Acessibilidade / Reportar erro

La temporalidad del dinero: Un mecanismo de reproducción sociocultural de las desigualdades sociales* * Este artículo es una versión revisada y modificada de la ponencia presentada en las X Jornadas de Estudios Sociales de la Economía “La dimensión social de los procesos y objetos económicos”, Idaes, Unsam, Buenos Aires, Argentina. Deseo agradecer a mis directoras Ruth Sautu y Betina Freidin, del IIGG-UBA, así como a Martín Hornes y Pablo Figueiro, del Idaes-Unsam, y a los evaluadores anónimos de este artículo por sus comentarios y sugerencias sobre versiones preliminares de este trabajo.

The temporality of money: A mechanism of sociocultural reproduction of social inequalities

Resumen

El artículo explora la economía doméstica de familias de clase media y clase trabajadora calificada en el Área Metropolitana de Buenos Aires, a partir de problematizar las dinámicas familiares y las desigualdades sociales que ésta (re)produce. La propuesta es parte de una investigación donde analizamos las prácticas cotidianas de reproducción de las clases sociales alrededor del cuidado de la salud, la educación y la economía doméstica, desde la perspectiva de la fenomenología social. Para ello realizamos entrevistas biográficas a padres y madres de 31 familias heterosexuales, monoparentales y biparentales, con hijos e hijas menores y jóvenes. Concluimos en que la dimensión temporal de la circulación del dinero hace que las experiencias de las familias de clase media y clase trabajadora sean diferentes, y constituye un mecanismo de (re)producción de desigualdades de clase y género.

Palabras clave:
Usos del dinero; Desigualdades sociales; Vida cotidiana; Temporalidad; Argentina

Abstract

The article explores the household economy of middle class and skilled working class families living in the Metropolitan Area of Buenos Aires, and problematizes family dynamics and social inequalities that are (re)produced by it. The proposal is part of a study where we analyze the reproduction of social classes through everyday practices in health care, education and household economy, from a social phenomenological perspective. We carried out biographical interviews with parents of 31 heterosexual, two-parent and single-parent families, living with children or young sons and daughters. We conclude that the temporal dimension of money circulation causes different experiences between middle class and working class families, and works as a (re)production mechanism of gender and class inequalities.

Keywords:
Uses of money; Social inequalities; Everyday life; Temporality; Argentina

Introducción

Históricamente, los estudios sobre la cultura de diferentes sectores y sociedades estuvieron centrados en el pasado: sus costumbres, sus hábitos, sus herencias, sus tradiciones. Siguiendo a Appadurai (2015APPADURAI, Arjun. El futuro como hecho cultural: ensayos sobre la condición global. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2015.), la orientación al futuro es una dimensión de la cultura escasamente analizada de manera explícita, debido a que es asociada con necesidades, preferencias, elecciones y cálculos asignados a la disciplina de la economía. No obstante, en la vida cotidiana “están incorporadas y son nutridas las ideas del futuro, tanto como las del pasado” (Appadurai, 2015APPADURAI, Arjun. El futuro como hecho cultural: ensayos sobre la condición global. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2015., p. 237). Así, diversos autores se han esforzado por integrar el discurso de la economía con el estudio de la cultura, proponiendo un alejamiento de la perspectiva utilitarista y erudita del campo económico, para pasar a observar las prácticas económicas ordinarias de los actores en su vida cotidiana. Bourdieu (2013BOURDIEU, Pierre. Outline of a theory of practice. Cambridge: Cambridge University Press, 2013.), en su bosquejo de una teoría de la práctica, insiste en restaurar la dimensión del cálculo económico como inherente a toda práctica. El cálculo económico dirige las estrategias de los agentes, ya sea en sociedades capitalistas como “precapitalistas”, toda vez que éstos toman en cuenta los costos y beneficios de sus decisiones.

Luego, Zelizer (2009ZELIZER, Viviana A. La negociación de la intimidad. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2009., p. 45) señala la inconsistencia de distinguir entre “las actividades económicas y las relaciones de intimidad” como si fueran “esferas separadas y mundos hostiles”. Por el contrario, las personas mezclan estas esferas en su vida cotidiana, crean y negocian una interacción e interdependencia entre ambos mundos. Las personas crean distintas clases de dinero e “introducen distinciones, dudas, y directivas que desafían todo cálculo instrumental” (Zelizer, 2011ZELIZER, Viviana A. El significado social del dinero. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2011., p. 47).

Siguiendo dicha corriente de investigación en estudios sociales de la economía, encontramos asimismo aportes más recientes. Wilkis (2013WILKIS, Ariel. Las sospechas del dinero: moral y economía en el mundo popular. Buenos Aires: Paidós, 2013.) nos invita a observar las transacciones monetarias de sectores populares considerando los valores morales, personales y familiares que intervienen en la construcción de los significados del dinero. Neiburg (2008NEIBURG, Federico. Inflación, monedas enfermas y números públicos. Revista Crítica en Desarrollo, n. 2, p. 93-128, 2008., p. 100) define como “prácticas monetarias ordinarias” al universo de ideas y prácticas legas asociadas al dinero que “ganan sentido en relación a los mundos sociales (y a las situaciones de interacción) en las que son utilizadas”. Florence Weber (2002WEBER, Florence. Práticas econômicas e formas ordinárias de cálculo. Mana: Estudos de Antropologia Social, v. 8, n. 2, p. 151-182, 2002.) utiliza la idea de “formas ordinarias de cálculo” para dar cuenta del conjunto de microdecisiones económicas que se toman en cuenta todo el día, empleando una racionalidad práctica diferente a la racionalidad puramente económica.

El dinero como medio de cambio y unidad en el sistema capitalista permite priorizar y valorizar inversiones así como construir y mostrar una identidad ante los demás. Como argumentan Reay y Ball (1997REAY, Diane y BALL, Stephen J. Spoilt for Choice: the working classes and educational markets. Oxford Review of Education, v. 23, n. 1, p. 89-101, 1997 <10.1080/0305498970230108>.
https://doi.org/10.1080/0305498970230108...
) en relación a la educación, las elecciones de mercado son un dispositivo social mediante el cual las diferencias de clase se cristalizan en desigualdad. En palabras de Zelizer (2011ZELIZER, Viviana A. El significado social del dinero. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2011., p. 259), “el marcado de los bienes de consumo por diferentes grupos étnicos y religiosos según la clase, el género y la edad es un hecho paralelo a la diferenciación de las distintas clases de dinero que refleja la omnipresencia del marcado, ya que las personas evalúan sus vidas personales y colectivas personalizando actividades y posesiones materiales”.

