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Perder el norte: Nancy Huston y el imaginario de las lenguas

Losing north: Nancy Huston and the imaginary of languages

Resumen

Nancy Huston “entró” en la literatura mediante un cambio de lengua: escribir en francés, y abandonar por un momento su inglés nativo, marcó el comienzo de su escritura y más tarde la condujo a interrogarse sobre su propia identidad. ¿Por qué dejar atrás su “lengua materna”? ¿Se puede abandonar para siempre una lengua, el lugar de origen y reinventarse en otro lugar? El presente trabajo se propone avanzar con estas preguntas a partir de su libro Nord perdu en el que la autora se detiene en los recuerdos de la infancia en Canadá y en Alemania, y en su percepción de extranjera en Francia. Tal vez la respuesta a aquellas preguntas se encuentre en la blancura de la nieve, paisaje de su infancia en el que murmuran las lenguas de Huston.

Palabras clave:
Nancy Huston; lengua materna; memoria; infancia; extranjero

Abstract

Nancy Huston “entered” literature through a change of language: writing in French, and abandoning for a moment her native English, marked the beginning of her writing and later led her to question her own identity. Why leave behind her “mother tongue”? Is it possible to abandon a language, one’s place of origin, forever and reinvent oneself elsewhere? The present work seeks to explore these questions based on Huston’s book Nord perdu (Losing North: Musings on Land, Tongue and Self) in which the author dwells on her childhood memories in Canada and Germany and on her perception of herself as a foreigner in France. Perhaps the answer to these questions can be found in the whiteness of the snow, the landscape of her childhood in which Huston's languages murmur.

Keywords:
Nancy Huston; mother tongue; memory; childhood; foreign

Resumo

Nancy Huston “entrou” na literatura através de uma mudança de idioma: escrever em francês, e abandonar por um momento seu inglês nativo, marcou o início de sua escrita e mais tarde a levou a questionar sua própria identidade. Por que deixar sua “língua materna” para trás? É possível abandonar para sempre uma língua, o lugar de origem e reinventar-se em outro lugar? O presente trabalho se propõe a explorar estas questões com base em seu livro Nord perdu, no qual a autora se detém sobre suas memórias de infância no Canadá e na Alemanha e sobre a percepção de si mesma como estrangeira na França. Talvez a resposta a estas perguntas possa ser encontrada na brancura da neve, a paisagem de sua infância na qual as línguas de Huston murmuram.

Palavras-chave:
Nancy Huston; língua materna; memória; infância; estrangeiro

Los pequeños oleajes regulares y amplios, que origina una piedra arrojada al agua, fue la imagen con la que Nancy Huston describió la forma de su libro Lignes de faille -Marcas de nacimiento en su traducción al español, al recibir el reconocido Prix Femina por esa novela en el año 2006.1 1 El “Prix Femina” es uno de los grandes premios literarios de Francia y se entrega todos los años. Creado en 1905 por veintidós mujeres de letras, el Prix Femina constituyó en sus inicios la expresión de una minoría, en este caso mujeres, que se opuso a la decisión del jurado del Prix Goncourt, al negarse a otorgar el premio a la escritora Myriam Harry. El Femina, por lo tanto, nació bajo el signo de la lucha por la legitimidad literaria femenina. Es una imagen que evoca la “genealogía de la marca” que atraviesa todo el texto, una marca que se transmite de generación en generación mediante un relato vinculado con la identidad. En Marcas de nacimiento es la voz de cuatro niños, todos ellos de seis años de edad, unidos por un parentesco: en una cronología ascendente, el libro se inicia con la historia del nieto Sol, y continúa con su padre Randall, su abuela Sadie, hasta su bisabuela Kristina. Cada relato está a su vez enmarcado en un contexto bélico; así, en el mismo orden, Irak en el año 2004, Israel en 1982, Vietnam en los años 1960 y Alemania en la Segunda Guerra Mundial. A través de una misma línea, que va enlazando las cuatro historias, Huston explora lo que se conoció como el programa de “germanización” de niños extranjeros que los alemanes pusieron en marcha entre 1940 y 1945, con el fin de suplir las pérdidas ocasionadas por la guerra. Como explica la nota final de Lignes de faille, bajo la orden de Heinrich Himmler, más de doscientos mil niños fueron apropiados en Polonia, Ucrania y en los países bálticos. Aquellos niños en edad escolar eran enviados a centros especiales para recibir una educación aria, mientras que los más pequeños, muchos de ellos bebés, iban a los centros Libensborn (“fuentes de vida”), y más tarde los recibían familias alemanas. De este modo, en el origen de la historia familiar de la novela (esto es: en el relato de la bisabuela Kristina) se descubre una identidad usurpada, la marca ignominiosa que se transmite a través de las generaciones.

Las ondas que se prolongan en el agua sugieren esta transmisión que, a su vez, se enlaza sin duda con la identidad, el desarraigo y la lengua; impulsos de gran parte de la escritura de Nancy Huston, no solo de Lignes de faille, sino también de algunos ensayos, especialmente los libros dedicados a Romain Gary y Samuel Beckett,2 2 Me refiero a los ensayos sobre Romain Gary (Tombeau de Romain Gary, Actes Sud, 1995), escritor que puso en jaque la identidad, multiplicándola, y Samuel Beckett (Limbes / Limbo, Actes Sud, 2000). Por ejemplo, en el libro sobre Gary, la pregunta sobre la identidad del escritor es el motivo principal de la escritura: “Très vite j’ai vu que la question que tu incarnais -dans ta vie, dans ton œuvre, mais aussi et surtout dans la relation entre les deux- était celle de l’identité au sens le plus mathématique du terme, à savoir, être un, coïncider avec soi-même. […]. Tu t’es appliqué à brouiller les pistes, à nous jeter de la poudre aux yeux, à nous entraîner dans une danse vertigineuse d’identités qui fait voler en éclats tous les repères, […]: Romain Gary, existe-t-il vraiment? L’incompréhension dans laquelle tu nous jettes prend peu à peu des allures de philosophie.”(HUSTON, 1995,p. 14-15). o bien de las reflexiones autobiográficas sobre su propio vínculo con la lengua francesa, reunidas en Nord perdu; e incluso del intercambio epistolar que mantuvo con la escritora franco-argelina Leïla Sebbar durante dos años, publicado posteriormente con el título Lettres parisiennes. Histoires d’exil.3 3 Ambas escritoras, junto con otras mujeres, fundaron Histoires d’elles, revista femenina publicada en París durante tres años (1977-1980). Unos años más tarde, en 1983, decidieron trabajar de manera conjunta sobre el exilio, y con este fin comenzaron un intercambio epistolar. El libro es una suerte de “autopsia del exilio”, en el que además de hablar de la vida cotidiana y de recuerdos de la infancia, Huston y Sebbar auscultan la lengua y la escritura. No sorprende, por lo tanto, que esta tríada identidad-lengua-desarraigo sea una preocupación que acecha constantemente su escritura. Comenzar a escribir en francés, y dejar por un momento su inglés nativo, es la marca con la que dio comienzo a su escritura: Huston “entró” en la literatura a través de un cambio de lengua que, a todas luces, la condujo a interrogarse sobre su propia identidad. ¿Por qué dejar atrás su “lengua materna” y volcarse hacia el francés? ¿Algunos sentimientos o experiencias encontrarían una expresión mejor en una lengua que en otra? El presente trabajo se propone justamente avanzar con estas preguntas a partir de una cita del libro Nord perdu:4 4 Traducido por Huston al inglés con el título Losing the North: Musings on Land, Tongue and Self (2002).

