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“Siempre le he contado su historia”: prácticas y narrativas familiares sobre “los orígenes” en adopciones monoparentales

“I've told them the story”: family practices and narratives on “origins” in adoptions by single mothers

“Eu sempre lhe contei a sua história”. práticas familiares e narrativas sobre “origens” nas adoções monoparentais

Resumen

Las familias “dependientes del discurso” (Galvin 2006), como son las adoptivas, se conforman mediante cuatro prácticas: nombrar (designar a los miembros de la familia dándoles un lugar en ella), discutir (hablar sobre la situación familiar), narrar (elaborar una historia de adopción para los hijos) y ritualizar (reconocer la adopción con celebraciones y actividades cotidianas). En este artículo, analizamos las tres primeras prácticas en familias adoptivas monoparentales españolas y chilenas. Entre los resultados más sobresalientes, se muestran en estas configuraciones adoptivas actitudes y prácticas de apertura comunicativa, que conllevan narrar tempranamente a los hijos las circunstancias que rodearon su adopción y hablarles de sus madres y padres de origen, realizando esfuerzos por desculpabilizar y empatizar con estas figuras, e incluso sumándolas como parte de sus familias extendidas desde una perspectiva de pluriparentalidad.

Palabras-clave:
Adopción; Monoparentalidad; Apertura; Orígenes; Prácticas familiares

Abstract

"Discourse-dependent" families (Galvin 2006), such as adoptive families, are made up of four practices: naming (designating family members by giving them a place in the family), discussing (talking about the family situation), narrating (drawing up an adoption story for the children) and ritualizing (recognizing adoption with celebrations and daily activities). In this article, we analyze the first three practices in Spanish and Chilean single-parent adoptive families. Among the most outstanding results, these adoptive configurations show attitudes and communicative openness practices, in which they tell their children early about the circumstances surrounding their adoption and talk about their mothers and fathers of origin, making efforts to decriminalize and empathize with these images, even adding them as part of their extended families from a pluriparental perspective.

Keywords:
Adoption; single mothers by choice; openness; origins; family practices

Resumo

As familias "que dependem de um discurso" (Galvin 2006), como as adotantes, são conformadas por quatro práticas: nomear (nomear membros da família, dando-lhes um lugar nela), conversar (falar sobre a situação da família), narrar (desenvolver uma história da adoção para as crianças) e ritualizar (reconheçer a adoção com celebrações e atividades diárias). Neste artigo, analisamos as três primeiras práticas em famílias adotivas monoparentais espanholas e chilenas. Entre os resultados mais destacados, mostram-se nestas configurações adotivas atitudes e práticas de abertura comunicativa em que os pais adotantes contam aos seus filhos desde o início as circunstâncias da sua adoção, falam das suas mães e pais biológicos, fazendo esforços para desculpabilizá-los e criar empatia com eles, inclusive integrando-os como parte de suas familias extensa a partir de uma perspectiva de pluriparentalidade.

Palavras-chave:
Adoção; Monoparentalidade; Abertura; Origens; Práticas familiares

Introducción

Todas las familias se conforman mediante interacciones comunicativas, creándose, cambiandose y/o disolviéndose a través de estas interacciones (Baxter 2004BAXTER, Leslie A. 2004. “Relationships as dialogues”. Personal Relationships, 11: 1-22.). En particular, las familias adoptivas son “intrínsecamente discursivas” y se construyen a través de "la ley y el lenguaje" (Galvin 2003GALVIN, Kathleen. 2003. “International and transracial adoption: A communication research agenda”. Journal of Family Communication , 3: 237-253.: 239). Como refieren Colaner y Kranstuber (2010COLANER, Colleen & KRANSTUBER, Haley. 2010. "’Forever Kind of Wondering’: Communicatively Managing Uncertainty in Adoptive Families”. Journal of Family Communication, 10: 236-255.: 237), “dependen fuertemente de un activo trabajo discursivo para desarrollar y mantener sus identidades personales y familiares”. En ellas, la construcción de narrativas familiares reemplaza los lazos de sangre (Suter 2008SUTER, Elizabeth. 2008. “Discursive negotiation of family identity: A study of U.S. families with adopted children from China”. Journal of Family Communication , 8 (2): 126-147. ) y la comunicación se convierte en “el alma que conecta al niño con sus padres adoptivos” (Colaner y Kranstuber 2010: 237).

Estas familias “dependientes del discurso” (Galvin 2006GALVIN, Kathleen. 2006. “Diversity’s impact on defining the family”. In: L. H. Turner & R. West (eds.), The family communication sourcebook. Thousand Oaks, CA: Sage, pp. 3-19.) se construyen mediante cuatro prácticas de comunicación: nombrar (que indica el estado familiar mediante los calificativos dados a los miembros de la familia, por ejemplo, refiriéndose a la madre adoptiva como "madre" y a la madre biológica como “madre biológica” o “mamá de la guata” -en España o en Chile-), discutir (que implica divulgaciones continuas sobre la situación familiar, de la familia adoptiva y/o de la familia biológica), narrar (que supone la construcción por parte de los padres de una historia de la adopción para el niño adoptado) y ritualizar (que legitima la adopción a través de celebraciones y de actividades cotidianas). Jones y Hackett (2011JONES, Chris & HACKETT, Simon. 2011. “The Role of ‘Family Practices’ and ‘Displays of Family’ in the Creation of Adoptive Kinship”. British Journal of Social Work, 41: 40-56.), basándose -entre otros- en los trabajos de Carsten (2000CARSTEN, Janet. 2000. ‘“Knowing where you’ve come from’: Ruptures and continuities of time and kinship in narratives of adoption reunions’. Journal of the Royal Anthropological Institute, 6(4): 687-703., 2004CARSTEN, Janet. 2004. After Kinship. Cambridge: Cambridge University Press.), destacan que la adopción desestabiliza los supuestos culturales occidentales de la primacía de la conexión biológica en la construcción del parentesco y, además, proponen que para estudiar a las familias adoptivas (tanto como a otras), es preciso considerar el trabajo activo que desarrollan para construir y legitimar estas nuevas conexiones. Los autores tambien exploran el trabajo de Morgan (1996MORGAN, David. 1996. Family Connections: An Introduction to Family Studies. Cambridge: Polity Press.), de quien toman directamente el concepto de “prácticas familiares”, y aplican este concepto a la comprensión de la vida familiar adoptiva contemporánea, ilustrando cómo los padres adoptivos "trabajan" en la construcción de la vida familiar al responder a uno de sus principales desafíos: construir una familia en la que se reconozca simultáneamente la relevancia de los vínculos biológicos y del parentesco legal y socialmente construido.

Las prácticas de apertura pueden considerarse un subconjunto de "prácticas familiares", que incluyen la revelación de su estatus adoptivo cuando el niño lo desconoce y la búsqueda y/o el contacto directo o indirecto con su familia de origen. Por su parte, Logan (2013LOGAN, Janette. 2013. “Contemporary adoptive kinship: a contribution to new kinship studies”. Child and Family Social Work , 18: 35-45.) identifica tres tareas mediante las cuales las familias adoptivas buscan conseguirlo: 1) crear y mantener relaciones familiares entre adoptantes y adoptados, es decir, entre quienes no existía antes ningún tipo de vínculo; 2) encontrar un lugar en la familia adoptiva para la familia de origen de los niños y 3) desarrollar una identidad positiva como familia no convencional. En particular, las adoption entrance narratives (Hays et al. 2016HAYS, Alexie et al. 2016. “’She chose us to be your parents’: Exploring the content and process of adoption entrance narratives told in families formed through open adoption”. Journal of Social and Personal Relationships , 33(7): 917-937. ), es decir, las historias de cómo el niño nació, se dio en adopción y se integró en su actual familia, emergen entre las prácticas comunicativas de los padres adoptivos como algo primordial para el bienestar del niño, para su construcción identitaria y para modelar sus sentimientos con respecto a su condición adoptiva (Galvin 2003GALVIN, Kathleen. 2003. “International and transracial adoption: A communication research agenda”. Journal of Family Communication , 3: 237-253.; Hays et al. 2016; Kranstuber y Koenig Kellas 2011KRANSTUBER, Haley & KOENING KELLAS, Jody. 2011. “’Instead of growing under her heart, I grew in it’: The relationship between adoption entrance narratives and adoptees’ self concept”. Communication Quarterly, 59: 179-199.; Krusiewicz y Wood 2001KRUSIEWICZ, Erin & WOOD, Julia. 2001 “’He was Our Child from the Moment We Walked in that Room’: Entrance Stories of Adoptive Parents”. Journal of Social and Personal Relationships , 18 (6): 785-803.). Brodzinsky (2005BRODZINSKY, David. 2005. “Reconceptualizing openness in adoption: Implications for theory, research and practice”. En: Brodzinsky, D. and Palacios, J. (eds). Psychological Issues in Adoption: Research and Practice. New York: Greenwood.) argumenta que la consideración clave no debe ser “la apertura estructural” -más conocida como adopción abierta1 1 Adopciones con diversos acuerdos acerca de la frecuencia y los tipos de contacto entre los integrantes de la familia de origen y la familia adoptiva. -, sino la actitud y el comportamiento de los padres adoptivos con respecto a hablar y pensar sobre la adopción, que denomina "apertura comunicativa". De esta forma, sugiere que la apertura comunicativa “refleja las actitudes generales, creencias, expectativas, emociones e inclinaciones de comportamiento que las personas tienen en relación con la adopción” (Brodzinsky 2005: 6). Contar historias sobre la adopción sirve -según Harrigan (2010HARRIGAN, Meredith. 2010. “Exploring the narrative process: An analysis of the adoption stories mothers tell their internationally adopted children”. Journal of Family Communication , 10: 24-39. )- para que tanto los niños adoptados como los padres se familiaricen con las conversaciones sobre el tema, construyan una historia familiar más integrada y completa, y disminuyan los vacíos, interrogantes o fantasías al respecto.

Desde el secreto a la apertura en la adopción

El proceso de comunicación de los “orígenes” en las familias adoptivas se vio dificultado históricamente. Los secretos, estigmas y tabúes fueron por mucho tiempo aliados de las políticas y las prácticas adoptivas. La revisión de la normativa sobre adopción muestra la supremacía de la adopción plena, que privilegia la adscripción definitiva y exclusiva a la familia adoptiva, y consagra una filiación sustitutiva (Marre 2009MARRE, Diana. 2009. “Los silencios de la adopción en España”. Revista de Antropología Social , 18: 97-126.), como si los progenitores desaparecieran. Acorde con ello, se desarrolla un proceso intencionado de burocracia estatal dirigido a desemparentar (de-kinning) a las familias de origen, especialmente a las madres biológicas (Fonseca 2011FONSECA, Claudia. 2011. “The De-Kinning of Birthmothers. Reflections on Maternity and Being Human”. Vibrant, 8(2): 307-339.) y, al mismo tiempo, a emparentar al niño con sus padres adoptivos. Esto se combina con la creencia de que cortar los lazos con la familia de origen promueve el apego seguro entre los niños y sus padres adoptivos (Grotevant 2000GROTEVANT, Harold 2000. “Openness in adoption: Research with the adoption kinship network”. Adoption Quarterly , 4, 45-66. ). De esta forma, las adopciones cerradas fueron construidas alrededor de la idea de “emparejar” las características de los niños con las de sus padres adoptivos, en términos de su apariencia, intereses y/o personalidad, de manera que el niño pudiera “pasar” como hijo biológico de la pareja. Los padres adoptivos se enfrentaban, así, a la decisión de si le “revelarían” o no su condición adoptiva (Grotevant 2000).

