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Narrativas de mujeres de mediana edad: reflexiones sobre los estereotipos de género en la construcción del cuerpo y elecciones ocupacionales

Narrativas de mulheres de meia-idade: reflexões sobre estereótipos de gênero na construção do corpo e nas escolhas ocupacionais

Resumen

Introducción

Los estudios desde la perspectiva de género y los estudios feministas son aún emergentes en la Ciencia de la Ocupación. Desde el supuesto que habitamos una sociedad patriarcal, esta investigación rescata la narrativa de mujeres chilenas de mediana edad de la Región de Los Ríos, con el propósito de visibilizar cómo han construido sus vidas a partir de estereotipos de género que han determinado sus elecciones ocupacionales en función de las necesidades de los hombres, bajo un comprensión tradicional del binario femenino-masculino.

Objetivo

Reconocer y comprender la relación emergente entre los estereotipo de género, la construcción del cuerpo y las elecciones ocupacionales.

Método

Desde un posicionamiento posestructuralista feminista se realizan entrevistas con enfoque narrativo a una muestra intencionada de ocho mujeres; el análisis de discurso, como herramienta metodológica, da cuenta de la trayectoria de vida y experiencias de las mujeres en relación con el género, el cuerpo y las elecciones ocupacionales.

Resultados

De la investigación emergieron cinco categorías que reflejan la existencia de estereotipos de género en la construcción del cuerpo femenino que se impregnan en la identidad y elecciones ocupacionales a lo largo de su vida.

Conclusión

Las narrativas de las mujeres dan cuenta de la existencia de una relación dinámica emergente entre la construcción del cuerpo, estereotipos de género y elecciones ocupacionales, donde los estereotipos y el hacer se conjugan, generando una construcción del concepto mujer en un contexto socio histórico que define patrones y elecciones ocupacionales que replicarán estereotipos de género.

Palabras-clave:
Constitución del Cuerpo; Estereotipo de Género; Actividades Cotidianas; Feminismo

Resumo

Introdução

Estudos na perspectiva de gênero e estudos feministas são ainda emergentes na Ciência da Ocupação. Partindo do pressuposto de que vivemos em uma sociedade patriarcal, esta pesquisa resgata a narrativa de mulheres chilenas de meia-idade da região de Los Ríos, com o objetivo de tornar visível como elas construíram suas vidas com base nos estereótipos de gênero que determinaram suas escolhas ocupacionais em função das necessidades dos homens, sob uma compreensão tradicional do binário feminino-masculino.

Objetivo

Reconhecer e compreender a relação emergente entre estereótipos de gênero, construção corporal e escolhas ocupacionais.

Método

A partir de uma postura feminista pós-estruturalista, são realizadas entrevistas com abordagem narrativa com uma amostra intencional de oito mulheres. A análise do discurso, como ferramenta metodológica, foi utilizada para apresentar a trajetória de vida e experiências das mulheres em relação ao gênero, ao corpo e às escolhas ocupacionais.

Resultados

Da pesquisa emergiram cinco categorias que refletem a existência de estereótipos de gênero na construção dos corpos femininos, que estão impregnados na identidade e nas escolhas ocupacionais ao longo de suas vidas.

Conclusão

As narrativas das mulheres mostram a existência de uma relação dinâmica emergente entre a construção do corpo, estereótipos de gênero e escolhas ocupacionais, onde estereótipos e os fazeres se conjugam, gerando uma construção do conceito de mulher em um contexto sócio-histórico que define padrões e escolhas ocupacionais que irão replicar os estereótipos de gênero.

Palavras-chave:
Constituição do Corpo; Estereótipo de Gênero; Atividades Cotidianas; Feminismo

Abstract

Introduction

Studies from a gender perspective and feminist studies are still emerging in Occupation Science. Based on the assumption that we live in a patriarchal society, this research rescues the narrative of middle-aged Chilean women from the Los Ríos region, to make visible how they built their lives based on the gender stereotypes that determined their choices. occupations according to the needs of men, under a traditional understanding of the female-male binary.

Objective

Recognize and understand the emerging relationship between gender stereotypes, body construction, and occupational choices.

Method

From a post-structuralist feminist stance, interviews with a narrative approach are carried out with an intentional sample of eight women; Discourse analysis, as a methodological tool, gives an account of the life trajectory and experiences of women in relation to gender, body, and occupational choices.

Results

Five categories emerged from the research that reflect the existence of gender stereotypes in women. female body that isimpregnated in their identity and the occupational choices throughout their lives.

Conclusion

The women's narratives show the existence of an emerging dynamic relationship between the construction of the body, gender stereotypes, and occupational choices, where stereotypes and actions are combined, generating a construction of the concept of woman in a socio-historical context. occupational patterns and choices that will replicate gender stereotypes.

Keywords:
Body Constitution; Gender Stereotyping; Activities of Daily Living; Feminism

Introducción

A lo largo de la historia hemos sido parte de un sistema patriarcal que está inserto y forma parte de una particular forma de “organización política, económica, religiosa y social, en donde el género constituye el ordenamiento de la sociedad, cuya base se sustenta en la naturalización de la autoridad del varón” (Miranda & Muñoz, 2013, pMiranda, M., & Muñoz, N. (2013). Deconstruyendo la triada perfecta género, poder y violencia (Tesis de pregrado). Universidad Academia de Humanismo Cristiana, Santiago.. 49). Esto ha generado una dicotomía y una jerarquía entre el género femenino y masculino, entendidos en la forma binaria tradicional a partir de las características biológicas de la diferenciación sexual, reflejado en la construcción de estereotipos sociales, donde el primero está asociado al cuerpo, lo carnal y los procesos inferiores, en tanto que el segundo se vincula al pensamiento y los procesos superiores (Energici et al., 2016Energici, M. A., Acosta, E., Huaiquimilla, M., & Bórquez, F. (2016). Feminización de la gordura: estudio cualitativo en Santiago de Chile. Revista de Psicología, 25(2), 1-17.). El hombre, según Beauvoir (2018)Beauvoir, S. (2018). El segundo sexo. Uruguay: Peguin Random House Grupo Editorial S. A., es el que sigue construyendo y manteniendo dichos cánones físicos y de comportamiento, los cuales, dentro del contexto histórico y sociopolítico, se manifiestan como violencia simbólica encarnada en el lenguaje y el hacer, permeando la construcción del cuerpo femenino en un contexto de relación de poder desventajosa.

Pese a que es innegable las trasformaciones sociales producidas en cuanto a los roles asumidos por hombre y mujeres en las labores de cuidado y trabajo fuera del hogar, aún se mantienen aquellos valores tradicionales definidos socialmente como esenciales, reflejo de estereotipos de género en la construcción del cuerpo femenino y así, en las elecciones ocupacionales, como tener constituida una familia heteronormativa, ser madres, realizar labores del hogar y de cuidado, sin excluir la actividad de un trabajo remunerado. Chile, en particular, hemos mantenido este sistema patriarcal (Miranda & Muñoz, 2013Miranda, M., & Muñoz, N. (2013). Deconstruyendo la triada perfecta género, poder y violencia (Tesis de pregrado). Universidad Academia de Humanismo Cristiana, Santiago.; Morrison & Polanco Cerón, 2019Morrison, R., & Polanco Cerón, N. (2019). Patriarcado, masculinidad hegemónica y ocupaciones: procesos de perpetuación del sexismo. Revista Argentina de Terapia Ocupacional, 5(1), 75-84.), donde son adjudicados roles, comportamientos y conductas de sumisión por parte de la mujeres en función de las necesidades de los hombres, lo que nos ha generado falta de autonomía, procesos de enajenación en la construcción de nuestra identidad y múltiples obstáculos para convertirnos y ejercer derechos como personas históricas y políticas (Rosso, 2016Rosso, N. (2016). El continuo de la violencia feminicida: sus raíces profundas. In Actas del Diálogo Internacional "Feminicidios en América Latina". Colombia: Fundación Mujer y Futuro en Bucaramanga. Recuperado el 28 de Enero de 2021, de www.academia.edu/30775344/El_continuo_de_la_violencia_feminicida_sus_raíces_profundas).

