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¿Estamos sobre la misma montaña? Por una apertura ontológica de la conservación de los páramos

Resumen

La biodiversidad de la alta montaña Andina ha hecho urgente la conservación de los páramos, reconocidos como ecosistemas esenciales para el ciclo hidrológico y la mitigación del cambio climático. Colombia, que cuenta con el 50% de estos ecosistemas en el mundo, viene delimitando cartográficamente los páramos desde 2012 para impulsar su conservación. Para las comunidades, los mapas no reflejan el trabajo de cuidado y las prácticas con que diariamente habitan el páramo. Por medio de etnografía y revisión documental hacemos un análisis ontológico del proceso de delimitación y los conflictos que originó en las regiones de Santurbán y Sumapaz. Argumentamos que los desafíos ambientales que enfrenta la alta montaña exigen la necesidad de una conservación reflexiva de su propia ontología y ejercer la política ambiental a partir de una apertura ontológica que conciba al páramo como una permanente composición material de prácticas situadas donde intervienen diferentes formas de hacer-mundo.

Palavras clave:
Páramos; conservación; conflictos socioambientales; Ontología Política; Colombia

Abstract

The biodiversity of the high Andean mountains has made it urgent to conserve the Páramos, which are recognized as essential ecosystems for the hydrological cycle and climate change mitigation. Colombia, which has 50% of these ecosystems in the world, has been cartographically delimiting the páramos since 2012 to promote their conservation. For the communities, the maps do not reflect the care work and practices with which they inhabit the páramo on daily life. Through ethnography and documentary review, we make an ontological analysis of the delimitation process and the conflicts it originated in the regions of Santurbán and Sumapaz. We argue that the environmental challenges faced by the high mountain demand the need for a reflexive conservation of its own ontology and to conduct environmental policy from an ontological openness that conceives the páramo as a permanent material composition of situated practices where different ways of making-world intervene.

Keywords:
Páramos; conservation; socio-environmental conflicts; Political Ontology; Colombia

Resumo

A biodiversidade das altas montanhas andinas tornou urgente a conservação dos Páramos, reconhecidos como ecossistemas essenciais para o ciclo hidrológico e para a mitigação da mudança climática. A Colômbia, que possui 50% desses ecossistemas no mundo, vem delimitando cartograficamente os Páramos desde 2012 para promover sua conservação. Para as comunidades, os mapas não refletem o trabalho de cuidado e as práticas com as quais elas habitam o páramo diariamente. Através da etnografia e revisão documental, realizamos uma análise ontológico do processo de delimitação e dos conflitos que ele tem causado nas regiões de Santurbán e Sumapaz. Argumentamos que os desafios ambientais enfrentados pela alta montanha exigem a necessidade de uma conservação reflexiva de sua própria ontologia e de exercer uma política ambiental a partir de uma abertura ontológica que conceba o páramo como uma composição material permanente de práticas situadas onde intervêm diferentes maneiras de fazer-mundo.

Palavras-Chave:
Páramos; conservação; conflitos socioambientais; Ontologia Política; Colômbia

Introducción

Dos horas habían transcurrido desde que empezó una audiencia sobre la delimitación del Páramo de Sumapaz, y justo cuando una reconocida investigadora ambiental estaba por la mitad de su informe sobre el estado del páramo, ante un público que hasta entonces permanecía atento, uno de los asistentes se levantó de su silla y, mientras sostenía un pliego de papel con un mapa impreso, levantó la voz expresando todo su desacuerdo con lo que hasta ahora había sido presentado. En otro extremo de Colombia, los habitantes del páramo de Santurbán, aún se encuentran en mesas de concertación sobre la delimitación, disputando su propia propuesta de dónde empieza el páramo y qué áreas pueden ser de conservación, transición y uso sostenible. Ambas situaciones hacen parte de las discusiones sobre páramos en Colombia, que, para ese momento, ya se habían trasladado a espacios públicos de distintos lugares del país y el asunto de su delimitación sería uno de los más polémicos.

Hasta el 2010, las conversaciones sobre los páramos permanecían dentro del ámbito de las ciencias, comprendidos por las mismas, como ecosistemas importantes por su gran biodiversidad, su rol en la regulación de agua y en la mitigación del cambio climático mediante la retención de carbono (HOFSTEDE et al., 2003HOFSTEDE, R.; SEGARRA, P. ;...; MENA, P. Los páramos del Mundo. Quito, Ecuador: Global Peatland Initiative/ NC-IUCN/EcoCiencia., 2003.; MORALES-RIVAS et al., 2007MORALES-RIVAS, M. et al. Atlas de páramos de Colombia. Bogotá: Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, 2007.). Como parte de un conflicto por minería de oro a gran escala, el estado colombiano encargó un proyecto de delimitación de los páramos al Instituto Humboldt de Colombia, brazo técnico del Ministerio del Medio Ambiente en temas de biodiversidad, en el cual los límites de estos ecosistemas fueron trazados sobre un mapa. Por estas líneas quedarían determinados los usos que se podrían dar al páramo como zonas de amortiguación, restitución, producción sostenible, reconversión o conservación. Sin embargo, este proyecto produjo conflictos socioambientales porque su elaboración no contó con la participación de comunidades asentadas históricamente en los páramos, ni tampoco de movimientos sociales que luchan por la defensa del agua. Campesinos y pequeños mineros, cuyas actividades y asentamientos quedaron dentro de la línea que demarca la delimitación, empezaron a organizarse para enfrentar las prohibiciones sobre sus territorios. Un mapa sin gente no es suficiente para quienes, a través de sus prácticas, el páramo es un espacio de vida. Al mismo tiempo, movimientos sociales en defensa del agua, en su lucha contra la minería a gran escala, han movilizado un páramo por su valor como productor de agua. Estas diferentes formas de hacer-páramo están disputando su lugar en la coproducción y estabilización del páramo, que es más que un lugar biológico, un espacio de vida o un yacimiento minero (DE LA CADENA, 2015DE LA CADENA, M. Earth Beings. Ecologies of Practice Across Andean Worlds. Durham, US: Duke University Press, 2015.). En particular, una disputa política por los límites del páramo. La ley promulga que, al ser un ecosistema estratégico para los recursos naturales renovables, no puede realizarse ninguna actividad extractiva, agrícola o de hidrocarburos al interior del ecosistema. Disputa donde ciencia, política, activismo y comunidades despliegan sus versiones de páramo para intentar, a través del conflicto, estabilizar alguna de ellas o por lo menos negociarlas.