En las últimas décadas, las adopciones han empezado a alejarse de este modelo cerrado y la práctica del secreto ha sido fuertemente criticada y transformada, observándose una tendencia hacia la apertura (Jones 2016JONES, Christine. 2016. “Openness in adoption: Challenging the narrative of historical progress”. Child and Family Social Work, 21(1): 85-93.). La apertura en la adopción es un concepto complejo, susceptible de interpretación variada. Apunta a la transparencia necesaria del proceso adoptivo y, por tanto, a la construcción de una familia adoptiva basada en la honestidad. De este modo, el énfasis en la apertura ha penetrado en la esfera profesional (Neil 2012NEIL, Elsbeth. 2012. “Making sense of adoption: integration and differentiation from the perspectives of adopted children in middle childhood”. Children and Youth Services Review , 34: 409-416.), por lo que se realizan más esfuerzos institucionales por preservar información relevante de la historia del niño, proporcionársela a los adoptantes e incentivar a que estos se la comuniquen. Además, se aconseja a madres/padres adoptivos que comuniquen temprana y progresivamente a sus hijos que fueron adoptados, insistiendo en la importancia de sostener una actitud comunicativa abierta, flexible y empática a lo largo de la vida (Brodzinsky 2006BRODZINSKY, David. 2006. “Family structural openness and communication openness as predictors in the adjustment of adopted children”.Adoption Quarterly, 9: 1-18.; Neil 2003NEIL, Elsbeth. 2003. “Understanding other people’s perspectives: Tasks for adopters in open adoptions”.Adoption Quarterly , 6: 3-30., 2009NEIL, Elsbeth. 2009. “Post-Adoption Contact and Openness in Adoptive Parents’ Minds: Consequences for Children’s Development”. The British Journal of Social Work , 39 (1): 5-23.). Por su parte, Neil (2003NEIL, Elsbeth. 2003. “Understanding other people’s perspectives: Tasks for adopters in open adoptions”.Adoption Quarterly , 6: 3-30.) sostiene que lo deseable sería que madres/padres adoptivos desarrollen una "empatía integral", entendida como la comprensión de su necesidad de conocer sus antecedentes, las razones de su adopción, sus experiencias de “pérdida” y otros sentimientos derivados de su conexión con sus parientes biológicos. Los beneficios de la apertura se han predicado, en las adopciones antiguas y las contemporáneas, tanto en la adopción de bebés como en las de niños mayores que provienen del sistema de cuidados alternativos (Jones 2016), presentándose como un importante factor predictor del ajuste de los niños y de su autoestima (Brodzinsky 2006).

Sin embargo, pese a la disminución de los ocultamientos, aún no se evidencia una modificación radical del modo tradicional de practicar la adopción, dado que el modelo de parentesco dominante tiende a eclipsar lo ocurrido antes de la misma, para poner en valor y legitimar las conexiones entre las madres/padres adoptivos y sus hijos. Dicho de otro modo, “hablar de la adopción” u obtener información sobre los orígenes del niño no equivale siempre a hablar de sus familias de origen (Marre 2009MARRE, Diana. 2009. “Los silencios de la adopción en España”. Revista de Antropología Social , 18: 97-126.). Los nuevos discursos de apertura contrastan muchas veces con el escaso énfasis en impulsar algún tipo de contacto con los miembros de la familia de origen e incluso en hablar abiertamente sobre ella (Grotevant 2000GROTEVANT, Harold 2000. “Openness in adoption: Research with the adoption kinship network”. Adoption Quarterly , 4, 45-66. ; Marre 2009; Frekko et al. 2015FREKKO, Susan et al. 2015. “How (not) to talk about adoption in Spain”. American Ethnologist, 42: 703-719), entendiéndose que estos lazos están terminados. Persisten así ansiedades, temores y dificultades para integrar a los parientes biológicos, especialmente a las madres de origen, en las narrativas familiares, sin saber cómo nombrarlos, cuál es el momento para hablar de ellos y/o qué lugar asignarles (Marre 2009).

Estructura familiar y actitudes hacia la comunicación de los orígenes

Existe una sólida evidencia internacional respecto de que la estructura familiar resulta significativa para explicar los diferentes posicionamientos que adoptan las familias ante la comunicación de los orígenes a sus hijos. Con relación a ello, las familias monoparentales y homoparentales muestran una mayor inclinación a esta comunicación (y a iniciarla a edades más tempranas de los niños) que las heteroparentales (Jociles 2016JOCILES, María Isabel. (Ed.) 2016. Revelaciones, filiaciones y biotecnologías: una etnografía sobre la comunicación de los orígenes a los hijos e hijas concebidos mediante donación reproductiva. Barcelona: Ediciones Bellaterra.). Sin embargo, las investigaciones que plantean una mayor apertura en las familias monoparentales y homoparentales, se ocupan mayoritariamente de familias que han concebido a sus hijos mediante reproducción asistida con donante (Brewaeys 2001BREWAEYS, Anne. 2001 “Review: parent-child relationships and child development in donor insemination families”. Human Reproduction Update, 7 (1): 38-46.; Freeman et al. 2009FREEMAN, Tabitha et al. 2009. “Gamete donation parents’ experiences of searching for their child’s donor siblings and donor”. Human Reproduction , 24 (3): 505-516.; Jadva et al. 2009JADVA, Vasanti et al. 2009. “The experiences of adolescents and adults conceived by sperm donation comparisons by age of disclosure and family type”. Human Reproduction , 24 (8): 1909-1919., 2010JADVA, Vasanti et al. 2010. “Experiences of offspring searching for and contacting their donor siblings and donor”. Reproductive BioMedicine Online, 20(4): 523-532.; Beeson et al. 2011BEESON, Diane et al. 2011. “Offspring searching for their sperm donors: How family type shapes the process”. Human Reproduction, 26(9): 2415-2424.; Hertz et al. 2013HERTZ, Rosanna et al. 2013. “Donor conceived offspring conceive of the donor: the relevance of age, awareness, and family form”. Social Science & Medicine, 86: 52-65.), existiendo escasos estudios que aborden esta dimensión en las familias monoparentales conformadas a través de la adopción2 2 El artículo establece diálogos entre la antropología y la psicología de la adopción, por ser en esta última donde las adopciones monoparentales se han investigado en mayor medida. No hemos encontrado estudios antropológicos que hayan analizado estas adopciones, salvando el de una de las autoras de este artículo (Jociles y Rivas 2009, 2010; Jociles et al. 2010; Jociles y Medina 2013; Jociles 2013, 2016) y una puntual incursión en la temática por parte de Pena (2016). Esto también ocurre en la bibliografía en lengua portuguesa, en la que este tipo de adopciones se han trabajado desde la psicología o el derecho, como es el caso del trabajo de Levy y Féres-Carneiro (2002), sobre las motivaciones para adoptar; Levy (2009), sobre las redes de apoyo en estas familias; Pessoa Santos et al. (2011), sobre el proceso de adopción de madres y padres solos; Serra Zanetti et al. (2013), sobre cómo los “Técnicos do Judiciário” tratan la monoparentalidad y otras estructuras familiares; o Biasutti (2016), sobre cómo estas familias enfocan la parentalidad. .

Golberg et al. (2011GOLDBERG, Abbie et al. 2011. “Perceptions and experiences of open adoption among lesbian, gay, and heterosexual couples: A qualitative study”. Journal of Marriage and Family, 73: 502-518.) realizaron un estudio cualitativo longitudinal en USA con 45 parejas (15 de mujeres lesbianas, 15 de hombres gays y otras 15 heterosexuales) reclutadas cuando esperaban para una “adopción abierta” de carácter doméstico, documentando que las parejas heterosexuales perciben a menudo este tipo de adopción como la única opción viable dado que pocas agencias privadas ofrecen adopciones cerradas, mientras que las parejas compuestas por minorías sexuales “aprecian la filosofía de la apertura” por cuanto no les obliga “a mentir sobre su orientación sexual para poder adoptar”3 3 Traducido del inglés. (Golberg et al. 2011: 502). En un estudio posterior (Farr y Golberg 2015FARR, Rachel & GOLDBERG, Abbie. 2015. “Contact between birth and adoptive families during the first year post-placement: Perspectives of lesbian, gay, and heterosexual parents”. Adoption Quarterly , 18: 1-24.), en que participó un número mayor de familias adoptivas (34 madres de parejas lésbicas, 32 padres de parejas gays y 37 madres de parejas heterosexuales), las autoras destacan que, transcurrido un año desde la colocación del niño, ambas estructuras familiares experimentaron dinámicas de apertura similares, de modo que el tipo de familia no constituyó un predictor de las diferencias en el contacto con la familia de origen de sus hijos. Por su parte, Brodzinsky y Golberg (2017BRODZINSKY, David & GOLDBERG, Abbie. 2017. “Contact with birth family in intercountry adoptions: Comparing families headed by sexual minority and heterosexual parents”. Children and Youth Services Review, 74: 117-124.) compararon el nivel de apertura estructural entre familias heteroparentales y homoparentales que habían adoptado transnacionalmente, concluyendo que las familias constituidas por minorías sexuales tuvieron un mayor nivel de contacto post-adoptivo con la familia de origen de sus hijos que las familias heteroparentales.

Sin embargo, en la revisión de la literatura internacional, no es posible encontrar estudios comparativos de familias adoptivas monoparentales con biparentales (hetero u homoparentales) que exploren diferencias o continuidades en cuanto a sus actitudes o prácticas de comunicación de los “orígenes” y/o contacto con las familias de nacimiento de sus hijos, como tampoco investigaciones monográficas que exploren cómo estas familias enfrentan específicamente estos temas; situación que se extiende a los países iberoamericanos. Por ello, en este artículo exploramos y analizamos las narrativas y prácticas comunicativas de madres adoptivas monoparentales sobre los “orígenes” de sus hijos y la integración de sus madres y padres de nacimiento en las conversaciones familiares cotidianas4 4 Nos centramos en las madres y padres de origen porque son las figuras más difíciles de integrar en las familias adoptivas, más que otras como abuelos o hermanos (Volkman 2009). , a partir de dos estudios realizados, respectivamente, en España y en Chile5 5 El estudio de la apertura estructural en estas familias será objeto de otro artículo, así como los procesos de búsqueda de orígenes y/o el establecimiento de contacto. Es preciso decir, incidentalmente, que se tratan solo los casos de madres adoptivas monoparentales por dos razones: porque son más numerosas las adopciones por mujeres solas que por hombres solos y para facilitar la comparación entre Chile y España, pues en la investigación chilena no se estudió a padres adoptivos monoparentales (sí, en la de España, donde fueron entrevistados 13 de ellos). . Nuestra hipótesis es que la dificultad para hablar de las madres o padres de origen se da mayormente en familias adoptivas heteroparentales (que son las más estudiadas en la literatura internacional sobre adopción), y en menor medida en las no convencionales, como es el caso de las monoparentales. Esto porque en ellas concurren diferentes factores que coadyuvan a una apertura comunicativa6 6 Las adopciones monoparentales presentan diferencias en los dos países que se comparan, en primer lugar, porque que en Chile se trata exclusivamente de adopciones nacionales mientras que en España, donde también las hay, son predominantemente internacionales. Ahora bien, lo que hemos querido poner de manifiesto es que, a pesar de estas diferencias, la “apertura comunicativa” en la adopción está presente -en menor o mayor medida- en todas ellas. En cuanto al contexto legislativo, en España existe la posibilidad de adopción abierta desde 2015 (Ley 26/2015), no así en Chile. Cuando se alude a la adopción abierta en contextos como el de USA, se está hablando de la llamada “apertura estructural”, tema que sin duda difiere según los contextos y las legislaciones. No obstante, nuestro artículo desarrolla la noción de “apertura comunicativa”, de la que existe evidencia en ambos países en combinación con la “empatía integral” (noción también desarrollada en el artículo). En este sentido, España y Chile se encuentran en una situación similar, pues en ellos la legislación reconoce el derecho de los hijos a conocer sus “orígenes” (art. 12 de la Ley 54/2007 de Adopción Internacional, en España, y art. 27 de la Ley 19.620/1999, en Chile), aunque es un derecho incoercible pues la autoridad no tiene potestad para hacer que se cumpla. De ahí la importancia de conocer cuáles son los factores que pueden explicar que las familias monoparentales comuniquen abiertamente a sus hijos esos “orígenes”. : la no presencia de un padre, pues están constituidas mayoritariamente por una sola mujer adulta; una mayor frecuencia de adopciones internacionales/transraciales (Raleigh 2012RALEIGH, Elizabeth. 2012. “Are same-sex and single adoptive parents more likely to adopt transracially? A national analysis of race, family structure, and the adoption marketplace”. Sociological Perspectives, 55 (3): 449-471.), que evidencian la inexistencia de vínculo biológico entre la madre y el niño; y la adopción de niños de más de tres años (Shireman 1994SHIREMAN, Joan. 1994. “Adoptions by single parents”. Marriage & Family Review, 20 (3-4): 367-388.; Salvo y Jociles 2019SALVO, Irene & JOCILES, María Isabel. 2019. “Adopciones monoparentales de niños y niñas con «necesidades especiales»: entre el déficit y el empoderamiento”. Papers. Revista de sociologia 104(4): 661-686. ), que suelen preservar y compartir recuerdos de sus familias de nacimiento o de otras experiencias pre-adoptivas.

