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Representaciones sociales sobre el Programa Argentina Trabaja en las clases populares urbanas

Representações sociais das classes populares urbanas sobre o Programa Argentina Trabalha

Social Representations about the Argentina Trabaja Program among Low Income Urban Classes

Resúmenes

Este artículo analiza las representaciones sociales en torno a una de las iniciativas de política social más relevantes de la actualidad en la República Argentina, lo estudio de las representaciones sociales que los sectores populares urbanos asocian al Programa Argentina Trabaja. Parte de la hipótesis de que éstas se pueden leer mediante un tamiz doble: tanto a partir de los residuos de reforma del ciclo de protesta de comienzos de siglo, como así también a partir de su remisión a los significados clásicos inscriptos en las formas legítimas de acceso a las protecciones sociales y a los ingresos a partir del trabajo asalariado. Dichas representaciones se asientan en un lenguaje compartido entre los sectores populares urbanos, el lenguaje de los planes sociales. El estudio se sostiene en un trabajo interpretativo de una serie de entrevistas semiestructuradas realizadas en el año 2011 en el segundo cordón del conurbano bonaerense.

Programa Argentina Trabaja; Representaciones sociales; Pobreza; Asistencia social; Memorias


Este artigo analisa as representações sociais em torno de uma das iniciativas mais importantes da política social na Argentina atualmente, o estudo das representações sociais que os setores populares urbanos têm do Programa Argentina Trabalha. Parte da hipótese de que estas representações podem ser lidas através de um duplo ponto de vista: tanto a partir dos resíduos de reforma desse ciclo de protestos do começo do século, bem como de sua remissão aos significados clássicos inscritos nas legítimas formas de acesso às proteções sociais e aos rendimentos provenientes de trabalho assalariado. Essas representações são baseadas em uma linguagem comum entre os setores urbanos mais pobres, a linguagem dos planos sociais. O estudo se dá a partir da interpretação de uma série de entrevistas semiestruturadas realizadas em 2011 no segundo cinturão de Buenos Aires.

Programa Argentina Trabalha; Representações sociais; Pobreza; Assistência social; Memórias


This article analyzes social representations about one of the most important social policy initiatives in Argentina today. It studies the social representations that low income urban residents associate to Program Argentina Trabaja Program [Argentina Work Program]. It is based on the hypothesis that these representatives can be read through a dual filter. They reflect the residues of the reforms inspired by the protests at the beginning of the century, and also their remission to the classic meanings inscribed in the legitimate forms of access to social protections and income from salaried work. These representations are based on a language shared among the urban lower class, the language of social plans. The study is based on the interpretation of a series of semi-structured interviews conducted in 2011 in the second cordón of Greater Buenos Aires.

Argentina Trabaja Program; Social Representations; Poverty; Social Assistance; Memories


Introducción

La constitución de los estados modernos es compleja. Ésta se asienta tanto en las modalidades específicas de articulación de un proyecto emancipatorio resumido en las consignas de libertad, igualdad y fraternidad como en las instituciones que posibilitan la explotación socioeconómica y la separación entre dirigentes y dirigidos. Uno de los aspectos que tornó plausible la articulación de estas matrices en tensión fue la institución de la ciudadanía. Los ciclos de acción colectiva, frecuentemente, anteceden los procesos de democratización, evidenciando la matriz sociocéntrica de los mismos. Sin embargo, la particular forma de institución de los mismos expresa modos diversos de instauración. En ciertos momentos históricos estos procesos fueron ampliando y profundizando, no sin contradicciones, algunos aspectos de la promesa emancipatoria de la modernidad. Las conquistas de derechos sociales plasmaron elementos igualatorios que, con todo, sólo cristalizaron aspectos que no se contrapusieran a la matriz capitalista que coconstituye las sociedades modernas. El estatuto del trabajo como un valor social y del trabajador como una clase social con derechos específicos fue una construcción sólida para mediados del siglo 20.

La instauración institucional de los derechos posee dos aristas en contrapunto, si por una parte su inscripción normativa posibilita una permanencia que no precisa hacerse presente en acciones de beligerancia constante, la desactivación de la movilización se articula con la institución representativa de la política moderna. La participación se eclipsa y se tienden a debilitar las formas más activas de la acción ciudadana.

Es sabido que no existe una garantía acerca de la profundización y expansión de los derechos, la transformación se sustenta en la lucha de clases. El neoliberalismo supuso un retroceso en los procesos de ampliación y profundización de los derechos sociales. La disminución de la capacidad de incorporación política, económica y social fue una de las señales de dicho estrechamiento. En la República Argentina, el ciclo de acción contenciosa de la segunda mitad de la década del 1990 y comienzos de este siglo1 1 Desde 1989 hasta 1999 el presidente de la República Argentina fue Carlos Saúl Menem, bajo la investidura del Partido Justicialista; asumió el gobierno del Estado Nacional con la promesa de reindustrializar el país y promover una suba de salarios para los trabajadores, sin embargo, su gobierno fue profundamente neoliberal. Las privatizaciones, la apertura comercial y la reducción de los empleos estatales, conjuntamente con las leyes de flexibilización laboral trajeron consigo un aumento exponencial del desempleo y un retroceso en los derechos sociales de los trabajadores. Dentro de este telón de fondo, las instituciones políticas clásicas tuvieron grandes dificultades para encauzar el descontento. Desde mediados de la decada de 1990 el oficialismo fue perdiendo capacidad de accion y legitimidad política. Finalmente en 1999 una nueva coalición ganó las elecciones presidenciales, la llamada Alianza por el trabajo, la justicia y la educación y expresó parcialmente tal descontento mencionado. Sin embargo, el nuevo gobierno prontamente se mostró incapaz de proponer una alternativa divergente. Fernando De La Rúa, la figura presidencial de esta Alianza, debió dejar el gobierno nacional en diciembre de 2001 acorralado por la presión popular, la oposición política y las restricciones financieras. La acció n contenciosa estuvo hilvanada a partir de una crítica profunda a la clase política y sus instituciones y se condensó en la consigna "que se vayan todos". alertó acerca de tal constricción y constituyó un elemento sustancial para poner en el tapete la necesidad de reversión de dicho proceso. Por dentro y por fuera de las instituciones clásicas, los sujetos sociales demandaron activamente la reactivación de las políticas de inclusión social.

