Open-access Proyectos editoriales, intelectuales y cultura de izquierda: una mirada comparada

Editorial projects, intellectuals and culture of the left: a comparative look

Resumen:

El objetivo de este artículo es estudiar las acciones que realizaron los intelectuales Edgar Leuenroth en Brasil e Ignacio Torres Giraldo en Colombia, para organizar y dirigir dos proyectos editoriales que se convirtieron en epicentros de la cultura de izquierda durante las primeras décadas del siglo XX. Se analiza cómo estos proyectos editoriales (La Humanidad y A Plebe) se constituyeron en ejes de la cultura de izquierda a partir de su papel en la apropiación de las ideas de izquierda durante la época. Metodológicamente, se plantea un ejercicio comparado, presentando las similitudes y diferencias de los proyectos editoriales, que permitan continuar el diálogo metodológico e historiográfico sobre los proyectos editoriales y la formación de la cultura de izquierda en América Latina.

Palabras clave:
Intelectuales; Proyectos editoriales; Apropiación; Ideas de izquierda; Cultura de izquierda

Abstract:

The objective of this article is to study the actions carried out by the intellectuals Edgar Leuenroth in Brazil and Ignacio Torres Giraldo in Colombia, to organize and direct two editorial projects that became epicenters of leftist culture during the first decades of the 20th century. It analyzes how these editorial projects (La Humanidad and A Plebe) became axes of leftist culture based on their role in the appropriation of leftist ideas during the time. Methodologically, a comparative exercise is proposed, presenting the similarities and differences of editorial projects, which allow continuing the methodological and historiographical dialogue on editorial projects and the formation of left-wing culture in Latin America.

Keywords:
Intellectuals; Editorial projects; Appropriation; Leftist ideas; Left culture

Si asumimos que la cultura es el conjunto de descripciones disponibles con que las sociedades dan sentido y reflexionan acerca de sus experiencias comunes tal como la define Stuar Hall (2017, p. 61-83), podemos sostener que los proyectos editoriales, revistas, periódicos, panfletos, conferencias, etc., creados en el campo de la izquierda, ofrecieron herramientas fundamentales para que los sectores populares dieran cierto sentido a sus experiencias de vida. A partir de esta idea, este artículo estudia las acciones que realizaron los intelectuales Edgar Leuenroth en Brasil e Ignacio Torres Giraldo en Colombia, para fundar y dirigir periódicos de izquierda, a partir de los cuales se articuló una cultura de izquierda, que dio sentido a las experiencias de resistencia de los sectores subalternos (Moreno, 2017). Intentamos, entonces, analizar cómo estos proyectos editoriales se constituyeron en ejes de la cultura de izquierda de las primeras décadas del siglo XX, a partir de las maneras en las que se fueron apropiando de las ideas de izquierda1 y las hicieron circular en el seno de los sectores subalternos.

Los periódicos son asumidos como espacios de socialización de las ideas alrededor de los cuales se encontró toda una comunidad de interpretación que tuvo como objetivo, estructurar mecanismo de resistencia, generando, como sostiene la profesora Luz Angela Nuñez, una “prensa propia” de los sectores obreros y populares, a partir de los cuales se generó toda una “voluntad de representación” (Nuñez, 2006). Los periódicos delinearon, con la “autoidentificación” (Archila, 1986) de dichos sectores, una cosmovisión de mundo opuesta a la de las elites tradicionales. Además, agenciaron claros procesos de recepción de las ideas mediadas por los contactos y mutuas influencias de diversos intelectuales de izquierda. Así, con la emergencia de una prensa obrera y popular definida, se presentó lo que la filósofa Emilce Galvis llama, de forma acertada, toda una “escena disensual” que les permitió a estos sectores “recrear nuevas formas políticas de habitación de lo común” (Galvis, 2016, p. 219).

En términos metodológicos y conceptuales, planteamos que este periodo de la historia del campo de la izquierda en América Latina, especialmente en Brasil y Colombia, trae consigo un reto para la observación del historiador, que consiste en la manera como fue apropiado un conjunto de ideas de izquierda que configuraron teóricamente el campo. Todo esto a la par de la emergencia de una serie de luchas sociales y políticas protagonizadas por los sectores populares. La pregunta que se plantea es ¿cómo asumir la apropiación de las ideas de izquierda? La apropiación debe ser asumida como una serie compleja de prácticas concretas que se presentan en un extensión temporal de mediana duración, y que implica tres procesos no lineales: la recepción, la interpretación y las prácticas que producen dichas ideas. A partir de este planteamiento, los proyectos editoriales que abordamos en este artículo fueron fundamentales, en ese proceso de apropiación, para la recepción y puesta en escena de las ideas de izquierda.

Las figuras de Leuenroth y Torres Giraldo son asumidas, entonces, como epicentros en torno a los cuales circularon las ideas y los sujetos, en el marco de un proyecto político de transformación revolucionaria. A partir de su acción política estos dos líderes e intelectuales organizaron proyectos culturales que delinearon la concepción revolucionaria de los sectores populares. De este modo, al seguir la trayectoria de estos dos intelectuales emerge una red de recepción y una comunidad de interpretación de las ideas que hizo posible construir una identidad particular de la lucha revolucionaria.

Los contextos sociales, políticos y económicos en los que se constituyeron las prácticas tanto de Lauenroth como de Torres Giraldo, estuvieron determinados por condiciones relativamente similares. Tanto Brasil como Colombia, en las primeras décadas del siglo XX, atravesaron por un intento de modernización económica acompañado de un fuerte proceso de cooptación de los espacios políticos por parte de las élites. En plena emergencia de la cuestión social, resultado de un precario proceso de industrialización, la organización política de los sectores populares se vio impulsada por las luchas políticas y resistencias del movimiento obrero europeo desde mediados del siglo XIX, pero que tuvo su punto de inflexión y máxima influencia en el marco de la revolución rusa de 1917.

Sin embargo, las condiciones de circulación y apropiación de las ideas de izquierda en Brasil y Colombia contaron con condiciones cualitativamente diferentes. Para el caso brasilero, dado su tamaño, así como el papel que jugaron los inmigrantes europeos entre finales del siglo XIX y comienzos del XX, las ideas socialistas, anarquistas y comunistas circularon de manera más fluida. En São Paulo, en Río, en Porto Alegre o en Bahía, encontramos, para el periodo, una cantidad importante de trabajadores inmigrantes, quienes traían sus publicaciones propias, y quienes, al llegar a América Latina, traían consigo una experiencia de lucha acumulada. Por el contrario, para el caso colombiano, este “fenómeno” migratorio no fue tan robusto. Para el periodo fueron muy pocos los inmigrantes europeos que se asentaron en el país. En este sentido, las ideas de izquierda que circularon llegaron más como una lectura que realizaron los líderes populares nacionales, en el marco de la literatura que se podía intercambiar con algunos países del sur del continente. De este modo, más que la lectura de periódicos, libros o folletos políticos de izquierda, las reivindicaciones obreras y populares llegaron más por medio de una literatura reivindicativa que intentaba transformar la imagen de los obreros y sectores populares.

