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“Un lugar donde poder jugar”: espacio público e infancia

“Um lugar para brincar”: espaço público e infância

“A place to play”: public space and childhood

Resumen:

En las últimas décadas, se ha venido observando en las ciudades occidentales una tendencia generalizada a un uso cada vez menor de los espacios públicos por parte de la infancia. Si bien, desde una perspectiva psicológica, sus consecuencias negativas sobre los y las niñas son ampliamente conocidas, en el plano sociológico, sus efectos sobre la ciudad han sido mucho menos explorados. Sin embargo, si partimos de los planteamientos que evalúan el éxito o fracaso de la ciudad a partir de su capacidad de incluir la diversidad social, el uso del espacio público por parte de la infancia puede considerarse un indicador afinado de su buen o mal funcionamiento. Partiendo de esta hipótesis y por medio de un estudio comparativo de dos espacios públicos del centro de Madrid, se hace una reflexión sobre las causas del problema y las respuestas necesarias para avanzar hacia ciudades más sostenibles e inclusivas, proponiendo recuperar el concepto de “los ojos de la calle” de Jane Jacobs como herramienta para la evaluación y diseño de los espacios públicos desde una perspectiva infantil.

Palabras clave:
Ciudad; Espacio público; Infancia; Seguridad; Madrid

Resumo:

Nas últimas décadas, uma tendência geral tem sido observada nas cidades ocidentais no sentido de cada vez menos uso dos espaços públicos por crianças. Embora, do ponto de vista psicológico, sejam amplamente conhecidas suas consequências negativas para as crianças, no plano sociológico, seus efeitos sobre a cidade têm sido muito menos explorados. Porém, se partirmos das abordagens que avaliam o sucesso ou fracasso da cidade a partir de sua capacidade de incluir a diversidade social, o uso do espaço público por crianças pode ser considerado um indicador sintonizado do bom ou mau funcionamento de uma cidade. Com base nesta hipótese e através de um estudo comparativo de dois espaços públicos no centro de Madrid, faz-se uma reflexão sobre as causas do problema e as respostas necessárias para caminhar rumo a cidades mais sustentáveis e inclusivas. Especificamente, propõe-se resgatar o conceito de “olhos da rua” de Jane Jacobs como uma ferramenta para a avaliação e dimensionamento de espaços públicos na perspectiva infantil.

Palavras-chave:
Cidade; Espaço público; Infância; Segurança; Madrid

Abstract:

The last few decades show a widespread tendency in western towns to an ever-decreasing use of public spaces by children. While from a psychological perspective, its negative consequences on children are widely known, in sociological terms, its effects on the city have been far less explored. However, if we start from the approaches that evaluate the success or failure of the city based on its capacity to include social diversity, the use of public space by children can be considered a refined indicator of how well or poorly it is performing. Based on this hypothesis and through a comparative study of two public spaces in the center of Madrid, this article reflects on the causes of the problem and the necessary responses to move towards healthier cities. In particular, Jane Jacobs’ concept of “eyes on the street” is proposed as a tool in the assessment and design of public space from a child’s view.

Keywords:
City; Public space; Childhood; Safety; Madrid

En el Reino Unido, se ha comprobado que los niños y niñas dedican hoy la mitad del tiempo que sus padres dedicaban a su edad a jugar al aire libre, poco más de cuatro horas por semana.2 2 National Trust. 2016. The humble stick revealed as the must-have toy for summer. National Trust, 27 de julio de 2016. Accedido en 01 mar. 2018. https://www.nationaltrust.org.uk/news/the-humble-stick-revealed-as-the-must-have-toy-for-summer. Esta menor participación de la infancia en la ciudad a través del uso de su espacio público se ha venido observando de forma generalizada en el mundo occidental en las últimas décadas (Danic, David y Depeau 2010Danic, Isabelle, Olivier David, y Sandrine Depeau, eds. 2010. Enfants et jeunes dans les espaces du quotidien. Rennes: PUR. https://doi.org/10.4000/books.pur.27144.
https://doi.org/10.4000/books.pur.27144...
; Spencer y Woolley 2000Spencer, Cristopher, y Helen Woolley. 2000. Children and the city: a summary of recent environmental psychology research. Child: care, health and development 26 (3): 181-97. https://doi.org/10.1046/j.1365-2214.2000.00125.x.
https://doi.org/10.1046/j.1365-2214.2000...
; Roman y Pernás 2009). Si bien desde una perspectiva psicológica, sus consecuencias negativas sobre la niñez son ampliamente conocidas (Delalande 2009Delalande, Julie, ed. 2009. Des enfants entre eux: des jeux, des règles, des secrets. París: Autrement. https://doi.org/10.3917/autre.delal.2009.01.
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; Stone y Lozon 2004Stone, Scott J., y C. Lozon. 2004. The cognitive and social values of play in the learning contexts of mixed-aged children. In 23rd ICCP World Play Conference, ‘Play and Education’, 15-7. Cracóvia: Polonia.; Bagot, Kuo y Allen 2007Bagot, Kathleen, Frances Kuo, y Felicity C. L. Allen. 2007. Amendments to the Perceived Restorative Components Scale for Children (PRCS-C II). Children, Youth y Environments 17 (4): 124-7.), en el plano sociológico, sus efectos sobre la ciudad han sido mucho menos explorados.

