Open-access Turismo, migración y género en un contexto de cambio climático. El caso del oasis de Merzouga (Marruecos)

Tourism, migration and gender in the context of climate change. The case of the Merzouga oasis (Morocco)

Resumen

En este artículo abordamos la interrelación entre el turismo, la emigración y el cambio climático, a partir del caso de una comunidad oasiana en Marruecos. La localidad de Merzouga, situada al sureste de Marruecos, es una zona afectada gravemente por la sequía y la subida de temperaturas y, consecuentemente, por la falta de agua. Dicha situación ha implicado graves pérdidas en la rentabilidad agrícola. Y ha llevado a su población -antes nómada- a abandonar la ganadería y a refugiarse, por un lado, en el turismo como alternativa económica; y, por otro, en la emigración. Todo ello en una sociedad con fuertes desigualdades de género. En este artículo, tratamos de demostrar cómo el turismo, la emigración y el cambio climático se retroalimentan entre sí. Para ello, hemos empleado una metodología cualitativa con trabajo de campo, adoptando una perspectiva de género.

Palabras clave: cambio climático; género; Merzouga; migración; turismo

Summary

Tourism, emigration and climate change are three elements that are inter-related in the context of the Merzouga region, oasis located in the south-east of Morocco. This area is seriously affected by drought, rising temperatures, and lack of water. This situation has caused serious losses in agriculture. Ant it has led the population - previously nomadic - to abandon livestock farming and take refuge in tourism as an economic alternative as well as emigration. All of this happens in a society where there are strong gender inequalities. In this paper, we try to demonstrate how these three phenomena feed off each other. To do this, a qualitative approach was used by doing fieldwork in the region while adopting a gender perspective.

Keywords: climate change; gender; Merzouga; migration; tourism

Introducción

El cambio climático constituye un importante desafío para el futuro de la humanidad. En el caso de Marruecos, este se ha convertido en un fenómeno que despierta una creciente preocupación. Diversos estudios sitúan el Norte de África como una de las zonas que se verán más afectadas en el mundo (OIM, 2022). También diferentes autores (Banque Mondiale, 2022; Tangermann, Traore, 2016) sitúan a Marruecos como uno de los países del mundo más vulnerables frente al cambio climático, aunque no todo el país experimentará la crudeza de este fenómeno con la misma intensidad. De hecho, distintos análisis sitúan las regiones de los oasis -donde centramos nuestro estudio- como una de las que resultarán más afectadas, al ver incrementarse la desertización de su territorio (Tangermann, Traore, 2016; Mseffer, 2021). Asimismo, no todos los grupos sociales se verán impactados en el mismo grado de intensidad por el clima extremo, siendo las mujeres un grupo especialmente vulnerable frente a esta realidad, debido a las normas sociales y los roles de género en el Marruecos rural.

En este artículo analizamos el modo en que el cambio climático está golpeando a los oasis de la región de Merzouga, tratando de conocer también su interrelación con el turismo y las migraciones. Los eventos climáticos extremos son cada vez más frecuentes allí, dificultando gravemente la continuidad de las actividades agropastorales tradicionales y obligando a la sedentarización de sus habitantes, que hasta hace muy poco tiempo eran nómadas -entendiendo como tales a las personas que se movían para encontrar pastos, sin tener un domicilio fijo (Aït Hamza, 2012)-. Ante esta situación, la población local ha optado por emigrar, a la vez que desarrollar actividades turísticas (Mseffer, 2021), que vienen a empeorar la escasez de agua, agravando así los efectos del cambio climático. Esas mismas actividades turísticas facilitan los recursos para nuevas oleadas de emigración internacional (a través del aprendizaje de idiomas, contactos e ingresos, entre otros), cuyas remesas frecuentemente acaban siendo reinvertidas en negocios turísticos. Como mostraremos, se trata de dos fenómenos que se retroalimentan y se ven afectados por el cambio climático.

A través de una metodología cualitativa, y mediante la realización de trabajo de campo en la región, hemos profundizado en los impactos climáticos en esta área desértica, analizando su interrelación con las migraciones y el turismo, y teniendo en cuenta los efectos diferenciados que este fenómeno posee para hombres y mujeres.

En una primera parte del artículo, exponemos la metodología empleada en este estudio. Seguidamente, caracterizamos la región de Merzouga, para a continuación hablar de los cambios que se están produciendo en el clima de la región y presentar la actividad turística como alternativa a una agroganadería tradicional. Posteriormente analizamos las relaciones recíprocas entre el turismo y las migraciones.

Metodología

Los resultados que aquí presentamos son fruto del trabajo de campo realizado en enero de 2024 en la región de Merzouga (Marruecos), en el marco de la investigación titulada “Migración, cambio climático y Cooperación al Desarrollo. Flujos, Impactos y Coherencia de Políticas en los casos de Marruecos y Senegal en relación con España”, (PID2021-122559NB-100), financiada por el Ministerio de Ciencia e Innovación. Este estudio de la zona se ha realizado después de haber desarrollado otras investigaciones de campo en diversos lugares de Marruecos en el marco del mismo proyecto de investigación, como son las de Imilchil (localidad ubicada en el Alto Atlas Oriental) y Tendrara (situada en la región del Oriental).

Con esta investigación se persigue el objetivo de conocer el impacto del cambio climático en esta área, especialmente en su interrelación con el turismo y las migraciones. Nuestra hipótesis es que los efectos del cambio climático dificultan las tradicionales actividades agropastorales en la región, ante lo que la población local ha optado por buscar nuevas fuentes de ingresos, tanto en el turismo como en las migraciones. Ello habría tenido consecuencias diferenciadas para los hombres y mujeres locales.

En este estudio se ha hecho uso de una metodología cualitativa, empleando las técnicas de entrevistas semiestructuradas en profundidad, la observación participante, y numerosas conversaciones informales con la población. De este modo, se ha entrevistado a un total de 15 personas:

  • 3 representantes de asociaciones de desarrollo local de la región.

  • 6 agentes turísticos locales

  • 3 agricultores/as

  • 1 profesional de la salud

  • 2 familiares de migrantes

Estos informantes fueron seleccionados durante la estancia. En primer lugar, nos reunimos con los representantes de las asociaciones y un agente turístico. Estos nos facilitaron la mayor parte del resto de contactos.

Igualmente, se ha empleado la observación participante, trasladándonos a lugares concretos para poder observar de primera mano los efectos del cambio climático en la región. Entre otros aspectos, nos centramos en la observación de los siguientes aspectos:

  • Puntos de recogida de agua en las khettaras y los pozos, donde pudimos conversar con quienes hacían uso de los mismos (principalmente mujeres).

  • Zonas de palmerales, donde mantuvimos conversaciones con agricultores, tanto hombres como mujeres.

