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La violencia en el cotidiano de la prostitución: invisibilidades y ambigüedades

Resúmenes

OBJETIVO: desvelar el sentido de la violencia en el cotidiano de la prostitución femenina. MÉTODO: Se utilizó abordaje fenomenológico de Martin Heidegger. La investigación fue realizada en Teresina/Piauí/Brasil, con 11 mujeres miembros de la Asociación de las Meretrices de Piauí. Los datos fueron producidos por medio de la entrevista abierta, acarreada por un guión con preguntas acerca de la vivencia como meretriz y su relación con la violencia. RESULTADOS: los relatos evidenciaron que la prostitución es una actividad de riesgo, en la cual la violencia de género es un fenómeno presente. En ese mundo relacional, prostitución y violencia se entrelazan en faz de negociaciones establecidas entre la mujer y el hombre, con contratos formalizados a oscuro, oralmente, sin testigos y cuyo objeto de contrato es la propia mujer con la finalidad de proporcionar placer sexual al contratante. Por medio del análisis interpretativo fue posible comprender que el vivido de la violencia lleva la mujer a permanecer en ese cotidiano en el cual está presente el temor, la inautenticidad y la ambigüedad. CONCLUSIONES:el vivido de la violencia desvela relaciones de dominación y afirmación del poder masculino, manifestada por violencia física, psicológica, moral y sexual. El estudio avanza en el conocimiento científico al mostrar que la violencia contra la mujer, en situación de prostitución, necesita ser comprendida como proceso fáctico, así como por el sufrimiento vivido por ellas.

Prostitución; Violencia; Mujer; Enfermería


OBJECTIVE: To reveal the meaning of violence in everyday female prostitution. METHOD: we used a phenomenological approach of Martin Heidegger. The survey was conducted in Teresina / Piauí / Brazil, with 11 women members of the Association of Prostitutes of Piaui. The data were produced by means of open interviews conducted by a script with questions regarding their experience as a prostitute and its relationship to violence. RESULTS: The reports indicate that it is prostitution a risky activity in which gender violence is a phenomenon present. In the relational world, prostitution and violence are intertwined in the face of negotiations established between women and men with formal contracts in the dark, verbally, without witnesses, and whose object of contract is the woman herself for the purpose of providing sexual pleasure to the contractor. Through interpretative analysis was possible to understand the lived violence leads women to remain in daily life where is this fear, inauthenticity and ambiguity. CONCLUSIONS: violence unveils lived relations of domination and assertion of male power, manifested by violence physical, psychological, moral and sexual. The study advances in scientific knowledge by showing that violence against women, in prostitution, must be understood as a process factual as well as the suffering experienced by them.

Prostitution; Violence; Women; Nursing


OBJETIVO: desvelar o sentido da violência no cotidiano da prostituição feminina. MÉTODO: utilizou-se abordagem fenomenológica de Martin Heidegger. A pesquisa foi realizada em Teresina, Piauí, Brasil, com 11 mulheres, membros da Associação das Prostitutas do Piauí. Os dados foram produzidos por meio da entrevista aberta, conduzida por um roteiro com perguntas acerca da vivência como prostituta e sua relação com a violência. RESULTADOS: os relatos evidenciaram ser a prostituição uma atividade de risco, na qual a violência de gênero é um fenômeno presente. Nesse mundo relacional, prostituição e violência se entrelaçam em face de negociações estabelecidas entre a mulher e o homem, com contratos formalizados às escuras, verbalmente, sem testemunhas e cujo objeto de contrato é a própria mulher, com a finalidade de proporcionar prazer sexual ao contratante. Por meio da análise interpretativa, foi possível compreender que o vivido da violência leva a mulher a permanecer nesse cotidiano no qual estão presentes o temor, a inautenticidade e a ambiguidade. CONCLUSÕES: o vivido da violência desvela relações de dominação e afirmação do poder masculino, manifestadas por violência física, psicológica, moral e sexual. O estudo avança no conhecimento científico, ao mostrar que a violência contra a mulher, em situação de prostituição, precisa ser compreendida como processo factual, assim como pelo sofrimento vivido por ela.

