Resumen
Se estudian términos comparativos, de parentesco y otros que denotan afinidad aplicados en la zoonimia y fitonimia de los toba del oeste de Formosa (Argentina). Los datos se organizan según categorías de parentesco, nombres que implican relaciones interpersonales, categorías relacionales y comparativas; asimismo, se puntualiza el uso de nombres alternativos para designar especies. Se suman nombres que expresan relaciones de jerarquía, de poder u otros vínculos que los hablantes observan entre las especies. Se busca identificar los recursos lingüísticos a los que recurren los toba para construir nombres de plantas y animales, y se indaga qué elementos biológicos y culturales consideran para evaluar las afinidades.
Palabras clave
Términos de parentesco; Etnobiología; Nomenclatura folk; Lingüística; Gran Chaco
Abstract
This study examines comparative and kinship terms, along with others denoting affinity, as applied to the zoonymy and phytonymy of the Toba people of western Formosa (Argentina). The data are organized into categories of kinship, names that reflect interpersonal relations, and relational and comparative categories. The use of alternative names to designate species is clearly indicated. Names expressing relations of hierarchy, power, or other bonds that the speakers observe among the species are included. The objective is to identify the linguistic resources to which the Toba resort when defining names of plants and animals, and the biological and cultural elements considered in assessing affinities.
Keywords
Kinship terms; Ethnobiology; Folk nomenclature; Linguistics; Gran Chaco
INTRODUCCIÓN
En este trabajo se estudian nombres aplicados a la flora y la fauna que emplean términos de parentesco u otros recursos del idioma para expresar familiaridad, semejanza o afinidad entre una y otra especie. Se señalan los motivos biológicos y culturales de los cuales se sirven para crear un nombre, intentándose dilucidar qué tipo de vínculos comparativos se establecen entre especies nativas y entre una nativa y una exótica. En el catálogo de fitonimia toba de Arenas (1993) se documenta la variación en la nomenclatura y la existencia de numerosos nombres alternativos para una misma especie botánica en la lengua qom. Esto que pudo observarse con vegetales, en el caso de los animales no pudo registrarse sino en contadas ocasiones. En este artículo se catalogan los nombres referidos a animales o vegetales que incluyen terminología de parentesco, es decir voces compuestas que contienen categorías nominales referidas a la familia y/o afines. Asimismo, se indagan aquellos nombres que expresan una noción de vínculo social, jerarquía, relación de poder, entre otros emergentes. A estas categorías se agrega otro grupo de construcciones compuestas que sirven para enunciar semejanzas y hacer comparaciones, subyaciendo las categorías de parentesco. En esta contribución se presentan ejemplos mediante los cuales se intenta una interpretación del conocimiento y las percepciones contenidas en dichas denominaciones. En cada caso, se busca identificar los recursos a los que recurren los hablantes para construir dichos nombres e indagar qué elementos de juicio –biológicos y culturales- consideran para evaluar las afinidades. La importancia de recuperar las nomenclaturas indígenas radica en que éstas contienen parte del conocimiento ecológico tradicional (Traditional Ecological Knowledge - TEK), el cual se transmite entre generaciones y se construye mediante el cotidiano contacto con el ambiente a lo largo de su historia (Hunn, 1993; Chapman, 2007).
LOS TOBA DEL OESTE
Los toba mencionados en esta investigación son también conocidos como toba-pilagá, toba ñachilamole’ec y toba de Sombrero Negro; se autodenominan qom’lek, pero también se refieren a sí mismos como toba cuando hablan en español. En esta investigación nos referimos a este grupo social como tobas, aunque este nombre incluye otras parcialidades también autodenominadas con este gentilicio (Métraux, 1937; Arenas, 2003; Carpio, 2012, pp. 1-8; Carpio & Mendoza, 2018). El último registro fidedigno indica que la población ronda las 2000 personas; sin embargo, se carece de un censo actualizado referido específicamente a los toba del oeste de Formosa (Arenas & Porini, 2009). Se trata de un pueblo que antiguamente obtenía su sustento según el status cazador, pescador y recolector. A estas actividades se suma el cultivo de unas pocas especies agrícolas destinadas al autoconsumo. Esta forma de subsistencia se mantuvo hasta hace unas pocas décadas atrás según pudo observarse en los años iniciales de esta investigación. En la actualidad, estas actividades se han reducido notablemente y cobran relevancia el trabajo asalariado, las changas, la instalación de pequeños comercios, la producción de pequeñas manufacturas para la venta y, finalmente, el acceso a programas estatales de asistencia social.
IDIOMA
El idioma qom del oeste pertenece a la familia lingüística guaycurú junto con los toba del este, los pilagá y los mocoví (Censabella, 1999, pp. 60-78, 108; Fabre, 2006). Los estudios sobre la lengua de los toba occidentales se encuentran principalmente en las contribuciones de Carpio (2012, 2014, 2016, 2019, 2021); asimismo, son valiosos para nuestra investigación los estudios sobre la formación de léxicos botánicos y zoológicos de los toba del este, entre los cuales destacan los aportes de Paola Cúneo (Cúneo, 2008, 2014; Cúneo & Porta, 2009; Martínez & Cúneo, 2009). Con respecto al uso de la lengua propia entre los toba del oeste formoseño, hay que resaltar que es de uso generalizado y vigente en la actualidad, a la cual se suma el creciente empleo del español regional o ‘criollo’, que aplican como lengua de contacto o de interacción con los ajenos a su comunidad. Los qom del oeste reconocen similitudes culturales y lingüísticas con los qom o toba que hoy habitan en Embarcación, Tartagal (Salta, Argentina) y con aquellos que vivían en el Chaco boliviano hasta principios del siglo XX; contrariamente, destacan su distancia con el idioma qom oriental, el cual les resulta poco comprensible (Nordenskiöld, 1912, p. 15; Karsten, 1932, pp. 15, 23, 1993 [1923], p. 14; Tomasini, 1978/1979, p. 53; Alvarsson, 1988, p. 28; Fabre, 2006, p. 81; Carpio, 2012, pp. 1-3; Carpio & Mendoza, 2018, pp. 166, 172-173). Asimismo, existe controversia entre los hablantes sobre la adscripción del idioma de los toba occidentales, que se trata aquí, y el de los pilagá, con quienes –sin embargo- muestran cercana afinidad idiomática; diversos autores se explayan y discuten sobre esta situación (Métraux, 1937, p. 174; Dell’Arciprete, 1990/1991, pp. 62-63; Arenas, 2003, p. 43; Fabre, 2006, p. 82). En referencia a la escritura del idioma no existe una modalidad consensuada entre los referentes qom (maestros, estudiantes, pastores e integrantes de la iglesia, autoridades); tampoco entre los investigadores provenientes de distintas disciplinas que publican obras que tratan sobre ellos e incorporan léxico qom en sus obras. Por tal motivo, los mismos toba expresan su interés por lograr uniformidad y plantean discusiones constructivas con la intención de lograr un alfabeto y escritura que los represente. Por ello, la notación de las voces que se proporciona en este artículo se basa principalmente en aportes de colaboradores directos convocados para esta investigación, así como en la bibliografía lingüística asequible (Mendoza & Browne, 1995; Tebboth, 1943; Carpio, 2012). A estos trabajos debemos agregar los de otros autores que transcribieron palabras en la lengua y explican la grafía adoptada en cada caso (De la Cruz, 1995, pp. 71-73; Arenas, 2003, p. 21; Arenas & Porini, 2009, pp. 25-26). A lo anterior se suman antecedentes que contienen aportes etnobiológicos con datos sobre nomenclatura de la flora y fauna local que sirven de base para el cotejo (Tebboth, 1943; Arenas, 1993, 2003; Scarpa & Arenas, 2004; Arenas & Porini, 2009; Kamienkowski, 2023).