Si la ciudad y su calidad de vida se miden por la calidad del espacio público y la presencia de los diferentes y sus interacciones (Borja y Muxí 2003Borja, Jordi y Zaida Muxí. 2003. El espacio público: ciudad y ciudadanía. Barcelona: Electa.; Gehl 2014Gehl, Jan. 2014. Ciudades para la gente. Buenos Aires: Infinito.), o como señalaba Bauman (2001Bauman, Zygmunt. 2001. La sociedad individualizada. Madrid: Cátedra., 95), “la calidad humana de una sociedad debería medirse por la calidad de vida de sus miembros más débiles”, la exclusión o marginalización de los niños y niñas evidencia el fracaso de la ciudad en términos de inclusión de la diversidad. De ahí que Tonucci (1997Tonucci, Francesco. 1997. La Ciudad de los niños: un modo nuevo de pensar la ciudad. Madrid: Fundación German Sánchez Ruipérez.; 2009Tonucci, Francesco. 2009. Ciudades a escala humana: la ciudad de los niños. Revista de Educación 1: 147-68.) propusiera a la infancia como parámetro de intervención urbana.

Por consiguiente, si con frecuencia se ha concebido el espacio público, entendido como aquel espacio público, accesible e inclusivo (Altman y Zube 1989Altman, Iwin, y Ervin Zube. 1989. Public places and spaces. Boston: Springer. https://doi.org/10.1007/978-1-4684-5601-1.
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; Carr et al. 1992Carr, Stephen, Mark Francis, Leanne G. Rivlin, y Andrew M. Stone. 1992. Public space. Cambridge: Cambridge University Press.), como un “indicador de calidad urbana” (Gehl 2014Gehl, Jan. 2014. Ciudades para la gente. Buenos Aires: Infinito.; Borja y Muxí 2000), el termómetro de la ciudad; el uso de éste por parte de la infancia puede considerarse un indicador aún más fino del buen funcionamiento de la ciudad. Por ello, es tan acuciante abordar los siguientes interrogantes: ¿a qué es debida la desaparición de las niñas y niños de la ciudad occidental?, ¿de qué depende?, y ¿cómo potenciar su presencia en el espacio público urbano?

A partir de una breve revisión de la bibliografía sobre esta problemática y del estudio de dos espacios públicos diferentes del centro de Madrid, el parque Conde Duque (en adelante PCD) y la plaza Nelson Mandela/Cabestreros (PNMC), se pretende arrojar luz sobre estas cuestiones y reflexionar sobre los factores que inciden en el uso del espacio público por parte de los niños y niñas para ser considerados para su potenciación.

El presente artículo empieza con un primer apartado donde se esboza un breve diagnóstico sobre las causas de la tendencia a una menor participación de los niños y niñas en los espacios urbanos de las ciudades occidentales. En segundo lugar, se expone la metodología empleada y, en tercero, se describen las dinámicas sociales y de uso observadas en los espacios objeto de estudio. El análisis de la información recogida, desvelando los factores que condicionan el uso del espacio público por parte de la infancia y, por tanto, su buen funcionamiento, se relata en el cuarto epígrafe, proponiendo recuperar el concepto de “los ojos de la calle” de Jacobs (1961) como herramienta pertinente para la evaluación y diseño de los espacios públicos.

La desaparición de la infancia de la ciudad y el espacio público

La ciudad se define como el espacio donde se asienta la población con la que interactúa y donde tienen lugar los contactos y encuentros entre sus habitantes, diversos y heterogéneos. En ésta, el espacio clave por excelencia, y con función de encuentro, es el espacio público. Por ello, cuanto más diversos, abiertos, heterogéneos sean éstos, mejores ciudades tendremos.3 3 Un-Habitat. 2015a. Public Space. Global public space toolkit. From global principles to local policies and practice. Accedido en 14 nov. 2020. https://unhabitat.org/sites/default/files/2019/05/global_public_space_toolkit.pdf. Un-Habitat. 2015b. Safer Cities. Using minecraft for youth participation in urban design and governance. Accedido en 15 nov. 2022. https://bit.ly/3ECBXAE.

Dentro de esa heterogeneidad constitutiva, si bien los niños y niñas son habitantes de la ciudad, lo cierto es que no aparecen en todos sus espacios. Así sucede sobre todo en los centros de las ciudades occidentales contemporáneas, donde la infancia se ha visto desplazada a las periferias y cuando aparecen en sus espacios públicos, lo hacen de manera minoritaria y controlados por personas adultas como respuesta ante entornos percibidos como peligrosos y amenazantes (Gülgönen 2016Gülgönen, Tuline. 2016. Espacio urbano, ciudadanía e infancia: apuntes para pensar la integración de los niños en la ciudad. En La re-invención del espacio público en la ciudad fragmentada, editado por Patrícia R. Kuri, 409-38. México: IIS-Unam.; Nayak 2003Nayak, Anoop. 2003. Through “children’s eyes”: childhood, place and the fear of crime. Geoforum 34: 303-15. https://doi.org/10.1016/S0016-7185(03)00003-4.
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; Valentine 1997Valentine, Gill. 1997. “Oh yes I can”. “Oh no you can’t”: children and parents’ understanding of kids’ competence to negotiate public space safely. Antipode 29 (1): 65-89. https://doi.org/10.1111/1467-8330.00035.
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; Román-Rivas y Pernás 2009). En el caso de Madrid, este fenómeno ha hecho mella en la composición demográfica del distrito Centro (2021) en la que los menores de 18 años representan el 7,9% del total de residentes, frente al 12,8% para el conjunto del municipio. Con una proporción también menor de mayores de 65 años, el centro de la ciudad aparece así como un espacio predominantemente de personas adultas, poco representativo de la diversidad de la ciudad.

