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Sed ego te narrationibus lepidis anilibusque fabulis protinus avocabo: las vetulae como transmisoras de sabiduría en la Antigua Roma

Sed Ego Te Narrationibus Lepidis Anilibusque Fabulis Protinus Avocabo: The Elderly Women as Transmitters of Knowledge in Ancient Rome

Resumen

Este artículo muestra el papel de las vetulae o ancianas como transmisoras de sabiduría en la antigua Roma. Partimos de las aniles fabulae, historias de carácter femenino con objetivo de entretener, analizando sus características principales, su funcionalidad y los espacios en los que se narran. A continuación, analizamos el papel de la vetula como narradora, el cual encaja con el estereotipo de anus cotilla de las fuentes literarias, pero también con la noción de las personas ancianas como sabias y depositarias del patrimonio cultural y de la memoria familiar.

Vejez Femenina; Mujer Romana; Aniles Fabulae; Literatura Oral

Abstract

The aim of this paper is to show the role of vetulae or elderly women as transmitters of wisdom in ancient Rome. For this purpose, we begin by analyzing the main characteristics, functionality and narrative spaces of aniles fabulae, feminine stories intended to entertain. Then, we analyze the role of vetulae as narrators, which fits with the stereotype of gossipy anus of literary sources, but also with the idea of the elderly as wise people, who carry cultural heritage and family memory.

Old Age in Women; Roman Woman; Aniles Fabulae; Oral Literature

Introducción

En el libro cuarto de Metamorfosis, Lucio se encuentra sirviendo a unos bandidos que han raptado a una joven con la intención de pedir un rescate por ella. La tienen retenida en la cueva que emplean como guarida, y la han dejado al cuidado de una vetula. La joven se encuentra desesperada por su situación y no para de llorar. La anciana, que no puede liberarla por miedo a las represalias de los bandidos, pero que se compadece de ella, decide distraerla contándole “narrationibus lepidis anilibusque fabulis”1 1 Los textos clásicos en su lengua original han sido tomados de las ediciones que se recogen en el apartado de referencias y de las páginas Perseus Digital Library (http://www.perseus.tufts.edu/hopper/) y The Latin Library (http://thelatinlibrary.com/). (Apul. Met. 4.27.8), alegres relatos y cuentos de viejas.

La historia que Apuleyo pone en boca de la vetula es la de Psique y Cupido, la cual constituye el mejor ejemplo conservado de esos cuentos de viejas o aniles fabulae, narraciones caracterizadas por su transmisión oral, su trivialidad y por contar episodios ficticios, situados en espacios fantásticos o grotescos (Scobie, 1979SCOBIE, Alex. Storytellers, Storytelling, and the Novel in Graeco-Roman Antiquity. Rheinisches Museum für Philologie (122), 1979, pp.229-259.)2 2 Diversas formas de nombrar este tipo de narrativa oral son anilibus fabulis (Apul. Met. 4.27.8; Quint. Inst. 1.8.19), neniis anilibus (SHA Clod. 12.12), fabellas aniles (Cic. Nat. D. 3.12), anilibus argumentis (Sen. Ben. 1.4.6) y nutricum cuna ssapientiae (Macrob. In. Somn. 1.2.8). . Dentro de las aniles fabulae, las cuales deben su nombre a que suelen ser narradas por ancianas, tienen cabida temáticas tan dispares como episodios protagonizadas por personajes míticos, fantasía, o historias de fantasmas y seres dañinos. En la literatura romana, la narración de estas historias se sitúa en dos espacios diferentes: por un lado, reuniones de mujeres para trabajar o disfrutar de tiempo de ocio, y por el otro, entornos infantiles donde estos cuentos servirían para dormir o entretener a niñas y niños.

Hace más de dos décadas que Juan Cascajero (1993) reflexionó sobre la existencia de una literatura oral en la Antigüedad, paralela a la literatura escrita de carácter culto hecha por y para los varones de la élite, y llamó la atención sobre la necesidad de abordar la primera en los estudios historiográficos. Pretendía este autor no sólo ampliar nuestro conocimiento de las sociedades antiguas, sino también incluir en la disciplina histórica otras voces que no fuesen la del rico propietario, y a ese propósito dedicó diversos artículos (Cascajero, 1995 y 1999 entre otros). Afirmaba que el estudio de la oralidad nos permitiría acercarnos a la cotidianidad de la mayoría silenciada de las poblaciones antiguas, para lo cual era necesario realizar una

valoración de aquellas composiciones que se fundaron en la composición, ejecución, transmisión y conservación oral básica, pero naturalmente a través de sus restos sólo ocasionalmente conservados por escrito (Cascajero, 1995:113).

Al hilo del camino iniciado por Juan Cascajero, proponemos un acercamiento a una de las agentes de la oralidad de la Roma antigua a quien podemos llegar a través de las fuentes escritas, la vetula, así como a los saberes que ésta transmitía3 3 El grado de participación de las mujeres de la Antigüedad en la transmisión de conocimientos orales ha sido discutido por diversos autores, tal y como se recoge en Heath (2011). . El objetivo de las siguientes páginas es por lo tanto analizar el papel de las vetulae como narradoras en la literatura romana, partiendo de las aniles fabulae como forma de entretenimiento, pero también como medio de enseñanza del folklore y como vehículo de socialización y de transmisión de conocimientos distintos a los de la educación culta en la antigua Roma. Para ello abordaremos las diferentes funciones que pueden atribuirse a las aniles fabulae y los espacios en los que se narraban este tipo de historias. Además, analizaremos el papel de las ancianas romanas como narradoras de historias y transmisoras de sabiduría, mujeres en las que se puede confiar, pero quienes en ocasiones se encuentran relacionadas con la magia, la transgresión y lo marginal.

Las Aniles Fabulae: funcionalidad y trascendencia

Los escritores de la Antigüedad, tanto paganos como cristianos, despreciaban las aniles fabulae al considerarlas cuentos propios de iletrados y cercanos a la superstición. Desde su punto de vista carecían de objetivo instructor y solamente pretendían entretener; un entretenimiento que además se basaba en el engaño, al narrarse situaciones irreales (Hor. Sat. 2.6.76-77; Paul. 1 Tm. 4.7; Philostr. Her. 7; Quint. Inst. 1.8.19; Sen. Ben. 1.4.5-6; SHA Clod. 12.12). En época tardía, Arnobio se expresaba así con respecto a las historias populares procedentes de la tradición pagana:

cum historias, quaeso, perlegitis tales, nonne bobis videmini aut textriculas puellas audire taedosi operis circumscribentes moras aut infantibus credulis avocamenta quaeritantes anus longaevas et varias fictiones sub imagine veritati sex promere? (Arn. Adv. Nat. 5.14)4 4 “Cuando leéis historias tales, pregunto, ¿no os parece oír a las jóvenes tejedoras que tratan de hacer pasar el tempo del tedioso trabajo, o a las viejas añosas que tratan de distraer a los crédulos niños y cuentan cualquier fábula bajo apariencia de verdad?” .

Por otro lado, si bien encontramos autores favorables a su uso, expresan una necesidad de selección; así, para Platón (R. 2.377a-378d) es necesario que se controle qué historias cuentan las madres y las ayas, para determinar cuáles son adecuadas para su instrucción moral y cuáles no lo son.