  • Zonas de recogida de leña, pudiendo conversar con algunas mujeres.

  • Hoteles y actividades turísticas.

  • Diversos lugares donde se habían instalado recientemente las últimas familias nómadas.

El idioma empleado en las entrevistas ha sido el francés, y en algún caso el español. En algunos de los paseos realizados por los lugares citados, fuimos acompañados por un informante local, que actuaba de traductor cuando los informantes sólo hablaban el idioma bereber.

Para el trabajo de la información recopilada, procedimos a codificar la información en base a categorías previas relacionadas con nuestro estudio, así como otras nuevas que emergieron durante el trabajo de campo:

  • Incidencias climáticas en la región y sus repercusiones

  • Implicaciones del cambio climático en la actividad agrícola

  • Efectos del cambio climático en la actividad ganadera

  • Repercusiones del cambio climático en la actividad turística

  • Relación entre el turismo y las migraciones

  • Efectos desiguales del cambio climático en hombres y mujeres

A lo largo del texto, reproducimos fragmentos de las entrevistas y conversaciones mantenidas, tratando de asegurar el anonimato de nuestros informantes.

Contextualización del área de estudio

La comuna de Merzouga es una zona desértica ubicada en la región del Drâa-Tafilalt, al sureste de Marruecos, en la provincia de Errachidia y a 60 kilómetros de la frontera con Argelia (Morillo, 2022), en la que el desierto convive con los oasis. Habran (2019), Houzir (2017) y Mseffer (2021) explican que los oasis son entornos verdes que poseen una agricultura variada y basada en el riego, y donde habita una población estable. En ellos se dan extensos palmerales con condiciones de humedad y sombra para los cultivos que permiten la producción de verduras y cereales, favoreciendo un microclima local que disminuye los efectos del clima desértico y las temperaturas extremas en verano e invierno, así como la evaporación del agua y la reducción de la fuerza de los vientos (Morillo, 2022). Estos son sistemas muy frágiles y se han ido reduciendo progresivamente. De hecho, Greenpeace (2019, citado en Mseffer, 2021) alerta sobre el hecho de que el cambio climático pone en riesgo estos sistemas oasianos-. Entre ellos, los de Tafilalt son los de mayor extensión del país. Merzouga se encuentra en esta región oasiana y en ella también se halla el complejo dunar de Erg Chebbi, que alberga un sistema acuífero extremadamente delicado (Ferrández et al., 2019). Por ello, estas poblaciones se han organizado tradicionalmente en torno a la construcción de infraestructuras para la recogida del agua y la gestión de su reparto (Escriche, 2011; Mseffer, 2021).

Las actividades económicas desarrolladas a lo largo del tiempo por estas comunidades oasianas han estado ligadas a las actividades agropastorales, practicando en buena medida el nomadismo -con el nomadismo, tribus enteras se desplazaban constantemente a cientos de kilómetros buscando zonas de pastos y puntos de agua (Hennani, 2021)-. Sin embargo, desde la época colonial, las autoridades del país han fomentado su sedentarización (Dekkari, 2013; Gélard, 2008; Gagnol et Landel, 2016; Hennani, 2021). De hecho, en los últimos años esta sedentarización ha sido todavía más acusada, de forma que actualmente el nomadismo ya casi habría desaparecido -y las familias nómadas que todavía se pueden encontrar, viven hoy en graves situaciones de pobreza y precariedad (Hennani, 2021)-. Muchas familias antes nómadas han emigrado a las grandes ciudades y al extranjero (Mseffer, 2021; Hennani, 2021) -en gran medida, por los impactos del cambio climático, ya que los nómadas han sido los más afectados (Hennani, 2021)- y la mayor parte ahora se dedica a la actividad turística (Dekkari, 2013; Hennani, 2021). Con todo, podemos decir que esta región se encuentra experimentando una crisis profunda de sus estructuras agropastorales, en buena parte como consecuencia de la escasez de agua acentuada por el cambio climático en la región (Dekkari, 2013; Hennani, 2021).

En la región habita el grupo étnico bereber de los Aït Khebbach, en una sociedad donde se da una división sexual del espacio y del trabajo bastante pronunciada, y en la que a las mujeres les correspondería preferentemente la ocupación del espacio privado y al hombre el espacio público (Morillo, 2022). Además, cuando la mujer se casa se ve obligada a abandonar el hogar parental, con lo que pierde la seguridad económica y psicológica que le aportaba su familia; pero, puesto que las mujeres Khebbach habitan en un medio rural, éstas deben participar en el proceso productivo agrícola, lo que por su función social les obliga a permanecer en el espacio público (El Harras, 2000). No obstante, aunque ello les otorga una mayor libertad de movimientos, no conlleva que desaparezca esta división espacial, sino más bien que se aplique de forma distinta.

De igual manera, esta sociedad ha regulado y dividido las funciones económicas que pueden desempeñar los hombres y las mujeres. En Merzouga son los hombres quienes desarrollan la mayor parte de trabajos remunerados y de cara al público (Morillo, 2022). De hecho, la tasa neta de actividad en la zona es del 74’1% de los hombres, frente al 4’5% de las mujeres (Haut Commissariat au Plan, 20141). Las mujeres desempeñan fundamentalmente tareas en el hogar y en la economía de subsistencia (Morillo, 2022), siendo las encargadas de ir a recoger la leña; y, en el caso de familias que no tienen agua en sus casas, también son las responsables de su recogida en los pozos o en la khettara. Además, también desarrollan tareas agrícolas para el consumo familiar. Esta particular distribución sexual del trabajo se relacionaría con los valores que subyacen en la sociedad rural (El Harras, 2000).

El cambio climático en el oasis de Merzouga y sus efectos desde una perspectiva de género

Merzouga presenta un clima desértico, con temperaturas que en verano pueden alcanzar los 50º. Las precipitaciones anuales son escasas, con menos de 200 mm al año (Escriche, 2011), situación especialmente agravada por las sequías que lleva sufriendo el país (Houzir, 2017). Mseffer (2021) explica que éstas han aumentado considerablemente en los últimos treinta años en Marruecos, pasando de una cada cinco años a una cada dos años. Todo ello hace que su sistema acuífero sea extremadamente delicado (Ferrández et al., 2019), estando los recursos de agua seriamente amenazados por su bajo nivel freático (García-Rodríguez et al., 2008). A este respecto, la Dirección Nacional de Meteorología del país estima que en el futuro esta disminución de las lluvias continuará, al menos, hasta finales de siglo (François et al., 2016). Ello no impide que se den tormentas ciclónicas que provocan inundaciones como las ocurridas en 2006 (García-Rodríguez et al., 2008; Cholez, 2010; Houzir, 2017), que comportaron graves daños y la ruina de muchas familias, pese a la ayuda del Estado:

Mucha gente perdió sus animales con las inundaciones de 2006, se cayeron muchas casas, perdieron su futuro. (I. 12)

Cuando hubo la inundación, los palmerales se pudrieron, los canales estuvieron llenos de arena (…). Esto costó mucho dinero. Se pagaron 20.000 dirhams [unos 2.000 euros] para los tractores que tuvieron que quitar la arena. 2.000 euros he pagado, porque cuando hubo inundaciones se cayeron las casas. Entonces el Estado nos ha ayudado con 30.000 dirhams [unos 3.000 euros]. He gastado 20.000 dirhams para arreglar los huertos y otros 10.000 para reparar la casa. Porque si no se reparan los huertos enseguida, se pueden echar a perder los palmerales. (I. 2)

La zona también estaría experimentando un incremento de las temperaturas, con un recalentamiento de entre 1 y 2,2 grados, habiéndose incrementado el número de olas de calor estivales (Houzir, 2017). Frente a ello, la Dirección Nacional de Meteorología de Marruecos, prevé que este aumento de las temperaturas continúe desde 2 a 6 grados más (François et al., 2016). Es este un hecho que la población corrobora:

Las temperaturas ahora suben a más de 50 grados ¡Antiguamente no! Se llegaba a 42º, 43… ¡Era el máximo!. Ahora llegan a los 50º, 52, 53….Y es muy duro. (I. 3)

El clima sí que ha cambiado mucho (…). El calor está aumentando (…). Además, también hay menos agua. Y la sequía causa problemas (…). Ahora cavas un pozo, y al paso de 2 o 3 años ya no hay agua. (I. 2)

La población local considera esta subida de temperaturas y la sequía como los problemas más graves. Los oasis de la región se enfrentan a diferentes desafíos, siendo uno de los más importantes la preservación de los recursos hídricos (Habran, 2019). Sin embargo, las poblaciones de la zona están acostumbradas a convivir con la sequía, habiendo desarrollado métodos tradicionales de adaptación a la misma, como la excavación de canales de agua (llamados khettaras3) y la aprobación de leyes comunales sobre el uso de este recurso (Mahdane y Ruf, 2017). A juicio de Van Praag (2021), este hecho estaría complicando la toma de conciencia de los efectos agravantes del cambio climático en la región por parte de la población.

En cualquier caso, el cambio climático no afectará a toda la población de la misma manera, pues serán los sectores sociales más vulnerables y con menores recursos socio-económicos los que saldrán más perjudicados por este proceso (Tangermann, Traore, 2016; Chávez-Rodríguez, 2016). Al mismo tiempo, debemos recordar que los efectos del cambio climático no son neutros en cuestiones de género (Banque Mondiale, 2022; Chávez-Rodríguez, 2016), no impactando en la misma medida a hombres y mujeres. Como bien afirma Chindarkar (2012), este puede afectar directamente a las mujeres y hacerles más vulnerables debido a su interacción con factores socioculturales.

Las mujeres de Merzouga tienen una mayor dependencia hacia los recursos naturales. Son ellas, especialmente las más pobres, las encargadas de recoger el agua en los pozos o en la khettara -al no poder pagar el precio del agua de sus viviendas-. También son quienes deben recoger la leña necesaria para los hogares. Por ello, si el cambio climático hace más frecuentes los episodios de sequías o incrementa la desertización de los oasis, las mujeres pueden verse obligadas a caminar distancias más largas para buscar agua y combustible (Banque Mondiale, 2022), lo que les obligará a destinar una mayor cantidad de tiempo y esfuerzo a estas duras tareas. Ello significa que las mujeres también tendrán menos horas que los hombres para dedicar a actividades productivas generadoras de ingresos (Skinner, 2011).

La mayoría creo que no tienen agua potable y van a buscarlo ahí a la khettara (…). La mayoría suelen ser mujeres (…). También van los niños en ayuda muchas veces. (I. 5)

Asimismo, el cambio climático también tendrá implicaciones en la educación de las niñas, ya que, ante períodos difíciles de sequía, muchas de ellas se verán obligadas a trabajar para ganar dinero y ayudar a sus familias, sacrificando así su educación (Skinner, 2011). Esto ocurre en mayor medida que en el caso de los niños, dado que muchas familias marroquíes priorizan la educación de los niños frente a la de ellas -frente a una tasa de escolarización masculina de un 95,62%, la cifra desciende al 89,78% en el caso de las niñas de Merzouga (Haut Commissariat au Plan, 2014).

El clima extremo también conllevará fuertes impactos en la economía, siendo uno de los sectores más seriamente amenazados el de la agricultura (Tangermann, Traore, 2016; Clement et al., 2021; Mseffer, 2021), al verse golpeada por la falta de agua -el Banco Mundial (2021) estima que la sequía en Marruecos redujo la producción agrícola en alrededor del 7% del PIB interanual (Citado en Clement et al., 2021)-. En Merzouga la agricultura se da en los palmerales, en parcelas de pequeño tamaño, y su productividad es ya muy limitada, destinando su producción al autoconsumo y sin posibilidades de comercialización. El impacto del cambio climático en la agricultura supone una seria amenaza a los medios de subsistencia de las familias y las comunidades (Banque Mondiale, 2022).

A la gente que trabaja en la agricultura (…) sí que les está afectando el cambio climático. Les está haciendo perder cosechas y los hace más pobres. (I. 1)

Antes había familias que vendían verduras, trabajaban bien y vendían (…). Ahora no, nadie. No hay suficiente, no hay mucha agua. (I. 3)

Como consecuencia directa del incremento de temperaturas y de la sequía, se ha dado ya una reducción de la productividad agrícola, una pérdida de calidad de los frutos y un aumento de los costes de producción (Mseffer, 2021):

En la agricultura, antes mucha gente cultivaba cebada. Y les daba para comer durante 5 o 6 años tranquilamente (…). Y todo eso ahora ya está acabado. Ha muerto todo. (I. 4)

Houzir (2017) sostiene que el descenso de la producción en los oasis puede llegar a un 16% de la misma, aunque Tangerman y Traore (2016) estiman que esta reducción puede situarse entre un 17 y un 32%; y, si se trata de la producción de dátiles, este descenso llegaría hasta un 34% (Houzir, 2017). Este significativo descenso podría hacer peligrar la seguridad alimentaria de la población, con consecuencias que podrían acabar siendo desiguales entre hombres y mujeres, dada la mayor vulnerabilidad de estas últimas (Chindarkar, 2012).

La pauperización de la población debido a esta caída de la productividad agrícola -entre otros factores- también estaría estar fomentando la emigración de trabajadores agrícolas, especialmente hacia las ciudades, pero también al extranjero (Praag, 2017, citado en Clement et al., 2021; Van Praag, 2021). El Banco Mundial hace una estimación del volumen que podría alcanzar la emigración de trabajadores agrícolas, calculando que, en el año 2050, podrían haber emigrado 1,9 millones de antiguos agricultores en todo Marruecos (Banque Mondiale, 2022).

