Open-access Reflexiones críticas sobre prácticas decoloniales que se dan en la academia: aportes y desafíos en el proceso formativo de estudiantes de terapia ocupacional

Reflexões críticas sobre as práticas decolonizadoras que ocorrem na academia: contribuições e desafios no processo de formação de estudantes de terapia ocupacional

Resumen

Este artículo nos invita a reflexionar sobre prácticas decoloniales que se desarrollan en la academia a partir de mi experiencia como acompañante en el Programa de Apoyo Psicosocial de la Escuela de Terapia Ocupacional de la Universidad de Santiago de Chile, plan de estudios que se sitúa en los debates actuales de las terapias ocupacionales desde el sur global. El objetivo del artículo es repensar las relaciones sociales que se producen dentro de la universidad, con el fin de deconstruir y resignificar los supuestos del proyecto moderno colonial que nos condicionan como comunidad universitaria. Desde una perspectiva analítica de la decolonialidad se analiza el rol de la universidad, la noción de malestar social y las posibilidades de una práctica decolonial y liberadora en la universidad, especialmente, en la experiencia de estudiantes. De allí la importancia de reflexionar si es posible instituir programas de apoyo psicosocial que contribuyan a esta tarea teniendo presente que la universidad reproduce la racionalidad moderno colonial. Se concluye que es posible construir espacios de acompañamiento y convivencia comunitaria a través de la humanización y decolonización de las formas de relación, construyendo respuestas otras al malestar social, develando las implicancias del orden moderno colonial en la vida cotidiana de la comunidad estudiantil.

Palabras clave:
Universidades; Sistemas de Apoyo Psicosocial; Terapia Ocupacional

Abstract

This article invites us to reflect about the decolonial practices developed within the academia, based on my experience as an assistant in the Psychosocial Support Program of the School of Occupational Therapy at the University of Santiago de Chile, situated in the ongoing debates of occupational therapies from the global south. The objective of the article is to rethink the social relations that occur inside the university, in order to deconstruct and resignify the assumptions of the colonial modern-project that conditions us as a university community. From an analytical perspective of decoloniality, this article analyzes the role of the university, the notion of social unease and the possibilities of a decolonial and liberating practice in the university, especially as experienced by students. Therefore, it is important to reflect on whether it is possible to establish psychosocial support programs that contribute to this task, keeping in mind that the university reproduces modern colonial-rationality. The conclusion is that it is possible to create spaces for support and community coexistence through the humanization and decolonization of relational forms, constructing other responses to social unease while unveiling the implications of modern colonial-order in the daily lives of the student community.

Keywords:
Universities; Psychosocial Support Systems; Occupational Therapy

Resumo

Este artigo é um convite para refletir sobre as práticas decoloniais que se desenvolvem academicamente, a partir de uma experiencia vivida e acompanhada com o programa de apoio psicossocial da Escola de Terapia Ocupacional da Universidade Santiago de Chile, cujo plano de estudos enfoca nos debates atuais de terapias ocupacionais no sul global. O objetivo deste artigo é repensar as relações sociais que se produzem dentro da universidade, com a finalidade de desconstruir e ressignificar as premissas do projeto colonial moderno que nos condiciona como comunidade universitária. Desde uma perspectiva analítica decolonial, analisa-se a responsabilidade da universidade, a consciência do mal estar social e as possibilidades de uma prática decolonial e de libertação dentro da universidade, especialmente na experiência dos estudantes. Daí a importância de refletir se é possível instituir programas de apoio psicossocial que contribuam para esta tarefa, tendo em conta que a universidade reproduz a racionalidade colonial moderna. Conclui-se que é possível construir espaço de acompanhamento e convivência comunitária através da humanização e decolonização de distintas formas de como se relacionar, construindo respostas outras para o mal estar social, revelando as implicações da ordem colonial moderna na vida cotidiana da comunidade estudantil.

