Open-access UN GESTO EN LA LAGUNA O CÓMO RESTAURAR LA MEMORIA DE LA EXPERIENCIA INFANTIL DEL EXILIO URUGUAYO (1973-1985)

A GESTURE IN THE LAGOON OR HOW TO RESTORE THE MEMORY OF THE CHILDHOOD EXPERIENCE OF URUGUAYAN EXILE (1973-1985)

Resumen

Para este texto procuro ofrecer un avance en la reflexión sobre el vínculo entre las “cosas” y los procesos de memoria, tomando por caso las memorias de quienes fueron niños y niñas durante el exilio de la última dictadura uruguaya. En particular, me ocuparé de las posibles relaciones entre la memoria, la restauración y la restitución de los objetos enlazados a las biografías de quienes recuerdan, hoy adultos. Para ello, adopto la perspectiva teórico-metodológica del estudio de la cultura material y a partir de dicho enfoque retomo el abordaje etnográfico y la perspectiva biográfica porque permiten conocer el modo en que los actores significan en el presente la experiencia del exilio durante la infancia. En el curso de esta exploración sugiero que, entre las dimensiones de restauración y restitución, media un “gesto” y me detengo en esta categoría para comprender el lugar de las materialidades en su vínculo con la labor memorial.

Palabras clave:
Materialidades; Memoria; Infancia; Gesto; Exilio

Abstract

In this text I further develop the reflection on the link between ‘things’ and memory processes, taking the memories of those who were children during the exile of the last Uruguayan dictatorship as a case study. Particularly, I will focus on the possible relations between memory, restoration and restitution of objects linked to the biographies of those who remember, now adults. For this purpose, I adopt the theoretical-methodological perspective of the study of material culture and, from this approach, I take up the ethnographic approach and the biographical perspective as they allow us to understand the way in which these actors signify in the present the experience of exile during childhood. In the course of this exploration, I suggest that between the dimensions of restoration and restitution there is a ‘gesture’ and I focus on this category to understand the place of materialities in their link with memorial work.

Keywords:
Materialities; Memory; Childhood; Gesture; Exile

INTRODUCCIÓN

Para este texto procuro ofrecer un avance en la reflexión sobre el vínculo entre las “cosas” y los procesos de memoria, tomando por caso las memorias de quienes fueron niños y niñas durante el exilio de la última dictadura uruguaya (1973-1985), que comienzo a trabajar para mi investigación posdoctoral. En particular, me ocuparé de las posibles relaciones entre la memoria, la restauración y restitución de los objetos enlazados a las biografías de quienes recuerdan, hoy adultos. En el curso de esta exploración, sugiero que entre dichas dimensiones analíticas media un “gesto” y me detengo en esta categoría para comprender el lugar de las materialidades en la mencionada relación.

Con este fin, comienzo por describir el abordaje que recupera la biografía de los objetos para luego adentrarme en las reflexiones que, desde los estudios de la restauración y conservación, permiten profundizar sobre el vínculo entre las materialidades y la memoria. Seguido a ello, coloco el foco en la restauración y restitución en vínculo con los procesos de memoria/olvido para luego proponer dos ejemplos de trayectorias de objetos de la infancia exilar que permiten evidenciar el “gesto” de restaurar o restituir la memoria de una experiencia singular.

El exilio político en la dictadura uruguaya fue una de las estrategias que utilizó dicho régimen para suprimir diferentes modos de oposición política. Esta expulsión que supuso el exilio masivo deviene en una “destrucción programada del tejido social” (Dutrénit, 2006: 6). En Uruguay, a partir de la asunción de Pacheco Areco (1967-1972), comienza un significativo movimiento migratorio de uruguayos a causa de la persecución y de la prisión política1. El Golpe de Estado durante la presidencia de Bordaberry (1973) (primero como presidencia legal para luego disolver las cámaras) dio lugar a una extensión de la represión que forzó la salida de grandes cantidades de ciudadanos para preservar su libertad o incluso la vida.

Acerca de este fenómeno, una creciente producción académica ha profundizado sobre diversas aristas de dicha migración forzada en las dictaduras del Cono Sur (Allier Montaño, 2007; Coraza, 2014; Dutrénit, 2006; Franco, 2008; Jensen, 2011, 2007; Lastra, 2016; Markarian, 2006; Merenson, 2015a, 2015b; Sznajder & Roniger, 2013; Yankelevich, 2016). En particular, un conjunto de estudios ha considerado las memorias de quienes entonces eran niños y niñas contemporáneos/as de los acontecimientos, afectados/as de forma directa por las violencias y cuyos testimonios divergen de las miradas de quienes eran adultos (Dutrénit, 2015; Fried, 1991; Montealegre & Sapriza, 2022; Norandi, 2021; Porta, 2006). Si bien no es intención de este trabajo ingresar en este debate, es importante señalar que estos estudios, entre otros centrados en las producciones artísticas (Arfuch, 2018; Basile, 2019, entre muchos otros), así como los trabajos desde la perspectiva psicosocial (Irrazábal, 2018; Irrazábal et al., 2008; Leis, 2015; Mosquera, 2019) o con foco en la transmisión intergeneracional (Fried, 2011, 2016; discursiva en Achugar, 2016 y Aznárez, 2022), han privilegiado la naturaleza lingüística de las narrativas testimoniales. En esta propuesta recupero sus aportes para concentrarme en los vínculos con el mundo material.