ÁREA DE ESTUDIO
El grupo indígena qom ñachilamole’ec habita en 38 pequeños poblados o aldeas ubicados junto a una zona de inundación aledaña al río Pilcomayo (Dpto. Bermejo), al cual se suma 1 barrio periurbano en Ing. G. N. Juárez (Dpto. Matacos) (Figura 1). La vida en dichas comunidades está altamente condicionada por los vaivenes del río Pilcomayo, el cual mantenía su cauce fluvial junto a sus asentamientos tradicionales hasta mediados de los años 1970. En esos años una gran inundación destruyó sus históricas aldeas y tuvieron que reconstruir sus poblados en zonas secas más elevadas a unos kilómetros más al sur. El río Pilcomayo nace en la región andina y cruza por completo la planicie chaqueña hasta desembocar en el río Paraguay. La zona donde transcurre nuestra investigación se sitúa en el curso medio de la sección chaqueña, donde el río adquiere un perfil meándrico, pierde su cauce definido para perderse en una zona pantanosa y generar nuevos humedales y porciones secas a raíz de la extraordinaria cantidad de sedimentos que arrastra y se depositan durante las inundaciones, originándose el taponado y colmatación del cauce. Estos eventos extraordinarios se repiten cada pocos años y afecta la distribución de los poblados y en un radical cambio en el paisaje luego de las inundaciones. En febrero de 2018, una nueva y gran inundación arrasó casi todos sus poblados, de los cuales sólo dos quedaron indemnes. Hasta entonces eran 14 poblados, cuyos habitantes se redistribuyeron en nuevos espacios que presumen podrían soportar en el futuro otras inundaciones. Actualmente (año 2024) los poblados están establecidos, como señalamos, en 38 aldeas. Finalmente, en el plano biogeográfico el territorio pertenece al Chaco semiárido, una porción del Gran Chaco Sudamericano, con perfil ambiental xerófito, gran variación interanual en el régimen de lluvias, con una marcada estación seca y otro período lluvioso. Asimismo, incluye temperaturas que van desde calores extremos en verano hasta heladas en invierno; otros detalles biogeográficos fueron abordados por numerosos autores (Cabrera & Willink, 1973, pp. 72-75; Bucher, 1980, 1982; Morello & Hort, 1985; Ramella & Spichiger, 1989; Karlin et al., 1994, pp. 13-45; Morello et al., 2009). Detalles etnobiológicos pertinentes para esta investigación se presentan en contribuciones previas (Arenas, 2003, pp. 27-32; Scarpa & Arenas, 2004; Arenas & Porini, 2009, pp. 31-34; Kamienkowski, 2020, 2023).
Mapa de localización de las comunidades toba del oeste de Formosa (Argentina). El área territorial de las comunidades rurales se indica con línea punteada; el barrio periurbano se sitúa en Ing. G. N. Juárez.
METODOLOGÍA
La metodología aplicada en esta investigación comprende trabajo de campo en poblados rurales y periurbanos qom así como trabajo de gabinete con sus etapas de análisis, cotejo, verificación y redacción, aplicando un enfoque cualitativo desde un paradigma interpretativo. Para abordar el tema se incorporan elementos metodológicos propios de la biología, la antropología y la lingüística en el marco de la etnobiología cualitativa y la etnobiología lingüística (Vasilachis de Gialdino, 2006; Bernard, 2006; Aunger & Dow, 2010, pp. 349-351; Arenas & Martínez, 2012, pp. 18-23; Guttandin, 2012; Hunn & Brown, 2011; Guber, 2011). Se toma información recopilada en viajes de campo a lo largo de décadas de investigación y de campañas realizadas en los años recientes (a partir de 1983 hasta 2023); en todos los casos se realizaron entrevistas abiertas, semi-estructuradas y observación participante. Asimismo, se realizaron colectas participativas de muestras vegetales y animales de referencia, de manera que las identificaciones científicas de flora y fauna fueran correctas y fidedignas mediante su estudio en el laboratorio; las modalidades de colecta y de estudio en el gabinete se explicitan en obras previas respectivas (Arenas, 1993, p. 75, 2003, pp. 19-24; Arenas & Porini, 2009, pp. 21-29; Kamienkowski, 2020). El trabajo de gabinete implica la revisión de fuentes, especialmente contribuciones lingüísticas que tratan la zoonimia y fitonimia de las etnias del Chaco. Como marco ético se adoptan los postulados acordados por la Sociedad Latinoamericana de Etnobiología y se reconocen los derechos de los pueblos indígenas sobre su propia herencia biocultural (Committee et al., 2018).
Con relación a la escritura de las voces qom presentadas en este trabajo se imponen algunas aclaraciones. En primer lugar, la notación de las consonantes y vocales equivalen a las que se emplean en español. Hacen excepciones algunas consonantes y vocales que se adaptaron para la grafía de la traducción bíblica al toba, para lo cual, la comunidad contó con la asesoría de un traductor lingüista. Como se señala, aún se carece de una escritura consensuada, por lo cual existe mucha variación en la escritura entre los qom. En esta contribución se consignan voces en idioma qom según la escritura adoptada por ellos, en atención de sus propios intereses culturales. Ésta se basa en las sucesivas grafías adoptadas por los misioneros anglicanos que trabajaron con ellos a partir de los años 1930. Se toma como punto de referencia el material del culto actual, y particularmente, el Nuevo Testamento traducido en su idioma (Sociedad Bíblica Argentina, 2010). Las equivalencias fonológicas de los grafemas empleados pueden ser cotejados y tomados como referencia técnica del valor de los mismos en las descripciones realizadas por Mendoza y Browne (1995, p. 117) y Carpio (2012, pp. 15-29). Se deja asentado que los nombres qom incluidos en este trabajo fueron escritos y revisados por nuestros colaboradores idiomáticos. Asimismo, cabe mencionar que la traducción de las voces qom al español también fue proporcionada por los propios hablantes.