Según las Ciencias de la Ocupación, el contexto en el cual habitamos influyen en las elecciones ocupacionales (Galvaan, 2012Galvaan, R. (2012). Occupational choice: The significant of socio-economic and political factors. In G. E. Whiteford & C. Hocking (Eds.), Occupational Science: Society, Inclusion, Participation (pp. 152-162). Oxford: Wiley Blackwell.), lo que ya había establecido Engels (1999)Engels, F. (1999). El origen de la familia, la propiedad privada y el estado. Oruro: Latina Editores., planteando que es la construcción social y no la naturaleza de la mujer la que la ha mantenido en la esfera doméstica y bajo el dominio del hombre. Replicamos, así, formas de ocuparnos que reproducen la formación del género en cada persona, perpetuando modelos sexistas y patriarcales (Morrison & Araya, 2018Morrison, R., & Araya, L. (2018). Feminismo(s) y Terapia Ocupacional: preguntas y reflexiones. Revista argentina de Terapia Ocupacional,4(2), 60-72.). Por tanto, buscamos contribuir a la reflexión sobre estas problemáticas sociales que están naturalizadas, con el doble objetivo de aportar al desarrollo teórico de las Ciencias de la Ocupación y a nuestra práctica, como Terapeutas Ocupacionales, incorporando la perspectiva de género en el quehacer profesional, teniendo presente que el patriarcado, como condición de posibilidad, es que establece formas hegemónicas de ‘hacer’.

Lo aquí exponemos confluye en el presente artículo, resultado de una investigación centrada en la narrativa de las mujeres cis género de mediana que habitan la Región de Los Ríos, al sur de Chile, en relación con los estereotipos de género, la construcción del cuerpo femenino y las elecciones ocupacionales, reflexionando cómo estas tres categorías se imbrican a lo largo de sus vidas. La investigación se posiciona desde una perspectiva feminista postestructuralista, que cuestiona las relaciones de poder y rechaza la esencia del género y cuerpo que se reproduce a través del discurso (Scott, 1986Scott, J. W. (1986). Gender: A useful category of historical analysis. American Historical Review, (91), 1053-1075.), postulando que el significado de los conceptos son procesos dinámicos e inacabados.

Estereotipos de Género y Roles Tradicionales

La teoría feminista posestructuralista cuestiona la estructura social de poder, donde el lenguaje y el discurso son conceptos relevantes para analizar y comprender dicha estructura (Scott, 1986Scott, J. W. (1986). Gender: A useful category of historical analysis. American Historical Review, (91), 1053-1075.; Zambrini & Ladevito, 2009Zambrini, L., & Ladevito, P. (2009). Feminismo filosófico y pensamiento post-estructuralista: teorías y reflexiones acerca de las nociones de sujeto e identidad femenina. Sexualidad, Salud y Sociedad : Revista Latinoamericana, (2), 162-180.), existiendo un discurso construido y replicado a través de actos performativos, produciendo fenómenos sociales que imponen normas y nos regulan. Asimismo, esta teoría visualiza al cuerpo como un portador de género y sexo, el que se entiende como “una representación que obedece a un contexto social y cultural de la historia personal, especie de construcción social” (Lossada, 2013, pLossada, F. (2013). Sobre la antropología del cuerpo. Fermentum.Revista Venezolana de Sociología y Antropología, 23(67), 235-250.. 235), es decir, la construcción del cuerpo de las mujeres emergerá a partir del contexto sociocultural en el cual estamos inmersas.

Los estereotipos se comprenden como la categorización de características y particularidades de las personas en un contexto social determinado (Cook & Cusack, 2010Cook, R., & Cusack, S. (2010). Estereotipos de género: perspectivas legales transnacionales. Bogotá: Profamilia., como se cita en Posada Kubissa, 2017, pPosada Kubissa, L. (2017). Sobre Bourdieu, el habitus y la dominación masculina: tres apuntes. Revista de filosofía, 73, 251-257.. 253), entre los que se enmarca la categoría de estereotipos de género, que refieren, siguiendo a las mismas autoras, a la construcción de hombres y mujeres sólo por sus diferencias biológicas y sociales. Dicha construcción se valida a través de los discursos como práctica social, que dirigen la conducta de ambos géneros, desde una perspectiva binaria, con características específicas para cada uno. Cabe destacar que los estereotipos de género se incorporan y reproducen en forma de habitus que “[...] reflejan la interconexión entre la estructura social y la acción individual, una interconexión que no se reduce a la aplicación de las normas sociales o las reglas por parte del individuo, sino que expresa la incorporación de lo social en la producción de la subjetividad” (Posada Kubissa, 2017, pPosada Kubissa, L. (2017). Sobre Bourdieu, el habitus y la dominación masculina: tres apuntes. Revista de filosofía, 73, 251-257.. 253).

Es decir, las costumbres, las ocupaciones, el sentido común, entre otros, son producidos y reproducidos por los habitus desde las primeras experiencias de vida y durante el proceso de socialización, por lo que adquieren un sentido de naturalidad (Higuita Lopez, 2015Higuita Lopez, D. (2015). Hábitos y habitus en la transformación cultural: estudio de una organización del sector energético. Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad Militar Nueva Granada, 23(1), 235-250.), provocando expectativas prescriptivas a nivel social, específicos acerca de cada género. Sin embargo, es interesante exponer la tensión entre la prescripción normativa dadas por el habitus y las posibilidades de cambio en las relaciones de género. Ante esto, Venegas Medina (2010)Venegas Medina, M. M. (2010). La igualdad de género en la escuela. Revista de la Asociación de Sociología de la Educación, 3(3), 388-402. plantea un debate epistemológico entre Bourdieu (2005)Bourdieu, P. (2005). La dominación masculina. Barcelona: Anagrama., quien establece que el cambio estaría dado por las modificaciones en las condiciones materiales de existencia que producirían una transformación del habitus y, por tanto, de las prácticas, con lo señalado por Butler (2001)Butler, J. (2001). La cuestión de la transformación social. Mujeres y transformaciones sociales. Barcelona: El Roure., para quien los cambios en el discurso serían los que promoverían la transformación social. Sin embargo, esta aparente contradicción entre lo material y lo discursivo se resuelve a nivel ontológico, eliminando el binario material-discurso, tal como lo plantea el posestructuralismo feminista (Olivares-Aising, 2022Olivares-Aising, D. (2022). Investigación postcualitativa: aportes críticos a las Ciencias Sociales convencionales desde el postestructuralismo feminista. Revista de Estudos Feministas, In press.), por tanto, el cambio social es un emergente, dado principalmente desde las luchas sociales en diferentes campos.

Como lo hemos planteado, los roles de género vinculan lo femenino con la esfera privada, es decir, roles o labores relacionados a lo doméstico, a la vida familiar, la crianza y la vida cotidiana, y lo masculino con la esfera pública, la cual se asocia a un rol productivo remunerado, al poder y a lo político (De Barbieri, 1991De Barbieri, M. T. (1991). Los ámbitos de acción de las mujeres. Revista Mexicana de Sociologia, 53(1), 203-224.). El rol de la maternidad que ha cumplido la mujer se ha basado en el esencialismo de género que se replica a partir de un modelo hegemónico masculino generando violencia simbólica, definida por López Safi (2015)López Safi, S. B. (2015). La violencia simbólica en la construcción social del género. Academo, 2(2), 1-20., como:

[...] el sometimiento de unos sujetos respecto de otros, a través del proceso de socialización que permite naturalizar las relaciones de poder, las que se convierten en incuestionables a partir de asimetrías entre las cuales se encuentran las basadas en género (p. 4).

