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Sobre el poder del conocimiento, o el conocimiento como poder: Reflexiones sobre la política de la Ciencia Política

Sobre o poder do conhecimento, ou o conhecimento como poder: Reflexões sobre a política da Ciência Política

About the power of knowledge, or knowledge as power: Reflections on the politics of Political Science

RAVECCA, Paulo. The politics of political science. Re-writing Latin American experiences. New York: Routledge, 2019. 275

“El conocimiento es un campo de batalla”,2 2 Esta y todas las citas han sido traducidas del inglés al español, con el objetivo de facilitar la lectura. comienza diciendo Paulo Ravecca en el primer capítulo de su libro, pautando ya desde el inicio el marco de teoría crítica que entretejerá su narrativa. Y, también en lo que será la tónica de su escritura (que abre continuamente el campo para la multiplicidad, pero no para la ambigüedad), agrega: “el conocimiento es político” (Ravecca, 2019, p. 16). De esta forma empieza un recorrido en el que la lectora (así referida, en femenino, por el autor) transitará a través de la reflexión sobre dos experiencias de la Ciencia Política latinoamericana (Chile y Uruguay) las complejas implicancias vinculadas al reconocimiento de que, tanto el conocimiento como el acto de conocer, no solo están imbricados en la vida social, sino que forman parte de ella. Por lo anterior, reconocer la vinculación entre las formas de poder y de conocer hace más que habilitar la introspección epistemológica a la interna de la Ciencia Política: la vuelve políticamente relevante.

Ravecca plantea un ejercicio de temporalidades (colectivas, personales), que retoma el lugar del trauma en la producción del conocimiento. Su libro es difícil de clasificar, desafía continuamente las fronteras construidas para diferenciar un campo de otro y más aún, para delimitar qué es o no admisible dentro de la narrativa que construye a la Ciencia Política como disciplina. Pone de manifiesto un pluralismo epistemológico, que se refleja en una diversidad de acercamientos teóricos, metodológicos y de lenguajes.

Según su autor, además de ese pluralismo epistemológico que fue cobrando fuerza de obsesión mientras desarrollaba su trabajo, este libro se construye sobre otras dos obsesiones intelectuales: la relación entre conocimiento y poder, y el potencial liberador de la autorreflexión. Ambas navegan el análisis de un modo que ilustra “[…] cómo nuestras formas de conocer son parte de la historia que estamos tratando de entender” (Ravecca, 2019, p. 2). Ello resalta la relevancia de la autorreflexión, en particular si la intención es la de no reproducir relaciones de dominación a través de la academia. En este sentido, afirmar que el conocimiento es político también implica reconocer que quienes lo desarrollan son ética y políticamente responsables.

