A partir del reflejo que nos brinda un desacompasado espejo, en Argentina vemos con preocupación intelectual y política los recientes procesos políticos de Brasil, nuestro país hermano. En algunos aspectos nos sentimos reflejados, en otros no. Propongo aquí unas pocas reflexiones inspiradas en el artículo que da pie al debate.
Aun en los tiempos de neoliberalismo de los años noventa, había en Argentina un consenso mínimo de la sociedad y la clase política en torno a respetar la universalidad del derecho ciudadano a la educación y a la salud. El ajuste estructural, entonces receta única ante la crisis fiscal del Estado, promovía la privatización de las empresas públicas, despedir empleados, reducir salarios, limitar derechos laborales y abandonar las políticas sociales universalistas. Pero la educación y sobre todo la salud todavía eran bienes casi inexpugnables.
Con los vientos neoliberales de los últimos años, la virulencia es más radical: el ataque se dirige a lo público como tal, incluso a la propia política democrática. Una muestra: el 25/1/2019, Clarín, el principal diario argentino y vocero del gobierno, titula sin ambigüedades: “El FMI advierte que la incertidumbre electoral podría alejar inversiones”. Ahora bien: la incertidumbre electoral es lo que hace democrática a la democracia. Y para el FMI y Clarín, tal incertidumbre es un problema.
No se trata hoy del regreso del liberalismo, que se pretende ciego ante las diferencias, sino de la reaparición de rasgos de elitismo y supremacismo de clase, género y raza. Estos años pues muestran un complejo proceso de restauración conservadora que incluye varias dimensiones articuladas:
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el avance de los capitalistas domésticos y globales, muchos de los cuales se han beneficiado de negocios, a menudo corruptos, con el propio Estado, que encuentran en la regulación por parte de ese mismo Estado y en cualquier protección de los derechos salariales y sociales de los trabajadores un obstáculo insalvable a la acumulación capitalista, a su acumulación capitalista;
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el avance de los actores jerárquico-autoritarios, entre ellos los actores religiosos, que pugnan, a menudo con violencia, por restablecer el lugar de cada cual en un orden histórico de desigualdad;
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la incertidumbre de las clases medias y trabajadoras ante la disrupción del orden de certidumbre del capitalismo “de bienestar” aun à la latinoamericana, de la esperanza más o menos fundada de movilidad social ascendente y la desafiliación de las identidades a través del trabajo y el empleo, que lleva a incertidumbres ontológicas especialmente en los varones proveedores;
y, por último pero no por ello menos importante, (4) la incertidumbre generada por los esfuerzos – exitosos – de movimientos sociales más o menos organizados por cuestionar el orden sexogenérico de la heterosexualidad reproductiva y el binarismo de género institucionalizado en leyes jerárquicas y privilegios.
El artículo de Miskolci y Gomes Pereira11. Miskolci R, Pereira PPG. Educação e saúde em disputa: movimentos anti-igualitários e políticas públicas. Interface (Botucatu). 2019; 23:e180353. https://doi.org/10.1590/Interface.180353.
https://doi.org/10.1590/Interface.180353...
describe y analiza, para el caso brasileño, cómo el sector de la educación y el de la salud se han convertido en dos de los campos principales en los cuales se dan las disputas, tanto en relación con la restauración neoliberal, el papel del Estado y el modelo de acumulación capitalista, como en relación con las jerarquías sexogenéricas y generacionales. Educación y salud son dos campos en los cuales la restauración conservadora pretende volver a poner a cada cual en su lugar: como si el poder dijera, levantando la voz y el puño, el recordado “você sabe com quem esta falando?”. Luego de procesos ambivalentes pero sostenidos tendientes a la reducción de las desigualdades de clase y de género, los asuntos del Estado volvieron a ser “atendidos por sus dueños”. No sin disputas ni resistencias, de ahí la violencia, la saña, el rencor.
Los ataques son anti-igualitarios, como titulan Miskolci y Gomes Pereira, pero también anti-públicos. Desigualdad y reprivatización van de la mano: privación de política y de publicidad, en pos del mercado y de la familia. Pero mercado y familia se presentan en su concepción más ideológica, es decir, más falsa: puesto que el mercado, en tanto distribuidor ecuánime de oportunidades y recursos, se ha revelado una y otra vez el mecanismo más concentrador e injusto, puesto que la familia, presunta célula madre de la sociedad, es el locus de las mayores violencias y abusos entre géneros y entre generaciones. A pesar de años de luchas populares y análisis críticos, la restauración conservadora logró transmitir para muchos como valores deseables el regreso a un mítico mercado, una mítica familia, e incluso a una mítica nación, a una mítica raza, a un mítico proyecto religioso y colonial.
El artículo se refiere a los ataques a los derechos sexuales y reproductivos, en nombre de la ideología de género. Estoy de acuerdo, claro, con ello. Pero me parece que el ataque es todavía más medular: según esta perspectiva, no cualquier habitante de nuestros países tiene igual derecho a tener derechos. Este núcleo normativo de la sociedad democrática no es compartido por las élites rencorosas y nostálgicas de un pasado que quizá nunca jamás sucedió. Las jerarquías de clase, raciales, sexogenéricas y generacionales implican condiciones materiales y simbólicas sistemática y jerárquicamente desiguales para ejercer ese derecho primario.