Choisir à l’âge adulte, de son propre chef, de façon individuelle pour ne pas dire capricieuse, de quitter son pays et de conduire le reste de son existence dans une culture et une langue jusque-là étrangères, c’est accepter de s’installer à tout jamais dans l’imitation, le faire-semblant, le théâtre. (HUSTON, 1999HUSTON, Nancy. Nord perdu. París: Actes Sud, 1999., p. 30. Subrayado en el original)

Elegir una cultura y una lengua extranjeras, sostiene Huston, es vivir en una imitación perpetua, encontrarse eternamente en un como si, instalarse en un “teatro del exilio” en el que todo rasgo puede delatarnos en cualquier momento como extranjeros (31), desde lo más visible como el aspecto físico, o la manera de vestirse, de hablar y de gesticular, hasta lo más efímero como la risa. Sin embargo, en el teatro del exilio, es la lengua la que posee la carga más importante (31), puesto que hay una necesidad de traducción constante en quienes han vivido en situación de exilio -entendido aquí en sentido literal, esto es como un trayecto vital-, pero también en aquellas personas bilingües; una necesidad que muchas veces, sino todas, no encuentra una total satisfacción. El extranjero entonces sobrevuela entre una lengua y otra, vive en una discrepancia constante, en una suerte de di-sonancia donde ese “teatro del exilio” funciona como una caja sonora. Justamente, Claude Lévi-Strauss, al señalar cómo el “valor fonético heterogéneo” repercute en la posición semántica que tiene una misma palabra en francés y en inglés, ofreció una bella explicación de los matices entre estas dos lenguas por medio de las palabras fromage y cheese, las cuales, si bien quieren decir lo mismo, le sugerían a él cosas distintas:

fromage évoque une certaine lourdeur, une matière onctueuse et peu friable, une saveur épaisse. […]; tandis que cheese, plus léger, frais, un peu aigre et s’escamotant sous la dent […], me fait immédiatement penser au fromage blanc. Le “fromage archétypal” n’est donc pas le même pour moi, selon que je pense en français ou en anglais.(LÉVI-STRAUSS, 1958LEVI-STRAUSS, Claude. Anthropologi estructural. París: Plon, 1958., p. 106-107).

Es decir, la persona bilingüe podría percibir cierta “discordancia” entre dos lenguas, desde el momento en que los fonemas -el “valor fonético” al que apuntaba Lévi-Strauss- de una misma palabra despiertan en ella, en la persona bilingüe, sensaciones distintas. Y esta discordancia instalaría una imposibilidad propia a la traducción, que recuerda la distinción que proponía Antoine Berman entre una traducción literal y una “traducción elegante” (que pretende operar de tal modo que no se perciba la traducción); es decir, traducir de la manera en la que el autor hubiera escrito su texto en la lengua de la traducción. En otras palabras, la traducción elegante es discreta, debe intentar pasar inadvertida y ser olvidada (BERMAN, 1985BERMAN, Antoine, “La traduction et la lettre ou l’auberge du lointain”.En: Les tours de Babel. Francia: T.E.R, 1985., p. 52-53).5 5 En su reflexión sobre la ética del acto de traducción, Berman señalaba el imperativo de recibir al Extranjero como Extranjero, esto es no adaptar o “naturalizar” el texto Extranjero. La mala traducción o traducción elegante escondería, por lo tanto, un etnocentrismo, una apropiación del otro, esto es, del (texto) extranjero. En Nancy Huston, esta “imposibilidad” corresponde tal vez al orden de los sentimientos, a algunas experiencias que solo su primera lengua, el inglés, le permite evocar. En todo caso, el cambio de lengua sin duda afectó la percepción de su propia identidad -que caracteriza, recordemos, aquello que es permanente y, a su vez, único en el tiempo y el espacio.

La identidad está siempre asociada a una relación con la lengua, uno piensa y vive en una lengua. Huston es sensible a esta cuestión, tal como las breves reflexiones de Nord perdu ponen en evidencia al hurgar en sus lenguas y, en especial, en su lengua materna. Se ha escrito mucho sobre qué es una lengua materna y su definición resulta por demás problemática, además de ambigua en el caso de las personas bilingües. Al respecto, y al recordar sus primeros vínculos con el inglés, el alemán y el francés, George Steiner declaraba no poder decir con certeza cuál era su lengua materna:

No guardo recuerdo alguno de una primera lengua. En la medida en que soy consciente, poseo igual facilidad en inglés, francés y alemán. Lo que hablo, escribo o leo en otras lenguas ha llegado más tarde y está marcado por ese aprendizaje consciente. Pero siento mis tres primeras lenguas como centros perfectamente equivalentes de mí mismo. (STEINER, 1980STEINER, George. Después de Babel. Aspectos del lenguaje y la traducción. México: FCE, 1980., p. 138)

Y fue de este modo que su identidad, siempre en palabras de Steiner, estuvo orientada por su “condición natural” de políglota:

Esta matriz políglota fue para mí mucho más que un azar de la situación privada y familiar. Organizaba, orientaba mi sentimiento de la identidad personal, imprimiendo en ella el paisaje afectivo, formidablemente complejo y lleno de recursos, del humanismo judío de Europa Central. La lengua era, tangiblemente, opción, poder de selección entre coordenadas y exigencias de la conciencia tan diversificadas como esenciales. Al mismo tiempo, la falta de una lengua materna única me ponía en cierto modo aparte de los otros niños franceses, confiriéndome cierta inmunidad extraterritorial ante la comunidad histórica y social que me rodeaba. Para quienes se han desarrollado entre varios centros, la idea misma de un milieu, de una raigambre singular o privilegiada, resulta sospechosa. (p. 138-139)

Podríamos señalar, entonces, que existe una gran constelación de sentidos sobre la lengua materna: lengua primera, lengua de la madre, la lengua que mejor se conoce, la lengua adquirida naturalmente.6 6 Es en este sentido, Louise Dabène se inclina por una “constelación de nociones”, más que por un concepto, que corresponderían a distintos ámbitos: la lengua que se habla, la lengua que el individuo reivindica o reconoce, y la lengua como el conjunto de instrumentos heurísticos que dispone el individuo (DABÈNE, 1994, p. 8-27). En este orden de cosas, también es discutible el término “materna” para definir esta lengua, porque con este adjetivo la lengua materna designaría lo que viene de la madre y todo lo que ella transmite; designación errónea si uno se remonta a la expresión latina de la que proviene y que corresponde a “patrius sermo”.7 7 Patrius, del padre, de la patria, nacional; y sermo (conversación, discusión), de sero, entrelazar, tejer, encadenar. Entonces, ¿por qué “lengua materna”? ¿Se trata de la lengua elegida por la madre para hablar con el niño?, ¿o bien de la lengua de origen de la madre? La atención aquí está puesta en la madre, y no en el niño, ese infante, del latín infans, que significa nada menos que mudo, incapaz de hablar, o que aún no puede hablar. Tal vez allí es posible establecer un punto de partida, y pensar la lengua materna como la matriz de la lengua que designaría, por lo tanto, la lengua -o las lenguas en la persona bilingüe- a través de la cual el infans aprende a hablar. Esta idea es muy potente ya que allí, en la transición del silencio al susurro, se vislumbra esta expresión tan discutida de “lengua materna”. En este sentido, en su estudio sobre la identidad del exiliado que aborda desde el psicoanálisis, Lya Tourn ofrece una clave, al afirmar la existencia de una lengua que los adultos crean exclusivamente para el niño, y que aparece mucho antes que este se introduzca en el lenguaje (momento ya propio a la simbolización), cuando este ya tiene habla. Esta lengua primera está conformada no solo por distintas sonoridades, sino que se trata de un conjunto de componentes indisociables entre sí:

[…] langue de la mère, langue-mère, échanges corporels, regards, caresses, chuchotements, balbutiements, mots inventés, échanges sonores en imitation, traces sonores de la langue natale, jouissance de l’oreille, de la bouche, de l’appareil phonatoire tout entier, érotisme…mais aussi et toujours paroles, langue déjà modulée par les phonèmes possibles, par la syntaxe, le rythme, le sens… En psychanalyse, il semble difficile de donner à l’expression langue maternelle une signification qui ne tienne pas compte de cet ensemble-là. (TOURN, 2009TOURN, Lya. Chemin de l’exil. París: Éditions Campagne Première, 2009., p. 118)