Prostituição; Violência; Mulheres; Enfermagem


ARTÍCULO ORIGINAL

La violencia en el cotidiano de la prostitución: invisibilidades y ambigüedades

Isabel Cristina Cavalcante Carvalho MoreiraI; Claudete Ferreira de Souza MonteiroII

IMSc, Profesor, Faculdade Integral Diferencial, PI, Brasil

IIPhD, Profesor, Universidade Federal do Piauí, Brasil

Correspondencia Correspondencia: Claudete Ferreira de Souza Monteiro Universidade Federal do Piauí Campus Universitário Ministro Petrônio Portela, s/n Bairro: Iningá CEP: 64049-550, Teresina, PI, Brasil E-mail: claudetefmonteiro@hotmail.com

RESUMEN

OBJETIVO: desvelar el sentido de la violencia en el cotidiano de la prostitución femenina.

MÉTODO: Se utilizó abordaje fenomenológico de Martin Heidegger. La investigación fue realizada en Teresina/Piauí/Brasil, con 11 mujeres miembros de la Asociación de las Meretrices de Piauí. Los datos fueron producidos por medio de la entrevista abierta, acarreada por un guión con preguntas acerca de la vivencia como meretriz y su relación con la violencia.

RESULTADOS: los relatos evidenciaron que la prostitución es una actividad de riesgo, en la cual la violencia de género es un fenómeno presente. En ese mundo relacional, prostitución y violencia se entrelazan en faz de negociaciones establecidas entre la mujer y el hombre, con contratos formalizados a oscuro, oralmente, sin testigos y cuyo objeto de contrato es la propia mujer con la finalidad de proporcionar placer sexual al contratante. Por medio del análisis interpretativo fue posible comprender que el vivido de la violencia lleva la mujer a permanecer en ese cotidiano en el cual está presente el temor, la inautenticidad y la ambigüedad.

CONCLUSIONES:el vivido de la violencia desvela relaciones de dominación y afirmación del poder masculino, manifestada por violencia física, psicológica, moral y sexual. El estudio avanza en el conocimiento científico al mostrar que la violencia contra la mujer, en situación de prostitución, necesita ser comprendida como proceso fáctico, así como por el sufrimiento vivido por ellas.

Descriptores: Prostitución; Violencia; Mujer; Enfermería.

Introducción

La violencia es un fenómeno que está presente en la historia de la humanidad. Es una cuestión social que afecta la salud de las personas, siendo una de las principales causas de muerte en el mundo en la banda etaria de 15 a 44 años. Son incalculables los perjuicios económicos, los días perdidos en el trabajo, los daños sobre la salud mental, sufrimientos y el dolor de las victimas y familiares(1).

La violencia no excluye clases sociales, razas, etnias. Es considerada como fenómeno creciente en toda sociedad, presentándose de forma multifacética. Representa una de las principales causas de morbimortalidad, especialmente en la población joven. Con relación al escenario de ocurrencia, los hombres son más alcanzados en la esfera pública; ya las mujeres, son más agredidas en el espacio privado, y el agresor es comúnmente alguien con quien mantenga lazos de afinidad, cuya relación es de sometimiento y de poder. En ese sentido, incide sobre ellas la violencia de género(2-3).

Ese tipo de violencia trae como elemento constituyente las relaciones sociales, basadas en las diferencias entre los sexos y, de modo primordial, en las relaciones de poder. Es considerada un problema de salud pública por la Organización Mundial de la Salud y conceptuada como cualquiera acto que resulta o pueda resultar en daño o sufrimiento físico, sexual o psicológico a la mujer, incluso amenazas de tales actos, coerción o privación arbitraria de libertad en público o en la vida privada, así como castigos, maltratos, pornografía, agresión sexual e incesto(1).

Esa relación establecida entre hombres y mujeres, teniendo como mecanismo la desigualdad de poder, constituye violación de los derechos humanos y genera problemas de orden social, de salud pública y de salud de la mujer, colocándola a la merced de otros tipos de violencia, como la prostitución, embarazo no deseado y enfermedades sexualmente transmisibles(4).

En el caso de la prostitución, ésta puede avenir de la violencia, pero puede ser también escenario para tal. La mujer, siendo meretriz, no se fuga al contexto de violencia históricamente construido. Para la sociedad, la actividad que ella ejerce es ilícita y moralmente reprobable, exponiéndola a una violencia aun mayor. El tipo de ambiente donde ella actúa también la deja más vulnerable, pues en la calle está sujeta a las agresiones arbitrarias de la vigila, de los agenciadores, de los clientes, principalmente con relación al acierto del "programa" y uso del condón. Esas agresiones aun no son registradas en los servicios de salud(2).

