Acessibilidade / Reportar erro

La medicina verdadera y la curación espiritual en la literatura moralizante de fines de la Edad Media

True Medicine and Spiritual Healing in Late Medieval Moralising Literature

Resumen

Este artículo estudia el leitmotiv del Christus medicus en los textos literarios tardomedievales. En todos los casos, la presencia de un Cristo médico se evidencia a partir de ejemplos de términos médicos y religiosos; signos de Cristo como sanador de la humanidad y taumaturgo, y en el ámbito metafórico, donde Cristo es el auténtico médico. En estas páginas analizaremos la relación que se establece entre este leitmotiv de Cristo como médico y diversos fragmentos, a través de la meditación y la reflexión por medio de la palabra alegórica.

Palabras clave:
Leitmotiv del Cristo médico; literatura y salud; sermones

Abstract

This article studies the leitmotif of the Christus medicus in late medieval literary texts. In all cases, the presence of a Christ doctor is evidenced from examples of medical and religious terms; signs of Christ as a healer of humanity and thaumaturgist, and in the metaphorical realm, where Christ is the good doctor. In these pages, we will analyse the relationship established between this leitmotif of Christ as a doctor and various fragments, through meditation and reflection by means of the allegorical word.

Keywords:
Leitmotiv of the Medical Christ; Health and Literature; Sermons

Resumo

Este artigo estuda o leitmotiv do Christus medicus em textos literários medievais tardios. Em todos os casos, a presença de um Cristo médico é evidenciada por exemplos de termos médicos e religiosos; sinais de Cristo como curador da humanidade e taumaturgo, e no reino metafórico, onde Cristo é o bom médico. Nestas páginas, analisaremos a relação estabelecida entre este leitmotiv do Cristo médico e vários fragmentos, através da meditação e reflexão por meio da palavra alegórica.

Palavras-chave:
Leitmotiv do Cristo médico; literatura e saúde; sermões

La Medicina como disciplina científica y la presencia del médico en la literatura medieval estuvieron asociadas a un contexto ético y religioso, según el cual existía una relación directa entre la salud corporal y la armonía del alma. En un contexto de relaciones éticas, entre el enfermo y el médico, o de relaciones religiosas, entre el pecador y el predicador, el mismo método convergía en la praxis de su ejercicio: detectando los síntomas, buscando un diagnóstico y ofreciendo una terapia o remedio eficaz para la curación del pecador. Durante muchos siglos se consideró que el mal, en cualquiera de sus expresiones, era el resultado de la aplicación de un castigo divino a la humanidad, que debía operar una transformación hacia valores auténticos orientados al servicio de Dios.

En estas coordenadas, y como resultado de la simbiosis entre curanderos del cuerpo y evangelizadores en los siglos XIV y XV, las consecuencias devastadoras de la Peste Negra y las malas cosechas permitieron una convergencia de ideas sobre sanador del cuerpo y evangelizadores del alma.

Más allá de esta evidencia, y cuando la palabra adquiere significado de acuerdo con los destinatarios a quienes se dirige, con la intención de moralizar, el leitmotiv del Christus medicus toma mayor protagonismo, a partir de una relectura del Nuevo Testamento y de las obras de los santos Padres, especialmente las de San Agustín. La figura del buen doctor emerge en la tradición homilética y literaria, asociada a Dios como creador o a Jesucristo como sanador de la humanidad.

El leitmotiv de Christus medicus no se encuentra fácilmente en los textos primitivos o en las Escrituras, con la misma prominencia que opera en los discursos de los predicadores y en las obras literarias de los siglos XIV y XV. La presencia del doctor Cristo se puede concretar en tres áreas: similitudes recurrentes entre términos médicos y religiosos; signos de Cristo como sanador del pueblo, un taumaturgo, que se confirma a través de los milagros que ocurrieron; y el aspecto metafórico, según el cual Cristo es el buen doctor.

En los dos últimos aspectos anteriores, el poder sanador de Cristo se evidencia como actuando como un sanador adicional entre la gente en primer lugar; además, en el sentido metafórico en el que se centrarán estas páginas, es recurrente la imagen de un Cristo médico, que servirá de referente en textos posteriores en el contexto europeo. Es decir, se establece una relación analógica desde el punto de vista del lenguaje literario entre la figura de Cristo y su fuerza curativa, que se representa con la metáfora del médico que es capaz de curar a toda la humanidad.

Esta identificación de Cristo como un buen médico se convierte en un leitmotiv, tanto en los discursos de los predicadores de masas como en la literatura religiosa, moralizante y didáctica, especialmente la de los siglos XIV y XV; en particular, la recurrencia del motivo de Cristo como médico da cohesión a varios fragmentos de los sermones pronunciados en el ámbito europeo, siendo verificado el éxito entre el público que los escuchó, tanto los de Giordano da Pisa como los de San Vicente Ferrer. Este motivo también se repite y adquiere un tono bastante novedoso en numerosos pasajes de la Vita Christi de Isabel de Villena, ya que parte del objetivo de seguir el modelo de Cristo a través de la meditación y la reflexión. Así, se comparte el tema de un Cristo médico y sanador, y por tanto, el administrador de una religión “medicinal”, a partir de una lectura guiada del leitmotiv literario en las citadas obras.

Del médico profesional al médico espiritual

Debemos partir de la observación de que en tiempos anteriores a la venida de Cristo, el mal se explicaba como resultado de la lejanía y la ira de Dios, mientras que la profesión de los médicos estaba infravalorada (JEREMIES, 1977JEREMIES, Joachim. Jerusalén en tiempos de Jesús. Madrid: Cristiandad, 1977.), ya que eran descritos como ladrones y sospechosos. El descrédito del médico se explicaba según tres premisas: engañaban a los enfermos y los separaban de Dios, muchas vidas humanas dependían de su existencia y, en última instancia, descuidaban a los más pobres en beneficio de los más poderosos. Esta triple visión denigratoria de los médicos tiene sentido si tenemos en cuenta la idea de que la salud y la salvación humana vienen de Dios.

Tanto a partir de textos bíblicos como patrísticos, se afirma que la salud corporal y la armonía espiritual constituían elementos esenciales de la salud integral del ser humano. En este sentido, en los textos religiosos, hay muchas similitudes que se asocian a aspectos médicos y religiosos por parte de los predicadores; sobre todo, con especial énfasis en la descripción de los sacramentos, como la Confesión, el Bautismo y la Eucaristía, de los vicios en oposición a las virtudes, o del pecado, considerado como una enfermedad del alma.

Además, y desde la medicina de corpus hipocrático, la salud fue el resultado del equilibrio de los cuatro humores corporales (sangre, flema, bilis negra y bilis amarilla) a los que los curanderos añadieron los componentes que daban armonía al alma como elementos que configuran el equilibrio total (CIFUENTES, 2006CIFUENTES, Lluís. La ciència en català a l'Edat Mitjana i el Renaixement. Barcelona-Palma: Universitat de Barcelona; Universitat de les Illes Balears, 2006. (Collecció Blanquerna, v. 3).). El ser humano enfermo vive con dolor, con tendencia a buscar ayuda, por lo que para asegurar la curación es habitual recurrir a la práctica medicinal ejercida por Cristo, desde el lado simbólico de su palabra.

En el Antiguo Testamento hay ejemplos de la acción de Dios como médico en dos áreas intrínsecamente relacionadas. Por un lado, se manifiesta cómo Dios convirtió el agua amarga en agua pura y fresca en Mará, donde anuncia: «Yo soy Yahve, tu médico» (Ex 15, 26); es decir, concedió la medicina del agua de vida que garantizaba la salud de las personas, por lo que Él es el médico en ese pasaje que otorga vida y sustento. La verdadera curación, entonces, de los textos del Antiguo Testamento, tiene su origen sólo en Dios, no en el médico tradicional. Así, Job considera a los médicos como inventores de mentiras y los acusa de no curar (Jb 13: 4); La ceguera de Tobías no pudo ser curada por los médicos sino gracias a la intervención de Dios (Tb 2, 10). Además, se enfatiza la relación entre teología y medicina, por lo que la figura del doctor divino toma protagonismo en los eclesiásticos (38: 5-15) (FERRAGUD, 2014FERRAGUD, Carmel. Medicina i religió a la Baixa Edat Mitjana: rerefons mèdic de les pràctiques penitencials en els sermons de sant Vicent Ferrer. Scripta: Revista Internacional de Literatura i Cultura Medieval i Moderna, v. 3, p. 27-45, jun. 2014.).