Sobre este tema, el de la lengua materna, y sintiendo el dolor que le provocaba el exilio, Freud le escribía a Raymond de Saussure una carta en el año 1938. En ella hacía referencia a la pérdida de la propia lengua, siempre dolorosa, pero que en el caso del exiliado era aún más intensa debido al desgarramiento de la exclusión: “Perhaps you have omitted the one point that the emigrant feels so particularly painfully. It is -one can only say- the loss of the language in which one had lived and thought, and which one will never be able to replace with another for all one’s efforts at empathy.” Y continúa, no sin ironía: “One has been told so often that one is not a German. And, indeed, one is glad oneself that one no longer needs to be a German.” (GAY, 1988GAY, Peter. Freud: a life for our time. Nueva York: Norton, 1988., p. 632). Freud se refería a aquella lengua que, si bien puede silenciarse, o desaparecer en una suerte de afasia del individuo, jamás podría olvidarse. Esa lengua, en la que se ha vivido y pensado, como escribía Freud, y que jamás podremos reemplazar por otra, podría ser lo que llamamos “lengua materna”. Entonces, ¿se pierde para siempre una lengua?, y en el caso de la lengua materna: ¿se la abandona para siempre? Y siguiendo el mismo hilo, ¿puede uno escaparse del lugar de origen y reinventarse en otro lugar? Si tuviera que arriesgar una hipótesis, diría que esas son las preguntas que enlazan las distintas reflexiones de Nancy Huston en Nord perdu: a pesar del origen abandonado, incluso traicionado8 8 “Mon pays c’était le Nord, le Grand Nord, le nord vrai, fort et libre. Je l’ai trahi, et je l’ai perdu” (HUSTON, 1999, p. 15). , esa primera lengua está siempre presente en el exiliado, se mueve dentro de él subrepticiamente, reaparece en algunas situaciones, o acompaña la expresión de determinados sentimientos que no podrían decirse por igual en otra lengua. El exiliado, escribe Huston, posee la riqueza de las identidades acumuladas y descubre de manera consciente, y ciertamente dolorosa, varias realidades que forman o moldean al ser humano (HUSTON, 1999HUSTON, Nancy. Nord perdu. París: Actes Sud, 1999.,p. 18-19). Él sabe que la infancia, momento de la vida privilegiado por Huston y al que regresa en reiteradas ocasiones, no solo es totalmente singular, sino también que jamás se la abandona, siempre la llevamos dentro de nosotros:

Le Nord, le Grand Nord a laissé sur moi sa marque indélébile. À quoi ressemble cette marque, de quelle nature est-elle ? En quoi suis-je encore l’enfant de mon pays ? En tout : pour la simple raison que j’y ai passé mon enfance. Or rien ne ressemble à l’enfance. On n’en a pas deux, […]. Même si je vis en France depuis plus longtemps que, par exemple, mes enfants […], je ne serai jamais aussi française qu’eux. […]. L’enfance, proche ou lointaine, est toujours en nous. (HUSTON, 1999HUSTON, Nancy. Nord perdu. París: Actes Sud, 1999.,p. 16-17. Subrayado en el original)

No sorprende, de este modo, que Huston haga tanto hincapié en esta primera etapa: siempre vinculada a la lengua materna, la figura del infante aparece también asociada a otra, la del extranjero:

À l’étranger, on est enfant à nouveau, et dans le pire sens du terme : infantilisé. Réduit à l’infans, c’est-à-dire au silence ; privé de parole. Totalement idiot et impuissant ! […] Il n’y a plus que la vie pratique, dont chaque menu détail est une montagne.(HUSTON, 1999HUSTON, Nancy. Nord perdu. París: Actes Sud, 1999., p. 78).

Por el contrario, aquellos que nunca se han movido de su tierra, los “impatriados” como los llama Huston, viven en la “ilusión de una continuidad”9 9 “[…] les impatriés peuvent se bercer toute leur vie d’une douce illusion de continuité et d’évidence”, (HUSTON, 1999, p. 19). -ilusión que los textos de Nord perdu se proponen disipar- y creen que la historia que resume la vida de una persona podría narrarse de manera lineal, sin fisuras, sorteando toda ligne de faille.

El silencio al que es sometido el extranjero recuerda el ensayo de Julia Kristeva Étrangers à nous-même, libro en el que estudia distintas formas de vivir en tanto extranjeros, figura que coloca en el seno de la cultura europea, instalando así el cosmopolitismo como el rasgo esencial del destino de esa cultura. Kristeva propone una imagen muy persuasiva para pensar la situación del extranjero cuando va a otro país y donde no habla su lengua materna, como es el caso de Nancy Huston: el extranjero lleva consigo esa lengua como una “bóveda secreta”; él vive en las sonoridades de un lenguaje pasado, el de la infancia que, a pesar de marchitarse dentro de uno, jamás lo abandona. Así, el silencio también llega para todo extranjero:

Vous vous perfectionnez dans un autre instrument, comme on s’exprime avec l’algèbre ou le violon. […]. Mais l’illusion se déchire lorsque vous vous entendez, à l’occasion d’un enregistrement par exemple, et que la mélodie de votre voix vous revient bizarre, de nulle part, […]. Vos maladresses ont du charme, dit-on, elles sont même érotiques. […]. Ainsi, entre deux langues, votre élément est-il le silence. À force de se dire de diverses manières tout aussi banales, tout aussi approximatives, ça ne se dit plus. (KRISTEVA, 1988KRISTEVA, Julia. Étrangers à nous-même. París: Éditions Gallimard , 1988., p. 27-28).

Entonces, ¿se pierde para siempre una lengua? Sin duda alguna, esta pérdida no existe para Nancy Huston, aún más, la escritora celebra la persistencia de aquella primera lengua a la que se le acopla la otra, adquirida, y que produce una “conciencia exacerbada del lenguaje” (HUSTON, 1999HUSTON, Nancy. Nord perdu. París: Actes Sud, 1999., p. 43). Esta situación es la del extranjero que vive en una adaptación constante, y sabe que lo que está escuchando también se dice con otra palabra, gesto, acento; o que dos palabras idénticas en su escritura, pero pronunciadas en distintas lenguas, poseen sentidos distintos. Huston menciona algunos ejemplos, entre ellos la palabra francesa “perron” (escalinata) y las sonoridades similares que encuentra en el italiano y español:

L’autre jour, en voyant par hasard le mot “perron” imprimé sur une page, j’ai eu un blanc. Bizarre, tout de même. […] Mais le fait est là: il ne me disait rien. Il ne voulait rien (me) dire. Un peu comme chez Louis Wolfson (Le Schizo et les langues), plusieurs hypothèses se sont présentées en flash à mon esprit, depuis le però italien (“toutefois”) jusqu’au perro espagnol (“chien”) en passant même par la célèbre Evita Perón […]. (HUSTON, 1999HUSTON, Nancy. Nord perdu. París: Actes Sud, 1999., p. 55-56)

