Disrupción ocupacional en la niñez durante la pandemia: reflexiones sobre el retorno a la presencialidad

Interrupção ocupacional na infância durante a pandemia: reflexões sobre o retorno à presencialidade

Resumen

El aislamiento producto de la pandemia por COVID-19 provocó grandes cambios en la vida diaria de niños y niñas debido al aislamiento social y a la sobrecarga de sus cuidadores. Este evento se identifica como una disrupción ocupacional que irrumpe con los patrones y roles ocupacionales de los niños y sus familias. Este ensayo reflexivo tiene por objetivo analizar las consecuencias del aislamiento durante el periodo de pandemia en el desarrollo socio emocional y la participación de niños y niñas una vez que retornan a la presencialidad. Entre las principales reflexiones que emergen se encuentran el estrés generado a nivel familiar, los cambios en las rutinas y las consecuencias a nivel social, emocional y sensorial. Con el retorno a la presencialidad, vuelven a ambientes menos controlados en términos de los estímulos, a las exigencias académicas y a las rutinas a las que estaban desacostumbrados, por lo que se ve afectada notablemente la interacción social. Se enfatiza en el rol de la terapia ocupacional para afrontar los desafíos en el desarrollo infantil posterior a una disrupción ocupacional.

Palabras clave:
Confinamiento Controlado; Desarrollo Infantil; Participación Social; Familia

Abstract

The isolation caused by the COVID-19 pandemic led to major changes in the daily lives of children due to social distancing and the increased burden on their caregivers. This event is identified as an occupational disruption that interrupts the occupational patterns and roles of children and their families. This reflective essay aims to analyze the consequences of isolation during the pandemic period on the socio-emotional development and participation of children once they return to in-person settings. Among the main reflections that emerge are the stress experienced at the family level, changes in daily routines, and the social, emotional, and sensory consequences. With the return to in-person environments, children are once again exposed to less controlled settings in terms of stimuli, academic demands, and routines they had grown unaccustomed to, which significantly affects social interaction. The essay emphasizes the role of occupational therapy in addressing the developmental challenges children face following an occupational disruption.

Keywords:
Controlled Confinement; Child Development; Social Participation; Family

Resumo

O isolamento provocado pela pandemia de COVID-19 causou grandes mudanças na vida cotidiana de crianças devido ao distanciamento social e à sobrecarga de seus cuidadores. Este evento é identificado como uma interrupção ocupacional nos padrões e papéis ocupacionais das crianças e de suas famílias. Este ensaio reflexivo tem como objetivo analisar as consequências do isolamento durante o período da pandemia no desenvolvimento socioemocional e na participação de crianças ao retornarem à presencialidade. Entre as principais reflexões que emergem estão o estresse gerado no contexto familiar, as mudanças nas rotinas e as consequências nos âmbitos social, emocional e sensorial. Com o retorno à presencialidade, as crianças voltam a ambientes menos controlados em termos de estímulos, às exigências acadêmicas e às rotinas das quais estavam desacostumadas, o que afeta significativamente a interação social. Enfatiza-se o papel da terapia ocupacional para enfrentar os desafios no desenvolvimento infantil após uma interrupção ocupacional.

Palavras-chave:
Confinamento Controlado; Desenvolvimento Infantil; Participação Social; Família

Introducción

La pandemia por coronavirus (COVID-19) develó un fenómeno que desde hace un tiempo generaba alarma pública, que es la creciente aparición de problemas de salud mental en la niñez. Durante el 2020, el virus tuvo una rápida expansión, lo que provocó que se aplicaran diversas medidas sanitarias como el confinamiento y la distancia física/social, lo que trajo consigo consecuencias en diferentes aspectos, tales como la reducción y/o restricción de los recursos con los que contaban las familias, cambios en las dinámicas del hogar, modificaciones en la convivencia y rutinas familiares, y disminución de estímulos físicos, afectivos y sociales (Galiano Ramírez et al., 2020), provocando altos niveles de estrés y aumento del esfuerzo en los cuidadores principales (Escobar et al., 2023).