Desde una perspectiva crítica feminista, comprendemos la forma de ejercer la maternidad como construida en la cultura patriarcal, que se define por normas según las necesidades de un grupo social determinado y se organiza de modo tal, que dichas necesidades se mantienen en la trayectoria histórica (Palomar Verea, 2005Palomar Verea, C. (2005). Maternidad: historia y cultura. La Ventana. Revista de Estudios de Género, 3(22), 35-67.), construyéndose como inherente a la identidad de las mujeres.

Familia y Ciclo Vital

En la actualidad, la familia heteronormada sigue siendo el parámetro desde el cual se explica y construye, desde los discursos de normalidad, los diferentes momentos vitales por los que atraviesa el ser humano. Sin embargo, para los objetivos de esta investigación, la descripción de sus etapas, a partir de la literatura canónica, nos sitúa en un lugar desde donde interpretar las narrativas de las mujeres entrevistadas. A pesar que la literatura crítica reconoce que el actual sistema capitalista y patriarcal contribuye al mantenimiento de la familia heteronormada y monógama, en la que los procesos de crianza y socialización están dados según diferencias de género en cuanto roles establecidos (Salazar, 2006Salazar, S. (2006). Estilos de crianza y cuidado infantil en Santiago de Chile. Algunas reflexiones para comprender la violencia educativa en la familia. Santiago: Soledad Salazar Medina/ACHNU. Recuperado el 14 de enero de 2021, de https://resourcecentre.savethechildren.net/pdf/3026.pdf
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), que performan y perpetúan los estilos de crianza, recurriremos a las definiciones tradicionales para comprender que ésta es comprendida como “esquemas comportamentales construidos por las madres y padres de familia para con sus hijos, con el fin de establecer patrones propios de interacción, que serán utilizados en el proceso de su formación” (Luje, 2018, pLuje, S. (2018). Estilos de crianza y la estratificación del nivel socioeconómico en padres de familia de los niños y niñas de los centros infantiles del buen vivir del cantón Ambato (Tesis de pregrado). Pontificia Universidad Católica del Ecuador, Ambato.. 93).

Esta definición nos permite entender que los estilos de crianza tendrán un impacto en la configuración de la identidad, el actuar, y construcción de valores de las niñas y niños, estableciendo las bases de su personalidad y relación con su familia (Izzedin Bouquet & Pachajoa Londoño, 2009Izzedin Bouquet, R., & Pachajoa Londoño, A. (2009). Pautas, prácticas y creencias acerca de la crianza…Ayer y hoy. Liberabit, 15(2), 109-115.), reproduciendo formas de performar el género ya adscrito desde el nacimiento según su conformación biológica. Por tanto, la primera infancia se considera una etapa clave en el desarrollo, dado que las vivencias de la niña o niño serian una importante contribución a las futuras etapas del ciclo vital (Miranda-Valdebenito & González-Burboa, 2016Miranda-Valdebenito, N., & González-Burboa, A. (2016). El enfoque de derecho de la infancia y adolescencia en el contexto chileno. Revista Humanidades Médicas, 16(3), 459-474.). Lo anterior se hace más significativo aún si se considera la existencia de casos considerados como vulneración de derechos a causa de negligencias parentales, abandono, maltrato y abuso sexual en la infancia, afectando su crecimiento y desarrollo.

La adolescencia se caracteriza por el desarrollo y construcción de la identidad, que se destaca como el hito más importante, en un contexto sociocultural específico. Relevante en la construcción de la identidad es la sexualidad, definida como una “construcción social simbólica hecha a partir de una realidad propia [...] que compromete sus aspectos emocionales, comportamentales, cognitivos y comunicativos tanto para su desarrollo en el plano individual como en el social” (González Gómes & López Torres, 2015, pGonzález Gómes, Y., & López Torres, V. (2015). Significados acerca de la sexualidad en estudiantes de psicología en Colombia. Sexualidad, Salud y Ssociedad, (21), 136-153. http://dx.doi.org/10.1590/1984-6487.sess.2015.21.08.a.
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. 140). Cabe destacar que, en el proceso de exploración y descubrimiento sexual, los adolescentes se ven enfrentados a tabúes y sesgos de género que dificultan la adquisición de información fidedigna acerca de la sexualidad (Calero Yera et al., 2017Calero Yera, E., Rodríguez Roura, S., & Trumbull Jorlen, A. (2017). Abordaje de la sexualidad en la adolescencia. Humanidades Médicas, 17(3), 577-592.).

Uno de los hitos claves para la mujer es la menarquia, la que implica tabúes dentro de nuestra sociedad. El inicio del ciclo menstrual en las adolescentes cis género provoca una respuesta en su entorno inmediato que se centra en un acompañamiento, habitualmente de otras mujeres cercanas, que releva y delimita los temas a procesos biológicos e higiénicos, omitiendo sostener esta etapa vital desde una comprensión de los procesos emocionales que conlleva. Para Fernández Olguín (2012)Fernández Olguín, D. (2012). Los tabúes de la menarquia: un acercamiento a la vivencia de jóvenes escolares chilenas. Revista de Psicología, 21(1), 7-29., la madre es la principal fuente de información y el padre se sitúa como una figura ausente y poco empática dentro del proceso de la menarquia, transmitiendo y replicando imaginarios sobre la figura masculina que a la vez justifican la ignorancia y temor que se posee en relación al tema. La vivencia de los cambios fisiológicos y psicológicos que experimentan las mujeres dependerá de los contextos en que se desenvuelven, influyendo, a su vez, en la construcción de sus cuerpos, identidad y autoimagen (Duno & Acosta, 2019Duno, M., & Acosta, E. (2019). Percepción de la imagen corporal en adolescentes universitarios. Revista Chilena de Nutrición, 46(5), 545-553.).

Es importante señalar que, una vez más, recurrimos a la literatura canónica sobre el ciclo vital, puesto que es el discurso que predomina en nuestra cultura. Aun cuando comprendemos que la sexualidad no se limita al periodo de la adolescencia, nos permite situar en una historicidad lineal culturalmente situada la vida de las mujeres de este estudio, en el entendido que este mismo discurso, arraigado en los dispositivos educacionales y de salud, performa las distintas etapas del ciclo vital del que finalmente damos cuenta en el relato de las entrevistadas.

En esta misma línea, la mediana edad la comprenderemos como “una etapa de transición en la vida de la mujer, caracterizada por cambios físicos, psicológicos y sociales” (Li, 2000, como se cita en Araya et al., 2006, pAraya, A. G., Urrutia, M. T. S., & Cabieses, B. V. (2006). Climaterio y postmenopausia: aspectos educativos a considerar según la etapa del periodo. Revista Ciencia y Enfermería, 12(1), 19-27. http://dx.doi.org/10.4067/S0717-95532006000100003.
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. 19), que abarca los 40 o 45 años a 65 años. Se asocia a una reestructuración de roles tradicionales, que han sido validados por una perspectiva masculina y universal, generando en las mujeres una construcción de identidad desde la experiencia y discursos masculinos. Para Maquieira D’Angelo (2002)Maquieira D’Angelo, V. (2002). Mujeres mayores en el siglo XXI. De la invisibilidad al protagonismo. Madrid: Instituto de Migraciones y Servicios Sociales., el climaterio y menopausia posee una visión social negativa con frecuencia asociado a conceptos como degeneración, espasmos o deterioro. Lo anterior, sumado a las condiciones patriarcales, repercuten sobre la imagen corporal y autoestima (Medina Sarmiento, 2018Medina Sarmiento, C. S. (2018). La autoestima de las mujeres en un mundo patriarcal y mecanismos de fortalecimiento: estado de la cuestión. RAUDEM. Revista de estudios de las mujeres,5, 110-128.), invisibilizando la experiencia y vivencia de las mujeres.