Tras una introducción que retoma los temas principales del libro, Ravecca plantea cinco capítulos. En el primero, explicita sus puntos de partida a nivel teórico para delinear una epistemología crítica sobre conocimiento y poder: la importancia del marxismo como lenguaje para confrontar la injusticia (al teorizar sobre la intersección entre capitalismo, lucha y producción de conocimiento), así como el potencial reflexivo y liberador que abren Nietzsche (1989NIETZSCHE, Friedrich. On the genealogy of morals. New York: Vintage Books, 1989.; 1990NIETZSCHE, Friedrich. Beyond good and evil. London: Penguin Books, 1990.; 1999NIETZSCHE, Friedrich. El caminante y su sombra. Madrid: Edimat Libros, 1999.) y Foucault (1991aFOUCAULT, Michel. Historia de la sexualidad 1: la voluntad del saber. Madrid: Siglo Veintiuno, 1991a.; 1991bFOUCAULT, Michel. Saber y verdad. Madrid: Ediciones La Piqueta, 1991b.), son un capital del que este libro se nutre. Es particularmente relevante para su argumento la concepción nietzscheana sobre el conocimiento, en que la violencia es parte de su anatomía y no una patología, donde la producción de verdad implica un ejercicio de poder. El énfasis foucaultiano sobre el discurso como el lugar en donde la verdad se construye y se regula refuerza esta noción, al señalar que los discursos sobre esta no están por fuera de los mecanismos de poder, sino que la verdad es, en sí misma, poder. Ello implica reconocer que existen conocimientos privilegiados y aquellos que no lo son, que pueden ser eliminados por no estar en posición de privilegio. La cultura y el conocimiento también fueron centrales en los análisis de Gramsci (2008)GRAMSCI, Antonio. Selections from the prison notebooks. New York: International Publishers, 2008. y de la Escuela de Frankfurt, que Ravecca retoma en distintos momentos y registros, dejando entrever el conflicto entre las capas que van formando la complejidad de comprender las distintas dimensiones de la opresión. El libro concibe a los poderes y conocimientos como inmanentemente inseparables y al hacerlo, pone el foco sobre el rol de la academia en la reproducción de inequidades; allí la reflexión psicoanalítica y en particular, las exploraciones de Marcuse (1991)MARCUSE, Herbert. One-dimensional man: studies in the ideology of advanced industrial society. Boston: Beacon Press, 1991. respecto a la interacción entre marxismo y psicoanálisis, abrirán camino para problematizar la violencia imbricada en la supuesta construcción de neutralidad de la Ciencia Política mainstream positivista. Esta mirada crítica incorpora asimismo los desarrollos de los estudios poscoloniales, la teoría queer y el posmarxismo, problematizando también desde allí el rol de quienes producen en la academia. Reconociendo que estos abordajes teóricos conceptualizan las relaciones de poder de un modo distinto e incluso están en tensión entre sí, Ravecca propone el concepto de “relacionalidad compleja” (complex relationality) para entender el poder. Esta comprende diferentes aspectos que se afectan mutuamente, y que implican la producción y diseminación del conocimiento, la identidad, la subjetividad, la economía política, la política convencional y la dimensión trasnacional de la política. Trabaja sobre la fricción, planteando un punto de entrada para estudiar las aproximaciones mainstream al estudio de la política, donde las instituciones vinculadas a la Ciencia Política se vuelven objeto de análisis.

El método para llevar a cabo este análisis es el interpretativo, que combina distintas aproximaciones metodológicas a la construcción del dato: análisis de artículos académicos (1.194 artículos publicados por las principales revistas de Ciencia Política en Chile y Uruguay, desde su fundación y hasta 2012); entrevistas semi estructuradas (58 entrevistas con cientistas políticos, que en su gran mayoría integraban el ámbito académico de Chile y Uruguay); observación (en los departamentos de Ciencia Política de Chile y Uruguay, así como en diversos espacios y actividades académicas); y autoetnografía. La lógica de cada modo de construir el dato predomina en los distintos capítulos, imprimiendo temperaturas distintas, en términos del autor: frío, tibio y caliente, a medida que el involucramiento del investigador se vuelve más evidente en esa construcción.

El capítulo “frío” es el que sigue a la introducción (capítulo 2), donde el análisis se centra en la Ciencia Política desarrollada en Chile durante el régimen de Augusto Pinochet. Principalmente a través del análisis profundo y sistemático de artículos publicados en las dos principales revistas de Ciencia Política en Chile - Política y Revista de Ciencia Política - el autor evidencia cómo elementos fundamentales de la disciplina se produjeron durante el régimen dictatorial, en algunos casos a instancias de este. Llega así al concepto de “Ciencia Política autoritaria” (authoritarian political science, o APS), que se caracterizó por la promoción de los legados institucionales y políticos de la dictadura de Pinochet en el ámbito académico. Esta APS tuvo tres pilares: la justificación conceptual de una forma limitada de democracia; la defensa del neoliberalismo como el único enfoque económico que garantiza la libertad; y el deber de los intelectuales de proteger los valores de occidente y del cristianismo, que se percibían bajo amenaza en el contexto de la Guerra Fría. Ravecca se refiere a la APS como un espacio, porque opera como un campo de actividades, diálogos y encuentros académicos en los que se permitía una moderada (y custodiada) disidencia, donde las dinámicas de poder circulaban tanto en lo institucional como en lo discursivo, se incorporaban en dispositivos concretos (como la Constitución de 1980, el sistema binominal y las reformas neoliberales) y en situaciones en las que a veces, “[…] matar y pensar eran acciones realizadas por las mismas personas” (Ravecca, 2019, p. 81).

