respecto, ver Peisse (1844PEISSE, Jean Louis. Note. In: Cabanis, Pierre. Rapports du physique et du moral de l’homme. Paris: Baillière. p.480-485. 1844., p.483), y Caponi (2014CAPONI, Gustavo. La génesis de las especies según Jean-Claude Delamétherie. Llul, v.37, n.79, p.13-38. 2014., p.28).
  • 12
    Al respecto, ver Rupke (2010RUPKE, Nicolaas. Darwin’s choice. In: Alexander, Denis; Numbers, Ronald (Ed.). Biology and ideology from Descartes to Dawkins. Chicago: Chicago University Press. p.139-164. 2010., p.148), y Caponi (2014CAPONI, Gustavo. La génesis de las especies según Jean-Claude Delamétherie. Llul, v.37, n.79, p.13-38. 2014., p.22).
  • 13
    Al respecto, ver Salgado y Navarro Floria (2004SALGADO, Leonardo; NAVARRO FLORIA, Pedro. Hermann Burmeister y su “historia de la creación”: idealismo, materialismo y empirismo en el credo de la primera ciencia argentina. In: Navarro Floria, Pedro (Ed.). Patagonia: ciencia y conquista. General Roca: Universidad Nacional del Comahue. p.37-62. 2004., p.58), y Podgorny (2004PODGORNY, Irina. Prólogo. In: Navarro Floria, Pedro (Ed.). Patagonia: ciencia y conquista. General Roca: Universidad Nacional del Comahue. p.9-30. 2004., p.21).
  • 14
    Al respecto, ver Caponi (2010CAPONI, Gustavo. Buffon. México: Universidad Autónoma Metropolitana. 2010., p.69-70).
  • 15
    Al respecto, ver Roger (1989ROGER, Jacques. Buffon. Paris: Fayard. 1989., p.546), Bowler (1998BOWLER, Peter. Historia Fontana de las ciencias ambientales. México: Fondo de Cultura Económica. 1998., p.135), y Caponi (2010CAPONI, Gustavo. Buffon. México: Universidad Autónoma Metropolitana. 2010., p.137).
  • 16
    Al respecto, ver Roger (1989ROGER, Jacques. Buffon. Paris: Fayard. 1989., p.549), y Alsina (2009ALSINA, José. De la teoría de la tierra a las épocas de la naturaleza de Buffon: análisis de una mutación conceptual. Llull, v.32, n.69, p.5-32. 2009., p.234).
  • 17
    Al respecto, ver también Jacques Roger (1983ROGER, Jacques. Buffon et le transformisme. In: Biezunski, Michel (Ed.). La recherche en histoire des sciences. Paris: Seuil. p.149-172. 1983., p.167; 1988, p.LXX; 1989, p.546; 1993, p.580).
  • 18
    No sería así en el de los murciélagos. Pero Buffon (2007d)BUFFON, Georges. De la nature de l’homme. In: Schmitt, Stéphane (Ed.). Buffon: Œuvres. Paris: Gallimard. p.181-190. (Histoire naturelle, v.3). [1749] 2007b., Locke y todos los filósofos modernos desconocían su sistema de ecolocalización. Buffon murió en 1788; y los experimentos de Spallanzani sobre la orientación de los murciélagos, de hecho muy poco conocidos en su momento, fueron realizados sólo en 1793 (Dijkgraaf, 1960DIJKGRAAF, Sven. Spallanzani’s unpublished experiments on the sensory basis of object perception. Isis, v.51, n.1, p.9-20. 1960., p.9).
  • 19
    Sobre el carácter inmaterial que Buffon le atribuye al alma humana, ver Flourens (1850FLOURENS, Pierre. Histoire des travaux et des idées de Buffon. Paris: Hachette. 1850., p.269), Roger (1989ROGER, Jacques. Buffon. Paris: Fayard. 1989., p.336), Burkhardt (1992BURKHARDT, Richard. Le comportament animal et l’ideologie de domestication chez Buffon et chez les éthologues modernes. In: Gayon, Jean (Ed.). Buffon 88. Paris: Vrin. p.569-582. 1992., p.571), y Mengal (1992MENGAL, Paul. La psychologie de Buffon à travers le traité “De l’homme”. In: Gayon, Jean (Ed.). Buffon 88. Paris: Vrin. p.601-612. 1992., p.607).
  • 20
    Al respecto, ver Flourens (1850FLOURENS, Pierre. Histoire des travaux et des idées de Buffon. Paris: Hachette. 1850., p.268), Roger (1989ROGER, Jacques. Buffon. Paris: Fayard. 1989., p.340), y Tinland (1992TINLAND, Frank. Les limites de l’animalité et de l´humanité selon Buffon et leur pertinence pour l’anthropologie contemporaine. In: Gayon, Jean (Ed.). Buffon 88. Paris: Vrin. p.543-556. 1992., p.547).
  • 21
    Al respecto, ver Tinland (1992TINLAND, Frank. Les limites de l’animalité et de l´humanité selon Buffon et leur pertinence pour l’anthropologie contemporaine. In: Gayon, Jean (Ed.). Buffon 88. Paris: Vrin. p.543-556. 1992., p.552), Martínez (1992MARTÍNEZ, Jorge. Des moeurs des singes: Buffon et ses contemporains. In: Gayon, Jean (Ed.). Buffon 88. Paris: Vrin. p.557-568. 1992., p.567), y Roger (1993ROGER, Jacques. Les sciences de la vie dans la pensée française au XVIII siècle. Paris: Albin Michel. 1993., p.538).

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    08 Dic 2016
  • Fecha del número
    Jan-Mar 2017

Histórico

  • Recibido
    Jun 2014
  • Acepto
    Nov 2014
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