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25 años de estudios rurales

25 years of rural studies

Resúmenes

En este artículo se analizan los desplazamientos que han ocurrido en las cuestiones referidas a la agricultura y el mundo rural, en América Latina, en los últimos veinte y cinco años. En pocos ámbitos del conocimiento social, los temas referidos a estas áreas se han desplazado muy profundamente, tanto es así que la lectura de textos que fueron de la mayor trascendencia en los años sesenta hoy en día no son, con excepciones, otra cosa que asuntos de interés para el análisis de la historia de las ideas. Al revisar la literatura uno se encuentra ante debates que hoy suenan pasados de moda, sin importancia actual e incluso desmedidos. Más aún la inercia de los estudios actuales conduce a pensar en una falta de renovación y ausencia de nuevas miradas, por lo que es necesario el ejercicio de la crítica. En este artículo se ensaya la hipótesis, que en este período se ha producido la pérdida de autonomía de la cuestión y sociedad rural y que surge, o debiera surgir, una nueva mirada hacia estas temáticas en busca de comprender el sentido que aún tiene y seguirá teniendo "lo rural" en nuestras sociedades. La cuestión rural sigue siendo importante, y lo será crecientemente, pero ahora no quizá como sistema de producción o como sociedad diferenciada, sino como fuente y fuerza simbólica e identitaria para las sociedades que se encaminan a un proceso de globalización acelerado, anclándolas en sus profundidades culturales. Probablemente será una referencia a relaciones de convivencia, sistemas de pertenencia, sustrato de relaciones primarias, quizá las únicas proveedoras de sentido frente a la acción colectiva globalizada.

estudios rurales; cuestión rural; América Latina


This article examines the displacements that have taken place in issues regarding agriculture and the rural world in Latin America in the last 25 years. In a few areas of social knowledge the theme related to such matters has been greatly displaced. Reading the 1960s' highly transcendent texts is relevant almost only to the analysis of the history of ideas - an indication of the aforesaid displacement. In reviewing literature one faces outmoded-sounding debates, with no current importance and sometimes even pointless. Besides, the inertia of current studies points to the lack of renovation and the absence of new approaches. That is why critique has to be exercised. This article assays the hypothesis that in this period the rural issue as well as the rural society have lost their autonomy and there emerges - or there should emerge - a new approach towards those subjects in order to understand the meaning that "rural" still has and will have in our societies. The rural issue is still relevant and it will be increasingly relevant, but perhaps not as a production system or a distinct society, but rather as a symbolic identitarian source and force to societies that are heading to a speedy process of globalization, anchoring them in their cultural profundities. It will probably refer to sociability relations, systems of belonging, an essence of basic relations, perhaps the only one to provide meaning in face of collective globalized action.

rural studies; rural issue; Latin America


DOSSIÊ

25 años de estudios rurales

25 years of rural studies

José Bengoa

Profesor de la Escuela de Antropología de la Universidad Academia de Humanismo Cristiano, Santiago, Chile

RESUMEN

En este artículo se analizan los desplazamientos que han ocurrido en las cuestiones referidas a la agricultura y el mundo rural, en América Latina, en los últimos veinte y cinco años. En pocos ámbitos del conocimiento social, los temas referidos a estas áreas se han desplazado muy profundamente, tanto es así que la lectura de textos que fueron de la mayor trascendencia en los años sesenta hoy en día no son, con excepciones, otra cosa que asuntos de interés para el análisis de la historia de las ideas. Al revisar la literatura uno se encuentra ante debates que hoy suenan pasados de moda, sin importancia actual e incluso desmedidos. Más aún la inercia de los estudios actuales conduce a pensar en una falta de renovación y ausencia de nuevas miradas, por lo que es necesario el ejercicio de la crítica.

En este artículo se ensaya la hipótesis, que en este período se ha producido la pérdida de autonomía de la cuestión y sociedad rural y que surge, o debiera surgir, una nueva mirada hacia estas temáticas en busca de comprender el sentido que aún tiene y seguirá teniendo "lo rural" en nuestras sociedades. La cuestión rural sigue siendo importante, y lo será crecientemente, pero ahora no quizá como sistema de producción o como sociedad diferenciada, sino como fuente y fuerza simbólica e identitaria para las sociedades que se encaminan a un proceso de globalización acelerado, anclándolas en sus profundidades culturales. Probablemente será una referencia a relaciones de convivencia, sistemas de pertenencia, sustrato de relaciones primarias, quizá las únicas proveedoras de sentido frente a la acción colectiva globalizada.

Palabras-clave: estudios rurales, cuestión rural, América Latina.

ASBTRACT

This article examines the displacements that have taken place in issues regarding agriculture and the rural world in Latin America in the last 25 years. In a few areas of social knowledge the theme related to such matters has been greatly displaced. Reading the 1960s' highly transcendent texts is relevant almost only to the analysis of the history of ideas — an indication of the aforesaid displacement. In reviewing literature one faces outmoded-sounding debates, with no current importance and sometimes even pointless. Besides, the inertia of current studies points to the lack of renovation and the absence of new approaches. That is why critique has to be exercised.

This article assays the hypothesis that in this period the rural issue as well as the rural society have lost their autonomy and there emerges — or there should emerge — a new approach towards those subjects in order to understand the meaning that "rural" still has and will have in our societies. The rural issue is still relevant and it will be increasingly relevant, but perhaps not as a production system or a distinct society, but rather as a symbolic identitarian source and force to societies that are heading to a speedy process of globalization, anchoring them in their cultural profundities. It will probably refer to sociability relations, systems of belonging, an essence of basic relations, perhaps the only one to provide meaning in face of collective globalized action.

Keywords: rural studies, rural issue, Latin America.

"la Banda de Peñaherrera,

es la mejor de la comarca"

a los profesores y estudiantes del

postgrado de Clacso en desarrollo rural.

Quito, 1977-2002.

Hace 25 años vivía en Conocoto, un pequeño pueblo de la sierra ecuatoriana cerca de Quito. Las calles eran de tierra y a lo más, empedradas, había algunos almacenes con productos locales, un "camal" donde se masacraba a los animales, una feria y la Plaza. La gente se conocía. El pueblo se confundía con el campo donde se cultivaba el maíz, las habas, las papas y la comida común de la gente del pueblo. Aprendí allí la manera cómo se sembraba y luego se repartían el fruto de la cosecha entre quienes habían puesto la tierra, la semilla, el trabajo. En las noches se escuchaban guitarras y tristes sanjuanitos en una chichería alumbrada con lámparas de parafina en una esquina de la plaza. Hace un año volví a Conocoto sin lograr reconocer el pueblo ni siquiera el lugar donde estaba la casa que habitaba. Una gran carretera pasa por el medio, no se ven campos abiertos, se ha llenado de casas de población, y la transformación del paisaje ha sido completa. La cuadrícula de la plaza se mantiene aún intacta como testimonio de lo que alguna vez, y hace muy poco, fue un pueblo de la sierra.

Cualquier observador que camine por el campo latinoamericano, en estos años del siglo veintiuno que comienza, y que lo haya conocido brevemente siquiera, veinte y cinco o treinta años atrás, convendrá que han ocurrido muchos cambios. Probablemente muchas más transformaciones que en los anteriores cien años. Los paisajes muchas veces ya no son los mismos y se percibe que la ciudad, con sus bondades y muchas de sus maldades, especialmente, han llegado a regiones y a pueblos que como Conocoto hasta entonces aparecían aislados y viviendo en la quietud y el aislamiento de la vida rural. Los ruralistas", quienes por vocación, oficio, romanticismo o entusiasmo nos hemos dedicado a estudiar esta parte de la sociedad latinoamericana, están, y estamos, por lo general sorprendidos y no pocas veces desorientados. Muchos tenemos la impresión de que el llamado "objeto de estudio" se ha desdibujado cuando no de ha "disuelto en el aire", como dicen que dijo alguien. A esta reflexión hemos sido convocados por la Asociación de Estudios Rurales de América Latina, para su próxima reunión de Porto Alegre, lo cual agradecemos como una oportunidad seria de levantar algunas hipótesis sobre esta compleja cuestión, la así llamada "cuestión rural".

Quisiera enfocar este breve texto describiendo y analizando los grandes desplazamientos, a mi entender, que han ocurrido en las cuestiones referidas a la agricultura y el mundo rural, en los últimos veinte y cinco años. Me atrevería a afirmar que como en pocos ámbitos del conocimiento social, los temas referidos a estas áreas se han desplazado muy profundamente en América Latina. Tanto es así que la lectura de textos que fueron de la mayor trascendencia en los años sesenta hoy en día no son, con excepciones, otra cosa que asuntos de interés para el análisis de la historia de las ideas. Al revisar la literatura uno se encuentra ante debates que hoy suenan pasados de moda, sin importancia actual e incluso desmedidos. Más aún la inercia de los estudios actuales conduce a pensar en una falta de renovación y ausencia de nuevas miradas, por lo que es necesario el ejercicio de la crítica.

Quisiera afirmar, también, con todos los temores de ensayar una hipótesis, que en este período se ha producido la pérdida de autonomía de la cuestión y sociedad rural y que surge, o debiera surgir, una nueva mirada hacia estas temáticas en busca de comprender el sentido que aún tiene y seguirá teniendo "lo rural" en nuestras sociedades. Me atrevo a decir, o a afirmar, en este trabajo, que la cuestión rural sigue siendo importante, y lo será crecientemente, pero ahora no quizá como sistema de producción o como sociedad diferenciada, sino como fuente y fuerza simbólica e identitaria para las sociedades que se encaminan a un proceso de globalización acelerado, anclándolas en sus profundidades culturales. Probablemente será una referencia a relaciones de convivencia, sistemas de pertenencia, sustrato de relaciones primarias, quizá las únicas proveedoras de sentido frente a la acción colectiva globalizada.

¿Porqué 25 años? ¿No es acaso arbitrario el período? No me parece que así sea. A mediados de la década del setenta la cuestión rural jugaba aún un papel de la mayor importancia en América Latina. En Chile, por ejemplo, se había acabado la Reforma Agraria junto al proceso político que la sustentó el 73 y se estaba en presencia de una contrarreforma agraria en que se percibía una fuerte campesinización de la población rural, tanto producto de las entregas de tierras a ex inquilinos como de la crisis económica general del país. Los militares asentaban población en villorrios y la temática del desarrollo rural estaba en plena vigencia. En Perú, durante la mitad de la década del setenta la Reforma Agraria estaba en su pleno apogeo y se construían las SAIS en la sierra y las cooperativas en la Costa, llenas de fe en las posibilidades de una institucionalidad democrática y participativa en el campo. En esos mismos años, con mayor timidez por cierto, pero con importantes resultados, el Ecuador también avanzaba en procesos de reformas rurales, cooperativismo por ejemplo, y se percibía un fuerte movimiento campesino orientado en torno a demandas ruralistas. En Colombia la cuestión rural jugaba un papel central en los debates políticos y se estaba en presencia de uno de los movimientos campesinos de mayor fuerza en la región. En México en esos mismos años se preparaba y se aplicaba el SAM, sistema agroalimentario mexicano, que superaba con creces al sector rural, pero que se lo percibía como un gran esfuerzo de refundar las relaciones urbano rurales, que amenazaban con la estabilidad económica, por las importaciones de alimentos, y política del sistema. Nadie podrá dejar de percibir que los fracasos de esas políticas de "desarrollo rural" están en el origen de las crisis políticas posteriores en ese país. Finalmente, para no nombrar todos los países,1 1 Una vez más el autor va a pecar de hispanoamericanismo, dejando fuera en su análisis a Brasil, no por que lo quisiera sino por falta de conocimiento detallado de los procesos políticos y sociales que allí ocurrieron. Es un pecado del que estoy consciente pero frente al cual no es fácil reaccionar por la ausencia de relaciones fluidas, intercambios y "lecturas" entre latinoamericanos de habla castellana y portuguesa. Consigno la deficiencia. en Centro América las luchas políticas estaban indisolublemente ligadas a las luchas rurales y en buena medida eran de carácter rural: en muchos de esos países la bandera principal era aún la Reforma Agraria, el reparto de la tierra. Mirados estos procesos con la perspectiva de los años, se podría decir que fueron revoluciones rurales, sino directamente agrarias las que allí ocurrieron, o pretendieron ocurrir, en particular Nicaragua y Guatemala.

No es por casualidad que en esos años, mediados de los setentas, surge una de las mejores revistas rurales que se han publicado en América Latina, "Estudios Rurales Latinoamericanos" editada en Colombia, y que reunió a buena parte de los investigadores de estas materias. Al mismo tiempo en esos años el tema rural "se puso de moda" con una gran cantidad de investigaciones y publicaciones. Eduardo Archetti publica a mediados de los setenta la primera traducción al castellano de Chayanov,2 2 Alexander V Chanayov. La organización de la Unidad Económica Campesina. Buenos Aires: Editorial Nueva Visión, 1974. que con décadas de distancia viene a insuflar nuevas orientaciones a los estudios rurales, sobre todo en un momento en que los esquemas marxistas más ortodoxos estaban siendo incapaces de analizar y observar la compleja realidad existente.3 3 Orlando Plaza publicó un compendio con el título Economía Campesina en Desco, Lima en 1976, que tuvo mucho éxito y muchas ediciones demostrando la vigencia que en ese momento tenía la temática y perspectiva netamente campesinista de ese trabajo colectivo. La Clacso, por su parte, de gran importancia en las Ciencias Sociales del período, desarrolla varios programas de postgrado en estudios rurales, en Centro América, en Asunción y el último en Quito. Van a hacer 25 años desde la finalización de ese curso el año 1977, que reunió a un importante grupo de agraristas y ruralistas latinoamericanos. Por ello un balance de lo ocurrido en las últimas dos décadas y media, donde se involucran muchas vidas y personas, no pareciera ser absolutamente arbitrario.

Los desplazamientos de la temática agraria y rural obedecen a primera vista, a dos asuntos diferentes: por una parte, los cambios objetivos que han ocurrido en la agricultura y el mundo rural latinoamericano en las tres últimas décadas y por otra parte, los nuevos enfoques, especialmente la introducción de la dimensión "etnica" y de "género" que ha permitido en ciertos casos, observar «otro campo» en el mismo lugar en que anteriormente se habían analizado esas situaciones sin considerar esas dimensiones. Por tanto nuestras hipótesis para tratar de comprender estos cambios, van entramadas en las dos dimensiones: por una parte evidentes transformaciones económicas, de población, de comunicación entre las ciudades y el campo. Por la otra parte, y no menor que lo anterior, cambios en los "paradigmas", en las miradas de quienes observan, observamos, el campo y de quienes son observados y muchas veces se transforman, y se han transformados, en actores de una enorme trascendencia. Estos dos hechos o procesos complejos, han cambiado no solo la cuestión rural, sino que han variado absolutamente el carácter del conflicto rural, desplazándolo la mayor parte de las veces a un conflicto o un problema de carácter nacional.

No es fácil determinar cuál de los elementos ha sido primero, o si existe una secuencia entre ambos. Lo interesante es señalar que esos cambios en las percepciones y miradas han repercutido también sobre las sociedades rurales mismas: ha sido el caso de la cuestión étnica y la cuestión de la mujer. ¿Es que anteriormente no habían ni indígenas, ni mujeres en el campo? o, ¿ es que la aparición de la temática étnica y de género condujera a modificaciones de las realidades tal y cómo las vemos hoy día en las sociedades rurales latinoamericanas? No es fácil responder a estas preguntas. No me atrevería a mostrar ninguna causalidad en los procesos, pero sí a decir que han habido concomitantemente cambios tanto en las sociedades rurales como en los estudios de las sociedades rurales, en las miradas que de ellas se han tenido.4 4 Se ha transformado en una reiterada monserga decir que la cuestión indígena y en particular la aparición de nuevos discursos indígenas es un "invento de antropólogos". Si bien es una hipótesis absurda, refleja la relación existente entre los sistemas de pensamiento y los sistemas de acción. Relación muy compleja que no trataremos siquiera de abordar en este artículo.

Pero no cabe duda que el cambio del mundo rural y agrario ha sido muy grande en este período. Tanto es así que si antes nadie osaba hacerse la pregunta acerca de la existencia o importancia del mundo rural, hoy día la pregunta es válida. Hay muchos países en que el mundo rural ha quedado sometido a una marginalidad enorme, es un sector de peso poblacional en disminución y por tanto su importancia política también se reduce. En los 25 años pasados las sociedades rurales latinoamericanas se han urbanizado cada vez más, se han indigenizado también, y en no pocos casos son hoy día irreconocibles. En una palabra, podríamos decir a modo de hipótesis que el mundo rural en estos 25 años perdió su autonomía. Autonomía como espacio social, ámbito productivo, ethos cultural, en fin, lo que se denomina comúnmente "sociedad rural".5 5 Ciertamente nunca fue absoluta la autonomía del mundo rural, como ha sido analizado mil veces. La sociedad rural de tipo comunidad folk, lo señalaba Redfield, se constituye en función de la existencia de las ciudades. Es una categoría de oposición. Pero en esa oposición se desarrollan características que les son propias y ajenas al mundo urbano. La pérdida de autonomía tiene que ver por una parte con la invasión de la vida urbana en el campo y con la pérdida de lo específico o las particularidades culturales tradicionales que deben ser redefinidas en la modernidad para continuar estando vigentes. Si antes la tradicionalidad se vivía, ahora se debe decir, explicar, en función ya no de la vida cotidiana si no de las relaciones con los extraños, los citadinos.

Al lado de ello, y de modo paradojal, surge la importancia, separada por cierto, del ámbito agrícola, que no es necesariamente, ni precisamente rural.6 6 En varios países de América Latina disminuye la población rural y aumenta la población agrícola, esto es, trabajadores de las empresas agroindustriales que no viven necesariamente en el campo y que no pueden ser catalogados a esta altura ni de campesinos, ni de población rural. Por ejemplo, la importancia de la agricultura de exportación en Chile, frutas, vinos, bosques, va acompañada de la decreciente importancia del mundo rural, de la vida rural, de la población propiamente rural. No es diferente a la situación mexicana en que el peso de lo rural siempre fue mucho mayor que en los países del sur. Si bien hay sectores latinoamericanos que siguen siendo "rurales per se", hay muchos cambios que deberían conducirnos a pensar las transformaciones ocurridas en estos últimos 25 años, han ido conduciendo a la pérdida de autonomía del mundo rural.

1. Una mirada retrospectiva

El mundo rural se ha observado desde diversos ángulos a lo largo de la historia reciente latinoamericana. No es un ejercicio fácil condensar en dos o tres ideas estas miradas y puede ser además un ejercicio peligroso dado el nivel extremo de generalización que implica. Tiene el autor a su favor el hecho que le han solicitado realizar una evaluación de lo que ha ocurrido con el mundo rural, con los estudios rurales y los desplazamientos que ha habido en esta temática en los últimos 25 años. Los lectores podrán sacar sus propias conclusiones y podrán además cotejar si los procesos generales que aquí se señalan son adecuados a las diversas realidades vividas. El autor tiene la experiencia de algunos países latinoamericanos, en los que ha vivido y seguido con cuidado, y no de otros, por lo que el sesgo es y será evidente.

Observar las miradas o puntos de vista, puede ser de utilidad para la comprensión del presente. En la historia de las miradas se encuentra escondida, nos guste o no nos guste, la historia de la cuestión rural. Ya que a pesar de lo que diga la epistemología, la manera de mirar condiciona en buena medida la manera de ser. Así ha ocurrido con el mundo rural. Ha sido observado siempre desde las ciudades, desde las culturas urbanas. Ha sido un juego entre observador y observado. El mundo observado se ha adaptado la mayor parte de las veces al que le proponía el observador. Para quienes seguimos, en el fondo, siendo campesinistas, esto es, partidarios aún de adoptar una perspectiva desde y por el mundo rural, esa adaptación siempre ha sido silenciosa, callada, obligada y ladina. Ladina porque el mundo rural se ha tratado de aprovechar de la manera como lo han mirado desde la ciudad para sacar provecho de ello. Ha sido, de una u otra manera, su forma de sobrevivir. Ha escondido permanentemente sus intereses aceptando las ofertas que le han llegado desde fuera, en lo principal, desde la ciudad, tradicionalmente desde el Estado y ahora, más contemporáneamente, desde las ONGs, organismos de desarrollo, agencias de desarrollo rural de todo tipo.

La historia de las miradas es también de una u otra manera, la historia de los ciclos de la vida rural. Porque lo que aparece con claridad al analizar estos aspectos de la sociedad latinoamericana es que se ha transitado por diversos ciclos rurales, en que diversos aspectos de esta realidad se pusieron en la primera línea de preocupaciones del conjunto de la sociedad. Y que luego pasaron.

Pues es cierto, que no sabemos muy bien hoy en día en qué ciclo nos encontramos y qué espacio rural se reconstruirá. Lo que nos parece, hipotéticamente por cierto, es que estamos frente a un final del ciclo rural que conocimos en la década del sesenta, que estaba marcado por la autonomía de la sociedad rural, que hemos tratado de definir más arriba, y que se abre un espacio de diversidad diferente. Esa observación de la sociedad rural como un ente separado de lo urbano, alejado de la modernidad, aislado muchas veces, y por ende visto con el estereotipo negativo de atrasado o con el romántico de puro, se terminó, o está pronto a terminarse. Este nuevo espacio rural se ha modernizado, cambiado, interconectado y muchas veces se ha resignificado frente al ámbito urbano, a los diversos espacios que antes eran foráneos, entre los que el turismo no es menor, reescribiendo su identidad rural, replanteando su ruralidad en un nuevo discurso propio de la modernidad globalizada, que se abre incluso para la más remota de las comunidades perdidas en, como habría dicho Guillermo Bonfill Batalla, la América profunda.