Por otro lado, Dios también concede el castigo y se despierta su ira, y la muestra cuando se enferma, según el grado de culpa por las acciones cometidas por el ser humano. En este sentido, en la Edad Media, el origen de la enfermedad podía ser fisiológico, cosmológico (en la naturaleza), ontológico (en el ser) y teológico, debido a la pena asumida en la existencia humana (LAÍN, 1964LAÍN, Pedro. La relación médico-enfermo: historia y teoría. Madrid: Revista de Occidente, 1964., p. 161), que requería el poder curativo de Dios. Como resultado de esta intervención divina, es necesario comprender cómo se interpretaron a nivel social los orígenes de algunas patologías que llegaron a estigmatizar a la población, como la lepra, ya que los leprosos se consideraban impuros y se les marginaba de los servicios religiosos (Lv 13-14).

Esta mentalidad marca una actitud social de rechazo hacia los pacientes más graves o contagiosos. Sin embargo, con Cristo, esta visión cambia, ya que se encuentra entre los leprosos, y en general, entre todos los excluidos de la sociedad, a quienes infunde su misericordia; por lo tanto, los signos que Cristo muestra al mundo son el resultado de una acción curativa, sin ningún medio terapéutico o medicina, excepto por la fuerza transformadora de su palabra. Con estas acciones, el mal pierde su estatus divino, por lo que la vida, la salud y la salvación tienen éxito.

Hay que subrayar en este punto que, a pesar de ser consciente de su capacidad curativa, Cristo nunca se consideró médico, ni fue llamado nunca con este apelativo, a diferencia de lo que era habitual en otras formas, como «maestro», «rabino» y «profeta», aunque mostró que las numerosas curaciones llevadas a cabo con éxito eran signos evidentes de su función mesiánica y salvadora. Aparecen otras acciones asociadas a la idea de salvación, tales como: curar, sanar y salvar (Mt 5, 7; Mt 9, 25, etc.), que implican que la actividad de Cristo se basa no solo en la predicación, sino también en la curación, para otorgar salud y vida, como una superación del pecado. Es decir, la sanación es el complemento con el que la salvación se hace efectiva, términos que comparten una relación sinónima en los evangelios.

En cuanto a los nombres o atributos asignados a Cristo, cabe mencionar que el recurso a múltiples nombres es común en los textos bíblicos y patrísticos. De este origen bíblico, serán innumerables los nombres que las Escrituras otorgan a Cristo en sus cualidades, siempre expresadas a partir de sustantivos, de Pastor, Cordero o Adonai (el Señor), Vida, Luz y Verdad (Jn 14, 6).

En varios pasajes del Nuevo Testamento se hacen explícitos numerosos calificativos que se atribuyen a Cristo, términos que identifican la misión, así como la esencia divina y, al mismo tiempo, humana, además de su grandeza (REPGES, 1965REPGES, Walter. Para la historia de los nombres de Cristo: de la Patrística a fray Luis de León. Thesaurus: Boletín del Instituto Caro y Cuervo, v. 20, n. 2, p. 325-346, 1965.). Sin embargo, el atributo de «doctor» no se refiere explícitamente a Dios en los textos sagrados, sino a Cristo, hecho hombre y auténtico sanador (CURTIUS, 1951CURTIUS, Ernst Robert. Nomina Christi. Bembloux: Mélanges Joseph de Ghellinck, S.I., 1951.), manifestado no en esencia divina, sino en forma física. Entre los diversos nombres y atributos dedicados a Cristo, destaca el de “doctor”, ya que muestra una preocupación especial por la curación de los enfermos.

Los Padres de la Iglesia comentan las diversas escenas de curación llevadas a cabo por Cristo. Así, Orígenes establece una distinción entre los nombres asociados a la esencia, y los que están relacionados con la redención. Al primer grupo pertenecen nombres como: sabiduría, palabra, vida, verdad y justicia. En el segundo grupo, que tiene como objetivo salvar a los seres humanos y conducirlos a la perfección, destacan: pastor, salvador y vida (PG 14, 57-60). Además, San Jerónimo, en el comentario a Ezequiel (PL 25, 462) establece una enumeración de los nombres de Cristo, a quien considera un auténtico médico, un “Hipócrates del espíritu”.

San Jerónimo se refiere a Cristo como «magister medicorum», que sanó al mundo y consoló con su sabiduría (PL 23, 1069). Además, Pedro Lombardo (PL 192, 332) se refiere a Cristo como «magnus medicus», un conocedor de la verdadera medicina.

San Agustín (254-430), que ocupa el primer lugar entre los Padres de la Iglesia en términos de atribución de nombres de Cristo, distingue entre los nombres per proprietatem y per similitudinem (PL 35, 1839), es decir, nombres figurativos, por lo que enfatiza la importancia del Christus medicus; Cristo no es sólo un médico y un sabio, sino que en la curación, la humanidad se le ha aplicado (ARBESMANN, 1954ARBESMANN, Rudolph. El concepto de Christus medicus, Traditio, San Agustín, v. 10, n. 2, 1954.), y se ha convertido en médico y medicamento en un solo ser («medicus et medicamentum»), por lo que ha establecido una religión medicinal (HARNACK, 1892HARNACK, Adolf von. Medicinisches aus der altsen Kirchengeschichte. Leipzig: Hinrichs, 1892. ).

El Christus medicus en la literatura

Aunque en los textos sagrados, la figura de Cristo vino como un mensaje de salvación para la humanidad enferma a la que se prometió salud (HARNACK, 1892HARNACK, Adolf von. Medicinisches aus der altsen Kirchengeschichte. Leipzig: Hinrichs, 1892. , p. 125-132) a través de la presencia del leitmotiv de Christus medicus en los santos Padres, no se puede afirmar que en teología se haya dado especial importancia a esta figura en siglos posteriores (FICHTNER, 2010FICHTNER, Gerhard. Christus als Arzt. Ursprünge und Wirkungen eines Motivs. Frühmittelalterliche Studien Walter de Gruyter, 2010. 16 v.) desde un aspecto metafórico, que de hecho se ha evidenciado, sobre todo, en la tradición homilética y en la literatura de tono didáctico y moralizante; es decir, la aplicación del leitmotiv de Cristo como sanador es más recurrente cuando la palabra se dirige a las personas que sufren enfermedades y que están asustadas por la idea de la muerte.

Además, cabe señalar que este leitmotiv, así como la metáfora de la medicina espiritual, adquirió mayor protagonismo después del Concilio de Letrán IV (1215), por el cual se regularon las relaciones entre sacerdotes confesantes y pecadores enfermos. La metáfora se convierte entonces en un leitmotiv que implica la presencia de varias metáforas continuas en un proceso donde los confesores, predicadores y fieles asumen un papel, como médicos, cirujanos y pacientes, respectivamente; la terapia, la curación, los síntomas y el diagnóstico están representados metafóricamente en el proceso de curación espiritual (ZIEGLER, 1998ZIEGLER, Jean. Medicina y religión: el caso de Arnau de Vilanova. Oxford: Clarendon Press, 1998., p. 181).

Aunque la figura del Christus medicus aparece en los escritos de los santos Padres, a este motivo se le da más prominencia en la tradición homilética y en la literatura didáctica y moralizante. Sin embargo, cabe mencionar que en Ramon Llull, como propagador de la palabra confiada por Dios, la metáfora adquiere una función práctica, al estilo de lo que es habitual en la literatura pastoral, con un propósito doctrinal y apologético, en obras como Medicina de Pecat (ca. 1300). Esta obra, compuesta a partir de la alegoría de la medicina espiritual, parte de la intención de estimular la devoción espiritual de los cristianos para obtener el camino de la verdadera salud, ya que la enfermedad se convierte en sinónimo de condena, mientras que la salud se asocia con la virtud y la vida eterna.