En parte a la base de esta huida masiva hacia las periferias, cabe detenerse en el imaginario del miedo que ha ido creciendo en las ciudades contemporáneas y que ha perjudicado especialmente a la niñez. Recuperando los trabajos de la geógrafa Claire Freeman (2006)Freeman, Claire. 2006. Colliding worlds: planning with children and young people for better cities. En Creating child friendly cities: new perspectives and prospects, editado por Brendan Gleeson, y Neil Sipe, 69-85. New York: Routledge., se puede apuntar a dos principales miedos parentales en relación al uso del espacio público por parte de la infancia. El primero es el tráfico motorizado, percibido como peligroso por los accidentes y las perturbaciones ambientales que supone (Ward 1978Ward, Colin. 1978. The child in the city. London: The Architectural Press. https://doi.org/10.1007/BF02694719.
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) y, ante el cual, como lamentan Davis y Jones (1996, 233): los niños debían ser acotados, mantenidos en interiores, acompañados o controlados por los padres.” El segundo factor que señala Freeman (2006)Freeman, Claire. 2006. Colliding worlds: planning with children and young people for better cities. En Creating child friendly cities: new perspectives and prospects, editado por Brendan Gleeson, y Neil Sipe, 69-85. New York: Routledge. es el miedo al otro”, al “desconocido”. Este temor no respondería a una realidad objetiva (más secuestros, por ejemplo), sino que sería una consecuencia del impacto de los medios de comunicación y de un modelo de ciudad caracterizado por una creciente segregación socio espacial, por el retraimiento de la sociabilidad a la esfera privada y un estilo de vida basado en el automóvil; todos ellos elementos que dificultan la interacción y el encuentro, mientras que favorecen el dominio del miedo sobre las ciudades (Sennett 1977Sennett, Richard. 1977. El declive del hombre público. Barcelona: Anagrama.; Bauman 2006Bauman, Zygmunt. 2006. Confianza y temor en la ciudad. Vivir con extranjeros. Barcelona: Ed. Arcadia.; Mullan 2003Mullan, Elaine. 2003. Do you think that your local area is a good place for young people to grow up? The effects of traffic and car parking on young people’s views. Health y Place 9: 351-60. https://doi.org/10.1016/S1353-8292(02)00069-2.
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; Davis 2001Davis, Mike. 2001. Más allá de Blade Runner. Control urbano: la ecología del miedo. Barcelona: Virus.).

En definitiva, se observa cómo los centros urbanos, al menos en Europa y en el caso de Madrid en particular, donde se localiza nuestro estudio, se han consolidado como un espacio predominantemente adulto, en el que la infancia ha desaparecido. Aunque los centros sigan siendo el espacio de la ciudad con mayor densidad y diversidad de funciones, usos y públicos, son el reflejo de una ciudad ineficaz tanto a nivel social, como medioambiental, económico y simbólico.

Revertir la tendencia: parámetros para lograr una ciudad inclusiva

Como se ha mencionado en el apartado anterior, los estudios del espacio público vienen señalando que la razón principal por la cual la niñez no participa de él es el miedo que genera la ciudad contemporánea a sus progenitores. Un interesante punto de partida es, por lo tanto, el de aquellos estudios que han investigado los rasgos del espacio público que condicionan la percepción de inseguridad (Gallego y Martínez 2013Gallego Gamazo, Cristina, y Cristina Martínez Aransay. 2013. La seguridad en el espacio público. Revista Huellas 3 (3):1-7.; Carr et al. 1992Carr, Stephen, Mark Francis, Leanne G. Rivlin, y Andrew M. Stone. 1992. Public space. Cambridge: Cambridge University Press.). Algunos de estos son: los espacios vacíos y poco transitados, un nivel de tráfico elevado, la falta de mantenimiento, la baja diversidad de funciones y en el colectivo usuario, la escasa iluminación y visibilidad, las incivilidades físicas y sociales o la escasa presencia de locales comerciales.

Esta última idea subyace también del concepto de “los ojos de la calle” de Jacobs (1961, 56) quien abogaba por favorecer los usos infantiles de la ciudad. Preocupada por la gestión de la inseguridad en las ciudades modernas – “por definición, llenas de personas desconocidas” –, Jacobs defendía que la seguridad de un barrio se obtiene mediante

una densa y casi inconsciente red de controles y reflejos de voluntariedad y buena disposición inscrita en el ánimo de las personas y alimentada constantemente por ellas mismas (Delgado 2011Delgado, Manuel. 2011. Prólogo. In Muerte y vida de las grandes ciudades, Jane Jacobs, 15-23. Madrid: Capitán Swing., 22).

Los “ojos de la calle” son los ojos de las personas comunes que conforman dicha red y que puede ser propiciada o dificultada por la configuración del espacio. Esta correspondencia entre morfología espacial y contenido social del espacio público y, por tanto, la capacidad del urbanismo de cambiar las dinámicas sociales y de uso de los espacios públicos, ha sido también puesta de manifiesto por Gehl (2014Gehl, Jan. 2014. Ciudades para la gente. Buenos Aires: Infinito.), quien ha demostrado en sus trabajos que mejoras en la calidad física del espacio público de las ciudades suponen, efectivamente, un aumento de las actividades al aire libre.