La marginalidad de estas historias se debía también a otros factores. Por un lado, su carácter oral, y por lo tanto popular, convirtiendo a la persona narradora en autora y reinventora de la historia, ya que podría modificarla o darle los matices que considerase oportunos en cada momento, añadiendo detalles o suprimiendo otros que no fueran de su gusto, lo que al mismo tiempo daría lugar a distintas versiones del mismo cuento.

Por otro lado, y como venimos resaltando, el carácter femenino de las aniles fabulae, ya que la narradora era una mujer, en ocasiones la audiencia también era femenina, y se daba en espacios de socialización de mujeres, como las reuniones para tejer, durante las cuales eran frecuentes los cuentos, las canciones o la simple charla (Ov. Met. 4.36–41 y Tr. 4.1.13–14; Prop. 3.6.15–18 y 4.3.41-42; Tib. 2.1.63–66; Verg. Aen. 7.10-14 y G. 1.291–94 y 4.333-349; Heath, 2011HEATH, John. Women’s Work: Female Transmission of Mythical Narratives. Transactions of the American Philological Association (141), 2011, pp.69-104.; Scobie, 1979SCOBIE, Alex. Storytellers, Storytelling, and the Novel in Graeco-Roman Antiquity. Rheinisches Museum für Philologie (122), 1979, pp.229-259.). Ya en época tardía Juan Crisóstomo (PG 55) hace referencia a cómo las mujeres emplean canciones para dormir y consolar a niñas y niños, así como para entretenerse durante las reuniones para tejer.

Finalmente, el tercer factor es el rol social de los sujetos participantes, tanto quien narra la historia como el público, todos ellos considerados inferiores al vir. Como narradoras, las vetulae eran mujeres y además viejas, y han sido vistas, tanto por los autores de la época (Cic. Nat. D. 3.12; Hor. Sat. 1.9.30-34) como por parte de la historiografía (Graverini, 2006GRAVERINI, Luca (2006). An Old Wife’s Tale. In: KEULEN, Wytse H.; NAUTA, Ruurd R. y PANAYOTAKIS, Stelios (ed.). Lectiones Scrupulosae. Essays on the Text and Interpretation of Apuleius’ Metamorphoses in Honour of Maaike Zimmerman. Groningen, Barkhuis Publishing & Groningen University Library, 2006, pp.86-110.; Reeves, 1999REEVES, Eileen. Old Wives’ Tales and the New World System: Gilbert, Galileo, and Kepler. Configurations (7) 1999, pp.301-354.), como personas iletradas y guiadas por la superstición5 5 La teoría del alto grado de analfabetismo en la antigua Roma aparece también en Cascajero 1993 y 1995. En contra, vid. Scobie, 1979, para quien los habitantes del imperio romano, incluidas las vetulae, tendrían en general un alto grado de alfabetización. No obstante, este mismo autor señala que es de esperar que hubiera más personas iletradas en el ámbito rural, precisamente donde las aniles fabulae tendrían para él mayor influencia. La especial relevancia de los cuentos en el ámbito rural las eñala también Segura, 2014. :

Ecce auia aut metuens diuum matertera cunis exemit puerum frontemque atque uda labella infami digito et lustralibus ante saliuis expiat, urentis oculos inhibere perita (Pers. 2.30-34)6 6 “Mira cómo una abuela o una tía materna llena de supersticiones levanta de su cuna a un niño y con el dedo infame y saliva lustral empieza por purificarle la frente y los húmedos labios, pues es experta en conjuros contra el aojamiento”. .

El puesto de las vetulae podían ocuparlo también los circulatores o cuentacuentos ambulantes, hombres de baja extracción social (Plin. Ep. 2.20; Booth, 1980BOOTH, Alan D. Allusion to the Circulator by Persius and Horace? Greece & Rome (27), 1980, pp.166-169.; Escámez, 2015; Scobie, 1979SCOBIE, Alex. Storytellers, Storytelling, and the Novel in Graeco-Roman Antiquity. Rheinisches Museum für Philologie (122), 1979, pp.229-259.). Por su parte, como público, tanto los niños y niñas como las mujeres eran considerados seres mentalmente inferiores al varón romano.

Todas estas características se resumen en un pasaje de Filóstrato en el cual, al considerar la valía de los mitos y las fábulas, se expresa lo siguiente en relación con las segundas: “βάτραχοι’ ἔφη ‘καὶ ὄνοι καὶ λῆροι γραυσὶν οἷοι µασᾶσθαι καὶ παιδίοις” (Philostr. V. A. 5.14.1)7 7 “Ranas, asnos y charlatanerías aptos para que los devoren viejas y niños –repuso”. .

En el caso de la historia de Psique y Cupido, esta marginalidad es expresada de diversas formas. Cuenta con una narradora a la que se califica de “delira et temulenta” (Apul. Met. 6.25), loca y alcoholizada, de la que por consiguiente no se puede esperar una narración coherente ni juiciosa. Convive con unos ladrones que habitan escondidos en una cueva, y se encarga de las tareas domésticas. Ni siquiera sus compañeros la valoran, ya que ejercen sobre ella constante violencia verbal e, intuimos, también física:

Etiamne tu, busti cadauer extremum et vitae dedecus primum et Orci fastidium solum, sic nobis otiosa domi residens lusitabis nec nostris tan magnis tamque periculosis laboribus solacium detam será refectione tribues? Quae diebus ac noctibus nil quicquam rei quam merum sauienti uentri tuo soles auiditer ingurgitare (Apul. Met. 4.7)8 8 “¿Acaso tú, decrépito cadáver escapado de la pira funeraria, deshonra la más grande de los vivos, único ser a quien no admite el Orco en sus entrañas, vas a estar siempre divirtiéndote a costa nuestra, sentada ociosa en casa, sin ofrecernos siquiera, a hora tan avanzada, algo con que repongamos fuerzas y nos consolemos de tan penosos y arriesgados trabajos? Lo único que sabes hacer día y noche es anegar ávidamente en vino puro tu estómago rabioso e insaciable”. .

En cuanto al espacio, la cueva como refugio de los criminales se opone al lugar civilizado de la domus, siendo un ambiente más propio de bestias que de humanos. De hecho, para entrar debe pasarse a gatas, caminando tal y como hacen los animales, a cuatro patas (Apul. Met. 4.7). Además, Apuleyo alude constantemente al comportamiento salvaje de los ladrones, que comen en abundancia y sin orden y se expresan con gritos, “aciam cetera semiferis Lapithis Centaurisque semihominibus similia” (Apul. Met. 4.8)9 9 “en una palabra, todo como en el banquete de los lapitas (medio bestias) y los centauros (medio hombres)”. .

En lo que respecta al tiempo, la narración acontece en un momento en el que las dos mujeres, la vetula y la joven secuestrada, se encuentran solas. Se trata de un tiempo de intimidad femenina en la que ambas expresan sus sentimientos: la joven, la desdicha de estar lejos de su amado; la vieja, el temor a que el llanto de la cautiva moleste a los ladrones y lo paguen con ella, la frustración por no poder consolarla y, finalmente, la compasión para con su situación (Apul. Met. 4.25-27).

