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La materia situacional de las cosas circundantes: un diálogo entre Martin Heidegger y Wilhelm Schapp1 1 Este artículo se enmarca en el Proyecto Fondecyt Regular nº 1190029 del cual el autor es Investigador Responsable.

The situational matter of daily things: a dialogue between Martin Heidegger and Wilhelm Schapp

RESUMEN

Este artículo explora una vía para pensar en una individualidad de las cosas cotidianas desde aquel modo de ser que Heidegger denominó ser-a-la-mano (Zuhandenheit). Para ello proponemos un diálogo entre sus tesis sobre la significatividad del mundo y las consideraciones de Wilhelm Schapp sobre las cosas-para. A partir de Heidegger, se expondrá la individualidad física objetual como resultado de la mera presencia espacial (Vorhandenheit). Luego, abordaremos al útil según el para-algo que constituye el sentido de la situación. Las consideraciones de Schapp contribuirán a entender que las cosas han de ser abordadas desde su pertenencia situacional, y no desde la actividad corporal y perceptiva de un sujeto. Desde esta perspectiva, y en contraposición con la materia física, la dimensión material de las cosas cotidianas será entendida como “de algo”. Así, desde Heidegger y Schapp proponemos un concepto de materialidad situacional de carácter histórico como la singularización de las cosas cotidianas y que proponemos como una vía para indagar su individualidad inmediata.

Palabras clave:
Materia; mera presencia espacial; ser-a-la-mano; Heidegger; Schapp

ABSTRACT

This paper explores a way to think about an individuality of everyday things from the kind of being that Heidegger called readiness-to-hand (Zuhandenheit). To do this, we propose a dialogue between his theses on world’s meaningfulness and Wilhelm Schapp’s considerations on to-something-thing. From Heidegger’s thought, we will expose the physical objectual individuality as result of the mere spatial presence (Vorhandenheit). Then, we will approach the useful-thing according the what-for that constitutes the sense of the situation. Schapp’s considerations will contribute to understand that things have to be approached from its situational belonging and not from the bodily and perceptual activity of a subject. From this perspetive and in contrast to physical matter, the material dimension of everyday things will be understood as “of somthing”. Thus, from Heidegger and Schapp, we propose a concept of situational materiality of historical character as the everyday thing’s singularization and that we propose as a way to investigate its immediate individuality.

Keywords:
Matter; mere spatial presence; readiness-to-hand; Heidegger; Schapp

1. Mundo y significatividad: la individualidad de las cosas inmediatas

Uno de los tópicos fundamentales en la analítica del Dasein de Martin Heidegger es el problema del mundo. Un fenómeno que conducirá a una de sus tesis centrales respecto del ser humano como es que el existente es un ente cuya esencia radica en desplegarse en una relación con el todo: “Somos apelados por algo en cuanto un todo”, dice este en Los conceptos fundamentales de la metafísica, y luego agrega: “este ‘en el todo’ es el mundo” (Heidegger, 2004HEIDEGGER, M. 2004. Die Grundbegriffe der Metaphysik. Welt-Endlichkeit-Einsamkeit. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 544 p., p. 8). Así, “mundo”, lejos de referir a una mera sumatoria de cosas yuxtapuestas, vendría a señalar que su aparecer óntico es dominado y determinado por un horizonte de sentido, lo cual corresponde a lo que en Ser y tiempo será denominado “el concepto ontológico-existencial de la mundaneidad” (Heidegger, 2001HEIDEGGER, M. 2001. Sein und Zeit. 18ª ed., Tübingen, Niemeyer, 445 p., p. 65). Así entendido, el concepto heideggeriano de mundo vendría a sugerir, entonces, que, en el caso que quisiéramos comprender las cosas circundantes con las que el existir trata, estas han de ser entendidas en y desde lo que debiésemos concebir como un sentido unitario al que ellas pertenecen.

Ahora bien, si quisiéramos obtener más detalles acerca de cómo es que este sentido “mundo” domina y brinda unidad a la diversidad de entes, convendría atender a aquella ilustración que el mismo Heidegger brinda en Prolegómenos para una historia del concepto de tiempo. Se trata de una habitación:

La multiplicidad de cosas que comparecen aquí no es precisamente una pluralidad cualquiera de cosas presentes, sino una pluralidad que de entrada sólo está presente en un determinado entramado remitivo (Verweisungszusammenhang) ( Heidegger, 1994a HEIDEGGER, M. 1994a. Prolegomena zur Geschichte des Zeitsbegriffs. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 447 p. , p. 252).

Un “entramado remitivo”, por cierto, que inmediatamente será caracterizado como una “unidad cerrada” (geschlossene Einheit) (Heidegger, 1994aHEIDEGGER, M. 1994a. Prolegomena zur Geschichte des Zeitsbegriffs. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 447 p., p. 252). Lo importante aquí, por tanto, es reparar en aquel dominio que posee esa “habitación” respecto de las cosas individuales que aparecen en ella. Y es que esta viene a ser la condición del aparecer que “muestra desde sí el mueble particular” (Heidegger, 1994aHEIDEGGER, M. 1994a. Prolegomena zur Geschichte des Zeitsbegriffs. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 447 p., p. 252-253). Por ello, lo aquí descrito como “habitación” no podría referir a un mero espacio extenso. En Ser y tiempo se indicará que “lo que comparece en la proximidad, aunque no temáticamente aprehendido, es la habitación, y ésta, por su parte, no como el ‘entre medio’ de las cuatro paredes en un sentido espacio geométrico” (Heidegger, 2001HEIDEGGER, M. 2001. Sein und Zeit. 18ª ed., Tübingen, Niemeyer, 445 p., p. 68). Por ello, lo que aparece en esa habitación tampoco podría ser sólo una mera aglomeración de cosas contenidas en un espacio común, sino precisamente entes cuya presencia se debe a una totalidad cerrada de sentido en el cual guardan unidad mutua. Con ello se advierte, pues, que eso con lo que topamos en una habitación, como una cama, mesa y sillas, constituirían precisamente un mundo circundante (Umwelt) (Heidegger, 1994aHEIDEGGER, M. 1994a. Prolegomena zur Geschichte des Zeitsbegriffs. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 447 p., p. 253).

Hasta aquí la tesis heideggeriana del mundo parece ser del todo intuitiva. No es difícil apreciar aquella experiencia inmediata con nuestro entorno que Heidegger describe. Cuando nos hallamos en una habitación, las cosas que ahí aparecen guardan una relación entre sí que constituye nuestro propio entorno vital. Sin embargo, si nos detuviéramos algo más en dicha tesis, no tardaría en llamar la atención una particular consecuencia que deriva de ella. Entendiendo, pues, que las cosas no pueden sino aparecer en su remisión, entonces, podría ser posible pensar que, aunque reconocida, los análisis parecen abandonar rápidamente la individualidad de los muebles, como silla y cama. En efecto, indagar tal individualidad resulta irrelevante para la analítica del Dasein, pues, como es sabido, lo que aquí interesa es más bien realzar esa “referencia a...”, esto es, la significatividad (Bedeutsamkeit) del mundo, para develar su mundaneidad. Por tanto, el realce de la significatividad del ente intramundano no puede sino implicar la puesta en tela de juicio de aquella consideración tradicional que establece el aparecer de las cosas a la manera de meros objetos aislados. Por ello, Heidegger deberá cuidar de hablar de ellas en cuanto objetos, para reservarles el término “útil” (Zeug), recurriendo a aquella experiencia griega de las cosas como prágmata (Heidegger, 2001HEIDEGGER, M. 2001. Sein und Zeit. 18ª ed., Tübingen, Niemeyer, 445 p., p. 68) y que este, desde Aristóteles, entiende como lo que aporta (Beiträgliches) en el interior de una práxis (Heidegger, 2002HEIDEGGER, M. 2002. Grundbegriffe der aristotelischen Philosophie. 1ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 418 p., p. 91). Así, útiles o prágmata vendrían a ser lo que son según un fin para algo otro (télos di’héteron), cuya dirección de referencia se enraizaría en la propia ocupación, es decir, en aquello que es un fin en sí mismo (télos di’autó) (Heidegger, 2002HEIDEGGER, M. 2002. Grundbegriffe der aristotelischen Philosophie. 1ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 418 p., p. 92). Se obtiene, entonces, el contexto para entender a las cosas desde su significatividad, lo cual en Ser y tiempo se expresa así: “Un útil en sentido estricto no ‘es’ jamás. Al ser del útil le pertenece cada vez un todo de útiles, en el cual este útil pueda ser lo que es” (Heidegger, 2001HEIDEGGER, M. 2001. Sein und Zeit. 18ª ed., Tübingen, Niemeyer, 445 p., p. 68).

