Resumen
El presente estudio analiza las narrativas de mujeres activistas del movimiento de exbraceros en México, describiendo sus antecedentes de migración familiar, su participación y su perspectiva sobre el papel de las mujeres en la lucha social. A través de un enfoque cualitativo, se realizaron cuatro entrevistas semiestructuradas con mujeres de 41 a 73 años que han participado activamente en esta lucha. Los hallazgos destacan que los antecedentes de migración en sus familias han sido clave para configurar sus identidades y compromisos. Las participantes movilizan recursos psicológicos como la esperanza, capacidad de cuidado a los otros, espiritualidad, resiliencia, sentido de justicia y redes de apoyo para fortalecer la organización colectiva. En un espacio históricamente dominado por hombres, subrayan su liderazgo y capacidad para articular demandas sociales. Este estudio concluye que las mujeres desempeñan un rol central en la sostenibilidad del movimiento, desafiando desigualdades de género. Este artículo contribuye a visibilizar sus aportaciones.
Palabras clave:
México-Estados Unidos; activismo femenino; recursos psicológicos; reparación histórica; enfoque cualitativo
Abstract
This study analyzes the narratives of women activists from the ex-bracero movement in Mexico, describing their family migration backgrounds, their participation, and their perspectives on the role of women in social struggles. Using a qualitative approach, four semi-structured interviews were conducted with women aged 41 to 73 who have actively participated in this struggle. The findings highlight that their family migration backgrounds have been key in shaping their identities and commitments. The participants mobilize psychological resources such as hope, caregiving, spirituality, resilience, a sense of justice, and support networks to strengthen collective organizing. In a space historically dominated by men, they emphasize their leadership and ability to articulate social demands. This study concludes that women play a central role in the sustainability of the movement, challenging gender inequalities. This article contributes to making their contributions visible.
Keywords:
Mexico-United States; women's activism; psychological resources; historical reparation; qualitative approach
Introducción
En México, el fenómeno migratorio, particularmente el Programa Bracero (1942-1964) y su movimiento de lucha social, han conjugado la fortaleza, resistencia y exigencia de justicia. Este programa de 22 años de duración, cuyo nombre oficial fue: “Programa de trabajadores agrícolas migrantes”, se diseñó para mitigar las carencias de fuerza laboral en Estados Unidos durante la Segunda Guerra Mundial, convirtiéndose en un primer tratado de colaboración internacional en materia laboral, que ofrecía contratos temporales de trabajo. Lo firmaron los presidentes Manuel Ávila Camacho de México y Franklin D. Roosevelt de Estados Unidos (Bracero History Archive, s/f; Bustamante, 1976; Durand, 2007, 2017; Vézina, 2018; García, 2021).
De acuerdo con Schaffhauser (2019, p. 3) “Se calcula que hubo 4´646´199 contratos firmados durante los acuerdos braceros, suma que corresponde a 3´233´755 trabajadores ferroviarios y agrícolas”. Dado que estos trabajadores empleaban sus brazos como principal instrumento de trabajo (Mitchell, 2013), de manera coloquial se les empezó a llamar braceros, hecho que tuvo tal impacto que el nombre del programa se conoce ahora como “Programa Bracero”.
La contratación prometía beneficios laborales y económicos que, en la práctica, quedaron desdibujados, puesto que se acompañaron de condiciones de trabajo plagadas de discriminación y abusos laborales (Durand, 2007, 2017; Gómez-Guzmán et al., 2024). El contrato de trabajo estipulaba que el 10% del salario de los trabajadores sería retenido por el Gobierno de Estados Unidos para enviarlo al Gobierno de México, quien lo entregaría a los trabajadores, todo ello con la intención de que les sirviera de ahorro cuando retornaran.
Una vez concluidas las actividades y de regreso a su país de origen, los exbraceros se toparon con diferentes obstáculos para recuperar ese dinero, desde desinformación, deficiencias en los mecanismos de cobranza, aunados a fraudes y corrupción, e incluso a la distancia del lugar donde supuestamente podrían cobrar (Madrazo, 2007; Méndez-Muñoz, 2021). Todo lo que devino en un incumplimiento administrativo y social con la falta del pago de los ahorros forzosos que el gobierno de Estados Unidos envió al Gobierno de México y que este último, hasta la fecha, no lo ha entregado a la mayoría de los exbraceros, de la manera en la que originalmente se acordó.
Entre los impactos psicosociales del Programa Bracero destacan las condiciones deshumanizantes vividas por los trabajadores migrantes durante su desempeño, dado que no solo afectaron sus derechos laborales, sino que también dejaron estragos a nivel emocional y social. La discriminación, los bajos salarios y las humillaciones contribuyeron al deterioro de su salud mental y física (Gómez-Guzmán et al., 2024). Asimismo, la falta de restitución de los ahorros retenidos por el gobierno mexicano ha perpetuado sentimientos de enojo, tristeza y desconfianza en ellos y sus familias, agravando las tensiones sociales y económicas (Madrazo, 2007; Rivera-Heredia et al., 2023b). La deuda económica y moral que representa la falta de pago de los ahorros forzosos ha afectado a generaciones enteras, quienes mantienen viva la memoria de esta injusticia como parte de su identidad colectiva (Astorga-Morales, 2017).
Después de 34 años de haber concluido la última contratación del programa,, es hasta 1998 cuando surge un movimiento transnacional de lucha social y que persiste hasta nuestros días (Astorga-Morales, 2017; Méndez-Muñoz, 2021; Astorga-Morales, Schaffhauser, 2022). Su fundación se realizó en Puruándiro, Michoacán, por parte de un joven nacido en México y que creció en Estados Unidos llamado Ventura Gutiérrez, quien recientemente falleció el 13 de septiembre de 2024 (Radio Bilingüe, 2024).
Actualmente, los exbraceros constituyen una población conformada por migrantes retornados de la tercera edad que, en la mayoría de los casos, continúan viviendo en zonas rurales. Ante su avanzada edad y circunstancias individuales, así como por la pandemia de Covid-19, gran parte de ellos se encuentra en un estado físico, social y político de vulnerabilidad (Córdoba, 2021; Rivera-Heredia et al., 2023a, 2023b).
Desde sus inicios y hasta hoy día, el movimiento binacional de lucha social en defensa de los exbraceros ha sufrido modificaciones en su estructura, además de diversos logros (Uribe et al., 2013), como el que en la Cámara de Diputados se abriera una comisión que investigara sobre los adeudos de este programa, el gestionar ante dicha instancia un fondo de apoyo social para los exbraceros (que no constituía el pago total del adeudo), entre otras. Aunque también ha tenido retrocesos, como la suspensión del fideicomiso que daba sostén al fondo de apoyo para exbraceros (Rivera-Heredia et al., 2021).
Destaca que el Movimiento Unificado de Exbraceros (MUEB), fundado en 2018, llevó este caso a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, la cual respondió en enero del 2022, solicitando a las entidades de gobierno generar espacios de diálogo con los exbraceros y sus beneficiarios con el objetivo de hallar una solución a la deuda económica e histórica (Rivera-Heredia et al., 2023a), aunque hasta la fecha no se han llevado a cabo.