En lo que respecta a su propósito, las aniles fabulae tenían en la antigua Roma una funcionalidad cuádruple: entretener, asustar/prevenir, ayudar a dormir, y enseñar. Como historias para entretener, ya fuera narradas o cantadas, servían para acompañar las labores femeninas cotidianas y divertir a los miembros más jóvenes de la familia. En el caso del episodio de Metamorfosis, la vetula pretende calmar a la joven con sus palabras y hacerle olvidar la pesadilla soñada. El cuidado infantil se refleja también en la función de las aniles fabulae como cuentos que ayudan a dormir. Para Macrobio, el lugar de este tipo de historias no es otro que “nutricum cunas” (Macrob. In. Somn. 1.2.8), las cunas de las nodrizas. Por su parte, Filóstrato escribe lo siguiente en referencia a la historia de Teseo y Ariadna: “τάχα που καὶ τίτθηςδ ιακήκοας, σοφαὶ γὰρ ἐκεῖναι τὰ τοιαῦτα καὶ δακρύουσιν ἐπ᾽αὐτοῖς, ὅταν ἐθέλωσιν” (Philostr. Imag. 1.15)10 10 “Seguro que se lo habrás oído contar a tu nodriza, pues las nodrizas son sabias en este tipo de historias y pueden incluso llorar mientras las cuentan, si así lo desean”. . La importancia que en los individuos podía jugar el haber tenido este tipo de experiencias se aprecia por ejemplo en el caso de Augusto, quien según Suetonio (Aug. 78.2) gustaba de estas historias ya siendo adulto. Al ser un medio temprano de socialización, las narraciones con connotaciones terroríficas servían también para que la audiencia aprendiese ciertos comportamientos y evitase otros muchos, so pena de consecuencias desagradables.

Finalmente, las aniles fabulae contenían una fuerte carga didáctica; no en vano, sabemos que los cuentos infantiles no son algo inocuo, sino un medio de socialización mediante la reproducción de relatos estereotipados con los que se adquieren valores y conceptos sociales básicos, al tiempo que se interiorizan modelos de comportamiento y se aprende cómo enfrentarse a diversas situaciones (Ros, 2016). Así, las mujeres que narraban estas historias a quienes estaban a su cargo contribuían a crear su universo simbólico a través de animalizaciones, personajes y situaciones con las que pudieran identificarse y sentimientos básicos como el miedo o el amor (Graíño, 2014; Ros, 2016; Warner, 1999WARNER, Marina. The Old Wives’ Tale. In: TATAR, Maria (ed.). The Classic Fairy Tales. Nueva York, Norton & Company, 1999, pp.309-317.). En este sentido, las aniles fabulae

Partecipano della dimensione della oralità; funzionali al mondo della prima infanzia, sono rivolte ad un uditorio non scolarizzato, non ancora inserito nel processo di alfabetizzazione (Pugliarello, 2002PUGLIARELLO, Mariarosaria. Invecchiare al femminile: i racconti delle nonne (Anilesfabellae) nell’ antica Roma. In: GUERCI, Antonio y CONSIGLIERE, Stefania (a cura di). La vecchiaianel tempo. Génova, Erga Edizioni, 2002, pp.45-51.:48).

Las aniles fabulae son por otro lado una muestra del papel que las vetulae jugaban en la crianza de los miembros más jóvenes de la familia: “nutricula sicca vetusta infantibus monstrat” (Lucil. Fr. 955)11 11 “La nodriza pequeña, seca y vieja enseña a los pequeñines”. . Se trataba de una tarea que podía encomendarse tanto a una familiar de edad como a una esclava o a una mujer libre contratada, y que creaba vínculos que en ocasiones duraban más allá de los años de la infancia, tal y como se refleja en aquellas inscripciones funerarias dedicadas a nutrices o a abuelas de las que se resalta su labor como cuidadoras (CIL 03.10038; 6.12366; 6.16450 y 06.29497 entre otras)12 12 Un interesante análisis sobre estos vínculos y el tratamiento que la historiografía les ha dado lo encontramos en Joshel, 1986. . No se trataba solamente de vigilar a niñas y niños, sino también de cubrir sus necesidades básicas con una actitud severa pero al mismo tiempo afectiva:

Eligebatur autem maior aliqua natu propinqua, cuius probatis spectatisque moribus omnis eiusdem familiae suboles committeretur; coram qua neque dicere fas erat quod turpe dictu, neque facere quod factu videretur. Ac non studia modo curasque, sed remisiones etiam lususque puerorum sanctitate quadam ac verecundia temperabat (Tac. Dial. 28.5-6)13 13 “Se elegía a algúna pariente de edad, y a sus probadas y comprobadas costumbres se confiaba toda la prole de la misma familia. En su presencia no se permitía nada que pudiera parecer expresión grosera o acción vergonzosa. Con una virtud que infundía respeto, moderaba incluso los esparcimientos de los niños, no ya sólo sus aficiones e inquietudes”. .

Así, por ejemplo, Vespasiano (Suet. Vesp. 2.1) sentía un especial afecto hacia su abuela Tértula, quien se encargó de su educación, y Plinio el Joven (Ep. 6.3) regaló una granja a quien fuera su nutrix -que presumiblemente ya sería una vetula- como forma de expresar que de adulto era él quien cuidaba de ella. El que en muchos casos estas mujeres se nos presenten como ancianas, o como mujeres maduras, se debería a una doble motivación: por un lado, se trataría de mujeres experimentadas, que probablemente ya habían criado a sus propios hijos e hijas o a los de otras mujeres, y cuyo bagaje vital propiciaría que sus enseñanzas fueran más ricas; por otro lado, se daba una ocupación a mujeres que habrían perdido su anterior rol. En el caso de las esclavas, el cuerpo envejecido sería poco apto para las tareas más laboriosas. En cuanto a las mujeres libres, la crianza de niños y niñas es un trabajo que, como hemos señalado para las esclavas, no tiene una alta exigencia física; en el ámbito familiar, pasados los años fértiles el peso de traer al mundo herederos recaería sobre las mujeres más jóvenes, pasando las abuelas a encargarse del cuidado de las criaturas una vez abandonasen la lactancia.

Estas mujeres que se encargaban del cuidado y de la socialización en la infancia, y que por lo tanto tenían una gran influencia en el carácter y el comportamiento de los niños y niñas, podían sin embargo convertirse en figuras peligrosas al suponer una fuente de sabiduría/autoridad distinta de la del paterfamilias (Joshel, 1986JOSHEL, Sandra R. Nurturing the Master’s Child: Slavery and the Roman Child-Nurse. Signs (12) 1986, pp.3-22.). Así, para Luca Graverini, el desprecio que los autores clásicos muestran hacia historias del tipo aniles fabulae se deben a que las vetulae

played a major role in the formation of young men before their schooling. To establish authority in the face of this female formation, male pedagogues (…) had to eradicate thinking that had been inculcated in children through old wives’ tales before their formal education began (Graverini, 2006GRAVERINI, Luca (2006). An Old Wife’s Tale. In: KEULEN, Wytse H.; NAUTA, Ruurd R. y PANAYOTAKIS, Stelios (ed.). Lectiones Scrupulosae. Essays on the Text and Interpretation of Apuleius’ Metamorphoses in Honour of Maaike Zimmerman. Groningen, Barkhuis Publishing & Groningen University Library, 2006, pp.86-110.:96).