Metodología

Para la investigación se ha utilizado como estrategia analítica el estudio de caso comparativo, siguiendo el diseño de los sistemas más diferentes, el cual establece que los casos sean diferentes en la mayor cantidad de características posibles. Así pues, no sólo la PNMC y el PCD difieren en un gran número de aspectos físicos, sino que las áreas en las que se encuentran en los barrios madrileños de Embajadores/Lavapiés y Universidad son también muy distintas tanto urbanística como social, económica y simbólicamente, a pesar de estar localizadas en el mismo Distrito Centro.

Por otra parte, se integraron las perspectivas cuantitativa y cualitativa, priorizando la segunda. La primera incluye el análisis de fuentes estadísticas secundarias, con el fin de contextualizar y comparar la experiencia de la infancia en los dos ámbitos geográficos de estudio. La segunda recurre, por una parte, al método de observación no participante para conocer las dinámicas cotidianas de los espacios públicos. El periodo de observación fue durante los meses de septiembre y octubre del año 2014, tanto en días laborables como fines de semana, y en diferentes franjas horarias del día. Constatada la evolución del centro de Madrid hacia una profundización de tendencias anteriores, los resultados obtenidos pueden ser trasladados a la actualidad. Por otra parte, se han considerado las opiniones expresadas por informantes clave en doce entrevistas en profundidad (Tabla 1).

Tabla 1
Perfiles de las personas entrevistadas

Dinámicas sociales y de uso del Parque Conde Duque (PCD) y de la Plaza Nelson Mandela/Cabestreros (PNMC)

El trabajo de campo ha desvelado diferencias significativas en el contenido social de ambos espacios. Partiendo del indicador utilizado (uso infantil), podría decirse como hipótesis que el primero es un espacio de baja calidad puesto que las y los niños no están representados, mientras que el segundo, con una elevada concurrencia y especialmente de niños y niñas, es un espacio que funciona.

El PCD, un espacio de baja calidad

A pesar de que el PCD es un espacio con escasa afluencia de personas, se han podido distinguir cuatro grupos de personas usuarias -personas jubiladas, jóvenes, con perros y sin hogar-, muy masculinizados, sin apenas interacción entre ellos y cuyos usos aparecen todos vinculados con una necesidad específica: jugar al balón o a la petanca en las únicas canchas y pistas del barrio, satisfacer las necesidades de las mascotas o el uso vital en el caso de las personas sinhogar. Por otra parte, y con respecto a los niños y niñas, en tan sólo dos ocasiones, y durante un muy breve periodo de tiempo, se les observó en el parque, por lo que no pueden considerarse un perfil usuario. En definitiva, el PCD respondería a la premisa de Gehl (2014Gehl, Jan. 2014. Ciudades para la gente. Buenos Aires: Infinito., 65) que señala que “donde hay un clima riguroso y el espacio público es de mala calidad, hay grupos pequeños de personas que se encuentran muy distantes unos de otros, además de observarse pocos niños jugando”.

Así se han podido identificar tres dinámicas que obstaculizan la amplia accesibilidad del lugar, y de la infancia en particular. Primeramente, resulta difícil compatibilizar los usos de las personas sinhogar con los de la infancia y/o sus acompañantes. En general, y mediado por prejuicios sociales, la única presencia de personas sin hogar en el espacio público intimida y/o asusta a los niños y niñas y sus acompañantes. Además, ciertas modalidades de uso del espacio de las personas sin hogar afectan negativamente a su calidad ambiental.

El segundo grupo de personas usuarias que perjudica la accesibilidad amplia del lugar es el grupo de jóvenes varones, acusado de ser “conflictivo” y de realizar un uso abusivo de la cancha que retrae a otras personas de su uso, como a los niños y niñas. El conflicto generado por estos jóvenes refleja así, además de la escasez de equipamientos públicos del barrio, el carácter competitivo que puede aflorar en un espacio público.

Gente conflictiva. Se apoderan del parque y es muy difícil.

Ha habido bastantes problemas porque se ponen violentos […]. Si se ponen muy chulos pues te la juegas porque vas con niños y no quieres ningún problema. (E-6)

La última problemática es la relativa a la baja calidad ambiental y estado de conservación del PCD. Diariamente, pero con mayor afectación los fines de semana, hay restos de comida, de botellón, plásticos, colillas, excrementos de perros, etc. esparcidos y amontonados por todo el espacio del parque. Tampoco se repara o repone el mobiliario dañado.

Yo he visto gente limpiando, pero como sé que hay días que llueve. No sabes cuándo va a pasar, tampoco te queda la seguridad de cuánto va a llover, si mucho o poco, va a quedar limpia, no (E-3).

En resumen, el PCD es un espacio infrautilizado, que no cuenta con la presencia de niños y niñas, en el que se observa una escasa interacción y que tiende a ser utilizado para actividades “necesarias”. Se ha puesto, además, el foco en tres dinámicas que generan inseguridad y, por consiguiente, tienen un efecto disuasorio para potenciales personas usuarias y para la niñez en particular. Todas estas características evidencian un espacio público de baja calidad, como se afirmaba al principio.

La PNMC, un espacio público que funciona

Aunque el nivel de ocupación varía según el día y la hora, la PNMC es un espacio muy concurrido. Destaca por la diversidad étnica y social de la población usuaria, siendo un punto de encuentro fundamental entre personas del mismo origen, niños, niñas y personas cuidadoras, jóvenes, etc., especialmente en la tarde-noche. Esto es significativo puesto que, a pesar de haber sido rediseñada para facilitar el tránsito entre las calles adyacentes, se ha mantenido como un sitio de llegada, “un lugar” (Augé 1993Augé, Marc. 1993. Los no lugares, espacios del anonimato. Una antropología de la sobremodernidad. Barcelona: Gedisa.).