Estas características contextuales marcaron la manera como se fue configurando la cultura de izquierda tanto en Brasil como en Colombia. Y, en ese sentido, los proyectos editoriales de La Humanidad y A Plebe respondieron a estos contextos a partir de sus posibilidades de circulación e interpretación de las ideas de izquierda. Hipotéticamente, podríamos plantear que la distancia que separa a los dos proyectos editoriales radica en la manera como los proyectos políticos que dicen representar se relacionaron con lo que arbitrariamente podríamos definir como la teoría marxista; así como en su lenguaje, dada las características de la población en la que circularon. No obstante, esto solo se podrá esclarecer siguiendo la trayectoria de los proyectos y el papel de los intelectuales-populares que los lideraron.

Edgar Leuenroth y A Plebe

La trayectoria de Edgar Leuenroth (1881-1968) estuvo ligada a su relación con la prensa. Desde la edad de 15 años se inició en el oficio de tipógrafo, y a los 16 ya presentaba al mundo su propio periódico llamado O Boi (1897), desde el cual, como lo recuerda la historiadora Christina Lopreato, empezó a construir su idea de libre pensamiento, a partir de la reproducción de textos de Víctor Hugo (Lopreato, 2009, p. 201-221).

La convivencia con las diversas lecturas, noticias y libros que deambularon en su cotidianidad como linotipista, le permitió formar progresivamente su capacidad de lectura crítica de la realidad obrera. Entre 1903 y 1905 el intelectual paulista tomó contacto directo con las ideas socialistas y anarquistas, primero en la forma de diálogos con el líder Estevão Estrela y su afiliación al Círculo Socialista Primeiro de Maio. Posteriormente, en 1905, entró en contacto con las ideas anarquistas, por la vía de su encuentro con el portugués Neno Vasco, con el cual cofundó el periódico Terra Livre. Pero, desde sus primeros años de formación en el barrio Brás de São Paulo, conviviendo especialmente con trabajadores inmigrantes italianos, Leuenroth accedió a las lecturas anarquistas, especialmente a las ideas de Malatesta.

A partir de sus diálogos con otros intelectuales, tanto brasileros como inmigrantes, Leuenroth inició un proceso de apropiación de las ideas de izquierda, que lo convirtió en uno de los principales exponentes del anarquismo brasilero durante las primeras décadas del siglo XX. En 1917, en el marco de las agitaciones populares de São Paulo, Leuenroth fundó el periódico A Plebe, como respuesta al momento histórico por el cual estaba atravesando la humanidad. De acuerdo con Leuenroth, en ese momento, la humanidad iba rumbo a la “revolução social”, en busca de la libertad y del bienestar social. Por tanto, A Plebe surgió con el fin de “prosseguir na obra dos abnegados de outrora para […] quando além das fronteiras convencionais ruir fragorosamente o arcabouço apodrecido do regime social dominante”.2

En busca de convertirse en un aparato de coordinación del movimiento, A Plebe, como proyecto editorial, configuró un espacio en el que convergieron una red de intelectuales y trabajadores de la cultura de izquierda, cuyo trabajo fue la continua recepción e interpretación tanto de la realidad como de las ideas para su posible transformación. Este buscó “favorecer argumentos para uma insurreição e a construção de um mundo novo” (Santos, 2013, p. 54). Además, el periodico abrió el diálogo con distintas vertientes ideológicas del campo de la izquierda.

La sede de A Plebe se encontraba ubicada en un sobrado junto al Largo da Sé, uno de los lugares céntricos de la São Paulo de comienzos del siglo XX. Leuenroth intentaba estar al tanto de toda la información que sus redactores creían pertinente para los trabajadores. De manera explícita, la intención fue “organizar a pupulação oprimida e propagar as ideias e as experiênçãs revolucionarias” (Aun, 1997, p. 112-149). Dicha propagación fue mediada por la metódica construcción de bibliotecas, escuelas obreras y centros culturales. De acuerdo con el acervo construido por Leuenroth, las bibliotecas podían contar con textos de “Bakunine, Marx, Proudhon, Sebastian Faure, Elisée Reclus, […] Lenin, Trosky”, entre otros (Aun, 1997, p. 116). El periódico funcionó como “uma verdadeira rede tecida de contatos forjados na prática militante de ideias elaboradas ou apropriadas no dia-a-dia” (Aun, 1997, p. 119). En torno al periodico se constituyó en una compleja red de discusión, tanto de las ideas como de la realidad nacional, haciendo posible que el intelectual paulista entablara contacto con líderes e intelectuales del campo de la izquierda brasileña como Neno Vasco, Gigi Damiani y Benjamin Motta.

Esta red, que además progresivamente se configuraría en una comunidad de interpretación gracias a sus afinidades electivas, permitió generar diversos mecanismos y diálogos en los que se fue dando la recepción de las ideas de izquierda, desde una vertiente libertaria. La primera figura destacada de esta red fue la del portugués Neno Vasco.3 Este intelectual es definido por el historiador Alexander Samis (2009) como un individuo representativo de la integración y colaboración entre las experiencias militantes de Portugal y Brasil. Aunque durante los años de aparición de A Plebe Vasco se encontraba en Portugal, su influencia y colaboraciones fueron decisivas para la apropiación de ideas libertarias en Brasil. Leuenroth sostuvo una prolífica correspondencia con el portugués, quien participaba en el periódico escribiendo una columna desde Portugal titulada “Da porta da Europa” (Santos, 2013, p. 40). Vasco fue uno de los elementos más significativos de aquella “geração militante” de responsables orgánicos por la visibilidad social que tuvo el anarquismo en la década del 1920 (Santos, 2013, p. 40). El portugues planteó la relación entre anarquismo y sindicalismo, dando relevancia a la discusión entre el anarquismo como ideología y su necesaria relación con el movimiento obrero organizado “tácticamente” en sindicatos. Concepción que influenció profundamente las ideas expuestas por Leuenroth. Neno Vasco interpretó y reprodujo fielmente las posiciones del conocido militante italiano Malatesta con relación a la organización del movimiento obrero y popular. De modo general, Vasco defendió la idea de que el sindicato representaba el factor privilegiado, en el marco del anarco-comunismo como ideología de la estrategia revolucionaria (Vasco, 1984).

Otra figura influyente en la formación de Leuenroth como propagador de las ideas y, además, activo colaborador de A Plebe, fue el italiano Gigi Damiani.4 Al igual que el portugués Neno Vasco, Damiani leyó e intentó poner en práctica las ideas de Malatesta y otros conocidos intelectuales anarquistas. Al arribar a Brasil Damiani se articuló rápidamente a los grupos italianos que residían en São Paulo. Durante el periodo, los inmigrantes italianos que se adscribían al anarquismo pretendieron construir nuevas formas de participación en la vida de los trabajadores, además de afirmar sus principios e incentivar la divulgación de sus ideas (Leal, 2008, p. 4).