En el presente artículo proponemos explorar la economía doméstica de familias de clase media y clase trabajadora calificada en el Área Metropolitana de Buenos Aires, basándonos en interrogantes que se desprenden de la literatura anteriormente citada, así como de cuestiones espontáneas del trabajo de campo; a saber: ¿cómo se relacionan las transacciones económicas y los vínculos familiares? ¿Cómo se relacionan los valores y relaciones de género y clase con la temporalidad de las circulaciones monetarias y proyecciones a futuro?

La propuesta forma parte de una investigación doctoral que analiza las prácticas cotidianas de reproducción de las clases sociales alrededor del cuidado de la salud, la educación y la economía doméstica, desde una perspectiva fenomenológica.1 1 La investigación es financiada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), Argentina. Para ello realizamos entrevistas biográficas a padres y madres de 31 familias, enfocándonos sobre el papel que tiene la clase social en los procesos de reproducción de los esquemas de acción, ideas, creencias, valores y prácticas cotidianas familiares respecto del cuidado de la salud, la educación y la economía doméstica. Entre 2009 y 2015, entrevistamos a 20 familias de diferentes estratos de clase media, las cuales en el análisis numeramos del 1 al 20 a fines de garantizar su anonimato, y a 11 familias de clase trabajadora calificada -éstas últimas se encuentran numeradas del 21 al 31 en el análisis de los datos.2 2 Partimos de un esquema de cinco posiciones de clase: “Clase media profesional y managers”, “Mediana y pequeña burguesía”, “Clase media técnico-comercial-administrativa”, “Clase trabajadora calificada” y “Clase trabajadora semi/no calificada” (Sautu et al., 2007). Los datos de las familias fueron proporcionados por las encuestas sobre Estratificación y movilidad social aplicadas en 2004, 2005 y 2007 por el Centro de Estudios de Opinión Pública (Cedop-UBA) y por la encuesta sobre Reproducción y movilidad social en Argentina llevada a cabo en 2015 por el proyecto PICT 2012-01599 dirigido por Ruth Sautu. Seleccionamos a las familias con la lógica del muestreo intencional estratificado (stratified purposeful sampling) (Patton, 2002). Todas las familias son heterosexuales, monoparentales y biparentales, con hijos e hijas menores y jóvenes, y con una trayectoria intergeneracional de reproducción de clase, ya sea en clase media 0 en clase trabajadora. La estrategia de análisis de los datos fue principalmente temática, que se define como una forma iterativa y reflexiva de reconocimiento de patrones dentro de los datos, donde los temas emergentes se convierten en las categorías para el análisis (Fereday y Muir-Cochrane, 2006FEREDAY, Jennifer; MUIR-COCHRANE, Eimear. Demonstrating rigor using thematic analysis: a hybrid approach of inductive and deductive coding and theme development. International journal of qualitative methods, v. 5, n. 1, p. 80-92, 2006.). El análisis comparativo cualitativamente orientado nos permitió contrastar las economías domésticas de las familias como configuraciones de una y otra clase social. Es decir, las unidades macrosociales -aquí, las clases sociales-se incorporan como una categoría metateórica, que se utiliza para explicar los patrones en los resultados obtenidos (Ragin, 1989RAGIN, Charles C. The Comparative method: moving beyond qualitative and quantitative strategies. Berkeley: University of California Press, 1989., p. 5).

Obligaciones y contabilidades cotidianas

Un primer eje a partir del cual podemos distinguir a las economías domésticas de estas familias de clase media y de clase trabajadora son las obligaciones y responsabilidades que cumple cada miembro de la pareja, en términos de proveedor/administrador del dinero. Ello implica una discusión acerca de “cuándo y cuánto puede y/o debe trabajar cada miembro” (Jelin, 2010JELIN, Elizabeth. Pan y afectos: la transformación de las familias. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2010., p. 101). Si comparamos la dedicación a trabajos remunerados fuera del hogar y tareas no remuneradas en el hogar de estos padres y madres entrevistados, vemos que en ambos sectores sociales sus obligaciones mutuas en el hogar se evalúan en función de las oportunidades laborales de cada uno así como de valores morales e ideas culturales más amplias.

Dependiendo de la flexibilidad laboral, en algunas familias de clase media las mujeres dejan de trabajar por algunos años cuando tienen hijos; pero en su mayoría se encuentran actualmente trabajando remuneradamente fuera del hogar, con perspectivas de administrar sus propios ingresos:

Yo no podría estar dependiendo del otro para todo… me sentiría como controlada, ¿entendés? Aunque me dé toda la libertad del mundo, que te dé una tarjeta de crédito, qué sé yo, y vos la puedas usar, siempre viene la rendición y el otro sabe lo que estás haciendo (madre de la familia 8).

En todo caso, dicha negociación de obligaciones se describe como equitativa y coordinada:

Yo me dedicaba a la limpieza, porque a mí me gusta limpiar; no me gusta cocinar, la verdad que no me gusta cocinar. Limpiaba y él [mi esposo] se ocupaba de la comida, de las compras, él hacía compras y la comida […] también se entretenía planchando de tanto en tanto. Y así nos repartimos todo el trabajo (madre de la familia 18).

Lo anterior se relaciona con su posición en el mercado laboral, que les permite manejar sus horarios de trabajo y mantener mayores libertades respecto de su dedicación semanal:

La docencia me permitió hacer algo, nos permitió, como pareja me refiero… yo soy de la idea de que en la pareja tiene que trabajar uno [de los dos]. Ahora, si deciden trabajar los dos, todo lo que trabaja uno lo tiene que dejar de trabajar el otro. Y yo más o menos tuve esa idea. O sea, mi mujer trabaja, [también] es docente: “bueno, todo lo que vos trabajas de docente, yo lo dejo de trabajar, […] y vos cumplís con tu necesidad de trabajar y yo también”. Y eso la docencia me lo permitió […] la docencia exclusivamente te puedo decir que… más o menos cubre dos tercios de la semana, y el resto hago las cosas de la casa. O sea, no tengo problema, todo lo que deja de hacer mi señora, lo hago yo. O sea que para nosotros es normal eso: o sea ella va a trabajar y yo… cuando los chicos eran chicos, repartía los chicos adonde sea, o hago las compras, o la comida […] por eso hace 10-15 años que yo me he dedicado a la docencia exclusivamente, porque si yo trabajara un turno completo en una fábrica digamos, al revés, soy esclavo de la fábrica (padre de la familia 17).