Palavras-chave:
Universidade; Sistemas de Apoio Psicossocial; Terapia Ocupacional

Introducción

El siguiente artículo reflexivo emerge a partir de experiencias que se dan en la academia, al reconocer la posición y lugar que ocupo como académica e integrante del Programa de Apoyo Psicosocial (en adelante PAPsi) de la Escuela de Terapia Ocupacional de la Universidad de Santiago de Chile (en adelante Terapia Ocupacional USACH). Este programa académico sustenta su plan de estudios en los actuales debates y controversias de las terapias ocupacionales del sur. Entendidas como “una plataforma móvil que pone en primer plano las asimetrías de poder y sus efectos en las subjetividades tanto de quienes se encuentran en el lugar de la disciplina como de quienes se encuentran en el lugar de su intervención o estudio” (Díaz-Leiva & Malfitano, 2021, p. 3), reconociendo así los desafíos que implica la construcción de una terapia ocupacional crítica desde Latinoamérica. Estas tensiones nos desafían a replantear el papel que cumplimos como académicas/os/es que acompañan procesos formativos, identificando la necesidad de reflexionar y hacer visibles nuestras prácticas académicas, despertando con ello del letargo intelectual y político en el que la academia ha estado inmersa por tanto tiempo (Borsani & Quintero, 2014). Estas reflexiones nos invitan a interrogarnos sobre las formas y modos de relación que se han establecido históricamente dentro de la universidad entre académicas/os/es y estudiantes, en contextos donde predomina una permanente individualización y jerarquización de poderes, reproduciendo y agudizando las mismas problemáticas sociales que atraviesan al conjunto de la sociedad.

En este sentido, lo que ocurre en la universidad, no puede ser disociado de las dimensiones del orden moderno colonial que nos impone determinadas pretensiones que operan en nuestros procesos de subjetivación y que han tenido implicancias directas sobre como habitamos nuestra cotidianidad. Al reconocer este escenario de orden colonial, reconocemos la condición de dominación y de opresión que se reproduce en la academia y que de forma arbitraria nos posiciona como docentes espectadoras de la realidad. El visibilizar esta matriz, nos posibilita reconocer un problema, anunciar nuestra disconformidad y organizarnos para intervenir y hacer posibles formas otras 1 de relación (Walsh, 2013) lejos de la naturalización en la que transcurren gran parte de nuestras prácticas académicas.

Desafiadas a mirar el papel que cumplimos como académicas/os/es en la formación y acompañamiento de estudiantes, es que nos interrogamos acerca del supuesto lugar de neutralidad, propia de la razón moderna-occidental, que se encuentra instalado en nuestra cotidianidad y sentido común y, la importancia de indagar en esta materia. Es así, que, a propósito de experiencias desarrolladas en jornadas de reflexión académica junto a docentes y estudiantes, el año 2019 se realiza un diagnóstico colectivo de salud mental en el que participa la comunidad estudiantil, que permite evidenciar un sentir colectivo sobre las problemáticas que estaban afectando la vida universitaria, y con ello la urgencia de pensar y proponer espacios de encuentro que colectivicen este sentir.

En este contexto surge el Programa de Apoyo Psicosocial creado a partir del Diagnóstico Colectivo de Salud Mental realizado el 2019. En su proceso de implementación existieron cinco momentos clave que hicieron posible construir la propuesta teórico-metodológica y aprender de la experiencia desarrollada: a) antecedentes relevantes, b) escenario de la experiencia, c) fundamentación, d) metodologías que contribuyen a una apuesta decolonial y e) reflexiones finales y principales aprendizajes y desafíos.

    1. a

      Antecedentes relevantes

Antes que todo, es importante plantear cuáles han sido algunas de las implicancias directas que ha tenido el proyecto moderno colonial en Chile durante los últimos años y sus efectos en la ciudadanía y en la configuración de nuevas formas de malestar social. En primer lugar, se han develado cada vez más, las desigualdades e inequidades en la redistribución de los recursos, que son determinadas por condiciones estructurales de orden político, económico y social (Aceves & Safa, 2012). Con el estallido social vivido en Chile el año 20192 , gran parte de la ciudadanía ha dejado de ser indiferente y ha manifestado en el espacio público, la necesidad de debatir sobre los derechos a educación, salud, sistema previsional, entre otros. La desigualdad social se ha encarnado en la vida cotidiana de las personas y ha generado un intenso malestar social, como German Pérez señala:

[...] han generado un fuerte malestar individual y colectivo que se manifiesta a través de miedos, inseguridades, pérdida de referentes, apatía, racionalidades cortoplacistas, y otra serie de síntomas que dan cuenta de la necesidad de proyectar políticas que reconstruyan los mapas interpretativos de la realidad, recuperen las expectativas sociales e individuales, y fomenten las potencialidades de los sujetos (Aceves & Safa, 2012, p. 235).