Porque la América profunda ha sido también invadida en los últimos 25 años. La experiencia del EZLN en Chiapas ha sido su expresión simbólica. El mismo día en que México ingresaba al Tratado de Libre Comercio, esto es, al máximo nivel de globalización, los encapuchados aparecen disparando sus mosquetes en San Cristóbal de los altos de Chiapas. Sus primeras declaraciones donde combinaban el tzotzil con el inglés, demostraban que no se trataba de un movimiento de "indiecitos o inditos" como tantas veces había ocurrido en América. Le Monde Diplomatique se transforma en su principal vocero y las páginas de Internet son un medio mas importante quizá que las armas convencionales. Las demandas desde las profundidades de la Selva Lacandona se refieren a asuntos que afectan a todos los mexicanos. Hay una interrelación evidente no solo de los discursos sino de los símbolos, de los contextos, de las miradas y gestualidades que finalmente han disuelto la relación urbano rural anteriormente existente. De estos hechos significativos debiéramos hacernos cargo.

1.1. Criollismo e indigenismo

Los estudios agrarios de los años cincuenta y sesenta estuvieron marcados, todos o la gran mayoría, por el "ímpetu del cambio". El concepto de "desarrollo rural" contaminó todos los estudios en el área. Los "científicos" investigaban la agricultura con el explícito objetivo de cambiarla.

Se había agotado el criollismo, el indigenismo impresionístico y romántico, y las literaturas que veían en el campo un espacio dulce, natural y explotado por las fuerzas desatadas de la naturaleza y de los hombres. Los criollistas latinoamericanos desde la década de los treinta pintaron un falso mundo agrario, cargado de añoranzas y nostalgias. Ellos se habían ido del campo a la ciudad y desde su "exilio urbano", miraban con marcadas tintas nostálgicas la vida rural, como diciéndose "nunca debimos abandonar ese paraíso". Unos, los de derechas, embelezaban con adulcorados colores los paisajes y los otros, los de la justicia social, criticaban duramente la vida del campo señalando que la explotación que allí existía era de tal naturaleza que desde esos remotos lugares vendría el cambio o la revolución.7 7 G. Huitzer, holandés, gran intelectual especialista en latinoamérica y muy comprometido con sus causas y con sus personas y amigos, llegó a escribir un artículo que se hizo muy famoso titulado "El potencial revolucionario de los campesinos latinoamericanos", como una forma de oponerse con datos empíricos a quienes dudaban de esa afirmación y confiaban aún en el proletariado urbano como fuerza inspiradora de los cambios sociales. En este último espacio se encontraban los también indigenistas, literatos o ensayistas en su mayoría, que hacían del indio un personaje ficticio, irreal, inexistente, cargado de virtudes y dolores. La esencia del sufrimiento americano.

Cuáles eran las fuentes del criollismo y del indigenismo literario? Como es bien sabido no poseían fuentes documentadas, críticas, estabilizadas adecuadamente. Eran las impresiones por lo general, de la vida que habían vivido cuando niños en las haciendas de sus padres. Rosario Castellanos, una de las últimas representantes del indigenismo literario militante, relata, describe y analiza, a partir de la experiencia en la Hacienda chiapaneca de su padre, la vida de los indios. Toda su obra es una suerte de arreglo de cuentas consigo misma, con su padre, con su condición de niña no indígena viviendo en un mundo profusa y extensamente indígena, como se lo puede comprobar dramáticamente hoy en día. Ciro Alegría escribe la grandiosa obra, "El mundo es ancho y ajeno", desde su exilio en Chile, mirando hacia el norte, su tierra, su altiplano cajamarquino, lugar de sus experiencias infantiles y juveniles. José María Arguedas es quizá, como lo señala en su reciente libro Mario Vargas Llosa,8 8 Mario Vargas Llosa. La Utopía Arcaica. México: Fondo de Cultura Económica, 1997. uno de los primeros (y pocos) escritores indigenistas que realiza investigación antropológica para la elaboración de sus obras, combinándola con sus experiencias personales infantiles y las que le tocó vivir en su azarosa vida. Tenía la extraña ventaja en un escritor indigenista de ser bilingue, quechua castellano, lo que le entregó un campo mucho más amplio de posibilidades de fuentes primarias. En el Zorro de arriba y el zorro de abajo, obra escrita al filo de su suicidio, percibe brutalmente el fin de la vida rural y su traslado a Chimbote, con la carga de confusión y destrucción que expresa en el relato y en el lenguaje.9 9 En otros trabajos hemos planteado que Arguedas es un escritor de transición entre el indigenismo y la emergencia indígena que va a ocurrir en América a partir de los ochenta y en particular de los noventas. El zorro de arriba y el zorro de abajo es una enorme intuición no terminada, ya que se suicida en autor, del fin de una época rural, de una literatura rural e incluso de una manera de escribir. Ver sobre Arguedas nuestro libro, La emergencia Indígena en América latina. México: Fondo de Cultura Económica, 2000.

La mirada criollista e indigenista se agotará por su incapacidad de proponer caminos alternativos de solución, procesos de cambio, rupturas de la situación denunciada. Con la excepción ya dicha de Arguedas que es un indigenista fuera de tiempo (postindigenista podría decirse), se percibe en los criollistas e indigenistas un trucamiento de la realidad, una mistificación basada en la compasión. Esa mirada ocultaba la condición de productores de los campesinos, su mundo cultural vivo, su participación en las luchas políticas, en fin, se lo describía en una marginalidad explotada susceptible solamente del ejercicio de la piedad. Las generaciones de cientistas sociales profesionales formadas en las Universidades en los años sesenta criticarán esas miradas como poco serias, desprofesionalizadas y sobretodo, ineficazmente ingenuas.

1.2. Desarrollismo y cambio social

La reacción de fines de los cincuenta y sobre todo de los sesenta criticará esa mirada poco "científica" del mundo rural, sin rigor documental. Es por esta reacción, a nuestro entender, que se privilegiarán los datos cuantitativos para el análisis de la agricultura y los temas rurales. Coincide esta apreciación, a lo menos en Historia, con la repercusión en América Latina de la "historia económica" francesa de la escuela de los Anales, en la que estos autores trataban de encontrar las historias profundas, los datos de "larga duración" (Braudel). La economía como disciplina y la historia económica como especialidad, va a desplazar en buena medida a las antropologías ensayísticas, al derecho y ciencias sociales de él derivadas y a la literatura que había dominado el campo de los estudios o descripciones rurales y agrarias de los años anteriores. Este desplazamiento se observa, por ejemplo, en el libro, clave a nuestro entender, compilado por Carlos Delgado,10 10 Carlos Delgado (compilador). Reformas Agrarias en América Latina. México: Fondo de Cultura Económica, 1962. sobre la situación rural y los procesos de Reforma Agraria, que reúne a los mejores estudios e investigaciones realizadas en los años anteriores, y que será libro de cabecera de quienes trabajarán en las reformas agrarias de los países latinoamericanos en los años siguientes. Si se observan los principales textos de consulta en esos años se podrá ver también la predominancia de la economía como ciencia social de análisis de la agricultura y por tanto de los datos económicos como fuentes principales y en muchos casos únicas para su conocimiento.11 11 Uno de los principales libros de cabecera sobre la agricultura en los años sesenta serán el "Tratado de Economía Agrícola" de Edmundo Flores (México: Fondo de Cultura Económica, 1962). Las tesis sobre el carácter social de la agricultura estuvieron también dominadas por intelectuales de origen economistas como Celso Furtado, Andrés Gunder Frank, T. W. Schultz ( Transforming traditional agricultures. New Haven: Yale University, 1964) Thomas Carrol y muchos otros. Domina en esos autores y en estas miradas desde la economía, la idea de que la estructura agraria no permite el desarrollo de los países latinoamericanos. Es una visión hoy dicha, estructuralista, en el sentido que ve en las estructuras básicas del campo latinoamericano la causa del estancamiento económico generalizado y de la falta de desarrollo o modernización.

Con esa perspectiva en ristre los estudiosos de la agricultura y el campo en los años sesenta se dirigen a mirar la estructura tradicional de la agricultura latinoamericana, con el explícito objetivo de cambiarla. Las fuentes son datos precisos: estadísticas que muestren la concentración de la tierra en pocas manos, concretamente en el latifundio, datos empíricos numerables que permitan la "planificación del desarrollo rural", cifras de población rural, descripciones demográficas que muestren que la población rural se encuentra retrasada frente a las poblaciones urbanas, etc...

Las miradas fueron cambiando. Los sociólogos, economistas y cientistas sociales de los sesenta no usan el aparato intelectual impresionista de los años anteriores. Los estudios del Comité Interamericano de Desarrollo Agrícola (CIDA) dependiente de la Unión Panamericana, serán determinantes. Se llevarán a cabo estudios en cada uno de los países que llenarán de datos estructurales las páginas de los libros sobre el mundo rural. Nada hablarán de los indígenas andinos y sus aspiraciones de volver al Tawantinsuyo, como lo percibiera Valcárcel12 12 J. Valcárcel. el viejo maestro cuzqueño, criticado por impreciso, nostálgico, humanista e indigenista y que hoy, después de décadas vuelve a provocar con su lectura profética. Los quechuas y aymaras, así como muchos otros grupos, serán subsumidos en las estadísticas campesinas. Los indígenas serán "campesinizados" en los años sesenta por las miradas empiricistas de los cientistas sociales desarrollistas. Ellos mismos, los indígenas, y allí volvemos a encontrar la paradoja de la relación estudios, miradas, realidad social, se verán a sí mismos como campesinos. Dejarán sus etnicidades colgadas en la puerta de adentro de sus casas y saldrán a la vida pública como campesinos que luchan por los cambios estructurales, las reformas agrarias. Sus organizaciones se denominarán Central Campesina del Perú, de Bolivia, de Guatemala, de México, poniéndose a tono con los tiempos que corrían, a pesar de que en sus sindicatos y cooperativas se hablase quechua, zapoteco o mapuche.

Los diagnósticos de esta época son fuertemente "urbano centristas". La pobreza rural es vista como falta de modernidad. El desarrollo rural, como llevar al campo la modernidad urbana; la consigna subyacente es la urbanización del campo. Ciertamente existían dos procesos absolutamente objetivos que impelían a la acción inmediata: la masiva corriente migratoria del campo a las ciudades y la lenta respuesta de la producción agrícola, y alimenticia en particular, frente a las crecientes necesidades de la población. Cualquiera que observara la realidad social y económica del campo a fines de los cincuenta y en los sesenta se topaba con estos dos hechos indiscutibles. Los campesinos abandonaban el campo en busca de nuevas oportunidades en pueblos y ciudades. Las ciudades se llenaban de poblaciones callampas, pueblos jóvenes, favelas, o como se quisiera denominar a los cinturones de miseria y habitación precaria que en una década acordonaron a nuestras ciudades. El campo no respondía a las demandas de la sociedad. No retenía a quienes allí vivían y no producía suficientes alimentos para las masas crecientes urbanas. La explicación sería sencilla en ese período: la estructura del mundo rural estaba periclitada, no era capaz de dar cuenta de las nuevas exigencias y por tanto había que cambiarlas. Se imponía un cambio de estructuras.

1.3 Reforma Agraria

La mirada de la Reforma Agraria, lo hemos dicho, estuvo presidida por la voluntad de cambio, por la cuestión del desarrollo, la modernización, la transformación. Este punto de vista "epistemológico" determinó los estudios rurales de esos años. Son muy pocos los trabajos que se desentienden de esos parámetros prácticos y que indagan por categorías más complejas y propias de los sujetos rurales. Hoy día podríamos decir que se produjo una "invención del actor rural".13 13 Con los años hemos aprendido que todos los actores son fruto de una cierta "invención", en la medida que la vida social es profundamente ambigua y que se la suele determinar por el discurso que sobre ella, y en ella, se emite. No es menos invención lo que hoy día ocurre con el neo indigenismo o emergencia indígena en América Latina.

Esta voluntad de cambio era también de origen citadino y sobre todo estatal. Desarrollo de la agricultura significó en esos años, poner al sector rural en el sentido, en la línea de las modernizaciones urbanas. Las Reformas Agrarias de los años sesentas fueron totalmente urbanas. No son, a diferencia de las guerras y revoluciones del siglo diecinueve y comienzo de los veinte (con excepción de Bolivia que es de los cincuenta) movimientos de protesta y cambio que surgieran en las profundidades de las provincias rurales. No son la imagen del zapatismo subiendo a la ciudad de México y llevando los colores y olores del campo hasta el Palacio presidencial arrebatado. Son movimientos que se instalaron e irrumpieron por necesidades generales de la economía y el desarrollo de los países, con evidentes fundamentos en la explotación rural y el atraso existentes. Mas aún, para muchos países la Reforma Agraria surgió externamente como consecuencia de las presiones de la Alianza para el Progreso. Los ruralistas urbanos desde las Universidades y "Servicios Públicos" de las ciudades capitales, cuando no desde Washington y las capitales europeas, estudiaron, planificaron y ejecutaron el desarrollo rural, de modo de "romper las barreras" que "ataban" al campo a la vida tradicional , a las estructuras que impedían el cambio en la economía y en la sociedad. Vistos desde hoy fueron en su mayoría estudios interesados y no pocas veces extremadamente parciales.14 14 En un polémico, pero interesante artículo, Orin Starn preguntaba el año 1992, ¿Porqué los antropólogos que estudiaban los Andes durante los años 60 y 70 no fueron capaces de pronosticar la violencia de los años 80?. "Missing the revolution: Anthropologist and the war in Perú", en: Cultural Anthropology, n. 6, 1991, p 63-91. " empecinados en ver a los campesinos serranos como prolongación de antiguas continuidades los antropólogos no tenían ojos para ver en la realidad las condiciones que hacían posible el surgimiento de Sendero". Lo mismo podría decirse de Chiapas en México, donde se realizaban al mismo tiempo que se preparaba la insurrección, numerosas investigaciones y muchos programas de "desarrollo rural".

Porque el punto de vista de todos esos estudios es esencialmente urbano. Desde la ciudad se veía el campo estancado, deprimido y deprimente, los campesinos sufriendo bajo el imperio del latifundio, cada vez con menos tierras y participando poco o nada en la economía del país. Solon Barraclough, brillante economista y amigo, de influencia indiscutida en toda América Latina, demuestra una claridad meridiana al decir:

Salvo algunas excepciones la situación agraria en América Latina se ha tornado mas crítica después de 1961, cuando se inició la Alianza para el Progreso. El número de trabajadores sin tierra y minifundistas ha aumentado casi en todos los países. Mas o menos las tres cuartas partes de la tierra agrícola cultivable continúa controlada por los latifundios. La producción agrícola sigue la tendencia de las décadas pasadas aumentando solo al mismo ritmo de la población, mientras las importaciones de alimentos son cada vez mayores. Por otra parte la distribución de los ingresos no ha sufrido modificaciones sustanciales y la mayoría de los campesinos tiene todavía escasa participación en la vida económica, política y social. En algunos casos, aún menos participación que antes. Los diversos programas de Reforma Agraria iniciados bajo los auspicios de la Alianza, han defraudado las esperanzas de sus protagonistas. 15 15 Solon Barraclough. Notas sobre la tenencia de la tierra en América Latina. Santiago: ICIRA, 1968, p. 5.

Envidiamos hoy día la capacidad de un diagnóstico tan certero, y en tan pocas líneas. La actual falta de paradigmas y de estudios globales, no permite con seriedad, definir en dos líneas las tendencias centrales de la agricultura latinoamericana actual. Yo no me atrevería siquiera a iniciar una tal tarea.

La realidad, sin embargo, fue arisca. No se dejó aprisionar en un diagnóstico tan cerrado. Las reformas siguieron diversos derroteros, pero en general tuvieron efectos prácticos devastadores sobre la estructura agraria y la vida rural. No cabe duda que en la mayor parte de los países latinoamericanos esas miedosas reformas agrarias se constituyeron en el inicio de procesos de cambio en la agricultura que sobrevendrían en las décadas siguientes de manera mucho más espontánea y salvaje. Se dividieron los latifundios transformándose en casi todos los países en empresas agrícolas. En muchos países, mas de lo que se cree, se entregó tierras a los campesinos creándose una nueva capa de productores que han seguido las más diversas suertes. Se constituyeron en muchas partes, cooperativas, asociaciones de productores, empresas colectivas, las que se han disuelto en casi todos los casos, produciendo un cambio enorme en las áreas agrícolas, pauperización, destrucción campesina, semi urbanización y gran destrucción de la antigua vida rural.

Quizá uno de los aspectos menos estudiados del período ha sido la apertura de las tierras de colonización. En casi todos los países con fronteras amazónicas, por ejemplo, se abrieron espacios de colonización los que fueron promovidos por los gobiernos como una forma de alivianar la presión sobre la tierra en las áreas mas densamente pobladas, las llamadas "tierras altas" o "tierra fría". La mayor parte de las veces fue la respuesta de gobiernos dominados por el latifundismo (o temerosos de él) a la Reforma Agraria. Campesinos y diversos estratos de aventureros, se internaron al "son del machete"16 16 Ver entre otros, Alfredo Molano. Siguiendo el corte. Relatos de guerras y tierras. Prólogo de Orlando Fals Borda. Bogotá: El Ancora Editores, 1989, en que se describe ese gigantesco proceso que hoy es determinante en la situación de ese país. a las selvas de la vertiente oriental de Los Andes o en Brasil y Venezuela por los ríos de esa enorme cuenca. Los resultados de esa aventura nadie los pensó ni soñó: hoy día es el espacio de mayor producción de riqueza del mundo, esto es, de estupefacientes, y ha determinado en buena medida lo que es América Latina en el inicio del siglo veintiuno. Es un "efecto no deseado", ni planificado, de las políticas de reasentamiento de población rural en los años sesenta, marcadas por la "manera de ver" la realidad rural de ese tiempo.17 17 Esta hipótesis acerca de la "responsabilidad histórica" de la apertura salvaje, no planificada y destructiva de las "tierras calientes" nunca se realiza al discutir el "problema de la droga". Las oligarquías le cerraron el paso a las transformaciones agrarias en los espacios tradicionales de producción, obligando a miles de personas pobres, campesinos muchos de ellos, a dejar sus tierras y meterse en la selva. Allí no hubo apoyo del Estado ni de nadie. Se transformaron en una clientela cautiva a las propuestas de los traficantes y luego a la de grupos armados y mafias de toda especie. Estos "cultivos alternativos" son además una demostración palmaria que el campesinado, cuando tiene motivaciones productivas y de ganancias, aprende de una manera perfecta a cultivar cualquier producto, utilizar tecnologías altamente complejas, establecer redes de comercialización sumamente eficaces. Las teorías acerca de la falta de tecnología del campesinado, su incapacidad para cambiar tecnológicamente, etc.. se estrellan frente a este hecho objetivo. Lo hemos denominado el mayor cambio tecnológico que ha habido en la agricultura latinoamericana realizado mediante un sistema de autocapacitación silenciosa e incoporación de tecnología clandestina.

1.4 Campesinistas y descampesinistas

Las reformas agrarias y los planes de desarrollo rural fueron terminando poco a poco en medio de una frustración generalizada. Acabaron por cierto con los gobiernos que les habían dado origen. En el camino habían quedado miles y miles de campesinos, algunos con tierras, muchos otros con las ganas de haberla obtenido. Los intelectuales trataron de comprender los hechos ocurridos. El final de los setenta y el comienzo de la década de los ochenta está dominada por la discusión entre "campesinistas y descampesinistas o proletaristas". La Revista Estudios Rurales Latinoamericanos, publicada por el Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales en Bogotá, Colombia, y de la que Humberto Rojas fue su mentor y entusiasta editor, copa la discusión durante el período. Todo está allí. El debate entre quienes pensaban que el campesinado latinoamericano era la estructura de estabilización del continente y quienes veían un proceso inevitable de destrucción de las unidades campesinas y que a la corta o a la larga se proletarizaría la fuerza de trabajo rural, migraría a las ciudades y se empobrecería cada vez más.

La presentación al número uno de la Revista Estudios Rurales Latinoamericanos reza de la siguiente manera:

La transformación de los procesos productivos que ha experimentado América Latina en su conjunto durante las últimas décadas ha dislocado las antiguas relaciones sociales, induciendo una permanente visión de crisis en donde antes la tradición era identificada con el sentido común... El desarrollo de las ciencias sociales en América Latina ha formado parte de este derrotero. La búsqueda de la transformación de la sociedad ha ido dando tumbos con el ensayo y fracaso de métodos y teorías. Ha sido un penoso pero quizá rápido proceso de maduración. La investigación social está tratando de llegar al meollo de lo concreto y se está logrando profundizar en el conocimiento de lo específico sin descuidar la visión de la totalidad.18 18 Estudios Rurales Latinoamericanos, v. 1, n. 1, Enero- Abril, 1978. Presentación.

Brillante la percepción de crisis y de necesidad de "ir a lo concreto y específico". Agregan, aún, sin abandonar la "visión de globalidad". Resabios de los sesenta y parcialmente de los setenta. En los ochenta se fue abandonando esa visión global en forma absoluta y en los noventa, en pleno período de globalizaciones, todos los estudios son acerca de las particularidades más fragmentarias posibles de "lo concreto". En esa revista en los 10 años siguientes se publicaron muchos estudios en que se fue sofisticando el aparataje teórico y se ingresó crecientemente en el "análisis concreto de situaciones específicas".