En los hogares de clase trabajadora, en cambio, gran parte de las mujeres se dedica solamente a tareas no remuneradas dentro del hogar; dejando a sus parejas el rol de proveedores económicos: “me encargo yo de las tareas, no las va a hacer él, él es el que trabaja” (madre de la familia 22). En estas familias, por más que las mujeres no disponen de ingresos propios, son ellas quienes administran el dinero del hogar, haciendo las compras cotidianas de productos de alimentación y limpieza y “marcando” el dinero para otros gastos: “tenés que decir: esto es para la comida, esto es para el colegio, esto es para vestimenta, y listo, ya no tenés más plata” (madre de la familia 22). No obstante, tal vez provocados por un contexto inflacionario, surgen conflictos familiares alrededor de los gastos, y el dinero pasa a ser un tema de conversación y negociación cotidiana con sus parejas cuando sus esposos manifiestan cierta sospecha, insinuando que las mujeres gastan el dinero abusivamente:

A veces, al manejarla yo, él ve que no rinde [la plata], pero cuando él sale a comprar se da cuenta por qué no rinde, ¿entendés? Sale a comprar y va que con $100.-, vuelve con 10, entonces me mira y me dice “¿cómo haces?” [risas] […] y yo lo miro y le digo, “bueno, camino”, yo no puedo comprar todo en un mismo lado, en un lado compro la azúcar, en otro lado compro la yerba, en otro lado, la carne, no puedo comprar todo en el mismo lado, porque… el almacén que tiene barato el azúcar tiene caro la harina, entonces, ¿dónde está el precio? En ningún lado, entonces busco acá la harina, voy allá, la carne, voy al otro lado de la verdura y así […]. Yo siempre sé cuánto están los precios y miro, y miro a ver cuánto está acá, y cuanto está allá, y ahí es donde me doy cuenta que te ponen barato una cosa pero te ponen cara la otra […] [mi esposo] va a un solo lugar. Él no compra en un lado y va al otro. No, él fue ahí y compró ahí todo, y él viene acá y le digo “no, pero allá estaba más barato” (madre de la familia 24).

Como marca Neiburg (2008NEIBURG, Federico. Inflación, monedas enfermas y números públicos. Revista Crítica en Desarrollo, n. 2, p. 93-128, 2008.), en los contextos inflacionarios el valor de la moneda deja de ser algo presupuesto, se vuelve problemático no sólo para los especialistas sino también para las personas que deben lidiar con el dinero en sus transacciones cotidianas. Dada esta conmoción en su “attention à la vie”, las compras les demandan mayor tiempo y esfuerzo.3 3 La attention à la vie -la atención a la vida-es un concepto que Schutz (2003) toma de Bergson para referirse a los diferentes grados de tensión e intencionalidad de la consciencia en el mundo del ejecutar cotidiano. La sospecha por parte de sus esposos no resulta extraña a las mujeres, por el contrario, la interpretan como un fenómeno generalizado:

Ya… yo me di cuenta que es muchos lugares así…

¿Qué cosa?

Que muchos… eh, digamos que los maridos dicen, bueno, nosotras gastamos mucha plata, pero no es que gastamos, compramos lo justo y necesario, ya te digo, antes sí, antes sí, yo era una descontrolada, gastaba, gastaba y gastaba, pero después…

¿Antes cuándo?

Y cuando estábamos solos, después que vino la gorda [se refiere a su hija] no, no (madre de la familia 27).

Este testimonio plantea así un punto de inflexión en su gestión del dinero. Antes, “cuando estábamos solos”, ella era descontrolada en sus gastos pero después, cuando “vino la gorda”, ya no más. Su rol de madre-cuidadora implicó no solamente tareas del cuidado del hogar y sus miembros sino también una actitud responsable hacia el dinero del hogar. Por ello, al demostrar a su esposo que las sospechas eran infundadas, ella se reafirma en ese rol de madre-cuidadora-del-dinero, que compra lo justo y necesario, y prevé los próximos gastos no contemplados en las compras cotidianas:

Ahora hay que comprarle ropa porque creció… tengo que comprar ropa de invierno porque no tiene nada de invierno, todo el año pasado le quedaba chico, todo, entonces ahora hay que empezar a comprarle ropa […] juntamos… ponele el vueltito que me queda lo guardo… después de que pagamos todo lo que tengamos que pagar, lo que sobra lo guardamos, y ahí vamos juntando para comprarlo (madre de la familia 27).

“A través de las obligaciones se hacen legibles las virtudes de las personas, y estas virtudes funcionan como poderes” argumentan Wilkis y Partenio (2010WILKIS, Ariel; PARTENIO, Florencia. Dinero y obligaciones generizadas: las mujeres de sectores populares frente a las circulaciones monetarias de redes políticas y familiares. La ventana. Revista de estudios de género, v. 4, n. 32, p. 177-213, 2010., p. 181). Entonces, a partir de estos casos vemos cómo las mujeres de clase trabajadora se demuestran expertas ahorradoras y administradoras del dinero del hogar y terminan por reafirmar su tradicional rol como “administradoras del presupuesto familiar” (Geldstein, 2009GELDSTEIN, Rosa N. Experiencias y representaciones masculinas de desempleo, subocupación y nuevos roles familiares. Del trabajo y no-trabajo de hombres y mujeres. Temas de Mujeres. Revista del CEHIM, v. 5, n. 5, p. 65-72, 2009., p. 6). Este rol no es problematizado por ellas, sino por sus esposos, ya que en cierta medida les significa un empoderamiento dentro del hogar.

El futuro como una inversión (de clase)

