Resumen
Uno de cada cinco jóvenes en América Latina ni estudia ni trabaja (nini), con una tasa en mujeres que casi duplica la de los hombres. Asimismo, uno de cada cuatro jóvenes clasificado como nini pertenece a la población económicamente activa por estar buscando trabajo. El objetivo de este artículo es analizar el papel del ciclo económico en la proporción de jóvenes nini en la región, mediante estimaciones de modelos econométricos con efectos fijos, usando datos de encuestas armonizadas para catorce países en el período 2005-2024. Los resultados indican que la proporción de nini sigue un patrón contracíclico, un aumento de 10 % del componente cíclico del producto se asocia con una disminución cercana a tres puntos porcentuales en el porcentaje de jóvenes nini. Además, se identifica un núcleo duro de jóvenes nini que enfrenta mayores barreras para acceder o permanecer en el sistema educativo o en el mercado laboral, incluso en contextos de crecimiento económico.
Palabras clave:
Juventud; Nini; Ciclo económico; América Latina
Resumo
Um em cada cinco jovens na América Latina nem estuda nem trabalha (nem-nem), sendo que a taxa entre as mulheres é praticamente o dobro daquela verificada para os homens. Além disso, um em cada quatro jovens classificados como nem-nem pertence à população economicamente ativa, pois está à procura de trabalho. O objetivo deste artigo é analisar o papel do ciclo económico na percentagem de jovens nem-nem na região, através de estimativas de modelos econométricos com efeitos fixos, utilizando dados de pesquisas harmonizadas para 14 países, no período de 2005 a 2024. Os resultados indicam que a proporção de jovens nem-nem segue um padrão contracíclico: um aumento de 10% do componente cíclico do Produto Interno Bruto (PIB) está associado a uma redução de cerca de três pontos percentuais na proporção de jovens nem-nem. Além disso, identifica-se um “núcleo duro” de jovens nem-nem que enfrentam maiores barreiras à entrada ou permanência no sistema de ensino ou no mercado de trabalho, mesmo em contextos de crescimento económico.
Palavras-chave:
Juventude; Nem-nem; Ciclo económico; América Latina
Abstract
One in five young people in Latin America is not in education, employment, or training (NEET), with the rate for women being almost double that of men. Similarly, one in four young people classified as NEET is part of the economically active population because they are looking for a job. This article aims to analyze the role of the business cycle in the proportion of NEET youth in the region by estimating fixed-effects econometric models using harmonized survey data from 14 countries over the period 2005-2024.
The results suggest that the share of NEET youth follows a countercyclical pattern: a 10% increase in the cyclical component of GDP is associated with a decrease in the share of NEET youth of about three percentage points. In addition, there is evidence of a hard core of NEET youth who face significant barriers to entering or remaining in education or the labor market, even during economic expansions.
Keywords:
Youth; NEET; Business cycle; Latin America
Introducción
A lo largo de las últimas décadas, repetidas crisis macroeconómicas han afectado la estabilidad de ingresos y las condiciones de vida en América Latina, con impactos más severos sobre los sectores más vulnerables. En las recesiones, las restricciones fiscales a menudo conducen a recortes en el gasto social, a diferencia de las economías avanzadas, en las que el Estado intenta suavizar el impacto en el consumo de los hogares mediante incrementos en ese gasto. Para los hogares más pobres, con acceso limitado al crédito y sin mecanismos formales de seguro como prestaciones por desempleo, estos shocks de ingreso, incluso cuando son transitorios, pueden tener consecuencias a largo plazo (Loayza et al., 2007; Lustig, 2000). En este sentido, la juventud representa una etapa crítica para la acumulación de capital humano, tanto en términos de educación formal como de adquisición de experiencia laboral, así como para la acumulación de capital social.
La proporción de jóvenes que ni estudian ni trabajan, denominados con frecuencia nini, se ha convertido en un indicador clave de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. A nivel global, las condiciones del mercado laboral actual están caracterizadas por acelerados cambios tecnológicos, el surgimiento de relaciones laborales mediadas por plataformas digitales y la aparición de nuevas profesiones que demandan habilidades específicas. Esto, sumado a la alta informalidad, al desempleo y a la elevada rotación laboral en América Latina, limita las oportunidades de inserción de las y los jóvenes. Las investigaciones para la región señalan que los jóvenes nini tienen un perfil feminizado y mayor incidencia en hogares de bajos ingresos. En la mayoría de los casos, estos jóvenes están buscando trabajo (en especial los hombres) o haciendo trabajos no remunerados en sus hogares (mayormente las mujeres) (Alvarado et al., 2020; Cárdenas et al., 2015; De Hoyos et al., 2016; Navarrete; Innamorato, 2021; Novella et al., 2018; Queijo et al., 2024; Székely; Karver, 2021; Tornarolli, 2017). Esta realidad refleja la persistente desigualdad social y de género en la región, y también interpela la percepción de inactividad que suele utilizarse para estigmatizar a este grupo.
Poco se sabe sobre cómo las fluctuaciones macroeconómicas afectan a las y los jóvenes nini, a pesar de su relevancia, ya que el ciclo económico impacta de manera diferente en jóvenes, así como en hombres y mujeres, especialmente en países en desarrollo (Ahn et al., 2019; Bhalotra; Umana-Aponte, 2010; Serrano et al., 2019). Si bien Cárdenas et al. (2015) y Székely y Karver (2021) encuentran efectos moderados del PIB per cápita, de la inflación y de los flujos comerciales en la probabilidad de ser nini, diferenciados por género y edad, su análisis no alcanza a incluir la crisis sin precedentes provocada por la COVID-19 ni aborda la descomposición del producto entre su componente cíclico y tendencial. Esta descomposición resulta central para nuestra investigación, ya que permite distinguir las fluctuaciones de corto plazo, asociadas con las dinámicas coyunturales, de las tendencias estructurales de largo plazo que reflejan cambios sostenidos en la economía.