Cuerpo

El cuerpo se define como “una construcción social y cultural y su realidad última no está dada” (Le Breton, 2002, pLe Breton, D. (2002). Antropología del cuerpo y modernidad nueva visión. Buenos Aires: Ediciones nueva visión Buenos Aires.. 182). Esto significa que la construcción del cuerpo es un proceso inacabado y en constante transformación que se encuentra condicionado a procesos sociales. Además, las representaciones y los saberes que se puedan generar sobre el cuerpo, más allá de ser atribuidos a un origen social, son asimismo, una visión del mundo y, por lo tanto, el ser y el hacer de una persona (Le Breton, 2002Le Breton, D. (2002). Antropología del cuerpo y modernidad nueva visión. Buenos Aires: Ediciones nueva visión Buenos Aires.). En particular, el cuerpo femenino posee una carga biológica y social, es decir, material y simbólica, otorgada por los estereotipos de género. Por un lado, determinan su posición dentro de la sociedad a partir de su rol biológico, como la reproducción y, por otro, se les atribuye una definición a sus cuerpos debido a la encarnación de los símbolos, tales como normas, valores e ideologías de la cultura al que pertenecen, siendo el cuerpo una construcción simbólica (Le Breton, 2002Le Breton, D. (2002). Antropología del cuerpo y modernidad nueva visión. Buenos Aires: Ediciones nueva visión Buenos Aires.).

A partir de los roles reproductivos adjudicados a la mujer como esenciales, la sexualidad es uno de los temas recurrentes en la literatura. La forma en cómo vive y se le ‘permite’ vivir la sexualidad a una mujer es diferente a la de un hombre, presentándose una dualidad, donde existen reglas e incluso mitos acerca de sus comportamientos, los cuales son diferentes en cada cultura, sociedad y/o momento histórico (Hurtado de Mendoza, 2015Hurtado de Mendoza, M. T. (2015). La sexualidad femenina. Alternativas en Psicología, 18(116), 113-120.). Según el autor, la experiencia de la sexualidad de la mujer se enmarca en el sistema patriarcal, normalizando la idea que el cuidado de la casa forma parte integrante del acto de atraer y seducir, replicando el ideal de feminidad en la sociedad.

Cabe destacar que la sexualidad se ve fuertemente influenciada por la religión, ya que esta determina normas y comportamientos sexuales para cada individuo (Suarez, 2015Suarez, D. (2015). Visión filosófica de la sexualidad y el género desde la biopolítica en Michel Foucault (Tesis de maestría). Universidad Santo Tomás, Colombia.), en especial la mujer; se establecen y normalizan conductas definidas como moral e inmoral dentro de la sociedad. Así, el cuerpo de la mujer se visualiza desde dos perspectivas, por un lado, en alusión a la sensualidad, la tentación y el pecado, y por otro lado, en función del hombre en el acto de procrear, situando a esta última dentro de los parámetros morales, rechazando el placer, siendo los cuerpos de las mujeres controlados desde las nociones del pecado y la culpa (Hurtado de Mendoza, 2015Hurtado de Mendoza, M. T. (2015). La sexualidad femenina. Alternativas en Psicología, 18(116), 113-120.), performando los cuerpos de mujeres. La performatividad, definida por Butler (2018, pButler, J. (2018). Cuerpos que importan: sobre los limites materiales y discursivos del “sexo”. Buenos Aires: Paidós.. 19) como “el poder reiterativo del discurso para producir los fenómenos que regula e impone”, incluye la construcción del género, dando como resultado una perspectiva naturalizada, tanto de las acciones como de las ideas asentadas en un sistema heterosexista hegemónico. Butler (2018, pButler, J. (2018). Cuerpos que importan: sobre los limites materiales y discursivos del “sexo”. Buenos Aires: Paidós.. 319) señala, además, que:

Esta visión de la performatividad implica que el discurso tiene una historia que no solamente precede, sino que además condiciona sus usos contemporáneos y que esta historia le quita efectivamente su carácter central a la visión presentista del sujeto según la cual este es el origen o el propietario exclusivo de lo que se dice.

El discurso tiene una carga histórica de poder que se replica y trasciende generacionalmente condicionando la construcción del significado del cuerpo, que se seguirá repitiendo a través de la performatividad, la cual no solo podría agraviar a los cuerpos, sino que también los podría construir y posicionar desventajosamente (Butler, 2018Butler, J. (2018). Cuerpos que importan: sobre los limites materiales y discursivos del “sexo”. Buenos Aires: Paidós.).

Narrativa y Ocupación Bajo la Construcción Social

La narrativa de las mujeres es un aspecto central para la investigación, pues “nos construimos sobre narraciones, somos a partir de los relatos” (Velasco, 2010, pVelasco, M. F. (2010). Paulo Freire, Paul Ricoeur y la identidad narrativa. Realidad: Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, (123), 117-147.. 117), que dan cuenta de los significados de experiencias de vida. Las personas nos construimos en relación a otros y dependemos del contexto en el que nos situemos, forjando así una identidad narrativa, desde la que podemos ordenar, explicar y reconstruir vivencias y experiencias, ordenándolas en una realidad dinámica. Según Velasco (2010)Velasco, M. F. (2010). Paulo Freire, Paul Ricoeur y la identidad narrativa. Realidad: Revista de Ciencias Sociales y Humanidades, (123), 117-147., la narrativa construye una identidad que nos permite comprendernos a nosotros mismos, siendo parte de la construcción de la colectividad en la cual nos insertamos. Por tanto, la narrativa, desde una perspectiva performativa, construye y a la vez, reproduce y transforma al sujeto, en la medida que este es capaz de dar cuenta de su trayectoria vital.

Para la Ciencia de la Ocupación, la narrativa está estrechamente vinculada a la ocupación, en la medida que al narrar contamos sobre nuestras ocupaciones, siendo estas entendidas como “una producción social que implica comprenderla como expresión colectiva de la cultura, la historia y sus aspectos materiales” (Palacios Tolvett, 2017, pPalacios Tolvett, M. (2017). Reflexiones sobre las prácticas comunitarias: aproximación a una Terapia Ocupacional del Sur. Revista Ocupación Humana, 17(1), 73-88.. 75). Es decir, la narrativa y la ocupación emergen desde el contexto social que implica una manera determinada de hacer y de reconocer este hacer, forjando así, una identidad que permanece pero también se transforma en la medida que hacemos y contamos lo que hacemos. Las ocupaciones, están impregnadas de estereotipos de género, que se replican a través de los actos performativos, lo cual impacta en la construcción del cuerpo, ya que en la medida que hacemos y nos ocupamos, construimos nuestro cuerpo e identidad, en donde las mujeres construyen, practican y replican ocupaciones en función de relaciones de poder dentro de una cultura, que restringen y/o posibilitan las elecciones ocupacionales (Morrison & Polanco Cerón, 2019Morrison, R., & Polanco Cerón, N. (2019). Patriarcado, masculinidad hegemónica y ocupaciones: procesos de perpetuación del sexismo. Revista Argentina de Terapia Ocupacional, 5(1), 75-84.).

La Ciencia de la Ocupación establece y al mismo tiempo, tensiona el concepto de elección ocupacional. Para Galvaan (2012)Galvaan, R. (2012). Occupational choice: The significant of socio-economic and political factors. In G. E. Whiteford & C. Hocking (Eds.), Occupational Science: Society, Inclusion, Participation (pp. 152-162). Oxford: Wiley Blackwell., la elecciones ocupacionales están situadas social y culturalmente, por tanto, plantea la existencia de una multiplicidad de factores que influyen en la posibilidad que una persona pueda decidir las ocupaciones en las que se involucra y cuestiona la definición del término en cuanto a cómo debe ser entendido. La autora asume que la percepción individual de control sobre las elecciones que realiza la persona tienen un arraigo social y cultural, lo que sería particularmente significativo en los grupos marginados, en tanto posibilidades restringidas de elección y opciones limitadas de acceso. Para este estudio, y como aporte al desarrollo de la Ciencia de la Ocupación, integramos la perspectiva de género al concepto de elección ocupacional, puesto que las mujeres han estado históricamente restringidas en las opciones y control de las ocupaciones en las que se involucran.

