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En femenino y plural: los inicios de la institucionalización de la sociología en Chile y Colombia

Feminine and plural: the beginnings of institutionalization of Sociology in Chile and Colombia

Resumen

Este artículo propone abordar el proceso de institucionalización de la sociología en América Latina en los años sesenta desde una perspectiva de género. Se afirma la existencia de una sociología histórica de y para América Latina y en este marco se analiza las trayectorias de dos mujeres: María Cristina Salazar (Colombia) y Betty Cabezas de González (Chile). A partir del recurso a la reconstrucción de trayectorias y redes, se propone poner de relieve el entramado entre mundo católico y sociología en el proceso de institucionalización de la sociología latinoamericana en los años sesenta y la visibilización de la agencia de las mujeres académicas en ese proceso. El artículo está estructurado en dos partes. En la primera, se abordan algunos aspectos de la institucionalización de la sociología en América Latina y se afirma la vocación de sociología histórica de la sociología latinoamericana. En la segunda, se abordan hechos y experiencias de la biografía de las dos mujeres antes mencionadas en el proceso en cuestión. En las conclusiones, se recuperan las líneas argumentativas más fuertes del texto mostrando la relevancia del vínculo entre religión y sociología y la agencia de las mujeres en el proceso de institucionalización del campo.

Palabras clave
sociología; sociología histórica; sociología latinoamericana; género; religión; Betty Cabezas; María Cristina Salazar

Abstract

This article approaches the process of institutionalization of Sociology in Latin America in the sixties from a gender perspective. It argues that there is a historical sociology from and for Latin America and in this framework, the trajectories of two women are analyzed: María Cristina Salazar (Colombia) and Betty Cabezas de González (Chile). Based on the biographical network method, the article proposes to highlight the entanglement between Roman Catholic sphere and Sociology in the process of institutionalization of Latin American sociology in the sixties, and the visibility of academic women’s agency in that process. The article is structured in two parts. In the first, some aspects of the institutionalization of sociology in Latin America are addressed and its vocation towards historical sociology is affirmed. In the second, facts and experiences of the biography of the two women mentioned above are addressed regarding the process in question. In the conclusions, the strongest argumentative lines of the text are summarized, showing the relevance of the link between religion and sociology and the agency of women in the process of institutionalization of the field.

Keywords
Sociology; historical sociology; Latin American sociology; Gender; Religion; Betty Cabezas; Maria Cristina Salazar

Introducción

Este artículo propone contribuir al conocimiento del proceso de institucionalización de la Sociología en América Latina en los años sesenta. Para ello, nos centraremos en el cruce entre dos dimensiones no siempre tenidas en cuenta al respecto. De hecho, desde una mirada superficial se ha considerado este fenómeno en términos antitéticos: factor religioso y perspectiva de género.

Algunas publicaciones recientes inspiran la iniciativa. En primer lugar, en Estados Unidos el remarcable trabajo de Patricia Madoo Lengermann y Jill Niebrugge-Brantley (2006)32 LENGERMANN, Patricia M.; NIEBRUGGE-BRANTLEY, Jill. The Women Founders. Sociology and Social Theory 1830-1930. Long Grove: Waveland Press, 2006. en The Women Founders abrió un camino de investigación imitado en otras latitudes, comprometido con relevar y visibilizar el aporte de las mujeres sociólogas a la fundación de la sociología como disciplina. Allí aparece no sólo la agencia de las mujeres sino también el papel de la socialización religiosa (sobre todo el protestantismo), aunque no en el foco en cuestión. En segundo lugar, en la carrera de Sociología de la Universidad de Buenos Aires (Argentina) desde 2018 se ha estado trabajando en distintas formas de transversalización de la perspectiva de género en los contenidos curriculares. En este marco, en 2019 las sociólogas Evangelina Caravaca, Ana Belén Blanco y María Soledad Sánchez dieron a conocer los primeros resultados de su proyecto Pioneras - Mujeres de la Sociología,1 1 Puede verse el proyecto en curso en https://www.rumbosur.org/pioneras/proyecto/ Consultado por última vez el 1 de junio de 2022. abocado a visibilizar las trayectorias y aportes de mujeres sociólogas del país. En 2020, se publicó el dossier “La voz de las mujeres en la sociología clásica” (Acta Sociológica, 20201ACTA SOCIOLÓGICA. La voz de las mujeres en la sociología clásica. Ciudad de México: UNAM, n. 81, 2020. https://doi.org/10.22201/fcpys.24484938e.2020.81
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), donde se avanza en una interpretación feminista de las ciencias sociales.

Estos elementos fueron un gran estímulo para pensar la sociología latinoamericana en femenino y en plural. Sin embargo, creemos que la dimensión sociorreligiosa ha sido escasamente explorada con relación a las ciencias sociales de América Latina desde una perspectiva de género. En este sentido, ha resultado valioso para los objetivos de este texto el trabajo de Fernanda Beigel (2011)4 BEIGEL, Fernanda. Misión Santiago. El mundo académico jesuita y los inicios de la cooperación internacional católica. Santiago de Chile: Lom Ediciones, 2011., quien, teniendo en cuenta ambos elementos en un estudio de más amplio espectro, indagó sobre los aportes de Betty Cabezas de González, sentando los precedentes de la propuesta que realizamos aquí.

En este texto, partimos de la idea de que la sociología latinoamericana se construyó como sociología histórica a partir de un proceso de “hibridación de disciplinas”. El concepto hibridación está tomado de la propuesta de Mattei Dogan y Robert Pahre en su libro Las nuevas Ciencias Sociales. La marginalidad creadora (Dogan; Pahre 199318 DOGAN, Mattei; PAHRE, Robert. Las nuevas ciencias sociales. La marginalidad creadora. México, DF: Grijalbo, 1993.), donde los autores proponen que el tránsito entre los márgenes de las disciplinas constituye una punta de lanza para la innovación y el desarrollo institucional de las ciencias. Es precisamente en los márgenes de los campos disciplinarios instituidos donde la recombinación de fragmentos de diversas disciplinas puede generar espacios de intersección susceptibles de institucionalizarse como una nueva disciplina autónoma o como campo híbrido. Como veremos más adelante, la “recombinación de fragmentos” de disciplinas en los casos aquí estudiados habilitó la institución de la sociología en la región.

Algunos trabajos de Verónica Giordano se centraron en mostrar los acercamientos e intercambios que hubo entre sociología e historia y entre estas y otras ciencias sociales en los inicios de los procesos de institucionalización de la sociología en América Latina (Giordano, 200728 GIORDANO, Verónica. Las ‘tres olas de sociología histórica’. Sobre la hibridación de disciplinas y la posibilidad de plantear nuevas preguntas. Los derechos civiles de las mujeres en la historia reciente de los países del Cono Sur. Revista de Historia Actual, n. 5, p. 175-188, 2007., 201127 GIORDANO, Verónica. Alegato a favor de una sociología histórica comparativa de América Latina. Trabajo y Sociedad, v. 15, n. 17, p. 41-48, 2011., 201425 GIORDANO, Verónica. La sociología histórica y la sociología latinoamericana. La comparación en nuestras ciencias sociales. Revista de la Red Intercátedras de Historia de América Latina Contemporánea (RIHALC), n. 1, p. 14-29, 2014., 201724 GIORDANO, Verónica. La crítica como proyecto intelectual. Hilvanes continuistas del pensamiento social latinoamericano. Temas Sociológicos, n. 21, p. 27-53, 2017.). La existencia de una sociología histórica no es privativa del hemisferio norte, Estados Unidos e Inglaterra en particular. También en América Latina se ha institucionalizado un tipo de sociología que puede denominarse sociología histórica y que le ha dado una fisonomía de “ciencia propia” (Fals Borda, 197021 FALS BORDA, Orlando. Ciencia propia y colonialismo intelectual. México, DF: Nuestro Tiempo, 1970.). De hecho, en América Latina la institucionalización de la sociología como disciplina científica coincidió con el surgimiento de la sociología histórica como crítica a la sociología funcionalista en el hemisferio norte. En América Latina, la propia voluntad de adecuación al canon científico exigió explicar el “desvío” de la trayectoria de la región. Para esto fue fundamental explicar el origen colonial de nuestras sociedades y cómo esto afectó a la institucionalización de la disciplina. En definitiva, la sociología latinoamericana debió apelar a la historia para explicar su particular adecuación al canon. Además, no debe perderse de vista algunos intercambios y convergencias como, por ejemplo, en 1959, el famoso seminario organizado por Luiz de Aguiar Costa Pinto en el Centro Latinoamericano de Investigaciones en Ciencias Sociales (CLAPCS), donde participó Charles Wright Mills, lo cual incita a pensar que la influencia de su pensamiento fue contemporánea a su producción (Botelho, 20097 BOTELHO, André. Passagens para o Estado-nação: a tese de Costa Pinto. Lua Nova, n. 77, p. 147-177, 2009.).2 2 Es más, la socióloga argentina Elizabeth Jelin en una entrevista relata la influencia de Wright Mills en su producción en los orígenes de la Sociología. Ver: https://www.rumbosur.org/pioneras/jelin/