La adopción se puede analizar asimismo en el contexto de las desigualdades que caracterizan la relación entre familias de nacimiento y familias adoptivas o, dicho de otro modo, en el de una “reproducción estratificada” (Colen 1995COLEN, Shellee. 1995. “‘Like a Mother to Them’: Stratified Reproduction and West Indian Childcare Workers and Employers in New York”. En: Conceiving the New World Order: The Global Politics of Reproduction. Berkeley: University of California Press, pp. 78-102.), algo que -como dicen Leinaweaver y Seligman (2009LEINAWEAVER, Jessaca & SELIGMAN, Linda. 2009. Introduction: Cultural and Political Economies of Adoption in Latin America. The Journal of Latin American and Caribbean Anthropology, 14 (1): 1-19.: 3)- supone tratar el tema “a través de la lente analítica de la economía política”. Nuestro interés no es adentrarnos en este terreno, ya suficientemente trabajado por otras investigadoras (Fieweger 1991FIEWEGER, Mary Ellen. 1991. “Stolen Children and International Adoptions”. Child Welfare, 70: 285-292.; Fonseca 2002FONSECA, Claudia. 2002. “Inequality Near and Far: Adoption as Seen from the Brazilian Favelas”. Law and Society Review, 36(2): 397-431.; Dorow 2006DOROW, Sara. 2006. Transnational Adoption: A Cultural Economy of Race, Gender, and Kinship. New York: New York University Press.; Briggs 2006BRIGGS, Laura. 2006. “Adopción transnacional: robo de criaturas, familias homoparentales y neoliberalismo”. Debate Feminista, 17(33): 46-68.), sino estudiar la comunicación de los “orígenes” dentro de una determinada configuración familiar desde un enfoque narrativo y conocer qué narran las madres adoptivas monoparentales a los hijos sobre sus “orígenes”, particularmente sobre sus familias de nacimiento. En este marco, la incidencia de las mencionadas desigualdades se aprecian en el hecho de que algunas madres atribuyan los motivos del “abandono” de los niños a causas estructurales y en que algunas descarten incluso el mismo concepto de “abandono”, como se verá en el artículo7 7 Es cierto que la incidencia podría ser otra si el artículo se hubiera ocupado de la “apertura estructural”, pues no cabe duda de que, particularmente cuando se trata de adopciones nacionales, esas desigualdades son “próximas”, afectan a familias que viven, si no en la misma ciudad, en el mismo país, lo que hace, por ejemplo, que las familias adoptivas sean más reacias a facilitar el contacto con las de nacimiento cuando son adopciones nacionales que cuando son internacionales. .

Metodología

El primer estudio se realizó en España, entrevistándose cara a cara a 41 madres adoptivas monoparentales que habían completado el proceso de adopción (13 hacía menos de un año, pero la mayoría -28- hacía entre 1 y 15 años), con hijos adoptados a diferentes edades (con menos de 3 años en 21 casos y con esta edad o más en 20 casos) que en el momento de las entrevistas tenían: 13 de ellos entre 0 y 3 años, 16 entre 3 y 6 años, 6 entre 6 y 9 años, 2 entre 9 y 12 años, 2 entre 12 y 15 años y otros 2 más de 15 años. Solo en 2 casos se trató de adopciones nacionales, siendo la gran mayoría adopciones transnacionales realizadas en diferentes países: China (8), Nepal (7), Rusia (5), Etiopía (5), Haití (4), Marruecos (4), India (1), Kazajstán (1), Perú (1), Honduras (1), Brasil (1) y Guatemala (1)8 8 Cuatro de estas madres tenían dos hijos adoptados, pero la segunda adopción no se ha contado en los datos aquí consignados. . Estas entrevistas se llevaron a cabo entre 2008 y 2012, y las entrevistadas fueron contactadas a través de foros online, encuentros de familias adoptivas, actividades postadoptivas organizadas por diferentes entidades y mediante el sistema de bola de nieve. A la vez, se entrevistó online (mediante correo electrónico) a otras 20 madres adoptivas monoparentales, que fueron contactadas a través de un post en diferentes foros de Internet en que participaban familias adoptivas; compartían el hecho de haber adoptado a niños mayores de 3 años que guardaban algunos recuerdos de sus familias biológicas y/o de su estancia en el orfanato. Habían adoptado en Nepal (8), Ucrania (7), Etiopía (4) y Rusia (1)9 9 En España, se hicieron entrevistas presenciales a 60 monoparentales, pero 19 estaban aún en proceso de adopción, por lo que no se han contabilizado aquí para homogeneizar la muestra con la de Chile, donde todas eran ya madres adoptivas. Las entrevistas (presenciales y online) se realizaron dentro de dos proyectos de investigación (Madres solteras por elección: proyectos familiares y políticas públicas, desarrollado en 2008-2009 -Ref. PR34/07-15901-, y Monoparentalidad por elección: estrategias de autodefinición, distinción y legitimación de nuevos modelos familiares, desarrollado en 2010-2012 -Ref. FEM2009-07717-) dirigidos por la primera autora de este artículo, cuyo objetivo era reconstruir las estrategias que las familias monoparentales por elección desarrollaban para emprender y consolidar sus proyectos familiares, por lo que “la comunicación de los orígenes” fue solamente una de las dimensiones exploradas. Se produjo también material etnográfico mediante otras técnicas de investigación (observación participante en encuentros de familias y en actividades pre y post-adoptivas; seguimiento durante todo el proceso de adopción, antes y después de esta, de tres monoparentales madrileñas; y etnografía virtual en el foro adoptarsiendosoltero -muy activo entre 2008 y 2012- y en otros donde participaban adoptantes monoparentales). No obstante, las viñetas utilizadas aquí provienen exclusivamente de las entrevistas. En Chile, el proyecto se titulaba Adopciones en Chile: La construcción de narrativas sobre los orígenes y la Identidad, cuya IP fue la segunda autora. . Estas entrevistas online fueron complementadas con la recogida y análisis de las intervenciones de estas madres en dichos foros referidas a “los orígenes” de sus hijos. La edad media del conjunto de entrevistadas españolas era de 40,9 años; el 81% de ellas tenía estudios superiores y el resto había superado los estudios secundarios; dos eran divorciadas y las demás solteras; vivían mayoritariamente en las ciudades de Madrid, Barcelona y Valencia; y todas eran económicamente solventes.

El segundo estudio se realizó en Chile entre los años 2013 y 2014. Dada la dificultad de acceso, las participantes fueron diez mujeres que habían adoptado en el propio país como mínimo dos años atrás (entre 1999 y 2012). Al momento de la entrevista, tenían un promedio de edad de 46,5 años y residían en las ciudades de Santiago y Viña del Mar; ocho eran solteras y dos divorciadas, y solo una de ellas convivía con su pareja heterosexual y su hija. Todas manifestaron ser económicamente autónomas, y nueve contaban con estudios universitarios. Respecto de las edades de adopción de sus hijos, en seis casos tenían edades superiores a los 4 años al momento de la colocación y habían vivido en hogares de protección del sistema de cuidados alternativos, y a sus familias de origen se les había retirado la patria potestad. En otros cuatro casos, los niños habían sido adoptados siendo bebés (de 3 días; 1 mes; 6 meses; 10 meses de edad) y sus madres de origen los habían entregado en diversas circunstancias. El acceso a las entrevistadas se realizó por vías institucionales en un organismo público (Dirección Nacional de Adopciones de SENAME) y otro de carácter privado (Fundación Chilena de la Adopción), lo cual se complementó con una estrategia de bola de nieve. Luego, se contactó a las interesadas mediante correo electrónico y/o contacto telefónico.

En cuanto a las herramientas de producción de información, en ambos estudios se utilizó como instrumento la entrevista cualitativa, y se prepararon guiones organizados según la lógica propia de las entrevistas etnográficas (España) y de las entrevistas narrativas (Chile). Se establecieron bloques temáticos donde se incluyeron durante el transcurso de las conversaciones las preguntas adecuadas al desarrollo del discurso de las participantes, como -por ejemplo- cómo narraban a los niños la historia de su adopción, qué conocían acerca de sus familias de nacimiento, cómo habían obtenido la información, etc. Estas entrevistas fueron grabadas y transcritas. Para analizar el material de campo, en el caso chileno, se utilizó un método narrativo (Riessman 2008RIESSMAN, Catherine. 2008. Narrative methods for the human sciences. Londres: Sage.) y, en el caso de España, se recurrió a la Grounded Theory (Corbin y Strauss 1998CORBIN, Juliet & STRAUSS, Anselm. 1998. Basics of qualitative research techniques and procedures for developing grounded theory. Londres: Sage Publications.), construyendo categorías analíticas a partir de las prácticas narradas por las participantes, trianguladas en un proceso de inter-análisis.

Finalmente, las consideraciones éticas fueron cuidadas a lo largo del proceso investigativo y se recurrió al uso de un consentimiento informado, que fue previamente revisado y aprobado por los Comités de Ética de las respectivas instituciones universitarias de filiación de las investigadoras responsables. A las participantes se les envió un resumen del proyecto de investigación o una copia del consentimiento informado, cuando el primer contacto fue telefónico o por correo electrónico; tambien se les explicó verbalmente al comienzo de cada entrevista. Para preservar la confidencialidad de las participantes, se han asignado seudónimos y eliminado los detalles de identificación de sus historias, tales como fechas y lugares (salvo el país de procedencia de los niños cuando se trata de adopciones internacionales). Identificamos los extractos seleccionados mediante un código que resguarda la confidencialidad, a la vez que diferencia las entrevistas realizadas en Chile (ECH) de las realizadas en España (EE).

Disposición a la apertura comunicativa: “naturalizando” la adopción

Al momento de las entrevistas, la totalidad de las entrevistadas de los dos países estudiados había conversado con sus hijos sobre su adopción, independientemente de la edad en que habían sido adoptados y tenían actualmente. Además, la mayoría se manifestó abierta a abordar con sus hijos “su historia” lo más tempranamente posible a fin de volver “natural” hablar de estos temas y romper con los tabúes tradicionales.

Desde siempre le he contado su historia. Mira esto aquí (muestra el libro de vida de la niña -dispuesto en el living- que fue elaborado con fotos por los profesionales del Hogar donde la niña estaba antes de ser adoptada); lo tiene medio feo porque lo pisa, lo ojea, pregunta. Ella pregunta mucho, le encanta preguntar. Entonces, a raíz de eso conversamos el tema con las fotos, con todo. ¿Le ha costado? Sí, le ha costado darse cuenta. No recuerda nada de antes, pero sabe porque yo siempre se lo he contado. A mí me enseñaron eso, para que nunca sea algo que no sabía, un engaño o un secreto. (ECH5: Andrea, adopción nacional).

