RESUMEN
Este artículo estudia el proceso de renovación del Instituto de Anatomía General y Embriología (IAGyE) de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires, entre fines de la década de 1930 y mediados de la década de 1940. El trabajo se concentra en la creación de condiciones propicias para el desarrollo de actividades científicas en Argentina y su cristalización en prácticas científicas articuladas con especialidades científicas de referencia. Se considera especialmente el papel de la Fundación Rockefeller y su articulación con los proyectos institucionales del fisiólogo argentino Bernardo Houssay. Asimismo, el artículo atiende a las condiciones que clausuraron este proceso de renovación y evalúa algunos efectos de largo plazo que tuvo esta experiencia. Con este fin, como fuentes documentales se utilizan principalmente intercambios epistolares entre científicos y funcionarios de la Fundación Rockefeller, disponibles en la Casa Museo Bernardo Houssay, y documentos elaborados por funcionarios de la Fundación Rockefeller, disponibles en Rockefeller Archives Center.
Palabras clave:
Fundación Rockefeller; Bernardo Houssay; fomento científico; investigación biomédica; filantropía
ABSTRACT
This article examines the renewal of the University of Buenos Aires School of Medical Sciences’ Institute of General Anatomy and Embryology from the late 1930s to the mid-1940s. It contributes to the sociological and historical literature on the institutionalization and professionalization of sciences, addressing the conditions that facilitated the pursuit of scientific research and the formation of internationally relevant specialties in Argentina. The article emphasizes the role of the Rockefeller Foundation in relation to physiologist Bernardo Houssay’s institutional initiatives, and it analyzes the circumstances that brought this process to a close and some of its long-term effects. The article draws primarily on correspondence between scientists and Rockefeller Foundation officials held at the Casa Museo Bernardo Houssay and documents by Rockefeller Foundation officials held at the Rockefeller Archives Center.
Keywords:
The Rockefeller Foundation; Bernardo Houssay; Scientific Promotion; Biomedical Research; Philanthropy
RESUMO
Este artigo estuda o processo de renovação do Instituto de Anatomia Geral e Embriologia da Faculdade de Ciências Médicas da Universidade de Buenos Aires, entre finais da década de 1930 e meados da década de 1940. O trabalho foca na criação de condições propícias ao desenvolvimento de atividades científicas na Argentina e na sua cristalização em práticas científicas articuladas com especialidades científicas de referência. É dada especial atenção ao papel da Fundação Rockefeller e à sua articulação com os projetos institucionais do fisiologista Bernardo Houssay. O artigo também analisa as condições que levaram ao fim desse processo e avalia alguns dos efeitos a longo prazo dessa experiência. Para tal, as fontes documentais utilizadas são principalmente trocas epistolares entre cientistas e funcionários da Fundação Rockefeller, disponíveis na Casa Museo Bernardo Houssay, e documentos preparados por funcionários da Fundação Rockefeller, disponíveis no Rockefeller Archives Center.
Palavras-chave:
Fundação Rockefeller; Bernardo Houssay; investigação biomédica; promoção científica; filantropia
Como ha sido ampliamente estudiado, la Fundación Rockefeller (FR) tuvo una intensa actividad filantrópica en América Latina durante la primera mitad del siglo XX; entre otras, con importantes iniciativas centradas en la salud pública y la investigación científica en el área biomédica, que incluyeron el financiamiento a establecimientos, el otorgamiento de becas para estudios en el exterior, el auspicio de campañas sanitarias destinadas a combatir enfermedades infecciosas (fiebre amarilla, anquilostomiasis, malaria) y el impulso otorgado a la creación de instituciones sanitarias y la formación de su personal, principalmente escuelas de salud pública y enfermería (Abel, 1995; Birn, 2000; Cueto, 1990; 1994; Löwy, 2001; Ramacciotti, 2017; Stepan, 2011). A partir de la década de 1930, un pilar central de esta labor fue la promoción de actividades científicas, especialmente en el área de fisiología, de conformidad con ideales organizacionales que primaban en los establecimientos mainstream de los Estados Unidos, en donde la ciencia era ejercida como profesión (con dedicaciones de tiempo completo), existía una masa crítica de investigadores y se contaba con una cantidad apropiada de recursos para tareas de investigación y docencia (Cueto, 1990; 1994). En la Argentina, por fuera de casos excepcionales que interesaban a la FR, como el establecimiento de una Sección de Virus en el Instituto Bacteriológico Nacional, estas acciones se articularon centralmente con los esfuerzos del fisiólogo Bernardo Houssay para consolidar la investigación biomédica y transformar la enseñanza de la medicina1.
Este trabajo analiza un aspecto particular de la actividad desplegada por la FR en este terreno, con foco en un caso hasta ahora no estudiado. Se trata del apoyo otorgado, entre fines de la década de 1930 y la primera mitad de la década siguiente, al Instituto de Anatomía General y Embriología (IAGyE) de la Facultad de Ciencias Médicas de la Universidad de Buenos Aires (FCM-UBA), ámbito que Houssay consideraba propicio para el desarrollo laboral de Eduardo de Robertis, un joven médico en cuya carrera depositaba grandes expectativas2. En esos años, la FR concedió becas a algunos de sus integrantes y un subsidio que permitió costear salarios y adquirir equipamiento, insumos y bibliografía para la investigación. En el curso de unos pocos años, con la presencia de cuatro jóvenes investigadores formados en centros internacionales de prestigio (Eduardo de Robertis, Wiktor Nowinski, Josel Szepsenwol y Eugenia Sacerdote de Lustig), en el IAGyE comenzó a generarse una dinámica de trabajo orientada a incidir significativamente, mediante contribuciones originales, en los dominios de la embriología, la histología y la citología, que finalmente se truncó por la situación política del país. Como un interés lateral al eje principal del artículo, el hecho de que tres de esos investigadores fueran becarios de la FR durante la década de 1930 permite mostrar otra faceta de este organismo y la manera en que operaba, con funcionarios que asesoraban y eventualmente asistían a los becarios durante sus carreras posteriores, especialmente en momentos de turbulencia política, en los que su continuidad laboral se veía afectada.
El trabajo dialoga con dos áreas de estudio y las articula. Por un lado, las investigaciones sobre las iniciativas de la FR en la Argentina - como parte de su actividad en América Latina -, específicamente en cuanto a la promoción de la investigación científica (Cueto, 1990; 1994; Ramacciotti, 2017). En ese plano, el caso aporta evidencia sobre los intereses que orientaban su accionar, las relaciones establecidas por la FR con sus contrapartes locales, los criterios que utilizaba para seleccionar los proyectos en los que se involucraba y las exigencias que imponía para la asignación y el uso de los recursos que facilitaba. Por otro lado, los estudios centrados en la conformación de un ámbito de investigación biomédica en la Argentina entre fines del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX (Buch, 2006; Buschini, 2012; 2016; Prego, 1998; Rieznik, 2017; Zabala, 2010; Zabala; Rojas, 2024). Bajo esta perspectiva, se muestra aquí la conexión entre los desarrollos analizados y los proyectos de Houssay y su grupo para fortalecer la investigación científica y el uso que hicieron en este contexto de las oportunidades ofrecidas por la FR. El principal argumento del artículo, en relación con estos antecedentes, es que este caso ilustra la convergencia entre las iniciativas de Houssay y la FR, ocasionada en gran medida por concepciones compartidas sobre la necesidad de fomentar la actividad científica de conformidad con modelos organizacionales que implicaban la existencia de institutos adecuadamente equipados y cargos con dedicaciones de tiempo completo para investigadores formados que trabajaban cotidianamente junto a investigadores en formación con el propósito de realizar contribuciones originales en especialidades transnacionales de referencia.