El texto que sigue está estructurado en dos partes. En la primera, se abordan algunos aspectos de la institucionalización de la sociología en América Latina y se caracteriza la vocación de sociología histórica de la sociología latinoamericana. En la segunda, se abordan hechos y experiencias de la biografía de dos mujeres en el proceso en cuestión: María Cristina Salazar y Betty Cabezas de González. En las conclusiones, se muestra la relevancia de la socialización religiosa y el rol de las mujeres en el proceso estudiado y se recuperan las líneas argumentativas más fuertes del texto. En ese sentido, nos interrogamos sobre qué elementos condujeron a nuestras protagonistas por dichos derroteros y de qué manera estos casos son significativos para formular hipótesis más generales.

El proceso de institucionalización de la sociología como sociología histórica en América Latina

La sociología histórica es un “híbrido” (Dogan; Pahre, 199318 DOGAN, Mattei; PAHRE, Robert. Las nuevas ciencias sociales. La marginalidad creadora. México, DF: Grijalbo, 1993.) que comenzó a institucionalizarse con ese nombre en Estados Unidos hacia fines de los años cincuenta, adquiriendo clara fisonomía en las dos décadas siguientes (Adams et al., 20052 ADAMS, Julia; CLEMENS, Elizabeth; ORLOFF, Ann Shola. Social theory, modernity and the three waves of historical sociology. In: ADAMS, J.; CLEMENS, E.; ORLOFF, A. S. (ed.) Remaking modernity: politics and processes in historical sociology. Durham: Duke University Press, 2005.; Skocpol, 199143 SKOCPOL, Theda (ed.). Vision and method in historical sociology. Nueva York: Cambridge University Press, 1991.). Los estudios propios de la sociología histórica se caracterizan por plantear preguntas sobre las transformaciones sociales, políticas y económicas a través de la historia, teniendo por objeto predilecto el estudio del cambio social. En Estados Unidos, la institucionalización de una sociología que se autoproclamaba histórica fue una suerte de “movimiento intelectual”, una reacción al ahistoricismo estructural-funcionalista Calhoun (1996, p. 306)11 CALHOUN, Craig. The rise and domestication of historical sociology. In: McDONALD, Terence J. (ed.). The historic turn in the human sciences. Ann Arbor: University of Michigan Press, 1996. p. 305-336.. Un referente de esta crítica fue eminentemente Charles Wright Mills y su libro The Sociological Imagination (1959)48 WRIGHT MILLS, Charles. The sociological imagination. New York: Oxford University Press, 1959.. En esta línea, otra de las características propias de la sociología histórica es la articulación entre agencia y condicionamientos estructurales.

Ya en Ansaldi y Giordano (2012)26 GIORDANO, Verónica. Revisitando la sociología latinoamericana desde la sociología histórica. Contribuciones y trayectoria personal de Orlando Fals Borda. e-l@tina. Revista electrónica de estudios latinoamericanos, v. 10, n. 38, p. 35-50. 2012. se ha brindado un cuadro sucinto de qué es la sociología histórica y su aplicación en el campo de los estudios sociales latinoamericanos. Aquí, nos gustaría resaltar que, en América Latina, simultáneamente con las transformaciones en el campo disciplinario de la sociología en el hemisferio norte señaladas más arriba, comenzaba a institucionalizarse la sociología “científica” (Blanco, 20066 BLANCO, Alejandro. Razón y modernidad. Gino Germani y la sociología en la Argentina. Buenos Aires: Siglo XXI, 2006.). Una de las evidencias más cabales de esta coincidencia está expresada en el prólogo a la primera edición en español del citado libro de Wright Mills, La imaginación sociológica. Ese prólogo fue escrito por Gino Germani, considerado “padre fundador” de la sociología científica en Argentina y con proyección en América Latina. Al mismo tiempo que introducía el pensamiento de Mills, Germani aprovechaba la ocasión para sentar las bases de la sociología como ciencia profesionalizada. Como se ha sostenido en otro lado (Giordano, 201226 GIORDANO, Verónica. Revisitando la sociología latinoamericana desde la sociología histórica. Contribuciones y trayectoria personal de Orlando Fals Borda. e-l@tina. Revista electrónica de estudios latinoamericanos, v. 10, n. 38, p. 35-50. 2012.), por el carácter dependiente de las sociedades latinoamericanas, en los inicios de su institucionalización la sociología se abocó a la búsqueda de un pensamiento propio que pudiera dar cuenta de esa particularidad histórica al mismo tiempo que erigirse como “científica”.

A poco de andar, en el ámbito de la sociología recientemente institucionalizada (en departamentos, carreras o facultades), comenzaron a surgir preocupaciones por los avatares del desarrollo y el rumbo del cambio social en América Latina. Es el caso de María Cristina Salazar, en la ponencia presentada en 1965 en nombre de la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia, titulada “El proceso de profesionalización del trabajo social”. Allí, la socióloga colombiana se preguntaba sobre los efectos del “acelerado” cambio social en América Latina y Colombia, y acercaba una reflexión sobre las funciones y complementariedades del trabajo social y la sociología para afrontar esos cambios en las sociedades “en vías de desarrollo”. En su ponencia, afirmaba: “una sociología ‘pura’, desinteresada del cambio social, no parece factible dentro de las estructuras de un país subdesarrollado” (Salazar, 200641 SALAZAR, María Cristina. El proceso de profesionalización del Trabajo Social. Revista Trabajo Social, n. 8, p. 27-36, 2006., p. 28)

En esta referencia encontramos que la frontera, como fuente de innovación creadora, al decir de Dogan y Pahre (1993)18 DOGAN, Mattei; PAHRE, Robert. Las nuevas ciencias sociales. La marginalidad creadora. México, DF: Grijalbo, 1993., es doble: como margen que separa las disciplinas unas de otras y como margen que distingue el aparato conceptual y el enfoque metodológico provenientes de Estados Unidos y Europa y el necesario para afrontar las condiciones sociohistóricas propias. Ese aparato conceptual y ese enfoque estaban siendo creados en aquel momento, conforme se avanzaba en el proceso de institucionalización de las ciencias sociales. Como veremos en el siguiente apartado, Salazar practicó una sociología que hizo un uso imaginativo de las fuentes disponibles sin dar las espaldas a las condiciones históricas y sin resignar la pretensión de cambio social, según la línea teórico-metodológica trazada por Wright Mills.

En esos años, específicamente en 1964, se celebró en Buenos Aires la “Conferencia Internacional sobre Investigación Social Comparativa en países en Desarrollo: discontinuidades internas en el proceso de desarrollo económico y social de América Latina”, organizada conjuntamente por el Consejo Internacional de Ciencias Sociales (en inglés: ISSC, International Social Sciences Council) y el Centro de Sociología del Instituto Torcuato di Tella, con los auspicios de la Comisión Nacional Argentina para la UNESCO y de la Universidad de Buenos Aires (UBA). En esta conferencia, el sociólogo norteamericano Kingsley Davis presentó la ponencia “La comparación internacional en las ciencias sociales: problemas y soluciones”. Davis ya era por entonces un notable académico especializado en la investigación demográfica, con sede en la Universidad de California (Berkeley), Estados Unidos. En su intervención, llamó la atención sobre un problema que sería recurrente en los debates sobre la validez de la comparación en las ciencias sociales: la cantidad de casos. Entendía que la cantidad de naciones que había en el mundo no alcanzaba para proveer de unidades suficientes para un análisis estadístico y por lo tanto la comparación cross-national tenía que basarse en criterios diferentes de la comparación estadística, ya aceptada y validada por la comunidad científica.