Las narrativas de entrada en la adopción (adoption entrance narratives) se producen en momentos cotidianos de la vida familiar, a los que estas madres procuran revestir de “naturalidad”, es decir, despojarlos de un encuadre de excepcionalidad que obstaculizaría que sus hijos vieran la adopción como algo “natural”. Una entrevistada chilena usa una analogía para expresarlo: “Es bueno que la palabra adopción sea como la palabra pan, ¿me entiendes?, que esté siempre en el discurso”; y otra manifiesta que habla de la adopción a su hijo “con naturalidad para que sepa que es algo natural, que sucede, y que es más común de lo que a lo mejor uno piensa”. Una tercera, esta vez española, refiere lo siguiente con respecto a construir esta “naturalidad” en los diálogos con su hija:

No la voy a agarrar un día y le voy a decir: “Vamos a ver, Luzmila, ahora te voy a explicar el viaje de tu madre”. No. […] Aparte, ella sabe que es adoptada, y quiero que la frase “adopción” para ella sea natural, que no sea un tabú (EE30: Iliana, adopción en Rusia).

Consideran que de este modo van construyendo una relación amorosa y ética con ellos, contribuyendo a facilitar sus procesos de construcción identitaria sin incurrir en engaños u ocultamientos de aspectos importantes de sus historias de vida:

Bara llegó con dos años y desde siempre hemos hablado del tema, incluso cuando no lo entendía. Yo le enseñaba fotos del viaje, le contaba que esto era cuando estaba en Etiopía: “Mamá te fue a buscar, tú hiciste tal cosa, tal otra”. Más adelante, a raíz de que me preguntara por qué no tenía papá, le empecé a contar su historia: que él nació en Etiopía, de una madre de color chocolate como él, que le tuvo en su barriga y le cuidó cuando era pequeño, pero que luego vio que no podía seguir cuidándole y le buscó otra madre. Luego le explico cómo fue el encuentro, que hacía, cómo reaccionó, qué hicimos aquellos días, lo que vimos juntos, el viaje de vuelta en avión, la gente que le esperaba en el aeropuerto... […] Yo creo que si se lo vas explicando aun cuando no lo entienden, luego ya no les viene de nuevo, y sobre todo no tienes que buscar un momento para empezar a contarlo (EE27: Eulalia, adopción en Etiopía).

Los detalles de la historia pre-adoptiva de sus hijos son a menudo desconocidos para ellas, especialmente cuando se trata de adopciones internacionales. Gran parte de las entrevistadas refiere tener información incompleta y ambigua de los “orígenes” de sus hijos. Al mismo tiempo, deben decidir compartir o reservar información conocida que puede ser altamente compleja y difícil de comprender para el niño (Harrigan 2010HARRIGAN, Meredith. 2010. “Exploring the narrative process: An analysis of the adoption stories mothers tell their internationally adopted children”. Journal of Family Communication , 10: 24-39. ). Una entrevistada española señala desconocer información sobre la familia de origen de su hija, que nunca podrá saberla y que no está dispuesta a inventársela:

Si se conoce a los padres o se tiene referencias de ellos, o los niños tienen recuerdos, creo se les debe contar lo que se sepa de ellos. Pero yo no sé nada y no tengo posibilidades de saberlo. Mi hija tampoco va a poder saberlo. Por tanto, me niego a inventarme una película romántica sobre sus orígenes. Por supuesto, sabrá que ha nacido de dos personas de China, pero no voy a inventarme historias de sacrificios, porque lo desconozco (EE18: Sonia, adopción en China).

Junto con ello, un número creciente de niños en espera de adopción ha transitado por el sistema de cuidados alternativos (residencial o acogimiento familiar), habiendo tenido algún tipo de contacto con sus padres u otros integrantes de su familia de nacimiento (abuelos, hermanos, etc.), por lo que suelen recordar o mantener conexiones emocionales con ellos. En los casos de niños adoptados con más de tres años y que han pasado por el sistema de cuidados alternativos chileno y español (adopciones nacionales) o de sus países de procedencia (adopciones transnacionales), las madres adoptivas asumen que sus hijos conocen y entienden su condición adoptiva, destacando la importancia de que puedan “integrar” las buenas y las malas experiencias de “su historia”, siendo el tránsito por el sistema de cuidados alternativos un aspecto central de esta. Relatan que, en las conversaciones con sus hijos, es frecuente que “hablar de los orígenes” consista también en hablar del “Hogar” (en Chile) y, cuando son adopciones transnacionales, de la “Casa Cuna” o simplemente del “orfanato” (en España), así como del viaje realizado para la adopción.

Muchas veces las madres adoptivas hacen borrón y cuenta nueva. Yo no. Su historia la tiene que integrar y mientras antes la integre va a ser mejor. Eso no quita que a lo mejor en un Hogar haya tenido malas experiencias, de acuerdo, pero también puede tener experiencias positivas del Hogar u otros lados que tiene que conservar (ECH2, Cristina, adopción nacional).

Hablando sobre los padres de nacimiento

Que las entrevistadas introduzcan tempranamente el tema de la adopción en la comunicación con sus hijos no implica que, en todos los casos, hablen de las madres y padres de origen. Gradualmente van introduciendo las referencias a estas figuras, a veces a iniciativa propia y otras a raíz de las preguntas de sus hijos, quienes -según dicen- no suelen querer “profundizar” en mayores detalles sobre “su historia”.

No le he comentado nada [de los padres biológicos]. Él sabe perfectamente de dónde viene, sabe que es haitiano, sabe que yo lo fui a buscar. Yo así le saco el tema pero no tiene ningún interés en profundizar mucho en él. Él alguna vez me ha dicho: “Pero, claro, yo habría querido nacer de tu barriga”, y digo: “Pues, de mi barriga no has nacido, ya lo sabes, eres de otra barriga”, “Sí, sí, soy de avión -en su clase hay dos chinas- como Berta y como…” y le digo: “Sí, de avión sois todos, de avión” (EE25: Cris, adopción en Haití).

En algunas ocasiones, optan por abrir el tema de forma “natural” y cotidiana, y en otras, esperan que sean ellos quienes comiencen a preguntar. Esto último parece congruente con los consejos profesionales que reciben sobre cómo y cuándo hablar no solo de los padres, sino también de otros parientes biológicos (hermanos, abuelos, etc.), en el sentido de no abordar estos temas hasta que los niños pregunten y no adelantarse a sus interrogantes. No obstante, hay madres que deciden ser más proactivas en hablar de los parientes biológicos con sus hijos antes de que estos pregunten, precisamente porque piensan que, si ellas no inician el tema, es poco probable que los niños lo hagan, tanto cuando estos no tienen recuerdos de su pasado:

Rodolfo desde siempre lo sabe (porque su madre adoptiva se lo ha contado desde su llegada a España). Bueno, además, es evidente, o sea, él sabe que es de Haití, que él nació en Haití y, de hecho, tiene la foto de su madre, sabe su nombre y hemos hablado siempre. [¿Tienes foto?] Sí. He estado meses hasta que al final me la enviaron. Al principio no, pero después sí que me la dieron, me la enviaron. Y él sabe que tiene una mamá de la panza y su papá de la panza (EE38: Amelia, adopción en Haití).

Como cuando sí los tienen:

Yo no puedo negar una evidencia; además, es que ocultarlo me parece ridículo. Al contrario, yo trato de que él hable de su pasado y de su familia allí en su país [¿Él te habla de ellos?] Al principio sí, pero ahora ya no, ya no se acuerda. Al principio sí se acordaba de la cara de su padre biológico, pero ahora ya no. Y de su madre siempre ha dicho que se parecía a mí (risa) (EE10: Inma, adopción en Rusia).

Más allá de la visión que tengan sobre las familias de origen de sus hijos, intentan establecer una distinción entre sus opiniones y la necesidad de ofrecerles un relato lo más positivo posible; sin negar el sufrimiento que puedan haber experimentado, optan por construir para ellos un significado bondadoso de estas figuras, alejado del discurso del “abandono”:

Una de las cosas que me parece importante es que los niños tienen un origen y que hay que contarles su origen. Yo le cuento a mi hija un cuento de Haití, y en el cuento de Haití cuelgo a su madre y a su padre. Yo le cuento que tiene padre y madre, yo los incluyo. Le cuento de Haití, y siempre le cuento que la querían un montón y que por eso le buscaron una nueva mamá, y ta-ta-tá (EE12: Karmele, adopción en Haití).

Por otro lado, estas madres intentan explicar a sus hijos las razones por las que debieron ser adoptados. Generalmente, los padres biológicos son presentados, en los relatos y conversaciones, como personas que no podían cuidarlos y, dado que “le querían un montón” o deseaban para él/ella una vida mejor que la que podían brindarles, decidieron darle la oportunidad de encontrar otra familia que sí pudiera proporcionársela. Esto supone la exclusión de toda información que pudiera ir en contra de la imagen benévola que construyen de los padres de nacimiento o de las condiciones que les imposibilitaron cuidarlos; información que prefieren transmitir a los niños cuando sean mayores y capaces de comprenderla:

La abuela incapacitó a la madre. La madre tenía cuatro hijos de cuatro padres distintos, pero no estaba casada ni nada. Entonces, fue al juzgado para incapacitarla. […] Son gente muy pobre, muy desestructurada. La abuela se cogió a los mayores porque los mayores ya no estaban para adoptar, y dejó a los pequeños (en la Casa Cuna) porque sabía que a dos bebés los iban a adoptar, y que iban a tener una vida mucho mejor. Pero, claro, esto hasta que no sea mayor y sea consciente, no lo entiende, y a lo mejor le sigo diciendo que yo no sé nada de sus padres. ¡Lo sé todo, eh! Tengo hasta la dirección de donde viven (EE30: Iliana, adopción en Rusia).

Estas historias benignas son igualmente recomendadas por los profesionales del ámbito de la adopción, y hemos encontrado muy pocas resistencias a construirlas tanto en las entrevistadas españolas como en las chilenas.

Desculpabilizando y empatizando con los padres biológicos

La construcción de una imagen benévola (o al menos neutra) de los progenitores y la evitación del lenguaje del “abandono” se dan -como se ha indicado- en las conversaciones y relatos que las madres entrevistadas mantienen con sus hijos. Estas conversaciones y relatos sobre los padres de nacimiento se dirigen a desculpabilizarlos, a la vez que a fortalecer y legitimar los vínculos dentro de la familia adoptiva. En la siguiente viñeta se presenta un relato sobre los orígenes en que se marca la generosidad de la madre de origen, al mismo tiempo que se señala que estaba “enferma”. De esta forma, se pone en juego una estrategia discursiva que la des-responsabiliza de no quedarse con la niña y de no cuidarla atribuyéndolo a razones de salud, a la vez que se subraya la capacidad de la madre adoptiva para hacerlo:

La otra vez veníamos en auto y me dijo -me puse muy nerviosa porque fue la primera vez que me habló de esto-: “Mamá, la otra mamá que yo tenía ¿se murió?”. Fue muy directa (risas) ¡y yo manejando! Menos mal que uno aprieta el play: “No, ella no se murió”; “¿Y dónde está?”; “Yo no sé dónde está, pero ella dejó que tú tuvieras otra mamá porque no podía cuidarte. Tenía problemas, estaba enferma y ella fue muy generosa y quiso que otra persona que te iba a querer más y a cuidar más te tuviera”. […] Siempre terminamos que fue maravilloso el encuentro y ella termina: “Ay, ¡qué rico!, mamá, te amo”. Terminamos siempre declarándonos amor eterno, que siempre estaremos juntas (ECH1: Dolores, adopción nacional).

En otros casos, las madres intentan disminuir el dramatismo relacionado con la imposibilidad de la familia de origen de cuidar al niño:

Hablamos alguna vez de lo que le pasó, pero sin rencor, le quito hierro al asunto, le comento que sus familiares no lo hacían mal, solo que no sabían hacerlo de otra forma (EE60: Gema, adopción en Nepal).

