Open-access Transmisión intergeneracional de la edad al primer nacimiento de madres a hijos e hijas en Uruguay*

Transmissão intergeracional da idade ao primeiro nascimento de mães para filhos e filhas no Uruguai

Intergenerational transmission of age at first birth from mothers to child in Uruguay

Resumen

Varios estudios han demostrado la transmisión intergeneracional de la edad al nacimiento del primer hijo de madres hacia su descendencia. Sin embargo, en América Latina y el Caribe, el conocimiento sobre este proceso es limitado. Este estudio busca contribuir a la literatura regional al analizar la transmisión intergeneracional de la edad al nacimiento del primer hijo en Uruguay. Usando datos de la Encuesta Nacional de Comportamientos Reproductivos (2015), se aplicó el análisis de historia de eventos para evaluar el riesgo de experimentar el primer nacimiento, y modelos de regresión logística de tiempo discreto para identificar diferencias según las características socioeconómicas de las personas encuestadas y sus madres, así como los atributos de los hogares en los que fueron criados. Los resultados indican que la edad al primer hijo de las madres influye significativamente en la edad al primer hijo de los encuestados, tanto en varones como en mujeres, manteniéndose esta relación incluso al controlar por factores como la edad, ascendencia étnico-racial, lugar de residencia (Montevideo o fuera de la capital) y nivel educativo.

Palabras clave:
Fecundidad; Transmisión intergeneracional; Edad al primer nacimiento; Uruguay

Resumo

Vários estudos demonstraram a transmissão intergeracional da idade no nascimento do primeiro filho das mães para seus descendentes. No entanto, na América Latina e no Caribe, o conhecimento sobre esse processo é limitado. O presente estudo busca contribuir para a literatura regional analisando a transmissão intergeracional da idade no nascimento do primeiro filho no Uruguai. Usando dados da Pesquisa Nacional de Comportamentos Reprodutivos (2015), aplicou-se a análise de história de eventos para avaliar o risco de experimentar o primeiro nascimento e foram utilizados modelos de regressão logística de tempo discreto para identificar diferenças com base nas características socioeconômicas dos entrevistados e suas mães, bem como os atributos dos lares onde foram criados. Os resultados indicam que a idade da mãe no nascimento do primeiro filho influencia significativamente a idade em que os entrevistados tiveram seu primeiro filho, tanto para homens quanto para mulheres, e essa relação se mantém mesmo ao controlar fatores como idade, origem étnico-racial, local de residência (Montevidéu ou fora da capital) e nível educacional.

Palavras-chave:
Fertilidade; Transmissão intergeracional; Idade ao primeiro nascimento; Uruguai

Abstract

Several studies have shown the intergenerational transmission of the age at first childbirth from mothers to their offspring. However, in Latin America and the Caribbean, knowledge about this process is limited. This study aims to contribute to the regional literature by analyzing the intergenerational transmission of the age at first childbirth in Uruguay. Using data from the National Survey of Reproductive Behaviors (2015), event history analysis was applied to assess the risk of experiencing the first birth, and discrete-time logistic regression models were used to identify differences based on the socioeconomic characteristics of the respondents and their mothers, as well as the attributes of the households where they were raised. The results indicate that the mother’s age at first birth significantly influences the age at which respondents had their first child, for both men and women, and this relationship holds even when controlling for factors such as age, ethnic-racial background, place of residence (Montevideo or outside the capital), and educational level.

Keywords:
Fertility; Intergenerational transmission; Age at first birth; Uruguay

Introducción

La edad de inicio a la vida reproductiva, concretamente la edad al nacimiento del primer hijo, tiene impactos en las trayectorias de vida tanto sobre los progenitores y como su descendencia (Barber, 2000; Furstenberg, 2014). Los estudios sobre estos impactos están focalizados en su mayoría en el proceso de transmisión desde las madres hacia sus hijos y en particular en la relación entre la maternidad a menores edades y un conjunto de desventajas como malos resultados de salud durante y después del embarazo, bajo nivel educativo, escasa vinculación con el mercado laboral, bajos ingresos, dependencia de la asistencia pública e inestabilidad conyugal (Furstenberg, 2003; Geronimus; Korenman, 1993; Hoffman; Foster; Furstenberg, 2015), por mencionar los principales. También evidencian que las y los hijos de madres más jóvenes comienzan la vida con una plétora de desventajas que comprometen su desarrollo en la infancia y sus logros posteriores (Cherry; Dillon, 2014; Furstenberg, 2003; Markovitz et al., 2005; Pinzon; Jones, 2012). Aunque no hay evidencia concluyente sobre si estas desventajas se deben a la edad de la madre al momento del nacimiento del hijo o hija, al contexto en el que se encuentra, o a una combinación de ambos factores, sí hay estudios que señalan la transmisión intergeneracional de la maternidad a edades tempranas como un factor que contribuye a la perpetuación de la pobreza y la desigualdad (Kiernan; Hobcraft, 2001; McLanahan, 2004; McLanahan; Jacobsen, 2015).

