RESUMEN
En este trabajo se analizan diferentes comportamientos (personales, académicos y sociales) en universitarios y su posible relación con la adaptación social. Participaron 942 estudiantes de tres países iberoamericanos (Brasil, España y México), de ambos sexos (79,7% mujeres) con edad promedio de 23,04 años (DT=8,95). Los resultados revelan una conducta social adaptada en la mayor parte del estudiantado; aunque un 19 % del alumnado presenta vulnerabilidad a la desadaptación social. Se encontró mayor adaptación social en estudiantes españoles y brasileños, en mujeres y en quienes viven con sus familias. Estos hallazgos contribuyen a un mayor entendimiento del fenómeno de la (in)adaptación social en los universitarios, de cara a su potencial prevención o intervención, ajustada a la idiosincrasia cultural de cada país.
Palabras-clave Adaptación social; Estudiantes; Educación superior; Iberoamérica
ABSTRACT
This study aimed to analyze different behaviors (personal, academic, and social) in university students and their possible relationship with social adaptation. Participants were nine hundred forty-two university students from three Ibero-American countries (Brasil, Spain and México) of both sexes (79.7% women) with an average age of 23.04 years (SD=8.95). Results show an adapted social behavior in most students, even though 19% of the students are vulnerable to social maladjustment. In general, there was a greater social adaptation in Spanish and Brazilian students, in women, and in those who live with their families. These findings contribute to a better understanding of social (miss)adaptation in young university students concerning different personal, academic, and social aspects, with a view to its potential prevention or intervention, adjusted to the cultural idiosyncrasy of each country.
Keywords Social Adaptation; Students; Higher Education; Iberoamerica
RESUMO
Neste trabalho são analisados diferentes comportamentos (pessoais, acadêmicos e sociais) em estudantes universitários e sua possível relação com a adaptação social. Participaram 942 estudantes universitários de três países ibero-americanos (Brasil, Espanha e México), de ambos os sexos (79,7% mulheres) com idade média de 23,04 anos (DP=8,95). Os resultados revelam comportamento social adaptado na maioria dos alunos; embora existam 19% de estudantes vulneráveis ao desajuste social. Maior adaptação social foi encontrada em estudantes espanhóis e brasileiros, em mulheres e naqueles que moram com suas famílias. Estas conclusões contribuem para uma maior compreensão do fenómeno da (in)adaptação social nos estudantes universitários em relação aos diferentes aspectos pessoais, académicos e sociais, com vista à sua potencial prevenção ou intervenção, ajustada à idiossincrasia cultural de cada país.
Palabras-clave Adaptação Social; Estudantes; Ensino Superior; Ibero-América
Introducción
La aproximación generalista a la noción de adaptación social, en sí misma compleja, suele enlazarse con otros conceptos como el de equilibrio psicológico, bienestar, ajuste, etc., lo que acrecienta las perspectivas de análisis, pero también la confusión. A nivel individual, es frecuente que la adaptación despierte el interés investigador desde la óptica psicológica cuando se detecta alguna desregulación entre el sujeto y su entorno o tiene manifiesta dificultad para afrontar las demandas materiales o humanas cotidianas. Es lo que sucede con la inadaptación, es decir, la falta de acomodación o ajuste social y que, al igual que la marginación o la exclusión, abarca un variado conjunto de problemas que reclaman intervenciones urgentes, a menudo de naturaleza socioeducativa (López Noguero, 2005).
Las condiciones sociales posibilitan la configuración personal e influyen significativamente en la relación del sujeto con la sociedad. Una sociedad cuya existencia conlleva necesariamente una estructura, unas vigencias, unas normas y usos, unas ideas y creencias que calan en los sujetos diferencialmente en función de su personalidad. Si el ambiente sociocultural explica ciertas semejanzas en la forma de vida de los individuos de un mismo país (Brasil, México, España…), para comprender las diferencias interindividuales dentro del propio país hay que recurrir a la singularidad, cualidad por la cual la persona es única, irrepetible.
En esta investigación nos centramos en el contexto universitario, concretamente en el repertorio adaptativo del alumnado y en su ajuste a diversas parcelas de la vida. Para evaluar ciertas conductas sociales, elaboramos un cuestionario a partir de la Escala de Autoevaluación de Adaptación Social (SASS) (Bosc; Dubini; Polin, 1997), que evalúa el funcionamiento y el ajuste/adaptación social de las personas y las implicaciones de su comportamiento en aspectos relativos a aficiones, vida familiar, ocupación, relaciones, intereses intelectuales, participación, manejo de recursos, acomodación a las normas, etc. Al hablar de funcionamiento social nos referimos a la capacidad individual para interactuar exitosamente con el entorno (académico, familiar, social, etc.), en gran medida merced al despliegue de una variedad de procesos cognitivos y emocionales y de habilidades comunicativas y relacionales (Patel; Tchanturia; Harrison, 2016).
Este estudio tuvo como objetivo analizar diferentes comportamientos (personales, académicos y sociales) en universitarios y su posible relación con adaptación o inadaptación social. Se pretende contribuir a la prevención de conductas de riesgo y al fomento educativo de comportamientos saludables, no de un modo estándar, sino con arreglo a los respectivos contextos. La dificultad de establecer orientaciones pedagógicas válidas para un grupo relativamente homogéneo se acrecienta cuando se trata de fijar pautas de alcance educativo para distintos países.