Para ello, retomo el abordaje etnográfico y la perspectiva biográfica. El primero, en tanto enfoque, método y tipo de texto (Guber, 2001) porque permite conocer el modo en que los actores significan los fenómenos sociales (la experiencia infantil del exilio, en este caso). La observación, la descripción densa y las “entrevistas de objetos” (Woodward, 2016) son herramientas para la apuesta implicada en examinar a los objetos mismos. La segunda permite explorar este mundo y la dimensión subjetiva de las experiencias a fin de comprender las relaciones que las personas mantienen, en su actividad biográfica, con el mundo histórico y social que lo enmarca (Delory-Momberger, 2012).

En cuanto a los interlocutores, se trata de adultos que han experimentado el exilio durante la edad escolar y se toma en cuenta criterios de edad, género, país/ciudad de acogida y asilo, los compromisos políticos familiares (organizaciones, partidos, adscripciones), la situación socioeconómica en el destino y la situación de retorno o no retorno2. La investigación comenzó en setiembre del 2023 y se encuentra aún en curso. Hasta el momento se han realizado doce entrevistas, algunas de ellas contaron con un encuentro y otras, con dos. Los encuentros fueron presenciales (en cafés, en las casas de los interlocutores) y también en plataformas de videollamadas (por preferencia o por estar radicados en el exterior).

OBSERVAR DESDE LAS BIOGRAFÍAS DE LOS OBJETOS

El foco en la biografía de los objetos busca comprender, en este caso, otros modos de elaboración, una conceptualización activa sobre la rememoración. Entre los trabajos que abordan la construcción de memorias colectivas, familiares, individuales, me detengo en la escala más singular. En ella me interesa comprender los modos en que se enlazan objetos, personas, espacios en la construcción de una narrativa biográfica que aloja algunos de sus rasgos en la memoria de la experiencia infantil en el exilio. Con base en la noción de “identidad narrativa” (Ricoeur, 1999: 215), la idea de una identidad múltiple, oscilante e incompleta permite indagar en el debate respecto a las posiciones esencialistas sobre la identidad. Considero aquí la noción de narrativa, pero desde una perspectiva amplia que excede a posibles bordes del relato, la naturaleza verbalizada del testimonio y sus palabras. La narrativa, entonces, como aquellos ensambles (palabras, objetos, espacios) que debe conservar la memoria y que le permite a un sujeto seguir siendo quien es a través del tiempo y los aconteceres biográficos.

Examinando los itinerarios de los objetos que han sido parte de la experiencia de exilio durante la infancia, procuro reconocer los diferentes procesos que componen la trayectoria de las cosas, las cuales experimentan cambios tanto morfológicos como funcionales a lo largo del tiempo. Sobre ello, Latour propone inventar trucos para “hacer hablar” a los objetos, a partir de estrategias que logren hacerlos describirse a sí mismos, “producir guiones de lo que hacen hacer a otros, humanos y no humanos” (Latour, 2008). Para Latour, los objetos están constituidos de un “juicio reflexivo” cuya comunicación no es nunca una representación pura. Sus efectos se asemejan más a un acto de habla que a una mera expresión predicativa: la palabra aquí se entiende “no como habla sino como mensaje, incluye siempre su envío”, y este envío teje una red que contribuye a la construcción de un sistema (Lash, 1999: 4).

En la década de 1980, con el libro La vida social de las cosas. Perspectiva cultural de las mercancías, Appadurai (1991) coloca el énfasis en los objetos y en las transacciones que les confieren sentido. En dicho texto se propone seguir a las cosas mismas para comprender que estos significados se inscriben en sus formas, usos y trayectorias (Appadurai, 1991:19). Así, advertir el tipo de biografía de las cosas propone otro modo de entender una cultura, comprendiendo además que las cosas tienen una “vida” y que esa temporalidad supone transformaciones que relacionan profundamente tanto a las cosas como a las personas. Los objetos comienzan a tener centralidad y en los años posteriores empiezan a ser considerados como agentes, lo cual permite explorar aquello que ofrecen las “biografías de los objetos” (Kopytoff, 1991) en la construcción de una historia sobre la memoria exilar. De este modo, el enfoque biográfico sobre los objetos propone que el significado depende del contexto y que los contextos cambiantes alteran el significado3.

Por su parte, la noción de “itinerario” (Joyce & Gillespie, 2015) retoma la propuesta de Kopytoff aunque sortea la metáfora biologicista que traslada la idea de “vida” a los objetos y con ella la linealidad que supone transitar del “nacimiento” hasta la “muerte” del objeto. Estos autores subrayan la dimensión espacial mientras iluminan otro rasgo: el desplazamiento que transforma a las “cosas” y al espacio. Apuntan a considerar la procedencia (en sus dos acepciones en inglés: provenance y provenience) que, con sus sutiles diferencias, nos indican el lugar de origen o de descubrimiento de un artefacto u objeto.

Asimismo, el acento sobre el desplazamiento también aparece en lo relativo a la restauración o conservación del arte. Como plantea Van de Vall (2011), en lugar de buscar “obsesivamente” un supuesto original, en tanto entidad privilegiada distante de su multiplicaciones, la noción de “trayectoria” de Latour y Lowe contempla el conjunto de obras y el racimo de su “biografía continuamente reescrita” (Van de Vall, 2011). Una “cuenca” de numerosos y diversos afluentes, como proponen los autores. Esta consideración vale también para abordar los procesos de memoria: más que intentar retornar a una narrativa original o esencial, la noción de “trayectoria” permite atender a las múltiples derivas y modulaciones que la propia biografía imprime en el recuerdo.