La “conciencia exacerbada del lenguaje” del extranjero es un motor para la escritura: si todo escritor es un artífice del lenguaje, no es aventurado pensar que el escritor bilingüe, al elegir una lengua de escritura, renueva el contacto con otra manera de pensar, ve el mundo a través de otra lente, con otra distancia, explora los límites de las palabras, observa cosas que en su lengua de origen tal vez no hubiera notado.10 10 Escribe Huston: “Quand les monolingues perçoivent un objet familier, son nom leur vient automatiquement à l’esprit. Pour moi, le nom qui vient dépend de la langue dans laquelle je suis en train de réfléchir. Parfois l’un des mots me vient, alors que c’est de l’autre que j’ai besoin. Parfois les deux affleurent, simultanément ou en succession.”(1999, p. 54). A su vez, es distinto el modo en que almacena en su memoria algunas palabras: “De façon générale, j’ai du mal à retenir en français les mots à usage sporadique qui nomment un objet précis, plutôt que de désigner un genre: je retiens outil mais non clef à molette, ustensile mais non pelle, poisson mais non bar, oiseau mais non pivert, fleur mais non capucine, arbre mais non frêne. D’autres mots français sont rangés dans mon esprit par grappes phonétiques. Il y a un tiroir à part, par exemple, pour les substantifs se terminant en ‘eau’. Si je parle sans réfléchir, c’est comme si je fouillais au hasard dans le tiroir, et j’ai toutes les chances de sortir ‘tableau’ ou ‘rideau’ à la place de ‘plateau’.”(1999, p. 55). Como señala, la lengua no es solo una lengua sino un modo de ver y de comprender el mundo (HUSTON, 1999HUSTON, Nancy. Nord perdu. París: Actes Sud, 1999., p. 51). Percibir el mundo desde una lengua en particular significa que tenemos tantas percepciones como lenguas. En las distintas percepciones reveladas se insinúa una cuestión nodal que concierne a la identidad porque, finalmente, si la lengua determina en gran medida cómo uno percibe su entorno, la identidad de uno encuentra una definición posible en la lengua que la expresa. Uno no piensa de la misma manera en una lengua y en otra. “¿Quién soy en francés?”, se pregunta Huston.11 11 “Qui suis-je, en français? Je ne sais pas; tout et rien sans doute. […] il est plus facile pour moi étrangère […] de transgresser les normes et les attentes de la langue française. C’est une très grande dame, la langue française. Une reine, belle et puissante. Beaucoup d’individus qui se croient écrivains ne sont que des valets à son service : ils s’affairent autour d’elle, lissent ses cheveux, ajustent ses parures, louent ses bijoux et ses atours, la flattent, et la laissent parler toute seule. Elle est intarissable, la langue française, une fois qu’elle se lance. Pas moyen d’en placer une.” (47). Y, siempre desde el mismo horizonte, ¿qué sucedería si tuviera una tercera lengua?, continúa la autora, ¿implicaría un tercer imaginario, un tercer estilo de escritura, una tercera manera de soñar? (52): “Qui sommes-nous, alors? Si nous n’avons pas les mêmes pensées, fantasmes, attitudes existentielles, voire opinions, dans une langue et dans une autre? Aporie, une fois de plus. Déboussolant, vous comprenez.” (52, subrayado en el original).12 12 Es la misma pregunta que la autora enuncia en otro ensayo: “Qui suis-je, en français? Je ne sais pas; tout et rien. […]. Comment parvenir, en effet, à faire corps avec une chose que, au lieu de l'absorber avec les toutes premières sensations corporelles, l'on a conquise à force d'efforts mentaux? Car c'est cela le style: le mariage d'amour entre un individu et sa langue.” (HUSTON, 1994, p. 10). Déboussolant, “desconcertante” en español, pero sobre todo significa haber perdido la brújula (boussole, en francés), lo que resulta, por consiguiente “estar desorientado”, sentimiento de quien reconoce haber perdido el Norte. Justamente, “perder el Norte” es, como se sabe, la expresión de la desorientación.

La lengua de la infancia

¿Qué lugar para cada lengua? El inglés y el francés no parecen confundirse al interior de Nancy Huston; ambas lenguas están perfectamente deslindadas ocupando un espacio delimitado. Ella ha logrado soñar, pensar, llorar, escribir en inglés y en francés (HUSTON, 1999HUSTON, Nancy. Nord perdu. París: Actes Sud, 1999., p. 60). A pesar de este deslinde, algo del orden de los sentidos permanece inalterable e impermeable al francés. Tal vez la clave de esta impermeabilidad se encuentre en su condición de “falsa bilingüe”, tal como la escritora se define a sí misma en oposición a “los verdaderos bilingües”, quienes desde la infancia saben manejar perfectamente las dos lenguas (HUSTON, 1999HUSTON, Nancy. Nord perdu. París: Actes Sud, 1999., p. 53-54). En “Le faux bilinguisme”, título de otra reflexión del libro, la escritora recuerda su intervención en un encuentro sobre el exilio y el cambio de lengua que tuvo lugar en la ciudad de Ajaccio. Cuando este terminó, una mujer escocesa, casada con un corso, con hijos corsos y con más de veinte años viviendo allí, se le acercó y le confesó la distancia que sentía respecto al francés, a pesar de hablarlo sin ninguna dificultad:

[…] elle ne me touche pas, cette langue, et ça me désespère. […] Quand j’entends bracken, leaves, fog, je vois et je sens ce dont il s’agit, les couleurs ocre et marron, les odeurs de l’automne, l’humidité… alors que si on me dit fougère, feuilles, brouillard, ça me laisse de glace. Je ne sens rien. (HUSTON, 1999HUSTON, Nancy. Nord perdu. París: Actes Sud, 1999., p. 62, subrayado en el original)

Este recuerdo es muy sugestivo de la propia experiencia de Huston con el francés. Es la dimensión afectiva de la primera lengua la que pesa (la mujer escocesa enfatiza no sentir nada en francés) y que, en consecuencia, es determinante.13 13 “La langue française (et pas seulement ses mots tabous) était, par rapport à ma langue maternelle, moins chargée d’affect et donc moins dangereuse. Elle était froide, et je l’abordais froidement. Elle m’était égale. C’était une substance lisse et homogène, autant dire neutre.” (HUSTON, 1999, p. 63-64). Huston retoma el hilo de su relato: aquella mujer, tanto como la propia escritora, jamás habían “integrado a su piel de niñas” toda una literatura (cuentos y canciones infantiles, canciones de cuna, bromas, algunos nombres de geografía o historia) que forma parte del universo infantil: “Les berceuses, blagues, chuchotements, comptines, tables de multiplication, noms de départements, lectures de fond depuis les Fables de La Fontaine jusqu’aux Confessionsde Rousseau.”(62-63). La infancia regresa con fuerza, y con ella la lengua de los primeros recuerdos y aprendizajes concretos: la lengua entonces no es solo un idioma, una gramática, sino todo ese caudal que ella arrastra y lleva consigo, es decir: un imaginario. La lengua de la infancia, como expresó aquella mujer escocesa, “elle touche”. Se sabe que el verbo “toucher” en francés tiene una riqueza de significados en el que intervienen los distintos sentidos.14 14 Toucher, en primer término, es tocar con los dedos a alguien o algo para apreciar su estado a través de las sensaciones táctiles; de ahí entonces, entrar en contacto físico con alguien o con algo. Alcanzar un nivel o bien ser alcanzado por, incumbirle a alguien son otras acepciones de toucher. Entre estas y las siguientes acepciones del verbo, aquí es pertinente aquella que refiere a provocar una impresión afectiva en alguien, emocionar, conmover. La frase negativa de la mujer escocesa -“[le français] ne me touche pas”- significa, por lo tanto, que esa lengua le es indiferente. La lengua de la infancia, sin duda, “touche la personne”, e incluso, ya que el tiempo habla a través de ella, podríamos añadir que “elle touche le Temps”. Evocar el toucher que produce la lengua de la infancia, esto es, el espesor de sentidos que desborda a la lengua como sonoridad, recuerda una vez más el significado antes mencionado de la lengua materna como un conjunto de diferentes componentes indisociables entre sí. Esta lengua no puede ser negada, así como tampoco es posible rechazar un lugar: un escritor, poco importa si es nómade o no, exiliado o no, puede abandonar su lengua, dejar atrás su lugar, pero jamás anularlos. Porque entonces:

Comment ferait-il [l’écrivan] pour écrire quelque chose de vrai, de beau, de fort, s'il a mis une croix sur son enfance, bâillonné ou oblitéré toutes les émotions, toutes les images qui s'y rapportent, décidé d'avance que le lieu de son enfance a une “bien moindre importance” que le lieu où il doit arriver... ? (HUSTON, 1997HUSTON, Nancy. “Le déclin de l’identité”, Liberté , nº 1, Montreal, 1997: 12-28., p. 23)

En estas líneas subyace una pregunta acerca de las distintas travesías de Huston entre las lenguas. No parece haber una preferencia por una lengua al momento de escribir en un género literario determinado, o sobre un tema en particular. Respecto a las traducciones de sus textos, ellas son, casi en su totalidad, trabajos de reescritura. Es decir, una traducción (en su caso la autotraducción) es la posibilidad de mejorar el texto, volver sobre el estilo, eliminar los pasajes innecesarios. Sin embargo, este trabajo no se limita a “tamizar” el texto; la autotraducción, señala Huston citando a Beckett, es la “única forma de tortura política” que ella conoce (HUSTON, 2007HUSTON, Nancy. “Traduttore non è traditore”. En: Le Bris, M. y Rouaud, J. (dir.). Pour une littérature-monde. París: Éditions Gallimard, 2007: 151-160., p. 158). ¿Por qué perseverar en esta tarea agobiante y fastidiosa, según sus palabras? Porque cuando el libro tiene una forma, cuando logra existir en la otra lengua,

[…] là je me sens guérie, parce que c’est le même livre, il raconte les mêmes histoires, suscite les mêmes émotions, fait entendre la même musique, et alors là je suis contente, là je suis ravie, comme si ça prouvait qu’en fait je ne suis pas schizophrène, pas folle, puisque finalement la même personne dans les deux langues.Traduire, non seulement ce n’est pas trahir, c’est un espoir pour l’humanité. (HUSTON, 2007HUSTON, Nancy. “Traduttore non è traditore”. En: Le Bris, M. y Rouaud, J. (dir.). Pour une littérature-monde. París: Éditions Gallimard, 2007: 151-160., p. 159-160)

A pesar de ello, el francés es la lengua que Huston asocia con su entrada en la escritura. No es una segunda lengua materna, sino más bien una madrastra, como escribió en una carta a Leïla Sebbar:

J’ai appris le français trop longtemps après ma langue maternelle; il ne sera jamais pour moi une deuxième mère, mais toujours une marâtre. (Il m’est arrivé d’entendre mes propres textes en français lus à haute voix par d’autres et d’être frappée de ce que ces mots que j’avais pensés et écrits avec un accent pouvaient être dits avec une prononciation impeccable… Ça ressemblait à du vrai français!) (HUSTON Y SEBBAR, 1986HUSTON, Nancy y SEBBAR, Leïla. Lettres parisiennes. Histoires d’exil. París: Bertrand Barrault, 1986. , p. 13)

La elección se debió a la necesidad de escribir en una lengua nueva que no tuviera un eco en su experiencia vital, decisión que suscitó un sentimiento de libertad, como recuerda en Nord perdu15 15 “Au début, je m’en rends compte maintenant, cela me conférait une immense liberté dans l’écriture - car je ne savais pas par rapport à quoi, sur fond de quoi, j’écrivais.” (HUSTON, 1999, p. 64). , y que es la misma libertad que siente todo extranjero en una lengua: en su esencia, él logra escucharla y percibir ciertos juegos o coincidencias sonoras. En Huston, esto le permitía reírse de sus propias ocurrencias o escuchar lo que para otros permanecía en el silencio: “Dans le titre de ma nouvelle, ‘Histoire en amibe’, entendez-vous ‘Histoire en abîme’? Probablement pas, mais moi si; et je riais à m’en fendre la patate. ‘J’ai envie de faire l’amère’, ‘Jouer au papa et à l’amant’, ainsi de suite.”(HUSTON, 1994HUSTON, Nancy. “Festins frágiles”, Liberté, nº 6, Montreal, 1994: 7-15., p. 9).16 16 La autora juega con el parecido fonético entre “en amibe” (como una ameba) y “en abîme” (en abismo) y con la homofonía entre los términos “faire l’amère” (hacerse la amarga) y “faire la mère” (jugar a la mamá).

Algunos años más tarde, hacia fines de los años 1980, Huston, estudiante de Roland Barthes (quien marcó fuertemente su “sensibilidad lingüística”), buscó otro tipo de libertad: aquella que le permitiera escribir con más ingenuidad, sin el agobio del peso de la teoría literaria, sin esa marcada desconfianza hacia la escritura.17 17 “De façon générale, me suis-je aperçue petit à petit, c’était la méfiance qui dominait chez les écrivains de ma génération en France: le verbe écrire doit être intransitif, disait Barthes, ce qui a eu pour effet d’empêcher un certain nombre d’entre nous d’écrire quelque chose, par exemple des romans. Nous étions tous tellement férus de théorie littéraire, tellement entrainés à débusquer le mythe ou le présupposé politique derrière chaque énoncé, tellement résignés, par ailleurs, à l’absolue solution de continuité entre le discours et le réel, que nous ne savions plus croire en nos propres intrigues et personnages… […].” (HUSTON, 1994,p. 11, subrayado en el original). Esta nueva búsqueda selló su regreso al inglés y la consiguiente evidencia de que esta lengua se había marchitado dentro de sí, que ya nada se le ofrecía a ella “naturalmente” (HUSTON, 1994HUSTON, Nancy. “Festins frágiles”, Liberté, nº 6, Montreal, 1994: 7-15., p. 12). Al igual que lo sucedido con el francés, ante la pregunta sobre su identidad en inglés, solo encontró como respuesta una gran incertidumbre. La única certeza es la necesidad de crear su propia lengua (“le besoin de me forger une langue à moi”, 12), situada entre ambas, una lengua que le permita preservar lo que más le atrae del inglés y del francés; su economía e insolencia en el primer caso; su elegancia, precisión y sensualidad en el otro (12-13). Se trata de una melodía singular, una música que descubre lo más propio de un escritor: el acento. Como dice Huston en la misma carta a Sebbar:

[…] mon accent à moi aussi est là, inextirpable ; je sais que je ne m’en débarrasserai jamais. […]. Mon accent, au fond, j’y tiens. Il traduit la friction entre moi-même et la société qui m’entoure, et cette friction m’est plus que précieuse, indispensable. Bien que j’aie la double nationalité, canadienne et française, bien que j’aie donné naissance à une fille qui, elle, sera française jusqu’au bout des ongles et parlera sans accent, je n’ai aucune envie de me sentir, moi, française authentique, de faire semblant d’être née dans ce pays, de revendiquer comme mien son héritage. Je n’aspire pas, en d’autres termes, à être vraiment naturalisée. Ce qui m’importe et m’intéresse, c’est le culturel et non le naturel. […]. Vivre à l’étranger m’a permis d’avoir, vis-à-vis du pays d’origine et du pays d’adoption, un petit recul critique : je les perçois l’un et l’autre comme des cultures. La même chose vaut pour la langue : ce n’est qu’à partir du moment où plus rien n’allait de soi -ni le vocabulaire, ni la syntaxe, ni surtout le style-, à partir du moment où était aboli le faux naturel de la langue maternelle, que j’ai trouvé des choses à dire. (HUSTON Y SEBBAR, 1986HUSTON, Nancy y SEBBAR, Leïla. Lettres parisiennes. Histoires d’exil. París: Bertrand Barrault, 1986. , p. 13-14. Subrayado en el original)

Buscar y crear una lengua propia, significa habitarla con sonoridades y acentos únicos, caros al escritor. En la defensa de su acento inextirpable, Huston no solo apunta a la búsqueda y formación de un estilo, sino que deja claramente asentada su posición ante el monolingüismo avasallador de Francia, y en contra de la centralidad que tiene aún en nuestros días expresarse con un acento auténtico como marca de legitimidad. Una autenticidad de la que Huston indudablemente reniega. Por el contrario, la escritora glorifica “ce petit recul critique” al elogiar la diversidad de las lenguas, celebrada en las páginas de Nord perdu y que concierne, a su vez, a la mirada del extranjero sobre la lengua.