El análisis se sostiene sobre un conjunto amplio y heterogéneo de fuentes documentales, que incluye intercambios epistolares entre Houssay, miembros del IAGyE y funcionarios de la FR; diarios de Lewis Hackett, funcionario de la FR en Buenos Aires durante la década de 1940; fichas personales de tres becarios de la FR que trabajaron en el IAGyE (Eduardo de Robertis, Wiktor Nowinski y Josel Szepsenwol), conservadas en el Archivo de la FR; y, por último, artículos científicos con resultados de investigaciones elaboradas en el IAGyE. Estos documentos permiten realizar una reconstrucción contrastada de acontecimientos y procesos, analizar la formulación de proyectos y la contemplación de alternativas en contextos de incertidumbre y observar las evaluaciones de los becarios realizadas por funcionarios de la FR y científicos con los que se formaron, claves en las decisiones sobre sus carreras.
Bernardo Houssay, la FR y la expansión de la ciencia como proyecto compartido
A comienzos de la década de 1940, como muestra un importante cuerpo de literatura, existía en el ámbito médico argentino un entramado de establecimientos e investigadores de magnitud considerable, cuyo origen se remontaba aproximadamente a medio siglo atrás. Inicialmente, entre la última década del siglo XIX y la primera década del siglo XX, se crearon laboratorios en universidades y oficinas estatales, donde científicos extranjeros o profesores argentinos con estadías en el exterior incorporaron prácticas experimentales, para la enseñanza de la medicina o con fines sanitarios (por ejemplo, la producción de vacunas y sueros). En ese marco, algunos estudiantes formaron vocaciones científicas y lograron luego transformarlas en carreras laborales, a medida que se crearon institutos dentro de la estructura universitaria y otras dependencias estatales, durante las décadas de 1910, 1920 y 1930. Entre los establecimientos creados, se destacan los institutos de fisiología en distintas universidades (Buenos Aires, Córdoba, Rosario), el Instituto de Medicina Experimental (FCM-UBA), la Misión de Estudios de Patología Regional Argentina (FCM-UBA), el Instituto Bacteriológico Nacional (Departamento de Higiene/Ministerio del Interior) y el Instituto Nacional de la Nutrición (Ministerio de Relaciones Exteriores) (Buch, 2006; Buschini, 2012; 2016; Cueto, 1994; Prego, 1998; Zabala, 2010).
A pesar de estos desarrollos, la actividad científica distaba de encontrarse plenamente establecida. No todos los establecimientos estaban adecuadamente equipados (en cuanto a instrumentos, insumos, personal y bibliografía), escaseaban las dedicaciones de tiempo completo para profesores e investigadores, los salarios eran inadecuados y no existía un flujo regular de financiamiento para la investigación ni criterios precisos e impersonales mediante los cuales acceder a fondos, contaba sobre todo la capacidad de los directores para gestionar recursos ante políticos, funcionarios y empresarios. Junto con esto, no todos los actores que participaban en este espacio tenían concepciones compartidas a propósito de la ciencia y cómo debía organizarse ni participaban de proyectos conjuntos para fomentar su expansión.
Dentro de este escenario heterogéneo, luego de ser designado Profesor Titular de la Cátedra de Fisiología de la FCM-UBA y Director del Instituto anexo en 1919, Bernardo Houssay se erigió como líder de un grupo que buscó consolidar la actividad científica dentro de las facultades de medicina del país y transformar la enseñanza de esta profesión, adoptando un enfoque experimental que sustituyera las exposiciones descriptivas (Buch, 2006; Cueto, 1994). Junto con esto, mediante vínculos con científicos de otras disciplinas, fue uno de los principales voceros de un movimiento que reclamó la conformación de un sistema público y/o privado de apoyo a la ciencia (Hurtado de Mendoza, 2010; Feld, 2015).
En escritos publicados entre las décadas de 1920 y 1940, Houssay delineó concepciones precisas sobre la investigación, el lugar que debía ocupar en la universidad y dependencias estatales, la situación en que se encontraba el país y las medidas que debían adoptarse. En este marco, destacó que los principales problemas a subsanar eran la escasez de cargos con dedicaciones de tiempo completo y el equipamiento inadecuado de los institutos, abogando por el establecimiento de un flujo regular de financiamiento mediante subsidios. Además, atribuyó un carácter estratégico a la formación de nuevas generaciones de investigadores, indicando la necesidad de contar con becas y destacando especialmente la importancia de las estadías formativas en el exterior, sobre cuyas características fue muy explícito. Sostuvo que estos viajes debían tener una duración de un año (excepcionalmente, dos) y realizarse en laboratorios de investigadores reconocidos con tiempo para destinarlo a la formación del becario, cuestionando una práctica habitual en el país por la cual se realizaban visitas cortas a muchos laboratorios, sin que se adquiriese realmente una formación de científico. Asimismo, afirmó que los becarios debían contar con el respaldo de un profesor o director de laboratorio, quien respondiera por sus condiciones y garantizara un cargo con dedicación exclusiva a su regreso. Por último, enunció los atributos ideales de un científico, al que tildaba de patriota - aunque ponderaba el carácter internacional de la ciencia, defendía su importancia por el papel que tenía en el avance de los países -, señalando que debía dedicarse con exclusividad a esta actividad, buscar financiamiento para dotar a los institutos con instrumentos, insumos y personal, conformar grupos de investigación y formar discípulos, participar regularmente en reuniones de sociedades científicas y articular las investigaciones locales con aquellas desarrolladas en las, así consideradas por Houssay, naciones más adelantadas (Houssay, 1989a; 1989b).
