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ESCRITAS EPISTOLARES E HISTÓRIA DA CULTURA ESCRITA NA SUA RELAÇÃO COM A HISTÓRIA DA EDUCAÇÃO: UMA ENTREVISTA COM VERÓNICA SIERRA BLAS

EPISTOLARY WRITINGS AND HISTORY OF WRITTEN CULTURE IN ITS RELATION WITH THE HISTORY OF EDUCATION: AN INTERVIEW WITH VERÓNICA SIERRA BLAS

Apresentação

Desde 2014 a Revista História da Educação tem publicado entrevistas com pesquisadores internacionais cujas temáticas de investigação relacionam-se ao seu escopo. Esse número contempla uma entrevista com Verónica Sierra Blas. Verónica é Doutora em História e professora de História da Cultura Escrita na Faculdade de Filosofia e Literatura da Universidade de Alcalá, na qual coordena o Seminário Interdisciplinar sobre Estudos em Cultura Escrita (Siece) e o Grupo de Pesquisa LEA (Leitura, Escrita, Alfabetização). Sua principal linha de investigação é o estudo de testemunhos escritos de natureza pessoal, especialmente cartas, produzidas por pessoas anônimas durante a Guerra Civil e o Franquismo. Foi professora convidada em diferentes universidades espanholas e estrangeiras e publicou mais de 150 artigos, alguns deles traduzidos em várias línguas, em livros coletivos e revistas especializadas em História, História Cultural, Literatura, Crítica Literária, Antropologia, Linguística e História de Educação. Ela foi coordenadora-redatora da revista Cultura Escrita & Sociedad, coordenou e dirigiu inúmeras obras coletivas e é autora do livro Aprender a escribir cartas. Los manuales epistolares en la España contemporánea (1927-1945) (TREA, 2003); Palabras huérfanas. Los niños y la Guerra Civil (TAURUS, 2009, traduzido para o francês pela Presses Universitaires de Rennes). Sua última obra é Cartas presas. La correspondencia carcelaria durante la Guerra Civil y el Franquismo (MARCIAL PONS, 2016). Atualmente é coordenadora científica da Rede de Arquivos e Pesquisadores de Escrita Popular na Espanha (Redaiep), curadora da exposição itinerante entre Espanha e Rússia: Recuperando a história dos Filhos da Guerra (Ministério da Presidência), é a responsável científica da Fundação Antonio Machado de Collioure, na qual dirige, desde de 2010, o projeto Palabras en el tiempo. No rol de suas pesquisas cuja centralidade vincula-se ao testemunho escrito de natureza pessoal, vislumbram-se a historiografia da educação. Nas suas palavras: “A História Social da Cultura Escrita e a História da Educação sempre estiveram de mãos dadas”.

1. Quais temas de pesquisa inicialmente tiveram a tua atenção? Quais estudiosos influenciaram tua formação historiográfica?

Al iniciar mis estudios de Doctorado en el año 2000, la Historia Social de la Cultura Escrita era ya una disciplina consolidada a nivel internacional en el seno de la cual empezaban a cobrar fuerza los estudios sobre las escrituras personales y populares. Dado que, en la Universidad de Alcalá, en aquellos momentos, el profesor Antonio Castillo Gómez estaba trabajando con la escritura epistolar popular, cuando me incorporé a su equipo decidí seguir su línea. Así, mis primeros trabajos se centraron en la teoría y el discurso epistolares, o dicho de otro modo, en los manuales de correspondencia, y a partir de ahí, trabajé sobre la práctica, intentando determinar los usos, funciones y significados que las personas corrientes hicieron de las cartas o les dieron a las cartas, siempre contextualizando mis trabajos en la España contemporánea, especialmente en el período convulso que va desde el estallido de la Guerra Civil hasta el final de la dictadura franquista. Fueron tres los colectivos que llamaron desde el principio mi atención: los soldados, los presos y los niños, y estos tres colectivos siguen siendo a día de hoy los protagonistas principales de mis trabajos.