Metodología

El feminismo posestructuralista entrega el posicionamiento onto-epistemológico a este estudio, el que considera, entre otros, que “el lenguaje y los discursos son los elementos más importantes en el análisis de las organizaciones sociales, en el significado social, y en las relaciones de poder y de la conciencia individual” (Urra Medina, 2007, pUrra Medina, E. (2007). La teoría feminista posestructuralista y su utilidad en la ciencia de enfermería. Revista Ciencia y Enfermería, 13(2), 9-16.. 14), criticando las estructuras patriarcales que han forjado las sociedades. El discurso lo comprendemos como una práctica social que construye realidad y proporciona una forma común de entender el mundo por los individuos (Urra et al., 2013Urra, E., Muñoz, A., & Peña, J. (2013). El análisis del discurso como perspectiva metodológica para investigadores de salud. Enfermería Universitaria, 10(2), 50-57.).

Para los criterios de selección nos centramos en la población de mujeres chilenas, entre 50 y 55 años, de ingresos económicos medio y bajo, pertenecientes a la Región de los Ríos, madres, responsables del cuidado del hogar y la familia, con o sin actividad remunerada, que tengan o hayan tenido pareja y escolaridad básica completa. Elegimos este grupo etario por representar una etapa de la vida de profundos cambios biológicos y psicológicos, puesto que corresponde al fin de la crianza y la vida reproductiva, momento en el que es posible una mirada en retrospectiva y reflexiva sobre las ocupaciones significativas en las etapas previas. Utilizamos un formulario digital, a partir del cual se seleccionó una muestra intencionada de ocho mujeres, quienes, por resguardo ético, leyeron y firmaron un consentimiento informado para participar de manera voluntaria en la investigación. Según la normativa chilena sobre investigación en salud, no se requirió revisión por parte del Comité de Ética, por no ser considerada población vulnerable. En el anexo 1 se incluye el Consentimiento Informado firmado por las participantes.

Las entrevistas semiestructuradas centrada en la narrativa de las mujeres, como técnica de recolección de datos, fueron realizadas vía telemática o presenciales, entre los meses de abril y junio de 2021, dependiendo de las condiciones sanitarias dadas por COVID 19, previo acuerdo con las participantes. Los supuestos de investigación emergen de la relación de tres conceptos: construcción del cuerpo, estereotipos de género y elecciones ocupacionales, siendo estos los pilares que guían nuestra perspectiva teórica y proceso analítico. En cuanto al proceso de análisis, realizamos la transcripción de las entrevistas previamente grabadas. Posteriormente, iniciamos el proceso de codificación desde una mirada cronológica de las etapas vitales que, al ser vinculados con los pilares conceptuales centrales, dieron como resultado las categorías emergentes de las cuales damos cuenta a continuación.

Resultados

Categoría 1: Emergencia del cuerpo femenino desde una crianza patriarcal

La construcción del cuerpo, como espacio simbólico-material, comienza desde el inicio de la vida y se va plasmando en los cuerpos de las mujeres a través de las vivencias y experiencias, las cuales se enmarcan en una cultura patriarcal que está impregnada de estereotipos de género. Esto es un elemento constitutivo en la organización familiar, de modo que se replica una heteronorma en base a ocupaciones que diferencian los roles de la mujer a los del hombre, donde se inculcan y reproducen desde la infancia, es decir, se crean habitus desde las enseñanzas y valores generacionales que se dan bajo el contexto o el ideal de una familia heteronormada. Esta diferenciación de roles se replica de manera inconsciente y posiciona por un lado a la mujer dentro de la familia como la principal cuidadora, quien entrega la mayor parte de la crianza y por otro lado al padre como proveedor de recursos económicos de la familia.

Mujer 2: mi madre dueña de casa mi padre el proveedor de la casa.

Mujer 6: mi papá, él sabía de antemano que mi mamá era la que tenía que llevarse todo el trabajo y la enseñanza de decirnos las cosas (...) él siempre estuvo atento a nosotros que nunca nos falte nada.

Esta diferenciación de roles es el reflejo de la jerarquización de poder socialmente establecida desde un sistema capitalista, que posiciona a la mujer en la esfera privada, donde sus madres adoptaron ocupaciones y roles construidos en base a un imaginario social, tal como ser dueña casa, siendo considerado un rol no productivo para el sistema, por lo tanto, se sitúa al hombre como autoridad al ser el proveedor del hogar por formar parte de la esfera pública, reduciendo a la mujer a la dependencia económica de éste y, al ser madre soltera se dificulte sobrellevar la situación. Esta autoridad, se extrapola a lo que ocurre en una dinámica familiar heteronormativa donde existen roles de género y se construye el cuerpo de las esposas e hijas en función del padre, ya que se valida socialmente este poder, provocando una actitud de sumisión de los demás integrantes de la familia.

Mujer 2: siempre fuimos humilladas por mi papá, siempre. Pero entonces como él era mi papá, nosotros lo aceptamos.

Mujer 5: por qué porque me dijo deja de andar webeando, mejor vente a vivir conmigo y yo ya, entre seguir andando y darle un hogar a mi hija me quedo aquí, me quedo dije bueno ya como decía yo el amor vendrá después, yo me llevaba bien con él, me gustaba estar con él, lo pasamos bien era super cariñoso súper atento.

Otro factor de esta construcción es la situación socioeconómica en la cual van creciendo estas mujeres, pues impacta en las ocupaciones que van realizando, ya sean las que se les van limitando o aquellas que van necesitando en la dinámica familiar, pues existen relatos de mujeres que en su infancia cumplían el rol asociado al cuidado de sus hermanos, labores domésticas y trabajos no remunerados, acciones que fueron necesarias en base a las carencias económicas que existían, por lo que desde pequeñas se instaura en su vivencias y cosmovisión, la idea de recompensa asociada a una vida de esfuerzo y sacrificio.

Mujer 8: yo no tuve muchos ratos libres después de los 9 años cuando le empecé a ayudar con el negocio a mi mamá (...), ya tuve que tomar otra responsabilidad.

Mujer 3: trabajar pues, tengo la idea de que no se po, había que hacer pan, y ayudar a la mamá hacer pan y a limpiar mientras ella hacía otra cosa.

Categoría 2: Adolescencia: una etapa invisibilizada

Si bien la adolescencia es una etapa vital de transición de la niñez a la adultez, se pesquisa en la narrativa de las mujeres que esta es invisibilizada como tal, ya que ellas la justifican únicamente con la llegada de la menarquia, siendo esta un hito biológico que provoca un cambio en la definición de sí mismas, incorporando estereotipos asociados al significado de ser mujer que influyen en su construcción identitaria.

Mujer 6: creo que aquí ya me estoy haciendo mujer...al tener ya una relación con un hombre yo iba a quedar embarazada.

Lo anterior hace alusión al hito de su primera menstruación, vinculando el cambio de etapa con el inicio de la capacidad reproductiva, hito que se presenta socialmente impregnado de tabúes y cargas sociales otorgados por una sociedad patriarcal, que configura el significado y manera de vivenciar el proceso de cada mujer, provocando limitaciones en su hacer y expectativas con relación al proceso de menstruación.

Mujer 8. deje de lado los juegos infantiles, no porque lo quisiera, sino porque a uno le daba como vergüenza, y después como a los 14 años, ya me gustaron los chicos, y ahí uno nota el cambio.

Por otro lado, durante este proceso se van presentando cambios corporales que traen consigo estereotipos asociados al cuerpo que son construidos desde una visión masculina, es decir, se crean estándares de belleza femeninos que apuntan a la satisfacción del hombre, donde la adolescente interioriza estas exigencias patriarcales con la expectativa de ser aceptada por otros, provocando alteraciones en su autoestima e insatisfacción corporal al no cumplir con dichos estándares y configurando así su identidad en base una imagen corporal socialmente idealizada.