A la vez, la dimensión agente de los objetos puede abordarse de dos formas. La primera considera las biografías de los interlocutores con referencia a los objetos, a modo de “objetos biográficos”, tal como desarrolla en su trabajo la antropóloga Janet Hoskins (1998). La segunda hace énfasis en las trayectorias, las historias o procesos “vitales” de los objetos entendiendo a la biografía (o itinerarios) de las cosas por sí mismas. Si bien los procesos de memoria son un problema de orden biográfico, me interesa colocar el énfasis en aquello que los objetos y sus historias despliegan y aportan a dicho proceso. Es decir, en lugar de abordar los objetos como referencias, consideraré los objetos como protagonistas en el gesto de recordar. En suma, el foco en la biografía de los objetos nos permitirá comprender los modos en que se entrelazan sujetos y objetos en el recuerdo de una experiencia de infancia particular como la del exilio. Asimismo, introduce la posibilidad de pensar en los posibles gestos que este “enredo” revela sobre el proceso bifaz de memoria/olvido.

MEMORIA, OLVIDO Y UNA LAGUNA

Desde la mirada de la conservación y restauración se le llama “laguna arqueológica” a aquello que implica completar un faltante (Gallegos, 2016: 77). La laguna asociada a una idea de falta, de pérdida, promueve la acción, el tratamiento material en pos de reducir dicha pérdida de acuerdo con una diversidad de variables y decisiones. A partir de la orientación sobre la trayectoria de los objetos, trasladar la idea de la “laguna” en términos de dicha disciplina hacia nuestro objeto de estudio nos aporta la posibilidad (no solo metafórica) de descubrir “gestos” que evidencian las modulaciones entre recuerdo y olvido, a partir de la relación entre personas y “cosas”.

Para esta reflexión recupero las consideraciones de Ricoeur (2000) por el modo y la reciprocidad en que se involucra el olvido con la memoria4. Desde este punto de vista, el olvido es comprendido como componente de la memoria, no como una limitación acerca de lo que somos capaces de recordar5. Se trata así de considerar los modos de selección de aquello que compone la memoria en tanto labor. Y en esta tarea el olvido se configura como condición de la memoria, aquello que hace posible este trabajo de selección a partir de un determinado posicionamiento y actitud en torno al pasado, al presente y al futuro6. La metáfora de la cera que trae Ricoeur desde Aristóteles propone una nueva pregunta: ¿Qué es lo que hace que esta inscripción “sea a la vez presente como tal y signo de lo ausente, de lo anterior?”. En esta huella se conjuga así un efecto presente y un signo de su causa ausente (Ricoeur, 2000: 545). Esta articulación resulta relevante por la dimensión afectiva que guardan dichas huellas y porque estas elaboraciones constituyen rasgos esenciales en la construcción de las identidades (Ricoeur, 2000). Ahora bien, ¿cómo entran las dimensiones de restauración y restitución en vínculo con los procesos de memoria/olvido?

El planteo de Severi (2015) nos permite profundizar sobre esta relación y avanzar en una lectura sobre los objetos como partícipes de este proceso dual: como actantes en el vínculo entre restauración, restitución y memoria/olvido. A partir del relato sobre una plegaria que se va apaciguando en el recuerdo, la propuesta de Severi pone el acento sobre aquello que persiste en la memoria es el acto ritual, la performatividad, más que los contenidos de la historia. Subraya así su “eficacia performativa” (2015: 29) donde el registro ritual y el narrativo son mutuamente inseparables. Según González Varela (2018), la reflexión sobre las imágenes, la dimensión iconográfica que propone Severi, puede extenderse para pensar también en la dimensión material. La memoria visual (y objetual de forma ampliada) es diferente a la memoria transmitida que responde a la tradición de oralidad y escritura. En este sentido, los objetos también considerados como “contenedores de memoria” operan sobre la lógica de preservación del tiempo, de manera diferente al registro de lo escrito/oral. Tenemos aquí otra mirada sobre las “cosas” que se desprende, en parte, de la dependencia del lenguaje, para concebir otros modos de transmisión y conservación de la memoria. Los procesos de olvido y de recuerdo pueden verse alterados, frustrados, convocados por las posibilidades de afectación de los entornos y de los objetos que allí están presentes. De este modo y tal como señala Muzaini (2015), el olvido/memoria se propone como una “práctica productiva” que es muchas veces incompleta porque la materialidad puede limitar y, a la vez, apoyar los esfuerzos tanto por mantener el pasado en el pasado como también para sostener el pasado en el presente.

CAMBIOS Y CONSERVACIONES

En este punto, resulta interesante traer el debate que se desarrolla desde los estudios de la restauración/conservación acerca del cambio y la conservación en las trayectorias de las obras (o de los objetos para nuestro caso). ¿Cómo se elabora la decisión sobre qué conservar y cómo? ¿Qué cambios deben o es deseable que sean considerados y/o efectuados sobre los objetos u obras? ¿Es posible o deseable retornar a un original o un “grado cero” de aquello a restaurar?

La mirada sobre las biografías de los objetos considera sus etapas, desplazamientos, funciones, los cambios mediante su adquisición o creación. Observar el cambio como cualidad de los objetos, tecnologías u obras de arte (Wain & Sherring, 2021) permite abordar su vínculo con las personas, su posibilidad de “cobrar vida” al activarse sus funciones. Esto considera, como apuntan Wain y Sherring (2021), las formas que puede adoptar el cambio, los motivos que movilizan a preservar los objetos y cómo el cambio interactúa con las ideas de autenticidad y originalidad. La idea de cambio aquí supone un proceso continuo: tanto intrínseco al funcionamiento normal de un objeto (la “cambiabilidad”) como en relación con otros objetos, personas o medio ambiente (la “variabilidad”)7.

