RESUMEN
La crisis actual de la izquierda me ha llevado a meditar sobre la crisis de los comunistas cuando, en el fatídico XX Congreso del Partido Comunista de la Unión Soviética (PCUS), en febrero de 1956, Khrushchov denunció oficialmente el estalinismo. La denuncia fue encubierta por la burocracia partidaria, pero Pasolini no se calló. Fue acusado de comunista herético, extremista cultural. Actualmente, casi todos reconocen que sus versos tenían razón: “el dolor / de que ustedes no están más en el primer frente / sería más puro, si en la hora / en que el error, aun siendo puro, se paga / tuviesen la fuerza de confesarse culpables” (Las cenizas de Gramsci). El poeta, delante de la pobre y severa tumba de Gramsci, no se avergonzó de la acusación, aunque no concordaba con cierto misticismo cultural presente en la fórmula de la Revista Ragionamenti. Una cultura extrema, o máxima, para todo el proletariado del campo y de la ciudad, es la auténtica estrategia gramsciana de hegemonía civil, integrando la lucha política con la refinada cultura de los clásicos.
PALABRAS CLAVE:
Pasolini; Gramsci; crisis política; hegemonia; cultura extrema