La población juvenil conforma un volumen importante en los países de la región, con algunas excepciones en países del Cono Sur. Comprender el fenómeno de las y los nini es clave para aprovechar el bono demográfico, ya que el descenso de las tasas de dependencia solo podrá favorecer el crecimiento económico si los países logran generar espacios de educación y empleo para sus jóvenes (Navarrete; Innamorato, 2021; Novella et al., 2018; OECD/ECLAC/CAF, 2016; Turra; Fernandes, 2021). En este sentido, conocer los efectos de las fluctuaciones macroeconómicas es fundamental para diseñar respuestas más efectivas en momentos de crisis o desaceleración económica, mitigando el deterioro del capital humano de los y las jóvenes, que compromete no solo sus trayectorias personales, sino también las oportunidades de desarrollo económico a largo plazo en la región. Ello plantea un desafío social y fiscal que se vuelve aún más crítico con el envejecimiento poblacional, señal de que la ventana de oportunidad demográfica comienza a cerrarse. Por esta razón, los y las jóvenes deben constituir un grupo central para las políticas públicas (Turra; Fernandes, 2021).
El objetivo y la contribución de este artículo es analizar la evolución de la proporción de nini en América Latina en las últimas dos décadas, evaluando su dinámica a lo largo del ciclo económico mediante la estimación de modelos de regresión econométricos. Se utilizan microdatos de un gran conjunto de encuestas laborales y de hogares armonizadas por Lablac (CEDLAS; Banco Mundial, 2025) para construir un panel de datos anual para el período 2005-2024, a nivel de los siguientes países: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua, Paraguay, República Dominicana y Uruguay. Según World Population Prospects, estos países seleccionados representaban en 2023 el 82 % de la población joven (15 a 24 años) de América Latina y el Caribe (Organización de las Naciones Unidas [ONU], 2024a). El período analizado captura variadas condiciones económicas: el fuerte crecimiento experimentado por la región a comienzos del siglo XXI, la crisis financiera de 2008, la caída en los precios de las commodities entre 2014 y 2015 y la pandemia de COVID-19 en 2020. Adicionalmente, contiene episodios particulares en cada país. Asimismo, presenta una estimación actualizada a 2024 de la proporción de nini en América Latina; analiza cuántos de estos jóvenes nini están buscando trabajo, y explora qué sucede con la composición por género de este grupo.
El resto del artículo se organiza de la siguiente manera. La sección 2 revisa la literatura con foco en la región. La sección 3 describe las fuentes de información y los métodos empleados para el análisis empírico. La sección 4 presenta un análisis descriptivo del tamaño relativo del grupo de jóvenes nini y su evolución, introduce una medición alternativa que excluye a los desocupados, y analiza los resultados por género. En la sección 5 se estima la relación entre la proporción de jóvenes nini y el nivel de actividad económica. Por último, la sección 6 concluye.
Antecedentes
El enfoque de transición a la adultez reconoce la salida del sistema educativo, el ingreso al mercado laboral, la emancipación del hogar de origen, la unión conyugal y el nacimiento del primer hijo como los eventos típicos que pautan el paso de la juventud a la vida adulta (Elder, 1974; Hogan; Astone, 1986; Settersten et al., 2005). La hipótesis más extendida en la literatura sugiere una prolongación de la fase juvenil con postergación en el calendario de estos hitos. No obstante, hay disparidades tanto dentro como entre países, en el grado en que los jóvenes posponen cada uno de estos eventos y en el nivel de estandarización de las trayectorias (Arnett, 2000; Billari; Liefbroer, 2010; Buchmann; Kriesi, 2011; Shanahan, 2000). En cuanto a las dimensiones del dominio público, educación y trabajo, y al tránsito de la primera a la segunda, se reconoce un creciente interés global en la proporción de jóvenes que no están empleados y no cursan estudios ni reciben capacitación como indicador de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (objetivo 8, meta 8.6). Además de despertar interés en la comunidad académica (Paabort et al., 2023; Rahmani et al., 2024), este fenómeno ha captado la atención de los decisores de política y de los medios de comunicación. Este grupo de jóvenes es denominado frecuentemente como nini, jóvenes que ni estudian ni trabajan, un término que sugiere inactividad, por lo que ad quiere una connotación negativa. Sin embargo, en la mayoría de los casos estos jóvenes buscan trabajo o hacen trabajos no remunerados en sus hogares, lo que pone en tela de juicio esta definición de nini (Furlong, 2006; Yates; Payne, 2006).
En América Latina, los altos niveles de segmentación social, económica y cultural complejizan estas transiciones, y afectan especialmente a las mujeres, así como a los jóvenes de hogares vulnerables, quienes experimentan una transición más temprana y precaria, comenzando desde la adolescencia a atravesar por procesos como el nacimiento del primer hijo, el abandono del hogar de origen y el ingreso al mercado laboral (Lima et al., 2018; Lloyd, 2005; Menezes dos Santos et al., 2021; Pardo; Cabella, 2018). La evidencia sobre los nini en América Latina señala una alta incidencia en los hogares más pobres y un perfil feminizado del grupo de nini, lo que refleja la persistente desigualdad social en la región y cómo los jóvenes siguen estando condicionados por la tradicional división sexual del trabajo. En general, los hombres jóvenes buscan trabajo mientras que las mujeres hacen tareas domésticas y de cuidado1 (Alvarado et al., 2020; Cárdenas et al., 2015; De Hoyos et al., 2016; Navarrete; Innamorato, 2021; Novella et al., 2018; Queijo et al., 2024; Székely; Karver, 2021; Tornarolli, 2017). Esto se contrapone a la idea instalada de una juventud inactiva o pasiva. Las generaciones más jóvenes han demostrado además su interés en la realidad social, siendo una fuerza clave para impulsar procesos de cambio en América Latina, como ejemplo basta señalar las manifestaciones sociales en Chile en 2019-2020 (Madrid; Guiskin, 2021).