Mujer 3: yo tenía mucho complejo porque no me llegaba...me acomplejaba, obvio, si ningún cabro me miraba, si yo era una niñita... me sentía como reducida, como insignificante.

Finalmente, se encuentra el hecho de asociar ciertas responsabilidades a una madurez impuesta, construida y normalizada en la sociedad con la finalidad de definir los roles de una mujer adulta. Dichas responsabilidades apuntan al rol de maternidad, de esposa y mantención del hogar que debe cumplir la mujer.

Categoría 3: Esferas de la sexualidad con una carga social patriarcal

Según las narrativas de las mujeres, se infiere que la sexualidad femenina se construye en base a ideales instaurados desde una cultura patriarcal, que configura el significado de la sexualidad y a la vez reprime y limita la exploración de la sexualidad femenina. Esta construcción está orientada por la perspectiva falocéntrica, en donde el concepto de sexualidad para las entrevistadas es concebido únicamente como el acto sexual de la penetración, que tiene como finalidad la procreación y la satisfacción sexual masculina. Se establece, así, una dinámica de dominación del hombre sobre la mujer.

Junto a esto, durante la adolescencia predomina el secreto y la vergüenza sobre las relaciones sexuales, donde se convierte en un tema tabú y se educa desde la desinformación y los prejuicios. Esta visión se construye socialmente y se replica en primera instancia por la familia, de modo que la educación sexual se genera a través de conversaciones con pares y la experiencia intima con su pareja, es decir, el conocimiento adquirido está impregnado de estereotipos sociales, ya que está basado en las subjetividades de un otro, posicionando al hombre como su principal proveedor de información y experiencias, interiorizando el acto sexual como una vivencia centrada en satisfacer al hombre por sobre la exploración del placer personal.

Mujer 4: Como a mí me dijo mi suegra una vez: tú eres de tu pieza para adentro eres puta y mujer, pero de tu marido, tú tienes que buscar la forma de hacerlo feliz.

Mujer 6: ahí el primero que me enseñó fue mi marido… él venía de corredero sí era mucho mayor, tenía 14 años mayor que mi entonces él sabía, él había vivido su vida.

Violencia sexual

Ahora bien, en los relatos de estas mujeres se visualizan vivencias en torno a la violencia de género, las cuales se basan en las desigualdades de poder que existen entre el hombre y la mujer. Dentro de esta violencia se presenta la cosificación, la cual sitúa a la mujer como un objeto sexual en la sociedad, lo que implica que estas sean vulneradas a tal punto de que ejerzan violencia sexual sobre ellas en espacios públicos y privados, tal como sucede en experiencias de acoso callejero y laboral, en donde se cosifica el cuerpo de la mujer lo cual genera limitaciones ocupacionales en torno al miedo y desvaloriza las capacidades de las mujeres.

Mujer 8: en el trabajo, porque este hombre me pretendía y cosas y no entendía un no por respuesta, (...) me empezó a tratar mal y yo tuve que aguantarme, aguantarme, toda mi tristeza que tenía en ese momento porque me gustaba el trabajo, hasta que me despidió.

Mujer 2: antes yo me acuerdo de que iba caminando por la calle me agarraban una teta, me agarran el poto, me agarraban hasta la vagina me la han agarrado. Antes eso era normal.

Mujer 3: Un hombre me empezó a acosar… cuadra y cuadras... pero era un hombre viejo en bicicleta, me decía cosas horribles y yo era chiquita…andaba con short y me tapé... nunca más fui sola a ningún lado y pasaron años para ponerme short.

Además, se pesquisaron mujeres víctimas de violencia sexual, que con el tiempo pudieron configurar el trauma como una experiencia de resiliencia, sin embargo, mantienen secuelas que impactan en las diferentes esferas de su vida, construyendo sus cuerpos en base a esas experiencias y generando limitaciones en el hacer.

Mujer 7: violación que tuve a los ocho años, eso me marco mucho en mi vida, me ayudo a defenderme en la vida (...) me daban crisis de miedo después de lo sucedido, en las noches.

Mujer 8: entonces uno tiene que hacer un chip y tratar de no acordarse no más, por lo que te comentaba ahí que yo tuve ahí un abuso sexual de niña, son marcas que te quedan en la vida de uno, pero que no te impidan desarrollarte o ser la persona positiva o alegre que me considero que soy.

Sexualidad en la mediana edad

Hoy, siendo mujeres de mediana edad, con más experiencias y conocimiento tanto en el ámbito sexual como de su propio cuerpo, han logrado ir derribando tabúes, la vergüenza y el pudor, favoreciendo el descubrimiento y aceptación personal. Sin embargo, es relevante mencionar que, en el discurso sobre el acto sexual en pareja, se centra en que la mujer cubra las necesidades y deseos de su pareja, la cual se vincula con la idea de relación monogámica heteronormada, donde existe un sentido de posesión hacia la mujer que se justifica y normaliza dentro de la sociedad patriarcal.

Mujer 3: me daba vergüenza, no sé el mismo hecho de que yo no me conocía a mí misma, de no conocer mi cuerpo, no conocer nada, no me atrevía a preguntar ni a pedir nada, en cambio después con el tiempo con los años hemos ido aprendiendo… ahora yo me acepto.

Por lo tanto, las mujeres se basan en la valoración que entrega su pareja acerca de ellas y los deseos sexuales para construir la percepción de sí mismas, tanto en el ámbito sexual, como en la cotidianidad, pues como se menciona en la categoría anterior, existen idealizaciones en torno al cuerpo que impactan en la configuración de su imagen corporal y de su autoestima, provocando pudor y limitaciones en el acto sexual.

Mujer 3: mi marido siempre me hizo sentir que era bonita así... Y ahí yo me empecé a aceptar y a quererme, cuesta quererse en el cuerpo que a uno le toca.

Mujer 7: Todos los días, de hecho, no puedo tener relaciones con mi marido con luz. Haciendo referencia a su sentimiento de inseguridad corporal.

Ahora bien, es relevante mencionar que algunas de las vivencias en torno al hito de la menopausia traen consigo no solo cambios fisiológicos que determinan el término de la menstruación y fertilidad, sino también prejuicios sociales e incomprensión por parte de su entorno cercano que configuración la forma en que experimentan su sexualidad, implicando un proceso de transformación significativo en las mujeres basado mayormente en una conceptualización colectiva de la menopausia.

Esta conceptualización en ocasiones se convierte en algo desagradable para las mujeres, ya que lo asocian a una perspectiva de envejecimiento negativo vinculado a la llegada de enfermedades y deterioro físico, basándose netamente en los cambios biológicos existentes en esta etapa de la vida. Dichos cambios en conjunto con el desconocimiento acerca del climaterio y menopausia condicionan y predisponen la percepción de sí mismas en esta etapa, emergiendo en algunos casos sentimientos de soledad, incomprensión, inseguridad y rechazo de su imagen corporal que se reflejan en la vida sexual en pareja. No obstante, existe un alivio con el cese de la menstruación y los cuidados asociados a esta. Por lo tanto, es en base a estos cambios que se pesquisa que para las mujeres es un hito de transformación significativo que no está exento de estereotipos, que trae consigo nuevos desafíos, como la búsqueda de nuevas formas de experimentar la sexualidad en pareja, y nuevas perspectivas y significados con relación al concepto de mujer en el ámbito sexual.

Mujer 8: no he andado, así como neurótica, depresiva, no, no he pasado por eso, no sé por qué, lo he escuchado de otras mujeres, pero a mí no me ha pasado, no, ojalá no me pase por que esta cuestión es más larga que, ya llevo 3 años, lo único bueno es que se corta la regla.