Junto con la defensa pública de estas concepciones y el desarrollo de una carrera laboral consecuente - materializada en investigaciones que adquirieron reconocimiento internacional y la formación de nuevas generaciones de investigadores -, Houssay llevó adelante acciones concretas para plasmar sus ideas. En primer lugar, consiguió ubicar a sus discípulos como profesores titulares en cátedras estratégicas de las universidades de Rosario (Juan Lewis, Fisiología; Enrique Hug, Farmacología) y Córdoba (Oscar Orías, Fisiología), ampliando de esa forma el área de influencia del grupo (Buch, 2006; Cueto, 1994). Según fue analizado en detalle (Buch, 2006), estos logros implicaron notables esfuerzos pues los criterios con que los miembros de este grupo se juzgaban superiores a sus competidores, los de la ciencia moderna y la capacidad para realizar contribuciones disciplinares originales, no necesariamente eran compartidos por quienes asignaban los cargos. En segundo lugar, dio lugar en 1920 a la Sociedad Argentina de Biología (SAB), un espacio de pertenencia e intercambio en el que no sólo participaron miembros de su círculo más cercano sino también investigadores de disciplinas y especialidades cercanas. Con reuniones mensuales y una revista en que se publicaban los trabajos presentados, la SAB dio mayor amplitud a la concepción de una práctica científica metodológicamente rigurosa y enfocada en problemas de investigación acotados (Buch, 2006; Cueto, 1994). Por último, acompañado por su grupo y científicos de otras disciplinas, Houssay tuvo un papel destacado en la creación, en 1933, de la Asociación Argentina para el Progreso de la Ciencia, una asociación civil que interpeló a las élites políticas y económicas para conseguir un sistema de apoyo a la ciencia, mediante el establecimiento de becas y subsidios. Como parte de esta tarea, consiguió en 1937 la sanción de una ley que aseguraba financiamiento regular para sus propósitos. Asimismo, específicamente en relación con el área médica, canalizó la ayuda privada realizada por algunas empresas y fundaciones, como por ejemplo Millet y Roux, Grego y Sauberán (Feld, 2015; Hurtado de Mendoza, 2010; Lida, 2024).
Con los antecedentes reseñados como plataforma, Houssay inició a mediados de la década de 1920 una relación con la FR, que se volvió especialmente sólida a lo largo de las décadas de 1930 y 1940. La FR, creada en 1913 bajo ideales humanitarios amplios, fomentó desde sus inicios proyectos educativos, científicos y sanitarios en diferentes partes del mundo. Hacia la década de 1920, se involucró con mayor fuerza en la promoción de la ciencia a nivel global, mediante subsidios y un programa de becas que creció con el tiempo, enfocándose en la década de 1930 en el desarrollo de ciertas disciplinas y especialidades, la fisiología y la citología entre ellas (Kohler, 1991; Weindling, 2000). En América Latina, en dominios cercanos a una preocupación por la salud pública, los primeros esfuerzos de la FR se concentraron principalmente en campañas sanitarias para erradicar enfermedades infecciosas. Hacia la década de 1940, afirma Cueto (1990), se produjo un desplazamiento que implicó un mayor interés por promover ciertas áreas de la investigación biomédica (especialmente la fisiología) y transformar la enseñanza de la medicina, mediante becas formativas y subsidios a establecimientos. La relación entre la FR y Houssay, que aconteció en este marco con carácter pionero, tuvo sus primeras manifestaciones a mediados de los años veinte y se afianzó a lo largo de la década de 1930, mediante el otorgamiento de subsidios al instituto que dirigía y becas para estadías formativas en el exterior, en las que Houssay fue cada vez más importante como asesor de la fundación y articulador de la relación entre ésta y los beneficiarios de sus becas.
Los vínculos entre Houssay y la FR estuvieron mediados especialmente por las relaciones con dos de sus funcionarios. Por un lado, Robert Lambert, de la División de Ciencias Médicas. Aunque realizó una visita a la Argentina en 1940, sus contactos se dieron especialmente a partir de intercambios epistolares. Por otro lado, con Lewis Hackett, el funcionario a cargo de la División para el Río de la Plata y la Región Andina (una subdivisión de la División Internacional de Salud), creada en 1941 con sede en Buenos Aires (Cueto, 1990; Ramacciotti, 2017). Hackett llegó al país en 1940 y permaneció hasta 1949, involucrándose activamente en los proyectos de la fundación vinculados con la salud pública y la investigación biomédica, entre ellos los que tuvieron como eje al IAGyE.
Formación científica, becas internacionales y migraciones forzadas en la renovación del IAGyE
En 1922, como parte de la creación de diversos institutos en la FCM-UBA, se inauguró el IAGyE, anexo a la Cátedra de Histología y Anatomía Patológica. En 1933, asumió la dirección el médico Pedro Rojas, especializado en el área de histología. Aunque no era del círculo íntimo de Houssay, mantenía buenas relaciones, asistía a las reuniones de la SAB (llegó a ejercer como vicepresidente) y era parte de los profesores que promovían la investigación dentro de la FCM-UBA. Entre fines de la década de 1930 y comienzos de la década siguiente, arribaron al IAGyE cuatro jóvenes científicos que se habían formado en laboratorios prestigiosos, tres de ellos con becas de la FR. En pocos años, consolidaron allí un ámbito propicio para el desarrollo de prácticas científicas, con problemas y técnicas de investigación plenamente articulados con los de la histología, la citología y la embriología de la época. En parte, estos desarrollos resultaron de un proyecto declarado, vinculado a los esfuerzos realizados por Houssay para fortalecer la investigación científica y transformar la enseñanza de la medicina, marco en el cual impulsó la carrera de Eduardo de Robertis con apoyo de la FR. Al mismo tiempo, tuvieron una cuota de azar, puesto que la incorporación de Josel Szepsenwol, Wiktor Nowinski y Eugenia Sacerdote de Lustig, tres investigadores judíos que llegaron al país escapando del nazismo y el fascismo italiano, no obedeció a la intención explícita de reclutarlos.
El primero de los investigadores en unirse al IAGyE fue Szepsenwol. Nacido en Polonia en 1903, obtuvo en 1931 el título de médico en la Universidad de Ginebra y comenzó a trabajar allí en el Instituto de Anatomía, alcanzando en 1934 el cargo de Jefe de Trabajos. Ese año, obtuvo una beca de la FR para formarse en los Estados Unidos, en donde se especializaría en neuroanatomía y embriología del sistema nervioso, con la promesa de mantener su cargo una vez concluida la beca, un requisito que la FR consideraba indispensable para conceder el financiamiento. La estadía de Szepsenwol aconteció entre septiembre de 1935 y septiembre de 1936, mayormente en el Laboratorio de Zoología de la Universidad de Yale, dirigido por el histólogo y embriólogo Ross Harrison, reconocido por sus trabajos sobre el sistema nervioso y por la invención, en 1907, de la técnica de cultivo de tejidos in vitro, que en la década de 1930 era empleada en pocos dominios (principalmente, embriología e histología) y conservaba un fuerte carácter artesanal, motivo por el cual su aprendizaje requería contactos directos en algunos de los laboratorios que la dominaban3. Además de perfeccionarse en el empleo de esta técnica - su estadía incluyó visitas cortas a laboratorios donde trabajaban algunos de los referentes en su uso, como Alexis Carrel y Warren Lewis -, Szepsenwol realizó investigaciones sobre causalidad en el proceso de diferenciación de las células nerviosas y sobre el crecimiento de las fibras nerviosas. Junto con esto, efectuó experimentos sobre trasplantes heterotópicos en embriones de anfibios (extremidades y ojos). Sobre ambos temas, publicó artículos. El viaje de Szepsenwol, desde el punto de vista de la opinión que generó entre funcionarios de la FR y los científicos con los que trabajó, referidas a sus aptitudes y actitudes, no fue enteramente satisfactorio. Fue considerado un investigador competente pero no destacado y su temperamento fue criticado. Estas evaluaciones no impidieron, en su retorno a Bruselas, que la FR otorgase al Instituto de Anatomía un subsidio con el que adquirir un equipo de absorción de rayos ultravioleta, necesario para sus investigaciones sobre microdisección del tejido nervioso en embriones. Pronto, sin embargo, su carrera allí se truncó por el creciente antisemitismo en Europa, que motivó la rescisión de su contrato en 1937. En ese momento, decidió emigrar hacia la Argentina, sin la certeza de un cargo. Tras arribar, estableció contactos con Rojas, quien le ofreció trabajo como asistente en el IAGyE, con el objetivo de que estableciera allí una sección destinada al cultivo de tejidos in vitro, prácticamente desconocida en el medio local4.