Aunque se señala que uno de los factores clave para superar la tradicional división sexual del trabajo es el acceso a la educación, a pesar de los avances en este ámbito, la edad a la que las mujeres de América Latina se casan (o forman uniones consensuales) o se convierten en madres no ha cambiado significativamente. Esto fue denominado como la «paradoja de la estabilidad» por Esteve y Florez-Paredes (2018), quienes concluyen que el rejuvenecimiento de la transición al primer hijo y a la primera unión (consensual o legal) entre las mujeres menos educadas compensa los efectos esperados de la expansión educativa. En este sentido, es probable que el progreso educativo no alcance a todos los grupos sociales en un contexto de alta desigualdad como el de nuestra región; además, mayor acceso a la educación no garantiza necesariamente mejoras en la calidad o mayores oportunidades laborales. Esta polarización social de los comportamientos reproductivos ha dado lugar al surgimiento de curvas bimodales de la edad al primer nacimiento, con dos picos asociados al gradiente educativo: las mujeres más educadas retrasan la maternidad (alrededor de los treinta años), mientras que aquellas con menor escolaridad tienen su primer hijo a edades más tempranas (alrededor de los veinte años) (Lima et al., 2018; Pardo; Cabella, 2018). Un dato alentador en este sentido es la reciente reducción de las tasas de fecundidad adolescente en varios países de la región (Binstock; Velázquez, 2025; ONU, 2024a; PAHO, 2020; Rodríguez-Vignoli; San Juan Bernuy, 2020), incluso entre las jóvenes con menor nivel educativo (Cabella; Velázquez, 2024). Esto podría indicar que comienza a modificarse un rasgo idiosincrático del comportamiento reproductivo en América Latina: la resistencia a la baja de la fecundidad adolescente que la situaba muy por encima de los niveles esperados a la luz de sus indicadores socioeconómicos y de la caída sistemática hacia valores cercanos al nivel de reemplazo que mostró la tasa global de fecundidad desde la década de los noventa, constituyendo una «anomalía a escala mundial» (Rodríguez-Vignoli, 2014).
Junto a la informalidad y el desempleo, los jóvenes de la región enfrentan una alta rotación en el mercado laboral (Novella et al., 2018). Se estima que 40 % de los jóvenes que son nini dejan de serlo al cabo de un año, principalmente porque logran insertarse en el mercado laboral (Tornarolli, 2017). Además de la discusión sobre el carácter temporal o permanente de la condición de nini, existe evidencia de efectos negativos duraderos (scarring effects) que indica que los jóvenes que pasan por esta fase enfrentarán salarios más bajos en etapas posteriores de su ciclo de vida; y menor probabilidad de empleo en el caso de las mujeres (Székely; Karver, 2021). La falta de acumulación de capital humano (y social) en una etapa clave compromete su trayectoria laboral futura y también limita su seguridad económica en la vejez debido al carácter contributivo del sistema de jubilaciones y pensiones (Arza, 2017).
Sin embargo, la inserción de los jóvenes en el mercado laboral no solo es relevante a nivel individual, sino también para la sostenibilidad de los sistemas de protección social. En un contexto de envejecimiento poblacional acelerado y agotamiento del bono demográfico, América Latina enfrenta el desafío de garantizar mecanismos sostenibles de asignación intergeneracional, con una base laboral cada vez más reducida (Turra; Fernandes, 2021).
Los cambios tecnológicos acelerados y el surgimiento de profesiones emergentes marcan el panorama actual del mercado laboral. Aunque los jóvenes de la región exhiben altas habilidades tecnológicas y socioemocionales, el rezago en habilidades cognitivas y la limitada información sobre los retornos esperados de las decisiones educativas son motivos de preocupación (Alvarado et al., 2020; Novella et al., 2018).
Surgen además otros factores, propios de las particularidades de cada contexto, que limitan las oportunidades educativas y laborales. Entre ellos se encuentran las desigualdades históricas que continúan relegando a la población indígena y rural en Guatemala, con un impacto mayor en las mujeres (Lemus, 2021); los desastres naturales y la migración masiva en Haití (Hazan et al., 2018); en Colombia, los desplazamientos forzados por el conflicto armado interno (Silva; Sarmiento, 2021) y el servicio militar obligatorio (Bernal et al., 2018); la violencia y la territorialidad de las pandillas en El Salvador, que restringen la movilidad de los jóvenes -en especial los hombres-, quienes además sufren estigmatización por parte de los empleadores en función de su barrio de origen (Beneke et al., 2018); la violencia en México, que afecta tanto a hombres como a mujeres, aunque estas además destacan la gravedad del narcotráfico y los feminicidios (Vélez et al., 2018). En definitiva, se destacan factores como la violencia y la inseguridad, la segregación espacial, la debilidad de las redes de apoyo social y las difíciles condiciones de integración en los destinos de los migrantes, las desigualdades territoriales entre áreas urbanas y rurales, y las inequidades étnico-raciales; todos ellos atravesados también por la dimensión de género.
Es muy poco lo que se sabe respecto a cómo las fluctuaciones macroeconómicas influyen en la proporción de jóvenes nini. La investigación de este tema resulta relevante, ya que el ciclo económico afecta de manera diferencial a las y los jóvenes, así como a hombres y a mujeres, en especial en países en desarrollo (Ahn et al., 2019; Bhalotra; Umana-Aponte, 2010; Serrano et al., 2019). Como antecedente directo se puede mencionar el trabajo de Cárdenas et al. (2015), ampliado luego por Székely y Karver (2021), quienes incluyen el PIB per cápita, la inflación y los flujos comerciales como variables explicativas al estimar el cambio en la proporción de nini a nivel de cohortes. Utilizando encuestas de hogares de 18 países de la región, entre 1980 y 2010, los autores encuentran que estas variables macroeconómicas tienen efectos moderados en la probabilidad de ser nini, con efectos específicos según género y edad: los hombres responden más a los cambios económicos en todas las edades, mientras que el impacto en las mujeres disminuye a partir de los 20 años. No obstante, su análisis no abarca las crisis recientes, en particular la pandemia de COVID-19, y no descompone el producto en sus componentes de tendencia y cíclicos. Se identifica entonces un vacío en la literatura para la región: según nuestro conocimiento, no se ha evaluado cómo el ciclo económico afecta la proporción de jóvenes nini, especialmente en el período reciente.