Esta situación pone en evidencia un problema nacional relacionado con dos asuntos: a) la potestad del Estado central para decidir sobre la gestión de los territorios y su aplicación en el caso de industrias extractivas; y b) las tensiones que emergen de una producción de conocimiento desde el nivel central con base en la generalización y sus técnicas asociadas, y el conocimiento más localizado que tienen los habitantes y las organizaciones sociales en los territorios. Planteamos que la tensión en el segundo punto no es de orden epistemológico sino ontológico, lo que hace necesario entender las relaciones ambiente-sociedad y los retos que enfrenta la conservación de la alta montaña andina. Para ello, estudiamos la delimitación de páramos en Colombia. Primero, analizando la forma en que ciencia y política se articulan para producir un páramo legible en mapas, y segundo, indagando por la reconfiguración de las relaciones ambiente-sociedad generadas por la delimitación en dos páramos. El primero, el páramo de Santurbán, donde mineros, movimientos urbanos en defensa del agua, gobierno y multinacionales mineras constituyen un conflicto socioambiental que plantea una disputa entre las actividades que pueden ser realizadas en el páramo, quiénes deberían beneficiarse del agua que nace de los mismos y cómo se desestabilizan relaciones históricamente constituidas entre el oro, el agua y los pequeños mineros de la zona. El segundo es el páramo de Sumapaz, situado en una región históricamente afectada por el conflicto armado colombiano y habitado por campesinos, quienes en su lucha contra el latifundio y en su huida de la violencia política encontraron en el páramo un refugio y un territorio esencial para sus proyectos de autonomía, los cuales ven amenazados por una política de conservación de la que fueron excluidos.

A partir de entrevistas, etnografía y revisión documental, proponemos un análisis ontológico de los conflictos socioambientales alrededor de la conservación de la alta montaña andina. Partiendo de los Estudios de Ciencia y Tecnología (ESCT) y sus encuentros con la antropología ambiental, buscamos ampliar la discusión sobre los conflictos por áreas protegidas y las tensiones entre conservación ambiental y comunidades, resaltando la necesidad de reconocer formas alternas de comprender las relaciones naturaleza/cultura, al mismo tiempo de indagar por otras prácticas en relación al ambiente que puedan permitir construcciones conceptuales que no simplifiquen la diferencia ( RUIZ SERNA; DEL CAIRO, 2016RUIZ SERNA, D.; DEL CAIRO, C. Los debates del giro ontológico en torno al naturalismo moderno. Revista Estudios Sociales, n. 55, p. 193-204, 2016.; ULLOA, 2001ULLOA, A. Transformaciones en las investigaciones antropológicas: sobre naturaleza, ecología y medio ambiente. Revista Colombiana de Antropología, v. 37, p. 188-232, 2001.).

Con Ontológico apelamos a las prácticas que hacen-mundos, y en el contexto del páramo, a las relaciones socioambientales que establecen las formas en que se permite que la montaña sea de cierta manera y no de otra. Para el análisis ontológico tomamos de la antropología seguir a campesinos, activistas, mineros y científicos, y dejarnos sorprender por la forma de hacer-mundo de cada uno. De los ESCT, traemos el abrir la ciencia a sus prácticas, no separar a priori ciencia de política, naturaleza de cultura, y tomar en serio las entidades no-humanas que tienen agencia en los conflictos. Argumentamos que las políticas de conservación de los páramos andinos deben avanzar a una apertura ontológica para la gobernanza de los territorios, que permita reconocer a sus habitantes como sujetos políticos, que incorpore el cuidado como concepto clave y diferenciado de la conservación; que aborde de manera reflexiva el papel de la ciencia y las instituciones, que mediante la centralización de las decisiones y la reducción de la gestión del territorio a ejercicios técnicos, ejercen desde la asimetría de poder, prácticas impositivas de la política ambiental. Como desarrollaremos en este artículo, todas estas temáticas adquieren otro sentido cuando se consideran a partir de una apertura ontológica donde lo que se encuentra en tensión son formas diferenciadas de hacer-mundo y organizar sus entidades y elementos (DE LA CADENA, 2015DE LA CADENA, M. Earth Beings. Ecologies of Practice Across Andean Worlds. Durham, US: Duke University Press, 2015.).

El artículo se compone de 4 secciones, en la primera hacemos una revisión teórica sobre el enfoque de ontología en los conflictos ambientales; en la segunda, rastreamos la trayectoria histórica de regulaciones que condujo a la política de delimitación y exploramos las prácticas sociotécnicas que dieron forma a la delimitación de páramos por medio de líneas en un mapa. En las secciones siguientes exponemos dos formas de hacer páramo desde abajo: mostramos la relación de los habitantes de Santurbán sobre lo que consideran un falso dilema entre oro y agua; y la necesidad de la conservación propuesta por campesinos del Sumapaz “con ellos adentro”. El páramo hecho desde arriba (mapas satelitales, escala 1:25.000, en el nivel central del gobierno) y que es el páramo mapeable, se impone a los páramos hechos desde abajo (en el lugar, escala 1:1, a través de prácticas cotidianas). Un páramo mapeable seria aquel que resulta de imágenes, discusiones, criterios y más mapas que pudieran ser incorporados en un modelo probabilístico que, como resultado, demarcó unas zonas que serían páramo (¡antes del 2010 parecía que todos sabíamos dónde y qué era un páramo!). Un ejercicio que finalmente tiene serias implicaciones en lo que denominamos el páramo hecho desde abajo. Podría pensarse que es un problema de escala, y en parte lo es, pero la escala nunca está en discusión, ni los criterios, ni la ciencia; y sí las prácticas de los campesinos, mineros y ciudadanos. Cerramos el artículo poniendo en cuestión que aquello que llamamos “política racional” sea la base a partir de la cual negociar los conflictos socioambientales con relación a la conservación de la alta montaña andina y sugerimos el tipo de política que debe considerarse para una práctica de la conservación reflexiva de su propia ontología. Es decir, apelamos a una apertura ontológica, no [solo] como forma de análisis, sino como herramienta conceptual para la gobernanza de los territorios.

Una Entrada Conceptual a la Ontología de los Conflictos Socioambientales

La ontología ha sido un tema recurrente en las ciencias sociales contemporáneas, diversos campos han contribuido con una variedad de abordajes (desde la filosofía hasta la ingeniería). Para este artículo destacamos dos: la antropología y los estudios sociales de las ciencias y las tecnologías (ESCT). Con ello buscamos insistir en la heterogeneidad de la ontología, pues los matices con que cada disciplina la aborda resultan claves para el estudio de los conflictos socioambientales. Desde hace tiempo la antropología ha venido insistiendo en que no deberíamos asumir nuestra forma de comprender el mundo, que hace distinción entre lo natural y lo cultural, como la base a través de la cual se entienden otras culturas (STRATHERN, 1980STRATHERN, M. No nature, no culture: the Hagen case. In: MACCORMACK, C.; STRATHERN, M. (Eds.). . Nature, Culture, and Gender. Cambridge: Cambridge University Press, 1980. p. 174-222.). Uno de los desarrollos de esa línea es el expuesto por Viveiros de Castro (1998), quien, con su análisis del perspectivismo amerindio, establece que para dichas comunidades las perspectivas no son simplemente distintas formas de ver el mundo, sino por el contrario cada una de ellas supone ver un mundo distinto.