El campesinismo, de una u otra forma, trató de comprender las limitaciones que en el propio campo o mundo rural, tenían las políticas que se aplicaban desde las ciudades. Es por ello que en el comienzo de los setenta, la lectura de Chayanov sería tan importante. Se habría la posibilidad de ver la lógica propia de los campesinos, de sus unidades productivas y por tanto comprender los elementos de resistencia que estos aplicarían a los diseños urbanos. Al hablar de que el campesinado no se regía por la ley de la ganancia sino que poseía una "otra racionalidad económica", se posibilitaba una crítica y comprensión de los fenómenos , en particular de la crisis a la que estaban llegando las políticas rurales basadas en los cambios estructurales y en las organizaciones campesinas de productores.

Quienes miraban desde una perspectiva mas proletarista, afirmaban el inexorable proceso de destrucción de la vida rural. Seguían tendencias europeas claramente descritas que finalmente no ocurrieron en América latina. Los campesinos que abandonaron el campo no se proletarizaron. Los que se quedaron tampoco se transformaron en obreros agrícolas. Un extraño proceso económico y político ocurrido en la década de los ochenta, marcada por la crisis mas generalizada (y aún no concluida) condujo a que esas enormes masas de personas humanas no quedaran incluidas en una categoría social claramente detectada por las ciencias sociales. Masas pobres flotantes entre las ciudades y los campos, trabajadores de temporadas, semiasalariados, habitantes de poblados semirurales , en fin, una nueva masa poblacional sobre la cual tenemos muy poco que decir y de la que los intelectuales y cientistas sociales latinoamericanos sabemos muy poco ya que la tratamos de aprehender con categorías añejas, europeas, norteamericanas, y sin "imaginación sociológica".

A finales de la década del setenta el tema se había agotado de tal suerte en que no existían púgiles que combatieran desde el lado campesinista o descampesinista. El cansancio había reventado el debate y amistado a unos y otros, sin vencedores ni vencidos. Ni Chayanov, ni Lenin como escribiera David Lehman, fue la campana que terminó con el combate y con muchos de sus púgiles.19 19 David Lehman. "Ni Chayanov, ni Lenin: notas sobre la teoría de la economía campesina". En: Estudios Rurales Latinoamericanos, v. 2, n. 4, 1979. Chayanov fue siendo olvidado por las nuevas generaciones de campesinistas y Lenin cayó con el peso de los ladrillos del "Muro de Berlín". La realidad los criticó mas fuertemente que las críticas de las Revistas. Solo en los últimos años, fines de los noventa, algunos viejos campesinistas irredentos, hemos vuelto a mirar las ideas del ruso de la Escuela de la Agricultura Moderna, muerto en algún lugar del Gulag, y vuelto a buscar la utilidad de sus curvas y análisis empíricos, para observar lo que queda de campesinado subsistente y resistente en rincones de nuestros países latinoamericanos. Fragmentos reticentes a la modernización, unos y otros, estudiosos y estudiados.

1.5 En busca de los campesinos viables

A partir de esos debates la cuestión rural comenzó a dar tumbos. Vinieron los tiempos de ajustes estructurales, como se les llamó de manera elegante. Década perdida decían los organismos internacionales.

El actor campesino se desdibujó. Las centrales campesinas que se habían organizado, muchas veces con la acción decidida del Estado, se desplomaron. Quedaron burocracias vacías que levantaban algunas banderas y protestaban en declaraciones públicas. No sabemos muy bien qué ocurrió con los campesinos en esos años. Se perdieron en la crisis de los movimientos sociales.

La falta de actores en el campo condujo a algunos a buscar a "los campesinos viables", esto es, los que se podían integrar en los circuitos agrocomerciales y agroindustriales. Un ejemplo tomado del análisis de Bolivia al inicarse los noventas, puede ser un ejemplo de la tendencia que recorría ese período:

La eliminación de las trabas a las exportaciones puede ser también evaluada positivamente. Los campesinos pueden de esa manera escoger los cultivos y los mercados que mejor convengan a sus intereses. La evidencia disponible parece indicar que los campesinos con producción de exportables comienzan a beneficiarse con esta medida y ya se observa una expansión significativa. Queda, sin embargo, que las necesidades de competir externamente no han dado lugar todavía a saltos en los rendimientos por hectárea. 20 20 Juan Antonio Morales "Ajustes estructurales en la agricultura campesina boliviana". En: Debate Agrario, Julio- Septiembre de 1990, p. 121 y ss.

Por cierto no era fácil ser demasiado pesimista en ese momento ya que era evidente lo mal que andaban las cosas en las economías de esos años. La economía boliviana, al igual que en muchos países sufría de fiebres inflacionarias, abría sus mercados, privatizaba sus empresas y aplicaba la receta del "ajuste estructural", esto es, la rendición frente a la situación internacional que se avecinaba. La receta neoliberal campeaba por América Latina y el Banco Mundial andaba buscando campesinos viables que se insertaran en los nuevos mercados emergentes. Un largo trabajo de la CEPAL hablaba de la "articulación de los pequeños y medianos agricultores con el mercado" y cifraba esperanzas en esa via "farmer", que a la distancia analizada por cierto (todos suelen y podemos ser generales después de la batalla), ya no tenía espacio en las ajustadas economías.21 21 Comisión económica para América Latina. Las relaciones agroindustriales y la transformación de la agricultura. Santiago de Chile, 1995, Dice: " En las propuesta de la Cepal sobre transformación productiva con equidad, se destaca la necesidad de mejorar la competitividad de los diferentes sectores esto se traduce muy particularmente en la necesidad de mejorar la competitividad de los pequeños y medianos agricultores por medio de la transformación productiva y el desarrollo tecnológico de sus explotaciones, metas que tienen como requisito el que los agricultores puedan vincularse en buena forma a los mercados y a las fuentes de financiamiento e información tecnológica. La tesis que guía este proyecto es la siguiente: que las relaciones entre los agricultores y las empresas agroindustriales son el instrumento mas idóneo para alcanzar estas metas, como queda de manifiesto en lo mucho que han contribuido estas empresas a mejorar las técnicas y diversificar las exportaciones agrícolas".

No quisiera ser pesimista, pero pareciera que fue la última primavera del campesinado. El Banco Mundial y los organismos internacionales que por una parte apretaban las economías para que se ajustaran a los parámetros mundiales, por otra parte jugaba a la posibilidad de integración de los campesinos en los nuevos mercados. Por cierto que ocurrió de un modo parcial en algunos sectores y en algunas pequeñas áreas de algunos países privilegiados, pero no fue ni la tendencia mayoritaria, ni la más importante. En Bolivia, como en muchos otros países andinos, el campesino entregado al libre mercado, se debió aventurar en los cultivos ilícitos, único sistema agroindustrial que ha funcionado a la perfección. Allí hay integración vertical perfecta, traspaso de tecnología automático y alto grado de productividad, por cierto, como todo negocio moderno, de alto riesgo.

Miguel Murmis, bien conocido ruralista argentino y amigo, ya había llamado la atención sobre estos asuntos en un artículo de comienzos de los noventas.

A muchos nos resulta paradójico el aire de seguridad y confianza con el que la eliminación de la pobreza aparece incluída en diversos programas económico sociales en la era del ajuste, que ha aumentado y profundizado la pobreza en toda América Latina. Esto es particularmente marcado en programas formulados por organismos internacionales.22 22 Miguel Murmis, "Ajuste y pobreza campesina: análisis de algunas propuestas para América Latina. En: Debate Agrario, n. 16, 1993, p. 35 y ss.

La sospecha de Murmis estaba fundamentada. Analiza los programas y observa que lo que se decía era:

los problemas del campesinado aparecen destinados a resolverse a través de dos vías: por un lado su acceso como productores a las posibilidades generadas por la transformación productiva, pues ya capas de campesinos han demostrado su capacidad de competir en el mercado y por otro, su acceso como trabajadores sindicalizados a los beneficios de mayor productividad.

Ciertamente el modelo consistía en la adaptación de la marea neo liberal a la cuestión rural. Habría que evaluar qué ocurrió con la propuesta. Un análisis somero nos muestra que la integración de los campesinos viables a los mercados de exportaciones, a las agroindustrias y a los agronegocios, ha sido muy débil o simplemente inexistente. En 1994 en Chile se planteó con optimismo, el mismo de este paradigma, que en pocos años los campesinos manejarían sus cosechas con computadoras. Por cierto que si usan computadoras, cosa que dudo, las utilizan más para hacer las tareas escolares de sus hijos o para bajar pornografía del Internet. La sindicalización de los asalariados agrícolas es otra mercancía que escasea en nuestros campos, siendo mayoritaria la masa de trabajadores de temporada sin ningún tipo de organización y con escasa o nula seguridad social.23 23 Murmis recomendaba con la sabiduría, prudencia y humildad que lo caracteriza: " Una mayor atención a los procesos históricos a través de los cuales el agro cambia y las ideas se reformulan debería permitirnos no saltar de modelo en modelo y aún de estereotipo en estereotipo y acercarnos a la comprensión de los procesos sociales que efectivamente ocurren y de las trabajosas dificultades de efectuar cambios". Página 47 del artículo citado. Según el informe evaluativo de la década del noventa de la Cepal, es impresionante el porcentaje de trabajadores asalariados de la agricultura que vive en hogares pobres. Si se toma a los establecimientos que ocupan mas de cinco personas vemos que en Brasil es el 47%, en México del 48% y en Honduras del 79%. ¡!! Esos son los que tienen trabajo!!!24 24 " Se refiere al porcentaje de ocupados de cada categoría que reside en hogares con ingresos inferiores a la línea de la pobreza" dice el documento de la Cepal. Esto significa que a pesar de ser asalariados de empresas que ocupan a mas de cinco trabajadores, no alcanzan a solventar los gastos de su familia de modo de salir de la situación de pobreza. Los "trabajadores por cuenta propia" esto es, que no trabajan como asalariados arrojan por cierto un porcentaje mayor aún de miseria, en Bolivia por ejemplo, el 89%. En Brasil habría bajado en la década del noventa desde un 74 a un 55%, en México subió del 54 al 64% y en Chile del 24 al 21%. En este último país la pobreza de quienes trabajan como asalariados de la agricultura es igual a los que trabajan solo por cuenta propia, a pesar de que ha bajado la explotación del trabajo en la década según se puede ver, ya que disminuyeron los hogares pobres asalariados de un 36% a un 21% de los hogares. Estos datos muestran fehacientemente que la agricultura comercial y de exportación, la asalariada y empresarial, se fundamenta en buena medida en la explotación del trabajo, esto es, en la baja de los salarios, la precariedad del empleo y la pobreza de las familias. Panorama Social de América Latina, 2001, p. 229, Cuadro 18.

Pareciera que desde hace unos años a esta parte la confianza en estas propuesta y en particular en la vía basada en "los productores viables" se ha debilitado. Se ha comenzado a ver el modo cómo las agroindustrias y diversos agronegocios tratan a los asalariados y a sus clientes campesinos: los limitan al nivel mínimo de la simple reproducción, transformándolos en una suerte de "trabajadores a domicilio".25 25 Los productores de maíz en el centro de Chile, que funcionan en agricultura de contrato, con las empresas productoras de alimentos y criaderos de pollos, perciben al hacer el balance de sus gastos y utilidades un equivalente al salario mínimo anual fijado por el Estado. De una manera perfecta se llega a hacer coincidir la "ganancia" del campesino productor independiente, con este nivel de remuneración establecido para los trabajadores chilenos como mínimo de subsistencia. Con la diferencia de que el productor es dueño de su tierra, aperos, herramientas, maquinarias y es quien se arriesga en el proceso productivo. El salario mínimo es ocultado en una maraña de documentos financieros que "aparentan" el carácter independiente del productor. La via "farmer" alcanzó a grupos selectos de productores y no logró masificarse, ni mucho menos producir cambios en el medio rural. Por cierto que aún hay tela que cortar y las evaluaciones apresuradas son peligrosas, pero este artículo ha sido solicitado para dar cuenta de los cambios y por tanto de los fracasos, y no autosonreirse con los logros parciales que siempre pueden ser esgrimidos.26 26 Sergio Gómez en su último libro, analiza con detalle y mayor objetividad que el autor, los planteamientos de la FAO y el IICA sobre estas materias y en particular sobre la conceptualización de la nueva ruralidad. Estudia también las discusiones y contribuciones en diversos países latinoamericanos acerca de la nueva ruralidad y la sociología rural. Ver: Sergio Gómez. La Nueva Ruralidad ¿Que tan nueva? Ediciones de la Universidad Austral de Chile, 2002.

1.6 Modernización y fragmentación: en busca de las identidades rurales

Los estudios agrarios de hoy en día temen generalizar, se hunden en el detalle de lo que ocurre en una localidad determinada, se arriesga poca teoría, solo hipótesis particulares y medidas. Quizá porque todos intuimos relativamente lo que pasa en la macrotendencia de los procesos agrarios y no tenemos mucho qué hacer en ello, ni menos en influenciar en que aquello cambie. Sin embargo todos percibimos también que si bien la macrocorriente es conocida hay una enorme diferenciación en cómo cada sector del mundo rural se cuelga o descuelga de la gran "corriente modernizadora" que evidentemente sumerge a nuestros sectores agrarios latinoamericanos.27 27 En los noventas una muy buena revista que dio cuenta de estos cambios fue Debate Agrario. Análisis y alternativas. Publicada por el Centro Peruano de Estudios Sociales (CEPES) que dirigía Fernando Eguren. En buena medida ha sido una de las últimas colecciones que reunieron una amplia investigación sobre la ruralidad latinoamericana. En uno de sus números de inicios de los noventas (Número 14) se preguntaban: ¿Tienen futuro las comunidades campesinas?. En este trabajo hemos revisado la colección.

La investigación de los últimos diez años, a mi modo de ver, no discute la tendencia modernizadora si no que trata de comprender cómo los diferentes casos locales se reubican, adecuan, integran, resisten, a esa modernización. Decir que el campo se está modernizando es una generalidad sin mayor sentido ni interés, en cambio decir que un sector o área campesina se retrae del mercado y se resumerge en la subsistencia como reacción negativa frente a esas modernizaciones, nos parece mucho mas de interés (y a la vez inteligente). Las miradas han cambiado y también por lo tanto los métodos para analizar esas ocultas realidades. Allí no sirven, ni tienen utilidad, las cifras acumuladas, los grandes conglomerados, los Censos Nacionales y sus cifras globales. Necesitamos hoy en día textos y documentación delicadas, que hablen de las particularidades de los procesos de cambio y modernización. Así es que podemos ver hoy día que el campo latinoamericano se desglosa en miles de formas diferentes. En esa diversidad está su riqueza presente y futura, a pesar de todos, los que acceden a la modernidad y los que la rechazan, están inmersos en los mismos macroprocesos.28 28 La modernidad o modernización ha afectado al mundo rural pero generalmente en términos negativos. La pobreza rural ha aumentado brutalmente en las últimas décadas y la brecha entre las áreas rurales y urbanas también.

No cabe duda que hay campesinos, y agregaríamos, los habrá para rato. Hace cinco años iniciamos una investigación en la Cordillera de Nahuelbuta, en el sur de Chile, con diversas hipótesis y entre ellas la de la muerte del campesinado. El proyecto se denominaba "Vivir en la subsistencia" y pretendía comprender la manera cómo los campesinos de esa región son compelidos a vender sus tierras a las empresas forestales. Al poco andar por el campo nos arrepentimos de no creer mas en la fuerza de la así tradicionalmente denominada "resistencia campesina". Nos encontramos con sociedades y culturas campesinas mas vivas que nunca en la medida que están amenazadas. Nos dimos cuenta que donde habían comunidades activas y organizadas socialmente, podían resistir y donde se dispersaban, las empresas los "cazaban" de a uno en uno. Vivir en la subsistencia es a condición de tener mucho que decir y contar, mucha cultura que compartir y perder, muchas amistad y camaradería, muchos ritos comunitarios, mucha sociabilidad.

Hay pocos sectores campesinos que les va bien con el mercado. Pero también los hay. Dicen que son "nichos" los economistas, en una imagen funeraria que habría que desterrar del lenguaje social. Lo que es si cierto, es que en algunos casos han encontrado un mercado activo, estable y se han adecuado a él. No veo enriquecimiento. Se observa vulnerabilidad.29 29 Realizamos un estudio mediante historias de vida en Chile, a productores pequeños de diversas partes del país. Es muy interesante, ya que el método permite conocer y comprender las trayectorias, los anhelos y esperanzas y las frustraciones. Si bien el sector tiene un imaginario de clase media rural, las condiciones de vida son tan estrechas, a pesar de poseer recursos físicos (tierra, maquinarias) que sus ingresos no le garantizan un nivel de vida coherente con sus aspiraciones e imaginario social. Incluso esto ocurre en productores de exportación. Ver algunas de estas historias en el libro La desigualdad. Ediciones Sur, 2000. Habría que ver lo que ocurre en otros países y situaciones en los últimos años. Lo que sí pareciera claro, es que la mayor parte de estos sectores productores agrícolas con algún grado de éxito se han desruralizado. Mas aún, la condición de éxito de sus faenas agrícolas ha sido y es la desruralización, entendida como adaptación an uevas pautas de mercado de carácter urbano y global y abandono de las pautas rurales tradicionales de comportamiento. La impresión de campo y en base a los textos que se refieren a estas temáticas, es que los sectores agrícolamente exitosos se han descampesinizado culturalmente.

No es casualidad por tanto, que la temática de las identidades y las culturas ha dominado el panorama intelectual, no solo en general sino en particular de quienes se dedican, nos dedicamos, al mundo rural, no citadino. Hablar de identidad es conversar acerca de supervivencia, no tanto al nivel de la economía sino sobre todo al nivel de la reconstrucción cultural de la comunidad rural en la modernidad. Y en este campo hay procesos muy complejos que surgen por doquier, mostrando un desplazamiento importante de la cuestión rural anterior.

Ya no es suficiente con señalar que en tal o cual espacio rural hay "campesinos en general", comunidades rurales, sociedades campesinas, como se podría haber insinuado hace treinta años. Hoy en día las investigaciones deben distinguir necesariamente el origen e identidad étnica de esos campesinos y al mismo tiempo deberán decirnos en forma clara y separada lo que en cada caso realizan las campesinas y los campesinos. Los desplazamientos de las poblaciones a trabajar a lugares muy distantes, nos conducirán a la necesidad de estudios que den cuenta de la manera cómo esos campesinos se insertan de manera deslocalizada en la modernidad y mantienen en su comunidad un espacio de reserva, de acogida, de culto, o simplemente de carácter ceremonial y festivo. Las comunidades rurales exitosas, y eso lo vemos cada día con mas claridad, son aquellas que tienen un discurso y una misión. Esto es, tienen ideas acerca de quienes son, de su procedencia, mitologías de origen y sobre todo misión de destino. Estas ideas, o ideologías como se las quiera denominar, pueden provenir de larga data, pueden ser recuperadas, o pueden ser reinventadas o simplemente inventadas. Nada de eso tiene que ver ni con la verdad ni con la mentira. Tiene que ver con la superviviencia. Sobrevivir en la modernidad exige un relato. Un discurso identitario que permita la coherencia interna, ordene el sentido de la acción, tanto individual como colectiva y posibilite un derrotero.

Percibimos hoy en día que los estudios agrarios requieren de una combinación mucho más audaz de elementos sonsacados de las ciencias económicas y de elementos extraídos de las ciencias de la sociedad y la cultura. La tendencia actual de los estudios rurales, a mi modo de ver, camina por la huella del encuentro entre economía y cultura Para realizar estudios de economía agraria y rural es imposible desentenderse de los asuntos culturales que son su forma de articulación y la explican. Las formas que adquiere la modernización en el campo están dependiendo de los diversos anclajes culturales de sus habitantes. Por otra parte, realizar estudios de la cultura campesina o rural sin comprender los fenómenos de modernización y globalización, esto es, la esfera económica, no tiene mayor destino. La construcción de fuentes que den lugar a ambos aspectos de la ecuación es el desafío metodológico central de estos estudios. Se deberían construir bases de datos capaces de ser interpelados desde la economía y la cultura, datos "bifrontes", como aquellos por ejemplo que al mismo tiempo muestran producción/productividad y relaciones de género. Si los datos y las fuentes de obtención de ellos no son capaces de comprender esta multidimensionalidad de la agricultura latinoamericana actual, de su sociedad rural, no servirán para entender los nuevos procesos frente a los que se está situado.

2. Los cinco desplazamientos de la cuestión rural

En los últimos 25 años la cuestión agraria se ha desplazado temá-ticamente, producto de los cambios que han ocurrido en la agricultura y de la mirada diferente de quienes observan la realidad rural y de los actores que allí operan. Ya hemos comentado que no es fácil distinguir los desplazamientos de las miradas de lo que han sido los desplazamientos de las cosas.