LOS NOMBRES VERNÁCULOS
El estudio de las nomenclaturas vernáculas o folk de los seres vivos es uno de los campos desarrollados por la etnobiología con el fin de comprender los recursos lingüísticos que emplea una sociedad para referirse y nombrar el entorno donde vive. La catalogación de nombres aporta información al respecto del complejo universo de referencias (plantas, animales, colores, objetos, accidentes geográficos, topónimos, etc.) que sirve de base para interpretar el sistema etnoclasificatorio específico de la flora y la fauna. A mediados del siglo XX, cuando las etnociencias irrumpieron en el ámbito de la antropología, la lingüística y la biología, el estudio de las nomenclaturas vernáculas constituyó un campo de investigación de interés para conocer cómo las sociedades humanas construían sus nomenclaturas y organizaban conceptualmente al entorno ambiental en relación con las percepciones y saberes locales (Clément, 1998; Hunn, 2007; Warren, 2010, pp. 208-209). Este hecho dio lugar a los estudios de etnotaxonomía y etnosistemática que convocaron a investigadores en distintas partes del mundo y realizaron destacadas contribuciones en la materia (Hunn & Brown, 2011). Los modos de interpretar los contenidos de la nomenclatura biológica folk o vernácula se pueden abordar y fundamentar mediante estudios lingüísticos descriptivos, que en esta contribución no se realizan por no ser un ámbito de competencia de los autores. Al enfoque lingüístico, se suma el estudio del bagaje cultural que suelen reflejar estas voces, como son datos sociales, históricos y ambientales específicos. La fitonimia y zoonimia de varias etnias chaqueñas fue estudiada recientemente por lingüistas, en ocasiones juntamente con biólogos. Estos trabajos están dedicados a los toba orientales (Cúneo, 2008, 2014; Martínez, 2009; Martínez & Cúneo, 2009; Cúneo & Porta, 2009; Messineo & Cúneo, 2011); wichí (Súarez, 2010, 2011), choroti (Scarpa, 2007), maká (Messineo & Tacconi, 2010), mocoví (Rosso, 2010) y tapieté (González, 2011). Las mencionadas investigaciones analizan los procesos que ocurren en la conformación de los nombres vernáculos y detallan los recursos que emplean los hablantes para crear fitónimos o zoónimos. En dichas contribuciones lingüísticas chaqueñas se pudo establecer como una constante que la derivación y la composición son los procedimientos más frecuentes que las caracterizan. Éstos son recursos que permiten crear nuevas unidades léxicas a partir de dos o más bases, enfatizando en los componentes de las voces y las relaciones de sus partes (Cúneo, 2008, p. 258, 2014; Martínez & Cúneo, 2009, pp. 151, 154-156, 156; Cúneo & Porta, 2009, pp. 239-240; Suárez, 2010, pp. 205, 207; Porta & Di Iorio, 2010, pp. 1061-1064; Messineo & Tacconi, 2010, pp. 87-88, 95, 103, 113; Suárez, 2011, p. 188; González, 2011, pp. 261, 283; Spinelli & Tacconi, 2018, pp. 152-178). Finalmente, la presencia de términos de parentesco y otros recursos que marcan afinidades en la fitonimia y zoonimia de etnias chaqueñas fueron detectados y analizados por varios autores de los respectivos repertorios estudiados, aportando ejemplos ilustrativos (P. Vuoto, 1981; D. Vuoto, 1981; Scarpa, 2007, pp. 96-97; Cúneo, 2008, p. 264, 2014; Cúneo & Porta, 2009, pp. 244-252; Martínez, 2009, pp. 197-201, 205-211; Suárez, 2010, p. 209). Según se pudo observar en los mencionados trabajos, los fitónimos y zoónimos que aluden a la parentela son padre/madre, hijo, abuelo, tío; de algún modo, podemos advertir que el léxico aplicado a la familia y/o afin es acotado. El trabajo de Cúneo (2014) sobre los morfemas de parentesco “padre” y “madre” referido a los toba orientales contituye un aporte donde se analiza con detalle el papel y los multiples significados que operan y logran enriquecer la lengua cuando se crean palabras nuevas con los recursos propios del idioma. Dicha contribución, con enfoque netamentamente lingüístico, brinda un panorama donde se expone cómo se aplican habitualmente estos recursos del idioma y a la vez cómo se facilita la posibilidad de nombrar elementos de la flora y la fauna en contextos o ámbitos nuevos.
OBSERVACIONES GENERALES SOBRE LA FITO-ZOONIMIA QOM
La fitonimia y zoonimia qom ñachilamole’ec sigue un formato que se repite en estudios nomenclaturales de diversas sociedades del mundo, tanto indígenas, campesinas o urbanas (Berlin et al., 1973, pp. 216-218, 1992, pp. 20-36; Friedberg, 1990, pp. 88-92; Johnson-Gottesfeld & Hargus, 1998, pp. 85-89; Villagran, 1998; Hunn & Brown, 2011, pp. 320-321). La misma modalidad también fue verificada por los numerosos autores que trataron este tema entre las etnias del Chaco (vide supra). Estos nombres se presentan de los siguientes modos:
Nombres simples: son nombres propios o primarios que aparentemente no expresan otro significado y no pueden ser analizados internamente (ni morfológica ni semánticamente) (Friedberg, 1990, p. 88; Berlin, 1992, p. 27; González, 2011, p. 260). Estos nombres simples son denominados por diferentes autores como: lexemas primarios, nombres semánticamente unitarios, nombres primarios, nombres primarios no productivos, nombres literales, nombres de base o básicos, nombres monosémicos o monolexemáticos.
Nombres compuestos: se definen también como lexemas complejos, lexemas secundarios, nombres metafóricos o nombres metafórico-descriptivos. En este grupo podemos distinguir dos subgrupos: (a) nombres derivados por sufijación, es decir por la añadidura de un sufijo; (b) compuestos metafórico-descriptivos: nombres compuestos considerados como una unidad conceptual; están construidos en base a relaciones de significados entre sus elementos constitutivos. Son denominaciones compuestas cuya segunda etiqueta puede referir su ecología, su empleo, su morfología (color, tamaño), entre otras significaciones.
Nombres complejos: son nombres descriptivos compuestos o fraseales que se presentan como trinomios o frases complejas de mayor longitud con diferentes elementos gramaticales. Este tipo de nombres se suele dar en la nomenclatura de asociaciones o comunidades vegetales, una situación que pudimos constatar que ocurre en el idioma toba (Scarpa & Arenas, 2004).
Las categorías que se tratan en esta investigación son nombres compuestos metafórico-descriptivos, que también se designan con otras etiquetas equivalentes. El mecanismo formal para crear el nombre se da tomando como referente de base una especie o entidad modélica representativa de la flora o la fauna, que suele ser un nombre primario simple, el cual es modificado mediante otro término que puede ser un sustantivo, un adjetivo o un verbo inactivo (Messineo, 2002; Messineo & Tacconi, 2010, pp. 106-107; González, 2011, pp. 264-265; Spinelli & Tacconi, 2018, pp. 169-170). Cuando ocurre este tipo de nombres que compromete la terminología de parentesco, o aquellos que refieren a la idea de ‘semejanza’, ‘afinidad’, ‘evaluación del parecido o el tamaño’, el núcleo constituye el nombre relacional (padre, madre, habitat, amistad, grande/pequeño, etc.) y el otro es el que refiere la especie (animal o vegetal). Tal como señalan Spinelli y Tacconi (2018, pp. 169-170):
. . . compuestos relacionales resultan de la concatenación de dos sustantivos, uno de los cuales -el núcleo- es un término de parentesco o de relación (padre, madre, hijo/a, sexo, parásito, habitante) y el otro es el término específico que designa el referente de dicha relación.
RESULTADOS
Se presentan los nombres aplicados a la flora y la fauna que contienen términos de parentesco y otros de carácter comparativo registrados en el trabajo de campo y en la revisión bibliográfica; una síntesis de los resultados se presenta en la Tabla 1.
Resumen de los términos locales, científicos y vernáculos (toba y español) aplicados a la flora y la fauna que contienen términos de parentesco y otros de carácter comparativo.
CATEGORÍAS DE PARENTESCO O APLICADO A LA FAMILIA
CATEGORÍA PADRE/MADRE: ‘LETA (MASC.), ‘LATE (FEM.)
Ejemplo 1: Se registran tres nombres en idioma toba referidos a Agave sp. (Asparagaceae): chaic ‘late, qotaque ‘late, qalite poleo’. Los dos primeros emplean categorías de parentesco, mientras que el tercero posee un aumentativo (véase más adelante en el ítem “Categorías relacionales y comparativas”). Dicha planta es una especie exótica, cultivada, originaria de México, que alcanza gran tamaño. Sus hojas forman una roseta basal con gran parecido con las especies de bromeliáceas textiles locales; asimismo, cuando ocurre su floración, emerge de la roseta foliar un escapo con flores, que recuerda el tipo de inflorescencia de la palmera que crece en la zona. A partir de estas evidentes características se interpretan los fitónimos asignados: 1) chaic ‘late = ‘madre de la palmera’ [chaic = ‘palma’, Arecaceae: Copernicia alba; ‘late = ‘su madre’]; 2) qotaque ‘late = ‘madre del chaguar’ [qotaque = ‘chaguar’, Bromeliaceae: Bromelia hieronymi, ‘late = ‘su madre’]. En ambos casos, la idea de maternidad/paternidad se vincula con el tamaño mayor de la especie introducida con respecto a la propia de la flora local.