Durante el transcurso del año 1941, con Szepsenwol trabajando en el IAGyE, llegaron De Robertis, Nowinski y Sacerdote de Lustig. De Robertis, nacido en Buenos Aires en 1913, se graduó como médico de la FCM-UBA en 1939. Como estudiante, fue durante años asistente en la cátedra de Rojas, donde impartió clases para grupos reducidos y realizó un intenso trabajo de lectura sobre la asignatura. Tras recibirse, obtuvo la beca “Bartolomé Devoto”, de la Academia Nacional de Medicina de Buenos Aires, para estudiar en la Universidad de Chicago junto al profesor William Bloom, en el área de citología experimental. Debido a que el dinero acordado no permitía una estadía de un año, Houssay activó sus relaciones con funcionarios de la FR para acceder a una beca con la que completar ese plazo. Aunque esto era contrario a los parámetros usuales de la entidad, la beca fue concedida mediante una justificación especial, asociada al lugar estratégico que Houssay asignaba al viaje formativo de De Robertis: fue presentado como el primero de una serie de jóvenes que serían enviados a los Estados Unidos para reforzar la investigación en histología y transformar la enseñanza de esta asignatura, incorporando un enfoque experimental como el que primaba en los Estados Unidos y a la FR le interesaba promover5. De Robertis pasó la mayor parte de su estadía en el laboratorio de Bloom, con investigaciones histológicas y citológicas sobre las glándulas endócrinas (especialmente, tiroides y paratiroides), además de familiarizarse con numerosas técnicas de investigación, especialmente el método de congelamiento y desecación de Altmann-Gersh, elaborado por el segundo poco antes (1932) con base en desarrollos del primero. Por el interés que le generó esta técnica y su posible uso en investigación y docencia al regreso, solicitó con éxito a los funcionarios de la FR trabajar un tiempo junto a Gersh, en su laboratorio de Johns Hopkins. Durante su viaje, que duró un poco más de lo esperado (su beca fue prorrogada por cuatro meses), De Robertis publicó diversos artículos en revistas académicas estadounidenses y cosechó opiniones muy elogiosas entre los científicos con los que se formó y los funcionarios de la FR. Antes de su regreso a la Argentina, nuevamente con intervención de Houssay, la FR aprobó un subsidio para la FCM-UBA, destinado a la adquisición de un aparato de desecación de tejidos congelados, que permitiría a De Robertis introducir esta técnica en el país e incorporarla a la docencia y la investigación sobre diferentes órganos y glándulas. De Robertis llegó a la Argentina en marzo de 1941, para establecerse en el IAGyE al inicio del ciclo lectivo6.
Wiktor Nowinski se estableció en el IAGyE poco después de que llegara De Robertis, en junio. Nacido en Polonia en 1903, cursó estudios de biología en la Universidad de Berna, Suiza, donde se doctoró en 1933. Al año siguiente, trabajando allí como asistente en el Instituto de Zoología, accedió a una beca de la FR para estudiar en el Instituto de Bioquímica de la Universidad de Cambridge, Inglaterra, bajo la dirección de Joseph Needham y Conrad Hal Waddington - quienes en ese momento daban forma a la embriología química -, proponiendo como tema de trabajo la purificación de los principios químicos activos en el centro organizador de los anfibios. A su regreso, contaba con la promesa de un cargo como asistente en el Departamento de Biología General en el Instituto Nencki, de Polonia, donde eventualmente podría acceder al puesto de Director en el Departamento de Morfología Experimental. La estadía de Nowinski tuvo lugar entre enero de 1935 y abril de 1936 - por un pedido especial de Needham, quien evaluó muy favorablemente sus cualidades como investigador y publicó un artículo junto a él, se extendió cuatro meses más de lo previsto -, tiempo en el que realizó trabajos de fraccionamiento químico necesarios para las indagaciones sobre inducción que llevaban a cabo sus tutores, visitó diversos laboratorios, publicó artículos científicos y participó en reuniones de sociedades científicas de bioquímica, fisiología y biología. De vuelta en Polonia, accedió a su cargo en el Instituto Nencki pero, debido a la creciente inestabilidad fruto de la situación política, comenzó a contemplar otras opciones. Por un lado, en los primeros meses de 1939 regresó por cuatro meses a Cambridge para doctorarse en bioquímica junto a Needham. Por otro lado, consideró posibilidades laborales en Holanda, Estados Unidos y Turquía, ninguna de las cuales se concretó. Finalmente, con la invasión nazi a Polonia, se produjo su salida precipitada y un largo derrotero que concluyó en la Argentina aproximadamente dos años más tarde, a fines de mayo de 1941. Aquí, como Szepsenwol antes, se acercó al IAGyE - en su caso, recomendado por la FR y con el antecedente de haber trabajado junto a Needham - y Rojas lo invitó a incorporarse, aunque sin la posibilidad de conseguir un cargo rentado hasta marzo de 19427.
Por último, se estableció Eugenia Sacerdote de Lustig. Nacida en Italia en 1910, estudió medicina en la Universidad de Turín durante la década de 1930. Desde su segundo año como estudiante, ingresó al laboratorio del reconocido histólogo Giuseppe Levi, especializado en el estudio del sistema nervioso. Allí, además de realizar diversos trabajos sobre el sistema nervioso en embriones (algunos junto a su prima Rita Levi, ganadora del Premio Nobel en 1986), en 1936 presentó la tesis doctoral Culture dei tessuti a funzione mecanica e trofica, adoptando el uso del cultivo de tejidos para el que fue entrenada por Hertha Meyer, una asistente de laboratorio alemana que llegó al laboratorio de Levi escapando del nazismo y dominaba esta técnica por su trabajo junto al médico danés Albert Fischer, formado por Carrel. En 1938, con la sanción de las leyes raciales en Italia, Sacerdote de Lustig emigró hacia la Argentina junto a su marido, quien consiguió un traslado por parte de la firma Pirelli, en la que trabajaba. Tras un breve paso por Brasil, en 1941 se acercó a la FCM-UBA y se le permitió desempeñarse como asistente de Szepsenwol en el IAGyE, aunque sin cargo rentado ni retribución económica alguna (Buschini, 2010).