Como intérprete de las ideas de Malatesta, las actividades de Damiani se concentraron en la unión-solidaria de todas las corrientes de izquierda. Basado en una concepción afirmativa de la práctica revolucionaria, Damiani planteó la posibilidad de unión a partir de la comunión de los objetivos, específicamente aquel que proponía la “socialização inmediata da propriedade”.5 La relación entre Damiani y Leuenroth fue importante no sólo porque el intelectual italiano participó en A Plebe, también porque Damiani como sujeto de circulación permitió que el circuito cercano de personas con los cuales se relacionó conociera de primera mano las lógicas en las que se movían las izquierdas por el mundo entero. Su travesía por el Atlántico y sus múltiples exilios, después de ser expulsado de Brasil, convirtieron su militancia en un constante ejercicio de movilidad (Biondi, 2009).

En torno a A Plebe se articuló un grupo de colaboradores que fueron construyendo ideas a partir del análisis de las realidades que vivían los movimientos sociales de la época. Así, la solidaridad - idea central de la izquierda - era una necesidad para el movimiento y la idea se encontraba precedida por la contingencia de la acción. Al respecto Damiani plateó en A Plebe:

Ontem era licito discutir sobre parlamentarismo, salários mínimos, propaganda pelo facto acção directa e insurrecionalismo...

E era licito, também, traçar contornos indefinidios de uma sociedade considerada longínqua...

Hoje o problema é bem diverso.

Passou-se a época dos discursos e chegou a hora dos factos.

Quem possue raciocínio e não vive na lua, deve confessar a si mesmo que os factos, na sua maturação, exigem uma concepção positiva do que se deve fazer.6

Otra figura intelectual que participó en el periódico A Plebe, fue el abogado Benjamin Mota.7 Si bien Mota no contribuyó con frecuencia en las notas publicadas en A Plebe, su papel como articulador de las ideas fue fundamental para el desarrollo y constitución del campo de la izquierda brasilera. Benajamin Mota perteneció al grupo inicial de intelectuales que al finalizar el siglo XIX empezaron a defender las ideas anarquistas. Para Mota la rebeldía de su trayectoria se centró en el “estudo da questão social e das sciencias que servem de base a uma orientação segura” (Mota, 1898, p. 9). Su objetivo, además de la lucha franca y abierta por la libertad de las minorías explotadas, consistió en “arrancar da ignorancia e da miseria os que nella tem vivido tantos seculos” (p. 12). Al trazar las relaciones de amistad y diálogo que Leuenroth sostuvo con otros intelectuales, se esboza la manera en que se tejieron las redes que hicieron posible, dentro de sus múltiples caminos, la configuración de una cultura radical de izquierda. A partir de la convivencia y posterior diálogo con los inmigrantes Leuenroth desplegó el periódico como un nodo de convergencia que le permitió llevar hasta los sectores populares y obreros las ideas que él mismo había leído y discutido con sus compañeros al interior de la sede del periódico. En las lecturas y diálogos que sostuvo con Vasco y Damiani, Leuenroth halló una imagen de Malatesta que le presentaba la unión de las tendencias de izquierda como una posibilidad para la lucha social. Emergió, entonces, un cultura de izquierda basada en la solidaridad, ya que sin esta las clases oprimidas jamás llegarían a ser verdaderamente libres. De la misma forma, la cultura emergente comprendió la necesidad de analizar la cuestión social desde la perspectiva que brindaban las ciencias sociales de la época.

En términos de acción política, A Plebe ocupó un lugar estratégico. El año de 1917 fue, como ya lo dije, el marco en el que convergieron, en el contexto brasilero, una serie de fenómenos que consintieron la conformación de verdaderas comunidades de interpretación y lucha de izquierda. La guerra, el incremento del costo de vida y el progresivo avivamiento de la conciencia de los trabajadores permitieron el desarrollo de una huelga general nunca antes vista. El 12 de julio la ciudad de São Paulo despertó paralisada (Lopreato, 1996, p. 38). El día anterior, durante el sepelio del trabajador José Ineguez Martinez, herido de muerte durante una manifestación, se levantó la voz de Edgard Leuenroth. En ese momento, la huelga cobró un valor importante para los líderes de izquierda: “a greve tinha valor educativo, de formação de uma consciência de classe autónoma, através da experiência de luta” (Lopreato, 1996, p. 18).

Esta coyuntura permitió que A Plebe emergiera como un espacio de “diseminación y registro de prácticas […] de resistencia” (Franklin, 2009, p. 11). Así, inmerso en el universo particular de un periódico libertario, “abarrotado de livros, notas, jornais, revistas [e] anais” (Franklin, 2009, p. 10), Leuenroth organizó a los trabajadores en medio de las persecuciones y las contingencias propias de una huelga. A Plebe tuvo una participación importante como centro articulador de la lucha, haciendo llamados a la emancipación y la solidaridad entre los explotados.

El lenguaje se sacralizo con el objeto de llegar a las masas y cultivar la efervescencia del movimiento. El momento era decisivo, y A Plebe abogaba por la constitución de una “União Sagrada! […] dos esfomeados e explorados, rebellando-se contra a ganancia capitalista e contra todas as injustiças da sociedade burgueza”.8 El periódico recurrió al lenguaje religioso con el objeto de fortalecer el mensaje ideológico que promovían sus páginas. Sin embargo, aunque el lenguaje acudió a lo religioso, a lo popular y místico, el periódico y los intelectuales no se endilgaron un papel incendiario frente a la situación que movía las protestas. Por el contrario, la racionalidad que se desprendía de la teoría leída les permitió reconstruir líneas de explicación retórica de los acontecimientos. Así, las acciones de las clases populares respondieron a “uma situação de torturas moraes, e de atroz miséria, cujas terriveis consequências de dia para dia mais lhe amargurava a triste existência. - a plebe, dominada pelo desespero, perdeu a paciência e, ululante e audaz, sahiu para a rua afirmando o seu direito à vida”.9

Los sectores populares resistieron a la lógica de represión del Estado, y A Plebe fue un vehículo de las ideas en el marco de la apropiación de una utopía de transformación social. El periódico contaba con una extensa bibliografía para la venta, e instaba al pueblo a la adquisición y lectura de sus libros. Los autores ya empezaban a ser familiares en el medio proletario. Se ofrecían textos de: “Errico Malatesta, Pedro Kropotkine, Neno Vasco, Eliceu Reclus, P.J. Proudhom, Carlos Malato, Jean Jaurès, Emilio Zola”,10 entre otros. Así, A Plebe también fue un “lugar de estudio, de escritura, en una biblioteca y un espacio de convivencia” (Franklin, 2009, p. 11). En pocos años en el periódico convergieron algunas de las mentes más promisorias del movimiento anarquista brasilero (Lymburner, 2008, p. 76).