Al igual que mi maestro, el profesor Antonio Castillo Gómez, mis principales referentes han sido siempre Armando Petrucci y Roger Chartier. El primero por ser el fundador de la New Paleography o de la renovación paleográfica, que dio lugar a la llamada Historia Social de la escritura. Gracias a sus trabajos, fue posible entender cómo la escritura no es un ente abstracto o un mero soporte, sino que tras cada producto escrito hay detrás una sociedad que lo produce, emplea y conserva. Por su parte, Roger Chartier es uno de los principales exponentes de la Historia Cultural, y sin sus aportaciones la Historia del libro, de la lectura y de la edición no serían lo que hoy son. Leer tiene también una historia, y esa historia la determinan, desde luego, las formas del libro, pero es una historia que construyen principalmente los lectores y el resto de agentes que intervienen en la vida (y la muerte) del texto (sea o no un libro): desde que éste se idea en la mente del autor hasta que acaba formando parte de una biblioteca o, si la suerte le es contraria, pasto de las llamas o del olvido. Teniendo en cuenta que la Historia Social de la Cultura Escrita nace, precisamente, del cruce entre la Historia Social de la escritura y la Historia del libro, de la lectura y de la edición, Petrucci y Chartier son, sin duda, los principales maestros de quienes nos dedicamos a construir la historia desde esta perspectiva.

Junto a estos dos grandes maestros, he tenido la oportunidad de conocer y trabajar con muchas otras personas cuyos trabajos han sido claves para que la Historia Social de la Cultura Escrita siga avanzando y evolucionando. La Historia Social de la Cultura Escrita nace con un interés inter y multidisciplinar: quienes a ella nos hemos consagrado sabemos que son muchos los saberes que se ponen en juego cuando de lo que se trata es de entender cómo las personas han hecho uso y han entendido la escritura y la lectura a lo largo del tiempo. Por eso, todo historiador de la cultura escrita ha de beber en otras disciplinas afines y complementarias, como pueden ser, o al menos en mi caso lo son, la Historia de la Educación, la Literatura, la Lingüística, la Antropología, etc. Y es por ello por lo que especialistas de la talla de Francisco M. Gimeno Blay, Attilio Bartoli, Antonio Gibelli, Béatrice Fraenkel, Philippe Artières, Agustín Escolano, Martyn Lyons, Pierre Bourdieu, Antonio Viñao Frago, Elsie Rockwell, Anne Marie Chartier, Emilia Ferreiro, Anthony Grafton, Robert Darnton, Carlo Ginzburg, Josefina Cuesta, Alicia Alted, Arlette Farge, y un largo etcétera, porque necesitaría muchas páginas para citarlos a todos, han resultado también claves en mi formación y en mi trayectoria como investigadora.

2. Como foi teu encontro e teu interesse com relação à História da Cultura Escrita?

Durante el último año de mi carrera de Humanidades en la Universidad de Alcalá tuve la suerte de encontrarme en mi camino al profesor Antonio Castillo Gómez. Él fue quien me descubrió la Historia Social de la Cultura Escrita en sus clases, a las que asistía de oyente, pues ya tenía todos los créditos de la carrera superados. Recuerdo que en la primera tutoría que tuve con él para poder trazar los planes de lo que sería mi Doctorado en Historia, una vez que me concedieron mi primera beca de investigación, me mandó leer Alfabetismo, escritura, sociedad de Armando Petrucci, una recopilación de varios de sus principales trabajos que hizo la editorial Gedisa en los años 90 y que era lo único suyo que en ese momento estaba traducido al español. Ése libro fue mi primer contacto con la Historia Social de la Cultura Escrita. Y es un libro que desde entonces no he dejado de revisitar, porque para mí es una de mis obras de cabecera, además de un verdadero manifiesto de lo que es, lo que quiere ser y lo que debe ser la Historia Social de la Cultura Escrita.