Los temas se han deslizado desde las viejas preocupaciones a las nuevas, sin que se haya producido una ruptura entre una y otra. Los grandes problemas de la agricultura latinoamericana probablemente siguen sin resolución: concentración de la tierra, condiciones de trabajo de los trabajadores rurales, calidad de vida de los campesinos e indígenas. Sin embargo sería taparnos los ojos con un pañuelo el no observar que ha habido cambios y que por lo tanto requerimos de nuevos enfoques, nuevas investigaciones, miradas cada vez más audaces, para atacar, si así fuere, los viejos e irresolutos problemas del mundo rural.30 30 Hay varios trabajos sobre este tema a parte del ya citado de Sergio Gómez. Ver: Norma Garriaca (Compiladora) ¿Una nueva ruralidad en América latina? Colección Grupos de Trabajo de Clacso. Grupo de trabajo de desarrollo rural. Buenos Aires: Clacso, 2001. Tengo referencias de varios otros trabajos con este título pero no han llegado a mi poder.

Se habla en los círculos agrarios y especializados de "una nueva ruralidad en América Latina". Hay seminarios y documentos que se refieren a este tema. La discusión de si es una nueva ruralidad o una antigua cambiada, modificada, no me parece muy importante y tiene un aspecto un tanto nominalista. Hay áreas del campo que no han cambiado probable-mente y hay otras, que han cambiado. Hay problemas no resueltos y que no se van a resolver fácilmente. Por ello nos parece que el concepto de "desplazamientos" es mas prudente y menos comprometido. Porque afirmar que existiría una "nueva ruralidad" significaría que a lo menos se han producido cambios fundantes de importancia, nuevos sujetos, nuevas relaciones productivas y nada nos dice que aquello ocurra de una manera homogénea y definitiva. Lo nuevo y lo viejo se siguen confundiendo muchas veces de manera curiosa.

Lo que sigue es una breve revisión de estos cinco deslizamientos o desplazamientos temáticos que percibimos tanto en los estudios como en la ruralidad observada.31 31 Hay un sexto tema que no hemos tratado en este artículo, quizá por desconocimiento o temor. Se trata de la mirada medio ambientalista o ecologista de la "cuestión rural". Muchos antiguos ruralistas hoy día son "ecólogos" y colocan esa dimensión en una alta prioridad. Hay quienes consideran que esa perspectiva permite una renovación de las miradas del mundo rural. Por ignorancia, no podemos decir mucho frente a ello.

2.1 Primer desplazamiento: de la hacienda a la empresa moderna exportadora

En la década del sesenta con excepción de México y Bolivia que habían realizado Reformas Agrarias en medio de procesos revolucionarios, los países latinoamericanos dormitaban a la sombra del latifundio. Patrones de "horca y cuchillo", productores de extensivas dimensiones, tecnologías tradicionales y obsoletas, mercados internos flojos y corruptos, sistemas de trabajo organizados en base a la servidumbre, a las medierías, a la satrapía y la explotación medieval. Todo eso cambió en estos treinta años y tenemos la impresión que muy profundamente.

Antes de adelantar es preferible precisar el concepto de Hacienda, si es que no va a tomárselo meramente como sinónimo de latifundio. De acuerdo con una definición bien conocida de los antropólogos sociales Eric Wolf y Sidney Mintz, hacienda es o era, (las letras son nuestras): (a) la propiedad rural de un propietario con aspiración de poder, (b) explotada mediante trabajo subordinado y (c) destinada a un mercado de tamaño reducido, (d) con la ayuda de un pequeño capital. Bajo tal sistema los factores de producción no solo servirían para la acumulación de capital sino también (e) para asegurar las ambiciones sociales del propietario. Esta definición inteligente, culta, que combinaba aspectos económicos, políticos y culturales, se fue imponiendo en el medio académico de los ruralistas. Señalaba con claridad y precisión lo que había sido la estructura de organización agrícola predominante en América Latina durante siglos. En un artículo del profesor sueco Magnus Morner escrito en 1973, donde pasa revista a la cuestión de la Hacienda se ocupa esta definición, que sirvió para observar el mundo rural del continente, fue como se dice hoy día, un paradigma.32 32 El libro Haciendas, latifundios y plantaciones en América Latina que dió cuenta del Simposio de Roma y organizado también por la Conferencia Latinoamericana de Ciencias Sociales (Clacso), coordinado por el maestro Enrique Florescano (México: Siglo Veintiuno Editores, 1975, p. 15, la cita mas arriba de Morner), es quizá el mejor testimonio de los estudios agrarios de corte histórico durante la segunda mitad de la década de los sesenta e inicio de los setenta Ese trabajo expresó el paradigma analítico de las haciendas y de la historia de la ruralidad latinoamericana. Es un hito indispensable para la continuación de los estudios históricos de Haciendas y la ruralidad del continente. Habría que decir para ser justos, que este paradigma es útil no en todos los países de América Latina. Leyendo el interesante e importante libro de Osvaldo Barsky y Jorge Gelman. Historia del agro argentino. Desde la Conquista hasta fines del siglo XX (Grijalbo Mondadori, 2001), se percibe que el paradigma no es válido en particular para la enorme región pampeana. Las subdivisiones de tierras, la colonización y una modernización temprana de las faenas agrícolas representan un fenómeno muy diferente al de países, como los andinos o centroamericanos, donde el modelo hacendal es mas fuerte y consolidado.

Según la definición anterior acerca de las haciendas, lo que caracterizaba, podemos decir hoy, a la agricultura de antes de los setenta era esa relación estrecha (e indestructible), entre producción y poder, economía y poder local, terratenencia y política. Es una unidad económico cultural que posibilitaba la constitución de la sociedad rural, como ente autónomo. Es por ello que el principio de autonomía, del que estamos hablando, y que según nuestra hipótesis se ha perdido en la actualidad, se basaba en la existencia de un sistema productivo, ligado a un sistema social, a un sistema de poder y a por tanto, final de fiesta, a un sistema simbólico, ritual y ceremonial. La autonomía del mundo rural estaba dada por la existencia de esta alianza compleja.

Cuáles fueron los cambios que llevaron a que esa relación entre economía, poder y cultura, se rompiera en las décadas siguientes? No tenemos aún, creo yo, estudios suficientes que muestren comprensivamente esa ruptura, ese proceso de "modernización".33 33 Sería interesante analizar cuáles fueron "las vías latinoamericanas al capitalismo agrario". Los clásicos vieron dos grandes vías, como es bien sabido, la alemana o empresarial y la francesa o campesina, en que los siervos se alzaban y se apropiaban de los campos de los señores. El mismo Osvaldo Barsky de la cita anterior en sus estudios acerca de la sierra ecuatoriana, hace ya muchos años, creyó ver una suerte de vía empresarial de reconversión interna de las haciendas. Los que mirábamos la Reforma Agraria creímos ver en muchos lugares una suerte de vía campesina propiciada por el Estado, "estatal campesina". Sin embargo mirado el proceso con más lejanía no pareciera ni lo uno ni lo otro. En Chile por ejemplo, los campesinos fueron la fuerza de choque del Estado y los sectores urbanos que lo controlaban para liquidar a las clases agrarias hacendales. Se les entregó tierras a los campesinos y las perdieron casi en su totalidad. En esas tierras que algún día fueron reformadas, se han producido las nuevas inversiones, las plantaciones de frutales y viñas. Los nuevos propietarios son en su mayoría "urbanos agrarizados", nuevos propietarios, empresas agrícolas, no pocas veces transnacionales, y en algunos casos hijos o descendientes de los antiguos hacendados, ahora reciclados, modernizados y tecnificados. Es posible ver un proceso de "restauración capitalista" en el valle central del país: viejos apellidos tradicionales transformados en nerviosos productores modernos, que combinan su actividad con sus profesiones urbanas liberales. No se ha dado ninguna vía clásica, en todo caso y será necesario emplear la imaginación para comprender un poco más el fenómeno de la vía al capitalismo en su etapa globalizada. Los factores, por cierto pueden ser múltiples y será difícil aislar el de mayor importancia.

Nuestra hipótesis ha sido que fueron mas las contra y post reformas agrarias que las reformas agrarias mismas las que cambiaron la situación de la agricultura latinoamericana. En muchos países, áreas o regiones, la Reforma Agraria fue un asunto débil, marginal. Sin embargo posterior a esos hechos se produjeron dos tipos de procesos, o "contrareformas agrarias" que condujeron a políticas de desmantelamiento de los sistemas agrarios tradicionales o políticas financieras que destruyeron la propiedad agraria tradicional. Me explico. La Reforma Agraria en muchas partes tuvo mas un carácter simbólico que real. Esa fuerza simbólica produjo a menudo movilizaciones campesinas, despertares campesinos, cambios mas en las conciencias campesinas que en la realidad de sus vidas.

La "des-subordinación del campesinado" fue el motivo suficiente para que la relación entre producción agraria y poder rural se fuera al traste. Esa ruptura dio origen a un inmediato proceso de modernización, en el que estamos hoy en día. Los movimientos de población, las aspiraciones crecientes de la gente del campo, los cambios en las costumbres, y muchos otros elementos son consecuencia de esa "liberación de las conciencias" del proceso de subordinación tradicional.

El despertar indígena de los ochenta y noventa, en especial en países rurales y de alto grado de tradicionalismo servil como el Ecuador, están, a nuestro modo de ver, directamente relacionados a este proceso de "des subordinación campesina". Los indígenas estaban "subsumidos"34 34 En la necesidad de comprender estos complejísimos asuntos se llegaron a utilizar feas palabras o palabrotas, como la "subsunción" del campesinado al capital y otras gerigonzas de especialistas. en la conciencia de subordinación, a que los tenía sometidos el régimen patronal hacendal. Esta sumisión les impedía o limitaba el desarrollo autónomo de la conciencia de pertenencia indígena. Los trabajos de Andrés Guerrero, historiador ruralista ecuatoriano, acerca de los campesinos de la sierra del Ecuador y en especial de la zona de Cayambe, muestran con claridad lo que aquí estamos señalando. Los "concertajes de indios" que operaron simbólicamente hasta hace pocas décadas poseían la fuerza cultural de la subordinación. Una vez que el "concierto" se suprimió, podríamos hipotetizar, quedó liberada la conciencia para sentirse "indio", solamente "indio". De allí a la organización y la búsqueda de nuevas identidades hay un breve paso. Son impensables los actuales movimientos indígenas e indigenistas latinoamericanos si no se hubiese terminado la subordinación del trabajo, las condiciones del trabajo servil que imperaban en la agricultura latinoamericana hasta antes de las Reformas Agrarias.35 35 Es notable cómo la cultura del "concierto andino" se repite sin la presencia patronal, lo que muestra la fuerza que posee. En un trabajo reciente Guerrero relata una ceremonia hacendal que se hace en Cayambe, con la ausencia de los patronos. Esa ceremonia ha sido releída, podríamos decir en un tono postmoderno, por los actuales indígenas, ex campesinos concertados de hacienda, y se transforma en una fuente de su propia identidad étnica. Los turistas y visitas van a la ceremonia y comprenden el nuevo significado que le otorgan los reindianizados campesinos cayambinos.

Las políticas de ajuste estructural de fines de los setenta y de los años ochenta, fueron el otro medio, tanto o mas importante que las Reformas Agrarias, en la transformación del campo latinoamericano. Mirado con perspectiva fue demoledor. La agricultura se "des-tradicionalizó" por ya no ser mas rentable. Los terratenientes no tuvieron ya el poder que tenían sobre la sociedad para continuar controlando los mercados internos, los sistemas de subsidios, en fin, el monopolio semi productivo de la tierra. Habían pasado en los años sesenta también por demoledores procesos político culturales, y las sociedades desconfiaban de ellos, de su capacidad económica, política y de hegemonía cultural. Ese fue el motivo por el cual no tuvieron capacidad de mantener funcionando tierras improductivas, y debieron venderlas a nuevos propietarios, las tuvieron que subdividir y finalmente ellos mismos, muchas veces sus hijos u otros, las tuvieron que poner en producción para los mercados externos o simplemente dejarlas.3 36 Esta hipótesis permitiría comprender no solo la fragmentación y ruptura agraria sino también política de muchos países en que la estabilidad del latifundio constituía uno de los cimientos del poder del Estado. No es casualidad que en muchos países la clase dominante agraria y/o rural, fue reemplazada por nuevos grupos emergentes, en algunos casos de cierta raigambre urbana y en muchos otros lamentablemente, de reciente y aventurera aparición. Ante el vacío del poder cultural tradicional, frente al desastre de los cambios frustrados e incumplidos de los años sesenta, y enfrentados a crisis económicas galopantes que requirieron ajustes de proporciones, llamados estructurales quizá correctamente ya que en muchos casos modificaron las estructuras, surgieron, se levantaron, o aparecieron todo tipo de personajes salvadores. Los Fujimoris, Menen, Collor, Salinas y los Pinochets , vinieron a destruir a las viejas oligarquías, más que las reformas agrarias que pretendían suplantarlas. Habría que analizar con mayor detalle el poder destructivo de los "ajustes con corrupción" ya que los grandes fundadores del neoliberalismo latinoamericano han llegado a ser los más grandes acusados de corrupción en el continente quizá a lo largo de su historia: Collor, Salinas, Fujimori, Menen, por citar los emblemáticos. Las viejas clases propietarias sucumbieron en silencio (vergonzoso silencio) ante la inmoralidad pública, perdiendo todo el prestigio cultural que habían alguna vez ganado entre asados y azotes, con el pueblo. 6 36 Esta hipótesis permitiría comprender no solo la fragmentación y ruptura agraria sino también política de muchos países en que la estabilidad del latifundio constituía uno de los cimientos del poder del Estado. No es casualidad que en muchos países la clase dominante agraria y/o rural, fue reemplazada por nuevos grupos emergentes, en algunos casos de cierta raigambre urbana y en muchos otros lamentablemente, de reciente y aventurera aparición. Ante el vacío del poder cultural tradicional, frente al desastre de los cambios frustrados e incumplidos de los años sesenta, y enfrentados a crisis económicas galopantes que requirieron ajustes de proporciones, llamados estructurales quizá correctamente ya que en muchos casos modificaron las estructuras, surgieron, se levantaron, o aparecieron todo tipo de personajes salvadores. Los Fujimoris, Menen, Collor, Salinas y los Pinochets , vinieron a destruir a las viejas oligarquías, más que las reformas agrarias que pretendían suplantarlas. Habría que analizar con mayor detalle el poder destructivo de los "ajustes con corrupción" ya que los grandes fundadores del neoliberalismo latinoamericano han llegado a ser los más grandes acusados de corrupción en el continente quizá a lo largo de su historia: Collor, Salinas, Fujimori, Menen, por citar los emblemáticos. Las viejas clases propietarias sucumbieron en silencio (vergonzoso silencio) ante la inmoralidad pública, perdiendo todo el prestigio cultural que habían alguna vez ganado entre asados y azotes, con el pueblo.

La estructura de tenencia de la tierra cambió en estos 25 años. Por cierto que en cada país existe un sector productivo que se modernizó justamente gracias a los dos procesos anteriormente señalados. Tierras de buena calidad, mercados locales y de exportación principalmente han permitido el desarrollo de una agricultura moderna, que tiene ligera semejanza con las antiguas haciendas, en la medida que el suelo es el mismo. Las tierras marginales o de segunda calidad, en algunos países han caído en manos de empresas forestales, o de compañías ganaderas por lo general Sociedades Anónimas. Hay bolsones de propiedad latifundiaria tradicional, pero son solamente los rumores del pasado. En no pocos países la propiedad latifundiaria tradicional, pero son solamente los rumores del pasado. En no pocos países la propiedad agraria moderna de recreación crece gracias al narcotráfico y a los negocios extrarurales.37 37 En muchos países latinoamericanos se está produciendo una "ecuestrización" del campo. Las actividades ecuestres adquieren una significación notable: carreras de caballo, rodeos, fiestas en que se muestran cabalgaduras muy finas y ricamente aperadas. En el caso de Brasil se trata de una cultura "country" a la brasilera, según lo he podido leer en la prensa y en otros casos, como Chile, una suerte de recuperación de lo que supuestamente sería la tradición de las haciendas, pero esta vez sin haciendas: "hacendados sin haciendas", sería el título de esta canción.

Es por ello que se produce una separación creciente entre los estudios agrarios y los estudios rurales. Estudiar hoy día la agricultura latinoamericana conduce al análisis de "empresas agrícolas", de sus ventajas y desventajas competitivas, muchas veces entrelazadas con la agroindustria (integración vertical), sistemas de exportación, adquisición de nuevas tecnologías, mecanización total en ciertas áreas de las actividades agrícolas, relación estrecha con el capital financiero y con el llamado agronegocio. El estudio de la agricultura tiene muy poco que ver con el estudio del mundo rural.38 38 Es por ello que cuando se le plantean problemas rurales a quienes están dedicados a actividades económico productivas en el campo, no saben cómo responder. Es el caso de las empresas forestales en su relación conflictiva con las comunidades campesinas y particularmente indígenas. Mi experiencia personal en este sentido con Ingenieros Forestales es muy interesante. No existen categorías de comunicación. Toda la actividad se rige, al igual que la industrial, por consideraciones de productividad y producción y la presencia de poblaciones aledañas solamente consiste en una molestia, desagrado y elemento distorcionador de la actividad productiva.

La definición de Hacienda, por lo tanto, solo es válida en términos históricos. La realidad de la agricultura actual, de sus empresas, es exactamente lo contrario a la definición de Wolf y Mintz. Veamos:

Se ha roto, (a) en primer lugar, la relación entre propiedad y poder. Es cierto que existen muchas áreas donde no se ha roto de modo total y siguen existiendo remedos de "señores de horca y cuchillo". pero los verdaderos "grandes señores y rajadiablos" están hoy día mas ligados a la droga, la corrupción y otras actividades comerciales ilícitas, que a la mera propiedad de la tierra. No está allí su fuente de poder, aunque tengan propiedades, y las muestren....

Se ha desplazado, (b) en segundo lugar, el carácter del trabajo subordinado, desde la servidumbre al trabajo asalariado. Hay áreas donde aún existen "siervos de la gleba", de poncho y sombrero en mano que miran al suelo (o piso) cuando el señor les habla o grita. Cada vez, sin embargo, es más difícil encontrar este caricaturesco campesino subordinado y lo más habitual es toparse con un muchacho que viste jeans, polera con una consigna en inglés y zapatillas Nike, fabricadas clandestinamente en algún barrio de la ciudad capital. La homogeneización en el consumo cultural es expresión también de la falta de autonomía que hemos venido hablando.

Pero quizá más importante aún, es que se ha profundizado el trabajo asalariado en todos los niveles. El tema hoy día en el campo no es el excesivo protectorado al que estaba sometido el siervo que le impedía gozar de su libertad sino el enorme vacío que ha provocado la inseguridad laboral, producto de mercados de mano de obra despiadados y no regulados. En esos contextos de inseguridades profundas es donde resurgen las viejas identidades, los sueños utópicos olvidados, las "Tempestades en Los Andes" revisitadas cincuenta años después.

En tercer lugar (c) se ha desplazado la característica de "mercados de tamaño reducidos" por búsqueda creciente de mercados globalizados. Las agriculturas latinoamericanas buscan los productos de exportación, no siempre con éxito. La agricultura dinámica está ligada a los mercados externos o a mercados sofisticados. Producir trigo en el Río de la Plata, maíz en México, arroz en el Guayas y papas en el sur de Chile, conduce al estancamiento, la pobreza y el abandono, salvo las excepciones que siempre se podrán mostrar al incorporar enormes dosis de tecnologías e insumos.39 39 La teoría clásica de la renta de la tierra sigue siendo una buena consejera. Se puede observar que en el capitalismo globalizado actual, la renta de la tierra se ha internacionalizado, dejando a las tierras de peor calidad fuera de los mercados. La reconversión forestal en muchos países es un ejemplo de ello. Suelos agrícolas pasaron a convertirse en forestales como consecuencia de este proceso. Buena parte de la tierra agrícola ha perdido su vocación conduciendo al fin del ciclo agrícola ganadero en que se habían sustentado por siglos. En el sur del continente el fin del ciclo triguero ganadero es evidente.

En cuarto lugar ha cambiado (d) la "ayuda de un pequeño capital" por la relación subordinada y estrecha al capital financiero. Los agricultores de hoy pasan mas tiempo en las ventanillas y oficinas del Banco Regional que en los establos o cercos de las siembras. La dosis de capital financiero requerida para la agricultura es equivalente cada vez mas a la de las actividades industriales. Esta realidad material del proceso de modernización ha conducido a un cambio profundo en las mentalidades empresariales, obligando a ingresar al sector agrario personal de mayor sofisticación técnica y profesional. Las antiguas elites agrarias de sombreros alones y abrigados ponchos, dan lugar a empresarios jóvenes con estudios y conocimientos de los mercados financieros, camionetas rancheras, teléfonos celulares y seguidores atentos de mercados globalizados y cambiantes.