Los movimientos de lucha social pueden definirse como una acción colectiva, organizada, que surge frente a condiciones de injusticia, exclusión o inequidad estructural, movilizando recursos materiales, simbólicos y humanos para generar transformaciones sociales profundas. Estos movimientos articulan demandas específicas a través de estrategias como protestas, campañas mediáticas y litigios estratégicos, en un esfuerzo por influir en las agendas públicas y construir nuevas narrativas que desafíen lo establecido (Edwards, Gillham, 2013). Gracias a los esfuerzos de los movimientos sociales de los migrantes es que se han conquistado espacios y defendido los derechos humanos de los mismos (Varela-Huerta, 2016).
La participación de las mujeres en los movimientos sociales ha sido histórica y estratégica, aunque frecuentemente relegada. Desde la lucha por el sufragio hasta los movimientos contemporáneos, las mujeres han articulado demandas específicas que evidencian las inequidades de género estructurales (Carrillo, 2024; Hernández, Vega-Campos, 2024; Méndez, Eguiluz, 2022). Para muchas mujeres, sentirse parte de una organización colectiva y estar reunidas por una sola causa moviliza emociones y las transforma (Poma, Gravante, 2019).
En el caso del movimiento exbracero, las mujeres han actuado como líderes, organizadoras y portavoces, desafiando los estereotipos tradicionales de género. La tercera ola del feminismo, marcada por la interseccionalidad y la diversidad, ha contribuido a visibilizar sus luchas en contextos rurales, migratorios y de clase trabajadora (Castillo-Vega, Ramírez-Peñaloza, 2024). Uno de los objetivos de la perspectiva de género es promover la construcción subjetiva y social de nuevas formas de comprensión, mediante la reinterpretación de la historia, la sociedad, la cultura y la política desde la mirada y la participación de las mujeres (Lagarde, 2018). Ampliar la visibilidad política de las mujeres resulta esencial en la construcción de un escenario que las nombre y las represente de forma justa e integral (Butler, 1997).
Dichas dinámicas se entrelazan con los movimientos sociales como el de los exbraceros, donde las mujeres han desafiado las barreras del sistema, aportando una perspectiva feminista y transformadora (aún y cuando no estén del todo conscientes de ello) y haciendo suya la lucha.
A pesar de que el movimiento de los exbraceros ha estado históricamente liderado por los hombres implicados en el mismo (Loza, 2016), la lucha social incluye a sus familias. Es por ello que aparecen las mujeres-esposas, viudas, hijas y nietas-quienes han desempeñado un papel fundamental en su organización, así como en la continuidad del movimiento (Astorga-Morales, 2017; National Museum of American History, s/f).
La primera organización de lucha del movimiento social de los exbraceros fue la Alianza Braceroproa A.C., fundada por Ventura Gutiérrez, como se ha mencionado, la cual, entre 2003 y 2004, incluía un total de 12 mujeres que tenían puestos directivos en la misma (Astorga-Morales, 2017), dos de ellas como asesoras (Rosa Martha Zarate y Martha Suárez Cantú) y diez más como coordinadoras de diferentes estados de la república mexicana. Ello da cuenta a la presencia de las mujeres en el movimiento de lucha social de los exbraceros, desde las primeras etapas del mismo. Sin embargo, en notas periodísticas, entrevistas en radio o televisión, la presencia femenina es escasa.
Ellas, no solo han actuado como líderes y portavoces, sino que también han construido redes de apoyo que han fortalecido el movimiento. Sin embargo, su papel ha sido históricamente invisibilizado, resaltando la necesidad de documentar sus aportaciones para comprender la totalidad del movimiento social (Astorga-Morales, Schaffhauser, 2022; Rivera-Heredia et al., 2023b; Schaffhauser, 2024).
En el contexto del México rural, a partir del programa Bracero se intensificaron y se fueron transformando las posiciones y condiciones de género hacia el interior de los hogares, debido a que la migración de los hombres trajo como consecuencia una serie de modificaciones en la dinámica y organización familiar (Fernández-Carapia, 2021), recayendo en las mujeres gran parte de las tareas instrumentales que ellos realizaban. Esto les llevó a participar en actividades o funciones que hasta ese momento solo realizaban los varones.
Es así que los liderazgos femeninos se fueron fortaleciendo con este programa, con mujeres al frente de sus hogares y de la crianza de sus hijos, quienes al regreso de sus esposos se enfrentaron a la necesidad de renegociar su condición y posición de género dentro de la familia. Hecho que permanece en los hogares mexicanos con el fenómeno de la migración internacional hasta hoy en día (Díaz-Barriga et al., 2014; Méndez, Eguiluz, 2022).
De acuerdo con García y Griego (2001), el impacto del Programa Bracero ha sido tal que fortaleció los circuitos de migración internacional, ampliando las redes transnacionales y favoreciendo la cultura de la migración entre México y Estados Unidos.
De entonces a la fecha, ante la migración, las esposas e hijas de migrantes enfrentan estrés emocional derivado de la separación familiar (Obregón-Velasco et al., 2014; Eguiluz, 2021), por lo que es necesario incorporar la perspectiva de género para contar con más elementos para comprender la participación femenina y la interseccionalidad en las diferentes facetas del fenómeno migratorio (Méndez, Eguiluz, 2022; Castillo-Vega, Ramírez-Peñaloza, 2024), en particular cuando se trata de personas en etapa de vejez (García et al., 2022).
Al respecto, cabe resaltar que la participación femenina en los cuidados ha sido construida socialmente por las expectativas de género del entorno sociocultural, y se refleja en todas aquellas acciones que les lleva a atender y proteger a quienes les rodean en diferentes contextos, desde el hogar hasta las organizaciones sociales, escenarios en donde, por lo general, están atentas a las necesidades de sus integrantes buscando satisfacerlas (Solís, 2009; Zibecchi, 2014; Esguerra, 2021).
Para comprender los cambios que ocurren en los grupos y en los individuos ante la migración, así como por la participción en movimientos de lucha social, se retoman dos teorías. La teoría de movilización de recursos surge de la sociología y destaca cómo los movimientos sociales y las personas movilizan recursos materiales, simbólicos y humanos para alcanzar objetivos colectivos. Este enfoque subraya la importancia de las redes sociales y de la organización como facilitadores clave de la resistencia y el cambio estructural (Edwards, Gillham, 2013).
Por otro lado, y desde un ámbito más bien psicológico, la teoría de conservación de los recursos, propuesta por Hobfoll (1989) y retomada por Rivera-Heredia et al. (2023a), al desarrollar una tipología particular de los mismos, señala que los recursos psicológicos individuales, familiares y sociales, además de los materiales, son esenciales para enfrentar el estrés, y que la pérdida real, el temor a ver perdidos los recursos y el nivel de dificultades para volver a recuperarlos en caso de perderlos, incrementa las reacciones de estrés.