Un segundo eje que atraviesa las economías domésticas de las familias de clase media y clase trabajadora calificada es la temporalidad con que deciden sus gastos e inversiones. En este sentido, tanto la adquisición de una propiedad como la procreación pueden considerarse un “crecimiento de la personalidad por encima de la medida del propio individuo” (Simmel, 2010SIMMEL, Georg. Cultura líquida y dinero: fragmentos simmelianos de la modernidad. Barcelona: Anthropos, 2010., p. 35). Podríamos decir que al invertir a futuro, orientando su dinero hacia sus hijos e hijas, estos padres y madres proyectan sus acciones más allá de su Aquí y Ahora, en el sentido de que “el yo va más allá de su entorno inmediato y se expande hacia un yo externo que, no obstante, es “suyo” en otro sentido” (Simmel, 2010SIMMEL, Georg. Cultura líquida y dinero: fragmentos simmelianos de la modernidad. Barcelona: Anthropos, 2010., p. 35), en el sentido de una reproducción social. En esta línea, siguiendo el análisis fenomenológico que hace González (2009GONZÁLEZ, Joan. Materiales para una investigación fenomenológica sobre el dinero. ARBOR. Ciencia, Pensamiento y Cultura, CLXXXV, n. 736, p. 289-302, 2009.) sobre el dinero, las inversiones a largo plazo resultan comparables con la función del crédito, en el sentido de que “se compra mundo, fenomenológicamente comprendido, al comprarse un tiempo del cual no dispondría” (p. 297). González (2009)GONZÁLEZ, Joan. Materiales para una investigación fenomenológica sobre el dinero. ARBOR. Ciencia, Pensamiento y Cultura, CLXXXV, n. 736, p. 289-302, 2009. argumenta que esta capacidad de convertir lo ex-puesto (Vorhanden) en colocado a la mano (Zuhanden) no es otra cosa que ampliar el mundo de la vida cotidiana en su totalidad de relevancias (Bewandtnisganzheit). En suma, el “dinero cuidado” organiza los presupuestos familiares “en torno a los valores que los padres intentan inculcar a sus hijos” (Wilkis, 2013WILKIS, Ariel. Las sospechas del dinero: moral y economía en el mundo popular. Buenos Aires: Paidós, 2013., p. 31). En ambos sectores sociales, el dinero cuidado se destina principalmente hacia los ámbitos de educación y salud de sus hijos e hijas, incluyendo diferentes aspectos de los mismos, que constituyen una parte muy relevante del presupuesto familiar.

En clase media, los gastos en servicios privados de salud y educación se prevén desde el nacimiento de sus hijos e hijas.4 4 En Argentina, los servicios públicos de salud y educación son de acceso gratuito y universal. El sector salud, además, se encuentra segmentado en tres subsectores: el público, el privado y el de seguridad social (referido comúnmente como “obras sociales”). Como lo describe una madre, es un gasto que se fue naturalizando a través de las generaciones de su familia:

La verdad, yo… en mi familia de origen, siempre estuvimos acostumbrados a pagar por salud. Es más, no teníamos obra social porque en ese momento los empresarios no tenían obra social… era toda medicina privada. En aquélla época [se refiere a la década de 1960] era todo privado: medicina privada, farmacia privada, operaciones privadas, todo privado. Y en realidad nunca… nunca, digamos, fue una molestia pagar eso, al contrario: lo que se hacía por salud y educación estaba bien. Digamos, podría faltar, a lo mejor, el último pantalón de moda, o no tener un placard con 17 pantalones, sino que a lo mejor teníamos dos, tres por temporada y un par de zapatos o dos pares de zapatos, pero salud y educación siempre se pagó. Por eso cuando tuve que pagarles a mis hijos no me preocupé tampoco; me parecía como normal, como que, digamos, era un gasto que ya venía incorporado con… con el bebé [risas]: primero los pañales, después el jardín privado, después el colegio. Y estaba todo incorporado, no, nunca me molestó, al contrario (madre de la familia 18).

Algunos padres y madres de clase media utilizan el concepto de “inversión” en reemplazo del de “malgasto”. Desde su sentido común distinguen así una marcada dicotomía entre el dinero y los valores no pecuniarios:

[Cuando me encontraba afiliada a la obra social] estuve toda una tarde para hacerme una placa de no me acuerdo qué era, y dije: yo ahora con las nenas ¿cómo voy a hacer si [tengo] una urgencia.?. Era todo autorizar. Bueno, entonces contratamos a Nubial de Swiss Medical. Entonces los fondos de la escuela [se refiere a sus descuentos salariales] van a la prepaga [médica] y yo pago por mes bastante… pero no estoy arrepentida, realmente cuando tuve que salir, cuando tuve que hacerme un montón de estudios… creo que es una inversión. No me parece que sea una pérdida de plata, malgastar la plata, así que bueno, tenemos eso. A veces cuando voy a pagar me duele en el alma… es un… es un dinerillo… pero estoy tranquila, yo sé que cualquier cosa voy y me hacen el estudio, me tengo que internar, me tienen que operar lo que sea, vas y te atienden y tenes lugares buenos y vas y te autorizan en el momento y ya está (madre de la familia 9).

Su evaluación del presente como un “ahora con las nenas” da cuenta de que “invertir” en servicios privados de educación y salud significa orientar sus acciones hacia el mundo de sus sucesores.5 5 Siguiendo a Schutz (2003, p. 138), el mundo de los sucesores (Folgewelt) es el campo del mundo de la vida que “refiere al futuro, del cual ninguna experiencia es posible, pero hacia el cual puede existir una orientación”. Teniendo en cuenta dicha dimensión futura, se organiza el presupuesto familiar a través de marcajes; se crean distinciones entre diferentes usos y significados del dinero (Hornes y Krause, 2015HORNES, Martín; KRAUSE, Mercedes. Significados e usos do dinheiro: setores médios e populares de Buenos Aires. Sociologia & Antropologia. Revista do PPGSA/UFRJ, v. 5, n. 3, p. 883-910, 2015.). Algunas familias han atravesado crisis económicas y, por lo tanto, han tenido que “optar” por dar de baja sus servicios de educación o salud privados. En este sentido, una madre distingue entre “elegir” por la positiva, de acuerdo a lo que uno proyecta y prefiere, y “optar” por la única vía posible frente a su falta temporal de ingresos familiares. Tras ejemplificar esta distinción haciendo referencia a una problemática de planificación política, ella cuenta que en 2001 ambos miembros de la pareja quedaron desempleados y tuvieron que “optar” entre los servicios de educación y salud privados:

Por ahora no tengo presupuesto para cubrir ese tema [la cobertura médica prepaga]. O sea que nos pusieron en la decisión de si “¿obra social o educación?” “educación” [risas] ahí sí, opté […] [en] una época tuvimos obra social y, bueno, después ya no se pudo mantener y bueno, optamos por… por seguir adelante con el tema educativo de los chicos, y bueno, y lo otro cruzar los dedos (madre de la familia 14).