En contraste con el caso chileno, en su tercer capítulo el autor argumenta que en Uruguay no existió una Ciencia Política autoritaria, debido en gran parte a la institucionalización de la disciplina a partir de la recuperación democrática. Aquí el análisis difiere y son las voces recogidas en las entrevistas las que tienen un mayor peso (lo cual, curiosamente, lo vuelve más anónimo que el anterior). Ello aumenta la temperatura del análisis, por lo que en términos del autor se vuelve más “tibio”. La investigación de Ravecca señala que la Ciencia Política en Uruguay ha sido mayormente acrítica en relación a los partidos y a las élites políticas, movilizando prácticas que fueron funcionales a mecanismos de poder establecidos y a sus narrativas en la pos dictadura. La relacionalidad compleja que formó la identidad de la Ciencia Política uruguaya involucró distintos registros: desde la economía política, la derrota de toda alternativa al capitalismo; desde el plano internacional, la hegemonía estadounidense en la región y la derrota soviética; en lo referente a la teoría, ideología y epistemología, la hegemonía del liberalismo y neopositivismo, el destierro del marxismo y su categorización como obsoleto, así como la separación de la sociología; en el terreno de la construcción institucional, la creación del Instituto de Ciencia Política y en el de la subjetividad, la experiencia del trauma y de la culpa que experimentaron gran parte de las personas que se incorporaron a esa academia y que provenían de la izquierda (a la que culpaban por haber contribuido a la polarización ideológica que llevó al quiebre de la democracia). Así, se reguló qué podía ser considerado o no parte de la disciplina.

En este ejercicio de lo que se admite y lo que no, también respecto a las narrativas, el momento “caliente” del análisis se hace más evidente en el capítulo 4. Aquí el autor emprende una autoetnografía, que lejos de ser un aditivo que no dialoga con el resto del análisis, se configura como un elemento central del mismo. Allí la trama se densifica, muestra de dónde surgen las interrogantes que el libro busca responder; las palabras se cargan de memoria, las voces que hablan sobre la injusticia ya no tienen la cubierta aséptica que viste parte del discurso académico. La historia sobre la dictadura está hecha de retazos, de narrativas familiares, de relatos contados por otros que se vuelven propios, de registros de legitimidad que se subvierten para incorporar el cuestionamiento hacia otras opresiones, como las vinculadas a la heteronormatividad. Es un relato donde se explora todo el poder de la palabra: para construir, para deconstruir, para curar, para devastar. La violencia entretejida en el discurso con el que la Ciencia Política celebró el estado de derecho al recobrarse la democracia, un tipo de democracia que dejó sin juzgar la impunidad por los crímenes de lesa humanidad cometidos durante la dictadura, es diseccionada en la narrativa: ya no es posible separar la injusticia del dolor. Y como señala Ravecca, ya sea en esta construcción o en otras más actuales, la banalización del dolor de los demás nunca puede ser considerada progresista, crítica, o de izquierda. Esta crítica en primera persona hacia la Ciencia Política también aborda otros silencios: los de las formas de ejercer el poder que no tenían “lugar ni nombre” en su concepción sobre la política para la regulación de identidades y corporalidades, pero que subordinaban a las mujeres y a las personas no heterosexuales. El potencial destructor de estos mecanismos y la injusticia que revisten están impresos en el relato, que narra cómo el poder atraviesa los estados, las sexualidades y las disciplinas académicas. El capítulo también aborda los propios silencios: el daño asociado al abuso intrafamiliar, la vivencia temprana y traumática de la construcción múltiple de la opresión y la búsqueda de libertad a través de la autorreflexión. La narrativa sobre el abuso, áspera y cruda para la lectora, es un recordatorio de que ni este ni la opresión son monopolios del “otro”, y pueden provenir de lugares inesperados, tanto en el ámbito público como en el privado.

En el quinto y último capítulo del libro, el autor vuelve a tomar algunos de los puntos centrales de los anteriores, así como discute las implicancias de la metáfora de las temperaturas. En este capítulo, se hace más explícita la comparación entre los casos, así como el discurso que construye la historia de la disciplina, y su crítica. Para Ravecca, la focalización en el orden y la estabilidad de la Ciencia Política durante la década de 1990 y principios del 2000, que dejó de lado otras preocupaciones (como la equidad y la justicia), hizo que la disciplina fuera el conocimiento del status quo, lo que significó que estuviera del lado de las élites y los poderosos.