Remarcar que el nivel de ocupación por parte de la infancia, sobre todo niños, es tan elevado que llegan a ser, después del horario escolar, el grupo más numeroso de la plaza. En este colectivo, se ha diferenciado entre el uso realizado por los niños y niñas con compañía adulta (fundamentalmente mujeres), de más corta edad, y los niños y niñas sin supervisión directa en la plaza. Ambos colectivos se localizan en el área infantil y sus inmediaciones, mientras que las niñas -pero sobre todo los niños- sin supervisión es el grupo que hace un uso más extensivo del espacio y más se relaciona con los otros grupos de personas usuarias. Este último grupo actúa como nexo de unión entre personas usuarias de diferentes grupos, fomentando sus interacciones, suponiendo así un aporte significativo a la calidad de la plaza. Y es que, a diferencia del PCD, se observan en la plaza esas interacciones cotidianas y espontáneas que evidencian un nivel elevado de conocimiento mutuo y que han sido relacionadas con el sentido de comunidad (Kolcunová, Siláci y Vitková 2016Kolcunová, Pavlina, Ivan Siláci y Lubica Vitková. 2016. Public space and its role to transforming the community. Procedia Engineering (161): 1944-8. https://doi.org/10.1016/j.proeng.2016.08.784.
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). Por ejemplo, a pesar de que la dinámica sea la de agruparse por grupos de origen y género, es significativo que, al llegar una persona usuaria a la plaza, se registren múltiples saludos.

Este tipo de entorno de relaciones sociales ha sido indicado como especialmente valioso en relación a la infancia porque favorece su autonomía en el espacio público (Francis et al. 2012Francis, Jacinta, Billie Giles-Corti, Lisa Wood, y Matthew Knuiman. 2012. Creating sense of community: the role of public space. Journal of Environmental Psychology 32: 401-9. https://doi.org/10.1016/j.jenv 2012.07.002.
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; Talen 2000Talen, Emily. 2000. Measuring the public realm: a preliminary assessment of the link between public space and sense of community. Journal of Architectural and Planning Research 17: 344-60.): transmite seguridad y confianza a las personas cuidadoras al suponer que terceras personas están atentas a lo que les pueda pasar a los niños y niñas en el espacio público.

En el barrio es verdad que hay muchos niños solos pero que están protegidos o supervisados por el barrio. (E-8)

Todos los niños se conocen, y eso te da seguridad también. Casi como en un pueblo (E-9).

En resumen, la PNMC cuenta con un nivel de ocupación alto, una amplia diversidad de personas usuarias y un nivel alto de interacciones que favorece el uso y autonomía de la niñez en el espacio público. Comparando uno y otro espacio, se observa que los usos y relaciones que alberga la PNMC son un importante atractivo de ésta, mientras que disuaden de su frecuentación en el caso del PCD. Si como se ha señalado al inicio, existe una correspondencia entre la morfología espacial y el contenido social del espacio público, ¿cómo se relacionan los elementos físicos de los espacios públicos con los usos y relaciones que albergan? ¿Cuáles son los más relevantes a la hora de explicar el éxito de la PNMC y el fracaso del PCD desde la perspectiva de la infancia? Y, por otra parte, ¿qué influencia tiene la morfología social de uno y otro barrio? A continuación, se contextualizan primero los dos espacios públicos en los barrios a los que pertenecen, destacando variables relevantes desde la perspectiva de la infancia y el uso del espacio público para, en segundo lugar, abordar sus aspectos físicos.

La infancia y el espacio público: factores que condicionan su presencia

Resumidas las dinámicas sociales y de uso de uno y otro espacio público, a continuación se indaga en los factores que explican la presencia o ausencia de niños y niñas; desde la configuración de las zonas, hasta la importancia del diseño físico.

Lavapiés/Embajadores y Universidad: dos espacios socioeconómicamente diferentes

Ambos espacios presentan similares características en cuanto a la edad de la población residente, una presencia similar de niños y niñas y la presencia de calles transitadas. Sin embargo, son poblaciones con niveles socioeconómicos muy diferentes lo cual presupone también culturas, estilos de vida y actitudes ante el miedo diferentes. Veamos algunos aspectos.

La influencia de la vivienda en el uso del espacio público ha sido apuntada en numerosas ocasiones. Respecto a la infancia, vivir en una vivienda pequeña, en malas condiciones de habitabilidad y eventualmente compartida con un elevado número de personas, hace la estancia y el juego dentro del domicilio incómodo y complicado. Por lo tanto, la búsqueda de la satisfacción de sus necesidades de juego y socialización empujaría a los niños y niñas con condiciones habitacionales precarias a abandonar el domicilio y a hacer un uso más frecuente y prolongado de los espacios públicos (Leal- Maldonado y Alguacil 2012Leal Maldonado, Jesús, y A. Alguacil. 2012. Vivienda e Inmigración: las condiciones y el comportamiento residencial de los inmigrantes en España. En La hora de la integración. Anuario de Inmigración en España, editado por Eliseo Aja, Joaquín Arango, y Josep Oliver, 126-56. Barcelona: Bellaterra.). Como expresaba una madre que habita el barrio de Lavapiés: “mi casa es muy pequeña, prefiero que esté [mi hijo] en la calle” (E-9).