La decisión del gobierno electo de Brasil de excluir a la población LGBT de la pauta de derechos humanos da cuenta explícitamente de la falta de reconocimiento del derecho a tener derechos para quienes no se reconozcan y sean reconocidas/os como cis-heterosexuales. El ataque va más allá e incluye a las personas viviendo con VIH, a las personas que no viven con VIH pero corren el riesgo de infectarse en ausencia de políticas integrales de prevención, a las niñas, adolescentes y jóvenes en riesgo de embarazo no intencional y abuso etcétera. El orden sexogenérico vuelve a mostrarse clave para el orden sociopolítico y la reproducción de las estructuras sociales de desigualdad. Es ese el motivo de que la restauración se concentre en lo sexogenérico como clave para su proyecto de restauración clasista y étnico-racial.
La embestida ha pasado por el derecho y las políticas: los debates sobre matrimonio igualitario y sobre aborto no se refieren principalmente a erradicar las prácticas, sino al derecho legítimo a las mismas(b b Cabe aclarar que en Argentina el gobierno de derecha actual fue el que habilitó la discusión parlamentaria y social sobre aborto, que a 2019 permanece todavía criminalizado. Por falta de espacio no intentamos aquí explicar cómo o por qué. ). A diferencia de Brasil, en Argentina no existen proyectos para “curar“ la tendencia homosexual; para nuestros conservadores, el problema de la homosexualidad no ha sido tanto su práctica, sino su reconocimiento social y legal en tanto lazo erótico afectivo y familiar, conseguido en 2010.
Históricamente, hubo ataques al reconocimiento de la diversidad de sujetos como sujetos de derechos en relación con sus propias vidas y capacidades de autonomía: niñas y mujeres, adolescentes, gays y lesbianas, trans, sujetos racializados, poblaciones originarias, pobres, migrantes. La asustadora novedad con las elecciones brasileñas y la aparición en la escena política, no solo en Brasil, de movimientos políticos y sociales neo-fascistas, y la complicidad por acción u omisión de demócratas liberales, al parecer no tan convencidos del liberalismo democrático, es la extensión de la violenta embestida a las prácticas: violencia física y letal contra trans, lesbianas y gays, contra jóvenes pobres racializados, contra migrantes; acciones violentas contra niñas y mujeres víctimas de violación y abuso que procuran interrumpir legalmente una gestación; misoginia política explícita, como en la destitución de Dilma Roussef (en Argentina, tales expresiones misóginas no serían aceptables en un recinto parlamentario). Con demasiadas complicidades.
En Argentina, como en Brasil, el ataque a lo público afecta a individuos e instituciones de investigación científica y educación superior, particularmente, pero no únicamente, en humanidades y ciencias sociales. En un mundo de irracionalidad y posverdad – nombre elegante para las mentiras organizadas – la provisión de datos ciertos y argumentaciones racionales es un peligro. Las redes sociales paradójicamente democratizaron el acceso a las mentiras y falacias que –no espontáneamente – circulan a gran velocidad y escala. El ataque, que no se da desde un lugar románticamente plebeyo, anti-intelectual, anti-clasista (aunque se asiente en tendencias históricas de reacción crítica ante el elitismo universitario), va más allá del plano intelectual, teórico o de estilos de comunicación y se dirige directamente a individuos que son perseguidas y perseguidos, se encuentran bajo amenaza incluso física, se les recortan los recursos y se los ataca mediante técnicas orquestadas de escarnio público. Lo que cuentan los colegas brasileños es similar a lo que sucede en Argentina. Por ejemplo, al tiempo que la gobernadora de Buenos Aires, María Eugenia Vidal, impugna el proyecto de universidades dirigidas a las capas más pobres del conurbano bonaerense y el Presidente Macri expresa que hay quienes “caen” en la escuela pública, los llamados trolls la emprenden contra investigadoras e investigadores para impugnar el peligro, irrelevancia o esnobismo de sus investigaciones, y demostrar que forman parte del cuerpo de parásitos que viven de los impuestos de quienes verdaderamente hacen algo productivo. Neoliberalismo y anti-intelectualismo anudan así una alianza eficaz, por eso el carácter populista del nuevo neoliberalismo.
Referências
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1Miskolci R, Pereira PPG. Educação e saúde em disputa: movimentos anti-igualitários e políticas públicas. Interface (Botucatu). 2019; 23:e180353. https://doi.org/10.1590/Interface.180353
» https://doi.org/10.1590/Interface.180353
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b
Cabe aclarar que en Argentina el gobierno de derecha actual fue el que habilitó la discusión parlamentaria y social sobre aborto, que a 2019 permanece todavía criminalizado. Por falta de espacio no intentamos aquí explicar cómo o por qué.
Fechas de Publicación
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Publicación en esta colección
13 Jun 2019 -
Fecha del número
2019
Histórico
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Recibido
08 Feb 2019 -
Acepto
18 Feb 2019