Otro de los temas de interés de A Plebe, y que se constituyó en epicentro de la cultura de izquierda, fue el llamado a la unión solidaria de las clases explotadas. La resistencia pasaba por la capacidad de unión. En julio de 1917, por ejemplo, se hicieran llamados para poner “manos a la obra” en la constitución de organizaciones obreras:

A lição foi dura, por isso o operariado não quer deixar de a aproveitar. A sua desunião impediu que puedessem fazer valer, positivamente, os seus direitos,

Estão, por isso, surgindo as sociedades de resistência. [...] O operariado verificou que se estivesse unido, baldados seram os esforços da burquezia para o vencer. Trata, portanto, de se preparar para a proxima refrega.

Muito bem! Que não se detenha. Mãos á obra. Reunam-se já e já, para que a borrasca não os apanhe navamente desprevenidos.11

Así mismo, la búsqueda de libertad, otro componente cultural, estuvo mediada, de acuerdo con A Plebe, por el reconocimiento de las clases populares como iguales. Y a su vez, dicho reconocimiento rayaba con el orgullo de pertenencia. En 1919 el periódico reprodujo un texto en el cual se exalta el orgullo de los líderes e intelectuales de saberse iguales a los sectores populares, lo que de algún modo representaba el odio que se sentía hacia las élites políticas del país. El texto, escrito por Everardo Días, otro reconocido líder de la época, decía: “Póde ser que jusguem isto uma fraqueza, sinto orgulho de saber que os meus descendentes foram escravos e servos; que poliram e desgastaram com seus rudes corpos nús as pedras das masmorras e que morreram ás centenas nas [?] e nas guilhotinas”.12

El orgullo de identidad se encontraba mediado por la fortaleza que ofrecía el trabajo y la lucha por la libertad. Los intelectuales intentaron encadenar la lucha al devenir histórico de los sectores populares.

As correntes que prenderam seus pés, os garfos que lhes desagarraram as carnes, os instrumentos de supplicio onde terminaram a vida, formam os quarteis do meu escudo; assim como formam o meu brazão os suspiros que a angustia arrancou dos seus peitos, os gritos de salva que a dór lhes produziu, o sangue que derramaram no martyrio...

Quantos obstáculos vencidos, quantos sacrifícios suportados, quantas existências consumidas na luta pela liberdade e o direito!... Quantos heróes obscuros afferecendo-se em holocausto para que hoje possamos erguer altivos a face e olhar de igual para igual a todos!

Por isso desprezo o degenerado plebeu que renega a sus origem.13

De esta forma, A Plebe encarnó las ideas que progresivamente esculpieron las causas de los trabajadores paulistas, así como una cultura radical de transformación social. Su objetivo era claro: “desenvolver a sua luta emancipadora [...] com um programa de desassombrado combate a todos os elementos de opressão que sujeitam ao povo”.14

Ignacio Torres Giraldo y el periódico La Humanidad

Ignacio Torres Giraldo (1893-1968) inició su carrera como líder obrero en el marco de las luchas populares de los artesanos y trabajadores del sur de Colombia. Torres nació en el departamento de Quindío en Colombia, el 5 de mayo de 1893. Hijo de una familia humilde, siendo aún joven se vinculó al oficio de sastre con el objetivo de tener mayor autonomía y tiempo para el estudio. Lector asiduo, Torres se convirtió, de manera autodidacta, en un intelectual de su medio. Pedía libros prestados de la única biblioteca de Pereira, donde vivió su infancia, y con gran esfuerzo aprendió a leer y escribir por su cuenta a los 16 años de edad. En 1904, por medio de una conferencia sobre socialismo de Estado pronunciada por el general Rafael Uribe Uribe - liberal radical de la época -, Torres Giraldo encontró información sobre el movimiento obrero internacional, y gracias a las conversaciones con otros jóvenes inconformes, las contradicciones sociales fueron revelándose más claras para él (Moreno, 2014).

En 1911, según el propio Torres, ya leía a algunos autores socialistas franceses e italianos y prestaba especial atención a ensayos argentinos y chilenos que “expresaban interés por los problemas sociales” (Torres, 2005, p. 6). De este modo, influenciado por el socialismo utópico, las lecturas de Tolstoi, la americanidad de Gabriela Mistral y las enseñanzas de Rodó, Torres llevó la idea de libertad, unión y resistencia a los oídos de los obreros y los sectores populares.

En el año de 1914 sus posicionamientos políticos e ideológicos tomaron un carácter más definido tras el estallido de la Primera Guerra Mundial y el asesinato del socialista francés Jean Jaurès. Para esta época ya podía ser considerado un socialista utópico (Torres, 2005, p. 7). Después de la Revolución Rusa de 1917 se sintió atraído, como muchos líderes obreros de la época en América Latina, por las hazañas del “pueblo bolchevique”, y en el marco de la difusión de la literatura socialista entre 1918 y 1919 leyó apasionadamente “El capital que abrevió Devill, El origen de la familia, la propiedad privada y Estado de Federico Engels y diversas obras de autores también notables” (Torres, 2005, p. 9).

Entre 1916 y 1917 creó y dirigió el periódico El Martillo. En 1918, ya totalmente atraído por las ideas de izquierda, participó en la creación del Directorio Socialista del Cauca y ayudó en la organización de periódico de la organización llamado La Ola Roja (Torres, 2005, p. 10). De este modo, Torres Giraldo entró en contacto con un sinnúmero de ideas que lo amarraron por el resto de su vida a la lectura y la escritura contestataria. En un raro ejercicio autobiográfico, Torres nos ofrece un panorama romántico de lo que fue su circulación por el mundo de las ideas, los textos, los periódicos y las luchas populares:

En 1919 y 20 escribí y publiqué, bajo seudónimo dos folletos de agitación de ideas: Prosas Libres y Gritos de Rebelión. En 1922 viajé de incógnito a Guayaquil, Ecuador, por insinuación de un grupo cooperativista llamado ‘solidarismo’, con cuyas luces ayudé a organizar algunas cooperativas en 1925, en Cali, y en Medellín una en 1927. En 1923 me radiqué en Cali, y por el término de cuatro años participé en la organización de varios sindicatos y en la preparación y dirección de diferentes huelgas. En 1925, en colaboración con Los Iguales - grupo promarxista creado en 1923 - fundé el periódico La Humanidad, que dirigí hasta 1928. En 1925 presidí, en Bogotá, el Segundo Congreso Nacional (La CON), de la cual se me eligió Primer Secretario General (Torres, 2005, p. 10-11).

Aunque el texto pueda carecer de objetividad, permite marcar la relación entre el intelectual y los medios de circulación y recepción de las ideas. Desde muy temprano Torres Giraldo se convirtió en un líder capaz de guiar las luchas de las masas populares desde la prefiguración de las ideas. Para lograr su objetivo asumió su papel de obrero ilustrado, a partir de la continua fundación y publicación de periódicos que hicieron posible la circulación de las nuevas ideas.