Si para la conservación, tal como señalan los autores (2021), la noción que rige sobre la autenticidad se basa en la integridad física, orientando así los posibles juicios sobre la pérdida, podemos pensar, para el objeto que nos atañe, qué significa conservar/restaurar y qué idea sobre lo “original” supone la conservación de los objetos que rememoran la infancia en el exilio. A partir de los casos que aquí esbozo, podríamos pensar en los modos, los “gestos”, que despuntan en las trayectorias de los objetos como modos de conservación, de cuidado sobre la experiencia infantil recordada. Se trata de operar un desplazamiento sobre la noción de “conservación” para comprender su dimensión material: en un ejemplo la recuperación o restitución del objeto, en el otro, la su restauración. Ambos gestos, tal vez inadvertidos para otros abordajes, plantean un discreto pellizco8 en los itinerarios que nos permite considerar los modos en que la materialidad (entendida como las relaciones entre personas y cosas) interviene encausando y moldeando las formas de los recuerdos y la narrativa posible en torno a ello.

Así, las etapas del itinerario de los objetos proponen usos individuales de los distintos actores en relación, que son igual de importantes para “determinar su historia, significación y autenticidad” como lo pueden ser el diseño original o su trabajo de fabricación (Wain & Sherring, 2021: 458). En este sentido, recuperar el objeto original supone un imposible: los objetos que acompañaron la experiencia del exilio han cambiado tanto en su morfología, funciones, sentidos como en sus historias de vida. Han añadido capas materiales y memoriales que esquivan la posibilidad de deshojarlas hacia un núcleo original9. Por otra parte, por tratarse de objetos que formaron parte de dicha experiencia su propia “pátina”, producto del tiempo, de los desplazamientos y del devenir biográfico, desliza particulares modos de desplegar los recuerdos, así como un rasgo aurático: fue ese (y no otro, por más industrial y producto de la reproducción que sea) el objeto testigo.

En esta línea, como sostiene Van de Vall (2011), las decisiones de conservación afectan la evolución de una obra y determinan su biografía que debe ser “reescrita una y otra vez”. La perspectiva sobre la biografía de los objetos permite así acceder a las modulaciones de sus tránsitos, los cambios, los virajes, aspectos que no estarían disponibles de otro modo. Esta modalidad permitirá desentrañar los movimientos transitorios y los gestos que moldean los recuerdos disponibles sobre una experiencia particular como la del exilio infantil.

DOS GESTOS DE RESTAURACIÓN Y RESTITUCIÓN MEMORIAL

Para explorar orientaciones que van variando las trayectorias de los objetos, la figura del gesto10, mencionada anteriormente, permite poner el foco en las acciones “enredadas” llevadas a cabo para sostener el recuerdo de la experiencia del exilio en la infancia. El gesto como acto o expresión no verbal proviene del latín “gestus” cuya raíz se identifica en el verbo “gerere” que significa “traer” o “llevar a cabo”. De la noción de “gesto” tomamos aquí algunas ideas que son valiosas para intentar una categoría propia que nos permita pensar el vínculo entre memoria, restauración y restitución.

Por un lado, resalto las posiciones sobre el rasgo social y político del gesto. Primero en tanto “Gestus” (Silva, 2013)11 que distingue de la mera gestualidad, entendiendo la primera como un procedimiento social que es actualizado en una escena. Esto presume que aquello concebido por las personas como íntimo e individual también se produce dentro de un registro social y es asimismo incorporado por cada uno como su propia naturaleza (Gaspar Neto, 2009: 4). El gesto brechtiano, de algún modo, “arranca revoluciones en cada pequeño gesto individual” torciendo la costumbre (Gaspar Neto, 2009: 5). Segundo, como “materialismo de los gestos” (Bardet, 2019:107) en que pensar la historia de la humanidad supone integrar también la historia de los objetos técnicos, las instituciones y condiciones sociales. Así, lo trascendente de las formas de producción no estará ni en los animales ni en las plantas, ni en las herramientas ni en las personas, sino en las relaciones que se presentan con cada gesto. Mientras sus repeticiones “enraízan y reafirman modos de hacer, pensar y de organizarse” también ofrecen una continuidad en la comprensión de aspectos tanto materiales como inmateriales de la vida social, diluyendo binarismos.

Por el otro, Barthes (1986: 164) plantea que el gesto es “algo así como el suplemento de un acto” una “atmósfera” que lo rodea. En un movimiento, el gesto (el golpe de una varita de hada, el movimiento de cabeza de los dioses antiguos, dos dedos chasqueantes)12 se confunde con el acto, y allí “las complicaciones del lenguaje no detendrían su marcha: los gánsteres y los dioses no hablan, mueven la cabeza y todo se cumple” (Barthes, 1999: 74). A diferencia del mensaje y del signo, el gesto para Barthes no tiene obligatoria finalidad de producir nada, lo cual coloca el interrogante sobre el carácter intencional de sus efectos sociales, vinculares y políticos. Hay algo, dice el autor, que se combina allí entre el hacer y el no hacer, la eficacia de un vínculo mínimo entre la causa y el efecto. Este énfasis nos propone pensar que, más allá de la intencionalidad política manifiesta de un gesto (siempre en relación con otros), es valioso acercarnos a sus efectos, comprender cómo opera su eficacia y el lugar de la materialidad en ello. Los gestos de conservación/restauración/restitución que se proponen aquí como ejemplos subrayan la sutileza con que las acciones enredadas modulan los procesos de memoria. El gesto no camufla el tiempo sino que indica los movimientos que traen o llevan recuerdos/olvidos a lo largo de la trayectoria de un objeto. ¿Qué es entonces lo que el gesto preserva?