La influencia de madres y padres en la vida de sus hijos ha sido estudiada desde varias disciplinas, especialmente en relación con los logros educativos y ocupacionales (Chetty et al., 2014). Dado que los efectos intergeneracionales pueden reforzar (o amortiguar) la desigualdad entre generaciones (Bernardi; Boertien, 2017; Mare, 2016), las disparidades en la transición a la adultez y las relaciones intergeneracionales también pueden conducir a resultados desiguales entre madres e hijos (Castro; Ruiz-Ramos, 2023).

Desde finales de la década del setenta y hasta 2013, la edad de entrada a la maternidad en Uruguay permaneció casi inalterada en torno a los 24 años (Cabella; Nathan, 2018; Cabella; Pardo, 2014; Nathan; Pardo; Cabella, 2016). Esta estabilidad en la edad promedio al primer nacimiento fue respuesta a la fuerte polarización social del comportamiento reproductivo entre estratos socioeconómicos (Nathan, 2013; Varela Pepito et al., 2014; Varela Petito et al., 2008). Mientras se registró una creciente postergación de la maternidad en estratos medio-altos, principalmente entre las mujeres con mayor nivel educativo, donde se presentaron los principales cambios en cuanto a la inserción en el mercado laboral, en los estratos más desfavorecidos no hubo modificaciones en este indicador (Nathan, 2014). Un aspecto a destacar es que estudios recientes han evidenciado cambios significativos en la edad al primer hijo (Cabella et al., 2024). Estos autores muestran que la edad media al primer nacimiento en Uruguay aumentó de 24,9 a 26,4 años entre 2016 y 2021, junto con una reducción en la fecundidad adolescente. Estos cambios se enmarcan en una transformación más amplia de la fecundidad en el país, históricamente caracterizada por niveles por debajo de los usuales para la región latinoamericana. En los últimos años, sin embargo, la fecundidad total ha experimentado una pronunciada caída, alcanzando niveles de lowest-low fertility, lo que refleja una modificación significativa de las dinámicas reproductivas (Cabella et al., 2024). Si bien estos cambios recientes en la edad al primer hijo y en la fecundidad en Uruguay son relevantes para comprender las tendencias demográficas actuales, no pueden ser incorporados plenamente en el análisis de este estudio. Esto se debe a que se trata de un fenómeno aún en desarrollo, ya que muchas mujeres de las cohortes afectadas por estas transformaciones siguen en la etapa de toma de decisiones reproductivas. En este sentido, la evaluación de la transmisión intergeneracional del comportamiento reproductivo requiere un horizonte temporal más amplio que permita observar con mayor claridad los patrones consolidados a lo largo del ciclo de vida.

El principal factor que contribuyó a la estabilidad de la edad al primer nacimiento en Uruguay, al igual que en América Latina y el Caribe, fue la persistencia de altos niveles de fecundidad adolescente. Según los datos de World Population Prospects (United Nations, 2022), en la década de 2010, la tasa de fecundidad adolescente (mujeres entre 15 y 19 años) en América Latina, el Caribe y Uruguay superaba el 60 ‰, proporciones considerablemente más altas que las observadas en Europa (9 ‰) o en Estados Unidos (alrededor de 20 ‰). En la región, la maternidad a edades tempranas ha estado asociada con un inicio sexual precoz, con el acceso limitado a métodos anticonceptivos desde el comienzo de la vida sexual y con la falta o el acceso restringido al aborto legal (Rodríguez Vignoli, 2008; Rodríguez Vignoli; Cobos, 2014). En el caso de Uruguay, hay evidencia contundente que vincula la maternidad a edades tempranas con hogares de crianza con bajos niveles educativos, escasa o nula participación en el mercado laboral y condiciones de vulnerabilidad socioeconómica (Amarante; Perazzo, 2009; Fostik, 2014; Varela Petito; Fostik; Fernández Soto, 2012; Varela; Tenenbaum; Lara, 2011).

El objetivo general de este trabajo es determinar la existencia de la transmisión intergeneracional de la edad al primer nacimiento entre madres e hijos en Uruguay. Para esto se trabaja con dos objetivos específicos: 1) describir el vínculo entre la edad de comienzo reproductivo de las mujeres y varones uruguayos y la edad a la que sus madres tuvieron su primer hijo, y 2) analizar cómo ese vínculo, al incorporar factores socioeconómicos y características de los individuos como el nivel educativo de la madre y del propio individuo, la cantidad de hermanos, el lugar de residencia actual y la edad de los individuos, con el fin de explorar las posibles influencias sobre este patrón intergeneracional. El análisis se basa en datos de personas nacidas entre 1970 y 1997, quienes fueron encuestadas en 2015 en Uruguay.

Transmisión intergeneracional del comportamiento reproductivo: una revisión de la literatura

Los estudios sobre la transmisión de la edad al nacimiento del primer hijo, que se han basado principalmente en el análisis de cohortes reproductivas completas de varones y mujeres, han evidenciado que cuanto más joven es la madre de los encuestados al momento del primer nacimiento más pronto ocurre el inicio de la vida reproductiva de sus hijos (Bernardi; White, 2010; Högnäs; Grotta, 2019; Morosow; Trappe, 2018; Riise;Dommermuth; Lyngstad, 2016; Stanfors; Scott, 2013; Steenhof; Liefbroer, 2008).