Finalmente, en quinto lugar, los factores de producción en la agricultura tradicional latinoamericana estaban destinados a (e) "asegurar las ambiciones sociales del propietario", cuestión que nadie podría decir que es la característica de la agricultura actual. La modernización agrícola ha consistido en lo principal en hacer de los factores de producción exclusivamente eso, factores de producción. Se miden por mediciones de su productividad y capacidad de entregar riquezas, de generar ganancias. Vuelvo a señalar que solamente en la agricultura ligada a actividades comerciales legítimas o ilegítimas (principalmente) la propiedad tiene un fin social, de prestigio, de protección, de lujo y recuerdo de poderes rurales pasados. Lo que sustenta en estos casos, la propiedad no es su producción agrícola sino el comercio o actividades extraagrícolas a ella ligada. Es la "agricultura de nostalgia", que es cada día mas generalizada en el campo latinoamericano. Si uno pregunta en cualquier país a quién pertenece una propiedad que aparece a la vista como un jardín, prontamente se sabrá que proviene de dineros producidos en áreas extrarurales, en la corrupción cuando es aparentemente legal o en otros ámbitos cuando no lo es tanto, o tantas veces, lamentablemente, combinado. Las ganancias de la droga han ido a parar en buena medida en haciendas modelos, transformados en espacios seguros o "santuarios". Cuando no es así, se trata de una producción que se valida en sí misma, en su productividad, en su capacidad organizativa moderna, en su separación total entre el proceso productivo y los procesos sociales colaterales, el poder rural. Las empresas transnacionales productoras de bienes agrícolas no están ligadas directamente al poder local y muchas veces ni siquiera se refieren a él, ni lo consideran mayormente.

Este enorme desplazamiento de la temática agraria hacendal ha cambiado las perspectivas, los temas de interés y por cierto los métodos de la investigación del mundo rural. Sin embargo estamos en pañales en estos nuevos estudios y tenemos un panorama muy poco definido de lo que es hoy día la nueva agricultura latinoamericana, salvo por las cifras de sus exportaciones.

2.1 Segundo desplazamiento. De campesinos a pobres rurales

Eduardo Archetti, argentino, conocido ruralista y amigo, actual profesor de Antropología en Oslo, escribía en un famoso artículo de los setenta:

El crecimiento en los últimos años de los estudios sobre el campesinado ha sido en muchos aspectos, el producto del importante rol jugado en la lucha de potguerra por su independencia política y desarrollo económico por las naciones con presencia campesina.40 40 E. Archetti. "Una visión general de los estudios sobre el campesinado". En: Estudios Rurales Latinoamericanos, v. 1, Año 1, Enero Abril 1978.

Alguien señaló que en los principios de los ochenta estábamos en la "década del campesinado". Si se analizan las revistas de ciencias sociales se podrá ver que el tema está presente en todas partes. Habían concluido las Reformas Agrarias, las economías agrarias estaban transformadas o transformándose, las crisis económicas azotaban a casi todo el Continente. En ese contexto surgieron nuevos y efímeros imaginarios acerca de una democratización de las sociedades latinoamericanas a partir de una democratización creciente de la producción agraria y del mundo rural. Allí se encontraba la base imaginada (no siempre señalada explícitamente) de los campesinistas. Al igual que lo ocurrido, podríamos jugar con las imágenes históricas subyacentes, en el período posterior a la Revolución Francesa y sobretodo en la Restauración, el campesinado pequeño productor, la "pequeña burguesía" sería visto como el factor de estabilidad tanto económica como principalmente político del continente.

Muchos intelectuales vieron, vimos quizá, en el campesinado latinoamericano una fuerza cultural de estabilidad. Ya no solo se hablaba del "potencial revolucionario" del campesinado, como en la década del sesenta, sino de su capacidad de sobreponerse a las crisis, a los mercados en precios en baja y cambiantes, a los fenómenos de turbulencias económicas y políticas. Las teorías de Chayanov por cierto, venían a mostrar que esa ilusión utópica era teóricamente aceptable y racionalmente posible.41 41 Orlando Plaza en el Perú compiló bajo el título de "Agricultura Campesina", como ya se ha señalado, diversos estudios sobre la Teoría del Campesinado, pasando desde Chayanov a contribuciones de autores latinoamericanos O. Plaza (Editor). Agricultura Campesina. Primera Edición. Lima: Desco, 1980. Varias Ediciones posteriores. La justificación del libro señala: "Dado que en el Perú existe una alta población campesina y similar situación se presenta en otros países del área andina y de América Latina, resulta fundamental contar con un instrumental teórico que nos permita aprehender estos fenómenos y a la vez conocer sus límites" (p. 10).

Se discutía en todos los ámbitos "la cuestión campesina". Crouch y de Janvry, de Berkeley, decían en 1979,

En los últimos años ha surgido a nivel internacional, un debate sobre el campesinado. Una enumeración de las principales causas que han suscitado el debate bastan para señalar la importancia del mismo: los esfuerzos reformistas implicados en los programas de reforma agraria y desarrollo rural podrían parecer inútiles si se llegase a la conclusión teórica que el campesinado está inevitablemente destinado a desaparecer... en fin el debate sobre la descampesinización es importante desde un punto de vista político tanto oficialista como de izquierda. 42 42 Luis Crouch y Alain de Janvry. " El debate sobre el campesinado: teoría y significación política". En: Estudios Rurales Latinoamericanos, v. 2, n. 3, p. 282.

La cuestión campesina, sería una hipótesis a considerar, estuvo unida al movimiento neopopulista de los ochenta. El neopopulismo de los ochenta constituyó una corriente importante entre las ideologías latinoamericanas. Una de las últimas ideologías, mirado retrospectivamente, utopistas de la izquierda latinoamericana derrotada en los sesenta en sus entusiasmos revolucionarios. Fue liderada por muchos intelectuales y puesta en práctica en el campo a través de miles de Organizaciones No Gubernamentales, verdadero partido político masivo que puso en marcha los idearios revividos del populismo anarco democrático de los rusos del siglo diecinueve. La Revolución Sandinista trató en un momento de ser y fue vista por los no gubernamentales latinoamericanos, como la concretización del neopopulismo campesinista. Ernesto Cardenal, el poeta de Solentiname, podríamos decir hoy en día, expresó este ideario de manera utópica y singular: todos debemos ser pobres, como los campesinos. Allí se cantaba la Misa Campesina en la que se decía que Cristo había nacido en "Palacahuina", de una "madre campesina". Y así se llenaron los ochenta de imágenes acerca de las posibilidades de revoluciones democráticas, anarco populares, libertarias y liberadoras, campesinas porque no se encontraba clase obrera ni proletariado por ninguna parte, o donde había existido se veía su declinación. Las mismas temáticas de fines del siglo diecinueve resurgieron bajo el síndrome del ecologismo medio ambientalista, de la prioridad por la "economía doméstica", el poder fascinante de los "gobiernos locales", las tecnologías apropiadas, sencillas, la autosubsistencia como medio y como fin: comunidades utopistas de campesinos y campesinas donde se viviría la democracia absoluta. La lectura de los miles de folletos, "newsletters", boletines, volantes, publicaciones de la llamada educación popular, constituye la "Biblioteca del neopopulismo" latinoamericano de los ochenta. Allí se reunió un material simbólico que veía en el desarrollo de las conciencias la base de la ruptura con el pasado.

Es bien sabido que los populismos, casi siempre, surgen de derrotas de las clases obreras o de procesos revolucionarios estatalistas. En América Latina de los ochenta no fue diferente. Había terminado el período de los sesenta, de los intentos de revoluciones socialistas transformadoras. Las clases obreras o no existían fruto de los golpes de Estado y los ajustes estructurales o estaban tan resentidas que tenían muchas dificultades para liderar cualquier proceso y en algunas partes incluso para hablar. Las utopías se trasladaron al campo, al campesinado, aunque más no fuese por un corto período de tiempo.

Esta breve primavera del populismo estuvo fuertemente alimentada de "teología de la liberación", en que el concepto de "pueblo" aparecía con una renovada fuerza de virtud y salvación. Las comunidades eclesiales de base, aparecieron como el refugio frente a la crisis que se cernía por todos lados, tanto por la frustración de las reformas inacabadas o interrumpidas, como por la crisis general del marxismo que se oteaba en el horizonte y la globalización, hegemonía de los mercados globales, que con entusiasmo comenzaba a afilar sus cuchillas. Los campesinos aparecen simbólicamente como el sector más puro del pueblo, el más santo por tanto. Habría que investigar con más detalle en la simbología profunda latinoamericana para comprender la fuerza que poseyó este efímero momento histórico de los ochenta, que sin duda ha sido uno de los últimos discursos de inspiración americanista.

Nadie criticó estas tesis. Quizá nadie incluso ha hablado con la voz muy alta sobre lo que ocurrió con este movimiento neopopulista, o el autor de estas líneas lo desconoce. Las grandes centrales de educación popular que se construyeron en esos años, hoy están por lo general vacías, desocupadas o sufriendo problemas de financiamiento.43 43 Pensemos en la importancia que tuvieron organizaciones como CEAAL, Conferencia de Educación de Adultos de América Latina, que movilizó gran cantidad de personas y organizaba enormes reuniones de "educadores". La mayor parte de estos "educadores" habían sido anteriormente dirigentes políticos que se habían "reciclado" en el ámbito del "desarrollo local". La educación popular que congregó a cientos o miles de jóvenes intelectuales pasó de moda, perdió su encanto rupturista. La espectativa imaginada sobre el campesinado también se frustró. Se desarmaron las grandes centrales de campesinos, sus organizaciones y donde había campesinos comenzó a haber indígenas, donde habían comunidades de autosubsistencia comenzaron a aparecer microempresas, donde hubo cooperativas se inició la privatización de la tierra.

El campesinado fue arrasado por la marea neoliberal. Los neopopulistas de antes se reciclaron a las nuevas ideas y muchos de ellos adujeron "el cambio de los tiempos" para incorporarse a los nuevos procesos demo-cratizadores de fines de los ochenta. Podemos ver esclarecidas plumas neopopulistas de antaño en cargos de importancia gubernamental, no siempre defendiendo las mismas ideas que los llevaron a caminar por los polvorientos caminos del imaginario campesinista. Pero nadie tiene el techo de hierro, ni por cierto están dadas las condiciones para tirar la primera piedra, por lo que en estos asuntos hay que ser muy cauto, como bien nos lo han enseñado los propios campesinos.

La "muerte del campesinado" comenzó a presidir las temáticas de la década del fin de siglo, la del noventa. La arremetida del sistema económico de mercado, de los instrumentos financiero bancarios, ha llevado a la concentración de las tierras nuevamente, al despojo de los campesinos, a la privatización de las tierras públicas o comunitarias, siendo el caso mexicano sin duda el mas importante y significativo.44 44 Nos referimos a la Reforma al artículo 27 de la Constitución mexicana que ha permitido la privatización de las tierras ejidales, dictado bajo el gobierno de Salinas de Gortari y que vino a cerrar el ciclo simbólico del agrarismo mexicano. Cualquier lector enterado de lo que estamos aquí relatando podrá reconstruir la historia reciente del fracaso o término del neopopulismo en México. Los grandes autores de la reconstrucción del imaginario campesino han sido en muchos casos los grandes procesadores de la privatización de las tierras ejidales. Arturo Warman. en ese hermoso libro "Y venimos a contradecir...." Los campesinos de Morelos y el Estado Nacional, encarna uno de estos desplazamientos de los temas agrario campesinos. En ese extraordinario trabajo de hace veinte y cinco años, los campesinos aparecen como la esencia del alma nacional mexicana. Ellos son los que en sus silencios conservan el espíritu profundo de la mexicaneidad:

Esta memoria prodigiosa no es gratuita, dice, Para la gente del oriente el pasado es lección, enseñanza válida para enfrentarse al presente, arsenal de estrategias para la supervivencia. El pasado también arraiga al campesino y lo distingue, lo liga con la tierra y sus secretos. La gente sabe para qué servía su territorio y quiénes y cómo lo hacían fructificar. También sabe lo que fue suyo, lo que perdió por el despojo y lo que recobró en la lucha.45 45 Arturo Warman. "Y venimos a contradecir". En: Los campesinos de Morelos y el Estado nacional. México: SEP, de la versión de 1988, p. 11.

Ese verdadero manifiesto campesinista permitía radicar el fundamento de la memoria histórica de un pueblo en sus campesinos. Rafael Baraona, maestro de ruralistas, en un artículo acerca del "Conocimiento campesino"46 46 Publicado por Gonzalo Tapia Soko. En: Campesinado y Educación Campesina. Programa Interdisciplinario de Investigaciones en Educación. Santiago: Academia de Humanismo Cristiano, 1986. que sigue teniendo enorme validez, avanza más allá al definir a este sector de la población por su capacidad de "echar mano a un "corpus" de conocimientos que le permiten enfrentar la sobrevivencia". Frente a las crisis, a la modernización, uno podría interpretar hoy día, los campesinos aparecían con una capacidad, quizá única, de sobrevivencia. Las estructuras económicas de esos años, ochentas, estaban en el suelo. Las economías sufrían estados febriles, con termómetros que marcaban una inflación de miles por ciento en algunos casos. Derrumbes de los sectores industriales, del estado, en fin, la vista se puso, por algunos por cierto, en el campesinado. Pero fue efímero, lamentablemente.

La identidad latinoamericana de los años ochenta, podríamos ser rotundos con el fin de polemizar, residía en los campesinos: fueron el último baluarte de identidad frente a la crisis generalizada del Estado nacional popular en fragmentación.

Los neopopulistas se dividieron entre los derrotados y los pertinaces. Los "derrotados" (o derrotistas) observaron posiblemente que las ideas anteriores, las del neopopulismo, eran solamente imaginaciones voluntaristas de un mundo que estaba destinado a desaparecer. Los "pertinaces" posiblemente vieron lo mismo pero se condolieron de la "muerte del campesinado". Decidieron, y entre ellos me encuentro y conscientemente me incluyo a mucha honra, acompañarlo hasta el mismo día de su funeral. La "muerte del campesinado" dividirá en los noventas a quienes tratan de encontrar salidas neoliberales intermedias y a quienes, pertinaces, se empeñan por defender sus últimos fueros. 47 47 Ya he dicho en una nota anterior que la teoría de la "muerte del campesinado", no tiene asidero empírico y que lo que se percibe es una dinámica diferenciada de comunidades vivas y comunidades desintegradas.

En una de las últimas investigaciones en el sur de Chile, observábamos que la edad de los jefes de hogar aumentaba cada vez más. 57 años de promedio en los jefes de hogar campesinos productores en la región de Nahuelbuta, indígenas y no indígenas. Los programas de desarrollo rural están destinados a este sector. Se les hace capacitación. Me preguntaba, junto con ellos, ¿qué se puede aprender de nuevo a los sesenta años? ¿Qué les va a enseñar de agricultura un joven de veinticinco años que viene saliendo de una escuela técnica? Después de todos los terremotos rurales pasados ¿quién a esa edad va a tener ganas de innovar, cambiar de cultivos, reciclarse, renovarse, ponerse competitivo, agresivo, o globalizarse como ingenuamente tantos proponen y pregonan como solución para el campesinado? Nos dimos cuenta de que los "viejos" se afirmaban en lo que saben, en lo que supieron desde siempre y que les permite a lo menos comer, un poco, pero por lo menos no morir técnicamente de hambre. Por cierto que ellos quieren seguir siendo campesinos, vivir en sus tierritas pobres, reunirse a conversar, a rezar y reir. Pero el observador, que también ha envejecido en esta aventura, no puede menos que preguntarse por el futuro de esa sociedad rural.48 48 Hay un fenómeno en todo caso extraño y que creo ocurre en otros países de América latina. En las casas del campo hay también muchos niños, dejados por sus padres cuando van a trabajar lejos por temporadas al cuidado de sus abuelos. En una escuela rural solo el 20% de los niños tenían como apoderados a sus padres, todos los otros eran o tíos o abuelos. Uno puede preguntarse si allí no reside una suerte de potencial de reproducción campesina, ya que los abuelos enseñan a sus nietos a ser campesinos, a pesar de todo.

Podríamos decir que se desplazó la cuestión campesina a la de la "pobreza rural". Hoy se habla de los pobres que viven en el campo. Ese es el tema. La CEPAL dice que hay 77 millones de pobres rurales en América Latina.49 49 El 62.7 de la Población Rural viviría en la pobreza según el Panorama Social de América latina del año 2000 al 2001, donde se hace un balance de lo que ha sido la década. Digamos que el balance es bastante depresivo. El 37.8 % de esa población rural pobre, suponemos, estaría en la indigencia. La población rural de América latina sería de 121 millones de personas, y la que viviría en la pobreza de 77 millones y 46 millones en la indigencia, lo cual es sin duda muy dramático y con pocas probabilidades de cambio. Cuadro 1.6 del citado informe de la Cepal. Antes eran campesinos. También eran pobres pero se los trataba con respeto, como campesinos. Las palabras cambian, las miradas se transforman, las alternativas se reducen.

Las teorías económicas y sociales que buscaron las causas del atraso, la marginación y la dualidad social, en la dependencia tecnológica, el intercambio desigual, la explotación del capital y el colonialismo interno, no penetraron en las causas económicas y ambientales de la pobreza: la destrucción de la base de recursos, el desarraigo de la población de su entorno natural, la disolución de sus identidades colectivas, sus solidaridades sociales y sus prácticas tradicionales. Así los proyectos del estado para sacar a los pueblos latinoamericanos de su atraso con la capitalización del campo y el proceso dependiente de industrialización no solo produjeron fracasos económicos, sino también la destrucción de la base de recursos naturales, al haber desvalorizado las condiciones ecológicas y culturales que durante centurias sustentaron a las civilizaciones de los tristes trópicos americanos. Como consecuencia, la desorganización de las prácticas productivas de las sociedades rurales ha traído como consecuencia el empobrecimiento de las comunidades rurales. 50 50 Enrique Leff, "Superación de la pobreza, gestión ambiental participativa, y desarrollo sustentable en las comunidades rurales en América latina". En: Participación Superación de la pobreza y desarrollo sustentable. Conferencia de la Cepal, Marzo 2000. El autor señala que la cita anterior se debe a Martínez Allier, antiguo ruralista español y hoy conocido ecologista. Se dice a continuación que el informe del FIDA sobre "El Estado y la pobreza rural en el mundo", señala que los pobres rurales son pobres por inadecuada gestión de los recursos naturales y del medio ambiente, así como por la falta de acceso directo y condiciones de autogestión de los recursos productivos: tierra, agua, crédito, infraestructura, tecnología y servicios sociales" (página 65 del citado libro). Me temo que tras esta fraseología, nuevamente críptica y complicada, no se esconden grandes verdades ni soluciones. La interpreto como una mirada propia del desconcierto a lo que apelo en este artículo. Es por ello que la mirada ambientalista, con tantas certezas, entendida como clave interpretativa, se me aparece como muy poco convincente.

No cabe duda que hay más pobres rurales hoy día. Pero no conocemos muy bien las causas de esa pobreza, solo las sospechamos, como en la cita de este autor mexicano. No cabe duda tampoco que los programas de desarrollo rural en los últimos años, o décadas, han sido un fracaso sonoro. Casi no se conocen programas exitosos.

Los campesinos, hoy día transformados en pobres (y en muchos casos, y viejos, como se ha dicho) se refugian en la subsistencia y en los casos que se puede, viven de los subsidios del Estado. Los proyectos, son generalmente una forma de subsidio disfrazado. Al cambiarse de categoría, de campesinos a pobres, se transformaron en objetos de compasión, sin perspectiva de desarrollo autónomo. Es lamentable, pero parece ser así.

2.3 Tercer desplazamiento. De los siervos del campo a los temporeros51 51 En este caso utilizo un chilenismo para referirme a los trabajadores de temporada que son el fenómeno más importante de la agricultura neoliberal de los noventas en América latina. En cada país se les denomina de diferente manera: boias frias, sin tierra, golondrinas, zafreros, etc.

El tercer desplazamiento se ha producido en la vida cotidiana de las personas, hombres y mujeres, que viven en el campo o que trabajan en la agricultura. Los cambios de estructura a que nos hemos referido en los dos desplazamientos anteriores han tenido como consecuencia un cambio violento en los sistemas de trabajo y en los asentamientos humanos.

Siempre han habido migraciones. En "Mamita Yunai" viajaban los campesinos de las alturas de Centro América a la costa de la United Fruit a cosechar el banano y los productos tropicales para la exportación. Francisco Delich analizó las migraciones de campesinos bolivianos a la zafra de Tucumán en Argentina. Los "Golondrinas" bajaban año a año al Valle del Jequetepeque en el norte del Perú y fueron analizados a lo largo de cien años de historia por Manuel Burga, actual Rector de la Universidad de San Marcos en Lima. Sería por tanto una ignorancia supina pretender que el trabajo de temporada es nuevo en América Latina.

En Chile lo que caracteriza al mundo rural del siglo diecinueve son las grandes masas de "afuerinos, torrantes y linjeras" que deambulaban por el campo: la peonada. En la Argentina triguera del siglo pasado las migraciones de temporada fueron incluso transoceánicas. Los italianos viajaban a cosechar los trigales de las "pampas chatas", que por ello se fueron denominando, como la "pampa gringa". Volvían a su tierra, aunque parezca extraño. Algunos se quedaban, poco a poco al comienzo y después cada vez más, al descubrir los encantos de la tierra. Siempre hubo migraciones temporales y migrantes de temporada.

¿Qué distingue al actual mundo de los temporeros latinoamericanos de los de antes? ¿O simplemente son los mismos, modernizados solo superficialmente? ¿Sigue siendo para los campesinos latinoamericanos el "Mundo ancho y ajeno", como siempre?