El libro que retorna

Verónica13, a quien ya había entrevistado para mi tesis doctoral y que le había contactado para contarle sobre este proyecto, me relató una “anécdota” de sus objetos de Holanda. Ya en su casa, después de recibirme con un té en un hermoso juego holandés, Verónica cuenta que, en los días previos, pensó sobre cómo eligió los objetos que trajo cuando su familia decidió retornar al Uruguay: “porque cuando te vas de un continente a otro, vos tenés que elegir lo que te llevás”. Entre muchas cosas, eligió dos libros “grandes” que estaban en holandés: Heidi, que es “como bastante típico”, y Sprookjes Van Weeler, que recopila cuentos holandeses. El tamaño es bastante grande para las manos de un niño y llama la atención la densidad del texto que, aunque no pude descifrarlo, sí pude comprender que se trataba de textos extensos en diálogo con las ilustraciones. Ambos libros aparentan estar “impecables”. Aunque se mantienen su estructura, color y textura del papel, están un poco más amarillentos y presentan una estética de otra época: no es un libro “nuevo” como aquél que tenía Verónica en Holanda, y justamente por ello tiene un valor particular que condensa el recuerdo.

El libro Heidi, publicado en Holanda por la editorial Rebo Productios y Brimax Books, fue comprado por Crista, una amiga suya holandesa, como regalo para su cumpleaños número seis. El libro guarda, en su portadilla, una dedicatoria que da cuenta de ello: la fecha de su cumpleaños, su nombre, edad y lugar. Con el tiempo, Verónica cuenta que supo que esa dedicatoria fue escrita por su madre, como registro del momento y de las personas que participaron de dicho regalo. Verónica recuerda haber leído frecuentemente estos libros en su casa en Holanda y, por eso, los eligió para que la acompañaran en el nuevo tránsito hacia Montevideo. Ambos objetos estuvieron en la casa de Verónica, ya en Uruguay, “un montón de años”. No se trató, señala, de libros que la acompañaron con cada mudanza, por ejemplo al independizarse, sino que fueron guardados en casa de su madre: “quedaron formando parte de la casa”.

Un domingo, un mes antes de su cumpleaños de 40, Verónica fue a una feria montevideana en el Parque Rodó, a la que no suele ir. Allá vio un puestito de un hombre que vendía libros: “iba caminando y de repente hice ‘así’ (gira la cabeza) y en el momento que hago ‘así’ digo: ‘ay!! ¡Yo tengo un libro igual!’ Miro al lado y ‘¡¡tenía el otro!!’”. Verónica recuerda acercarse, abrir el libro y darse cuenta de que era “el suyo”: “Voor Verónica, (para Verónica) de Crista (que era una amiga mía), Amsterdam, 25 de junio. ¡Esta es mi fecha de nacimiento!”. Descubre en ese momento que la dedicatoria tenía algo de apócrifa. Estaba hecha con la letra de su madre: “¡o sea que mi mamá me había puesto eso en el libro para que yo en el futuro recordara quien me lo había regalado!” Obviamente, dice Verónica, “me lo compré”. El libro había vuelto a convertirse en mercancía y ella, mediante la compra, logró restituirlo como parte del acervo de objetos que fue parte de su experiencia de infancia durante el exilio en Holanda.

Verónica refiere, además, que su madre cada tanto se deshace de objetos del pasado. Como si regalándolos también fuera una manera de olvidar, piensa. Más adelante en el encuentro confiesa que ella también sostiene la misma práctica, que cada tanto regala varias cosas que se trajo para que otros puedan darle uso. Luego del encuentro imprevisto con los libros, recuerda haberle preguntado a su madre “¿en qué momento te deshiciste de esos libros?”. Aunque no obtuvo respuestas concretas, ya que su madre señala no recordarlo, Verónica comparte la sospecha (aún sin confirmaciones) de que fue su madre quien regaló/donó/se desprendió de algunas cajas de objetos de aquella época, que incluirían los libros. Para Verónica, estos libros, “por alguna una razón”, debieron llegar a manos del feriante para que puedan regresar con ella. Tal como reflexiona, estaban “destinados” a volver a pertenecerle: “volvieron a mí. Evidentemente eran para mí”.

Figura 1
Libro Hedi de Verónica

La trayectoria de estos libros tiene así su origen y manufactura en Holanda y actualmente se encuentran en la biblioteca de madera, de puertas vidriadas, de la casa nueva de Verónica donde vive con su familia en Montevideo. A partir de la inspiración del modelo de Schiffer que se integra en el artículo de Holtorf (2002), me propongo aquí ilustrar el itinerario de los citados libros de Verónica, colocando además los actores participantes, las acciones que se realizan (o realizan) los libros, así como las diferentes funciones que asumen dichos objetos, según la relación que establecen.

La biografía o itinerario de los libros, como muestra la Figura 2, permite observar los diferentes usos y actores que han intervenido y modificado en su tránsito. Al mismo tiempo dan cuenta de los diferentes gestos de preservación y desprendimiento de la experiencia del pasado del exilio a partir de los libros que, en tanto objetos, van cambiando de función y proponen diferentes vínculos entre los actores que participan y sentidos sobre el pasado.

