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Editorial

EDITORIAL

Dra. Maria Itayra PadilhaI; Dra. Miriam Susskind BorensteinII

IProfesora Asociada del Departamento de Enfermería y del Programa de Posgrado en Enfermería (PEN) de la Universidad Federal de Santa Catarina (UFSC). Postdoctorado en la Universidad de Toronto, Canadá. Líder del Grupo de Estudios: Historia del Conocimiento de Enfermería y Salud (GEHCES). Investigadora del CNPq

IIProfesora Asociada del Departamento de Enfermería y del PEN/UFSC. Vicelíder del GEHCES. Investigadora del CNPq

Por lo general, la construcción de una historia se caracteriza por ser una opción, debido a algún tipo de información y buena dosis de motivación por parte del historiador. Esa construcción depende básicamente de algunos vestigios encontrados acerca del hombre. En general, cuando los documentos son abundantes, el historiador tiene la posibilidad de tomar decisiones, resaltar lo que considera importante y no registrar lo que le parece insignificante. Principalmente, porque el historiador crea sus materiales, y si lo desea, recrea los mismos: el historiador no vaga al azar por el pasado como un viajero en busca de hallazgos, sino que parte de un plan específico, un problema que resolver, una hipótesis de trabajo que debe verificar.1

El trabajo historiográfico se sitúa, invariablemente, en la confluencia entre el tiempo del objeto investigado y el tiempo del sujeto investigador. Reconocer esa mirada circunscrita al tiempo nos lleva a tratar de comprender las limitaciones y los obstáculos que, por la amenaza del anacronismo, pueden comprometer el rigor de la investigación. Por otra parte, comprender lo que una época se pregunta en relación a otra, conduce a la posibilidad de una mayor familiaridad con ambas.2 Asimismo, esta preocupación también forma parte del mundo de la historia de la educación en enfermería, con sus nuevas formas de pensar y de abordar la realidad social, cultural, científica, tecnológica. El acto de educar ultrapasa los límites de la reproducción, se reviste de una relación importante para el estudiante. Somos desafiados a explorar y profundizar nuestro conocimiento.

Mucho se ha dicho acerca de la interdisciplinariedad, sin embargo, no ha sido posible formalizar un concepto capaz de unir los epistemólogos, filósofos y educadores en torno a un consenso. ¿Y realmente será necesario tenerlo, en un momento en que se constata, según Japiassú,3 que la ciencia o algunas teorías cientificas han renunciado a las pretensiones de totalidad y completitud, y que la ciencia busca la universalidad de la práctica y no una teoría postulada a priori? La ciencia ya no pretende absolutizar un conocimiento hegemónico. Dentro de ese contexto, la ciencia no quiere perder de vista lo disciplinario, pero vislumbra la posibilidad de un diálogo interdisciplinario que aproxime los conocimientos específicos, procedentes de diversos campos del conocimiento, en un discurso comprensible, que sea audible a los diversos interlocutores.4

Al pensar en el presente número de la Revista Texto & Contexto Enfermería incorporando tres pilares: historia, filosofía y educación en salud y enfermería, comprendemos la importancia de la intercomunicación entre las disciplinas, de modo que se complementen y vayan más allá de las diferencias disciplinarias a través del diálogo comprensible, ya que el simple intercambio de informaciones entre organizaciones disciplinarias no constituye un método interdisciplinar. El uso de las Ciencias Humanas por la enfermería guía una nueva mirada con una perspectiva interdisciplinaria.

En ese sentido, la interdisciplinariedad puede definirse como "[...] el arte de la profundidad con sentido de cobertura, para dar cuenta, al mismo tiempo, de la particularidad y de la complejidad de lo real".5:88 Esta práctica se llevará a cabo a través de equipos de profesionales o investigadores especializados, mediada por el lenguaje, por el diálogo y la superación de la restricción disciplinaria. La Enfermería cuando trata de sus cuestiones, necesariamente se apropia y se aproxima de los territorios interdisciplinares, no sólo del historiador, sino también del educador, del sociológo, del psicológo, del filósofo, para nombrar algunos, porque sin ellos no hay manera de comprender los procesos por los cuales la profesión de enfermería fue construída. Cada disciplina tiene sus particularidades y se mira a través de los puentes interdisciplinarios, como un caleidoscopio de múltiples facetas. El conocimiento es libre, y la mirada sobre sí misma está impregnada de experiencias disciplinarias.

Sin duda, el presente número de la revista Texto y Contexto considera la posibilidad de la interdisciplinariedad entre la historia, la filosofía y la educación para pensar la salud y la enfermería, pues es a través de ella que es posible agregar un amplio campo de conocimientos, cuyo producto final es una edición más amplia, consciente teóricamente, con significados y percepciones diferentes, proporcionando a los profesionales que trabajan en ella, una mayor comprensión de la profesión y la identidad

REFERENCIAS

  • Padilha MI, Borenstein MS. Historia da Enfermagem: ensino, pesquisa e interdisciplinaridade. Esc Anna Nery Rev Enferm. 2006 Dez; 10(3):532-8.
  • Burke P. A escrita da história. Novas perspectivas. São Paulo (SP): UNESP; 2001.
  • Japiassú H. Interdisciplinaridade e patologia do saber. Rio de Janeiro (RJ): Imago; 1982.
  • Alves R, Brasileiro MC, Brito S. Interdisciplinaridade: um conceito em construção. Episteme. 2004 Jul-Dez; (19):139-48.
  • Demo P. Conhecimento moderno: sobre ética e intervenção do conhecimento. Petrópolis (RJ): Vozes; 2001.

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    22 Mar 2010
  • Fecha del número
    Dic 2009
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