Open-access ¿Quién cuida a la niña? Provisión de cuidados y estructura de parentesco en América Latina*

Quem cuida da menina? Oferta de cuidados e estrutura de parentesco na América Latina

Who takes care of the girl? Care provision and kinship structure in Latin America

Resumen

Los niveles de fecundidad y de mortalidad pueden definir el tamaño y la estructura de las familias. Las características de la familia determinan a su vez las relaciones de cuidado entre sus integrantes, especialmente hacia las niñas y los niños. Utilizando encuestas de uso del tiempo, datos de fecundidad y mortalidad de tres países latinoamericanos con diferentes perfiles demográficos (Colombia, México y Paraguay) y modelos de parentesco de dos sexos variables en el tiempo, se estimaron los cuidados que reciben los menores considerando las estructuras de parentesco. Hacia 2020, las mujeres de los países analizados dedicaban 2,4 veces más tiempo que los hombres al cuidado de niñas y niños menores, y de esos países, las mujeres mexicanas eran quienes más tiempo le dedicaban a esta tarea. Encontramos que el número de parientes disminuirá en el tiempo y que, por lo tanto, la oferta potencial de cuidados se reducirá por la menor disponibilidad de parientes jóvenes y por el envejecimiento de los cuidadores de más edad. Ante los cambios en las estructuras familiares y por la feminización del trabajo de cuidados, se reconoce la necesidad de implementar sistemas de cuidados que presten servicios integrales y que redistribuyan estas tareas entre los miembros de la familia, la comunidad y el Estado.

Palabras clave: Cuidados de menores; América Latina; Políticas de cuidado; Parentesco; Proyecciones

Resumo

Os níveis de fecundidade e mortalidade podem definir o tamanho e a estrutura das famílias. As características da família determinam as relações de cuidado entre seus membros, especialmente em relação às crianças. Utilizando pesquisas de uso do tempo, dados de fecundidade e mortalidade de três países latino-americanos com perfis demográficos diferentes (Colômbia, México e Paraguai), bem como modelos de parentesco de dois sexos variáveis ao longo do tempo, estimaram-se os cuidados recebidos pelas crianças considerando suas estruturas de parentesco. Até 2020, as mulheres dos países analisados dedicavam 2,4 vezes mais tempo do que os homens ao cuidado de crianças, sendo as mexicanas aquelas que ofereciam mais tempo a essa atividade. Constatamos que o número de parentes diminuirá ao longo do tempo e, portanto, a oferta potencial de cuidados será reduzida devido à menor disponibilidade de parentes jovens e ao envelhecimento dos cuidadores mais velhos. Diante das mudanças nas estruturas familiares e da feminização do trabalho de cuidado, reconhece-se a necessidade de implementar sistemas de cuidado que forneçam serviços abrangentes e redistribuam essas atividades entre os membros da família, da comunidade e do Estado.

Palavras-chave: Cuidados infantis; América Latina; Políticas de cuidado; Parentesco; Projeções

Abstract

Fertility and mortality levels can define the size and structure of families. Family characteristics also determine caregiving relationships among its members, especially towards children. By using time-use surveys, fertility and mortality data from three Latin American countries with different demographic profiles (Colombia, Mexico, and Paraguay), and variable two-sex kinship models, the care received by children was estimated considering their kinship structure. By 2020, women in the studies nations spend 2.4 times more time than men on childcare, with Mexican women devoting the most time to this activity. We estimated that the number of relatives will decrease over time, leading to a reduction in potential caregiving time due to the decreasing availability of young relatives and the aging of older caregivers. Given the changes in family structures and the feminization of caregiving work, there is a recognized need to implement care systems that provide comprehensive services and redistribute these activities among family members, the community, and the state.

Keywords: Childcare; Latin America; Care policies; Kinship; Projections

Introducción

Las tasas de fecundidad y de mortalidad pueden determinar el número esperado de parientes (Goodman; Keyfitz; Pullum, 1974). Por ejemplo, en países con bajas tasas de fecundidad, las familias son más pequeñas y el número de niñas y niños que podrían ser parientes entre sí es menor en comparación con países con niveles de fecundidad más altos (Jiang et al., 2023). Como consecuencia de la transición demográfica, los cambios en la composición etaria han afectado también las estructuras de parentesco, lo cual implica modificaciones en las relaciones dentro y entre las redes familiares (Jiang et al., 2023; Verdery, 2015). A nivel global, se proyecta que el número esperado de parientes disminuya en los próximos años (Alburez-Gutierrez; Williams; Caswell, 2023), por lo que se espera que las relaciones de parentesco se sigan modificando y adaptando a los cambios demográficos y sociales.

La estructura de parentesco determina, entre otros factores, la forma en la que se configuran las redes de cuidados en términos de quiénes necesitan cuidados y quiénes los proveen. Por lo tanto, los cambios en la estructura de parentesco decantarán en modificaciones de la oferta y la demanda de cuidados. En esta línea, estudios anteriores han analizado, por ejemplo, las necesidades de cuidados y sobre quiénes recae potencialmente la responsabilidad de cuidar a medida que la disponibilidad de parientes vivos y su perfil etario se modifican en el tiempo (Alburez-Gutierrez; Mason; Zagheni, 2021), así como la diferencia en el tiempo de cuidados según distintos niveles de fecundidad (Pailhé; Solaz; Tanturri, 2019). Con un enfoque en la oferta de cuidados, el propósito de este análisis es relacionar, por un lado, los potenciales cuidadores de menores a partir del análisis de la estructura de parentesco y, por otro, la provisión empírica de cuidados capturada en las encuestas nacionales de uso del tiempo (EUT).

Se estima que entre 1950 y 2095, el tamaño de la familia de una mujer promedio de 65 años se habrá reducido 38 % en el mundo, y se espera que en América Latina y el Caribe ocurra la reducción más importante, con un descenso del 67 % (Alburez-Gutierrez; Williams; Caswell, 2023). La región latinoamericana tiene, además, una de las tasas de envejecimiento de la población más rápidas del mundo: el porcentaje de población de 65 años o más se ha duplicado en las últimas tres décadas (ONU, 2019). Ambas tendencias sugieren un cambio importante en la estructura de parentesco de la región hacia familias más pequeñas y envejecidas que condiciona su papel como fuente crucial de cuidado informal (Alburez-Gutiérrez; Williams; Caswell, 2023), en especial para los parientes más jóvenes, en tanto disminuye considerablemente el número potencial de cuidadores en relación con los miembros que requieren cuidados.