No me atrevería a afirmar contundentemente una respuesta. Hay enormes procesos de continuidad. El deambular ha cambiado. Ya no son las carretas de antes, los trenes cargados de trabajadores que van a las cosechas. Ahora viajan en buses, en algunos casos "buses climatizados". Muchas veces los barracones de los "cosecheros" son los mismos donde se alojaban sus abuelos. En el centro de Chile antes viajaba la "gente de la costa", a los valles a recoger cereales y hoy día viajan sus nietos a recoger manzanas y uvas. En México ha cambiado el maíz por la frutilla y en la costa peruana el algodón ha sido reemplazado por otros productos de mayor valor. El hecho de descolgarse por lo general de los cerros, donde viven a menudo los campesinos, y "bajar a trabajar" a los valles, sigue existiendo como antes. La vida azarosa, la aventura de lo desconocido, el imaginario de ganar dinero y volver a la casa con lo necesario para pasar el año, sigue siendo común a miles y miles de personas en América Latina.52 52 Mónica Bendini y Nélida Bonaccorsi. Con las puras manos. Mujer y trabajo en regiones frutícolas de exportación. Buenos Aires: Cuadernos del GESA, 1998. En este trabajo se relatan casos del Alto Valle en Neuquén y Rio Negro , Argentina, en el Valle de San Francisco en Brasil, y en el Valle Central de Chile. En algunos casos se percibe una tendencia a la sedentarización de la mano de obra "golondrina", estableciéndose como asalariadas y asalariados pobres en la región exportadora.

Hay sin embargo, un cambio. Es un cambio profundo. Carlos Iván de Gregori señala:

Luego de la Reforma Agraria (1969-1975) resulta cada vez más difícil en el caso peruano delimitar con precisión una juventud rural e incluso una sociedad rural con estructura y dinámica específicas y distinguibles de la sociedad urbana y/o de la sociedad nacional. No obstante la regresión de los últimos quince años, las fronteras entre el mundo rural y el urbano no han dejado de volverse cada vez mas difusas. 53 53 Carlos Iván de Gregori. "Juventud peruana: entre dos senderos". En: Comisión Económica para América latina. Juventud Rural. Modernidad y democracia en América latina, 1996, p. 155.

Y es lo que un observador percibe al recorrer el campo en la mayoría de los países latinoamericanos de hoy. Los pueblitos campesinos de antes se ven transformados por el hibridismo del que ha hablado García Canclini. Combinaciones multitudinarias de viviendas precarias, microbuses que van y vienen, fondas de mala muerte, mucha mugre en las calles, y por lo general una plaza con su Iglesia , recuerdo casi folklórico de lo que alguna vez fue la vida rural.

Las migraciones temporales de antaño se daban en un contexto de subordinación de la vida y trabajo campesino tradicional. Esa subordinación se llamó peonaje, inquilinaje, en fin, siervos de la gleba, siervos de la tierra. Sistemas tradicionales de trabajo y subordinación presidían aún el campo latinoamericano de hace treinta años. Medierías o medianerías, yanaconajes o yanaconas, aparceros y parcerías de todo tipo orden y concierto. La gente iba y volvía a alguna parte. Hoy no vuelven a ningún sistema estable.

La servidumbre ha sido abolida en la práctica, en las últimas décadas del campo latinoamericano. Es la consecuencia del fin de las Haciendas. Los campesinos quedaron liberados a las relaciones de trabajo asalariadas y a las fuerzas del mercado del trabajo. No existió mas la relación extra laboral entre señores y siervos. Se mantienen remedos de ella en las relaciones políticas de cacicazgo que aún perduran en muchas partes del mundo rural latinoamericano. Pero debemos convenir que ha cambiado radicalmente el contexto social en el que se desenvolvía la vida de los campesinos.

La migración temporal en este contexto ha dejado de ser un complemento a la vida social subordinada de la comunidad o Hacienda, como lo era antes, y ha comenzado a ser la única fuente de recursos e ingresos de la familia ex campesina. Surgen áreas enormes donde los ex campesinos se desplazan, organizan caseríos en los bordes de los caminos, campamentos de todo orden donde esperan ser enganchados para las cosechas. Villorrios rurales, campamentos, barrios, aldeas rurales, y todas las denominaciones posibles expresan esta nueva situación de la población expulsada del campo a los bordes de las ciudades, pero que siguen relacionadas por el trabajo con la agricultura. Son masas de personas y familias re articuladas a la vida urbano rural de los tiempos de la televisión, de la comida en lata, de las papas fritas y la Coca Cola en la mochila de trabajo.

Hay otro aspecto más. Ya a comienzos de la década del ochenta se comenzó a percibir en varios países lo que se ha denominado como migraciones de ida y vuelta. La imagen de las novelas, Thomas Wolfe en Del Tiempo y del Rio, huyendo de la comunidad rural a estudiar en Boston, cambió. La familia en el andén de la estación de trenes, despidiendo al joven que se va del campo. "Escríbenos", le decían.

Xavier Albó en los ochenta dice:

El residente aymara, aún viviendo en la ciudad tiende a mantener como referente de conducta elementos del sistema socio cultural rural. Desde Chukiyawu, el migrante permenente ligado a sus grupos primarios del campo, razón por la cual cada cierto tiempo retorna a su lugar de nacimiento. Los migrantes que se alejan de su comunidad y que someten al olvido a familiares parientes y paisanos son relativamente pocos (12%).54 54 Xavier Albó, Godofredo Sandoval y Tomás Greaves. Chukinayo. La cara aymara de La Paz. CIPCA, 1987, p. 56.

Este fenómeno ha aumentado en las últimas décadas. En los estudios que hemos realizado en el ámbito mapuche del sur de Chile, es difícil determinar sobre todo en los jóvenes, la residencia rural o urbana. Hay un tránsito permanente entre ambos mundos. Las consecuencias son importantes en lo que hemos denominado la pérdida de autonomía de "lo rural".

El cambio significa precariedad y vulnerabilidad. La subordinación servil significaba dependencia, falta de libertad, sometimiento de la voluntad. La relación sin embargo, entre señor y peón establecía un lazo de seguridades dependientes. Subordinación ascética la hemos llamado en algún momento. Gracias a la subordinación el siervo lograba la seguridad. Hoy por hoy ello ha cambiado profundamente. La libertad alcanzada se ha transformado en precariedad de vida, en incertidumbre permanente acerca del qué se va a comer al día siguiente. Son poblaciones que cifran su reproducción en la suerte de obtener trabajo en los momentos de las cosechas, y deben esperar el resto del tiempo en condiciones de cesantía el inicio de un nuevo período. Mano de obra barata, "ejército de reserva", masas de marginales, "trabajadores migrantes", pobres del campo, en fin, reservorio de mano de obra para las faenas agrícolas de la moderna agricultura latinoamericana. La situación en los países y regiones donde ha habido violencia, guerrillas, guerras y desplazamientos de población es peor aún. Ya no es fácil determinar quién es rural y quién no lo es.

Son grandes masas de antiguos campesinos o antiguos siervos hoy sin acceso a la tierra. Los jóvenes no conocieron siquiera lo que era tener una aparcería, una tierra arrendada, una parcela propia o ajena. Comienza después del despojo, de la negación, a haber una afirmación, somos sin tierra. No en todos los países se expresa de igual modo la reivindicación de la tierra. En Brasil es donde es mas fuerte y es quizá uno de los movimientos sociales rurales de mayor importancia hoy día. No cabe duda que tiene que ver con las dimensiones enormes territoriales de ese país que permiten poner en el imaginario colectivo nuevos lugares de emplazamiento, una suerte de re ruralizaciónde estas masas "rur urbanas". La afirmación en la tierra mas que en el salario y en las condiciones de trabajo, que también están presentes en las demandas, muestran que en la conciencia colectiva el poseer un espacio territorial sigue siendo un motivo de seguridad importante, aunque la fuente de sustentación esté también ligada al trabajo asalariado. En la mayor parte de los países de habla hispana las organizaciones de campesinos sin tierra o tienen carácter indígena o reivindican las condiciones de trabajo. Brasil en este sentido parece que tuviese una larga tradición de este tipo de reivindicaciones rurales.55 55 Brasil es el único país donde se plantea por lo tanto el asunto de la Reforma Agraria y el acceso a la tierra por parte de las masas de "sin tierras" organizados. En los países latinoamericanos de habla hispana no hay presiones por la reforma agraria y las presiones por la tierra son de las organizaciones indígenas. Aquí se trata de territorios, entendidos como espacios de operación del colectivo: el pueblo indígena. ¿Se asistirá en el futuro a un proceso de reivindicación de la ruralidad perdida? Ante el desmantelamiento de la ruralidad hacendal, ¿Se demandará masivamente la reconstrucción de un asentamiento campesino, como alternativa al trabajo precario y la pobreza? No son preguntas ni fáciles de formular, ni fáciles de responder.

2.4 Cuarto desplazamiento. De campesinos a indígenas

Los años sesenta fueron de movimientos campesinos. Aníbal Quijano Obregón, peruano, maestro y amigo, conocedor del mundo agrario de su país, escribe un famoso artículo imbuido de entusiasmo por el movimiento campesino de la Convención y Lares dirigido por Hugo Blanco56 56 Aníbal Quijano. "Movimientos campesinos en América Latina". En: Lipset y Solari. Elites y cambio en América Latina. Buenos Aires: Eudeba, 1967. Es un gran artículo. Reerlo hoy día, con ocasión agradecida de este trabajo, muestra un optimismo en el cambio que se estaba produciendo en la conciencia de los campesinos latinoamericanos. Era un cambio que iba desde la conciencia falsa de quienes vivían subsumidos en el mundo de la subordinación rural, a quienes iban poco a poco adoptando una identidad de clase explotada. Leído y con palabras de hoy, se perfilaba una transformación de la conciencias desde la campesineidad a la proletareidad. La falsa conciencia del campesinado iba poco a poco, siendo abandonada y adoptándose la conciencia objetiva de los trabajadores. Muchos observamos el campo y los campesinos con esa mirada clasista. Las centrales campesinas se dividieron entre las "clasistas" y las no clasistas, que no eran comandadas por los obreros de la ciudad y del campo.

Y el indio ¿dónde estuvo? Podríamos decir con el poeta de las Alturas de Machu Pichu.

Los movimientos campesinos sepultaron la etnicidad del indio. Eran movimientos de personas que probablemente pertenecían en forma individual a alguna etnia pero que no lo expresaban en su discurso. La Anuc de Colombia, la Cesoc del Ecuador, las organizaciones sindicales campesinas de Bolivia y tantas otras. En todas ellas se hablaba un castellano enrevesado, muchas veces se empleaba el "idioma campesino", los atuendos eran el poncho y las chupallas tradicionales de la "gente de campo". Lo indio estaba oculto, medio oculto podríamos decir, tras lo campesino.

¿Cómo ocurrió este despertar de lo indio en la América Latina de fines de los ochenta? ¿Cómo se explica la transformación de campesinos en indios?57 57 Hay un famoso libro publicado en el Instituto de Estudios Peruanos en los setenta que se denomina "De Indio a Campesino" Su autora es la antropóloga norteamericana Karen Spalding. De indio a campesino. Cambios en la estructura social del Perú colonial. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1974. Hay que tener en cuenta que en el Perú es donde menos se han dado hasta el día de hoy, en la década de los noventa, los movimientos indigenistas de raigambre etnicista "pura", quizá como sugiere Carlos Iván de Gregori, por la existencia de Sendero Luminoso que copó desde otro punto de vista, y con métodos brutales, la vida política de la sierra primero y luego del Perú en su conjunto. La campesinización del indio ha sido un fenómeno de "muy larga duración". Habría que analizar cómo comienza en América la reversión de los procesos de descubrimiento del indio, y habría que maravillarse cómo ese "revival" ha sido tan rápido y masivo.

Pueden haber varias hipótesis, para comprender el fenómeno, pero nos parece que se produjo una doble coyuntura en el comienzo de los años noventa que permitió la "emergencia indígena" en América Latina. Es una hipótesis tentativa.

Primero. El fin de las Reformas Agrarias y las políticas de "ajuste estructural" condujeron a la "derrota del movimiento campesino tradicional". Los campesinos organizados siguieron la ruta y destino de los movimientos obreros. Sucumbieron en los setentas con todo lo que fue sucumbiendo en América Latina: el Estado nacional popular que les había dado un colchón de soporte, un canal de participación, un rol en la sociedad, se quebró. Las organizaciones obreras y obrero campesinas se desmantelaron. La gente del campo no creyó mas en ellos.

El discurso cambió. Se planteó en un terreno cultural y no económico social. Ya no se habló mas de "recuperar las tierras", de "muerte al latifundio", sino que se habló de recuperar la cultura perdida. No se miró hacia adelante si no que se tornó la cabeza hacia atrás. El campesino se replegó en su condición de indio.

Lo indio en América Latina apela a la mala conciencia de los conquistadores. Es por ello una conducta de defensa contra la que los herederos de la Conquista difícilmente actúan. Recorre un sentimiento de verguenza el que los indígenas se encuentren en "tal estado". Mas aún un ataque a esas personas tan desvalidas aparece a la faz del público como impropio. El poder solo debe declarar discursos de conmiseración con el indio.

Segundo. Los tiempos cambiaron. El conflicto clasista internacional, entre el imaginario socialista, deteriorado de la "clase obrera en el poder" y del "capitalismo burgués", se desplomó. Los conflictos sociales locales ya no hacían ni hacen referencia directa e inmediata al choque de los bloques del Este y Occidente. Ser indio es poner las cosas en otro plano. Un juego en cancha diferente.

Diremos una alegoría comparativa. Si Chiapas hubiese sido levantada con las banderas del campesinado clasista en plena "guerra fría", hubiese sido "barrido" por fuerzas antiinsurgentes nacionales e incluso internacionales. El carácter "indio" del conflicto, lo ha puesto en una extraña situación de invulnerabilidad, en unos años noventas confusos, en que no se sabe muy bien de dónde vienen los enemigos y "quienes son los amigos del pueblo", para usar una frase conocida.

Tercero. No cabe duda que frente a tanta crisis de certezas, lo indio ha vuelto a surgir rodeado del clima adecuado de romances y esperanzas antiguas. La muerte de los campesinos dio lugar a la vida de lo indígena.

La afirmación étnica ha vuelto a iluminar el imaginario colectivo latinoamericano con una nueva utopía. "Utopía arcaica", la ha llamado recientemente Mario Vargas Llosa, con poderoso manejo del lenguaje castellano, dado que "utopía" parecía por definición un mensaje "hacia adelate". El carácter "arcaico" de esa utopía es lo más cuestionable de la crítica de Vargas Llosa a José María Arguedas.58 58 M. Vargas Llosa. La Utopía Arcaica. México: Fondo de Cultura Económica, 1996. Lo que no percibe Vargas Llosa en su crítica a Arguedas, es que el indigenismo y el neoindigenismo actual, como toda Utopía, para ser fuerte, requiere tomar aliento en el pasado para saltar hacia el futuro. La "emergencia india" de los noventas en América Latina es precisamente utópica en este sentido. Utiliza el pasado a su amaño. Mira en el pasado lo que le interesa. Hace un particular "uso de la historia" y con ello propone un horizonte utópico, no solo para los propios indígenas sino para la totalidad de las sociedades: sociedades multiculturales, pluralistas, diversas en su composición fundante. Es un cuestionamiento a las bases culturales de los estados criollos, homogéneos y homogeneizantes, formados en una noción unívoca de "pueblo".

Ya no sirve hablar del mestizaje latinoamericano como la fuente de esencialidad de nuestras sociedades. Darcy Ribeiro, el antropólogo brasilero, gritando a voz en cuello, con su gracia excepcional, América, "crisol de todas las razas", no tiene imaginario en la actualidad. La "raza cósmica" de Vasconcellos es mas bien una antigualla. La clase obrera fue un imaginario que siguió años después con especial entusiasmo. Muchos latinoamericanos vieron en los "obreros infinitos", la esencialidad moderna del continente. Neruda, siguiendo ideas generales en la época, ve en los indios indómitos el antecedente del proletariado. Los indios nerudianos son una suerte de proto-proletariado. Machu Pichu es la arqueología de la explotación. Frente a tantas decepciones, de una y otra banda, volvemos a las raíces, a las viejas banderas de la comunidad imaginada, arcaica, atávica de nuestras confusas cotidianeidades.

El resurgimiento de lo indígena se encuentra a nuestro modo de ver, en este contexto de falta de sentidos en la acción social. Los indios aparecen ante los ojos de los seres humanos de fin del siglo veinte, como los resistentes del tiempo perenne. Para los latino americanos son su esencia profunda que se pierde en la globalización de sus economías y consumos.

Los campesinos dejaron, inteligentemente de ser campesinos y se volvieron indígenas. Nuevamente. Ha sido una transformación de una gran brillantez. Dejaron de ser una rémora del pasado, pobres y subsistentes, enterrados en el barro y detrás del arado de palo, para pasar a reconvertirse en una de las partes centrales del imaginario colectivo. El movimiento indígena ecuatoriano que al comenzar los años noventa paró el país, es quizá el mayor ejemplo de lo que estamos diciendo. La Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) formada entre otros, por profesionales indígenas de amplia cultura universitaria, levanta un programa político cultural que es capaz de resituar la acción popular del Ecuador. Durante casi un mes, los ex campesinos y ahora indígenas, se tomaron las Iglesias de Quito, cortaron las carreteras, se movilizaron exigiéndole a la sociedad criolla el reconocimiento de la existencia de los indios. 500 años de resistencia se dijo. ¿Qué cierto y falso hay en esa afirmación? Han sido sin duda 500 años de vivir y aguantar. Se ha resistido con muchas denominaciones, nombres, apelativos, sobrenombres, no siempre como indio. Es bueno saberlo y decirlo. Pero la sociedad criolla ecuatoriana, temió. Pensó que no había pasado la historia. Que los benalcazares habían venido de sobra, que no habían logrado conquistar a nadie y que después de tantos avatares volvían a salir los mismos con las mismas reivindicaciones: !!somos indios!!

No es fácil predeterminar cómo se procesará esta re-indianización de América Latina. Las ciudades se han llenado de indios. Antes había pobladores, criollos, mestizos, zambos, paisanos, gente del campo y tantos otros. Hoy existen barrios de indios, donde se habla el idioma ancestral. las radios emiten programas en incomprensibles lenguajes indígenas y se implementan programas de educación intercultural bilingue. Estamos presenciando un cambio muy profundo.

El mundo rural ha cambiado con la aparición de lo étnico. Hay áreas que hoy por hoy valen mas por su valor simbólico que por su valor productivo. Son lugares donde la contradicción se ha desplazado desde la economía al control simbólico de los espacios. La discusión en torno a los "resguardos de indios" en la Constitución de Colombia es un buen ejemplo de ello. La Constitución aprobada en medio de convulsiones bien conocidas, determinó que la vieja institución de los "resguardos" fuese modernizada y transformada en una suerte de espacios islotes en el territorio colombiano. El lugar donde viven los indígenas. Se han constituido enormes resguardos (el Tupumayo por ejemplo) en que el valor resguardado, son los indígenas y su cultura y no las potenciales riquezas que allí hay que sin duda son muchas.

Al hablar de la ruralidad latinoamericana de los años noventa no podemos menos que mencionar esta dimensión peculiar. Hay áreas que valen por su valor simbólico, residencias ancestrales de indígenas. La potencialidad agrícola está mediatizada por esta capacidad de otorgar significado. Es bien cierto que el bien mas preciado de los seres humanos hoy por hoy, es la capacidad de otorgarle significado a las cosas.59 59 En otros trabajos hemos detallado la lista de conflictos existentes en América Latina entre indígenas y empresas transnacionales, compañías multinacionales o nacionales. Son varios cientos. No se refieren a asuntos productivos agrícolas, sino a utilización impropia de territorios considerados de exclusiva ocupación y dominio indígena. El territorio rural ha adquirido una dimensión impensada hace 25 años, en que se valoraba exclusivamente su capacidad productiva. Creemos que esta dimensión no ha sido asumida en muchos de los denominados "proyectos de desarrollo", que no comprenden el valor cultural de la tierra.

2.5 Quinto desplazamiento. De campesinos a campesinas

La utopía arcaica ha puesto lo étnico en la sociedad rural y ha permitido desde allí el surgimiento de una nueva-vieja fuerza de ideas. Pero esta fuerza viene transformada, modernizada radicalmente. Los nuevos planteamientos que provienen del campo traen consigo el germen de la crítica a las relaciones machistas y patriarcales que constituían la base y fundamento de esa sociedad. Es quizá el desplazamiento mas importante de la sociedad rural, de su cultura tradicional predominantemente patriarcal.

No se habló de la mujer campesina durante la Reforma Agraria. Se habló en general de campesinos. Los movimientos campesinos fueron de campesinos en general. Aunque participaban mujeres, y muchas por cierto, el génerico predominaba: eran campesinos. El campesinismo también era de familias y comunidades campesinas.