A pesar de que hay evidencia de que la transmisión de la edad al nacimiento del primer hijo se da a lo largo de todo el ciclo de vida, muchos estudios se han enfocado en el estudio específico de la maternidad a edades más tempranas, ya que parecería ser la de mayor fuerza en la transmisión (Balbo; Billari; Mills, 2013; Furstenberg, 2003; Kim, 2014; Machado; Mora; Olivo, 2021).

Para estudiar la transmisión del comportamiento reproductivo se considerarán dos canales de transmisión: los relacionados con el estatus socioeconómico y los vinculados al proceso de socialización (Morosow; Trappe, 2018). La transmisión intergeneracional del comportamiento reproductivo a través del estatus socioeconómico sugiere que los hijos heredan de sus padres posiciones en la estructura social. En este sentido, los hijos reciben indirectamente pautas de conducta, incluyendo las reproductivas, a través de los recursos educativos, económicos y culturales disponibles en el hogar. Así, compartir una misma posición social influye en la adopción de comportamientos reproductivos similares a los de los padres (Kim, 2014; Morosow; Trappe, 2018). Para operacionalizar esta transmisión, la literatura utiliza indicadores como el nivel educativo de los padres, el clima educativo del hogar de origen y la ocupación y la condición laboral de los progenitores.

Los hallazgos sobre la transmisión intergeneracional de comportamientos reproductivos tienen implicaciones relevantes para la hipótesis de polarización reproductiva, planteada en estudios sobre fecundidad en países desarrollados (McLanahan, 2004; McLanahan; Jacobsen, 2015) y sustentada por variados estudios hechos en Uruguay (Cabella, 2009; Fostik, 2014; Nathan, 2013; Videgain, 2012). En este contexto, el papel de la educación en las decisiones de fecundidad y, por ende, en la edad de ingreso a la maternidad, es crucial (Rendall et al., 2010; Sobotka, 2010; Steenhof; Liefbroer, 2008). Las personas con mayor estabilidad laboral o con ocupaciones más prestigiosas tienden a retrasar la maternidad, lo que establece una relación directa entre educación y planificación familiar (Högnäs; Grotta, 2019; Rijken; Liefbroer, 2009; Stanfors; Scott, 2013).

Respecto a la socialización como canal explicativo de la transmisión del comportamiento reproductivo, Barber (2000) sostiene que los valores, creencias y actitudes transmitidos en la familia de origen durante la crianza tienen un impacto significativo en las pautas reproductivas que los individuos adoptarán al formar sus propios hogares. Los hijos pueden replicar las preferencias de sus padres, ya que tanto las de estos últimos como las suyas propias habrán sido moldeadas por las mismas fuerzas sociales (Barber, 2000). Un instrumento utilizado comúnmente en la literatura para operacionalizar la socialización entre padres e hijos es el tamaño del hogar de origen, medido a partir del número de hermanos (Anderton et al., 1987; Kim, 2014; Riise; Dommermuth; Lyngstad, 2016; Rijken; Liefbroer, 2009; Stanfors; Scott, 2013; Steenhof; Liefbroer, 2008). Esto puede explicarse porque las madres con muchos hijos prefieren que sus propios hijos también tengan familias numerosas y los alientan a comenzar a tener hijos a edades tempranas, o, incluso, los niños podrían modelar sus preferencias sobre el tamaño de la familia en función de su deseo de crecer en un hogar numeroso, lo que los impulsaría a comenzar su etapa reproductiva temprano (Barber, 2001). La evidencia muestra que especialmente las hijas de madres jóvenes tienden a convertirse ellas mismas en madres jóvenes, en parte por haber crecido en familias grandes con muchos hermanos (Barber, 2001).

La revisión de la literatura también destaca otros atributos importantes del hogar de origen en cuanto a aspectos de socialización. En primer lugar, se observa que el orden de nacimiento es relevante, ya que los primogénitos tienden a reproducir más fielmente la edad al primer hijo de sus padres, en comparación con sus hermanos menores (Högnäs; Grotta, 2019; Kim, 2014; Riise et al., 2016; Stanfors; Scott, 2013; Steenhof; Liefbroer, 2008). Además, se identifican dos factores clave en los antecedentes que se incorporarán en este estudio. Siguiendo el análisis de Kim (2014), se incluye la ascendencia étnico-racial como un aspecto crucial para comprender el proceso de socialización. En este sentido, se observa un efecto significativo y positivo de la transmisión de la edad al primer hijo entre mujeres y varones de origen blanco en Estados Unidos, y un efecto significativo solo para las mujeres afrodescendientes. En otras palabras, estas últimas tienen mayor probabilidad de tener un primer hijo a edad temprana si sus madres también lo tuvieron, mientras que no se encontró evidencia de este patrón para los hombres afrodescendientes (Kim, 2014, p. 660). Asimismo, el entorno de socialización, en particular el lugar de residencia, juega un papel fundamental en la transmisión intergeneracional de la edad al primer hijo, ya que los patrones reproductivos varían según el contexto geográfico (Kim, 2014; Stanfors; Scott, 2013; Morosow; Trappe, 2018).