En Chile, tras la declaración del confinamiento, la cotidianidad de todas las personas se vio impactada, ya que tuvo diversos cambios, muchos de ellos asociados al estrés de las personas adultas por el temor al contagio, el distanciamiento de familiares y amistades debido a los controles sanitarios, duelos por pérdidas de seres queridos, dificultades económicas, la superposición de roles al interior del hogar, entre otras cosas (Palacio-Ortiz et al., 2020). Un número no desdeñable de familias presentó dificultades para atender y proporcionar una cobertura acorde con las necesidades de los niños, niñas y adolescentes (Mangué Pérez et al., 2020), generando un aumento en la sintomatología de problemas de salud mental en esta población (Indart De Arza, 2023).

Adicionalmente, la cotidianidad se vio afectada por el cierre de colegios y jardines, lo que en Chile fue respaldado tanto por las familias, el personal docente y el gobierno, considerando que las consecuencias negativas serían menores que al mantener los colegios abiertos (Díaz & Donoso, 2022). Sin embargo, este cierre provocó la interrupción y modificación de ocupaciones significativas, rutinas y de la fuente de apoyo social, aumentando la sobrecarga familiar, alterando así, el desarrollo socioemocional de la población infanto-juvenil y sus familias (Abufhele & Jeanneret, 2020; Valderrama Núñez & Ojeda Águila, 2024).

Esta nueva realidad afectó a toda la población, sin embargo, desde los constructos sociales, se espera que la población infantil se adapte y resista los efectos del confinamiento, incluidos los relacionados a la salud mental de los adultos (Carmenate Rodríguez & Rodríguez Cordero, 2020; Pérez et al., 2020; Romero-González et al., 2021), a pesar de que, por un lado, las reacciones de los niños y niñas a los desastres dependen de la edad y del nivel de desarrollo en que se encuentren (Larraguibel et al., 2021) y, por otro lado, la adaptación y el afrontamiento de la situación estará mediada en gran parte por los padres y demás agentes de socialización (Espada et al., 2020). Esto significó que niños y niñas presentaran mayores dificultades en la interacción social, el manejo a la frustración, realización de tareas cotidianas, expresividad y lenguaje (Escobar Gimpel & Squicciarini Toro, 2022).

Por ello, la tesis de este ensayo plantea que el aislamiento físico y social durante el período de pandemia influyó en el desarrollo socioemocional de niños y niñas, efectos que se hicieron evidentes tras su retorno a la presencialidad.

Rutinas en el Confinamiento y Nuevas Formas de Organización

Según Galiano Ramírez et al. (2020), una de las principales alteraciones para los niños y niñas a nivel mundial fue el confinamiento y el cierre de las escuelas, lo que significó 1) la interrupción de los horarios de actividades fuera de la casa como el trabajo y la escuela; 2) los integrantes del hogar que deben trabajar o estudiar en la casa sufren las interrupciones en las rutinas cotidianas enmarcadas en el contexto hogar; 3) la aparición o aumento del estrés relacionado con la limitación de participar en actividades gratificantes como visitar familiares y amigos, ir de compras, ir a restaurantes, asistir a eventos culturales y deportivos. Para niños, niñas y adolescentes, esto repercute “en sus horas y tipo de juego y espacios de participación social” (Vásquez Oyarzún et al., 2022, p. 94), debido a que todo esto está enfocado en continuar con los estudios, desde el punto de vista académico, sin importar el impacto que trae consigo la interrupción de sus rutinas y actividades cotidianas (Retamal Parra, 2022).

El cambio de modalidad del sistema escolar provocó consecuencias en el desarrollo socioemocional de niños y niñas debido a la restricción de ver a sus amistades y de participar en actividades de interés, limitando las vías habituales de liberación de tensión y energía (Abufhele & Jeanneret, 2020). Las nuevas rutinas al interior de sus hogares facilitaron el cambio de hábitos ya establecidos, por lo que las rutinas fueron modificadas, alteradas o anuladas, pero también surgieron nuevas en pocos meses (Molina et al., 2020). En muchos casos surgieron estilos de vida no saludables como sedentarismo y afectación del ciclo sueño-vigilia (Galiano Ramírez et al., 2020), por lo que la tendencia de las instituciones de salud fue promover el ejercicio físico, las actividades recreativas y de entretenimiento, acorde a la edad de la persona y espacio dónde se encuentre (Manso-Refoyo et al., 2021), lo cual fue inevitable que no generara desigualdades en las familias debido a la diversidad de contextos en los que viven cada una.