Finalmente, la menopausia se sigue planteando como un tema tabú, ya que existe una desinformación con respecto a los cambios corporales que se producen en el climaterio y menopausia, a lo cual se suma el poder masculino extrapolado a la sexualidad en pareja, respondiendo netamente al disfrute del hombre, aun cuando estas situaciones sean incómodas, y les provoquen malestar a la mujer.

Mujer 1: Con relación a la intimidad en la menopausia, yo tengo mi pareja, por eso igual me gustaría responderle de buena manera y no de esa forma, porque igual que él siente que una no lo quiere.

Categoría 4: Rol de maternidad impuesto desde el esencialismo del concepto de mujer

Existen discursos hegemónicos donde prima el discurso patriarcal en el significado de la maternidad, la cual es definida por las entrevistadas como ‘una etapa maravillosa’, ya que se percibe una idealización de dicho rol de manera innata en la mujer, presentándose como el más relevante en sus vidas y provocando una postergación en otros roles, ocupaciones e intereses, priorizando el cuidado de sus hijos. Junto a esto, se pesquisa que existe miedo a la infertilidad y a la imposibilidad de cumplir con el rol socialmente impuesto para ellas, pudiendo interferir en su construcción y satisfacción personal.

Mujer 1: sabía que si no me llegaba la regla... tenía un problema, no iba a poder tener hijos, siempre pensaba y eso era la parte que yo sufría, porque yo sí quería ser mamá, pero cuando me llegó, para mí fue una alegría.

Mujer 6: Ser madre es realizarme completa como mujer ... para mí el ser madre es todo lo que puede dar una mujer en esta vida, no hay más.

Por otro lado, se evidencia que el proceso de embarazo trae consigo una transformación con relación a su percepción corporal, ya que por un lado existe una normalización y aceptación social de la imagen corporal de una mujer embarazada, lo que facilita la aceptación y empoderamiento de sus cuerpos durante el periodo de gestación, justificando su imagen corporal en base a este. Esto evidencia que existen estándares de belleza que realzan la delgadez y que solo durante el embarazo se puede salir de ese estándar, sin embargo, estos mismos pueden provocar en las mujeres una percepción de ellas mismas de rechazo y desagrado al no sentirse o verse esbeltas.

Mujer 7: entonces cuando me embaracé, como te empieza a salir guatita, uuh yo feliz, me ponía todo tipo de ropa, la disfrutaba y mostraba mi guata grande total estaba gordita, y lo podía disfrutar, sin que nadie me criticara de que se me salía el rollo aquí, rollo allá, total era una gordura de embarazo entonces lo pasé super bien gordita.

Mujer 6: ya me empecé a deformar, a ponerme guatoncita ya los meses van pasando yo me iba poniendo más gordita y a la vez también iba creciendo más mi cuerpo y al final nada, fue hermoso.

Ahora bien, se entiende al cuerpo de la mujer como un objeto que posee un fin procreador, lo que muchas veces sitúa a su pareja con el derecho de decidir sobre su embarazo, generando un despojo de la mujer sobre su propio cuerpo.

Mujer 6: yo a mi marido buscaba cómo hacerlo feliz, haciendo alusión al hecho de que el esposo quería ser padre y ella complace este deseo.

Mujer 5: yo no quería volver a ser madre, por la experiencia que tenía ya de dos, con la experiencia uno después se retrae(...)si yo hubiera tenido la oportunidad de hacer cosas con la XXX, como de trabajar ponte tú, yo a lo mejor ni siquiera me hubiera casado.

Categoría 5: Ocupaciones ligadas al género

Existe una diferenciación de roles en base a los géneros que está normalizada en la sociedad patriarcal, la cual se va construyendo en la medida que se replican los estereotipos de género en situaciones cotidianas, estos se ven reflejados desde la infancia interiorizando ocupaciones ligadas al género, las cuales son principalmente inculcadas e impuestas por sus madres y padres. En la infancia se replican los estereotipos de género a través del juego, ocupación principal donde las niñas y niños aprenden a relacionarse con el mundo promoviendo una construcción de su identidad basado en la heteronorma, la cual define roles y características estandarizadas para las mujeres.

Mujer 3: yo no podía jugar a eso porque era de hombre… me sentía mal, me sentía capaz de jugar a eso yo sabía jugar a eso, no entendía porque no podía jugar a eso. Haciendo referencia al juego de las canicas.

De modo que, el hecho de que existan juegos para cada género provoca una limitación en la participación de las mujeres ya que a raíz de esto se dan situaciones donde se les categorizan socialmente como varoniles de manera ofensiva, lo cual influye en su autopercepción y construcción de su identidad. Sin embargo, existen conductas asociadas al género masculino que se dan en base a virtudes y valores, como lo es la fortaleza, que son adoptadas por las mujeres sin necesidad de sentir que salen de su norma femenina.

Mujer 3: me decían cuando chica pico de palo… es como decir a la niña amachada… por jugar a las bochas o a la pelota… me daba mucha rabia, me decían que eran juegos de niños.

*Pico de palo: modismo que se refiere a persona que presenta actitudes asociado a lo masculino*

Mujer 7: era muy varonil, jugaba a la pelota, al tenis, al caballito de bronce y a todas esas cosas, porque mis amigos eran hombres, entonces no tenía otro tipo de actividad. Por ejemplo, jugábamos a la chola, al pillarse, o puras cosas así muy bruscas, no jugué nunca con muñecas.

Junto a lo anterior, se perciben limitaciones al momento de realizar ocupaciones asociadas a la mujer, ya que la carga social de los estereotipos genera cánones de belleza que desean ser cumplidos por las mujeres, entonces, al sentir que no cumplen con estos, se catalogan a sí mismas con características varoniles que no “entran” en estas prácticas femeninas.

Mujer 4: la gorda macha porque yo las hacía todas, si había que picar leña la picaba si había que entrar un saco de leña yo entraba (...) mi hermana se disfrazaba ponte tú de “las paquitas de xuxa” (*) con un físico espectacular y yo no pos yo era la gordita negra (...) me sentía como que yo no puedo.

(*) Bailarinas de los show de la cantante brasileña Xuxa.

Por otro lado, en la esfera pública aún se mantiene el esencialismo femenino extrapolado a puestos de trabajo, lo cual implícitamente está mediado por jerarquía de poder patriarcal, ya que las mujeres siguen teniendo preferencias hacia ocupaciones y roles asociados a lo femenino, a lo que se suma las posibilidades de las oportunidades socioeconómicas y el acceso a educación.

Mujer 2: yo digo que nosotras somos las mamás de la transición, donde teníamos que estar así enseñadas como la mamá, que le enseñaron a hacer dueña de casa y estamos en la etapa donde tenemos que estudiar, nos estamos proyectando para ser profesionales, para ser mujeres más independientes.

Ahora bien, en la esfera privada se adjudican roles de género asociados a la mujer, como el cuidado del hogar y de la familia, diferenciándose de los demás integrantes, ya que estos cumplen la función de ayudar a la mujer. Y a la vez, se reconoce que existen ciertas ocupaciones dentro del hogar que están vinculadas a lo masculino, como lo son las que implican fuerza basándose en un esencialismo biológico.

Mujer 3: Mi marido es dueño de casa y hace lo que hace un dueño de casa, él se preocupa de limpiar el patio y todo el trabajo de hombre.

Por el contrario, cuando el hombre no está presente dentro de la dinámica familiar, la mujer adopta roles y tareas más allá de aquellos definidos como tradicionales para ella, situando a la mujer desde una esfera del esfuerzo y del sacrificio para responder a las demandas de un padre ausente, siendo esta situación motivo de orgullo y fortaleza, ya que socialmente se premia dicho sacrificio en función de la familia.

Mujer 6: al final digo gracias porque igual fue la bendición después de haber quedado viuda a los 37 años con 3 hijos adolescente donde igual tuve que ser valiente, esforzada, rigurosa tuve que ser mamá y papá para sacar a mis criaturas adelante en todo, en todas las áreas.