Es importante establecer un aspecto central presente en los estudios de transmisión intergeneracional de los comportamientos reproductivos: las diferencias de género en este proceso. Barber (2000) ha señalado que las preferencias maternas pueden variar según el género de hijos e hijas, lo que podría explicar las diferencias de género en el inicio de la vida reproductiva. Los estudios que incorporan el enfoque de roles de género han mostrado que las mujeres, al estar más involucradas en la esfera familiar que los varones, tienden a repetir con mayor frecuencia los modelos parentales en términos reproductivos (Beaujouan; Solaz, 2019; Barber, 2001). Este fenómeno se debe, en parte, a que las mujeres están más expuestas a las influencias sociales y familiares que modelan sus actitudes y comportamientos reproductivos (Barber, 2001).

Por otro lado, las normas de género vigentes en cada país afectan los procesos familiares y pueden generar divergencias en las trayectorias reproductivas de varones y mujeres, influyendo en las decisiones reproductivas y las posibilidades individuales dentro de las parejas. Estas diferencias son particularmente relevantes en el contexto de la segunda transición demográfica (STD), que describe los cambios en los patrones reproductivos y familiares. Según esta teoría, las transformaciones en la fecundidad y en la formación de la familia son impulsadas sobre todo por cambios en los valores y las normas sociales, aunque también se ven influenciadas por factores económicos y estructurales (Bavel; Kok, 2009; Van Bavel et al., 2018; Zhou, 2022).

A pesar de estos avances, persiste una heterogeneidad en las transformaciones de género (Esping-Andersen; Billari, 2015; McDonald, 2000; McDonald et al., 2013), aspecto que se aborda en este trabajo a través de un análisis diferenciado entre mujeres y varones que permite estudiar los comportamientos reproductivos de manera más detallada.

Datos y métodos

Para el análisis se utiliza la Encuesta Nacional de Comportamientos Reproductivos (ENCoR), una encuesta telefónica del Instituto Nacional de Estadística (INE) a una submuestra aleatoria de la Encuesta Continua de Hogares (ECH) de 2015.1 La ENCoR relevó información sobre las intenciones, preferencias y decisiones reproductivas de las mujeres y varones de entre 15 y 44 años, residentes en hogares particulares en localidades urbanas de todo el territorio nacional. Las personas fueron entrevistadas entre noviembre de 2015 y marzo de 2016, y la muestra efectiva fue de 1583 varones y 1904 mujeres (Instituto Nacional de Estadística, 2015).

Con el objetivo de aprovechar el tipo de información retrospectiva que permite conocer algunos aspectos de la historia reproductiva de las personas encuestadas, se utilizan técnicas de historia de eventos: el método producto Kaplan-Meier para analizar la edad al primer hijo, y, por otro lado, se estiman modelos logísticos de tiempo discreto para modelar el riesgo de tener un primer hijo a cada edad y estudiar cómo la edad de inicio reproductivo de la madre, junto con las demás variables independientes, afecta ese riesgo. Es importante destacar que estos modelos no estiman directamente la edad en que las personas tienen su primer hijo, sino el riesgo de que este evento ocurra en un determinado momento a lo largo del tiempo.2

La variable dependiente del modelo es el tiempo transcurrido desde los 15 años hasta la edad al primer hijo o al momento de la encuesta para las personas que no tenían hijos. En total, hubo 805 casos censurados (personas sin hijos) y 1599 casos con hijos. Se considera en el análisis los años vividos tanto de quienes experimentaron el evento de interés (tener un primer hijo) como de quienes aún no lo han hecho, a quienes se les asigna su edad actual para mantenerlos en el set de riesgo.

Las variables independientes incorporadas en el análisis: edad al primer hijo de la madre de las personas encuestadas que fue categorizada en dos grupos de edad.3 El primer grupo reúne a las personas cuyas madres tuvieron su primer hijo hasta los 23 años (maternidad temprana) y el segundo agrupa a quienes declararon que sus madres tuvieron su primer hijo a los 24 años o años (maternidad tardía). La evidencia para Uruguay muestra que existe estabilidad de este indicador entre las sucesivas cohortes (Nathan, 2014), y, por lo tanto, es considerado apropiado en la población uruguaya para sintetizar los dos comportamientos reproductivos que han caracterizado la fecundidad.

Se destacan dos aspectos importantes respecto a esta variable independiente clave. En primer lugar -como se mencionó en la introducción-, en los últimos años se ha observado un retraso en la edad al primer hijo, lo cual debe ser incorporado al análisis para las cohortes de adolescentes. En segundo lugar, la edad al primer hijo del padre no se ha abordado debido a la falta de preguntas pertinentes en la base de datos utilizada. Es importante señalar que este aspecto sí se incluye en la literatura internacional, donde se han observado resultados significativos (Kim, 2014; Riise; Dommermuth; Lyngstad, 2016; Rijken; Liefbroer, 2009; Steenhof; Liefbroer, 2008).