Con el limitado repertorio de actividades debido al cese de clases presenciales, la falta de tiempo al aire libre y de interacción con pares, niños y niñas se ven inclinados a pasar más tiempo en pantalla, trasladando sus ocupaciones a un espacio virtual, aumentando así, la influencia de las pantallas en el desarrollo social, cognitivo y emocional, lo que implica un detrimento de la interacción social a través de la palabra y del contacto con otro (García & Dias de Carvalho, 2022; Pedevilla, 2023). Debido a que la niñez es una etapa especialmente sensible del desarrollo, niños y niñas parecen ser más vulnerables a las posibles repercusiones negativas de un mal uso de las pantallas (Pons et al., 2022; Retamal Parra, 2022).

Sumado a lo anterior, la sobreexposición a las pantallas, el estrés, la falta de ocupaciones al aire libre y la baja exposición a la luz solar pueden tener implicaciones negativas para la calidad del sueño, tanto en padres como en sus hijos (Escobar et al., 2023; Pedevilla, 2023), alterando la estabilidad emocional de las familias e impactando negativamente en el desempeño ocupacional, disminuyendo la calidad de vida.

Todos los cambios mencionados generaron una ruptura en los hábitos y rutinas de las personas, dificultando la participación en ocupaciones significativas y limitando los espacios donde se desarrollan (Valderrama Núñez & Ojeda Águila, 2024), provocando estrés y tensión en las familias lo que, en algunos casos, conllevó a la aparición de situaciones de violencia en la crianza y dentro de la familia, ya sea por aumento del estrés psicosocial de los cuidadores, ausencia de supervisión, o aumento de tiempo de exposición a pantallas sin supervisión parental (Galiano Ramírez et al., 2020).

Cambios en la Familia: Adaptación a Nuevos Desafíos de la Crianza

En el encierro, el sistema familiar afronta un proceso de aprendizaje y de adaptación, siendo un reto particular para aquellas familias que tienen a su cuidado un niño (Pérez et al., 2020). Los cuidadores deben hacerse cargo de la organización y gestión de las experiencias afectivas de los hijos, lo que genera dificultades en la autorregulación de los adultos interfiriendo en la co-regulación e impactando negativamente en el desarrollo socioemocional infantil (Olhaberry & Sieverson, 2022), debido a la inestabilidad emocional (Vásquez Oyarzún et al., 2022) que tenían los cuidadores al enfrentarse a este escenario incierto.

La dinámica familiar se ve tensionada debido a dificultades para la provisión a los menores de adecuados cuidados afectivos, dificultades para adaptarse al teletrabajo cuando la organización familiar y doméstica no lo facilita (ej. familias numerosas), preocupaciones frecuentes que se ven impulsadas por la incertidumbre, y falta de un horizonte socio-laboral claro o la falta de apoyo social y accesibilidad a recursos (Mangué Pérez et al., 2020; Retamal Parra, 2022; De Armas-Mesa et al., 2023). Esto favorece la aparición de conflictos familiares, genera irritabilidad, hiperactividad, impulsividad y ansiedad, además precipita accidentes y respuestas impulsivas y violentas (Abufhele & Jeanneret, 2020; Retamal Parra, 2022).