Ambas teorías convergen en su énfasis en la interacción dinámica entre los recursos individuales y contextuales, mostrando cómo los recursos fortalecen la resiliencia frente a las adversidades. La migración, como suceso estresante, moviliza los recursos psicológicos individuales, familiares, sociales y socioculturales que impactan de manera diferenciada según el género, la edad y la escolaridad (Rivera-Heredia et al., 2023a; Valle-Orduño et al., 2024).
La teoría de la conservación de los recursos se ha aplicado en diversos estudios realizados en México con mujeres (Obregón-Velasco, 2012; López-Bautista, 2020; Valle-Orduño et al., 2024), quienes ante los retos de la migración de los integrantes de su familia, por un lado presentan síntomas psicosomáticos, sintomatología depresiva y ansiosa, y por otro, van fortaleciendo sus recursos psicológicos, entre ellos, la resiliencia, teniendo como reto el poder reconocer en sí mismas todo lo que han logrado; se identifica también como recurso la decisión de ser fuertes y valientes (Obregón-Velasco, 2012) y el luchar por sacar adelante a sus hijos.
Ni la teoría de la movilización de los recursos, ni la de la conservación de los recursos se han aplicado hasta el momento a la comprensión de la participación femenina en el movimiento de lucha social de los exbraceros.
Es por ello que, teniendo en cuenta las cuestiones teóricas e investigativas hasta aquí abordadas, se hace palpable la relevancia de visibilizar y revindicar las aportaciones femeninas a este movimiento de lucha social desde sus propias narrativas. El objetivo de esta investigación consistió en describir las experiencias de un grupo de mujeres activistas del movimiento de lucha social de exbraceros y sus familias, identificando sus antecedentes de migración en la familia, su experiencia en el movimiento de exbraceros y su perspectiva sobre el papel de las mujeres en la lucha social.
Método
Tipo de estudio
El estudio tiene lugar a partir de un enfoque cualitativo con soporte en los postulados de la Teoría Fundamentada para su diseño y análisis (Strauss, Corbin, 2016).
Participantes
La muestra está conformada por 4 mujeres activistas de la lucha social del movimiento exbraceros, tal como se detalla en la Tabla 1. Se empleó una estrategia de muestreo intencional y por conveniencia (Taylor, Bodgan, 1994), donde las entrevistadas deciden participar de forma voluntaria en el estudio. Los criterios de inclusión estuvieron dirigidos hacia mujeres que actualmente se desempeñen como activistas de la lucha social del movimiento exbraceros, mayores de edad y que residan en México. De no cumplir con alguna de estas pautas, se consideró como criterio de exclusión.
Herramientas para la recolección de información
El levantamiento de información se llevó a cabo a partir de entrevistas en profundidad semiestructuradas (Brinkmann, 2013). Para ello se elaboró una guía con preguntas abiertas que propiciara una exploración más detallada de los temas y que persiguiera registrar la manera en que estas mujeres dan significado, construyen sus experiencias y percepciones (Yamane, 2000).
Procedimiento
El acceso a las participantes tuvo lugar mediante la convocatoria por bola de nieve entre las activistas. Una vez que se mostraron interesadas, se comprobó que cumplieran con los criterios de inclusión para su selección. Una entrevista se realizó en mayo de 2023 de manera presencial y tres más se realizaron, de forma individual, durante el mes de septiembre de 2024, una de ellas por videollamada y dos más de manera presencial. Posteriormente, fueron transcritas y revisadas rigurosamente por las investigadoras para garantizar su fidelidad y validez (Guest et al., 2012).
Se obtuvo el consentimiento de las integrantes tanto para formar parte del estudio como para realizar las grabaciones de audio y develar su nombre en este artículo según la libre voluntad de las entrevistadas, siguiendo las consideraciones éticas que establece la Sociedad Mexicana de Psicología (2007).
El análisis de los datos cualitativos se desarrolló a partir de un enfoque temático inductivo con la intención de describir e interpretar las percepciones de las entrevistadas (Smith, Firth, 2011). Dicho análisis estuvo compuesto por tres etapas: el desarrollo de un marco de codificación, la recodificación y el análisis comparativo.
En la primera etapa, se llevó a cabo la revisión de las transcripciones, el registro de interpretaciones individuales, la identificación de temas emergentes y la generación de un libro de códigos por consenso (MacQueen et al., 1998). En un segundo momento, se puso a prueba el marco de codificación de forma independiente y luego se estableció una comparación para reducir discrepancias y refinar el libro de códigos. Y, para la tercera etapa, se compararon similitudes y diferencias por integrante y por temática, para finalmente elaborar los resultados del análisis. Los datos cualitativos obtenidos se cruzaron con la revisión teórica de base mediante el software Atlas.ti en su versión 9.0.
Ejes y categorías de análisis
A continuación, se muestra el Libro de Códigos confeccionado para el estudio. Para su definición se tiene en cuenta un solo eje temático “Activismo femenino en el movimiento de lucha social de los exbraceros”, el cual se analiza a partir de tres categorías: I) Experiencia migratoria familiar, II) Movimiento de Exbraceros y III) Las mujeres en la lucha social, los que a su vez se conforman de diversas subcategorías de análisis (Ver Tabla 2):
Análisis y discusión de resultados
A partir de la información constatada, en la Imagen 1 se observan las palabras más reiteradas por las activistas durante las entrevistas:
El término “exbraceros” constituye la palabra más empleada por las participantes en sus narraciones, lo cual es comprensible teniendo en cuenta el tema central de las entrevistas. Si observamos las palabras más empleadas (Ver Tabla 3), podemos identificar que se asocian con el movimiento de lucha, los países involucrados, una percepción de la problemática, el tiempo trascurrido, la familia como punto clave, el papel del gobierno, el énfasis en lo social, el reclamo económico, la insatisfacción y la espera que encierra un “todavía”, como una lucha que no acaba.
A continuación, se expondrán los resultados obtenidos y la información brindada en las entrevistas, en función de las tres categorías de análisis: Antecedentes migratorios, Movimiento de Exbraceros y Mujeres en la lucha social, así como sus respectivas subcategorías para facilitar su comprensión.
Antecedentes migratorios
Con respecto a la primera categoría delimitada, Antecedentes migratorios, se elaboró una Red de Análisis que describe la relación que se identificó con sus subcategorías, tal como se observa a continuación:
Las experiencias migratorias a nivel personal y familiar son disímiles entre las historias de vida de las entrevistadas. En sus narraciones se identifica la presencia de la migración como una estrategia de solución ante las dificultades y las necesidades económicas. Una realidad frecuente en muchas familias debido a la cercanía México-Estados Unidos (Astorga-Morales, 2017; Schaffhauser, 2022).
Josafat indica que el primer migrante en su familia fue su pareja, así como ella desde muy pequeña se embarcó en movilidades internas en su país. Expuso que durante estas vivencias se vio expuesta a algunas situaciones de vulnerabilidad: “(…) pasa uno muchos riesgos en la vida, que a veces no puede uno, a veces ni creerlo, que dices ¿cómo le hice para defenderme?” (Josafat Monroy, 25 de mayo de 2023), aludiendo a situaciones de acoso y manifestaciones de violencia.