Así, cada familia va construyendo sus prioridades de acuerdo a sus valores familiares pero también a su disponibilidad de dinero. A este aspecto hace referencia Hout (2008HOUT, Michael. How class works: objective and subjective aspects of class since the 1970s. In: Annette Lareau y Dalton Conley (orgs.). Social class: how does it work? New York: Russell Sage Foundation, 2008. p. 25-64.) cuando afirma que más ingresos significan más opciones, y que la clase social de pertenencia importa ya desde ese modo circunscripto: las personas con menos presupuesto disponen de menos opciones que las personas con presupuestos más laxos. Ello lo vemos sobre todo en los casos de clase trabajadora, para quienes la salud y la educación familiares siguen siendo fuertemente valoradas, aunque los gastos en esos rubros dependen de los ingresos (inestables) y de otras necesidades que pudieran surgir como más urgentes en el hogar:

Lo prioritario es llenar la heladera, pagar las cuentas, si faltan zapatillas, se compran zapatillas… acá hace un año que nos mudamos, ahora el proyecto es arreglar la casa […] de a poquito, como te digo, lo que da la moneda, que se puede contar ese mes […] en sí, prioritario es todo, si no pagas las cuentas no tenes luz ¿me entendés? No… te cortan la luz, no tenes para pagar el gas… y también es necesario, ahora que tengo computadora, tengo Internet, es necesario para que el pibe estudie […] si estás enfermo tenes que ir al médico, y si tenes… tengo que gastar en un remedio, no voy a priorizar otras cosas para gastarlo en el remedio, ¿entendés…? Pero es todo un conjunto de la vida cotidiana, digo, son las cosas básicas (padre de la familia 25).

Como vemos en este caso, algunas familias de clase trabajadora no prevén sus gastos en educación y salud como gastos fijos. Por el contrario, contemplan un conjunto de “cosas básicas” para el cual su dinero no alcanza. A la hora de administrar el dinero no consideran los gastos más prioritarios de acuerdo a sus valores morales sino los gastos más urgentes. Por ejemplo, en el caso hipotético de que algún miembro de la familia enfermara, los gastos en medicamentos pasarían a ser prioritarios:

Si no hay que gastar mejor, toda la vida, pero si hay que gastar, lo gastamos, si viene algo y tenés que ir al médico, tenés que ir, no te queda otra. Tenés que estar re mal, re descompuesto, tomando medicación y: “ah, no voy a tomar para no gastar y…”. No te queda otra. Gastamos y sacamos de… no sé. Si hay que gastarlo, se gastará (madre de la familia 22).

Entonces, el presupuesto familiar de la clase trabajadora se va resolviendo; no se anticipa como en clase media sino que “se adecua a lo que tengamos de plata […] si me da el billete para comprarle el libro se lo compro, y si no, sacaré fotocopia a medida que lo vaya usando, depende de cómo vengamos de laburo nosotros” (padre de la familia 25). Aquí vemos que, así como las obligaciones mutuas en el hogar, las formas de invertir en el futuro de sus hijos e hijas también están condicionadas por las formas en que perciben sus ingresos. Las prácticas de consumo son estructuradas en torno al trabajo del que se disponga -formal o informal-, la regularidad del pago -fijo o no, y con qué frecuencia-y la forma bancarizada o no (Figueiro, 2010FIGUEIRO, Pablo. Disponer las prácticas: consumo, crédito y ahorro en un asentamiento del Gran Buenos Aires. Civitas, v. 10, n. 3, p. 410-429, 2010 <10.15448/1984-7289.2010.3.8339>.
https://doi.org/10.15448/1984-7289.2010....
). En estas familias de clase trabajadora, los ingresos no son mensuales ni estables como en clase media, y por ello “vivimos al día” (madre de la familia 22). Algunos trabajadores cobran jornales, otros trabajan de manera independiente sin remuneración fija. Asimismo, parte de los gastos en “cosas básicas” se cubren con transferencias monetarias condicionadas como la Asignación Universal por Hijo (AUH) y otro tipo de pensiones otorgadas por el estado a las mujeres con hijos e hijas. Cuando los hijos trabajan, también colaboran espontáneamente con mercadería o el pago de cuentas en el hogar. Es decir, en las economías domésticas de estas familias de clase trabajadora, “el cálculo en el consumo se orienta a la satisfacción de lo cotidiano”, “subyugando toda planificación futura” (Figueiro, 2010FIGUEIRO, Pablo. Disponer las prácticas: consumo, crédito y ahorro en un asentamiento del Gran Buenos Aires. Civitas, v. 10, n. 3, p. 410-429, 2010 <10.15448/1984-7289.2010.3.8339>.
https://doi.org/10.15448/1984-7289.2010....
, p. 422).

Lo cierto es que existe una notable diferencia entre ambos sectores sociales, en cuanto a lo que consideran como gastos del hogar en educación y salud. En clase media se asumen las cuotas mensuales destinadas a servicios de salud y educación privados, a servicios de internet y otras actividades recreativas y culturales, membresías a clubes deportivos, entre otros. Mientras tanto, las familias de clase trabajadora hacen hincapié en los pequeños gastos cotidianos, como medicamentos, útiles escolares, el transporte y los alimentos:

Una vez una persona me dice “¿qué gastas vos si tus hijos nunca fueron a un [colegio] privado?” […] “estás equivocada -le digo— porque hay gastos” […] cada moneda era para comprar, cuando podíamos comprar libros, ¿viste que antes no había tanta internet? y bueno… comprábamos y si no hacían apuntes […] en hoja grande escribía la tarea de un manual, de un libro, y bueno eso también lleva plata y pero nosotros teníamos que ayudarles al estudio a ellos y entonces por ahí [mi segundo hijo] decía “tengo que comprar tres libros”, y el papá le decía “bueno, yo te puedo ayudar con uno”, y entonces a los otros los escribía. Y también se basaba en plata […] porque el viaje, la comida, algo tiene que comer el chico también. Imagínate en el colegio era turno mañana y tarde, iban los dos juntitos y venían los dos, re amorosos la verdad, y también tenías que darle para que [viajen y coman], o sea gastos había (madre de la familia 31).

Dentro del margen de ingresos de algunas familias de clase trabajadora, estos pequeños gastos cotidianos en educación y salud se vuelven muy relevantes. Como cuenta otra madre, ella optó por cambiar a sus hijos de escuela -ambas públicas-porque no podía costear los pasajes en colectivo de ida y vuelta. En la escuela actual

es un poco turbio el ambiente, pero no deja de haber nenes buenos también y los mando acá por cercanía, porque está a 2 cuadras, si no me tenía que ir a 25 cuadras y yo tenía tres [hijos], que me iba en bicicleta, y a veces no podía pagar el colectivo, eran $ 10.- de ida y $ 10.- de vuelta, era imposible para mí (madre de la familia 29).

Otro ejemplo es el de una madre, única proveedora de ingresos en su hogar, que trabaja como vendedora ambulante sin remuneración fija, y tiene la costumbre de cobrar y reservar una parte de sus ingresos. A fines de asegurarse esa reserva de dinero, busca fuentes alternativas para diferentes necesidades.

En salud, acude a consultas en el sector público para aprovechar la provisión gratuita de medicamentos o simplemente los elementos de higiene en ocasiones en que no sería necesaria la atención médica:6 6 Aquí vemos cómo las decisiones a nivel microsocial se enmarcan en políticas macrosociales para la promoción del acceso a medicamentos. Sobre cómo se articulan las desigualdades sociales con las generadas por la organización del sistema sanitario argentino, ver Ballesteros (2015).