A diez años de los tiempos extraordinarios que expresaron el momento de locura del ciclo de acción colectiva (TARROW, 2004TARROW, S. El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política. Madrid: Alianza Editorial, 2004.), pretendemos ingresar en las formas de representación del ejercicio de la política social, promoviendo una interpretación de sus sentidos entroncada con las memorias históricas precedentes.

Ciclos de acción contenciosa y cultura política

El marxismo ha sido un prisma central para el estudio de la acción contenciosa. Este logró instalar la creatividad de la acción beligerante, pues la lucha de clases se constituyó como el motor de la historia. Aún hoy esta matriz tiene la virtud de hacer ingresar la conflictividad social desde un enfoque constructivista. La acción contenciosa se incluye así dentro de las ciencias sociales constituyendo un núcleo sustancial de estudio de las transformaciones históricas. Con todo, también desde el funcionalismo, ya clásicamente, Coser (1970)COSER, L. El conflicto social y el cambio social. In: Nuevos aportes a la teoría del conflicto social. Buenos Aires: Amorrortu, 1970., en su propuesta de inserción del conflicto social como un elemento constitutivo de la progresión social, incluyó las acciones contestatarias como promotoras de las reformas socales. Para él, los sistemas sociales más flexibles logran incluir institucionalmente las demandas de los sectores en pugna y, con ello, evitan transformaciones totales de la forma de organización social.

Actualmente, Tarrow (2004) estudió las vinculaciones entre el conflicto y el cambio a partir de su estudio de los ciclos de acción colectiva y sus impactos reformadores. El principal interés de Tarrow, cuando introduce la caracterización e identificación de los ciclos acción colectiva, está en la sensibilización de los estudiosos sobre la relevancia de estos procesos generales de confrontación, así como también en la necesidad de dar cuenta de la regularidad de los mismos.

No obstante, desde la perspectiva que estamos construyendo para esta presentación, el mayor interés está en la bisagra que el autor propone entre el ciclo de acción colectiva y los procesos de reforma política. Tarrow afirma que los sectores movilizados exigen respuestas al Estado. El término exigencia subraya un tipo especial de vínculo entre la acción generalizada de confrontación y el gobierno del Estado. Desde su perspectiva, el gobierno del Estado se ve compelido a modificar su forma de acción y, sin embargo, aunque analíticamente existiera la posibilidad de la acción represiva generalizada e incluso de aperturas revolucionarias, las respuestas más frecuentes suponen facilitaciones segmentadas y represión selectiva. Para Tarrow, la acción contenciosa genera cambios diversos, uno de los más significativos se encuentra en las reformas en el seno vincular del Estado. Este entramado entre conflicto y cambio supone una mutación del enfoque, se trasfiere la mirada desde el seno de los activistas y su acción de beligerancia hacia las iniciativas del gobierno del Estado. El estudio de este encuentro fue el núcleo de preocupaciones que abordamos en los últimos años, atendiendo especialmente a las formas de articulación y a las brechas entre las demandas, los sujetos movilizados y las políticas públicas propiciadas desde los diversos gobiernos en la primera década de este siglo (MANEIRO, 2012MANEIRO, M. De encuentros y desencuentros. Estado, gobiernos y movimientos de trabajadores desocupados. Buenos Aires: Editorial Biblos, 2012.). En esos abordajes, llamamos la atención acerca del complejo proceso de ambivalencias que se expresan en este momento de institucionalización segmentada de demandas y sujetos sociales. Algunos aspectos de esta ambivalencia remiten a la doble vía de la acción de las organizaciones, a la bifurcación de las modalidades de ejecución de las políticas sociales y a la segmentación territorial de las formas de gestión política (MANEIRO, 2012).

El problema que nos proponemos indagar en este artículo contiene una preocupación diferente que es abordada también por el propio Tarrow (2004). Aquí no nos detendremos en las respuestas estatales y en la reforma del sistema político, tampoco abordaremos las formas de respuesta gubernamental de las demandas de los sectores movilizados, sino que estudiaremos efectos más indirectos e impredecibles del ciclo de acción colectiva que actúan a través de procesos capilares bajo la superficie de la política (TARROW, 2004). Nos preguntamos: ¿existen remisiones en torno a la interpretación de las políticas sociales que se identifiquen con las consignas del ciclo de protesta del cambio de siglo?

Con todo, el enfoque que sugerimos no sólo atiende a aquellos residuos novedosos que la acción beligerante expresó como ruptura y mutación en torno a los sentidos políticos, sino también como locución de continuidades y actualizaciones representacionales que legitiman la acción y se conforman en sustento de la valoración y el estatuto de las iniciativas políticas. En este sentido, el ciclo de acciones beligerantes de fines de siglo pasado y comienzos de éste supone tanto una expresión novedosa acerca de una forma de vincularse con las representaciones políticas clásicas, condensada en la consigna "que se vayan todos"2 2 En este artículo se usan las comillas para remitir a los significantes de uso nativo del tema tratado. , como también una actualización crítica acerca del estrechamiento de los derechos sociales en general y del derecho al trabajo protegido, en particular.

Partimos, entonces, de la idea de que existen huellas en los sectores populares argentinos de una memoria larga que remite a los procesos de inclusión social, característicos de los modelos de mediados del siglo pasado. Esta memoria tiene como eje articulador al trabajo asalariado en tanto sostén material y simbólico de construcción de la solidaridad social, que constituye el soporte legítimo de la obtención de ingresos y protecciones sociales. Asimismo, también consideramos que existen rastros de una memoria corta que refiere a la crisis de las instituciones de mediación política que llevaron a cabo el proceso de estrechamiento mencionado y que se expresa en una ruptura con las lealtades en torno a la política de cercanías.

El asiento teórico de este capitulo remite a la noción de representacion social. Esta refiere a los desarrollos de Moscovici (1961)MOSCOVICI, S. La Psychanalyse: son image et son public, étude sur la représentation sociale de la psychanalyse. Paris: Presses Universitaires de France, 1961. y Jodelet (1976)JODELET, D. La representación social: fenómenos, conceptos y teoría. In: MOSCOVICI, S. Psicología social II. Pensamiento y vida social. Psicología social y problemas sociales. Barcelona-Buenos Aires-México: Paidós, 1986, p. 470-492.. Según tales autores, las representaciones sociales comprenden conocimientos de sentido comun que son construidos activa y creativamente por los sujetos. Estas se componen por elementos de informacion y actitud (o valoración) y constituyen campo o un nucleo figurativo. Para nuesto objeto exploramos centralmente las informaciones y las actitudes ligadas a las formas de mediación política y a las actividades laborales concomitantes. La aproximación a estos dos nudos de las representaciones nos permite construir el nucleo figurativo en torno al Programa Argentina Trabaja (PAT), cuya representación gráfica se encuentra al final de este artículo.