Mas, siendo la anterior una afirmación comprensible, lo discutido en torno a la pertenencia del ente intramundano a una totalidad remitiva podría llevar a la siguiente pregunta: ¿acaso, entonces, este concepto ontológico-existencial de mundo debe implicar la anulación de la particular individualidad de las cosas? Y es que por ilegítimo que resulte plantear esta cuestión en el interior de la analítica del Dasein, tal pregunta se nutre de una sospecha que Heidegger mismo pareció tener y que en Ser y tiempo se muestra cuidadoso de despejar. Ahí leemos, en efecto: “El todo remitivo que se constituye como significatividad del mundo, se puede aprehender formalmente en el sentido de un sistema de relación”, y, de inmediato, se aclara: “Sólo ha de tenerse en cuenta que semejantes formalizaciones nivelan tanto los fenómenos que estos pierden su contenido fenoménico propio, especialmente tratándose de respectos tan ‘simples’ como los que implica la significatividad” (Heidegger, 2001HEIDEGGER, M. 2001. Sein und Zeit. 18ª ed., Tübingen, Niemeyer, 445 p., p. 88).

Así, no deja de ser interesante advertir que la precaución que Heidegger parece tener en el fragmento citado no le haya resultado del todo suficiente. Precisamente, en las anotaciones críticas que este emprende de Ser y tiempo, en el año 1936, hallamos una particular referencia a aquellos §§. 17 y 18 que tratan la pertenencia del útil al todo remitivo. Respecto de ellos, Heidegger habla de un “extravío” (Abirrung), afirmando que: “mundo se vuelve un complejo de remisiones enjutas y vacías que oscilan en la nada que nada esencia” (Heidegger, 2018aHEIDEGGER, M. 2018a. Zu eigenen Veröffentlichungen. 1ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 593 p., p. 66). Y luego, refiriéndose a aquella acotación que pretendía dejar de lado el riesgo de concebir una pérdida del contenido fenoménico de las cosas, señala: “Sin embargo, esta defensa delata la inseguridad y la sospecha de que la interpretación y descripción presentada del fenómeno del mundo, después de todo, y sin embargo, tiende hacia ahí” (Heidegger, 2018aHEIDEGGER, M. 2018a. Zu eigenen Veröffentlichungen. 1ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 593 p., p. 66). En efecto, pese a la explícita advertencia dada en Ser y tiempo, el riesgo de convertir el mundo en un entramado de relaciones funcionales “sin vida” que terminen por ocultar la individualidad de las cosas mundanas, no pareció quedar zanjado de raíz. Empero, quien esté familiarizado con la obra de Heidegger no tardará en objetar que el intento de concebir una eventual individualidad en el útil vendría a ser una tergiversación del sentido de las propias advertencias metódicas heideggerianas. Y es que con ello el útil parece ser trasladado a estadios temáticos en los cuales este ya se ha objetivado y, así, parece haberse malentendido la diferencia esencial entre las cosas circundantes y los objetos teóricos que Heidegger mismo cuidó de distinguir desde etapas tempranas de su pensar. Cómo olvidar, pues, su lección de 1919, donde se describe la experiencia objetivante como “progresiva y destructiva infección teórica del mundo circundante” (Heidegger, 1999HEIDEGGER, M. 1999. Zur Bestimmung der Philosophie. 2ª ed., Tübingen, Niemeyer, 225 p., p. 89) que explicaría cómo un podio perteneciente a una sala de clases sería vivido como una mera cosa.

Mas, una objeción de este tipo, lejos de cerrar definitivamente la discusión, más bien la abre. A nuestro juicio, el intento de clausurar las puertas para indagar una eventual individualidad de los entes dados en su entramado remitivo, no pareciera sino moverse en otro supuesto como es el de entender que el concepto de “individualidad”, desde la analítica del Dasein, sólo es identificable con la idea de una individualidad objetiva teórica. Una cuestión que, sin embargo, exigiría resolver un problema anterior, a saber, si acaso no es viable pensar en una individualidad de una naturaleza no objetual, es decir, una dada precisamente en una experiencia inmediata de las cosas como útiles, lo cual no deja de ser problemático, en cuanto Heidegger mismo no continúa más allá con estas discusiones.1 1 Unverzagt (2013) muestra el paso de los análisis del útil en Ser y tiempo (1927) hacia aquellos correspondientes al Origen de la obra de arte (1935). En este periodo, la significatividad pierde su centralidad, pues la analítica del Dasein es abandonada. Es así como la idea de “tierra” (Erde) pasará a ser la perspectiva para comprender a las cosas, propia del Heidegger tardío.

Así, pues, en lo que sigue, quisiéramos proponer una vía para esbozar algunas reflexiones al respecto. Una que, empero, requiere poner en discusión las tesis heideggerianas con los planteamientos de otro pensador. Nos referimos a Wilhelm Schapp. Un fenomenólogo que, iniciándose con Husserl,2 2 Para la relación entre Schapp y Husserl, sugerente son las impresiones que Schapp (1976) comunica sobre el círculo fenomenológico de Gotinga. Asimismo, Vetter (2008) profundiza en la proximidad del pensamiento de Schapp con Husserl y Heidegger. se trasladará, con su obra Enredado en historias, a las tesis de la analítica del Dasein. La gran virtud de sus reflexiones es que, lejos de reiterar las tesis heideggerianas, avanzan respecto de ellas, en el intento de delimitar la individualidad de las cosas cotidianas que nos interesa indagar. Por ello, lo que proponemos es pensar si acaso es factible concebir un tipo de individualidad que corresponda al ente intramundano en cuanto útil, desde un eventual diálogo entre Martin Heidegger y Wilhelm Schapp. A nuestro juicio, esbozar una respuesta al respecto podría contribuir a profundizar en esa misma sospecha que Heidegger tuvo respecto de un eventual vaciamiento de la riqueza fenoménica de las cosas tomadas en su significatividad. En este sentido, ensayaremos una reflexión sobre el útil, ampliando una comprensión del mismo desde aquel modo de ser que Heidegger, en oposición a la mera presencia espacial (Vorhandenheit), estableció como ser a la mano (Zuhandenheit). Cuáles son las consideraciones que pueden desprenderse del diálogo aquí propuesto, es lo que discutiremos a continuación.