Ejemplo 2: El nombre epaq ‘late o epaĝa ‘late, que se traduce como ‘madre de árbol/palo’ designa a varias especies de árboles pertenecientes a distintas familias botánicas, tanto nativas como exóticas: Eucaliptus sp. (Myrtaceae), Phyllostylon rhamnoides (Ulmaceae), Pisonia zapallo (Nyctaginaceae), Gleditsia amorphoides (Fabaceae), Maclura tinctoria spp. mora (Moraceae) y Monteverdia spinosa (Celastraceae). Estos fitónimos se refieren a árboles robustos, altos o corpulentos, con maderas fuertes. Cabe aclarar que cada una de estas plantas también recibe otras denominaciones o nombres.
Ejemplo 3: Los mutílidos (Mutillidae: Traumatomutilla sp.) pertenecen a una familia de insectos himenópteros que recibe varios nombres en toba. Dos nombres alternativos incluyen terminología de parentesco, estos son pejo ‘leta (pejo = hormiga; ‘padre de las hormigas’) y uachidíaĝa ‘late (uachidíyaĝa = araña; ‘madre de las arañas’). Asimismo, en referencia a los mutílidos, se registra el nombre pejo poleo’ que se traduce como ‘hormiga grande’. No obstante, el nombre propio o primario según destacan los toba es qa’te’toc, que no tiene otro significado. La gente toba explica que las voces compuestas anotadas se aplican debido al parecido morfológico de este insecto con las hormigas, aunque estas son de menor tamaño. Por otro lado, su coloración negra con manchas rojas en el abdomen y porque pican peligrosamente, les recuerda a la araña uachidíyaĝa to’omaĝadae (‘araña colorada’, Theridiidae: Latrodectus sp.), conocida popularmente en español como ‘viuda negra’.
Ejemplo 4: La ‘ampalagua’ es una boa que puede alcanzar hasta 3 m de longitud, se denomina ualañi (Boidae: Boa constrictor) (Arenas, 2003, p. 393); algunas personas también la conocen como nanaic ‘late: ‘madre de las víboras’ (nanaic = víbora; ‘late = su madre); dicha denominación remite al relato perteneciente a su narrativa oral donde se expresa que las distintas clases de ofidios provendrían de esta ‘madre’; estas observaciones, sin ninguna duda, pueden basarse –entre otras razones– en el considerable tamaño de B. constrictor.
Ejemplo 5: La voz ‘latole la traducen como ‘su madrecita’, ‘su madre pequeña’ o diminutivo de madre. Respecto a este término se presentan dos casos:
A) El término de base potae designa al ‘oso hormiguero’ (Myrmecophagidae: Myrmecophaga tridactyla), mientras que el nombre potae ‘latole se aplica al ‘oso melero’ (Myrmecophagidae: Tamandua tetradactyla). En este caso, ‘latole lo traducen como ‘su madrecita’, es decir ‘madrecita del oso hormiguero’. Esto se explica porque el ‘oso melero’ es de menor tamaño, su porte es de aproximadamente la mitad de la especie mayor;
B) El nombre ‘niyaq ‘latole o niyaĝa ‘latole se registró para un pez de pequeño tamaño (4-5 cm de largo) perteneciente a la especie Cichlasoma portalegrense (Cichlidae). La voz ‘niyaq se traduce como pez o pescado de modo genérico y a la vez designa al ‘sábalo’ (Prochilodontidae: Prochilodus lineatus) (Arenas, 2003, pp. 491, 499). Respecto a la traducción de ‘latole se anotan distintos significados. En primer lugar, traducen ‘latole como ‘su madrecita’ o diminutivo de madre, y refieren que tiene un tono afectivo, es decir es ‘más cariñoso’ (sic.). Otra posibilidad sugerida por los toba es que ‘latole sea una expresión diminutiva que se aplique a especímenes de menor tamaño o delgados (‘finitos’). Finalmente, un colaborador indica que ‘latole es ‘su hija’. Hay quienes no reconocen a qué especie refiere el término compuesto e indican que posiblemente se trate de un alevín o cría de pez de aspecto delgado y pequeño. Nombres similares con el sufijo lto’olec fueron registrados para distintas categorías de plantas y animales (aves, mamíferos) entre los toba del este (toba-takśek), adjudicándole la traducción ‘chico’, ‘petizo’, ‘enano’ (P. Vuoto, 1981; L. Vuoto, 1981).
CATEGORÍA HIJO/PEQUEÑO/CRÍA: ‘QOĜOT (MASC.), ‘QOQOTE (FEM.)
Los términos ‘qoĝot y ‘qoqote se aplican con dos sentidos para crear nombres vernáculos: para referir un tamaño menor o para indicar que la especie se cría en un determinado lugar (por ejemplo, que es propia del agua, del pantano o del arenal, etc.). También se aplica para expresar que efectivamente son crías (pichones, polluelos, plántulas, larvas, etc.).
Ejemplo 1: La planta nativa Cenchrus pilcomayensis (Poaceae) se denomina qoqota ‘qoĝot que se traduce como cría/hijo de qoqota (= ‘caña de Castilla’, Poaceae: Arundo donax; ‘qoĝot = cría, hijo), lo cual puede interpretarse como ‘hijo de la caña de Castilla’. Esta especie es nombrada ‘simbol’ en el español regional; es un pasto perenne, robusto, con cañas de menos de 1 cm de diámetro, que puede alcanzar hasta 2 m de altura. Se trata de un pasto arbustivo, pero de menor tamaño que la ‘caña de Castilla’; por su porte menor se le aplica el epíteto ‘hijo’.
Ejemplo 2: La planta noĝop ‘qoĝot se traduce como cría/hijo del humedal o del agua (noĝop = agua, humedal; ‘qoĝot = hijo, masc.). Se aplica a especies que crecen en humedales como Cleome sp. (Cleomaceae), Eleocharis elegans (Cyperaceae), Tripogonella spicata (Poaceae), a las algas filamentosas o al plancton de las aguas quietas. Otras plantas, concebidas de género femenino, se nombran noĝop ‘qoqote = hija del humedal, ‘qoqote, fem. En este grupo se pudo reunir también a especies muy diversas: Coccoloba spinescens (Polygonaceae), Ludwigia leptocarpa (Onagraceae), Heimia salicifolia (Lythraceae). Este espectro de nombres nos muestra que además de constituir un fitónimo se presenta también como una categoría clasificatoria que sirve para agrupar a diverso número de plantas que habitan en ese ambiente, sean cespitosas, herbáceas o arbóreas.