En su trabajo, Davis señalaba, además, otros obstáculos tales como las definiciones de los conceptos, que varían de país en país, las diferencias del tamaño de la población y del territorio, las diferencias culturales dentro de un mismo territorio nacional y por lo tanto sus niveles de integración. Todos estos obstáculos eran los que la naciente sociología científica en América Latina encontraba a la hora de hacer “ciencia”. Este fue, en parte, el asunto abordado por Betty Cabezas de González en el libro América Latina: una y múltiple, publicado en 1968 en Santiago de Chile. ¿Era posible considerar a América Latina una unidad? Esta pregunta merodeaba el ambiente intelectual de aquellos años. Sin ir más lejos, en 1966-1967, los sociólogos Fernando H. Cardoso y Enzo Faletto llevaron adelante un trabajo emblemático de sociología histórica comparativa, trabajando en el seno del Instituto Latinoamericano de Planificación Económica y Social (ILPES) en la ciudad de Santiago de Chile. En su informe “Dependencia y Desarrollo en América Latina”, los autores incursionaron en la comparación histórica tomando como unidades de análisis a las naciones-Estados.3 3 La utilización del método comparativo también fue una gran contribución de estos autores al campo de la sociología latinoamericana. En Dependencia y Desarrollo los autores utilizan la forma “sincrónica” de “comparación integrada”. Según McMichael (1992, p. 384-385), esta “entraña la comparación a través del espacio dentro de una única coyuntura histórica mundial”. Tanto el texto de Cabezas (1968)9 CABEZAS DE GONZÁLEZ, Betty. América Latina: una y múltiple. Santiago de Chile: DESAL, 1968. como el de Cardoso y Faletto (1990)12 CARDOSO, Fernando H.; FALETTO, Enzo. Dependencia y desarrollo en América Latina. Buenos Aires: Siglo XXI, 1990/1969. aportan un elemento característico del proceso de institucionalización de la sociología en los años sesenta: la pregunta por la unidad de América Latina y el análisis tipológico de cuño weberiano como modo de abordar un pensamiento propio y propiamente latinoamericano. Como veremos más adelante, la perspectiva teórica e ideológica de Cabezas, sumada a su condición de género, imprimieron a su contribución en esos años un carácter subordinado a otros factores.

En el proceso de institucionalización que venimos analizando, un hito para pensar a América Latina como unidad fue la creación del Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales (CLACSO), fundado en 1967 con sede en Buenos Aires, Argentina. El impulso inicial provino de la Conferencia Internacional de 1964 mencionada más arriba, que como se ha dicho fue realizada en Buenos Aires, entre el 8 y el 16 de septiembre de 1964 (Morales Martín, 201338 MORALES MARTÍN, Juan Jesús. Entrecruzamientos en el Instituto de Sociología de la Universidad de Buenos Aires (1955-1965) y sus derivaciones. Movilidad académica y Latin American Studies. In: JORNADAS DE SOCIOLOGÍA, I, 2013, Mendoza. Anales […]. Mendoza: Universidad Nacional de Cuyo, 2013. Disponible en: http://bdigital.uncu.edu.ar/4881
http://bdigital.uncu.edu.ar/4881...
). En aquel entonces, la comparación estaba atravesando un momento de innovación. En 1963 se había puesto en marcha un programa de estudios comparativos internacionales en el ISSC, denominado comparative cross-national studies, bajo la dirección de Stein Rokkan, secretario general de la citada institución. En esos años, la comparación era una práctica ceñida a los métodos cuantitativos: los comparative surveys y el agregado de estadísticas nacionales y su potencial uso era en análisis correlacionales. Rokkan incursionó en el campo de la comparación cualitativa. Trabajando en los márgenes del mainstream de los análisis comparativos, tuvo intercambios con especialistas del área de los estudios transculturales (cross-cultural studies). Cabe señalar que los estudios transculturales estaban ya situados en el campo de la antropología y se orientaban a la comparación entre sociedades para poner a prueba hipótesis sobre el comportamiento humano. En el contexto en el que Rokkan se aproximó a la disciplina, el concepto cross-national era nuevo. Se trataba de comparar tomando a las naciones (los estados-nación) como unidades. Tal como afirman H.C. J. Duijker y Stein Rokkan (1954, p. 8)20 DUIJKER, Hubrecht C.J.; ROKKAN, Stein. Organizational aspects of cross-national social research. Journal of Social Issues, v. 10, n. 4, p. 8-24, 1954.,

[e]l término estudio transnacional es relativamente nuevo en el vocabulario de las ciencias sociales. Ha ganado aceptación como un término conveniente para investigaciones comparativas que toman naciones, poblaciones nacionales o sectores equivalentes de poblaciones nacionales como unidades de comparación. El término “transnacional” parece haber sido acuñado por analogía con “transcultural”, adjetivo predilecto en el discurso antropológico desde los años treinta.4 4 “Cross-national research is a relative newcomer in the vocabulary of social science. It is gaining acceptance as a convenient term for comparative inquiries taking nations, national populations, or equivalent sections of national populations as their units of comparison. The term “cross national” seems to have been coined by analogy with “cross cultural”, a favourite adjective in anthropological discourse since the thirties.”

Los mismos autores añaden: “Presumiblemente, transnacional ha sido introducido también para reducir algunas de las ambigüedades del término ‘internacional’ en su uso para describir investigaciones.”5 5 “Cross national was presumably also introduced to reduce some of the ambiguities of the term ‘international’ as used in describing research.” (Duijker; Rokkan, 195420 DUIJKER, Hubrecht C.J.; ROKKAN, Stein. Organizational aspects of cross-national social research. Journal of Social Issues, v. 10, n. 4, p. 8-24, 1954., p. 8). En efecto, se buscaba practicar la comparación como método explicativo y no meramente descriptivo, esto es: al servicio de la identificación de las causas de los fenómenos sociales. Esta filiación entre sociología y comparación analítica es una marca de origen de la sociología histórica, ya presente en la sociología de Marx, Weber y Durkheim. Sin renegar de estos elementos, la sociología latinoamericana buscó un derrotero propio, donde la explicación no estaba reñida de los factores históricos y donde la comparación era una vía de acceso para pensar a América Latina más allá de las singularidades nacionales y locales.

María Cristina Salazar y Betty Cabezas de González en la institucionalización de la sociología académica

En 1959, en el seno de la Facultad de Economía de la Universidad Nacional de Colombia, se creó el Departamento de Sociología, acogido por el abogado y empresario Luis Ospina Vásquez, por entonces decano de la Facultad de Economía (y considerado mentor de la historia económica en su país). Como en otras experiencias, la marca del surgimiento de la sociología académica en Colombia se dio a través de la hibridación de disciplinas. De hecho, uno de los protagonistas de ese proceso, el sociólogo Orlando Fals Borda, recuerda a Ospina como un “gran historiador, [que] se metía de cabeza en los archivos y no le tenía miedo como hoy los economistas” (Herrera Farfán; López Guzmán, 2014, p. 31). Fals es considerado el “padre fundador” de la Sociología. Fue nombrado director del Departamento por Ospina, pero no estuvo solo en la tarea: trabajó codo a codo con el sacerdote Camilo Torres Restrepo, quien en aquel entonces llegaba de cursar estudios de sociología en la Universidad Católica de Lovaina en Bélgica. Recordemos que Fals también era sociólogo, pues había realizado estudios de posgrado en la Universidad de Florida en Estados Unidos donde se doctoró en Sociología Latinoamericana en 1955 gracias a una red de sociabilidad en la Iglesia presbiteriana que le abrió las puertas a la universidad. En poco tiempo, Fals y Torres lograron convocar a un puñado de profesores y unos veinte estudiantes que le dieron vida a la iniciativa. En 1961, el Departamento pasó a tener estatus de Facultad y Fals asumió como decano. Fue entonces cuando se sumó la socióloga María Cristina Salazar (Herrera Farfán; López Guzmán, 201430 HERRERA FARFÁN, Nicolás Armando; LÓPEZ GUZMÁN, Lorena (comp.). Ciencia, compromiso y cambio social, Orlando Fals Borda (antología). Buenos Aires: El Colectivo-Lanzas y Letras-Extensión libros, 2014., p. 31-32). En un clima local e internacional marcado por la teología de la liberación como fenómeno vinculado a la renovación católica propia del Concilio Vaticano II en América Latina, el rol de las mujeres emergía como un tópico central (Bidegain, 20035 BIDEGAIN, Ana María. Vida religiosa femenina en América Latina y el Caribe: memoria histórica 1959-1999. Lima: Confederación Latinoamericana de Religiosos, 2003. 3 vol.).