Acercamiento conceptual a la adaptación social
La conceptualización de la adaptación, multidimensional y compleja, cuenta con gran tradición en el terreno de la biología, sobre todo para referirse a la acomodación de un ser vivo a las condiciones de su entorno. La noción es objeto de estudio de diferentes campos científicos, lo que en sí mismo puede complicar su comprensión, pero también legitima el acercamiento social, psicológico y pedagógico. En el terreno sociológico propiamente dicho, la adaptación social ha sido abordada por destacados autores, como Durkheim (1928), Weber (2002), o Merton (1962). Sin salir del ámbito de las ciencias sociales, la adaptación social se ha definido como la capacidad de acomodación, compromiso, afrontamiento y cooperación en relación con uno mismo, los demás y el entorno (Samadi; Sohrabi, 2016).
En la consideración conceptual de la adaptación social se toma como referencia la interacción del sujeto con el entorno social, en términos de acomodación entre las necesidades individuales y la satisfacción social de las mismas, un proceso por el cual se alcanza el ajuste, al menos relativo, y en el que adquieren gran importancia tres planos interdependientes: el disposicional/biológico, el psicológico y el sociocultural. Aunque se precisan más investigaciones que combinen el estudio de factores de diversa índole y persiste la dificultad para esclarecer la interacción entre los mismos, sostenemos que, en conjunto, la inadaptación social tiene una etiología multifactorial, no meramente psicológica o social (Markiewicz et al., 2012).
La literatura científica reconoce, en cualquier caso, la potencialidad de la interacción social y la adscripción institucional para la adquisición por parte del sujeto de conocimientos relativos a roles, normas, pautas, etc., así como para manejar las demandas contextuales, aspectos que fomentarían comportamientos socialmente adaptativos (Franco-O’Byrne et al., 2023). Las interacciones del sujeto en diversas situaciones, el desempeño de roles y el afrontamiento de las demandas del entorno explican en gran medida el funcionamiento social, que asume creciente interés por sus repercusiones en la salud y en la calidad de vida (Liu et al., 2022).
La adaptación, que no se ha de confundir con conformismo, sumisión o gregarismo, exige libertad, consciencia y responsabilidad. Incluso puede decirse que ante ciertas anomalías sociales lo saludable es cuestionar una adaptación pasiva y acrítica. La adaptación social depende de factores personales y situacionales. El reconocimiento de esta interrelación anima a promover educativamente el desarrollo saludable de la personalidad en un determinado ámbito social. Cualquiera que sea la vía de entrada en la inadaptación social han de tenerse en cuenta tanto las características personales como las socioambientales (González Trujillo; Londoño Pérez, 2017).
En concreto, el entorno académico se revela como un factor decisivo en la adaptación de los estudiantes (Corti et al., 2023). Se precisa por ello un equilibrio entre las características organizacionales y funcionales de la vida universitaria y las demandas del contexto (Corica; Alfredo, 2021).
Valverde (2002) recuerda que la sociedad dispone de un orden social, es decir, un sistema relativamente estable de instituciones, marcos, interacciones y pautas que habitualmente se internaliza y acepta. Sin embargo, este proceso socializador no siempre asegura la adaptación de todos los sujetos o grupos de la comunidad social, menos aún en situaciones de vulnerabilidad, precariedad e inestabilidad.
Aunque hay pautas socializadoras institucionalizadas y compartidas, cada individuo se adapta a su manera, en función de su personalidad, pero también de su situación social, que puede ser posibilitadora o limitadora. Ante la inadaptación, por supuesto, no se trata de juzgar y mucho menos de patologizar, lo cual en ocasiones puede dificultar la identificación y la eliminación de la injusticia social estructural (Mcsweeney, 2023), sino de subrayar, particularmente si se dispone de un horizonte pedagógico, la relevancia del contexto sociocultural y de la propia personalidad en la conducta, así como de orientarla educativamente para que se autorregule y gestione sus recursos.
El ámbito sociocultural -macro, meso y micro- en el que los sujetos se desarrollan y relacionan, conjuntamente con sus experiencias y recursos, tiene una gran influencia sobre sus comportamientos. A este respecto, se ha ido acumulando evidencia, sobre todo en las últimas tres décadas, sobre la importancia de los determinantes sociales de la salud (por ejemplo, ingresos, riqueza y nivel escolar), influenciados por las políticas sociales (Braveman; Gottlieb, 2014). La adaptación social, como la salud, entronca directamente con el ambiente en que se desenvuelven las personas, no solo con su genética.
Las actuales y rápidas transformaciones sociales y ambientales como la globalización, los conflictos armados, el abuso de la tecnología, la abundancia de información, la pobreza y la desigualdad, el cambio climático y la crisis sanitaria pandémica han operado una mudanza significativa en el macrocontexto sociocultural que amenaza la salud, la adaptación, la convivencia e incluso la propia vida. Desde una perspectiva pedagógica, la estrategia defensiva frente a estos retos y problemas reclama una mirada socioeducativa comprometida con el despliegue responsable, saludable, inclusivo y justo del ser humano.