3. Em um balanço de tua trajetória de pesquisa, que contribuições destacarias?

No es fácil hablar de uno mismo, y probablemente esta pregunta la respondería mucho mejor otra persona que yo, pero si tuviera que destacar algunas de mis contribuciones, la primera sería, sin duda, mi trabajo sobre los manuales de correspondencia en la Edad Contemporánea. En el año 2003, cuando publiqué en la editorial Trea Aprender a escribir cartas. Los manuales epistolares en la España Contemporánea (1927-1945), obra fruto de mi Tesina, con la que obtuve el Premio Extraordinario de Licenciatura, los manuales de correspondencia contemporáneos, con la excepción de las aportaciones de Cécile Dauphin en Francia, Luisa Tasca en Italia y Nigel Hall en el Reino Unido, no se habían estudiado más que en el marco de las épocas Medieval y Moderna, y desde luego no se habían ligado a la escuela, es decir, todavía, y salvo alguna reflexión de Agustín Escolano y de Antonio Viñao, no se había puesto de manifiesto cómo estos libros se convirtieron, con la llegada de la escuela gratuita, pública y obligatoria a mediados del siglo XIX, en libros de texto esenciales para el aprendizaje de la escritura y de la lectura, así como para trabajar otras muchas disciplinas y competencias. El primer trabajo monográfico que publiqué sobre este tema apareció en las páginas de la revista brasileña História da Educação en 2004 (8/16): As cartas e a escola. Manuais de correspondência escolar en Espanha.

Mi interés por los manuales epistolares escolares me llevó después a hacer de las escrituras infantiles, y más en concreto, de las cartas de los niños, uno de mis principales centros de atención, como bien se refleja, por ejemplo, en mi contribución en el dossier monográfico The Written Memory of Childhood, que coordiné junto a Juri Meda y Antonio Castillo Gómez en 2012 en la revista History of Education & Children´s Literature (VII/1), En busca del “eslabón perdido”. Algunas reflexiones sobre las escrituras infantiles, o en el artículo Autobiografías en miniatura. Apuntes y reflexiones sobre la correspondencia infantil, aparecido más recientemente, en 2015, en la revista Tempo & Argumento (7/15).

Tanto fue así, tanto se convirtieron las escrituras infantiles en mi centro de atención, que éstas fueron el objeto de mi Tesis Doctoral, publicada en 2009 por Taurus bajo el título de Palabras huérfanas. Los niños y la Guerra Civil, con la que obtuve el Premio Extraordinario de Doctorado y que en 2016 ha sido traducida al francés por las Presses Universitaires de Rennes (Paroles orphelines. Les enfants et la Guerre d´Espagne). En este libro analicé las cartas que los niños españoles que fueron evacuados a distintos países extranjeros que decidieron de este modo mostrar su ayuda a la República (aunque me detengo sobre todo en el caso de la URSS) enviaron a sus familias, con el fin de demostrar cómo los niños no son víctimas pasivas de las guerras, sino actores, testigos y narradores de las mismas. Si para la Historia de la infancia visibilizar y convertir a los niños en sujetos históricos es el objetivo principal, para quienes desde la Historia Social de la Cultura Escrita trabajamos con las producciones escritas infantiles esto es sólo posible si priorizamos a éstas en la construcción histórica, si de verdad damos voz a los niños, y eso es, precisamente, lo que yo trato de hacer en mis trabajos sobre las escrituras infantiles.