De otro lado, se estima que, actualmente, el 38% de la población total de los oasis depende, en mayor o menor medida, de los recursos financieros de la emigración. Este fenómeno también conllevará una mayor vulnerabilidad de las mujeres locales -quienes emigran en mucho menor grado-, pues disponen de menos recursos alternativos que los hombres. Ellas se verán obligadas a permanecer en sus pueblos, incluso en casos de extrema pobreza, siendo quienes deberán convivir con los efectos del cambio climático (Houzir, 2017).

Otro de los sectores económicos que se verá especialmente perjudicado por el clima extremo es el de la ganadería, algo relevante en un entorno donde la población ha sido tradicionalmente nómada y dependiente de esta actividad (Escriche, 2011; Bechchari et al., 2014). Un informante local nos explicaba la importancia de los animales para las familias nómadas:

De la cantidad de animales dependía la riqueza de la familia. Había familias que tenían sólo unas pocas cabras. Otras tenían 100 o 200 dromedarios (…). Los animales eran su única fuente de vida. Si no tenías animales, no podías vivir. (I. 6)

Hay familias que ni tienen [se refiere a los animales]. Porque hay menos agua. (I. 3)

Este descenso en el número de animales se relacionaría particularmente con la falta de agua debido a la sequía persistente, provocando un grave descenso de la productividad ganadera (Bechchari et al., 2014). Este hecho habría conllevado pérdidas considerables de ingresos para los pastores y sus familias (Freier et al., 2014), lo que les habría obligado a una masiva sedentarización (Bechchari et al., 2014; Hennani, 2021) -aunque ésta se viene dando especialmente desde los años 80-:

Antes toda la gente tenía unos pocos animales (…). Y existía un turno para cuidarlos (…) y llevarlos a comer a los pastos (…). Y había muchos nómadas que tenían dromedarios… Y ahora ya está, esto se ha acabado (…) Porque por los animales que tienen, no tienen qué comer. (I. 7)

Con todo, el clima no sería el único responsable de esta situación, sino que también habría factores políticos. A este respecto, el gobierno marroquí habría fomentado desde principios del siglo XX el asentamiento de las poblaciones nómadas (limitación de las zonas de pastos, instalación de equipamientos básicos en determinados puntos, política educativa, etc.) (Bechchari et al., 2014; Gélard, 2008; Aït Hamza, 2012; Hennani, 2021). Uno de nuestros informantes nos explicaba las principales razones del abandono del nomadismo:

Dejaron el nomadismo porque la vida de nómada empezaba a ser muy dura. Y también porque la gente empezaba a ir a la escuela. Y cuando va el niño a la escuela, entonces los niños ya no pueden ir con las cabras. (I. 1)

Siendo así, y teniendo en cuenta las dificultades que los pastores encontraban para practicar el nomadismo, buena parte de las familias optaron por sedentarizarse e irse a vivir a los núcleos urbanos, atraídos especialmente por las comodidades que implicaba la llegada de la electricidad. Este hecho sedujo especialmente a los jóvenes y mujeres de la región, quienes ya no querían dedicarse a la ganadería, ya que se inclinaban por los estilos de vida modernos (Freier et al., 2014; Aït Hamza, 2012). Un hombre de Merzouga lo expresa del siguiente modo:

Ahora ya no hay nómadas. Porque ahora ya tienen la vida más fácil aquí con el turismo (…), más fácil que seguir siendo nómadas. Y ahora el Estado también impone una obligación a las familias, porque los niños tienen que estudiar. Entonces, qué van a hacer allí hasta llegar a las aulas (…). Por esto es que la vida nómada ya está casi al límite de desaparecer. (I. 8)

Asimismo, otros pastores anteriormente nómadas optaron por emigrar -ellos o alguno de sus hijos- al extranjero. Sus destinos favoritos eran España y Francia:

Hay gente que antes tenía sus rebaños y eran nómadas. Pero como no había pastos, los animales no tenían qué comer (…). Conozco a uno que tiene ahora a dos de sus hijos en Bilbao. (I.10)

Por tanto, observamos cómo los pastores nómadas, que a lo largo de la historia han mostrado su capacidad de adaptación a un entorno desértico y duro (Bechchari et al., 2014), estarían buscando soluciones a los problemas climáticos que hacen más difícil su supervivencia. Al mismo tiempo, es probable que, al igual que ocurre en otras zonas del país, los conflictos generados en la ganadería de la región se intensifiquen en el futuro, como resultado de los cambios en las condiciones ambientales y las transformaciones sociales (Herrero et al., 2016).

En definitiva, el cambio climático habría tenido una fuerte incidencia en la economía oasiana. La falta de agua, motivada por una sequía persistente, habría generado un fuerte descenso de la productividad agrícola y ganadera. Ello habría obligado a la población a buscar nuevas fuentes de ingresos, como son la emigración y el turismo, de los que no se benefician en la misma medida hombres y mujeres.

La alternativa del turismo y su relación con un medio ambiente transformado por el cambio climático

Frente a este panorama, en el que las reiteradas sequías y el incremento de temperaturas disminuyen la productividad agrícola -ya limitada de por sí en esta zona-, e imposibilitan la ganadería trashumante por falta de pastos, la población ha buscado nuevas fuentes de ingresos. En este sentido, podríamos decir que la actividad turística se ha convertido, en cierta medida, en una estrategia de adaptación al cambio climático. Al igual que ha ocurrido en otros muchos lugares, la población ha visto en esta fuente de ingresos una posible solución a todos sus problemas y un potente factor de desarrollo (OMT, 2007; Sharpley, 2002), estando gestionados la mayor parte de los hoteles por población local, con una casi ausencia de grandes cadenas hoteleras en la región (Gagnol et Landel, 2016), pese a la presencia de algunos inversores extranjeros a título individual:

El cambio climático no permite que haya más ganadería. Entonces se han dirigido al turismo. (I. 3)

Algunos nómadas (…) se dedican un poco al turismo (…). Eran antiguos nómadas, que han dejado la vida nómada. (I. 1)

La población de Merzouga trata de no criticar negativamente el turismo, ya que con él los habitantes han logrado una mayor calidad de vida. Así lo expresaba una persona:

El turismo ha traído muchas cosas buenas. No hay ni una cosa mala en el turismo. Nos ha cambiado la vida (…). Gracias a él todo el mundo tiene su coche, todo el mundo puede comprar sus medicinas si está enfermo, todo el mundo puede irse al hospital más rápido y más fácilmente. (I. 2)

Habiéndose creado una fuerte dependencia hacia esta actividad:

Si un día le pasa algo al turismo, ya no nos quedará nada (…). No hay ninguna familia donde alguien no trabaje en el turismo. Todos tienen de alguna manera una relación con el turismo, de forma directa o indirecta (…). (I. 5)

Pese a los innegables beneficios que el turismo ha reportado a estas comunidades, esta actividad está ocasionando toda una serie de impactos medioambientales que han venido a empeorar los efectos del propio cambio climático. Como Pulido et al. (2007) afirman, el turismo es una de las actividades que más pueden agravar el cambio climático. Por una parte, se estima que el sector turístico aporta aproximadamente el 5% de las emisiones de gases de efecto invernadero (OMT, 2007). Además, los visitantes consumen cantidades de agua muy superiores a las de la población local, ignorando la escasez de los recursos hídricos de la zona (Pulido et al., 2007; Beaumont, 2010):

Es llegar y se tienen que duchar. Quieren salir, se tienen que duchar ¿Entiendes? (…) Esto no lo hacen en su casa. Pero viajando lo hacen (…). Es mucho y no hay agua. (I. 2)

En verano, durante casi 10 días no tuve agua en mi casa (…). El problema es que la gente que viene (…) malgasta mucha agua. (I. 5)

No puede haber ahí lavados esos de coches sabiendo que es el desierto (…). Eso es mucho gasto de agua. (I. 4)

En Merzouga, el sector hotelero ha tendido a ofrecer nuevos servicios que dependen del agua. En esta región desértica es habitual que todos los hoteles tengan piscina desde comienzos de los años 2000 (Beaumont, 2010). En consecuencia, se ha producido progresivamente una mayor demanda de agua, atendida mediante los recursos hídricos subterráneos y provocando un descenso del nivel freático de las zonas más pobladas (García-Rodríguez et al., 2008).

Igualmente, debemos mencionar que uno de los grandes desafíos de la actividad turística es la gestión de las basuras, lo que en Merzouga ha conllevado una importante polución (Beaumont, 2010). Al mismo tiempo, la contaminación del entorno también es sonora y visual, por la práctica de deportes con motor (como los 4x4 o los quads) (Beaumont, 2010; Ferrández et al., 2019; Cholez, 2010), generando ruido, polvo y humo, lo que afecta al tamaño y a la movilidad de las dunas (Dekkari, 2013) y amenaza la conservación del complejo dunar de Erg Chebbi, único en Marruecos (Ferrández et al., 2019; Habran, 2019). Un habitante local se quejaba de esta situación:

Antes ningún coche o vehículo podía llegar dentro de las dunas. Estaba prohibido. Para eso están los dromedarios. (I. 8)

Además, la urbanización de los espacios naturales es otro de los grandes impactos de esta actividad (Pulido et al., 2007), con una proliferación de alojamientos turísticos muy concentrados en el espacio de las dunas (Dekkari, 2013; Beaumont, 2010). Esta sobreexplotación turística de la región podría acabar por destruir el paisaje por la saturación, como indica Callizo (1991).

En los años 90 sólo habría 6 albergues alrededor de las dunas (…) Ahora puede haber como más de 200. (I. 5)

Sobre estos impactos no deseados, la población culpabiliza, en parte, a los propietarios de alojamientos de origen extranjero. Desde los años noventa numerosos extranjeros alquilan los alojamientos o se han asociado con personas locales para poder operar en esta zona (Beaumont, 2010; Dekkari, 2013). Estos emprendedores extranjeros estarían interesados -según la población local- por la explotación económica del turismo sin tener en cuenta sus impactos ambientales:

A ellos no les importan las mismas cosas que a nosotros, que somos de aquí: la naturaleza, la cultura…Claro, porque lo que ellos quieren es hacer negocio, es explotar el lugar durante unos años y ya. (I. 4)

Como apunta Chambers (2000), todos estos efectos medioambientales son más severos en lugares pobres que carecen de los recursos para dirigir la actividad turística y para proteger el medio ambiente, sobre todo en ausencia de control por parte de las autoridades locales o la comunidad. En el caso de Merzouga, los informantes culpan de esta situación al hecho de no tener una adecuada regulación de la actividad turística. Así lo expresaba un propietario de alojamiento:

Si hay algo mal con el turismo, es porque nosotros hacemos las cosas mal. Si le decimos al turista: no tienes derecho a venir aquí con tu quad, el turista no lo va a hacer (…). Solo nosotros tenemos que arreglarnos, nosotros mismos. (I. 5)

Esta ausencia de control podría también conllevar una pérdida de la calidad como destino, de acuerdo con un informante:

Turismo hay más cantidad, pero con menos calidad (…). Por ejemplo, antes venía gente con cabeza (…). Siempre tenían en cuenta el medio ambiente. Ahora es al contrario (…). No quieren gastar y no se preocupan por el medio ambiente. (I. 2)

Esta pérdida de atractivo del área (Dekkari, 2013) habría hecho que algunos operadores turísticos externos incluso hubiesen comenzado a abandonarla (Cholez, 2010):

Eso ya está pasando. Ya ha habido casos de gente que después de 15 años o 10 años ya se están bajando más al sur (…). Porque están viendo que aquí ya se ha explotado, buscando el Marruecos de hace 20 años. (I. 5)

De la misma manera opina otra persona local, quien cree que hay que controlar las malas prácticas turísticas para impedir que estos acaben yéndose a otros lugares:

Si el Estado no interviene para controlar eso, los bivouacs, los quads (…) Eso va a acabar con el turismo. Los turistas acabarán yendo a otro lado. (I. 2)

Como afirma Herrero (2002), para garantizar su sostenibilidad, el sistema turístico debe estar correctamente planificado, determinándose un claro límite de carga del territorio.

Por otro lado, y de la misma forma que el turismo afecta al medio natural, esta actividad también se ve afectada por el medio que le rodea. En el caso de Merzouga, el turismo se viene desarrollando en un contexto con fenómenos climáticos cada vez más extremos, lo que puede afectar gravemente a la llegada de visitantes a la región. Por ejemplo, en el año 2006 unas fuertes inundaciones destruyeron varios hoteles y acabaron con la vida de tres turistas. Además, como dice Pérez Redondo (2010), la subida de temperaturas incrementará los problemas de salud de los visitantes y hará insoportable las estancias en algunos lugares. En cambio, la población de Merzouga no parece preocupada por el impacto del calor en la salud de sus huéspedes, pues creen que están preparados para ello:

Si te pasa algo con un turista eres el responsable (…). Los turistas no, no tienen costumbre de este calor y no queremos accidentes ahí dentro de las dunas (…). Pero ahora no (…), porque ahora si hay un problema, hay un 4x4 que puede entrar para recoger a la persona y antiguamente no. (I. 9)

Del mismo modo, si la escasez de agua llega a un límite en que los hoteles de Merzouga se vean privados de este recurso esencial, provocará que los visitantes acaben cambiando de destino, en tanto que el clima resulta fundamental a la hora de elegir un lugar de vacaciones u otro.