Para Ramon Llull (2009LLULL, Ramon. Romanç d'Evast e Blanquerna. Edited by Albert Soler i Joan Santanach. Palma: NEORL, 2009. VIII v. (Patronat Ramon)., 2015LLULL, Ramon. Llibre de contemplació en Déu. Edited by Antoni Alomar. Palma: NEORL , 2015. XIV v. (Patronat Ramon Llull).), la enfermedad del alma, entendida como pecado, es causada por una desviación de la primera intención de las personas al dejar de honrar y servir a Dios. Cristo es el doctor, desde esa interpretación, que sostiene la salvación de la humanidad de la misericordia y el perdón de los pecados.

La metáfora de Cristo como doctor de la humanidad se puede entender en el contexto de la Europa del siglo XIV, en la obra del aristócrata inglés Enric de Lancaster (1310-1361), quien escribió un tratado devocional, en anglo-normando, un dialecto del francés utilizado por las clases altas, con el título Le Livre de Seyntz Medicines. En este tratado, de tipo autobiográfico y alegórico, es recurrente el recurso a metáforas médicas para incitar a la meditación, desde el estilo confesional que parte del propósito de hacer penitencia y curar de los pecados. Para lograr el efecto terapéutico deseado, el autor alude a menudo a las heridas del pecado, que son curadas por el Christus medicus, por la piedad eucarística, al tiempo que establece una analogía entre la leche del pecho de la Virgen María, que adquiere un valor curativo, y la herida abierta en el lado abierto de Cristo. Este texto autobiográfico y alegórico utiliza metáforas médicas y las relaciona con la curación espiritual que ocurre a través de la confesión y la penitencia para sanar de los pecados. Además, el autor de Le Livre de Seyntz Medicines, que pide ungüentos médicos a Cristo y vendajes a su asistente, la Virgen, por extensión de la alegoría, para lograr la curación del alma (YOSHIKAWA, 2009YOSHIKAWA, Naoe. Holy medicine and diseases of the soul: Henry of Lancaster and Le Livre de Seyntz Medicines. Medical History, v. 53, n. 3, p. 397-414, 2009.), presenta todo un programa metafórico, donde el cuerpo y los remedios espirituales se relacionan con la piedad de Cristo, que sana y es medicina por medio de la Eucaristía (WALKER BYNUM, 2007WALKER BYNUM, Caroline. Sangre maravillosa: teología y práctica en el norte de Alemania medieval tardía y más allá. Filadelfia: University of Pennsylvania Press, 2007.).

En los sermones pastorales y catequéticos, los predicadores en Europa, como el dominico Giordano Da Pisa y San Vicente Ferrer, utilizaron la metáfora del Cristo médico en sus esfuerzos por guiar a los cristianos a la salvación.

Christus medicus en la predicación de Giordano Da Pisa

Giordano Da Pisa (1974) en su predicación, que fue difundida en la variedad toscana de Florencia en su Quaresimale Fiorentino (1305-1306), a menudo establece comparaciones entre enfermedades corporales y vicios que necesitan atención, y una medicina que será prescrita por un médico espiritual.

Si partimos de la premisa de que la mácula del alma es el pecado, en un sermón sobre la curación de la suegra de Simón que tenía fiebre, el predicador utiliza el recurso al símbolo del alma enferma. Por lo tanto, y dado que el mal puede tomar varias formas y ser nombrado con una terminología amplia, argumenta que solo hay una gran enfermedad que resta valor a la salud del alma, el pecado (XLIII, p. 221).

De acuerdo con la metáfora de la lepra de la suegra de Simón, Da Pisa (1974DA PISA, Giordano. Quaresimale fiorentino 1305-1306. Edited by Carlo Delcorno. Firenze: G.C. Sansoni, Col. Autori Classici e Documenti di lingua Pubblicati dall'Accademia della Crusca, 1974.) argumenta que, de la misma manera que el comienzo de la fiebre es el humor pútrido y el calor desordenado que se manifiesta con sed excesiva, así la fiebre espiritual del alma tiene como origen el humor pútrido y corrupto, y se manifiesta con la sed de pecado, que conduce a la muerte eterna (Da Pisa, 1974DA PISA, Giordano. Quaresimale fiorentino 1305-1306. Edited by Carlo Delcorno. Firenze: G.C. Sansoni, Col. Autori Classici e Documenti di lingua Pubblicati dall'Accademia della Crusca, 1974., p. 223). Estos humores corruptos son llamados intra vasa y extra vasa por el predicador florentino, dependiendo de si se generan dentro de las venas (humores graves y causa de enfermedades peligrosas) o fuera de las venas (enfermedades menos graves).

Así, en el alma, también se establece una distinción en términos de los humores corruptos, intra vasa, corruptio veritatis, y extra vasa, concupiscencia y corrupción de la carne. Corruptio veritatis, generada intra vasa, nace en la corrupción de la verdad por un defecto en la naturaleza y por la tentación del diablo. Sobre todo, a menudo puede ser causada por el mal ejemplo del prójimo que corrompe con la tentación (Da Pisa, 1974DA PISA, Giordano. Quaresimale fiorentino 1305-1306. Edited by Carlo Delcorno. Firenze: G.C. Sansoni, Col. Autori Classici e Documenti di lingua Pubblicati dall'Accademia della Crusca, 1974., p. 224). Si el mal fuera sólo por naturaleza defectuosa, por ignorancia y por falta de sabiduría, la humanidad se parecería a la persona ciega que, queriendo avanzar, se equivoca y cae en un mal lugar. Sin embargo, si guiaban bien a esta persona, encontraría la luz. Da Pisa argumenta que la medicina contra el mal por naturaleza es la palabra de Dios, que se puede adquirir escuchando sermones, leyendo libros piadosos, etc. (Da Pisa, 1974DA PISA, Giordano. Quaresimale fiorentino 1305-1306. Edited by Carlo Delcorno. Firenze: G.C. Sansoni, Col. Autori Classici e Documenti di lingua Pubblicati dall'Accademia della Crusca, 1974., p. 225).

Cualquiera que se equivoque porque responde a la tentación del diablo que actúa sobre la memoria, como un poder del alma que nos hace imaginar y recordar muchas formas en que uno puede pecar y caer en la tentación, necesita la medicina de la oración, mientras comprende que es un espejo del alma. Además, Dios es el espejo universal, donde toda la humanidad debe verse reflejada en las virtudes de toda la humanidad (LXI, p. 305). La palabra de Cristo es, por lo tanto, medicina para todos los males, pero sobre todo para enfrentar las tentaciones del demonio.

Frente a las tentaciones del enemigo maligno, hay un remedio para todos los que quieren defenderse. Cristo, como buen médico espiritual, prescribe una dieta y una medicina: la dieta es el ayuno. Además, da el ejemplo de la serpiente que, cuando se introduce en el cuerpo humano, es necesario abstenerse de comer para expulsarlo. Por lo tanto, será necesario actuar para enfrentar la fuerza maligna del diablo de la abstinencia de lo superfluo del mundo. Además, Cristo como médico prescribe exclusivamente la medicina que purga el mal humor y la superfluidad, e indica cómo usarla.

De la misma manera que hay muchas enfermedades que se curan con varios medicamentos, Cristo también recomienda varios medicamentos. Con respecto a la enfermedad del pecado que puede ser original, mortal y venial, Da Pisa identifica cuatro reliquias, dos superiores y dos inferiores: las superiores son comprensión y voluntad, como poderes del alma; los más bajos son la concupiscencia y el lujo. En la comprensión, se encuentra la enfermedad de la ignorancia. La malicia reside en la voluntad. La concupiscencia radica en la parte concupiscible. La enfermedad de la ira reside en la irascibilidad uno.

Ya que, como apenas se ha mencionado, hay siete enfermedades contra las cuales Cristo ha creado una medicina. De manera similar, ha prescrito siete sacramentos como remedios y medicinas para combatir estas enfermedades: el Bautismo contra el pecado original, la Penitencia contra el pecado mortal, la Unción de los enfermos contra el pecado venial, el Orden contra la ignorancia; la Eucaristía contra la malicia, el matrimonio contra la concupiscencia y la Confirmación contra la enfermedad (LXXIX, p. 338).