Por su parte, Consuelo indica que su padre fue el primer integrante en migrar: “(…) papá intentó varias veces cruzar el río. Fue en el año cincuenta y tres que papá nos deja, ¿verdad?… y nos abandona. Forma otra familia y se va a Estados Unidos” (Consuelo J. Espínola, 2 de septiembre de 2024).
En el caso de Yunuén, enmarca que sus abuelos fueron los primeros en salir del país en busca de mejores condiciones de vida, pero no ha sido un comportamiento frecuente. Mientras que María Elena señala que la migración ha sido un comportamiento presente en su familia por varias generaciones, tanto de la línea materna como paterna: “en ninguno de los dos casos se hablaba de la migración como algo doloroso o como algo trágico, no. Más bien como una circunstancia más de la vida” (María Elena Rivera, 6 de septiembre de 2024).
Su abuelo fue trabajador en Estados Unidos antes del Programa Bracero, lo cual descubrió al heredar documentos familiares, así como otros integrantes, con el paso de los años, se fueron sumando, y la residencia en ambos países se ha vuelto una realidad familiar. Incluso, su experiencia personal como migrante en Canadá reforzó la comprensión y la sensibilidad con la problemática: “fue para mí muy clara la discriminación, el considerar a los migrantes como ciudadanos de última clase”.
Si bien la decisión de los exbraceros de formar parte del programa, así como algunas otras experiencias migratorias individuales, estuvo impulsada fundamentalmente por mejorar las condiciones de vida, las entrevistadas coinciden en que sus vivencias dejaron un fuerte impacto físico, emocional y social tanto para ellos como para sus familias (Fernández-Carapia, 2021; Rivera-Heredia et al., 2023b), especialmente en las mujeres e hijos mayores que quedaban en el territorio nacional.
Aluden a la precariedad que vivía México por esas fechas, tal como nos comparte Consuelo:
(…) Yo recuerdo las calles enlodadas del centro de Monterrey, lo que ahora se llama “Barrio antiguo”, yo lo recorría descalza o con zapatos. Entre las calles habían muchas vecindades, o sea, era increíble la cantidad de gente que veías aglutinadas en uno o en dos cuartitos con un baño para todos. (Consuelo J. Espínola, 2 de septiembre de 2024)
María Elena también destaca que la situación geográfica, en su familia, ha sido un factor facilitador para la movilidad hacia el país vecino, teniendo en cuenta que vivía en territorios más al norte del país: “Al estar Durango en el norte de México, la relación con Estados Unidos es muy cercana. De niña era más sencillo cruzar la frontera e ir a visitar a la familia a Estados Unidos que ir a visitar a la familia en la Ciudad de México” (María Elena Rivera, 6 de septiembre de 2024).
Josafat cuenta al respecto:
"(…) sufrí muchas carencias de hambre. Yo tuve que... ahora sí que, hasta dejar mis niños chiquitos para irme a trabajar, para salir adelante con ellos”. Sobre las vivencias de otros hijos mayores menciona: “(…) los chamacos ya por hacerse responsables para sacar el hogar adelante y porque el señor andaba trabajando fuera, ya no estudiaron. Y ellos fueron los que se hicieron responsables de los chamacos que estaban más chicos para cultivar y recoger lo poquito que se podía dar en el campo". (Josafat Monroy, 25 de mayo de 2023)
Consuelo relata sobre la fracturación familiar, el abandono y el deslindamiento de responsabilidades por parte del padre que en ocasiones podían llegar a ocurrir: “A lo mejor había otras situaciones, pero sí vi muchas, muchas con sus hijos y que él se iba y no pasaba nada, o sea, seguían igual de pobres, o sea, muy difícil, muy difícil” (Consuelo J. Espínola, 2 de septiembre de 2024).
Asimismo, en sus parlamentos señalan que, incluso ante el regreso de los integrantes a sus casas luego de sus arduos períodos de trabajo en el exterior, podían tener algunas conductas que afectaban a la familia. Entre ellas indican la adicción a sustancias psicoactivas, condiciones físicas o emocionales que obstaculizaban su reincorporación laboral, alteraciones de la armonía familiar, o cambios importantes en su forma de sentir, pensar y comportarse, lo que coincide con lo señalado por López-Bautista (2020).
Movimiento de exbraceros
La segunda categoría de análisis nos permite acercarnos a la perspectiva que poseen estas mujeres sobre el movimiento y su incorporación al mismo, como se detalla en la Figura 2 a continuación:
Aunque todas las participantes cuentan con experiencia de migración en la familia, solo una de ellas es familiar de exbracero, por lo que en su mayoría conocieron de la lucha por vías diferentes: mediación de familiares o amigos que se involucraron en defensa del movimiento, por su desempeño académico, investigativo o social, y, en el caso de una de las entrevistadas, en reclamo por los derechos de su pareja. Esto coincide con lo reportado por Astorga-Morales (2017), al identificar al altruismo como un elemento en común entre mujeres que apoyan la lucha social de los exbraceros.
Josafat narra que su esposo y luego su hijo fueron exbraceros. Yunuén relata que no es hasta que comienza a conocer e involucrarse en la lucha social, que constata que algunos de sus familiares habían participado en el programa. María Elena refiere que sus investigaciones sobre migración la acercaron al tema, aunque no tenía familiares exbraceros.
Consuelo indica que su padre estuvo entre aquellos denominados “braceros mojados”:
Mojado porque había que diferenciar entre los que pasaban con papel por el acuerdo binacional y los mojados que no, pues en este caso pues no tenían ningún derecho de que el gobierno los reconociera como trabajadores, ¿verdad? Y después pues él logró la ciudadanía en el transcurso de los años (…). (Consuelo J. Espínola, 2 de septiembre de 2024)
Con la narrativa del tipo de participación de su padre como bracero, se puede apreciar la resignificación del término "bracero" para referirse a "migrante", lo que nos permite vincular esta lucha histórica con la realidad migratoria que se presenta actualmente en los Estados Unidos, permite situar el debate sobre el tema en un contexto nacional contemporáneo difícil de silenciar. Se hila una narrativa que refuerza la relevancia del movimiento y amplía su resonancia social y política, y llama a continuar con la acción y evitar el olvido.
La incorporación de estas mujeres al movimiento tiene en común la presencia de recursos psicológicos de tipo individual y social (Valle-Ortuño et al., 2024). Entre algunos de los recursos que comparten estas activistas encontramos la voluntad, la esperanza, y su convicción por buscar la justicia social, el reclamo por el respeto a los derechos humanos y la búsqueda de un reconocimiento económico, histórico y social hacia los exbraceros y sus familias.