Uno de estos proyectos tuvo un valor importante debido a su mensaje, a los intelectuales que logró convocar y a la representación que hizo del Partido Socialista Revolucionario en la zona sur del país, especialmente entre los trabajadores del Ferrocarril del Pacifico. Este proyecto editorial fue La Humanidad. Fundado, como lo recuerda Torres, el 16 de mayo de 1925 en la ciudad de Cali. El periodico se constituyó en un espacio de recepción de las ideas que progresivamente configuró una contracultura popular (Archila, 1985, p. 26), perfilando la cosmovisión de los trabajadores del sur del país.

Esta contracultura se basó en el desarrollo de algunos temas que Torres Giraldo, y los colaboradores habituales del periódico, asumieron como fundamentales para las luchas de los sectores populares del país. Para establecer el papel que desempeñó este proyecto editorial en la conformación de una cultura de izquierda nacional, centraremos la mirada en cuatro temas fundamentales, y que tomó del estudio realizado por el historiador Mauricio Archila sobre dicha publicación (Archila, 1985, p. 23): 1) su confianza en la razón y en el progreso; 2) su lucha contra el alcoholismo, visto como el gran obstáculo para la emancipación del pueblo; 3) su concepción religiosa que oscilaba entre el rescate de un cristianismo “puro” y el establecimiento de formas de religión laica; 4) la defensa de un discurso ideológico pluralista que sustentó la necesidad de la independencia política de la clase obrera.

Al interior de estos temas centrales para el grupo de La Humanidad sobresale una concepción de razón y de ciencia, desde la cual se pretendía dotar de coherencia y sustento al discurso. De acuerdo con el profesor Archila, la concepción de ciencia que defendió La Humanidad asumió que ésta era una “construcción neutra de la humanidad” (Archila, 1985, p. 23). Por lo tanto, despojada de cualquier tipo de poder maniqueo por parte de las elites, para el grupo de intelectuales y obreros que hicieron posible el periódico, la ciencia “era una herramienta útil para el avance de la causa obrera” (Archila, 1985, p. 23). Fueron dos las maneras como Ignacio Torres Giraldo y su grupo utilizaron esta concepción de ciencia: por un lado, asumieron y reprodujeron en sus páginas una idea evolutiva del género humano que conducía hacia el socialismo de manera natural y científica. Por otro lado, la ciencia permitió dirigir los procesos formativos de los sectores populares. “Esta educación debía estar libre de todo fanatismo, profundizando en las ciencias exactas y en las sociales y con capacidad para transmitir las ideas socialistas” (Archila, 1985, p. 23).

En la misma línea, por las manos de Torres Giraldo pasaron y se concibieron textos que luchaban contra los vicios de los sectores populares. Pero, como recuerda Archila, la campaña contra el alcohol hecha a través de las páginas de La Humanidad no tuvo un sentido moral, como muchas otras, sino político. El obrero que bebía aguardiente era “un esclavo tributario del gobierno que lo explota” (Archila, 1985, p. 24). El obrero debía comprender que su vicio perpetuaba su explotación por medios económicos y políticos. Así, “la campaña contra el alcoholismo estaba dirigida, por tanto, no contra el alcohol en sí sino contra las bebidas embriagantes populares que eran las que más renta proporcionaban al Estado y las que contribuían a ‘adormecer’ al pueblo” (Archila, 1985, p. 26).

Como se puede desprender de este llamado, otra de las intenciones de Torres Giraldo fue la permanente guía de las masas hacia una senda racionalista de sus conductas. La formación del libre pensamiento de los trabajadores pasaba por la superación de la ignorancia. Y las ideas que hizo circular en el periódico, se afirmaron en frases como: “porque nunca es libre el hombre que no piensa15 (destaque mío). A esta idea de libertad por la ilustración, se sumó un imaginario de humanismo total, que pretendió superar las distinciones sociales y de clase, para ver a todos los hombres en la figura de una humanidad hermanada en la verdad de la lucha social. Al respecto, en el primer número de La Humanidad, la publicación se presentó como:

la tribuna libre para que denuncie el soldado, el policía y el agricultor la tiranía de los amos; es el verbo de la cólera hecha lenguas de fuego contra los traficantes de seres humanos; es la espada de la justicia suspensa sobre la garganta de los capataces […] es el libro de meditación para los trabajadores obcecados en el error y enfermos en la pasión de la política. Este periódico tendrá una digna altivez, y un respeto profundo por la verdad.16

Salta a la vista la imagen de “libro de meditación” que utiliza el intelectual para referirse al nuevo periódico. La lectura, desde los primeros días de circulación del periódico, fue presentada como un ejercicio que permitiría racionalizar las actuaciones políticas de los sectores populares, por medio de la validación de una visión de mundo que se asumió como verdadera.

La tercera característica que sobresale de la cosmovisión que puso en circulación esta publicación fue “la continuidad del ‘cristianismo puro’ y el socialismo” (Archila, 1985, p. 27). El núcleo de La Humanidad, liderado por Torres Giraldo, mostró “el socialismo enraizado en las mejores tradiciones occidentales y cristianas” (p. 27). Fenómeno que obedeció a la necesidad estratégica, de no alejar a sus posibles lectores al defender posiciones radicalmente anticlericales, por lo menos en el discurso. Los textos que La Humanidad hizo circular entre los trabajadores del sur del país utilizaban el lenguaje religioso para acercarse a las masas (p. 27).

Finalmente, sobresalió la movilidad de ideas que defendían la independencia política de los sectores populares. Ya desde 1916, con la fundación del Partido Obrero, los trabajadores comprendieron que reclamar alguna independencia de los partidos políticos tradicionales era una necesidad. De hecho, en términos de la constitución del campo de la izquierda colombiana, estos primeros actos de autonomía fueron importantes para reclamar, en términos simbólicos, la existencia de un campo de la izquierda nacional relativamente autónomo.

En esta línea, la idea de independencia o autonomía política defendida por Torres Giraldo y su publicación se basó en la exigencia por aplicar el “ejercicio real de la democracia por el pueblo” (Archila, 1985, p. 29). Más allá de la constitución de un tercer partido que se alejara de los intereses del conservatismo y del liberalismo, la idea inicial fue proponer la soberanía popular bajo el ejercicio democrático, abriendo una perspectiva plural de la participación política de los sectores históricamente marginados. Esta exigencia de autonomía recurrió a la configuración de un nuevo discurso que, a partir del racionalismo evolucionista, presentó a los partidos políticos como estamentos llamados a desaparecer, para darle paso, vía evolución natural, a la “integración étnica de la humanidad”.17

Por otro lado, así como la figura de Leuenroth en el periódico A Plebe hizo posible la convergencia de otros intelectuales que a partir de su capacidad de articulación y contacto con las ideas influenciaron las formas de recepción y circulación de las mismas, en La Humanidad, en torno a la figura de Torres Giraldo, convergieron diálogos y encuentros con otros intelectuales que alimentaron las páginas del periódico. Es el caso del militante griego Evaristo Priftis, quien antes de arribar a suelo colombiano, había pasado por Argentina, Chile, Bolivia, Perú y Ecuador (Archila, 1985, p. 33), y el médico e intelectual colombiano Neftali Arce.18

Por medio de las acciones y textos del griego Priftis, que Torres Giraldo pudo reproducir en La Humanidad, el intelectual colombiano afianzó algunas ideas que se potenciaron en las páginas de la publicación. Se arraigó la imagen del intelectual evangelizador, por vía de la circulación. Se hizo evidente el sentido de novedad de las ideas que llegaban en las noticias del extranjero y por las voces de los propios viajeros. Se fortaleció la idea de la evolución organizativa por medio de la aplicación de la doctrina, entendida esta última como un espíritu de cuerpo encarnado en las experiencias, aún borrosas, de la Unión Soviética. Se presentó la libertad como un reino ideal, al cual, irremediablemente, la humanidad llegaría.