A mediados de 1941, por tanto, trabajaban en el IAGyE cuatro jóvenes científicos formados junto a científicos de renombre internacional en las áreas de embriología, histología y citología (Bloom, Gersh, Needham, Waddington, Harrison, Levi). Sin embargo, esto no implica que existieran las condiciones necesarias para la realización de actividades científicas conectadas con los desarrollos internacionales en especialidades afines. Por el contrario, los cargos eran inestables y el IAGyE distaba de encontrarse adecuadamente equipado, en términos de instrumentos, insumos, personal asistente y recursos bibliográficos.
Instrumental científico, dedicaciones de tiempo completo y la generación de una nueva dinámica de trabajo en el IAGyE
Con los procesos referidos en curso, el 7 de julio de 1941 falleció Pedro Rojas. Aunque su muerte no fue inesperada, pues padecía un cáncer de pulmón en estado avanzado, la forma en que se definían los nombramientos en la FCM-UBA generó incertidumbres entre quienes cifraban allí expectativas laborales y lo consideraban un espacio apropiado para fortalecer la investigación biomédica y renovar la enseñanza de la medicina. De Robertis no contaba con la edad ni los antecedentes suficientes para acceder al cargo de Profesor Titular y un sucesor inconveniente podía dar marcha atrás con los procesos en curso. Finalmente, la persona designada fue Manuel Varela, por muchos años asistente de Rojas. Aunque era un exponente típico del plante docente que predominaba en la FCM-UBA - dedicación parcial a la docencia, realización ocasional de investigaciones (en su caso, sobre histología de la sangre) y ejercicio privado de la profesión como eje principal de su actividad - y no tenía interés en el cargo, asumió el compromiso de ejercerlo hasta tanto De Robertis estuviera en condiciones de sucederlo. De igual modo, tampoco fue fácil asegurar la designación de De Robertis como Director de Laboratorio, cargo que dejaba vacante Varela. Para ello, Houssay se involucró activamente, solicitando cartas con opiniones favorables a los funcionarios de la FR y los científicos con los que había trabajado en los Estados Unidos8.
A partir de ese momento, Varela y De Robertis, asistidos por Houssay, dieron curso a una serie de gestiones para mejorar las condiciones del IAGyE. El primer asunto que debieron resolver concernía a Nowinski, cuya presencia interesaba mucho a De Robertis puesto que no había otro investigador en la Argentina capacitado como él en embriología química, dominio complementario al de sus investigaciones9. Rojas había invitado a Nowinski sin contar con la posibilidad inmediata de un salario ni recursos con los que proveerle los instrumentos e insumos necesarios para sus investigaciones. La precariedad era tal, en ese sentido, que ni siquiera la bibliografía sobre embriología disponible en el instituto era adecuada. Frente a este estado de cosas, considerando que Nowinski había sido becario de la FR, desde el IAGyE contactaron a Hackett para conseguir por esa vía los fondos necesarios. Desde entonces, Hackett se involucró activamente en la situación del IAGyE, oficiando como mediador de la relación con la FR, con participación de Lambert y Houssay. Este último, en su carácter de asesor de la FR, manifestó a Hackett la conveniencia de prestar asistencia a ese establecimiento pues era uno de los espacios dentro de la FCM-UBA en los que investigadores con dedicaciones de tiempo completo trabajaban sobre temas médicos relevantes10. Asimismo, desde entonces Hackett se preocupó especialmente por la situación de Nowinski en la Argentina, actuando permanentemente como asesor y, en la medida de sus posibilidades, interviniendo en su favor en algunos de los problemas que enfrentó.
La primera medida adoptada por la FR fue otorgar un subsidio de emergencia que permitiera costear el salario de Nowinski hasta marzo de 1942, cuando sería incluido en el presupuesto de la universidad. Según información aportada por Weindling (2000), esto ocurrió en el marco del programa especial para “académicos depuestos”, creado en esos años por la FR para ayudar a científicos obligados a emigrar a causa del avance de los fascismos europeos. Asimismo, otorgó un subsidio al IAGyE que permitiría adquirir instrumentos, insumos y bibliografía que Nowinski necesitaba. Al mismo tiempo en que se gestionaron estos recursos, por intermedio del cardiólogo Alberto Taquini, la Fundación Grego, recién creada, otorgó un subsidio importante al IAGyE, destinado exclusivamente al salario de Nowinski a partir de 1942 y aquello que necesitara para sus investigaciones. Por esta razón, los fondos de la FR fueron utilizados finalmente para reforzar las secciones dirigidas por De Robertis y Szepsenwol.
De esa manera, a partir de 1942, además de los fondos que otorgaba la universidad y partidas excepcionales para salarios votadas por el Congreso de la Nación, el IAGyE dispuso de dos subsidios, uno de la FR y otro de la Fundación Grego - que ambas fundaciones reforzaron en diferentes momentos hasta 1946 -, con los que se adquirieron instrumentos, insumos y se costeó el salario de dos técnicos de laboratorio. Así, el establecimiento fue equipado con un instrumental que incluía un aparato de desecación de tejidos congelados, un aparato de histoespectrografía de absorción, un equipo de microcinematografía para el registro de investigaciones realizadas con cultivos de tejidos in vitro, un microscopio de marca alemana Zeiss, una balanza de precisión y un colorímetro. Junto con esto, se podían adquirir insumos y servicios, como la cinta y el revelado que necesitaba Szepsenwol para sus filmaciones o los químicos que utilizaba Nowinski en sus experimentos. Junto con esto, a mitad de año se produjo una mudanza que mejoró notablemente las condiciones edilicias. Hasta ese momento, el IAGyE ocupaba una casa alquilada, muy deteriorada. Desde entonces, hasta tanto se produjera el traslado definitivo al nuevo edificio que construía la FCM-UBA, se instaló en los pabellones correspondientes al antiguo Instituto de Patología.
Se consolidaron, así, las tres áreas de investigación con que pasó a contar el instituto: histología y citología (a cargo de De Robertis), embriología química (dirigida por Nowinski) y tejido de cultivos (dirigida por Szepsenwol, con asistencia de Sacerdote de Lustig). Desde allí, cobraron forma las líneas de investigación desarrolladas por estos investigadores en esos años. Szepsenwol dio forma a dos líneas de investigación que continuaron los desarrollos iniciados en Europa y Estados Unidos. Por un lado, efectuó trabajos sobre trasplantes heterotópicos en anfibios (axolotl, rana). Por otro lado, indagaciones sobre las relaciones entre diferenciación estructural y actividad funcional de células nerviosas y musculares en embriones y pollos recién nacidos, mediante el empleo de la técnica de cultivo de tejidos in vitro. Los trabajos iniciales de Eugenia Sacerdote de Lustig continuaron esta línea, incorporando el análisis de sustancias que se suponía estaban involucradas en la diferenciación y el crecimiento (acetilcolina, eserina, adrenalina) y otras que lo inhibían (curare, extracto de ceibo, estricnina, veratrina). De Robertis continuó trabajos iniciados en Estados Unidos sobre citología e histología de las glándulas tiroides y paratiroides. La principal línea de trabajo que desarrolló Nowinski, en colaboración con José Pandra - un estudiante de medicina al que formó en bioquímica y entrenó como investigador -, se concentró en el esclarecimiento del mecanismo presente en la síntesis del ácido ascórbico y la identificación de la causa por la cual no es sintetizado en cobayos. Además del desarrollo de cada una de estas líneas, se generaron dinámicas de colaboración entre miembros del IAGyE y entre estos y algunos asistentes de Houssay, combinando sus diferentes capacidades. Así, Nowinski y De Robertis utilizaron la técnica de congelamiento y desecación para estudiar el metabolismo del tejido hepático en cobayos y analizaron la actividad proteolítica de la glándula tiroide normal y patológica; Sacerdote de Lustig y Pandra realizaron una indagación conjunta sobre variaciones en el contenido de ácido ascórbico en tejidos congelados y desecados; y, por último, De Robertis brindó asistencia a investigadores que se formaban entonces con Houssay, aplicando las técnicas que dominaba para sus estudios sobre diferentes glándulas y órganos. Los resultados de las investigaciones realizadas en estos años en el IAGyE, además de ser presentados regularmente en las reuniones de la SAB y publicados en su revista - que tenía una amplia circulación internacional -, aparecieron en revistas internacionales como Nature, Journal of Clinical Endocrinology, Journal of Endocrinology y American Journal of Anatomy, entre otras.