Ejemplo 3: El término ‘maic designa a la planta agrícola ‘caña de azúcar’ (Poaceae: Saccharum officinarum) y también se presenta como un nombre de base para designar otras especies. Así, a partir de este fitónimo se construyen al menos tres nombres para designar al ‘sorgo dulce’ (Poaceae: Sorghum saccharatum): ‘maic ‘qoĝot [‘maic = caña de azúcar; ‘qoĝot = hijo], ‘maic qoĝotolec [‘maic = ‘caña de azúcar’; qoĝotolec = ‘hijo’ con el sufijo de derivación diminutivo -olec = ‘hijito’; ‘hijito de la caña de azúcar’] y ‘maic poleo’. Las dos especies citadas son plantas exóticas agrícolas, cultivadas en Argentina, originarias del Viejo Mundo. Los toba occidentales, que vivían en Bolivia y en el extremo occidental del Chaco Boreal conocieron la ‘caña de azúcar’ a fines del siglo XIX por acudir como trabajadores en los ingenios azucareros del piedemonte andino en las provincias de Salta y Jujuy (Arenas, 2003, pp. 91, 99, 317); en forma contemporánea o unas décadas después los toba del oeste de Formosa también concurrieron a dichos ingenios. El nombre ‘maic sólo se asigna a este cultígeno y ya lo menciona Tebboth (1943, p. 193) en su diccionario. Desconocemos si esta voz constituye un préstamo de alguna otra lengua nativa como producto de la convivencia multiétnica en estos establecimientos. El nombre de la ‘caña de azúcar’ no fue registrado en trabajos ni diccionarios que tratan de otros grupos toba y pilagá (Da Rocha, 1938; Buckwalter, 1980; Martínez, 2009). Sólo Martínez Crovetto (1964, pp. 291, 324) menciona las voces kaañá, kañá, tomadas del español, y adoptadas por los toba del este.
OTROS TÉRMINOS DE PARENTESCO
Ejemplo 1: El término ‘tío’ [= netejoqo’] aparece en una sola oportunidad, asignado a un pez de tamaño mediano que alcanza hasta 20 cm de longitud: qapoñi netejoqo’ = tío de qapoñi, que corresponde a Cichlasoma portalegrense (Cichlidae). La especie modélica o término de base que sirve de comparación es un pez de tamaño menor, que alcanza hasta 10 cm de longitud: qapoñi (Cichlidae: Crenicichla lepidota). Esta voz fue recopilada en el año 1987, y se pudo comprobar que las actuales generaciones toba no recuerdan este nombre. En la misma oportunidad también tres ancianos y sapientes informantes aplicaron otro nombre a este pez: qapoñi japteneque; en encuestas recientes las personas consultadas tampoco reconocieron este nombre. Se advierte que la denominación ‘tío’ en idioma toba no se superpone con otra categoría parental. El término netejoqo’ se aplica al hermano mayor o menor del padre o de la madre (Mendoza & Browne, 1995, pp. 118, 119; Tebboth, 1943, p. 160). Se puede hacer notar que el nombre referido a la categoría de parentesco ‘tío’ también aparece mencionado por Martínez Crovetto (1995, p. 58) para el toba oriental como qapoñí nteskó, y para el pilagá como qapoñí ntesóqo’; cabe recordar que estos datos provienen de trabajos de campo realizados en la década de 1960.
CATEGORÍA MESTIZO, CRUZADO, HÍBRIDO, VARIEDAD: NAPOGUENEC (MASC.), NAPOGAC (FEM.). SE PUDO DOCUMENTAR QUE SE APLICA EN AVES
Ejemplo 1: El nombre nalonagat napoguenec se da a una ‘tortolita’ o ‘torcacita’ (Columbidae: Columbina talpacoti), que se caracteriza por un plumaje grisáceo, blanco y negro en sus distintas partes, y por su hábito terrícola y peridoméstico; el zoónimo expresa que es un híbrido, un mestizo de la ‘palomita castaña’ o ‘tortolita colorada’ (nalonagat, Columbidae: Columbina picui). El plumaje y el comportamiento de la especie modélica difiere de la primera por presentar una coloración más oscura en todas sus partes (rojizo, castaño, negro) y porque frecuenta sabanas, montes y humedales, mostrando un comportamiento más montaraz y arisco.
Ejemplo 2: El nombre dachimi napoguenec se aplica a una especie de ‘perdiz’ o ‘martineta’ (Tinamidae: Eudromia formosa), cuya coloración se presenta de tonalidad marrón o rojizo más intenso que el de la especie modélica dachimi (Tinamidae: Eudromia elegans). Aunque tienen el mismo tamaño y hábitos similares, numerosos detalles morfológicos, especialmente en la coloración de sus partes (garganta, copete, porción ventral) permite distinguirlas.
CATEGORÍA CONCEPTUAL ANCIANA/ANCIANO
El concepto de anciana/o se pudo registrar en dos casos (iaĝae y chochomena’), que se toman en consideración por contener referencias de parentesco, aunque no se trate de nombres compuestos. En estos casos, los nombres se asignan a insectos coleópteros que tienen cualidades que evocan rasgos de una persona mayor: cutícula rugosa, desplazamiento lento y comportamiento inofensivo. El primer ejemplo se refiere a gorgojos (Curculionidae) que se nombran iaĝae, que traducen literalmente como ‘vieja’ o ‘anciana’. El segundo caso compromete a coleópteros del género Entomoderes (Tenebrionidae), que se denominan chochomena’, voz que se vincula con la idea de ‘anciana’, ‘vieja’ o ‘abuela’, por lo cual indican que no hay que matarla.
NOMBRES QUE IMPLICAN RELACIONES INTERPERSONALES
CATEGORÍA AMISTAD/AFINIDAD/OTRO: LAQAYA
Ejemplo 1: Los ‘zorzales’ (Turdus amaurochalinus, T. rufiventris), reconocidas aves canoras pertenecientes a la familia Turdidae, se denominan uochilala. Mientras que otras aves canoras de la familia Thraupidae (Embernagra platensis, Saltator coerulescens) se nombran uochilala laqaya que se traduce como amigo o afín al zorzal [uochilala= zorzal, laqaya = su amigo, afín, otro]. En este caso la afinidad se basa en la cualidad del canto. Al respecto de la traducción de esta expresión se recomienda consultar la obra de Tebboth (1943, pp. 49, 190).
Ejemplo 2: El nombre genérico que designa a las ciperáceas es piaĝanaĝaic; la mayoría de ellas son cespitosas, aunque se diferencian claramente de los pastos, que se nombran en general como auacapi o alqapi. Por otro lado, la especie Euphorbia serpens (Euphorbiaceae) es una planta completamente diferente a una ciperácea, y sin embargo se la nombra piaĝanaĝaic laqaya: ‘su amigo, afín a especies cespitosas de ciperáceas’, siendo que la voz laqaya significa ‘su amigo o afín’. En el caso de E. serpens se trata de una hierba rastrera, con hojas diminutas y con látex, que cubre densamente el suelo, semejando un césped. La creación del fitónimo piaĝanaĝaic laqaya se puede interpretar por su similitud con una planta cespitosa. Finalmente, la planta E. serpens, común en la zona, es otro ejemplo de versatilidad en la asignación de nombres; la encuesta arrojó trece nombres distintos (Arenas, 1993, p. 79), entre los que también figuran los calificativos poleo’.
CATEGORÍA JEFE, DIRIGENTE, CACIQUE: JALIAĜANEC (MASC.), JALIAĜANA (FEM.)