Al no partir de la distinción entre naturaleza y cultura, lo que busca esta tradición es reconocer la existencia de diferentes mundos, los cuales se conectan parcialmente entre sí y no son únicamente modernos (MARTINEZ, 2016MARTÍNEZ, W. A. Flujos y redes multinaturales: un recorrido por mundos no [solo] modernos en Puracé, Colombia. Popayán, Colombia: Sello Editorial Universidad del Cauca, 2016.; DE LA CADENA, 2015DE LA CADENA, M. Earth Beings. Ecologies of Practice Across Andean Worlds. Durham, US: Duke University Press, 2015.). De ahí que el proyecto de una ontología política, es decir la que se encarga de analizar cómo se constituyen esos mundos y cómo en ocasiones entran en conflicto, permite un abordaje de los conflictos socioambientales en relación a los términos sobre aquello que está en disputa (BLASER, 2009BLASER, M. The Threat of the Yrmo : The Political Ontology of a Sustainable Hunting Program. American Anthropologist, v. 111, n. 1, p. 10-20, 2009., 2018; DE LA CADENA, 2010; ESCOBAR, 2015ESCOBAR, A. Territorios de diferencia: la ontología política de los “derechos al territorio”. Cuadernos de Antropología Social, v. 41, p. 25-38, 2015.). La propuesta metodológica se orienta a considerar los pensamientos y conceptos propios mediante una transformación ‘experimental’ en su encuentro con quienes se estudia (HOLBRAAD & PEDERSEN, 2017HOLBRAAD, M.; PEDERSEN, M. A. The Ontological Turn: An Anthropological Exposition. Cambridge: Cambridge University Press, 2017.). La ontología sería, entonces, la oportunidad para 1) ampliar potencialmente los conceptos y mundos posibles a partir del análisis de un material dado (PEDERSEN, 2012); y, 2) una tecnología descriptiva para hacer visible aquello que es, pudo y podría ser de otro modo (HOLBRAAD, PEDERSEN y VIVEIROS DE CASTRO, 2014). Este punto resulta relevante para el estudio de conflictos socioambientales de alta montaña, pues implica no sólo el análisis del desacuerdo y tensiones entre distintas partes (mundos), sino que también, permitiría una apertura ontológica, en la cual, para el caso del páramo, no se entendería a partir de conceptualizaciones abstractas sino a través de las prácticas que materialmente lo configuran. Desde dicha apertura podríamos tener la oportunidad para recalibrar las suposiciones con las que asumimos se deberían entender las relaciones ambiente-sociedad, a partir de tomar en serio lo que nos pueden estar sugiriendo los sujetos, sus relaciones y la interacción con nuestra investigación.

Desde una trayectoria distinta, los ESCT han incorporado también el análisis ontológico. Dicho campo ha estado interesado en entender empíricamente cómo se hacen las ciencias y las tecnologías en la práctica (BIJKER; HUGHES; PINCH, 2012BIJKER, W. E.; HUGHES, T. P.; PINCH, T. The Social Construction of Technological Systems. Cambridge: MIT Press, 2012.; KNORR-CETINA, 1995KNORR-CETINA, K. Laboratory Studies: The Cultural Approach to the Study of Science. In: JASANOFF, S. et al. (Eds.). . Handbook of Science and Technology Studies. London: Sage, 1995.; LATOUR; WOOLGAR, 1986LATOUR, B.; WOOLGAR, S. Laboratory Life. 2. ed. New Yersey: Princeton University Press, 1986.), por lo cual sus contribuciones han complicado cualquier división sencilla entre lo ontológico y epistemológico. Para Mol y Pickering, en la historia de la ciencia y tecnología se pueden encontrar ejemplos de cómo se producen diferentes mundos y con ellos múltiples ontologías (PICKERING, 1995PICKERING, A. The Mangle of Practice: Time, Agency, and Science. Chicago: University of Chicago Press, 1995.). Esto sucede una vez el foco de análisis son las prácticas que performan los objetos sociotécnicos. Por ejemplo, en la práctica, una enfermedad como la aterosclerosis, está asociada a una multiplicidad de prácticas que involucran radiólogos, médicos y pacientes (MOL, 2002MOL, A. The body multiple: ontology in medical practice. Durham & London: Duke University Press, 2002.). La cuestión ontológica tendría que ver entonces con el tránsito hacia un “idioma performativo” a la hora de estudiar empíricamente las prácticas a través de las que se producen las ciencias y las tecnologías (PICKERING, 2019).

Una cuestión central en el análisis ontológico de los ESCT es no insistir, como lo haría un “idioma de la representación”, en una lectura más depurada y “correcta” de la realidad. Por el contrario, el ánimo que mueve esta sensibilidad ontológica consiste en interferir con la suposición de un mundo singular y ordenado o de un mundo donde sólo cabe un mundo (LAW, 2015LAW, J. What’s wrong with a one-world world? Distinktion: Scandinavian Journal of Social Theory, v. 16, n. 1, p. 126-139, 2015.). Esto se haría a partir de reelaborar interrogantes metafísicos en situaciones mundanas y en relación a objetos aparentemente estabilizados. De esta forma se abriría una interpretación de la política más amplia: el estatus ontológico de las entidades analizadas no se da por sentado, estas vendrían a ser el resultado temporal y en flujo de prácticas, interacciones e intervenciones.

Aunque las entradas conceptuales sobre ontología de la antropología y los ESCT pueden coincidir parcialmente, en realidad sus encuentros tienen más matices de los que se suelen reconocer (JENSEN, 2021JENSEN, C. B. Practical Ontologies Redux. Berliner Blätter, v. 84, p. 93-104, 2021). Sin embargo, desde ahí podemos sugerir una elaboración de ontología que será clave para el resto del artículo. En primer lugar, ontología tiene que ver con la composición del mundo, sus objetos y entidades a partir de prácticas materiales. En segundo lugar, ese mundo está a su vez marcado por divergencias ontológicas, donde los conflictos no son sobre una realidad predefinida, sino sobre formas de hacer-mundo. Siguiendo otros estudios recientes, animados por cuestiones similares al estudiar la biodiversidad y cómo las ciencias producen sus objetos y formas de realidad específicas (ALMEIDA, 2013ALMEIDA, M. W. B. DE. Caipora e outros conflitos ontológicos. Revista de Antropologia da UFSCar, v. 5, n. 1, p. 7-28, 1 jun. 2013.; CABRAL; SÜSSEKIND; SÁ, 2020CABRAL, J.; SÜSSEKIND, F.; SÁ, G. Apresentação do Dossiê “Conexões Transversais entre a Antropologia da Ciência e a Etnologia”. Anuário Antropológico, n. v.45 n.3, 7 ago. 2020.; MARTINEZ MEDINA, 2020MARTINEZ MEDINA, S. Lo que pliega la colecta: conocimientos, científicos y especímenes para otras ciencias posibles. Antipoda Revista de Antropologia y Arqueologia, v. 41, p. 31-56, 2020.), nos planteamos interrogantes como: ¿qué cuenta cómo páramo? ¿cuáles son sus atributos? ¿desde qué prácticas se producen? ¿con qué criterios? ¿qué otras ontologías del páramo son posibles?