Según la equivalencia simbólica entre los sacramentos y las enfermedades que se curan, Da Pisa argumenta que la salud es contraria a la ceguera y la enfermedad de la naturaleza (LXXIX, p. 337), de modo que el Bautismo es el sacramento que sana el alma del pecado. Sin embargo, el Bautismo no puede curar la enfermedad de la naturaleza, es decir, de la carne (Da Pisa, 1974DA PISA, Giordano. Quaresimale fiorentino 1305-1306. Edited by Carlo Delcorno. Firenze: G.C. Sansoni, Col. Autori Classici e Documenti di lingua Pubblicati dall'Accademia della Crusca, 1974., p. 338), que puede ser de dos maneras: una que se inclina hacia el mal y otra que se inclina hacia el bien. El primero sanará de todas las heridas y enfermedades (Da Pisa, 1974, p. 339), ya que en la vida eterna no habrá batalla entre el cuerpo y el espíritu, sino sólo concordia como efecto de la curación de cualquier corrupción o concupiscencia (Da Pisa, 1974DA PISA, Giordano. Quaresimale fiorentino 1305-1306. Edited by Carlo Delcorno. Firenze: G.C. Sansoni, Col. Autori Classici e Documenti di lingua Pubblicati dall'Accademia della Crusca, 1974., p. 339).

Para la persona enferma, los medicamentos son un gran remedio para todas las dolencias del cuerpo. De lo contrario, cuando ya está muerto, los medicamentos y los médicos son inútiles, ya que el tiempo para volver a la vida ya ha terminado. Por lo tanto, los pecadores, que por su mala voluntad caen en pecado mortal, sólo pueden evitar ese destino con el remedio de la confesión, siempre y cuando actúen con dolor y contrición. Es en este momento que Cristo puede sanar el pecado mortal o actuar como un auténtico doctor espiritual (XXVI, p. 135). La confesión es necesaria, entonces, para sanar los pecados, lo que genera más pureza y devoción. Además, ilustra esta afirmación por medio del examen de un paciente con un problema de bazo o estómago que recurre al médico, a quien debe explicar los síntomas de su enfermedad para curarse; de la misma manera, el médico será el sacerdote en confesión como imagen de Cristo (XX, p. 104).

Como ejemplo de haber experimentado el dolor corporal y mental de toda la humanidad, en el Sermón LXXX dedicado a la Pasión de Cristo, que comienza con el tema «Tristis est anima mea usque ad mortem» (Mt 26, 38), se explica metafóricamente que Cristo es la medicina general para todos los males y enfermedades del mundo hasta el final de los tiempos; es decir, siguiendo la influencia de San Agustín, Cristo fue médico y medicina en sí mismo. Así, Da Pisa argumenta que Cristo no tuvo una sola medicina, sino muchas, que son los sacramentos, como vasos de gracia y medicina, que fueron conformados en el momento de la Pasión:

La Passione di Cristo fu una virtù, una medicina generale a tutti i mali, a tutte le’nfermitadi di tutti gli uomini del mondo, che fuoro infino dal principio e che saranno insino a la fine del mondo […]. Ecce e ordinò Cristo tutte le medicine e diverse per le diverse infermitadi, a modo del medico che non tiene pur d’una medicina, ma di molte. Questo dicono i santi che sono i sacramenti. Sacramento suona vasello di grazia e di medicine; ne’sacramenti, in questi sette vaselli, sono risposte e contengono le medicine e curazioni e faccia le medicine. (LXXX, p. 383).

Cuanto más se participa en el dolor de Cristo, más curación recibe (Da Pisa, 1974DA PISA, Giordano. Quaresimale fiorentino 1305-1306. Edited by Carlo Delcorno. Firenze: G.C. Sansoni, Col. Autori Classici e Documenti di lingua Pubblicati dall'Accademia della Crusca, 1974., p. 384), ya que se fomentan las virtudes y crece la caridad. Cristo sufrió en la Pasión todas las penas del mundo, la tristeza y el dolor; el dolor del cuerpo externo cuando fue golpeado y azotado, e interno, debido a la fiebre y otras dolencias causadas por el dolor externo. Sin embargo, el dolor mental de Cristo, argumenta Da Pisa, fue infinito, porque Él soportó todos los dolores del mundo, tanto corporales como espirituales (Da Pisa, 1974DA PISA, Giordano. Quaresimale fiorentino 1305-1306. Edited by Carlo Delcorno. Firenze: G.C. Sansoni, Col. Autori Classici e Documenti di lingua Pubblicati dall'Accademia della Crusca, 1974., p. 385). Además, Cristo fue atormentado por las tormentas malignas del mundo, que eran un impedimento para el ejercicio activo de las virtudes y, por lo tanto, para la salud de la humanidad (Da Pisa, 1974DA PISA, Giordano. Quaresimale fiorentino 1305-1306. Edited by Carlo Delcorno. Firenze: G.C. Sansoni, Col. Autori Classici e Documenti di lingua Pubblicati dall'Accademia della Crusca, 1974., LXXX, p. 389).

En cuanto a la Resurrección de Cristo, Da Pisa explica que sucedió en la mañana y no en otro momento del día, porque Dios es el principio y la fuente de luz, así que cuando sale el sol, toda oscuridad está oculta; es decir, con Cristo, toda la sombra y la oscuridad de las penas y defectos de la humanidad son removidas. De acuerdo con este razonamiento en referencia a la cronología de la Resurrección, el predicador italiano establece la semejanza con el buen médico que prescribe medicamentos; es decir, cuando un médico, como Cristo resucitado, prescribe una medicina, Él no cura en el acto, sino que la curación ocurre cuando la persona enferma toma la medicina. En un asunto similar, Cristo arregló todas las virtudes medicinales y restauró la salud perfecta en el mundo terrenal. De lo contrario, si el pecador enfermo no toma los medicamentos recetados, nunca sanará; consecuentemente, y según la alegoría, la Pasión de Cristo no tendrá ningún efecto sobre estas personas:

Intendi sempre in virtù, come ti dissi del medico, che quando fa la medicina per te, non ti guerisce se non in virtù; ma quando tu la pigli, allora hai la sanitade, ma il medico non ti dà la sanitade se non in virtù. Così Cristo t’ha fatte e apparecchiate tutte le medicine, e ha tolto da noi ogne male e ripostici in ogne salute perfetta, in virtù; ma se tu queste medicine non ti apropri e non prendi, mai non sarai sano, e la sua Passione e meriti saranno vani a te. (XC, p. 427).

Christus medicus en San Vicente Ferrer

En sus sermones, San Vicente Ferrer predicó con fuerte convicción sobre el fin del mundo y la necesidad de conversión, mediante metáforas médicas para hablar de pecados que sólo pueden ser curados por Jesús, el médico celestial. En todos los casos, según el fraile dominico, para que la enfermedad se cure, el paciente debe estar dispuesto a tomar el remedio prescrito. Incluso si el paciente quiere ser curado del pecado, puede ser retenido por malos hábitos como, por ejemplo, visitar a los adivinos en lugar de recurrir a Jesús como el remedio para todos los males (VICENT FERRER, Sanchis ed., 1932VICENT FERRER, Sant. Sermones. Edited by Josep Sanchis Sivera. Barcelona: Barcino, 1932-1934. 2 v.: I, p. 68).

Sin embargo, y a pesar de la buena voluntad del paciente, las cadenas del alma son los malos hábitos, uno de los cuales ataca San Vicente: el hecho de visitar a los adivinos para buscar la curación de un mal, o para encontrar algún objeto perdido. Esta práctica debe evitarse, según San Vicente, ya que el nombre de Jesús, como el médico, concede el remedio a todos los enfermos (VICENT FERRER, Sanchis ed., 1932VICENT FERRER, Sant. Sermones. Edited by Josep Sanchis Sivera. Barcelona: Barcino, 1932-1934. 2 v.: I, p. 93). Del mismo modo, cuando uno tiene un hijo enfermo, debe ir a la iglesia y pedir a los sacerdotes que oren por él, u orar en casa, hacer la señal de la cruz e invocar el nombre de Jesús (VICENT FERRER, Sanchis ed., 1932VICENT FERRER, Sant. Sermones. Edited by Josep Sanchis Sivera. Barcelona: Barcino, 1932-1934. 2 v.: I, p. 114). Por otro lado, el diablo puede desencadenar una enfermedad grave, como en el caso de la mujer que estaba encorvada porque se había inclinado al diablo, como resultado de su mal hábito de visitar a los adivinos (VICENT FERRER, Sanchis ed., 1932VICENT FERRER, Sant. Sermones. Edited by Josep Sanchis Sivera. Barcelona: Barcino, 1932-1934. 2 v.: I, p. 206).