De igual manera, se aprecia la movilización de los recursos sociales y de los institucionales, tal como la plantean Edwards y Gillham (2013) en el relato de Josafat, quien enmarca que una amiga es quien le invita “La primera vez fue... cuando me invitaron a la Cámara de Diputados (…) me interesó porque bueno, es parte de lo que mi marido trabajó y nosotros tenemos derecho a reclamar lo que le costó a nuestro... a nuestra familia” (Josafat Monroy, 25 de mayo de 2023). Y es que la migración aunque conlleva la mayoría de las veces beneficios económicos, también trae consigo costos emocionales.
Consuelo relata que se suma a esta lucha mediante su pareja Ignacio Zapata Narváez “Nacho”: “Él se entregó de lleno al movimiento, y en el 2005 yo lo apoyaba, pero ya me entregué al movimiento. O sea, no solo apoyarlo, si no estar directamente haciendo la demanda nacional, para el pago del ahorro campesino” (Consuelo J. Espínola, 2 de septiembre de 2024).
Yunuén, por su parte, señala que fue por mediación de su tío, el activista social Mario Carrasco. Ella entra de lleno al programa cuando comienza a hacer sus prácticas durante sus estudios en la Facultad de Derecho en la Universidad Michoacana en conjunto con el equipo de su tío.
María Elena narra que, en ese tiempo, era responsable del Centro Nicolaita de Estudios Migratorios de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo y, cuando participó en un evento magno de exbraceros a nivel nacional que se realizó en la Cámara de Diputados, resulta que era una convocatoria para hacer un solo movimiento:
Le llamaron Movimiento Unificado de Exbraceros de México (…) y se fue eligiendo la Mesa Directiva, cuando en eso una integrante, Martha Zárate dice: pero aquí casi no hay mujeres (…), entonces Pedro Fernández hijo de exbracero y activista (…) dice, pues aquí está la doctora María Elena, es del sector académico y yo creo que puede fortalecer el movimiento que la doctora participe. Entonces se votó por la Asamblea y me integraron en la mesa directiva del movimiento. (María Elena Rivera, 6 de septiembre de 2024)
Asimismo, destacan las experiencias positivas de algunos participantes del programa en materia de educación, oportunidades de empleo, crecimiento económico a nivel individual y familiar, motivación para emprender, especialización en un oficio, mejoras a la vivienda e incluso regularización de su estatus migratorio en los Estados Unidos. Las cuales contrastan con un escenario mayoritario de consecuencias negativas en forma de abuso laboral, discriminación, maltrato, precariedad en las condiciones laborales, hasta la desprotección y el incumplimiento de acuerdos por parte de las entidades gubernamentales (García et al., 2022; Trujillo-Bolio, 2022).
Las participantes señalan la profunda indignación, incredulidad y frustración ante las injusticias que sufrieron los exbraceros, tal como lo señalan Gómez-Guzmán et al. (2024). Al respecto, Consuelo indica: “Les habían prometido muchas cosas, entre ellas lugares donde iban a dormir bien, alimentación, higiene… -mentira podrida- (…) pareciera que están en un campo de concentración.” (Consuelo J. Espínola, 2 de septiembre de 2024), refiriéndose a algunas de las imágenes que circulan sobre los tratos a los que se sometieron.
Yunuén señala “veías a personas que estaban de representantes de tu gobierno viendo que se diera toda esta parte y solamente te daban la espalda. Decían con tal de que se vayan no importa que les violenten sus derechos” (Sahira Yunuén Maya, 4 de septiembre de 2024). Sobre las comunicaciones verbales de los exbraceros, María Elena menciona: “Ahora, muchos años después, ya se atreven a dar más detalles de la experiencia, pues está llena de dolor e indignación” (María Elena Rivera, 6 de septiembre de 2024).
La lucha por el pago del ahorro campesino ha sido parte clave de la creación del movimiento de lucha social de exbraceros, sobre lo que Consuelo expresa: “Ay, no, nos da mucho, mucho pesar. Mucho pesar y frustración, y desgano porque no hemos podido conseguir lo que dio inicio al movimiento” (Consuelo J. Espínola, 2 de septiembre de 2024).
Con respecto al grupo binacional que realiza la demanda para el debido pago, Yunuén nos cuenta:
Y comienzas a escuchar historias y todo lo que pasa dices, no es posible (…) sin total humanidad hacia esas personas ya de la tercera edad, y que no estaban pidiendo nada regalado, o sea, era parte de su trabajo, dejaron su juventud en ese país (…) Muchos de ellos decían: mire abogada ya con que saquemos para mis medicinas o mis tratamientos… ya con eso me doy por bien servido. (Sahira Yunuén Maya, 4 de septiembre de 2024)
Hoy día, los exbraceros constituyen una población ex migrante de la tercera edad que continúan viviendo en zonas rurales fundamentalmente, lo que enmarca un estado social y político de vulnerabilidad (Schaffhauser, 2019). En las narrativas de estas mujeres se identifica el sentimiento recurrente de impotencia y frustración ante la inacción gubernamental, la percepción de invisibilidad por parte de las autoridades y el temor a la desaparición del movimiento. El reciente fallecimiento de Ventura Gutiérrez (Radio bilingüe, 2024) representa una baja significativa de su líder fundador, quien se suma a la larga lista de exbraceros y activistas que se han adelantado sin ver la aplicación de la justicia a su causa.
La falta de transparencia y comunicación de las diferentes instancias del gobierno de México frente a la demanda constituye otro de los elementos que se enmarcan en las narrativas. Ante el último dictamen de la Suprema Corte de Justicia de la Nación ante la petición del pago de los exbraceros, Consuelo expresa lo siguiente:
Y entonces, pues fue un manejo muy, muy falso cuando se les dio la noticia a la gente, porque como era un tumulto de gente afuera no le pudieron decir salimos con malas noticias, no se llegó al acuerdo (…) Es esta sordera y ceguera del gobierno de México de no escuchar a sus demandas, de hacer como que no existieron, de hacer como que no importa lo que piden, de desaparecer el fideicomiso. (María Elena Rivera, 6 de septiembre de 2024)
Ha sido una lucha llena de matices. Entre los momentos claves las entrevistadas enmarcan los siguientes hitos: el fallo negativo de apoyo al movimiento por parte de la Suprema Corte de la Justicia de la Nación, cuando rompieron el trato con su líder nacional Ventura Gutiérrez, el monto mínimo que algunos alcanzaron a cobrar, la marcha masiva en protesta que partió desde Ciudad de México hasta Washington donde entregaron una carta en reclamo a la comisión interamericana de Derechos Humanos, la disolución de alianzas con la UNTA (Unión de Trabajadores Agrícolas), la fracturación del MUEB, así como la negativa del gobierno de México de atender a la solicitud de la Comisión Interamericana de Derechos Humanos de instalar mesas de negociación.
Yunuén añade “Me marcó tanto el ver que legalmente tienes todo para que te cumplan y que aun cuando estudias derecho y todo, y no lo hacen” (Sahira Yunuén Maya, 4 de septiembre de 2024). A lo que le acompaña Consuelo: “Para nosotros fue muy triste y frustrante. Pero claro, la voluntad es una y las políticas son otras” (Consuelo J. Espínola, 2 de septiembre de 2024).