Han sido muchos los artículos y capítulos de libros que he publicado sobre la escritura, la infancia y la guerra, pero quizás los que mayor difusión han tenido han sido los que han aparecido en francés en Ginebra y en inglés en el Reino Unido: “Espagne que nous avons perdue, ne nous perds pas”. L´histoire de l´exil écrite par les “Niños de Rusia” (en Rose Duroux y Catherine Milkovitch-Rioux (Dirs.): Enfances en guerre. Témoignages d’enfants sur la guerre, Georg Éditeur, 2013) y Educating the Communists of the Future. Notes on the Educational Life of the Spanish Children Evacuated to the USSR during the Spanish Civil War (en María del Mar del Pozo Andrés y Eulàlia Collelldemont (Coords.): Children, Education and Politics in Everyday Life: Children, Education and Politics at a Time of Conflict - the Spanish Civil War (1936-1939), dossier monográfico, Paedagogica Historica. International Journal of History of Education, 51/4, 2015).

Al margen de la correspondencia infantil, y por seguir en el terreno de las prácticas epistolares, creo que merece la pena destacar también la atención que le he prestado a la carta en el marco de los llamados fenómenos de movilización masiva, como son las emigraciones y exilios, las guerras, las represiones sistemáticas que tienen lugar durante los regímenes totalitarios, etc. Fueron Antonio Gibelli, Quinto Antonelli y Fabio Caffarena quienes advirtieron sobre la multiplicación que de la necesidad de escribir y leer generan acontecimientos históricos de este tipo en las personas corrientes, de ahí que dichos fenómenos constituyan un laboratorio excepcional para los historiadores que pretendemos contar la “historia desde abajo”.

Un artículo que fue clave en este sentido fue Escribir en campaña. Cartas de soldados desde el frente, publicado en la revista Cultura Escrita & Sociedad en su número del año 2004, ya que, por primera vez, al menos en el caso de un conflicto bélico español (la Guerra Civil), pues había ya numerosas aportaciones para el caso francés, inglés, americano o italiano en relación a las dos guerras mundiales, un historiador se interesaba por las cartas de los soldados y empleaba éstas para contar la guerra desde la experiencia y vivencia de la gente común. También resultó determinante la primera aproximación que realicé a las escrituras de la emigración, Puentes de papel. Apuntes sobre las escrituras de la emigración (Horizontes Antropológicos, 10/22, 2004), donde traté de demostrar, en la línea abierta por los sociólogos de la Escuela de Chicago William Thomas y Florian Znaniecki con su famosísima obra The Polish Peasant in Europe and America (1918-1920), cómo era posible encontrar mucha más información sobre las verdaderas causas y consecuencias de la emigración, y sobre el funcionamiento de las cadenas migratorias, además de sobre la vida cotidiana de los emigrantes, en sus cartas familiares que en los documentos de archivo “oficiales”.

Sin embargo, y aunque tanto mis trabajos sobre las cartas de soldados como los que se centraron en las cartas de emigrantes tuvieron un cierto impacto en el ámbito de los estudios sobre la cultura escrita contemporánea, creo que han sido mis aportaciones sobre la correspondencia carcelaria las que más huella están dejando. En Cartas presas. La correspondencia carcelaria en la Guerra Civil y el Franquismo, que ha publicado en 2016 Marcial Pons en su colección de Historia, culmino el camino recorrido durante muchos años en lo que al estudio de las cartas escritas desde o enviadas a prisión se refiere. Dado que una de las preguntas que compone la presente entrevista versa específicamente sobre este libro, más adelante me detendré en el mismo de un modo más concreto, para así no repetir la información.