2. La individualidad objetual desde la mera presencia espacial

Quien conozca las consideraciones heideggerianas sobre las cosas cotidianas, sabrá que hay una vía errada para su comprensión: aquella que las presenta como constituidas por una estructura física que rellena un espacio en virtud de su extensión. Es lo que ocurre, por ejemplo, al considerar el martillo según una propiedad como su peso. De él podemos decir: “El martillo es demasiado pesado” (Heidegger, 2001HEIDEGGER, M. 2001. Sein und Zeit. 18ª ed., Tübingen, Niemeyer, 445 p., p. 157), entendiendo que este poseería una determinada propiedad, el peso, como si le estuviera adherida. Tal comprensión es la que nos pone de cara frente a una individualidad cósico-objetiva, cuyo afianzamiento en el pensar occidental Heidegger lo atribuye a Descartes: “determinaciones como durities (dureza), pondus, (peso), y color pueden quitársele a la materia sin que ésta deje de ser lo que es. Estas determinaciones no constituyen su auténtico ser y, en la medida en que son, se manifiestan como modos de la extensión” (Heidegger, 2001HEIDEGGER, M. 2001. Sein und Zeit. 18ª ed., Tübingen, Niemeyer, 445 p., p. 91). Cabe aquí recordar que las críticas heideggerianas al concepto cartesiano de extensión pretenden delatar aquella idea ilegítima de una realidad medible que sirva de fundamento cierto a las ciencias de la naturaleza (Heidegger, 1994aHEIDEGGER, M. 1994a. Prolegomena zur Geschichte des Zeitsbegriffs. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 447 p., p. 250). En este contexto, la extensión no viene a ser sino una determinación ontológica que restringe al ente a su presencialidad constante espacial, pues es de ella que podemos tener un conocimiento claro y distinto. Ahora bien, siendo esto así, lo que la extensión viene a indicar es que a las cosas del mundo subyace el largo, ancho y profundidad, como apoyo para que propiedades como el peso o el color tengan lugar. He ahí que Heidegger advierta que esta se funde ya en una comprensión de ser en general en el sentido de una permanencia constante (ständiger Verbleib) (Heidegger, 2001HEIDEGGER, M. 2001. Sein und Zeit. 18ª ed., Tübingen, Niemeyer, 445 p., p. 96) y que no puede tener su origen sino en una noción de esencia fundada en aquel modo de ser que este llamará mera presencia espacial.

Así, lo que aquí resulta relevante es detectar aquella disposición desde la cual las cosas pueden ser establecidas como “meramente presentes”. Cabe señalar de inmediato que a tal comprensión subyace una tesis respecto de la manera como el existente entra en relación con su entorno, a saber, que lo dado ahí, posicionado en el espacio, es “dado para mí”, es decir, para un sujeto. Años más tarde, en Zollikoner Seminare, volviendo nuevamente a Descartes, Heidegger dirá: “La presencia (Anwesenheit) es comprendida como representacionalidad (Vorgestelltheit). Este modo de experiencia del ente existe, ante todo, desde Descartes, es decir, desde que se realizó el alzamiento del ser humano como sujeto” (Heidegger, 1994bHEIDEGGER, M. 1994b. Zollikoner Seminare. Protokolle-Zwiegespräche-Briefe. 2ª ed., Tübingen, Niemeyer, 369 p., p. 129). Así, la mera presencia espacial supone la tesis de que el mundo es dado “para un sujeto” desde una disposición que Heidegger entiende como cognitiva. Es, en efecto, dicha relación cognitiva y, por ende, teórica, aquella actitud del existente con su mundo que presentaría a las cosas como aisladas, esto es, dadas ahí, en su mera individualidad objetual (Heidegger, 2001HEIDEGGER, M. 2001. Sein und Zeit. 18ª ed., Tübingen, Niemeyer, 445 p., p. 61). Mas, lo que aquí se torna relevante es advertir que esta relación entre el establecimiento de las cosas como aisladas y el supuesto de que estas se presentan cognitivamente para un sujeto, no es sino el contexto para que el mismo acto de la percepción adquiera un especial protagonismo como modo de acceso privilegiado al mundo, y que Heidegger ilustrará describiendo la percepción de una silla:

(…) puedo mantenerme en esta percepción y puedo seguir describiendo lo que está en ella, la silla misma, y así puedo decir: ella es de tal o cual manera pesada, tiene esta coloración, es de tal o cual manera alta y ancha, se deja empujar de un lado a otro, cuando la levanto y la dejo ( Heidegger, 1994a HEIDEGGER, M. 1994b. Zollikoner Seminare. Protokolle-Zwiegespräche-Briefe. 2ª ed., Tübingen, Niemeyer, 369 p. , p. 49).

Entonces bien, siguiendo a Heidegger, las cosas se presentan “para un puro aprehender (Vernehmen), para un puro percibir (Wahrnehmen)” (Heidegger, 1994aHEIDEGGER, M. 1994a. Prolegomena zur Geschichte des Zeitsbegriffs. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 447 p., p. 26), cuyo rasgo central es el de atender al objeto para estudiarlo y tomar nota de sus características, fijándolo como una unidad autónoma en sí. Dicho acto perceptivo es el que será descrito como un mero mirar hacia (hinstarrendes Betrachten) (Heidegger, 1994aHEIDEGGER, M. 1994a. Prolegomena zur Geschichte des Zeitsbegriffs. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 447 p., p. 37), según el cual la silla no es sino aquello que es realzable según su peso, color, altura, etc. Así, hallamos aquí un acto perceptivo teórico que, presentando cosas aisladas según su mera presencia espacial, da lugar a lo que Heidegger mismo llamará la cosa de la naturaleza (Naturding) (Heidegger, 1994aHEIDEGGER, M. 1994a. Prolegomena zur Geschichte des Zeitsbegriffs. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 447 p., p. 49-50).

Por tanto, lo que estas discusiones enseñan es que aquel modo de fijar el mundo desde una relación cognitiva es, ante todo, el contexto en el cual la cosa adquiere una particular individualidad como es su materialidad física. De ahí que Heidegger, nuevamente refiriendo al esbozo matemático de la naturaleza, diga: “este bosquejo descubre de antemano un presente constante (Materia)” (Heidegger, 2001HEIDEGGER, M. 2001. Sein und Zeit. 18ª ed., Tübingen, Niemeyer, 445 p., p. 362). En efecto, las cosas dadas frente a un sujeto como una unidad estructural aislada se traduce en una donación de las mismas cuyas propiedades componen su constitución material-física. En estricto rigor, tal experiencia del mundo es la que tiene lugar desde un “mero estar-sólo-mirando[lo] como multiplicidad de cosas” (1994aHEIDEGGER, M. 1994a. Prolegomena zur Geschichte des Zeitsbegriffs. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 447 p., p. 300-301). Y esta es, ciertamente, la vía errada en una consideración del ente intramundano. La experiencia del mismo, según su individualidad física aislada, emerge, pues, desde un estadio de consideración no originario, esto es, desde una relación con el mundo ya modificada como es la teórica, por lo que ya podemos ver que la cosidad material (materielle Dinglichkeit) supone necesariamente el modo de ser de la mera presencia espacial (Heidegger, 2001HEIDEGGER, M. 2001. Sein und Zeit. 18ª ed., Tübingen, Niemeyer, 445 p., p. 99).