El mundo, según San Vicente, está todo enfermo, por lo que necesita un médico urgentemente; así es como el dominico presenta el sermón como un reflejo de un cuerpo enfermo (YSERN, 2003YSERN, Josep A. Sant Vicent Ferrer: predicació i societat. Revista de Filología Románica, v. 20, n. 20, p. 73-102, jan. 2003., p. 85) desde la semejanza de que el mundo es como una persona cuyos miembros, que corresponden a los estados de la cristiandad, están enfermos: la cabeza son los señores, los prelados, que incurren en simonía; los ojos son los médicos, que tienen demandas; los oídos, los confesores, que ahora anhelan el dinero; la nariz, la gente devota que huele las virtudes de Dios, pero actúa con hipocreencia; la boca, representada por los presbíteros, que celebran la misa por dinero; las armas son los caballeros, que roban a los campesinos (VICENT FERRER, Sanchis ed., 1934VICENT FERRER, Sant. Sermones. Edited by Josep Sanchis Sivera. Barcelona: Barcino, 1932-1934. 2 v.: II, p. 37-38).

Además, San Vicente suele explicar los vicios capitales recurriendo a la metáfora de las fiebres del cuerpo. En este sentido, los pecados capitales corresponden a siete tipos diferentes de fiebres en los sermones: la primera fiebre es continua (codicia que ni de noche ni de día deja al pecador), la segunda es diaria (gula, un pecado que regresa todos los días), la tercera es terciana (acedía), la cuarta es cuartana, que dura mucho tiempo (soberbia), la quinta fiebre es efímera y comienza y debe terminar el mismo día (ira), la sexta es la fiebre errática, sin ningún orden de aparición (lujuria), y la séptima fiebre se llama éthica (envidia), que significa sentir dolor debido al bienestar del vecino (VICENT FERRER, Sanchis ed., 1932VICENT FERRER, Sant. Sermones. Edited by Josep Sanchis Sivera. Barcelona: Barcino, 1932-1934. 2 v.: I, p. 215-225).

Contra los males del mundo, San Vicente argumenta que el trabajo de los predicadores puede compararse con la lengua de los perros, que es medicinal y capaz de curar heridas; del mismo modo, el predicador valenciano establece la semejanza con los predicadores, que con su lengua, con la palabra, pueden curar los pecados mortales (VICENT FERRER, Sanchis ed., 1934VICENT FERRER, Sant. Sermones. Edited by Josep Sanchis Sivera. Barcelona: Barcino, 1932-1934. 2 v.: I, p. 269).

Aquests cans són los preÿcadors, mas més hi ha: que els cans han llengua medicinal, que si a hun ca han donat una coltellada, sol, no li cal anar a metge, que ell mateix llepant guarrà la sua nafra. E axí han a fer los preÿcadors, car ab la lengua han a lepar les nafres del peccat mortal […]. La lengua del ca, ço és, del preÿcador, la ha guarida. (VICENT FERRER, Sanchis ed., 1934VICENT FERRER, Sant. Sermones. Edited by Josep Sanchis Sivera. Barcelona: Barcino, 1932-1934. 2 v.: I, p. 269).

De la misma manera que Dios ha formado a la persona y la ha creado a su imagen y semejanza, le ha dotado de cinco sentidos corporales, además de concederle cuerpo y salud espiritual (VICENT FERRER, Sanchis ed., 1934VICENT FERRER, Sant. Sermones. Edited by Josep Sanchis Sivera. Barcelona: Barcino, 1932-1934. 2 v.: I, p. 173). Además, establece una semejanza entre el nombre de Jesús, que es medicinal, al igual que el aceite derramado:

L’oli és medicinal, specialment oli de oliva, e serveix a moltes malalties; axí lo nom de Jesús, que a tota plaga és bo, si tu hi has devoció […]. Com se farà aquest empastre? Ab lo eñal de la creu, nomenant lo nom de Jesús, emperò ab espau, pensant en la passió de Jesuchrist, devotament e calt, axí com fa lo metge». (VICENT FERRER, Sanchis ed., 1934VICENT FERRER, Sant. Sermones. Edited by Josep Sanchis Sivera. Barcelona: Barcino, 1932-1934. 2 v.: II, p. 174).

Según San Vicente, Jesucristo se muestra como un buen médico y actúa como tal:

Donchs, Jesuchrist se mostra com a metge, e té les maneres dels metges quan vol guarir lo peccador. Ara a la pràtica. Quant hun metge vol guarir hun malalt, primo, ell vol veure si lo malalt està en casa escura, tantost ell fa encendre una candela, e pren-la en la mà, e va-se’n al malalt, e guarde-li la cara, Axí fa Jesuchrist quan ell vol guarir un malalt per peccat mortal: primo, ell encén la candela, e guarde’l. E quinya és esta candela? Quan ell done a la persona conexensa de sos peccats […]. (VICENT FERRER, Sanchis ed., 1934VICENT FERRER, Sant. Sermones. Edited by Josep Sanchis Sivera. Barcelona: Barcino, 1932-1934. 2 v.: II, p. 95).

A partir de una explicación detallada y bastante ordenada de las virtudes y prácticas del médico profesional, San Vicente ejemplifica la forma según la cual Jesucristo actúa como médico: enciende la luz de la conciencia de los pecados; analiza el pulso, cuando uno tiene dolor o contrición por el pecado, luego analiza la orina, que tendrá correspondencia en la confesión. Esta orina, es decir, la confesión, por extensión de la metáfora, debe ser clara, ya que los pecados deben expresarse claramente y sin omisiones. De la misma manera, y debido al examen médico representado por la confesión, el buen médico prescribe una dieta; en este caso, el confesor ordena penitencia. Luego, le da al paciente jarabe como restitución por el mal cometido, y le prescribe la medicina de comer carne tan delicada como el propio cuerpo de Cristo en forma sagrada, para curar los males totalmente.

Específicamente, en uno de los sermones latinos predicados en Domenica XVI después de Pentecostés, el sermón CLXXXII, titulado “De Christo medico, adhibente decem curas pro animarum curatione”, San Vicente establece que Cristo es el médico que sana de diez maneras: con sudor por medio de las lágrimas de contrición; con vómitos que se asocian con la confession; con dieta, a través de la templanza; por la unción, por la oración; por abstinencia, con limosna; por cauterización, con tribulación; por enemas, por remisión de insultos; por el sueño a través de la contemplación; por ejercicio, a través de su trabajo; y por la medicina, a través de la Sagrada Eucaristía, que es el mejor remedio curativo: “Nam Christi ultima medicina, et aliis melior est communicare et manducare corpus te sanguinem Christi” (VICENT FERRER, Ed. 1729VICENT FERRER, Sant. Sancti Vincentii Ferrerii. Ópera, seu Sermones de tempore et Sanctis, cum Tractatu de Vita Spirituali... juxta ordinem Missalis Romani in absolutum dominicale, quadragesimale, festivale et commune digesti. Edited by Caspari Erhard. Sumptibus Joannis Strötter, ejusque Filii, 1729. 2 v., II, p. 590).

Otra semejanza con el tema de Cristo como médico se refiere a la apariencia misma de la forma sagrada. El médico prescribe pastillas, que a menudo son negras, y las cubre con una capa blanca para que el paciente solo vea la parte externa. Además, cuando alguien recibe la Comunión, no ve el cuerpo de Cristo, porque, como buen médico, Él ha establecido el mejor remedio para que nadie pueda percibir que está comiendo carne humana, sino que solo es consciente de la blancura de la forma por medio del misterio de la transubstanciación que ocurre en la Eucaristía:

E Jesuchrist fa axí com lo bon metge, que quan ha en sa cura alguna bona persona, hom o dona, que és delicat, per tal que guaresca, ordonar li ha una purga de píl∙lodes, que són comunament negres […] Donchs, què fa lo metge? Per tal que no li done fasti, cobreles-li ab una òstia; e ell, quan la rep, veu la òstia, e no veu la negror, ne sent la sabor, e axí reb la purga, e aprés obra-li. Sus axí ha fet Jesuchrist. Oo, com és bon metge! Per tal que degú no se’n puga escusar de rebre’l, és cubert dins aquella blancor, car alguns ne haurien fasti de menjar carn de home; mas ell hi ha donat bon remey. (VICENT FERRER, Sanchis ed., 1932VICENT FERRER, Sant. Sermones. Edited by Josep Sanchis Sivera. Barcelona: Barcino, 1932-1934. 2 v.: I, p. 260-261).