Siempre voy separando plata, siempre voy separando sí o sí. La plata que separo no la toco por nada, nada importa, no la toco. ¿Se cortó un dedo? [se refiere al hijo] Voy al hospital y los obligo a que me den el [desinfectante] Pervinox porque me lo tienen que dar [risas] (madre de la familia 23).

Así, tanto en la clase media como en la clase trabajadora, los gastos en educación y salud son relativamente muy relevantes, de acuerdo con sus niveles de ingresos familiares y también a lo que consideran como gastos - desde el block de hojas y los medicamentos y exámenes de laboratorio, hasta el transporte y las cuotas mensuales de servicios privados. Algunas familias organizan sus presupuestos de manera espontánea, atendiendo lo más urgente, mientras que otras desarrollan una “economía dividida” (Zelizer, 2011ZELIZER, Viviana A. El significado social del dinero. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2011., p. 14) de forma anticipada, en meses claves como febrero y marzo por el inicio del ciclo lectivo:

Ahora por ejemplo en febrero yo ya sé que tengo que ir a comprar… Todos los años, desde que están en primero [grado de la escuela]… todo lo que es carpetas, hojas, todo para todo el año. No sé, hojas de dibujo, hojas número 3 rayadas, cuadriculadas, las cajas, lápices, cartucheras, todo, todo eso. Porque sé que en marzo ya compramos los libros. Y siempre fue así; desde que empezó [mi primera hija] primer grado, siempre fue así. Febrero se destinó para eso; como iban a escuela privada, a la ropa, al uniforme, y todo eso; y marzo para los libros. No, no, es como que es normal, no me molesta, no digo ‘uy, hay que gastar para esto’, no, no me molesta (madre de la familia 16).

Esta madre marca su salario de febrero para comprar útiles y uniformes escolares y luego marca también su salario de marzo para los libros. Es una lógica que se intenta replicar en otras familias, aunque con complicaciones:

No hay muchos gastos, es más que nada una vez cuando empiezan con todos los libros […] a mí se me complica porque los tres [hijos] cumplen ahora [en enero]. Bah, cuatro conmigo. Cumplimos ahora. Entonces se me complica, se me complica poder guardar […] o sea no puedo guardar, no puedo, porque tengo navidad, año nuevo, mi cumpleaños, el cumpleaños de él, el cumpleaños de los dos hermanos, no puedo.

¿Y entonces en marzo cómo haces?

Y bueno lo que me queda febrero y lo que arranco con marzo, ahí compro, ahí compro, no me queda otra, he intentado guardar cuando el más chiquito iba a jardín que no gastaba nada… pero no, con los cumpleaños… me mata (madre de la familia 24).

En ambos casos, la importancia de diferenciar y distribuir el dinero radica en cómo hacen un esfuerzo para proyectar e invertir a futuro, como un legado familiar:

Por supuesto que hay gastos pero ¿por qué entonces uno trabaja? ¿para qué? Para ayudar a los hijos y en un futuro… ellos son agradecidos, re son agradecidos a esto, siempre [mi hija] me dice después, cada evento que había yo estaba presente en el colegio o el padre también. pero sí que por supuesto que hay gasto y más de una vez uno está ajustado, ¿o no? Está ajustado, pero tampoco te podes quejar (madre de la familia 30).

Consideraciones finales

En el presente artículo, hemos explorado las economías domésticas de familias de diferentes clases sociales y observado cómo los usos del dinero y del tiempo suponen formas diferenciales de cálculo y de relación con el futuro; formas socioculturales, en la medida en que se encuentran inscriptas en su situación biográficamente determinada.

A modo de resumen, primero vimos que la organización de los presupuestos familiares se encuentra íntimamente relacionada con la distribución de obligaciones en el hogar; así como con las negociaciones acerca de la administración de los ingresos. Abordamos las sospechas que se generan en la clase trabajadora alrededor de los gastos cotidianos en productos de alimentación y limpieza, y cómo éstas afianzan determinadas valoraciones tradicionales de género al asociar a las mujeres con el rol de “administradoras del presupuesto familiar” (Geldstein, 2009GELDSTEIN, Rosa N. Experiencias y representaciones masculinas de desempleo, subocupación y nuevos roles familiares. Del trabajo y no-trabajo de hombres y mujeres. Temas de Mujeres. Revista del CEHIM, v. 5, n. 5, p. 65-72, 2009., p. 6) y a los varones con el rol de proveedores económicos. A su vez, dichas sospechas generan oportunidades para que las mujeres se (de)muestren expertas cuidadoras del dinero y se empoderen así dentro de sus hogares. En todo caso, los usos del dinero familiar median su reflexión acerca de cómo se estructura su familia, y la sociedad. Coincidimos con Wilkis y Partenio (2010WILKIS, Ariel; PARTENIO, Florencia. Dinero y obligaciones generizadas: las mujeres de sectores populares frente a las circulaciones monetarias de redes políticas y familiares. La ventana. Revista de estudios de género, v. 4, n. 32, p. 177-213, 2010., p. 180-181) en que “interrogarse sobre las obligaciones que vinculan a las personas es indagar sobre las creencias profundas que ellas tienen acerca de las posiciones de los agentes en la jerarquía social”.

Segundo, vimos que las condiciones ocupacionales de padres y madres, así como la periodicidad y estabilidad de sus ingresos, más su capacidad económica, les imponen márgenes de comportamientos a estas familias para hacer frente a sus necesidades y aspiraciones. Las familias de clase trabajadora reciben ingresos insuficientes para sus necesidades y aspiraciones, cobran jornales e ingresos inestables por trabajos sin remuneración fija. Para ellas, es difícil organizar sus gastos como mensuales y/o a largo plazo; en cambio, se preocupan por las compras y los gastos del día a día, atendiendo lo más urgente. Las familias de clase media, en cambio, evitan revelar los usos del dinero en tanto moneda doméstica, volátil y de corto alcance, que alberga negociaciones intrafamiliares sobre su manejo.