Las variables independientes consideradas se dividen en tres bloques. En primer lugar, las relativas a las características sociodemográficas individuales (cohorte de nacimiento -1971/1980, 1981/1992-, la ascendencia étnico-racial, medida por una variable que indica si la persona se identifica o no como afrodescendiente, y la residencia geográfica, que señala si la persona vive en Montevideo o fuera de la capital). En segundo lugar, las variables relacionadas con el estatus socioeconómico, que se enfocan en el nivel educativo tanto de la madre como de la persona entrevistada, clasificados en bajo, medio y alto. Dado que no se dispone de información sobre la edad y fecha de nacimiento de la madre, y teniendo en cuenta que la expansión educativa varía significativamente entre las generaciones de madres de los encuestados debido a los avances en la educación a lo largo del tiempo, el efecto de cohorte sobre el nivel educativo se aborda mediante exigencias diferenciadas para clasificar a los encuestados y sus madres en los niveles educativo bajo, medio y alto (Cardozo, 2018; Urraburu, 2019). De esta manera, para los encuestados, el nivel educativo bajo corresponde a hasta 9 años de escolarización aprobada, lo que incluye la educación primaria y el ciclo básico de la secundaria. El nivel medio abarca hasta 12 años, es decir, la educación secundaria completa, y el nivel alto corresponde a 13 o más años de escolarización, lo que incluye estudios universitarios o superiores. En cuanto a las madres, se considera nivel educativo bajo hasta 6 años de escolarización aprobada (primaria incompleta), nivel medio hasta 9 años (primaria completa y ciclo básico de secundaria), y nivel alto para aquellas que reportaron 9 o más años de escolarización aprobada, lo que implica haber cursado educación secundaria superior o más.

En tercer lugar, y referente al canal de transmisión vinculado con el proceso de socialización, se incorpora una variable categórica que da cuenta de la cantidad de hermanos de la persona entrevistada.4

Resultados

El análisis descriptivo, que presenta la proporción acumulada de personas que ingresan a la vida reproductiva utilizando el método Kaplan-Meier, muestra que las mujeres lo hacen a edades más tempranas que los varones en todas las franjas etarias (Gráfico 1). Estos resultados coinciden con la evidencia previa, que también ha identificado diferencias similares entre varones y mujeres en cuanto al inicio de la vida reproductiva (Fostik; Laplante, 2014; Nathan, 2013; Varela Petito; Fostik; Fernández Soto, 2012; Varela Petito et al., 2008; Videgain, 2007).

GRÁFICO 1
Proporción acumulada de personas que experimentaron el evento tener el primer nacimiento, según sexo Uruguay - 2015

Por otra parte, el mismo el análisis, pero esta vez controlando por la edad de la madre al primer nacimiento (maternidad temprana y tardía) y sexo, insinúa que el calendario reproductivo es un rasgo que se transfiere de generación en generación. En efecto, las personas cuyas madres tuvieron su primer hijo a edades tempranas evidencian a cada edad mayores proporciones acumuladas de haber experimento el evento. En otras palabras, se observa que quienes nacieron de madres que tuvieron jóvenes su primer hijo tienen en promedio mayor riesgo de repetir el patrón de inicio temprano de la maternidad, y que, quienes nacieron de mujeres con un inicio tardío de la fecundidad presentan mayor riesgo de tener su primer hijo más adelante. Este patrón se mantiene tanto para mujeres como para varones. En el caso de estos últimos, el riesgo de postergación es levemente más marcado para los hijos de madres tardías, y en las mujeres hay un claro inicio temprano de las hijas de madres jóvenes (Gráfico 2). Cabe destacar que la edad de la madre al primer hijo supera la diferencia entre sexos: las mujeres que son hijas de madres con fecundidad tardía tienen menor riesgo de tener el primer hijo a lo largo de sus vidas, en comparación con los varones que son hijos de madres con fecundidad precoz.

GRÁFICO 2
Proporción acumulada de personas que experimentaron el evento tener el primer nacimiento según sexo por edad a la que su madre tuvo el primer hijo Uruguay - 2015

La Tabla 1 presenta las edades a las que el 25 %, el 50 % y el 75 % de varones y mujeres tiene riesgo de tener su primer hijo según la edad a la que su madre comenzó la maternidad. En el caso de los varones se muestra una diferencia de 6 años (de 36 a 42 años) en el tercer cuartil de la edad de inicio de la paternidad. En el caso de las mujeres, el 75 % de las hijas de madres jóvenes lo fueron a los 32 años, mientras que el 75 % de las hijas de madres tardías lo hacen a los 37 años.

TABLA 1
Cuartiles del riesgo de tener un primer nacimiento según la edad a la que la madre tuvo su primer hijo Uruguay - 2015

Los resultados descriptivos, obtenidos a partir del método de Kaplan-Meier, permitieron identificar las primeras señales de la existencia de transmisión intergeneracional de la edad de inicio de la maternidad/paternidad en la población uruguaya. Los resultados sugieren que esta transmisión se comporta diferencialmente según sexo producto de un mayor adelantamiento en términos globales para mujeres que para varones profundizado por la experiencia de comienzo temprano de las madres de los encuestados y encuestadas.