Si nos centramos en el otro de los escenarios que hemos presentado como propicio para la narración de aniles fabulae, como ocurría en el caso de la escena descrita por Apuleyo, se trata de espacios de trabajo y socialización de mujeres en los que frecuentemente tiene protagonismo el tejer, tarea femenina por excelencia y metáfora del contar historias14 14 Para la especial relación en la Antigüedad entre mujer y tejido, vid. entre otros muchos Heath, 2011. Esta relación resulta tan relevante que se emplea para personificar el destino en las Moiras griegas y las Parcas romanas (Catull. 64.303-324; Mart. 4.54, 9.17, 9.76 y 10.44; Ov. Met. 2.654 y 8.452; Carbó y Pérez, 2009-2010). . En ocasiones ambas labores se mezclan; ocurre así en la historia de Procne y Filomela (Ov. Met. 6.415-474), donde la hermana mutilada transmite lo sucedido plasmándolo en un tejido.

Las ancianas aparecen en los textos como avezadas en tejer (Juv. 6.495-500; Ov. Met. 6.25-45; Tib. 1.6.65-85). Lo hacen mientras cuidan de jóvenes doncellas, o para pasar el tiempo, en ocasiones tedioso por las cargas físicas y económicas que comportaba la vejez. De esta forma, este tipo de escenas formarían parte del día a día de las romanas de todas las edades:

At tu casta precor maneas, sanctique pudoris adsideat custos sedula Semper anus. Haec tibi fabellas referat positaque lucerna deducat plena stamina longa colu, at circa gravibus pensis adfixa puella paulatim somno fessa remittat opus (Tib. 1.3.85-90)15 15 “Tú consérvate casta, por favor, y guardiana de tu sagrado pudor siéntese a tu lado una vieja siempre solícita. Que te cuente ella anécdotas fabulosas y, con la lámpara en medio, saque interminables hilos del abultado copo de la rueca; pero a su costado, atenta la joven a la dura tarea, poco a poco, fatigada de sueño, deje caerla labor”. .

Vemos entonces que las aniles fabulae cumplen con las características del story-telling femenino, popularmente conocido como cotilleo,

a way of talking between women in their roles as women, intimate in style, personal and domestic in topic and setting, a female cultural event which springs from and perpetuates the restrictions of the female role, but also gives the confort of validation (Jones, 1980JONES, Deborah. Gossip: Notes on Women’s Oral Culture. Women’s Studies International Quaterly (3), 1980, pp.193-198.:194).

Este tipo de narraciones femeninas se caracterizan por ocupar un espacio privado asociado a lo femenino, y acontecer dentro del tiempo destinado por las mujeres al trabajo y al ocio. Sus participantes son mujeres, ya sea en intimidad o acompañadas por quienes dependen de ellas (niñas y niños, personas dependientes o enfermas). El tema principal suele ser de carácter femenino, normalmente basado en experiencias propias, y es narrado de forma alusiva, empleando conocimientos y valores comunes a todas las participantes, acompañando el lenguaje verbal con mensajes gestuales. Deborah Jones (1980)JONES, Deborah. Gossip: Notes on Women’s Oral Culture. Women’s Studies International Quaterly (3), 1980, pp.193-198. y Jennifer Coates (2013)COATES, Jennifer. Women, Men and Everyday Talk. Nueva York, Palgrave Macmillan, 2013. identifican este tipo de narrativas con una forma de subcultura femenina que permite perpetuar los valores de una comunidad, de crear comunidad y la propia identidad y de señalar a quienes se salen de la norma.

A diferencia de lo que ocurre con las historias que se narran en contextos masculinos, en ocasiones en las historias entre mujeres no ocurre nada, pero se relata de forma implícita lo que sí podría haber ocurrido, demostrando lo peligroso que es el mundo. A veces son historias sin final feliz y carecen de un personaje heroico, al contrario de las narraciones masculinas, que giran en torno al triunfo tras haber superado algún obstáculo. Cuando aparece un personaje heroico, suele ser una mujer que demuestra su capacidad de acción, que toma el control e invierte el orden natural de las cosas (Coates, 2013COATES, Jennifer. Women, Men and Everyday Talk. Nueva York, Palgrave Macmillan, 2013.). Además, muchas veces estas historias sirven para expresar quejas hacia el comportamiento de los hombres, así como para hacer confesiones personales sobre asuntos que no pueden abordarse en otros espacios.

La Vetula como narradora

Las vetulae se constituyen en narradoras perfectas para historias del tipo aniles fabulae, ya que las características que les atribuía la sociedad romana como mujeres y ancianas se ajustan a la concepción de las aniles fabulae como narraciones triviales e insustanciales. En cuanto que ancianas, comparten con los senes el gusto por rememorar tiempos pasados y contar historias antiguas a cualquier persona interesada en escucharlas, especialmente si se trata de un público infantil (Macrob. Sat. 7.2.14; Tib. 1.10.45 y 3.5.15). Además, inciden en ellas la charlatanería y el carácter chismoso asociado a la mujer, las ganas de hablar por hablar empleando muchas palabras para decir muy poco, con discursos caracterizados por la rapidez y la emoción (Krusckwitz, 2012). Se trata de un estereotipo de discurso femenino muy presente en la literatura romana (Apul. Met. 9.17.3; Juv. 6.400-405 y 435-455; Plaut. Aul. 123-126 y Cist. 149; Prop. 2.30.13 y 4.5; Val. Max. 7.2.; Tac. Ann. 14.20), de forma que las vetulae en ocasiones no hablan, sino que graznan, aúllan, croan… expresándose no como los seres humanos sino como los animales (Apul. Met. 4.7; Mart. 3.93). Por otro lado, como hemos señalado, las ancianas eran presentadas en Roma como mujeres aficionadas a las supersticiones y la magia, faltas de cultura y aficionadas al engaño (Apul. Met. 1.11.2 y 9.22.1; Hor. Sat. 1.9.30-34; Pers. 2.30-34; Petron. Sat. 1.6.4 - 1.8.3).

De esta forma, la figura de la vetula narradora encaja con la caracterización que Dolores Juliano hace de la expresión femenina desde el punto de vista patriarcal:

Hablar del saber de las mujeres, de los saberes de las mujeres y de su transmisión, es un desafío en la medida en que la experiencia femenina se conceptualiza normalmente como un no saber, es decir, lo que las mujeres saben y se transmiten por vías no académicas, por el contacto cotidiano, se considera no especializado, se considera no significativo y, normalmente, se asigna no al campo del conocimiento, sino al campo de la naturaleza (Juliano, 2005:15).