En esa actividad, las mujeres ofrecen satisfacción sexual a cambio de remuneración y van, a los pocos, perdiendo su 'cuerpo' y su 'destino', pues pasan a desconstruir las relaciones de protección y derecho individual y colectivo, surgiendo, en ese escenario, los factores de riesgo(5).

Entre los varios riesgos, están aquellos relacionados con las agresiones, pues las mujeres no escogen los clientes y la violencia en ese escenario es constante, tanto física, como abusos sexuales, tráfico de mujeres, estupros, robos, denuestos, insultos y otros, manifestados por humillaciones, agravios verbales y morales. Otro riesgo que pasa la meretriz dice respeto a las cuestiones de salud pública, en lo que se refiere a la vulnerabilidad para las enfermedades sexualmente transmisibles (DSTs), exactamente por el sexo sin protección. Hay aun el riesgo de la quiebra del sigilo de su actividad, pues muchas meretrices a esconden de sus familiares(6).

Investigación realizada con meretrices en Leeds, en Inglaterra, Glasgow y Ediburgo, en la Escocia, reveló que 30% fueron abofeteadas o chutadas por un cliente, 11% fueron estupradas y 22% sufrieron tentativa de estupro, de estas solamente 34% denunciaron en la policía(1).

En la estela de ese camino de riesgos, las mujeres meretrices continúan siendo objetivo de la violencia por los clientes, por ésos entender qué el pago les confiere poder para el abuso físico, sexual y psicológico, como también por la interpretación de la imagen de la meretriz la cual aun sufre influencias del pasado.

Así, se comprende que la violencia contra la mujer se insiere en la cuestión de género y que posee importantes intersecciones con otros determinantes de salud de las mujeres, claramente el uso de drogas, baja autoestima, formas de vida y de trabajo(7).

Se vuelve necesario dar visibilidad a esa violencia, dar voz a ese grupo de riesgo, para comprender como es la situación de la violencia, lo que sienten esas mujeres y como las políticas públicas, el servicio de salud puede aproximarse más para desarrollar trabajos de promoción de la salud y prevención de la violencia en el cotidiano de esa actividad.

La complejidad del tema y del grupo estudiado nos impulsó a buscar el fenómeno en la dimensión subjetiva, desde la situación, y lo que él significa para quien lo vive. En esa dirección, la cuestión orientadora fue: ¿Cómo es la situación de la violencia en el cotidiano de la prostitución femenina? Partiendo de esa cuestión, el objetivo del presente estudio es desvelar el sentido de la violencia en el cotidiano de la prostitución femenina.

Método

Se realizó una investigación cualitativa, subvencionada por el método de la fenomenología(8) para aprehender, describir y analizar comprensiblemente el significado de la situación de la violencia y el sentido que emana de él.

El método fenomenológico fue utilizado en tres etapas: la descripción, cuando se interrogó el sujeto sobre el fenómeno investigación; la reducción, momento en que se buscó aislar juzgamientos cerca de concepciones pre-establecidos sobre el tema en investigación, para dar inicio a la lectura de las descripciones y seleccionar partes esenciales con el objetivo de constituir las unidades de significación. Después de esa etapa, hubo el análisis comprensivo, cuya interpretación analítica y hermenéutica tuvo como base conceptos del referencial filosófico de Martin Heidegger(9).

El estudio fue realizado en Teresina/Piauí, localizada en la región Nordeste de Brasil. Fueron sujetos investigados 11 mujeres que ejercen o ejercieron actividades de prostitución. El criterio de inclusión era ser miembro de la Asociación de las Meretrices de la Provincia de Piauí (APROSPI) y concordar en participar voluntariamente. El número de entrevistadas se dio por saturación de las informaciones logradas en los relatos.

Para la producción de datos, se utilizó la entrevista abierta acarreada por un guión con preguntas acerca de la vivencia como meretriz y su relación con la violencia. Tales cuestiones posibilitaron el conocimiento ontológico del fenómeno, en aquello que parte de la conciencia y de la situación con relación al investigado.

El proyecto y los objetivos fueron presentados a los participantes, y las entrevistas fueron grabadas después que los sujetos leyeron y firmaron el término de consentimiento libre y esclarecido. Las entrevistas fueron realizadas en el período de abril a mayo de 2009.

Considerando exigencias formales contenidas en la Resolución 196/96, el proyecto fue aprobado por el Comité de Ética en Investigación de la Universidad Federal de Piauí (nº 0007. 0.045.000-09).