Datos y metodología
La principal fuente de información para este estudio es la Base de Datos Laborales para América Latina y el Caribe (Lablac), un proyecto conjunto del Centro de Estudios Distributivos, Laborales y Sociales de la Universidad Nacional de La Plata (Cedlas) y el Banco Mundial. Contiene información de un gran conjunto de encuestas laborales y de hogares de periodicidad trimestral o menor, en 14 países de América Latina y el Caribe: Argentina, Bolivia, Brasil, Chile, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, Nicaragua, Paraguay, República Dominicana y Uruguay.2 Todas las variables en Lablac están construidas usando criterios consistentes entre países y períodos, aplicando las mismas rutinas de procesamiento (Cedlas; Banco Mundial, 2025).
Para construir el cálculo agregado de la región en el análisis descriptivo de la sección 4, se seleccionaron solo nueve países por contar con información para el mayor número de años entre 2005 y 2024 (Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, y Uruguay). Para completar los años faltantes en cada uno de los nueve países, se asume que se mantiene la proporción de nini de la encuesta más cercana. Es importante destacar que este procedimiento de selección e imputación se aplica solo al análisis descriptivo. Para las estimaciones econométricas, en cambio, se utiliza el panel completo no balanceado, incorporando todos los países y respetando los períodos sin datos, sin imputar la variable dependiente. Se presentan los promedios simple y ponderado por la población joven de cada país proveniente de World Population Prospects (ONU, 2024a). Se considera como nini a aquellos jóvenes de 15 a 24 años que no asisten al sistema educativo formal y no se están ocupados. Además, se propone una medición alternativa que excluye a los y las jóvenes desocupados. Seguidamente, se divide el análisis por género.
En la sección 5, para estimar la relación entre la proporción de nini y el nivel de actividad económica, se utiliza el producto interno bruto per cápita (PIB pc, medido a paridad de poder adquisitivo en dólares de 2021) proveniente de World Development Indicators (Banco Mundial, 2025). Se trabaja con el panel anual de datos de 14 países de América Latina para 2005-2024. Se trata de un panel no balanceado, ya que varios de los países seleccionados no cuentan con encuestas para cada año. El Cuadro 1 detalla las encuestas laborales y de hogares utilizadas para cada país y el período disponible.
Se utilizan modelos de regresión econométricos, se estiman las siguientes ecuaciones:
Donde la variable explicada Y it es la proporción de jóvenes de 15 a 24 años que no asisten al sistema educativo formal y no se encuentran ocupados para el país i en el año t. Como variables explicativas se incluye el logaritmo del PIB pc, y alternativamente su componente cíclico y tendencial aplicando el filtro de Hodrick-Prescott (1997) con un parámetro de suavización λ = 100, que es el valor convencional para datos anuales. La variable pjovenes representa el porcentaje de la población joven en la población total, para controlar por los cambios en la estructura etaria que se observaron en los distintos países a lo largo del período analizado. Los efectos fijos por países ηi capturan las características que varían entre países, pero no a lo largo del tiempo, ya sean observables o no. Por último, μit representa el término de error.
Para modelar la dinámica temporal de la proporción de nini, se estiman además dos especificaciones que incluyen la variable dependiente rezagada un período. Esto ayuda a capturar la posible persistencia en el tiempo, reduciendo el riesgo de autocorrelación serial en los errores. Además, todas las estimaciones utilizan errores estándar robustos a heterocedasticidad.
Alternativamente, se estiman las ecuaciones 1 a 4 con una definición alternativa de nini. Es decir, reemplazando la variable explicada Y i de las ecuaciones anteriores por la proporción de jóvenes de 15 a 24 años del país i en el año t que, además de no asistir al sistema educativo y no trabajar, tampoco están buscando empleo. Por último, se presentan los resultados de manera separada para hombres y mujeres para analizar posibles diferencias en su respuesta ante el ciclo económico.
Cabe señalar que si bien la inclusión de efectos fijos por país permite capturar la heterogeneidad no observada que varía entre países, pero que es constante en el tiempo, es posible que persistan otras fuentes de endogeneidad. Por tanto, los resultados no deben interpretarse en términos causales.
Medición y evolución de los jóvenes nini
El análisis presentado por Cárdenas et al. (2015) y por De Hoyos et al. (2016) muestra una tendencia descendente del porcentaje de nini en la región desde inicios de la década de 1990 hasta circa 2010, confirmado por Tornarolli (2017) que extiende el análisis hasta 2014, con un leve repunte hacia ese año. Al trabajar con información actualizada se observa que, en efecto, el tamaño relativo de este grupo aumenta a partir de 2014, hasta estancarse entre 2017 y 2019 (Figura 1). En 2019, año anterior a la emergencia sanitaria, el promedio ponderado por la población joven se encontraba en 22,7 %,3 en línea con estudios previos que estimaron que el 21 % de los jóvenes de la región no estudiaba, se capacitaba o trabajaba entre 2017 y 2018 (Alvarado et al., 2020; Novella et al., 2018).
El período reciente estuvo marcado por la pandemia de COVID-19, que irrumpió en América Latina a comienzos de 2020, provocando diversos cambios en la vida cotidiana. Las restricciones impuestas por los gobiernos de la región para frenar la propagación del virus variaron desde la ausencia de medidas hasta confinamientos obligatorios y toques de queda. También se diferenciaron en cuanto al momento de su establecimiento, a la duración y al nivel de control de su acatamiento. Uno de los interrogantes es en qué medida los efectos de la crisis sanitaria alteraron las oportunidades de educación y empleo para las y los jóvenes en la región. En el ámbito educativo, estos enfrentaron la suspensión, el retraso o la interrupción de programas de educación o formación debido al cierre de centros de enseñanza y capacitación; y tuvieron que adaptarse a modalidades de educación remota que, al depender de la conectividad a internet y de recursos tecnológicos, profundizan las inequidades (Navarrete; Innamorato, 2021). En el ámbito laboral, los y las jóvenes enfrentaron pérdida de empleo, reducción de ingresos y mayores dificultades para insertarse en el mercado de trabajo. Una proporción considerable dejó de trabajar con el inicio de la pandemia y entre quienes lograron mantener sus actividades se observó una reducción en las horas trabajadas y, por ende, en sus ingresos laborales, además de que enfrentaron serios riesgos para su salud (Navarrete; Innamorato, 2021). Asimismo, la emergencia sanitaria expuso de manera evidente en la región la desigual e injusta distribución de las tareas de cuidado tanto al interior de los hogares como a nivel social (Pautassi, 2020).