Con datos de las EUT, de la revisión 2022 de las estimaciones y proyecciones de población de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) y con modelos de parentesco de dos sexos variantes en el tiempo, el objetivo del estudio es estimar la oferta potencial de cuidados para una niña de dos años en Colombia, México y Paraguay dadas las variaciones en la estructura y en el tamaño de su parentesco.

Antecedentes

La división sexual del trabajo emergió en las ciencias sociales como temática de investigación en la década de 1970 (Hirata; Kergoat, 1998) como respuesta a la tendencia observada durante el siglo XX, en la cual las familias, principalmente las madres, destinaban cada vez más tiempo al cuidado de niñas y niños (Tilly; Scott, 1978). De acuerdo con Hirata y Kergoat (1998), la división sexual del trabajo es el primer lugar donde se les da a los hombres la atribución del trabajo productivo y se los exime del trabajo doméstico, el que se le asigna mayoritariamente a las mujeres. Esto genera una segmentación del tiempo de las mujeres a lo largo de su curso de vida (Tilly; Scott, 1978; Durán, 1988).

El cuidado de niñas y niños es reconocido como un derecho humano fundamental en el artículo 25 de la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948 y fue ratificado en 1989 por la Convención sobre los Derechos del Niño (Galian et al., 2023), en los cuales se identifica tanto al Estado como a la familia como corresponsables de los cuidados y de la protección de niñas y niños. En el contexto poblacional actual, caracterizado por menores tasas de fecundidad y de mortalidad, así como por familias de menor tamaño, las familias concentran sus esfuerzos y recursos de cuidado en una menor cantidad de hijas e hijos, buscando maximizar la calidad de estas tareas (Galian et al., 2023). Según Durán (2018), las necesidades de cuidado de niñas y niños son relativamente homogéneas. No obstante, se observan importantes diferencias en el nivel de cuidados que reciben dependiendo de sus condiciones socioeconómicas y del nivel de servicios que ofrece el Estado, en la medida en que la mayor parte del tiempo semanal dedicado a este tipo de cuidado se desarrolla dentro de una conciliación con el empleo remunerado, desmontando el modelo tradicional de división del trabajo que asumía que el cuidado de niñas y niños se les atribuía a miembros de las familias que no estaban incorporados al mercado laboral (Durán, 2018).

En las décadas de 1970 y 1980, las investigaciones situaron a los cuidados bajo el concepto de trabajo doméstico, asumido mayoritariamente por mujeres. A su vez, trabajos más recientes conceptualizan de manera diferencial el cuidado y el trabajo doméstico, pero reconocen que comparten similitudes en su invisibilidad y en su asociación al trabajo femenino. El trabajo de cuidados se distingue del doméstico en su componente relacional y en su percepción de ser un trabajo obligatorio y desinteresado en el marco familiar, que le otorga además una dimensión moral y emocional a los cuidados (Bathyány, 2020). En este sentido, el trabajo de cuidados ejercido en los hogares tiene un contexto social y emocional distinto en tanto se trata de un tiempo subjetivo cuantificable con mayor dificultad (Carrasco; Borderías; Torns, 2011). Recientemente, investigaciones en la región incorporaron la distinción entre trabajos de cuidados directos e indirectos, la que permite aclarar su diferencia con el trabajo doméstico, clasificado en la categoría de cuidado indirecto en tanto no implica una interacción directa con la persona que recibe los cuidados, pero reconociendo que el trabajo de cuidado indirecto es una condición necesaria para desarrollar los trabajos de cuidado directo en los hogares (Pacheco, 2020).

En América Latina y el Caribe, de acuerdo con Karina Bathyány (2020), las investigaciones sobre cuidado se han dirigido hacia los ejes de la atención de cuidados de personas con enfermedades crónicas, hacia las condiciones de vida de las personas cuidadoras, hacia la organización social del cuidado, las políticas de cuidad y hacia la demanda y la oferta de cuidados. Las investigaciones sobre cuidados de la infancia no son los más comunes, pero se reconocen como una actividad altamente condicionada por las percepciones de género, en la que se puede observar una desproporcionada carga de horas en las mujeres respecto a los hombres (Pacheco, 2020).

Hay amplia evidencia de la relación entre la estructura de los hogares y el uso del tiempo. En Alemania, por ejemplo (Schulz, 2021), en un estudio a partir de EUT en hogares nucleares biparentales con dos hijos, donde se analizó el tiempo de trabajo doméstico no remunerado según la composición por sexo de los hijos, se observó que la madre es quien más trabajo doméstico cumple en todos los tipos de hogar y que las hijas asumen más trabajo que los hijos, mientras que en hogares conformados por dos hijas, el trabajo doméstico combinado de las dos hijas supera al trabajo que asume el padre.

En Francia e Italia (Pailhé; Solaz; Tanturri, 2019), hay evidencia de que son las mujeres quienes proveen más cuidados no remunerados a menores (el 65 %) que los hombres, y que, en hogares con varios menores, la provisión total de cuidados es marginal decreciente, es decir que el tiempo de cuidados aumenta, pero el incremento es cada vez menor cuando un niño o niña en el hogar. En India, Barcellos, Carvalho y Lleras-Muney (2014) observaron que cuando hay varios menores en el hogar existe una diferencia en el tiempo destinado a cuidados según el sexo del menor más joven: si es niña, el tiempo de cuidados total del hogar es menor al que se observa si es niño.

En América Latina y el Caribe también hay evidencia de la relación entre la provisión de cuidados y la estructura de los hogares. En estimaciones de Colombia, Ecuador, México y Uruguay, Benvin, Rivera y Tromben (2016) observan que tanto hombres como mujeres que viven en hogares biparentales aportan en promedio más tiempo de trabajo no remunerado que aquellos que viven en hogares compuestos y extendidos. En México, hay evidencia que sugiere que los menores que viven con sus abuelos paternos tienen desventaja en términos de cuidados que sus pares que pertenecen a la segunda generación del hogar, con efectos negativos concretos en la supervivencia infantil (Echarri, 2003). En Uruguay, el tiempo destinado a cuidados infantiles es mayor en el caso de hogares biparentales con hijos en común, seguido de hogares biparentales con al menos un hijo de uno de los cónyuges (Batthyány, 2015).