Los cambios humanos producidos, algunos con nítido signo negativo, se dejan sentir en el terreno de la adaptación social, en torno a la cual se eleva el interés multidisciplinar. La investigación del fenómeno de la adaptación social experimenta de hecho una expansión progresiva (Shamionov et al., 2020), aunque paralelamente también aumentan las dificultades investigativas debido a su naturaleza compleja, a un tiempo interactiva, multifactorial y dinámica. Interactiva, por ser el resultado de intercambios múltiples y continuos entre el sujeto y el entorno; multifactorial, porque los factores contextuales y personales son numerosos e interdependientes, y dinámica, porque la relación sujeto-ambiente provoca sucesivos cambios en ambos que pueden facilitar o dificultar el ajuste social (Corti et al., 2023).
La relevancia concedida al estudio de los factores de adaptación social en estudiantes universitarios se explica en gran medida por los desafíos sociales del ámbito universitario, en particular, pero también por los retos que comporta la socialización, en general, en diversos contextos y situaciones. La investigación en torno a esta importante cuestión se incrementa, quizá porque los cambios registrados en la sociedad y en el propio entorno universitario imponen nuevas formas de adaptación.
Con el propósito de disponer de una delimitación operativa de adaptación social, se adopta en este estudio una noción vinculada a la que se maneja en el propio instrumento que sirve de soporte investigativo (SASS), diseñado para evaluar conducta, funcionamiento y ajuste social. En sintonía con Fonseca-Pedrero et al. (2008), quedarían englobadas en la definición variedad de facetas en torno a cuatro vertientes: relaciones familiares y sociales; ocupación habitual; actividades de ocio y tiempo libre; organización y habilidades de afrontamiento ambiental.
Dedicamos unas breves líneas a estas áreas involucradas en el proceso de adaptación social, cuyas lindes no siempre son nítidas. En primer lugar, la adaptación social de los estudiantes universitarios se vincula a la interacción interpersonal armónica (Yin et al., 2021). Como referencias concretas de funcionamiento sociofamiliar potencialmente adaptativo cabe considerar la estructura, la función, la calidad y la satisfacción de las relaciones (Sharifian et al., 2022). En segundo lugar, la ocupación habitual, en este caso académica, permanece ligada a factores como las motivaciones iniciales hacia la propia actividad estudiantil, el ambiente académico y la percepción de bienestar (Corti et al., 2023). En tercer lugar, las actividades de ocio y tiempo libre, ampliamente variables, según sean saludables o no, sociales o antisociales, fortalecen o debilitan el ajuste social (Zerengok; Guzel; Ozbey, 2018). En cuarto y último lugar, está asentado, al menos desde las contribuciones de Lazarus y Folkman (1984) al estudio del estrés, que la valoración cognitiva y las estrategias de afrontamiento median en la relación entre el sujeto y el entorno, e impactan positiva o negativamente en el proceso de adaptación social.
El análisis de estas cuatro parcelas, cuya articulación se inserta en el proyecto de vida, se torna esencial para la comprensión y el fomento de la adaptación social. Se trata de parámetros que permiten evaluar el funcionamiento social del sujeto, lo que explicaría la amplia difusión de la escala (SASS) en el terreno clínico (Bosc; Dubini; Polin, 1997; Ortega et al., 2020), aunque también en la población general (Çerkez; Tüzün; Başari, 2021; Fonseca-Pedrero et al., 2008). Los módulos contemplados cubren grandes sectores de la vida, a menudo entrelazados. La distribución cuatripartita que constituye el instrumento resulta apropiada para examinar la adaptación social, desde la perspectiva valorativa del propio sujeto, aunque inseparable de la orientación normativa.
Por tanto, la adaptación social se entiende en este estudio como el conjunto de capacidades que posibilitan la autorregulación, las interacciones sociales gratificantes, la responsividad concordante con las demandas del entorno y el desenvolvimiento personal.
La adaptación social de los estudiantes es investigada en su interconexión con los diversos módulos contemplados en la herramienta manejada (SASS), con la pretensión de identificar patrones generales de funcionamiento y ajuste social, así como eventuales aspectos específicos relativos a distintas categorías de análisis. Se parte de la base de que un conocimiento más profundo de los factores de adaptación social del alumnado universitario posibilitará una mayor formulación y articulación de estrategias institucionales de apoyo pedagógico.
A la luz de la literatura mencionada y del instrumento utilizado, los objetivos principales de este estudio son, por un lado, examinar la adaptación social de los universitarios iberoamericanos (Brasil, España y México) y, por otro lado, reconocer las posibles diferencias entre los tres países. Aunque desde una óptica transnacional pueda haber relativa coincidencia en los procesos adaptativos, ciertos factores localizados, como la escasez de recursos socioeconómicos o los patrones culturales, pueden confluir explicativamente en la adaptación social y generan interrogantes a la investigación. En concreto, se pretende analizar la información proporcionada por los estudiantes sobre su adaptación social, y determinar si existen diferencias respecto al país de procedencia y a características personales y contextuales específicas. Las principales hipótesis son:
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Existen diferencias significativas en la adaptación social según el país.
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La adaptación social de los universitarios varía según determinadas características (edad, género, estado civil, lugar de residencia y personas con quienes convive, tipo de institución universitaria, trabajo remunerado o no).