Frente a esto, resulta claro que, si el intento es entender el aparecer de las cosas del mundo en una relación inmediata con ellas, esto es, dadas en un todo remitivo, parezca una tarea errada atribuirles una individualidad física. Y, sin embargo, siendo esto correcto, quizás lo que sí parece ser una conclusión apresurada es negar todo tipo de individualidad a las cosas inmediatas. En efecto, lo que aquí se ha expuesto es ante todo la génesis de un tipo particular de individualidad: la objetual. No obstante, dichas explicaciones están lejos de afirmar que este sea el único modo de singularización del ente intramundano. Es el mismo Heidegger quien advierte que sí hay una particularización inmediata de las cosas, precisamente cuando afirma que es la habitación la que “muestra desde sí el mueble particular” (Heidegger, 1994aHEIDEGGER, M. 1994a. Prolegomena zur Geschichte des Zeitsbegriffs. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 447 p., p. 252-253). ¿Cómo concebir, pues, tal particularidad? Lo que se requiere ahora es volver a las cosas como útiles e indagar su individualidad siguiendo el otro camino que traza el mismo Heidegger para su consideración: el ser-a-la-mano.

3. Las cosas circundantes desde el ser-a-la-mano

Las discusiones anteriores han mostrado que la posibilidad de entender una expresión como “el martillo es pesado” en tanto que objeto al cual le es predicable una propiedad, tiene su génesis en una disposición teórica que aísla a las cosas del mundo y las establece perceptivamente como unidades objetivas físicas. No obstante, tal afirmación puede adquirir también otro sentido: “en el uso circunspectivo de la herramienta -dice Heidegger- podemos decir: el martillo es demasiado pesado”, lo cual, agrega, querría decir que el martillo “no es liviano, es decir, él exige fuerza para la manipulación o él va a obstaculizar la actividad” (Heidegger, 2001HEIDEGGER, M. 2001. Sein und Zeit. 18ª ed., Tübingen, Niemeyer, 445 p., p. 360-361); o puede ser entendida también como “¡el otro martillo!”, esto es, como el “cambio de la herramienta inapropiada” (Heidegger, 2001HEIDEGGER, M. 2001. Sein und Zeit. 18ª ed., Tübingen, Niemeyer, 445 p., p. 157). Asimismo, cuando se dice cotidianamente “la silla es dura”, tampoco se rinde un informe del “grado de densidad de la cosa como cosa material”, sino que se mienta más bien “la silla es incómoda” (Heidegger, 1994aHEIDEGGER, M. 1994a. Prolegomena zur Geschichte des Zeitsbegriffs. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 447 p., p. 50). En otras palabras, lo que en estadios teóricos de consideración puede ser concebido como propiedades cósicas, se presenta en lo inmediato según lo que con Heidegger debemos entender como caracteres de mundo circundante (Umweltcharakteren): “dureza, resistencia material -dice este- están ellos mismos ahí según el carácter de la incomodidad, y desde luego sólo así están ahí, no primariamente concluidos o derivados de ellos” (Heidegger, 1994aHEIDEGGER, M. 1994a. Prolegomena zur Geschichte des Zeitsbegriffs. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 447 p., p. 50).

Precisamente, en este punto conviene distinguir determinados momentos implicados en el aparecer inmediato del ente intramundano. Tales momentos son los que Heidegger, exponiendo la significatividad del mundo, distingue como el para-algo (Umzu) y para-esto (Dazu) respecto del útil (Heidegger, 2001HEIDEGGER, M. 2001. Sein und Zeit. 18ª ed., Tübingen, Niemeyer, 445 p., p. 87). Mientras que el martillo se constituye en un para-esto (Dazu), es decir, para martillar el clavo, remitiendo a ese clavo particular, el para-algo, por su parte, señala ante todo el sentido de la misma situación en la que el martillar acaece. Así, dicha herramienta es tal en una situación dada como podría ser la de “protegerme del mal tiempo”. Entonces bien, el primario para-algo, siendo el sentido de la situación, en tanto es un por mor de (Um-willen) (Heidegger, 2001HEIDEGGER, M. 2001. Sein und Zeit. 18ª ed., Tübingen, Niemeyer, 445 p., p. 84), funda la presencia óntico remisional de los entes precisamente en su para-esto (Dazu). He ahí que el modo de ser-a-la-mano deba ser considerado como primario respecto de la mera presencia espacial. En efecto, el útil es lo que es, en cuanto un para-esto, según el que este se encuentra disponible en el para-algo propio de la situación, es decir, remitiendo a otros entes en el horizonte del cuidado que es el Dasein, entendido como “un ente al que en su ser le va este mismo ser” (Heidegger, 2001HEIDEGGER, M. 2001. Sein und Zeit. 18ª ed., Tübingen, Niemeyer, 445 p., p. 191).

Se obtiene, así, una vía para comprender a las cosas en un nivel pre-objetual, como el que Heidegger mismo pretende señalar. Más allá de concebir el peso o dureza como meras propiedades, se trata ahora de entender las cualidades situacionalmente, es decir, en el caso del peso, como “obstáculo” para la actividad que ejercemos, o de la dureza, como aquella “incomodidad” en la que nos hallamos usando la silla:

Lo a-la-mano tiene a lo sumo aptitudes (Geeignetheiten) o inaptitudes (Ungeeignetheiten), y sus ‘propiedades’ están, por así decirlo, latentes en aquellas, así como la mera presencia espacial (Vorhandenheit), como posible modo de ser de un ente a la mano, está latente en el ser a la mano (Zuhandenheit) ( Heidegger, 2001 HEIDEGGER, M. 2001. Sein und Zeit. 18ª ed., Tübingen, Niemeyer, 445 p. , p. 83).

Precisamente, esto es lo decisivo. Lo que teóricamente entendemos como propiedad, en este nivel pre-objetual es un rasgo de la cosa que se enraíza en su remisión situacional. Esto quiere decir que la silla es dura, en cuanto es para permanecer un largo tiempo en ella o el martillo es pesado para llevar a cabo eficientemente la protección contra el mal tiempo. Las así llamadas propiedades son, por tanto, en lo inmediato, esa manera como el útil advierte sobre su eventual aptitud para tal o cual situación.

Y lo que aquí llama la atención es que, en este contexto, la percepción de las cosas no sea necesariamente negada. Hay, pues, una percepción “cotidiana” que va más allá de tomar nota objetiva de las cosas. Tal percepción, advierte Heidegger: “se hunde en un trato concreto práctico con las cosas. No es autónoma. No percibo por percibir, sino para orientarme, para abrirme camino para hacer algo. Esta es una consideración del todo natural en la que constantemente vivo” (Heidegger, 1994aHEIDEGGER, M. 1994a. Prolegomena zur Geschichte des Zeitsbegriffs. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 447 p., pp. 37-38). Así, la posibilidad perceptiva dada en la circunspección es una tal que, a diferencia de la teórica, se despliega circunspectivamente, esto es, como orientación situacional. Se trata de una percepción circunspectiva que radica en sostenerse en el todo remitivo, para tener a lo percibido mismo como momento de ese todo. Por ello, lo dado en tal percepción ya no puede ser considerado como una “cosa de la naturaleza” (Naturding), sino, ante todo, como una “cosa del entorno” (Umweltding) (Heidegger, 1994aHEIDEGGER, M. 1994a. Prolegomena zur Geschichte des Zeitsbegriffs. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 447 p., p. 49-50).