Este malestar individual y social también ha sido comprendido desde lógicas que operan patologizando y/o medicalizando este malestar (Soto, 2012), instrumentalizando el malestar producto de las clasificaciones existentes en torno a la enfermedad mental y reforzando con ello la necesidad de profesionales de salud que se disponen como gestores de las competencias de otras/os/es, siendo un caldo de cultivo de prácticas individualistas y competitivas (Hernández Zapata & Ceballos Tabares, 2020).

En este sentido, un estudio publicado en 2021, muestra una de las situaciones más extremas de malestar, indicando que entre 2000 y 2017 se registraron 6.292 suicidios en adolescentes y jóvenes en Chile. Las tasas promedio de mortalidad por suicidio fueron de 8,5; 5,4 y 14.7 por 100 000 en los grupos 10-24, 10-19 y 20-24 años, respectivamente (Araneda et al., 2021). Dentro de sus conclusiones señala que el grupo de mayor vulnerabilidad social, son la/os/es jóvenes sin empleo, sin acceso a los servicios de apoyo psicológico y psiquiátrico. En el mismo estudio deja de manifiesto la importancia de llevar a cabo investigaciones sobre los factores sociales, económicos y culturales que afectan a las/os/es jóvenes.

En el artículo Health and Related Factors Among Undergraduate Students During SARS-CoV-2 Pandemic: A Cross-Sectional Study, señala en sus conclusiones que la prevalencia de problemas de salud mental entre estudiantes es alta; depresión (37,1%), ansiedad (37,9%) y estrés (54,6%), y que algunos de los factores asociados, como el sentido de pertenencia, pueden ser utilizados en intervenciones preventivas (Valdés et al., 2022).

Al revisar publicaciones en terapia ocupacional en el campo de la salud mental, en Colombia un estudio titulado “Desafíos de la terapia ocupacional en salud mental: reflexiones desde una experiencia de docencia”, concluye que las investigaciones se han estructurado principalmente en contextos clínicos, con enfoque resolutivo, que frecuentemente da respuesta a necesidades individuales relacionadas con sintomatología asociada a los trastornos prevalentes (Ramírez Osorio & Méndez Montaño, 2022). Esta institucionalización obstaculiza la continuidad de los procesos y nos pone frente a cuestionamientos y limitaciones que hemos venido reflexionando en el PAPsi, toda vez que ocultan y niegan las reales condiciones en las que se produce el malestar social.

  1. Escenario de la experiencia

La Universidad de Santiago de Chile a través del Departamento de Calidad de Vida Estudiantil, cuenta con unidades de apoyo que ofrecen a sus estudiantes, atención médica, odontológica y de atención psicológica. “Este último, consiste en brindar atención en psicoterapia individual y grupal de alumnos/as con matrícula al día. La demanda de atención cubre una amplia gama de cuadros clínicos, con especial énfasis en los trastornos ansiosos y del ánimo” (Universidad de Santiago de Chile, 2016). Con el retorno a la presencialidad, posterior al encierro por la pandemia, la Universidad aumentó los recursos de apoyo disponibles, sin embargo, frente a la alta demanda, los tiempos de espera se extendieron, por tanto, frente a este escenario, y sumado a los efectos de estallido social, las unidades académicas nos vimos desafiadas a generar mecanismos de apoyo que permitieran sostener colectivamente las problemáticas asociadas a la salud mental que se presentaban.

La salud mental en una comunidad es un proceso resultante de sus condiciones de vida, de su historia y de sus proyectos […] se asocia a la vivencia de satisfacción tanto material como simbólica, y se evidencia en la construcción de vínculos sanos, creativos y solidarios, en la participación real en las decisiones que afectan a la vida cotidiana de los sujetos, en la posibilidad de la pertenencia, integración y construcción de sus proyectos (Custo, 2008, p. 21).