No obstante, si bien el estereotipo de vetula repulsiva condensa todos los rasgos negativos que los romanos veían en lo femenino, nos encontramos con que la anciana también es representada como una persona sabia. Una sabiduría que se relacionaba con la experiencia vivida y que en la literatura aparece como característica de la vejez (Cic. Amic. 1.1 y Sen. 2.5 y 7.21; Sen. Ep. 68.14). Escribe Cicerón que

sagire enim sentire acute est; ex quo sagae anus, quia multa scire volunt, et sagaces dicti canes. Is igitur qui ante sagit quam oblata res est, dicitur praesagire, id est futura ante sentire (Cic. Div. 1.65)16 16 “Por eso se dice que tienen olfato las ancianas, porque saben, según creen ellas, muchas cosas, y por eso se dice que los perros tienen olfato. Por tanto, se dice que 'presagia' el que es capaz de 'oler' una cosa antes de producirse, esto es, el que presiente el futuro”. .

Las personas ancianas poseen información acerca de lugares que ya no existen y acontecimientos pasados (Plin. Ep. 3.16; Ov. Fast. 6-399; Tac. Ann. 3.16; Varro Ling. 7.28). En este sentido, si al senex le correspondía la transmisión del conocimiento escrito, a la vetula se la representa como depositaria de la tradición oral, del folklore, de las propiedades de la naturaleza, de los elementos fundamentales del mos maiorum, y de la memoria familiar y colectiva (Heath, 2011HEATH, John. Women’s Work: Female Transmission of Mythical Narratives. Transactions of the American Philological Association (141), 2011, pp.69-104.; Ramos, 2003; Scobie, 1979SCOBIE, Alex. Storytellers, Storytelling, and the Novel in Graeco-Roman Antiquity. Rheinisches Museum für Philologie (122), 1979, pp.229-259.). Tal y como señala Mariarosaria Pugliarello,

una delle funzioni specifiche attribuite allá vecchiaia al femminile nel mondo antico: depositarie del patrimonio culturale della collettività e della memoria individuale della famiglia, le vecchie trasmettevano la tradizione, sotto forma di racconti popolari e ricordi, contribuendo a preservare la specifità e l’identità sociale (Pugliarello, 2002PUGLIARELLO, Mariarosaria. Invecchiare al femminile: i racconti delle nonne (Anilesfabellae) nell’ antica Roma. In: GUERCI, Antonio y CONSIGLIERE, Stefania (a cura di). La vecchiaianel tempo. Génova, Erga Edizioni, 2002, pp.45-51.:50).

No obstante, en el caso de las vetulae esta sabiduría también está relacionada con la magia y lo sobrenatural, ya que las ancianas son capaces de conocer hechos que aún no han acontecido o secretos que no les han contado (Apul. Met. 1.11.2; Hor. Sat.1.9.30-34). La vetula que narra la historia de Psique y Cupido sabe interpretar los sueños (Apul. Met. 4.27), mientras que otras conocen en profundidad la naturaleza y la dominan a su antojo, de forma que pueden preparar remedios y venenos (Amm. Marc. 29.2.26; Petron. Sat. 131 y 133-138; Ov. Am. 1.8). Este tipo de sabiduría las relaciona con la magia, tan potente que en ocasiones las vetulae aparecen como capaces de realizar todo tipo de actos que van contra las normas sociales y naturales, como hacer caer la luna, devolver la vida a los muertos, provocar abortos, o realizar maleficios de todo tipo (Apul. Met. 1.8.4; Heliod. Aeth. 6.14.2-7; Mart. 9.29; Ov. Am. 1.8).

Pero, además de sabias, las vetulae son astutas, de forma que aplican sus conocimientos en su beneficio o en el de otras mujeres, y en detrimento de los hombres (Apul. Met. 4.12.3-7; Petron. Sat. 6.4 - 8.3). En su papel de narradora, hemos visto cómo la vetula transmite una serie de conocimientos que en ocasiones se ubican en los márgenes del discurso del vir. Las ancianas aparecen en la literatura aconsejando a otras mujeres sobre asuntos cotidianos como el amor o los negocios (Plaut. Cist. 49-50; Tac. Ann. 4.40.1-5). Resulta frecuente también la figura de la madre o la vieja esclava que instruye a las mujeres jóvenes acerca de cómo engañar al esposo y facilita el adulterio (Juv. 6.230-240 y 15.25). Así, Juvenal nos presenta una escena en la que diversas esclavas peinan y maquillan a su señora para que acuda a ver a su amante: “est in consilio materna admotaque lanis emerita quae cessat acu; sententia prima huiuserit, post hanc aetate atque arte minores censebunt” (Juv. 6.495-500)17 17 “Y asiste a este consejo una esclava anciana, heredada de su madre; ahora se dedica al huso, pues ha cesado ya de trabajar con la aguja; de ello la ha jubilado. Y ella emitirá la primera un juicio, y luego las demás, inferiores en edad y menos competentes...”. .

La Dipsas de Ovidio (Am. 1.8.20-110), bruja y lena, aconseja a una joven qué debe hacer para obtener beneficio de sus amantes. Sus palabras provocan la furia de Ovidio, ya que, con su discurso, Dipsas desea su beneficio, el de la muchacha y el de las mujeres que le rodean, y le insta a obtenerlo engañando a los hombres. En vez de comportarse como una pudica Lucrecia y deber fidelidad absoluta a su esposo y a los hombres de su familia como las sabinas, la joven debe asumir el rol dominante y buscar su propia felicidad, situando su deseo individual -y el de la lena-, por encima del rol que le ha sido asignado en virtud de su género. De la misma forma, Propercio dirige su ira hacia la tumba de la lena Acántide, que daba consejos a las jóvenes acerca de cómo comportarse con sus amantes. La razón de su odio es la misma que la de Ovidio; las palabras de la vetula pueden hacer que la puella se convierta en una mujer que busca su propio beneficio, menos manejable, menos sumisa, y por lo tanto menos deseable:

Terra tuum spinis obducat, lena, sepulcrum, et tua, quod non uis, sentiat umbra sitim; nec sedeant cineri Manes, et Cerberus ultor turpia ieiuno terreat ossa sono! Docta uel Hippolytum Veneri mollire negantem, concordique toro pessima Semper auis, Penelopen quoque neglecto rumore mariti nubere lasciuo cogeret Antinoo. Illa uelit, poterit magnes non ducere ferrum, et uolucris nidis ese nouerca suis. Quippe et, Collinas ad fossam mouerit herbas, stantia currenti diluerentur aqua: audax cantatae leges imponere lunae et sua nocturno fallere terga lupo, posset ut intentos astu caecare maritos, cornicum immeritas eruit ungue genas; consuluitque striges nostro de sanguine, et in me hippomanes fetae semina legit equae. Exorabat opus uerbis, ceu blanda perure saxosamque ferat sedula culpa uiam: "si te Eoa Dorozantum iuuat aurea ripa et quae sub Tyria concha superbit aqua, Eurypylique placet Coae textura Mineruae, sectaque ab Attalicis putria signa toris, seu quae palmiferae mittunt uenalia Thebae, murreaque in Parthis pocula cocta focis; sperne fidem, prouolue deos, mendacia uincant, frange et damnosae iura pudicitiae! Et simulare uirum pretium facit: utere causis! Maior dilata nocte recurret amor. Si tibi forte comas uexauerit, utilis ira: post modo mercata pace premendus erit. Denique ubi amplexu Venerem promiseris empto, fac simules puros Isidis ese dies. Ingerat Aprilis Iole tibi, tundat Amycle natalem Mais Idibus ese tuum. Supplex ille sedet posita tu scribe cathedra quidlibet! Has artis si pauet ille, tenes! Semper habemor suscirca tua collarecentis, litibus alternis quos putet esse datos. Nec te Medeae delectent probra sequacis (nem petulit fastus ausa rogare prior), sed potius mundi Thais pretiosa Menandri, cum ferit astutos cómica moecha Getas. In mores te uerte uiri: si canti caiactat, i comes et uoces ebria iunge tuas. Ianitor ad dantis uigilet: si pulset inanis, surdus in obductam somnie tusqueseram. Necti bidi spliceat miles non factus amori, nauta necattrita si ferat aera manu, aut quorum titulus per Barbara colla pependit, cretati medio cum saluere foro. Aurum spectato, non quae manus afferat aurum! Uersibus auditis quid nisi uerba feres? [quid iuuat ornato procedere, uita, capillo et tenuis Coa ueste mouere sinus?] Qui uersus, Coae dederit nec munera uestis, istius tibi sit surda sine arte lyra. Dum uernat sanguis, dum rugis integer annus, utere, ne quid cras libet ab ore dies! Uidi ego odorati uictura rosaria Paesti sub matutino cocta iacere Noto". Sed (cape torquatae, Venus o regina, columbae ob meritum ante tuos guttura secta focos) his animum nostrae dum uersat Acanthis amicae, per tenuem ossa sunt numerata cutem. Uidi ego rugoso tussim concres cere collo, sputaque per dentis ire cruenta cauos, atque animam integetes putrem exspirare paternas: horrui talgenti pergula curua foco. Exsequiae fuerint rari furtiua capilli uincula et immundo pallida mitra situ, et canis, in nosotros nimis experrecta dolores, cum fallenda meo pollice clatra forent. Sittumulus lenae curto uetus amphora collo: urge at hunc supra uis, caprifice, tua. Quisquis amas, scabris hoc bustum caedites axis, mixtaque cum saxis addite uerba mala!(Prop. 4.5)18 18 “Que la tierra, alcahueta, cubra tu sepulcro de abrojos y que tu sombra, cosa que tú no deseas, sienta sed, no descansen tus Manes en sus cenizas y Cerbero, vengador, aterrorice tus huesos repugnantes con ladridos de hambre. Experta en ablandar incluso a Hipólito reacio a Venus y ave siempre siniestra para el tálamo bien avenido, a Penélope incluso, sin hacer caso de las habladurías sobre su marido, obligaría a casarse con el rijoso Antínoo. Si ella quisiera, el imán no atraería al hierro y el ave se convertiría en madrastra en su propio nido. Más todavía: si acercara a una tumba hierbas de Colina, el firme se diluiría en agua corriente. Se ha atrevido a imponer condiciones a la luna hechizada y a disfrazar sus espaldas de nocturno lobo; para conseguir cegar a los maridos recelosos de engaño, arrancó con sus uñas los inocentes ojos de las cornejas; ha consultado a vampiros sobre mi muerte y contra mí ha recogido el flujo de una yegua preñada. Acompañaba su obra con ensalmos, igual que una gota vaga 'O suave hasta hora dar con su constancia un camino de rocas: «Si te agrada la dorada ribera oriental de los Dorozantes y la perla que se enorgullece bajo las aguas tirias, si te encantan las telas de Eurípilo y de la Minerva de Cos y los delicados relieves arrancados de los lechos atálicos, o los productos que envía para su venta la palmífera Tebas o los vasos de cristal cocidos en los hornos de Partia, desprecia la fidelidad, derriba las estatuas de los dioses, triunfe la mentira y rompe las promesas de un nocivo pudor. ¡Inventarse un marido aumenta la cotización: ten a mano excusas! Negando una noche el amor volverá con más fuerza. Si acaso te estropeara el cabello, te será útil enfadarte: poco después quedará dominado cuando compre las paces. Al fin, cuando le prometas sexo en medio de abrazos pagados, excúsate con que estás en las festividades castas de Isis. Que Yo le deje caer que es abril, que Amicle le golpee con que tu cumpleaños es el quince de mayo. Suplicante tome él asiento, tú en acomodado sillón escribe cualquier cosa: si él teme tretas, ¡tuyo es! Ten siempre mordiscos recientes al rededor de tu cuello, para que se figure que los has recibido en escarceos con otro. No te agraden las afrentas de la rendida Medea (sin duda sufrió los desdenes de haberse atrevido a declararse primero), sino mejor la interesada Taide del elegante Menandro, cuando como amante de las comedias engaña a los astutos getas. Adáptate a las costumbres de tu amante: si leda por berrear canciones, acompáñale y, ebria, une tu voz a él. Tu portero esté despierto para los espléndidos: si llama uno sin blanca, sordo duerma sobre el cerrojo bien echado. No le hagas ascos a un soldado no hecho para el amor, ni a un marinero si trae pasta en su callosa mano, ni a quienes colgaron un cartel de su cuello extranjero, cuando, untados de greda, saludaron en medio del foro. ¡Fíjate en el oro, no en las manos que lleven el oro! ¿Qué sacarás de oír versos sino palabras? ¿De qué te sirve, vida mía, ir con un peinado sofisticado y ondear los delicados pliegues de un vestido de Cos? Quien te regale versos, pero no vestidos de Cos, haz oídos sordos a su lira, que no vale un duro. Mientras hierve la sangre y la edad esté libre de arrugas, disfruta, no sea que el mañana se tome algo de tu belleza. Yo vi los rosales del oloroso Pesto, que vida prometían, yacer mustios bajo el viento sur de una mañana». Mientras Acántide pervierte así el alma de mi enamorada, por mi fina piel llego a untar mis huesos. Pero acepta, oh reina Venus, la garganta de esta paloma torcaz sacrificada ante tus altares por tus beneficios. Yo vi que su rugoso cuello se hinchaba con la tos y pasar sangrientos esputos entre sus dientes cariados, y exhalar su alma podrida en las esteras paternas: la curvada choza se estremeció ante el frío del hogar. Sean su mortaja los lazos hurtados para recoger sus cuatro pelos, un gorro descolorido por la mugre del lugar una perra, demasiado alerta para nuestro pesar, cuando yo tenía que burlar los cerrojos con mi pulgar. Sea la tumba de la alcahueta un ánfora vieja de cuello roto: tu fuerza, cabrahígo, la oprima desde arriba. ¡Quienes estéis enamorados, tirad afiladas piedras sobre esta tumba y a las piedras añadid maldiciones!” .

Por su parte la esposa del molinero, uno de los amos del asno Lucio, se pasa el día bebiendo junto a una vetula y hablando acerca de sus amantes:

Cum qua protinus ientaculo ac de hinc vino mero mutuis vicibus velitata scaenas fraudulentas in exitium miserrimi mariti subdolis ambagibus construebat (Apul. Met. 9.15)19 19 “Empezaban por desayunar juntas; luego, competían en servirse mutuamente copas de vino puro y acababan montando el escenario infernal de las malas pasadas que harían al pobre marido”. .