A su vez, cabe decir que la representación social no es el puro reflejo interior de algo exterior, sino que trae consigo un magma de sentidos históricamente producidos. Esta ligazón entre formas de aprehensión del mundo social contemporáneo y usos subjetivos de las memorias históricas puede entenderse, dentro de la teoría de las representaciones sociales, como un proceso de anclaje.

Pretendemos hacer inteligibles las representaciones sociales de los entrevistados en torno al PAT, proponiendo que las mismas se pueden leer mediante un tamiz doble: tanto a partir de los residuos de reforma que los mismos expresan en su distanciamiento con las formas de mediación política, como así también a partir de su remisión a los significados clásicos inscriptos en las formas legítimas de acceso a las protecciones sociales y los ingresos.

Contexto histórico del Programa Argentina Trabaja

Durante los últimos quince años, la sociedad argentina experimentó transformaciones de gran envergadura. Luego de un proceso de industralización sustitutiva con altibajos, los trabajadores asalariados urbanos habían accedido a una serie de derechos sociales y a determinadas pautas de consumo. Sin embargo, un proceso de desestructuración política, social y económica comenzó a producirse con la dictadura cívico-militar (1976-1983) y no sólo no pudo ser revertido con la restauración de las instituciones democráticas, sino que fue profundizado a partir de las políticas neoliberales de la década de 1990. Éste fue el telón de fondo de una serie de movilizaciones que se pueden leer desde la noción de ciclo de acción colectiva. La desactivación del ciclo se produjo en el marco de una demanda contradictoria, mientras algunos sujetos colectivos se movilizaban y exigían ampliar y profundizar un proyecto democrático, otros grupos se desmovilizaban y la mayor parte de la sociedad demandaba un encarrilamiento social dentro del orden dominante (SVAMPA, 2008SVAMPA, M. Cambio de época. Poder político y movimientos sociales. Buenos Aires: Siglo XXI, 2008.).

Es así como luego del momento de mayor movilización social entre la segunda mitad de 2002 y comienzos de 2003 se inicia un proceso de recomposición institucional, política y económica. Desde marzo de 2003, a partir de una nueva gestión gubernamental, Néstor Kirchner 2003-2007, se experimentó una renovación política que incluyó modificaciones en la Corte Suprema de Justicia y en las Fuerzas Armadas y un avance sobre las demandas de promoción de derechos humanos acerca de los crímenes producidos durante la dictadura. Asimismo se experimenta un nuevo proceso de crecimiento económico y un aumento significativo en las tasas de empleo. Correlativamente, en relación a la política social se abrieron caminos que supusieron lógicas divergentes, cuyas brechas se ampliarían con el transcurrir del tiempo. Una serie de programas se asentó sobre organizaciones y/o referentes anclados territorialmente y promovió el desarrollo de emprendimientos comunitarios y productivos. Otra vertiente promocionó financiamiento para los hogares en situación de pobreza con niños menores. Nos referimos al Plan Manos a la obra y al Programa Familias por la inclusión social3 3 Una lectura de estas iniciativas se puede encontrar en nuestros trabajos anteriores (MANEIRO, 2012). . Cabe decir, con todo, que la proactividad gubernamental en torno a las modalidades de participación, organización e inclusión de los sectores con dificultades para el ingreso en el mercado de trabajo se fue desdibujando, de la mano de la disminución de los índices de desempleo. En ese período, asimismo se modificó el patrón de conflictividad, evidenciando centralidad la lucha de los sectores asalariados en un contexto de corporativización de la lucha y de emergencia y difusión de las demandas ambientales -acorde al tipo de modelo de acumulación ligado a los commodities - en un relativo oscurecimiento de las acciones de lucha de los trabajadores desocupados. Articuladamente, la red que enlazaba la territorialidad y la acción beligerante de los trabajadores desocupados se fue debilitando (MANEIRO, 2012; MANEIRO et al., 2008).

El año 2008 cierra un período de institucionalización política, reorganización social y recomposición económica4 4 Cabe decir que en este sentido retomamos la periodización de Antón et al., (2011). y comienza una nueva fase, en la cual emergen, por un lado, los límites de financiamiento del proceso de crecimiento económico y, por el otro, se expresan las dificultades del modelo para integrar a las fracciones con menores atributos productivos. Este doble límite se manifiesta a partir de lo que se llamó el conflicto del campo, que polariza y generaliza una disputa entre las corporaciones de los propietarios de tierras contra el gobierno en torno al aumento de las retenciones arancelarias a las exportaciones. Tal conflicto genera una crisis política de relevancia en un contexto de desaceleración económica, de amesetamiento de la tasa de empleo masculino, para luego evidenciarse una leve suba del desempleo. Es en este marco que desde el gobierno nacional, presidido por Cristina Fernández de Kirchner, se promueven nuevas políticas sociales.

Aquí proponemos interrogar las representaciones sociales que se ligan al Programa Ingreso Social con Trabajo, socialmente conocido como Plan Argentina Trabaja (PAT). Éste se rige oficialmente por la resolución 3182 del 9 de agosto de 2009 y, si bien retoma elementos de programas asistenciales anteriores, posee particularidades significativas5 5 Una revisión de las características de este programa a la luz de sus predecesores se puede encontrar en Natalucci y Paschkes Ronis (2011). . Una de ellas, de gran relevancia para sus "beneficiarios", es que si sus precursores suponían un ingreso de 200 pesos (50 dólares estadounidenses en 2002), con éste el monto asciende a 1.240 pesos (poco más de 300 dólares estadounidenses entre 2009 y 2011) al cual se le pueden adicionar hasta 550 pesos (alrededor de 140 dólares estadounidenses en 2011) por "incentivos" al presentismo y a la productividad. Otra característica de este programa es el fomento - desde su marco normativo - del "empleo" como fuente de inclusión social y de las "cooperativas" como la modalidad explícita de desarrollo local. Por último, el programa establece que los partícipes se inscriban en un régimen de monotributo social; éste les posibilita contabilizar aportes jubilatorios y acceder a una, aunque estrecha y deficiente, cobertura de salud. Estos aspectos fundamentan que los investigadores han entendido que esta política se asienta en la noción del Estado como último empleador6 6 Esta modalidad de intervención del Estado como último empleador en el marco de una política sociolaboral ha sido objeto de profundos debates. Acerca de esta discusión en la academia y en la política argentina, ver Hintze y Costa (2011) .