La autora aquí sostiene la interconexión existente entre salud mental y condiciones de vida, abandonando con ello la supuesta idea de individualización de estos procesos, idea clave que constituye una de las bases del PAPsi que plantea la importancia de los vínculos, la participación y los proyectos de vida. Es así, como en el año 2016 se comienza a brindar apoyo psicosocial a estudiantes que lo requerían con el fin de dar contención, fortalecer los vínculos y dar soporte desde una perspectiva psicosocial. En un comienzo, se trata de acciones realizadas por académicas/os/es que daban orientación sobre temáticas vinculadas a continuidad o riesgo de deserción del proyecto académico y su impacto en la salud mental. Luego, durante el 2019, a través del diagnóstico colectivo en salud mental, se estructura y se formaliza el programa, se define su visión y objetivos y se conforma el equipo de apoyo. En un inicio se orienta a brindar espacios de acogida en el ámbito de la salud mental, “estableciendo un sistema de apoyo y articulación de redes, y no como un espacio de terapia ni tratamiento” (Silva, 2020, 0:57). Luego a partir del estallido social y la pandemia que se inicia en marzo del 2020, el programa se consolida, con la postulación a proyectos de financiamiento interno que se enmarcan en los planes de mejora y en el plan de desarrollo estratégico institucional 2020-2030 de la Universidad y de la Escuela de Terapia Ocupacional USACH.

  1. Fundamentos del Programa

De acuerdo a lo anterior es pertinente volver a situar el lugar concreto en el que se desarrolla esta experiencia, ya que las universidades, no solo arrastran la herencia colonial de sus paradigmas, sino que contribuyen a reforzar la hegemonía cultural y política de occidente (Castro-Gómez & Grosfoguel, 2007). Esto implica reconocer que la academia es un lugar en el que se reproducen relaciones de poder que contribuyen al malestar social y que debemos hacer visibles para así comprender de forma procesual posibles praxis liberadoras.

Al reconocer que las universidades son puentes que perpetúan la socialización a partir de la herencia colonial descrita, vemos que, dentro de los procesos formativos, muchas veces, se trasmite al estudiantado un conocimiento estandarizado que está lejos de sus realidades y de los problemas a los que se enfrentan (Meneses, 2016). Esta situación ubica al estudiantado en una posición ajena frente a la realidad social, con escasos espacios que apunten a reconocer sus vivencias, invisibilizando sus experiencias, lo que a su vez se traduce en modos de relacionalidad jerárquica entre académicas/os/es y estudiantes.

Al identificar estas implicancias comprendemos que ya no podemos pensar el mundo de manera compartimentada y fragmentada (Castro-Gómez & Grosfoguel, 2007), pues esto trae consigo que el estudiantado se piense a sí mismo y sus problemáticas en total desconexión de una realidad social que empapa de manera cotidiana sus vidas. Esto nos interpela a interrogarnos sobre el lugar que ocupamos en la academia y a cuestionarnos las prácticas de indolencia y deshumanización que lamentablemente existen dentro de las universidades. Estos cuestionamientos ya fueron formulados por Freire (1972) quien realizó aportes en esta materia al reconocer las condiciones sociopolíticas e históricas que constituyen las relaciones de poder. Cuestión que se manifiesta en la idea de praxis, en la acción y reflexión que revela la necesaria relación “hombre-realidad, hombre-mundo” lectura del mundo que nos permite dar cuenta de los diversos campos de saber, prácticas y discursos que debemos reconocer como aspectos esenciales para no instrumentalizar la academia, entendiendo que “ninguna acción educativa puede prescindir de una reflexión sobre el hombre y de un análisis sobre sus condiciones culturales. No hay educación fuera de las sociedades humanas y no hay hombres aislados” (Freire, 1976, p. 22).

Lo anterior, nos lleva a identificar la idea de posición que ocupamos en el mundo para permitirnos y permitir a otros existir como seres humanos, generando las bases para pensarnos más allá de la concientización individual impuesta (Walsh, 2013), resignificando el lugar que ocupamos en el mundo, lo que abre la posibilidad de pensarnos en coexistencia con otras personas en la realidad social.

La decolonización de la universidad es una tarea que debe concebirse de forma articulada con otros procesos de decolonización, que exijan garantizar la generación de condiciones que permitan incorporar estos cambios. En realidad, "se esta pensando no en una reforma, sino en otra manera de pensar el quehacer de la universidad y de la educación superior" (Ballesteros Trujillo, 2015, p. 246) al proponer prácticas de transformación de las relaciones jerárquicas que se reproducen en la academia, lo que nos permite pensar en la formulación de un de un proyecto auténtico y comprometido con la comunidad estudiantil.