Según los datos referidos al momento del estudio (2014), Embajadores cuenta con peores condiciones de vivienda que Universidad y se caracteriza por viviendas con una superficie útil pequeña -el 40% de las viviendas cuenta con menos de 45 m2 (Figura 1)- y con un estado más deficiente de la vivienda (menos viviendas en “buen estado”-81% frente al 93% en Universidad). Además, en Embajadores se registra una densidad poblacional muy elevada (442,2 hab./Ha. a enero de 2014, frente a 313,3 hab./Ha. en Universidad), que podría indicar cierto grado de hacinamiento. Esta desigual densidad es especialmente relevante porque significa una mayor ocupación del espacio público y también una mayor visibilidad de los niños y niñas en él, aunque el peso relativo sea semejante en cada uno de los barrios.

Figura 1
Viviendas de los barrios de Embajadores y Universidad, según superficie útil (en %)

Los anteriores datos sobre el tamaño y calidad de la vivienda son de por sí indicativos de un diferente nivel socioeconómico entre ambas zonas, pero si además se observan los datos relativos al precio de la vivienda se comprueba que, a pesar de la revalorización reciente del barrio de Embajadores que ha situado el precio ligeramente por encima de la media del municipio (2.697 €/m2 frente a 2.694 €/m2, en 2014, mientras en la actualidad continúan estas diferencias), éste es mucho más elevado para el barrio de Universidad (3.199 €/m2). El nivel socioeconómico ha sido frecuentemente señalado como condicionante en el uso del espacio público y la autonomía de los niños y niñas (Authier y Lehman-Frisch 2013Authier, Jean-Yves, y Sonia Lehman-Frisch. 2013. La mixité dans les quartiers gentrifiés: un jeu d’enfants? Métropolitiques 2.; Karsten 2002Karsten, Lia. 2002. Mapping childhood in Amsterdam: the spatial and social construction of children’s domains in the city. Tijdschrift voor Economische en Sociale Geografie (Journal of Economic y Social Geography) 93 (3): 231-41. https://doi.org/10.1111/1467-9663.00199.
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; Román-Rivas y Pernás 2009). Aparte de una mayor calidad y dotaciones del espacio doméstico, el pertenecer a familias con ingresos medio-altos posibilita el acceso a una gran variedad de lugares de ocio y sociabilidad, privados o semiprivados, que supone un menor uso de los espacios públicos del entorno que el que hacen los niños y niñas de ingresos bajos. Un conserje que vive desde hace más de cuarenta años en un edificio muy próximo al PCD explicaba así los cambios vividos en la zona:

Hoy día, sí que van acompañados hasta bastante tarde. [...] la gente de 11-12 años va acompañada por sus padres. No se les ve solos. Si salen del colegio, van a lo mejor a alguna actividad fuera del colegio y después para casa. (E-1).

Esto pone de manifiesto un proceso de segregación del tiempo libre de los niños y niñas que está relegando al uso del espacio público a “prioritariamente quien no tiene un espacio privado en condiciones ni medios para acceder a lugares privados de sociabilidad” (Aramburu 2008Aramburu, Mikel. 2008. Usos y significados del espacio público. Arquitectura, ciudad y entorno 8: 143-50. https://doi.org/10.5821/ace.v3i8.2461.
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, 146). Esto último fue verbalizado por una trabajadora social de Lavapiés que estimaba que los espacios públicos del barrio no eran “amables para mantenerse ahí, porque son incómodos para estar, más allá de si no tienes otro lugar donde estar que puede pasarle a alguna gente de este barrio” (E-2). A diferencia de los de la zona de Conde Duque, las niñas y niños de Lavapiés/Embajadores no tienen otras opciones que las ofrecidas por los espacios públicos de su entorno para satisfacer sus necesidades de juego y socialización.

Esa percepción de su micro mundo y todo lo que sea salir de Lavapiés es muy excepcional y no lo hacen prácticamente en todo el año y viven mucho en la placita y donde les pilla más cerca. (E-7).

Por otro lado, el barrio de Embajadores/Lavapiés es un barrio con una alta proporción de población extranjera entre sus residentes con sus implicaciones en cuanto al uso del espacio público. En enero de 2014, una de cada cuatro personas que residía en Embajadores era de nacionalidad extranjera (26,8%, frente al 21,8% en Universidad). En la actualidad se mantienen dichas proporciones. Según varios estudios (Aramburu 2008Aramburu, Mikel. 2008. Usos y significados del espacio público. Arquitectura, ciudad y entorno 8: 143-50. https://doi.org/10.5821/ace.v3i8.2461.
https://doi.org/10.5821/ace.v3i8.2461...
; Leal-Maldonado y Alguacil 2012), la población inmigrante tiende a hacer un uso más intensivo de los espacios públicos que la población autóctona. En relación a nuestro objeto de estudio, las personas entrevistadas distinguen también diferencias culturales en la gestión de la autonomía de la infancia. Por ejemplo, las familias latinoamericanas tienden a ser más permisivas porque tienen “una cultura más de calle, más abierta” (E-11) y/o unas normas familiares más flexibles. De igual forma, la percepción de mayor seguridad comparativa en España que en sus países de origen incita a una actitud positiva ante el uso del espacio público.

También es importante la incidencia del género en el uso del espacio público por parte de la infancia y como factor relacionado también con el origen étnico. En la PNMC se observó que, si bien la ocupación del espacio es equilibrada en el grupo de niños y niñas de menor edad, la situación cambia en el grupo de edad siguiente (8 a 12 años), en el cual se observa un fuerte desequilibrio en favor de los niños. Esto implica que se produce una progresiva desaparición de las niñas del espacio público y, así, una perpetuación de la diferenciación tradicional de los espacios. Algunas personas entrevistadas atribuyeron este fenómeno a que, desde edades muy tempranas, las niñas deben hacerse cargo de tareas de cuidados, así como a una distinta percepción del peligro y, en consecuencia, permisividad por parte de los progenitores.