La evidencia sobre el trabajo de cuidado no remunerado de menores en América Latina y el Caribe indica que este tipo de tarea recae en su mayoría y de manera desproporcionada sobre las mujeres (Bathyány, 2020; Pacheco, 2020). Además, este tipo de trabajo no remunerado requiere que las y los cuidadores se dediquen exclusivamente a esta actividad, o bien que el trabajo de cuidados se concilie con actividades remuneradas (Duran, 2018). En este contexto, en América Latina y el Caribe no hay evidencia suficiente que permita comprender las implicaciones de los cambios en las estructuras de parentesco en la oferta y demanda de cuidados de menores.

Consistentemente con los estudios anteriores en el mundo y en América Latina y el Caribe, en esta investigación se espera observar: a) cambios en las estructuras de parentesco (Alburez-Gutierrez; Williams; Caswell, 2023), b) diferencias en el perfil etario de cuidadores a lo largo del tiempo (Alburez-Gutiérrez; Mason; Zagheni, 2021), y c) mayor participación de las mujeres en el trabajo de cuidados no remunerado de menores, tanto en el número de mujeres que participan en esta tarea como en el tiempo que le dedican a los cuidados (Bathyány, 2020; Pacheco, 2020).

Las investigaciones sobre estructuras de parentesco de los últimos años han aportado evidencia valiosa para entender la dinámica de la población y sus repercusiones en las estructuras de las familias. Por otra parte, el uso de EUT ha permitido visibilizar y cuantificar el trabajo de cuidados no remunerado y a quienes lo asumen, lo cual facilita abordar el estudio de los cuidados desde diferentes perspectivas teóricas y formular políticas y programas con enfoque de género y basados en evidencia que tienen como objetivo garantizar el derecho al cuidado y la redistribución de las labores de cuidado. Sin embargo, no hay estudios que estimen la cantidad de cuidado no remunerado que reciben los menores y su relación con los cambios en la estructura y el tamaño de las redes de parentesco.

En este sentido, esta investigación tiene como objetivo estimar el tiempo potencial destinado a cuidados de menores dados los cambios de la estructura y del tamaño de la red de parentesco en América Latina.

Datos

En este análisis se utilizó información sobre el uso del tiempo, la mortalidad y la fecundidad de Colombia, México y Paraguay. Los criterios para seleccionar estos países latinoamericanos fueron: 1) que los países se encuentran en diferentes etapas de transición demográfica caracterizadas por altas tasas de dependencia en la edad infantil y bajas o muy bajas tasas de dependencia en la vejez (Turra; Fernandes, 2021),1 y 2) que se dispone de información reciente sobre uso del tiempo, la mortalidad y la fecundidad.2

Para estimar el uso del tiempo promedio en cuidados se utilizaron las encuestas nacionales de uso del tiempo de Colombia (Departamento Administrativo Nacional de Estadísticas, 2020), México (Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2019) y Paraguay (Instituto Nacional de Estadística, 2016). Las tres encuestas, de representatividad nacional, contienen una sección sobre el tiempo destinado a cuidados de personas menores de cinco años. Las actividades de cuidado consideradas en la sección son comparables entre sí, en tanto usan adaptaciones de la Clasificación Internacional de Actividades para Estadísticas de Uso del Tiempo (Icatus) y la Clasificación de Actividades de Uso del Tiempo para América Latina y el Caribe (Cautal). Sin embargo, en México y en Paraguay, el período de referencia corresponde a la semana anterior al día de la visita, mientras que en Colombia, la referencia corresponde al día anterior al día de la visita, por lo que fue necesario ajustar las estimaciones en el caso colombiano.

A partir de las encuestas, se estimó el tiempo de cuidado no remunerado promedio destinado a actividades de cuidados de menores de cinco años con una muestra de 20.664 individuos en Colombia, de 15.726 en México y de 2523 en Paraguay (se excluyeron personas que no reportaron información sobre el tiempo de cuidados de menores de cinco años). Los promedios fueron ponderados considerando el diseño muestral y los factores de expansión de cada encuesta.

La estructura de parentesco y sus cambios en el tiempo fueron estimados usando los datos de fecundidad y de mortalidad para el período 1950-2050 de la revisión de las estimaciones y proyecciones de población de Naciones Unidas del año 2022 (United Nations, 2022). Esta fuente de datos fue el principal insumo para los modelos de parentesco propuestos, ya que permiten estimar la evolución a lo largo del tiempo del número de parientes y de potenciales cuidadores de una niña de dos años de edad que de ahora en adelante identificaremos como Focal.

Los modelos de parentesco son una representación simplificada de la interacción entre la reproducción y la muerte. Estos modelos representan las relaciones sociales por las que interactúan las personas siguiendo definiciones culturalmente compartidas por filiación biológica, normativa o jurídica (Alburez-Gutierrez et al., 2022). Utilizando probabilidades de supervivencia y tasas de fecundidad especificas por edad, los modelos de parentesco estiman el número de parientes y la distribución por edad de los parientes que tendría un miembro promedio de la población (Focal). De tal modo, la información de supervivencia, derivada a partir de las tasas de mortalidad especificas por edad, permite estimar el envejecimiento y la sobrevivencia de un tipo de pariente en un tiempo específico, mientras que la información sobre fecundidad produce información sobre la llegada de nuevos tipos de parientes (Alburez-Gutierrez et al., 2022). Los modelos de parentesco tienen la ventaja de simular, para un tiempo determinado (t), el tipo y número de parientes que tendría un Focal a una edad determinada. Por ejemplo, se puede conocer cuáles y cuántos parientes tendría un niño de 1 año en el año t, y así también se puede saber cuáles y cuántos parientes tendría una mujer de 80 años en el mismo período.