Estas reflexiones críticas responden a diálogos que se realizan dentro del dentro del PAPsi, pues nos obligan a mirar y reconocer los posibles mecanismos de opresión que se dan en la relación académicas/os/es-estudiantes, para desnaturalizar así estas experiencias, pensando en la posibilidad de dar apertura a otros modos de ser, estar, escuchar otras/os/es y a pensarnos como académicas/os/es acompañantes de procesos formativos y no como interventoras/os/es ajenas a la realidad social.

Cabe destacar que estas reflexiones se enmarcan dentro de la visión de la Escuela de Terapia Ocupacional USACH, cuyo plan de estudios ha incorporado las terapias ocupacionales del sur, como un intento de visibilizar y problematizar los fundamentos hegemónicos bajo los cuales ha sido dominada e instalada una única comprensión y producción de conocimiento de la terapia ocupacional.

Como la Terapia Ocupacional nor/eurocéntrica, como aquella que se encuentra en una posición de superioridad política, cultural, epistemológica, sustentada en una de sus dimensiones, en el desarrollo técnico científico de países ricos, que no reconocen otras formas culturales de conocer en un plano de equivalencia y supone una superioridad de la ciencia basada en hechos y evidencia (en la lógica de sujeto objeto), donde la realidad es producto de la ciencia y la terapia ocupacional, como parte de ella, es una sola, delimitada con fronteras (Guajardo Córdoba, 2020, p. 6).

En base a estas tensiones epistémicas, la Escuela de Terapia Ocupacional USACH asume un programa de estudios situado desde perspectivas críticas Latinoamericanas, bajo la comprensión de prácticas como expresiones ético políticas que materializan la idea de lo justo como bien común y no individual (Guajardo Córdoba, 2020). Estos elementos nos llevan a situar las prácticas del PAPSi dentro de un contexto universitario, teniendo presente sus alcances y limitaciones.

Para ello es necesario estar alertas y activar la capacidad de autocrítica como una posicionalidad atenta frente a las diversas formas de reproducción del mismo orden que se critica (Díaz-Leiva & Malfitano, 2021) y que se expresan en nuestros campos disciplinares en los espacios formativos, en la disociación entre los procesos de teorización, discursos y prácticas académicas.

  1. Metodologías que contribuyen a una apuesta decolonial

Reconocernos como sujetas/os/es críticas/os/es, posicionadas desde las Terapias Ocupacionales del Sur, implica efectivamente, asumir la posibilidad de desmontar estos elementos a través de la auto-reflexión de nuestras prácticas y no me refiero a una reflexión personal, sino a una reflexión colectiva, que “problematice las relaciones de poder y nos permita generar condiciones para el despliegue de prácticas insistentes de observación de nosotras mismas” (Martínez & Silva, 2020, p. 118). Esto nos conduce a pensar desde elementos propositivos, nuevas metodologías que apunten a abrir fisuras que permitan desestructurar los patrones y lógicas de dominación que se expresan en este contexto como la patologización y medicalización del malestar social que circula dentro de la comunidad estudiantil, esto le ha permitido al equipo transformar y repensar estrategias que vienen como resultados de experiencias y aprendizajes previos a la academia, que se sitúan en diversos dispositivos de la red de salud mental en Chile.

De esta forma se amplifican las acciones al reconocerlas como praxis sustentadas en los Derechos Humanos, encarnando con ello, la posibilidad de conformar una comunidad política y diversa que se materializa en el reconocimiento de la otredad (Guajardo Córdoba & Galheigo, 2015).

Entre las estrategias principales que se han implementado, bajo estas reflexiones y análisis, se encuentran: a) los acompañamientos, b) grupos de acogida, c) articulación con redes internas institucionales y externas y d) la coordinación con el equipo de gestión de la Escuela.

Los acompañamientos son parte de nuestra primera apuesta metodológica, que apunta a reflexionar críticamente sobre la posición que ocupamos como docentes dentro de la academia y hacer evidente que debemos estar atentas a reconocer que dentro de esta relacionalidad se develan relaciones de poder. Estas prácticas que se dan en el cotidiano nos conducen a observar las representaciones sociales que tiene la comunidad estudiantil sobre la academia y que hace que el equipo académico sea reconocido como figura de autoridad del conocimiento. Esta categorización determina la posición que toma el estudiantado al solicitar los apoyos, reconociéndose como sujetas/os/es pasivos/as/es, que traen consigo experiencias individualizadas y encapsuladas de sus procesos. Al hacer consciente esta situación los acompañamientos apuntan a legitimar y reconocer la diversidad de sus experiencias, narrativas y malestares, permitiendo constatar el lugar que cada una ocupa en esta relación, transformando así esta relacionalidad en un proceso dialéctico, de relaciones dialógicas en capacidad de escucha, que se traduce en generar espacios de mayor horizontalidad que permiten al estudiantado expresar sentimientos, pensamientos y necesidades de manera espontánea y menor auto-censura. Al legitimar en la relación este malestar, se genera la posibilidad de encaminar nuevas comprensiones, derribar mitos y prejuicios y proyectar nuevos horizontes de sentido que tengan como base la liberación y emancipación, alejándose con ello de la concientización individual de sus experiencias.