Como resultado de lo anterior, y como se observa en la Figura 1, durante 2020 se registró un marcado aumento del porcentaje de jóvenes nini en la región. A partir de allí, se verificó una caída en 2021, para retornar a niveles prepandemia y, a partir de ese momento, se produjo una notable reducción hasta alcanzar en 2024 el valor más bajo del período bajo análisis. En la actualidad, el porcentaje de nini en la región alcanza a 19,5 %, es decir que uno de cada cinco jóvenes en los países seleccionados de América Latina no estudia y no trabaja.
Esta cifra es consistente con las estimaciones de la ONU (2024b), que reportan que, en 2023, el 20 % de las y los jóvenes de América Latina y el Caribe no estaban empleados y no cursaban estudios ni recibían capacitación, una proporción ligeramente inferior al promedio mundial de 21,7 %. Otras regiones que registran tasas por debajo del promedio global son Oceanía (18,5 %), América del Norte (10,7 %) y Europa (10,5 %), mientras que África (26,1 %) y Asia (22,2 %) presentan proporciones superiores (ONU, 2024b).
Porcentaje de jóvenes de 15 a 24 años que ni estudian ni trabajan (nini) América Latina - 2005-2024
La Figura 2 muestra diferencias importantes entre países. Se observa que la tasa de jóvenes ninis en Guatemala, del 29,6 %, prácticamente duplica a la registrada en Uruguay, que se sitúa en 15,1 %. Por su parte, Colombia y El Salvador también se posicionan entre los países con las proporciones más elevadas de jóvenes nini con tasas de 23,2 % y 21,6 %, respectivamente. Cabe señalar que Guatemala y El Salvador presentan una estructura poblacional relativamente joven, donde la población de entre 15 y 24 años representa 21 % y 19 %, y la edad mediana es de 22,6 y 27 años, respectivamente (ONU, 2024a). Por el contrario, Ecuador y México, donde la estructura etaria de la población también es relativamente joven (la población de entre 15 y 24 años asciende a 17 % y la edad mediana es de 28,4 y 28,9 años respectivamente, ONU, 2024a), presentan una proporción de nini por debajo de la media regional, de 19 % y 16,4 % respectivamente. Por su parte, Argentina y Uruguay, países pioneros en la región en la transición demográfica, registran las menores proporciones de nini, 16,2 % y 15,1 % respectivamente.
Porcentaje de jóvenes de 15 a 24 años que ni estudian ni trabajan (nini) Países seleccionados de América Latina - circa 2024
Jóvenes que ni estudian, ni trabajan, ni buscan trabajo
Considerando los cuestionamientos al concepto de nini expuestos en la sección 2, vinculados a la percepción de inactividad, se analiza aquí qué parte de estos jóvenes se encuentra buscando trabajo, es decir, están desocupados. La Figura 3 presenta tanto la proporción de jóvenes que no estudia, no trabaja y no busca empleo (ninini), como la de jóvenes nini desocupados.4
Los datos indican que el 14,3 % de los jóvenes son ninini, mientras que el 5,2 % son nini desocupados. Esto implica que el 27 % de los jóvenes clasificados como nini están desocupados, por lo que pertenecen a la población económicamente activa (PEA). Esto puede interpretarse de la siguiente manera: por cada 20 jóvenes en América Latina, cuatro no estudian ni trabajan; sin embargo, uno de esos cuatro está buscando empleo y, por tanto, está incluido en la PEA y no debería considerarse inactivo. La proporción de nini desocupados sobre el total de nini, actualmente en 27 %, es inferior a la observada en años anteriores, ya que entre 2016 y 2022 superaba el 30 % (en línea con el 30,8 % estimado por Novella et al., 2018 con datos de 2017-2018).
También resulta interesante observar en la Figura 3 los períodos de desacople entre ambas tendencias a la luz de la evolución del desempleo juvenil5 en la región. La disminución del desempleo de los jóvenes entre 2005 y 2014 (con excepción de 2009) favoreció una reducción de los nini desocupados, mientras que los ninini se mantuvieron relativamente estables, cerca al 15 %. Luego, el aumento del desempleo juvenil en la región hasta 2017 determinó un incremento de los nini desocupados, al mismo tiempo que los ninini se mantuvieron estables. La estabilidad del desempleo juvenil en 2018 y 2019 favoreció la permanencia de ambas series en niveles similares. En 2020, la pandemia de COVID-19 generó un aumento tanto en los nini desocupados como en los ninini, seguido de un retorno a los niveles anteriores a la pandemia en 2021. Posteriormente, ambas series continuaron su descenso, siendo más notable en el caso de los nini desocupados, en línea con la reducción del desempleo juvenil.
Porcentaje de jóvenes de 15 a 24 años que ni estudian ni trabajan ni buscan trabajo (ninini), nini desocupados y desempleo juvenil América Latina - 2005-2024
Composición por género de los nini
La Figura 4 ilustra la evolución del grupo de jóvenes nini, desagregando a las y los ninini y nini desocupados por género. Como se puede observar, los niveles difieren con fuerza entre hombres y mujeres. En el caso de estas últimas, la proporción total de nini es consistentemente más alta que la de los hombres, en tanto alcanza un 25 % en 2024, frente al 14,2 % que se registra para los hombres. Esto implica que por cada 15 jóvenes en América Latina 3 no estudian ni trabajan: un hombre y dos mujeres.
Estas cifras son consistentes con la ONU (2024b), que señala que en 2023 la proporción de nini entre las mujeres de América Latina y el Caribe (26,1 %) casi duplicaba la de los hombres (13,9 %). A escala global, las tasas entre las mujeres son más elevadas que las de los hombres en todas las regiones (ONU, 2024b).6
En la Figura 4 también se observan diferentes tendencias por género. La comparación punta a punta (2024 contra 2005) muestra que la proporción de nini es decreciente entre las mujeres mientras que se mantiene relativamente estable entre los hombres, lo que sugiere una disminución de la brecha de género en este indicador en las últimas dos décadas.