Asimismo, se denotan algunas fuentes de preocupación fundamentalmente ligadas a la sostenibilidad del activismo, tal como apunta Yunuén, refiréndose a las marchas y movilizaciones de los exbraceros y sus familiares desde el interior del país hacia la Ciudad de México: “Tienes que salir y que sabes que esa persona, no trae absolutamente nada, incluso ni para agua (…) haces mucho, mucho esfuerzo para poder contratar un autobús (…) un boletito, o algo de ese tipo de cosas, ropitas” (Sahira Yunuén Maya, 4 de septiembre de 2024). Todo ello implica que tanto exbraceros, familiares como activistas han invertido recursos económicos personales desde hace muchos años para sostener este movimiento.
Con respecto a los recursos sociales, específicamente las redes de apoyo, existe una perspectiva individual, donde la mayoría indica que contaron con el apoyo de familiares, parejas, amigos y amigas, equipos de trabajo, estudiantes y colegas, compañeros exbraceros, además de que se han movilizado recursos institucionales que les han brindado acceso a desplegados en medios impresos, entrevistas de radio y televisión, organización de eventos académicos, además de vinculación con otras asociaciones de la sociedad civil relacionadas con otros movimientos sociales, tales como las buscadoras de familiares desaparecidos. Es decir, se aprecia que cuentan o que han venido desarrollando sus recursos sociales, tales como su red de apoyo, así como su capacidad para pedir ayuda cuando la necesitan (Rivera Heredia et al., 2023a). En este aspecto, convergen los planteamientos de la teoría de la movilización de los recursos de Edwards y Gillham (2013) con la de la conservación de los recursos de Hobfoll (1989).
Por su parte, Consuelo señala que desde su experiencia no siempre contó con ese apoyo: “La gente siempre te va a decir; ya dejen por la paz eso, puro gasto, pura pérdida de tiempo. Pero mantener la esperanza es lo que nos ha ayudado” (Consuelo J. Espínola, 2 de septiembre de 2024). Además de que hace referencia que cada vez son menos los integrantes que asisten a las reuniones locales y a los encuentros nacionales:
a muchos de nuestros abuelos les encanta ir a las juntas porque es como una manera de revivir, de estar al día, de sentirse vivos. Y a veces no nos los llevan (refiriéndose a los familiares de ellos), porque ya no pueden caminar. (Consuelo J. Espínola, 2 de septiembre de 2024)
En las narrativas de Consuelo se puede apreciar que mantener la esperanza, que podría considerarse como un recurso que conjuga elementos afectivos y cognitivos, ha sido un recurso psicológico que ha funcionado tanto a nivel individual como colectivo, pues les ha ayudado a enfrentar momentos difíciles.
Es así como el “sentirse vivos”, tal como lo expresa Consuelo, se asocia con que este movimiento, sostenido en gran medida por las mujeres, se configura como un espacio de dignidad y resistencia. A través de su participación activa, las mujeres no solo mantienen vivos a los braceros en un sentido simbólico y emocional, sino que también perpetúan el movimiento al involucrar a sus familias y sensibilizar a nuevas generaciones sobre la importancia de la lucha. Para los braceros, este espacio representa una forma de re-existir de manera más digna, mientras que, para las mujeres, constituye una fuente de fortaleza y determinación frente a las adversidades que enfrentan.
La Pandemia de Covid-19 se convirtió en uno de los momentos de mayor afectación para la lucha social de los exbraceros, como lo ha señalado ya Rivera-Heredia et al. (2023b), dado el número de exbraceros que fallecieron o se deterioraron a partir de la misma, además de que las marchas u otro tipo de movilizaciones disminuyeron al máximo. Siendo un claro ejemplo de pérdida o desgaste de todo tipo de recursos: humanos, materiales, de salud, entre otros.
Con respecto a la situación actual del reclamo, Josafat alude: “Yo creo que no es justo porque ya muchos... digo, estoy fuerte un poquito, pero un poquito, porque hay días que ya me falla” (Josafat Monroy, 25 de mayo de 2023).
Consuelo indica su tristeza con los resultados: “Lo que creemos es que el gobierno le apuesta pues, a que todo mundo se muera, y eso es lo triste. Que sabemos que están esperando, a que ya no haya nadie” (Consuelo J. Espínola, 2 de septiembre de 2024). A lo que se suma Yunuén: “Son muchos años de lucha y se han visto muchos cambios. El proceso ha avanzado mucho, pero de todos modos estamos ahí detenidos” (Sahira Yunuén Maya, 4 de septiembre de 2024), indicando el dolor y la frustración que ello supone. Y es que los recursos psicológicos también se desgastan y deterioran, requiriendo renovarlos, aprenderlos o fortalecerlos nuevamente (Rivera-Heredia et al., 2023a).
Desde la perspectiva de las mujeres, la espera de los integrantes del movimiento ante la inacción gubernamental aunada al temor a la muerte o desaparición se agravan por la falta de cohesión entre las y los integrantes del movimiento, lo que intensifica el desafío de sostener la lucha. Las mujeres que se han sumado al mismo cubren la función de cuidadoras del movimiento, expresando ese rol que han aprendido en su devenir de ser mujer en un momento histórico donde todavía el cuidado está depositado predominantemente en manos femeninas (Solís, 2009; Zibecchi, 2014; Esguerra, 2021).
Mujeres en la lucha social
En nuestra tercera y última categoría de análisis, se rescata el rol que han desempeñado las mujeres en esta lucha, hallazgos y relaciones que podemos observar en la Figura 3.
Aunque históricamente el movimiento de los exbraceros ha sido predominantemente masculino, las mujeres han desempeñado un papel esencial como activistas (Astorga-Morales, 2017; Rivera-Heredia et al., 2023b). Declaran que su lucha busca tanto el reconocimiento de los derechos de aquellos que migraron, como la dignificación y la reparación histórica.
En las acciones de lucha, así como hay exbraceros, también están sus esposas, sus parejas, hijos e hijas, nietos y nietas, convirtiéndola en una lucha familiar. Las entrevistadas coinciden en la necesidad de documentar la participación de las mujeres, del liderazgo femenino, y poner la mirada en algo que habitualmente no se veía porque el movimiento ha sido predominantemente masculino. La labor de estas mujeres ha sido clave para mantener viva la memoria del movimiento y la demanda de justicia (Rivera-Heredia et al., 2023b).
Tal como destaca María Elena al referirse a la participación de las mujeres en la lucha social: “Que existen. Que no solo es un movimiento masculino. Que quizás solo ellos viajaron y estuvieron allá, pero que ellas han estado contribuyendo a salir adelante” (María Elena Rivera, 6 de septiembre de 2024). Han apoyado con el cuidado de sus familias ante la ausencia de los varones, sacando adelante los gastos del hogar, la educación de los hijos, y la lucha cotidiana por salir adelante. Y, posteriormente, dan apoyo a sus familiares para no desistir en el reclamo por el reconocimiento económico y social de los exbraceros.