Los grupos de acogida, son espacios que posibilitan poner en diálogo vivencias compartidas por sus participantes. Se apuesta por el uso de metodologías que facilitan el debate y la capacidad de análisis crítica de las estructuras sociales que configuran el malestar social, cuestionando y repensando aquellos aprendizajes hegemónicos que el estudiantado trae consigo. Es así como en un primer encuentro se evalúa con las/os/es participantes una propuesta de los temas a tratar, los que luego son abordados en la sesión siguiente, esto facilita la expresión colectiva de sentimientos relacionados con la ansiedad y miedo asociados, por ejemplo, al encierro producto de la pandemia, el endeudamiento de sus familias, la violencia de género, entre otros. Al dialogar sobre las clasificaciones existentes de la enfermedad mental, permite que sus participantes tomen distancia de los conocimientos impuestos que individualizan, reducen y patologizan los problemas sociales que se expresan a través de diversos emergentes, como ansiedad, depresión, entre otros. Estos espacios de reflexión hacen que sus participantes se reconozcan en interdependencia, permitiendo repensar y reconstruir caminos que propicien diversos modos de convivencia en el marco de relaciones sociales que determinan y constituyen estas experiencias.

La articulación con redes institucionales internas y externas, han permitido al estudiantado gestionar sus propios espacios, haciendo uso de los recursos institucionales dispuestos y de las redes solidarias con las que hemos establecido contacto, ya que debido a la alta demanda por atención, la Universidad no logra dar respuesta en su totalidad a la comunidad estudiantil, por tanto hemos apostado a la necesidad de abrir y conectar espacios de intercambio con instituciones que se encuentran fuera del espacio universitario, cuyas prácticas apuntan en la misma dirección, a la ruptura de prácticas hegemónicas existentes en el campo de la salud mental. Esto, permite articular un trabajo en conjunto que ofrece sistemas de apoyo que se complementan con las estrategias y apuestas que realiza el programa, posibilitando así nuevas rutas que permiten entretejer redes con otros contextos y colectividades.

Todo el trabajo descrito se desarrolla de manera coordinada con el equipo directivo de la Escuela de Terapia Ocupacional USACH, con quienes se piensa y construyen acciones en el marco de un proceso de decolonización del currículo. Es así que se apoya colaborativamente a que el estudiantado que es acompañado por el PAPsi, pueda experienciar un papel protagónico en su proceso formativo, esto se realiza a través de la coordinación con el equipo académico quien accede a la flexibilización de sus metodologías de aprendizaje y formas de evaluación en función de las características singulares de cada estudiante.

Estas prácticas pretenden desafiar y generar rupturas de las lógicas de subordinación y dominación que se reproducen la academia, articulando procesos administrativos y pedagógicos, al identificar que muchas veces el estudiantado enfrenta con altos niveles de angustia los parámetros academicistas, lo que contribuye a la deserción académica cuando las instituciones no logran dar respuesta a sus necesidades (Castro-Martínez & Machuca-Téllez, 2023).

  1. Reflexiones finales y principales aprendizajes y desafíos

“No hay práctica social más política que la práctica educativa,” decía Freire, “en efecto, la educación puede ocultar la realidad de la dominación y la alienación o puede, por el contrario, denunciarlas, anunciar otros caminos, convirtiéndose así en una herramienta emancipatoria” (Freire, 2003 como se citó en Walsh, 2013, p. 38).

Las reflexiones y prácticas descritas se sitúan bajo un sentido ético político que comprende la academia y la práctica educativa como un escenario político particular en el que se entretejen diversas condiciones de vida que constituyen el malestar social de la comunidad estudiantil, lo que hace necesario comprender que nuestras prácticas y modos de relación, pueden ocultar o invisibilizar la realidad de dominación y alineación como señala Freire, por tanto, la reflexión crítica deber ser inseparable de nuestro quehacer cotidiano.