En segundo lugar, este apartado de resultados presenta las regresiones de los modelos logísticos con tiempo discreto. Esos se estiman de manera separada para mujeres y varones, y las covariables se incluyen de manera secuencial para poder identificar la relación de cada uno de los canales de trasmisión con la variable dependiente.5 En primer lugar, se estudia si existe transmisión intergeneracional de la edad al primer nacimiento para lo cual se incluye solo la edad de la madre al primer nacimiento como variable independiente (modelo 1). En un segundo lugar, se amplía el análisis buscando determinar si el efecto de la trasmisión intergeneracional se sostiene una vez que se integran los factores sociodemográficos, socioeconómicos y de socialización a partir de las características de los hogares de origen (modelos 2, 3 y 4). Finalmente, el modelo 5 estima de manera conjunta todos los factores analizados.

TABLA 2
Coeficientes odds ratio de la duración al riesgo de tener un primer nacimiento. Regresiones logísticas de tiempo discreto. Varones de 23 a 44 años Uruguay - 2015
TABLA 3
Coeficientes odds ratio de la duración al riesgo de tener un nacimiento. Regresiones logísticas de tiempo discreto. Mujeres de 23 a 44 años Uruguay - 2015

Los resultados de los modelos muestran una relación significativa entre la edad al primer hijo de los encuestados y la de sus madres, tanto para varones como para mujeres. En términos generales, se observa que las personas cuyas madres tuvieron su primer hijo a una edad tardía (después de los 24 años) tienden a esperar más tiempo para tener los suyos. Es decir, cuanto más alta es la edad de la madre al primer nacimiento, mayor es la probabilidad de que sus hijos pospongan la paternidad/maternidad. Los varones cuyas madres tuvieron a su primer hijo de manera tardía (después de los 24 años) tienen 31 % menos probabilidad de tener su primer hijo a una edad temprana en comparación con aquellos cuyas madres experimentaron maternidades jóvenes (odds ratio de 0,69 en Tabla 2). Aunque el efecto disminuye en los modelos con más controles sigue siendo significativo, indicando una relación robusta entre la edad materna al primer hijo y la edad de paternidad temprana en los varones. Para las mujeres se encontró evidencia similar siendo que las mujeres cuyas madres tuvieron a su primer hijo de manera tardía tienen 38 % menos probabilidad de ser madres jóvenes (odds ratio de 0,62 en Tabla 3). Este efecto también disminuye en modelos posteriores, pero sigue siendo relevante.

Este patrón apoya la hipótesis de que en Uruguay existe una transmisión intergeneracional de la edad al primer nacimiento.

El modelo 2 -una vez incluidas las variables sociodemográficas- muestra las personas nacidas entre 1971-1980 (cohorte de referencia) tienen una probabilidad 20 % y 10 % mayor de retrasar el comienzo del primer hijo, para varones (modelo 2a) y mujeres (moldeo 2b), en comparación con las nacidas entre 1981 y 1992. Cabe destacar que la ascendencia étnico-racial fue significativa solo para las mujeres y que presenta el signo esperado, ya que quienes se consideran afrodescendientes adelantan el comienzo reproductivo en relación con sus pares que declaran no tener ascendencia afro.

Al incorporar el efecto de la educación propia y de la madre en el modelo 3 se mantiene el resultado de asociación entre la edad al primer hijo y la edad a la que su madre tuvo su primer hijo. El análisis de las variables educativas muestra que, en Uruguay, mayores niveles educativos se asocian con mayores riesgos de atrasar el nacimiento del primer hijo tanto en mujeres como en varones. En particular, el modelo 3b revela que las mujeres con un nivel educativo alto tienen un riesgo significativamente menor de tener su primer hijo en comparación con aquellas de nivel educativo bajo (odds ratio de 0,39 en el modelo 3b, Tabla 3). En el caso de los varones, se observa un patrón similar, aunque las diferencias entre quienes tienen niveles educativos medios son menores que las observadas entre las mujeres (odds ratio de 0,46 en el modelo 3a, Tabla 2).6 El modelo 4 muestra que el tamaño del hogar de origen influye en las razones de probabilidades de tener un hijo a una edad determinada, tanto en varones como en mujeres. En ambos sexos, tener dos o más hermanos se asocia con mayores razones de probabilidades de iniciar la vida reproductiva en comparación con quienes no tuvieron hermanos (modelos 4a en la Tabla 2 y 4b en la Tabla 3).

Por último, en los modelos 5a y 5b, que incluyen las covariables de manera conjunta, se observa que la transmisión intergeneracional de la edad del primer hijo de las madres de los encuestados es significativa. En este contexto, el riesgo de comenzar la vida reproductiva es aproximadamente 16 % menor para los hijos e hijas de madres que tuvieron su primer hijo a edades tardías.