El liberalismo hizo posible la democracia al costo de debilitar la experiencia democrática al borde de su propia (in)existencia […] Con autocrítica y más teoría, podemos evitar convertimos en sirvientes de los poderes dominantes, sean de izquierda o de derecha (Ravecca, 2019, p. 231).

Así, el recorrido del libro transforma la oración inicial: el conocimiento no es solo un campo de batalla, también es un refugio y un lugar para promover el cambio. La lectora encontrará en sus páginas una conversación abierta que interpela a la Ciencia Política, pero desde un lugar profundamente comprometido con su práctica y con su devenir. Ravecca muestra además la complejidad que implica en términos metodológicos el dejarse guiar hasta las últimas consecuencias por una pregunta, donde es la problematización la que define el abordaje. Su trabajo es asimismo un ejemplo de cómo la rigurosidad no se compromete al permitir el reconocimiento de la subjetividad del investigador/a. Este reconocimiento implica por otra parte una apuesta arriesgada, aunque lo que se pone en juego no es el resultado sino el vínculo con la lectora, dado que no le será posible permanecer indiferente.

Este libro abre a su vez diversas líneas que pueden profundizarse en trabajos posteriores. Por un lado, al quedar planteada la interrogante de hasta dónde puede escindirse el análisis de lo que ocurre en la Ciencia Política de otros procesos que tienen lugar en simultáneo en otras esferas (y de las formas de construir poder en esos ámbitos), próximos trabajos podrían ampliar el foco sobre estos procesos y su relación con la construcción de conocimiento: por ejemplo, profundizar sobre aspectos vinculados a las diferentes formas de construir el poder en clave interseccional que marcan diferencias significativas en Chile y Uruguay (como el status conferido a lo militar en uno y otro contexto y su relación con la intelectualidad), o incluso en relación a la lectura del marxismo y su invisibilización, abordando ésta como una “crisis de sentido” que se procesó en distintos ámbitos y retomando también las voces desde espacios por fuera de la academia. Por otro lado y siguiendo el ejercicio de temporalidades que deja planteado el libro, sería interesante poder pensar desde las coordenadas que propone cuáles son las tonalidades del conocimiento que se está construyendo ahora mismo desde la Ciencia Política latinoamericana.

Durante la lectura, en varias ocasiones proyecté lo que leía sobre un salón de clases imaginario; en parte debido a que los espacios de enseñanza atraviesan las páginas de este libro, que explora sus potencialidades para la crítica y para la construcción de alternativas. Como plantea Ravecca, configuran un espacio en donde la investigación cobra vida y a su vez, escenifican el porvenir de la disciplina. Quizá por ese motivo la imagen era recurrente: porque este es un libro que mira hacia el futuro. Al hacerlo, le da un nuevo lenguaje a la Ciencia Política para pensar qué es lo político y desde ese marco, también para pensarse a sí misma.

  • 2
    Esta y todas las citas han sido traducidas del inglés al español, con el objetivo de facilitar la lectura.

Referencias

  • GRAMSCI, Antonio. Selections from the prison notebooks New York: International Publishers, 2008.
  • FOUCAULT, Michel. Historia de la sexualidad 1: la voluntad del saber. Madrid: Siglo Veintiuno, 1991a.
  • FOUCAULT, Michel. Saber y verdad Madrid: Ediciones La Piqueta, 1991b.
  • MARCUSE, Herbert. One-dimensional man: studies in the ideology of advanced industrial society. Boston: Beacon Press, 1991.
  • NIETZSCHE, Friedrich. On the genealogy of morals New York: Vintage Books, 1989.
  • NIETZSCHE, Friedrich. Beyond good and evil London: Penguin Books, 1990.
  • NIETZSCHE, Friedrich. El caminante y su sombra Madrid: Edimat Libros, 1999.

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    27 Ene 2020
  • Fecha del número
    Sep-Dec 2019

Histórico

  • Recibido
    31 Mayo 2019
  • Acepto
    25 Jun 2019
  • Publicado
    15 Dic 2019
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