Resultados y Discusión

En la primera unidad de significación, fue posible agrupar términos esenciales que destacaban un cotidiano de agresiones, imposición de quiebra de acuerdos que llevaron las entrevistadas a describir el mundo de la prostitución como de riesgo y generador de miedo. El mundo se constituye más allá de un espacio geográfico, es todo el contexto en el cual se está inserto, en el cual pasan a través de las relaciones que se establecen entre los seres, y que se encuentra inmergido en la cotidianidad, envuelto en situaciones a veces previsibles a veces inusitadas(9). [...] si harás programa tiene tres peligros: el cara matar la gente, ser estuprada, ser asaltada. (D 7). Una vez, en la hora allá él quería que yo hiciese todo, yo no hice él me dio dos bofetadas y aun robó mi dinero (D 11). Estoy saliendo con un muchacho por necesidad, pero él quiere hacer sexo de aquéllos que la persona bate en el otro, dando golpes, machacando (D 8).

En ese mundo de la prostitución, la violencia ocurre en una realidad en la cual la mujer se encuentra, que fue se tejiendo, caracterizando el mundo propio de esa situación. [...] tiene de ellos que quiere dar hasta en la cara de la gente, pero tiene de ellos que preguntan cuál precio para nos apaleen, apenas que yo nunca acepté, pero ya fui apaleada de diversas maneras, de cinturón, de azotaina en la nalga (risas), de mordida en la vagina, en la pierna, apenas no fui violentada, apenas no fui estuprada [...] (D 1).

En ese cotidiano, aunque no siendo aceptado, pero previsible, está la mujer en situación de prostitución y violencia. El mundo de la prostitución es un mundo relacional, en el cual, por constituirse a cambio de satisfacción y disfraces sexuales, por dinero y sin contrato formal, es previsible que haya quiebras en esa relación. En esa quiebra, la violencia puede venir-junto-a(9), llevando el hombre a la práctica de actos agresivos para satisfacer sus deseos más íntimos. [...] Tiene es mucho que apenas quiere dar 10 reales, ahí dice así: ah, estoy pagando, tiene que hacer lo que quiero. Es humillación, tiene que tener sangre en la vena, y estómago para salir con esos hombres. [...] (D 5).

La relación meretriz-cliente es expresa como encuentro ocurrido a través de la humillación, repulsa y aversión, pues, además de ser agredida, es obligada a hacer "cosas" en contra de su voluntad y aceptar cualquier cliente. Uno se queda por el dinero, unos quieren besar en la boca, agarrar, quiere beso, acelero luego, pongo es la almohada en la cara [...] (D 2).

En esa relación comercial, las mujeres establecen reglas entre la actividad profesional y la vida particular. Diferencian las relaciones con clientes y compañeros. Con cliente o desconocido, siempre usan preservativos, no es permitido gozar, besar en la boca y mantener sentimientos de afectividad. La relación es constituida apenas por el cambio de sexo por dinero(10).

La relación que se establece entre la meretriz y el cliente es comercial. Se caracteriza por la venta del cuerpo y/o placer por dinero, en la cual la mujer pasa a ser vista como mercancía por los servicios prestados. En esa negociación, se construye una imagen despectiva de la meretriz, en la cual pierde el referencial de mujer, madre, hija, ciudadana, favoreciendo, así, prácticas discriminatorias en su cotidiano, expresas por violencia simbólica, agresiones físicas y hasta asesinato(11).

En el análisis comprensivo, en esa relación dicha comercial surge el miedo. Las agresiones que las meretrices viven es una amenaza a la integridad física y psicológica, de tal modo que ese miedo a veces se reviste de temor.

El temor está presente para esas mujeres bajo tres perspectivas Heideggerianas: qué se teme, temerlo y el de lo que se teme. Qué se teme es siempre algo que viene al encuentro dentro del mundo(9). El temor se muestra para las meretrices como algo inesperado, por ejemplo: lo de ser estuprada y/o muerta. Mientras, cuando lo que se teme posee el carácter no familiar, ése temer pasa a constituirse en horror(9). En el caso de las mujeres de este estudio, el horror está presente cuando las agresiones parten de los clientes; no se configuran, por tanto como familiares. Las mujeres de este estudio apuntan sentidos de la violencia en los modos de disposición del miedo(9).