Método
El contexto de estudio
En esta investigación participaron tres países: España (en el sur de Europa), México (América del Norte) y Brasil (América del Sur). Además de la ubicación geográfica, se han considerado determinadas variables socioculturales. Las diferencias entre los tres países, en sí mismos muy heterogéneos, no impiden advertir sus similitudes. Brasil y México son dos grandes actores en el contexto latinoamericano y, aunque las relaciones entre sí y con España son fluctuantes, comparten lazos históricos, religiosos, culturales, económicos, comerciales y, en el caso de México y España, idioma. Esta investigación, tiene en cuenta las divergencias y las semejanzas entre países. Al tener presentes estos aspectos diferenciales tal vez resulten más completos el análisis y la comprensión de aspectos nacionales de índole social, cultural, psicológica, pedagógica, etc. (Milošević; Maksimović, 2020). Este enfoque internacional se fortalece en este estudio merced a la colaboración entre investigadores de los países participantes, en el marco de una creciente cooperación académica y científica en Iberoamérica.
Esta perspectiva metodológica posibilita la identificación e interpretación contextual de eventuales diferencias psicosociales. La investigación planteada puede contribuir a la comprensión de la variabilidad cultural en el comportamiento humano en aspectos tales como el ajuste social, sin soslayar el reconocimiento de condicionantes políticos, socioeconómicos y culturales que actúan sobre las poblaciones y los sujetos estudiados (Broesch et al., 2020) ni la necesaria cautela explicativa de la conducta (Salazar, 2022).
En cierto modo, este estudio científico-social trata de integrar la comprensión idiográfica/idiosincrásica y nomotética/universalista. Si la aproximación idiográfica se interesa por las peculiaridades culturales, el acercamiento nomotético se encamina a buscar leyes con validez para todos los sujetos. De hecho, cada vez más investigadores abogan por una convergencia de ambos enfoques (Fetvadjiev; Van de Vijver, 2015).
Participantes
La muestra estuvo integrada por 942 estudiantes universitarios matriculados en programas correspondientes al área de Ciencias de la Educación en Brasil (Natal; N=162), España (Madrid; N=194) y México (Puebla; N=586). El 15,4 % del alumnado universitario estudiaba en centros privados y el 84,6 % en centros públicos. La muestra, en lo que se refiere a la edad, quedó conformada por alumnado convencional, principalmente en el caso de España y México, al igual que por estudiantes con trayectorias académicas discontinuas, que accedieron a la formación universitaria tras varios años de alejamiento de los estudios, sobre todo en Brasil. El rango de edad estaba comprendido entre los 17 y 67 años (M=23,04, DT=8,95). Según la edad, los participantes se distribuyeron porcentualmente del siguiente modo (ONU, 2022): 17-24 años (83,9 %) y más de 25 años (16,1 %). 751 eran mujeres (79,7 %), 184 hombres (19,5 %) y 7 no especificaron su género (0,7 %). El 82,6 % era soltero, mientras que el 32,3 % era casado, tenía pareja o se hallaba divorciado/separado. El 56,9 % vivía en una zona metropolitana. La mayoría (91,1 %) vivía con su familia, cónyuge o pareja y un menor porcentaje vivía con amigos/conocidos (3,2 %) o sólo (5,7 %). El 63,8 % no contaba con un trabajo remunerado (Tabla 1).
Instrumento
Para medir el ajuste social auto-percibido, se utilizó la “Escala de Autoevaluación de Adaptación Social” (SASS) (Bosc; Dubini; Polin, 1997), estructuralmente compuesta por 21 ítems que se distribuyen por cuatro dominios principales de la adaptación social (actividad ocupacional; ocio/tiempo libre; familia/relaciones; capacidad para organizarse y hacer frente al ambiente). Al completar la escala, con una duración de 15 minutos aproximadamente, el sujeto responde preguntas complementarias que evalúan su motivación y comportamiento, autopercepción, interés en los diferentes roles que asume en su vida diaria y satisfacción.
Los dos primeros ítems, que se contestan de acuerdo con la ocupación, son mutuamente excluyentes. El sujeto elige uno de ellos en función de si tiene o no una ocupación remunerada. Los 20 ítems que conforman finalmente el instrumento se evalúan dentro de un rango de 0-3. La puntuación total oscila entre 0 y 60, que se obtiene al sumar los puntos de cada ítem. Respecto a la interpretación de la escala, se ha considerado la siguiente puntuación de ajuste social, a partir de la literatura (Bosc; Dubini; Polin, 1997; Ortega et al., 2021): conducta desadaptada (<25 puntos); vulnerabilidad a la desadaptación (25 a 34 puntos); conducta adaptada (35-52 puntos); vulnerabilidad a la hiperadaptación (53-55 puntos); hiperadaptación patológica (+ de 55 puntos).
Esta herramienta se ha utilizado en varios países como una medida conductual muy consistente tanto en muestras clínicas como en población general (Çerkez; Tüzün; Başari, 2021; Fonseca-Pedrero et al., 2008; Mavrou, 2015). En esta investigación se utilizó una versión en español, con apropiados índices de fiabilidad y validez (Bobes et al., 1999), mínimamente adaptada al contexto mexicano, y otra versión en portugués, previa traducción consensuada por un comité de expertos (Harkness; Schoua-Glusberg, 1998). El proceso seguido permite afirmar que los elementos del instrumento son significativos, relevantes, precisos y representativos del constructo evaluado (Connell et al., 2018; Koller et al., 2017).