Actualmente estoy trabajando con las cartas y mensajes que los lectores y admiradores de Antonio Machado, uno de los escritores españoles más universales, le envían a su tumba, en la que hay anexo un buzón, con el fin de homenajearle, pedirle favores o milagros o simplemente darle las gracias por su vida y por su obra. Antonio Machado murió en febrero de 1939 en Collioure, un pequeño pueblo pesquero del Suroeste francés al que muchos exiliados republicanos españoles como él llegaron en busca de refugio tras la victoria franquista. Desde entonces y hasta hoy, su tumba se ha convertido en un lugar de peregrinación, en una especie de altar laico donde nunca faltan las flores, las ofrendas y la escritura. Gracias a un proyecto de investigación que desde el Seminario Interdisciplinar de Estudios sobre Cultura Escrita (Siece) y el Grupo LEA (Lectura, Escritura, Alfabetización) de la Universidad de Alcalá iniciamos en 2010 con la Fundación Antonio Machado de Collioure, ha sido posible recuperar y catalogar buena parte de esta documentación tan original y extraordinaria, y ha llegado ahora el momento, tras muchos años de preparación del terreno, de estudiarla y darle salida. Un avance de este trabajo puede verse en La boîte aux lettres d´Antonio Machado (en Bruno Bertherat (Dir.): Les sources du funéraire en France à l´époque contemporaine, Editions Universitaires d´Avignon, 2015), así como en Palabras en el tiempo: el archivo vivo de Antonio Machado en Collioure (en Antonio Machado, el exilio, Ayuntamiento de Segovia y Fundación Antonio Machado de Segovia, 2016).

4. Durante as últimas décadas, as pesquisas, sob o ponto de vista historiográfico, têm sido submetidas a uma significativa mudança de paradigma. Como essas mudanças se refletiram em teus caminhos e investigação?

Si algo nos enseñó el “giro historiográfico” de los años 60 y 70, en cuyo seno nació, entre otras muchas líneas y corrientes historiográficas más que consolidadas en nuestros días, la Historia Social de la Cultura Escrita, es que los especialistas en las Ciencias Sociales y Humanas no podemos dejar de buscar nuevos caminos, porque ésa es la única manera de cumplir con nuestra misión: seguir aportando luz y conocimiento al mundo para saber de dónde venimos, entender dónde estamos y prever hacia dónde nos dirigimos.

Plantear nuevas preguntas, replantear respuestas ya dadas, desmontar teorías, buscar nuevas fuentes y objetos de estudio o emplearlos de un modo distinto al habitual, visibilizar nuevas problemáticas, convertir en protagonistas de nuestras investigaciones a nuevos sujetos y grupos sociales, poner en práctica nuevas metodologías de investigación, corregir errores, ofrecer contrapuntos, establecer rupturas, proponer continuidades, volver a lo que ya sabemos desde otro ángulo… Todo ello es lo que da sentido a nuestro trabajo y lo que nos hace ser útiles. Y lógicamente cada cambio de paradigma nos afecta a todos, cambia nuestros modos de pensar y de hacer. Y gracias a ello crecemos.

En mi caso, por ejemplo, el que se haya superado que los ego-documentos o documentos personales no son una fuente fiable y lícita; el que se haya demostrado que lo que los niños han dejado por escrito tiene la suficiente dignidad como para convertirse en fuente histórica; el que se haya impuesto como necesaria e imprescindible una mirada de género a todo lo que nos rodea; el que se haya señalado que resulta conveniente realizar enfoques transnacionales para ir más allá de la realidad más cercana y encontrar conexiones con quienes hacen lo mismo que hacemos nosotros en otro lugar; o el que se haya indicado la importancia y la conveniencia de considerar que las emociones también son parte de la historia; son cambios que han influenciado enormemente mis trabajos y que han contribuido a enriquecerlos desde todos los puntos de vista.

5. Em termos mais gerais, no contexto atual, como tu avalias o desenvolvimento das pesquisas que tem como foco a História da Cultura Escrita de modo específico e, de forma mais ampla, a História da Educação?

La Historia Social de la Cultura Escrita y la Historia de la Educación han ido siempre de la mano. De hecho, si pensamos en los orígenes de la Historia Social de la Cultura Escrita es fácil comprobar cómo los estudios sobre alfabetización, a pesar de que éstos eran todavía realizados desde un enfoque bastante clásico, resultaron claves a la hora de conformarse ésta como disciplina. Por eso, la evolución de ambas líneas, bajo mi punto de vista, ha ido evolucionando también de manera bastante paralela. Creo que en ambos casos se ha ido pasando de un enfoque más generalista a otro más individualizado, en el que los objetos de estudio están muy claramente definidos, aunque no por ello se descontextualizan de su espacio ni de su tiempo, como lo están también los métodos de trabajo, que cada vez requieren de una mayor interdisciplinariedad y de una visión más amplia, más integradora.