En este punto, es necesario recordar que Nancy Huston fue una de las escritoras que firmó el famoso y controvertido manifiesto “Pour une littérature-monde en français” publicado en marzo de 2007 en el suplemento “Le Monde des livres” del prestigioso diario Le Monde.18 18 El manifiesto surgió unos meses después de que los principales premios literarios fueran otorgados a autores cuya lengua de escritura era el francés, pero que habían nacido en el extranjero. De este modo, en el año 2006, el escritor franco-estadounidense Jonathan Littell obtuvo el premio Goncourt y el Grand Prix du Roman de la Académie Française por su novela Les Bienveillantes (traducida al español como Las benévolas). Al año siguiente de recibir estos dos premios, al autor se le otorgó la nacionalidad francesa por su aporte al resplandor y a la difusión de la cultura francesa. Es decir, adquirió la nacionalidad menos por su literatura que por la consagración de los premios literarios. Por otro lado, Alain Mabanckou recibió el premio Renaudot por Mémoires du por-épic (Memorias de un puerco espín) y, tal como ya se mencionó, Nancy Huston el premio Fémina con Lignes de faille. En él, cuarenta y cuatro escritores decretaban, esencialmente, el fin de la francofonía y la desnacionalización de la literatura en lengua francesa. A través de una serie de observaciones, sostuvieron que la literatura producida fuera de la nación era tan francesa como aquella escrita dentro de las fronteras del Hexágono.19 19 El Manifiesto proclamaba “el fin de la francofonía” a partir de las siguientes constataciones: la disolución de un centro literario que obligaba a los autores a despojarse de su identidad al llegar a Francia (la entrega de los premios literarios del año 2006 anunciaba ya, de acuerdo a los firmantes, la dispersión del centro); el regreso del mundo (la historia, el sujeto, el sentido, el referente) a la literatura; el nacimiento de la literatura-mundo gracias a la diversidad de literaturas escritas en francés y, a su vez, porque los escritores volvían a darle voz a ese mundo exterior; finalmente, la idea de constelación tomaba forma puesto que, al estar relegado el centro, la lengua ya no estaba atada a un pacto exclusivo con la nación. Algunos meses después, la editorial Gallimard publicó Pour une littérature-monde (título al que se le eliminó “en français”), donde participaron algunos de los escritores firmantes, entre ellos Huston.20 20 Cf. el texto de Michel Le Bris, uno de los impulsores del manifiesto, donde explica en detalle el contexto en el que surge la “literatura-mundo” capaz de dibujar el mapa de un mundo polifónico, sin centro, que obligue a pensar un cambio de las coordenadas mentales y, por lo tanto, de las palabras. (LE BRIS, 2007, p. 42-45). Su texto “Traduttore non è traditore” se centra en el tema de la lengua del escritor y de su identidad mediante la evocación de algunos ejemplos (Romain Gary, Émil Cioran, Beckett, Brink). En él regresó a la experiencia de escribir en una lengua extranjera, y a la autotraducción como la historia de un matrimonio.21 21 “Certains jours, […] je pense que c’est peut-être ça au fond: une histoire de mariage, oui, comme si je faisais inlassablement l’aller-retour entre maman et papa […], m’efforçant d’expliquer maman à papa et papa à maman, écoutez, écoutez, ça n’en a peut-être pas l’air mais en fait vous dites exactement la même chose […], et peut-être, aussi, une tentative pour guérir mon pays, pourquoi cette faille profonde entre anglophones et francophones, c’est ridicule […].” (HUSTON, 2007, p. 158-159). Sobre todo, la autotraducción se presenta como la posibilidad de ser la misma persona en dos lenguas: estar entre dos culturas, como escribió en su ensayo “Le déclin de l’identité” (HUSTON, 1997HUSTON, Nancy. “Le déclin de l’identité”, Liberté , nº 1, Montreal, 1997: 12-28.,p. 24), es mantener y preservar una distancia preciada -“ce petit recul critique” antes mencionado-, defender una identidad abierta y sin arraigos, percibir su acento, escuchar una musicalidad capaz de afirmar la multiplicidad de voces. Como dice en Nord perdu, “Notre liberté d’aller ailleurs et d’être autrui dans notre tête est hallucinante. Le roman nous rappelle cette liberté… et son importance extrême. Il s’agit de la liberté: celle de ne pas se contenter d’une identité (religieuse, nationale, sexuelle, politique) conférée à la naissance.”(HUSTON, 1999HUSTON, Nancy. Nord perdu. París: Actes Sud, 1999., p. 105). No contentarse con una identidad, ser dúctil, son características más propias a la mujer que al hombre. Ellas son “actrices innatas” que tienen la costumbre de adaptarse y de llevar, por lo tanto, una máscara (33): conciben su propia identidad de un modo menos rígido y saben que muchas cosas son relativas y no absolutas, como el apellido que eventualmente se pierde al casarse, o bien la religión, la patria, la lengua (93). En otras palabras, saben que su identidad es cambiante y que incluso el “terreno sagrado” e inviolable de la memoria puede ser invadido y desnaturalizado: la memoria también cambia, titila, se fuga, se escurre (97). La defensa de una identidad abierta, voluble y en movimiento, que encuentra en el extranjero su portavoz -al parecer, señala Huston, la condición de extranjero es una metáfora del respeto que se le debe al otro, “somos dos, cada uno de nosotros, al menos dos” (HUSTON, 1999HUSTON, Nancy. Nord perdu. París: Actes Sud, 1999., p. 37)- está en consonancia con la libertad que tanto la literatura como la traducción celebran, aquella que reconoce a “los otros en uno, y [a] uno en los otros” (107, traducción nuestra).

La blancura silenciosa

En un tono cercano a la despedida, en la última carta que le escribió a Sebbar, Huston reconoció haber encontrado una explicación para aquella realidad sentida con angustia hasta ese momento, casi como una crisis: la de vivir en exilio. Sin duda, el intercambio epistolar le permitió comprender con más claridad el sentido de la palabra exilio, como una fantasía que promueve el avance de la escritura (HUSTON Y SEBBAR, 1986HUSTON, Nancy y SEBBAR, Leïla. Lettres parisiennes. Histoires d’exil. París: Bertrand Barrault, 1986. , p. 209). Es decir, otra forma de la distanciación, propia también a la literatura, que el hecho de vivir en Francia vino a redoblar, ya que Huston debió “extranjerizar” sus costumbres. Escribir en francés, concluye, significó una doble distancia: primero la escritura, y luego la lengua.