Tenuemente, sutilmente, con precaución y extrañeza, comenzaron a ingresar las ideas de género en el campo.60 60 Por cierto que no es un fenómeno homogéneo ni completo, pero es una nueva realidad emergente. La acción de las ONGs debiera ser considerada de importancia en este proceso de "modernización" de los discursos rurales. Ver: Emma Zapata, Marta Mercado, y Blanca López. Mujeres rurales ante el nuevo milenio. Desde la teoría del desarrollo rural hacia la concepción del género en el desarrollo. Centro de Estudios del Desarrollo Rural. México. 1994, en que se analizan numerosos estudios de caso en México que muestran el cambio en el trabajo de las mujeres rurales, y también, Magdalena León y Carmen Diana Deere (Eds). La mujer y la política agraria en América latina. Siglo XXI Editores, 1986, que fue una de las primeras recopilaciones en que planteaba la cuestión para el conjunto del continente. La literatura en este tema es masiva y solicitamos clemencia por no citar mas que estos dos libros que hemos utilizado para este trabajo y que en esta oportunidad teníamos a mano en nuestra biblioteca. Parecía el último bastión del patriarcalismo latinoamericano, la fortaleza masculina por pre definición. Como todos los procesos que se "disuelven en el aire" este también se fue rápidamente conflictuando. Los analistas y especialmente las analistas vieron en esta dimensión una realidad insospechada. El campo y la agricultura se desdoblaba en dos. Por un lado la perspectiva de los campesinos y trabajadores hombres y por el otro lado la perspectiva de las campesinas y las trabajadoras mujeres. Las reivindicaciones de ambas partes aparecieron diferentes. Nos dimos cuenta que era muy distinto si una encuesta o entrevista se le realizaba al "dueño de casa" o a la "dueña de casa". Ha sido un cambio epistemológico profundo, una mirada duplicada del campo, una bidimensionalidad que no se percibía anteriormente.61 61 En este caso no es fácil determinar qué fue primero, si las miradas o los procesos. A partir de la reunión de Nairobi en 1975 comenzó un enorme movimiento de estudios sobre las condiciones de las mujeres del campo realizados por profesionales comprometidas la mayor parte de las veces con la causa de la mujer. Concomitante con los estudios se iniciaron programas educativos, de concientización, de apoyo a la creación de organizaciones de mujeres. Por cierto que los cambios culturales mundiales caminaban hacia el mismo lado y llegaron también a los campos. Son los fenómenos múltiples que permitirían explicar este asunto de alta importancia y complejidad.

El bienestar económico de una mujer no es necesaria-mente equivalente al bienestar de su hogar, por eso la importancia de que las mujeres controlen bienes pro-pios e ingresos para reducir su vulnerabilidad econó-mica El argumento que llamamos productivista es aquel que enfatiza la importancia de la propiedad en manos de la mujer en cuanto representa un potencial aumento de su producción y su productividad.62 62 Magdalena León y Carmen Diana Deere. "La propiedad y los estudios feministas en América Latina". México, Abril 2002. Exposición acerca del libro de las autoras: Género, propiedad y empoderamiento: tierra, Estado y mercado en América Latina. Bogotá: 2000.

El campesinado se ha dividido en dos, hombres y mujeres. Y ese es un cambio trascendental. De miradas y de procesos, con muchas consecuencias. En esa duplicación del mundo rural, masculino y femenino, se han disuelto muchos de "los encantos de la vida campesina". Aparecieron los golpes, el machismo, la violencia intrafamiliar y de la comunidad local, la incertidumbre en el silencio considerado anteriormente como sabiduría. Nadie reivindica hoy día la brutalidad de la vida agreste, ni los observadores, ni mucho menos los y las observadas especialmente.63 63 En un último estudio en comunidades rurales del sur de Chile, vemos que la migración femenina es masiva. El ideario de las jóvenes campesinas es irse del campo. Los jóvenes masculinos tienen mas dificultades de obtener trabajos urbanos y se quedan muchas veces "pegados" en el campo, "picándole el poto a los bueyes", como dicen gráficamente, con autoconciencia del despreciable oficio que han debido escoger. Las mujeres jóvenes son mucho más respectivas de la modernización general de la sociedad y no quieren, como dicen, envejecer como sus madres, romperse el cuerpo en el trabajo bajo el sol, hacerse pedazos las manos en el trabajo de la tierra. La modernización del cuerpo, de la imagen del cuerpo, producto quizá de la expansión de los medios de comunicación urbanos transnacionalizados, es un factor brutal de ruptura con el campo de antaño, con el ideario de la subsistencia campesina. Las entrevistas son contundentes en esta materia.

Quizá también lo que también ha marcado este cambio cultural ha sido la aparición de los liderazgos femeninos modernos. Contribuyeron a este conocimiento las historias de vida de Rigoberta Menchú, y muchas otras mujeres que tomaron en sus manos las banderas populares. Hoy en día la mayoría de los movimientos sociales indígenas y rurales tienen entre sus líderes a destacadas mujeres, cuando no son exclusivamente de mujeres.64 64 Muchos de los líderes de "Via Campesina" son mujeres, una de las organizaciones con mas fuerza internacional. En Chile el único movimiento campesino fuerte es la ANAMURI, Asociación nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, los otros son exclusivamente mapuches o indígenas.

La utopía indígena dominante en la mirada actual del campo latinoamericano, en su aspecto cultural, se entrelaza con la crítica al patriarcado. Aparece en el imaginario reconstruido de lo indígena, la idea de complementareidad, de integralidad y balance entre las partes. Los seres humanos, señalan las re elaboraciones indígenas del neoindigenismo, se complementan así mismos unos con otros. Todas las cosas van de a pares, así como lo alto y lo bajo, lo masculino y lo femenino. Una lectura no patriarcal de las reciprocidades ancestrales del mundo indígena. Eres macho y hembra, en la naturaleza y en la vida social. El mundo andino discute con pasión esta nueva teoría en medio de su Pachacutec, su renacer como cultura en el fin de los tiempos. La Pacha, tierra generatriz ancestral es bisexuada, madre y padre y genera cerros machos y cerros hembras, soles y lunas, pares y parejas que se van entrelazando en el balance y equilibrio necesario. Nadie podrá decir si esta manera de comprender la postmoderna idea de igualdad entre los sexos y construcción libre de las características de género de las personas tiene base etnohistórica suficiente. pero nadie tampoco podrá decir que la explicación es poco atractiva.

3. Comentario Final: el poder simbólico de lo rural

La sociedad rural, afirmamos llenos de precaución, ha perdido su autonomía. Dejó de ser el espacio independiente, en términos de vida social y de análisis. Hoy día lo urbano rural se ha convertido en un continuum incomprensible e indistinguible. Los aymaras de La paz, viven en El Alto y tienen su casa en el pueblo "ancestral". Son indios que reivindican el poder simbólico de la sociedad boliviana, y son a la vez comerciantes, agricultores, pastores y sobrevivientes de decenas de oficios y actividades que les permiten a veces no solo subsistir, como lo ha descrito brillantemente Xavier Albó. Su presencia numerosa en el Parlamento Boliviano, no puede ser catalogada tan simplemente como urbana o como rural. Es ciertamente indígena, esto es, cruza los dos mundos. La comunidad mapuche del sur de Chile es inexplicable sin la relación existente con los indígenas de las ciudades; hay allí una complementariedad cada vez más rica y compleja, no solo en términos económicos, sino en función del significado que se le otorga a ese espacio rural. La resignificación de lo rural pasa por la aproximación urbana, por la ruptura de fronteras rígidas, por la existencia de comunicaciones fluidas.

Es por ello que cuando afirmamos el fin de la autonomía de la sociedad rural no estamos señalando su término. Por el contrario, se trata de una hipótesis llena de optimismo por lo rural. Concluyó ciertamente una mirada. Mirada de los observadores urbanos y mirada de los observados rurales. Quizá han sido estos últimos los que han cambiado más rápidamente y muchas veces los observadores siguen mirando con las anteojeras anteriores.

Una vez mas vemos que del campo, del mundo de lo no urbano surge la fuerza de los significados en América Latina. El poder y los negocios son por definición urbanos. No es de la empresa agrícola, ni de las industrias, ni de las ciudades convertidas en dormideros hormigueantes, desde dónde se generarán nuevos sentidos. Las ciudades provocan el imaginario hacia la libertad, hacia la realización personal, pero no han logrado, con excepciones muy determinadas65 65 Dejamos la tarea a nuestros amigos rioplatenses, ya que al decir lo que se dice en el texto se nos aparece en la mente la imagen de Buenos Aires con una potencia de significados que no es fácil de comprender en medio de la crisis argentina. apelar al mundo oscuro y silencioso de los significados colectivos.

América Latina ha buscado a lo largo de su historia, sus sentidos en lo que ocurre en la profundidad de su territorio. En El México Profundo, Guillermo Bonfill Batalla, descubría, mucho antes que Chiapas, las claves no solo de los mundos marginados sino las llaves que permiten abrir o cerrar las puertas de la totalidad de la cultura mexicana. La profundidad se refiere a raíz por una parte, pero por la otra y mucho más importante, se refiere a sentido, a futuro, distinción, ubicación con alguna misión en el mundo global..

No pareciera arriesgado decir que en nuestros países latinoamericanos la cuestión de las identidades y de "la identidad nacional" es un interrogante traumático, más aún en estos tiempos de globalizaciones en que nadie sabe a ciencia cierta cuáles son las consecuencias de la apertura a los mercados externos, a las comunicaciones, a las nuevas pautas de consumo, a la globalización de las experiencias personales. Sufrimos en todos nuestros países el "mal de identidad".

En ese contexto es que ocurren los desplazamientos que hemos tratado de graficar en este artículo. La hacienda y los sistemas de dominación fueron los que en su momento dieron sentido a las sociedades rurales y en muchos casos fueron espacios matrices para el surgimiento de la sociabilidad, la integración social y las rebeldías del conjunto de la sociedad. Las haciendas periclitaron y con ellas los sistemas de dominación y subordinación. Las personas fueron quedando libres y solitarias en el mercado.

La libertad de los individuos en el mercado provoca satisfacción y espanto. Satisfacción porque se ha perdido la subordinación represiva de las vidas dependientes de un Patrón. Espanto por el temor de no saber si se tendrá algo para comer al día siguiente. En ese contexto de libertad y temor es dónde aparecen las nuevas versiones revivalistas del campesino, del indio, de la mujer campesina diferenciada del hombre campesino. La libertad de los temporeros va acompañada de la vuelta a imaginarios indígenas, reconstrucción de Tawantinsuyos perdidos, autonomías territoriales, autogobierno al interior de Estados desprestigiados, liderazgos que ponen la cultura como el eje central de significación. Imaginarios también de nostalgias por pasados en que se vivía mejor, por sociedades donde el cantar y bailar al sonido de una guitarra y un tambor, expresa la única cultura de la cual es posible agarrarse, aferrarse, en medio de las turbulencias.

Esta nostalgia de la vida rural afecta a muchos sectores sometidos positiva o negativamente a la modernización. En las clases altas y medias la nostalgia de la Hacienda comienza a vivirse y sentirse. Muchas personas retornan al campo en un intento de encontrar sonidos y recuerdos. Enormes áreas antiguamente agrícolas hoy son de predios de descanso, entretención o actividades agrícolas subsidiadas por las actividades urbanas. La ruptura de las fronteras tan rígidas entre lo rural y lo urbano posibilita que muchas personas realicen sus actividades urbanas desde el campo. La vida rural aparece nostalgiosamente como un ámbito de mejor calidad de vida.

Extrañamente al hablar del mundo rural hemos llegado a este punto: por una parte la agricultura es fuente de riqueza, un sector de la economía, un ámbito de circulación del capital. Pero por el otro lado, y en ello nos hemos detenido, los fragmentos del mundo rural son una fuente de producción de sentidos para el conjunto de la sociedad y quizá también para el Estado. La pérdida de autonomía de la sociedad rural la ha expuesto aún más a la necesidad de su propia redefinición. Las comunidades rurales ya no solo deben saber hacer, sino también "saber decir", explicitar su propia identidad en un texto comprensible. Su posibilidad de sobrevivencia depende no solo de la economía sino principalmente de la cultura, incluso cuando económicamente sean espacios marginales. Dependen del significado que los seres humanos le otorgan a esa actividad, a sus vidas humildes y poco significativas, a las relaciones que se establecen con el resto de la sociedad. Ha cambiado sin duda el mundo rural en estos 25 años. Falta mucho tiempo, sin duda, para que nos demos cuenta de cuáles son los sentidos y las consecuencias de estos desplazamientos. Pero no cabe duda que aún debemos aprender mucho de la ruralidad latinoamericana.

El Ingenio, Julio, 2002.