6. Falando em História da Cultura Escrita, gostaria que tu comentasses a respeito da pesquisa que resultou no teu livro Cartas presas. La correspondência carcelaria em la Guerra Civil y el Franquismo .

La primera vez que me aproximé a la correspondencia carcelaria fue en 2003. Mientras buscaba documentación para mi Tesis Doctoral en el Centro Documental de la Memoria Histórica de Salamanca (entonces era aún el Archivo General de la Guerra Civil española), me encontré el fondo de una de las prisiones más importantes de la España contemporánea, la de El Dueso, en Santoña, Santander. Consulté todos los expedientes administrativos de los presos y hallé en ellos, para mi sorpresa, cientos de cartas que éstos dirigieron a sus familias en los primeros años de la guerra; cartas que estaban allí porque fueron interceptadas por los censores antes de que llegaran a manos de sus destinatarios. Algunas, incluso, estaban acompañadas de breves informes en los cuales los censores daban cuenta de cómo habían encontrado la carta (escondida entre la ropa o en algún objeto, por lo general) o por qué no la habían entregado a la familia (en su mayoría por no cumplir con alguna de las normas de la censura postal carcelaria).

Con este conjunto de cartas escribí “Al otro lado de las rejas”. Correspondencia de los presos del Centro Penitenciario de El Dueso (Santander, 1936) (Antonio Castillo Gómez y Feliciano Montero García (Coords.): Franquismo y memoria popular. Escrituras, voces y representaciones (Siete Mares). Este fue el primero de una serie de artículos sobre la correspondencia carcelaria que, con el paso de los años, acabaron convirtiendo esta línea en una de mis principales líneas de investigación. Fruto de todos esos años de búsqueda y análisis, más de 15, en la primavera de 2016 vio la luz Cartas presas. La correspondencia carcelaria en la Guerra Civil y el Franquismo (Marcial Pons).

En este libro parto de la teoría foucaultiana del panóptico gráfico: presento a la escritura como una necesidad primaria tanto para los vigilantes como para los vigilados, y explico cómo ello, aunque cada cual la emplee y entienda de modo distinto (los vigilantes para administrar, someter, reeducar y castigar; los vigilados para resistir y sobrevivir), nos permite entender la prisión como un universo de escrituras cuyo estudio da como resultado la posibilidad de abrir los cerrojos de los establecimientos penitenciarios y presenciar de modo directo la realidad que éstos encierran y cómo esa realidad afectó a quienes forzosamente los habitaron y padecieron: los presos.

Tras un primer acercamiento general a las escrituras carcelarias, que me ayuda a demostrar cómo las cartas no fueron documentos aislados, sino que convivieron con otros muchos documentos pensados, producidos, difundidos y conservados entre rejas y alambradas, me detengo en las tres tipologías epistolares que mejor nos permiten conocer las prisiones de la Guerra Civil y del Franquismo de puertas adentro y desde distintas perspectivas: las cartas familiares, las cartas de súplica dirigidas a las autoridades y las llamadas cartas en capilla, las últimas cartas escritas por los condenados a muerte antes de ser ejecutados.