Christus medicus y la medicina espiritual en Isabel de Villena

En la Vita Christi la devoción como oración interior se presenta por medio de un estilo afectivo que fue influenciado por las ideas de la Devotio Moderna, que fue introducida en la Corona de Aragón por Antoni Canals. Esta devoción constituye un medio de enriquecer la contemplación y la oración inflamada con el recurso a las escenas cotidianas que se presentan con el envoltorio de diversos recursos retóricos que buscan reconstruir las escenas de la vida de Jesucristo que no fueron escritas en ningún texto sagrado o canónico anterior.

Al dirigir este modelo de meditación a un convento de las Clarisas del convento de la Trinidad (ESCARTÍ, 2011), Isabel de Villena lo presenta a un público femenino y fomenta la contemplación de figuras femeninas estrechamente asociadas con Cristo, como Santa Ana, María Magdalena y la Virgen María. La presencia de la imagen femenina adquiere mayor protagonismo, ambas mujeres por las que la justicia tuvo que ser administrada con clemencia divina (PEIRATS, 2019PEIRATS, Anna. La Vita Christi d'Isabel de Villena, misericòrdia restaurativa i profitosa doctrina al servei de la meditació. Scripta: Revista Internacional de Literatura i Cultura Medieval i Moderna , v. 14, p. 205-228, 2019.). De esta manera, se refuerza la maternidad, el arrepentimiento, la devoción auténtica y el amor maternal, lo que despertaría una pasión y sensibilidad entre las Clarisas de la Trinidad.

En Vita Christi Isabel de Villena utiliza la metáfora del Christus medicus con mayor recurrencia que las vitae anteriores. Insisten más en Cristo según los testimonios de la vida pública recogidos en los Evangelios. La metáfora de Cristo como médico y sanador de las enfermedades de la humanidad alcanza su punto álgido: primero, en el capítulo donde se explica el ascenso de la Virgen al templo por los 15 escalones donde recita los primeros cinco salmos del Canticum Gradum, argumenta que la madera de ese cedro donde Cristo será crucificado será medicina para sanar a la humanidad:

E l’escorça d’aquest cedre gloriós, ço és la humanitat assumpta del Fill vostre, serà tan batuda e turmentada fins llance tota la medul∙la que dins té amagada, ço és, la sua impreciable e divinal sang. Aquesta sola medicina basta a guarir l’home; aquesta és estada desitjada e demanada del començament del món ençà. (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 66).

El registro metafórico continúa, donde se evidencia que Cristo sufrirá las penas por todos los pecados cometidos, ya que, porque ha estado enfermo, puede sanar (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 68).

Otro de los capítulos donde el hilo conductor sigue la metáfora del médico que prescribe la medicina perfecta tiene lugar después del momento de la anunciación del arcángel Gabriel, donde la noble Paciencia, presentada en forma de doncella alegórica, ruega a la Señora que honre la concepción del Hijo de Dios, mientras lo hace con la sangre de su Hijo. Ningún otro remedio o medicamento será necesario en el mundo (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 119).

Además, no sólo prescribirá la medicina correcta para cada mal de la humanidad, sino que el Hijo de Dios conocerá las virtudes de todas las hierbas medicinales o remedios para sanar cualquier dolencia. Esta virtud de Cristo se hace explícita en el capítulo sobre la adoración de los Magos, donde se argumenta que el incienso simboliza el hecho de que Cristo sería el sumo sacerdote que se sacrificaría por la salud humana. Además, se argumenta que la mirra ya se encontraba en ese momento en la montaña donde se podían cosechar hierbas virtuosas y medicinales para curar todas las tribulaciones. Además, en este contexto, Isabel de Villena insiste en que fue la Virgen María quien primero cosechó y conoció estas hierbas medicinales, porque ella era partícipe del dolor de su Hijo. (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 192).

Según la virtud de Cristo como salvador de la humanidad, simbolizada ya desde el momento de la adoración de los Magos por medio del incienso, se deriva el hecho de que sólo Cristo puede otorgar salud espiritual. De esta manera, María Magdalena pide no sólo salud corporal, sino, sobre todo, salud espiritual (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 265); Cristo será también fuente de salud espiritual para su abuela Ana, quien, tan pronto como contempla a su nieto, encuentra consuelo y paz (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 227).

Mientras que en las diversas escenas de los Evangelios, a Cristo nunca se le atribuye el calificativo de «doctor», como ya se ha explicado en las páginas anteriores, en la Vita Christi, la abadesa permite a Cristo mismo pronunciar en primera persona la metáfora del «doctor espiritual»; cabe destacar, a modo de ejemplo, la respuesta a las alabanzas pronunciadas por una doncella de Santa Marta, donde anuncia que es el buen doctor, lo que genera confusión e indignación entre los fariseos (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 272). Además, Cristo explica que su palabra es medicina que sana toda enfermedad espiritual, porque quien está en tribulación será un consuelo:

Aquesta paraula divina és la verdadera manera que en la boca de cascú ha la sabor que vol; és medecina general a tota malaltia espiritual, car lo qui és tribulat, recordant aquella paraula del psalmista, qui diu, en persona mia: Invoca me in die tribulationis, eruam te, et honorificabis me. Serà aconsolat creent certament que a mi em plau ésser demanat per lo atribulat en lo dia de la major angústia sua, e d’aquella lo vull delliurar, puix que done a mi l’honor de la victòria, creent que jo sols li puc ajudar». (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 272).

Así sucede en el pasaje en el que, pasando por Samaria, llega al pozo de Jacob y encuentra a la mujer samaritana, a quien le da el agua de la vida y actúa como un buen médico, capaz de otorgar salud espiritual.

¡Oh, dona! ¡Si tu sabies quanta gràcia és aquesta que tu has hui trobada, que lo Fill de Déu t'escometa de noves e sedege la tua salut! ¡Oh, si coneixies qui és lo qui et parla e demana a beure, ab quant ànimo tu demanaries a ell que et donàs aigua viva! (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 274).

Frente a los pecados que debe enfrentar, Cristo argumenta que no hay sacramento de tanta dulzura y sabor como la Penitencia, con la cual los pecados del alma son purgados, y las virtudes aumentan. Si Dios encuentra el alma indispuesta, lo cual es una ofensa y una irreverencia, la medicina del cuerpo de Dios, en la Eucaristía, puede convertirse en un veneno mortal. En este sentido, y para acercarse a esta medicina con el alma limpia, el cristiano debe haber experimentado una auténtica contrición y un arrepentimiento sincero, y se insiste en que las lágrimas de contrición superen toda culpa anterior. Por lo tanto, no hay medicina más digna y segura para la curación espiritual que la contrición (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 330).

Para superar todas las culpas y vicios de la humanidad, la Vita Christi muestra la respuesta humana de dolor y sed que Cristo experimentó cuando pronunció la quinta palabra en el momento de la crucifixión, donde se mostró atormentado y con el deseo de alcanzar la salud espiritual de la humanidad por la que estaba muriendo (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 403).

En varios contextos de la Vita Christi hay otros personajes que, cuando se refieren a Cristo, lo consideran un administrador de la salud del mundo: San José, Adán, María Magdalena, Santo Tomás, San Miguel y la misma Virgen María. En torno a la virtud sanadora de Cristo como médico, San José se pronuncia sobre ella cuando se advierte a la Virgen María que huya a Egipto, porque Herodes tenía la intención de matar a su Hijo.

Por ejemplo, José, con motivo de la huida a Egipto, reconoce que el Hijo de María debe sobrevivir para poder curar la Tierra de toda enfermedad (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 455). Adán, por otro lado, adora el sagrado cuerpo de Cristo crucificado, del cual afirma que depende nuestra salud y la del mundo entero (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 429).

En cuanto a María Magdalena, con respecto a las úlceras en los pies de Cristo, utiliza una metáfora según la cual son espejos de vida donde se encuentra una medicina para todo mal, y un pozo de agua de vida (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 476) mientras exhorta a los pecadores a llorar por el que ha destruido el pecado, a quien describe como un «médico glorioso» (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 454). Según la abadesa de la Trinidad, después de la Resurrección, Santo Tomás acercó su boca a la sagrada herida y perdió la capacidad de hablar, debido a la dulzura que sentía, y se refiere a Cristo como el administrador de la salud humana (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 504).