En el presente estudio, el coeficiente de fiabilidad del instrumento α = ,80 se considera bueno.
Procedimiento
Se utilizó un criterio de selección muestral por conveniencia, lo cual puede ser necesario y quedar justificado cuando se espera que los factores socioculturales influyan en los resultados (Andrade, 2021). El cuestionario se administró en línea, mediante la aplicación Google Forms, en los meses de julio-septiembre de 2022, con la finalidad de obtener una muestra significativa del alumnado del área de Ciencias de la Educación en las distintas universidades participantes de los tres países (Brasil, España y México). Para ello, se contó con la colaboración de varios responsables y directivos académicos a partir del vínculo universitario con las instituciones educativas. Se recogieron también variables de naturaleza sociodemográfica (género; edad; titularidad pública o privada de la institución universitaria; estado civil; lugar donde vive; con quién vive; trabajo remunerado o no). La participación del estudiantado fue voluntaria y sus datos se protegieron en todo momento, en la más estricta confidencialidad, siguiendo la Declaración de Investigación de Helsinki con seres humanos y el protocolo ético interuniversitario establecido ad hoc.
Análisis de datos
El estudio siguió un diseño no experimental, de alcance descriptivo y correlacional. Se realizó análisis exploratorio de los datos. En primer lugar, se verificó la presencia de datos atípicos, así como la consistencia interna del SASS. Enseguida, se calculó la asociación entre la adaptación social y las características sociodemográficas (país, edad, género, estado civil, lugar y personas con quienes vive, tipo de institución universitaria, trabajo remunerado) a partir de tablas de frecuencias y porcentajes, aplicando el contraste de hipótesis Chi-cuadrado y los residuales ajustados (valores significativos mayores que 2 y menores que -2). También se transformaron las puntuaciones directas en percentiles para su interpretación. A continuación, se utilizó la técnica estadística multivariada no paramétrica árboles de decisión con el propósito de identificar la capacidad de discriminación y predicción de las características sociodemográficas sobre la adaptación social de los estudiantes; la Chi-cuadrado se utilizó como criterio de segmentación jerárquica en el desarrollo del árbol. Los análisis se realizaron mediante el paquete estadístico IBM SPSS para Windows (versión 27).
Resultados
Los resultados de la muestra (N = 942) revelan, al transformar las puntuaciones directas en percentiles, que la mayoría del estudiantado manifiesta una conducta social adaptada (77,6 %), sin embargo, el 19 % evidencia vulnerabilidad a la desadaptación. Por su parte, se encontraron diferencias significativas entre los países (Chi cuadrado = 48,06; p < 0,001). A partir de estos resultados, se aceptó la primera hipótesis: Existen diferencias significativas en la adaptación social según el país.
En función de los residuales ajustados se observan diferencias significativas respecto a la muestra global; con puntuaciones en adaptación superiores en la muestra española (93,8 %) e inferiores en la muestra mexicana (70,8 %) (Tabla 2).
En cuanto al género, no se encontraron diferencias significativas en la muestra global, aunque sí hubo diferencias significativas entre los estudiantes españoles (Chi cuadrado = 10,31, p <0,05), ya que se observa una conducta social adaptada considerablemente más elevada en las mujeres (95,5 %) que en los hombres (78,6 %) y más vulnerabilidad desadaptativa en los varones (21,4 %), que en sus compañeras (4 %) (Tabla 3).
Frecuencias de adaptación social del estudiantado en Brasil, España y México por género (n=942).
Respecto al lugar donde vive, se hallaron diferencias significativas en la muestra global (Chi cuadrado = 24,19, p < 0,001), aunque no en la muestra de cada país. En general, se observa mayor adaptación social en los estudiantes de zona metropolitana (82,8 %) que en los de zona rural (70,7 %), así como mayor vulnerabilidad desadaptativa en los de zona rural (26,1 %) que en los de zona metropolitana (13,6 %) (Tabla 4).
En cuanto a las personas con quienes convive el alumnado, no se encontraron diferencias significativas en la muestra global. Sin embargo, sí se encontraron diferencias significativas entre los estudiantes brasileños (Chi cuadrado = 37,54, p < ,001) y españoles (Chi cuadrado = 13,26, p < ,05). En ambos países se observa más desadaptación social en el estudiantado que vive con amigos/conocidos (20 % y 7,1 %, respectivamente) que en el alumnado que vive con su familia, cónyuge/pareja (0 % en ambos países) o solo (0 % en ambos países), y una mayor vulnerabilidad a la desadaptación social en el estudiantado brasileño que vive solo (30,4 %), si se compara con el alumnado español o mexicano que vive solo (0 % y 18,5 %, respectivamente) (Tabla 5).
Frecuencias de adaptación social del estudiantado en Brasil, España y México por género (n=942).
No se encontraron diferencias significativas entre los estudiantes en la muestra global, ni en cada uno de los países en función de la edad, estado civil y trabajo remunerado (p > 0,05).