Cambios en la vida política nacional, clausura de la experiencia renovadora y dispersión de las trayectorias individuales
Al mismo tiempo que en el IAGyE se afirmaba una dinámica de trabajo orientada a la producción de conocimientos científicos originales, con proyección internacional en especialidades y áreas de investigación entonces muy innovadoras, transformaciones en la vida política del país erosionaban sus bases de sustentación. El ocaso del régimen liberal-conservador y el ascenso de fuerzas nacionalistas terminaron por clausurar esta experiencia, en el marco del encono manifestado por los elencos gobernantes surgidos del golpe militar de 1943 hacia científicos y académicos opositores que se expresaron públicamente en defensa de los valores democráticos y liberales, Houssay y sus grupos entre ellos. Aunque Varela, con aprobación de Houssay, mantuvo en ese momento su cargo con el propósito de proteger a quienes trabajaban como investigadores a tiempo completo en el IAGyE11, poco tiempo después, en 1946, fue desplazado con el pretexto de que se había apartado de la función docente por realizar actividades políticas12.
El primer síntoma de la nueva situación, e indicio de los tiempos por venir, fue la partida de Szepsenwol hacia los Estados Unidos en julio de 1943, preocupado por una posible deriva fascista en la Argentina. Allí, retomó contacto con Ross Harrison y J. S. Nicholas, investigadores de Yale con los que trabajó en su viaje formativo, quienes modificaron sus impresiones iniciales, resaltaron que había madurado como científico y elogiaron los trabajos que realizó en la Argentina. Asimismo, reanudó las relaciones con Lambert, que también cambió su parecer. Aunque continuó señalando que la personalidad de Szepsenwol constituía su principal debilidad - al extremo de considerar este punto cuidadosamente cuando debió recomendarlo para algún cargo -, terminó por considerarlo un investigador de primera categoría. Desde sus primeros momentos en los Estados Unidos, Lambert aconsejó a Szepsenwol, apaciguando sus expectativas con respecto a la posibilidad de obtener recursos de la FR y enfatizando la importancia de conseguir un cargo estable, aunque eso implicase trabajar en una universidad de menor jerarquía. Entre 1943 y 1955, su trayectoria laboral fue errática, alternando posiciones temporales en las que generó buenas impresiones por la calidad de su trabajo (beca de un año en Yale, 1943-1944; cargo como Profesor Asistente de Anatomía en la Universidad de Emory, 1948-1951) y períodos desempleado, llegando incluso a considerar el ejercicio privado de la profesión médica. En 1955, fue nombrado Profesor Asociado de Anatomía General en la Universidad de San Juan, de Puerto Rico, donde trabajó hasta su retiro. Durante todo este período, mantuvo relaciones con funcionarios de la FR, quienes, a pesar de rechazar sus pedidos de beca o financiamiento, no dejaron de brindarle asesoramiento y gestionar contactos13.
Al igual que Szepsenwol, Nowinski vivió cada vez con mayor preocupación el cambio en la política local, en su caso no tanto motivada por la advertencia de una posible deriva fascista como por las inseguridades asociadas a su continuidad laboral. De todas maneras, producto de una situación dinámica e incierta, en los diarios de Hackett quedan registros de sus oscilaciones con respecto a su continuidad en el IAGyE y la Argentina, con la propuesta a Hackett de diferentes proyectos (beca temporal a Estados Unidos, solicitud de financiamiento a la International Cancer Association) y la consideración de diferentes opciones de inserción laboral alternativas al IAGyE. A mediados de 1945, luego de que Varela fuera muy pesimista sobre sus posibilidades futuras - no había forma de incorporarlo a la universidad y eran remotas las probabilidades de renovar una vez más el subsidio de la Fundación Grego - y no manifestara interés en retenerlo, Nowinski tomó la decisión definitiva de abandonar el IAGyE. Al año siguiente, partió definitivamente de la Argentina cuando obtuvo un cargo como Investigador Asociado en la Universidad de Texas, de Galvestón, para trabajar junto a Charles Pomerat en su Laboratorio de Cultivo de Tejidos14. Tras su partida, Pandra, quien no encontraba una posición estable dentro de la universidad y ya no contaba con la posibilidad de acceder a nuevas becas, también abandonó el mundo académico y accedió a un cargo como investigador en el laboratorio de una firma farmacéutica.
A medida que avanzaba el clima hostil dentro de la FCM-UBA, cada vez resultó menos seguro que De Robertis pudiera suceder a Varela. Con esa incertidumbre como trasfondo, en 1946 partió hacia los Estados Unidos con una beca de la Fundación Guggenheim y el cargo de Research Associate en el Massachusetts Institute of Technology. Allí, se instaló en el laboratorio de Biofísica dirigido por Francis Schmitt, donde su carrera experimentó una transformación intelectual significativa a partir del empleo del microscopio electrónico, entonces novedoso, y la realización de investigaciones sobre el sistema nervioso a nivel ultraestructural, que luego continuó y le valieron amplio reconocimiento internacional. Allí, tras recibir la noticia de que Varela había sido desplazado de la dirección del IAGyE, presentó su renuncia al cargo que tenía como Jefe de Trabajos Prácticos, manifestando que no se encontraban dadas las condiciones para el ejercicio de la enseñanza y la investigación científica. No obstante, no abandonó inmediatamente su mayor esperanza, la de regresar al país una vez terminada su beca para crear un centro moderno de investigaciones científicas en citología y formar una escuela en ese dominio, aunque fue cauto al respecto dadas las condiciones políticas. En particular, contempló dos opciones. Por un lado, establecer una Sección de Citología en el Instituto de Medicina Experimental, por una invitación de su nuevo director, el Profesor Domingo Brachetto Brian. Por otro lado, dirigir un nuevo Instituto de Morfología Experimental para el cual Houssay buscaba fondos privados, al igual que había hecho previamente con el Instituto de Biología y Medicina Experimental (dirigido por él) y el Instituto de Investigaciones Bioquímicas Fundación Campomar (dirigido por Luis Leloir). Finalmente, ninguna de estas posibilidades se concretó. Por esta razón, en 1949 aceptó un cargo como investigador de tiempo completo en el Instituto de Investigaciones Biológicas, de Uruguay, para dirigir un nuevo departamento de ultraestructura celular. La FR, en ese marco, aprobó un subsidio de tres años, que permitiría entre otras cosas adquirir un microscopio electrónico. De Robertis permaneció allí durante siete años, hasta su regreso a la Argentina en 1957, en un nuevo contexto político, para asumir como Profesor Titular en la Cátedra de Histología y Embriología de la FCM-UBA y Director del IAGyE. En ese momento, de mucha renovación para la ciencia en la Argentina, la FR una vez más apoyó a De Robertis, con un subsidio que le permitiría instalar su nuevo laboratorio, equipado con un microscopio electrónico15.