Nosotros tenemos casos que vamos a hacer una excursión y si son un hermano y una hermana, al hermano le dejan y a la hermana no, incluso siendo la hermana mayor. (E-7).

Recapitulando, y según los resultados, el mayor nivel socioeconómico de la PCD actuaría como factor negativo para el pleno funcionamiento de sus espacios públicos, y para la conquista de la autonomía por parte de la infancia en particular, porque conlleva una menor sociabilidad en espacios públicos. En cambio, las peores condiciones de habitabilidad, la alta densidad, el origen popular y la condición de enclave étnico de la zona de la PNMC actuarían en sentido contrario, favoreciendo el funcionamiento de sus espacios públicos y la inclusión de la infancia. Sin embargo, la evidencia de que otros parques y plazas próximas al PCD no presentan las mismas problemáticas en cuanto a infrautilización e invisibilidad del colectivo de la infancia pone de manifiesto que la morfología social del barrio no es el único factor condicionante, sino que elementos pertenecientes a la planificación y diseño urbano también tienen su incidencia. Por tanto, veamos ahora la configuración espacial de cada uno de ellos para dilucidar su importancia y si tiene algo que explicar para el uso del espacio público.

El diseño del espacio público concreto: “los ojos de la calle”

Además de las características del entorno, podemos atender al diseño específico del espacio público concreto a analizar. Así enlazamos entre sí los distintos factores físicos detectados -la incidencia del tráfico, los edificios de viviendas del entorno, la presencia de locales comerciales y el diseño del propio espacio público- en la medida en la que se observa que todos ellos tienen en común fomentar u obstaculizar un elevado número de ojos sobre el espacio público (Jacobs 1961). Ello ayuda a entender el porqué se concentran en el PCD dinámicas que obstaculizan la accesibilidad del espacio mientras que en PNMC son favorecidas.

Incidencia del tráfico motorizado

En la reflexión inicial se ha puesto especial énfasis en la incidencia del tráfico motorizado en la experiencia urbana de la infancia, siendo uno de los principales temores parentales. También Jacobs (1961) alertaba de la influencia del vehículo privado en la percepción de inseguridad de las personas que habitan la ciudad porque aísla el espacio público de su entorno, condenándolo al fracaso por no permitir una vigilancia natural mínima. Por todo ello, se quiere poner de manifiesto la protección del PCD y la PNMC respecto del automóvil.

Primeramente, destacar que Lavapiés/Embajadores es uno de los barrios más antiguos de Madrid, cuyo viario apenas ha sufrido transformaciones espaciales desde finales del siglo 17 (Roch 2007Roch, Fernando. 2007. Evolución morfológica y tipológica del barrio Lavapiés. Madrid: Universidad Politécnica de Madrid.). Esto es importante en la medida en que no se diseñó para vehículos a motor (pequeñas manzanas calles de un solo carril y aceras estrechas, sin espacio para aparcamiento, etc.) y, por tanto, la incidencia visual y auditiva del vehículo es menor que en otras zonas de la ciudad. Además, la PNMC está situada en zona de circulación exclusiva de residentes de modo que, a pesar de ubicarse entre dos importantes vías de Lavapiés, se garantiza un tráfico limitado así como un entorno más seguro y accesible para los niños y niñas.

En cambio, y a pesar de que el PCD es en sí un espacio protegido del tráfico (el acceso se realiza mediante escaleras descendentes), el cruce en el que se ubica, padece un elevado tráfico de paso y no está sujeto a ninguna regulación específica. Por lo tanto, el tráfico es mucho más invasivo que en la zona de la PNMC, y por tanto también lo es su impacto ambiental y en la seguridad (objetiva y percibida) del lugar, perjudicando la presencia y autonomía de las niñas y niños en los espacios públicos.

Tipo de edificios y presencia de locales comerciales

Jacobs (1961) pone en su obra especial ímpetu en defender la idoneidad de edificios de pequeño tamaño y “abiertos a la calle”, que posibiliten el contacto entre espacio privado y espacio público, y en concreto el control visual. También destaca la importancia de los locales comerciales debido al rol de vigilancia que inconscientemente tienen las personas dueñas y empleadas, así como por atraer y favorecer el tránsito de personas, multiplicando el número de ojos sobre el dominio público. La PNMC cumple ambos requisitos.

Se ha identificado como uno de los mayores éxitos de la PNMC el estar rodeada por edificios de viviendas bajas que comunican con la plaza porque favorecen una intensa interrelación entre espacio privado y público y permite un mayor control sobre el espacio. En este sentido, es significativo que algunos niños y niñas sin supervisión no tienen el permiso de abandonar la plaza. Aunque se trate de una autonomía limitada, puesto que la condición para el niño o la niña es la de permanecer visibles, la plaza se constituye así en un espacio privilegiado en el que los niños y niñas experimentan de forma más temprana la autonomía. Además, como se ha avanzado, la PNMC cuenta con la presencia de pequeños comercios y de un Centro Social Okupado que son focos de atracción de personas usuarias de distintos perfiles y que participan activamente de las redes informales de vigilancia del espacio.