María Cristina Salazar Camacho nació el 3 de septiembre de 1931 en Bogotá, en el seno de una familia tradicional socialmente y poderosa económicamente. Salazar era nieta de dos figuras relevantes de la historia política colombiana: Félix María Salazar, conservador, y Salvador Camacho Roldán, liberal. Estos dos hombres tuvieron una carrera política destacada en el país, llegando a participar como candidatos a la presidencia. Tras haber hecho estudios de grado en Filosofía y Letras en la Universidad Javeriana, María Cristina Salazar se doctoró en Sociología en 1957 por la Universidad Católica de América, sita en Washington D.C Estados Unidos. En 1959, regresó a Colombia y se revinculó como profesora con la Javeriana, como es sabido una institución enraizada en el mundo jesuita. En 1960, en esa misma universidad contribuyó a crear la Facultad de Sociología, enseguida absorbida por la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas, después de que la echaran por razones fundamentalmente ideológicas (Cendales et al., 200515 CENDALES, Lola; TORRES, Alfonso; TORRES, Fernando. ‘One sows the seed, but it has its own dynamics’: An interview with Orlando Fals Borda. International Journal of Action Research, v. l, n. 1, p. 9-42, 2005. Disponible en: https://nbn-resolving.org/urn:nbn:de:0168-ssoar-356785
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).

Por coincidencias biográficas María Cristina, conoció desde su infancia a Camilo Torres.6 6 Jorge Camilo Torres Restrepo (1929-1966) fue un sacerdote católico colombiano. Considerado uno de los antecesores de la teología de la liberación, también fue fundador de la sociología colombiana. Formado en el clero diocesano, estudió Derecho en la Universidad Nacional y luego se doctoró en sociología en la Universidad de Lovaina. A partir del diálogo entre católicos y marxistas que se venía desarrollando a nivel internacional, tomó contacto con el Partido Comunista Colombiano y fundó una fuerza política que enfrentó al Frente Nacional hegemónico en esos años: el Frente Unido del Pueblo. Luego, y ante la creciente represión estatal, decidió incorporarse al Ejército de Liberación Nacional-ELN y a la consecuente alternativa de la guerrilla rural. En dicho marco, murió en su primera operación militar (Sánchez Lopera, 2006). Ambos provenían de familias encumbradas, y compartían las sociabilidades católicas propias de las élites bogotanas (Gutiérrez de Pineda, 196829 GUTIÉRREZ DE PINEDA, Virginia. Familia y cultura en Colombia. Tipologías, funciones y dinámica de la familia. Manifestaciones múltiples a través del mosaico cultural y sus estructuras sociales. Bogotá: Universidad Nacional de Colombia,Tercer Mundo, 1968., p. 129-220). A través de él, Salazar había entrado en contacto con Fals Borda. Según declaraciones de éste, Salazar fue expulsada de la Universidad Javeriana (momento en que, como se dijo más arriba, la Facultad de Sociología fundada por ella era absorbida por la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas), en razón de ser considerada “subversiva” por sus vínculos con Camilo Torres, quien ya estaba trabajando en pos del fortalecimiento de las comunidades de base en los barrios populares de Bogotá (Cendales et al., 200515 CENDALES, Lola; TORRES, Alfonso; TORRES, Fernando. ‘One sows the seed, but it has its own dynamics’: An interview with Orlando Fals Borda. International Journal of Action Research, v. l, n. 1, p. 9-42, 2005. Disponible en: https://nbn-resolving.org/urn:nbn:de:0168-ssoar-356785
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). De hecho, más tarde Salazar fue parte del movimiento “Frente Unido” de oposición al Frente Nacional fundado por Torres en 1965.7 7 El Frente Nacional fue un pacto político entre las cúpulas del Partido Conservador y el Partido Liberal para la instauración de un régimen de democracia controlada, con alternancia entre estos dos partidos y exclusión de terceros partidos. Esta experiencia histórica se enmarca en los lineamientos de la Doctrina de Seguridad Nacional para América Latina (Ansaldi; Giordano, 2012).

Por su parte, Fals también era cercano a esa corriente de pensamiento y acción política. Nacido en Barranquilla, frecuentó la Primera Iglesia Presbiteriana de dicha localidad cuando su pastor era Richard Shaull, quien más tarde sería uno de los impulsores de la teología de la liberación. Gracias a su vínculo con la Iglesia presbiteriana, consiguió una beca para estudiar el grado en la Universidad de Dubuque en Iowa, Estados Unidos. Allí fue donde obtuvo su título en Letras, con especialización en Música. Esta experiencia le abrió las puertas para sus estudios de posgrado en Minnesota y Florida, donde finalmente obtuvo las credenciales de sociólogo. Más tarde, su vínculo con la Iglesia protestante fue un aspecto clave en la compleja trama de elementos que llevaron a Fals a alejarse de la universidad, comprometerse más directamente con las luchas por el cambio social en el mundo campesino, y despuntar la metodología de la Investigación Acción Participativa (IAP) que signó su carrera desde 1969 en adelante (Díaz Arévalo, 202217 DÍAZ ARÉVALO, Juan Mario. Re-thinking the role of religion in Orlando Fals Borda’s ideas of social change, 1948-1970. Latin American Perspectives, v. 49, n. 4, p. 172-190, 2022.).8 8 La IAP plantea una perspectiva de investigación alternativa a la tradicional sujeto-objeto, y concibe la relación sujeto-sujeto con fines emancipatorios y de cambio social.

Salazar fue parte de este giro. A fines de la década de 1960, ella y Orlando Fals Borda se casaron. El matrimonio se celebró tanto bajo el canon de la Iglesia Católica como el de la Presbiteriana. A partir de 1968, cuando Fals imprimió un nuevo rumbo a su carrera, María Cristina continuó practicando la sociología a partir de su vinculación con la Fundación La Rosca creada por su esposo, una organización orientada a la investigación de la realidad desde un enfoque que aunaba el campo intelectual y el político. La Rosca fue financiada principalmente con apoyos de la Iglesia Presbiteriana de Estados Unidos, a través de una Comisión denominada Autodesarrollo de los Pueblos de la Iglesia Presbiteriana, y del gobierno de Holanda a través de su Ministerio de Desarrollo Económico (Celdales et al., 200515 CENDALES, Lola; TORRES, Alfonso; TORRES, Fernando. ‘One sows the seed, but it has its own dynamics’: An interview with Orlando Fals Borda. International Journal of Action Research, v. l, n. 1, p. 9-42, 2005. Disponible en: https://nbn-resolving.org/urn:nbn:de:0168-ssoar-356785
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). Es significativo mencionar que, desde dicha organización, se desarrollaron puentes con lo que empezaba a conocerse como la teología de la liberación. Si bien en el caso de Fals Borda podemos encontrar el costado protestante de dicho fenómeno, Salazar provenía del mundo católico, y a través de la IAP como praxis liberadora ambos expresan un diálogo ecuménico entre mundo religioso y sociología propiciado por los acontecimientos a nivel continental, cuando en 1968 se estaba celebrando la Conferencia de Medellín (Poggi, 201540 POGGI, Alfredo. De lo etnográfico a lo teológico-político: investigación-acción ecuménica de La Rosca en comunidades protestantes de Córdoba, Colombia. Tabula Rasa, n. 23, p. 59-77, 2015.).