Mujer 1: Mi pareja, por ejemplo, él no se mete al lavado, ni arreglar ropa no (…) me ayuda de repente así a estirar un poco la ropa, no le gusta hacer la cama (...), pero nosotros compartimos las cosas, por ejemplo, si hay que salir a limpiar el patio lo limpiamos juntos, si hay que entrar un palo, lo entramos juntos, ehh sí cocina... me ayuda mucho a cocinar él, a lavar la loza, si es en ese tipo de cosas que hacemos juntos.

Discusión

“Este mundo siempre ha pertenecido a los varones, pero ninguna de las razones propuestas para explicar el fenómeno nos ha parecido suficiente” (Beauvoir, 2018, pBeauvoir, S. (2018). El segundo sexo. Uruguay: Peguin Random House Grupo Editorial S. A.. 63), y aunque existan actualmente transformaciones sociales que cuestionan la jerarquía de poder del género masculino sobre el femenino, la sociedad posiciona a la mujer como el sexo inferior, construyendo su cuerpo en función y beneficio de la satisfacción del hombre. Esta dominación implica el ejercicio de violencia simbólica, puesto que el binario hombre-mujer implica que la identidad de una parte se construye en relación a la otra, por tanto, el hombre mantiene la idea de dominación y cosificación.

A partir de los resultados, se reconoce que el espacio principal que configura la construcción del cuerpo de las mujeres es la esfera privada, pues desde la infancia se normalizan y replican roles de género por medio de una estructura familiar heteronormada. Sin embargo, al interactuar en contextos sociales o en situaciones vitales distintas como la viudez, la mujer se enfrenta a nuevos roles, vínculos y desafíos relacionados al ámbito productivo y a la participación en comunidad, en la cual existe la posibilidad de una deconstrucción acerca de los patrones machistas existentes en la esfera privada o bien, el mantenimiento de estos. Por tanto, cambian las condiciones materiales y simbólicas, modificando los elementos discursivos en cuanto ser mujer.

Se reconoce, así, la existencia de un esencialismo de género, que influye en como las mujeres se auto perciben, pues el sistema patriarcal sustenta roles y ocupaciones que son impuestos de manera natural y universal de acuerdo con el sexo de cada persona. Por lo tanto, existe una construcción intrínseca de la feminidad, que reprime las cualidades y procesos individuales que son diferentes a la norma social, influyendo en las elecciones ocupacionales de las mujeres y finalmente, en su cosmovisión sobre lo que es ser mujer y la expresión de su identidad. Por esto, se cuestiona el esencialismo inmerso en el concepto de mujer, y se plantea separar las ideas asociadas al género femenino del sexo mismo, pues estas, al dinamizarse anulan la valoración de si mismas.

La maternidad es el rol principal que desde el esencialismo de género define el concepto de mujer, ya que históricamente ha sido el objetivo “natural” de ésta, el cual genera una obligación social y moral, a tal punto de que la mujer deba ocuparse en algo que no necesariamente es deseado, sino más bien, impuesto por la sociedad. Asimismo, le genera limitaciones ocupacionales debido a que socialmente se responsabiliza más a la mujer que al hombre en cuanto al cuidado y crianza de los hijos e hijas, manteniendo una idealización patriarcal sobre la maternidad.

Por último, el pensar en elecciones ocupacionales no queda ajeno a las relaciones de poder ejercidas por una cultura social y políticamente patriarcal, la cual podría limitarlas o favorecerlas. De hecho, señala Galvaan (2012)Galvaan, R. (2012). Occupational choice: The significant of socio-economic and political factors. In G. E. Whiteford & C. Hocking (Eds.), Occupational Science: Society, Inclusion, Participation (pp. 152-162). Oxford: Wiley Blackwell., que los aspectos políticos, culturales y sociales determinan las elecciones de las personas. Por lo tanto, desde el cuerpo de las mujeres, se entiende que las elecciones ocupacionales tienen una carga cultural impregnada de estereotipos, los que emergen en la construcción del cuerpo de estas y determinarían las ocupaciones elegidas a lo largo de sus vidas, generando la idea o percepción de libre elección sobre ellas.

Conclusión

En las narrativas de las mujeres se refleja cómo los estereotipos de género se van replicando de manera transgeneracional desde la infancia, encarnándose a través de la crianza, las relaciones sociales y experiencias de vida. Ahora bien, en la infancia se pesquisó una tendencia familiar heteronormativa patriarcal, la cual genera sesgos con relación a las acciones y ocupaciones diferenciadas por género, además, se evidencia una vulnerabilidad socioeconómica y violencia intrafamiliar, lo cual influye en las elecciones ocupacionales, construcción y relación con su propio cuerpo de quienes en ese entonces eran niñas.

Desde lo social se construyen y definen los roles que debe cumplir la mujer, tales como reproducción, crianza y cuidado dadas sus capacidades biológicas y psicológicas. Asimismo, desde la crianza se asocia el hecho de la menarquia al cambio inmediato de ser mujer educada en torno al cuidado, los síntomas y a los comportamientos que deben adoptar al respecto. Por lo tanto, se entiende que durante esta etapa la construcción del cuerpo de las mujeres y sus elecciones ocupacionales se relacionan directamente con las preconcepciones sociales asociadas a su rol reproductivo, de modo que, si estas no lograban cumplir con estos imaginarios estéticos y con el rol reproductivo tendían a presentan complejos o frustraciones con relación a sus cuerpos y su autopercepción.

El feminismo postestructuralista plantea que el género se construye por medio de los actos performativos, los cuales configuran la identidad, subjetividad y ocupaciones. Dichos actos se ven reflejados en las narrativas de las mujeres, en donde se evidencia la construcción social acerca de la maternidad es perpetuada por ellas mismas, ya que este rol va más allá que una elección ocupacional, siendo una construcción del cuerpo impregnado de esencialismo biológico y poder masculino.

Por tanto, las narrativas de las mujeres dan cuenta de la existencia de una relación dinámica emergente entre la construcción del cuerpo, estereotipos de género y elecciones ocupacionales, donde los estereotipos se crean desde el hacer, generando una construcción del concepto de mujer en un contexto socio histórico que define patrones y elecciones ocupacionales que se replicarán en estereotipos de género (véase Figura 1).

Figura 1
Esquema explicativo de construcción del cuerpo, elecciones ocupacionales y estereotipos de género.

Finalmente, los resultados de la presente investigación permiten estimular el cuestionamiento bajo una perspectiva crítica y de género las prácticas naturalizadas y estereotipadas que se replican en la disciplina de la Ciencia de la Ocupación, con el objetivo de despojarnos como disciplina de estas preconcepciones que implican una limitación ocupacional en la construcción de las mujeres. Si permanecemos indiferentes a las perspectivas de género y teorías feministas, estaremos colaborando a la mantención un sistema patriarcal que ha configurado históricamente la vida de las mujeres, contribuyendo a un sistema de opresión, en vez de aportar, como profesionales de la salud, a la transformación social.

  • Cómo citar: Olivares-Aising, D., Boettcher-Jeldres, M., Muñoz-Sepúlveda, C., Obando-Obando, C., & Oliva-Esparza, T. (2022). Narrativas de mujeres de mediana edad: reflexiones sobre los estereotipos de género en la construcción del cuerpo y elecciones ocupacionales. Cadernos Brasileiros de Terapia Ocupacional, 30, e3277. https://doi.org/10.1590/2526-8910.ctoAO250432773

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    » http://dx.doi.org/10.4067/S0717-95532006000100003
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Editado por

Editor de sección

Profa. Dra. Daniela Testa

Fechas de Publicación

  • Publicación en esta colección
    04 Nov 2022
  • Fecha del número
    2022

Histórico

  • Recibido
    16 Feb 2022
  • Revisado
    04 Mar 2022
  • Revisado
    01 Jun 2022
  • Acepto
    02 Ago 2022
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