Lo anterior nos ha llevado a reflexionar acerca de la siguiente hipótesis. Si las diferentes formas de ganar y de usar el dinero implican observar, saber y evaluar oportunidades de mercado y capacidades de compra -propias y ajenas-así como repartir las tareas domésticas de cierta forma y no de otras, ¿no son entonces dimensiones de cálculo, dentro una racionalidad económica? Siguiendo a Bourdieu (2013BOURDIEU, Pierre. Outline of a theory of practice. Cambridge: Cambridge University Press, 2013., p. 177), podríamos argumentar que estas microdecisiones cotidianas escapan a la racionalidad puramente económica porque toman en cuenta elementos que la economía rechazaría como impensables, innombrables, incuantificables; es decir, como económicamente irracionales. Ello lo podemos ver, por ejemplo, en los valores de carácter no pecuniario que marcan la organización de los presupuestos familiares. Las mujeres caminan en busca de precios más baratos, establecen controles y restricciones en los gastos, y así hacen rendir mejor el dinero disponible en su familia dentro de un contexto inflacionario. Pero al mismo tiempo, se empoderan dentro la estructura familiar, posicionándose como expertas ahorradoras y cuidadoras del dinero del hogar, y legitimando un orden sexual -familiar y social-en el que siguen existiendo las figuras del jefe-varón proveedor y la mujer-madre cuidadora.

Según la fenomenología social, las prácticas del mundo de la vida cotidiana responden a una suerte de lógica racional en el plano del sentido común. No es racional en el sentido objetivo sino más bien razonable en el sentido subjetivo: “la ‘acción racional’, en el plano del sentido común, es siempre acción dentro de un marco incuestionado e indeterminado de construcciones de tipicidades” (Schutz, 2003SCHUTZ, Alfred. El problema de la realidad social: escritos I. Buenos Aires: Amorrortu, 2003., p. 59). Desde esta perspectiva, podríamos coincidir con Figueiro (2010FIGUEIRO, Pablo. Disponer las prácticas: consumo, crédito y ahorro en un asentamiento del Gran Buenos Aires. Civitas, v. 10, n. 3, p. 410-429, 2010 <10.15448/1984-7289.2010.3.8339>.
https://doi.org/10.15448/1984-7289.2010....
, p. 426) en que “el cálculo no es sólo un procedimiento lógico-matemático, sino que además intervienen en él experiencias previas, esperanzas, expresiones simbólicas y hábitos que llevan a que el gasto no sea en cualquier caso una mera optimización de los recursos”.

Se podría argumentar que en ocasiones el dinero tiende a nivelar las desigualdades sociales, presentándolas como diferencias individuales, más sutiles y difusas, relativamente autónomas de la estructura social (Lewcow, 2015LEWCOW, Lionel. Diferenciación y desigualdad: aportes a un debate contemporáneo desde la perspectiva de Georg Simmel sobre la economía monetaria. IV Jornadas Internacionales Actualidad del pensamiento de Georg Simmel, 2015. (Actas no publicadas).). Sin embargo, destacamos aquí el potencial analítico que nos proporciona trabajar con el concepto de clases sociales, en lugar de niveles socioeconómicos o estratos. Diferentes posiciones de clase significan mucho más que desiguales cantidades de dinero e ingresos. Se trata de relaciones de mutua dependencia que conllevan formas de pensar, sentir y actuar relativamente estables a través del tiempo, que además involucran relaciones de poder, y de apropiación (o no) de recursos y oportunidades estructurales (Sautu, 2014SAUTU, Ruth. Agencia y estructura en la reproducción y cambio de las clases sociales. Theomai. Estudios críticos sobre sociedad y desarrollo, v. 29, p. 100-120, 2014.).

En este sentido, la temporalidad es un rasgo cultural que hace que las prácticas económicas de las familias de clase media y clase trabajadora calificada sean diferentes. Las familias de clase trabajadora describen detalladamente sus economías domésticas que vivencian “al día”, aún en los casos en que perciben ingresos mensuales por trabajos en relación de dependencia. Mientras tanto, en las familias de clase media el dinero es descripto como un medio de inversión, de estabilidad e incluso capitalización a futuro, una manera de (re)producirse en un contexto de desigualdad social. En suma, si comparamos ambos sectores sociales, vemos que su capacidad de autopresentación, orientación y aspiración a futuro es diferente. Ello se relaciona con aspectos culturales (de clase) como el estilo de vida, los valores, la moral, los hábitos y la vida material (Appadurai, 2015APPADURAI, Arjun. El futuro como hecho cultural: ensayos sobre la condición global. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2015.). Así, esperamos haber contribuido a la comprensión de cómo se reproducen las clases sociales en la vida cotidiana, en particular abordando la economía doméstica, como parte de las experiencias vividas en un mundo social real, “ese mundo que habitamos a través de la percepción, las prácticas, las acciones de nuestro cuerpo propio” (Belvedere, 2012BELVEDERE, Carlos. El discurso del dualismo en la teoría social contemporánea: una crítica fenomenológica. Buenos Aires: Eudeba, 2012., p. 110).

  • *
    Este artículo es una versión revisada y modificada de la ponencia presentada en las X Jornadas de Estudios Sociales de la Economía “La dimensión social de los procesos y objetos económicos”, Idaes, Unsam, Buenos Aires, Argentina. Deseo agradecer a mis directoras Ruth Sautu y Betina Freidin, del IIGG-UBA, así como a Martín Hornes y Pablo Figueiro, del Idaes-Unsam, y a los evaluadores anónimos de este artículo por sus comentarios y sugerencias sobre versiones preliminares de este trabajo.
  • 1
    La investigación es financiada por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), Argentina.
  • 2
    Partimos de un esquema de cinco posiciones de clase: “Clase media profesional y managers”, “Mediana y pequeña burguesía”, “Clase media técnico-comercial-administrativa”, “Clase trabajadora calificada” y “Clase trabajadora semi/no calificada” (Sautu et al., 2007SAUTU, Ruth; DALLE, Pablo; OTERO, María P. y RODRÍGUEZ, S. La construcción de un esquema de clases a partir de datos secundarios. Buenos Aires: Cátedra de metodología y técnicas de la investigación social I, II y III, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, 2007 (Documento de Cátedra n. 33).). Los datos de las familias fueron proporcionados por las encuestas sobre Estratificación y movilidad social aplicadas en 2004, 2005 y 2007 por el Centro de Estudios de Opinión Pública (Cedop-UBA) y por la encuesta sobre Reproducción y movilidad social en Argentina llevada a cabo en 2015 por el proyecto PICT 2012-01599 dirigido por Ruth Sautu. Seleccionamos a las familias con la lógica del muestreo intencional estratificado (stratified purposeful sampling) (Patton, 2002PATTON, Michael Q. Qualitative research & evaluation methods, 3. ed. Thousand Oaks: Sage, 2002.).
  • 3
    La attention à la vie -la atención a la vida-es un concepto que Schutz (2003SCHUTZ, Alfred. El problema de la realidad social: escritos I. Buenos Aires: Amorrortu, 2003.) toma de Bergson para referirse a los diferentes grados de tensión e intencionalidad de la consciencia en el mundo del ejecutar cotidiano.
  • 4
    En Argentina, los servicios públicos de salud y educación son de acceso gratuito y universal. El sector salud, además, se encuentra segmentado en tres subsectores: el público, el privado y el de seguridad social (referido comúnmente como “obras sociales”).
  • 5
    Siguiendo a Schutz (2003SCHUTZ, Alfred. El problema de la realidad social: escritos I. Buenos Aires: Amorrortu, 2003., p. 138), el mundo de los sucesores (Folgewelt) es el campo del mundo de la vida que “refiere al futuro, del cual ninguna experiencia es posible, pero hacia el cual puede existir una orientación”.
  • 6
    Aquí vemos cómo las decisiones a nivel microsocial se enmarcan en políticas macrosociales para la promoción del acceso a medicamentos. Sobre cómo se articulan las desigualdades sociales con las generadas por la organización del sistema sanitario argentino, ver Ballesteros (2015BALLESTEROS, Matías S. Heterogeneidad y segmentación del sistema sanitario argentino y desigualdad social en el acceso a los servicios de salud: un análisis a partir de la integración de fuentes estadísticas nacionales. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2015. (Tesis de doctorado no publicada).).