En total, trabajo con una muestra de 1.500 cartas fechadas entre 1936 y 1975, si bien el grueso de la documentación se sitúa en los “años de plomo” de la dictadura de Franco, entre 1939 y 1945. Un buen porcentaje de ellas procede de archivos públicos, como el ya citado Centro Documental de la Memoria Histórica, el Archivo Histórico Nacional o los Archivos Históricos Militares. Otras cartas se conservan en archivos de fundaciones y asociaciones, en su mayoría de carácter político-sindical, que abarcan las ideologías más dispares: desde el archivo de la Fundación Francisco Franco, por ejemplo, hasta el archivo del Partido Comunista de España. Y muchas son correspondencias particulares, que o bien han sido guardadas como parte del legado familiar o bien han sido donadas a los archivos de la escritura y de la memoria popular, permitiéndome en uno y en otro caso las familias acceder a ellas para emplearlas en mi investigación. No faltan tampoco cartas reproducidas a modo de facsímiles en álbumes o libros homenaje publicados en su día por las asociaciones pro-presos o por los familiares y amigos de las víctimas; cartas cuyos originales se perdieron por causas diversas, pero que gracias a que fueron publicadas en estos libros he podido tenerlas también en cuenta.

7. Na tua avaliação, qual ou quais foram as contribuições dessa investigação e, consequentemente, da publicação do livro para o desenvolvimento das pesquisas relacionadas com a escrita epistolar como documento histórico?

Hasta la publicación de Cartas presas, y a pesar de que en el marco de la historiografía española es mucho lo que se ha publicado sobre la represión franquista, siendo el mundo carcelario-concentracionario uno de los aspectos a los que los historiadores más han atendido, no había ningún libro en el que la escritura fuera realmente protagonista. En algunos trabajos se hace mención a la correspondencia, o a los diarios, o a la poesía, o a los dibujos, por ejemplo, pero estos documentos son fuentes que sirven para ilustrar o demostrar o completar otras informaciones, no son fuentes en sí mismas como sí lo son en Cartas presas, y creo que este hecho es lo que hace que sea un libro novedoso, distinto y original.

La historia de los presos que Cartas presas nos cuenta es una historia de carne y hueso, una historia en la que lo que importan son sus palabras y lo que esas palabras son capaces de transmitirnos acerca de la vida carcelaria, de sus necesidades, de sus pensamientos, de sus deseos, de sus anhelos, de sus sentimientos y de sus acciones. Si algo demuestran las cartas es que la prisión no fue un momento de parálisis vital para los presos, que éstos no se dejaron someter ni domesticar y que lucharon contra el confinamiento y la represión con los medios que tuvieron a su alcance, siendo la escritura una de sus armas principales. Las prisiones fueron espacios de construcción biográfica, y las cartas de los presos son la demostración de cómo escribir fue clave para resistir y mantener la identidad en medio de la desposesión más absoluta y frente a los continuos intentos de transformación del régimen franquista.

Cartas presas no es una obra aislada o que podamos valorar de forma independiente. Cartas presas es un libro que nace en el seno de un grupo de investigación que lleva años dedicado al estudio de la correspondencia, como es el Siece/LEA, y cuyo director, el profesor Antonio Castillo Gómez, es considerado uno de los principales especialistas en la materia y uno de los introductores de esta línea de trabajo en España. Creo que el que hoy la carta sea para el historiador español una fuente que no puede dejarse de lado en cualquier estudio en el que se quiera tener en cuenta una dimensión algo más íntima y menos manida de la historia es, en buena medida, resultado del trabajo de nuestro grupo, y que la evolución en el modo en el que se estudian y conciben las cartas puede verse muy bien al contrastar las numerosas obras colectivas sobre el tema que hemos producido en los últimos 12 años: desde que Antonio Castillo Gómez y Carlos Sáez dirigieron en 2002 La correspondencia en la historia. Modelos y prácticas de la escritura epistolar (Calambur) y hasta los dos volúmenes que hemos dirigido Antonio Castillo Gómez y yo en 2014, Cinco siglos de cartas. Historia y prácticas epistolares en las Épocas Moderna y Contemporánea (Servicio de Publicaciones de la Universidad de Huelva) y Cartas-Lettres-Lettere. Discursos, prácticas y representaciones epistolares en la Europa románica (Universidad de Alcalá), el camino recorrido es el mejor reflejo que puede existir sobre cómo empezó el estudio de las cartas en el seno de la Historia Social de la Cultura Escrita y cuáles han sido las derivas que el mismo ha ido tomando tanto en el caso español como en el ámbito internacional.