De esta manera, ya podemos distinguir entre una percepción circunspectiva y una de carácter teórico. Mientras que la segunda presenta unidades físicas aisladas, la primera se despliega en su pertenencia situacional, esto es, sosteniéndose en el para algo de la situación, para presentar a las cosas en su para esto desde su horizonte significativo. Y esta parece ser, en efecto, la vía para indagar la individualidad de las cosas del mundo. No obstante, como advertíamos, no es Heidegger quien podrá ayudarnos a dar el siguiente paso. Precisamente, es ahora cuando deberemos trasladarnos a las reflexiones de Wilhelm Schapp. Con su ayuda, las problemáticas de la individualidad de las cosas circundantes podrán ser mejor delimitadas. Y para ello se hará necesario mostrar que esta vía requiere ante todo de una reformulación tanto del cuerpo como de la percepción.

4. El cuerpo y la percepción desde el “estar en trabajo”

Decíamos que las reflexiones de Schapp resultan fructíferas para el examen de las cosas desde aquel modo de ser que Heidegger llama ser-a-la-mano. Mientras que su tesis doctoral, Aportes para una fenomenología de la percepción (1910) se centraba en el problema husserliano de la donación escorzada sensible, su obra Enredado en historias (1953) marca su traslado a la Sorge heideggeriana. En efecto, Aportes no es sino el esfuerzo de traer a mostración las objetividades para describir su constitución intencional, realzando “relaciones esenciales entre la intuición sensible y no sensible, entre pensar e intuir” (Schapp, 2013SCHAPP, W. 2013. Beiträge zur Phänomenologie der Wahrnehmung. 5ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 157 p., p. 3). Así, Rolf, en la introducción a Aportes, señala que esta obra habría sido entendida como un primer comentario a Investigaciones Lógicas de Husserl, y que vendría a dar luces sobre ciertos pasajes en ella oscuros (Schapp, 2013SCHAPP, W. 2013. Beiträge zur Phänomenologie der Wahrnehmung. 5ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 157 p., p. VII). Mas, Lübbe, en su introducción a Enredado en historias, indicará que tal idea de fenomenología no brindaría a Schapp las respuestas que este buscaba para abordar el aparecer del mundo, como sí lo haría la idea heideggeriana de horizonte abierto por el cuidado (Sorge) (Schapp, 1985SCHAPP, W. 1985. In Geschichten verstrickt. Zum Sein von Mensch und Ding. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 210 p., p. VI). En efecto, Schapp mismo, refiriéndose a la fenomenología husserliana, confiesa “haber tirado todo por la borda” (Schapp, 2016SCHAPP, W. 2016. Auf dem Weg einer Philosophie der Geschichten 1. 1ª ed., Freiburg/München, Alber, 372 p., p. 57) en cuanto le resultó imperioso pasar desde estados de cosa (Sachverhalte) a historias. La razón: “en historias se puede estar enredado, en estados de cosa no se puede estar enredado. Estar enredado (Verstricktsein) no es una relación cognitiva” (Schapp, 2016SCHAPP, W. 2016. Auf dem Weg einer Philosophie der Geschichten 1. 1ª ed., Freiburg/München, Alber, 372 p., p. 63). Y es en este nuevo contexto que este intentará profundizar en la individualidad de las cosas cotidianas.

Así, lo interesante aquí es que dicha consideración de las cosas en historias no parece ser posible sin antes reformular dos fenómenos implicados en el aparecer del útil: el cuerpo y la percepción. En efecto, respecto del cuerpo, el intento de Schapp es superar su consideración objetual. Para ello, el fenómeno a indagar es el ser humano corporal situado en su trabajo. Así, este dice: “tocando la herramienta, regresamos a nuestra mano o a nuestro puño, luego al brazo y así al cuerpo total” (Schapp, 1985SCHAPP, W. 1985. In Geschichten verstrickt. Zum Sein von Mensch und Ding. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 210 p., p. 22). Una afirmación que no pretenderá sino delimitar una comprensión inadecuada de nuestro cuerpo. Y es que el hallarse en trabajo puede ser entendido como el resultado de acciones corporales, en cuanto, haciendo uso de nuestras manos y brazos, manipulamos determinados útiles. Mas, dicha consideración supone ya, a juicio de Schapp, una equivocación. Este señala: “desembocamos en un ámbito errado, si bajo mano, brazo, cuerpo, mentamos o distinguimos sólo el cuerpo visual” (Schapp, 1985SCHAPP, W. 1985. In Geschichten verstrickt. Zum Sein von Mensch und Ding. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 210 p., p. 22). La expresión “cuerpo visual” indica aquí lo decisivo. Cuando una consideración del hallarse en trabajo es realizada, la tendencia parece ser, en efecto, la de dar primacía a la concepción de cuerpo del que visualmente distinguimos manos, brazos, tronco o cabeza. En esta dirección entendemos que el principal ejecutor de la actividad es precisamente ese cuerpo visual. Sin embargo, Schapp advierte: “el cuerpo visual se encuentra en una relación lejana con el cuerpo que se acusa en tanto que activo” (Schapp, 1985SCHAPP, W. 1985. In Geschichten verstrickt. Zum Sein von Mensch und Ding. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 210 p., p. 22). En efecto, hay una contraposición entre un “cuerpo visual” y un “cuerpo activo” que aquí se debe distinguir. Éste último no es, pues, conocido visualmente, sino en su propio estar en obra. Así Schapp: “El acceso a él [al cuerpo (Leib)] lo ganamos cuando nos hundimos en los interiores de la actividad del aserrar, taladrar, martillar, picar” (Schapp, 1985SCHAPP, W. 1985. In Geschichten verstrickt. Zum Sein von Mensch und Ding. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 210 p., p. 22). Lo que se advierte, por tanto, es que realzando este “cuerpo activo”, el “cuerpo visual” deja de ser primario en el fenómeno del estar en trabajo. Lo que ahora adquiere primacía no son, pues, dedos, manos o brazos ejecutando actividades, sino que dicho “cuerpo activo” enseña, ante todo, la necesidad de atender a la actividad por sí misma, esto es, a la situación en la que ya nos hallamos y desde la cual, luego, nos desplegamos corporalmente en el trabajo.

Y es desde tal énfasis en la situación que la misma percepción también se reformula. Ahora ya no se trata, pues, de un examen del ver, tocar, oír, etc. Tal vía, a juicio de Schapp, conduce a una consideración de las diversas cualidades como luminosidad, sonidos, olores, etc., como si se tratara de ámbitos con una autonomía objetual inadecuada (Schapp, 1985SCHAPP, W. 1985. In Geschichten verstrickt. Zum Sein von Mensch und Ding. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 210 p., p. 73). No se trata, entonces bien, de atender a las cualidades mismas, sino, ante todo, de que mediante ellas entendamos el aparecer del mismo mundo. Así, este indica: “Se podría tal vez aprehender el tocar como una abreviación del aserrar, taladrar, martillar y de todas esas actividades que describimos” (Schapp, 1985SCHAPP, W. 1985. In Geschichten verstrickt. Zum Sein von Mensch und Ding. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 210 p., p. 24). Por tanto, lo que aquí debe ser realzado, en primera instancia, es nuevamente la situación. En otras palabras, lo que en el estar en trabajo acaece no es primariamente el acto de tocar o de ver, sino, en estricto rigor, el despliegue perceptivo del propio “estar en trabajo”.