El periodista y sociólogo Alfredo Molano Bravo, quien fuera estudiante de María Cristina Salazar en la Facultad de la Universidad Nacional en aquellos primeros años de institucionalización de la sociología en Colombia, recuerda que, influidos por el clima ideológico de la Revolución Cubana, los estudiantes leían “La segunda declaración de La Habana” y creían “que todo lo que fuera traducido del inglés era imperialista”. Molano sostiene que Salazar supo entender el radicalismo estudiantil de la época y los “invitó a leer una de las primeras defensas a ultranza de la revolución cubana, Escucha Yankee, de C. Wright Mills” (Molano Bravo, 200637 MOLANO BRAVO, Alfredo. María Cristina Salazar- In memoriam. Revista Colombiana de Sociología, n. 27, p. 289-290, 2006., p. 189).

De aquellos primeros años en la vida académica de María Cristina Salazar queremos citar dos trabajos. En primer lugar, A socio-religious survey of the parish of Cristo Rey, Manizales, Colombia, su tesis publicada en 1957, donde se despliega un elemento metodológico sustantivo y clave para la fundación de la sociología en Colombia: la experiencia en la creación de datos a partir de fuentes locales, en este caso la Parroquia Cristo Rey de la ciudad colombiana de Manizales, en el Departamento de Caldas. En segundo lugar, la ponencia “El proceso de profesionalización en el Trabajo Social”, presentada en el Tercer Congreso Nacional de Servicio Social, celebrado en Cali, del 17 al 22 de julio de 1965. De este segundo texto nos interesa subrayar el trabajo en las fronteras entre disciplinas y una visión estratégica para la institucionalización de las ciencias sociales colombianas. En 1966, a instancias de Salazar, se creó la carrera de Trabajo Social en la Universidad Nacional de Colombia.

En cuanto al posicionamiento de Salazar respecto de las relaciones de género, en una entrevista sostenida a fines de la década del noventa, declara:

[s]iempre he dicho que soy feminista, porque defiendo los derechos de la mujer, creo que las mujeres en cierto sentido somos feministas y debemos defender los derechos de las mujeres. Lo que pasa con los feminismos, porque son varios los que existen en el mundo de hoy, y uno se identifica más con unos que con otros, entonces, mientras haya ese énfasis, que luchamos por los derechos que nos corresponden como personas, que somos iguales como personas a cualquier otro del sexo masculino, pues eso es lo que tenemos que defender, pero yo no he sido una activista de movimientos de mujeres en Colombia, como que no me quedó tiemp

(Triana Ramírez et al., 200246 TRIANA RAMÍREZ, Alba Nidia; MARTÍNEZ SALAS, Gloria Evelyn; GUERRERO BARÓN, Javier. Entrevista a María Cristina Salazar. Universidad Pedagógica y Tecnológica de Colombia, Bogotá. p. 162-173, 2002., p. 168).

En rigor, el interés de Salazar por la igualdad de género se expresó más en su involucramiento en la defensa de los derechos humanos que en un activismo en las filas de los feminismos. Un punto de inflexión en su vida fue en 1979. En enero de ese año, Salazar y Fals fueron enviados a la cárcel cuando se descubrió el robo de 5.000 fusiles del Ejército al Cantón Norte de Bogotá a manos de la organización guerrillera M-19. Parte del motín fue hallado en una propiedad de Salazar y por eso ella y su esposo fueron llevados presos. Fals fue puesto en libertad al cabo de dos semanas, pero Salazar continuó detenida durante más de un año. A partir de esta experiencia, Salazar se volcó al activismo en derechos humanos. Era el año también de la Declaración de los Derechos del Niño por la ONU, y el tema del trabajo infantil y los derechos en la infancia comenzó a impregnar en los trabajos de Salazar. Así, una característica de la trayectoria de Salazar es la constancia en su compromiso militante por transformar la realidad. Falleció el 10 de julio de 2006.

Una trayectoria distinta, aunque con algunas aristas similares, es la de Betty Cabezas de González, en Chile.

Entre los expositores en la Conferencia Internacional de 1964 sobre investigación social y comparación que mencionamos más arriba encontramos como única presencia femenina a Betty Cabezas de González. El coordinador científico de la Conferencia fue Gino Germani y los participantes latinoamericanos fueron: Fernando H. Cardoso, del ILPES y de CEPAL de Santiago de Chile; Darío Cantón, del Centro de Sociología Comparada del ITDT de Buenos Aires; Adolfo Critto, de la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Córdoba; Manuel Diegues Junior, director del Centro Latino Americano de Pesquisas em Ciências Sociais de Río de Janeiro; Guido Di Tella, director del Instituto de Investigaciones Económicas de la UBA; Torcuato Di Tella, del Instituto de Sociología de la UBA; Orlando Fals Borda, de la Universidad Nacional de Colombia; Jorge García-Bouza, del Centro de Sociología Comparada del ITDT; Pablo González Casanova, de la UNAM; Jorge Graciarena, de la UBA; Peter Heintz, de la FLACSO de Santiago de Chile; Henry Landsberger, de la Universidad de Chile; Miguel Murmis, de la UBA; Leopoldo Portnoy, de la UBA; Luis Ratinoff, del ILPES de Santiago de Chile; José Luis Romero, de la UBA; Aldo Solari, de la Universidad de la República, de Montevideo; Francisco Suárez de la Universidad Católica Argentina; Javier Villanueva, de la Universidad Católica Argentina y Frederick B. Waisanen, del Programa Interamericano de Información Popular de San José de Costa Rica (Germani, 196523 GERMANI, Gino. International Conference on Comparative Social Research in Developing Countries: intra-country discontinuities in the process of economic and social development in Latin America. Buenos Aires, September 8-16, 1964, General Report. Social Science Information, v. 4, n. 2, p. 156-172, 1965., p. 171-172).

Es claro que la presencia de Betty Cabezas de González en esa Conferencia internacional era una singularidad. En 1964, Betty Cabezas era secretaria general del Centro para el Desarrollo Económico y Social de América Latina (CESAL) de Santiago de Chile. A diferencia de María Cristina Salazar, cuya trayectoria académica es más fácilmente identificable en las referencias bibliográficas y en archivos, Betty Cabezas está sumida en un elocuente silencio y profundos vacíos rodean su figura. En su hoja de vida o Curriculum Vitae (CV), la propia autora consigna algunos datos, los únicos que por el momento se han podido hallar.9 9 Queremos agradecer especialmente a Fernanda Beigel, quien muy generosamente nos ha provisto de la hoja de vida de Betty Cabezas de González. Beigel accedió a esta fuente en el proceso de investigación para su libro Misión Santiago, que citamos en este artículo. La hoja de vida le fue provista por la hija de Betty Cabezas. Por medio de Beigel, agradecemos a ella también este generoso gesto.

El nombre completo de Betty Cabezas es María Berta Cabezas Nanjarí. En su hoja de vida, ella misma consigna que estudió la carrera de Ingeniería Comercial en la Universidad de Chile, entre 1955 y 1959. Esto nos permite conjeturar que nació alrededor del año 1935, y muy probablemente en Chile. En términos temporales, Salazar y Cabezas pertenecen a la misma generación de mujeres universitarias. Solo que, en el caso de Cabezas, el título de grado que obtuvo fue “Ingeniero Comercial con mención en Economía y Administración de Empresas”, es decir, no tuvo formación universitaria (ni de grado ni de posgrado) en sociología e incursionó en la disciplina desde los “márgenes”. En 1958, cuando todavía le quedaba un año para graduarse, Cabezas había comenzado a trabajar como investigadora asistente en el Instituto de Investigaciones Económicas de la misma universidad. La hibridación de disciplinas es una característica saliente en Betty Cabezas, de la ingeniería a la economía (y de allí, como veremos enseguida, a la sociología), del mismo modo que reconocemos este trazo en la trayectoria de Salazar y su vocación por saltar las fronteras de la sociología hacia el campo del trabajo social.