La imagen del intelectual evangelizador estuvo representada por la movilidad de los sujetos, en este caso la imagen del griego Priftis caminando por medio mundo, y medio Colombia, pregonando sus ideas. Al interior de la comunidad de interpretación de la izquierda local, la imagen del intelectual como propagador de las ideas y guía se arraigó a tal grado que, de algún modo, todos participaron en la creación de asociaciones obreras, dieron conferencias y fundaron periódicos. La misma historia de Torres Giraldo es una muestra de esta forma de recepción y circulación de las ideas que puso en el epicentro al intelectual comprometido.

Esta imagen de intelectual evangelizador también condicionó la percepción de educación que construyeron los mismos líderes e intelectuales de izquierda. Al respecto, en 1925, al interior del periódico se advirtió a los oradores o expositores de la clase obrera que no podían usar las formas de oratoria política tradicional. “deben seguir a Aristóteles, sobre todo en su primera clasificación, es decir, en el género demostrativo19 (destaque mío). Esta advertencia se justificaba porque “las masas necesitan las formas y las palabras más claras y sencillas”.20

A esta imagen autoconstituida del intelectual evangelizador, se sumó la novedad e irrevocabilidad de las ideas que decían empezar a defender. En La Humanidad se reprodujo el argumento de que Colombia era un lugar propicio para la recepción, interpretación y práctica de las ideas de izquierda: “La explotación del hombre por el hombre es universal. Es por eso que en todo el mundo los trabajadores se yerguen, se levantan, protestan y tratan de romper las enmohecidas y odiosas cadenas del capitalismo”.21

Otra idea que se reafirmó por medio de la circulación y recepción de visiones foráneas, que hizo posible el proyecto de La Humanidad, fue la evolución que deberían tener las organizaciones obreras en el país. Idea que fue poco debatida por la intelectualidad local antes de 1926. Para los intelectuales que participaron en La Humanidad, y para el mismo Torres Giraldo, las nuevas organizaciones debían ser “realmente doctrinarias, ideológicas y revolucionarias”. Las antiguas sociedades obreras, mutualistas, políticas, socialistas pálidas, ya no tienen razón de ser”.22

Así, como era de esperarse, para 1925, la doctrina como fundamento organizativo de los sectores obreros y populares le abrió paso a las teorías marxistas. Además, en el mismo texto que citaré a continuación, el articulista de La Humanidad, Evaristo Priftis, presentó un interesante cuadro de lo que significó la circulación y recepción de las ideas de izquierda en el país, durante la década del veinte del siglo XX.

Felizmente la doctrina de Carlos Marx y Federico Engels, defendida y sostenida por Nicolás Lenin en Europa tiene dignos y heroicos defensores capaces de orientar activamente a los trabajadores [?] Campesinos de este país […].

No hace un año [1925] que empezó la evolución radical del obrerismo en Colombia y sin embargo, en tan corto tiempo las ideas libertarias se han transformado por completo; y hoy [nos] es satisfactorio y grato al contemplar el avance de la lucha obrera en esta tierra no muy propicia para la semilla de la reivindicación proletaria, por causa del retrógrado jesuitismo y de la intrigante [?] política.23

De la misma forma como la actividad intelectual de Torres Giraldo permitió la recepción de las ideas que movilizó el griego Priftis en las páginas de La Humanidad, las ideas de izquierda también fueron recibidas por medio de textos y conferencias del intelectual Neftali Arce.

La figura de Arce en la recepción de las ideas de izquierda es importante debido a que su imagen permite señalar la ruptura de algunos intelectuales con su condición de clase. Si bien, líderes como Torres Giraldo provenían de sectores populares, y adquirieron su conocimiento a partir de un ejercicio autodidáctico, al iniciar su actividad como obreros ilustrados Torres entró en contacto con algunos intelectuales que provenían de la burguesía local.24 En ese caso su posibilidad de movilización y lectura fue mucho más amplia y rica. Este tipo de intelectual contó con una aceptación especial entre la masa, que los veía como “iluminados” por dar la espalda a su clase y asumir la voz de los sectores populares.25

Debido a esta ruptura de clase, la relación que el director de La Humanidad entabló con estos intelectuales fue decisiva para orientar las posibilidades divulgativas de la publicación. Los horizontes fueron más amplios, y las ideas expuestas dieron cuenta de una multiplicidad de experiencias. De esta manera, el 1 de Mayo de 1925, en medio de la euforia de la celebración del Día del Trabajo, y mientras se ponía la primera piedra de lo que sería la Casa del Pueblo en Cali, Neftalí Arce e Ignacio Torres Giraldo, dejaron ir su verbo para explicar lo que entendían por organización y revolución social. En el discurso se pueden encontrar diversas ideas que determinaron cierta madurez en la constitución y recepción de las ideas. En este caso, las palabras de los intelectuales no acudieron a la utilización formal del discurso cristiano, lo que puede significar el grado de militancia de los trabajadores que los escuchaban. Por el contrario, desplegaron una retórica que sin miedo habló de la revolución a la luz de los acontecimientos de Rusia. Al respecto dijeron:

Pensad en este día glorioso en Rusia. Un gran pueblo sacudió allá sus cadenas. Conducido por un poderoso partido obrero destruyó el antiguo régimen. Ninguna dificultad lo ha detenido. No ha retrocedido ante ningún peligro ni ante ningún sacrificio. Sus Soviets obreros y campesinos tienen el poder […] Pensad en Rusia! En la Unión de la Repúblicas Soviéticas, ejemplo y modelo histórico de las futuras Repúblicas del trabajo. En este Primero de Mayo, los proletarios y comunistas de los países deben pensar en Rusia que es hoy día el polo de atracción, el imán hacia el cual se dirigen de instinto los oprimidos de la tierra.26

Gracias al peregrinaje por Europa realizado por Arce, y a la posibilidad de acceder a literatura en otros idiomas, de hecho, Arce tradujo algunos textos reproducidos en la La Humanidad, el intelectual hablaba con propiedad de la Revolución de Octubre, y la presentó como una realidad tangible para los trabajadores colombianos. Así como hablaba de la Revolución Rusa como algo conocido, Arce llevó a las clases populares una definición de libertad que no acudió a imágenes retóricas abundantes. Arce planteó una pregunta fundamental ¿Qué es lo que constituye el fondo real y la condición positiva de la libertad?27 La respuesta fue arrolladora: “Es el desarrollo integral y el pleno goce de todas las facultades corporales, intelectuales y morales para cada uno”. Y continuaba: “Es por consiguiente, todos los medios necesarios a la existencia humana de cada uno; es, enseguida la educación y la instrucción. Un hombre que muere de inanición, que se encuentra aplastado por la miseria, que viendo sufrir a todos los que ama no puede ayudarlos, no es un hombre libre; es un esclavo”.28

Si bien en la persona de Arce fue visible un tipo de intelectual de izquierda comprometido con los sectores populares y por lo tanto su acción fue un medio de recepción de ideas por parte de las masas, el tipo de discurso más “racional” y concreto, como el que él utilizó, fue una excepción de la regla a la hora de dirigirse a los sectores populares.