Referencias

  • APPADURAI, Arjun. El futuro como hecho cultural: ensayos sobre la condición global. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2015.
  • BALLESTEROS, Matías S. Heterogeneidad y segmentación del sistema sanitario argentino y desigualdad social en el acceso a los servicios de salud: un análisis a partir de la integración de fuentes estadísticas nacionales. Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires, 2015. (Tesis de doctorado no publicada).
  • BELVEDERE, Carlos. El discurso del dualismo en la teoría social contemporánea: una crítica fenomenológica. Buenos Aires: Eudeba, 2012.
  • BOURDIEU, Pierre. Outline of a theory of practice. Cambridge: Cambridge University Press, 2013.
  • FEREDAY, Jennifer; MUIR-COCHRANE, Eimear. Demonstrating rigor using thematic analysis: a hybrid approach of inductive and deductive coding and theme development. International journal of qualitative methods, v. 5, n. 1, p. 80-92, 2006.
  • FIGUEIRO, Pablo. Disponer las prácticas: consumo, crédito y ahorro en un asentamiento del Gran Buenos Aires. Civitas, v. 10, n. 3, p. 410-429, 2010 <10.15448/1984-7289.2010.3.8339>.
    » https://doi.org/10.15448/1984-7289.2010.3.8339
  • GELDSTEIN, Rosa N. Experiencias y representaciones masculinas de desempleo, subocupación y nuevos roles familiares. Del trabajo y no-trabajo de hombres y mujeres. Temas de Mujeres. Revista del CEHIM, v. 5, n. 5, p. 65-72, 2009.
  • GONZÁLEZ, Joan. Materiales para una investigación fenomenológica sobre el dinero. ARBOR. Ciencia, Pensamiento y Cultura, CLXXXV, n. 736, p. 289-302, 2009.
  • HORNES, Martín; KRAUSE, Mercedes. Significados e usos do dinheiro: setores médios e populares de Buenos Aires. Sociologia & Antropologia. Revista do PPGSA/UFRJ, v. 5, n. 3, p. 883-910, 2015.
  • HOUT, Michael. How class works: objective and subjective aspects of class since the 1970s. In: Annette Lareau y Dalton Conley (orgs.). Social class: how does it work? New York: Russell Sage Foundation, 2008. p. 25-64.
  • JELIN, Elizabeth. Pan y afectos: la transformación de las familias. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2010.
  • LEWCOW, Lionel. Diferenciación y desigualdad: aportes a un debate contemporáneo desde la perspectiva de Georg Simmel sobre la economía monetaria. IV Jornadas Internacionales Actualidad del pensamiento de Georg Simmel, 2015. (Actas no publicadas).
  • NEIBURG, Federico. Inflación, monedas enfermas y números públicos. Revista Crítica en Desarrollo, n. 2, p. 93-128, 2008.
  • PATTON, Michael Q. Qualitative research & evaluation methods, 3. ed. Thousand Oaks: Sage, 2002.
  • RAGIN, Charles C. The Comparative method: moving beyond qualitative and quantitative strategies. Berkeley: University of California Press, 1989.
  • REAY, Diane y BALL, Stephen J. Spoilt for Choice: the working classes and educational markets. Oxford Review of Education, v. 23, n. 1, p. 89-101, 1997 <10.1080/0305498970230108>.
    » https://doi.org/10.1080/0305498970230108
  • SAUTU, Ruth; DALLE, Pablo; OTERO, María P. y RODRÍGUEZ, S. La construcción de un esquema de clases a partir de datos secundarios Buenos Aires: Cátedra de metodología y técnicas de la investigación social I, II y III, Facultad de Ciencias Sociales, Universidad de Buenos Aires, 2007 (Documento de Cátedra n. 33).
  • SAUTU, Ruth. Agencia y estructura en la reproducción y cambio de las clases sociales. Theomai. Estudios críticos sobre sociedad y desarrollo, v. 29, p. 100-120, 2014.
  • SCHUTZ, Alfred. El problema de la realidad social: escritos I. Buenos Aires: Amorrortu, 2003.
  • SIMMEL, Georg. Cultura líquida y dinero: fragmentos simmelianos de la modernidad. Barcelona: Anthropos, 2010.
  • WEBER, Florence. Práticas econômicas e formas ordinárias de cálculo. Mana: Estudos de Antropologia Social, v. 8, n. 2, p. 151-182, 2002.
  • WILKIS, Ariel; PARTENIO, Florencia. Dinero y obligaciones generizadas: las mujeres de sectores populares frente a las circulaciones monetarias de redes políticas y familiares. La ventana. Revista de estudios de género, v. 4, n. 32, p. 177-213, 2010.
  • WILKIS, Ariel. Las sospechas del dinero: moral y economía en el mundo popular. Buenos Aires: Paidós, 2013.
  • ZELIZER, Viviana A. La negociación de la intimidad. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2009.
  • ZELIZER, Viviana A. El significado social del dinero. Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2011.

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    Apr-Jun 2016

Histórico

  • Recibido
    12 Ene 2016
  • Acepto
    01 Abr 2016
Pontifícia Universidade Católica do Rio Grande do Sul Av. Ipiranga, 6681 - Partenon, Cep: 90619-900, Tel: +55 51 3320 3681 - Porto Alegre - RS - Brazil
E-mail: civitas@pucrs.br