Se comprende también que esa actividad abre posibilidades para diversas maneras de con-vivencia con la violencia. El cliente impone el tipo de práctica sexual que desea realizar. En esa cuestión, se considera que la meretriz fue paga para tener relaciones sexuales y ese modo de contrato debe ser cumplido. Serlo de ella no es considerado, así ella se vuelve un objeto, de la imposición, sometimiento y exploración por el cliente. [...] él se quedó conmigo y cuando terminó tomó mi dinero que ya había recibido con otro cliente, tomó lo que él me había dado, me empujó, me machacó, me llamó de vagabunda [...] (D 3).

El hecho de no pagar por los servicios prestados es considerado, en algunos estudios, como violencia y desvalorización del trabajo de la meretriz. Lo no recibimiento por los servicios es comparado a un estupro. La quiebra del acuerdo hace con que los clientes utilicen la fuerza física y la imposición del miedo y de la humillación para que sus deseos sean atendidos(11).

Se observan, en ese escenario, relaciones desiguales, asimétricas y de desvalorización, en las cuales pasan a través de la superioridad masculina y discriminación a la meretriz, por el hecho de ser mujer, pobre y ejercer tal actividad.

En el contexto de esa relación, se configura la violencia de género, cuyos resultados afectan la integridad biopsicosocial, con manifestaciones que van desde las enfermedades en los sistemas digestivos y circulatorios la ansiedad, depresión, uso de drogas, así como el surgimiento de lesiones físicas(12).

Estudio del área de la enfermería ha demostrado que durante la consulta de enfermería, y por medio de la escucha sensible y discusión de cuestiones como sexualidad, auto imagen y otras, constituyen estrategias de reducción de la violencia de género. Ésas son acciones que deben ser compartidas con otras áreas de cuidado a la mujer, facilitando la prevención de agravios a la salud física y mental resultantes de actos violentos(13).

Mientras, algunas ponderaciones han demostrado que la comprensión de las prácticas en salud vueltas para mujeres en situación de violencia no llevan en consideración una perspectiva de género, y de ese modo ni siempre consideran la asimetría de poder en las relaciones entre hombres y mujeres, oriundos de procesos sociales más amplios. Así, para una práctica en salud que contemple efectivamente esa realidad, es necesario que los profesionales pasen por un proceso de comprensión de la construcción social de la identidad de género y violencia de género(14).

En la segunda unidad de significación, las mujeres relatan un cotidiano de desaire, discriminación y acusaciones de la sociedad, autoridades policías y otros. La sociedad también hace violencia con la gente desde el momento que ella nos discrimina. Tiene muchas personas que pasan por allí de coche, son universitarios, todo hijo de "papá", echando pis en la gente. (D 10)

Relataron dificultades para ejercer esa práctica por las agresiones, falta de respecto y humillación de estudiantes universitarios, reforzando que esa elección de vida sufre influencia de la construcción histórica de la prostitución, ya presente en la simbología de los jóvenes.

Ejercer la actividad de prostitución coloca la mujer en una posición vulnerable a las agresiones que avienen de la sociedad como un todo. En ese contexto, la población discrimina y desvaloriza la mujer que ejerce esa práctica.

Ese comportamiento de la sociedad parece ser reforzado por las representaciones prejuiciosas que el sentido común detiene de la imagen de la meretriz y está relacionado a los comportamientos considerados como inmorales por la sociedad, según muestran las deponentes: [...] todo el mundo, del mayor al menor, sabe lo que uno hace, tienen muchos que no le gusta la gente, no habla, no se acerca, cree que vamos a robarlos, dicen que estamos con HIV, enfermo [...] (D 6).

La degradación moral de esa actividad puede ser atribuida a las prácticas sexuales, que vienen a resaltar un tipo de 'sexualidad criminosa' y el cotidiano de esa actividad favorece la discriminación de ese segmento. La opresión a que ese grupo está sometido muestra la violencia contra la mujer banalizada, bajo la justificativa de que esas agresiones son inherentes a la actividad de prostitución(15).

En los discursos, las mujeres consideran la calle un espacio malo y expresan que todos saben de sus actividades. Diariamente, son llamadas de vagabundas y desocupadas, lo que tornan evidentes, en el discurso, la discriminación y el preconcepto en las relaciones vividas por ellas en la práctica de la prostitución. [...] los policías son los más prejuiciosos, muchas veces no quieren transar, cree que la mujer meretriz es vagabunda, [...] (D 4).

La represión por autoridades policías también hace parte del cotidiano de ellas. En sus declaraciones, revelan agresiones físicas, amenazas de detención, insultos, denotando contradicción: aquéllos que debían protegerlas son también perpetradores de violencia.