En la mayor parte de los casos, las "cooperativas" que se conforman distan de funcionar como tales y la ejecución de tareas laborales útiles suele encontrarse con importantes obstáculos (HOPP, 2013HOPP, M. ¿Cooperativas o planes sociales?: un análisis del proceso de implementación del Programa de Ingreso Social con Trabajo "Argentina Trabaja" en un municipio del Conurbano Bonaerense. In: JORNADAS DE SOCIOLOGÍA. CARRERA DE SOCIOLOGÍA-UBA, X, 2013. Buenos Aires: UBA, 2013.). Con todo, la expansión de este programa, la apuesta al trabajo de cercanías, la posibilidad de construcción de cooperativas y el sustancial aumento del monto retribuido lo volvieron una iniciativa atractiva para los sectores desempleados.

Los interrogantes generales que nos hacemos son: ¿Qué características representacionales se configuran en torno a este Programa? ¿Con qué entramados de sentidos se las asocia? y ¿Cómo se expresa esta ligazón? Para enriquecer estas interpelaciones nos preguntamos acerca de: ¿Qué valoración conllevan las formas de mediación que efectivizan el cobro? ¿Qué significados se expresan en torno a las actividades conexas que éstas contraen?

Algunas precisiones metodológicas

Esta presentación tiene como sustento empírico una serie de 23 entrevistas semi-estructuradas realizadas en el municipio de Esteban Echeverría - segundo cordón del Conurbano bonaerense - durante el mes de noviembre de 20117 7 El trabajo de campo se efectuó en el marco del Seminario de Investigación, Procesos desafiliatorios y movimientos sociales: Las reconfiguraciones de las identidades colectivas, Carrera de Sociología, FCS, UBA. El equipo de coordinación del trabajo estuvo conformado por Autor: Bertotti, María Carla; Farías, Ariel Hernán; Nardin, Santiago; Santana, Guadalupe. Las entrevistas fueron realizadas por Aguiló, Victoria; Bigalli, Micaela; Boos, Tobias; Brikman, Denise; Castelli, Nicolás; Coviello, Ramiro; Cristófori, Magdalena; Fainstein, Carla; Filomeno, Julieta; García, Gonzálo; Giganti, Ramiro; Gil, Romina; Kravetes, Mariela; Méndez, Lucas; Monesterolo, Ricardo; Navarro, Leandro; Neira, Guillermina; Ortiz, Paula; Pons, Florencia; Prestat, Cedric; Valencia, Carolina; Van Wyngaarden, Verónica; Wagner, Ana. . Dicho trabajo de campo dio como resultado un conjunto de entrevistas conformadas a partir de una muestra en la que se controlaba el sexo y la edad. A partir de una lectura exhaustiva de las mismas, para esta exposición en particular se seleccionaron seis entrevistas de la generación adulta (del 35 a 60 años). El enfoque en la generación adulta posibilita profundizar la relevancia de la dimensión experiencial en la configuración representacional de los sujetos entrevistados. Interrogamos a estos sujetos que fueron formados en torno a la centralidad del empleo - como fuente no sólo de generación de ingresos legítimos sino como ámbito de ordenación de instancias de protección social - con el objeto de rastrear cómo aparece esta configuración en la significación de las políticas en cuestión. La selección de los casos para el análisis estuvo guiada por la construcción de una muestra basada en las heterogeneización del corpus. Con este fin se consideraron las siguientes variables: Sexo (tres a mujeres y tres a varones); participación en acciones colectivas (tres casos sin participación; Sandra, Mabel y Gabriel y tres casos con participación; Marie, Alberto y Domingo) y percepción de programas sociales (dos casos de perceptores y cuatro de no perceptores). La elección de un grupo pequeño de entrevistas posibilitó el seguimiento de la lógica argumental de cada uno de los seis entrevistados y la ampliación de los fragmentos textuales expuestos. Asimismo, un análisis general de las 12 entrevistas de la generación adulta nos mostró que las formas representacionales de los otros entrevistados poseen grandes familiaridades con los casos escogidos.

Como se afirmó anteriormente, buscamos ingresar en las formas de representación social en torno al PAT. Acerca de él rastreamos las representaciones en torno a los modos de caracterización de la asistencia social, a las formas de ejercicio de las mediaciones políticas y la gestión política en el territorio barrial y a las representaciones en torno a las actividades laborales asociadas.

Detalladamente las dimensiones sobre las que hemos trabajado son las siguientes:

  • 1) Entrelazamiento del programa en los marcos referenciales preexistentes: pretendemos con esta dimensión ingresar en la articulación de lo contemporáneo en las remisiones pretéritas conocidas;

  • 2) Fundamentos sobre los que se asienta la valoración del programa: procuramos ingresar en los argumentos que sostienen los modos de valorización o desvalorización de la iniciativa política;

  • 3) Formas de mediación política y caracterización de los referentes políticos: con esta dimensión buscamos insertarnos en las modalidades de representación de las relaciones sociales entabladas para la inclusión en el beneficio;

  • 4) Modalidades de representación y valorización de las actividades concomitantes: con este aspecto nos referimos a las formas de remisión a las acciones laborales que se solicitan como contraprestación dentro del programa.

Análisis de las dimensiones de las representaciones sociales referidas al PAT: Entrelazamiento del programa en los marcos referenciales preexistentes

Cuando se interroga a los entrevistados acerca del PAT, éstos refieren a su experiencia personal y barrial respecto del ciclo de los planes. Remiten a los momentos en que percibieron un plan, las fases en las que dejaron de cobrarlo y los devenires para intentar reanclarse dentro de los mismos. Muchos entrevistados dicen haber cobrado un plan para el momento de la crisis del 2001-2002:

E: ¿Y usted tiene alguno?

R: No.

E: ¿Y antes tuvo?

R: Sí, tuve en el 2000, cuando sacó Duhalde el plan, tuve, 150 pesos. Pero fue corto, después lo sacaron

E: ¿cómo se llamaba ese?