Articulación Ciencia y Política en la Delimitación de Páramos

Los páramos, según la institucionalidad ambiental colombiana, son ecosistemas que se encuentran en la alta montaña Andina, y que, por sus características, son de gran importancia ecológica debido a las diferentes funciones que cumplen. Aunque no existe una definición única, los páramos han sido caracterizados por variables relacionadas con el tipo de suelos, con límites altitudinales, variaciones climáticas y de vegetación (CONTRALORIA, 2012). En América Latina, sólo Costa Rica, Colombia, Ecuador, Perú y Venezuela cuentan con páramos, ocupando un área estimada cercana a los 34.000 km2 (HOFSTEDE ET AL., 2003HOFSTEDE, R.; SEGARRA, P. ;...; MENA, P. Los páramos del Mundo. Quito, Ecuador: Global Peatland Initiative/ NC-IUCN/EcoCiencia., 2003.).

Colombia, cuenta con más del 50% de dicha área, distribuida en 36 complejos de páramos. Los páramos colombianos poseen una gran biodiversidad (3.379 especies de plantas, 70 de mamíferos, 154 de aves, 90 de anfibios), cumplen un rol vital para la retención y regulación de agua permitiendo el nacimiento de un gran porcentaje de ríos de Colombia. Es un ecosistema que retiene 10 veces más carbono por metro cuadrado que el bosque tropical y posee una invaluable belleza paisajística (HOFSTEDE ET AL., 2003HOFSTEDE, R.; SEGARRA, P. ;...; MENA, P. Los páramos del Mundo. Quito, Ecuador: Global Peatland Initiative/ NC-IUCN/EcoCiencia., 2003.; MORALES-RIVAS ET AL., 2007MORALES-RIVAS, M. et al. Atlas de páramos de Colombia. Bogotá: Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, 2007.). Son lugares también habitados por campesinos e indígenas que se dedican a actividades de agricultura y de pequeña minería. Cerca de 20 millones de personas - 40% de la población colombiana- viven en municipios con alguna parte de su superficie en páramo. Por estas razones, en Colombia estos ecosistemas han sido considerados como lugares que deben ser protegidos. En el 2002, el Ministerio del Medio Ambiente, ordenó a las autoridades ambientales regionales el estudio y caracterización de los páramos y su posterior plan de manejo ambiental, sin embargo, muy pocas autoridades cumplieron de acuerdo con la evaluación realizada por la Contraloría (CONTRALORÍA, 2012).

Posteriormente, en la Ley 1382 del 2010 (código de minería) se reglamentó que los páramos estarían excluidos de actividades mineras y de hidrocarburos. Ante una de las controversias más grandes en contra de la minería de oro a gran escala, el movimiento social en defensa del agua y del páramo de Santurbán, movilizó ante la opinión pública y en ámbitos jurídicos dicha reglamentación. Finalmente, el proyecto de minería a gran escala fue rechazado, pero los gremios mineros reclamaron que se cumpliera también otra parte de la ley que planteaba necesario que los páramos fueran delimitados cartográficamente mediante criterios técnicos, sociales, ambientales y económicos para que surtiera efecto la exclusión de actividades extractivas de dichos ecosistemas (PARRA-ROMERO; GITAHY, 2017PARRA-ROMERO, A.; GITAHY, L. Movimiento social como actor - red: Ensamblando el comité por la defensa del Agua y del Páramo de Santurbán. Universitas Humanística, v. 84, p. 113-139, 14 dez. 2017.). Como resultado, la delimitación de los páramos fue reglamentada por el estado colombiano mediante los planes de gobierno del presidente Juan Manuel Santos para los periodos 2010-2014 y 2014-2018.

En el 2007 el Instituto Humboldt publicó el primer atlas de páramos de Colombia. Para ese momento, se identificaron 1.900.000 hectáreas correspondientes a 34 complejos de páramos a una escala de 1:250.000 (MORALES-RIVAS ET AL., 2007MORALES-RIVAS, M. et al. Atlas de páramos de Colombia. Bogotá: Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, 2007.). En el 2013 el Humboldt hizo una actualización del atlas a escala 1:100.000 (este fue un resultado del requerimiento para la delimitación de los páramos) y en esta versión se aumentó el número de hectáreas en más de un millón y se agregaron 2 nuevos complejos, ¡aparecieron nuevos páramos! Es en este punto cuando la articulación entre la ciencia y la política de conservación de los páramos empieza a requerir una ontología mapeable del páramo, es decir, una en la que se le puedan trazar líneas por medio de mapas.

Para aquellas personas cuyo trabajo estuvo ligado al sistema nacional de áreas protegidas colombiano durante la década del 2000, los mapas, y en especial de los páramos, eran más bien objetos esquivos. Había que buscarlos entre imágenes satelitales escasas, mapas hechos para otros propósitos y triangulando conceptos de la biología. Uno de los geógrafos que enfrentó en ese entonces el desafío de encontrar páramos en los mapas fue Julio, quien trabajó en Parques Nacionales Naturales de Colombia en un momento en que la preocupación por los páramos en el país tomó mayor interés. Cuando la oficina del jefe de julio recibió una solicitud de la Contraloría en 2006 pidiendo un reporte acerca del estado de los páramos, los mapas en ese momento sólo permitían hablar de ellos a través del cruce de líneas y colores que muy secundariamente se encargaban de los páramos, al punto que ni siquiera los referían por esa palabra.

Los mapas de páramos, que hoy animan variedad de discusiones, tienen unas características particulares definidos por la regulación que ya reseñamos. Primero, trazados a una escala de 1:25.000, con el propósito específico de establecer los límites de lo que el estado colombiano considera un “ecosistema estratégico”, los páramos entraron a ser parte de la mirada estatal de mapear, clasificar e inventariar con el propósito de establecer nuevas formas de control que se volvieron causas nacionales (ANDERSON, 2007ANDERSON, B. Comunidades imaginadas: reflexiones sobre el origen y la difusión del nacionalismo. Ciudad de México: Fondo de Cultura Económica, 2007.; SCOTT, 1998SCOTT, J. C. Seeing Like a State: How Certain Schemes to Improve Human Condition Have Failed. New Haven & London: Yale University, 1998). En segundo lugar, que sean los páramos y no otro ecosistema se debe entender a la luz de la forma en que ciencia y legislación han coproducido la conservación de los páramos y una versión particular de ellos a lo largo del siglo XX y en especial a partir de la década de los 80 (SARMIENTO; ZAPATA, 2016SARMIENTO, C.; ZAPATA, J. Instrumentos jurídicos para la protección de los páramos: normativa y producción de conocimiento. In: GOMEZ, M. F. et al. (Eds.). Biodiversidad 2015. Estado y tendencias de la biodiversidad continental de Colombia. Bogotá: Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, 2016.). En tercer lugar, dicha versión conservacionista de los páramos, en la cual hay estrictas prohibiciones a la actividad humana, hace parte de la misma trayectoria en la que una cohorte de científicos, algunos de ellos internacionalmente reconocidos como Thomas Van der Hammen - para quien los páramos no deberían ser habitados por humanos- participaron activamente en la creación de normas con relación a los páramos (UNGAR, 2021UNGAR, P. Assembling an Ecosystem: The Making of State Páramos in Colombia. Conservation and Society, v. En prensa, 2021.).