Ejemplo 1: El nombre mayo’ jaliaĝanec [mayo = ave; jaliaĝanec = jefe, líder] designa a determinadas aves que habitualmente poseen además un nombre propio, pero se les aplica un epíteto por algún atributo que las distingue como poseedoras de cierto tipo de poder, autoridad o prestancia que las diferencia de otras (Arenas & Porini, 2009, pp. 134, 203, 223). A continuación se presentan algunos ejemplos: 1) jaliaĝanec ‘lapaĝat [jaliaĝanec = jefe, lider; ‘lapaĝat = animal, bicho] es un nombre alternativo para uole (Accipitridae: Buteogallus urubitinga); el primer nombre citado se usaba antiguamente pero hoy está en desuso; en este caso evoca que este ave fue en el tiempo mítico un destacado héroe cultural toba (Arenas & Porini, 2009, p. 134); 2) mayo’ jaliaĝanec se aplica también a dos aves que poseen nidos bien construidos, confortables, por lo cual no sufren durante las lluvias, viven seguras y sin padecer las inclemencias del clima; se nos describió que su forma de vida es semejante a la de gente poderosa o bien acomodada. Se documentaron dos grupos de aves que responden al concepto de ‘jefe’ en el sentido descripto: uno es el ‘hornero’ (Furnariidae: Furnarius rufus, F. cristatus) cuyo nombre propio es ‘te, te ‘late, y el segundo corresponde a un ave que se nombra qapichic, que no pudimos identificar y desconocemos su tipo de vivienda; 3) finalmente, otro grupo de avecillas que reciben el epíteto mayo’ jaliaĝanec comprende al menos a dos avecillas cuyo nombre propio es je’tien (Parulidae: Setophaga pitiayumi, Geothlypis aequinoctialis). Estas aves se consideran anunciantes de visitas importantes en el poblado, las perciben como un cortejo o como voceras de gente con poder; cuando estos pájaros se acercan y cantan insistentemente en cercanías del poblado o la vivienda alertan de la novedad, y entonces, la comunidad entiende que llegarán visitas importantes con buenas noticias u obsequios.
CATEGORÍAS RELACIONALES Y COMPARATIVAS
CATEGORÍA PARECIDO: CRITERIO MORFOLÓGICO POR TAMAÑO U OTROS RASGOS
El término con mayor empleo para indicar el tamaño en el léxico de plantas y animales es poleo’. Si bien implica tamaño, también connota algo extraño o desusado, algo inusual, desmedido, que puede causar incertidumbre o temor. El valor de poleo’ en el sentido de dimensión o volumen puede referir algo muy pequeño como también algo muy grande, es decir, se aplica en ambos sentidos. No obstante, el término poleo’ presenta dos variantes concretas: poleo’lec, que expresa menor tamaño, y poleodic, que indica un tamaño marcadamente mayor. En otra contribución se aportan más datos sobre las representaciones de esta palabra y se añaden varios ejemplos (Arenas & Porini, 2009, pp. 128-129).
CATEGORÍA REFERIDA A ESPECIES EXÓTICAS DENOMINADAS CON EL TÉRMINO: POLEO’
Ejemplo 1: La planta Agave sp. recibe tres nombres en idioma toba, dos de ellos emplean términos de parentesco y un tercero es qalite poleo’ que puede traducirse como ‘chaguar grande’, dado que qalite’ designa al ‘chaguar’ (Bromeliaceae: Deinacanthon urbanianum) y el término poleo’ funciona como aumentativo. El Agave sp. es un ‘cardo’ ornamental muy difundido; la planta arrosetada es mayor que sus parecidas locales, pero en su momento de floración se desarrolla el escapo floral con su inflorescencia dispuesta en panícula y así alcanza gran tamaño, hasta varios metros de altura; ninguna bromeliácea local adquiere tal dimensión y por ello el calificativo poleo’ es plausible.
Ejemplo 2: El ‘sorgo dulce’ (Poaceae: Sorghum saccharatum) recibe al menos tres nombres compuestos distintos. Uno de los nombres que recibe es ‘maic poleo’, cuyo significado es ‘menor que la caña de azúcar’ [‘maic = ‘caña de azúcar’, poleo’ = menor]. Este nombre se agrega a los otros dos citados más arriba, vinculados con términos de parentesco; en este caso se trata de una caña de menor tamaño, con contenido dulce menos intenso, etc.; o quizá expresa simplemente que es ‘diferente’.
Ejemplo 3: Los mosquitos se denominan uando de modo genérico, el cual comprende distintas entidades (Kamienkowski, 2023, p. 181). Al mosquito vector del virus del ‘dengue’ (Culicidae: Aedes aegypti), aunque no lo conocen, lo designan: uando poleo’ o ‘dengue’. Esta dolencia afecta cada año en los sectores orientales húmedos de la Provincia, aunque en la zona estudiada no se relevan casos locales. No obstante, por la información que les llega por medios de difusión sobre su peligrosidad, lo nombran de las dos maneras señaladas. La voz u. poleo’ se aplica porque se lo concibe de mayor tamaño y quizá por la grave enfermedad que transmite. El segundo nombre es un préstamo del español.
Ejemplo 4: La abeja ‘extranjera’ (Apidae: Apis mellifera) es conocida por el nombre co’nayaq poleo’. Los relatos sobre el origen del nombre y la presencia del insecto en la zona sitúan promediando el siglo XX, por lo cual la nombraron ma’aĝe ‘leta, es decir ‘padre de las mieles/abejas’ [ma’aĝe = miel; ‘leta = su padre]. En este primer contacto con A. mellifera se asigna dicho nombre por ser más grande o mayor su producción, por su agresividad y por sus picaduras venenosas. Sin embargo, cuando comenzaron a aprovechar su miel, se reemplazó el nombre por el término co’nayaq poleo’ en comparación con la abeja ‘moro-moro’ (co’nayaq, Apidae: Melipona favosa orbignyi). Finalmente se afirma que ma’aĝe ‘leta es una palabra que actualmente sólo conoce la gente más anciana. En este caso podemos observar cómo la voz poleo’ permite designar especies introducidas o escasas en primera instancia. En referencia a A. mellifera en el idioma pilagá, emparentado con el toba del oeste, Martínez Crovetto (1995, p. 68) recopila la voz konaiaq lta’, que significa konaiaq-su-padre, siendo konaiaq la especie M. favosa orbignyi, lo cual refleja la misma modalidad de denominación de una especie exótica por comparación con una nativa.
ESPECIES QUE INCLUYEN LAS EXPRESIONES POLEO’, POLEODIC O POLEOLEC
Ejemplo 1: El nombre qol se aplica a líquenes fibrosos y designa principalmente a Usnea sulcata (Parmeliaceae); este líquen es muy común en el monte chaqueño, donde suele cubrir árboles o matorrales. Esta voz se emplea como término de base para construir los nombres compuestos qol poleo’ y qol poleolec que dan a otros líquenes con las mismas características fibrosas. Asimismo, se recurre a los nombres qol poleo’ y qol poleolec para denominar a otras plantas que presentan apariencia similar pero que no son líquenes; éstas suelen tener aspecto cespitoso, filiforme o fibroso, carecen de flores o tienen flores poco visibles y diminutas: Azolla sp. (Salviniaceae), Lemna sp. (Araceae), Selaginella sellowii (Selaginellaceae), Ceratophyllum demersum (Ceratophyllaceae), Stemodia ericifolia (Plantaginaceae), Euphorbia serpens (Euphorbiaceae). Se pudo advertir que todas estas especies enlistadas se nombran por extensión con el término qol, pero para marcar la diferencia de forma neta, los hablantes las distinguen y recurren a las expresiones qol poleo’ y qol poleolec o a su modo contraído qololec.
Ejemplo 2: El nombre tegueaĝaic poleodic o teĝeqaic poleodic que se traduce ‘diferente/mayor del poroto de monte’ [tegueaĝaic = ‘poroto de monte’, Capparaceae: Anisocapparis retusa; poleodic = diferente/mayor] se aplica a un árbol pequeño frecuente en la zona (Polygonaceae: Coccoloba spinescens); esta especie forma parte del bosque de galería; posee algún parecido con el ‘poroto de monte’, un árbol común y de gran uso como alimento aún en nuestros días. Pero el parecido entre ambos no es muy evidente, lo cual da lugar a que el árbol aquí estudiado reciba otros variados nombres; en efecto, durante la encuesta in situ pudimos recoger para esta especie 15 nombres diferentes, algunos de ellos mencionados por más de una persona (Arenas, 1993, p. 77). Nuestro árbol en cuestión es nombrado por los criollos como ‘duraznillo del río’; es de madera dura y flexible, con ramas largas, aunque con flores y frutos completamente diferentes al ‘poroto de monte’; los tobas lo aplican para la confección de jabalinas para la pesca o en arquería para confeccionar arcos de pesca o caza de aves, los niños comen sus frutos como golosina; se le da otros usos y –ciertamente– en una planta claramente reconocida por la comunidad. Sin embargo, por la cantidad de nombres registrados pareciera que carece de un nombre propio o que éste se ha perdido; no obstante, la gente, con su capacidad de nombrar le asigna alguno de los fitónimos que resulte coherente y que otras personas lo pueden reconocer. Finalmente, hay que subrayar que entre los 15 nombres mencionados hay nombres básicos y otros que son binomiales y llevan sendos epítetos del stock mencionado en este estudio, tales como poleo’, ‘late, ‘qoqote (Arenas, 1993, p. 77).