Como en el caso de la socióloga colombiana, Cabezas tuvo una estrecha relación con las instituciones de la Iglesia, en este caso estrictamente la Iglesia católica. Entre 1960 y 1962, se desempeñó en el Centro de Acción Social Bellarmino, fundado por el Padre Hurtado10 10 Alberto Hurtado Cruchet Cruchaga (1901-1952) fue un sacerdote jesuita chileno y beato de la Iglesia católica. A partir de su vinculación a las corrientes antiliberales, nacionalistas y anticomunistas chilenas, se volcó al activismo tanto en el medio obrero como en los sectores populares en general. En ese sentido, estuvo presente en diversas organizaciones como el mencionado Centro Bellarmino o la Acción Sindical y Económica Chilena ASICH y el Hogar de Cristo) (Castillo, 1992). en 1951. En los años sesenta, este Centro fue reconvertido en usina de pensamiento sobre la situación del catolicismo con relación a los problemas demográficos, sociales y culturales de los países de América Latina, considerados países en proceso de cambio. El Padre Renato Poblete11 11 Renato Poblete (1924-2010) también fue un sacerdote jesuita. Formado en teología y sociología en la Universidad de Fordham, retomó la obra de Hurtado tanto en el terreno académico como en los Hogares de Cristo. Dicha institución se expandió durante su gestión como capellán durante los años ochenta del siglo XX, implicando diferentes reconocimientos. Posteriormente a su muerte, hace pocos años, fue denunciado por abusos sexuales a menores y condenado por la propia Compañia de Jesús (Córdova, 2021). tuvo un rol destacado en el centro Bellarmino en esta fase.

En 1962, según consigna en su CV, Cabezas creó la Fundación Ayuda y Esperanza (luego reconvertida a Banco Esperanza), orientada a “otorgar a los más desposeídos una herramienta de trabajo que le permitiera ganarse la vida dignamente, siendo sujeto y no objeto de su destino”. Según declara en el mismo documento, 125 personas se beneficiaron de esta iniciativa. Betty Cabezas dice haber creado esta fundación junto a Ramón Venegas Carrasco y Roger Vekemans.

Venegas fue un arquitecto chileno ligado al mundo jesuita. En 1945 participó de la Fundación de Beneficencia Hogar de Cristo, creada por Alberto Hurtado un año antes, asumiendo el cargo de presidente – laico – de su primer Consejo (Caiceo Escudero, 200810 CAICEO ESCUDERO, Jaime. Los orígenes del Hogar de Cristo en Chile. Série-Estudos, Periódico do Mestrado em Educação da UCDB, n. 25, p. 193-205, 2008. Disponible en: https://serieucdb.emnuvens.com.br/serie-estudos/article/view/307/160
https://serieucdb.emnuvens.com.br/serie-...
, p. 204). En el plano intelectual, fue profesor titular de la Facultad de Arquitectura de la Pontificia Universidad Católica y director del Instituto de Investigaciones Económico-Sociales de esa casa de estudios. Su trayectoria nos interesa aquí porque fue director del Departamento de Promoción y Desarrollo del Centro para el Desarrollo Económico y Social para América Latina (Desal), al cual nos referiremos a continuación.

Por su parte, Vekemans (cuyo nombre completo es Roger Vekemans Van Cauwelaert) nació en Bruselas en 1921 y llegó a Chile en 1957, siguiendo el circuito habilitado por la Compañía de Jesús a fin de promover la difusión del cristianismo social. Vekemans era un sacerdote jesuita formado en la Escuela de Sociología de la Universidad Católica de Lovaina. Tenía, además, estudios en teología y filosofía y manejaba varios idiomas. El Padre Hurtado había fallecido en 1952 y Vekemans llegaba a Santiago de Chile para retomar la senda inaugurada por él. Así, en los años siguientes Vekemans fundó la carrera de Sociología en la Universidad Católica de Chile (de la cual fue su primer director). Por fuera de los circuitos universitarios, Vekemans también fue el responsable de la denominada “Misión Santiago” (Beigel, 20114 BEIGEL, Fernanda. Misión Santiago. El mundo académico jesuita y los inicios de la cooperación internacional católica. Santiago de Chile: Lom Ediciones, 2011.). La década de 1960 fue prolífica en la producción de centros académicos privados, la mayoría bajo el alero “de la cultura católica y varios de ellos ligados a la corriente demócrata cristiana” (Brunner, 19858 BRUNNER, Joaquín. La participación de los centros académicos privados. Intervención en el seminario Futuro de la Universidad Chilena: el papel en la formación superior. Santiago de Chile: Centro de Estudios Públicos, 1985., p. 3). Dentro de ese influjo, la Compañía de Jesús fue la más descollante con sus centros de “primera generación”, como señala Brunner, a saber, el Centro Latinoamericano de Población y Familia (CELAP) y el Centro para el Desarrollo Económico y Social de América Latina (DESAL). Ambas iniciativas creadas por el mismo hombre: Roger Vekemans.

Respecto de DESAL, su afán era crear una institución “a imagen y semejanza" de la CEPAL (Beigel, 20114 BEIGEL, Fernanda. Misión Santiago. El mundo académico jesuita y los inicios de la cooperación internacional católica. Santiago de Chile: Lom Ediciones, 2011., p. 93), con el financiamiento de agencias de cooperación vinculadas a la Iglesia Católica y el Vaticano, el gobierno de Bélgica y algunas otras redes establecidas en Estados Unidos. Fernanda Beigel afirma que “Vekemans sabía perfectamente que CEPAL estaba a la cabeza de la nueva política panamericana de manera tal que DESAL debía elaborar una estrategia para intervenir activamente y captar parte de esos fondos para los proyectos de promoción popular” (Beigel, 20114 BEIGEL, Fernanda. Misión Santiago. El mundo académico jesuita y los inicios de la cooperación internacional católica. Santiago de Chile: Lom Ediciones, 2011., p. 97).12 12 Cabe notar que a través de estas redes transnacionales de cooperación sociorreligiosa llegaron a la región algunos jóvenes intelectuales europeos que pronto se convertirían en conspicuas referencias del pensamiento crítico latinoamericano, como Norbert Lechner y Franz Hinkelammert. Nos interesa señalar esta circunstancia porque expresa la complejidad de la trama de la cooperación académica en términos de orientaciones ideológicas. En efecto, era la coyuntura de la estrategia de Alianza para el Progreso del gobierno de John Kennedy para América Latina y se comenzaban a dirimir nociones de desarrollo alternativas. La de “promoción popular” era una categoría acuñada para pensar la “integración” de los marginados (Hornes, 202131 HORNES, Martín. Teoría del desarrollo de la comunidad: tecnocracia e intervención social. In: HORNES, Martín; NASCONE, Javier (comp.) Trabajo Social. Lecturas históricas y apuntes para la reflexión. Buenos Aires: EDUNPAZ, 2021. p. 95-112.), según la perspectiva dominante de integración al desarrollo tal como se lo concebía desde Estados Unidos.

Fue en el marco del DESAL que Betty Cabezas de González tuvo la oportunidad de despliegue profesional de más largo aliento, habiendo estado vinculada a esta organización desde su creación hasta su ocaso. DESAL había comenzado a funcionar en 1961, con un consejo directivo conformado por representantes de Chile, Colombia, Ecuador, Venezuela y Bolivia. Su objetivo era “promover la integración del sector popular de América Latina al proceso de desarrollo económico y social”. Entre 1963 y 1970, el lugar de Betty Cabezas en la organización, según consigna ella misma en su CV, fue en el cargo de secretaria general, integrante de la junta directiva y representante legal, junto a Vekemans y Venegas.

En este marco, Cabezas trabajó en un proyecto de gran envergadura, del cual resultó su libro América Latina, una y diversa (1968). El libro sistematiza los fundamentos teórico-metodológicos de la institución con relación a la cuestión del desarrollo. Para su realización, Cabezas contó con el asesoramiento del propio Vekemans y la colaboración de la Unidad de Tipología de DESAL. Los objetivos eran tres, según hace constar Cabezas en su hoja de vida,

la clarificación de principios teóricos y enfoques metodológicos adecuados al estudio de la realidad latinoamericana; la investigación sobre la situación de desarrollo regional; la preocupación por aplicar los resultados de estas investigaciones al diseño de una política de acción concreta para estimular el desarrollo.