El componente predominante entre las mujeres corresponde a las ninini, que representan una proporción mayoritaria dentro del grupo (entre el 70 % y 80 % durante todo el período analizado). En cambio, entre los hombres, los ninini representaban apenas la mitad de los nini al inicio del período (49 %), y aumentan hasta un 64 % en 2024. Esto indica que, en la actualidad, 4 de cada 5 mujeres no estudian y no trabajan de forma remunerada tampoco buscan empleo, en comparación con 3 de cada 5 hombres.
Porcentaje de jóvenes de 15 a 24 años que ni estudian ni trabajan ni buscan trabajo (ninini) y nini desocupados, por género América Latina - 2005-2024
Cada día, las mujeres mayores de 15 años dedican aproximadamente el doble de tiempo que los hombres al trabajo doméstico y de cuidado no remunerado en Argentina, Brasil, Costa Rica y Uruguay; cerca del triple en Colombia, El Salvador y México; 4 veces más en Ecuador, y hasta 6 veces más en Guatemala (OIG-CEPAL, 2024).7 Incluso se ha encontrado que este patrón de uso del tiempo está presente en todos los quintiles de ingreso, niveles de pobreza y estructuras de hogar (para Costa Rica, ver Mata et al., 2024). Si bien los hogares con mayores ingresos cuentan con más recursos para contratar servicios domésticos y de cuidado, así como para acceder a tecnologías de ahorro de tiempo como electrodomésticos, estos pueden optar por que uno de los miembros del hogar, en general la madre, asuma la responsabilidad de la crianza y educación de los hijos e hijas, entendiendo que es más beneficioso que tercerizar los cuidados, lo que a su vez permite que el padre desempeñe su actividad laboral fuera del hogar. Los resultados de Mata et al. (2024) sugieren que el patrón de uso del tiempo depende en gran medida de las normas sociales sobre quién es responsable de las tareas al interior del hogar, influyendo en el tiempo que hombres y mujeres dedican a estas tareas.
La configuración de la división sexual del trabajo, que asigna a las mujeres un rol prioritario en las tareas domésticas y de cuidado, afecta a las mujeres a lo largo de su ciclo de vida, con un impacto temprano en niñas y adolescentes. Esto contribuye a la predominancia femenina en el grupo de jóvenes nini en América Latina, un fenómeno bien documentado por Alvarado et al. (2020), Cárdenas et al. (2015), De Hoyos et al. (2016), Navarrete y Innamorato (2021), Novella et al. (2018), Queijo et al. (2024), Székely y Karver (2021) y Tornarolli (2017). En los países donde se dispone de encuestas de uso del tiempo se observa que, de los jóvenes de 15 a 24 años que conviven con niños y niñas menores de 14 años, la proporción de mujeres que dedica tiempo a su cuidado es mayor en comparación con sus pares hombres. Asimismo, las mujeres jóvenes también dedican, en promedio, mayor número de horas semanales al cuidado tanto de hijos e hijas propios como de otros niños y niñas del hogar, típicamente hermanos y hermanas menores (Cedlas, 2023). Calero y Sorokin (2021) encuentran que en Argentina la proporción de nini entre las mujeres disminuye a la mitad si se consideran las tareas de cuidado como trabajo, mientras que para los hombres dicha reducción es negligible.8
El ciclo económico y la evolución de los y las nini
La evolución del PIB pc (en dólares a paridad de poder adquisitivo de 2021) en la Figura 5 permite observar el fuerte crecimiento económico experimentado por la región a principios de la década del 2000, impulsado por condiciones externas favorables, en particular por un ciclo alcista de los precios de las commodities. Esta expansión económica fue interrumpida brevemente por la crisis financiera de 2008, pero se retomó con rapidez la senda anterior. A partir de 2014-2015, el nivel de actividad económica comenzó a desacelerarse debido a la caída en los precios de las commodities, lo que marcó el inicio de un período de menor crecimiento económico (Cavallo; Powell, 2018). En 2020, la región experimentó una fuerte contracción económica como consecuencia de la pandemia de COVID-19. En 2021 se observó una recuperación del PIB pc, aunque siguió ligeramente por debajo del nivel previo a la pandemia. A partir de 2022, esta recuperación se intensificó, logrando superar el nivel registrado antes de la crisis sanitaria.
La Figura 5 presenta, además, la evolución del porcentaje de jóvenes nini. Se observa que en los momentos de crecimiento del nivel de actividad económica el tamaño relativo del grupo de jóvenes nini disminuye, mientras que en los períodos de recesión o caída de la economía se incrementa la proporción de jóvenes clasificados como nini. En ese sentido, la Figura 5 sugiere que el porcentaje de jóvenes en situación de nini tiene un comportamiento contracíclico, esto es, un movimiento en dirección opuesta al ciclo económico.
Evolución macroeconómica y porcentaje de jóvenes de 15 a 24 años que ni estudian ni trabajan (nini) América Latina - 2005-2024
A la luz de estas tendencias, la Tabla 1 presenta un análisis de regresión estimando las ecuaciones 1 a 4 descriptas en la sección Datos y metodología, donde cada columna corresponde a una de estas ecuaciones. Como se observa en la columna 1, el coeficiente asociado al logaritmo del PIB pc no resultó estadísticamente significativo. Por esto, se descompuso la evolución del PIB pc en dos componentes, tendencia y ciclo, aplicando el filtro de Hodrick-Prescott (1997). Los resultados de estimar el porcentaje de jóvenes nini en función del componente tendencia y ciclo del PIB pc se presentan en la columna 2. El coeficiente asociado a la tendencia del PIB pc no resultó estadísticamente significativo, mientras que el componente cíclico del PIB pc resultó negativo y significativo al 1 %. El coeficiente estimado indica que un aumento de 10 % del componente cíclico del PIB pc está asociado con una disminución de alrededor de 2,5 puntos porcentuales en el porcentaje de jóvenes nini.