En ese segmento social, la violencia parte de los clientes, de la policía y de la propia sociedad, que visualizan esas mujeres como una amenaza a la familia nuclear y, de esa manera, practican la violencia sobre el grupo, dejando marcas invisibles a través de la violencia psicológica y social, haya vista que ese grupo es cotidianamente objetivo de preconcepto, estigma y discriminación por parte de la sociedad(15).

En lo que se refiere a la agresión que parte de eses agentes, las meretrices consideran como violencia las acciones arbitrarias, amenazas de muerte por arma de fuego y ser aun retiradas de los puntos de prostitución de calle donde realizan su trabajo. La policía también practica violencia contra la gente por qué ellos quieren nos poner arma en la cabeza para vamos aunque, ellos no quieren que nos quedemos en la calle. Ya fui agredida por policías en plena luz del día porque dijo que tenía una ocurrencia allí en la plaza. (D 9).

Esa actividad es percibida cómo espacio de sufrimiento y verbalizada por la mayoría como peligrosa para ejercer su práctica. Algunas dejan claro que delante de las dificultades, de las agresiones y de la falta de respecto de la situación en el mundo circundante, le gustaría ejercer otra actividad, pero por falta de calificación no visualizan posibilidades, siendo obligadas a permanecer en la actividad de meretriz. Uno sufre, sufre mismo. Si pudiese salir de esa vida aquí saldría. Aquí es una bola de nieve. Uno no escoge ese camino (D 8) [...] en la hora que yo arreglar un servicio, algo que sepa hacer, salgo y no quiero ni recordar que eso existe. (D 11)

Así es que, en esa cotidianidad, la violencia para la meretriz es fruto de las relaciones que tienen experiencia con los clientes, con la sociedad, con la policía. Esas mujeres muestran constantes conflictos en la convivencia cotidiana con los otros.

Por cotidiano, se comprende un modo de estarse inmerso en las preocupaciones del día a la vida y lanzados sin posibilidades de elecciones. En esa comprensión, esas mujeres se olvidan de sí mismas, no si dando cuenta de que son los otros que determinan sus posibilidades. Surge ahí la inautenticidad(9), se distancian de ellas propias y viven el miedo y la ambigüedad.

La ambigüedad es siempre presente(9). Dicen que no escogieron ese camino, pero permanecen sin buscar alternativas. Así también acontece con la violencia. Dicen que no aceptan las palizas, los puntapiés, los pellizcos, las mordeduras, pero no denuncian sus agresores. Está lanzada la suerte. Volverán o no.

Conclusiones

En este estudio, la utilización del método de la fenomenología posibilitó desvelar los sentidos de la violencia en el cotidiano de la prostitución femenina por medio de la situación de las mujeres que ejercen esa actividad. El discurso transmite los sentidos de la violencia en los modos del temor, de la inautenticidad y de la ambigüedad.

La violencia expresa por las deponentes indica un movimiento de encuentro con un cotidiano, que ónticamente se muestra por palizas, insultos, humillaciones, robos, quiebra de acuerdo, amenazas de muerte, acusaciones de ser portadora de enfermedades sexualmente transmisibles y otras tantas situaciones que retractan la presencia de violencia de género en las formas física, sexual, moral y psicológica.

Por fin, es necesario atentar para las dificultades que las mujeres meretrices enfrentan en su cotidiano existencial. En el estudio en cuestión, las mujeres eran oriundas de la periferia, con baja escolaridad y bajo poder adquisitivo, lo que torna el estudio limitado, necesitando ampliar investigaciones con grupos de mujeres que ejercen la prostitución en otro contexto.

En lo que tañe la cuestión de salud, el estudio revela la necesidad de que programas de prevención de violencia de género fuesen estructurados en las universidades, escuelas, en las instituciones de atención básica, unidades de salud y por los movimientos sociales, y que fuesen también elaborados programas vueltos a la desnaturalización de posturas prejuiciosas.

Referencias

Recibido: 31.1.2012

Aceptado: 19.9.2012

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  • Correspondencia:

    Claudete Ferreira de Souza Monteiro
    Universidade Federal do Piauí
    Campus Universitário Ministro Petrônio Portela, s/n
    Bairro: Iningá
    CEP: 64049-550, Teresina, PI, Brasil
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  • Fechas de Publicación

    • Publicación en esta colección
      20 Nov 2012
    • Fecha del número
      Oct 2012

    Histórico

    • Recibido
      31 Ene 2012
    • Acepto
      19 Set 2012
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