Otras entrevistadas expresan sentimientos empáticos hacia los padres de nacimiento de sus hijos, y gran parte de ellas no solo han dejado atrás el lenguaje del “abandono”, sino que argumentan en contra del mismo ya sea en términos generales o basándose en sus propias experiencias. No obstante, el lenguaje del abandono impregna hasta tal punto el discurso -incluido el discurso experto- de la adopción, al menos en España y Chile (San Román 2013SAN ROMÁN, Beatriz. 2013. “De los ’hijos del corazón’ a los ’niños abandonados’: construcción de ’los orígenes’ en la adopción en España”. Papeles del Psicólogo, 34(1): 2-10.), que a veces se les cuela de rondón, por lo que se ven obligadas a corregirlo sobre la marcha:

La madre a los dos días le abandonó..., bueno, no lo abandonó, lo dejó en el orfanato y escribió una carta diciendo que lo dejaba por aspectos culturales y económicos. [¿Culturales?] Una mujer sola, soltera, con un niño en Marruecos ¿qué hace? […] En Marruecos tienes que esperar tres meses para poder adoptarlo por si aparece el padre y la madre, pero como la madre dejó eso escrito y de repente aparecí yo, hubo que ir por ella a su casa -que yo lo pasé fatal- para que se corroborase, bajo una declaración policial, de que seguía dejando el niño en adopción. [¿Ella firmó?] Sí, entonces, imagínate la situación de que la policía venga a decirte: “Este es tu hijo y hay una persona que quiere adoptarlo”, ¿sabes? Debió ser horrible para ella. Yo me pongo en su lugar ¡y pobrecita! Entonces, ella dijo que sí, que se corroboraba. Y lo hizo muy bien porque en vez de dejarlo por ahí tirado, lo dejó en un sitio (EE8: Geli, adopción en Marruecos).

Para las participantes que expresan mayor empatía, el mismo hecho de que uno o ambos padres de nacimiento dejaran a los niños en una institución de protección constituye un signo de cuidado, un signo de que querían lo mejor para ellos y no los abandonaron. Están convencidas, además, de que la adopción entraña sufrimiento no solo para los niños sino también para sus madres o padres de nacimiento, por lo que merecen que se les respete y -como enfatiza Martina en la siguiente viñeta- se les conceda un estatus de “primeros padres” de sus hijos y no de “simples progenitores”:

Una cosa es innegable: que nuestros hijos tienen una familia biológica, y no todos han sido abandonados. Mi hija, aunque su historia es muy dura, no fue abandonada por su madre ni por su padre. Estos padres han sufrido y sufren mucho, por lo que creo que les debemos un respeto por ser los primeros padres de nuestros hijos. No creo que sea correcto llamarles simples progenitores, porque muchas veces han sido mucho más que esto y nuestra felicidad, por ser padres, reposa sobre su desgracia (EE34: Martina, adopción en India)

O al menos que no se les juzgue, hayan actuado por “los motivos que sean”:

Intento acompañar a mis hijas en su dolor, que sigan de alguna manera guardando los buenos recuerdos de su familia, que no odien a quienes no pudieron cuidarlas, porque no soy yo quien debe juzgar a esas madres o padres que han dejado a sus hijos por los motivos que sean (EE57: Guajira, adopción en Ucrania).

Son precisamente estas madres adoptivas las que tratan de explicar la adopción, en general, o la de sus hijos, en particular, como una consecuencia de factores estructurales (la pobreza, la falta de trabajo, el estigma que recae sobre las madres solteras, etc.), lo que conlleva des-culpabilizar a los padres de nacimiento por las decisiones que se ven obligados a tomar, al estar inmersos en condiciones económicas y/o sociales que no pueden eludir:

Los padres fueron al juzgado y firmaron los dos, porque tenía padre y madre, que además eran pareja y tenían dos hijos más. [¿Y por qué dieron a la niña en adopción?] ¡Estaban fatal! Estaban viviendo en una casa que habían ocupado. No tenía trabajo él. Eran muy jóvenes. La madre tenía 22 y el padre 27; tenían dos hijos y un tercero que murió pocos días después de nacer, que fue una de las razones por las que a esta cuarta hija decidieron darla en adopción. Entre que estaban fatal, que se iban a ir de allí y que habían tenido ese problema, pues, ya fue demasiado para ellos (EE6: Consuelo, adopción en Brasil).

También atribuyen a este tipo de factores otras problemáticas o situaciones estigmatizadoras (prostitución, alcoholismo, adicción a otras drogas, etc.) en las que se encontraban algunos de ellos cuando se les retiró a sus hijos:

El problema del empobrecimiento del campesinado y el alcoholismo en el campo en Ucrania es tremendo. En el caso de mi hija, en un momento no muy lejano tendré que ayudarla a asumir que su madre la dejara en el orfanato y a que siga valorando esa imagen, a entender que hay situaciones en la vida que pueden llevar a una mujer a su total deterioro (EE55: Constanza, adopción en Ucrania).

Estas madres más dispuestas a empatizar intentan que sus hijos adopten esta perspectiva, siendo capaces de comprender que hay causas que están más allá de la voluntad o responsabilidad moral de sus padres biológicos (o de otros parientes) que podrían explicar las circunstancias que rodearon su adopción. Estos mismos sentimientos empáticos las llevan a dudar sobre si es conveniente o no contactar a la familia de origen de sus hijos, puesto que el contacto podría re-abrir el dolor que pudo causar el proceso adoptivo:

He pensado en comunicarme con ellos. Buscar a alguien que les lleve una carta, que les diga: “El niño está bien”. O sea, con dos fotos y: “Está bien”. Pero puede ser también muy doloroso. Yo me pongo en el caso, y no sé qué es peor. Si ya te has olvidado un poco del tema, que pasa el tiempo, y te viene ahora alguien con una foto y: “¡Qué bien está el niño!”, pues, igual te hace más mal (EE11: Chavela, adopción en Etiopía).

Sin embargo, esto no quiere decir que todas manifiesten empatía hacia los padres biológicos, que comprendan las causas de los problemas para cuidarlos, de “dejarlos” en un hogar de protección o de entregarlos en adopción. Su actitud empática disminuye cuando consideran que “no se han preocupado nunca” o han maltratado a los niños, conclusión a la que llegan a través de lo que saben de los padres (y otros parientes) biológicos por la documentación de que disponen, por lo que les han contado sus hijos o los profesionales o por lo que han observado durante el juicio de adopción, al que deben acudir los familiares del niño en algunos casos. Una madre adoptiva española argumenta su dificultad para empatizar con la familia biológica de su hija (“esa gente”) apelando a que la trataba y hablaba de ella como una propiedad, como “algo que les pertenece”, como un objeto más que como una persona (“no se ha preocupado nunca de esa niña”):

Cuando ves llegar (durante el juicio) a la madre, a la abuela, que tienes tiempo de analizar cada gesto, cada cosa… no sabes a mi niña qué le puedo contar de esa familia. Si no sabes nada, vale, yo le puedo contar que tenía una madre alcohólica, que estaba enferma, que no podía decidir, no podía hacerse cargo de ella… Tú puedes un poco adaptarlo, pero con eso ahí, dices: “¿Este horror cómo lo disfrazo yo, esto que estoy viendo? Esa gente que no se ha preocupado nunca de esa niña”. Lo único que les despierta algo es que es algo que es suyo, que ellas consideran que les quitan algo que les pertenece. No les importa nada más (EE2: Amparo, adopción en Rusia).

Y una entrevistada chilena contrasta la disputa sostenida en los juzgados por los padres de nacimiento de su hijo cuando iba a ser adoptado con la falta de “compromiso” que habían mostrado mientras estuvo en “el Hogar”, subrayando la inconsistencia entre una cosa y la otra:

Sus progenitores pelearon su adopción hasta en la Corte Suprema. […] Con eso te hacen sentir que es su hija biológica, pero ellos no la iban a ver nunca al Hogar; entonces, ¿por qué no darle la oportunidad a otra persona?, ¿qué están reclamando, si no tenían ningún compromiso con el niño? (ECH1: Daniela, adopción nacional).

La mayor dificultad de empatizar no requiere siempre de un conocimiento sobre el trato recibido por el niño o sobre las características personales de los padres biológicos, sino de la incomprensión de que estos, sean cuales sean sus circunstancias, “abandonen” a un hijo, lo que se relaciona con una concepción de la maternidad/paternidad como algo incondicional e incondicionado. Una entrevistada española sostiene esta postura:

Es que no entendía cómo había padres que podían abandonar a sus hijos. A lo mejor me explicaban: “Los niños van porque sus padres no los han cuidado, no los pueden cuidar o lo que sea”, y yo no lo entendía, es una cosa que todavía no la entiendo. No entiendo cómo puede haber gente así (EE29: Selena, adopción en Rusia).

La dificultad para empatizar también se vincula con ciertas circunstancias de los padres biológicos (como la drogodependencia o el alcoholismo, por ejemplo) que conllevaron que se les retirara la patria potestad y, por consiguiente, se declarara la adoptabilidad del niño. Incluso en estos casos, las entrevistadas se debaten con la norma/consejo profesional y la intuición de que es mejor construir un relato lo más benévolo posible de los padres de nacimiento. Así, optan generalmente por suavizar las partes más escabrosas de la historia o por aplazar las conversaciones que las incluyan con el argumento de evitar así el sufrimiento que podría implicar a sus hijos tener ese conocimiento.

La historia de los padres biológicos se la iré contando conforme él la pregunte y de la manera menos dañina posible. En ese sentido hay suerte porque, aunque los padres eran drogodependientes y el niño estaba en situación de desamparo, la historia de Juan no es una historia de maltrato. […] Le contaré que la madre le demostró el amor suficiente como para darlo en adopción. Es una historia buena para él, muy fácil de asumir. La del padre biológico es peor, porque él se lavó las manos, pero yo ahí he tomado la decisión de que, en principio, el padre y la madre tendrán la misma historia, y ya más adelante, cuando sea mayor, le contaré más y él decidirá (EE4: Petra, adopción nacional).

No obstante, saben que tarde o temprano hablarán con más elementos sobre ello, sea porque sus hijos les pidan más información, adquieran la edad o madurez suficiente para comprenderla, o porque tengan recuerdos o sentimientos ambivalentes que necesiten integrar mejor, cuestión que a estas madres les preocupa cómo abordar:

Cuando hay riña por los deberes o el comportamiento, recurre al argumento de que su otra mamá era muy buena y nunca la regañaba y le dejaba hacer todo. Yo la dejo decir. El problema vendrá cuando le dé la documentación y vea cómo era todo. Habrá que ver qué reacción tiene respecto a la madre. Yo siempre le digo que si la dejó solita, porque ella siempre dice que “la dejó solita”, es porque no pudo quedarse. Ese momento no sé bien cuál ha de ser, pero me temo que cercano. Cumple once años dentro de nada e imagino que pronto querrá saber más (EE55: Constanza, adopción en Ucrania).

Formas de (no) nombrar a los padres biológicos: posiciones ante la “conexión dual”

Las formas de nombrar (o no) a los padres biológicos que usan las madres entrevistadas no solo se relacionan con la condición moral que les atribuyen, sino que también con otros factores. Uno de ellos es el grado de comodidad que sienten con respecto a la “doble conexión” (familia de nacimiento y adoptiva) de sus hijos (Neil 2009NEIL, Elsbeth. 2009. “Post-Adoption Contact and Openness in Adoptive Parents’ Minds: Consequences for Children’s Development”. The British Journal of Social Work , 39 (1): 5-23.). La incomodidad a menudo se muestra asociada a una ideología del parentesco que no contempla la posibilidad de pluriparentalidad (Cadoret 2009CADORET, Anne. 2009. “Parentesco y figuras maternales. El recurso a una gestante subrogada por una pareja gay”. Revista de Antropología Social, 18: 67-82.), provocando resistencia al uso de los términos “madre” y/o “padre” cuando se habla de los padres de nacimiento:

Mientras no se invente otra cosa, todos venimos de una pareja, de un hombre y de una mujer, pero yo me niego a llamar padres a los simples progenitores. La única madre que tiene mi hija soy yo: quien la cuida, quien le lee cuentos por la noche. Decirle que tiene otra madre en China yo creo que la confundiría; por eso no puedo llamarla madre. Es una madre biológica, sí, y yo la respeto por haberla dejado en un sitio donde pudieran encontrarla (EE18: Sonia, adopción en China).