En este sentido, también se evidenciaron actitudes negligentes y disminución de los cuidados como consecuencia al cierre de escuelas y servicios de cuidado infantil, demandas laborales y personales de los cuidadores o enfermedad, cuarentena o aislamiento de ellos (Galiano Ramírez et al., 2020). El confinamiento prolongado y el desempleo aumentaron el riesgo de los padres de mayor consumo de alcohol y otras sustancias, maltrato de pareja, discordias familiares, maltrato infantil y abuso sexual (Palacio-Ortiz et al., 2020). Estas experiencias adversas, asociadas al maltrato o negligencia, a las que los niños, niñas y adolescentes se vieron expuestos, aumentan la posibilidad del surgimiento de trastornos de salud mental, cuyas consecuencias pueden ser acumulativas y persistentes en su desarrollo socioemocional (Indart De Arza, 2023).

En ocasiones, los cuidadores llegan a afectarse hasta el punto de comprometer su capacidad de ofrecer un entorno seguro, estabilidad y cuidados a los más jóvenes (Galiano Ramírez et al., 2020). Además de desarrollar actitudes y conductas que pueden ser incongruentes con los valores forjados en la crianza, aspecto relevante a considerar pues niños y niñas aprenden principalmente del ejemplo de sus cuidadores, haciéndolos más sensibles a la preocupación y estrés adultos, lo que a su vez aumenta sus propios sentimientos negativos (Galiano Ramírez et al., 2020; Pedevilla, 2023).

No solo es adaptarse a las nuevas rutinas al interior del hogar, compartiendo la cotidianidad a tiempo completo, sino que también el acompañar a hijos en la educación a distancia, agregar el papel de maestro a la crianza también puede influir en la dinámica familiar, lo que genera frustración para padres e hijos y, eventualmente, conflictos (Muñoz, 2021). En esa misma línea, Vásquez Oyarzún et al. (2022, p. 94) exponen que, al establecer la interrupción de la asistencia al colegio, limitando su participación social, los cuidadores a cargo se enfrentan al “desafío de contribuir al desarrollo de las niñas y niños desde el hogar” sin mayores competencias y con las herramientas que tenían a su alcance. Por tanto, el gran esfuerzo desplegado por los cuidadores en este ámbito resalta la importancia de la colaboración entre los establecimientos educacionales y la familia (Abufhele & Jeanneret, 2020), lo cual es clave debido a que ambas instituciones “son los dos entornos sociales más influyentes en la vida” (Vásquez Oyarzún et al., 2022, p. 94) de niños, niñas y adolescentes.

Todo el escenario descrito tiene efectos en la organización de la cotidianidad del hogar, evidenciando problemas para guiar a la niñez, sobre todo si se tornan rebeldes y desafiantes, dificultades en ofrecer actividades apropiadas y atractivas, simultanear los cuidados del hijo o hija con las labores domésticas, sobre todo en las madres que se sienten sobrecargadas (Galiano Ramírez et al., 2020) y tienen a su cargo hogares monomarentales. Esta diferencia de género impacta significativamente en la dinámica familiar y en el estado de salud de las madres.

Sin embargo, aunque el aislamiento físico y social durante la pandemia generó efectos negativos en el desarrollo socioemocional de muchos niños y niñas, también se han identificado factores protectores dentro del sistema familiar que actuaron como atenuantes frente a estas dificultades, entre ellos, destacan la presencia de adultos responsables y emocionalmente estables que brindaron apoyo, establecieron rutinas y hábitos saludables, ofrecieron un entorno estimulante en lo sensorial, cognitivo y emocional, y fomentaron la resiliencia (Galiano Ramírez et al., 2020; Indart De Arza, 2023).

Retorno a la Presencialidad: Participación Social de Niñas y Niños

Diferentes investigaciones describen que un entorno rico en oportunidades permite un desarrollo infantil más óptimo para niños y niñas, por lo que, cuando este entorno no es capaz de proveer de experiencias satisfactorias que faciliten la exploración, se pierden esas oportunidades, disminuyendo los recursos que un/a niño/a puede adquirir, dificultando la adquisición de habilidades para afrontar la vida (Galiano Ramírez et al., 2020; Palacio-Ortiz et al., 2020; Förster & López, 2022; Maciel et al., 2021; Olhaberry & Sieverson, 2022). Entonces, un contexto enriquecedor es el que presenta una gran cantidad de oportunidades en un entorno seguro, lo que permite adquirir estrategias de regulación emocional y habilidades sociales (Coelho-Medeiros et al., 2022).