Con arreglo a los resultados anteriores, se aceptó parcialmente la segunda hipótesis: La adaptación social de los universitarios varía según determinadas características (edad, género, estado civil, lugar de residencia y personas con quienes convive, tipo de institución universitaria, trabajo remunerado o no).
Con el propósito de identificar la incidencia de las características sociodemográficas en la adaptación social del estudiantado, se realizó la segmentación progresiva de la muestra (n=942), la cual permitió obtener el árbol de decisión (Fig. 1). De las variables introducidas en el análisis (país, edad, género, estado civil, lugar de residencia y personas con quienes convive, tipo de institución universitaria, trabajo remunerado o no) resultaron significativas las siguientes: país, personas con quienes vive, tipo de institución universitaria y género. La discriminación entre grupos se tradujo en la obtención total de ocho nodos.
Los perfiles con mayor y menor adaptación social tienen al país como primer límite (x2= 20,222, gl= 1, p= 0,000). Según se divida este predictor en Brasil, España o México se bifurcan jerárquicamente nuevas agrupaciones de acuerdo a las personas con quienes vive el alumnado y al tipo de institución universitaria, respectivamente.
En los colectivos de Brasil y España la vulnerabilidad a la desadaptación disminuye de 19 % a 9,8 % (Nodo 1), mientras que en México la vulnerabilidad aumenta a 24,6 % (Nodo 2).
En Brasil y España, si los estudiantes viven con su familia o cónyuge/pareja la vulnerabilidad a la desadaptación baja de 9,8 % a 8,7 % (Nodo 3) y si viven solos o con amigos/conocidos la vulnerabilidad aumenta a 17,4 % (Nodo 4). A su vez, entre el alumnado que vive con su familia o cónyuge/pareja, la vulnerabilidad de las mujeres a la desadaptación disminuye de 8,7 % a 6,8 % (Nodo 7), mientras que en los hombres la vulnerabilidad aumenta a 19,1 % (Nodo 8).
Por su parte, en México, si el estudiantado pertenece a instituciones públicas la vulnerabilidad a la desadaptación sube de 24,6 % a 26,5 % (Nodo 5) y si corresponde a instituciones privadas la vulnerabilidad baja a 15 % (Nodo 6).
Por tanto, se infiere mayor adaptación social en estudiantes españoles y brasileños, en mujeres y en quienes viven con sus familias. Asimismo, hay menor adaptación social en universitarios mexicanos adscritos a instituciones públicas.
Discusión
En general, la exposición del alumnado universitario a la desadaptación social, que pudo acrecentarse por el negativo impacto de la pandemia por Covid-19 (Celia et al., 2022), se deriva del eventual cambio de residencia y de las exigencias propias del trabajo académico en la enseñanza superior, aspectos quizá más perceptibles en estudiantes de primer curso (Martínez-Otero, 2014), así como de la preocupación generada por la dificultad de encontrar un trabajo estable, mayor en el alumnado del último curso (Surat; Ceran, 2020). Pese a estas circunstancias, los resultados de nuestro estudio revelan una conducta social adaptada en la mayor parte de estudiantes.
Es llamativo que un 19 % del alumnado presente vulnerabilidad a la desadaptación social, dato que podría interpretarse como dificultad comportamental, social y emocional para alcanzar las propias expectativas vitales. La juventud expuesta a problemas de desadaptación puede experimentar inestabilidad y bloqueo emocional, interferencia madurativa, desorientación existencial, crisis de diversa índole, ansiedad, depresión, fracaso académico, etc., sin que pueda descartarse la entrada en el mundo de las drogas o de la delincuencia (Alonso Fernández, 2008). La sociedad contemporánea, en muchos aspectos altamente competitiva, estresante y excluyente, también halla su reflejo en el terreno universitario. Los estudiantes están expuestos a una presión constante para obtener éxito y a procesos crecientemente estandarizados, supuestamente objetivos, en los que se impone la rendición de cuentas.
A todo ello se agregan otros factores de riesgo para el desarrollo de psicopatología, como el cambio en la estructura de vida, el manejo de la mayor autonomía y la preocupación sobre el futuro (Tosevski; Milovancevic; Gajic, 2010). Este conjunto de condicionantes, sin obviar el influjo de la propia personalidad, del estilo de afrontamiento ni del trasfondo socioeconómico y cultural, puede empujar a la desadaptación social.
En relación al género, el hecho de que se haya encontrado en la submuestra española una conducta social adaptada significativamente más elevada en las mujeres y más vulnerabilidad desadaptativa en los varones puede deberse a la mayor madurez emocional femenina en la juventud, sobre todo en lo que se refiere a dimensiones como la estabilidad emocional, el ajuste social, la integración de la personalidad y la independencia (Jangra; Singh; Behmani, 2020).
Complementariamente, si nos ceñimos a la clasificación del Global Gender Gap Report (WEF, 2022), España se halla en el puesto número 17 en brecha de género, México en el 31 y Brasil en el 94. Quizá puede explicarse la mayor vulnerabilidad adaptativa de los varones por la mayor paridad de género en España, que acrecienta la igualdad de oportunidades de las mujeres y reduce sus inveteradas desventajas, probablemente más en escenarios universitarios donde la presencia masculina es minoritaria. Se trata, en cualquier caso, de una explicación tentativa que deberá confirmarse con nuevos estudios.