Método

El tiempo destinado a cuidados fue identificado al considerar el número de horas que por semana dedicaron los cuidadores en darles de comer, vestir, bañar, asear, preparar para dormir, desarrollar actividades lúdicas, trasladar a la escuela y a citas médicas, y darles apoyo escolar a niñas y niños de entre cero y cuatro años de edad completos. No se consideró el tiempo de cuidado paralelo a otras actividades (estar pendiente de los menores mientras se desarrolla otra actividad). El tiempo promedio de cuidados se estimó por sexo y edad quinquenal de los informantes de 15 años y más para el caso de México y Paraguay, y de informantes de 10 años y más para el caso de Colombia. Para el tiempo promedio de cuidados de menores asumido por personas de 10 a 14 años en México y Paraguay se asignó el 60 % del tiempo promedio de cuidados realizado por el grupo de 15 a 19 años, en función de lo observado en Colombia. Para el grupo de cinco a nueve años, se asignó, para los tres países, el 15 % del tiempo de cuidados realizado por el grupo de 15 a 19 años.

Se estimó un modelo de parentesco de dos sexos variante en el tiempo con el paquete DemoKin de R (Williams et al., 2023). Este modelo estima el número de parientes por edad, sexo y tipo de parentesco que tiene Focal. Los modelos de parentesco fueron propuestos inicialmente por Goodman et al. (1974) para estimar el número de parientes basándose en el supuesto de que un «conjunto de tasas de natalidad y mortalidad por edad implican un número esperado de parientes» (Goodman et al., 1974, p. 1), pero esta primera formulación no contemplaba la estimación de la distribución por edad de los parientes y solo proporcionaba información sobre los parientes vivos. Así, Caswell (2022) propuso una nueva formulación para los modelos de parentesco, incluyendo la distribución de los parientes por edad y sexo y considerando la edad de fallecimiento de los parientes. Y es la formulación que se toma en este artículo, ya que la distribución por sexo y edad de los cuidadores es necesaria para estimar la potencial provisión de cuidados de la red de parientes de Focal.

El modelo de parentesco seleccionado se basó en el supuesto andrógino, que considera tasas de fecundidad iguales para mujeres y hombres, para estudiar la evolución de la estructura de parentesco disponible para Focal desde 1950 hasta 2050. Alternativamente, se utilizó también la propuesta de Goodman et al. (1974), en la que los resultados de un modelo de parentesco de un sexo se multiplican por una serie de factores conocidos como factores GKP, y según la cual los resultados son similares a aquellos estimados bajo el supuesto andrógino.

En tanto el objetivo de este análisis es identificar quién cuida de Focal, se seleccionó un grupo de parientes que potencialmente pueden proporcionar algún nivel de cuidado: padres, abuelos, bisabuelos, hermanos mayores, tíos y primos (y se excluyeron posibles hermanos menores e hijos de Focal). Es importante mencionar que estos modelos de parentesco permiten la estimación de la provisión de cuidados más allá de la corresidencia, bajo la premisa de que los parientes vivos ofrecen apoyo en los cuidados con independencia de si viven o no en el mismo hogar de Focal. En este sentido, si bien las estimaciones de uso del tiempo se consideran a nivel de hogar, al trasladarnos a la red de parientes de Focal, usamos el concepto de familia considerando a todos los parientes como sus potenciales cuidadores.

FIGURA 1
Estructura de parentesco de Focal

Una vez estimada la estructura de parentesco de Focal, vinculamos el tiempo promedio de cuidados de niños menores de cinco años con la estructura de parientes de Focal en cada país. Para este propósito, los tiempos de cuidado fueron asignados según el sexo y la edad promedio para cada pariente en cada país. Por ejemplo, a un pariente hombre del país x, cuya edad promedio en el año t fue de 21,7 años, se le asignó el tiempo promedio de cuidados realizado en el respectivo país por hombres del grupo quinquenal de 20 a 24 años. Para parientes del mismo grupo de edad de Focal (es decir, para todos los parientes cuya edad promedio era igual o inferior a cuatro años completos), no se asignó ningún tiempo de cuidados, ya que suponemos que Focal no recibe cuidados de sus parientes coetarios y que recibe solo cuidados de sus parientes mayores.

Como se mencionó, los modelos de parentesco permiten recrear, por edades simples, la red familiar de Focal. En este estudio, seleccionamos como miembro promedio representativo de nuestra población de estudio, las niñas de cuatro años completos, a una niña Focal de dos años. La selección de esta Focal se justifica en que el tamaño promedio de su red de parentesco es similar al observado en las demás edades simples que conforman este grupo de edad para cada uno de los países seleccionados. En este sentido, nuestra Focal de dos años capta el tamaño promedio observado para el grupo de edad de cero a cuatro años completos, y sobre la cual fusionamos con la información del tiempo promedio de cuidados que reciben las niñas pertenecientes a este grupo de edad que obtenemos a partir de las EUT seleccionadas.

El tiempo total de cuidados provistos a Focal por cada pariente es igual al tiempo promedio de cuidados por el número de parientes vivos en cada año. Para estimar los cuidados que recibiría Focal en el futuro, se asumió que el tiempo promedio de cuidados por edad, sexo y tipo de pariente no se modifica en el tiempo, mientras que es solo la estructura de parentesco la que cambia en el tiempo.

Ti,x,c: Promedio del número de horas a la semana que una persona de sexo i, del grupo de edad x y en el país c dedican a cuidados a miembros del hogar menores a 5 años.

pk,i,x,c,t: Número de parientes vivos de Focal de tipo k (e. g., madre, abuela, hermana, etc.) en el año t.

TBCk,i,x,c,t: Tiempo bruto de cuidados que recibe Focal de sus parientes vivos de tipo k, sexo i, edad x, país c, en el año t.

T B C k , i , x , c , t = T i , x , c * p k , i , x , c , t (1)

De acuerdo con las tendencias observadas en las EUT sobre la provisión de cuidados a menores de cinco años en los países seleccionados, el TBC k,i,x,c,t se ajustó por tres factores que controlan: 1) las diferencias en el tiempo de cuidados determinadas por el sexo de los menores; 2) las diferencias en el tiempo de cuidados debidas al número de menores que habitan en un hogar, y 3) las diferencias en el tiempo de cuidados por tipo de parentesco.