Las columnas 3 y 4 muestran que los resultados se mantienen al incorporar la proporción de nini del período anterior. El coeficiente asociado al logaritmo del PIB pc resultó estadísticamente nulo (columna 3), al igual que la tendencia del PIB pc en la columna 4. Mientras que el ciclo del PIB pc resultó negativo, estadísticamente significativo al 1 % y apenas superior al obtenido en la ecuación 2, cerca de tres puntos porcentuales.
Al replicar las estimaciones tomando como variable dependiente la proporción de jóvenes ninini, se encuentra que la evolución macroeconómica no es estadísticamente significativa, tal como se observa en las columnas 5 a 8 de la Tabla 1. Esto indica la presencia de un núcleo duro de jóvenes nini que, incluso en contextos de expansión económica, enfrenta mayores barreras para acceder o permanecer en el sistema educativo o en el mercado de trabajo.
Cuando las estimaciones se hacen por separado para varones y mujeres, los resultados obtenidos indican que la influencia del contexto macroeconómico en la proporción de nini (o ninini) es marcadamente mayor para los varones que para las mujeres. Si bien en ningún caso el coeficiente asociado al logaritmo del PIB pc es estadísticamente significativo, los resultados en la Tabla 1 indican que el componente cíclico del PIB pc es negativo y significativo en todas las estimaciones para los varones, pero no en todas para las mujeres. Además, el coeficiente asociado a este en la estimación para los varones es mayor (en valor absoluto) que el observado en la estimación conjunta de varones y mujeres, mientras que en las estimaciones para las mujeres ocurre lo contrario. Por último, el componente tendencial del PIB pc también es positivo y estadísticamente significativo en la mayoría de las estimaciones para los varones, pero no lo es en ningún caso para las mujeres.9
Conclusiones
Los resultados indican que 3 de cada 15 jóvenes en América Latina están fuera del sistema educativo formal y no trabajan: un hombre y dos mujeres. Aunque la disminución de la brecha de género observada en las últimas dos décadas resulta un dato auspicioso, persiste un perfil claramente feminizado entre los nini. Los resultados también muestran que uno de cada cuatro jóvenes clasificado como nini está desocupado, lo que subraya la importancia del desempleo juvenil y las barreras para la inserción y permanencia en el mercado laboral que enfrentan muchos de estos jóvenes.
Cabe replantear la definición de nini desde dos perspectivas. Por un lado, quienes buscan trabajo (desocupados) forman parte de la PEA y no deberían considerarse inactivos. Por otro lado, aunque este artículo no incluye un análisis empírico sobre uso del tiempo, la revisión de literatura documenta que las mujeres nini cumplen, en su mayoría, con tareas domésticas y de cuidado no remuneradas. Si se amplía el concepto de trabajo más allá de la esfera de producción de bienes y servicios para el mercado y se incluye el trabajo no remunerado en el hogar, tampoco debería considerarse a las jóvenes nini como inactivas. No obstante, más allá de la clasificación de estas jóvenes, resulta relevante señalar que se encuentran en una situación de escasa acumulación de capital humano: no están insertas en circuitos educativos ni en trayectorias laborales formalmente reconocidas, y las tareas de cuidado que desempeñan en el ámbito doméstico, si bien fundamentales, no son equiparables a experiencia laboral en términos de formación o inserción futura en el mercado de trabajo, y tampoco son reconocidas como tales a efectos de acceso a la seguridad social.
Las tendencias indican un descenso sostenido de la proporción de nini en la región entre 2005 y 2012, seguido de un aumento hasta 2016 y un período de estancamiento entre 2017 y 2019. En 2020, se observa un fuerte incremento relacionado con la irrupción de la COVID-19. A partir de allí, se registró una caída en 2021 hasta el nivel prepandemia, y es notable la reducción que se produce a partir de 2022 hasta alcanzar el valor más bajo de las últimas dos décadas en 2024. La evolución de la proporción de nini muestra un comportamiento visiblemente contracíclico, y las estimaciones econométricas brindan evidencia que confirma que un aumento (disminución) del 10 % del componente cíclico del producto se asocia con una reducción (suba) de casi tres puntos porcentuales en el porcentaje de nini. Sin embargo, esta relación se vuelve menos evidente al excluir a los desocupados, lo que sugiere la existencia de un núcleo duro de jóvenes nini que enfrenta mayores barreras para acceder o permanecer en el sistema educativo o en el mercado laboral, incluso en contextos de crecimiento económico.
Nuestros resultados indican que las fluctuaciones económicas son relevantes para explicar el fenómeno de los nini en América Latina, en particular para los varones, grupo minoritario dentro de los nini, pero que parece ir en ascenso en los últimos años. Es posible que ese mayor efecto del contexto macroeconómico entre los varones tenga que ver con su mayor inserción en el mercado laboral, por lo que es de esperar que dicho efecto se manifestará con igual fuerza en las mujeres en forma eventual, en la medida que la brecha de género tienda a cerrarse. En este sentido, se recomienda acompañar las medidas para combatir el desempleo juvenil y el truncamiento de la trayectoria educativa con políticas contracíclicas que sostengan los ingresos de los hogares vulnerables durante las recurrentes recesiones y crisis económicas, tales como programas de transferencias monetarias condicionadas (CCT, por sus siglas en inglés).
Sin embargo, los resultados también señalan que el ciclo económico es solo una de las piezas en el análisis de la doble exclusión, del ámbito educativo y laboral, que enfrenta uno de cada cinco jóvenes de nuestra región. El resto de las piezas del rompecabezas están ancladas en los altos niveles de segmentación social, económica y cultural que dificultan las transiciones a la adultez, lo que afecta en especial a jóvenes de hogares vulnerables y a las mujeres. Por tanto, dichas medidas son necesarias, pero insuficientes si no se abordan las desigualdades estructurales que imponen barreras al desarrollo pleno de los jóvenes. Se recomienda fortalecer y extender la cobertura de los sistemas de cuidado, lo que permitiría a las mujeres nini retomar sus estudios o ingresar al mercado laboral; así como también, promover la educación sexual integral, junto con los programas de salud sexual y reproductiva, para garantizar el pleno ejercicio de los derechos sexuales y reproductivos entre las generaciones más jóvenes. Resulta fundamental mejorar las oportunidades educativas y laborales para todos los jóvenes, sobre todo aquellos en situación de vulnerabilidad, y garantizar que las niñas y las adolescentes puedan aspirar a un proyecto de vida fuera del ámbito doméstico.