Se trata de féminas que actúan en intimidad y que además presentan comportamientos masculinos como abusar del vino y mostrarse sexualmente activas y dominantes. En una de sus reuniones, la mayor cuenta una historia que podría identificarse con una anilis fabula, o al menos con un ejemplo del story-telling femenino, en la que una adúltera a punto está de verse descubierta por su esposo, si bien el amante consigue enderezar la situación en el último momento (Apul. Met. 9.17-21). El objetivo de esta historia no es mostrar el triunfo de un héroe, como es el caso de las narraciones masculinas, sino hacer ver a la molinera cuán estupendo amante es Filesitero, y convencerla de que necesita uno igual de bueno.

Una transgresión aún mayor la comete la vieja nutrix de Mirra, quien la ayuda a llevar a cabo su incestuoso propósito (Ov. Met. 10.382-464). Esta vetula es tan fiel a la niña a quien cuidó que engaña a Ciniras para que mantenga relaciones sexuales con su propia hija a pesar de que es consciente de lo terrible del acto. Se nos presenta además como experta en el manejo de hierbas y en rituales mágicos, al tiempo que como confidente y consuelo de la joven Mirra.

Vemos de esta forma cómo la literatura de época romana nos presenta a las ancianas como depositarias y garantes de una sabiduría oral, popular y estrechamente relacionada con lo femenino. Lo que saben y lo que dicen las ancianas, ya sea de forma directa o a través de cuentos, sirve para moldear las mentes jóvenes y supone una primera interiorización del código moral de la sociedad romana. Para ello, resulta necesaria la representación de la vetula como una figura severa, pero también afectiva, capaz de ganarse el afecto y la obediencia de quienes están a su cuidado.

Para poder cumplir con su cometido, la vetula debía poseer un amplio conocimiento de multitud de temas, el cual habría ido adquiriendo a través de sus experiencias vitales, pero también con una sabiduría que probablemente le fue transmitida por otras mujeres mediante los mismos mecanismos que ella empleará después. La anciana romana se constituye así en importante agente de transmisión de la cultura oral, tanto en lo que respecta a asuntos cotidianos como a conocimientos más complejos, ya sea de tipo religioso, médico, o familiar.

Conclusiones

A lo largo de las anteriores páginas hemos visto cómo las fuentes literarias dejan entrever el papel de las vetulae como transmisoras de sabiduría. Una transmisión que presenta dos caras. Por un lado, el cuidado de los sujetos infantiles y de las jóvenes. Las familias depositarían su confianza en las ancianas para la educación de sus hijos, encargándose éstas de las primeras etapas del aprendizaje infantil. Del mismo modo, se les encargaba la tarea de vigilar el esparcimiento de las jóvenes casaderas, de forma que conservasen intacta su pudicitia.

Por otro lado, se trataba una sabiduría que podía convertirse en peligrosa. Debemos tener en cuenta a este respecto la autoría de los textos escritos y el público al que estaban destinados. La figura de la mala cuidadora supone un recurso literario que sirve para señalar la corrupción de los tiempos, dejando las madres el cuidado de la descendencia a otras mujeres, a las que se asocia con la magia, lo grotesco y lo marginal. Las ancianas enseñan a las mujeres a cuidarse entre ellas, a afrontar las amenazas que en ocasiones suponen los hombres, y a enfrentarse a las normas que les impone el patriarcado, pervirtiéndolas e impidiendo que se comporten como perfectas matronae.

De esta forma, la vetula se erige en la antigua Roma como una figura transmisora del folklore y las costumbres, así como depositaria de la sabiduría femenina y la memoria familiar. A través de la oralidad, propicia la continuidad de los valores de la sociedad romana en diversos niveles: familiar, femenino y comunitario. Posee amplios conocimientos que transmite a quienes ella escoge, lo que le otorga poder y prestigio, de forma que se confía en ella, pero al mismo tiempo es temida. La anciana guarda las tradiciones y se las inculca a las generaciones futuras, pero también es capaz de romperlas con sus conocimientos subversivos, contrarios a los valores cultos, escritos, patriarcales.

Finalmente, a través del estudio de la vetula como contadora de historias se aprecia cómo estas labores de cuidado y narración constituían un medio de socialización entre mujeres y de las mujeres con los niños y niñas, creando fuertes vínculos afectivos.