Como Julio bien recuerda, el “Atlas de páramos de Colombia” elaborado en 2007 por el Instituto Humboldt es el primero dedicado a páramos en el país. En él se recogen las propuestas de clasificar los páramos en “distritos” y “complejos”, lo cual permitió agruparlos administrativamente (clasificación que se compone de 5 sectores, 15 distritos y 36 complejos de páramos). Luego, este sería actualizado en 2012, introduciendo los modelos de distribución potencial, una herramienta que anticipó lo que vendría más adelante en la delimitación (MORALES-RIVAS et al., 2007MORALES-RIVAS, M. et al. Atlas de páramos de Colombia. Bogotá: Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, 2007.; SARMIENTO PINZÓN et al., 2013SARMIENTO PINZÓN, C. E. et al. Aportes a la conservación estratégica de los páramos de Colombia actualización de la cartografía de los complejos de páramo a escala 1:100.000. Bogota: Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, 2013.). Julio estaría inmerso en estos dos últimos proyectos, y sería de nuevo él junto a sus colegas científicos los encargados de abordar la cuestión sociotécnica del “qué son los páramos” a través de una respuesta por medio de mapas y líneas.

Esta respuesta sería ensamblada a través de un modelo de distribución potencial de vegetación, el cual fue elaborado por Julio y sus colegas tomando como referencia otros estudios que en el pasado habían sido diseñados para modelar la presencia de especies, sólo que esta vez lo harían para modelar un ecosistema. Si bien hubo amplias discusiones sobre los criterios para delimitar los páramos (CORTÉS-DUQUE; SARMIENTO, 2013CORTÉS-DUQUE, J.; SARMIENTO PINZÓN, C. E. (EDS.). Visión socio ecosistémica de los páramos y la alta montaña colombiana: memorias del proceso de definición de criterios para la delimitación de páramos. Bogotá: Instituto de Investigación de Recursos Biológicos Alexander von Humboldt, 2013.), sólo serían aquellos legibles por el modelo probabilístico los que serían incluidos para modelar la zona de transición entre el páramo y el bosque alto andino, cuya franja fue la referencia para trazar los límites de los páramos (SARMIENTO; LEÓN MOYA, 2015). Las variables incluidas en el modelo se clasificaron en dos amplias temáticas: la primera fue la topográfica, cuyos insumos resultan de la lectura de satélites que a través de señales de ondas muestrean el planeta en formas de superficie. La segunda fue la climática, utilizada para establecer características promedio de la temperatura a partir de la lectura de distintas estaciones meteorológicas en la alta montaña.

La construcción del modelo de distribución potencial permitió tomar estas variables y aproximar la vegetación presente en la alta montaña, pues desde esta ontología, la posibilidad de modelar el páramo depende de la probabilidad en la que las plantas se distribuyen. Esta forma de hacer páramo, fue un asunto muy controversial, como Julio reconoce, pues para ser considerado como variable, un criterio debía contar con mapas a la escala exigida para ser incluido en el modelo. No ajustarse a ese requerimiento sería el principal motivo para descartar un criterio como variable a la hora de delimitar los páramos, tal como sucedió con los criterios sociales y económicos.

Ante las controversias, limitaciones de tiempo, presupuesto y presiones de toda índole, Julio y sus colegas lograron delimitar los páramos. Más allá de evaluar si dicha delimitación fue o no acertada, lo importante hasta acá es mencionar que una ontología de los páramos mapeable fue quizá el mayor hito de esta articulación entre ciencia y política. Dicha ontología mapeable significó que los páramos fueron configurados de tal manera que su puesta en práctica fuera posible a través de mapas y otras formas de representación espacial propias de la cartografía. Dicho arreglo requirió de la asociación de plantas, satélites, estaciones meteorológicas, normativas, sistemas de información geográfica y, por supuesto, personas a cargo de hacer los páramos mapeables. La cuestión es que dicha historia es apenas una entre otras que abren la posibilidad de poner a actuar al páramo.

Agua y Oro: Más Allá de una Dicotomía

La disputa por la montaña en Santurbán, que comienza en el 2010, se da ante la amenaza que representó la propuesta de la multinacional Greystar Resources de realizar una mina de oro a cielo abierto en un lugar considerado como un ecosistema frágil. La defensa del agua fue la principal bandera de la movilización social, especialmente urbana, que logró generar un amplio debate sobre la protección de los páramos contra la minería a gran escala y que se configuró como uno de los principales antecedentes para la decisión del gobierno nacional de delimitar los páramos. El agua moldea nuestros mundos sociales a través de diversos ensamblajes de materialidad y significado (BAKKER, 2012BAKKER, K. Water: Political, biopolitical, material. Social Studies of Science, v. 42, n. 4, p. 616-623, 2 ago. 2012.) y, en esa línea, la movilización social por Santurbán logró establecer nuevas relaciones entre agua, páramo y ciudadanía, obteniendo como resultado una amplia apropiación social del páramo y su defensa. El principal foco de esta movilización se dio en la ciudad de Bucaramanga, ubicada a una altitud de 900 m.s.n.m, que se surte del agua de ríos que nacen en el páramo. La gran preocupación del movimiento social era que el impacto de la mina, proyectada por Greystar, ponía en riesgo el suministro de agua de al menos dos millones de habitantes de la zona abajo de la montaña. Para el momento del inicio del conflicto, el Ministerio del Medio Ambiente, había establecido que un páramo comenzaba en esa zona del país a una altitud de 3.000 m.s.n.m (MINISTERIO DEL MEDIO AMBIENTE, 2002), posteriormente, con la delimitación este valor oscilaría entre los 3.100 y los 3.400 m.s.n.m.

El éxito del movimiento social fue vincular el agua de la ciudad con la defensa del páramo. Esto se dio porque se hizo visible la infraestructura del agua potable de la ciudad y se configuró al páramo como una fábrica de agua, convirtiéndolo en el eslabón primero de la infraestructura. Las infraestructuras no son solo cosas, sino también relaciones entre objetos y grupos sociales y tienen la capacidad de reconfigurar agencias, sujetos y objetos (JENSEN; MORITA, 2015JENSEN, C.; MORITA, A. Infrastructures as Ontological Experiments. Engaging Science, Technology, and Society, v. 1, p. 81-87, 2015.). Donde el agua habla a través de la relación de potabilidad mediante artefactos e infraestructuras, el oro debe permanecer en silencio, en las profundas y misteriosas montañas. El oro debe permanecer dentro de la montaña y las tecnologías a gran escala para su explotación alejadas del páramo. De ahí el eslogan del movimiento social: Agua Sí, Oro No.