Ahora mismo ya afecta al turismo. Pero si no tenemos cuidado, si no hay agua en verano ¿qué van a hacer los que vienen? (…) Todo va a estar seco y el turismo va a marcharse a otra parte. (I. 9)

Como la OMT (2007) sustenta, a medida que los turistas se hagan más conscientes del problema del cambio climático, es posible que cambien sus costumbres a la hora de viajar, pudiendo elegir lugares de vacaciones más cercanos a sus domicilios, o donde puedan llegar con medios de transporte menos contaminantes. Incluso es posible que, con el tiempo, se llegue a limitar el uso de los aviones (Pérez Redondo, 2010). Todo ello tendrá fuertes impactos económicos en algunos destinos, no sólo entre quienes trabajan directamente con el turismo, sino también en otros sectores indirectamente relacionados con esta actividad, como la ganadería, la construcción, los restaurantes, o la artesanía, cuya supervivencia depende, en buena parte, de la llegada de turistas (OMT, 2007). Este podría ser también el caso de Merzouga.

Para sintetizar, el cambio climático estaría convirtiéndose en un factor de transformación de la economía local, donde el turismo aparece como una de las escasas alternativas, al tiempo que contribuye a empeorar los problemas de agua en la región. Sin embargo, el cambio climático también podría acabar afectando negativamente al turismo, haciendo que los visitantes prefieran otros destinos con un clima menos extremo o que la misma escasez del agua haga inviable la actividad turística en la escala actual.

La íntima relación entre el turismo y la emigración desde una perspectiva de género

El turismo y la migración son distintas formas de movilidad internacional, manteniendo entre sí vínculos numerosos y complejos. Como veremos a través de nuestro caso de estudio, los flujos turísticos y los migratorios se estimulan mutuamente (Lanquar, 2007), estando insertos en un círculo que se retroalimenta. De hecho, Nagy (2009) afirma que el turismo es una forma de migración y la migración una forma de turismo.

Primeramente, sobre este nexo entre el turismo y las migraciones, comenzaremos hablando de cómo el turismo se convierte en un atractivo para migrantes de otras regiones (Morillo, 2022). Aunque cuando el turismo llega a una zona rural de manera gradual suelen beneficiarse en primera instancia las poblaciones del área inmediata donde se desarrolla, la nueva actividad turística acaba atrayendo mano de obra de regiones más alejadas (De Kadt, 1991). De esta forma, Lanquar (2007) explica que las zonas turísticas se conectan con los flujos migratorios, ante la necesidad de personal que realice tareas de baja cualificación y remuneración que pueden ser ejecutadas por trabajadores inmigrantes de manera temporal. Sería el caso de lo ocurrido en Merzouga, donde inicialmente el turismo atrajo mano de obra migrante de otros pueblos cercanos que eran aún más pobres, y que acabó asentándose en la zona:

Con la llegada del turismo, también comenzó a venir a trabajar a Merzouga gente de otras regiones más pobres cercanas (…). En los años 2000 ya decían que había un barrio que era de gente inmigrante. (I. 3)

Asimismo, debemos decir que, si antes de la llegada del turismo las personas emigraban a las ciudades, el turismo también puede frenar la emigración dando empleo a los que antes se marchaban a trabajar fuera (De Kadt, 1991). Esto mismo ha ocurrido en el territorio de nuestro estudio (Dekkari, 2013):

Si no hubiera aparecido la actividad turística, no sé lo que quedaría en estos pueblos. Podemos decir que el turismo ha salvado esta región. De otra forma la gente hubiera emigrado. (I. 1)

Gracias al turismo estamos aquí. Porque la mayoría de los hombres partían antes a las grandes ciudades a buscar trabajo y ganarse la vida. (I. 5)

Por otra parte, y paradójicamente, el turismo también fomenta la emigración de la población local, tanto internamente como al extranjero, como hemos comprobado en nuestro caso de estudio.

Respecto a la emigración interna, la población nos comentaba que en ciudades cercanas como Errachidia, Erfoud o Rissani hay barrios enteramente poblados por habitantes originarios de Merzouga que habrían emigrado buscando mejores servicios y mayores oportunidades. Cuando como consecuencia de la falta de agua, disminuyen las cosechas o desaparecen los pastos, muchas familias se ven obligadas a emigrar -también al extranjero- para encontrar nuevas fuentes de ingresos, tal como la población nos aseguraba. En este sentido, Berriane (2009) y De Haas (2003) afirman que cuando la población rural se desplaza a vivir a las ciudades del país, busca la mejora de las condiciones de vida y de cierto confort para la familia (una mejor escolarización, atención sanitaria adecuada, mejores equipamientos básicos, etc). Relacionado con ello, un agente turístico de Merzouga nos comentaba:

Mi familia ahora vive en Erfoud. Porque quiero que mis hijos puedan ir a mejores escuelas y estudien. Para que el día de mañana tengan mejores oportunidades. (I. 5)

Entonces, con el turismo y todo eso, hay mucha gente que se ha venido a los pueblos y ciudades. Se podría decir la mitad, aunque quizás es un poco exagerado, pero calcula como un 40%. Hay mucha gente, mucha ya. (I. 2)

Estos migrantes internos, tienden a trabajar como jornaleros, albañiles o comerciantes (De Haas, 2003), aunque muchas veces también acaban trabajando en negocios ligados al turismo, en especial cuando poseen una experiencia previa en el sector. De esta manera, una vez instalados en la ciudad se dedican a captar turistas para llevarlos a visitar la zona de Merzouga, trabajando asociadamente con algunos de los alojamientos de la región:

Porque hay muchos que han salido hacia Marrakech, porque desde allí empiezan las rutas. (I. 9)

Estas personas que emigran internamente desde Merzouga son, en su mayoría, varones. A diferencia de otros lugares, y pese a que De Haas (2003) señala que cada vez hay un mayor número de mujeres que emigran solas, este fenómeno no se estaría dando tanto entre los Aït Khebbach. De esta forma, muchos de los hombres que se marchan a las ciudades, inicialmente emprenden la emigración a solas. Pero, posteriormente, y una vez que han logrado instalarse y encontrar trabajo, invitan a su familia a reunirse con ellos:

La mayoría son hombres los que se van, y luego se reúnen con su familia. Las mujeres vienen con sus familias (…). Ellas no han salido mucho al exterior, como Marrakech, no han salido. Pero hay mujeres con sus hijos, incluso viudas, que están en Erfoud o en Rissani. (I. 3)