Otras mujeres han manifestado su apoyo al movimiento a través del activismo. Al respecto, Consuelo destaca el desempeño de otras mujeres activistas como Paula Carrillo, Carmen Ruiz, Cesárea Pérez, Rosa Marta Zárate quienes han entregado su esfuerzo y dedicación a la causa. María Elena agrega también a las nuevas generaciones de activistas e investigadoras sobre el tema, mencionando nombres como Miriam Anahí Salazar y Paulina de la Torre.
Mientras que Yunuén comenta que, aunque está consciente de que hay otras mujeres en el movimiento, no mantiene relación con casi ninguna, acotando que cada quien trabaja desde su área:
Aun cuando no son muy visibles, ya que son muy pocas las que están al frente de una marcha, de una negociación (…) ellas están desde sus trincheras trabajando, elaborando nuevos proyectos y formalidades legales e investigación para llevar a cabo la conclusión del pago histórico del programa bracero. (Sahira Yunuén Maya, 4 de septiembre de 2024)
Son muchas las acciones y los esfuerzos que han desempeñado a lo largo de su trayectoria, las cuales, desde cada una de sus trincheras, han contribuido a visibilizar el movimiento y darle voz a aquellos que necesitan ser escuchados. Las activistas resaltan que la lucha no solo busca una compensación económica, sino también un reconocimiento histórico para dignificar la vida y el esfuerzo de quienes participaron en el Programa Bracero, lo que coincide con lo señalado por Trujillo-Bolio (2022) y por Gómez-Guzmán et al. (2024).
Con respecto a las acciones de lucha y los aportes al movimiento por parte de las entrevistadas, sobresalen algunas pautas. María Elena refiere que Josafat es una activista admirable por su compromiso, su perseverancia y presencia: “Josafat no moviliza gente, se moviliza a sí misma, con un compromiso y una consistencia extraordinaria (…) nada la detiene” (María Elena Rivera, 6 de septiembre de 2024). Y a decir de sí misma: “En uno de esos plantones ya no traía ni para comer, ya no traía ni pasajes” (Josafat Monroy, 25 de mayo de 2023).
En el caso de Consuelo, expone su larga trayectoria como activista desde Monterrey, Nuevo León:
Nacho tenía una alianza de usuarios de servicios públicos, entonces a través de varios compañeros se les daba el servicio de investigar por qué esos cobros, cómo podían llegar a un acuerdo y etc. (…) nos apostábamos en el Congreso, entregábamos escritos, conseguimos que nos dieran un apoyo estatal cinco pesos a cada uno de los exbraceros (…) nos apostábamos en las calles, con pancartas o nuestras lonas, hicimos una marcha silenciosa al Palacio de Gobierno para que nos escucharan (…) íbamos en las cuestiones de la peregrinación hacia la virgen de Guadalupe y llevábamos una carta para decirle a la virgen que nos apoyara con los políticos, que estaban ciegos, ¿verdad? que les iluminara, y así (…). (Consuelo J. Espínola, 2 de septiembre de 2024)
Las plegarias a la Virgen de Guadalupe les brindan esperanza en el esfuerzo por visibilizar su causa, refleja además cómo recurren a la espiritualidad, no solo como una estrategia de resistencia y expresión de su fe, sino como símbolo de su fortaleza colectiva, convirtiéndose éste en un recurso psicológico de tipo espiritual e incluso cultural (Walsh, 2009; Rivera-Heredia et al., 2023a).
Yunuén por su parte menciona:
Nosotros estamos en una red binacional de varias organizaciones. La principal donde yo estoy es “Todo por mi tierra, paisanos unidos”, esta es una asociación civil que maneja otros programas, pero el fuerte es el programa exbracero (…) a través de estas marchas, plantones, negociaciones (…) hemos buscado la investigación en cuestión de ver por dónde encajar en cuestión legal (…) a veces muchos dicen: si usted va abogada, yo voy. (Sahira Yunuén Maya, 4 de septiembre de 2024)
Todo ello con la intención del lograr el pago del adeudo a los exbraceros apoyándose en recursos legales.
Y con relación a María Elena, ella reflexiona sobre su participación señalando:
Por un lado es este acompañamiento al Movimiento Social, por otro lado, en el salón de clase (…) me fui convirtiendo en formadora también de nuevas generaciones de jóvenes sensibilizándoles ante el tema de exbraceros (…) otro de los logros es que se sistematizó la información de los exbraceros (…) el gobierno de México tenía una página dedicada al tema de exbraceros, pero ellos tenían miedo de que en algún momento cerrara la página y se perdiera la información de ahí, entonces ayudamos a bajar toda la información (…)”, también señala “tengo muchos expedientes de exbraceros que ayudé a sistematizar. (María Elena Rivera, 6 de septiembre de 2024)
Así como acciones de coordinación, liderazgo, organización y participación en eventos sobre el tema, asistencia a convocatorias masivas, publicaciones, y proyectos de investigación dedicado al tema de los exbraceros, además de una página web con información sobre el tema (https://exbracerosmexicousa.org), etc.
Desde una perspectiva teórica, los hallazgos amplían la comprensión de las dinámicas de movilización de los recursos, así como de la teoría de la conservación de los recursos, integrando la dimensión de género como un elemento crucial. La teoría de la movilización de los recursos de Edwards y Gillham (2013) se reafirma al evidenciar que las mujeres no solo han gestionado recursos tangibles como redes comunitarias, sino que también han movilizado recursos simbólicos, como el sentido de justicia y la memoria histórica, para fortalecer el movimiento.
Por su parte, la teoría de la conservación de los recursos de Hobfoll (1989) permite interpretar cómo el manejo de los recursos psicológicos, la resiliencia y el apoyo emocional de tipo social, han sido clave para enfrentar el estrés prolongado y las barreras institucionales.
Estas teorías, al integrarse con una perspectiva de género, sugieren que las experiencias de las mujeres en movimientos sociales no solo reflejan desigualdades estructurales, sino que también ofrecen modelos de resistencia y adaptación que enriquecen las discusiones académicas sobre liderazgo, género y resiliencia colectiva.
Expresando la demanda:
Nosotros quisiéramos que antes de morir ellos recibieran un reconocimiento muy grande (…) Si hubiera algo más donde dijera: esto me lo están dando a mi porque fui exbracero o porque mi abuelo fue exbracero. Sería algo, pues mucho más, como se dice, de más reconocimiento hacia ello (…) Pues esta vida pues es corta, ¿verdad? Es corta, no sabemos cuándo nos vamos y quisiéramos dejar una huella, dejar algo que de perdido dijeran, mira, hizo lo que pudo, siempre estuvo ahí y si no se logró, bueno, no fue falta de voluntad nuestra. (Consuelo J. Espínola, 2 de septiembre de 2024)
Josafat comenta: “Me gustaría que a todos nos pagaran, porque ya... todos nuestros ancianitos, los más grandes, ya se nos están yendo. Ya hay muy poquitos” (Josafat Monroy, 25 de mayo de 2023).