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  • ZAPATA, Emma; Marta Mercado; Blanca López. Mujeres rurales ante el nuevo milenio Desde la teoría del desarrollo rural hacia la concepción del género en el desarrollo México: Centro de Estudios del Desarrollo Rural, 1994.
  • 1
    Una vez más el autor va a pecar de hispanoamericanismo, dejando fuera en su análisis a Brasil, no por que lo quisiera sino por falta de conocimiento detallado de los procesos políticos y sociales que allí ocurrieron. Es un pecado del que estoy consciente pero frente al cual no es fácil reaccionar por la ausencia de relaciones fluidas, intercambios y "lecturas" entre latinoamericanos de habla castellana y portuguesa. Consigno la deficiencia.
  • 2
    Alexander V Chanayov.
    La organización de la Unidad Económica Campesina. Buenos Aires: Editorial Nueva Visión, 1974.
  • 3
    Orlando Plaza publicó un compendio con el título Economía Campesina en Desco, Lima en 1976, que tuvo mucho éxito y muchas ediciones demostrando la vigencia que en ese momento tenía la temática y perspectiva netamente campesinista de ese trabajo colectivo.
  • 4
    Se ha transformado en una reiterada monserga decir que la cuestión indígena y en particular la aparición de nuevos discursos indígenas es un "invento de antropólogos". Si bien es una hipótesis absurda, refleja la relación existente entre los sistemas de pensamiento y los sistemas de acción. Relación muy compleja que no trataremos siquiera de abordar en este artículo.
  • 5
    Ciertamente nunca fue absoluta la autonomía del mundo rural, como ha sido analizado mil veces. La sociedad rural de tipo comunidad folk, lo señalaba Redfield, se constituye en función de la existencia de las ciudades. Es una categoría de oposición. Pero en esa oposición se desarrollan características que les son propias y ajenas al mundo urbano. La pérdida de autonomía tiene que ver por una parte con la invasión de la vida urbana en el campo y con la pérdida de lo específico o las particularidades culturales tradicionales que deben ser redefinidas en la modernidad para continuar estando vigentes. Si antes la tradicionalidad se vivía, ahora se debe decir, explicar, en función ya no de la vida cotidiana si no de las relaciones con los extraños, los citadinos.
  • 6
    En varios países de América Latina disminuye la población rural y aumenta la población agrícola, esto es, trabajadores de las empresas agroindustriales que no viven necesariamente en el campo y que no pueden ser catalogados a esta altura ni de campesinos, ni de población rural.
  • 7
    G. Huitzer, holandés, gran intelectual especialista en latinoamérica y muy comprometido con sus causas y con sus personas y amigos, llegó a escribir un artículo que se hizo muy famoso titulado "El potencial revolucionario de los campesinos latinoamericanos", como una forma de oponerse con datos empíricos a quienes dudaban de esa afirmación y confiaban aún en el proletariado urbano como fuerza inspiradora de los cambios sociales.
  • 8
    Mario Vargas Llosa.
    La Utopía Arcaica. México: Fondo de Cultura Económica, 1997.
  • 9
    En otros trabajos hemos planteado que Arguedas es un escritor de transición entre el indigenismo y la emergencia indígena que va a ocurrir en América a partir de los ochenta y en particular de los noventas. El zorro de arriba y el zorro de abajo es una enorme intuición no terminada, ya que se suicida en autor, del fin de una época rural, de una literatura rural e incluso de una manera de escribir. Ver sobre Arguedas nuestro libro,
    La emergencia Indígena en América latina. México: Fondo de Cultura Económica, 2000.
  • 10
    Carlos Delgado (compilador).
    Reformas Agrarias en América Latina. México: Fondo de Cultura Económica, 1962.
  • 11
    Uno de los principales libros de cabecera sobre la agricultura en los años sesenta serán el "Tratado de Economía Agrícola" de Edmundo Flores (México: Fondo de Cultura Económica, 1962). Las tesis sobre el carácter social de la agricultura estuvieron también dominadas por intelectuales de origen economistas como Celso Furtado, Andrés Gunder Frank, T. W. Schultz (
    Transforming traditional agricultures. New Haven: Yale University, 1964) Thomas Carrol y muchos otros.
  • 12
    J. Valcárcel.
  • 13
    Con los años hemos aprendido que todos los actores son fruto de una cierta "invención", en la medida que la vida social es profundamente ambigua y que se la suele determinar por el discurso que sobre ella, y en ella, se emite. No es menos invención lo que hoy día ocurre con el neo indigenismo o emergencia indígena en América Latina.
  • 14
    En un polémico, pero interesante artículo, Orin Starn preguntaba el año 1992, ¿Porqué los antropólogos que estudiaban los Andes durante los años 60 y 70 no fueron capaces de pronosticar la violencia de los años 80?. "Missing the revolution: Anthropologist and the war in Perú", en:
    Cultural Anthropology, n. 6, 1991, p 63-91.
    " empecinados en ver a los campesinos serranos como prolongación de antiguas continuidades los antropólogos no tenían ojos para ver en la realidad las condiciones que hacían posible el surgimiento de Sendero". Lo mismo podría decirse de Chiapas en México, donde se realizaban al mismo tiempo que se preparaba la insurrección, numerosas investigaciones y muchos programas de "desarrollo rural".
  • 15
    Solon Barraclough.
    Notas sobre la tenencia de la tierra en América Latina. Santiago: ICIRA, 1968, p. 5.
  • 16
    Ver entre otros, Alfredo Molano.
    Siguiendo el corte. Relatos de guerras y tierras. Prólogo de Orlando Fals Borda. Bogotá: El Ancora Editores, 1989, en que se describe ese gigantesco proceso que hoy es determinante en la situación de ese país.
  • 17
    Esta hipótesis acerca de la "responsabilidad histórica" de la apertura salvaje, no planificada y destructiva de las "tierras calientes" nunca se realiza al discutir el "problema de la droga". Las oligarquías le cerraron el paso a las transformaciones agrarias en los espacios tradicionales de producción, obligando a miles de personas pobres, campesinos muchos de ellos, a dejar sus tierras y meterse en la selva. Allí no hubo apoyo del Estado ni de nadie. Se transformaron en una clientela cautiva a las propuestas de los traficantes y luego a la de grupos armados y mafias de toda especie. Estos "cultivos alternativos" son además una demostración palmaria que el campesinado, cuando tiene motivaciones productivas y de ganancias, aprende de una manera perfecta a cultivar cualquier producto, utilizar tecnologías altamente complejas, establecer redes de comercialización sumamente eficaces. Las teorías acerca de la falta de tecnología del campesinado, su incapacidad para cambiar tecnológicamente, etc.. se estrellan frente a este hecho objetivo. Lo hemos denominado el mayor cambio tecnológico que ha habido en la agricultura latinoamericana realizado mediante un sistema de autocapacitación silenciosa e incoporación de tecnología clandestina.
  • 18
    Estudios Rurales Latinoamericanos, v. 1, n. 1, Enero- Abril, 1978. Presentación.
  • 19
    David Lehman. "Ni Chayanov, ni Lenin: notas sobre la teoría de la economía campesina". En:
    Estudios Rurales Latinoamericanos, v. 2, n. 4, 1979.
  • 20
    Juan Antonio Morales "Ajustes estructurales en la agricultura campesina boliviana". En:
    Debate Agrario, Julio- Septiembre de 1990, p. 121 y ss.
  • 21
    Comisión económica para América Latina.
    Las relaciones agroindustriales y la transformación de la agricultura. Santiago de Chile, 1995, Dice: "
    En las propuesta de la Cepal sobre transformación productiva con equidad, se destaca la necesidad de mejorar la competitividad de los diferentes sectores esto se traduce muy particularmente en la necesidad de mejorar la competitividad de los pequeños y medianos agricultores por medio de la transformación productiva y el desarrollo tecnológico de sus explotaciones, metas que tienen como requisito el que los agricultores puedan vincularse en buena forma a los mercados y a las fuentes de financiamiento e información tecnológica. La tesis que guía este proyecto es la siguiente: que las relaciones entre los agricultores y las empresas agroindustriales son el instrumento mas idóneo para alcanzar estas metas, como queda de manifiesto en lo mucho que han contribuido estas empresas a mejorar las técnicas y diversificar las exportaciones agrícolas".
  • 22
    Miguel Murmis, "Ajuste y pobreza campesina: análisis de algunas propuestas para América Latina. En:
    Debate Agrario, n. 16, 1993, p. 35 y ss.
  • 23
    Murmis recomendaba con la sabiduría, prudencia y humildad que lo caracteriza: "
    Una mayor atención a los procesos históricos a través de los cuales el agro cambia y las ideas se reformulan debería permitirnos no saltar de modelo en modelo y aún de estereotipo en estereotipo y acercarnos a la comprensión de los procesos sociales que efectivamente ocurren y de las trabajosas dificultades de efectuar cambios". Página 47 del artículo citado.
  • 24
    "
    Se refiere al porcentaje de ocupados de cada categoría que reside en hogares con ingresos inferiores a la línea de la pobreza" dice el documento de la Cepal. Esto significa que a pesar de ser asalariados de empresas que ocupan a mas de cinco trabajadores, no alcanzan a solventar los gastos de su familia de modo de salir de la situación de pobreza. Los "trabajadores por cuenta propia" esto es, que no trabajan como asalariados arrojan por cierto un porcentaje mayor aún de miseria, en Bolivia por ejemplo, el 89%. En Brasil habría bajado en la década del noventa desde un 74 a un 55%, en México subió del 54 al 64% y en Chile del 24 al 21%. En este último país la pobreza de quienes trabajan como asalariados de la agricultura es igual a los que trabajan solo por cuenta propia, a pesar de que ha bajado la explotación del trabajo en la década según se puede ver, ya que disminuyeron los hogares pobres asalariados de un 36% a un 21% de los hogares. Estos datos muestran fehacientemente que la agricultura comercial y de exportación, la asalariada y empresarial, se fundamenta en buena medida en la explotación del trabajo, esto es, en la baja de los salarios, la precariedad del empleo y la pobreza de las familias. Panorama Social de América Latina, 2001, p. 229, Cuadro 18.
  • 25
    Los productores de maíz en el centro de Chile, que funcionan en agricultura de contrato, con las empresas productoras de alimentos y criaderos de pollos, perciben al hacer el balance de sus gastos y utilidades un equivalente al salario mínimo anual fijado por el Estado. De una manera perfecta se llega a hacer coincidir la "ganancia" del campesino productor independiente, con este nivel de remuneración establecido para los trabajadores chilenos como mínimo de subsistencia. Con la diferencia de que el productor es dueño de su tierra, aperos, herramientas, maquinarias y es quien se arriesga en el proceso productivo. El salario mínimo es ocultado en una maraña de documentos financieros que "aparentan" el carácter independiente del productor.
  • 26
    Sergio Gómez en su último libro, analiza con detalle y mayor objetividad que el autor, los planteamientos de la FAO y el IICA sobre estas materias y en particular sobre la conceptualización de la nueva ruralidad. Estudia también las discusiones y contribuciones en diversos países latinoamericanos acerca de la nueva ruralidad y la sociología rural. Ver: Sergio Gómez.
    La Nueva Ruralidad ¿Que tan nueva? Ediciones de la Universidad Austral de Chile, 2002.
  • 27
    En los noventas una muy buena revista que dio cuenta de estos cambios fue
    Debate Agrario. Análisis y alternativas. Publicada por el Centro Peruano de Estudios Sociales (CEPES) que dirigía Fernando Eguren. En buena medida ha sido una de las últimas colecciones que reunieron una amplia investigación sobre la ruralidad latinoamericana. En uno de sus números de inicios de los noventas (Número 14) se preguntaban: ¿Tienen futuro las comunidades campesinas?. En este trabajo hemos revisado la colección.
  • 28
    La modernidad o modernización ha afectado al mundo rural pero generalmente en términos negativos. La pobreza rural ha aumentado brutalmente en las últimas décadas y la brecha entre las áreas rurales y urbanas también.
  • 29
    Realizamos un estudio mediante historias de vida en Chile, a productores pequeños de diversas partes del país. Es muy interesante, ya que el método permite conocer y comprender las trayectorias, los anhelos y esperanzas y las frustraciones. Si bien el sector tiene un imaginario de clase media rural, las condiciones de vida son tan estrechas, a pesar de poseer recursos físicos (tierra, maquinarias) que sus ingresos no le garantizan un nivel de vida coherente con sus aspiraciones e imaginario social. Incluso esto ocurre en productores de exportación. Ver algunas de estas historias en el libro
    La desigualdad. Ediciones Sur, 2000.
  • 30
    Hay varios trabajos sobre este tema a parte del ya citado de Sergio Gómez. Ver: Norma Garriaca (Compiladora)
    ¿Una nueva ruralidad en América latina? Colección Grupos de Trabajo de Clacso. Grupo de trabajo de desarrollo rural. Buenos Aires: Clacso, 2001. Tengo referencias de varios otros trabajos con este título pero no han llegado a mi poder.
  • 31
    Hay un sexto tema que no hemos tratado en este artículo, quizá por desconocimiento o temor. Se trata de la mirada medio ambientalista o ecologista de la "cuestión rural". Muchos antiguos ruralistas hoy día son "ecólogos" y colocan esa dimensión en una alta prioridad. Hay quienes consideran que esa perspectiva permite una renovación de las miradas del mundo rural. Por ignorancia, no podemos decir mucho frente a ello.
  • 32
    El libro
    Haciendas, latifundios y plantaciones en América Latina que dió cuenta del Simposio de Roma y organizado también por la Conferencia Latinoamericana de Ciencias Sociales (Clacso), coordinado por el maestro Enrique Florescano (México: Siglo Veintiuno Editores, 1975, p. 15, la cita mas arriba de Morner), es quizá el mejor testimonio de los estudios agrarios de corte histórico durante la segunda mitad de la década de los sesenta e inicio de los setenta Ese trabajo expresó el paradigma analítico de las haciendas y de la historia de la ruralidad latinoamericana. Es un hito indispensable para la continuación de los estudios históricos de Haciendas y la ruralidad del continente. Habría que decir para ser justos, que este paradigma es útil no en todos los países de América Latina. Leyendo el interesante e importante libro de Osvaldo Barsky y Jorge Gelman.
    Historia del agro argentino. Desde la Conquista hasta fines del siglo XX (Grijalbo Mondadori, 2001), se percibe que el paradigma no es válido en particular para la enorme región pampeana. Las subdivisiones de tierras, la colonización y una modernización temprana de las faenas agrícolas representan un fenómeno muy diferente al de países, como los andinos o centroamericanos, donde el modelo hacendal es mas fuerte y consolidado.
  • 33
    Sería interesante analizar cuáles fueron "las vías latinoamericanas al capitalismo agrario". Los clásicos vieron dos grandes vías, como es bien sabido, la alemana o empresarial y la francesa o campesina, en que los siervos se alzaban y se apropiaban de los campos de los señores. El mismo Osvaldo Barsky de la cita anterior en sus estudios acerca de la sierra ecuatoriana, hace ya muchos años, creyó ver una suerte de vía empresarial de reconversión interna de las haciendas. Los que mirábamos la Reforma Agraria creímos ver en muchos lugares una suerte de vía campesina propiciada por el Estado, "estatal campesina". Sin embargo mirado el proceso con más lejanía no pareciera ni lo uno ni lo otro. En Chile por ejemplo, los campesinos fueron la fuerza de choque del Estado y los sectores urbanos que lo controlaban para liquidar a las clases agrarias hacendales. Se les entregó tierras a los campesinos y las perdieron casi en su totalidad. En esas tierras que algún día fueron reformadas, se han producido las nuevas inversiones, las plantaciones de frutales y viñas. Los nuevos propietarios son en su mayoría "urbanos agrarizados", nuevos propietarios, empresas agrícolas, no pocas veces transnacionales, y en algunos casos hijos o descendientes de los antiguos hacendados, ahora reciclados, modernizados y tecnificados. Es posible ver un proceso de "restauración capitalista" en el valle central del país: viejos apellidos tradicionales transformados en nerviosos productores modernos, que combinan su actividad con sus profesiones urbanas liberales. No se ha dado ninguna vía clásica, en todo caso y será necesario emplear la imaginación para comprender un poco más el fenómeno de la vía al capitalismo en su etapa globalizada.
  • 34
    En la necesidad de comprender estos complejísimos asuntos se llegaron a utilizar feas palabras o palabrotas, como la "subsunción" del campesinado al capital y otras gerigonzas de especialistas.
  • 35
    Es notable cómo la cultura del "concierto andino" se repite sin la presencia patronal, lo que muestra la fuerza que posee. En un trabajo reciente Guerrero relata una ceremonia hacendal que se hace en Cayambe, con la ausencia de los patronos. Esa ceremonia ha sido releída, podríamos decir en un tono postmoderno, por los actuales indígenas, ex campesinos concertados de hacienda, y se transforma en una fuente de su propia identidad étnica. Los turistas y visitas van a la ceremonia y comprenden el nuevo significado que le otorgan los reindianizados campesinos cayambinos.
  • 36
    Esta hipótesis permitiría comprender no solo la fragmentación y ruptura agraria sino también política de muchos países en que la estabilidad del latifundio constituía uno de los cimientos del poder del Estado. No es casualidad que en muchos países la clase dominante agraria y/o rural, fue reemplazada por nuevos grupos emergentes, en algunos casos de cierta raigambre urbana y en muchos otros lamentablemente, de reciente y aventurera aparición. Ante el vacío del poder cultural tradicional, frente al desastre de los cambios frustrados e incumplidos de los años sesenta, y enfrentados a crisis económicas galopantes que requirieron ajustes de proporciones, llamados estructurales quizá correctamente ya que en muchos casos modificaron las estructuras, surgieron, se levantaron, o aparecieron todo tipo de personajes salvadores. Los Fujimoris, Menen, Collor, Salinas y los Pinochets , vinieron a destruir a las viejas oligarquías, más que las reformas agrarias que pretendían suplantarlas. Habría que analizar con mayor detalle el poder destructivo de los "ajustes con corrupción" ya que los grandes fundadores del neoliberalismo latinoamericano han llegado a ser los más grandes acusados de corrupción en el continente quizá a lo largo de su historia: Collor, Salinas, Fujimori, Menen, por citar los emblemáticos. Las viejas clases propietarias sucumbieron en silencio (vergonzoso silencio) ante la inmoralidad pública, perdiendo todo el prestigio cultural que habían alguna vez ganado entre asados y azotes, con el pueblo.
  • 37
    En muchos países latinoamericanos se está produciendo una "ecuestrización" del campo. Las actividades ecuestres adquieren una significación notable: carreras de caballo, rodeos, fiestas en que se muestran cabalgaduras muy finas y ricamente aperadas. En el caso de Brasil se trata de una cultura "country" a la brasilera, según lo he podido leer en la prensa y en otros casos, como Chile, una suerte de recuperación de lo que supuestamente sería la tradición de las haciendas, pero esta vez sin haciendas: "hacendados sin haciendas", sería el título de esta canción.
  • 38
    Es por ello que cuando se le plantean problemas rurales a quienes están dedicados a actividades económico productivas en el campo, no saben cómo responder. Es el caso de las empresas forestales en su relación conflictiva con las comunidades campesinas y particularmente indígenas. Mi experiencia personal en este sentido con Ingenieros Forestales es muy interesante. No existen categorías de comunicación. Toda la actividad se rige, al igual que la industrial, por consideraciones de productividad y producción y la presencia de poblaciones aledañas solamente consiste en una molestia, desagrado y elemento distorcionador de la actividad productiva.
  • 39
    La teoría clásica de la renta de la tierra sigue siendo una buena consejera. Se puede observar que en el capitalismo globalizado actual, la renta de la tierra se ha internacionalizado, dejando a las tierras de peor calidad fuera de los mercados. La reconversión forestal en muchos países es un ejemplo de ello. Suelos agrícolas pasaron a convertirse en forestales como consecuencia de este proceso. Buena parte de la tierra agrícola ha perdido su vocación conduciendo al fin del ciclo agrícola ganadero en que se habían sustentado por siglos. En el sur del continente el fin del ciclo triguero ganadero es evidente.
  • 40
    E. Archetti. "Una visión general de los estudios sobre el campesinado". En:
    Estudios Rurales Latinoamericanos, v. 1, Año 1, Enero Abril 1978.
  • 41
    Orlando Plaza en el Perú compiló bajo el título de "Agricultura Campesina", como ya se ha señalado, diversos estudios sobre la Teoría del Campesinado, pasando desde Chayanov a contribuciones de autores latinoamericanos O. Plaza (Editor).
    Agricultura Campesina. Primera Edición. Lima: Desco, 1980. Varias Ediciones posteriores. La justificación del libro señala:
    "Dado que en el Perú existe una alta población campesina y similar situación se presenta en otros países del área andina y de América Latina, resulta fundamental contar con un instrumental teórico que nos permita aprehender estos fenómenos y a la vez conocer sus límites" (p. 10).
  • 42
    Luis Crouch y Alain de Janvry. " El debate sobre el campesinado: teoría y significación política". En:
    Estudios Rurales Latinoamericanos, v. 2, n. 3, p. 282.
  • 43
    Pensemos en la importancia que tuvieron organizaciones como CEAAL, Conferencia de Educación de Adultos de América Latina, que movilizó gran cantidad de personas y organizaba enormes reuniones de "educadores". La mayor parte de estos "educadores" habían sido anteriormente dirigentes políticos que se habían "reciclado" en el ámbito del "desarrollo local".
  • 44
    Nos referimos a la Reforma al artículo 27 de la Constitución mexicana que ha permitido la privatización de las tierras ejidales, dictado bajo el gobierno de Salinas de Gortari y que vino a cerrar el ciclo simbólico del agrarismo mexicano.
  • 45
    Arturo Warman. "Y venimos a contradecir". En:
    Los campesinos de Morelos y el Estado nacional. México: SEP, de la versión de 1988, p. 11.
  • 46
    Publicado por Gonzalo Tapia Soko. En:
    Campesinado y Educación Campesina. Programa Interdisciplinario de Investigaciones en Educación. Santiago: Academia de Humanismo Cristiano, 1986.
  • 47
    Ya he dicho en una nota anterior que la teoría de la "muerte del campesinado", no tiene asidero empírico y que lo que se percibe es una dinámica diferenciada de comunidades vivas y comunidades desintegradas.
  • 48
    Hay un fenómeno en todo caso extraño y que creo ocurre en otros países de América latina. En las casas del campo hay también muchos niños, dejados por sus padres cuando van a trabajar lejos por temporadas al cuidado de sus abuelos. En una escuela rural solo el 20% de los niños tenían como apoderados a sus padres, todos los otros eran o tíos o abuelos. Uno puede preguntarse si allí no reside una suerte de potencial de reproducción campesina, ya que los abuelos enseñan a sus nietos a ser campesinos, a pesar de todo.
  • 49
    El 62.7 de la Población Rural viviría en la pobreza según el Panorama Social de América latina del año 2000 al 2001, donde se hace un balance de lo que ha sido la década. Digamos que el balance es bastante depresivo. El 37.8 % de esa población rural pobre, suponemos, estaría en la indigencia. La población rural de América latina sería de 121 millones de personas, y la que viviría en la pobreza de 77 millones y 46 millones en la indigencia, lo cual es sin duda muy dramático y con pocas probabilidades de cambio. Cuadro 1.6 del citado informe de la Cepal.
  • 50
    Enrique Leff, "Superación de la pobreza, gestión ambiental participativa, y desarrollo sustentable en las comunidades rurales en América latina". En:
    Participación Superación de la pobreza y desarrollo sustentable. Conferencia de la Cepal, Marzo 2000. El autor señala que la cita anterior se debe a Martínez Allier, antiguo ruralista español y hoy conocido ecologista. Se dice a continuación que el informe del FIDA sobre "El Estado y la pobreza rural en el mundo", señala que los pobres rurales son pobres por inadecuada gestión de los recursos naturales y del medio ambiente, así como por la falta de acceso directo y condiciones de autogestión de los recursos productivos: tierra, agua, crédito, infraestructura, tecnología y servicios sociales" (página 65 del citado libro). Me temo que tras esta fraseología, nuevamente críptica y complicada, no se esconden grandes verdades ni soluciones. La interpreto como una mirada propia del desconcierto a lo que apelo en este artículo. Es por ello que la mirada ambientalista, con tantas certezas, entendida como clave interpretativa, se me aparece como muy poco convincente.
  • 51
    En este caso utilizo un chilenismo para referirme a los trabajadores de temporada que son el fenómeno más importante de la agricultura neoliberal de los noventas en América latina. En cada país se les denomina de diferente manera: boias frias, sin tierra, golondrinas, zafreros, etc.
  • 52
    Mónica Bendini y Nélida Bonaccorsi.
    Con las puras manos. Mujer y trabajo en regiones frutícolas de exportación. Buenos Aires: Cuadernos del GESA, 1998. En este trabajo se relatan casos del Alto Valle en Neuquén y Rio Negro , Argentina, en el Valle de San Francisco en Brasil, y en el Valle Central de Chile. En algunos casos se percibe una tendencia a la sedentarización de la mano de obra "golondrina", estableciéndose como asalariadas y asalariados pobres en la región exportadora.
  • 53
    Carlos Iván de Gregori. "Juventud peruana: entre dos senderos". En:
    Comisión Económica para América latina. Juventud Rural. Modernidad y democracia en América latina, 1996, p. 155.
  • 54
    Xavier Albó, Godofredo Sandoval y Tomás Greaves.
    Chukinayo. La cara aymara de La Paz. CIPCA, 1987, p. 56.
  • 55
    Brasil es el único país donde se plantea por lo tanto el asunto de la Reforma Agraria y el acceso a la tierra por parte de las masas de "sin tierras" organizados. En los países latinoamericanos de habla hispana no hay presiones por la reforma agraria y las presiones por la tierra son de las organizaciones indígenas. Aquí se trata de territorios, entendidos como espacios de operación del colectivo: el pueblo indígena.
  • 56
    Aníbal Quijano. "Movimientos campesinos en América Latina". En: Lipset y Solari.
    Elites y cambio en América Latina. Buenos Aires: Eudeba, 1967.
  • 57
    Hay un famoso libro publicado en el Instituto de Estudios Peruanos en los setenta que se denomina "De Indio a Campesino" Su autora es la antropóloga norteamericana Karen Spalding.
    De indio a campesino. Cambios en la estructura social del Perú colonial. Lima: Instituto de Estudios Peruanos, 1974. Hay que tener en cuenta que en el Perú es donde menos se han dado hasta el día de hoy, en la década de los noventa, los movimientos indigenistas de raigambre etnicista "pura", quizá como sugiere Carlos Iván de Gregori, por la existencia de Sendero Luminoso que copó desde otro punto de vista, y con métodos brutales, la vida política de la sierra primero y luego del Perú en su conjunto. La campesinización del indio ha sido un fenómeno de "muy larga duración". Habría que analizar cómo comienza en América la reversión de los procesos de descubrimiento del indio, y habría que maravillarse cómo ese "revival" ha sido tan rápido y masivo.
  • 58
    M. Vargas Llosa.
    La Utopía Arcaica. México: Fondo de Cultura Económica, 1996.
  • 59
    En otros trabajos hemos detallado la lista de conflictos existentes en América Latina entre indígenas y empresas transnacionales, compañías multinacionales o nacionales. Son varios cientos. No se refieren a asuntos productivos agrícolas, sino a utilización impropia de territorios considerados de exclusiva ocupación y dominio indígena. El territorio rural ha adquirido una dimensión impensada hace 25 años, en que se valoraba exclusivamente su capacidad productiva. Creemos que esta dimensión no ha sido asumida en muchos de los denominados "proyectos de desarrollo", que no comprenden el valor cultural de la tierra.
  • 60
    Por cierto que no es un fenómeno homogéneo ni completo, pero es una nueva realidad emergente. La acción de las ONGs debiera ser considerada de importancia en este proceso de "modernización" de los discursos rurales. Ver: Emma Zapata, Marta Mercado, y Blanca López.
    Mujeres rurales ante el nuevo milenio. Desde la teoría del desarrollo rural hacia la concepción del género en el desarrollo. Centro de Estudios del Desarrollo Rural. México. 1994, en que se analizan numerosos estudios de caso en México que muestran el cambio en el trabajo de las mujeres rurales, y también, Magdalena León y Carmen Diana Deere (Eds).
    La mujer y la política agraria en América latina. Siglo XXI Editores, 1986, que fue una de las primeras recopilaciones en que planteaba la cuestión para el conjunto del continente. La literatura en este tema es masiva y solicitamos clemencia por no citar mas que estos dos libros que hemos utilizado para este trabajo y que en esta oportunidad teníamos a mano en nuestra biblioteca.
  • 61
    En este caso no es fácil determinar qué fue primero, si las miradas o los procesos. A partir de la reunión de Nairobi en 1975 comenzó un enorme movimiento de estudios sobre las condiciones de las mujeres del campo realizados por profesionales comprometidas la mayor parte de las veces con la causa de la mujer. Concomitante con los estudios se iniciaron programas educativos, de concientización, de apoyo a la creación de organizaciones de mujeres. Por cierto que los cambios culturales mundiales caminaban hacia el mismo lado y llegaron también a los campos. Son los fenómenos múltiples que permitirían explicar este asunto de alta importancia y complejidad.
  • 62
    Magdalena León y Carmen Diana Deere. "La propiedad y los estudios feministas en América Latina". México, Abril 2002. Exposición acerca del libro de las autoras:
    Género, propiedad y empoderamiento: tierra, Estado y mercado en América Latina. Bogotá: 2000.
  • 63
    En un último estudio en comunidades rurales del sur de Chile, vemos que la migración femenina es masiva. El ideario de las jóvenes campesinas es irse del campo. Los jóvenes masculinos tienen mas dificultades de obtener trabajos urbanos y se quedan muchas veces "pegados" en el campo, "picándole el poto a los bueyes", como dicen gráficamente, con autoconciencia del despreciable oficio que han debido escoger. Las mujeres jóvenes son mucho más respectivas de la modernización general de la sociedad y no quieren, como dicen, envejecer como sus madres, romperse el cuerpo en el trabajo bajo el sol, hacerse pedazos las manos en el trabajo de la tierra. La modernización del cuerpo, de la imagen del cuerpo, producto quizá de la expansión de los medios de comunicación urbanos transnacionalizados, es un factor brutal de ruptura con el campo de antaño, con el ideario de la subsistencia campesina. Las entrevistas son contundentes en esta materia.
  • 64
    Muchos de los líderes de "Via Campesina" son mujeres, una de las organizaciones con mas fuerza internacional. En Chile el único movimiento campesino fuerte es la ANAMURI, Asociación nacional de Mujeres Rurales e Indígenas, los otros son exclusivamente mapuches o indígenas.
  • 65
    Dejamos la tarea a nuestros amigos rioplatenses, ya que al decir lo que se dice en el texto se nos aparece en la mente la imagen de Buenos Aires con una potencia de significados que no es fácil de comprender en medio de la crisis argentina.
  • Fechas de Publicación

    • Publicación en esta colección
      14 Abr 2004
    • Fecha del número
      2003
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