San Miguel, que lleva el palio que está hecho de brocado carmesí con ocho bastones dorados de peregrino como recreación de una atmósfera real del cielo empíreo (FERRANDO, 2015FERRANDO, Antoni. Llengua i espiritualitat en la Vita Christi d'Isabel de Villena. Scripta: Revista Internacional de Literatura i Cultura Medieval i Moderna, v. 6, p. 24-59, dez. 2015.), ve cómo el patriarca Abraham, que se inclina ante el príncipe Miguel y ambos reciben a Joaquín en el sexto escalón, ya vive en el cielo y está muy cerca del nieto resucitado. El príncipe Miguel concluye esta distribución de las sillas celestiales con una exaltación de las virtudes de Cristo como un médico que sana a todos aquellos que se acercan a Él con lágrimas de contrición. Los méritos de sus úlceras, ungidas con los ungüentos de la muerte y la Pasión, curan todas las enfermedades, no importa cuán incurables puedan ser (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 452-453).

El extenso lamento de la Virgen María, pronunciado sobre el pecho y la úlcera del costado abierto de su Hijo, abunda en exclamaciones de dolor y de la metáfora continua que se convierte en una alegoría que califica su pecho traspasado por la lanza, en primer lugar, como un armario de especias donde se encuentran los cordiales o remedios y las medicinas necesarias para curar todas las enfermedades del mundo. Las medicinas que surgen del pecho de Cristo serán las virtudes. Su lado abierto ha mostrado riquezas, y el tesoro de su corazón lleno de clemencia se define con las imágenes hortus conclusus y fons signatus. La puerta de este jardín cerrado es el desprecio de las acciones superfluas que deleitan el corazón, cuyo resultado es que el alma nunca puede descansar dentro de ese jardín hasta que renuncie a la vanidad del mundo. El sello de la fuente lleva la huella de la cera de la devoción. El cofre es también la piscina donde todos los enfermos, que muestran verdadera fe, sanan. Por lo tanto, para la Virgen María, el cofre de Cristo está asociado con esta serie de metáforas: un armario de tesoros divinos, una tienda de especias, un armario medicinal, un tesoro de clemencia, un jardín cerrado (cuya puerta es el desprecio de lo superfluo del mundo), una fuente sellada con cera de devoción y una piscina curativa para los enfermos.

La metáfora del Christus medicus se extiende también a los sucesores, poco después de la resurrección de Cristo, a quienes confiere la facultad de convertirse en «médicos espirituales y corporales» para toda enfermedad (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 506). Además del médico espiritual, que sana a los que vienen con arrepentimiento y auténtica devoción, en la Vita Christi, entonces, el leitmotiv también se aplica a los apóstoles, como sucesores de Cristo.

Todavía es necesario señalar que, desde el aspecto novedoso que se evidencia en la Vita Christi en el contexto de la tradición de la vida de Jesucristo, el hecho de que da mayor relevancia a la figura femenina, alcanzando el punto máximo de especificación no solo la metáfora de Cristo doctor sino también la figura de la Virgen María, que es considerada como doctora de la humanidad, y modelo de perfección para ser seguido por las monjas, que son mujeres y que serán curadas en primer lugar por la Virgen, a quien deben imitar en virtudes. Esta especificación del leitmotiv de Christus medicus se manifiesta en varios contextos de la obra, donde se alude a la Virgen como una puerta y una carrera de salud (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 111), o que en su palabra es toda salud humana (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 123).

En la Vita Christi, Isabel de Villena enfatiza no solo a Cristo como médico, sino a la Virgen como médico para toda la humanidad y como modelo de perfección para que las monjas sigan como ejemplo de todas las virtudes. En los capítulos 45 y 46, que se enmarcan mediante el tono alegórico de la metáfora continua en referencia a los doce pares de guantes bien ornamentados que San Miguel presenta a la Virgen María; con un solo toque doce enfermedades espirituales podrían ser curadas. En estos capítulos, la Virgen se convierte en doctora de la humanidad, a la que se atribuyen diversos calificativos e isotopías léxicas en diversas formas, lo que une el estilo de los dos capítulos mencionados: «doctora única, doctora excelente, doctora nuestra, doctora de la naturaleza humana» (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 141).

En concreto, la descripción alegórica de las doce enfermedades que la aplicación de guantes permite curar alcanza el máximo detalle donde se asocian los colores de los guantes y las enfermedades y vicios corporales para una sanación espiritual eficaz:

Hidropesía, una acumulación anormal de humor acuoso en una cavidad corporal o en el tejido celular (DCVB, X, p. 553), que se asocia alegóricamente con el orgullo y la presunción que conducen al deseo de gloria mundana y vanidad, y que será curada por el médico espiritual con los guantes marrones, de color ceniza, para recordar a los enfermos que son polvo y ceniza (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 142).

Para la tisis, una fiebre lenta que consume el cuerpo y que se produce en los envidiosos, será necesario utilizar los guantes de oro para que estos pacientes sean conscientes del valor de su prójimo (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011.).

La lepra, una enfermedad que corrompe la carne, se asocia alegóricamente con hablantes malhablados que infectan a todos aquellos a quienes miran. Los guantes que la Virgen usará para curar esta enfermedad serán negros para que recuerden el juicio divino (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011.).

La fiebre pestilente, equivalente en un sentido alegórico a aquellos que hacen que su prójimo caiga en pecado con su mal ejemplo, puede curarse si el médico usa guantes blancos, para mostrar la pureza de su persona, espejo y regla de toda virtud (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011.).

Para la parálisis (DCVB, VIII, p. 219), equivalente a la enfermedad espiritual de la pereza que lleva a los pecadores a la muerte eterna, la Virgen debe usar guantes adornados con una pluma de pavo real que simbolizan la diversidad de obras y méritos realizados por Cristo, que nunca descansó en beneficio de la salud humana (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 143).

El «frenesí», la exaltación furiosa, la ira y la falta de sentido común, se curarán cuando la Virgen use los guantes adornados con el color del león para causar temor al juicio divino que castiga a los enojados que tratan a su prójimo inhumanamente (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011.).

Con las medicinas únicas que la Virgen aplicará con sus «dulces manos», también curará el desvanecimiento ante el deseo de superar un mal estado (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 144).

Pleuresía, una inflamación de la pleura que causa dolor lateral y fiebre, y muestra como señal el escupir sangre, que se asocia con la desobediencia. Los desobedientes despreciarán la sangre y la muerte de Cristo, no queriendo humillarse ni obedecer sus mandamientos, sino que sólo seguirán su propia voluntad. La Virgen, en este caso, debe usar, según San Miguel, guantes adornados con azul para que puedan pensar en el Cielo y la gloria que espera a los obedientes (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011.).

Para la gota de los pies, que causa inflamación que es más prominente en el dedo gordo del pie (DCVB, VIII, p. 682) y se asocia con la firmeza voluble y carente en sus acciones, será necesario usar los guantes verdes para otorgar esperanza de bienes futuros, que solo se logran con un trabajo continuo siguiendo el ejemplo de los santos. La Virgen curará con medicamentos a los enfermos que padecen esta enfermedad, convirtiéndolos en personas sanas y fuertes (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 145).

La ceguera, una enfermedad que se asociará con aquellos que no se conocen a sí mismos, se curará con la aplicación de guantes de plata para tocar sus ojos de comprensión. Dado que la ignorancia de la propia enfermedad implica que no se toma la medicina adecuada, tendrán que despertar y no permanecer ciegos (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 146).

Para la sordera, equivalente a la falta de esperanza de salud, simbolizada por aquellos incitados a pecar, la Virgen usará los guantes amarillos, de un color claro, para que sean conscientes del peligro en el que se encuentran. La Virgen prescribirá medicamentos para no volver a contraer la enfermedad después de que los sordos pidan misericordia para ser sanados (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 146).

Para la mudez, aplicada a aquellos que no alaban a Dios adecuadamente, la Virgen empleará guantes morados, que es un color oscuro y honesto. Así, los tocará en el corazón y los hará exteriorizar su devoción oculta y los sanará con mucha piedad (VILLENA, 2011VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi. Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011., p. 147).