Eugenia Sacerdote de Lustig, que fue nombrada asistente en 1943 tras la partida de Szepsenwol, fue la última en alejarse del IAGyE, también luego de renunciar por el desplazamiento de Varela. Poco después, se abrieron para ella nuevas oportunidades, entre las que repartió su tiempo con dedicaciones de tiempo parcial hasta fines de la década de 1950. Por un lado, luego de que se frustrara la posibilidad de contratar a De Robertis, Brachetto Brian la convocó en 1947 para montar una sección de cultivo de tejidos in vitro. Por otro lado, en 1950 ingresó a la Sección de Virus del Instituto Bacteriológico Nacional - establecida originalmente con fondos de la FR - luego de que Armando Parodi, su director, también le solicitara que instale allí una sección de cultivo de tejidos in vitro. En esos años, como resultado de avances que tuvieron lugar durante la Segunda Guerra Mundial y permitieron medios de cultivo menos proclives a la contaminación, la técnica de cultivo de tejidos in vitro comenzó a masificarse en la investigación biomédica, extendiéndose a dominios como la virología y la oncología experimental. En Buenos Aires, eran pocas las personas que la dominaban (si es que alguna, con la partida de Szepsenwol) y Sacerdote de Lustig aprovechó esa situación. Desde esos establecimientos y, años más tarde, la Facultad de Ciencias Exactas y Naturales de la Universidad de Buenos Aires, mediante la formación de investigadores, mayormente mujeres, y el dictado de cursos, el uso del cultivo de tejidos comenzó a expandirse por distintos establecimientos del país. A comienzos de la década de 1960, por una invitación de Houssay, Sacerdote de Lustig se postuló con éxito para ingresar como personal de carrera al recién creado Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas. Con ese cargo, trabajando exclusivamente en el Instituto de Oncología “Ángel Roffo” (ex Instituto de Medicina Experimental), continuó abocada a la investigación hasta la década de 1990 (Buschini, 2010).
Conclusiones
Este trabajo mostró cómo en el IAGyE, entre fines de la década de 1930 y la primera mitad de la década de 1940, comenzaban a generarse condiciones propicias para la realización de actividades científicas de conformidad con ideales organizacionales que entonces se encontraban muy difundidos en los Estados Unidos. En un lapso condensado, una serie de transformaciones que incluyeron cambios edilicios, incorporación de personal calificado, adquisición de equipamiento y un flujo regular de insumos permitieron indagaciones que apuntaron a incidir, mediante contribuciones originales, en especialidades de referencia (embriología, histología y citología), con técnicas de avanzada (cultivo de tejidos in vitro, método de desecamiento y congelado, histoespectrografía de absorción ultravioleta) y problemas de investigación entonces identificados pero no esclarecidos (diferenciación de las células nerviosas y automatismo muscular, síntesis del ácido ascórbico, mecanismo de activación de la glándula tiroide, entre otros).
Pese a la clausura repentina de esta experiencia y la dispersión de los investigadores que trabajaban en el IAGyE, al encuadrar estos procesos dentro de una perspectiva temporal amplia se reconocen efectos significativos para el desarrollo de la investigación biomédica en la Argentina, al menos de dos maneras. Por un lado, por la posterior organización de laboratorios que realizó Eugenia Sacerdote de Lustig y la gran cantidad de investigadores que formó. Todavía hoy, en establecimientos como el Instituto de Oncología “Ángel H. Roffo” y el Instituto Nacional de Microbiología “Carlos Malbrán”, trabajan científicos formados por Sacerdote de Lustig, sus discípulos o discípulos de sus discípulos. Por otro lado, por la actividad de Eduardo de Robertis al frente del IAGyE luego de 1957, con la adopción de la microscopía electrónica y el estudio del tejido nervioso a nivel ultraestructural, de gran impacto internacional, y la formación de nuevas generaciones de investigadores. De esta manera, importantes dominios de la ciencia biomédica argentina, especialmente en el área de la biología celular, mantienen en la actualidad hilos de continuidad con la experiencia analizada en este trabajo.
En términos de la perspectiva desde la que fueron analizados estos procesos, surge una conclusión principal, referida a la relación entre Houssay y la FR. Al respecto, al igual que lo señalado tempranamente por Cueto (1994), este caso muestra que la relación entablada por ambas partes no fue unilateral sino que una para la otra fueron piezas clave en la concreción de sus respectivos proyectos, que por otra parte eran coincidentes en cuanto al propósito común de expandir la investigación y transformar la enseñanza de la medicina. En este caso, Houssay, como asesor privilegiado de la FR, identificó a De Robertis y lo recomendó, además de indicar el establecimiento en que podría desarrollar su carrera una vez concluida la beca en el exterior, con un proyecto que implicaba el desarrollo de un área específica de investigación e impactaría en la renovación de la formación médica. La FR, por su parte, con su dinero, recomendaciones y contactos, contribuyó a la formación de De Robertis y su doble reinserción en la Argentina, aportando por esa vía al proyecto que tenía Houssay de expandir su influencia en las facultades de medicina de la Argentina.
Junto con lo anterior, una conclusión adicional de este trabajo refiere a la especial relación establecida entre la FR y sus becarios, mediada por la actividad de sus funcionarios, con un acompañamiento cercano a lo largo de todas sus carreras, especialmente en contextos políticos adversos. Es difícil imaginar cómo Nowinski, Szepsenwol y De Robertis hubieran podido desarrollar sus carreras sin la asistencia ofrecida por la FR, inicialmente a través de becas formativas y luego costeando parte de sus salarios, ofreciendo nuevas becas, financiando la adquisición de equipamiento o favoreciendo contactos para su incorporación a ciertos laboratorios en contextos de migraciones forzadas. Esta ayuda, por otra parte, nunca fue incondicional. Aunque dotados de amplia autonomía, los becarios de la FR debieron ajustarse a los criterios y requisitos que imponía la fundación, aun cuando esto fuera ocasionalmente en contra de sus aspiraciones. La FR financiaba carreras individuales pero siempre en el marco de su preocupación por desarrollar y expandir geográfica e institucionalmente áreas específicas de investigación científica.