Pero en el páramo también existen otras aguas: el agua del cultivo, el agua de la pequeña minería y el agua de las lagunas que tanto representan a la montaña. Y también existe el oro, con el cual los mineros a pequeña escala han vivido por generaciones. Es el caso del municipio de Vetas, ubicado a 3.350 m.s.n.m, cuya principal actividad económica por varios siglos ha sido la minería de oro de socavón. Muy cerca de allí, la empresa Greystar había proyectado la mina a cielo abierto que fue objeto del conflicto. Greystar había llegado a la zona desde 1997 a través de la compra de títulos mineros a habitantes de la zona. Entre 1997 y el 2009, realizó trabajos de exploración para conocer el tamaño y potencial del yacimiento minero, y acumuló más títulos mineros; acumulación que fue favorecida por los cambios en la legislación y reformas institucionales al sector minero del país. Así mismo, en palabras de un minero tradicional de la zona, la velocidad de extracción que proponía Greystar no se comparaba con la manera tradicional. La cantidad de oro que Greystar quería extraer en 15 años, con la minería tradicional se haría en 100 años y varias generaciones de mineros sosteniendo la actividad.

El agua para los habitantes del municipio de Vetas es parte de su identidad como mineros ancestrales y de la memoria de lo que significa ser paramuno. En Vetas, el agua y el oro tienen una relación simbiótica, y hacen parte de las relaciones socioambientales que han tejido a través de más de 460 años de historia minera del municipio. Para ellos no hay dilema entre el oro y el agua, como lo planteaba la movilización social gestada desde la ciudad. Ambas pueden ser y se producen mutuamente. Incluso, tienen rituales para sembrar agua. Hay oro porque hay agua. El agua permite que se pueda extraer el oro al interior de la mina. Al mismo tiempo, han construido sus propias infraestructuras para el agua que consumen y tienen una relación sagrada con las lagunas, que en el páramo suman más de 52. Este tipo de relación sagrada entre montaña, agua y habitantes no es exclusivo de Santurbán y se puede rastrear en otros páramos andinos.

Pero no solo el agua del movimiento social se constituye en un actor con capacidad de agencia, la multiplicidad del agua en Vetas nos habla de la complejidad de la gobernanza del páramo. El oro de la multinacional logra decirles muchas cosas a los inversionistas. Es gracias a la promesa del oro, el uso de la geología para establecer perfiles y calcular el tamaño del yacimiento, que la empresa logra inyectar recursos a la compañía mediante el mercado de acciones en la bolsa de valores. Para la multinacional, a través de su EIA (estudio de impacto ambiental), el agua se queda represada, contenida, enactuada (o por lo menos pensada) como inacabable. Proponían en el EIA la construcción de dos embalses, uno de ellos en la laguna Pajarito (Figura 1), la más brava y tradicional de las lagunas en Vetas. La laguna desaparece para dar paso a la acumulación del agua. Agua represada, explotada, cautiva para la emergencia del oro a gran escala.

La delimitación y el páramo como fábrica de agua, al igual que la actividad de minería a gran escala, rompen con las relaciones que tienen los habitantes en el páramo, especialmente en el municipio de Vetas. En el 2014 Santurbán es el primer páramo delimitado cartográficamente. Las consecuencias para Vetas son devastadoras: aumento del desempleo, incremento de casos de suicidio, aumento de la minería ilegal y la desvalorización de los predios del municipio al quedar más del 80% dentro del área delimitada como páramo. En el 2017 la Corte Constitucional ordenó una nueva delimitación que considerara y vinculara la participación de todos los actores potencialmente afectados por la misma. El proceso de concertación que se lleva a cabo desde el 2018, ha permitido que los municipios presenten sus propuestas y su conocimiento sobre el territorio. En el caso de Vetas, han propuesto un mapa alternativo y se han fortalecido políticamente a través de la movilización de la figura de ancestralidad minera y de cómo ellos han cuidado el páramo mucho antes que quisieran conservarlo.

Uno de los efectos de la delimitación en Vetas, es que, aunque se mantiene el derecho a la propiedad, se vulnera el derecho al uso, dado que limita la capacidad de beneficiarse de los recursos (oro, producción, etc.) a un solo tipo de bien: el pago por servicios ambientales. Por el contrario, la actividad minera en Vetas, muestra un páramo hecho desde abajo a partir de una práctica de cuidado que se aleja de lo que institucionalmente es la conservación. Esta práctica “se basa en una temporalidad diferente respecto de los ritmos y métodos de extracción, así como en la subjetividad que reproduce y mantiene una actividad económica que no se separa de la identidad y que mantiene relaciones socioecológicas no fragmentadas con el oro, el agua y el páramo” (PARRA-ROMERO, 2022PARRA-ROMERO, A. ¿De quién es el páramo de Santurbán? Ancestralidad Minera como narrativa de defensa del territorio en el municipio de Vetas (Santander). Revista CS, n.º 36 (marzo), 147 -77, 2022.https://doi.org/10.18046/recs.i36.4742
https://doi.org/10.18046/recs.i36.4742...
: 172)

Figura 1
Laguna Pajarito, Páramo de Santurbán

El páramo hay que protegerlo, pero conmigo adentro

Ubicado al suroccidente de Bogotá, el páramo de Sumapaz aparte de ser considerado el más grande del mundo, ha sido un lugar clave en el conflicto armado colombiano. Desde su génesis, en la denominada época de “La Violencia” durante los 50, hasta su recrudecimiento en la última década del siglo XX, las comunidades campesinas han encontrado en el páramo un refugio para huir de la violencia de la cual han sido una de las principales víctimas (LONDOÑO, 2011LONDOÑO, R. Juan de la Cruz Varela: sociedad y política en la región de Sumapaz (1902-1984). Bogota: Universidad Nacional de Colombia, 2011.; MORALES-ACOSTA, 2017MORALES ACOSTA, C. Arando el pasado para sembrar la paz. Cuadernos de la memoria: relatos de las víctimas del conflicto armado en Sumapaz (1990-2017). Bogota: Universidad Nacional de Colombia, 2017.; VARELA; ROMERO, 2007VARELA, L.; ROMERO, Y. Surcando amaneceres. Historia de los agrarios de Sumapaz y oriente del Tolima. Bogotá: Alcaldía Local de Sumapaz / Editorial Universidad Antonio Nariño, 2007.). “Nuestros cuentos de ir a dormir no eran Blancanieves, ni caperucita roja” cuenta Rosa, una campesina que ha vivido toda su vida en Sumapaz “en vez de esas historias mi mamá nos contaba cómo le tocaba esconderse entre arbustos huyendo de los bombardeos” añade. Al igual que Rosa, se podrían contar por miles los campesinos y campesinas que a lo largo del último siglo han vivido en este páramo tratando de construir sus proyectos colectivos de vida y que comparten historias similares. No sólo encontrando la forma de sobrevivir a la violencia, sino también de construir y reconstruir su mundo, es decir, reelaborando una ontología donde se establecen diversas entidades y unas relaciones particulares entre ellas (TOLA, 2020TOLA, F. Introducción al dossier: heterogeneidad ontológica y ontologías en conflicto en Sudamérica. Etnografica, v. 24, n. 2, p. 455-464, 2020.).