Por su lado, Yunuén indica que:
Es importante que muchas personas conozcan que existe este adeudo histórico para ellos y que al final de cuentas se escuche mal o no, al faltar los exbraceros directos siguen sus beneficiarios. Es algo que no termina y que puedan acceder a esta parte porque al final de cuentas dejaron sus vidas allá. (Sahira Yunuén Maya, 4 de septiembre de 2024)
Y María Elena apuesta por la importancia de que el programa Bracero y su movimiento se visibilicen y las personas conozcan lo que representa este apartado de la historia migratoria entre ambos países. Resalta la importancia de reconocer:
Que existieron. Que el fenómeno migratorio México-Estados Unidos no se puede entender sin el Programa Bracero (…); que se sepa que el movimiento exbracero no es tan solo un tema económico de que se les debe dinero, es también un tema social y un tema histórico. (María Elena Rivera, 6 de septiembre de 2024)
En el ámbito práctico, los resultados destacan la necesidad de políticas públicas que reconozcan y apoyen la participación de las mujeres en los movimientos sociales. Este reconocimiento debe ir más allá de lo simbólico, implementando estrategias concretas que fortalezcan su acceso a recursos educativos, financieros y de salud mental. Asimismo, las intervenciones deben diseñarse desde un enfoque interseccional (Castillo-Vega, Ramírez-Peñaloza, 2024) que considere las múltiples dimensiones de discriminación que estas mujeres enfrentan, como género, escolaridad, clase y edad.
Realizar estudios con mujeres activistas de un movimiento de lucha social que traspasa fronteras implica diferentes retos metodológicos que inician con la localización geográfica de las activistas quienes provienen de diferentes estados de la República mexicana, la selección de las técnicas de recolección de información, así como los medios para realizarlas. En la presente investigación se incluyeron entrevistas realizadas de manera presencial, así como mediante videoconferencia, y las activistas se localizaron en eventos académicos de exbraceros, así como por contactos personales por haber coincidido en marchas o movilizaciones previas, quedando claro que el activismo femenino es mucho más amplio que lo que se logró captar en este documento. Sin embargo, se espera que este trabajo pueda contribuir a sistematizar y visibilizar las aportaciones femeninas al movimiento.
Las activistas han demostrado resiliencia y compromiso, que ponen en evidencia sus recursos afectivos e instrumentales (Valle-Orduño et al., 2024), ya que han participado en organizar marchas y protestas, crear redes de apoyo, vinculación binacional, brindar servicios jurídicos o de investigación, formación de nuevas generaciones sensibilizadas con la lucha, sistematización y archivo de información, generando conocimiento y publicándolo, además de crear un espacio dedicado al tema de los exbraceros y su movimiento de lucha social en la academia, entre otras.
Cada una de estas mujeres, desde sus diferentes historias y contextos, nos narran cómo han movilizado sus recursos psicológicos individuales, familiares y sociales, incluso los espirituales (Hobfoll, 1989; Walsh, 2009; Edwards, Gillham, 2013; Rivera-Heredia et al., 2023a).
La investigación resalta que aún existen desafíos significativos para lograr un reconocimiento pleno y una reparación adecuada. La indiferencia de las autoridades, la fracturación del movimiento, el envejecimiento de sus integrantes y el agotamiento físico y emocional emergen entre algunos de los retos actuales que se enfrentan (Rivera-Heredia et al., 2023). Aun así, las entrevistadas continúan manteniendo viva la memoria y la demanda de justicia, y hacen énfasis en la necesidad de documentar y transmitir a las nuevas generaciones esta parte de la historia para que no caiga en el olvido.
Entre las limitaciones del estudio se identifica el tamaño de la muestra, así como la variabilidad de sus características en términos de edad, escolaridad y tipo de rol en su participación en el movimiento. No obstante, estos mismos elementos permiten dar cuenta de aspectos complementarios que incorporan diferentes perspectivas de la experiencia del activismo en el movimiento de lucha social de los exbraceros y sus familias. Queda como área de oportunidad a futuro continuar recuperando narrativas de mujeres que han participado como activistas en este movimiento.
Conclusiones
A partir del análisis de la información brindada por las entrevistadas se ha podido describir las experiencias de estas cuatro activistas en la lucha social del movimiento de exbraceros y conocer el impacto que ha tenido su labor, consiguiendo el objetivo propuesto. Acercarnos a su perspectiva sobre el movimiento, su experiencia personal dentro del mismo, y a su vez, añadir elementos a la memoria histórica de un adeudo y un silencio que llega hasta nuestros días.
Los resultados del estudio reflejan las complejidades y desafíos que enfrenta el movimiento, destacándose el papel indispensable de las mujeres como agentes de cambio y como portadoras de memoria histórica y cultural. Subrayan cómo las mujeres han asumido un papel central en el movimiento de los exbraceros, no solo como acompañantes de los procesos históricos, sino como protagonistas activas que movilizan sus recursos psicológicos individuales, familiares y sociales, para sostener la lucha social. Desde la empatía y la sensibilidad, la fortaleza y la resiliencia, estas mujeres sostienen la participación en un espacio históricamente dominado por hombres, desafiando estereotipos de género y reconstruyendo narrativas en contextos de desigualdad estructural.
Se constata como la migración promovida por el Programa Bracero generó transformaciones en los roles de género dentro del hogar, fortaleciendo liderazgos femeninos y modificando la organización familiar en el México rural.
Entre los hallazgos destaca que el activismo femenino ha sido intergeneracional, con esposas, viudas, hijas y nietas de exbraceros que asumen la defensa de los derechos laborales de sus familiares y preservan la memoria colectiva. Asimismo, el feminismo interseccional como marco útil para comprender sus experiencias, pues muchas de estas mujeres enfrentan simultáneamente desigualdades por género, clase, edad y contexto rural.
Mencionar además que las activistas han construido redes de apoyo solidarias, esenciales para sostener el movimiento desde lo emocional, lo comunitario y lo logístico, muchas veces actuando como cuidadoras de otros activistas y de sus propias familias. Su presencia es parte de lo que sostiene y ayuda mantener con vida el movimiento.
El mantener la esperanza, el ayudar a los exbraceros y sus familias a “sentirse vivos” a través de sus cuidados, la perseverancia, la fortaleza y sus redes de apoyo han sido recursos clave para permanecer activas en el movimiento de lucha de los exbraceros y sus familias, con el anhelo de que llegue el día en que se logre reparar el daño.
Agradecimientos
A cada una de las mujeres que han sostenido y dado esperanza al movimiento de lucha social de los exbraceros. Así como a la Coordinación de Investigación Científica de la Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo por apoyar este proyecto. Un agradecimiento especial a quienes revisaron y dictaminaron este artículo pues su retroalimentación permitió nuevas reflexiones y precisiones que mejoraron este trabajo.
Datos de investigación
Los datos de investigación están disponibles en el cuerpo del artículo
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Editores de sección
Roberto Marinucci, Barbara Marciano Marques
Fechas de Publicación
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Publicación en esta colección
06 Jun 2025 -
Fecha del número
2025
Histórico
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Recibido
01 Dic 2024 -
Acepto
06 Mayo 2025