Ejemplo 3: El término poleodic (aparente/defectuoso mayor) tuvo su mayor expresión al realizarse la encuesta con los ‘algarrobos’ (Fabaceae: Neltuma sp.) en fructificación. Estos árboles son de gran importancia para los toba por sus frutos comestibles, la calidad de su madera y por otras cualidades de interés económico y cultural; en suma, son componentes caracterizados de la flora chaqueña. Son conocidos en la literatura general como pertenecientes al género Prosopis, pero hay que advertir que recientemente se dio un cambio nomenclatural en este género, cuyos autores lo renombran Neltuma (Hughes et al., 2022). Son numerosas las especies de Neltuma que habitan y conviven en la región; uno de los rasgos de estos árboles es que se hibridan entre sí las especies del género, lo cual motiva que la progenie adquiera atributos nuevos, desusados, que habitualmente se manifiestan como rasgos mayores: plantas sin espinas se vuelven espinosas, o las que habitualmente las tienen diminutas se tornan mayores, aparecen frutos más delgados o anchos, mayor corpulencia del árbol, hojas diferentes, sabores combinados o desagradables, entre otras peculiaridades. Por tal razón, cuando se dan estos casos, recurren al epíteto poleodic para designar a estos híbridos. Así tenemos los siguientes fitónimos: mapic poleodic (‘algarrobo blanco’, Neltuma alba), pataic poleodic (‘algarrobo negro’, Neltuma nigra), laĝayaqaic poleodic (‘vinal’, Neltuma ruscifolia), y así sucesivamente para las demás especies de Neltuma comestibles (Arenas, 1993, p. 87).
Ejemplo 4: En la narrativa oral toba se menciona la existencia de un conjunto de seres poderosos y temidos; uno de ellos, el más frecuentemente citado, es el ‘viborón’, del cual destacan su gran tamaño, grosor y agresividad. Se lo nombra nanaic poleo’ (‘víbora enorme’) [nanaic = víbora; poleo’ = enorme, desmesurado]. Otras entidades, propias de su cultura, que podemos situar en su mundo sobrenatural, son: quetac poleo’ (‘cabra enorme’, Bovidae: Capra hircus) y ñiaĝadiaq poleo ’ (‘yacaré enorme’, Alligatoridae: Caiman latirostris). En este caso el epíteto poleo’ implica monstruosidad y peligro; esta clase de animales no existe en la cotidianeidad, su aparición o irrupción en el terreno se vincula con aquellos entes extraordinarios que Miller (1979, p. 38) denomina figuras poderosas. Esta temática ha sido tratada en la bibliografía antropológica vinculada con los toba y los pilagá (Mashnshnek, 1977, pp. 84, 85; Idoyaga Molina, 1995, p. 58).
USO DE NOMBRES ALTERNATIVOS PARA DESIGNAR ESPECIES
Con frecuencia se asignan términos de parentesco o acuden a otro de tipo recursos de la lengua para nombrar similitudes en nombres de plantas o de animales. Esto se pudo corroborar de forma fehaciente en el trabajo sobre la fitonimia toba de Arenas (1993). En este caso se presenta un caso particular donde se muestra la versatilidad para crear fitónimos o zoónimos. Acudimos como ejemplo de caso al ‘tucán’ (Ramphastidae: Ramphastos toco), que es –además– un ave con aspecto inconfundible. En tiempos pasados, esta especie llegaba ocasionalmente a la zona habitada por los toba, aunque hoy son inhallables. Nuestros interlocutores conocían muy bien al ave porque, además, las podían ver en sitios donde antiguamente realizaban trabajos temporarios o estacionales, esto es, en la zona de los ingenios azucareros salto-jujeños y en el este de Formosa; en nuestros días, sus viajes a ambas zonas siguen siendo frecuentes por otros motivos y los nombres siguen vigentes. Según pudimos registrar le aplican los siguientes nombres alternativos: 1) doqoto’ poleo’: ‘paloma extraña, diferente’ [doqoto’ = paloma montaraz (Columbidae: Patagioenas maculosa); poleo’= extraño, diferente]; 2) doqoto’ napoguenec: ‘paloma mestiza, híbrida’ [doqoto’ = paloma; napoguenec = mestiza, híbrida]; 3) mayo ‘leta: ‘padre del ave/pájaro’ [mayo = ave/pájaro; ‘leta = su padre]. A fin de mostrar la complejidad del sistema de nomenclatura de los toba y su dinamismo se dan algunas explicaciones a partir de lo expuesto con esta ave: a) doqoto’ es el nombre que se asigna a la ‘paloma’ nativa (P. maculosa) que habita en forma silvestre y está muy expandida en la zona; sorprende que la asocien con el ‘tucán’, muy diferente en su morfología; b) a la ‘paloma’ doméstica, exótica, o casera (Columbidae: Columba livia), también se la conoce en la región, donde es criada por algunos lugareños; se le aplica el nombre doqoto poleo’, el mismo nombre alternativo que se da al ‘tucán’; c) el nombre mayo ‘leta sólo se pudo registrar como asignado al ‘tucán’. Se podría creer que los datos sobre el ‘tucán’ fuesen producto de confusiones o que se trata de datos perdidos en la nebulosa de los recuerdos del pasado; evidentemente lo tienen incorporado en su cultura hasta el presente, porque hablan y reconocen al ave con toda desenvoltura, y –en la actualidad– con sus permanentes viajes a los bordes del Chaco, donde habita el ave, tienen ocasión de verla. Asimismo, nuestros colaboradores evocaron que el pico del ave era un cotizado ornamento, de uso exclusivo, que llevaba el cacique guerrero en su diadema, un dato que forma parte de su tradición cultural (Arenas & Porini, 2009, pp. 199-200). Las ‘palomas’ y el ‘tucán’ son aves muy diferentes en su morfología, forma de vida y comportamiento, por lo cual se consultó a los colaboradores cuáles eran los rasgos que servían para que los asociaran, pero desconocían las razones.