Después de aplicar el remedio terapéutico de tocar a cada paciente con los guantes apropiados, según las instrucciones de San Miguel, la Virgen María curará a todos los enfermos espirituales, que volverán a la pureza de conciencia, sin ira, malicia, envidia, desobediencia o inconstancia, sino con el ejercicio de la humildad.

Como síntesis final de las prescripciones y recetas presentadas, para concluir el capítulo 46, San Miguel, que actúa como aromatizante, recuerda a la Virgen la utilidad de los guantes que le ha presentado, que son aceptados y dejados bajo la custodia de la doncella Prudencia, para tenerlos listos para el momento adecuado cuando los enfermos que quieren ser curados vengan a ella. Es decir, incluso la alegoría de la doncella es significativa, ya que la curación de la Virgen está en manos de la Prudencia. Los doce guantes que San Miguel presenta a la Virgen María son los instrumentos indispensables, entonces, para la práctica de la medicina espiritual. Los guantes se usarán solo cuando el paciente solicite la curación.

Concluyendo, podríamos decir que desde los orígenes del cristianismo, la asociación entre la salud del cuerpo y la armonía espiritual configuró una unidad esencial que dio equilibrio y salud a la sociedad. En los textos sagrados y en las obras de los Padres de la Iglesia, el concepto de Cristo como médico se presenta desde una perspectiva más bien teórica de tipo descriptivo, especialmente con San Agustín o con los textos del Evangelio en los que Cristo actúa como taumaturgo.

Desde el Concilio de Letrán, y sobre todo, cuando la palabra se dirige con más fuerza al receptor, al pasar por el tamiz de la literatura, el motivo se nutre de la metáfora continua y configura todo un leitmotiv literario, el Christus medicus. El médico del alma, en paralelo con el médico del cuerpo, debe prescribir una dieta y administrar medicamentos, ungüentos, hierbas, jarabes y electuarios, que en un sentido metafórico serán virtudes, buenas obras, confesión, arrepentimiento, contrición, etc.

El leitmotiv que se aplica en la práctica, como devocional o doctrina de vida, es frecuente en los discursos de los predicadores, como Giordano Da Pisa y San Vicente Ferrer, donde adquiere un amplio eco en virtud de lograr la conversión de los fieles.

El leitmotiv del Christus medicus adquiere un protagonismo considerable en la Vita Christi de Isabel de Villena, donde se convierte en una especificación semántica aplicada a diversos aspectos, dependiendo de quién sea el interlocutor: en palabras del mismo Cristo, que dice ser el médico auténtico. Hay contextos donde otros personajes de los Evangelios se refieren a Cristo como un médico piadoso que puede curar todas las enfermedades, y se aplica incluso a los sucesores, a los apóstoles que se convertirán en doctores espirituales.

Además, una lectura novedosa del leitmotiv de Christus medicus se evidencia con mayor relevancia que en textos anteriores, dado que en la Vita Christi de Isabel de Villena, no hay un solo médico espiritual, sino también una doctora de la humanidad a la que el cristiano pueda recurrir voluntariamente, para sanar los vicios del alma como garantía de que alcanzará la salvación eterna y, en consecuencia, la salud y la armonía espiritual.

Referencias

  • ARBESMANN, Rudolph. El concepto de Christus medicus, Traditio, San Agustín, v. 10, n. 2, 1954.
  • BOULDING, Maria. Exposiciones de los Salmos Translation of Saint Augustin. Hyde Park: New City Press, 2000. 4 v.
  • CIFUENTES, Lluís. La ciència en català a l'Edat Mitjana i el Renaixement Barcelona-Palma: Universitat de Barcelona; Universitat de les Illes Balears, 2006. (Collecció Blanquerna, v. 3).
  • CURTIUS, Ernst Robert. Nomina Christi Bembloux: Mélanges Joseph de Ghellinck, S.I., 1951.
  • DA PISA, Giordano. Quaresimale fiorentino 1305-1306 Edited by Carlo Delcorno. Firenze: G.C. Sansoni, Col. Autori Classici e Documenti di lingua Pubblicati dall'Accademia della Crusca, 1974.
  • FERRAGUD, Carmel. Medicina i religió a la Baixa Edat Mitjana: rerefons mèdic de les pràctiques penitencials en els sermons de sant Vicent Ferrer. Scripta: Revista Internacional de Literatura i Cultura Medieval i Moderna, v. 3, p. 27-45, jun. 2014.
  • FERRANDO, Antoni. Llengua i espiritualitat en la Vita Christi d'Isabel de Villena. Scripta: Revista Internacional de Literatura i Cultura Medieval i Moderna, v. 6, p. 24-59, dez. 2015.
  • FICHTNER, Gerhard. Christus als Arzt. Ursprünge und Wirkungen eines Motivs Frühmittelalterliche Studien Walter de Gruyter, 2010. 16 v.
  • HARNACK, Adolf von. Medicinisches aus der altsen Kirchengeschichte Leipzig: Hinrichs, 1892.
  • JEREMIES, Joachim. Jerusalén en tiempos de Jesús Madrid: Cristiandad, 1977.
  • LAÍN, Pedro. La relación médico-enfermo: historia y teoría. Madrid: Revista de Occidente, 1964.
  • LLULL, Ramon. Romanç d'Evast e Blanquerna Edited by Albert Soler i Joan Santanach. Palma: NEORL, 2009. VIII v. (Patronat Ramon).
  • LLULL, Ramon. Llibre de contemplació en Déu Edited by Antoni Alomar. Palma: NEORL , 2015. XIV v. (Patronat Ramon Llull).
  • PEIRATS, Anna. La Vita Christi d'Isabel de Villena, misericòrdia restaurativa i profitosa doctrina al servei de la meditació. Scripta: Revista Internacional de Literatura i Cultura Medieval i Moderna , v. 14, p. 205-228, 2019.
  • REPGES, Walter. Para la historia de los nombres de Cristo: de la Patrística a fray Luis de León. Thesaurus: Boletín del Instituto Caro y Cuervo, v. 20, n. 2, p. 325-346, 1965.
  • VICENT FERRER, Sant. Sancti Vincentii Ferrerii Ópera, seu Sermones de tempore et Sanctis, cum Tractatu de Vita Spirituali... juxta ordinem Missalis Romani in absolutum dominicale, quadragesimale, festivale et commune digesti. Edited by Caspari Erhard. Sumptibus Joannis Strötter, ejusque Filii, 1729. 2 v.
  • VICENT FERRER, Sant. Sermones Edited by Josep Sanchis Sivera. Barcelona: Barcino, 1932-1934. 2 v.
  • VILLENA, Isabel de. Isabel de Villena (Elionor d'Aragó i de Castella) Vita Christi Edited by Vicent Josep Escartí. València: Institució Alfons el Magnànim, 2011.
  • WALKER BYNUM, Caroline. Sangre maravillosa: teología y práctica en el norte de Alemania medieval tardía y más allá. Filadelfia: University of Pennsylvania Press, 2007.
  • YOSHIKAWA, Naoe. Holy medicine and diseases of the soul: Henry of Lancaster and Le Livre de Seyntz Medicines. Medical History, v. 53, n. 3, p. 397-414, 2009.
  • YSERN, Josep A. Sant Vicent Ferrer: predicació i societat. Revista de Filología Románica, v. 20, n. 20, p. 73-102, jan. 2003.
  • ZIEGLER, Jean. Medicina y religión: el caso de Arnau de Vilanova. Oxford: Clarendon Press, 1998.
  • Parecer Final dos Editores

    Ana Maria Lisboa de Mello, Elena Cristina Palmero González, Rafael Gutierrez Giraldo e Rodrigo Labriola, aprovamos a versão final deste texto para sua publicação.

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    10 Nov 2023
  • Fecha del número
    Sep-Dec 2023

Histórico

  • Recibido
    30 Nov 2022
  • Acepto
    23 Abr 2023
Programa de Pos-Graduação em Letras Neolatinas, Faculdade de Letras -UFRJ Av. Horácio Macedo, 2151, Cidade Universitária, CEP 21941-97 - Rio de Janeiro RJ Brasil , - Rio de Janeiro - RJ - Brazil
E-mail: alea.ufrj@gmail.com