Figura 2
Itinerario de los libros de Verónica

En una primera instancia sobre la manufactura y publicación de los libros, localizada en Holanda, abarca objetos con valor económico, mercancías que han sido parte del ecosistema cultural de literatura infantil en dicho contexto geográfico y temporal. Los libros adquieren otra función, se convierten en regalos, lo cual supone la creación de otro tipo de vínculo social entre Verónica y su amiga. Tal es así que dicho intercambio queda grabado para ser recordado por su madre, en la portadilla del libro. Verónica recuerda el momento de haber elegido los libros para llevar consigo a Uruguay, entre las pocas cosas que fue posible trasladar. La elección de los objetos se propone como una instancia cargada de afectos y emociones, de conservación y desprendimiento. Ya en Montevideo, la casa familiar se configura como el lugar de resguardo de los libros y con ellos, de gran parte de la memoria sobre la experiencia del exilio familiar. Ese pasado y sus objetos fueron gestionados también por su madre, quien (posiblemente) separa y descarta dichos libros del acervo memorial del hogar y los convierte en donaciones. Se trata también de un gesto relativo a qué debe ser preservado y qué no, de aquellos objetos que formaron parte de la experiencia del exilio, gesto que Verónica también señala como propio. La mayoría de las veces Verónica dona o regala algunos objetos de su infancia a quienes puedan darle “mayor uso”. Me pregunto aquí si el regalo posee determinadas lógicas y dimensiones interactivas implicadas en dar y recibir cosas.

Sobre este punto, el trabajo fundante de Marcel Mauss (2009)14 ha explorado la reciprocidad creada entre personas y pueblos mediante el flujo de regalos. El regalo revela así una modalidad contractual y, por tanto, una expresión social particular que, vinculando cosas y personas, pone de manifiesto diversas instituciones sociales en simultáneo (como pueden ser económicas, religiosas, legales, la moral, entre otras). Asimismo, para el autor los regalos son, de algún modo, representativos de las personas que los realizan e intervienen del mismo modo que otras expresiones de sentimientos: “Las almas se mezclan en las cosas; las cosas se mezclan en las almas. Las vidas se mezclan y así es como las personas y las cosas mezcladas salen cada una de su esfera y se mezclan: éste es precisamente el contrato y el intercambio” (Perez & Pompeu, 2023:13).

Por su parte, Strathern señala que el regalo es aquello que constituye a quienes participan de dicho intercambio, como “personas sociales” (Henare et al., 2007: 19). En su estudio sobre la economía melanesia del regalo, la investigadora aborda al regalo en tanto objeto y sujeto a la vez al desarmar posibles dicotomías entre ambas categorías. Para aquellos objetos del pasado que tanto Verónica como su madre regalan, ¿cuáles pueden ser las lógicas que guían la práctica y elección de deshacerse de “cosas” del pasado o de conservarlas? ¿Qué es lo que hace durable un objeto para su conservación? ¿Qué es lo que lo hace perecedero? ¿Cuándo un objeto amerita a ser descartado? ¿Qué de la experiencia subjetiva se desprende con dicho regalo?

Volviendo al itinerario de los libros, una nueva función asume cuando quien los obtiene decide asignarles valor económico en tanto mercancía a ser vendida, quizás incluso como bien exótico o como antigüedad. En este punto, como señala Trentmann (2009), el valor de uso oculta los valores concretos que surgen en la cultura material pero que no están determinados por la condición de mercancía de un objeto como tal. Hay una transformación de una “mercancía impersonal” a ser “cosas” con un componente afectivo que tiene capacidad de expresar el “yo”, de producir efectos y afectos interpersonales.

En este sentido, al encontrar los libros en la feria, Verónica podría haber elegido no conservarlos. El gesto de comprarlos supone la recuperación de lo que fue “suyo” y, con ello, aquellos objetos que eligió que la acompañaran como testigos de su vida infantil en Holanda. Podría atribuirse a este gesto un modo de gestionar y suavizar las orillas indivisas entre el olvido y la memoria. Verónica repite la elección por los libros, por segunda vez, quizás porque son parte de una identidad apoyada también en la dimensión material. O puede ser otra la lectura: Verónica elige primero a los libros y, luego, los objetos la eligen a ella. La experiencia del exilio es una “memoria congelada” que aún la conmueve; y los libros, esta vez, no van a casa de su madre, pues decide guardarlos y a la vez exhibirlos en la biblioteca de la entrada de su casa.

En este ejemplo, es posible considerar los modos en que los objetos crean diversos vínculos sociales a partir de su propia circulación. Los libros pasaron por diferentes manos, tiempos y espacios geográficos, desde su fabricación, venta, quién llevó al hogar, quién regaló, quién eligió cruzarlo a través del océano, quién lo guardó, quién lo descartó, quién lo recicló y aportó valor para la venta, quién lo vendió, quién lo compró, quién lo atesoró. Los libros son investidos, en cada etapa, de funciones y sentidos particulares, así como crean efectos particulares en las relaciones de las que participan.

El colgante restaurado

En la casa de Alicia15, más precisamente en su cuarto, hay una suerte de colección de colgantes. Alicia me llevó para mostrarme la percha que los sostiene y los exhibe en la pared. Mientras mirábamos fotos sobre su vida en Cuba, me dice que va a buscar a “Mafalda” porque hace poco la vio. Mafalda, cuenta, es un dije blanco que hicieron y enviaron unos amigos de sus padres que fueron presos políticos en aquél entonces. Ese dije y otro dije “con un perrito hecho en hueso (…) fueron y volvieron con nosotros. Esos los tenemos”.