Y es precisamente en este punto que Schapp adhiere a las tesis heideggerianas. La tesis de Heidegger respecto del útil reza así: “Aquello con lo que ante todo tiene que habérselas el trato cotidiano no son tampoco las herramientas, sino que lo que primariamente nos ocupa y está por ende a la mano, es la obra misma, lo que cada vez debe ser producido” (Heidegger, 2001HEIDEGGER, M. 2001. Sein und Zeit. 18ª ed., Tübingen, Niemeyer, 445 p., p. 69-70). En efecto, esta vía de consideración viene a sugerir un examen de las cosas en el horizonte del todo remitivo abierto en la misma actividad. Así, cuando Heidegger toma el caso del martillar, no piensa en este como una actividad resultante del ejercicio corporal. El eje temático aquí se ha invertido. Ya no se trata de la actividad como producto de las acciones corporales y perceptivas, sino del ser corporal siendo en la actividad. Es por ello que Heidegger puede decir: “El martillar mismo descubre la ‘manipulabilidad’ del martillo” (Heidegger, 2001HEIDEGGER, M. 2001. Sein und Zeit. 18ª ed., Tübingen, Niemeyer, 445 p., p. 69). Y es en tal énfasis situacional, por tanto, que podemos vislumbrar una vía para indagar las cosas cotidianas. Dicha vía, lejos de dar primacía a nuestro ejercicio corporal o perceptivo, sugiere que dichos fenómenos guardan una unidad con el aparecer de las cosas precisamente en la situación. Así, dice Schapp:

Este, por así decirlo, cuerpo mirado desde dentro constituye en el trabajar una unidad dinámica con la herramienta, con el martillo, con el hacha y, además, constituye una unidad con el suelo en el cual él se encuentra y con la materia con la cual trabaja ( Schapp, 1985 SCHAPP, W. 1985. In Geschichten verstrickt. Zum Sein von Mensch und Ding. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 210 p. , p. 22).

He aquí, pues, una vía para pensar la individualidad de las cosas: indagar su presencia material en situación, al margen de aquella objetualidad física dada en frente de un sujeto entendido según su cuerpo visual. Es, pues, tal vía la que parece asegurar una reflexión del aparecer según el ser-a-la-mano, es decir, como disponible en situación, que realce una individualidad, en estricto rigor, de las cosas circundantes (Umweltdinge) -como las llamará Heidegger- o, como lo hace Schapp, de las cosas-para (Wozudinge).

5. Las cosas-para y su individualidad material situacional

Hasta aquí las discusiones advierten sobre la necesidad de una reformulación de fenómenos como el cuerpo y la percepción para destacar aquella primacía situacional desde la cual es posible pensar las cosas inmediatas. Ya no se trata de comprenderlas en referencia al sujeto corporal perceptivo, sino en su pertenencia a un horizonte de sentido: la situación. Esta vía, decíamos, parece garantizar un acceso a las “cosas circundantes” (Umweltdinge) o “cosas-para” (Wozudinge). Lo señalado con los prefijos “Um-” y “Wozu-” no refiere, pues, a aspectos dependientes de una cierta actividad subjetiva que enlaza las cosas de su entorno, sino, ante todo, al ámbito donde cuerpo y percepción mismos acaecen.3 3 Un diálogo entre el cuerpo activo en Schapp y el ser del cuerpo (Leiben) en Heidegger es posible a partir de un rasgo esencial de nuestra corporalidad como es “aferrarse y ocupar horizontes” (Sepp, 2010, p. 63). Una perspectiva que no es ajena a Heidegger: “el ‘ser cuerpo’ (Leiben) -dice este- oscila en el Da-sein” (Heidegger, 2018b, p. 384). Johnson (2020) aborda el cuerpo en Heidegger desde el “claro del ser”. Perceptivamente, decíamos, nos movemos ya en la circunspección que se atiene al horizonte de aquel para-algo que delimita al útil en su para-esto. Es entonces, advertía Schapp, que aparece la materia con la cual se trata. ¿Cómo es, pues, caracterizable tal materia?

Es cierto que las descripciones heideggerianas de las cosas en su significatividad realzan una referencia recíproca acreditable en la experiencia diaria. La taza cotidiana, lejos de ser un objeto aislado, aparece orientada al platillo y ambos a la mesa. Según tal referencia, el útil adquiere su espacio propio. Taza, platillo y mesa, en efecto, han de estar aquí o allá en la situación de tomar el té. Y lo que aquí debe tenerse en cuenta es que tal referencia sólo es posible cuando las cosas son vividas desde su ser-a-la-mano. Mas, lo que ha de subrayarse ahora es que tal referencialidad no es un carácter que agote la presencia de las cosas así vividas. También es posible advertir otro grupo de caracterizaciones que emergen de tal experiencia.

En efecto, además de referir entre sí, las cosas-para aparecen también con rasgos propios, como puede ser su edad: “cada cosa-para -dice Schapp- fue alguna vez producida” (Schapp, 1985SCHAPP, W. 1985. In Geschichten verstrickt. Zum Sein von Mensch und Ding. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 210 p., p. 13). Y su origen y producción son también aspectos dados en la experiencia cotidiana. Asimismo, a diario hallamos cosas en buen estado o dañadas: “el cuchillo -señala Schapp- puede estar oxidado; el armario puede estar completamente apolillado” (Schapp, 1985SCHAPP, W. 1985. In Geschichten verstrickt. Zum Sein von Mensch und Ding. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 210 p., p. 13) y es en este sentido que también tratamos con las cosas de acuerdo a sus defectos: “expresiones -continúa- como sucio, descuidado, descolorido, [...] moderno, envejecido, [...] usado, e infinitas otras maneras dirigidas a las cosas-para, tienen un sentido sólo como determinaciones de cosas-para” (Schapp, 1985SCHAPP, W. 1985. In Geschichten verstrickt. Zum Sein von Mensch und Ding. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 210 p., p. 13-14). Lo interesante aquí es advertir, entonces, cómo es que el ser-a-la-mano abre un ámbito de caracteres exclusivos para las cosas cotidianas, mas no para el objeto teórico.4 4 McDaniel (2013) discute la apertura de las propiedades desde el ser-a-la-mano y la mera presencia espacial. A nuestro juicio, dicho problema atiende a la diferenciación aristotélica de lo que es predicable según las distintas categorías. Así, respecto del bien, en orden a la ousía, se puede hablar de Dios o del intelecto; según la cualidad, de virtudes; o, según la relación, de útil (Aristóteles, 1993, p. 136). Heidegger entiende la categoría como la mirada hacia (Hinsicht) que permite diversos modos de descubrimiento del ente (Heidegger, 2002, p. 401). Aspectos, en efecto, que, enfatizando la referencia a algo otro -como la taza al platillo-, también se orientan a sus particularidades, como oxidado o antiguo. Se advierten, así, dos grupos de caracteres que emergen en la cotidianidad: la referencia a otro y una referencia a la propia singularidad. La pregunta es, pues, si aquellas caracterizaciones centradas en su particularidad implican ya un abandono de esa referencialidad primera dada en lo-a-la-mano. Y es que rasgos como sucio o moderno ya no parecen tenerla en vista, en la medida en que se restringen a la cosa misma, esto es, a una individualidad que parece anular su pertenencia situacional.