Al leer las páginas de La Humanidad que sobrevivieron al paso del tiempo, es claro que la intencionalidad de Ignacio Torres Giraldo se centró en la constitución de un nodo informativo que le permitiera a los obreros enterarse de lo que estaba pasando en otros lugares del país y del mundo con su clase. De ahí que, aunque en su autobiografía y relatos Torres Giraldo dio cuenta del conocimiento de alguna literatura doctrinaria, de vertiente marxistas y anarquista, en el periódico se reprodujo poca de esta literatura. A lo largo de las páginas priman los poemas, las denuncias y las experiencias de otras organizaciones. La intención fue crear una cultura de izquierda basada en la dignificación que otorgaba el trabajo,29 y en la necesaria solidaridad de clases que les permitiría salir de su condición de explotados.

A Plebe y La Humanidad: una perspectiva comparada

Si bien, el tiempo que separa a los dos proyectos es amplio, sus objetivos en el escenario local son similares, y es desde allí en donde podemos estructurar el ejercicio de comparación. Como lo dije al iniciar el artículo, la cultura de izquierda emerge en el marco de una experiencia común a partir del reconocimiento y articulación de una identidad de resistencia al interior de los procesos de explotación local. En este sentido, los dos proyectos pretendieron articular un conjunto de ideas que hicieran posible organizar a los sectores populares, en torno a la idea de revolución social.

Como podemos ver, tanto A Plebe como La Humanidad, parten de la configuración imaginaria de un futuro revolucionario. Para esto hacen uso de un lenguaje que, si bien tiene pretensiones “objetivistas”, no se aleja de la experiencia religiosa de los sectores populares. Esto permite configurar lo que llamo un “intelectual evangelizador” que, por el contexto geográfico y socio demográfico, se hizo más evidente en Colombia.30 Esta idea se consolida con una intención educativa, propia de la cultura de izquierda, que se presentó, por lo menos durante este periodo, en diversos proyectos de izquierda de la región (Rivera, 2020; 2021; Escalante, 2021).

Con relación al proceso de constitución identitaria, hay un punto de divergencia en los proyectos, que tiene que ver con la manera como se va configurando el campo de la izquierda nacional. En Colombia, La Humanidad hace énfasis en la construcción de la identidad a partir de la búsqueda de independencia de los sectores populares, frente a los partidos políticos tradicionales, especialmente con el Partido Liberal. En cambio, A Plebe constituye su identidad a partir de las lecturas que hacen del anarquismo europeo, especialmente del italiano.

Por otro lado, la experiencia de formación de las masas, en los dos proyectos, pasó por lo que Enzo Traverso llama un poder mesiánico, capaz de cambiar la historia (Traverzo, 2022, p. 22). Una construcción del futuro revolucionario que hizo posible la cohesión de los sectores sociales a los cuales se dirigen. Esta visión de futuro, pasó por un análisis crítico de la realidad social; así como por la idea de la unión solidaria entre iguales.

Consideraciones finales: intelectuales, publicaciones populares y cultura de izquierda

A lo largo de la lectura y análisis de los periódicos A Plebe de São Paulo y La Humanidad de Cali, se pueden identificar algunos puntos de encuentro que delinearon el papel de los periódicos, y de los intelectuales que los hicieron posible, en la recepción y circulación de las ideas de izquierda tanto en Colombia como en Brasil. Este proceso, además, permitió la puesta en escena de las experiencias y luchas de los sectores populares. Así, los proyectos editoriales se constituyeron en espacios de formación contracultural, en los que los sectores populares encontraron las ideas que describen sus propias luchas cotidianas. En esta medida los periódicos fortalecieron una cultura de izquierda basada en la resistencia, en la confianza en la razón, en el uso de un lenguaje místico capaz de traducir las luchas de los subalternos. Una cultura impregnada de un discurso ideológico plural que desconoció las fronteras doctrinarias, que promovió la lucha por la autonomía basada en la construcción identitaria, así como la idea de un futuro mejor.

En este proceso sobresalió el papel de la educación racional y libre como elemento fundamental para la selección y búsqueda de los textos que debían aparecer en los periódicos. Tanto para Leuenroth como para Torres Giraldo, los textos que publicaron e hicieron circular debían tener un sentido educativo basado en la racionalidad. Por otro lado, la lectura de teorías “maduras” del campo de la izquierda se presentó, en ambos casos, a partir de los diálogos intelectuales en una red amplia de circulación tanto en Europa como en América Latina. De este modo, los proyectos editoriales se configuraron en espacios de convergencia de las ideas, a partir del cual constituyeron importantes comunidades de interpretación.

Las lecturas ofrecidas por los periódicos y seleccionadas por los intelectuales, permiten dar cuenta de las características de los contextos sociales y de los lectores de dichas publicaciones. En A Plebe las lecturas se caracterizaron por contar con un sentido más teórico, era común encontrar en sus páginas textos de Jaurès, de Malatesta, de Lenin etc. Por el contrario, en La Humanidad se privilegió la publicación de textos de autores como Víctor Hugo, Gabriela Mistral, entre otros poetas y ensayistas. Finalmente, la constitución de una identidad popular basada en el orgullo de pertenencia a una clase que era explotada y carecía de los medios de producción. En esta vía los dos periódicos incentivaron dicha identidad. Sin embargo, lo hicieron por canales diferentes. En A Plebe la identidad se constituyó desde la lucha solidaria, el reconocimiento como clase trabajadora y la dignidad implícita en el trabajo como productor del progreso social. Si bien en La Humanidad también se expuso este principio de identidad, su vehículo fue la exaltación de los elementos tradicionales propios de la cultura popular, que alejaba a los sectores populares de las elites locales, además de hacerlos únicos.