En general, el alumnado de la muestra está muy feminizado (79,7 %), lo cual se corresponde con la matrícula de los estudios pedagógicos cursados en los tres países. A pesar de la variabilidad internacional, la feminización de las carreras educativas es un fenómeno extendido, también en la Unión Europea (Martínez-Otero, 2022). El Sistema estatal de indicadores de la educación de España (Ministerio de Educación y Formación Profesional, 2022) muestra que las mujeres representan un 67,1 % del profesorado, porcentaje que se eleva en las Enseñanzas de Régimen General no universitarias hasta alcanzar el 72,4 %. En Latinoamérica y el Caribe el promedio de la matrícula en los programas de formación inicial docente entre 2015 y 2020 estaba igualmente muy feminizado (73 % de mujeres), concretamente en Brasil un 72 % y en México un 73 % (Elacqua et al., 2022).
El hecho de encontrar mayor adaptación social en los estudiantes de zona metropolitana (82,8 %) que en los de zona rural (70,7 %) nos lleva a tomar conciencia de la trascendencia de las condiciones de vida en el ajuste del alumnado. Desde luego, no siempre están bien delimitadas las áreas y puede haber grandes disparidades en el seno de los propios espacios urbanos y rurales. Además, como señalan Delgado-Viñas y Gómez-Moreno (2022), el debate epistemológico centrado en una interpretación binaria y antagónica del espacio geográfico en términos de urbanidad o ruralidad está cediendo el turno a planteamientos que reconocen la complementariedad y subsidiariedad de ambos tipos de territorio.
Que los estudiantes procedan de áreas rurales o metropolitanas carecería de importancia si no fuese porque este dato influye en su adaptación social. Los alumnos de zonas rurales, si se comparan con los estudiantes urbanitas, deben hacer un mayor esfuerzo para ajustarse a las nuevas condiciones de vida universitaria en la ciudad. En general, la cantidad de cambios vitales adoptados es superior en los estudiantes de áreas rurales que en los de áreas urbanas, y las repercusiones psicológicas de tal modificación existencial han de ser igualmente mayores. Los estudiantes metropolitanos se defienden mejor en un medio urbano que conocen y en el que se desenvuelven cotidianamente que sus compañeros procedentes de áreas rurales, más expuestos a tensiones derivadas de un significativo ajuste a un entorno desconocido y a menudo caracterizado por la sobreestimulación, la contaminación, la tecnificación y el estrés.
Vivir en la ciudad también tiene aspectos favorables, entre los que debe incluirse la mayor oferta de opciones culturales y de entretenimiento (museos, teatros, cines, restaurantes/bares, discotecas, etc.), lo que suele resultar atractivo para los jóvenes. A esto se agregan los mejores sistemas de transporte público, la mayor disponibilidad de servicios médicos y financieros, las múltiples opciones educativas y las acrecentadas oportunidades laborales, en contraste con las zonas rurales (Marcelino; Cunha, 2024). Muchas de las Universidades, también en nuestro estudio, se ubican en áreas metropolitanas, lo cual favorece la adaptación de los estudiantes habituados al patrón de vida urbana. Pese a los beneficios indiscutibles de la vida rural, como la menor contaminación y el mayor contacto con la naturaleza, hay un éxodo en todo el mundo de jóvenes de áreas rurales a zonas urbanas, con mayor presencia de instituciones universitarias, en busca de mejores oportunidades académicas y laborales (Li; Westlund; Liu, 2019).
En las submuestras brasileña y española se observa más desadaptación social en el alumnado que vive solo/a o con amigos/conocidos que en el alumnado que vive con su familia, cónyuge/pareja. Este resultado puede explicarse por la dificultad adaptativa que supone carecer de un apoyo emocional y relacional consistente como el que proporciona una familia o una pareja armónica. Conseguir una convivencia estable y estabilizadora puede ser complicado si, por ejemplo, lo que empuja a los estudiantes a vivir con amigos o conocidos, expuestos a su vez a diversas contingencias pecuniarias o residenciales, es la limitación económica o el traslado de localidad. Vivir solo, algo que no está al alcance de todos los estudiantes, puede ser una alternativa favorecedora de ajuste personal y social siempre que la autonomía se gestione adecuadamente (Soares; Guisande; Almeida, 2007).
La mayor vulnerabilidad a la desadaptación social en los alumnos brasileños y españoles que viven solos puede explicarse por los riesgos que entraña un manejo inadecuado de dicha condición, sobre todo si es indeseada y se experimenta como profunda sensación mortificante. La vivencia de soledad, prevalente entre los jóvenes, se correlaciona positivamente con la depresión y la ansiedad (Moeller; Seehuus, 2019), así como con el consumo de drogas y alcohol (Herchenroeder et al., 2022). Esto, por supuesto, puede acontecer a los estudiantes de cualquier país. Las diferencias halladas entre países (España y Brasil vs. México) pueden obedecer a múltiples y entremezclados factores personales, institucionales, socioculturales, etc., que se nos escapan, puesto que no hemos localizado ninguna investigación que analizara y comparara las causas y las consecuencias para los estudiantes del hecho de vivir solo en los tres países que han participado en este estudio. En cualquier caso, se ha de animar a las instituciones universitarias a desarrollar e implementar programas que busquen explícitamente neutralizar la soledad indeseada de los estudiantes, por ejemplo, mediante estrategias que potencien las relaciones sociales saludables.