Es claro, ciertamente, que hay una modificación de énfasis del aparecer cuando hablamos de la cosa-para según su referencia a... que cuando señalamos su propio contenido material. Al respecto, Schapp afirma: “Cuando nos ocupamos de la materia, estamos entonces en un ámbito completamente distinto que cuando las cosas-para se nos aparecen” (Schapp, 1985SCHAPP, W. 1985. In Geschichten verstrickt. Zum Sein von Mensch und Ding. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 210 p., p. 16). Mas, lo que ha de advertirse es que tal modificación de énfasis no tiene por qué implicar un abandono del carácter situacional de los útiles. Tal énfasis en la singularidad propia, en efecto, no surge necesariamente de un traslado de la actitud cotidiana a una teórica que establezca en ellos una materia física de carácter objetual. Es cierto, pues, que hay una diferencia en el hecho de considerar al martillo en su referencia al clavo, que vivirlo como pesado. Mas, en este último caso -lo veíamos con Heidegger- el peso no aparece aún como una cualidad objetiva, sino como el eventual obstáculo para el trabajo que conduciría, por ejemplo, al cambio de la herramienta por una más cómoda. El peso, por tanto, siendo realzado como singularidad del martillo, no es identificable con el peso objetivo como tal. Este mienta, ante todo, su incomodidad, siempre vivida en situación. Por ello, lo que aquí debemos destacar es que el énfasis cotidiano en el peso del martillo no implica un abandono ni de su referencia al clavo ni de su pertenencia situacional. Cuando decimos “el martillo es pesado”, lo que cotidianamente comunicamos es la inaptitud de esa herramienta en situación, circunscrita necesariamente a ella.

Y ahora es cuando ya podemos dar un paso hacia aquella individualidad de las cosas, al margen de su contenido físico-objetivo. Sirviéndonos de la expresión de Schapp, las cosas pueden aparecer, en efecto, en su carácter situacional como “de algo” (Auswas) o, siguiendo a Heidegger, como “de-qué” (Woraus), en tanto que aquello de lo que ellas están hechas adquiere su sentido precisamente en el “empleo de algo para algo” (Heidegger, 2001HEIDEGGER, M. 2001. Sein und Zeit. 18ª ed., Tübingen, Niemeyer, 445 p., p. 70). Así, el material ha de aparecer en la empleabilidad delimitada por la propia actividad. Y es en este sentido que, por ejemplo, una copa puede darse como adecuada o inadecuada, según el para algo en el que esta es vivida. Si preparamos, por ejemplo, la mesa para nuestros invitados, no sólo elegimos copas para beber, sino copas cuyo de algo corresponda a tal situación especial, privilegiando, por ejemplo, las copas de cristal por sobre las de plástico. Entonces bien, la materialidad aquí realzada puede ser entendida como una materialidad situacional, y es ella la que corresponde a aquella individualidad de las cosas cotidianas, justo cuando estas aparecen según su ser-a-la-mano. Tal individualidad material, en efecto, dice relación con caracteres singularizantes circunspectivos, en esencia distintos a una materia objetiva.

Siguiendo a Schapp, es posible advertir que la posibilidad de decir que un jarro sea de bronce es algo muy distinto a afirmar que el bronce mismo esté compuesto de cobre y estaño (Schapp, 1985SCHAPP, W. 1985. In Geschichten verstrickt. Zum Sein von Mensch und Ding. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 210 p., p. 17). En este último caso es la composición física la que se vuelve tema, y es ella la que, en términos estrictos, le resulta ajena a la cosa-para. La cosa físicamente compuesta viene aquí a ofrecer el suelo temático que conduce a indagar en su estructura en sí hasta llegar a sus moléculas y átomos (Schapp, 2009SCHAPP, W. 2009. Metaphysik der Naturwissenschaft. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 141 p., p. 121). Así, pues, el paso del de algo de la cosa-para a una materialidad teórica debe acusar necesariamente una distintiva pérdida de su pertenencia situacional. La materia teórica, en efecto, es una materia inerte, mientras que esa materia situacional que caracteriza la individualidad cotidiana de las cosas, está precisamente viva, nutriéndose, para ser tal, del para-algo en el cual acaece. He aquí la diferencia esencial entre lo que podríamos llamar una materia de carácter situacional y una de carácter objetual. La primera nos permite hablar de una vitalidad que se nutre circunspectivamente, y que pertenece exclusivamente al ser-a-la-mano. La segunda, en cambio, acusa la carencia de tal vitalidad. Por tanto, ya podemos advertir que la consideración de la materialidad de las cosas cotidianas no pertenece a una disposición teórica hacia ellas, sino que hay, en efecto, una materialidad propia de su individualidad en situación.

Así, pues, es aquel carácter vital que acusa esta materialidad situacional el que ahora debe ser precisado. Siguiendo a Schapp, advertimos que un lienzo manchado, hallado en una casa antigua, no es percibido meramente como un objeto aislado. Éste es visto, ante todo, en una casa antigua, entre muebles antiguos. Es decir, su de algo se presenta perceptivamente ya en situación, anunciando su ser envejecido siempre según un “ser con” otras cosas-para (Schapp, 1985SCHAPP, W. 1985. In Geschichten verstrickt. Zum Sein von Mensch und Ding. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 210 p., p. 80). Y precisamente, es en esta vivencia de la cosa junto a “otras cosas”, que el material muestra su carácter de “historia”: “La cosa-para -dice Schapp- no puede aparecer de otra manera que como en su historia” (Schapp, 1985SCHAPP, W. 1985. In Geschichten verstrickt. Zum Sein von Mensch und Ding. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 210 p., p. 80). En efecto, la historia de las cosas es aquel tiempo situacional que brinda la peculiar vitalidad de su presencia. Se trata de aquellas historias que nosotros mismos somos, más allá de nuestra “carne y sangre” (Schapp, 1985SCHAPP, W. 1985. In Geschichten verstrickt. Zum Sein von Mensch und Ding. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 210 p., p. 105), y que no son algo distinto de una totalidad de sentido en la cual somos en cuanto enredados en ellas. Es así que Schapp puede señalar: “Las cosas-para encuentran su lugar correspondiente en la serie, y por cierto en los conjuntos de sentido, en las historias del ser humano” (Schapp, 2015SCHAPP, W. 2015. Philosophie der Geschichten. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 362 p., p. 63). Por ello, el único modo de conocer tal totalidad es en nuestra vida corriente, esa que se halla enredada en las historias de las cosas,5 5 De ahí que Schapp afirme: “Sin embargo, la historia no se deja indagar como objeto, porque algo es historia en la medida en que yo estoy enredado en ella” (Schapp, 1985, p. 85). Eichler (2010) señala que la inserción de la historia por parte de Schapp implica comprender el mundo percibido desde aquel “enredo” en el que somos, por lo que su pensar puede considerarse una “ontología narrativa”. en cuanto, dice Schapp: “intuición, aprehensión e historias constituyen aquí una unidad” (Schapp, 2009SCHAPP, W. 2009. Metaphysik der Naturwissenschaft. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 141 p., p. 134).

Entonces bien, enredados en las historias de las cosas inmediatas, es decir, en esa totalidad de sentido que las configura, hallamos una mesa en un anticuario y decimos de ella que es “antigua”. Dicha “antigüedad” constituye, entonces, su presencia de un modo distinto a cuando decimos, por ejemplo, que la mesa de nuestro comedor está vieja. La antigüedad, singularizada en el de algo de aquella mesa, nos lleva a valorarla, mientras que la mera vejez nos lleva a desecharla. Ambos caracteres temporales, entonces bien, no vienen sino a configurar esa presencia característica de las cosas a-la-mano, en tanto que estas se concretan perceptivamente de acuerdo a esa historia constitutiva de su situación.