R: Jefes de família creo que era

E: ¿Y ese lo tuvo hasta cuándo?

R: Y, lo habré cobrado un año (Domingo).

Desde mediados de la década del 1990, en la República Argentina se pusieron en práctica diversas iniciativas destinadas a "compensar" los efectos de la desocupación, la pobreza y la indigencia resultantes de las políticas neoliberales. Éstos suelen condensarse, popularmente, bajo el nombre Plan Trabajar, este tipo de programa se masificó a partir de la iniciativa del presidente transicional Eduardo Duhalde (2002-2003) con el Plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupados8 8 El Plan Trabajar nomina una serie de programas sociales con características semejantes. Este se presenta como el modelo genérico de los diversos programas de emergencia ocupacional para subsidiar a los desocupados desde mediados de la década del 1990. Estos suponen, formalmente, la presentación de proyectos de mejoramiento barrial con el objeto de aumentar la calidad de vida de la población. Inicialmente el monto del subsidio era de 200 pesos (50 dólares estadounidenses) por mes por persona e implicaba una contraprestación con seis meses de duración y posibilidades limitadas de renovación. El Plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupados se pone en marcha a medidos del año 2002 y constituye la mayor apuesta de política social del momento pues su cobertura se aproxima a los dos millones de personas. . Los entrevistados, suscriben el PAT a las modalidades enclavadas en esta serie de programas:

E: ¿Del plan que me hablabas, es el Argentina Trabaja?

R: Sí está, el Argentina Trabaja, que es el de ahora, pero antes había otro, que creo que se llamaba Plan Trabajar. Pero, de todas maneras, el plan sigue siendo lo mismo (se acomoda en la silla). Por más que digan que hay control municipal, pero sigue siendo lo mismo (Alberto).

Los antecedentes denotan tanto un prisma de inteligibilidad como un obstáculo para asir las particularidades que este programa contrae, la ligazón con los programas previos trae consigo la carga peyorativa de la recepción de un beneficio dinerario sin un correlativo esfuerzo laboral, modalidad que emerge como legítima al momento de recibir un ingreso. Es así como se entiende la remisión del entrevistado a la falta de control municipal de las tareas que deben realizar los beneficiarios.

Si bien el lenguaje de los planes perméa la experiencia vital de los entrevistados (SOLDANO, 2010SOLDANO, D. Territorio, asistencia y subjetividad en el Gran Buenos Aires (1990-2004). In: KESSLER, G. et al. Reconfiguraciones del mundo popular. El conurbano bonaerense en la posconvertibildiad. Buenos Aires: UNGS-Prometeo Libros, 2010, p. 369-427.; QUIROS, 2011), evidenciando que planes no sólo son una estrategia familiar de obtención de ingresos de las fracciones más empobrecidas de los trabajadores urbanos sino una modalidad de configuración de la vida popular. Algunos entrevistados expresaron su distinción enfatizando un particular desconocimiento respecto de este programa y de los planes en general, éste se ligaba a una distancia moral. El desconocimiento y la valoración negativa constituyen una dupla que se hace presente a la hora de representarse peyorativamente a los programas sociales.

Fundamentos sobre los que se asienta la valoración del Programa

En los apartados previos se ha expresado que toda representación social está compuesta por las dimensiones de información y actitud. Asimismo, en el ítem previo, notamos que existe una relacion inversa entre estos componenes: cuando se manifiesta menos informacion se suele tener una valoración más negativizante. Insertos en este hallazgo nos proponemos ingresar más cabalmente en el ámbito de la actitud.

Entre los entrevistados no se ha encontrado sino excepcionalmente una valorización general positiva respecto del Programa Argentina Trabaja. Insertas en la red de valoraciones negativizantes de los programas precedentes y acorde a un período de pos-crisis, los entramados de representacionales circulantes expresan un trastocamiento en la valoración de la legitimidad transicional mencionada:

E: Hay mucha que yo veo que labura de eso, del plan, que viven del plan mejor dicho. Pero también es por la gente. Prefiere vivir de plan y no ir a laburar, porque si vamos al caso: hay trabajo. Si uno quiere trabajar, hay. Más que en otras épocas hay. En otros años capaz que no había tanto y necesitabas el plan, pero bueno. (Sandra).

Los entrevistados manifiestan que durante la crisis los planes sociales eran necesarios, pero ahora que se amplió el mercado de trabajo, ya no tienen ninguna función relevante.

E: Y ahora hay más trabajo que antes, algunos años atrás.

R: ¿desde cuándo más o menos?

E: Y mirá... en el 2002 por ahí ponele, en el 2001, 2002, hubo la crisis que fue horrible. Ahí no había laburo para nada. Se necesitaban los planes... Pero después, este, fue mejorando el país.

R: ¿Y ahora más fácil conseguir trabajo si querés?

E: Sí, hay trabajo. (Sandra).

Esta valoración transitoria y flexible da cuenta de la situacionalidad de la actitud respecto de la cuestión que nos atañe. Este aspecto es una nota central para pensar la creatividad en torno a la hechura social de las representaciones sociales. La referencialidad positivizante pretérita resulta más marcada cuando la experiencia en torno al ciclo de los planes ha sido más cercana. Sin embargo, esta legitimidad restringida y situacional logra ampliarse sólo en ciertos casos para quienes se encuentran en "crisis" hoy, "los que aún no tienen trabajo". Sólo aquellos que han participado en procesos de lucha social expanden la legitimidad de los programas, manifestándose más sensibles a la "necesidad" o más interpelados por los "trabajos comunitarios" de las organizaciones sociales:

E: Y ahora el barrio, ¿hay acá vecinos que tengan planes?

R: Sí, mucha gente tiene planes, los que todavía no tienen trabajo...

E: ¿Y quiénes?

R: Y, los que no tienen trabajo y están en la sede acá de D'Elía, no sé, el señor D´Elía.

E: ¿Y usted sabe cómo lo consiguen?

R: Y tendría que estar ahí...no sé... (Domingo).

Asimismo, resulta llamativa la negatividad tout le court en algunos entrevistados

E: ¿Usted percibe algún plan?

R: No

E: ¿No percibe ahora y no percibió nunca tampoco?