Al igual que otras comunidades campesinas del país y la región latinoamericana, el campesinado de Sumapaz encuentra su sustento en sistemas productivos de unidades familiares, o lo que los estudios rurales han denominado “economía campesina” (CHAYANOV, 1985CHAYANOV, A. V. La organización de la unidad económica campesina. Buenos Aires: Nueva Visión, 1985.; CHONCHOL, 1996CHONCHOL, J. Sistemas agrarios en América Latina: de la etapa prehispánica a la modernización conservadora. Santiago de Chile: Fondo de Cultura Económica, 1996.; FAJARDO, 2009FAJARDO, D. Territorios de la agricultura colombiana. Bogotá: Editorial Univ. Externado de Colombia, 2009.; PLOEG, 2010PLOEG, J. D. VAN DER. Nuevos campesinos: campesinos e imperios alimentarios. Barcelona: Icaria, 2010.). Sin embargo, es también importante considerar las prácticas campesinas más allá del aspecto productivo de lo económico que suele dar por sentada la distinción entre los ámbitos de la naturaleza y la cultura (DEVINE; OJEDA; YIE GARZÓN, 2020DEVINE, J. A.; OJEDA, D.; YIE GARZÓN, S. Formaciones actuales de lo campesino en América Latina. Antípoda. Revista de Antropología y Arqueología, v. 2, n. 2016, p. 1958-1962, 2020.; VÉLEZ, 2020VÉLEZ, J. S. Las intimidades de La Selva: comunidades campesinas, políticas ambientales y ontologías en la frontera agraria amazónica [Manuscrito no publicado]. 2020.). Lo que sugerimos es leer la economía campesina a partir de una apertura ontológica (DE LA CADENA, 2010DE LA CADENA, M. Indigenous cosmopolitics in the andes: Conceptual reflections beyond “politics”. Cultural Anthropology, v. 25, n. 2, p. 334-370, 2010.; HOLBRAAD; PEDERSEN, 2017HOLBRAAD, M.; PEDERSEN, M. A. The Ontological Turn: An Anthropological Exposition. Cambridge: Cambridge University Press, 2017.) que nos conduzca por otras formas de hacer el páramo.

Muy temprano inicia la jornada en el páramo para Joaquín y Marta. Lo primero por atender en la mayoría de las fincas son las vacas y los terneros. Separados de las vacas por una cerca de alambre, Joaquín se encarga de traer uno por uno a los terneros hacia la otra parte del potrero. Con la precisión que le permite el frío del páramo y la niebla que cubre a esa hora la montaña, lanza un lazo cuidadosamente preparado con un nudo que una vez en el cuello del ternero le permite conducirlo. Por haber nacido el día que murió Maradona así bautizó Joaquín al ternero, que ahora al otro lado de la cuerda lo deja correr casi que saltando hasta que se encuentra con su madre, una vaca peluda y ancha llamada Negra. Ambos braman en su encuentro y la madre respira hondo mientras el ternero bebe leche de su ubre. Por momentos Maradona le muerde el pezón a Negra, y en otros Marta le mueve el hocico con su mano para que chupe de otro pezón. Luego de un momento Marta separa a Maradona de Negra, lo lleva del mismo lazo que lo traía Joaquín y hace un nudo en una estaca clavada al pasto para dejarlo allí amarrado. Luego le hace un nudo a negra en las patas traseras y toma un tronco en forma de banca para sentarse junto a ella y terminar de ordeñar su leche en un balde (Figura 2). Antes de que acabe, Joaquín ya tenía listo a otro ternero y Marta se apresura para verter la leche del balde en una garrafa más grande. Así continúa la labor hasta que acaban con las trece vacas y terneros que hay en la finca (DIARIO DE CAMPO, FEBRERO 2021).

Esta leche más tarde será transformada en la cocina hasta que resulte en varios bloques de queso, los cuales son recogidos dos veces a la semana por un comerciante de la misma zona. Él lo pesará y pagará un valor por cada libra, para luego llevarlo a la principal ciudad de la región donde será distribuido para la venta final. Pero más allá de elaborar queso, lo que Joaquín y Marta dejan claro cuando cuentan sobre su vida en el páramo es que lo suyo es vivir con los animales, trabajando temprano, sin muchas ambiciones económicas y con la tranquilidad de poder andar a donde quieran en sus veredas sin preocuparse por cuánto llevan en el bolsillo. Como ha sucedido por generaciones en estas montañas, en la finca de Joaquín y Marta son tanto humanos como no humanos quienes componen una ontología donde las prácticas campesinas hacen parte del páramo, y que siguiendo a Anna Tsing (2016TSING, A. L. Alegoría agraria y futuros globales. Revista Colombiana de Antropología, v. 52, n. 1, p. 289-346, 2016.), claramente lleva al límite la supuesta incompatibilidad entre el ser humano y la naturaleza preconizada por la biología conservacionista. Pero entonces ¿Cómo replantear las relaciones ambiente-sociedad alrededor de la conservación de los páramos y la alta montaña más allá de la ontología de la delimitación que establece una clara distinción entre el dominio de la naturaleza y el de la cultura?

Figura 2
Elaboración de queso - páramo de Sumapaz

Rosa nos ofrece una pista inequívoca cuando dice: “el páramo hay que protegerlo, pero conmigo adentro”. Esta frase resulta provocadora cuando se yuxtapone junto a las distintas prácticas con las que los campesinos configuran su ontología del páramo. “Conmigo adentro” implica empezar a reconocer los mundos que componen las comunidades campesinas de la alta montaña junto a otros no humanos, la forma en que realizan cortes ontológicos para diferenciar otras entidades como vacas y terneros y establecer relaciones junto a ellas. En otras palabras, un páramo que no necesariamente coincide con la ontología propuesta en las cartografías con las que se ha impulsado su conservación. Es por ello que la delimitación de páramos ha dado ocasión a un escenario de equivocaciones no controladas (VIVEIROS DE CASTRO, 2004VIVEIROS DE CASTRO, E. Perspectival anthropology and the method of controlled equivocation. Tipiti: Journal of the Society for the Anthropology of Lowland South America, v. 2, n. 1, p. 2-22, 2004.), es decir donde no se reconoce que cuando se habla de algo no necesariamente se está hablando de lo mismo y donde las diferencias sobre el páramo no son sobre perspectivas distintas sobre una misma cosa, sino entre mundos a través de los que distintos colectivos componen su realidad (BLASER, 2013BLASER, M. Ontological conflicts and the stories of peoples in spite of Europe: Toward a conversation on political ontology. Current Anthropology, v. 54, n. 5, p. 547-568, 2013.). ¿Serían estas ontologías una grieta a través de las cuales podamos entrar a una conservación renovada de la alta montaña?