En ocasiones, ni siquiera se les nombra, como puede verse en la siguiente viñeta, en donde se aprecia cómo la entrevistada esquiva hacer cualquier referencia a la maternidad de las “mujeres que pueden tener hijos, pero no los pueden cuidar”:

Vivió con su familia biológica hasta el año y dos meses. Yo les he contado que Dios creó al mundo, les cuento la creación, y que hay mujeres que pueden tener niños, pero que no los pueden cuidar, y que yo los estaba esperando ¡hacía tanto tiempo!, y Dios permitió que yo fuera la madre, la madre que los cuida, esto y lo otro. Así, una cosa muy natural. Yo trato de que no sea una cosa negativa, sino súper positiva (ECH2: Cristina, adopción nacional).

Estas entrevistadas utilizan, por lo general, una terminología dirigida a evitar que sus hijos confundan figuras parentales; por ejemplo, los términos “madre biológica”, “señora que te llevó en la barriga”, “mujer que puede tener hijos”, etc., y no el de “madre” a secas. A veces lo hacen también por consejo de los profesionales, para evitar transmitir a los niños mensajes inapropiados que puedan provocarles confusión, un planteamiento tradicional fundamentado en la construcción de un apego seguro con la familia adoptiva (Grotevant 2000GROTEVANT, Harold 2000. “Openness in adoption: Research with the adoption kinship network”. Adoption Quarterly , 4, 45-66. ):

Le conté que este tema a mí me asustaba cómo enfrentarlo. Me dijo que saliera natural, que no lo buscara, que saliera solo. Y que no le hablara de “la otra mamá”, sino que le hablara con apellido: “la mamá biológica”. […] La verdad es que yo estaba tan complicada, pero cuando me dijo: “¿Cómo se lo explicarías tú a tus alumnos?”, y cuando se lo dije, me dijo: “Explícaselo igual a tu hija” (ECH3, Angélica, adopción nacional).

En cambio, otras entrevistadas manifiestan sentir mayor comodidad con esta “doble conexión”, máxime cuando sienten también empatía por los padres biológicos, y emplean esos términos en las conversaciones con sus hijos, a veces estableciendo diferencias según quieran aludir a la familia de adopción (“mamá”, “mamá Carmen”, por ejemplo) o a la familia de nacimiento (“imayé”: madre en amárico, si el niño es de Etiopía; “ama” y “baba”: madre y padre en nepalí; “madre de la India”; “mamá Laxmi”, etc.), pero que no se dirigen a desemparentar (Fonseca 2011FONSECA, Claudia. 2011. “The De-Kinning of Birthmothers. Reflections on Maternity and Being Human”. Vibrant, 8(2): 307-339.) a los padres biológicos o a establecer diferencias entre las figuras parentales, sino a facilitar que se comprenda sobre quién se habla en cada momento. Para ellas, es perfectamente posible tener dos madres, como lo sería -en otras familias, que no en la suya- tener dos padres, sin que ello suponga ninguna confusión o conflicto de lealtad para los niños:

Una de las primeras reuniones que tuve con el tutor de mi hijo fue por petición de él. Pensaba que el niño fantaseaba porque comentaba en el colegio que tenía aquí una familia y otra en Nepal, porque allí también tenía una mamá y un papá, así como dos hermanos. Siempre ha hablado con toda normalidad de ello. Los que se extrañan son los demás. Y siempre nos ha distinguido sin problema: yo soy su mamá de aquí, o simplemente su mamá, y ellos son su papá y su mamá de Nepal. Tanto él como yo tenemos asumido que es posible tener dos mamás, y que eso no significa que mi hijo tenga que repartir el cariño por la mitad para querernos a las dos (EE42: María, adopción en Nepal).

Esta comodidad con la “conexión dual” de sus hijos no necesariamente se construye antes de la adopción, sino que se produce como consecuencia de saber que sus hijos no son huérfanos o de padres desconocidos, al contrario de lo que en muchos casos se sigue pensando o informando e incluso aparece en los expedientes de adopción (sobre todo cuando se trata de adopciones en Etiopía, Nepal o India por parte de monoparentales españolas). De esta forma, se construye paulatinamente un enfoque que admite la pluriparentalidad.

Es un tema durísimo. Y yo no me lo esperaba, además. Es tal vez el único punto negativo de toda esta historia, el de enterarme de que tenía padres. Bueno, no es negativo tampoco, porque luego, a lo mejor el día de mañana, mira, nos conocemos todos y va todo de maravilla, porque él sí puede querer conocerles. Pero es lo que me pilló a mí más descolocada, porque no me lo había planteado (EE11: Chavela, adopción en Etiopía).

Por otra parte, las entrevistadas se muestran conscientes de que sus hijos, principalmente cuando vayan a la escuela, serán objeto de interpelación sobre la figura del padre y/o sobre sus diferencias fenotípicas con respecto a la madre adoptiva, por lo que hablarles de sus padres biológicos, tengan o no información sobre ellos, constituye una estrategia para dotar a los niños de respuestas en tales situaciones.

Una niña como esta, que parece de todo menos española, va a saber que es adoptada el primer día que empiece a tener uso de razón. O sea, es algo que se habla constantemente, que ella lo sabe, que tiene súper clara la diferencia, que no es igual que el resto de los niños, que por la calle te paran y te dicen: “¿Es una china?”. Entonces, el tema de explicarle que es adoptada es obvio, y cuando tenga siete años, pues, empezará a preguntarte cosas con respecto a su familia biológica, con respecto a su mamá (EE21: Choni, adopción en Kazajstán).

Asimismo, estas madres deben desplegar otra estrategia, la de desproblematizar la ausencia de una figura paterna en su familia no-convencional, en paralelo a las narrativas sobre el padre biológico:

Mi hija ha oído hablar de su familia de la India desde que era muy pequeña, en tono cariñoso y respetuoso y con total normalidad. No sabíamos entonces nada de ellos ni de por qué la dejaron en el orfanato, pero cuando le preguntaban en el colegio dónde estaba su padre y por qué no iba a recogerla nunca, su respuesta, con cuatro años, era: "No viene porque vive en la India con mi madre india y ella le necesita. Además, ni mamá ni yo queremos a nadie que nos mande" (ríe). (EE34: Martina, adopción en India)

Las respuestas dadas por las participantes de ambos estudios a las interpelaciones de sus hijos sobre la ausencia de un padre en sus familias difieren de quienes han recurrido a la reproducción asistida con donante. Estas últimas optan por hablar con sus hijos de “la inexistencia de un padre” y por diferenciar entre “padre” y “donante”: el “donante” no es padre porque en su donación no hay voluntad de paternidad, sino de ayuda a familias como la suya (Jociles y Rivas 2010JOCILES, María Isabel et al. 2010. “Madres solteras por elección: entre el engaño y la solidaridad”. AIBR, 5 (2): 256-299.; Jociles 2016: 168JOCILES, María Isabel. (Ed.) 2016. Revelaciones, filiaciones y biotecnologías: una etnografía sobre la comunicación de los orígenes a los hijos e hijas concebidos mediante donación reproductiva. Barcelona: Ediciones Bellaterra.). Las madres adoptivas monoparentales no presuponen la no voluntad de paternidad por parte del genitor. En unos casos, porque no tienen información sobre él, desconociendo el vínculo que mantuvo con el niño. En los casos en que sí la tienen, describen tres situaciones. En la primera de ellas, el padre de nacimiento ha mostrado su voluntad de paternidad al preocuparse por el hijo, aunque solo sea a través del gesto de dejarlo en una institución de protección “para que no se muera en la calle de inanición absoluta”:

Yo me puse en contacto con su padre biológico, que era la única persona que existía. [¿Y cómo reaccionó el padre biológico?] Muy bien porque… ¡a ver!, en Haití los dejan porque no pueden económicamente. Entonces, él tenía su padre biológico y era el que lo había dejado en el orfanato. Esto yo lo sabía y mandé al orfanato fotos del niño cuando llevaba un año aquí, para que se las dieran a quien quisieran ellos porque, bueno, yo también tengo una idea de la adopción que a mí no me parece que los abandonen. Me parece un acto de que, pudiéndolo dejar en la calle, pues, un señor, que además ya me parece todavía más extraño y más en un país como Haití, lo ha dejado en un orfanato para que no se muera en la calle de inanición absoluta (EE25: Cris, adopción en Haití).

Otra situación es aquella en que, aun cuando las madres adoptivas consideran que el padre biológico no se ocupó debidamente del niño, este lo recuerda y lo reconoce como tal:

Mi hijo habla mucho de su padre ucraniano. Vivió con su abuela y con él hasta los cuatro años, y digamos tan solo que no fue el mejor referente masculino que un niño podría tener. Creo que dejó de tener pesadillas cuando la abuela nos confirmó que había fallecido, pero era su padre (EE59: Ilia, adopción en Ucrania).

Y la tercera situación es aquella en que, por no haberse responsabilizado del embarazo de la madre biológica o por haber maltratado al niño y/o a esta, niegan la condición de “padre” al genitor, desarrollando estrategias de desemparentamiento con respecto a él que van desde no incluirlo en los relatos sobre los orígenes que cuentan a sus hijos hasta calificarlo de simple “progenitor”, es decir, hasta reducir su relación a una función meramente reproductiva.

Él sabe que hay dos personas que le dieron la vida, y que ella fue y es todavía su otra madre, su madre etíope, y así la llamamos. Lo tuvo en su tripa, lo parió y lo cuidó hasta los dos años. Al darlo en adopción, dejó sus datos, por eso pude encontrarla y sé que todavía se preocupa por él. No me gusta llamarla madre biológica, porque fue su madre tanto tiempo como lo he sido yo. […] El tema del padre biológico no lo hemos hablado, porque no ha surgido aún pero, aunque obviamente hubo un progenitor, no ejerció de padre. Por eso, para mí, no es un padre (EE27: Eulalia, adopción en Etiopía).

Así, el modo de nombrar (o no nombrar) al genitor y, por tanto, de reconocerle o no un vínculo con los niños más allá del genético depende de la condición moral que le atribuyen a partir de la información que tienen sobre él, tal como sucede cuando se trata de nombrar a la madre de origen. Esa atribución de condición moral así como la distancia/cercanía social que, por este u otros motivos, se quiere establecer con ellos llevan a que se les nombre ya sea como “padres”, ya sea como “padres biológicos”, “primeros padres” o “padres de nacimiento”, es decir, mediante un apelativo “con apellido”, sea como meros “progenitores” o incluso como “esa gente”, que supone despojarlos de cualquier lazo con el niño que no sea el biológico. Muy pocas monoparentales adoptivas entrevistadas han utilizado estos dos últimos términos para hablar de los padres de nacimiento de sus hijos. De hecho, solo tres: Eulalia, Sonia y Amparo; y la primera para referirse al padre biológico, en absoluto a la madre biológica, cuya condición de “madre etíope” y de “otra madre” reivindica expresamente, como puede verse en la viñeta. Tanto Eulalia como Sonia y Amparo usaron estos términos distanciadores (“progenitor”, “simples progenitores” o “esa gente”) en las entrevistas para comunicarnos su posición con respecto a las personas nombradas, pero no los empleaban con sus hijos. El cuidado por transmitir a los niños una imagen benévola (y, cuando no, neutra) de sus familias de origen se traslada, de este modo, al uso de la terminología para referirse a los padres de origen.