R: No, no, nunca, jamás, no me gusta. Primero que no me gusta. Yo cuando, por ejemplo, yo no estoy en contra de que la gente tenga, pero yo cuando voy a pagar mis impuestos al Banco Provincia tengo una caja para mí y los demás que estamos pagando los impuestos, y tres cajas para darle a los planes sociales, eso me parece injusto, una injusticia total. ¿Si? Tendrían que priorizarme a mí que soy el que está generando el ingreso y no a los demás que la están cobrando de arriba, esa es una cosa que yo siempre... me fastidia, me pone mal cuando voy a pagar los impuestos, me pone loco, una cajita para nosotros que tenemos que, como te decía yo cierro a las doce, abro a las tres y en esas tres horas tengo que hacer mis cosas ¿Si? Porque no tengo un gestor ni mando a nadie, me encargo todo yo, y eso es lo que veo de injusto. Que estoy ahí, treinta tipos y después tienen tres cajas para ellos, para pagarles a ellos. Por eso yo no, no percibiría, salvo que bueno... un caso extremo, claro alguna situación extrema. (Gabriel).

Esta remisión patrimonialista de la ciudadanía es más frecuente en aquellos que resaltan su distinción dentro del territorio y pretenden habitar el barrio popular desde una experiencia de clase diferenciada. Las representaciones sociales se ligan a las experiencias vividas y a las posiciones de clase, Gabriel como otros entrevistados, es un pequeño comerciante cuya identidad se construye fuertemente en la distincion de y hacia sus vecinos. En las valoraciones en torno al Programa Argentina trabaja vemos ilustrado dicho proceso de distincion social.

Formas de mediación política y caracterización de los referentes políticos

Resulta particularmente llamativa la valoración negativa expresada por los diferentes entrevistados en torno a las mediaciones políticas territoriales. En un contexto de puja entre mediadores barriales con diversas territorialidades infraestructurales y con los medios de prensa hegemónicos criticando el clientelismo, sólo excepcionalmente se han expresado remisiones diferenciales, que no presentan rasgos positivos, sino elusivos en relación a la evaluación de los sujetos actuantes. Tal vez nuestra intervención como referentes universitarios tampoco haya colaborando en un ambiente propicio para apreciar las modalidades de representación social de la política de cercanías.

Sea como fuere, las formas de remisión discursiva de los entrevistados contienen aspectos tradicionales relativos a cuestión del clientelismo. Estas se configuran mediante la intersección entre la manipulación de los referentes y la pereza de los participantes:

E: ¿Cómo lo consigue, sabés?

R: Y, es todo política, viste que hay punteros políticos que trabajan para los políticos, que ayudan a la gente...que engañan a la gente realmente, porque...

E: ¿Porque te parece le engañan?

R: Y, claro la gente también digamos es dividida, la gente también es medía vaga, digo yo mi opinión. Por un plan, capaz prefiere cobrar un plan todos los meses y no ir a laburar. Se conforman con lo que le da el gobierno, no sé cuanto. Ahora me enteré que hay un plan que le dan que es mil pesos creo. (Sandra).

Emparentado a esta configuración se inscribe un rasgo que cabe destacar. La representación en torno al enriquecimiento de los referentes partidarios a costa de sus allegados. Esta representación se constituye a partir de una diferenciación tajante entre los que manejan los planes y los que reciben; entre los que dan y los que sacan, entre los que ganan y los que pierden. Si aparece una crítica generalizante a las relaciones enmarcadas en la distribución y gestión local de los programas sociales, la valoración más descalificadora remite a los referentes, puesto que son ellos quienes manejan los vínculos y controlan los recursos9 9 El analisis de las representaciones sociales va mostrando su morfologia arbórea, apenas nos situamos en un nivel evidenciamos nuevos aspectos que comprenden en sí mismos elementos de información y actitud que les son específicos. :

E: ¿Son los que te consiguen el plan?

R: Yo lo veo mal. Porque si vos vas a la municipalidad vas a conseguir trabajo, sí o sí. Pero ¿qué pasa? Van a los punteros, y qué pasa con los punteros ¿No sé cuánto está el sueldo ahora? Ponele $ 1200, el puntero le dice "vos cobrás, me das $200 y el resto te lo quedás vos" y hacen eso los punteros, se quedan con un porcentaje de lo que ellos ganan. Y viven así, acá a la vuelta hay uno y cada vez que pasás se está haciendo un palacio con lo que hace. (Alberto).

Más allá de los mitos instituidos y de las exageraciones circulantes respecto del enriquecimiento de los referentes10 10 En nuestro registro observacional pudimos tomar nota de las características habitacionales de los referentes y percibimos una diferencia infraestructural reconocible, pero lejana a la magnitud señalada por los entrevistados. , un proceso de diferenciación y una generalizada idea acerca del usufructo económico de su papel es negativamente expresada por la mayoría de los entrevistados. En este sentido, los referentes de la política de cercanías expresan una modalidad de vinculación que es rechazada por nuestros entrevistados, las hipótesis interpretativas acerca de tal actitud serán analizadas en el apartado final de este trabajo.

Con todo, en el devenir de los relatos de los entrevistados, existe algún caso en que se describe y valora en forma el proceso de densificación y transformación de los comedores comunitarios, a pesar de las críticas a los referentes y/o de algunas de sus acciones específicas:

R: Antes sí, ahora no se si seguirá... por allá por Pehuajó, que hay un comedor comunitario, que antes el comedor funcionaba todos los días, y ahora funciona tres veces por semana, y es como yo le decía al muchacho de ahí porque yo los conozco: si vos antes dabas de comer todos los días, porque ahora les das tres veces por semana, las personas no comen tres veces por semana, comen todos los días. Porque acá... porque se lo quedan ellos... ellos empezaron de la nada y vos vas ahora y tenés un comedor, una casa que rompe la tierra, y unos autos que ... porque ellos antes daban planes y los planes eran de, me acuerdo de 150$, le sacaban 50$... ahora dieron este asunto de la cooperativa que son de 1500$ por mes, a cada persona que trabaja, te hace entrar a vos, entras vos, y yo, a vos te sacan 300, a mí me sacan 300, y esta plata queda para ellos. Así está organizado, uno que va a decir... yo nunca trabajé para ellos y tampoco quiero. (Marie).

Marie expresa su divergencia en torno a la forma en que los referentes les sacan una parte del ingreso a los miembros del plan, sin embargo logra reconocer la importancia de los comedores y su relevancia para la sobrevivencia de algunos vecinos. Exsite un trazo complejo y dual en sus dichos que remite a cierta tension constitutiva de las representaciones sociales que estamos analizando.