El primer factor es resultado de estimar, según el sexo del cuidador, la razón entre el tiempo de cuidados que se les otorga a una niña o a un niño (considerando solo hogares donde hay un solo menor). Ello permitió ajustar por diferencias en cuidados provistos de acuerdo con el sexo del menor según lo observado en evidencia en esta y en otras regiones (Echarri, 2003; Barcellos; Carvalho; Lleras-Muney, 2014). El segundo factor se obtuvo al estimar, por sexo del cuidador, la razón entre el tiempo promedio de cuidados en hogares con un solo menor de cinco años y el tiempo promedio total de cuidados a menores. Esto permitió ajustar el tiempo total de cuidados considerando hogares con varios menores. Por último, el tercer factor se construyó a partir de la información captada por la EUT de Colombia, que permite identificar relaciones de parentesco dentro del hogar, entre quién provee y quién recibe cuidados. Esta encuesta permitió estimar la razón entre el tiempo de cuidados que dedican distintos parientes y el tiempo que dedican los padres (bajo el supuesto de que son ellos quienes proveen el mayor tiempo de cuidados al menor sobre el resto de sus parientes). Esta razón corresponde al tercer factor, que posibilitó controlar al tiempo bruto de cuidados por las diferencias entre el tiempo de cuidados que reciben los menores de cada uno de sus parientes.3 Los valores correspondientes a cada factor se detallan en el anexo 1. La implementación de estos factores permitió la estimación del tiempo neto de cuidados (TNC k,i,x,c,t ) destinados a Focal.

TNCk,i,x,c,t: Tiempo neto de cuidados que recibe Focal de sus parientes vivos de tipo k, sexo i, edad x, país c, en el año t.

T N C k , i , x , c , t = T B C k , i , x , c , t * w 1 i , c * w 2 i , c * w 3 k (2)

w1i,c: Ajuste por diferencias de cuidados a niñas con respecto a niños por país y por sexo del cuidador

w 1 i , c = T i , c d e d i c a d a a u n a n i ñ a T i , c d e d i c a d a a u n n i ñ o (3)

w2i,c: Ajuste por diferencias de cuidados en hogares con varios menores por país y por sexo del cuidador

w 2 i , c = T i , c e n h o g a r e s d o n d e s o l o h a y u n m e n o r T i , c (4)

w3k: Ajuste por diferencias de cuidados por tipo de pariente

w 3 k = T i e m p o d e c u i d a d o s p o r t i p o d e p a r e n t e s c o k T i e m p o d e c u i d a d o s d e p a d r e s y m a d r e s d e l m e n o r (5)

Resultados

Uso promedio de tiempo para cuidados de menores de cinco años

En los países seleccionados, los hombres destinaron en promedio 6,1 horas semanales al trabajo de cuidado no remunerado de niñas y niños de entre 0 y 4 años completos, mientras que las mujeres le destinaron 14,8 horas semanales. Al comparar entre países, se identificó que los hombres colombianos son quienes menos tiempo le dedicaron al cuidado no remunerado (4,9 horas semanales) y que las mujeres mexicanas son las que más tiempo le dedicaron al cuidado no remunerado de niñas y niños menores de 5 años (17 horas semanales)4 en comparación con sus pares colombianas y paraguayas.

Entre las mujeres, quienes destinaron más tiempo de cuidados a menores son las mexicanas y las colombianas de 20 a 34 años y las de 20 a 24 y de 30 a 34 años en Paraguay. A partir de estos grupos etarios, el tiempo de trabajo descendió, de manera que el menor promedio se observa en el grupo de edad de 70 años y más en los tres países. Este patrón etario entre las mujeres de trabajo no remunerado en cuidados se observa de manera general en la región (Donehower; Tovar; Urdinola, 2019). Las mujeres mexicanas presentan los mayores promedios en todos los grupos de edad. En el caso de los hombres, el grupo de edad que más tiempo le destinó a cuidados es el de 25 a 29 años para el caso de Colombia y de México, y el de 35 a 39 años en Paraguay. De manera similar a las mujeres, el menor promedio de tiempo de cuidados en los tres países se observó en los grupos de 65 a 69 y de 70 años y más, mientras que el menor tiempo de cuidados provisto por hombres, por grupo de edad, se identifica en Colombia. En consistencia con otros estudios y aproximaciones metodológicas en la región, las mujeres dedicaron significativamente más tiempo de cuidados que los hombres en casi todos los grupos etarios de los tres países analizados (Donehower, 2018).

GRÁFICO 1
Promedio semanal de horas dedicadas exclusivamente al trabajo de cuidado no remunerado de niñas y niños de 0 a 4 años, por sexo y edad Colombia - 2020, México - 2019 y Paraguay - 2016

De acuerdo con la información proveniente de las EUT, el sexo determina diferencias entre quienes proveen los cuidados y quienes lo reciben. Como se señaló, en el caso de quienes los proveen en los países analizados, se observó que las mujeres le dedicaron en promedio 2,4 veces más horas a la semana a cuidar a los menores, en comparación con el tiempo que le dedicaron los hombres. Respecto a los menores que recibieron los cuidados, se observó que, sin diferenciar por el sexo del proveedor de cuidados, los niños recibieron en promedio 1,06 veces más tiempo de cuidado a la semana en comparación con las niñas, a excepción del caso colombiano, cuando la cuidadora es mujer, donde la relación es inversa: los niños recibieron 0,94 veces el tiempo de cuidado de las niñas.

Las diferencias en el tiempo de cuidados que reciben niñas y niños han sido identificadas en estudios anteriores como el de Barcellos, Carvalho y Lleras-Muney (2014) o Echarri (2003), pero esta relación aún no ha sido estudiada con mayor profundidad especialmente en América Latina y el Caribe.

Las diferencias en el tiempo de cuidados brindados a menores también se ven influenciadas por el número de niñas y niños que habitan en los hogares. En los países analizados se observó que, en promedio, los cuidados que se les brindan a menores de cinco años presentan un comportamiento marginal decreciente. Por ejemplo, en hogares con dos menores, los hombres y las mujeres le dedicaron a las labores de cuidado, en promedio, 1,5 horas de cuidado adicional a la semana, en comparación con los hogares en los que solo habitaba un menor. No obstante, a medida que se incrementó el número de menores en los hogares, se observó una disminución en las horas adicionales de cuidados. El tiempo de cuidado adicional también se ve diferenciado por el sexo del proveedor de los cuidados: las mujeres en hogares con dos menores brindaron 2,5 horas adicionales de cuidados a la semana, mientras que los hombres proveyeron de 0,5 horas de cuidado adicional, en comparación con hogares donde habitaba un menor de 5 años. Consistentemente con lo observado, se identifica que, en los hogares mexicanos, con uno o más menores, se reportan mayores tiempos de cuidado a menores, seguido de Paraguay.