Discusión y conclusiones

Las entrevistadas españolas y chilenas hablan tempranamente a sus hijos acerca de “sus orígenes” creando diversas estrategias narrativas para ello. Estas narrativas incorporan de manera progresiva a los padres biológicos y detalles sobre ellos que han obtenido durante el proceso de adopción (a través de los expedientes, de lo transmitido por los responsables del “Hogar”, de lo escuchado en los juicios de adopción, o de lo que sus propios hijos les comparten cuando han sido adoptados de mayores), han conseguido accidentalmente10 10 Varias madres españolas que habían adoptado en Nepal y Etiopia supieron de la familia de origen de sus hijos solo tiempo después de la adopción, a través de otras familias que habían adoptado a sus hermanos mayores o a otros niños del orfanato que guardaban recuerdos de ella. y, en algunos casos, han buscado de forma activa ante la sospecha de que la información del expediente y/o proporcionada por los intermediarios/operadores que intervienen en el proceso de adopción era incompleta o falsa11 11 Martina, por ejemplo, emprendió la búsqueda en India de la familia biológica de su hija cuando, teniendo esta 7 años, supo que el orfanato le había mentido al decirle que desconocía la identidad de sus padres de nacimiento. .

Esta inclinación a comunicar tempranamente y con naturalidad “los orígenes” a sus hijos y a integrar en la narrativa familiar a los padres biológicos podría explicarse, en parte, por la no convencionalidad de sus familias, por la ausencia en ellas de una figura (el pater) asociada al modelo familiar tradicional y que, por tanto, las obliga a preparar a sus hijos para ser interpelados acerca de ella. Hablarles de sus padres de nacimiento y enseñarles a entender que es posible tener dos madres (una de nacimiento y una adoptiva) y, en este caso, un padre de origen que no forma parte de sus familias adoptivas, es una manera no solo de darles respuestas ante esas interpelaciones, sino de socializarlos en un discurso normalizador/legitimador de nuevas formas familiares y vehiculizador de otros modos de entender y construir relaciones de parentesco.

La disposición a hablar con los hijos sobre “su historia” también puede ser comprendida atendiendo a otros factores. En primer lugar, porque estas mujeres son partícipes de la tendencia hacia la apertura que caracteriza hoy en día el campo de las adopciones (que se materializa, en la legislación española y chilena, en el derecho a conocer “los orígenes” de los hijos adoptivos). En segundo lugar, porque -como se ha dicho- es más probable que se les asignen niños mayores, a quienes no cabe ocultárselo puesto que guardan memoria de ello. Y, en tercer lugar, porque los hijos suelen presentar, en el caso de España, diferencias fenotípicas muy destacadas debido a que se trata sobre todo de adopciones internacionales/transraciales, lo cual visibiliza aun más su condición adoptiva (Galvin 2006GALVIN, Kathleen. 2006. “Diversity’s impact on defining the family”. In: L. H. Turner & R. West (eds.), The family communication sourcebook. Thousand Oaks, CA: Sage, pp. 3-19.; Suter 2008SUTER, Elizabeth. 2008. “Discursive negotiation of family identity: A study of U.S. families with adopted children from China”. Journal of Family Communication , 8 (2): 126-147. ).

Según Golberg et al. (2011), las parejas homosexuales (de lesbianas y de gays) tienen una actitud más positiva que las heterosexuales hacia la adopción abierta, así como mayor tendencia a percibir a los padres biológicos de sus hijos como parte de sus familias extendidas. Esto sucedería como consecuencia de ciertas características que asocian a su condición de minoría sexual: se sienten atraídas por la “filosofía de honestidad y franqueza” (p. 515) que guiaría estas adopciones abiertas, congruente con su postura de apertura con respecto a su orientación sexual. Estas parejas, según los autores, propenden a incluir en sus familias a personas que no son parientes, y se saben dependientes de otras personas para formar una familia (padres de nacimiento o, si siguen otras vías de acceso a la maternidad/paternidad, donantes y/o gestantes por sustitución) desde que piensan en hacerlo, en tanto que, para las parejas heterosexuales, la adopción y, más concretamente, la adopción abierta “puede ser marcadamente inconsistente con la forma [coito heterosexual] en que originalmente habían previsto crearla [la familia]” (p. 514). La inclinación a integrar a los padres biológicos de sus hijos en sus familias extendidas también se da -como se ha visto-, si bien con ambigüedades en algunos casos, entre las monoparentales adoptivas, que se definen mayoritariamente como heterosexuales12 12 En USA se practica desde hace varias décadas la adopción abierta (en el sentido de “apertura estructural”), pero esta práctica es desarrollada por las agencias privadas y públicas que se ocupan de la adopción nacional, no tanto por las agencias que intermedian en la adopción internacional. Brodzinsky y Golberg (2017) estudian la adopción internacional, y en este caso la “apertura estructural” suele ser una iniciativa de las familias, facilitada por las redes sociales e Internet. Lo que comparamos con el estudio de Brodzinsky y Golberg (2017) no es la “apertura estructural” entre las familias norteamericanas y las españolas/chilenas (pues en este artículo -como se ha indicado- tratamos solo “la apertura comunicativa”), sino las razones que estos autores dan para argumentar la mayor apertura, en general, de las familias adoptivas pertenecientes a minorías sexuales. En este sentido, nos parece que la comparación es válida, máxime cuando no hay otros estudios empíricos (salvo los del propio grupo de Golberg) en que se compare dicha apertura según la estructura familiar. . Esto lleva a colegir que el carácter no convencional de estas familias, en lo relativo a su estructura (dos hombres, dos mujeres, una mujer) y a la vía de acceso a la maternidad/paternidad (la adopción), son los factores explicativos de esa inclinación, no así la orientación sexual. Es cierto que esta es un coadyuvante para no constituir una familia convencional, pero también lo son otras circunstancias que no dependen de ella, como las que concurren entre las monoparentales adoptivas: querer/poder ser madres a una edad en que ha mermado o desaparecido su capacidad de reproducción biológica, no encontrar una pareja que se ajuste a sus expectativas, priorizar el deseo de maternidad al de buscar pareja o al de conservar una que no está dispuesta a tener hijos, etc. (Jociles et al. 2010JOCILES, María Isabel et al. 2010. “Madres solteras por elección: entre el engaño y la solidaridad”. AIBR, 5 (2): 256-299.). Las familias homoparentales y monoparentales comparten, además, otras características que derivan de su posición relegada con respecto a las heteroparentales en el “mercado de la adopción” (Raleigh 2012RALEIGH, Elizabeth. 2012. “Are same-sex and single adoptive parents more likely to adopt transracially? A national analysis of race, family structure, and the adoption marketplace”. Sociological Perspectives, 55 (3): 449-471.), precisamente por la no convencionalidad de sus familias, que ocasionan -entre otras cosas- que se les asignen en mayor proporción niños que presentan diferencias fenotípicas con respecto a las madres/padres, o con más edad (Salvo y Jociles 2019SALVO, Irene & JOCILES, María Isabel. 2019. “Adopciones monoparentales de niños y niñas con «necesidades especiales»: entre el déficit y el empoderamiento”. Papers. Revista de sociologia 104(4): 661-686. ). Estas características, como expresan las propias entrevistadas, favorecen la apertura comunicativa, incluida la integración de los padres biológicos en los relatos y en las conversaciones con sus hijos.

En suma, las prácticas comunicativas sobre “los orígenes” de las familias monoparentales adoptivas se debaten en la tensión que se produce entre una ruptura de facto con principios arraigados en la cultura occidental del parentesco, como el de naturalidad (los padres son los genitores) y el de bilateralidad excluyente (el niño se inscribe en las líneas genealógicas de sus dos genitores y solo en ellas), y una ideología del parentesco que, debido a esos principios, sigue presentando como inconcebible la pluriparentalidad (más de una madre, más de un padre) o que una persona sola constituya una familia completa. De esa tensión, emerge el temor de utilizar una terminología de parentesco inadecuada con respecto a los padres biológicos, que confunda al niño acerca de quién es quién en la familia, y las dudas acerca de cuándo, qué y cómo hablar de ellos. No obstante, gran parte de las monoparentales estudiadas en España y Chile interpelan esta ideología, reconociendo y sintiéndose a gusto con la pluriparentalidad derivada de la “doble conexión” de sus hijos e incluyendo a los padres biológicos en sus relatos y conversaciones sobre la familia. Asimismo cuestionan el “discurso del abandono”, lo que constituye una oportunidad para el proceso de construcción identitaria de sus hijos y para la ampliación de las políticas y las prácticas adoptivas que tienden hacia mayor apertura.

Las madres entrevistadas otorgan un lugar y un valor diversos a lo biológico en sus relatos, existiendo una gama de matices en relación a ello. Aquellas que restituyen los lazos de sus hijos con las dos familias (“la doble conexión”) y consideran que la familia de nacimiento es tan familia como la adoptiva, aunque dispuestas a reconocer que el lazo biológico es uno más entre los que crean parentesco, ponen mayor énfasis, sin embargo, en el cuidado y en el vínculo construido por medio de la adopción. En este sentido, lo biológico sin ir acompañado del cuidado no bastaría por sí solo para crearlo. En coherencia con ello, las valoraciones morales sobre los padres/madres de nacimiento se sustenten sobre todo en el cuidado o falta de cuidado que estiman que han prodigado a sus hijos; de ahí que, a la hora de hablarles de ellos, sustraigan de los relatos (al menos hasta que son mayores) cualquier referencia que pudiera manifestar descuido, maltrato o desinterés por su parte; de ahí que en estos relatos destaquen los gestos de cuidado de que fueron objeto, incluido el mismo hecho de que los dieran en adopción; y de ahí que algunas enfaticen que fueron causas estructurales las que hicieron que “no los pudieran cuidar”. El cuidado es, sin duda, el que permite que ellas mismas se vinculen con sus hijos, lo que puede explicar el peso que le dan en el establecimiento de relaciones de parentesco, siguiendo con ello lo que Thompson (2002THOMPSON, Charis. 2002. “Strategic naturalizing: kinship in an infertility clinic". En: Franklin, Sarah y McKinnon, Susan (eds.), Relative Values:Reconfiguring Kinship Studies. Durham: Duke University Press, pp. 175-2002.) llama una “naturalización estratégica”, según la cual las madres, en función de la aportación que ellas hacen al niño, valoran más uno u otro componente (gestación, genética, lactancia, cuidado) que interviene no ya en su concepción biológica, pues obviamente las madres adoptivas no han participado en ella, sino en que el niño sea como es. A este respecto, resulta significativo que, a falta de semejanza fenotípica que exteriorice el vínculo de parentesco con sus hijos, estas madres recalquen los parecidos que estos tienen con ellas a nivel de gestos, gustos, hábitos o sentimientos, es decir, en cuanto a sus maneras de hacer, de estar y de ser.

Construir la “doble conexión” de los hijos supone, con todo, retos importantes para cualquier familia adoptiva que forma parte de una sociedad, como la española o la chilena, en donde el modelo de familia nuclear sigue siendo el hegemónico, máxime cuando los niños son interpelados por el entorno social acerca de la imposibilidad de tener dos madres (o dos padres), por cuanto -según se desprende de ese modelo- “madre solo hay una” o solo una es “la verdadera”.