Extranjerizar parecería rimar en su escritura con la búsqueda de la diferencia. En las líneas anteriores, antes de señalar la distanciación como lo propio a la literatura, y de reconocer, en la misma reflexión, ser una persona a quien le agrada la distancia y que busca la diferencia (“je ne subis pas l’écart, je le cherche”, HUSTON Y SEBBAR, 1986HUSTON, Nancy y SEBBAR, Leïla. Lettres parisiennes. Histoires d’exil. París: Bertrand Barrault, 1986. , p. 210, subrayado en el original), Huston se detiene en un elemento de enlace entre sus dos países, sus lenguas, su vida anglófona y su vida francófona: ese elemento es la nieve, presente tanto en Canadá como en Francia, capaz de cubrir con su blancura silenciosa tanto el pasado como el presente de la escritora. La nieve puede establecer una alianza, pero de ningún modo uniformiza las diferencias entre ambos países. Si esto sucediera, estaríamos ante el “peligro de la reunificación”: “nous avons besoin d’un pays et de l’autre; de la différence entre les deux; le mélange ne nous intéresse pas, il nous effraie.” (HUSTON Y SEBBAR, 1986HUSTON, Nancy y SEBBAR, Leïla. Lettres parisiennes. Histoires d’exil. París: Bertrand Barrault, 1986. , p. 208, subrayado en el original). Porque finalmente todo escritor en el proceso de escritura, si bien elige una lengua, escucha a su alrededor el constante susurro de las otras lenguas. Está en presencia de todas las lenguas del mundo, como decía Édouard Glissant -quien también participó en el Manifiesto- al explicar la imposibilidad actual de escribir nuestro paisaje y nuestra lengua de manera monolingüe: “ce qui caractérise notre temps, c’est ce que j’appelle l’imaginaire des langues, c’est-à-dire la présence de toutes les langues du monde. […]. On ne peut plus écrire une langue de manière monolingue. On est obligé de tenir compte des imaginaires des langues.” (GAUVIN, 1992GAUVIN, Lise. “L’imaginaire des langues: entretien avec Édouard Glissant”, Études françaises, nº 2-3, Montreal: Les Presses de l’Université de Montreál, 1992: 11-22., p. 12). Paisaje y lengua están irremediablemente ligados, y la lengua se expresa a través de aquel: cuando vemos un paisaje sudafricano, explicaba Glissant a modo de ejemplo, aún cuando no conozcamos nada de la lengua bantú, una parte de ella se filtra a través del paisaje y nos interpela (GAUVIN, 1992GAUVIN, Lise. “L’imaginaire des langues: entretien avec Édouard Glissant”, Études françaises, nº 2-3, Montreal: Les Presses de l’Université de Montreál, 1992: 11-22., p. 12). ¿Y la nieve silenciosa que tanto eclipsa la mirada de Nancy Huston? Tal vez los destellos de sus lenguas permeen la nieve y señalen que el Norte -su Norte- ya no está realmente perdido.