Cambio de la estructura de parentesco

El Gráfico 2 muestra el número total promedio de parientes vivos de una niña de dos años por año y país. Se observa que, hacia el final del período (1950-2050) y en los tres países, la red se compone de alrededor de veinte parientes. En la década de 1950, Paraguay presentaba el mayor número de parientes de los tres países, con alrededor de cincuenta miembros, y se mantuvo estable durante más de dos décadas, y desde la década de 1970, el número de parientes disminuyó de forma monótona. Por otra parte, el número promedio de parientes vivos de Focal en Colombia y en México se incrementó ligeramente durante las décadas de 1950 hasta 1970 y 1980, respectivamente, en respuesta a un descenso de la mortalidad y de la consecuente sobrevivencia de los parientes y mayor probabilidad de vivir en redes de parentesco multigeneracionales (Alburez-Gutierrez; Williams; Caswell, 2023). Luego, al igual que Paraguay, el número de parientes vivos descendió, en respuesta a menores niveles de fecundidad. Ya hacia 2050, se estima que el número de parientes vivos continuará descendiendo, de manera que una niña en Colombia o en México podría llegar a tener 18 parientes.

El estudio de las edades medianas de los parientes de Focal es clave cuando se analizan los cambios de la estructura de la red de parentesco a lo largo del tiempo, en la medida en que nos ayudan a entender con mayor detalle el perfil de los potenciales cuidadores en los países seleccionados. La Tabla 1 muestra las edades medianas de los parientes masculinos y femeninos de Focal por país en los años correspondientes al levantamiento de las EUT. En general, hay pequeñas diferencias entre países, sobre todo entre los parientes más jóvenes. Por ejemplo, los padres de Focal tenían entre 28 y 29 años. La mayor diferencia se observó en las edades de los primos de tía o tío mayores que la madre o el padre de Focal en Colombia y México. Solo entre bisabuelas y bisabuelos hay una diferencia de alrededor de un año.

GRÁFICO 2
Número esperado de parientes de una niña de dos años por país Colombia, México y Paraguay - 1950-2050

TABLA 1
Edad mediana de los parientes de una niña de dos años, por sexo, según parentesco Colombia - 2021, México - 2019 y Paraguay - 2016

Las estimaciones del número esperado de parientes por tipo de parentesco señalan que, hacia 2050 el número de abuelos y bisabuelos sobrevivientes se incrementan ligeramente. Por ejemplo, en Colombia, entre 2025 y 2050, los bisabuelos (ambos sexos) se incrementan en 18 %, de 3,4 a 4 bisabuelos. En paralelo, el número de primos y sobrinos de la niña en los tres países se reduce de forma notable. Por ejemplo, en México, el número de primos y primas de una niña promedio de dos años se reduce entre 2025 y 2050 casi a la mitad (de 7,6 a 3,9). De igual manera, aunque en menor medida, se reduce el número de tíos y hermanos. Por ejemplo, en Paraguay el número de hermanos mayores de la niña se reduce en 15 % (de 1,2 a uno).

Derivado de la disminución de la fecundidad y del aumento de la esperanza de vida en América Latina y el Caribe, se ha observado un incremento de la proporción de personas mayores de 60 años (Arias; Soliverez; Bozzi, 2020), lo que tendría implicaciones en el perfil etario de los parientes hacia 2050. Por ejemplo, se estima que la edad promedio de las madres y padres en los tres países analizados se incrementará de 29 años en 2025 a 30 años en 2050; la edad promedio de una abuela colombiana se espera que incremente de 54 años en 2025 a 56 años en 2050. Asimismo, se estima que un bisabuelo en México pase de tener una edad promedio de 74 años en 2025 a 75 años en 2050. En resumen, hay un cambio de la estructura de parientes de Focal caracterizado por un descenso en el número de parientes jóvenes (como hermanos o primos), un incremento, aunque en menor medida, de parientes mayores (como abuelos o bisabuelos), y un envejecimiento de la red en general.

Cuidados y estructura de parentesco

Bajo el supuesto de que el tiempo total de cuidados se mantiene constante y la estructura de parentesco es variante en el tiempo, se observa que, hasta alrededor de la década de 1980, hubo un ligero incremento del tiempo potencial de cuidados provistos por parientes masculinos y femeninos. Concomitante con las diferencias en el tiempo de cuidados entre países (Gráfico 1), México, y en particular las mujeres, es quien presenta el mayor tiempo de cuidados en comparación con Paraguay y Colombia.

A futuro, y dada la reducción del tamaño de las familias, se espera un descenso en el tiempo total de los cuidados potenciales provistos a Focal. Esta reducción se observa en los tres países seleccionados y a nivel de todos los parientes. Colombia es el país que para 2050 mostrará la menor cantidad de tiempo potencial de cuidado con menos de 50 horas de cuidados semanales destinados a Focal, seguida de Paraguay, con alrededor de 53 horas, y, por último, de México, con un poco más de 60 horas. Es importante mencionar que estos valores hacen referencia al tiempo potencial total de cuidados que puede recibir Focal de toda su red de parientes. En esta tendencia decreciente del tiempo de cuidados destinados a Focal, se observa que las mujeres son las principales proveedoras de estos cuidados.

Con respecto a la estructura de parientes, en las próximas décadas, la principal fuente de cuidados recibidos por Focal seguirá siendo de tipo parental. Los cuidados provistos por tías, sobrinas y hermanas se reducirán de manera significativa, debido, sobre todo, a una disminución del número de parientes. Por otra parte, aun cuando se incrementará el número de abuelos y bisabuelos vivos de Focal, su participación en el tiempo de cuidados se reducirá por el aumento de sus edades promedio. En otras palabras, el tiempo total de cuidados potenciales se reducirá, por una parte, por la reducción del número de parientes jóvenes, y, por otra, por el envejecimiento de los potenciales cuidadores mayores.

GRÁFICO 3
Tiempo total de cuidados, según sexo de los parientes de Focal Colombia, México y Paraguay - 1950-2050

Discusión

En esta investigación se usó información de las EUT, de las estimaciones y proyecciones de población de la ONU de 2022 y de modelos de parentesco, para estimar el tiempo potencial de cuidados que podría recibir una niña promedio de dos años en Colombia, México y Paraguay frente a los cambios estructurales de su red de parientes en el tiempo.