Por su parte, en el colectivo mexicano, se observa más desadaptación social en el alumnado que cursa estudios en instituciones públicas, en comparación con en el alumnado perteneciente a instituciones privadas. Este resultado puede atribuirse a las fuertes desigualdades entre los subsistemas educativos en el país (recursos tecnológicos, materiales, de apoyo socioemocional al estudiantado, etc.), las cuales se agudizaron con la reciente crisis sanitaria (Lloyd, 2020).
En definitiva, estamos asistiendo a significativos cambios a nivel mundial y también en el ámbito de la educación superior, que adquiere progresivamente un carácter más global y tecnificado (Tran et al., 2023). Esta metamorfosis, cuyas repercusiones se desconocen en detalle, entre otras razones porque se producen a gran velocidad, influye a fondo en el comportamiento y plantea nuevos desafíos adaptativos.
La transformación social, en cuyo marco se sitúa la mudanza universitaria, impone al sujeto, al joven, su ritmo acelerado e intenso, su dinamismo frenético, capaz de violentar la actividad cotidiana en sus diversas parcelas, más aún durante la educación superior, pues un número significativo de estudiantes dejan sus hogares, así como las anteriores relaciones y rutinas (Holliman et al., 2021). Esta es la razón que nos ha llevado a analizar la adaptación social, un proceso investigativo condicionado por el instrumento utilizado, que brinda valiosa información sobre cuatro relevantes sectores de la vida: relaciones familiares y sociales; actividades de ocio y tiempo libre; ocupación habitual; organización y habilidades de afrontamiento ambiental. Aunque cada uno de estos módulos presenta características propias, están interrelacionados, lo que permite un mejor conocimiento de la adaptación social, en función de la singularidad personal y de las condiciones contextuales. En cierto modo, podría decirse que el índice de adaptación social vendría dado por la distribución comportamental equilibrada y saludable que individual o colectivamente se hace de las cuatro facetas exploradas, en última instancia interpretables con arreglo al correspondiente escenario sociocultural, difícil de controlar, pero no por ello irrelevante.
La interconexión estructural de los cuatro campos, examinados a partir de la propia valoración de los sujetos de la muestra, permite entender mejor la adaptación social, pero también la vulnerabilidad a la desadaptación, cifrada fundamentalmente en el riesgo de malestar, disfuncionalidad y exclusión. Al respecto, los estudiantes universitarios, en general, se enfrentan a diversas dificultades psicológicas y a riesgos de desadaptación debido a la exposición a presiones académicas y a situaciones estresantes (Drăghici; Cazan, 2022). El que aproximadamente una quinta parte de la muestra se sitúe en zona de vulnerabilidad o de manifiesta desadaptación, es razón más que suficiente para que las instituciones universitarias se pregunten qué pueden hacer para prevenir o encauzar estas situaciones que, de una u otra forma, privan a los estudiantes de su saludable despliegue formativo. No se entiende cabalmente lo que la Universidad es si permanece encerrada en sí misma, insensible a las transformaciones sociales y a las necesidades personales, y si no extiende la mirada a los aspectos extracognitivos, entre los que se halla la vertiente socioemocional.
Somos conscientes de algunas limitaciones del presente estudio como el que la muestra se haya recolectado solo con estudiantes universitarios de tres ciudades, por lo que sería deseable una muestra más amplia que permitiera generalizar los resultados a estos tres países. Esto permitiría, por ejemplo, que la estrategia preventiva multimodal desplegable desde las instituciones universitarias frente a la inadaptación social del alumnado pudiese organizarse diferencialmente, a tenor del contexto cultural iberoamericano concreto: brasileño, mexicano, español. Asimismo, sería conveniente realizar estudios correlacionales a fin de determinar la adaptación social del alumnado universitario con otras variables como madurez emocional o sentido de autoeficacia. Sería conveniente, además, ampliar el estudio a otros campos disciplinares.
Teniendo en consideración las limitaciones anteriores, los presentes hallazgos son de especial relevancia al permitir un mayor entendimiento del fenómeno de la (in)adaptación social en los universitarios en relación con diferentes aspectos personales, académicos y sociales, de cara a su potencial prevención o intervención, ajustada a la idiosincrasia cultural de cada país.
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Este artículo es fruto del Proyecto de Investigación: “Adaptación social en universitarios iberoamericanos: un análisis transcultural en Brasil, España y México”, realizado con apoyo de la Asociación Española de Medicina y Salud Escolar y Universitaria y de la Asociación Iberoamericana de Salud Escolar (Madrid).
Agradecimientos
Agradecemos a la Dra. Marlúcia Menezes de Paiva (UFRN) haber facilitado el acceso a la muestra de estudiantes brasileños y al Dr. Pedro L. Cuesta Álvaro (UCM) su ayuda en el tratamiento estadístico de los datos.
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Editor de sección: Xavier Rambla https://orcid.org/0000-0003-1634-4003
Fechas de Publicación
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Publicación en esta colección
10 Jun 2024 -
Fecha del número
2024
Histórico
-
Recibido
03 Nov 2023 -
Acepto
11 Abr 2024