Agradecimientos
Los autores agradecen a los participantes del Latin American Expert Group Meeting, “Megatrends & Families: Focus on Demographic changes” (Ciudad de México, octubre de 2023), donde se presentaron algunos resultados preliminares de esta investigación. Cualquier error u omisión es responsabilidad exclusiva de los autores.
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1
Las tareas domésticas y de cuidado no remuneradas no se consideran trabajo según la definición convencional, que se limita a la esfera de producción de bienes y servicios para el mercado, y no se registran en las cuentas nacionales. Sin embargo, cabe destacar que varios países de la región están realizando esfuerzos hacia la construcción de cuentas satélite del trabajo no remunerado de los hogares, con el objetivo de visibilizar su contribución económica en línea con la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (objetivo 5, meta 5.4).
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2
La base LABLAC también incluye información de Perú proveniente de la Encuesta Permanente de Empleo (EPE). No obstante, la EPE no contiene información acerca de la asistencia escolar (CEDLAS; Banco Mundial, 2025). Por este motivo, Perú queda fuera de nuestro análisis.
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3
A pesar de que la ponderación por población queda dominada por los países más poblados, como Brasil y México, la Figura 1 permite observar que su evolución es muy similar a la del promedio simple. En adelante se describen los resultados para el promedio ponderado por población, aunque las conclusiones no cambian si se trabaja con el promedio simple.
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4
Otros estudios denominan a los nini desocupados como nini activos, y a los ninini como nini inactivos (ver, por ejemplo, Cardoso; Hermeto, 2021).
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5
Es importante notar que esta medida no se corresponde con la tasa de desempleo juvenil, ya que se calcula sobre el total de jóvenes de 15 a 24 años y no sobre la PEA de ese grupo de edad.
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6
Las brechas de género más reducidas se encuentran en aquellas regiones con menor presencia de jóvenes nini, como América del Norte (10,7 % contra 10,6 %), Europa (11 % contra 10,1 %) y Oceanía (20 % contra 17,1 %). A pesar de ser la región con la mayor proporción total de nini, África exhibe una brecha de género entre mujeres (32,7 %) y hombres (19,6 %) más reducida que en Asia, donde la brecha entre mujeres (32,6 %) y hombres (12,6 %) es la más amplia (ONU, 2024b).
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7
Indicador de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible (objetivo 5, meta 5.4). Esto no es compensado por un menor tiempo en el mercado laboral; al considerar el tiempo total de trabajo (suma del tiempo que la población de 15 años y más dedica al trabajo remunerado y no remunerado), se evidencia una sobrecarga que recae sobre las mujeres, quienes en conjunto trabajan más horas que los hombres (OIG-CEPAL, 2024).
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8
Utilizan el Módulo sobre trabajo no remunerado y uso del tiempo, aplicado a la Encuesta Anual de Hogares Urbanos (EAHU) del tercer trimestre de 2013. La información se releva únicamente para personas de 18 años y más (Calero; Sorokin, 2021).
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9
Como ejercicio de robustez replicamos las estimaciones incorporando la tasa de asistencia escolar de 6 a 14 años, y también el promedio de años de educación formal alcanzados por la población adulta (25 a 64 años). Esto no cambia los coeficientes de interés, y los resultados principales se mantienen. Las tablas se encuentran a disposición.
Disponibilidad de datos
datos disponibles a petición de los árbitros.
Fechas de Publicación
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Publicación en esta colección
17 Nov 2025 -
Fecha del número
2025
Histórico
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Recibido
12 Mar 2025 -
Acepto
29 Ago 2025






Fuente: Elaboración propia a partir de microdatos de encuestas laborales y de hogares de Lablac (CEDLAS; Banco Mundial, 2025). Promedios simple y ponderado por la población de 15 a 24 años de cada país proveniente de World Population Prospects (ONU, 2024a).Los cálculos agregados para América Latina incluyen 9 países: Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, y Uruguay.
Fuente: Elaboración propia a partir de microdatos de encuestas laborales y de hogares de Lablac (CEDLAS; Banco Mundial, 2025). Los cálculos agregados para América Latina presentan el promedio ponderado por la población de 15 a 24 años de cada país proveniente de World Population Prospects (ONU, 2024a), e incluyen 9 países: Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, y Uruguay. (*) Guatemala corresponde a 2022, El Salvador a 2023.
Fuente: Elaboración propia a partir de microdatos de encuestas laborales y de hogares de Lablac (Cedlas; Banco Mundial, 2025). El eje derecho presenta la proporción de jóvenes desocupados sobre el total de jóvenes de 15 a 24 años. Los cálculos agregados para América Latina presentan el promedio ponderado por la población de 15 a 24 años de cada país proveniente de World Population Prospects (ONU, 2024a), e incluyen 9 países: Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, y Uruguay.
Fuente: elaboración propia a partir de microdatos de encuestas laborales y de hogares de Lablac (Cedlas; Banco Mundial, 2025). Los cálculos agregados para América Latina presentan el promedio ponderado por la población de hombres y mujeres de 15 a 24 años de cada país, proveniente de World Population Prospects (ONU, 2024a), e incluyen 9 países: Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, y Uruguay.
Fuente: Elaboración propia a partir de microdatos de encuestas laborales y de hogares de Lablac (Cedlas; Banco Mundial, 2025). El eje derecho presenta el PIB pc a paridad de poder adquisitivo en dólares 2021 de World Development Indicators (Banco Mundial, 2025). Los cálculos agregados para América Latina presentan el promedio ponderado por la población de 15 a 24 años de cada país proveniente de World Population Prospects (ONU, 2024a), e incluyen 9 países: Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Ecuador, El Salvador, Guatemala, México, y Uruguay.