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1
Estas iniciativas de Houssay, que luego serán analizadas en detalle, son concebidas en este artículo bajo el rótulo de activismo científico, que da cuenta del esfuerzo considerablemente sistemático y sostenido en el tiempo de este investigador para consolidar la ciencia como profesión en la Argentina.
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2
Los desarrollos del IAGyE sólo han recibido atención marginal como parte de trabajos sobre la trayectoria posterior de Eduardo de Robertis (Rieznik, 2022) y sobre los primeros años de Eugenia Sacerdote de Lustig en la Argentina (Buschini, 2010).
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3
Las referencias a la historia del cultivo de tejidos realizadas en este trabajo, por fuera de las que guardan relación específica con las trayectoria de los investigadores del IAGyE, provienen de Brauckmann (2006) y Landecker (2007).
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4
La información utilizada para reconstruir la trayectoria de Szepsenwol en esos años proviene de ROCKEFELLER ARCHIVE CENTER, Nueva York. Szepsenwol, (Dr.) Josel (Switzerland). Disponible en: https://dimes.rockarch.org/objects/5bC5hhiKCuYCy5XFE68Mnj. Acceso en: 10 ene. 2025.
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5
Sobre el interés de la FR en transformar la enseñanza de la medicina en América Latina, de acuerdo a la forma en que se hacía en los Estados Unidos, ver Cueto (1990).
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6
La reconstrucción de la trayectoria de De Robertis en este período y los proyectos conexos de Houssay fue realizada a partir de dos clases de fuentes documentales. Por un lado, ROCKEFELLER ARCHIVE CENTER, Nueva York. De Robertis, (Dr.) Eduardo (Argentina). Disponible en: https://dimes.rockarch.org/objects/kXHbSHX29hNkcFqtdCoYzH. Acceso en: 10 ene. 2025. Por otro lado, todos los intercambios epistolares conservados en el Archivo Digital del ARCHIVO CASA MUSEO BERNARDO HOUSSAY que mantuvieron, entre 1939 y 1941, Bernardo Houssay y Eduardo de Robertis, Bernardo Houssay y Robert Lambert, Bernardo Houssay e Isidore Gersh y Robert Lambert y Eduardo de Robertis. Disponible en: https://www.museohoussay.org.ar/. Acceso en: 10 ene. 2025.
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7
La reconstrucción de la trayectoria de Nowinski en este período y las condiciones en que se produjo su viaje hacia la Argentina, fue reconstruida con base en las siguientes fuentes documentales: ROCKEFELLER ARCHIVE CENTER, Nueva York. Nowinski, (Dr.) W.W. (Poland). Disponible en: https://dimes.rockarch.org/objects/MdFk8BprpN2R5sDgsjjMTB. Acceso en: 10 ene. 2025; ROCKEFELLER ARCHIVE CENTER, Nueva York. Officers' Diaries. Hackett, Lewis W. 1941. Disponible en: https://dimes.rockarch.org/objects/CcosBJHQZ7FyBGVeqhvP8D. Acceso en: 10 ene. 2025.
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8
ROCKEFELLER ARCHIVE CENTER, Nueva York. Nowinski, (Dr.) W.W. (Poland). Disponible en: https://dimes.rockarch.org/objects/MdFk8BprpN2R5sDgsjjMTB. Acceso en: 10 ene. 2025; ROCKEFELLER ARCHIVE CENTER, Nueva York. Officers' Diaries. Hackett, Lewis W. 1941. Disponible en: https://dimes.rockarch.org/objects/CcosBJHQZ7FyBGVeqhvP8D. Acceso en 10 ene. 2025.
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ROCKEFELLER ARCHIVE CENTER, Nueva York. Officers' Diaries. Hackett, Lewis W. 1941. Disponible en: https://dimes.rockarch.org/objects/CcosBJHQZ7FyBGVeqhvP8D. Acceso en 10 ene. 2025.
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10
ROCKEFELLER ARCHIVE CENTER, Nueva York. Officers' Diaries. Hackett, Lewis W. 1942. Disponible en: https://dimes.rockarch.org/objects/Wfnad6JefuKX3zwq4bqDfw. Acceso en: 10 ene. 2025.
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11
ROCKEFELLER ARCHIVE CENTER, Nueva York. Officers' Diaries. Hackett, Lewis W. 1943. Disponible en: https://dimes.rockarch.org/objects/PtmuwPu5dCfBBXrze4bUEJ. Acceso en: 10 ene. 2025.
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12
ARCHIVO CASA MUSEO BERNARDO HOUSSAY, Buenos Aires. E. De Robertis a R. Biot, ID 568, 7 dez. 1946. Disponible en: https://www.museohoussay.org.ar/carta/detalle/568. Acceso en: 10 ene. 2025.
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La forma en que se produjo la salida de Szepsenwol y su trayectoria posterior fue realizada a partir de ROCKEFELLER ARCHIVE CENTER, Nueva York. Szepsenwol, (Dr.) Josel (Switzerland). Disponible en: https://dimes.rockarch.org/objects/5bC5hhiKCuYCy5XFE68Mnj. Acceso en 10: ene. 2025.
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La forma en que se produjo la salida de Nowinski de Argentina y su trayectoria posterior fue reconstruida a partir de: ROCKEFELLER ARCHIVE CENTER, Nueva York. Officers' Diaries. Hackett, Lewis W. 1945. Disponible en: https://dimes.rockarch.org/objects/dcAFB77KNbnyow7pxQHJeT/view. Acceso en: 10 ene. 2025; ROCKEFELLER ARCHIVE CENTER, Nueva York. Nowinski, (Dr.) W.W. (Poland). Disponible en: https://dimes.rockarch.org/objects/MdFk8BprpN2R5sDgsjjMTB. Acceso en: 10 ene. 2025.
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15
La forma en que se produjo la salida de De Robertis de Argentina y su trayectoria posterior fue reconstruida a partir de dos clases de fuentes documentales. Por un lado, ROCKEFELLER ARCHIVE CENTER, Nueva York. De Robertis, (Dr.) Eduardo (Argentina). Disponible en: https://dimes.rockarch.org/objects/kXHbSHX29hNkcFqtdCoYzH. Acceso en: 10 ene. 2025. Por otro lado, todos los intercambios epistolares conservados en el Archivo Digital del ARCHIVO CASA MUSEO BERNARDO HOUSSAY que mantuvieron, entre 1946 y 1947, Bernardo Houssay y Eduardo de Robertis y Eduardo de Robertis y Raúl Biot. Disponible en: https://www.museohoussay.org.ar/. Acceso en: 10 ene. 2025. Sobre la actividad de De Robertis en el IAGyE luego de 1957, ver Rieznik (2022).
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Editoras responsables:
Karina Ramacciotti y Silvia Liebel
Fechas de Publicación
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Publicación en esta colección
05 Dic 2025 -
Fecha del número
2025
Histórico
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Recibido
16 Feb 2025 -
Acepto
20 Mayo 2025