Las estimaciones del tiempo de cuidado a menores arrojaron que las mujeres de los países incluidos en el análisis dedicaron, en promedio, 14,8 horas semanales de cuidado, lo que equivale a 2,4 veces el tiempo que los hombres les dedicaron por semana a estas tareas. También se encontró que, en comparación con las mujeres paraguayas y colombianas, las mexicanas le dedicaron más tiempo semanal a las labores de cuidado a menores. Los proveedores de cuidados que le dedican más tiempo a estas tareas tienen entre 20 y 34 años, en el caso de las mujeres, y entre 25 y 39 años, en el de los hombres.

En esta investigación se modelaron las estructuras de parentesco que tendría Focal (niña promedio de dos años) para el período 1950-2050 en los tres países latinoamericanos. Se observó que el número promedio total de parientes ha disminuido en el tiempo y que se espera que esta tendencia continúe en las próximas décadas. Además, la estructura de parentesco se ha modificado en el tiempo, por lo que, en particular, se espera un menor número de parientes jóvenes y un envejecimiento de los parientes, principalmente de aquellos mayores, como abuelos o bisabuelos.

Se observó también que, en el tiempo, el cambio de la estructura de parentesco deriva en una reducción del tiempo de cuidados que Focal podría recibir de sus parientes. Dada la división actual de los cuidados y considerando el cambio de la estructura de parentesco, las parientes mujeres son quienes les proveerán la mayor cantidad de cuidados a niñas y niños, y, sin embargo, esta oferta decrecerá en el tiempo en los tres países, sobre todo la del cuidado provisto por parientes jóvenes, como hermanas, sobrinas y tías.

Estos resultados son consistentes con hallazgos en otras regiones del globo y desde otras aproximaciones metodológicas. Primero, los tres países aquí analizados están en sintonía con la amplia evidencia que señala que los cuidados no remunerados en la región son provistos principalmente por las mujeres (Arriagada, 2007), quienes brindan más cuidados que los hombres (al igual que con el trabajo doméstico) a lo largo de todo su curso de vida (Donehower, 2018; Donehower; Tovar; Urdinola, 2019). Desde una perspectiva de la demanda de cuidados, estudios recientes muestran que, a nivel global, no solo el número de corresidentes en el hogar ha descendido (Esteve et al., 2024), sino que también lo ha hecho el número de parientes vivos (Alburez-Gutierrez; Williams; Caswell, 2023), por lo que se prevé que la red de parientes vivos de niñas y niños latinoamericanos decrezca de manera significativa a lo largo del siglo.

El estudio de la demanda y oferta de cuidados en América Latina y el Caribe es relevante, porque la familia constituye la principal institución que opera como red de seguridad contra diversos riesgos sociales y es la que provee la mayor parte de los cuidados hacia niñas y niños. Los cambios de la estructura de parentesco afectan el número de potenciales cuidadores, lo que tiene implicaciones en la disponibilidad y la calidad de los tiempos de cuidado que reciben niñas y niños (Dukhovnov; Zagheni, 2015), así como en la carga de trabajo de los y las cuidadoras y lo que esta significa en su participación en otras esferas de la vida, como el mercado laboral (Alburez-Gutierrez; Mason; Zagheni, 2021).

En América Latina y el Caribe se han observado avances importantes respecto a la medición y el reconocimiento del trabajo de cuidados no remunerado. Países como Argentina, Chile, Colombia, México, República Dominicana, Panamá, Paraguay, Costa Rica y Uruguay han avanzado en la implementación de programas y políticas en torno a los cuidados, así como en la creación de las bases institucionales para la formación e implementación de sistemas integrales de cuidados. Entre los países que han promovido políticas e intervenciones relevantes, se destaca el caso de Uruguay, que, en 2015, creó el Sistema Nacional Integrado de Cuidados (SNIC), el primero en la región, con el objetivo de impulsar un modelo corresponsable que involucre a las familias, al Estado, a la comunidad y al mercado en la provisión de cuidados a quienes lo requieran (ONU Mujeres/Cepal, 2022). Dado que los sistemas de cuidados se encuentran en etapa de construcción, es necesario generar datos e investigaciones que permitan elaborar un diagnóstico del perfil actual y futuro de la población y de sus necesidades de cuidados.

Este estudio tiene tres limitaciones importantes. Primero, consideramos que la intensidad de los cuidados medida a través del tiempo promedio semanal de cuidados por pariente se mantiene constante en todo el tiempo analizado, tanto en los años previos como posteriores a las respectivas encuestas. El supuesto implica además que mantuvimos constante la distribución proporcional del tiempo de cuidados entre los parientes de Focal. Los cambios en la estructura de parentesco podrían condicionar a las personas, en particular a las mujeres, a proveer de más cuidados para compensar, por un lado, un menor número de parientes jóvenes, y, por otro, el envejecimiento de parientes mayores. Es posible que esta compensación se efectivice mediante el uso del tiempo en actividades de cuidado no exclusivas -categoría que no se consideró en este estudio-, así como de reconfiguraciones en la división del trabajo de cuidados por tipo de pariente. Además, cambios socioeconómicos (por ejemplo, tecnológicos, de esperanza de vida saludable o de roles de género) podrían modificar no solo los tiempos destinados a cuidados, sino también los patrones de la división del trabajo de cuidados por género.

En el modelo de parentesco aquí utilizado, se consideran los cambios de la fecundidad y la mortalidad, y la red de parentesco estimada es una estructura promedio. En este sentido, no hemos considerado otros elementos de la dinámica demográfica, como cambios en el proceso de formación de uniones, y hemos omitido, por tanto, redes de parentesco con particularidades presentes en la región latinoamericana (por ejemplo, casos en los que la presencia de menores en hogares monoparentales significa diferentes distribuciones en el tiempo de cuidados). Futuros estudios podrían ajustar los niveles de cuidados con EUT anteriores y establecer tendencias que permitan proyectar tiempos promedio de cuidados en las siguientes décadas o generar escenarios frente a cambios en las estructuras de parentesco.