Referências

  • DABÈNE, Louise. Repères sociolinguistiques pour l’enseignement des langues París: Hachette, 1994.
  • BERMAN, Antoine, “La traduction et la lettre ou l’auberge du lointain”.En: Les tours de Babel Francia: T.E.R, 1985.
  • GAUVIN, Lise. “L’imaginaire des langues: entretien avec Édouard Glissant”, Études françaises, nº 2-3, Montreal: Les Presses de l’Université de Montreál, 1992: 11-22.
  • GAY, Peter. Freud: a life for our time Nueva York: Norton, 1988.
  • HUSTON, Nancy. “Festins frágiles”, Liberté, nº 6, Montreal, 1994: 7-15.
  • HUSTON, Nancy. Tombeau de Romain Gary París: Actes Sud, 1995.
  • HUSTON, Nancy. “Le déclin de l’identité”, Liberté , nº 1, Montreal, 1997: 12-28.
  • HUSTON, Nancy. Nord perdu París: Actes Sud, 1999.
  • HUSTON, Nancy. Limbes / Limbo París: Actes Sud, 2000.
  • HUSTON, Nancy. “Traduttore non è traditore”. En: Le Bris, M. y Rouaud, J. (dir.). Pour une littérature-monde París: Éditions Gallimard, 2007: 151-160.
  • HUSTON, Nancy y SEBBAR, Leïla. Lettres parisiennes. Histoires d’exil París: Bertrand Barrault, 1986.
  • KRISTEVA, Julia. Étrangers à nous-même París: Éditions Gallimard , 1988.
  • LAGARDE, Christian. Des écritures “bilingues”. Sociolinguistique et littérature, París: L’Harmattan, 2001.
  • LE BRIS, Michel, “Pour une littérature-monde en français”. En: Le Bris, M. y Rouaud, J. (dir.). Pour une littérature-monde París: Éditions Gallimard , 2007: 23-53.
  • LEVI-STRAUSS, Claude. Anthropologi estructural París: Plon, 1958.
  • STEINER, George. Después de Babel. Aspectos del lenguaje y la traducción México: FCE, 1980.
  • TOURN, Lya. Chemin de l’exil París: Éditions Campagne Première, 2009.
  • 1
    El “Prix Femina” es uno de los grandes premios literarios de Francia y se entrega todos los años. Creado en 1905 por veintidós mujeres de letras, el Prix Femina constituyó en sus inicios la expresión de una minoría, en este caso mujeres, que se opuso a la decisión del jurado del Prix Goncourt, al negarse a otorgar el premio a la escritora Myriam Harry. El Femina, por lo tanto, nació bajo el signo de la lucha por la legitimidad literaria femenina.
  • 2
    Me refiero a los ensayos sobre Romain Gary (Tombeau de Romain Gary, Actes Sud, 1995), escritor que puso en jaque la identidad, multiplicándola, y Samuel Beckett (Limbes / Limbo, Actes Sud, 2000HUSTON, Nancy. Limbes / Limbo. París: Actes Sud, 2000.). Por ejemplo, en el libro sobre Gary, la pregunta sobre la identidad del escritor es el motivo principal de la escritura: “Très vite j’ai vu que la question que tu incarnais -dans ta vie, dans ton œuvre, mais aussi et surtout dans la relation entre les deux- était celle de l’identité au sens le plus mathématique du terme, à savoir, être un, coïncider avec soi-même. […]. Tu t’es appliqué à brouiller les pistes, à nous jeter de la poudre aux yeux, à nous entraîner dans une danse vertigineuse d’identités qui fait voler en éclats tous les repères, […]: Romain Gary, existe-t-il vraiment? L’incompréhension dans laquelle tu nous jettes prend peu à peu des allures de philosophie.”(HUSTON, 1995HUSTON, Nancy. Tombeau de Romain Gary. París: Actes Sud, 1995.,p. 14-15).
  • 3
    Ambas escritoras, junto con otras mujeres, fundaron Histoires d’elles, revista femenina publicada en París durante tres años (1977-1980). Unos años más tarde, en 1983, decidieron trabajar de manera conjunta sobre el exilio, y con este fin comenzaron un intercambio epistolar. El libro es una suerte de “autopsia del exilio”, en el que además de hablar de la vida cotidiana y de recuerdos de la infancia, Huston y Sebbar auscultan la lengua y la escritura.
  • 4
    Traducido por Huston al inglés con el título Losing the North: Musings on Land, Tongue and Self (2002).
  • 5
    En su reflexión sobre la ética del acto de traducción, Berman señalaba el imperativo de recibir al Extranjero como Extranjero, esto es no adaptar o “naturalizar” el texto Extranjero. La mala traducción o traducción elegante escondería, por lo tanto, un etnocentrismo, una apropiación del otro, esto es, del (texto) extranjero.
  • 6
    Es en este sentido, Louise Dabène se inclina por una “constelación de nociones”, más que por un concepto, que corresponderían a distintos ámbitos: la lengua que se habla, la lengua que el individuo reivindica o reconoce, y la lengua como el conjunto de instrumentos heurísticos que dispone el individuo (DABÈNE, 1994DABÈNE, Louise. Repères sociolinguistiques pour l’enseignement des langues. París: Hachette, 1994., p. 8-27).
  • 7
    Patrius, del padre, de la patria, nacional; y sermo (conversación, discusión), de sero, entrelazar, tejer, encadenar.
  • 8
    “Mon pays c’était le Nord, le Grand Nord, le nord vrai, fort et libre. Je l’ai trahi, et je l’ai perdu” (HUSTON, 1999HUSTON, Nancy. Nord perdu. París: Actes Sud, 1999., p. 15).
  • 9
    “[…] les impatriés peuvent se bercer toute leur vie d’une douce illusion de continuité et d’évidence”, (HUSTON, 1999HUSTON, Nancy. Nord perdu. París: Actes Sud, 1999., p. 19).
  • 10
    Escribe Huston: “Quand les monolingues perçoivent un objet familier, son nom leur vient automatiquement à l’esprit. Pour moi, le nom qui vient dépend de la langue dans laquelle je suis en train de réfléchir. Parfois l’un des mots me vient, alors que c’est de l’autre que j’ai besoin. Parfois les deux affleurent, simultanément ou en succession.”(1999HUSTON, Nancy. Nord perdu. París: Actes Sud, 1999., p. 54). A su vez, es distinto el modo en que almacena en su memoria algunas palabras: “De façon générale, j’ai du mal à retenir en français les mots à usage sporadique qui nomment un objet précis, plutôt que de désigner un genre: je retiens outil mais non clef à molette, ustensile mais non pelle, poisson mais non bar, oiseau mais non pivert, fleur mais non capucine, arbre mais non frêne. D’autres mots français sont rangés dans mon esprit par grappes phonétiques. Il y a un tiroir à part, par exemple, pour les substantifs se terminant en ‘eau’. Si je parle sans réfléchir, c’est comme si je fouillais au hasard dans le tiroir, et j’ai toutes les chances de sortir ‘tableau’ ou ‘rideau’ à la place de ‘plateau’.”(1999HUSTON, Nancy. Nord perdu. París: Actes Sud, 1999., p. 55).
  • 11
    “Qui suis-je, en français? Je ne sais pas; tout et rien sans doute. […] il est plus facile pour moi étrangère […] de transgresser les normes et les attentes de la langue française. C’est une très grande dame, la langue française. Une reine, belle et puissante. Beaucoup d’individus qui se croient écrivains ne sont que des valets à son service : ils s’affairent autour d’elle, lissent ses cheveux, ajustent ses parures, louent ses bijoux et ses atours, la flattent, et la laissent parler toute seule. Elle est intarissable, la langue française, une fois qu’elle se lance. Pas moyen d’en placer une.” (47).
  • 12
    Es la misma pregunta que la autora enuncia en otro ensayo: “Qui suis-je, en français? Je ne sais pas; tout et rien. […]. Comment parvenir, en effet, à faire corps avec une chose que, au lieu de l'absorber avec les toutes premières sensations corporelles, l'on a conquise à force d'efforts mentaux? Car c'est cela le style: le mariage d'amour entre un individu et sa langue.” (HUSTON, 1994HUSTON, Nancy. “Festins frágiles”, Liberté, nº 6, Montreal, 1994: 7-15., p. 10).
  • 13
    “La langue française (et pas seulement ses mots tabous) était, par rapport à ma langue maternelle, moins chargée d’affect et donc moins dangereuse. Elle était froide, et je l’abordais froidement. Elle m’était égale. C’était une substance lisse et homogène, autant dire neutre.” (HUSTON, 1999HUSTON, Nancy. Nord perdu. París: Actes Sud, 1999., p. 63-64).
  • 14
    Toucher, en primer término, es tocar con los dedos a alguien o algo para apreciar su estado a través de las sensaciones táctiles; de ahí entonces, entrar en contacto físico con alguien o con algo. Alcanzar un nivel o bien ser alcanzado por, incumbirle a alguien son otras acepciones de toucher. Entre estas y las siguientes acepciones del verbo, aquí es pertinente aquella que refiere a provocar una impresión afectiva en alguien, emocionar, conmover. La frase negativa de la mujer escocesa -“[le français] ne me touche pas”- significa, por lo tanto, que esa lengua le es indiferente.
  • 15
    “Au début, je m’en rends compte maintenant, cela me conférait une immense liberté dans l’écriture - car je ne savais pas par rapport à quoi, sur fond de quoi, j’écrivais.” (HUSTON, 1999HUSTON, Nancy. Nord perdu. París: Actes Sud, 1999., p. 64).
  • 16
    La autora juega con el parecido fonético entre “en amibe” (como una ameba) y “en abîme” (en abismo) y con la homofonía entre los términos “faire l’amère” (hacerse la amarga) y “faire la mère” (jugar a la mamá).
  • 17
    “De façon générale, me suis-je aperçue petit à petit, c’était la méfiance qui dominait chez les écrivains de ma génération en France: le verbe écrire doit être intransitif, disait Barthes, ce qui a eu pour effet d’empêcher un certain nombre d’entre nous d’écrire quelque chose, par exemple des romans. Nous étions tous tellement férus de théorie littéraire, tellement entrainés à débusquer le mythe ou le présupposé politique derrière chaque énoncé, tellement résignés, par ailleurs, à l’absolue solution de continuité entre le discours et le réel, que nous ne savions plus croire en nos propres intrigues et personnages… […].” (HUSTON, 1994HUSTON, Nancy. “Festins frágiles”, Liberté, nº 6, Montreal, 1994: 7-15.,p. 11, subrayado en el original).
  • 18
    El manifiesto surgió unos meses después de que los principales premios literarios fueran otorgados a autores cuya lengua de escritura era el francés, pero que habían nacido en el extranjero. De este modo, en el año 2006, el escritor franco-estadounidense Jonathan Littell obtuvo el premio Goncourt y el Grand Prix du Roman de la Académie Française por su novela Les Bienveillantes (traducida al español como Las benévolas). Al año siguiente de recibir estos dos premios, al autor se le otorgó la nacionalidad francesa por su aporte al resplandor y a la difusión de la cultura francesa. Es decir, adquirió la nacionalidad menos por su literatura que por la consagración de los premios literarios. Por otro lado, Alain Mabanckou recibió el premio Renaudot por Mémoires du por-épic (Memorias de un puerco espín) y, tal como ya se mencionó, Nancy Huston el premio Fémina con Lignes de faille.
  • 19
    El Manifiesto proclamaba “el fin de la francofonía” a partir de las siguientes constataciones: la disolución de un centro literario que obligaba a los autores a despojarse de su identidad al llegar a Francia (la entrega de los premios literarios del año 2006 anunciaba ya, de acuerdo a los firmantes, la dispersión del centro); el regreso del mundo (la historia, el sujeto, el sentido, el referente) a la literatura; el nacimiento de la literatura-mundo gracias a la diversidad de literaturas escritas en francés y, a su vez, porque los escritores volvían a darle voz a ese mundo exterior; finalmente, la idea de constelación tomaba forma puesto que, al estar relegado el centro, la lengua ya no estaba atada a un pacto exclusivo con la nación.
  • 20
    Cf. el texto de Michel Le Bris, uno de los impulsores del manifiesto, donde explica en detalle el contexto en el que surge la “literatura-mundo” capaz de dibujar el mapa de un mundo polifónico, sin centro, que obligue a pensar un cambio de las coordenadas mentales y, por lo tanto, de las palabras. (LE BRIS, 2007LE BRIS, Michel, “Pour une littérature-monde en français”. En: Le Bris, M. y Rouaud, J. (dir.). Pour une littérature-monde. París: Éditions Gallimard , 2007: 23-53., p. 42-45).
  • 21
    “Certains jours, […] je pense que c’est peut-être ça au fond: une histoire de mariage, oui, comme si je faisais inlassablement l’aller-retour entre maman et papa […], m’efforçant d’expliquer maman à papa et papa à maman, écoutez, écoutez, ça n’en a peut-être pas l’air mais en fait vous dites exactement la même chose […], et peut-être, aussi, une tentative pour guérir mon pays, pourquoi cette faille profonde entre anglophones et francophones, c’est ridicule […].” (HUSTON, 2007HUSTON, Nancy. “Traduttore non è traditore”. En: Le Bris, M. y Rouaud, J. (dir.). Pour une littérature-monde. París: Éditions Gallimard, 2007: 151-160., p. 158-159).

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    18 Oct 2021
  • Fecha del número
    May-Aug 2021

Histórico

  • Recibido
    15 Ene 2021
  • Acepto
    19 Mar 2021
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