Referencias

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  • TRAVERSO Enzo. Revolución: una historia intelectual Buenos Aires: Fondo de Cultura Económica, 2022.
  • VASCO, Neno. A concepção anarquista do sindicalismo Porto: Afrontamento, 1984.
  • 1
    Por ideas de izquierda, asumimos aquellas ideas que delinearon las fronteras del campo de la izquierda en las primeras décadas del siglo XX, y que fueron vehiculadas por las revistas, conferencias, pasquines, escuelas, de los movimientos obreros y populares. Desde esta perspectiva, ideas como la igualdad, la libertad, la fraternidad, la lucha de clases y la revolución, fueron centrales en el discurso de los militantes comunistas, socialistas y anarquistas de este periodo, y son estas ideas las que definimos como ideas de izquierda, en el proceso de apropiación que estamos describiendo.
  • 2
    Rumo à revolução social. A Plebe, São Paulo, 9 jul. 1917.
  • 3
    Vasco llegó por primera vez al Brasil a la edad de 8 años con su padre y su madrastra. Algunos años después regresó a Portugal para culminar su formación académica. Después de obtener el título de abogado en la Universidad de Coimbra, lugar donde además dio sus primeros pasos en la militancia libertaria, a finales de 1901 retornó a Brasil en donde experimentó una década de ardua militancia y promoción de las ideas de izquierda que cultivó progresivamente. Debido a su relación con los inmigrantes italianos en São Paulo, Vasco entró en contacto cercano con la obra de Errico Malatesta y se alineó con sus concepciones sobre la organización obrera. A partir de un despliegue teórico que tuvo sus polos prácticos tanto en las experiencias brasileras como portuguesas, Vasco escribió, justo antes de morir, A concepção anarquista do sindicalismo. De acuerdo con Edgar Rodrigues, este texto fue uno de los más importantes libros anarquistas escritos en portugués en la época. Cf.: Rodrigues, Ramos y Samis (2003, p. 15).
  • 4
    Después de algunos años de rebeldía y lucha libertaria, Damiani llegó a Brasil en 1897, y regresó a Italia, tras ser expulsado en 1919. Tras su regreso a Italia Damiani se convirtió en el compañero de ruta de Errico Malatesta al colaborar y dirigir el periódico Umanita Nova. Durante los 22 años que permaneció en Brasil Damiani perfeccionó sus armas en el periodismo y la literatura anarquistas. Damiani llegó a Brasil como exiliado debido a la represión italiana contra los anarquistas. En Italia, estando preso conoció a Oreste Ristori, otro italiano que posteriormente llegaría a territorio brasilero y fundaría algunos periódicos libertarios de trascendental importancia. Estos encuentros cotidianos, sumergidos en las lógicas de la clandestinidad o la cárcel, y que posteriormente van a fructificar en los círculos libertarios de Brasil, permiten rastrear una particularidad inherente a la recepción de las ideas de izquierda. Las conexiones, los círculos y las lecturas se presentaron bajo el manto de la resistencia. Las solidaridades ideológicas llevaron a que los sujetos se reencontraran en un contexto completamente nuevo, pero amparado bajo las mismas ideas. Esto es lo que se puede deducir de ese grupo de intelectuales italianos que contribuyen al arraigo de las ideas anarquistas en suelo brasilero. Cf: Felici (2010) y Arnoni (1999, p. 39-55).
  • 5
    Pela concentração dos partidos proletários. A Plebe, São Paulo, n. 6, 29 mar. 1919.
  • 6
    Pela concentração dos partidos proletários. A Plebe, São Paulo, n. 6, 29 mar. 1919.
  • 7
    Como masón y militante anarquista, Mota fundó, en 1901, el periódico A Lanterna con un claro sentido anticlerical. Sin embargo, la crítica siempre fue más allá de los abusos de poder de la Iglesia. El Estado y la sociedad burguesa de inicios de siglo, también fueron objetivo de crítica constante por parte de esta publicación. Su pluralidad temática posibilitó que el periódico fuera leído por una amplia gama de la población, que veía en A Lanterna una opción de información crítica con la cual no contaban. En el camino que llevó al surgimiento de A Plebe, como continuación de A Lanterna, el periódico se convirtió en un espacio de convergencia y afinidad política desde el cual se impulsó la solidaridad y la lucha por la libertad de los individuos. La figura de Mota permite articular el ejercicio de la crítica a las condiciones existentes en la época, con la pretensión de divulgación de las ideas y formación, presente en las acciones de los intelectuales de izquierda.
  • 8
    A Plebe, São Paulo, fase 1, ano 1, n. 6, 21 jul. 1917.
  • 9
    A Plebe, São Paulo, fase 1, ano 1, n. 6, 21 jul. 1917.
  • 10
    Obras que os operários devem lêr. A Plebe, São Paulo, fase 1, ano 1, n. 18, p. 4, 21 oct. 1917.
  • 11
    Mãos à obra. A Plebe, São Paulo, p. 1, 21 jul. 1917.
  • 12
    A Plebe, São Paulo, p. 1, 29 mayo 1919.
  • 13
    A Plebe, São Paulo, p. 1, 29 mar. 1919.
  • 14
    A Plebe, São Paulo, p. 1, 9 jun. 1917.
  • 15
    En la brecha. La Humanidad, Cali, n. 1, 16 mayo 1925.
  • 16
    En la brecha. La Humanidad, Cali, n. 1, 16 mayo 1925.
  • 17
    Los partidos políticos. La Humanidad, Cali, 23 mayo 1925.
  • 18
    Arce fue un joven médico que estudió en París donde conoció las ideas de izquierda, especialmente las de Marx, además de conocer, de primera mano, de los acontecimientos revolucionarios que se vivían en Europa.
  • 19
    La educación de la clase II. La Humanidad, Cali, 5 jun. 1926.
  • 20
    La educación de la clase II. La Humanidad, Cali, 5 jun. 1926.
  • 21
    Evolución obrera. La Humanidad, Cali, p. 1, 23 mayo 1925.
  • 22
    Evolución obrera. La Humanidad, Cali, p. 1, 23 mayo 1925.
  • 23
    Evolución obrera. La Humanidad, Cali, p. 2, 23 mayo 1925.
  • 24
    Es el caso de líderes como Maria Cano, Luis Tejada, Tomás Uribe Márquez y Neftali Arce.
  • 25
    En 1925, el mismo Arce se presentaba como el sujeto menos indicado para asumir la vocería de los sectores populares, debido a que no podía presentar sus manos encallecidas frente a los obreros que lo escuchaban. Sin embargo, decía Arce, “bien sabéis camaradas que desde hace muchos años he desertado de la clase a que pertenezco por nacimiento, es decir, la burguesía, para engrosar las filas de los defensores de los desheredados de la fortuna, de los débiles, de los oprimidos y en general de todos los explotados” Cf: La Humanidad, Cali, p. 3, 6 jun. 1925.
  • 26
    La Humanidad, Cali, p. 3, 6 jun. 1925.
  • 27
    La Humanidad, Cali, p. 3, 6 jun. 1925.
  • 28
    La Humanidad, Cali, p. 3, 6 jun. 1925.
  • 29
    ¿Qué es el obrero?. La Humanidad, Cali, 10 oct. 1925.
  • 30
    Aquí estoy pensando en las giras políticas que realizaron los líderes del Partido Socialista Revolucionario recorriendo el río Magdalena (Moreno, 2021).

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    02 Mayo 2025
  • Fecha del número
    2025

Histórico

  • Recibido
    26 Mar 2024
  • Acepto
    26 Ago 2024
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