Figura 3
Dije de Mafalda

El colgante de Mafalda era algo que Alicia recuerda usar y al que le tiene un “cariño impresionante”. Al ver la foto donde se la ve de pequeña con el colgante de Mafalda, menciona “que ese es un objeto que le tuve muchísimo cariño, que lo cuidé durante muchos años y volvió con nosotros. Hasta el día de hoy lo tengo”. Mientras repasa el trayecto del dije, refiere a que incluso está quebrado: “la pegamos y está quebrada la Mafalda”. Esto último me recuerda el comienzo del encuentro con Alicia cuando, en un momento de la charla, me confiesa que, mientras fregaba los platos, pensaba si yo le preguntaría si ella es feliz y que diría ella sobre esto. Responde que no, que en realidad el exilio fue como una fractura. Que la quebró. Quizás también como sucedió con la Mafalda, que fue restaurada.

Figura 4
Itinerario del colgante de Alicia

El itinerario del colgante de Alicia nos permite observar los diversos vínculos que condensa y los modos en que los objetos, en este caso el colgante, se enlazan con otros y con otras historias que forman parte de la memoria sobre la dictadura como la prisión política. La elaboración de artesanías por presos políticos en diferentes materiales (cuero, hueso, madera) son expresión de una práctica de entonces, un modo de sostener los vínculos afectivos, también intergeneracionales, sorteando el encierro. Los objetos creados como regalos adquieren el valor de la huella manual que conservan las artesanías (a diferencia de lo que sucede con las mercancías industriales), así como el afecto puesto en la acción de regalar y el contexto particular en que ello tuvo y tiene lugar. La quebradura y la restauración del dije de Mafalda dan cuenta del gesto por conservar ese objeto singular.

Mafalda es además un personaje de historietas particular, una niña comprometida ética y políticamente con su tiempo y con la realidad social. Es, tal vez, un personaje portador de un legado, de un origen, y quizás también partícipe de una narrativa identitaria (Cosse, 2014). También se considera una expresión mediante las cosas y su presencia en la intimidad de la vida cotidiana. En este sentido, hay quienes valoran que ciertos objetos pueden incluso “considerarse extensiones del yo” (Belk, 1998:72). Así, este objeto, en tanto regalo, adquiere un valor específico por formar parte de una lógica de reciprocidad: (dar/recibir/regresar), donde la carga de sentido que contiene el objeto la activa (mueve las motivaciones más allá de la lógica económica). Me pregunto aquí si la reparación del dije y el sostenimiento en la memoria de dichas experiencias y relaciones pueden inscribirse como un modo de devolución.

Sea cual sea la raíz, la materialidad y el mensaje de los objetos (como este dije), con la historia y afectos que sedimentan, este itinerario contribuye a considerar cómo los objetos construyen a las personas y cómo las personas construyen a los objetos. En este sentido, los significados y las formas de elaboración del pasado (y del /en el presente) no son anteriores a los objetos, sino que se producen en la acción que se crea entre ambos: sujetos y objetos en el mundo social. Así, la experiencia recordada involucra el gesto de conservar y restaurar el dije de Mafalda y de preservarlo como parte de dicha experiencia de infancia. La quebradura da cuenta de los vaivenes de su trayecto, y el gesto expone la decisión de sostenerlo, de “pegarlo”, de calmar la agitación de la laguna del posible olvido.

ALGUNAS IDEAS QUE SE DESPRENDEN DE LA REFLEXIÓN

Como señala Appadurai, “las cosas en movimiento iluminan su contexto social y humano” (1991:19). Las biografías de los objetos permiten adentrarnos en las formas en que la materialidad se ofrece como otra vía de entrada para comprender la compleja labor de la memoria. A diferencia de la naturaleza verbalizada de los testimonios, el foco en los objetos invita a considerar los desplazamientos, los diferentes usos, sentidos y relaciones que se crean durante sus itinerarios. Ello permite iluminar, al decir de Appadurai, los modos en que ha sido y es posible elaborar una experiencia del pasado particular, como fue la del exilio de la dictadura en Uruguay.

Retomo aquí las reflexiones de Muzaini (2015) en su trabajo sobre cómo las personas eligen olvidar o recordar. En ello resalta el lugar del mundo material y su manipulación como factor implícito en las formas en que los colectivos olvidan o recuerdan; como ejemplos señala los museos o la iconoclasia. En un nivel más individual los olvidos como modo de “promulgar la ausencia” (Muzaini, 2015) suponen la ocultación, el descarte, la reorganización de artefactos que encarnen recuerdos del pasado. De este modo, el mundo material es gestionado para “exorcizar o gestionar recuerdos perturbadores”, como sucede también con la evitación de lugares para eludir recuerdos no deseados.

En los objetos de Verónica y de Alicia y sus itinerarios, aparecen algunas claves que nos permiten profundizar en los vínculos de la memoria en tanto proceso, considerando la restauración y la restitución como dimensiones analíticas. Lo que media entre ellas es, tal vez, un gesto: aquel que, enredado en el acto, configura una relación con los otros, crea el efecto político de sostener el recuerdo.

Así, el ensamble entre personas y objetos durante los itinerarios de los objetos, como los libros o el dije de los ejemplos, permiten considerar los modos en que se intercalan formas posibles de recuperación, de restauración, de conservación, como gestos por preservar algo de la pasada experiencia infantil del exilio. Sin embargo, estos esfuerzos no solo obedecen a las personas, sino que las cosas con su materialidad también intervienen, apareciendo, quebrándose, perdiéndose, creando así efectos de respuesta, de decisiones y posibilidades de acción (¿recuperar?, ¿reparar?, ¿conservar?, ¿adquirir?).

De este modo, procuré iluminar algunos modos en que recordar y al mismo tiempo olvidar aspectos del pasado son dinámicas de un mismo itinerario también trazado por los objetos. Y en ello, los gestos observados en torno a ellos permiten atender a las formas en la que la materialidad interviene, modelando los recuerdos de una experiencia particular.

