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XV Conferencia Nacional de Salud: ¿qué celebrar y qué criticar?

La XV Conferencia Nacional de Salud (CNS) tuvo lugar como un impresionante ritual de democracia participativa. Un festejo, una movilización política y un espacio de gestión. Todo el mismo tiempo y todo mezclado. Millares de delegados discutiendo y deliberando sobre procedimientos reglamentarios y sobre diferentes aspectos de la política de la salud. Además, la Conferencia Nacional fue la síntesis de un proceso capilar y organizado en red, que involucró a más de un millón de personas en encuentros regionales, sectoriales, conferencias libres y también municipales y estatales.

El ejercicio concreto de método de gestión en busca de la democracia directa. Un esfuerzo consistente de superación de las limitaciones y de los vicios del funcionamiento tradicional del Estado moderno y, por lo tanto, de la gestión burocratizada o privatizada de políticas públicas. Una apuesta elevada a una reforma radical de la gestión pública por medio de la invasión del Estado por la sociedad civil.

De hecho, este nuestro ensayo de democracia directa, cariñosamente denominada ‘control social’ (control del Estado por la sociedad, ¡y no viceversa!), viene abriendo un espacio importante para que ‘usuarios’ y trabajadores de la salud compartan, en cierta medida, el poder en la conducción del Sistema Único de Salud (SUS). En esta oportunidad, por primera vez, tuvimos como presidente del Consejo y de la Conferencia una mujer y además una representante de los usuarios: Maria do Socorro de Souza.

No obstante, se observa que este desempeño innovador de democracia popular no garantiza, automáticamente, efectividad política a esta forma de ejercicio de poder. Las resoluciones de diferentes conferencias no han orientado la planificación ni la gestión del SUS. La cronicidad de la financiación insuficiente ha obligado a las CNSs a repetirse; los reclamos de la XV, en gran medida, reeditan los de la XIV, que a su vez … Nuevamente, la mayoría de los delegados rechazó la tendencia a la mercantilización y privatización de la gestión y de la prestación de servicios en el SUS, puesto que laceran la esencia del derecho a la salud, y destruyen, en la práctica, la equidad y la integralidad. Otra vez, se denunciaron las antipolíticas del personal del SUS. Se criticó la gestión del sistema, su fragmentación, las escasas inversiones, la negligencia para con las necesidades de la salud y de los usuarios. Otra vez, una vez más.

Sin embargo, nada asegura que los gestores acatarán estas directrices y deliberaciones colectivas. Y, todavía más grave, no parece que las resoluciones de la XV CNS anidarán en los corazones y las mentes de la sociedad. ¿Quién recuerda el documento final de la XIV CNS? ¿Quién lo leyó? ¿Quién sabrá de la indignación y los caminos señalados para defensa del SUS y del derecho a la salud durante la XV?

La fuerza de la gestión participativa depende de su conexión con movimientos sociales y con la opinión pública. Y vivimos un tiempo de debilitamiento de todas las formas de representación popular. La vitalidad de los consejos y de las conferencias depende de una reinvención radical de la política. Depende de la amplia reconstrucción de los partidos, de los propios movimientos sociales y principalmente, del discurso y de los valores de la hasta ahora genéricamente denominada ‘izquierda’.

La XV CNS tuvo lugar en un contexto político, social y económico inestable. Días antes de la fecha estipulada no había certidumbre sobre la realización efectiva del evento. Durante la conferencia, el presidente de la Cámara de Diputados autorizó la apertura del proceso de impedimento de la presidente de la República. El cerco conservador y antipopular obligó a los delegados a una reacción, ampliamente mayoritaria, de defensa del régimen democrático, con un pronunciamiento contra el golpe de Estado disfrazado de impeachment. La presencia de la presidente Dilma Rousseff, el último día, enardeció el plenario, que la apoyó a pesar de diferentes restricciones y críticas contra aspectos de su política económica, social e incluso de salud aprobadas durante los trabajos.

Una advertencia: a pesar de la debilidad política y de los desaciertos de nuestra experiencia de gestión democrática, no autorizo a los conservadores y oportunistas a aprovecharse de esas fallas para sugerir el fin del control social y de la participación popular. Defiendo lo contrario: procuro reconocer los problemas y criticarlos con el objetivo de superarlos en favor del fortalecimiento de la democracia directa.

A pesar de todas las carencias de la democracia, de lo que se trata es siempre de perfeccionarla, ampliarla, profundizarla y no sustituirla por dictaduras.

Gastão Wagner de Sousa Campos
Profesor titular de Salud Colectiva de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad Estadual de Campinas y presidente de la Asociación Brasileña de Salud Colectiva (Abrasco).

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    Jan-Apr 2016
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