Estas reflexiones y acciones adquieren un carácter propositivo en nuestro quehacer académico, ya que aportan elementos que apuestan a iniciar un camino que permita hacer visible el malestar social que circula, propiciando prácticas que superen la asimetría en la relación estudiante-académicas/os/es y permita develar y relevar las implicancias del orden moderno colonial en un escenario concreto. La propuesta pretende aportar a los debates y discusiones actuales sobre los fundamentos hegemónicos existentes en la disciplina cuyos discursos vigentes reproducen el orden moderno colonial en los propios espacios de formación universitaria bajo la pretensión de universalidad, objetividad y neutralidad, propias del razonamiento científico (Díaz-Leiva & Malfitano, 2023). El esbozar prácticas decolonizadoras en la academia, nos permite hacer visibles y posibles nuevos caminos para comprender y abordar el malestar social que se vive en las comunidades universitarias.

Bajo la identificación de las condiciones señaladas, podría pensarse a la Universidad como un obstáculo para la implementación de un programa de apoyos que sustenta su prácticas desde perspectivas sur -latinoamericanas sin embargo, al contrario, aparece como posibilidad para identificar esta fragilidad del sistema y con ello poder aproximarnos a desarrollar estrategias de acompañamiento desde nuevas racionalidades ético-políticas de la praxis disciplinar, profesional y académica, que faciliten la construcción de una comunidad que piensa estrategias conjuntas de apoyo, para volver a sentir que estamos en interconexión con otras/es/os, entretejiendo con el estudiantado nuevos modos y formas de relación, que desafíen, transgredan y fisuren los mandatos instituidos (Walsh, 2016).

En este sentido, espacios como el PAPsi pueden ser entendidos como apuestas de fortalecimiento de la comunidad universitaria que contribuyen al bien común, apostando a la transformación de las relaciones sociales, propiciando espacios seguros, y una práctica en red que apuntan a deconstruir y resignificar los supuestos del proyecto moderno colonial para no repetir las narrativas, prácticas de dominación y lógicas hegemónicas que hoy prevalecen en la disciplina, en la academia y en nuestras vidas cotidianas. Experiencias como estas implican una permanente reflexión y disposición a la transformación de nuestras prácticas pedagógicas, abrir una opción posible dentro del sistema, haciéndole fisuras, proponiendo su reconstrucción participativa y democrática desde adentro (Walsh, 2016).

  • 1
    Refiere a “fomentar y revitalizar racionalidades política-éticas “otras” que se distancian de la razón moderna-occidental-colonial, que se enraízan en y apuntan al actuar hacia la libertad, transformación y creación de estructuras sociales y condiciones de existencia radicalmente distintas” (Walsh, 2013, p. 16).
  • 2
    El 18 de octubre del 2019 en Chile se da inicio a un ciclo de manifestaciones sociales que tienen su génesis en el malestar social de una violencia estatal traducida en un sistema y clase política heredada de la dictadura cívico militar, mantenida en los posteriores 30 años de democracia (Dulci & Sadivia, 2021). Producto del aumento y escalada de las manifestaciones, se declara Estado de Emergencia, restringiendo la libertad locomoción y reunión, entregando la responsabilidad del orden público a los militares, lo que produce un incremento de la represión acusando a las personas que se manifestaban como “criminales”. Luego de semanas de conflicto, y partir de reportes estadísticos elaborados por el Instituto de Derechos Humanos, se reconoce a el Estado como responsable de 3 mil 581 personas víctimas de lesiones, 7 personas fallecidas.
  • Cómo citar:
    Maturana, A. (2025). Reflexiones críticas sobre prácticas decoloniales que se dan en la academia: aportes y desafíos en el proceso formativo de estudiantes de terapia ocupacional. Cadernos Brasileiros de Terapia Ocupacional, 33, e3959. https://doi.org/10.1590/2526-8910.ctoEN405439593

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Editado por

  • Editora de sección
    Profa. Dra. Ana Paula Serrata Malfitano

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    26 Mayo 2025
  • Fecha del número
    2025

Histórico

  • Recibido
    24 Set 2024
  • Revisado
    09 Oct 2024
  • Acepto
    03 Feb 2025
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