Por otra parte, debemos destacar el elevado número de personas de la zona de Erg Chebbi, que han emigrado al extranjero. En efecto, De Haas (2003) señala que la población del oasis de Tafilalt se orienta más hacia la migración internacional. Aunque no existen cifras oficiales sobre el número de emigrantes, la población trata de calcular su magnitud a partir de los casos que conocen. Así uno de nuestros informantes nos explicaba:

Yo diría que un par de personas de cada quince habrán emigrado al extranjero. Todas las familias tienen a uno o dos hijos que están en Europa. (I. 3)

Pese a que los países europeos tratan de impedir su acceso, muchos jóvenes de Merzouga buscan estrategias para salir de Marruecos y establecerse en países como España, Francia, Italia o Alemania. Con este propósito, muchos de ellos logran los contactos necesarios en Europa a partir de su relación con el turismo y su acceso a los espacios en que interaccionan con los visitantes (Lanquar, 2007). Así, algunos turistas pueden ayudar a la población local que trata de emigrar y que trabajaba en la actividad turística (les proporcionarán alojamiento inicial en sus países, les ayudarán a buscar trabajo o les pueden prestar alguna ayuda económica). Un informante local nos lo ejemplificaba con este caso:

Un joven de aquí emigró gracias al turismo. Conoció a un chofer de autobús turístico, que lo metió en el maletero del autobús, bien escondido. Estuvo allí 36 horas. Pero lo logró. (I. 3)

De la misma forma, estos contactos con visitantes proporcionan oportunidades para trabajar en Europa, mayoritariamente para los hombres, pero también lo han logrado algunas mujeres de la zona. Sería, por ejemplo, el caso de una mujer familiar de un informante:

Youssef trabajaba en un hotel aquí y conoció a un español que necesitaba una persona que cuidase a sus padres. Entonces le hizo un visado a su hermana y salió de aquí para cuidar allí de los padres de este turista. También, cuando tuvo los papeles en regla y todo, se llevó allí a su hijo. (I. 9)

Además de asegurar a la persona que emigra un capital inicial que le servirá para el desplazamiento, los visitantes pueden facilitar a la población local el aprendizaje de nuevos idiomas (Nagy, 2009). De este modo, contactos, idiomas y dinero se convierten en tres ingredientes básicos para poder emigrar con éxito.

Al mismo tiempo, observamos cómo el turismo en Merzouga ha servido para que algunos jóvenes varones -principalmente aquellos que trabajaban directamente con los visitantes- hayan conocido a mujeres europeas con las que han establecido relaciones sexuales o románticas, habiendo acabado algunas de ellas en matrimonio. De este modo, estos vínculos amorosos se han convertido en una estrategia para hacer contactos, como ocurre en otros lugares del mundo (Dahles, Bras, 1999), que les posibilitarán una emigración al extranjero controlada, sin tener que arriesgar la vida en el trayecto. Así nos lo contaban los informantes:

Tengo muchos amigos que cuando conocían a una europea, se iban corriendo detrás. En Merzouga, ha habido muchas bodas con turistas. Pues una de las vías de escape más potentes era una boda con una europea (…). Se van a España, Francia Italia, Alemania… (I. 8)

Mi hermano hace 2 años que está casado con una alemana. Mi primo se casó con una alemana. Otro primo se casó con una española. Dos chicos también se casaron con una española y una francesa. Otro con una inglesa o escocesa… Empezamos últimamente a casarnos con extranjeras. (I. 2)

Muchas relaciones se disfrazan de amor romántico, aunque puede tratarse simplemente de una estrategia para poder emigrar. En cambio, otras acaban en matrimonio:

Algunos [matrimonios] funcionaban bien y duraban, porque el amor se construye con el tiempo. Pero otros no funcionaron. También había engaños, no te voy a mentir. Y estos, cuando llegaban a Europa, salían corriendo y se iban a casa del primo que vivía por allí. (I. 3)

La conocí en el desierto. Era una turista. Vinieron un grupo de nueve chicas. Y nada, ni ella ni yo pensábamos que esto iba a ocurrir. Pero el destino al final…Al final es el destino (Guía turístico casado con una española). (I. 5)

Pero, como venimos diciendo, las personas que han emigrado han sido fundamentalmente hombres. Debido a la división sexual local del trabajo y la limitación de sus movimientos, las mujeres no encuentran fácilmente ocasiones para contactar con los turistas. Además, como bien expresan Dahles y Bras (1999) en referencia a otros contextos geográficos, si son las mujeres las que se casan con los visitantes, este hecho está socialmente mucho peor visto, en tanto que, como dicen Kinnaird y Hall (1995), el turismo refleja las relaciones de poder y control. Este ha sido construido en sociedades sexuadas, donde todos los aspectos del desarrollo turístico y las actividades se hallan sumergidos en relaciones de género (Kinnaird et al., 1995). Sin embargo, en el caso de Merzouga sí ha habido mujeres que han logrado casarse con visitantes, aunque algunas de ellas eran mujeres que ejercían previamente la prostitución en sus pueblos:

Como los precios eran bajos, empezó a haber alcohol y prostitución (…). Estas mujeres [se refiere a mujeres prostitutas] son de la región, no del pueblo de Merzouga (…). Está muy mal visto, claro. Hoy en día hay mujeres que se casan con europeos y que, entre comillas, no son prostitutas, pero intercambian sus cuerpos y se van para allá … Y se casan. Pero la mayor parte, son hombres los que se casan con mujeres europeas. No son las mujeres las que se van. (I. 3)

Sin embargo, parece que la sociedad local se muestra cada vez más abierta a la posibilidad de que las mujeres jóvenes también puedan contraer matrimonio con hombres extranjeros, siendo una práctica cada vez mejor aceptada por la comunidad local. Por ejemplo, en el caso de la aldea de Khamlia se informa de tres mujeres que se han casado con visitantes:

No sé, no sé. La gente dice que cuando se han casado con la chica, le han salvado su vida. La familia no puede decir nada. Porque si se quedan aquí no hay…, cómo decir, no hay futuro. (I. 7)

Este tipo de turismo afectivo puede afectar profundamente a la sociedad oasiana, al romper con las normas tradicionales familiares. Pero, al mismo tiempo, este tipo de interacciones con los turistas conlleva oportunidades para incrementar los ingresos familiares y el estatus (Kinnaird et al., 1995), con lo que se relajan las restricciones sociales. Frente a ello, autores como Hashimoto (2002) consideran importante que la sociedad anfitriona intente mantener el control de las relaciones con los turistas para evitar su desestructuración social.