Discusión de los resultados

Uruguay atraviesa un proceso de transformación en los patrones familiares que ha impactado significativamente en la fecundidad, convirtiendo la natalidad en un tema de creciente interés en el debate público y político. A pesar de estos cambios, hasta ahora los estudios sobre la edad al primer nacimiento en el país no habían abordado la relación entre la edad al primer hijo de una generación y la de la siguiente. Los resultados de este trabajo evidencian una transmisión intergeneracional en la edad al primer hijo tanto en varones como en mujeres en Uruguay. En particular, se observa que las personas cuyas madres lo fueron de manera tardía tienen un 16 % menos de riesgo de iniciar su vida reproductiva a edades tempranas. Estos resutlados están alineados con estudios anteriores (Högnäs; Grotta, 2019; Kim, 2014; Riise et al., 2016; Steenhof; Liefbroer, 2008) en los que se evidencia que cuanto mayor es la edad de la madre al nacimiento de su primer hijo, menor es la probabilidad de que sus hijos tengan un primer hijo a edad temprana.

Los resultados presentados evidencian similitudes y diferencias entre varones y mujeres. En el caso de las mujeres, la probabilidad de ser madres a menores edades disminuye si sus madres lo fueron tardíamente si residen en Montevideo, son afrodescendientes y alcanzaron mayores niveles educativos. Entre los varones, la probabilidad de ser padres a edades más tempranas disminuye si pertenecen a una cohorte más joven (1981-1992), si sus madres lo fueron tardíamente y si tienen un nivel educativo más alto.

La relevancia de la transmisión se mantiene aun si se consideran otros factores como la cohorte de nacimiento, la ascendencia étnico-racial, la residencia geográfica y la educación de las personas entrevistadas.

En lo referente a la educación los resultados de los modelos multivariados refuerzan la evidencia de otros estudios internacionales, como los de los países nórdicos, que indican que la correlación intergeneracional en los comportamientos reproductivos es más fuerte cuando no se controla por el nivel educativo, aunque persiste incluso al tener en cuenta ese control (Kim, 2014; Riise; Dommermuth; Hovde, 2016), lo que implica que la transmisión del estatus educativo es un factor determinante en la edad al primer nacimiento, pero no explica completamente la correlación entre las generaciones. Estos resultados son consistentes con estudios previos a nivel nacional, que han encontrado que las mujeres con más educación tienden a posponer su maternidad hacia edades más tardías (Cardozo; Iervolino, 2009; Nathan, 2013, 2014; Varela Petito et al., 2008; Videgain, 2007).

Es importante destacar que el hecho de que la educación formal alcanzada por la madre no haya resultado significativa ni para mujeres ni para varones se puede deber a que la influencia de la educación ya se haya incorporado en la fuerte correlación entre el nivel educativo de las personas y la edad al comienzo reproductivo (Nathan, 2013; Urraburu, 2019).

La residencia en la capital de Uruguay solo resultó significativa para mujeres (modelo 2b). Los resultados en términos del lugar de residencia coinciden con lo analizado en Varela Petito, Fostik y Fernández Soto (2014) y en Varela Petito et al. (2008) en tanto el riesgo de tener un hijo entre mujeres y varones se reduce para quienes residen en Montevideo en relación con quienes residen en el resto del país.

Un aspecto que merece ser destacado en el análisis conjunto es la persistencia del efecto de la pertenencia étnico-racial en el modelo para las mujeres. El efecto positivo y significativo sobre la edad al primer nacimiento entre quienes se perciben afrodescendientes se mantiene incluso al incorporar el resto de las variables, y, aun considerando la educación propia y la materna, este efecto persiste. Esto es relevante, ya que se podría argumentar que la adopción de pautas tempranas de fecundidad entre las mujeres afrodescendientes refleja su posición social y las limitadas oportunidades educativas y laborales a las que tienen acceso. El hecho de que este efecto sea significativo solo en el caso de las mujeres y se mantenga en el modelo conjunto sugiere la existencia de potentes mecanismos de transmisión de pautas reproductivas entre madres e hijas dentro de la población afro en Uruguay. Este hallazgo es consistente con estudios hechos en Estados Unidos (Geronimus, 1992) y replicados en otros países (Goisis; Sigle-Rushton, 2014), que utilizan la weathering hypothesis para explicar la persistencia de la temprana maternidad entre mujeres afroamericanas y otras minorías desfavorecidas, en contextos donde se observa una fuerte postergación de la edad al primer hijo.

La incorporación de la cantidad de hermanos fue significativa al ser tratada individualmente en coincidencia con los hallazgos de Kim (2014), Rijken y Liefbroer (2009), y Steenhof y Liefbroer (2008). De acuerdo con la literatura, este indicador refleja aspectos vinculados a la socialización: crecer en familias numerosas podría alentar a las personas a iniciar su vida reproductiva más temprano, con el objetivo de alcanzar un número de hijos acorde con sus expectativas. Sin embargo, cabe destacar que el modelo final, este perdió significatividad dejando interrogantes a futuro para la incorporación de una mayor gama de variables de socialización durante la infancia.

Este estudio constituye un aporte relevante al análisis del comportamiento reproductivo en Uruguay y la región latinoamericana. Su enfoque intergeneracional añade una dimensión novedosa al estudio de la fecundidad, permitiendo comprender mejor la interacción entre la transmisión de orientaciones socialmente adquiridas y las transformaciones socioeconómicas y culturales que atraviesan las cohortes. No obstante, los recientes cambios en la fecundidad en Uruguay invitan a revisar estos hallazgos en el futuro, considerando la evolución de las decisiones reproductivas de las generaciones más jóvenes. La profundización en estas dinámicas requerirá un seguimiento más detallado de las trayectorias de vida de las personas encuestadas, así como la incorporación de nuevas fuentes de datos que permitan captar con mayor precisión los factores que intervienen en la postergación o anticipación de la maternidad y la paternidad.