PALABRAS FINALES
En este trabajo se revisaron y sintetizaron los criterios de nomenclatura y los modos de construcción de nombres compuestos acerca de la flora y fauna en idioma qom, que incluyen nociones referidas a la similitud, a la afinidad y/o a la familia tomándose como términos de base a otras especies vernáculas (especies modélicas). Se pudo observar que los hablantes señalan distintos rasgos o características de los animales o de las plantas para discernir elementos asociativos o comparativos para crear el nombre. Cabe advertir la versatilidad para crear términos compuestos a partir de términos de base (véase Tabla 1). A partir de la fitonimia toba recopilada por Arenas (1993) se observan casos de entidades designadas con más de 10 y hasta 15 nombres en el caso de Coccoloba sp. (Polygonaceae). Es decir, que es recurrente el uso de términos alternativos para designar a la misma entidad, y viceversa, varias entidades designadas con un mismo nombre. La nomenclatura de parentesco estudiada expresa relaciones familiares cercanas; alude a la parentela inmediata (padre, madre, hijo/a, tío). Este hecho puede explicarse debido a que los rasgos que se observan en nexos familiares cercanos marcan una mayor similitud, factor que se privilegia para crear el nombre. Asimismo, otros nombres compuestos en los que se expresan nexos como ‘amigo’, ‘jefe’, ‘cruzado’ (híbrido) son formas de designar relaciones entre especies y que se interpretan al considerar las dimensiones morfológicas, etológicas y ecológicas. En este trabajo se recopilan nombres metafóricos que aluden por lo general a la apariencia y otros rasgos significativos, pero que no remiten a familiaridad o parentesco (madre, padre, tío) de consanguinidad o ancestralidad en relación a entes sobrenaturales o figuras míticas, a excepción de casos particulares como son nanaic poleo’, nanaic ‘late, mayo’ jaliaĝanec y jaliaĝanec ‘lapaĝat (véase en Resultados).
Los nombres referidos a plantas y animales con el calificativo ‘late [= su madre] o ‘leta [= su padre], son habituales y sugieren la idea de presentar mayor tamaño u algún rasgo más acentuado que la especie modélica. Con respecto al calificativo poleo’, es también frecuente en el sistema nominal y se aplica con cierta soltura expeditiva; sin embargo, algunos de nuestros informantes mostraron desacuerdo en el uso indiscriminado de este calificativo, sobre todo cuando se aplica en animales, enfatizando que poleo’ ‘es otro significado’ (sic.), es decir, connota otras ideas y sensaciones, que se traducen en asociaciones con lo monstruoso, desmesurado e insólito, con algo que suele producir temor o que implica peligro. Aquí hay que advertir que las voces ‘madre’ y ‘padre’ tienen otro significado de relevancia en la cultura toba, porque ambas también designan dueños, señores/as, jefes de ámbitos o de determinados espacios (laguna, pantano, monte, etc.), de labores (pesca, meleo, plantas agrícolas, etc.) y también de otros seres (animales, hacienda, etc.), es decir, que son figuras que revisten potencia y señorío en su religiosidad. Este tema implica otro nivel de indagación y de profundidad que sólo se menciona aquí con el caso de nanaic poleo’ [= víbora monstruosa] y otros seres con tales atributos ya citados; en este trabajo omitimos desarrollar este tópico, que requiere un tratamiento aparte, pero que ha sido abordado en la literatura etnográfica chaqueña en general, así como en otras contribuciones dedicadas especialmente a los pilagá (Tomasini, 1969/1970, pp. 432-437, 1999, pp. 39-4; Susnik, 1973, pp. 38-41, 1984/1985, pp. 35-39; L. Vuoto, 1981, p. 135; Idoyaga Molina, 1988/1989, pp. 100-101, 1995, pp. 41-42).
Cabe resaltar y evocar -como material de reflexión conclusivo- el catálogo fitonímico de los toba del este de la Provincia del Chaco argentino, que se realizó en la ciudad de Resistencia y sus cercanías, por Martínez Crovetto (1964). Se destaca en dicho trabajo la riqueza florística local y el elevado número de especies registrado (un total de 243 especímenes). Dicho catálogo contiene una fitonimia muy representativa, donde se observan características similares con los otros trabajos regionales posteriores, y por tanto, ocurren los términos familiares habituales: madre, padre, hijo, hijita. Lo que sorprende es la cantidad de especies que se nombran con tales epítetos: madre-ltaá (48 especies), padre-ltaá (28 especies), hijo/hija–llâle (15 especies), hijita-llâlole (1 especie); junto con estos nombres ocurren otros que son préstamos (préstamos sin cambio, voces refonologizadas, calcos semánticos o traducciones literales). Es evidente que los toba, a la sazón, recién afincados en un medio tan diferente buscaron y recurrieron a nombres familiares para marcar parecidos. Los toba congregados en esas barriadas y cercanías provenían de diversos sitios del interior, es decir, de zonas con una vegetación marcadamente diferente, de manera que tuvieron que crear y aplicar nuevos nombres. Un minucioso análisis de las características de estas plantas y el motivo de las comparaciones que dieron lugar a estos nombres nos daría una orientación de las percepciones e ideas de aquellos tobas para comprender sus mecanismos para crear nombres.
A lo largo de los años, luego de numerosos y sucesivos viajes de campo a las comunidades toba, pudimos ser testigos de las transformaciones sociales que implicaron cambios en los modos de vida, de apropiación del entorno y del deterioro del ambiente, a lo cual se suma la expansión agrícola y ganadera. Asimismo, no puede soslayarse el mayor contacto con la cultura blanca, más aún con la consolidada globalización. Así, las nuevas generaciones observan cómo se reduce la riqueza lingüística del idioma indígena, incluso en relación a la fauna y flora. Esto impacta tanto en las nomenclaturas relativas al entorno vegetal y animal, como también en los conocimientos vinculados al manejo y a otras implicaciones culturales del entorno natural. Otro de los factores que inside en esto es el traslado de parte de la comunidad al ambiente urbano o periurbano. Una investigación similar a aquella realizada hace décadas por Martínez Crovetto (1964) en un ambiente periurbano, nos daría resultados de gran interés para advertir estos cambios y evaluar acciones y programas vinculados con el uso y la conservación de la biodiversidad. Sería altamente productivo que se encare un plan con este enfoque que, contando con las propias iniciativas locales, encamine el interés y compromiso de los actores por estos temas.
AGRADECIMIENTOS
Expresamos nuestra gratitud a las comunidades toba de Ing. Juárez y localidades rurales que a lo largo de varias décadas brindaron su hospitalidad y conocimiento para llevar adelante nuestras investigaciones etnobiológicas. Para este trabajo fueron una gran ayuda los maestros auxiliares, conocedores y traductores locales; recordamos especialmente a Javier Moreno Tagacholec, Anibal Torres Oĝochee, Eusebio Solís Laĝachedí, Andrés Pérez ‘Asidi, Miguelito Jaime Chaqa’di y Antonio García Eĝemagae. Las lingüistas Belén Carpio y Hebe González, estudiosas de los idiomas chaqueños, tuvieron la amabilidad de hacer aportes críticos al manuscrito. Agradecemos al zoólogo Gustavo Porini por su ayuda en la actualización de la nomenclatura de los animales. Esta investigación se realizó contando con el auspicio del Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas de la República Argentina (CONICET).
DATOS DE LA INVESTIGACIÓN
Los datos no fueron depositados en un repositorio.
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PREPRINT
No fue publicado en un repositorio.
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EVALUACIÓN POR PARES
Evaluación doble ciego, cerrada.
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Arenas, P., & Kamienkowski, N. M. (2025). Términos comparativos y de parentesco en la zoonimia y fitonimia de los toba del oeste de Formosa (Argentina). Boletim do Museu Paraense Emílio Goeldi. Ciências Humanas, 20(3), e20240075. doi: 10.1590/2178-2547-BGOELDI-2024-0075.
REFERENCIAS
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Arenas, P. (2003). Etnografía y alimentación entre los toba-ñachilamole#ek y wichi-lhuku’tas del Chaco Central (Argentina) (ProBiota: Serie Documentos, 15). El Autor. https://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/10959
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Editado por
-
Responsabilidad editorial:
Ana Vilacy Galucio
Fechas de Publicación
-
Publicación en esta colección
05 Dic 2025 -
Fecha del número
2025
Histórico
-
Recibido
06 Dic 2024 -
Acepto
09 Jul 2025


Mapa: N. Kamienkowski (2025).