La complejización de la red institucional, fundamentalmente cuando se va desligando de las prácticas de selectividad político- partidaria de inscripción, es valorizada positivamente por algunos vecinos del barrio, menos interpelados por la problemática del clientelismo:

E: Claro, y ¿sabe si ahí en el comedor la gente...van a comer?

R: Creo que comen los chicos.

E: ¿Comen ahí adentro...?

R: Si, es comedor [continúa la hija del entrevistado] no, era comedor hasta hace un año, en Enero se abrió un jardín maternal que pueden pasar el día ahí, antes era más también para la gente del barrio y había apoyo escolar y ahora lo cambiaron... (Gabriel).

Tal como trabajaremos en nuevos avances, los entrevistados más jóvenes evidencian una mayor flexibilidad en torno a las representaciones acerca de estas instituciones en ciernes, como así también una mayor capacidad de aproximación temporaria a los emprendimientos.

Modalidades de representación y valorización de las actividades concomitantes

En este contexto de significaciones acerca de las iniciativas políticas territoriales que estamos reseñando, resulta de enorme interés dar cuenta de un sentido contradictorio. Dentro de un magma constituido por aspectos valorizados negativamente el PAT entrelaza ciertas remisiones que lo ligan a las relaciones laborales y en esa ligazón se produce una revalorización del mismo. En este sentido, son los entrevistados que tuvieron participación gremial los que los que expresan una actitud más positiva del trabajo de cercanías en las cooperativas del PAT:

E: ¿Y las cooperativas van a trabajar dónde?

R: Las cooperativas limpian las calles, como ser, levantan la basura que hay en la calle, cosas así, las plazas, mantienen el mantenimiento de las plazas, y todo eso.(Marie)

E: ¿Qué actividades hacen en el barrio los que trabajan en Argentina trabaja?

R: Acá vienen y arreglan las plazas, en el invierno y en el verano tienen que podar los árboles, barren las calles (piensa). Zanjéo no hacen, no he visto, pero supuestamente tendrían que hacerlo ellos.

E: ¿También estuvieron trabajando en el Zanjón?

R: Sí, estuvieron (...) después se los ve en las plazas, por todos lados se los ve.

E: ¿Y hubo cambios en el último tiempo en el Zanjón?

R: Sí, sí lo están limpiando siempre. (Alberto).

En tensión con aspectos críticos, relativos a la poca carga horaria de sus tareas y al poco esfuerzo que realizan los participantes, como así también en contradicción con el papel de los mediadores políticos, la capacidad de reconocer en el trabajo de cercanías un trabajo útil constituye un elemento en ciernes respecto de una modificación de las valoraciones en relación al programa. La cualidad del trabajo, su utilidad social aparece dotando de un status particular a sus hacedores y mejorando la calidad de los espacios públicos en los barrios populares. Cabe mencionar, asimismo que los entrevistados dan cuenta, incluso, de un cierto contralor: "zanjeo, no hacen (...) pero deberían hacerlo". Los vecinos del barrio no sólo reconocen lo que realizan los cooperativistas del PAT, sino también reconocen claramente aquello que deberían efectuar y no hacen. Dotando a sus haceres de una normatividad estricta y pública. Con menor énfasis otros entrevistados también reconocen el trabajo:

R: No, no tengo idea. No sé como se llama, pero sé que, viste, hay mucha gente (que) barre las calles. Que limpia que le dan mil pesos. Que van, creo que, una, dos veces en la semana porque son tanta gente que se turnan. Y le dan mil pesos y se conforman con eso. (Sandra).

E: ¿Y en los últimos años hubo algún cambio, hicieron algo?

R: Limpieza, eso lo hacen los punteros políticos, que les dan los planes a la gente y hacen la limpieza. (Domingo).

Ciertamente el conurbano de mañana se tiñe de cooperativistas sobre todo en las localidades céntricas: limpieza de plazas y barrido de calles son las actividades en las que más frecuentemente se los observa. Con todo, el reconocimiento por parte de los vecinos respecto de estas tareas no se enlaza sólo a la evidencia situacional, sino también al valor social que el trabajo tiene dentro de las representaciones sociales de estas fracciones.

Reflexiones finales: el campo de las representaciones sociales en torno al PAT

En este artículo, hemos explorado una serie de dimensiones que componen las representaciones sobre el PAT, integrando tanto los elementos que comprenden la información como la actitud. Sin embargo, existe otra dimensión de la representación social que nos permite incluir el carácter del contenido y las propiedades cualitativas en un nuevo nivel de organización en relación a sus fuentes inmediatas. Este aspecto es el que Moscovici (1961) ha llamado el campo de la representación. Ingresemos entonces en el mini modelo con el que se interpreta, evalúa y se actúa en torno al PAT. Tal como se puede reconocer en el desarrollo del apartado previo, este programa se asienta sobre un lenguaje conocido, éste se articula a una serie de programas sociales que han sentado bases en las formas de obtención de recursos de subsistencia dentro de las fracciones más empobrecidas de las clases trabajadoras urbanas. El lenguaje de los planes los constituye, los interpela y es fuente de demarcación de status.

Como modalidad general, las representaciones circulantes en torno al PAT presentan una tensión constitutiva, mientras se valora en forma crítica las mediaciones políticas territoriales, se expresa una actitud positiva frente al trabajo de cercanías.