Conclusión: Por una apertura ontológica de la conservación

Para Marisol de la Cadena, un fenómeno político se dio paso dentro de la política racional (BLASER, 2018BLASER, M. Doing and undoing Caribou / Atiku : diffractive and divergent multiplicities and their cosmopolitical orientations. Tapuya: Latin American Science , Technology and Society, v. 1, n. 1, p. 65-82, 2018., DE LA CADENA, 2010DE LA CADENA, M. Indigenous cosmopolitics in the andes: Conceptual reflections beyond “politics”. Cultural Anthropology, v. 25, n. 2, p. 334-370, 2010.): la incursión de seres no humanos en actos políticos de gobiernos, instituciones y movimientos sociales. En su texto, Marisol de la Cadena, hace el recuento de algunos de estos momentos en la historia Andina: el ingreso de La Pachamama a la constitución política de Ecuador, los pagamentos realizados por bolivianos en las guerras del agua y las manifestaciones públicas en Perú en contra de un proyecto de minería que dañaría a Ausangate (un ser tierra para los pueblos indígenas, una alta montaña para otros). Ejemplos similares encontramos para Colombia, donde lugares que son considerados por la política local (racional) como sitios de potencial desarrollo económico, son para comunidades indígenas, afrodescendientes y campesinas, lugares sagrados, ancestrales y con el potencial para la reproducción de la vida de sus pobladores. Con política racional, se enmarcan las prácticas modernas de hacer política, que explican las diferencias en los conflictos, como diferencias de orden cultural y, por tanto, suelen reducir las demandas de los grupos sociales a cuestiones ideológicas, irracionales o radicales, mientras defienden formas más objetivas y científicas de tramitarlos.

En este artículo hemos analizado la forma en que la conservación de páramos en Colombia durante la última década tomó como punto de partida la elaboración de una ontología mapeable de la alta montaña andina. Con el ánimo de usar recursivamente nuestro material empírico y abrirnos a otras posibilidades de hacer el páramo (HOLBRAAD; PEDERSEN, 2017HOLBRAAD, M.; PEDERSEN, M. A. The Ontological Turn: An Anthropological Exposition. Cambridge: Cambridge University Press, 2017.), encontramos que en Santurbán y Sumapaz se configuran otras ontologías del páramo que dependen de relaciones junto a otras entidades no humanas, principalmente el agua, el oro y los animales de pastoreo. Mientras que para las instituciones el páramo se pone a actuar exclusivamente desde el registro de aquello que es legible para la ley y la ciencia (LATOUR, 2004LATOUR, B. Politics of nature. Cambridge: Harvard University Press, 2004.), las comunidades hacen páramo a través del cuidado y la relacionalidad. Limitar la conservación de páramos a una sola ontología nos lleva al riesgo de reproducir formas de hacer un mundo de un solo mundo (ESCOBAR, 2015ESCOBAR, A. Territorios de diferencia: la ontología política de los “derechos al territorio”. Cuadernos de Antropología Social, v. 41, p. 25-38, 2015.; LAW, 2015LAW, J. What’s wrong with a one-world world? Distinktion: Scandinavian Journal of Social Theory, v. 16, n. 1, p. 126-139, 2015.) que reducen la diferencia y la capturan en visiones hegemónicas de la modernidad, cuya expresión en las políticas de conservación ha reproducido exclusiones de tipo patriarcal, racial, cultural y de clase (BOCAREJO; OJEDA, 2016BOCAREJO, D.; OJEDA, D. Violence and conservation: Beyond unintended consequences and unfortunate coincidences. Geoforum, v. 69, p. 176-183, 2016.; BÜSCHER; FLETCHER, 2020BÜSCHER, B.; FLETCHER, R. The Conservation Revolution: Radical Ideas for Saving Nature beyond the Anthropocene. London/ New York: Verso, 2020.; MATUSSE, 2019MATUSSE, A. Laws, Parks, Reserves, and Local Peoples: A Brief Historical Analysis of Conservation Legislation in Mozambique. Conservation and Society, v. 17, n. 1, p. 15-25, 2019.).

Apoyándonos en los casos que hemos presentado en este artículo, consideramos que transitar hacia una apertura ontológica (DE LA CADENA, 2015DE LA CADENA, M. Earth Beings. Ecologies of Practice Across Andean Worlds. Durham, US: Duke University Press, 2015.) de la conservación y los conflictos socioambientales en la alta montaña andina permitiría establecer un punto de partida distinto. El contraste entre las diferentes versiones de páramo es lo que nos permite apreciar la importancia de la apertura ontológica. Tal apertura significa en primer lugar seguir indagando por aquellas prácticas que hacen-páramo, pues como presentamos en el artículo, al páramo se le hace con imágenes, computadoras, libros, escritorios y mapas de colores impresos o digitales. Pero también en el caminar del campesino, en su relación con la vaca, los ciclos del clima, la veta de la mina, la siembra del agua. En otras palabras, se trata de seguir explorando cómo se configura y reconfigura la conservación junto a sus objetos a través de las prácticas que componen mundos y sus formas políticas (JENSEN, 2021JENSEN, C. B. Practical Ontologies Redux. Berliner Blätter, v. 84, p. 93-104, 2021). Segundo, la apertura implica tomarse en serio y reconocer la existencia de múltiples mundos que no pueden ser reducidos entre uno y otro (BLASER, 2013BLASER, M. Ontological conflicts and the stories of peoples in spite of Europe: Toward a conversation on political ontology. Current Anthropology, v. 54, n. 5, p. 547-568, 2013.; ESCOBAR, 2015ESCOBAR, A. Territorios de diferencia: la ontología política de los “derechos al territorio”. Cuadernos de Antropología Social, v. 41, p. 25-38, 2015.). Es una propuesta de ensamblar elementos que siempre han estado allí, pero que son traídos con mayor nitidez (ilumina lo subalterno, la asimetría, la materialidad) como procesos constitutivos del conflicto.

La apertura ontológica no niega a la ciencia y la política, las incluye en formas reflexivas sobre el poder de un mapa que permite que una montaña sea páramo o no. Como plantea Escobar (2012ESCOBAR, A. Cultura y diferencia: la ontología política del campo de cultura y desarrollo. Wale’keru, Revista de Cultura y Desarrollo, 2, 7-16, 2012), este movimiento activa políticamente la relacionalidad y apunta a que la conservación, que mediante la política racional se convirtió en la desterritorialización del cuidado, considere, incorpore y dialogue con los conocimientos y prácticas que emergen de las relaciones socioambientales en los territorios. Como muestran nuestros casos, mientras que el cuidado es una práctica que incluye al humano y su trabajo en tiempos y relaciones ontológicas particulares, la conservación, expresada en el mapa, las restricciones, el pago por servicios ambientales, etc., excluye lo humano, incluido sus relaciones con el territorio.

Agradecimientos

Los autores agradecen a la comunidad de Vetas por contarnos su lucha en la defensa de su territorio. A SINTRAPAZ por su colaboración para realizar esta investigación junto a las comunidades campesinas del Sumapaz. Al taller de escritura que nos leyó una primera versión de este texto. A los evaluadores anónimos que nos ayudaron a mejorar esta versión.

Parte de esta investigación fue financiada por una beca doctoral otorgada por el Ministerio de Ciencia, Tecnología e innovación de Colombia y una beca del Consejo Sueco de Investigación (VR990780)

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Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    17 Abr 2023
  • Fecha del número
    2023

Histórico

  • Recibido
    01 Ago 2021
  • Acepto
    03 Oct 2022
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