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  • 1
    Los textos clásicos en su lengua original han sido tomados de las ediciones que se recogen en el apartado de referencias y de las páginas Perseus Digital Library (http://www.perseus.tufts.edu/hopper/) y The Latin Library (http://thelatinlibrary.com/).
  • 2
    Diversas formas de nombrar este tipo de narrativa oral son anilibus fabulis (Apul. Met. 4.27.8; Quint. Inst. 1.8.19), neniis anilibus (SHA Clod. 12.12), fabellas aniles (Cic. Nat. D. 3.12), anilibus argumentis (Sen. Ben. 1.4.6) y nutricum cuna ssapientiae (Macrob. In. Somn. 1.2.8).
  • 3
    El grado de participación de las mujeres de la Antigüedad en la transmisión de conocimientos orales ha sido discutido por diversos autores, tal y como se recoge en Heath (2011)HEATH, John. Women’s Work: Female Transmission of Mythical Narratives. Transactions of the American Philological Association (141), 2011, pp.69-104..
  • 4
    “Cuando leéis historias tales, pregunto, ¿no os parece oír a las jóvenes tejedoras que tratan de hacer pasar el tempo del tedioso trabajo, o a las viejas añosas que tratan de distraer a los crédulos niños y cuentan cualquier fábula bajo apariencia de verdad?”
  • 5
    La teoría del alto grado de analfabetismo en la antigua Roma aparece también en Cascajero 1993 y 1995. En contra, vid. Scobie, 1979SCOBIE, Alex. Storytellers, Storytelling, and the Novel in Graeco-Roman Antiquity. Rheinisches Museum für Philologie (122), 1979, pp.229-259., para quien los habitantes del imperio romano, incluidas las vetulae, tendrían en general un alto grado de alfabetización. No obstante, este mismo autor señala que es de esperar que hubiera más personas iletradas en el ámbito rural, precisamente donde las aniles fabulae tendrían para él mayor influencia. La especial relevancia de los cuentos en el ámbito rural las eñala también Segura, 2014.
  • 6
    “Mira cómo una abuela o una tía materna llena de supersticiones levanta de su cuna a un niño y con el dedo infame y saliva lustral empieza por purificarle la frente y los húmedos labios, pues es experta en conjuros contra el aojamiento”.
  • 7
    “Ranas, asnos y charlatanerías aptos para que los devoren viejas y niños –repuso”.
  • 8
    “¿Acaso tú, decrépito cadáver escapado de la pira funeraria, deshonra la más grande de los vivos, único ser a quien no admite el Orco en sus entrañas, vas a estar siempre divirtiéndote a costa nuestra, sentada ociosa en casa, sin ofrecernos siquiera, a hora tan avanzada, algo con que repongamos fuerzas y nos consolemos de tan penosos y arriesgados trabajos? Lo único que sabes hacer día y noche es anegar ávidamente en vino puro tu estómago rabioso e insaciable”.
  • 9
    “en una palabra, todo como en el banquete de los lapitas (medio bestias) y los centauros (medio hombres)”.
  • 10
    “Seguro que se lo habrás oído contar a tu nodriza, pues las nodrizas son sabias en este tipo de historias y pueden incluso llorar mientras las cuentan, si así lo desean”.
  • 11
    “La nodriza pequeña, seca y vieja enseña a los pequeñines”.
  • 12
    Un interesante análisis sobre estos vínculos y el tratamiento que la historiografía les ha dado lo encontramos en Joshel, 1986JOSHEL, Sandra R. Nurturing the Master’s Child: Slavery and the Roman Child-Nurse. Signs (12) 1986, pp.3-22..
  • 13
    “Se elegía a algúna pariente de edad, y a sus probadas y comprobadas costumbres se confiaba toda la prole de la misma familia. En su presencia no se permitía nada que pudiera parecer expresión grosera o acción vergonzosa. Con una virtud que infundía respeto, moderaba incluso los esparcimientos de los niños, no ya sólo sus aficiones e inquietudes”.
  • 14
    Para la especial relación en la Antigüedad entre mujer y tejido, vid. entre otros muchos Heath, 2011HEATH, John. Women’s Work: Female Transmission of Mythical Narratives. Transactions of the American Philological Association (141), 2011, pp.69-104.. Esta relación resulta tan relevante que se emplea para personificar el destino en las Moiras griegas y las Parcas romanas (Catull. 64.303-324; Mart. 4.54, 9.17, 9.76 y 10.44; Ov. Met. 2.654 y 8.452; Carbó y Pérez, 2009-2010).
  • 15
    “Tú consérvate casta, por favor, y guardiana de tu sagrado pudor siéntese a tu lado una vieja siempre solícita. Que te cuente ella anécdotas fabulosas y, con la lámpara en medio, saque interminables hilos del abultado copo de la rueca; pero a su costado, atenta la joven a la dura tarea, poco a poco, fatigada de sueño, deje caerla labor”.
  • 16
    “Por eso se dice que tienen olfato las ancianas, porque saben, según creen ellas, muchas cosas, y por eso se dice que los perros tienen olfato. Por tanto, se dice que 'presagia' el que es capaz de 'oler' una cosa antes de producirse, esto es, el que presiente el futuro”.
  • 17
    “Y asiste a este consejo una esclava anciana, heredada de su madre; ahora se dedica al huso, pues ha cesado ya de trabajar con la aguja; de ello la ha jubilado. Y ella emitirá la primera un juicio, y luego las demás, inferiores en edad y menos competentes...”.
  • 18
    “Que la tierra, alcahueta, cubra tu sepulcro de abrojos y que tu sombra, cosa que tú no deseas, sienta sed, no descansen tus Manes en sus cenizas y Cerbero, vengador, aterrorice tus huesos repugnantes con ladridos de hambre. Experta en ablandar incluso a Hipólito reacio a Venus y ave siempre siniestra para el tálamo bien avenido, a Penélope incluso, sin hacer caso de las habladurías sobre su marido, obligaría a casarse con el rijoso Antínoo. Si ella quisiera, el imán no atraería al hierro y el ave se convertiría en madrastra en su propio nido. Más todavía: si acercara a una tumba hierbas de Colina, el firme se diluiría en agua corriente. Se ha atrevido a imponer condiciones a la luna hechizada y a disfrazar sus espaldas de nocturno lobo; para conseguir cegar a los maridos recelosos de engaño, arrancó con sus uñas los inocentes ojos de las cornejas; ha consultado a vampiros sobre mi muerte y contra mí ha recogido el flujo de una yegua preñada. Acompañaba su obra con ensalmos, igual que una gota vaga 'O suave hasta hora dar con su constancia un camino de rocas: «Si te agrada la dorada ribera oriental de los Dorozantes y la perla que se enorgullece bajo las aguas tirias, si te encantan las telas de Eurípilo y de la Minerva de Cos y los delicados relieves arrancados de los lechos atálicos, o los productos que envía para su venta la palmífera Tebas o los vasos de cristal cocidos en los hornos de Partia, desprecia la fidelidad, derriba las estatuas de los dioses, triunfe la mentira y rompe las promesas de un nocivo pudor. ¡Inventarse un marido aumenta la cotización: ten a mano excusas! Negando una noche el amor volverá con más fuerza. Si acaso te estropeara el cabello, te será útil enfadarte: poco después quedará dominado cuando compre las paces. Al fin, cuando le prometas sexo en medio de abrazos pagados, excúsate con que estás en las festividades castas de Isis. Que Yo le deje caer que es abril, que Amicle le golpee con que tu cumpleaños es el quince de mayo. Suplicante tome él asiento, tú en acomodado sillón escribe cualquier cosa: si él teme tretas, ¡tuyo es! Ten siempre mordiscos recientes al rededor de tu cuello, para que se figure que los has recibido en escarceos con otro. No te agraden las afrentas de la rendida Medea (sin duda sufrió los desdenes de haberse atrevido a declararse primero), sino mejor la interesada Taide del elegante Menandro, cuando como amante de las comedias engaña a los astutos getas. Adáptate a las costumbres de tu amante: si leda por berrear canciones, acompáñale y, ebria, une tu voz a él. Tu portero esté despierto para los espléndidos: si llama uno sin blanca, sordo duerma sobre el cerrojo bien echado. No le hagas ascos a un soldado no hecho para el amor, ni a un marinero si trae pasta en su callosa mano, ni a quienes colgaron un cartel de su cuello extranjero, cuando, untados de greda, saludaron en medio del foro. ¡Fíjate en el oro, no en las manos que lleven el oro! ¿Qué sacarás de oír versos sino palabras? ¿De qué te sirve, vida mía, ir con un peinado sofisticado y ondear los delicados pliegues de un vestido de Cos? Quien te regale versos, pero no vestidos de Cos, haz oídos sordos a su lira, que no vale un duro. Mientras hierve la sangre y la edad esté libre de arrugas, disfruta, no sea que el mañana se tome algo de tu belleza. Yo vi los rosales del oloroso Pesto, que vida prometían, yacer mustios bajo el viento sur de una mañana». Mientras Acántide pervierte así el alma de mi enamorada, por mi fina piel llego a untar mis huesos. Pero acepta, oh reina Venus, la garganta de esta paloma torcaz sacrificada ante tus altares por tus beneficios. Yo vi que su rugoso cuello se hinchaba con la tos y pasar sangrientos esputos entre sus dientes cariados, y exhalar su alma podrida en las esteras paternas: la curvada choza se estremeció ante el frío del hogar. Sean su mortaja los lazos hurtados para recoger sus cuatro pelos, un gorro descolorido por la mugre del lugar una perra, demasiado alerta para nuestro pesar, cuando yo tenía que burlar los cerrojos con mi pulgar. Sea la tumba de la alcahueta un ánfora vieja de cuello roto: tu fuerza, cabrahígo, la oprima desde arriba. ¡Quienes estéis enamorados, tirad afiladas piedras sobre esta tumba y a las piedras añadid maldiciones!”
  • 19
    “Empezaban por desayunar juntas; luego, competían en servirse mutuamente copas de vino puro y acababan montando el escenario infernal de las malas pasadas que harían al pobre marido”.

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    04 Jun 2021
  • Fecha del número
    2021

Histórico

  • Recibido
    7 Set 2018
  • Acepto
    17 Ago 2020
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