En cambio, no todas las personas que emigran emplean las relaciones afectivas para hacerlo. De hecho, los informantes locales creen que es más numeroso el colectivo de personas que ha emigrado de una manera irregular al extranjero, aunque pocas corriendo los riesgos que son más habituales en las migraciones desde otras regiones. Como en muchos otros lugares, un alto número de personas ha emigrado con un visado de turista (Lanquar, 2007):

Te puedo decir que, gente de aquí que haya ido a Europa arriesgando su vida en patera o bajo los camiones, como se hace en otras partes de Marruecos, no hay apenas. (I. 1)

Porque no creo que sean mayoría los que se van casándose. En Merzouga también hay mucha gente que se ha ido de forma ilegal. Muchos se van con visado de turista y ya se quedan por allí para trabajar. (I. 5)

Pero el vínculo entre el turismo y las migraciones se extiende hasta las remesas de los emigrantes, pues muchas de ellas se acaban invirtiendo en negocios turísticos. Éstas contribuyen a la economía oasiana y de sus familias. En el conjunto del país, suponen el 7% del PIB, es decir, unos 9 billones de dólares al año para 2021. En el 69,9% de los casos, éstas son enviadas a los padres; y en el 17,5% a la pareja (Haut Commissariat au Plan, 2022). Pese a la inexistencia de datos locales fiables para el caso de Merzouga, éstos suponen una fuerte inyección económica y contribuyen a dinamizar las actividades económicas locales. Aunque generan también desigualdades, ya que se pueden observar diferencias socioeconómicas entre las familias de emigrantes respecto a las que no tienen miembros que hayan migrado (Berriane, 2009). Sobre el uso que las familias hacen de estas remesas, autores como Nagy (2009) afirman que buena parte de las ganancias de los migrantes son invertidas en el turismo. Sin embargo, a nivel nacional, el Haut Commissariat au Plan (2022) sitúa en un 50,8% a quienes lo emplean para gastos corrientes, frente a un 14,1% que destinaría este dinero a invertirlo. En nuestro caso de estudio, no disponemos de datos oficiales sobre las inversiones que se realizan en recursos turísticos, pero uno de los informantes nos explicaba el uso que se da a estas remesas:

Muchas de las familias invierten el dinero en turismo, o en pequeñas tiendas de comestibles… O se compran un coche para hacer un poco de taxi… (I. 3)

También debemos mencionar que una buena parte de las personas que han emigrado, acaban regresando a Merzouga, y que este regreso se vincula igualmente con el turismo. Aunque no tenemos cifras sobre este fenómeno, uno de nuestros informantes expresaba:

Sobre los que regresan, yo diría que pueden ser como la mitad o más de la mitad. (I. 9)

Muchos de estos retornados acaban construyendo alojamientos turísticos (Dekkari, 2013; Beaumont, 2010), o los construyeron previamente sus propios familiares mientras ellos estaban en el extranjero y mandaban el dinero necesario. Tampoco podemos ignorar que las personas que han emigrado y regresan a su lugar de origen, cuentan con un capital cultural y un conocimiento sobre los lugares de los que vienen los turistas que les será de enorme utilidad para trabajar en el sector y atender a las expectativas de los visitantes. Como dice Nagy (2009), haber emigrado no es una condición para gestionar un alojamiento turístico, pero puede facilitar la tarea, pues disponen de un mayor conocimiento sobre los gustos de los visitantes y sus necesidades.

El hecho de haber vivido en Europa les ha hecho conocer mejor la mentalidad de los turistas. Y luego eso, probablemente, será útil para gestionar el turismo. (I. 3)

Como hemos visto, la emigración y el turismo se han configurado como las principales fuentes para la economía local, ante los efectos del cambio climático sobre la economía tradicional. Pero el vínculo entre ambos resulta complejo: por un lado, el turismo facilitaría una parte de las migraciones, mientras que, por otro lado, las personas que emigran destinan una buena parte de las remesas a los negocios turísticos. En ambos casos, las mujeres ocuparían una posición de subordinación, al verse excluidas de la gestión de los negocios turísticos y quedar excluidas también de la posibilidad de emigrar.

Conclusiones

El turismo y la migración son las dos principales formas de movilidad internacional en el mundo actual, aunque con grandes diferencias. En este artículo, hemos mostrado cómo estos dos fenómenos se estarían viendo potenciados en Merzouga por los efectos del cambio climático, en un contexto en el que las actividades que tradicionalmente ha ejercido la población de la zona -fundamentalmente ganadería y agricultura de subsistencia- se están viendo gravemente dificultadas por la falta de agua. Frente a esta situación, la población se ha refugiado crecientemente en la actividad turística como alternativa. A su vez, muchas personas también han recurrido a la emigración, tanto interna como al extranjero, tratando de escapar de unas condiciones difíciles y empeoradas por el cambio climático. El turismo y la emigración, lejos de ser dos fenómenos independientes, se retroalimentan en buen grado entre sí -y en ambos son visibles las marcadas desigualdades de género-. Por una parte, la actividad turística aporta a los emigrantes tres ingredientes básicos para una migración exitosa: contactos en la sociedad de destino, aprendizaje de idiomas y un capital mínimo. Por otra parte, la emigración también retroalimenta al turismo, pues las personas que se fueron a trabajar fuera -fundamentalmente hombres-, invierten sus remesas, buena parte de las veces, en nuevos negocios turísticos; aprovechando para ello el saber hacer aprendido en el extranjero y que ahora reutilizan para gestionar sus alojamientos, y cerrando así el círculo de la dependencia entre el turismo y la migración.

Con todo, el cambio climático, el turismo y las migraciones, estarían entrelazados en una red de vínculos en el que cada uno fomenta a los otros. De tal modo que el cambio climático estaría potenciando la actividad turística y la emigración. A su vez, el turismo -gran consumidor de recursos- estaría provocando un uso excesivo del agua -muy superior al de la población local-. En cuanto a los emigrantes, estos estarían invirtiendo en nuevos negocios turísticos que incrementan ese consumo. Por tanto, turismo y emigración vendrían a empeorar la falta de agua y, con ello, los efectos del cambio climático en la zona. Por tanto, estos tres fenómenos de modo combinado -cambio climático, emigración y turismo- actúan como un potente remolino que va a plantear serios desafíos a la comunidad, y en donde las desigualdades de género harán que las mujeres se vean especialmente afectadas.

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  • 1
    Los datos del último censo de Marruecos son del año 2014, ya que se realiza cada 10 años, pero aún no se dispone de los de 2024.
  • 2
    Para asegurar el anonimato de nuestros/as informantes, tras cada fragmento literal especificamos la persona que ha realizado la declaración obviando su nombre y representándole con la letra I. seguida de un número (I.1; I.2...) que representaría al informante nº 1, al informante nº 2, etc.
  • 3
    La khettara es un sistema tradicional y ancestral empleado para la captación y conducción de las aguas subterráneas (García-Rodríguez et al., 2008; Mseffer, 2021).
  • Editores del dossier
    Joan Lacomba, Beatriz Felipe

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    11 Nov 2024
  • Fecha del número
    2024

Histórico

  • Recibido
    30 Mayo 2024
  • Acepto
    25 Set 2024
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