8. Ao finalizar, qual sua opinião sobre os destinos da História da Educação: para onde vai essa disciplina? O que poderia ser a agenda para próxima década? Quais perspectivas de pesquisa e que fontes poderiam estar sujeitas a uma maior exploração? Como enfrentar os desafios colocados pela crescente internacionalização do processo de pesquisa?

No sé si soy la más indicada para señalar cuáles son los caminos que recorrerá en el futuro la Historia de la Educación, pero sí me atrevo a señalar, al menos en lo que respecta a su relación con la cultura escrita, que una de las líneas que más desarrollo puede tener es la que tiene que ver con la conservación y uso del patrimonio escolar. Tampoco debemos desdeñar la puerta que han abierto los estudios que proponen la lectura del aula como un escenario teatral, en el que poco a poco se va identificando el rol que en el mismo juegan todos y cada uno de los sujetos y objetos que conviven en ese espacio canónico de la escuela, que es al mismo tiempo un espacio en el que la diferencia entre los géneros se hace evidente en todas y cada una de sus dimensiones. Interesante creo que es también indagar en todo lo que tiene que ver con las emociones: cómo la escuela entiende la emoción, cómo la disciplina, cómo la enseña, cómo la castiga, etc. Sin duda, son muchas las líneas que ahora mismo hay abiertas, pero estas que señalo me parecen especialmente interesantes. En el caso de Brasil, además, muchas de ellas han empezado a desarrollarse por Maria Teresa Santos Cunha, Maria Helena Camara Bastos y Ana Chrystina Venancio Mignot, quienes constituyen para mí los máximos exponentes en este país de esa relación entre los estudios de Historia Social de la Cultura Escrita y de Historia de la Educación.

Si hablamos de fuentes, cada vez se está trabajando más y mejor la combinación entre las fuentes oficiales (producidas por los propios centros escolares y por las autoridades competentes) y las personales, y ello está dando muy buenos resultados, pero creo que es mayor el espacio que se les debe dar, por ejemplo, a las escrituras escolares en general (con la excepción de los cuadernos escolares, que han sido ampliamente atendidos, y de la prensa escolar, que ha gozado también de un lugar privilegiado en los últimos años) y a las autobiografías de los maestros (sean escritas u orales); al igual que no nos debemos olvidar de la luz que pueden aportar otros materiales escolares que hasta el momento no han sido suficientemente tenidos en cuenta, como los catálogos editoriales, los carteles y láminas pedagógicos, o las fotografías escolares.

Que vivamos en un mundo cada vez más globalizado, aunque hace que trabajar sea más difícil en muchos sentidos, tiene las ventajas de que podemos encontrarnos fácilmente con personas que en otros lugares están desarrollando trabajos similares o complementarios a los nuestros y de que resulta más sencillo y rápido transferir el conocimiento que generamos. Es imprescindible que trabajemos en común, que formemos equipos transdisciplinares y transnacionales. Saber si lo que ocurre en nuestro espacio y geografía es único o si, por el contrario, es algo habitual en otros lugares y tiempos, es la clave para producir un saber que sea útil para todos, en el que todos nos sintamos representados y reconocidos y que nos permita avanzar sin miedo y con paso firme hacia el futuro, adaptándonos además a las nuevas formas en que se está ya generando y difundiendo el saber desde hace tiempo, que es otro de los grandes retos, desde luego, a los que nos enfrentamos.

Datas de Publicação

  • Publicação nesta coleção
    Sep-Dec 2017

Histórico

  • Recebido
    01 Ago 2017
  • Aceito
    25 Ago 2017
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