Disponibilidad de datos:

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Agradecimentos:

Quisiera agradecerle a los/las evaluadores/ras de la revista por sus contribuciones y sugerencias que fueron de gran utilidad y mejoraron mucho el manuscrito. Asimismo, agradecerle a la Dra. Silvina Merenson y a mis compañeras del grupo de becarias y tesistas bajo su dirección, por su lectura, observaciones y aportes que han hecho crecer sustancialmente este trabajo. Por último, un primer borrador de este texto surgió como trabajo final del curso “Más allá del original: perspectivas biográficas desde la arqueología, antropología y conservación/restauración del patrimonio cultural” mi agradecimiento a sus docentes, Lucas Gheco y Fernando Marte, por sus aportes y comentarios.

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  • 1
    A raíz de las Medidas Prontas de Seguridad que limitaban las libertades individuales.
  • 2
    En este proyecto retomo contacto con quienes participaron de la tesis doctoral e incorporo nuevos interlocutores. Hasta el momento se han realizado doce nuevos encuentros en diferentes modalidades (tanto presencialmente como en línea). Si bien a lo largo de este trabajo atiendo a ambos movimientos (exilio y retorno) en lugar de proponerlos como etapas cronológicas lineales y definitivas, considero la temporalidad subjetiva que los configura como parte de una experiencia biográfica. Por ello, integro tanto a quienes han retornado como a quienes no.
  • 3
    Saunders (1999), por ejemplo, estudia en la biografía de las perlas cómo cambiaron las actitudes hacia ellas y cómo esos cambios redefinieron las relaciones entre los pueblos indígenas y los europeos.
  • 4
    Este debate aloja diversas posiciones. Para ahondar en ello ver: Flier y Lvovich, (2014).
  • 5
    La posibilidad del recuerdo total, a la manera del cuento de Borges, “Funes el memorioso”, al mismo tiempo que imposible, transforma la concepción sobre la memoria en tanto “almacén” de ideas y experiencias (Belvedresi, 2006).
  • 6
    Ricoeur menciona dos grandes figuras para comprender el olvido: el “profundo” o de “destrucción de huellas” y el “olvido de reserva”. El primero, de orden más radical, encarna una suerte de “situación abismal”. El olvido accesible es el “de reserva”, en el que el recuerdo está latente, inconsciente y es pasible de ser recuperado. Me interesa particularmente este olvido, por integrar un polo activo, una capacidad de selección de las experiencias que configuran una memoria y una identidad singular.
  • 7
    En la relación con agentes externos que afecta su uso o visualización, en sus componentes o configuración o la “maleabilidad” como cambio espontáneo en respuesta a la interacción con el mundo exterior (como puede ser el proceso de descomposición).
  • 8
    No puedo dejar de pensar este “punto” mediante la referencia a la noción de “punctum”, de Barthes (1989), que refiere al elemento de la imagen que rompe o desgarra su unidad, ese puntazo o flechazo que ocurre cuando un detalle de la imagen nos afecta, donde la obra sale de la escena como un “pinchazo” que moviliza al observador. En nuestro caso los gestos pueden, quizás, oficiar de breves estímulos en las trayectorias de los objetos que, como mordeduras, nos movilizan a considerar los virajes que van modulando los procesos de memoria/olvido.
  • 9
    Porque quien rememora, mientras conserva aquello idéntico de sí que le permite seguir siendo el mismo, también va cambiando, modulando sus posiciones, lecturas, experiencias mediante el tiempo y la actividad biográfica. Agradezco los señalamientos de los evaluadores respecto a la referencia a la propuesta de Alfred Gell (2016) para profundizar sobre la cadena de agenciamientos y los modos en que las obras de arte, lejos de ser objetos acabados, van acumulando capas de significados. Esta atención respecto a los sentidos que se van sedimentando en un objeto, también puede hallarse en la noción de “palimpsesto” desarrollada por Colwell (2022).
  • 10
    En lugar de la figura de “truco”, me inclino por la opción de la del “gesto” para pensar en las dinámicas de olvido/recuerdo que se desprenden de las trayectorias de los objetos. El truco (Pellini et al., 2023) se propone como “acto ingenioso para conseguir algo” lo que en el trabajo supone la “eliminación de la brecha temporal entre el visitante y el faraón”. Este crea una ilusión que conduce a pensar que un espacio u objeto determinado siempre ha sido y sigue siendo idéntico a un original de sí. Deliberadamente disimula (si no esconde) el lapso temporal entre el pasado y la actualidad.
  • 11
    Para pensar en la dramaturgia y la actuación.
  • 12
    Ejemplos que propone Barthes.
  • 13
    Verónica nació en Holanda y “retornó” al Uruguay a sus 8 años de edad.
  • 14
    Le agradezco a Verónica la corrección en el texto borrador.
  • 15
    Alicia nació en Uruguay y se exilió a sus 3 años primero a Buenos Aires y luego a Cuba. Retornó al Uruguay a sus 17 años de edad.
  • Fuente de financiamiento:
    Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (CONICET), Argentina
  • Aprobación del Comité de Ética:
    No corresponde.

Editado por

  • Editora responsable:
    Aparecida Moraes

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    01 Dic 2025
  • Fecha del número
    2025

Histórico

  • Recibido
    09 Ago 2024
  • Revisado
    04 Nov 2024
  • Acepto
    26 Mar 2025
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Universidade Federal do Rio de Janeiro Largo do São Francisco de Paula, 1, sala 420, cep: 20051-070 - 2224-8965 ramal 215 - Rio de Janeiro - RJ - Brazil
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