Finalmente, cabe precisar que no hemos encontrado diferencias destacables en la manera en que las monoparentales españolas y las chilenas tratan el tema de los orígenes con sus hijos, salvo en el hecho de que las españolas abordan de forma individualizada la figura del padre biológico (como puede constatarse en las viñetas expuestas en el artículo), no así las chilenas, que comúnmente no lo individualizan, sino que hablan de los padres, en plural, para referirse al padre y a la madre de nacimiento, en los casos en que no hacen alusión exclusivamente a esta última en los relatos y en las conversaciones con sus hijos. Pensamos que esta diferencia se puede explicar, al menos en parte, por la manera más conflictiva con que las monoparentales chilenas viven la inexistencia de una figura paterna en sus hogares, constituyendo un aspecto de sus familias que les sigue generando incertidumbre y preocupación incluso después de haber comprobado que sus hijos no presentan problemas especiales derivados de esta circunstancia. Las españolas, en cambio, han tendido a desproblematizar la inexistencia de dicha figura en la familia adoptiva; desproblematización en la que socializan a sus hijos desde pequeños con el fin de dotarlos de recursos (discursivos y actitudinales) para enfrentar las interpelaciones del entorno social acerca de “no tener padre”, tal como hemos mostrado en un trabajo precedente (Jociles y Rivas 2010JOCILES, María Isabel et al. 2010. “Madres solteras por elección: entre el engaño y la solidaridad”. AIBR, 5 (2): 256-299.; Jociles y Medina, 2013; Poveda et al. 2011POVEDA, David et al. 2011. “Monoparentalidad por elección: procesos de socialización de los hijos/as en un modelo familiar no convencional”. Athenea Digital 11(2): 133-154.). Esta diferencia probablemente se relaciona con la distinta aceptación social y el distinto reconocimiento legal que, en sendos países, tienen las denominadas “nuevas formas de familia”, así como con el hecho de que las monoparentales españolas, independientemente de su vía de acceso a la maternidad (adopción, reproducción asistida con donante anónimo o intercusus sexual), están organizadas en asociaciones reivindicativas de su modelo familiar (Madres Solteras por Elección o Federación de Asociaciones de Madres Solteras, por ejemplo) y en redes sociales online muy activas (adoptarsiendosoltero -ubicada actualmente en Facebook-, Mares_una decisió en solitari, Masola, etc.) que, entre otras cosas, discuten el postulado heteronormativo de la necesidad de la mencionada figura para el bienestar de los niños, cuestión que en las monoparentales chilenas es más incipiente (Salvo 2018SALVO, Irene. 2018. "Narrativas de mujeres que adoptan monoparentalmente en Chile: dispositivos de intervención y prácticas de resistencia”.Revista de Estudios Sociales, 63: 29-41.).

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NOTAS

  • 1
    Adopciones con diversos acuerdos acerca de la frecuencia y los tipos de contacto entre los integrantes de la familia de origen y la familia adoptiva.
  • 2
    El artículo establece diálogos entre la antropología y la psicología de la adopción, por ser en esta última donde las adopciones monoparentales se han investigado en mayor medida. No hemos encontrado estudios antropológicos que hayan analizado estas adopciones, salvando el de una de las autoras de este artículo (Jociles y Rivas 2009JOCILES, María Isabel & RIVAS, Ana María. 2009. “Entre el empoderamiento y la vulnerabilidad: la monoparentalidad como proyecto familiar de las MSPE por reproducción asistida y adopción internacional”. Revista de Antropología Social , 18, 127-170., 2010JOCILES, María Isabel & RIVAS, Ana María. 2010. “¿Es la ausencia del padre un problema? La disociación de los roles paternos entre las madres solteras por elección”. Gazeta de Antropología 26(1): artículo 04. ; Jociles et al. 2010JOCILES, María Isabel et al. 2010. “Madres solteras por elección: entre el engaño y la solidaridad”. AIBR, 5 (2): 256-299.; Jociles y Medina 2013JOCILES, María Isabel & MEDINA, Raquel. (Ed.) 2013. Monoparentalidad por elección: la construcción de un modelo de familia. Valencia: Tirant lo Blanch.; Jociles 2013JOCILES, María Isabel. 2013. “Resistiéndose ante el conocimiento experto: monoparentalidad adoptiva y tácticas para legitimar la solidaridad como motivación para adoptar”. Cultura y Educación, 25 (2), 213-228., 2016JOCILES, María Isabel. (Ed.) 2016. Revelaciones, filiaciones y biotecnologías: una etnografía sobre la comunicación de los orígenes a los hijos e hijas concebidos mediante donación reproductiva. Barcelona: Ediciones Bellaterra.) y una puntual incursión en la temática por parte de Pena (2016PENA, Mariela. 2016. “Relatos de adopciones monoparentales: tensiones y potencialidades”. Revista Interdisciplinaria de Estudios de Género de El Colegio de México, 2(4): 103-125. ). Esto también ocurre en la bibliografía en lengua portuguesa, en la que este tipo de adopciones se han trabajado desde la psicología o el derecho, como es el caso del trabajo de Levy y Féres-Carneiro (2002LEVY, Lidia & FÉRES-CARNEIRO, Terezinha. 2002. “Famílias monoparentais femininas: um estudo sobre a motivação de mulheres que adotam”. Interação em Psicologia, 6(2): 243-250.), sobre las motivaciones para adoptar; Levy (2009LEVY, Lidia. 2009. “Famílias monoparentais adotivas: a importância de uma rede de apoio”. In: Terezinha Féres-Carneiro (org.) FAMÍLIA E CASAL: efeitos da contemporaneidade. PUC-Rio, pp. 50-57. ), sobre las redes de apoyo en estas familias; Pessoa Santos et al. (2011PESSOA SANTOS, Carina et al. 2011. “Adoção por pais solteiros: desafios e peculiaridades dessa experiencia”. Psicologia: Teoria e Prática, 13 (2): 89-102.), sobre el proceso de adopción de madres y padres solos; Serra Zanetti et al. (2013SERRA ZANETTI, Sandra et al. 2013. “Concepções diferenciadas de família no processo de avaliação de pretendentes à adoção”. Semina: Ciências Sociais e Humanas, 34 (1): 17-30.), sobre cómo los “Técnicos do Judiciário” tratan la monoparentalidad y otras estructuras familiares; o Biasutti (2016BIASUTTI, Carolina Monteiro. 2016. Parentalidade em casos de adoção monoparental. Dissertação de Mestrado apresentada ao Programa de Pós-graduação em Psicologia da Universidade Federal do Espírito Santo.), sobre cómo estas familias enfocan la parentalidad.
  • 3
    Traducido del inglés.
  • 4
    Nos centramos en las madres y padres de origen porque son las figuras más difíciles de integrar en las familias adoptivas, más que otras como abuelos o hermanos (Volkman 2009VOLKMAN, Toby Alice. 2009. “Seeking sisters. Twinship and kinship in an age of internet miracles and DNA technologies”. In: D. Marre & L. Briggs (eds.), International adoption: Global inequalities and the circulation of children. New York: New York University Press. pp. 283-301.).
  • 5
    El estudio de la apertura estructural en estas familias será objeto de otro artículo, así como los procesos de búsqueda de orígenes y/o el establecimiento de contacto. Es preciso decir, incidentalmente, que se tratan solo los casos de madres adoptivas monoparentales por dos razones: porque son más numerosas las adopciones por mujeres solas que por hombres solos y para facilitar la comparación entre Chile y España, pues en la investigación chilena no se estudió a padres adoptivos monoparentales (sí, en la de España, donde fueron entrevistados 13 de ellos).
  • 6
    Las adopciones monoparentales presentan diferencias en los dos países que se comparan, en primer lugar, porque que en Chile se trata exclusivamente de adopciones nacionales mientras que en España, donde también las hay, son predominantemente internacionales. Ahora bien, lo que hemos querido poner de manifiesto es que, a pesar de estas diferencias, la “apertura comunicativa” en la adopción está presente -en menor o mayor medida- en todas ellas. En cuanto al contexto legislativo, en España existe la posibilidad de adopción abierta desde 2015 (Ley 26/2015), no así en Chile. Cuando se alude a la adopción abierta en contextos como el de USA, se está hablando de la llamada “apertura estructural”, tema que sin duda difiere según los contextos y las legislaciones. No obstante, nuestro artículo desarrolla la noción de “apertura comunicativa”, de la que existe evidencia en ambos países en combinación con la “empatía integral” (noción también desarrollada en el artículo). En este sentido, España y Chile se encuentran en una situación similar, pues en ellos la legislación reconoce el derecho de los hijos a conocer sus “orígenes” (art. 12 de la Ley 54/2007 de Adopción Internacional, en España, y art. 27 de la Ley 19.620/1999, en Chile), aunque es un derecho incoercible pues la autoridad no tiene potestad para hacer que se cumpla. De ahí la importancia de conocer cuáles son los factores que pueden explicar que las familias monoparentales comuniquen abiertamente a sus hijos esos “orígenes”.
  • 7
    Es cierto que la incidencia podría ser otra si el artículo se hubiera ocupado de la “apertura estructural”, pues no cabe duda de que, particularmente cuando se trata de adopciones nacionales, esas desigualdades son “próximas”, afectan a familias que viven, si no en la misma ciudad, en el mismo país, lo que hace, por ejemplo, que las familias adoptivas sean más reacias a facilitar el contacto con las de nacimiento cuando son adopciones nacionales que cuando son internacionales.
  • 8
    Cuatro de estas madres tenían dos hijos adoptados, pero la segunda adopción no se ha contado en los datos aquí consignados.
  • 9
    En España, se hicieron entrevistas presenciales a 60 monoparentales, pero 19 estaban aún en proceso de adopción, por lo que no se han contabilizado aquí para homogeneizar la muestra con la de Chile, donde todas eran ya madres adoptivas. Las entrevistas (presenciales y online) se realizaron dentro de dos proyectos de investigación (Madres solteras por elección: proyectos familiares y políticas públicas, desarrollado en 2008-2009 -Ref. PR34/07-15901-, y Monoparentalidad por elección: estrategias de autodefinición, distinción y legitimación de nuevos modelos familiares, desarrollado en 2010-2012 -Ref. FEM2009-07717-) dirigidos por la primera autora de este artículo, cuyo objetivo era reconstruir las estrategias que las familias monoparentales por elección desarrollaban para emprender y consolidar sus proyectos familiares, por lo que “la comunicación de los orígenes” fue solamente una de las dimensiones exploradas. Se produjo también material etnográfico mediante otras técnicas de investigación (observación participante en encuentros de familias y en actividades pre y post-adoptivas; seguimiento durante todo el proceso de adopción, antes y después de esta, de tres monoparentales madrileñas; y etnografía virtual en el foro adoptarsiendosoltero -muy activo entre 2008 y 2012- y en otros donde participaban adoptantes monoparentales). No obstante, las viñetas utilizadas aquí provienen exclusivamente de las entrevistas. En Chile, el proyecto se titulaba Adopciones en Chile: La construcción de narrativas sobre los orígenes y la Identidad, cuya IP fue la segunda autora.
  • 10
    Varias madres españolas que habían adoptado en Nepal y Etiopia supieron de la familia de origen de sus hijos solo tiempo después de la adopción, a través de otras familias que habían adoptado a sus hermanos mayores o a otros niños del orfanato que guardaban recuerdos de ella.
  • 11
    Martina, por ejemplo, emprendió la búsqueda en India de la familia biológica de su hija cuando, teniendo esta 7 años, supo que el orfanato le había mentido al decirle que desconocía la identidad de sus padres de nacimiento.
  • 12
    En USA se practica desde hace varias décadas la adopción abierta (en el sentido de “apertura estructural”), pero esta práctica es desarrollada por las agencias privadas y públicas que se ocupan de la adopción nacional, no tanto por las agencias que intermedian en la adopción internacional. Brodzinsky y Golberg (2017) estudian la adopción internacional, y en este caso la “apertura estructural” suele ser una iniciativa de las familias, facilitada por las redes sociales e Internet. Lo que comparamos con el estudio de Brodzinsky y Golberg (2017) no es la “apertura estructural” entre las familias norteamericanas y las españolas/chilenas (pues en este artículo -como se ha indicado- tratamos solo “la apertura comunicativa”), sino las razones que estos autores dan para argumentar la mayor apertura, en general, de las familias adoptivas pertenecientes a minorías sexuales. En este sentido, nos parece que la comparación es válida, máxime cuando no hay otros estudios empíricos (salvo los del propio grupo de Golberg) en que se compare dicha apertura según la estructura familiar.

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    15 Mayo 2020
  • Fecha del número
    2020

Histórico

  • Recibido
    22 Jul 2019
  • Acepto
    02 Ene 2020
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