El prólogo al libro está escrito por José Medina Echavarría, una destacada figura en los inicios de la institucionalización de la sociología en América Latina, autor de Consideraciones sociológicas del desarrollo económico (Medina Echavarría, 196436 MEDINA ECHAVARRÍA, José. Consideraciones sociológicas sobre el desarrollo económico de América Latina. Buenos Aires: Solar, 1964.). La contribución más resonante del libro de Cabezas, en aquel momento y aún hoy, es concebir a América Latina como unidad, lo cual a su vez se deriva de la perspectiva regional sobre el desarrollo que sostenía el DESAL (igual que la CEPAL). En el prólogo, Medina Echavarría afirma que la práctica y visión de la sociología se aleja del “fetichismo sobre las técnicas de investigación social”. En este sentido, tanto Salazar con la noción de praxis liberadora, como aquí Betty Cabezas con su esquema multicausal, se alejaron del canon científico de la sociología en su época y aportaron a la innovación de los enfoques metodológicos. Asimismo, al concebir al desarrollo como un fenómeno resultante de factores sociales, políticos y culturales, y no solamente económicos, Cabezas buscó sortear el punto álgido que había marcado durante décadas la tensión entre la economía (en particular la microeconomía) y la sociología: “la distancia entre el modelo y su realización”, al decir de José Medina Echavarría.

Conclusiones

Desde una perspectiva de género, se observa en la producción de América Latina, una y múltiple una clara condición de subordinación de Cabezas en el ejercicio de la disciplina. El libro fue resultado de un proyecto de más largo aliento que había comenzado a tomar forma en los inicios de los años sesenta de la mano de Vekemans. En un texto presentado por Vekemans y el sacerdote jesuita de Uruguay José Luis Segundo ante la UNESCO en 1960, se afirma que tenían por objetivo “construir una tipología en base a las variables independientes más significativas y reconocer las heterogeneidades existentes entre grupos de países entre cada Estado (Vekemans; Segundo, 196247 VEKEMANS, Roger; SEGUNDO, José Luis. Ensayo de tipología socioeconómica de los países latinoamericanos. In: VRIES, E.; MEDINA ECHAVARRÍA, J. (org.). Aspectos sociales del desarrollo económico en América Latina. México: UNESCO, 1962. p. 72-100., p. 74). Al observar este texto inicial y el libro publicado en 1968 se observan evidentes coincidencias. Este hecho da una clara pauta de diferenciación entre la trayectoria y experiencia de María Cristina Salazar y Betty Cabezas de González. Mientras la primera tuvo una agencia marcada por cierta autonomía relativa, promoviendo la institucionalización de disciplinas vecinas como Trabajo Social, Betty Cabezas transitó toda la década de 1960 bajo el liderazgo y el carisma de Roger Vekemans. Recordemos que si bien Salazar trabajó cerca de Fals en la Universidad Nacional solo contrajo matrimonio con él al final de la década del sesenta y aún después de esa década tuvo un derrotero propio. Incluso, hay en Salazar una conciencia de género, presentándose como feminista.

En contraste, Betty Cabezas tuvo evidentemente un matrimonio (por eso el nombre “de González”) pero nada sabemos acerca de este vínculo. En cambio, su trayectoria está marcada por su apego al devenir político-intelectual de Vekemans: durante toda la década del sesenta vinculada a la DESAL con sede en Santiago de Chile. Cuánto hubo de subordinación o de convergencia es difícil de determinar. Sí podemos constatar que la producción de Betty Cabezas es escasa, y como única autora es casi nula. Más allá de la década del sesenta, Cabezas siguió vinculada al devenir institucional trazado por Vekemans. En 1970, con el cambio de gobierno en Chile (de la “revolución en libertad” de Eduardo Frei y el Partido de la Democracia Cristiana a la “vía chilena al socialismo” de Salvador Allende), Vekemans se fue del país en medio de una situación de fuerte polarización ideológica y en la cual era acusado de colaborar con la CIA (Central Intelligence Agency) de Estados Unidos (Magasich, 201734 MAGASICH, Jorge. Notas para la historia: la influencia de Roger Vekemans en la DC. Clarín, 2 nov. de 2017. Disponible en: https://elclarin.cl/archivo/2017/11/02/notas-para-la-historia-la-influencia-de-roger-vekemans-en-la-dc/
https://elclarin.cl/archivo/2017/11/02/n...
). Vekemans se radicó en Colombia. Según relata la propia Betty Cabezas, ese mismo año ella también se radicó en Colombia y allí creó junto a Vekemans el CEDIAL, Centro de Estudios para el Desarrollo e Integración de América Latina, una institución similar al DESAL. En 1990, ambos regresaron a Chile y cuando DESAL cerró sus puertas en 1996, por razones económico-financieras, Betty Cabezas se retiró del campo de la investigación social.

Retomando el interrogante formulado en el inicio, nos parece significativo señalar que ambos derroteros ejemplifican dos modalidades de institucionalización de la sociología, en las cuales se imbrican al mismo tiempo la dimensión sociorreligiosa y el abordaje de género.

Centrándonos en los aspectos socio religiosos, tales modalidades pueden ser caracterizadas como desarrollista y revolucionaria, respectivamente. O bien como corporativa-integradora y clasista liberadora (Beigel, 20114 BEIGEL, Fernanda. Misión Santiago. El mundo académico jesuita y los inicios de la cooperación internacional católica. Santiago de Chile: Lom Ediciones, 2011.; Fauré Polloni, 202122 FAURÉ POLLONI, Daniel Esteban. “No son nadie, no hacen más que estar, poblar un pequeño pedazo de tierra, que es tierra de nadie”. Teoría de la marginalidad, promoción popular y sectores urbano-populares durante el gobierno de Eduardo Frei Montalva (Chile, 1964-1970). Cuaderno de Trabajo Social, n. 16, 2021.). Con la intención de dialogar y complementar dichas caracterizaciones, podemos recurrir a trabajos propios en los cuáles se abordó el vínculo entre el mundo católico y la guerrilla urbana en Argentina (Donatello, 201019 DONATELLO, Luis Miguel. Catolicismo y Montoneros. Religión, política y desencanto. Buenos Aires: Manantial, 2010.). Allí vimos como una matriz común renovadora dentro del catolicismo fue la base social de una variedad de proyectos a veces contrapuestos y otras solidarios. En ese sentido, lo que se presenta como antagónico, muchas veces, puede implicar un continuo en el cual habitan más de dos opciones. En el caso de los activistas católicos que optaron por la guerrilla en Argentina en los años setenta del siglo XX, estos expresaban una variante extrema y, en la otra punta del abanico encontramos a quienes haciendo una lectura sumamente diferente se vincularon a la renovación carismática. Ambas posturas, provenían de distintas lecturas teológicas, y entre ambos polos mediaban quienes buscaban transformar el mundo a través de los partidos políticos, los sindicatos o – sin agotar las posibilidades –, configurando círculos intelectuales. Al mismo tiempo, una persona podía pasar por diferentes experiencias dentro de esta variedad.

Volviendo a nuestro terreno, sabiendo que no es objeto de este artículo abordar la dimensión estrictamente teológica, podemos pensar en algo análogo. La trayectoria de María Cristina Salazar estuvo marcada por la confrontación con las instituciones religiosas y políticas existentes. En ese sentido, el camino de institucionalización de la sociología, en el cual religión, política y género se imbrican, suponía la acción por fuera de las instituciones y – retomando la clásica formulación de Castoriadis (2003)14 CASTORIADIS, Cornelius. La institución imaginaria de la sociedad. Barcelona: Tusquets, 2003/1975. – la búsqueda de una praxis instituyente. Por el contrario, el camino seguido por Betty Cabezas nos muestra un alto grado de enraizamiento en las instituciones. Si bien esto no la preservó de la ruptura llegado el momento. Ambas contribuyeron o directamente crearon espacios de profesionalización de la investigación. Y más allá de las diferencias en su vinculación con el tejido preexistente, las dos expresaron lógicas de construcción bastante solidarias. Con esto puede abonarse una noción más compleja de aquella que surge en una primera aproximación: el carácter claudicante o integracionista de una (Cabezas) frente a la clara vinculación con espacios contestatarios de la otra (Salazar).