Reconocimientos:

No aplicable.

Referencias

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    » https://doi.org/10.1007/s42379-022-00114-z
  • *
    Este artículo se basa en el estudio de Pedetti (2022).
  • Financiamiento:
    No aplicable.
  • Aprobación ética:
    La autora certifica que el trabajo no incluye seres humanos ni animales.
  • Disponibilidad de datos y material:
    El contenido ya está disponible (https://www.ine.gub.uy/).
  • 1
    La base de datos es pública y se encuentra en: https://www.ine.gub.uy/encuesta-de-comportamientos-reproductivos-2015. Si bien el INE es la institución de referencia de la encuesta, en su diseño y trabajo de campo participaron organismos estatales (Ministerio de Desarrollo Social [MIDES] y Ministerio de Salud Pública [MSP]) y la Universidad de la República (Udelar), a través de su Programa de Población.
  • 2
    Los modelos se estiman para las personas de 23 años y más, en el entendido de que incluir las personas de 15 a 22 años podrían generar un sesgo en la estimación producto del relativo poco tiempo de exposición a tener un primer hijo. Se hicieron estimaciones para toda la muestra no evidenciándose grandes variaciones en los valores y significaciones de los modelos presentados.
  • 3
    Se encontró que el 74,9 % de las personas encuestadas conocía la edad a la que su madre había tenido el primer hijo, mientras que el 25,1 % (868 casos) no pudo responder la pregunta espontáneamente. A este grupo se le consultó sobre la ubicación de la respuesta en los tramos indicados por el encuestador, a partir de lo que se obtuvo información de 535 casos (15,5 %) y quedaron 333 casos sin dato (9,6%). Dada la importancia de la variable de edad al primer hijo y la cantidad de datos faltantes, se aplicó el método de imputación múltiple (Rubin, 1987), asumiendo que los datos faltantes son aleatorios (missing at random [MAR]). Este método permite obtener múltiples realizaciones de la distribución condicional de la variable imputada. La imputación se hizo en tres etapas: 1) imputación: se generaron 20 bases de datos completas mediante un modelo de mínimos cuadrados ordinarios que incluye determinantes como sexo, lugar de residencia y nivel educativo; 2) análisis con datos completos: se elaboraron estadísticas descriptivas, pruebas de diferencias de media y análisis de distribución y varianzas en cada base; y 3) agregación: los resultados de las 20 bases se combinaron para obtener una única estimación. En el análisis de sensibilidad de los resultados de Kaplan-Meier, se verificaron el aumento de la varianza relativa media (RVI) y la fracción de información faltante (FMI), así como el número de casos para cada variable en la base original.
  • 4
    En anexo se incluyen para las variables incluidas la cantidad de casos en la encuesta. Se reconoce que algunas de las variables independientes, como el nivel educativo y la residencia geográfica de las personas entrevistadas, pueden haber cambiado a lo largo del tiempo, ya que se refieren a la situación en el momento de la entrevista, mientras que el evento en sí es retrospectivo. Esta discrepancia temporal entre las variables y el evento es una limitación que se discutirá en el análisis, aunque se considera que las características actuales de los individuos tienen una influencia significativa sobre sus decisiones reproductivas.
  • 5
    Se realizó una prueba incluyendo la variable sexo en un modelo combinado con varones y mujeres, la cual resultó estadísticamente significativa, lo que indica diferencias relevantes entre ambos grupos. Sin embargo, para analizar de manera más precisa el inicio de la edad al primer hijo de las personas encuestadas y la edad a la que sus madres tuvieron su primer hijo, se optó por estimar modelos diferenciados por sexo. Para facilitar la identificación, se utilizará la letra “a” para los modelos 1 a 5 correspondientes a varones y la letra “b” para los modelos equivalentes en mujeres.
  • 6
    La variable de educación materna no resultó significativa en los modelos. Se hicieron pruebas específicas sobre la categoría de información no conocida, ya que esta presenta un sesgo hacia personas de estratos socioeconómicos bajos. Para evaluar su impacto, se estimaron modelos alternativos: uno excluyendo estos casos y otro incorporándolos dentro de la categoría de bajo nivel educativo. En ambos casos, los resultados fueron consistentes con el modelo original, sin cambios relevantes en la magnitud de los efectos ni en la significación estadística.

Anexo


Casos en la muestra según atributos. Varones y mujeres de 23 a 44 años Uruguay - 2015

Editado por

  • Editor:
    Bernardo Lanza Queiroz

Disponibilidad de datos

El contenido ya está disponible (https://www.ine.gub.uy/).

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    07 Jul 2025
  • Fecha del número
    2025

Histórico

  • Recibido
    14 Oct 2024
  • Acepto
    24 Abr 2025
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