Para la construcción de una de las tres medidas de ajuste del tiempo de cuidados, que considera las diferencias de cuidados a Focal según la posición en la estructura de parentesco, se utilizó la información de la EUT de Colombia, que permite estimar las relaciones de cuidados entre los miembros del hogar. Esta es una limitante, porque se omiten las diferencias entre países. La importancia de las familias extensas en la provisión de cuidados, la fortaleza en las relaciones de solidaridad entre núcleos no corresidentes de una familia, entre otros factores, podrían darle paso a distintos patrones nacionales en la relación de cuidados entre los parientes y Focal. Por ejemplo, en Colombia, además de la madre y del padre, quienes más cuidados le proveen a los menores son, en promedio, primas/primos y sobrinas/sobrinos, mientras que, en México, son las abuelas (Instituto Nacional de Estadística y Geografía, 2023), aun cuando no se pueden estimar las diferencias con respecto al cuidado parental.

Por último, cabe aclarar que, en un esfuerzo por dar cuenta de la heterogeneidad de la región, se consideraron tres países con distintas trayectorias demográficas. Sin embargo, América Latina y el Caribe es una región que presenta profundas desigualdades sociales no solo entre países, sino dentro de ellos, lo que hace relevante el análisis subnacional. Futuras investigaciones podrían diferenciar tanto los cambios de las estructuras de parentesco como los niveles del uso del tiempo de cuidados no remunerados según características sociales (por ejemplo, nivel educativo) y geográficas (por ejemplo, según área urbana y rural o por regiones).

En conclusión, este estudio ofrece evidencia sobre los cambios en la provisión de cuidados al considerar la forma en la que evolucionan las estructuras de parentesco. Este enfoque permitió analizar la potencial red de cuidadores de niñas y niños más allá de la corresidencia bajo la premisa de que los parientes vivos ofrecen apoyo en los cuidados independientemente de si viven o no bajo el mismo techo de los menores (además de las relaciones de apoyo y solidaridad transnacionales y por parte de personas sin vínculos familiares que están fuera del alcance de este artículo).

El estudio de la disponibilidad de potenciales cuidadoras y cuidadores es relevante en la medida en que la magnitud de la provisión varía a lo largo del curso de vida de los cuidadores (Arriagada, 2007). En ese sentido, los resultados sugieren un cambio importante en la estructura de parentesco en la región, con familias más pequeñas y envejecidas que condicionan su papel como fuente crucial de cuidados, en especial para los parientes más jóvenes, ya que implica la disminución considerable del número potencial de cuidadores para los miembros de las familias susceptibles de cuidados.

El envejecimiento de la población, y, por lo tanto, de la estructura de parentesco, no solo influye en la potencial oferta de proveedores de cuidados, sino que, al mismo tiempo, genera una mayor demanda de estos, ya que, ante el incremento de la esperanza de vida de la población se espera que los parientes de mayor edad demanden, en algún momento de sus vidas, cuidados de largo plazo. De tal modo, resulta relevante estudiar con mayor profundidad la interacción entre oferta y demanda de cuidados considerando la convivencia entre distintas generaciones, la diversidad de etapas de curso de vida por las que los integrantes de las familias se encuentran transitando y la transformación demográfica de las redes familiares.

La transformación de las estructuras de parentesco representa un reto para las familias y las sociedades; implica desafíos para la política pública, y evidencia la necesidad urgente de constituir sistemas integrales de cuidados que garanticen servicios que transiten hacia la provisión de cuidados en entornos no familiares, que generen espacios colectivos y especializados de cuidados y que permitan contrarrestar los efectos de los cambios en las estructuras de parentesco en la capacidad de los sistemas familistas de cuidados.

Reconocimientos:

No aplicable.

Agradecimientos

Las autoras agradecen a Diego Alburez-Gutiérrez por sus valiosas sugerencias, así como a los comentaristas y asistentes del 2024 Population Association of America Annual Meeting y del VI Coloquio Internacional Estudiantil en Población, Ciudad y Ambiente por sus comentarios.

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  • *
    Este artículo está basado en el estudio de Robles, Martes-Camargo y Rodríguez-Franco (2024).
  • Financiamiento:
    Las autoras reconocen el apoyo del Consejo Nacional de Humanidades, Ciencias y Tecnologías, Conahcyt, México.
  • Aprobación ética:
    Las autoras certifican que el trabajo no incluye seres humanos ni animales.
  • 1
    Otros indicadores que permiten caracterizar las diferencias en los estadios demográficos en los que se encuentran estos países son la tasa global de fecundidad (TGF), la esperanza de vida al nacer (e0) y la edad mediana de la población. En este sentido, Colombia se caracteriza en 2020 por una TGF de 1,74, una e0 de 74,8 años y una edad mediana de la población de 30,4. En lo que respecta a México, la TGF de este país es de 1,91, la e0 de 70,1 y la edad mediana de su población es de 28,7. Por último, la población paraguaya se caracteriza por una TGF de 2,50, una e0 de 73,2 años y una edad mediana de 25,3 años (ONU, 2022).
  • 2
    En 2020, la población de Colombia, México y Paraguay representaba el 30 % de la población total de América Latina (ONU, 2022).
  • 3
    Con la EUT de Colombia fue posible recrear las siguientes relaciones de parentesco con los menores de 5 años en el hogar: madre, padre, abuela, abuelo, tía, tío, hermana, hermano y otro pariente.
  • 4
    Si se consideran los tiempos no exclusivos (es decir, tiempos de cuidado mientras se desarrollan otras actividades), los promedios se incrementan significativamente. En Colombia, el promedio semanal de horas de cuidados hacia menores de mujeres y hombres se incrementa a 57 y 28 horas, respectivamente. En México, los promedios de mujeres y hombres se elevan a 32 y 12 horas, así como en Paraguay lo hacen con promedios de 35 y 15 horas, respectivamente.
  • Disponibilidad de datos y material:
    El contenido ya está disponible (datos públicos).

Anexo 1. Factores de ajuste

Factor 1:
Ajuste por diferencias de cuidados a niñas con respecto a niños (w1i,c)

Factor 2:
Ajuste por diferencias de cuidados en hogares con varios menores (w2i,c)

Factor 3:
Ajuste por diferencias de cuidados por tipo de pariente (w3k)

Editado por

  • Editores:
    Cassio Turra y Igor Cavallini Johansen

Disponibilidad de datos

El contenido ya está disponible (datos públicos).

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    10 Ene 2025
  • Fecha del número
    2024

Histórico

  • Recibido
    01 Mayo 2024
  • Acepto
    02 Oct 2024
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