Durante este período, los entornos ricos en experiencias se vieron reducidos a casi su totalidad, lo que significó que la población infantil, que se encuentra en la etapa de desarrollar y adquirir habilidades, se vieran afectados por contextos empobrecidos y bajos en experiencias, impactando, de manera significativa, en su neurodesarrollo (Förster & López, 2022).

Ahora bien, todas estas dificultades ocurridas en confinamiento provocaron un impacto significativo con la vuelta a la presencialidad. Entonces, quienes habían estado creciendo en ambientes poco estimulantes, se vieron forzados a volver a la escuela, donde la cantidad de estímulos y demandas ambientales es mucho mayor (Coelho-Medeiros et al., 2022). Demandas como un horario fijo, enfrentarse a pares, a estímulos sensoriales y nuevas reglas eran elementos que no conocían o de los que habían perdido la práctica (Fernandes et al., 2022).

La pandemia tuvo un impacto significativo en la salud mental en los estudiantes de pre kinder hasta 4º año de enseñanza básica, ya sea en síntomas internalizantes, como externalizantes y somáticos (Larraguibel et al., 2021; Ochoa-Fuentes et al., 2022). En general, la sintomatología internalizante se relacionó con manifestaciones de tipo ansiosa o depresiva, en tanto la externalizante se presentó como una manera de expresar emociones displacenteras, en particular en los más pequeños (Escobar et al., 2023).

Por tanto, con el retorno a la presencialidad se hicieron más evidentes en los espacios públicos los cambios experimentados por niñas y niños. Es así como se han observado trastornos del sueño, síntomas de ansiedad y depresión, estrés postraumático, irritabilidad y comportamientos desafiantes, agitación, falta de atención y problemas relacionados con el apego (Escobar et al., 2023).

Con el regreso al colegio, se han observado mayores problemas de regulación emocional, con un aumento significativo de auto y hetero agresiones (Coelho-Medeiros et al., 2022). La falta de experiencias y estímulos genera que al volver a clases exista una dificultad para concentrarse o interactuar con otras personas, lo que reduce el rendimiento académico, provoca problemas con pares y docentes y, a su vez, genera una percepción negativa de sí mismos (Mangué Pérez et al., 2020).

Cabe destacar que estos estudios también indican que, en algunos casos donde las familias presentaron menos dificultades y clima de violencia, niños y niñas, al haber pasado más tiempo en sus casas con sus familias, tuvieron ambientes de interacción más controlados, permitiendo potenciar el lenguaje y comunicación de esta población, además de un aumento en la responsabilidad y la atención dentro del hogar (Coelho-Medeiros et al., 2022; Costa et al., 2022).

Reflexiones Finales

La pandemia, al igual que otras situaciones propias del entorno en el que crecen niños y niñas, puede provocar disrupciones ocupacionales. Estas disrupciones generan interrupciones en las actividades que solían realizar, así como en sus patrones de participación en roles y ocupaciones. Como consecuencia, deben adaptarse y encontrar nuevas formas de organizar sus rutinas diarias y de involucrarse en ellas.

La falta de estimulación y de entornos enriquecedores en experiencias, provoca una disminución en la calidad de las habilidades de procesamiento sensorial y socio afectivas en niños y niñas, pues es durante esta etapa del ciclo vital donde las experiencias saludables favorecen el neurodesarrollo y la incorporación de habilidades necesarias para desenvolverse en la vida diaria. Por lo que, sin estas experiencias en la niñez, se vuelve más complejo poder adquirir dichas habilidades, limitando su participación en distintos contextos de su vida.

Sumado a lo anterior, es necesario mencionar que, para potenciar las habilidades preexistentes de cualquier persona, se requiere de práctica y exposición a diversos contextos enriquecedores, lo que durante el confinamiento no fue posible. Esto significó una interrupción y/o retroceso de las habilidades sociales y de la capacidad de interactuar con pares, tanto en ambientes estructurados como espontáneos. Además de un aumento del uso de pantallas que trajo como consecuencia problemas para la interacción con otras personas, como dificultades para establecer contacto visual, escaso repertorio de vocabulario y baja tolerancia a la frustración en la relación con pares.