Profundicemos esta tensión el nudo relacional que hemos dado en llamar política de cercanías y que refiere a la descripción de las formas relacionales que los referentes barriales entablan con los vecinos y/o a los atributos de las acciones de dichos referentes, se expresa calificaciones peyorativas que refieren a aspectos políticos tales como el autoritarismo o la manipulación o, en remisiones económicas que subrayan el enriquecimiento de los referentes barriales. Por otra parte, en los dichos de los entrevistados se valora positivamente el desarrollo de actividades productivas en el barrio, resaltando la labor del trabajo de cercanías: la limpieza de las plazas, el arreglo de las mismas, la limpieza de las calles, del arroyo etc. Incluso las críticas a esta labor se sustentan en el escaso desarrollo de estas actividades y en las pocas horas de trabajo, es decir, no ponen en discusión el imperativo laboral manifiesto. Todos estos aspectos se representan en el Figura número 1 11 11 Durante el transcurso del artículo nos referimos a determinadas distinciones en las formas de significar el programa, sin embargo, por falta de espacio, éstas no han podido ser sistematizadas aquí. Con todo, cabe decir que las variables de corte en estas distinciones son: la distinción socioeconómica (copresente en las valoraciones más negativizantes del programa) y la experiencia de lucha (copresente en las valoraciones menos críticas de éste). :

Figura 1:
Representaciones PAT

Al comienzo del apartado afirmamos que nuestra hipótesis de trabajo proponía articular las representaciones sociales que se construyen en torno al programa con una memoria larga, ligada al valor social del trabajo inserto en determinadas relaciones sociales de asalariamiento y con una memoria corta condensada en el lema "que se vayan todos", que refería a una modalidad crítica de vinculación con las personificaciones políticas que construyen el entramado relacional del gobierno del Estado. En un proceso en el cual los líderes políticos de relevancia han logrado aggiornarse, la crisis de legitimidad de las mediaciones políticas emerge en los microterritorios evidenciando un problema de interés. Sostenemos que estos aspectos son los anclajes con los cuales los entrevistados aprehenden esta nueva iniciativa política. Es interesante notar que el campo de la representación se encuentra en tensión y, por ello, posibilita actitudes diversas que se sustentan en la jerarquía que cada sujeto le impute a los dos aspectos mencionados previamente.

Referencias

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  • TARROW, S. El poder en movimiento. Los movimientos sociales, la acción colectiva y la política. Madrid: Alianza Editorial, 2004.
  • 1
    Desde 1989 hasta 1999 el presidente de la República Argentina fue Carlos Saúl Menem, bajo la investidura del Partido Justicialista; asumió el gobierno del Estado Nacional con la promesa de reindustrializar el país y promover una suba de salarios para los trabajadores, sin embargo, su gobierno fue profundamente neoliberal. Las privatizaciones, la apertura comercial y la reducción de los empleos estatales, conjuntamente con las leyes de flexibilización laboral trajeron consigo un aumento exponencial del desempleo y un retroceso en los derechos sociales de los trabajadores. Dentro de este telón de fondo, las instituciones políticas clásicas tuvieron grandes dificultades para encauzar el descontento. Desde mediados de la decada de 1990 el oficialismo fue perdiendo capacidad de accion y legitimidad política. Finalmente en 1999 una nueva coalición ganó las elecciones presidenciales, la llamada Alianza por el trabajo, la justicia y la educación y expresó parcialmente tal descontento mencionado. Sin embargo, el nuevo gobierno prontamente se mostró incapaz de proponer una alternativa divergente. Fernando De La Rúa, la figura presidencial de esta Alianza, debió dejar el gobierno nacional en diciembre de 2001 acorralado por la presión popular, la oposición política y las restricciones financieras. La acció n contenciosa estuvo hilvanada a partir de una crítica profunda a la clase política y sus instituciones y se condensó en la consigna "que se vayan todos".
  • 2
    En este artículo se usan las comillas para remitir a los significantes de uso nativo del tema tratado.
  • 3
    Una lectura de estas iniciativas se puede encontrar en nuestros trabajos anteriores (MANEIRO, 2012).
  • 4
    Cabe decir que en este sentido retomamos la periodización de Antón et al., (2011).
  • 5
    Una revisión de las características de este programa a la luz de sus predecesores se puede encontrar en Natalucci y Paschkes Ronis (2011).
  • 6
    Esta modalidad de intervención del Estado como último empleador en el marco de una política sociolaboral ha sido objeto de profundos debates. Acerca de esta discusión en la academia y en la política argentina, ver Hintze y Costa (2011)
  • 7
    El trabajo de campo se efectuó en el marco del Seminario de Investigación, Procesos desafiliatorios y movimientos sociales: Las reconfiguraciones de las identidades colectivas, Carrera de Sociología, FCS, UBA. El equipo de coordinación del trabajo estuvo conformado por Autor: Bertotti, María Carla; Farías, Ariel Hernán; Nardin, Santiago; Santana, Guadalupe. Las entrevistas fueron realizadas por Aguiló, Victoria; Bigalli, Micaela; Boos, Tobias; Brikman, Denise; Castelli, Nicolás; Coviello, Ramiro; Cristófori, Magdalena; Fainstein, Carla; Filomeno, Julieta; García, Gonzálo; Giganti, Ramiro; Gil, Romina; Kravetes, Mariela; Méndez, Lucas; Monesterolo, Ricardo; Navarro, Leandro; Neira, Guillermina; Ortiz, Paula; Pons, Florencia; Prestat, Cedric; Valencia, Carolina; Van Wyngaarden, Verónica; Wagner, Ana.
  • 8
    El Plan Trabajar nomina una serie de programas sociales con características semejantes. Este se presenta como el modelo genérico de los diversos programas de emergencia ocupacional para subsidiar a los desocupados desde mediados de la década del 1990. Estos suponen, formalmente, la presentación de proyectos de mejoramiento barrial con el objeto de aumentar la calidad de vida de la población. Inicialmente el monto del subsidio era de 200 pesos (50 dólares estadounidenses) por mes por persona e implicaba una contraprestación con seis meses de duración y posibilidades limitadas de renovación. El Plan Jefes y Jefas de Hogar Desocupados se pone en marcha a medidos del año 2002 y constituye la mayor apuesta de política social del momento pues su cobertura se aproxima a los dos millones de personas.
  • 9
    El analisis de las representaciones sociales va mostrando su morfologia arbórea, apenas nos situamos en un nivel evidenciamos nuevos aspectos que comprenden en sí mismos elementos de información y actitud que les son específicos.
  • 10
    En nuestro registro observacional pudimos tomar nota de las características habitacionales de los referentes y percibimos una diferencia infraestructural reconocible, pero lejana a la magnitud señalada por los entrevistados.
  • 11
    Durante el transcurso del artículo nos referimos a determinadas distinciones en las formas de significar el programa, sin embargo, por falta de espacio, éstas no han podido ser sistematizadas aquí. Con todo, cabe decir que las variables de corte en estas distinciones son: la distinción socioeconómica (copresente en las valoraciones más negativizantes del programa) y la experiencia de lucha (copresente en las valoraciones menos críticas de éste).

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    Jan-Jun 2015

Histórico

  • Recibido
    19 Ago 2014
  • Acepto
    23 Feb 2015
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