Por tanto, lo que podemos afirmar desde Schapp es que es en su situación de carácter histórico donde la individualidad material se mantiene viva, y es en ella donde esta aparece configurada en su singular de algo. Advertimos, entonces, una individualidad dada en esa historia en la que las cosas cotidianas aparecen, que, por lo demás, Heidegger tampoco desconoce. Describiendo una silla dada en la percepción cotidiana, este advierte que con dicha percepción: “no hago otra cosa que contar la historia bien concreta, si se quiere irrelevante (belanglos), de la silla, historia en la que ella aquí, a diario, constantemente se presenta” (Heidegger, 1994aHEIDEGGER, M. 1994a. Prolegomena zur Geschichte des Zeitsbegriffs. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 447 p., p. 49). Dicha historia es, en efecto, irrelevante, en cuanto constituye el fondo atemático de aquello con lo que a diario tratamos. Y, sin embargo, dicha “historia” es, a su vez, aquel horizonte al que la percepción cotidiana se atiene, en cuanto constituye la presencia situacional del útil. En el caso de la silla descrita por Heidegger, se trata de esa que pertenece al salón 24 de la Universidad de Marburgo, utilizada por docentes, mal pintada desde la fábrica (Heidegger, 1994aHEIDEGGER, M. 1994a. Prolegomena zur Geschichte des Zeitsbegriffs. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 447 p., p. 49). Dicha historia, podríamos decir, es la que se anula cuando abandonamos la silla cotidiana y esta se convierte en un objeto descriptible según su mera coloración, peso o medida.

He ahí, pues, que en el realce de la historia situacional de las cosas descubrimos su individualidad cotidiana. Lo cual nos lleva a entender que tal individualidad, ese de algo que advertimos con Schapp, permite identificar una materialidad en ella del todo ajena a una de carácter teórico. Dicha materialidad, en efecto, no tiene nada de objetivante, pero sí de individualizante. Ella es, ante todo, la propia singularización cotidiana de las cosas inmediatas. Esa que quisiéramos aquí caracterizar como su de algo situacional.

Pues bien, a nuestro juicio, el examen de tal individualidad material, siendo exclusivo del ser-a-la-mano, es el que parece abrir el paso a una consideración de las cosas cotidianas sin pasar por alto aquella riqueza fenoménica que podría pensarse anulada en las consideraciones heideggerianas del mundo. Al margen de las sospechas que Heidegger mismo pudo tener, los análisis de Schapp permiten advertir que la significatividad no requiere convertirse en una formalización vacía de referencias funcionales. Esta, en efecto, acentuando el todo remitivo en el que las cosas son, puede también ampliarse hacia una comprensión de su singularidad, sin la necesidad de sucumbir ante una consideración de carácter teórico. Así, la significatividad permite también una comprensión de aquella peculiar concretud de las cosas con las que a diario tratamos y que, en lo discutido, hemos denominado materialidad situacional, indicando con ello esa singularización con la que se presentan la cosas inmediatas en su cotidiano “de algo” en medio de esa situación de carácter histórico en la que constantemente somos.

Referencias

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  • VETTER, H. 2008. Welt der Geschichten - Wilhelm Schapp. In: G. PÖLTNER, M. WIESBAUER (eds.) ‚Welten‘- Zur Welt als Phänomen, Frankfurt a. M., Klostermann, p. 97-111.
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    Este artículo se enmarca en el Proyecto Fondecyt Regular nº 1190029 del cual el autor es Investigador Responsable.
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    Unverzagt (2013UNVERZAGT, Ch. 2013. Heidegger und das Sein der Dinge. Zu Heideggers Dingbegriff in Sein und Zeit (1927) und in Der Ursprung des Kunstwerkes (1935/56), Norderstedt, BoD, 119 p.) muestra el paso de los análisis del útil en Ser y tiempo (1927) hacia aquellos correspondientes al Origen de la obra de arte (1935). En este periodo, la significatividad pierde su centralidad, pues la analítica del Dasein es abandonada. Es así como la idea de “tierra” (Erde) pasará a ser la perspectiva para comprender a las cosas, propia del Heidegger tardío.
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    Para la relación entre Schapp y Husserl, sugerente son las impresiones que Schapp (1976SCHAPP, W. 1976. Erinnerungen an Edmund Husserl Ein Beitrag zur Geschichte der Phänomenologie, Wiesbaden, Heymann, 32 p. ) comunica sobre el círculo fenomenológico de Gotinga. Asimismo, Vetter (2008VETTER, H. 2008. Welt der Geschichten - Wilhelm Schapp. In: G. PÖLTNER, M. WIESBAUER (eds.) ‚Welten‘- Zur Welt als Phänomen, Frankfurt a. M., Klostermann, p. 97-111.) profundiza en la proximidad del pensamiento de Schapp con Husserl y Heidegger.
  • 3
    Un diálogo entre el cuerpo activo en Schapp y el ser del cuerpo (Leiben) en Heidegger es posible a partir de un rasgo esencial de nuestra corporalidad como es “aferrarse y ocupar horizontes” (Sepp, 2010SEPP, H.-R. 2010. Welt und Grenze. Wilhelm Schapps Philosophie der Geschichten. In: K. JOISTEN (ed.), Das Denken Wilhelm Schapps. Perspektiven für unsere Zeit. Freiburg, Alber, p. 49-64., p. 63). Una perspectiva que no es ajena a Heidegger: “el ‘ser cuerpo’ (Leiben) -dice este- oscila en el Da-sein” (Heidegger, 2018bHEIDEGGER, M. 2018b. Zollikoner Seminare. 1ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 880 p., p. 384). Johnson (2020JOHNSON, F. 2020. ¿Cómo pensar el cuerpo al margen de la idea de sujeto corporal? ‘Mera presencia’ y ‘claro del ser’ en Zollikoner Seminare de Heidegger. Anales del Seminario de Historia de la Filosofía, 37(1): 85-98.) aborda el cuerpo en Heidegger desde el “claro del ser”.
  • 4
    McDaniel (2013MACDANIEL, K. 2013. Heidegger’s Metaphysics of Material Beings. Philosophy and Phenomenological Research, 87(2): 332-356.) discute la apertura de las propiedades desde el ser-a-la-mano y la mera presencia espacial. A nuestro juicio, dicho problema atiende a la diferenciación aristotélica de lo que es predicable según las distintas categorías. Así, respecto del bien, en orden a la ousía, se puede hablar de Dios o del intelecto; según la cualidad, de virtudes; o, según la relación, de útil (Aristóteles, 1993ARISTÓTELES -. 1993. Ética Nicomáquea - Ética Eudemia. 2ª ed., Madrid, Gredos, 563 p., p. 136). Heidegger entiende la categoría como la mirada hacia (Hinsicht) que permite diversos modos de descubrimiento del ente (Heidegger, 2002HEIDEGGER, M. 2002. Grundbegriffe der aristotelischen Philosophie. 1ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 418 p., p. 401).
  • 5
    De ahí que Schapp afirme: “Sin embargo, la historia no se deja indagar como objeto, porque algo es historia en la medida en que yo estoy enredado en ella” (Schapp, 1985SCHAPP, W. 1985. In Geschichten verstrickt. Zum Sein von Mensch und Ding. 3ª ed., Frankfurt a. M., Klostermann, 210 p., p. 85). Eichler (2010EICHLER, K.-D. 2010. Wilhelm Schapps narrative Ontologie. In: K. JOISTEN (ed.), Das Denken Wilhelm Schapps Perspektiven für unsere Zeit. Freiburg, Alber, p. 102-125.) señala que la inserción de la historia por parte de Schapp implica comprender el mundo percibido desde aquel “enredo” en el que somos, por lo que su pensar puede considerarse una “ontología narrativa”.

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    04 Mayo 2022
  • Fecha del número
    2022

Histórico

  • Recibido
    04 Jul 2021
  • Acepto
    06 Oct 2021
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