A partir de las reflexiones, también es posible identificar que, durante el confinamiento, el acceso a estímulos sensoriales fue controlado y limitado, siendo cada persona quien definía la intensidad del estímulo, por ejemplo, en clases online, cerrar la puerta para manejar el ruido del hogar, bajar el volumen al equipo electrónico, silenciar el computador, regular olores en la habitación, así como controlar la información propioceptiva al decidir cómo y dónde sentarse. También, como la interacción social de este periodo fue principalmente llevada a través de redes sociales, este contacto fue limitado tanto en estímulos como en elementos propios de la socialización, donde las personas podían elegir a quién ver a través de la pantalla, a quién llamar o a quién contestar.

Esta situación de confinamiento también significó mayor presencia de los padres, lo que, en algunos casos permitió la posibilidad de interactuar más con sus hijos, fomentando la adquisición del lenguaje, sin embargo, en la mayoría de los hogares, esta mayor presencia parental significó una sobrecarga diaria, teniendo que ayudar con trabajos escolares, ofreciendo contención y continuando con sus propias exigencias laborales; lo que sin duda afecta las pautas vinculares que se establecen al interior del hogar, llegando incluso a generar climas de violencia y/o negligencia que afectaron a niños y niñas.

Considerando los antecedentes expuestos, es necesario que desde la terapia ocupacional se integre un abordaje integral del desarrollo contemplando el procesamiento sensorial como base de las distintas dimensiones del desarrollo, y poniendo especial énfasis a aspectos socio emocionales en todos los ámbitos de intervención del trabajo profesional con niños, niñas y adolescentes.

Con relación a las habilidades socioemocionales, se tiende a trabajar desde la enseñanza directa de dichas habilidades, no obstante la disciplina otorga las competencias a las y los profesionales para integrar estas habilidades a partir de la participación en las ocupaciones cotidianas en la que el o la niña se involucra, pudiendo tener un rol crucial para potenciar estas habilidades desde intervenciones individuales y grupales. Además, tiene la posibilidad de prescribir ocupaciones, situadas al contexto de las familias, ricas en estímulos necesarios para el desarrollo. Cabe destacar que para que lo anterior ocurra, se debe considerar la intensidad y características de los estímulos para evitar reduccionismos como, por ejemplo, al indicar audífonos de cancelación de ruidos ante cualquier reporte de disconformidad con estímulos auditivos.

Sin duda, esta emergencia sanitaria impactó en la vida de las personas y comunidades, a nivel local e internacional, en donde la disciplina ha debido diversificar y ampliar sus campos de acción para trabajar con las familias y escuelas. Las acciones de terapia ocupacional, tras períodos de disrupción ocupacional, no solo deben permitir el desempeño satisfactorio en las distintas ocupaciones propias de este período, a través de la adaptación de las rutina y del afrontamiento de nuevos escenarios de vida, sino que también promover la comprensión de las nuevas formas de participación de niñas y niños, además de dar la oportunidad de potenciar habilidades en pos de un desarrollo saludable e integral, en el marco de un abordaje interdisciplinario.

• Cómo citar:
  Poblete-Almendras, M. J., Lagos-Fuenzalida, C., & Robinson-Aldunate, S. (2025). Disrupción ocupacional en la niñez durante la pandemia: reflexiones sobre el retorno a la presencialidad. Cadernos Brasileiros de Terapia Ocupacional, 33, e3916. https://doi.org/10.1590/2526-8910.ctoARF401639163
• Disponibilidad de los datos
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Editado por

• Editor de sección
  Prof. Dr. Vagner dos Santos

Disponibilidad de datos

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Fechas de Publicación

• Publicación en esta colección
  17 Oct 2025
• Fecha del número
  2025

Histórico

• Recibido
  19 Abr 2024
• Revisado
  04 Set 2024
• Revisado
  17 Abr 2025
• Acepto
  23 Mayo 2025