En cambio, la zona del PCD se diferencia incluso en el propio seno de su barrio, especialmente de la famosa “Malasaña”, debido a una morfología propia de un ensanche burgués con grandes bloques de viviendas, amplias vías de circulación y monumentales edificios institucionales y/o históricos, que imposibilita desde las viviendas colindantes todo control visual sobre el parque.

Elementos del diseño del espacio público

La mayor distancia entre las viviendas y el espacio público y, así, la menor vigilancia natural y mayor percepción de inseguridad, es, además, agravada en el caso del PCD por la amplitud de la vía contigua y elementos del diseño que pasan a abordarse a continuación. Así se destaca la influencia de tres elementos concretos: la continuidad con la trama urbana, la vegetación y la oferta de espacios públicos.

Primero, la posición en una hondonada y su acceso exclusivo mediante escaleras constituyen una barrera arquitectónica que aísla al PCD respecto a las calles y edificios colindantes. Además de dificultar la accesibilidad, esta falta de continuidad con el entorno urbano lo vacía de sentido funcional y dificulta la visibilidad del lugar, resguardándolo de los potenciales “ojos de la calle”. En cambio, la PNMC ha sido remodelada con el objetivo de facilitar el tránsito peatonal entre las calles de Mesón de Paredes y Amparo, lo cual la ha dotado de una casi permanente sensación de movimiento y dinamismo, sobre todo en la tarde.

Es una plaza cerrada y está en una ahondada. Ahí abajo, te pueden atacar y no se ha enterado ni dios de que te ha pasado allí nada. […] y luego es que la población de los jóvenes que van allí son gente muy conflictiva. Por eso, el peligro que hay allí es grande. (E-5).

Segundo, la presencia de vegetación que a priori se consideraría un atractivo para todo espacio público, y más en el caso del Centro de Madrid donde gran parte de los espacios públicos se remodelaron a base de hormigón, se torna en contra si dificulta la visibilidad, como en el caso de PCD.

Tercero y último, la disponibilidad y calidad relativa de los espacios públicos cercanos a los casos de estudio. Al ser los espacios públicos aledaños al PCD de mayor calidad (urbanística, social, ambiental, etc.), la estrategia de la población del barrio y visitante es eludir este último a favor de otros espacios. La existencia de mejores alternativas al PCD está contribuyendo así a su infrautilización y abandono.

No les ha gustado [a los vecinos], tal vez porque lo ven muy pequeño, como muy recoveco. Y han ido al clásico de siempre, el parque de Súchil, que ese sí lo modernizaron, pusieron otro tipo de columpios, otro tipo de mobiliario para niños. (E-1).

En el caso de la PNMC, exceptuando el parque del Casino de la Reina, los espacios públicos cercanos responden, en cambio, a un patrón muy similar de plazas pequeñas, recién remodeladas, de granito y diseño diáfano, con escaso mobiliario y un alto nivel de ocupación. Por lo tanto, desplazarse no supone una mayor ventaja comparativa para la persona usuaria.

La ausencia de “ojos” y la presencia de actividades que buscan refugio

La pertinencia de los planteamientos de Jacobs (1961) se confirma en el caso del PCD cuando alertaba de que una mala configuración física del espacio público puede propiciar problemas de relación y uso. El control visual del espacio se relaciona con la inexistencia de actividades que buscan el refugio (ilegales, delictivas o socialmente inadecuadas) y que son difícilmente compatibles con la infancia. En el PCD, se observa, en efecto, que, al obstaculizar la visibilidad, la morfología y el diseño del espacio ha fomentado usos que están afectando a la plena accesibilidad del lugar. Por una parte, le confiere un carácter de “refugio” que atrae a personas que buscan tranquilidad y privacidad, como las personas sin hogar y jóvenes. Por otra parte, influye en la baja calidad ambiental del lugar porque, al dificultar el poder ser observado, se potencian actividades socialmente reprobables.

Conclusiones

El espacio público y sus usos por parte del colectivo de la infancia ponen en evidencia el buen o mal funcionamiento de la ciudad, como señalarían Tonucci o Bauman. Por ello, es tan relevante contar con una suerte de criterios para un diseño del espacio público que fomente la presencia y permanencia de las niñas y niños, más allá de la falta de alternativa, y que así, promueva ciudades con mayor calidad de vida. A través del análisis comparado de dos espacios públicos del centro de Madrid, se propone el análisis de distintos factores y, en particular, se rescata el concepto de “los ojos de la calle” de Jacobs como herramienta para la evaluación y diseño de los espacios públicos. Si bien es cierto que, como se ha comprobado, otras variables inciden en el uso del espacio público (clase social, cultura de la población, tipología de vivienda etc.), estas variables no terminan de explicar completamente el éxito o fracaso de un espacio público. Aquellos espacios cuya configuración hace que, como la PNMC, estén sometidos a un elevado número de ojos, son también más proclives a contar, entre sus personas usuarias, con la presencia de niñas y niños porque otorgan una mayor sensación de seguridad. Por el contrario, aquellos donde el diseño espacial impiden una proporción elevada de ojos sobre el espacio, desincentivan el uso y presencia de personas usuarias y sobre todo de la infancia, y son además más propensos a convertirse en lugar de cobijo de actividades que buscan el refugio y a entrar en un bucle de no uso-degradación física y social, como en el caso del PCD.

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Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    28 Abr 2023
  • Fecha del número
    Jan-Dec 2023

Histórico

  • Recibido
    19 Dic 2021
  • Acepto
    16 Mayo 2022
  • Publicado
    28 Mar 2023
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