¿Puede extenderse esta caracterización a otros casos? Está claro que la respuesta a esta pregunta depende de qué trayectorias se reconstruyan, las condiciones sociohistóricas y los hechos y experiencias que componen cada biografía. En este sentido, se debe señalar que los estudios enfocados en las trayectorias de mujeres en la sociología todavía son escasos. Para Brasil, cabe señalar el trabajo de Pinheiro (2016)39 PINHEIRO, Dimitri. Jogo de damas: trajetórias de mulheres nas ciências sociais paulistas (1934-1969). Cadernos Pagu, n. 46, p. 165-196, 2016. y de Spirandelli (2014)44 SPIRANDELLI, Claudinei Carlos. Professoras, cátedras e o ensino de sociologia na USP: anos 1940-1960. Revista Brasileira de Sociologia, v. 2, n. 3, p. 153-180, 2014. https://doi.org/10.20336/rbs.67
https://doi.org/10.20336/rbs.67...
. También cabe señalar para Argentina el trabajo de Pioneras de la Sociología, que se puede visitar en la web13 13 Ver (https://www.rumbosur.org/pioneras/). – un trabajo en curso que recupera las trayectorias de las primeras graduadas de sociología de la Universidad de Buenos Aires. Es interesante enmarcar estas dinámicas en una lógica más vasta que atraviesa la construcción de corrientes sociológicas a nivel subcontinental. En este artículo, cabe destacar la singularidad de las trayectorias de las dos mujeres consideradas con relación a los factores socio religiosos.

Desde el punto de vista de un análisis de género, diremos que reponer las trayectorias y agencias de las mujeres en la institucionalización de una disciplina permite reponer “las diversas mujeres” (Maffía, 200733 MAFFÍA, Diana. Epistemología feminista: la subversión semiótica de las mujeres en la ciencia, Revista Venezolana de Estudios de la Mujer, v. 12, n. 28, p.63-98, 2007., p. 98). Jugando con las analogías, el continuo que va de la acción enraizada en las instituciones (religiosas, académicas, internacionalizadas, o todas ellas al mismo tiempo) hacia aquel que se plantea en una lógica instituyente nos puede servir como herramienta analítica para comprender o, incluso, explicar los derroteros de las sociologías históricas continentales.

  • 1
    Puede verse el proyecto en curso en https://www.rumbosur.org/pioneras/proyecto/ Consultado por última vez el 1 de junio de 2022.
  • 2
    Es más, la socióloga argentina Elizabeth Jelin en una entrevista relata la influencia de Wright Mills en su producción en los orígenes de la Sociología. Ver: https://www.rumbosur.org/pioneras/jelin/
  • 3
    La utilización del método comparativo también fue una gran contribución de estos autores al campo de la sociología latinoamericana. En Dependencia y Desarrollo los autores utilizan la forma “sincrónica” de “comparación integrada”. Según McMichael (1992, p. 384-385)35 MCMICHAEL, Philip. Repensar el análisis comparado en un contexto posdesarrollista. Revista Internacional de Ciencias Sociales, n. 133, p. 375-390, 1992., esta “entraña la comparación a través del espacio dentro de una única coyuntura histórica mundial”.
  • 4
    “Cross-national research is a relative newcomer in the vocabulary of social science. It is gaining acceptance as a convenient term for comparative inquiries taking nations, national populations, or equivalent sections of national populations as their units of comparison. The term “cross national” seems to have been coined by analogy with “cross cultural”, a favourite adjective in anthropological discourse since the thirties.”
  • 5
    “Cross national was presumably also introduced to reduce some of the ambiguities of the term ‘international’ as used in describing research.”
  • 6
    Jorge Camilo Torres Restrepo (1929-1966) fue un sacerdote católico colombiano. Considerado uno de los antecesores de la teología de la liberación, también fue fundador de la sociología colombiana. Formado en el clero diocesano, estudió Derecho en la Universidad Nacional y luego se doctoró en sociología en la Universidad de Lovaina. A partir del diálogo entre católicos y marxistas que se venía desarrollando a nivel internacional, tomó contacto con el Partido Comunista Colombiano y fundó una fuerza política que enfrentó al Frente Nacional hegemónico en esos años: el Frente Unido del Pueblo. Luego, y ante la creciente represión estatal, decidió incorporarse al Ejército de Liberación Nacional-ELN y a la consecuente alternativa de la guerrilla rural. En dicho marco, murió en su primera operación militar (Sánchez Lopera, 200642 SÁNCHEZ LOPERA, Alejandro. Ciencia, revolución y creencia en Camilo Torres: ¿una Colombia secular? Nómadas, n. 25, p. 241-258, 2006.).
  • 7
    El Frente Nacional fue un pacto político entre las cúpulas del Partido Conservador y el Partido Liberal para la instauración de un régimen de democracia controlada, con alternancia entre estos dos partidos y exclusión de terceros partidos. Esta experiencia histórica se enmarca en los lineamientos de la Doctrina de Seguridad Nacional para América Latina (Ansaldi; Giordano, 20123 ANSALDI, Waldo; GIORDANO, Verónica. América Latina. La construcción del orden. Buenos Aires: Ariel, 2012.).
  • 8
    La IAP plantea una perspectiva de investigación alternativa a la tradicional sujeto-objeto, y concibe la relación sujeto-sujeto con fines emancipatorios y de cambio social.
  • 9
    Queremos agradecer especialmente a Fernanda Beigel, quien muy generosamente nos ha provisto de la hoja de vida de Betty Cabezas de González. Beigel accedió a esta fuente en el proceso de investigación para su libro Misión Santiago, que citamos en este artículo. La hoja de vida le fue provista por la hija de Betty Cabezas. Por medio de Beigel, agradecemos a ella también este generoso gesto.
  • 10
    Alberto Hurtado Cruchet Cruchaga (1901-1952) fue un sacerdote jesuita chileno y beato de la Iglesia católica. A partir de su vinculación a las corrientes antiliberales, nacionalistas y anticomunistas chilenas, se volcó al activismo tanto en el medio obrero como en los sectores populares en general. En ese sentido, estuvo presente en diversas organizaciones como el mencionado Centro Bellarmino o la Acción Sindical y Económica Chilena ASICH y el Hogar de Cristo) (Castillo, 199213 CASTILLO, Gabriel. Alberto Hurtado: Educador. Mensaje, v. 41, n.411, p. 339-341, 1992.).
  • 11
    Renato Poblete (1924-2010) también fue un sacerdote jesuita. Formado en teología y sociología en la Universidad de Fordham, retomó la obra de Hurtado tanto en el terreno académico como en los Hogares de Cristo. Dicha institución se expandió durante su gestión como capellán durante los años ochenta del siglo XX, implicando diferentes reconocimientos. Posteriormente a su muerte, hace pocos años, fue denunciado por abusos sexuales a menores y condenado por la propia Compañia de Jesús (Córdova, 202116 CÓRDOVA, Eduardo. Compañía de Jesús y la U de Chile retiran premio bicentenario al cura Poblete, La Nación, 22 de enero de 2021. Disponible en: https://www.lanacion.cl/compania-de-jesus-y-la-u-de-chile-retiran-premio-bicentenario-al-cura-poblete/
    https://www.lanacion.cl/compania-de-jesu...
    ).
  • 12
    Cabe notar que a través de estas redes transnacionales de cooperación sociorreligiosa llegaron a la región algunos jóvenes intelectuales europeos que pronto se convertirían en conspicuas referencias del pensamiento crítico latinoamericano, como Norbert Lechner y Franz Hinkelammert. Nos interesa señalar esta circunstancia porque expresa la complejidad de la trama de la cooperación académica en términos de orientaciones ideológicas.
  • 13

Referencias

  • 1
    ACTA SOCIOLÓGICA. La voz de las mujeres en la sociología clásica Ciudad de México: UNAM, n. 81, 2020. https://doi.org/10.22201/fcpys.24484938e.2020.81
    » https://doi.org/10.22201/fcpys.24484938e.2020.81
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Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    20 Feb 2023
  • Fecha del número
    Sep-Dec 2022

Histórico

  • Recibido
    28 Jun 2022
  • Acepto
    11 Nov 2022
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