Este artículo presenta un relato de una experiencia realizada a lo largo de dos años con ancianos frecuentadores de un centro de convivencia. A partir de la inserción en la institución y del análisis crítico acerca de los agenciamientos subjetivos engendrados en el ambiente institucional, surgió a la necesidad de pensar una modalidad diferenciada de atención a la demanda de esa población. Se propuso la construcción de un espacio de circulación por otros territorios, así como el encontrarse en experimentaciones jamás imaginadas. Así, tal ansia se materializó bajo la forma de “oficinas de paseos”, realizadas por circuitos urbanos, con la intención de crear espacios de resignificación. Los resultados alcanzados mostraron que los ancianos atendidos en la oficina pasaron a percibir que pueden transcender lo dado, y de experimentar como sujeto el acto de los pueblos nómades: existir en un constante movimiento de desterritorializarse y se reterritorializar. En fin, vivir la humanidad en aquello que esta tiene de singular: la posibilidad de, cada nuevo día, reinventarse.
Integración social; Circuitos urbanos; Ancianos; Calidad de vida
